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1)Qué es Ciencia:

Se denomina ciencia a todo el conocimiento o saber constituido por una serie de principios y leyes
que derivan de la observación y el razonamiento de un cúmulo de información y datos, los cuales
son estructurados sistemáticamente para su comprensión.
En este sentido, la ciencia comprende varios campos de conocimiento y estudio que conllevan al
desarrollo de teorías y métodos científicos particulares, tras los cuales se pueden obtener
conclusiones objetivas y verificables.

2)Condiciones: Las condiciones básicas que tiene quecumplir toda ciencia son tres:
a) El concepto
b) El sistema
c) El método

3) 1. EL CONCEPTO

Toda ciencia debe tener conceptos claros, o si no establecerlos, de las cosas que son objeto de su
investigación 

El concepto es una idea, juicio, opinión que se tiene de las cosas. Implica un vocabulario propio.
Por ello cada ciencia tiene su léxico propio que solo comprenden los de la misma ciencia Si es
incompleto...Resulta insuficiente...Limita su aplicabilidad práctica

Si quiere abarcar todo, resulta tan complicado que podría llegar a interpretaciones ambiguas o
arbitrarias 

2.-ELSISTEMA
Es un conjunto de principios y teorías de una doctrina, coordinadas y enlazados entre sí, de modo
que formen un todo coherente
Cualquier ciencia tiene que fundamentarse en un sistema .el sistemafacilita el entendimiento
científico y elimina el carácter empírico 

3.-EL MÉTODO

Es el procedimiento ordenado. Seguido para alcanzar un objetivo y especialmente para descubrir


la verdad y sistematizar los conocimientos

3)Objeto: El objeto de estudio de las ciencias son los fenómenos que ocurren en la naturaleza y
sociedad, cuyo conocimiento nos permite explicar los sucesos y predecirlos de forma racional.
Explicarlos de forma racional significa que no dejamos que ninguna idea preconcebida, política o
religiosa, intervenga en la forma de estudio de la ciencia.
El objeto de estudio de la ciencia suscita preguntas una vez que es observado. La ciencia intenta
resolver las preguntas a través de un diseño experimental. Esto define el objeto de estudio de la
ciencia y pone los límites a la investigación que se va a realizar.

4)Metodos: Introducción
Es evidente que la ciencia no puede desvincularse de la teoría del conocimiento sobre todo si
tenemos en cuenta que ha surgido de un interés por sistematizarlo. Es entonces, un término que
asociamos con todo lo que tiene que ver con la organización de la experiencia sensorial. En
muchos casos se entiende la ciencia, precisamente, como lo opuesto a la experiencia sensorial, y la
ciencia, desde este punto de vista, sería como un paso que se da después de esta experiencia
primaria, que permite darle formalismo al conocimiento y mayor carácter de veracidad.

Personalmente creo que la ciencia sí ha significado un proceso de madurez en el pensamiento del


hombre y en la capacidad de aplicarlo a la realidad que le rodea. La ciencia ha permitido que el
hombre sea más conciente de sus necesidades de supervivencia y que, por lo tanto, desarrolle
todo su ingenio con el fin de solucionar la problemática que le plantea la existencia en términos
materiales. También creo que la ciencia, en un sentido más amplio, abarca mucho más que las
cosas simplemente materiales, también se considera en ella, en armonía con una visión filosófica,
todo aquello que integra al hombre y que se constituye en objeto de estudio, por lo tanto, es
necesario llegar a una teoría de la ciencia que permita tener al hombre no sólo como quien ha
permitido su avance sino como el ser que debe estar en el centro de su investigación, la ciencia es
dirigida por el hombre, se orienta a él y, por lo tanto, no puede desfigurar lo que es más esencial al
ser del hombre.

La ciencia es un instrumento que le sirve al hombre para descubrir sus posibilidades y para
enfrentarse a sus límites, se constituye en un poderoso aspecto que se integra al conocimiento
para proporcionarle mayores posibilidades de vida. La ciencia abre al hombre un horizonte
insospechado que le permite entrar en contacto con todo lo que lo rodea. Pero, es claro que en su
modo de entender la realidad el hombre ha desarrollado una serie de métodos que le permiten
hacer ciencia. Y estos métodos han sido resultado también del avance propio de la ciencia en su
necesidad de ser más certera. En el presente ensayo propongo una síntesis muy general sobre la
teoría de estos métodos y mi opinión sobre cuál creo que es el método más adecuado para hacer
ciencia.
Los métodos de las ciencias
Debemos reconocer que: "La ciencia, no sólo es importante para el hombre por sus muchos
descubrimientos, sino también por sus métodos y modos específicos de pensamiento",[1] de esta
manera, admitimos la importancia de la ciencia en la organización del pensamiento del hombre
que le ha permitido avanzar significativamente y construir teorías, métodos específicos que
favorecen la investigación en todos sus niveles.

En primer lugar, es importante tener en cuenta que un método es "un procedimiento para tratar
un conjunto de problemas"[2] cada clase de problemas requiere métodos o técnicas especiales. El
método supone un proceso especial que se desarrolla de manera progresivamente y que se aplica
a la resolución de distintas problemáticas que requieren técnicas especiales y que no podrán
abordarse de manera ingenua. Descartes en sus "Reglas para la dirección del Espíritu", en la Regla
IV nos dice que el "método" es necesario para la investigación de la verdad.[3] Esto es cierto si
tenemos en cuenta que precisamente en la investigación lo que se busca es formular una verdad y
esta puede tener un grado de mayor veracidad si, en su búsqueda, se aplica un método concreto,
aunque, creo yo, no necesariamente la búsqueda de la verdad debe estar determinada por una
metodología.

La metodología es un estudio de los diferentes procedimientos de prueba, de técnica, de


estrategia y de investigación utilizados en las ciencias de cara a la investigación de lo que
denominamos realidad.[4] Hay metodologías que versan sobre la técnica física y aquellas otras
que se ocupan de las acciones del espíritu.[5] No toda metodología se aplica a la resolución de
problemas de tipo material sino que también en ella se considera aquellas acciones del espíritu en
la que se involucran otras dimensiones propias a la vida del hombre y que tienen que ver con su
configuración psicológica.
Existe una metodología general que trata de los métodos que pueden aplicarse a grandes grupos
de ciencias: ésa es la metodología general del pensamiento científico.[6] Hay que añadir que hoy
existe un cierto "pluralismo de métodos" e, incluso, un cierto "anarquismo".[7] Sin embargo esto
puede ser considerado, en algunos casos, como una fortaleza de la ciencia a la vez que como una
gran deficiencia. Cierto es que el científico no puede proceder de manera arbitraria, que debe
respetar los límites propios que la misma ciencia ha descubierto y las leyes que le son propias,
pero también es cierto que debe hacer uso de cierta libertad, en el sentido en que si se atiene al
rigor de los métodos ya construidos, pues podría no avanzar en la búsqueda de resultados que
pueden ser convenientes para la ciencia. Creo que en este sentido debe existir un sano equilibrio y
el lo que me propongo encontrar al considerar los distintos métodos y proponer uno de ellos
como el más adecuado.
El método científico
"Procedimiento que se aplica al ciclo entero de la investigación en el marco de cada problema de
conocimiento, estrategia de investigación, manera de hacer buena ciencia"[8]. El método científico
considera una serie de reglas que ya hemos analizado en el curso, reglas que son siempre
perfectibles en las que se ha de tener en cuenta, como lo afirman los autores en el texto que
tenemos como guía, que la inteligencia y la creación original juegan un papel en la investigación
científica. La regla de oro de todo trabajo científico se puede resumir en una frase: "Audacia en el
conjeturar, rigurosa prudencia en el someter a contrastación las conjeturas".[9] Esta concepción
del método científico nos permite pensar en la dimensión filosófica de la ciencia "la filosofía que
cumple con las condiciones de contrastabilidad y compatibilidad, se puede considerar
científica"[10]. El método científico es la "estrategia de la investigación científica" y la ciencia se
puede definir como "una disciplina que utiliza el método científico con la finalidad de hallar
estructuras generales

El método científico
"Procedimiento que se aplica al ciclo entero de la investigación en el marco de cada problema de
conocimiento, estrategia de investigación, manera de hacer buena ciencia"[8]. El método científico
considera una serie de reglas que ya hemos analizado en el curso, reglas que son siempre
perfectibles en las que se ha de tener en cuenta, como lo afirman los autores en el texto que
tenemos como guía, que la inteligencia y la creación original juegan un papel en la investigación
científica. La regla de oro de todo trabajo científico se puede resumir en una frase: "Audacia en el
conjeturar, rigurosa prudencia en el someter a contrastación las conjeturas".[9] Esta concepción
del método científico nos permite pensar en la dimensión filosófica de la ciencia "la filosofía que
cumple con las condiciones de contrastabilidad y compatibilidad, se puede considerar
científica"[10]. El método científico es la "estrategia de la investigación científica" y la ciencia se
puede definir como "una disciplina que utiliza el método científico con la finalidad de hallar
estructuras generales
¿Cuál es el método más adecuado?
Aporte Personal

Teniendo en cuenta los distintos métodos de las ciencias creo que el más adecuado de todos es el
propuesto por Popper, el "Método Deductivo" calificado en el texto que se nos ha propuesto para
este ensayo como "modelo evolucionista del conocimiento". El principal valor de este método es
que es de carácter unilateral lo cual es importante, pues, "el progreso de la ciencia en una siempre
nueva "refutación" de la teoría, y su cambio para así acercarse a la realidad, es ajeno a la praxis
científica", es cierto que todas las ciencias necesitan el proceso de confirmación y de refutación. La
certeza de la refutación no es mayor que la de la confirmación"[47].

Este método tiene en cuenta todas las premisas e hipótesis que se plantean al inicio de una
investigación y no se aventura a concluir a partir de premisas particulares, antes de llegar a teorías
científicas generales realiza todo el proceso necesario de la investigación y no considera que las
observaciones particulares sean suficientes para llegar a teorías universales.

El método deductivo es más eficaz y tiene más posibilidades de llegar al conocimiento. Creo que es
un método a la vez integral que no desconoce el impacto de otros procedimientos como posibles
vías para hacer ciencia, sólo que de todos toma lo que más favorece un buen desarrollo de la
ciencia y la concibe como perfectible, no la entiende en términos absolutistas. Por el método
deductivo se evita el error de llegar a comprender la ciencia bajo connotaciones fundamentalistas.

Este método deductivo, a su vez, favorece la relación entre la teoría y la práctica, entre la teoría y
la experiencia y no considera a la una independiente de la otra sino que las ve como dos
presupuestos del conocimiento que se implican mutuamente. Creo que es importante tener en
cuenta que Popper defiende la libertad de los filósofos en la aplicación de cualquier método en la
búsqueda de la verdad desde que siga como base la enunciación clara de los propios problemas y
el examen crítico de las diversas soluciones propuestas.

Aunque creo que el método deductivo es el más adecuado para la ciencia, debo decir, que este
método debe entenderse como un método integral que no deja de valorar a los demás y de
favorecer incluso la creación de nuevos métodos que aparezcan como resultado de una
investigación científica, creo además que el método que pretenda responder a todas las
inquietudes de la ciencia y, por lo tanto, garantizar la perfección de una investigación y de sus
resultados es un método peligroso del cual debe dudarse, en cambio, un método abierto y
dispuesto a ser evaluado, un método que defienda la auténtica búsqueda de la verdad y la
participación de todo el talento y la creatividad del científico y del pensador, es un método que
tiene inmensas posibilidades de servir a la ciencia y a la búsqueda de la verdad.

El método deductivo favorece la construcción de teorías más certeras que permiten al quehacer
filosófico-científico construirse sobre la base de investigaciones que no por cumplir con todo lo
que es propio al proceso investigativo descuida el aspecto práctico y vital que se encuentra a la
base o al inicio de cualquier investigación, es decir, el método deductivo no niega el saber previo,
considera que las conclusiones pueden estar a la base de los fenómenos observados pero no se
aventura a formalizarlas sin antes tener en cuenta todos los términos de una observación
generalizante.

El quehacer filosófico de la ciencia está llamado a construirse sobre la base de teorías que
contengan caracteres de verdad y que estén sostenidos por teorías fuertes que puedan afirmarse
frente al relativismo filosófico-científico, por lo tanto no puede ser aplicado en este quehacer
ningún método que no sea integral y ninguno que se lance a construir teorías sobre la base de
observaciones particulares que pretende convertir en universales, no puede tampoco admitir
métodos deterministas o que nieguen los términos de libertad de su quehacer, no puede
someterse tampoco a la pretensión de matematizar toda la realidad y toda posibilidad de hacer
ciencia ni mucho menos dejarse condicionar por los fundamentalismo metódicos que niegan
cualquier otra posibilidad de llegar a la verdad. Por eso creo que el método deductivo es el que
más favorece este quehacer filosófico-científico, método que tiene en cuenta la creatividad del
científico y las posibilidades de su ingenio aplicado a la realidad, método que valida las
conclusiones construidas sobre la base de una observación universal que le da mayor fortaleza y
eficacia a la verdad, método que, en fin, no se cierra al diálogo permanente de las disciplinas
científicas y filosóficas llamadas a relacionarse convenientemente y a implicarse en la búsqueda
constante de la verdad y en la consideración permanente del hombre como artífice principal de su
actividad filosófica y científica.

Conclusiones
Todo conocimiento, incluso las observaciones, está impregnado de teorías[48]

La experiencia y la teoría vienen a construir una dialéctica de la misma realidad, donde la


proposición científica es difícil verificar y la verificación no siempre es absoluta y categórica, sino
más bien relativa y abierta a continua revisión[49]

El filósofo y el científico no deben dejarse determinar por ningún método específico sino que
deben hacer uso adecuado de su talento y creatividad desde que su propósito fundamental sea la
búsqueda de la verdad y el respeto por el hombre.

La formación y formulación de teorías es una necesidad del proceso filosófico-científico pero para
que este proceso se desarrolle de manera adecuada, es necesario que se considere continuamente
la estrecha relación que debe existir de hecho entre teoría y práctica, relación que se define en
términos de adecuación e implicación.

5)Leyes de la ciencia: LEYES DE LA CIENCIA.


LEY CIENTIFICA.
Las leyes generales pueden demostrarse mediante pruebas indirectas comprobando proposiciones
particulares verificables derivadas de ellas. Los fenómenos inaccesibles se someten a pruebas
indirectas mediante valoración cualitativa y cuantitativa de la evolución del efecto que generen
sobre otros hechos observables y experimentables.
• En ciencias SOCIALES una hipótesis científica confirmada se refiere a una característica común a
muchos fenómenos sociales diferentes, de patrón regular o constante en el transcurso del tiempo
en determinadas circunstancias. Se dice que los sujetos sociales se comportan bajo las mismas
características, es decir, acordes con la ley de comportamiento.
LEY CIENTIFICA Y CIENCIA
Es una proposición científica en la que se afirma una relación constante entre dos o más variables
o factores, cada una(o) de la(o)s cuales representa una propiedad o medición de sistemas
concretos. También se DEFINE como regla y norma constantes e invariables de las cosas, surgida
de su causa primera o de sus cualidades y condiciones.
Los hechos que evolucionan según patrones regulares y constantes en ciencias se describen
mediante una proposición lingüística o ley científica, que es un planteamiento de los hechos en
toda su complejidad. Con la ciencia experimental comienza la indagación de leyes científicas
vinculadas a los distintos fenómenos.
• En ciencias NATURALES una ley científica es una regla en la que se relacionan eventos de
ocurrencia conjunta, generalmente causal, y que se ha manifestado siguiendo el método científico.
¿Qué es una ley? Es un vínculo constante entre un antecedente y un consecuente, entre el estado
actual del mundo y su estado inmediatamente posterior.
La actividad científica se desarrolla en función de la ley científica. De ahí que el físico Max Planck
haya propuesto los principios de la ciencia experimental siguientes:
I) La naturaleza existe de por sí, y el hombre no es sino una pequeña parte de ella.
II) La naturaleza es legal (satisface leyes) y la legalidad es causal (no hay azar objetivo).
III) La realidad puede conocerse de a poco, aunque jamás perfectamente.
IV) La ciencia marcha de la diversidad a la unidad, de lo subjetivo a lo objetivo, y de lo relativo a lo
absoluto.

6)Definicion de ciencias económicas: Etimológicamente, “economía” significa “repartición


equitativa (NOMOS, -NOMIA), entre todos los miembros de la comunidad, de la riqueza
comunitaria (OIKOS, ECO-)”.

La ciencia económica puede definirse en función de la escasez o en función del bienestar material.
Un ejemplo de la primera definición es la de Lord Robbins: La ciencia económica “es la ciencia que
estudia el comportamiento humano como una relación entre fines y medios escasos que poseen
unos usos alternativos”. La segunda definición la presenta Alfred Marshal: “La ciencia económica
examina aquella parte de la acción social e individual que está más estrechamente ligada al logro y
empleo de los requisitos materiales del bienestar”.

Debido a que las necesidades humanas son de hecho, ilimitadas, mientras que los recursos y
bienes económicos son limitados se ocasiona un problema de escasez; En principio los individuos
tratan de cubrir necesidades biológicas o primarias relacionadas con alimentación, sueño,
vivienda, etc. Una vez cubiertas estas, se manifiestan en segundo orden: proveerse de algunos
servicios tales como educación, empleo, transporte, etc. En último lugar aparecen las necesidades
afectivas y todas aquellas que hacen placentera la vida, las cuales dependerán del nivel adquisitivo
de cada individuo.

Es importante señalar que la escasez no es sinónimo de pobreza. A pesar de la abundancia de


recursos que puedan existir en una sociedad, estos son insuficientes frente a los deseos de los
individuos de disponer de mejores condiciones de vida, por lo tanto deducimos que la escasez
puede disminuirse mas no eliminarse.

Como consecuencia de esa situación de escasez, surgen otras variables como pueden ser: la
elección entre dos o más recursos, la competencia por conseguirlos y la necesidad de distribuirlos,
es aquí donde decimos que la economía ejerce su función fundamental.

¡Vaya que los economistas a últimas fechas han complicado el término! Pues con el fin de
sobresalir del resto de sus congéneres, aportan miles de teorías y tesis a cual más complicada, con
ellas, estos “gurues” que además pretenden tener la verdad absoluta en sus manos, someten con
sus sabias opiniones, al mundo y a sus habitantes a una serie de sufrimientos y conjeturas que no
pararan hasta que los sistemas económicos se unifiquen y simplifiquen, al grado de regresar al
estado natural de las cosas. Los economistas en ocasiones son capaces de juzgar que
determinadas políticas financieras han sido muy exitosas, aunque la pobreza y la tensión se
incrementen, o considerar que la operación del paciente, aunque este muriera, fue exitosa.

7)Origen del vocablo: Es importante que conozcamos el origen etimológico de esta palabra que
nos ocupa. En este sentido, podemos decir que procede del latín, concretamente de “vocabulum”,
que es fruto de la suma de dos componentes:
-El verbo “vocare”, que puede traducirse como “llamar”.
-El sufijo “-bulum”, que se emplea con un sentido instrumental.

Vocablo es un término que se emplea como sinónimo de palabra. Se trata de un fragmento de un


discurso y de la representación en formato gráfico de dicho fragmento.

Por ejemplo: “Un escritor tiene que buscar los vocablos precisos para transmitir aquello que desea
compartir con precisión”, “No entendí el texto de este filósofo: hay muchos vocablos cuyo
significado desconozco”, “Disculpe, profesora, nunca había escuchado ese vocablo: ¿podría
explicarme qué quiere decir?”

Un discurso está compuesto por múltiples vocablos. La delimitación de cada uno de estos vocablos
está dada por las pausas (o, en los textos escritos, por los espacios), la acentuación y el significado.
Diversos vocablos, a su vez, pueden formar una oración, que es otra manera de segmentar un
discurso.

8)Clasificacion metodologica en economía: El presente trabajo tiene el objetivo de ofrecer una


visión general sobre los diferentes métodos que se utilizan en las investigaciones científicas en las
ciencias sociales. En la primera parte se centra la atención en lo que se puede denominar como
economía de la empresa .Se hace un seguimiento de su desarrollo desprendiéndose de un grupo
de ciencias y formando el nuevo núcleo de ciencias económicas. Se plantea la búsqueda de
solución a la pregunta hasta qué punto se puede utilizar esta Metodología para la investigación en
la Gestión del Conocimiento. En el centro del trabajo están, claro está, enumerados y presentados
los diferentes métodos para la investigación, algunos de ellos prácticamente sin ningún problema
pueden emplearse para diseñar nuevos modelos de dirección en la empresa actual.

El método de estudio de la economía puede reducirse a la realización de cuatro principios básicos


del método científico: observación, inducción, deducción y comprobación. No obstante, desde el
nacimiento de la disciplina, la dicotomía respecto a cuál método de estudio emplear siempre ha
estado presente.
La economía es considerada una ciencia, siendo su objetivo principal es establecer principios,
teorías y modelos de análisis que permitan explicar los fenómenos económicos que surgen tanto
en el ámbito doméstico y particular, como en el general y global estudiando la dinámica de los
mercados financieros internacionales.

La disciplina surge en el año 1776 con la publicación de la famosa obra de Adam Smith La riqueza
de las naciones, convirtiéndose en una de las principales ciencias sociales de la actualidad.

Comúnmente es definida como «el estudio de la forma en que la sociedad utiliza los recursos
productivos escasos para obtener diferentes bienes y distribuirlos para su consumo presente o
futuro teniendo por objetivo analizar la conducta humana respecto a la producción, intercambio y
uso de bienes y servicios».

La economía estudia la manera en que se fijan los precios de los bienes y factores productivos, así
como el comportamiento de los mercados financieros a nivel local y global, la participación del
Estado y los gobiernos en el mercado y el comercio internacional.
El objetivo de esta ciencia es analizar todo tipo de fenómenos desde tres aspectos: la economía
descriptiva, la teoría económica y la economía aplicada.

Enfoques de estudio de la teoría económica


La economía puede estudiarse desde dos enfoques teóricos principales:

Microeconomía
Consiste en una serie de hipótesis teóricas que buscan explicar cómo funcionan los mercados
individuales, haciendo uso de diversas teorías: teoría del mercado, teoría de la demanda y el
consumidor, teoría de la oferta, la empresa y la producción y teoría sobre las estructuras de los
mercados.

Dicho enfoque suele aplicarse al estudio de la economía laboral o urbana, así como cuando se
desea analizar la regulación económica que llevan a cabo los mercados, economías domésticas o el
Estado.

Macroeconomía
Hace referencia al conjunto de construcciones teóricas que tienen por objetivo explicar cómo
funcionan las economías nacionales y globales, haciendo uso de diversas aproximaciones teóricas
como: la teoría de los ciclos, la teoría de las finanzas públicas, la teoría del dinero y el crédito y la
teoría de la economía internacional.

Principales métodos de estudio de la economía


Método inductivo
También denominado empírico, fue uno de los primeros métodos propuestos por Adam Smith
para estudiar la economía.

Dicho método consiste en establecer proposiciones, teorías o análisis de carácter general


obtenidas por la observación y experimentación de casos particulares aislados. El objetivo es
estudiar lo específico para llegar a una conclusión general.

En primer lugar debe llevarse a cabo una etapa de observación y registro de los diferentes hechos
económicos que se están estudiando. Posteriormente analizar lo observado estableciendo
definiciones claras de los conceptos observados. Finalmente formular proposiciones científicas y
enunciados universales generales.

Un ejemplo de este método puede precisarse a través de la ley de oferta y demanda, donde el
hecho de que los precios de diferentes productos particulares hayan disminuido se deba a una
generalidad, a saber la existencia de mayor oferta.

Este método parte de la idea de que para llegar a las leyes que rigen la economía, es necesario
partir del estudio de casos particulares.

Método hipotético deductivo


Acogido desde los escritos de David Ricardo, se enfoca en establecer proposiciones, teorías y
análisis partiendo de un principio general, a saber una hipótesis, con el objetivo de analizar y
explicar diferentes casos particulares.
En primer lugar, debe plantearse la hipótesis que se utilizará, luego deben analizarse los
fenómenos económicos en base a dicha hipótesis para posteriormente, enunciar leyes de carácter
general.

El método deductivo es opuesto al inductivo, ya que se busca estudiar una proposición general
para explicar lo particular. De igual forma puede tomarse la ley de la oferta y la demanda como
ejemplo.

Puede afirmarse que la existencia de una gran oferta de productos originara una disminución en la
demanda de éstos por lo que bajar los precios sea una acción razonable a realizar.

Otros métodos de estudio empleados en la economía


Método analítico-sintético
Al utilizar el método analítico se busca realizar un análisis profundo de las diversas variables que
conforman el fenómeno económico.

Tiene el objetivo de tomar en consideración la influencia e incidencia de diferentes aspectos, como


los sociales y políticos, en el caso de estudio. Así, de la generalidad, se estudian las
particularidades, descomponiendo el al hecho económico.

Mientras que al realizar un juicio sintético, el objetivo que se persigue es unificar


sistemáticamente los diferentes elementos heterogéneos y aislados que conforman al caso de
estudio para comprenderlo en su totalidad.

Método matemático y estadístico


Partiendo de la idea de que la economía es una ciencia y que es crucial verificar y comprobar todas
las teorías propuestas, es imprescindible el uso de las matemáticas y los métodos estadísticos.

Éstos ayudan a comprobar si el fenómeno económico se ajusta bien o no a las predicciones,


teorías e hipótesis previamente elaboradas.

Un claro ejemplo de ello es la econometría, la rama de la economía que se dedica a la


contrastación empírica de teorías y modelos con datos económicos recogidos.

Método behaviorista
Tratándose de una ciencia social, es vital tomar métodos de la sociología o psicología para estudiar
cómo los comportamientos sociales influyen en las economías locales y globales.

Si bien la economía debe analizar la conducta de los diferentes agentes económicos que
intervienen en los mercados y lo qué les motiva a formar parte de los diferentes ciclos
económicos, se hace necesario el estudio de disciplinas que ayuden a entender la conducta
humana.

Política económica
La política económica hace referencia a las diversas estrategias que los gobiernos y el Estado
ponen en práctica para conducir la economía de un país.
De ahí que la economía deba a su vez estudiar y conocer las políticas fiscales y comerciales que los
gobiernos ponen en práctica, con el objetivo de analizar el hecho o fenómeno económico en su
totalidad.

Las relaciones entre derecho y economía


El derecho y la economía mantuvieron relaciones frías y distantes durante mucho tiempo. A lo
largo del siglo XX, sin embargo, esta distancia empezó a acortarse debido a fenómenos que
ocurrieron al interior de ambas disciplinas. Los abogados de finales del siglo XIX estaban todavía
mayormente preocupados por cuestiones clásicas de derecho civil. Así como hay “médicos de
familia”, podría decirse que el abogado típico era un “abogado de familia”.
El derecho y la economía mantuvieron relaciones frías y distantes durante mucho tiempo. A lo
largo del siglo XX, sin embargo, esta distancia empezó a acortarse debido a fenómenos que
ocurrieron al interior de ambas disciplinas. Los abogados de finales del siglo XIX estaban todavía
mayormente preocupados por cuestiones clásicas de derecho civil. Así como hay “médicos de
familia”, podría decirse que el abogado típico era un “abogado de familia”. En un mundo aún
cuasi-rural, con comunidades y familias extensas estrechamente vinculadas, sin las presiones de la
urbanización y la masificación de la producción y del consumo, los abogados todavía redactaban
contratos civiles, fungían como asesores de la salud del vínculo conyugal y, ante todo,
supervisaban que la transferencia de la propiedad de una generación a la siguiente se diera sin
mayores sobresaltos.

Los cambios económicos de comienzos de siglo XX llevaron a los abogados a desempeñarse en


nuevas esferas: aumenta considerablemente la participación en la economía de empresas y
sociedades de todo tipo. Surge un “abogado empresarial” que se aleja cada vez más del modelo
del “abogado de familia”. Este abogado tiene que entender el lenguaje de los negocios y el clima
económico general: su competencia jurídica se vuelca ahora en facilitar y optimizar el desarrollo
de los negocios. Las universidades latinoamericanas responden al desafío e integran en sus
currículos, con mayor o menos calidad, cátedras en contabilidad, micro y macroeconomía. El
derecho, pues, se abrió a la economía por exigencia de su nuevo y más poderoso cliente: la
empresa bajo la forma de la sociedad de capitales.

La economía, a su vez, se abre hacia el derecho: su apertura no se hace, sin embargo, por razones
prácticas sino por razones teóricas. No se les pide a los economistas que sepan más derecho: en el
currículo de economía de los Andes, por ejemplo, no hay ni una sola materia de esa disciplina. Su
nuevo interés en el derecho parte de una teoría compleja del crecimiento económico que ha dado
varios premios Nóbel en los últimos años y que podría ser descrita en dos tesis fundamentales y
que le dan a los economistas una mirada general (y a veces soberbia) sobre el conjunto del
derecho.

Según la primera tesis, que se denomina “teorema de Coase”, el derecho contemporáneo es


sorprendentemente superfluo: los individuos, por sí solos y sin intervención del derecho, pueden
hacer la asignación más eficaz de los recursos productivos de la sociedad siempre y cuando los
“costos de transacción” tiendan a cero. El derecho regulatorio contemporáneo, además, tiende a
ser generador de estos costos de transacción y, por tanto, de ineficiencias. Por estas razones el
derecho debe ser estrictamente supletivo. Su contenido, además, debe ser lo más parecido a lo
que las partes pactarían en un libre mercado. Desde esta primera tesis, por tanto, existe una visión
altamente desfavorable del derecho: en primer lugar sus normas regulatorias e intervencionistas
generan ineficiencias; en segundo lugar, su contenido debe extraerse mediante el estudio de las
asignaciones de recursos que haría el mercado cuando funciona libre y sin trabas.

La segunda tesis de la economía contemporánea (usualmente imputada a Douglass North) no


piensa que el derecho sea superfluo. Todo lo contrario: piensa que el crecimiento económico se
logra siempre y cuando exista un cierto marco jurídico de protección a la propiedad. Desde esta
visión, el crecimiento económico se logra cuando el derecho consolida de la forma más fuerte
posible el derecho de propiedad. El significado de esta fórmula general es ambiguo, pero su punto
principal consiste en afirmar que el derecho debe impedir la apropiación de rentas por parte de
terceros que no hayan aportado el capital o la tierra usados en la producción.

Tomadas en su conjunto, estas dos teorías económicas le dicen al derecho lo siguiente: primero,
que las normas jurídicas deben verse desde el punto de vista de la optimización de la asignación
de los recursos productivos; segundo, que tal optimización, en general, recomienda la adopción de
un derecho liberal, espontáneo y no intervencionista; tercero, que el derecho, como ciencia, debe
tender a replicar los resultados que el mercado obtendría si pudiera funcionar adecuadamente;
cuarto, que los derechos de propiedad deben ser reforzados y consolidados dentro de una
estrategia general para lograr el crecimiento económico.

Estos mensajes pueden ser correctos pero creo que su mera enunciación muestra ya unos
defectos protuberantes: el primero, y más importante, muestra que la economía desecha los
múltiple objetivos que debe alcanzar el derecho. Puede que el derecho sea un coadyuvante del
crecimiento económico, pero no es claro que tal deba ser su objetivo primordial o preferente. Los
objetivos del derecho no son prefijados por una ciencia, sino que resultan de las prioridades de
una comunidad política. Segundo, los economistas tienden una teoría demasiado restrictiva sobre
las normas: para ellos sólo existe derecho liberal de los negocios y todo derecho sancionatorio, si
acaso, debe respaldar el funcionamiento de mercados libres. Con ello deslegitiman casi todo el
conjunto del derecho del estado providencia. Finalmente, y por razones análogas, las
recomendaciones de la economía muestran una preferencia ideológica desmesurada hacia una
cierta forma de estado y sociedad. Ello puede ser mostrado en un ejemplo que me parece
rotundo: investigadores en Brasil han mostrado que cuando los jueces utilizan razonamiento
económico en sus fallos (para establecer las consecuencias de los mismos), 4 de cada 5 fallos
terminan siendo desfavorables a la protección de derechos fundamentales. Es decir: el argumento
consecuencia lista económico tiene, de entrada, un cierto sesgo entre los intereses de grupos
sociales.

Una observación final: dado que el derecho es una de las principales herramientas de
armonización social, es fundamental que los académicos de la economía y del derecho ayuden a
construir concepciones y marcos comunes de análisis. La economía y el derecho han venido
interrelacionándose cada vez más. Pero interrelacionarse no significa necesariamente dialogar.
Convendría pasar a un diálogo fecundo, y no sólo a la proyección sobre el otro de las respectivas
ortodoxias disciplinares. Este diálogo debe, en todo caso, recordar lo siguiente: el derecho no le
pertenece a los economistas y, ni siquiera, a los abogados. Aún más enfáticamente: el derecho no
le pertenece a los clientes de los economistas y de los abogados. El derecho le pertenece a la
comunidad política que lo crea y que establece en él sus estándares de conducta y sus
aspiraciones sociales.
Tema2
La economía como cincia social,relación con otras ciencias especialmente con el derecho y las
distintas normas

Importancia y vigencia de la economía política

Vigencia de la Economía Política

El libro que hoy presentamos[1], compilado por María de la Luz Arriaga Lemus y Gabriel Alejandro
Mendoza Pichardo, se titula Vigencia de la Economía Política en el estudio de los problemas
nacionales e internacionales. Esto que parece un recado más que un título, tiene la virtud de
anunciarnos, no el contenido, pero sí el objetivo que persiguen los autores de los ensayos y, por
supuesto, los propios editores. A semejanza de Diógenes que decía que el movimiento se
demuestra andando, el libro no contiene un alegato que afirme la vigencia de la Economía Política,
sino que aquí se muestra esa vigencia por medio de ensayos que, partiendo de los postulados
marxistas estudian diversos aspectos de la realidad actual y muestran, como quien dice
caminando, la vigencia de una corriente de pensamiento que no dudo en calificar como la más
eficaz, si no la única, que puede dar cuenta de los complejos problemas que hoy enfrentan la
sociedad mexicana y el mundo en su conjunto.

Mostrar en los hechos, o mejor sería decir en los textos, esa vigencia es importante, porque hoy
vivimos una verdadera avalancha de propaganda que, lanzada por la clase dominante y sus
gobiernos, pretende, para justificar las políticas neoliberales, que han significado un despojo
gigantesco e inmisericorde de los trabajadores, engañar a la población con un discurso que postula
la supremacía del mercado, las bondades de la globalización y, en consecuencia, al neoliberalismo
como el pensamiento único que debe regir las políticas públicas y la vida toda de las sociedades. El
desastre económico que hemos padecido durante los últimos cuarenta años, acentuado hasta
niveles antes insospechados precisamente por las políticas neoliberales, debería haber provocado
una autocrítica en los propagandistas del neoliberalismo, pero como no se trata de una discusión
académica, sino de la defensa de los intereses de la fracción financiera de la burguesía
internacional, que es la que detenta la hegemonía, lejos de corregir los enfoques teóricos que
buscan justificar el orden existente, no se han conformado con afirmar al fundamentalismo del
mercado como pensamiento único, sino se han empeñado en una campaña para desprestigiar a la
Crítica de la Economía Política, con displicentes juicio que acusan al marxismo de pasado de moda.

La calidad de los ensayos aquí incluidos, que dan cuenta de algunos de los fenómenos más
preocupantes de nuestros días, ponen de manifiesto lo que quería demostrarse, ejemplifican,
como quien dice en vivo o en tiempo real, la vigencia de la Crítica de la Economía Política.

El libro se inicia con un trabajo de Alejandro Álvarez en que aborda las perspectivas del capitalismo
contemporáneo, y advierte, con informados y sólidos argumentos, que la crisis por la que
atraviesa actualmente el capitalismo se inscribe en una onda larga de descenso de la actividad
económica y que el neoliberalismo, lejos de resolver los problemas, ha ahondado la crisis y
devastado a las sociedades, de modo que estamos ante una encrucijada en la que es necesario
diseñar nuevos caminos. En lo personal, me gusta y me pareció muy sugerente, su análisis crítico
sobre el posmodernismo y su papel como parte de la ideología dominante que busca eternizar el
capitalismo salvaje que hoy padecemos.
A su vez, Adalmir Marquetti aborda el caso de la economía brasileña y a partir del análisis de la
tasa de ganancia y de los ritmos de crecimiento, muestra que la aplicación de las políticas
neoliberales ni siquiera han conseguido resolver la necesidad de acumulación de capital de la
burguesía y sólo han provocado un descenso de la tasa de crecimiento.

Ana Alicia Peña López dedica su ensayo al tema más cercano a su corazón y que ha ocupado sus
tareas de investigadora desde hace años, esto es a la condición de los trabajadores en el
capitalismo actual. Con rigor y también con voluntad creativa estudia la categoría marxista del
ejército industrial de reserva y muestra que la mayoría de los estudios sobre el empleo y sus
contrapartes el desempleo y el subempleo, al abandonar o malinterpretar el concepto, no sólo
renuncian a una herramienta fundamental para el conocimiento de la realidad actual, sino
tergiversan la explicación, al silenciar el hecho de que tanto el crecimiento asombroso de la
economía informal, como la precariedad del empleo, el descenso de las condiciones de vida de los
trabajadores, las migraciones masivas y el aumento implacable de la pobreza, están
indisolublemente vinculadas a la categoría marxista del ejército industrial de reserva y, por lo
tanto, a la ley general de la acumulación capitalista.

Nashelly Ocampo estudia el carácter complejo que asume la pobreza y abarca temas poco
mencionados como el estrés continuo que padecen los trabajadores o las consecuencias para la
salud de las condiciones de trabajo y hasta la degradación de los medios de vida.

Sobre el trabajo infantil escribe Edy Hernández y empieza por criticar las estadísticas y sobre todo
los criterios para definir el trabajo infantil y propone en cambio la categoría de sobreexplotación
del trabajo infantil.

La tercera parte del libro está dedicada a aspectos especiales, es decir a la educación, el espacio
urbano y el agua. María de la Luz Arriaga aporta un ensayo en que vincula la privatización de la
educación que padecemos hoy con la crisis económica y el proceso de reconversión industrial.
Muestra igualmente que el nuevo modelo educativo es impulsado desde los organismos
internacionales –con predominio de Estados Unidos, como el Banco Mundial y la OCDE-

Patricia Pozos dedica su atención a los problemas teóricos que presenta el estudio del espacio
urbano y se pronuncia por la necesidad de recurrir al concepto del valor de uso para destacar la
vinculación entre el proceso de acumulación de capital y las formas y características que asumen
las ciudades.

Si el ensayo de Octavio Rosas fuera una película, lo clasificaría entre las de horror, pues el
panorama que nos describe al analizar lo que llama crisis por la privatización del agua, es
realmente terrorífico. Aquí también, como a lo largo de todos los ensayos, se recurre a las
herramientas de la Crítica de la Economía Política para el conocimiento de la problemática.

Como se ve por este breve repaso del contenido, en el libro se utiliza con rigor los conceptos y las
categorías marxistas para avanzar en el conocimiento profundo del capitalismo actual y de la
multifacética y en todos los casos dramática realidad que hoy vivimos.

La importancia de la economía en la vida común


La sociedad no podría desarrollarse al no poder administrar sus recursos
La economía es importante en todo momento, ya que ésta se encuentra presente en la vida de
todos y hasta en los actos más sencillos como ir a comprar al mercado o el hacer los pagos de los
servicios básicos.

Es importante porque ésta es la base de la sociedad, sin ella las personas no sabrían cómo
administrar sus ingresos y egresos y no podrían satisfacer sus necesidades de una manera eficaz.

Una sociedad no podría desarrollarse puesto que no podría administrar sus recursos, y esto se da
porque la economía nos permite tomar decisiones acerca de cómo administrar los recursos
escasos, en este caso un salario, para los muchísimos fines posibles y así poder satisfacer nuestras
múltiples e indefinidas necesidades sin que haya un desequilibrio, dentro de la misma mecánica
económica en donde se crean dos grandes males: la sobreproducción o escasez, las cuales forman
parte de la realidad actual de este mundo llamado globalización o desarrollado.

Por otra parte, un dato que también es muy importante es que la economía permite el desarrollo
de los países ya que ésta nos permite saber qué producir, cómo producir y para quién producir, y
con base en ello tener más ganancias y un mayor desarrollo.

De hecho las decisiones económicas afectan a las decisiones políticas y sociales, las decisiones
tomadas adecuadamente permiten un buen desarrollo, pero las decisiones equivocadas nos llevan
a crisis como por ejemplo la del 1929 en Estados Unidos, o la crisis actual de Grecia, en la cual una
mala decisión en torno a la sobreproducción o al endeudamiento causó un desequilibrio en la
economía de los Estados Unidos y países europeos afectando a todo el mundo, entre ellos a
México.

El maestro Alberto Esteban Arellano, investigador de la Universidad Tamaulipeca, dice que sin la
economía los países no podrían desarrollarse y tendrían problemas en cuanto a satisfacer las
necesidades mínimas básicas de sus habitantes para sobrevivir y lo que ocasionaría como
resultado sería caos.

En conclusión, la economía es fundamental en la vida de todos los seres humanos ya que se


encuentra presente día con día, ayuda a las personas a satisfacer sus necesidades y administrar de
forma correcta los bienes que éstos poseen, es necesaria para el desarrollo de los países y es
fundamental para que todos tengamos buenas condiciones de vida. En pocas palabras, la
economía es vital para todos, sin economía no hay nada.

PARTICIPACIÓN DE LA

ECONOMÍA EN MÉXICO

Apunta además que no es fácil hoy en día ofrecer una definición de economía, ni tampoco
especificar cuál es su objeto de estudio, puesto que no hay un solo criterio de opiniones entre los
principales economistas del pasado y los de la actualidad.

Se considera el inicio de la economía como disciplina científica cuando se publicó la obra de Adam
Smith, The Wealth of Nations (1776). Para Adams Smith la Economía Política es “una de las ramas
de la ciencia del legislador o del estadista”. Para estos casos complejos, hay dos ejemplos:
primero, suministrar al pueblo con un abundante ingreso o subsistencia, hablando con más
propiedad, y habilitar a sus individuos y ponerles en condiciones de lograr por sí mismos ambas
cosas (en el caso de la creación de pómez); y el segundo ejemplo, proveer al Estado o República de
rentas suficientes para los servicios públicos (las reformas en Energía y bancarias). Lo ideal sería
realizar ambos fines, o sea enriquecer al soberano y al pueblo.

Abundando un poco más en este tema, comenta que la política pública generalmente apunta al
crecimiento continuo y sostenido económico, y la extensión de la economía nacional de modo que
los países en vía de desarrollo se hagan países desarrollados.

El proceso de desarrollo económico supone ajustes legales e institucionales que son hechos para
dar incentivos para fomentar innovaciones e inversiones con el propósito de crear un eficiente
sistema de producción y un sistema de distribución para los bienes y los servicios.

Para entender porqué ahora solo una quinta parte del mundo se considera "desarrollado"
(principalmente Japón, Europa Occidental, Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, y
pocos más), se debe tener en cuenta que el mundo, desde el punto de vista de un país
desarrollado, es un mundo de pobreza y escasez. Suena irónico que en este Siglo XXI, están
desigual el concepto de riqueza, y darnos cuenta hasta hoy, que la economía de nuestro país se ha
estancado

Tres etapas de la historia del pensamiento económico


l pensamiento económico se ha venido construyendo a lo largo de los siglos con las ideas de
autores y escuelas que le han dado sus aportes, Adrián Ravier en un recorrido histórico explica las
tres etapas de desarrollo en donde la Escuela Austriaca de Economía ocupa un lugar importante.

El trayecto está divido en tres etapas, la primera corresponde a los griegos quienes hablaban de
justicia económica; la segunda, conforme el avance de los años, otras generaciones comenzaron a
preguntar si era justo el comercio, el intercambio y el cobro de interés por préstamos de dinero y
la tercera donde ya surge la política económica.
Los autores presocráticos eran más liberales y promercado que los autores socráticos”
La Economía como ciencia social se ocupa de estudiar los recursos de que dispone una sociedad
para satisfacer las necesidades de todos los que la integran, por esa razón se fue haciendo
necesario desarrollar diversas teorías para comprender y explicar este fenómeno social que surge
espontáneamente.
Durante 1,500 años no hubo avances en materia económica”.
Las diferentes corrientes filosóficas que han hecho de la economía lo que es hoy dice Adrián, fue
constituida por el pensamiento de los escolásticos de la Escuela de Salamanca; la economía
moderna representada por los mercantilistas y fisiócratas, así como la economía clásica que surgió
posteriormente donde es notable el aporte de Adam Smith por su obra La riqueza de las naciones
y las de otros filósofos que vinieron a contribuir con esta importante ciencia que se ha
desarrollado para el avance de la humanidad

CONCLUSIONES
Pareciera que las reflexiones sobre desarrollo y utilización o, más exactamente, apropiación social
del sistema natural, así como la somera contrastación entre las teorías económicas que han
orientado, y orientan, las formas de utilización del sistema natural y la realidad de esa utilización,
lejos de clarificar, crearán más inquietudes y en vez de responder, multiplicarán las preguntas.
Existe o no una teoría del desarrollo? Strictu sensu hay que reconocer que aún no se dispone de
una teoría del desarrollo propiamente tal. Prebisch en 1982 señalaba:
.. no hay una teoría económica que permita explicar los fenómenos globales del desarrollo, ni de
esas crecientes disparidades sociales, salvo en lo que concierne a ciertas restricciones del libre
juego de las leyes económicas y a las imperfecciones del mercado.1
No cabe duda que se disponen de una serie de elementos o componentes de una teoría del
desarrollo, cada uno de los cuales se fue elaborando a medida que enfoques o conceptos de
desarrollo reduccionistas, prevalecientes en distintas épocas, se revelaban no sólo incapaces para
explicar la realidad, sino por sobre todo para orientar la acción tendente a solucionar, entre otras
cosas, esas «crecientes disparidades sociales» aludidas por Prebisch. El hecho de que el desarrollo
fuera considerado fundamentalmente un tema económico y de responsabilidad de los
economistas, lo encadenó a las limitaciones y reduccionismos de la teoría económica
convencional. Si bien es cierto que lo sistémico es hoy discutido, examinado, y aceptado por
muchos, no es menos cierto que estudios, investigaciones, debates, análisis y aceptación no se han
traducido en una teoría económica acorde. El concepto de sistema ha penetrado lentamente en el
ámbito de los economistas, y en general de las ciencias sociales. Mientras la concepción sistémica
no esté totalmente asimilada y la teoría recreada esté acorde con ello, los enfoques hacia el
desarrollo no dejarán de cojear por algún lado.

A las deficiencias y limitaciones de la «teoría» se ha añadido, en los últimos años, una crítica
violenta del desarrollo, confundiendo crecimiento con desarrollo, y desarrollismo con desarrollo.
Desarrollo conlleva las ideas de movimiento, cambio y crecimiento, no sólo en sus aspectos
cuantitativos, que es el que enfatiza el Diccionario de la Real Academia, sino que los cualitativos,
de materialización, por parte de un organismo, de sus potencialidades para lograr una forma
completa y/o madura, en el sentido anglosajón del término, tal como lo define el Oxford: «to
develop so as to realize its potentialities, make progress, come or bring to maturity», y alcanzar así
un «stage of advancement».

Por lo demás, es curioso que esta crítica violenta del desarrollo provenga, en gran medida, de los
ecologistas y ambientalistas del Norte, que, supuestamente cercanos a las ciencias naturales,
deberían estar familiarizados con el concepto anglosajón del término ya que él se aplica
habitualmente, a plantas y animales, y se le equipara, dejando de lado si correcta o
incorrectamente, al concepto de evolución de los seres vivos, es decir al proceso mediante el cual
estos últimos realizan su potencialidad genética. Con Darwin la identificación de desarrollo con
evolución suponía un proceso hacia formas cada vez más perfectas.

En todo caso, cuando los organismos, plantas o animales, no logran alcanzar o realizar su plena
madurez y potencialidad genética, se explica ese fracaso por fenómenos externos que inhiben o
frustran el desarrollo, por anormalidades del organismo, o por algún comportamiento patológico,
etc., pero nunca se culpa al desarrollo, señalándolo como algo intrínsecamente malo, abogando,
acto seguido, en contra del desarrollo.

Es sintomático que estas críticas y el rechazo al «desarrollo» surjan y tengan amplia acogida en el
Norte supuestamente desarrollado, que ha logrado satisfacer sus necesidades básicas de
alimentación, salud, alfabetización, disponibilidad de tiempo para el esparcimiento, y aun se
caracterice por situaciones de sobreconsumo. En el Sur el desarrollo sigue siendo el objetivo
básico, cualquiera que sea la interpretación que se tenga del mismo.
Dado que el desarrollo se ha asociado principalmente a la economía, conviene regresar a ella para
entender por qué aun en una perspectiva puramente económica, los diversos conceptos de
desarrollo han sido insuficientes y reduccionistas, en particular en relación al uso del sistema
natural. En economía, las preguntas o los problemas no pueden ser aislados, porque cada aspecto
de la sociedad humana interactúa con cada uno de los otros.2 No hay problemas puramente
económicos, todo problema económico no es sino componente de un problema social mucho más
amplio, en el cual dimensiones políticas, técnicas, sociales, culturales y naturales, que no son
exógenos sino que forman parte integrante de un sistema, interactúan entre sí y, por consiguiente,
tienen gran influencia en los cambios que sufre el sistema social y la relación de éste con el
sistema natural. Aspecto que, como se ha visto, enfatiza el concepto de desarrollo sustentable.
Toda actividad económica es ininteligible si se la considera aislada del sistema en que ocurre.

El aislacionismo de la teoría económica se produce principalmente entre 1890, fecha de los


Principios de Economía de Marshall, durante el periodo de construcción y refinamiento de la
teoría económica neoclásica, culminando con las obras de A.C. Pigou en 19203 y de Lionel
Robbins4 en 1935. Conviene recordar dos aspectos de este aislacionismo: el intento de eliminar la
connotación ideológica o política de la economía con anterioridad a Marshall el concepto utilizado
era el de economía política, y construir una esfera económica en la cual la comprensión de las
actividades económicas se derivaran de los postulados de la teoría. El primer aspecto pretendía
conferir a la ciencia económica la neutralidad que se atribuye a las ciencias naturales, y liberar así
a la economía de influencias externas; en la práctica, la pretendida neutralidad es una ficción más,
por ser la teoría neoclásica pieza fundamental del creciente liberalismo y de la filosofía
individualista. Según esta última, el valor supremo es la libertad del individuo, que en economía se
traduce como que cada individuo busca su propio interés en forma racional, o más explícitamente
como el principio del interés egoísta de cada uno.5 Para este predicamento, un concepto de
«economía política» con claro carácter normativo y que abarcaba el conjunto de actividades
económicas, --como la entendían los clásicos-- era obviamente incompatible. Así entonces, lejos
de ser neutral, el modelo neoclásico cumple una de las funciones que, como irónicamente
señalara Joan Robinson, tienen los modelos económicos: la de satisfacer los requerimientos de la
ideología.6

La realidad cotidiana nos señala, a cada instante, que lo que un individuo desea para sí puede
resultar, al agregarse a los deseos de los demás, una situación que nadie desea y reduce el
bienestar de todos; el ejemplo clásico es el del automóvil y la congestión de tráfico, pero esta
situación se presenta en forma más sutil y constante en relación con la problemática ambiental,
todos externalizan sus costos contaminando y originando residuos, y todos sobreexplotan los
bienes libres en busca de mayor bienestar individual, con lo cual todos y cada uno contribuyen a
su agotamiento. No es posible simplemente sumar comportamientos o decisiones individuales y
suponer que el total es la simple suma de todas las decisiones, y que como supuestamente cada
decisión individual es óptima y apunta al máximo bienestar individual, se logra también un
máximo bienestar colectivo, ya que más allá de un cierto umbral, las consecuencias agregadas de
cada decisión individual niegan las intenciones individuales.

El segundo aspecto del aislacionismo se elabora a partir de la idea de hacer de la economía una
ciencia, para lo cual, como se ha visto, se adoptó el modelo científico dominante de la época: el de
la mecánica clásica. Se busca así la explicación de lo económico mediante un conjunto de
ecuaciones que vinculan ciertas constantes y la relación invariable entre las mismas. Desde un
concepto normativo de economía política históricamente determinado, se pasa al estudio
abstracto de relaciones invariables del modelo del equilibrio general de León Walras.

Todas las ciencias enfrentan una determinada realidad, tratan de entenderla, conocerla, explicarla,
eventualmente modificarla. La supuesta realidad sobre la cual se apoyan el modelo del equilibrio
general y la teoría neoclásica es la del mercado. Y es aquí donde surge el problema fundamental
de la economía neoclásica, porque el mercado que estudia no es el mercado real sino que un
mercado ideal, una ficción, describe un debe ser.

Bunge7 hace notar que incluso las especulaciones físicas más audaces se refieren a cosas reales,
en tanto que la teoría neoclásica se ocupa de decisiones perfectamente racionales, tomadas en
posesión de conocimiento completo y de previsión perfecta, que eligen libremente entre
diferentes alternativas, en mercados competitivos y situaciones de equilibrio inexistente, que
permiten la asignación óptima de recursos, operando como guiados por una mano invisible.
Supuestos muy distantes de la realidad y en extremo abstractos. Y todo ello en un vacío social e
histórico.

No cabe duda de que el esquema del equilibrio general logra una gran perfección en su
formulación matemática, pero hay que tener presente que, por un lado, no todos los conceptos
económicos y sociales pueden reducirse a términos cuantitativos, la pretensión de precisión
científica que trata algo que en principio es inconmensurable como si fuera una cantidad, esconde,
al fin de cuentas, confusión intelectual. Por otro lado, la formalización matemática puede precisar
pero no necesariamente dar contenido. Sólo la pertenencia a un sistema de generalizaciones a un
conjunto de leyes, puede asignar un contenido preciso a un concepto.8 Lo que lleva a revisar el
grado de validez científica de la teoría neoclásica.

Una teoría es un sistema de hipótesis precisas susceptibles de contrastación; también se la define


como un sistema deductivo, es decir, un conjunto de preposiciones (por ejemplo ecuaciones)
ordenadas por la relación de deductibilidad; a su vez, como toda preposición es ya una hipótesis o
una conclusión, también se puede afirmar que una teoría es un sistema hipotético deductivo, en el
sentido que es expresable, de tal manera que toda fórmula del sistema constituye o bien una
premisa inicial (hipótesis, axioma o dato), o una consecuencia lógica de un conjunto inicial de
suposiciones. Las teorías científicas pretenden aumentar el conocimiento de la realidad, para lo
cual deben poseer poder explicativo así como determinadas propiedades epistemológicas. Entre
éstas está la de consistencia externa o compatibilidad con el cuerpo de datos, hipótesis y teorías
ya corroboradas, y en último término, compatibilidad con una realidad concreta. Una teoría debe
ser contrastable, lo cual exige que todos sus predicados deben ser escrutables, para lo que, de
alguna manera, directa o indirectamente, se cristalizan en hechos observables. Una teoría
científica deber ser contrastable ya sea por medio de la observación, la medida o el experimento.9

Las teorías y los modelos científicos se ponen a prueba por su compatibilidad con otros cuerpos de
conocimientos y por contraste con la realidad, es decir, con hechos o datos empíricos. La teoría
económica tiene que ser compatible con la lógica y la matemática, con la biología y la psicología.
Como señalara Max Weber, «no sólo formas del pensamiento matemático, como ha sucedido
durante mucho tiempo, sino que también ciertas formas del pensamiento biológico tienen un
puesto legítimo en nuestra disciplina. A cada paso, y en numerosos puntos de interés para nuestra
disciplina, nosotros economistas estamos y debemos estar comprometidos en fructíferos
intercambios de descubrimientos y de puntos de vista con quien trabaja en otros campos».10
No deja de llamar la atención que algunos exponentes de la economía neoclásica como Ludwig
von Mises,11 de sabida influencia en L. Robbins, afirmara en 1922 que las teorías económicas son
verdades a priori y que, por lo tanto, no necesitan comprobaciones empíricas. A su vez, Hayek12
sostenía que la única parte empírica de la economía concierne a la adquisición de conocimientos.
Finalmente, un neoliberal prominente como Milton Friedman sostiene que en las hipótesis de la
teoría económica no tienen por qué conformarse con hechos reales y que basta con que sean
«ficciones útiles» o convenientes para los razonamientos del tipo «como si» contra lo cual evaluar
las acciones, racionales o irracionales, lógicas o ilógicas de los individuos o las empresas.13, 14
Posición difícilmente aceptable para muchos epistemólogos, entre ellos Popper:

A scientist, whether theorist or experimenter, puts forward statements, or systems of statements,


and tests them step by step. In the field of empirical sciences, more particularly, he constructs
hypothesis, or systems of theories, and tests them against experience by observation and
experiment.15
Al margen de la opinión de sus representantes, es evidente que los postulados de la economía
neoclásica, en particular los que sustentan el modelo del equilibrio general de Walras y el análisis
de Marshall, carecen de referentes reales: nunca ha habido un sistema económico en equilibrio así
como nunca ha existido un sistema de competencia perfecta, ni jamás un consumidor ha tenido
información completa, de donde se concluye que la teoría neoclásica es incomprobable.

Las limitaciones para medir y experimentar en ciencias sociales y en particular en economía son
conocidas. En sus Exercises in economic analysis Joan Robinson resumía: «We cannot isolate a
particular causal element from its surrounding circumstances by a controlled experiment... We
have to proceed by breaking the question up into parts, and after discussing each separately,
reassemble the pieces as best we may.»16

Al aislarse lo económico del resto del mundo real, al definir el mercado como mecanismo de
autocontrol que mantiene al sistema económico en un equilibrio estacionario, y al restringir lo
económico a bienes susceptibles de apropiación, intercambiables, valorizables en términos
monetarios y que en último término cumplen con el principio de la escasez walrasiana, la
economía neoclásica se enfrenta, inevitablemente, a múltiples dificultades para explicar aquellos
fenómenos que ocurren al margen del mercado y no tienen una expresión cuantitativa monetaria,
entre ellos muchos inherentes al desarrollo, así como una también apreciable cantidad de
fenómenos ambientales.

Las consecuencias son diversas. Por un lado, la teoría pierde capacidad explicativa, no puede
explicar fenómenos que ocurren fuera de la esfera monetaria o que aun acaeciendo al interior de
la misma, son causados por fenómenos considerados no económicos por ocurrir al margen del
mercado; tal es el caso de la innovación tecnológica y en particular de la mayoría de los problemas
ambientales. Tampoco es capaz de explicar en forma convincente la ausencia de situaciones de
equilibrio en el mundo real, equilibrio que, sin embargo, constituye la piedra angular de la teoría.
Ni siquiera los modelos econométricos más refinados tienen poder explicativo, son solamente
descriptivos.

Se ha dicho que el concepto de equilibrio adoptado por el análisis neoclásico surge, como hiciera
notar Hicks,17 de una equivocada analogía con el movimiento en el espacio, donde es posible ir de
un lado a otro y regresar, pero en el tiempo el movimiento va en una sola dirección sin posibilidad
de retorno, es irreversible. Así, por un lado es imposible regresar a un hipotético punto de
equilibrio originario, y por otro, no se puede alcanzar un punto de equilibrio por la simple
corrección de errores resultantes de decisiones adoptadas, por la simple razón que esas mismas
decisiones, o errores, nos han desplazado a una nueva, distinta, situación. Esto invalida la teoría
del «tâtonnement» de Walras, según la cual compradores y oferentes buscan conjuntamente «a
tientas», en un proceso de ensayo y error, hasta encontrar un conjunto de precios de equilibrio.

Esta equivocada analogía entre el movimiento en el espacio y en el tiempo, tiene importantes


implicaciones desde la perspectiva del desarrollo de la problemática ambiental y de utilización del
sistema natural, ya que introduce al tema de la reversibilidad. El modelo del equilibrio general
supone la reversibilidad, mientras que en la realidad, y sobre todo en relación con las
modificaciones del sistema natural, lo más frecuente es la irreversibilidad.

En economía hay decisiones e inversiones que resultan en situaciones irreversibles, como las
examinadas de preparación de terrenos para el desarrollo de esquemas de regadío, la
construcción de presas y embalses, la desecación de humedales para habilitar el espacio a la
construcción inmobiliaria, la conversión de tierras agrícolas a uso urbano, etc. Estas inversiones
dan origen, a su vez, a otros fenómenos ambientales irreversibles: cambios en los microclimas,
pérdidas de diversidad biológica, etc. En estos casos la inversión está ligada al sistema natural en
el cual se ha materializado, en la práctica es una inversión permanente o casi, la situación se ha
modificado para siempre, el cambio es irreversible.

Los neoclásicos, en particular Marshall,18 captaron el problema de la irreversibilidad. Pero, siendo


ésta difícil de explicar por un modelo en el cual el tiempo no existe, fue considerado
exclusivamente desde el punto de vista de sus efectos sobre la curva de oferta y asociados a las
economías de escala. Pero esta salida ignora la contraparte de esa irreversibilidad, que es, ni más
ni menos, que el efecto sobre el sistema natural en términos de agotamiento de recursos,
conversión de ecosistemas naturales, deterioro ambiental. Si bien Pigou19 elaboró, para explicar
estos aspectos, el concepto de deseconomías externas, lógico complemento de las economías
externas marshallianas, los ejemplos que provee se limitan, como es sabido, a problemas como las
molestias causadas por el humo de la quema de hojas, es decir, efectos instantáneos, compatibles
con un modelo estático en el cual el tiempo no existe, dejando los efectos permanentes, de larga
gestación e irreversibles, al cuidado de los cientistas naturales, es decir, excluyéndolos de la esfera
económica y considerándolos ajenos a la ciencia económica.

En la economía neoclásica «todo se convierte en un movimiento pendular, un ciclo económico


sigue a otro. El fundamento de la teoría del equilibrio es que, si algún acontecimiento altera la
propensión de la oferta y la demanda, el mundo económico siempre regresa a su condición previa,
tan pronto como el evento desaparece: una inflación, una sequía catastrófica, o el desplome de la
bolsa de valores no dejan en absoluto huella en la economía. La regla general, tal como en la
mecánica, es la completa reversibilidad».20

En la realidad hay muchos fenómenos irreversibles, no sólo negativos sino también positivos, sin ir
más lejos el aprendizaje, el progreso científico y el tecnológico son procesos irreversibles, que a su
vez están en el origen de una gran diversidad de externalidades, tanto positivas como negativas,
de tipo ambiental y social. Más aún, un papel crucial que se atribuye a la política gubernamental,
en particular la política comercial, es el de crear las condiciones necesarias para mejorar la
situación competitiva de sus países, condiciones que se manifiestan fundamentalmente como la
creación de externalidades económicas y tecnológicas positivas. Estas son, ni más ni menos, que
políticas creadoras de externalidades, muchas de ellas derivadas de inversiones en infraestructura
científica y tecnológica, a las que Laura Tyson denomina «linkage externalities».21 Lo
«estratégico» de estos sectores radica, justamente, en su capacidad para originar tanto «linkages
externalities» como externalidades tecnológicas tradicionales. Un ejemplo es la moderna política
de sectores estratégicos, como la adoptada por Japón.

Lo anterior, junto a la cada vez mayor presencia de externalidades no intencionales, y a menudo


no deseadas, revela que este tipo de imperfecciones del mercado, o externalidades, si bien
consideradas excepciones o rarezas irrelevantes en el modelo neoclásico son sin embargo, un
hecho cotidiano del mundo real; más aún, cada día aparecen nuevas y más complejas
externalidades, su creación puede ser el objetivo de políticas económicas y su explotación, de
interés para los agentes económicos que a través de ella pueden maximizar beneficios, minimizar
costos y ganar posiciones competitivas. ¿Cómo considerar una excepción algo que aparece en
todo momento, que forma parte de la cotidianidad?

Se podría argüir que el esquema del equilibrio general es algo más que una ficción, constituyendo
una pauta o criterio normativo contra el cual evaluar la economía real, o como una descripción de
cómo las relaciones económicas se llevarían a cabo --si no son interferidas-- según las leyes de la
economía; pero esto equivaldría a afirmar que la teoría puede modelar la realidad, afirmación en
verdad muy discutible.

El equilibrio walrasiano, derivado de la mecánica newtoniana, posee una «intellectual structure


which has fascinated generations of students and provided generations of professors with position
and with reputation for the brilliance with which they expound and elaborate it».22 Pero esta
expansión y elaboración continua, por un lado, adolece de un fuerte mecanicismo y, por otro,
resulta en «una proliferación de ejercicios de papel y lápiz, y modelos econométricos cada vez más
complicados, que a menudo sólo sirven para ocultar los problemas económicos
fundamentales»,23 estos modelos econométricos han avanzado poco en el desarrollo de
explicaciones adecuadas de cómo una realidad en permanente desequilibrio puede moverse hacia
un equilibrio general competitivo. Dichos modelos están, en opinión de Hahn, lejos de la realidad y
no ofrecen resultados aceptables en situaciones reales, lo cual evidentemente implica escasa
utilidad para el diseño de políticas económicas y de desarrollo; tales modelos no logran clarificar
los procesos dinámicos de ajuste, fuera de una posición de equilibrio:

[...] the study of equilibrium alone is of no help in positive economics: Yet it is no exageration to
say that the technically best work in the last twenty years has been precisely that. It is good to
have it, but perhaps the time has now come to see whether it can serve in an analysis of how
economics behave.24
Estos esfuerzos estériles, que a menudo sólo pretenden un perfeccionamiento formal y el
lucimiento personal académico, favorecen poco la ciencia económica, «it cannot be denied that
there is something scandalous in the spectacle of so many people refining the analysis of
economic states which they give no reason to suppose will ever, or have ever, come about [...] it is
an unsatisfactory and slightly dishonest state of affairs».25 Más aún, ellos terminan por
obstaculizar el avance de la ciencia económica, como señalara Kaldor: «El poderoso atractivo que
ejercen los hábitos de pensamiento engendrados por la economía del equilibrio se ha tornado un
obstáculo importante al desarrollo de la economía como ciencia.»26
El mundo neoclásico es también darwiniano, la sociedad se comporta, según la teoría, igual que la
naturaleza. La adaptación y la competencia son procesos naturales a través de los cuales la
selección ocurre. Marshall señalaba que «The Mecca of economics lies in economic biology rather
than economic mechanics»,27 sin embargo, enfrentado a la disyuntiva de una teoría basada en la
realidad que percibía y una que hiciera de la economía, lo que él creía debía ser una ciencia
económica, optó por lo último: una teoría matemática abstracta, fuerte en analogías mecánicas y,
desde esta perspectiva, aparentemente lógica. Karl Menger, uno de los más relevantes
exponentes del pensamiento neoclásico, fundador de la escuela austriaca y, junto a Jevons,
máximo teórico del concepto de «utilidad marginal», concibe a la sociedad como un sistema
evolutivo en el cual un orden espontáneo surge gracias a la adaptación mutua entre individuos
funcionalmente integrados, tal como sucede en el sistema natural. Friedrich Hayek28
profundizaría este aspecto al vincularlo al individualismo, argumentando que la libertad individual
es una condición fundamental para que los individuos respondan a situaciones imprevistas,
mostrando así su capacidad de adaptación espontánea, que es lo que finalmente permite
mantener el orden social. Sin embargo, en biología y, en términos más amplios, en el sistema
natural los procesos evolutivos suponen cambio progresivo a largo plazo. No queda claro cómo se
compatibiliza un modelo de ajustes instantáneos, sin variables temporales, con un concepto en el
cual la dimensión temporal es básica.

El concepto de competencia tiene claras connotaciones biológicas, y en particular darwinistas: la


sobrevivencia del más fuerte, del más competitivo. Pero el concepto de competencia neoclásico
tiene algunas peculiaridades. En primer lugar, se trata de un concepto de competencia estática, el
mercado perfectamente competitivo en términos neoclásicos es aquel que ya está en equilibrio,
en cierto sentido es una situación que, en sí misma, es la negación de la competencia, ya que no
hay en ella ni necesidad ni oportunidad para competir. El concepto importante es el de
competitividad dinámica, en este caso, y en una situación de fuerte competencia, los más fuertes,
en cuanto a competitividad, desplazarán a los más débiles o los menos competitivos. Y,
paradójicamente, una fuerte competencia lleva en sí misma el germen de su eliminación por la
clara tendencia al monopolio o, en el mejor de los casos, al oligopolio, es decir, una situación en la
cual pocas firmas poderosas prefieren compartir un mercado antes que implicarse en la batalla
final por la supremacía.

La concepción estática, o de corto plazo, de competencia, definida como una simple competencia
de precios, se traduce por lo general, en una práctica predatoria sobre el medio ambiente. El
medio ambiente escapa a la mecánica del mercado: no existe un mercado para los servicios que
provee el sistema natural, o, en el mejor de los casos, tanto bienes como servicios ambientales son
subvaluados por el mercado; el valor de uso de bienes y servicios ambientales no tiene, en la
mayoría de los casos, su correspondiente expresión de mercado, no existe un valor de cambio
para dichos bienes y servicios, carecen de precios. A esto se agrega una vez más el problema
temporal. En ausencia de tiempo, o aun en un horizonte temporal de corto plazo, la
competitividad se define exclusivamente en función de los precios: una empresa es competitiva si
puede producir a costos inferiores a los de sus rivales. Costos menores, a niveles de precios
similares entre los competidores, se traducen en mayores beneficios.

En este contexto, un expediente para ser más competitivo es externalizar el máximo de costos
mediante la utilización intensiva del sistema natural, ya sea por el uso de recursos naturales
subvaluados por el mercado, o por la explotación de aquellos servicios y bienes del medio natural,
para los cuales no existe un mercado; por ejemplo, su capacidad para degradar y eliminar
residuos. Se externalizan así los costos, y aumentan los beneficios privados pero a costa de
deterioro ambiental y agotamiento indeseado de recursos, lo que a fin de cuentas, termina
reflejándose en menor bienestar social al aumentar los costes sociales presentes y futuros.29

En la economía mundial contemporánea, la ventaja que los costos inferiores a los de la


competencia proporcionan se ha mostrado muy volátil. Al margen de que a menudo la empresa
tiene dificultades para mantener costos inferiores a los de la competencia por periodos más o
menos largos, es la lógica inherente de la competencia, la que requiere que esa ventaja sea
destruida: nuevos competidores entran al mercado con costos menores, se racionalizan procesos
productivos y se introducen innovaciones de mejoras en forma continua. En otras palabras,
pareciera que las ventajas competitivas que derivan de operar con costos menores son
relativamente efímeras o, en otros términos, no son sostenibles.30

Lo anterior puede pasar inadvertido en un esquema en el cual el tiempo no existe. Pero en el


mundo real, mantenerse en posiciones competitivas requiere, cualquiera que sea el horizonte
temporal, crear permanentemente ventajas competitivas y mantenerlas por el mayor tiempo
posible, lo cual no es posible en un contexto estático, se necesita una perspectiva dinámica en la
cual las ventajas competitivas dependen, tal como Schumpeter lo notara hace ya varias décadas,
de la capacidad de la firma, o del país, para innovar en forma constante. En otras palabras, la
competitividad está condicionada a la creación constante, es decir sostenida, de ventajas
competitivas, lo que, en último término, depende de la capacidad de innovación científico y
tecnológica.31

Los partidarios a ultranza de la competencia opinan que ésta conduce al desarrollo, posición
controvertida por otros que apuntan que la situación final en un proceso competitivo supone que
algunos han ganado posiciones a expensas de otros, por lo tanto, para algunos el bienestar habrá
disminuido; si desarrollo implica bienestar, entonces para estos últimos no ha habido desarrollo.

El tema de la competencia permite introducir un elemento fundamental que explica el proceso


económico y el desarrollo: el cambio tecnológico. Además, la tecnología es el instrumento más
poderoso de que dispone la sociedad para transformar y apropiarse del sistema natural. Un
sistema en el cual se ignora el cambio tecnológico no puede pretender entender el proceso de
desarrollo ni la interrelación sociedad-medio ambiente.

Tanto los costos como la tecnología desempeñan un papel crucial en determinar la competitividad
de la firma; los primeros son fundamentales a corto plazo. Pero si las ventajas de corto plazo,
obtenidas por operar a costos menores, no van acompañadas por capacidad de innovar, las
posiciones ganadas son efímeras: el cambio tecnológico es determinante a largo plazo.

El análisis económico de los últimos cincuenta años concede cada vez más importancia al cambio
tecnológico, ya sea en relación con la competitividad, el crecimiento económico, el desarrollo o la
transformación del sistema natural. La tecnología no es, como supone el modelo neoclásico, un
factor exógeno al sistema, ya sea como un deus ex machina o algo impuesto desde fuera gracias al
trabajo de científicos y técnicos, sino que es parte del sistema mismo: progresa en respuesta a
intereses económicos, supone inversiones cuantiosas y es en sí mismo objeto de intercambio. Las
innovaciones tecnológicas se producen, difunden y adaptan acordes con los requerimientos de la
sociedad y en particular del sistema económico, de manera que su generación y difusión, así como
la velocidad de difusión del cambio tecnológico, están determinados por el ambiente económico,
político, cultural y natural. El análisis neoclásico se lleva a cabo en una situación tecnológica y de
conocimientos determinados. El crecimiento económico, la competitividad, el desarrollo y la
transformación y apropiación del sistema natural se explican por el cambio tecnológico.

Lo que preocupa a los economistas y políticos es la búsqueda de una tecnología que ahorre los
factores escasos, éstos han sido, por lo general, el capital y el trabajo. Como los componentes del
sistema natural, los bienes y servicios ambientales carecen de mercado, son de libre acceso; o
como los recursos naturales están, ya sea subvalorados o se les considera permanentemente
renovables, resulta que, por lo general, los patrones tecnológicos dominantes tienden a la
sobreexplotación de los elementos del sistema natural subvaluado, sobre todo si éstos son de libre
acceso. Es una tecnología a menudo depredadora del sistema natural. Fueron necesarias dos crisis
petroleras, la cartelización de la industria petrolera y el drástico aumento de sus precios, para que
tecnologías ahorradoras de energía fueran adoptadas en el sector manufacturero, desde entonces
el consumo de energía por unidad de producto se reduce regularmente, si bien no al ritmo que lo
hizo entre 1973 y 1983. En el sector agrícola el desarrollo tecnológico aumentó sistemáticamente
el rendimiento por hombre empleado, pero por muchos años los rendimientos por superficie
cultivada o se redujeron o se mantuvieron constantes. En el caso del agua se emplean tecnologías
ahorradoras prácticamente sólo en aquellos casos donde su escasez hace inviable la actividad
económica y aun la presencia humana, como en las zonas áridas y desérticas, o cuando el
agotamiento de acuíferos da señal de alarma.

Lo anterior lleva a examinar el tratamiento dado a los recursos naturales y ambientales, tema
embarazoso para el modelo del equilibrio general, debido en gran parte, a sus supuestos. El primer
elemento que condiciona el análisis de los recursos naturales surge del concepto restrictivo de
riqueza, asumido por los neoclásicos: L. Walras señala que hay que designar con el nombre de
riqueza social toda cosa, material o inmaterial, que vale y que se intercambia;32 a su vez, Jevons
afirma que los recursos naturales no tienen cabida en el término de riqueza, tal y como es usado
en economía. Estos recursos se consideran condiciones necesarias de riqueza, por ser portadores
de «utilidad potencial», pero no real, a menos que sean directamente utilizados para satisfacer
necesidades humanas.33

Un segundo hecho que en el modelo del equilibrio general limita el análisis de los recursos
naturales es su consideración como una globalidad indiferenciada, es decir, sin distinguir entre
diversos tipos de recursos naturales y en particular entre renovables y no renovables. A esto se
añade su inclusión en el término de ‘tierra’, en su acepción ricardiana, es decir, como se ha visto
en un capítulo anterior, tierra en cuanto espacio cualitativamente invariable, generador de renta,
haciendo abstracción de sus características intrínsecas como verdadero sistema productivo, de su
fertilidad, de las funciones que desempeña, etcétera.

Sin embargo, aun así el concepto de tierra presentaba dificultades para su tratamiento dentro del
modelo del equilibrio general: ¿es renta o es capital? Walras, habiendo previamente definido al
capital fijo como todo bien duradero que no se consume y que sobrevive al primer uso que se hace
de él, considera a la ‘tierra’ como un verdadero capital fijo, ya que sobrevive al primer uso que se
hace de ella, y se puede usar más de una vez, siendo la sucesión de estos usos las rentas de la
tierra. Pero al definir la tierra en estos términos está suponiendo su permanente renovabilidad: es,
según Walras un capital que no se destruye por el uso, es inconsumible, no desaparece por
accidente.34 El análisis va más lejos al considerar que la tierra, en cuanto capital es sustituible. La
escasa referencia que se hace a otros recursos como los no renovables, es también discutible.
Walras distingue entre capitales y aprovisionamientos, definidos éstos últimos como rentas
preparadas para el consumo, y señala que el vino en las bodegas, la leña en las leñeras, las
materias primas en los almacenes, así como los minerales en las minas y las piedras de las canteras
son aprovisionamientos, es decir, sumas de rentas y no capitales. No puede pasar inadvertida la
importancia que, desde la perspectiva de la gestión de los recursos naturales, tiene esta
afirmación, que equipara el vino en las bodegas con los minerales en las minas: el primero es el
producto de una actividad económica que puede repetirse, y de hecho se repite, año tras año,
mientras que los segundos, cualquiera que sea la opinión sobre su renovabilidad, son, como se ha
visto en una perspectiva temporal humana, una reserva que eventualmente se agota. Si bien es
cierto que ambos son fungibles, aspecto que considera Walras, no es menos cierto que el vino se
puede volver a producir, mientras que los minerales de una mina una vez agotados no se vuelven
a producir por una actividad humana.

La reversibilidad, asumida por el modelo walrasiano, supone concebir a estos recursos como un
flujo renovable. El agotamiento de un recurso implica la negación de la reversibilidad, pero,
además, sobre todo a partir de Pigou, estos recursos, para ser considerados por el análisis
económico, deberían ser apropiables, valorables, en términos monetarios e intercambiables.

Si el problema de los recursos naturales no renovables, como el petróleo, es básicamente «un


problema de gestión social óptima de un stock de recursos no renovable pero esencial»,35
entonces en el contexto del modelo del equilibrio general bastaría con analizar el mercado de los
recursos no renovables para ver si provee con precios tales que permitan o sean conducentes a
una situación de asignación óptima. De no ser el caso, el economista neoclásico sugerirá corregir
las imperfecciones del mercado, para que se acerque lo más posible al modelo competitivo ideal.
Instintivamente el economista neoclásico dejará la decisión concerniente a ritmo de explotación
del recurso no renovable, o del tiempo de explotación, a la «mano invisible», a menos que las
fallas del mercado puedan ser demostradas y las medidas correctivas puestas en práctica.36 Pero
en este caso el horizonte temporal es fundamental: hay que decidir cómo utilizar un recurso a lo
largo de un periodo de tiempo en el futuro, difícil en un modelo atemporal; o al menos debieran
existir, en un esquema neoclásico moderno, mercados de futuro bien organizados en diferentes
periodos del futuro. Si esto se diera, el empresario deberá conocer el costo de producción en cada
instante futuro, las tasas de interés futuras y debiera darse que la tasa social de descuento sea
igual a la tasa de descuento aplicada por el empresario respecto de sus ganancias y costos futuros.
Pero, como demostrara Hotelling,37 no puede hablarse de asignación temporal óptima de
recursos a menos que se conozca la demanda futura total. Pero esto presenta dificultades, ya que
habría que asumir que los consumidores de los recursos naturales no renovables conocen
exactamente sus necesidades futuras y que éstas se manifiestan en los mercados de futuro; pero
el consumidor futuro no necesariamente es el mismo de hoy, la población futura, que consumirá
en el futuro, en realidad aún no existe o al menos está excluida del mercado de futuros.

Finalmente, se asume una situación de competencia perfecta, pero hay pocos sectores de la
economía mundial donde se den más patentemente situaciones de oligopolio y monopolio que en
la explotación de los recursos no renovables, sea el petróleo u otros recursos mineros.

Al suponer que la tierra en tanto que capital es sustituible, el pensamiento neoclásico deja abierta
la puerta a planteamientos expansionistas, estimulados sobre todo por los avances tecnológicos
de comienzos de siglo, como aquellos ligados a la industria petroquímica con sus múltiples
productos que sustituyen otros naturales, desde fertilizantes sintéticos, que desplazan los nitratos
naturales; fibras sintéticas, que sustituyen fibras naturales; diferentes formas de plásticos, que
reemplazan cobre, aluminio, acero, vidrio o maderas; el caucho sintético al caucho natural; o la
aparición de nuevos productos que sustituyen otros basados en recursos naturales, por ejemplo,
la telecomunicación vía satélite y la fibra óptica, que eliminan el mercado del cable coaxial de
cobre; y también, más recientemente, las tecnologías de los nuevos materiales. Así, Beckerman38
opinaba, en pleno auge del neomalthusianismo, que cualquier preocupación por el agotamiento
de recursos es infundada, ya que siempre se inventará algo. Por otra parte, el razonamiento
económico convencional es que si un recurso escasea su precio sube, lo que induce al consumidor
a buscar otro producto más barato que satisfaga la(s) misma(s) necesidad(es); y en forma similar
las industrias buscarán materias primas alternativas frente a alzas de precios de las tradicionales,
alzas causadas por la escasez consecuente de un proceso progresivo de agotamiento del recurso.
Este es, fundamentalmente, el argumento de Solow: el aumento de precios originado por la
creciente escasez de recursos naturales inducirá a los consumidores a comprar menos de aquellos
bienes de uso intensivo de recursos naturales y más de otras cosas.39

La reacción complementaria frente a crecientes escaseces es el desarrollo de tecnologías ya sea


más adecuadas a su explotación o que permitan ampliar la dotación de recursos naturales, por
ejemplo, haciendo posible el uso de minerales de baja ley, o por tecnologías ahorradoras de
recursos naturales, lo que nos lleva al concepto de desmaterialización del proceso productivo:

The increasing scarcity of particular resources fosters discovery or development of alternative


resources, not only equal in economic quality but often superior to those replaced. Few
componentes of the earth’s crust, including farm land, are so specific as to defy economic
replacement, or so resistant to technological advance as to be incapable of eventually yielding
extractive products at constant or declining costs.40
Posición obviamente objetada por muchos, entre ellos Georgescu-Roegen, que la califica como la
falacia de la sustitución sin fin.

A estas alturas podría uno preguntarse el por qué de estas reflexiones sobre el modelo neoclásico.
La razón es simple, no sólo el modelo es atrayente para una gran cantidad de economistas y
conveniente a ciertas posiciones ideológicas sino que, como se ha hecho notar ya en el capítulo
pertinente, el pensamiento neoclásico se apartó de la tradición clásica en la búsqueda de un
modelo que fuera no sólo «científico» sino que además fuera instrumental, para ello elaboró
instrumentos de gestión económica ampliamente utilizados en diferentes versiones, mejorados
por los avances de la computación.

El otro cuerpo teórico básico es el enraizado con el pensamiento keynesiano y que habitualmente
se denomina macroeconomía. La macroeconomía en cierto sentido regresa al concepto de política
económica de los clásicos, se refiere a sistemas económicos insertos en fases históricas
determinadas, y es normativa. La economía no es ya simplemente el resultado de acciones
individuales racionales agregadas, sino de agentes económicos insertos en un sistema
socioeconómico, por lo tanto, condicionados por la pertenencia a ese sistema; el énfasis se
desplaza del comportamiento individual al comportamiento de las actividades económicas de un
sistema social. En este sistema, argumentaba Keynes, no existe una tendencia natural al equilibrio
con pleno empleo de los recursos productivos, y por lo tanto la intervención gubernamental es
necesaria, a fin de que las firmas privadas del sistema operen adecuadamente. Posteriormente,
Harrod elaboraría el argumento en una perspectiva de largo plazo, mostrando que la economía
capitalista requiere de controles para mantener estabilidad y adecuadas tasas de crecimiento
económico. Se rompe con el equilibrio general y se reintroduce la dimensión temporal:

Keynes brought back time into economic theory. He woke the Sleeping Princess from the long
oblivion to which «equilibrium» and perfect «foresight» had condemned her and led her out into
the world here and now.41
Así la teoría económica da un gran paso hacia adelante, alejándose de la teología y aproximándose
a la ciencia.42 Esto permite recuperar la dimensión histórica y con ello explicitar el cambio
tecnológico y aproximarse a la problemática del desarrollo.

Esto no supone, como se ha visto en capítulos anteriores, el abandono de la teoría neoclásica, sino
el acoplamiento de la misma y, por lo tanto, su adaptación con la teoría macroeconómica en la
«síntesis» de Hicks.

Tampoco quiere decir que se superan problemas inherentes de las ciencias sociales, como la
contrastabilidad; más aún, renombrados economistas postkeynesianos como K. Arrow y otros que
se refieren a la economía como una ciencia de decisiones, opinan que la teoría económica, al ser
descriptiva y no normativa, es incomprobable.

La incorporación del tiempo agrega en el análisis económico el tema de la incertidumbre, la que en


el caso de la intervención sobre el sistema natural tiende a acentuarse debido al escaso
conocimiento que aún se tiene de: cierto fenómenos naturales, de la real existencia de
determinados recursos y de sus tasas de regeneración, o simplemente debido a la respuesta del
sistema natural a la intervención humana puede ser retardada, de lenta maduración y difícil de
predecir o anticipar. Esto motiva un comentario adicional, recordando la afirmación de Hicks,43 en
el sentido de que la diferencia entre las leyes de la economía y las de las ciencias naturales es que
las primeras contienen retardos temporales, las cosechas de un año dependen de lo sembrado el
año anterior, pero, como se ha visto en capítulos anteriores, estos desfases temporales son
característicos de los fenómenos naturales y en particular de la biología, la genética nos muestra
que hay genes que se expresan en fases avanzadas de la vida de un organismo. Los desfases
temporales no son, por lo tanto, una peculiaridad de los fenómenos sociales y económicos en
particular, sino que son también típicos de los sistemas naturales.

Colocar la teoría económica en un contexto histórico y social significa que ella tiene que analizar,
al igual que otras ciencias, las leyes que gobiernan sus fenómenos. Los neoclásicos, en sus intentos
de hacer de la economía una ciencia, supusieron la existencia de leyes «naturales» de la economía,
que permiten su autorregulación. Pero en la economía, al igual que en todas las ciencias sociales,
existen además las reglas o normas de conducta adoptadas por el sistema social. Estas reglas
deben ser compatibles con las leyes que gobiernan los fenómenos. La actividad económica
interviene en el sistema natural, lo cual requiere que las reglas que gobiernan el sistema social
deban ser compatibles no sólo con leyes propias de los fenómenos sociales sino también con leyes
naturales; así, por ejemplo, las reglas que conciernen a la explotación de los recursos naturales
deben respetar las leyes que determinan la regeneración de los mismos, tal como se examinó en el
capítulo pertinente al uso sostenible de los recursos marinos. Cualquier modelo de explotación de
un recurso natural renovable exige la consideración explícita de leyes biológicas específicas, como
las que gobiernan la regeneración y el crecimiento.44 Esto quiere decir que una condición del
desarrollo sostenible es que sus aspectos normativos sean coherentes o compatibles con las leyes
del sistema natural que se interviene.
En realidad lo que distingue a las leyes económicas y, en general, modificadas, suspendidas
temporalmente, reemplazadas o anuladas, dependiendo de situaciones históricas, locales o aun
naturales.

Esto es distinto de pedir prestado o adaptar leyes del sistema natural al sistema social ignorando
las reglas o normas que rigen la conducta y la dinámica social y económica, o ignorando la
psicología que gobierna el comportamiento humano. Tal como se discutió en relación con la
transposición del concepto de capacidad de carga al sistema socioeconómico.

La posibilidad de crear reglas, cambiarlas, modificarlas, está claramente asociada con otro de los
aspectos importantes de la revolución keynesiana, cual es la posibilidad y en realidad la necesidad
de la intervención estatal. En verdad la necesidad de esta intervención había sido planteada
también por Pigou cuando afirmaba que el Estado debe intervenir para corregir las fallas e
imperfecciones del mercado que impiden que los recursos se asignen en la forma más eficiente;
más aún, Pigou creía que es un deber del Estado defender por ley los recursos naturales agotables
de un país, contra una explotación brutal e imprevisora.45

Este planteamiento se opone al de Coase,46 quien considera que los problemas ambientales
tienen como principal responsable al Estado. Para ello recurre al mismo ejemplo citado por Pigou
de las chispas de los ferrocarriles que incendian los bosques o los campos cultivados, señalando
que los ferrocarriles circulan con la autorización y beneplácito del gobierno, que los exime de
responsabilidades por estos hechos. La argumentación de Coase con otros ejemplos como el ruido
causado por los aviones o los ferrocarriles, deriva de actividades autorizadas y a menudo
realizadas directa o indirectamente por el Estado, lo mismo, sigue Coase, es válido para otras
formas de contaminación como los olores que emiten alcantarillas y vertederos, autorizados,
regulados o administrados, por el Estado. Coase argumenta que la libre competencia permite
internalizar las externalidades ambientales, para ello basta con que quienes causan la externalidad
negocien libremente con quienes la sufren, y como ambas conductas responden a móviles
económicos más exactamente, pecuniarios, el problema se soluciona mediante un acuerdo entre
ellos, que maximiza el bienestar de ambos y, por consiguiente, el social. Esta negociación permite
la apropiabilidad del recurso o del servicio y su valoración monetaria, con lo cual lo hace
susceptible de intercambio y, por lo tanto, lo incorpora al mercado y deja de ser una externalidad.
En realidad, el mecanismo de Coase es una alternativa al concepto de impuesto óptimo de Pigou,
que permitiría compatibilizar los costos privados con los sociales.

Por un lado, Coase no percibe que no se puede separar la acción del Estado de la acción de la
empresa sea privada o pública y que ambas están insertas en un sistema social, económico y
político en el cual es difícil separarlos, así se puede muy bien argumentar que las estructuras del
poder dominante han permitido que el Estado ignore o legitimice las agresiones ambientales del
sector privado; por lo tanto, la causa no es atribuible a la intervención estatal, sino a la
coincidencia de intereses entre Estado y empresa privada, en relación con ciertas actividades
económicas. Por ejemplo, los objetivos de crecimiento económico del Estado coinciden con los de
expansión productiva a costo mínimo del sector privado, o la política comercial externa del
gobierno coincide con la necesidad de competitividad de las empresas privadas, que las lleva a
externalizar al máximo sus costos ambientales.
La argumentación de Coase ignora el hecho de que constantemente se generan externalidades y
que la mayoría son recíprocas e intertemporales, con lo que la posibilidad de identificar causantes
y afectados es difícil, si no imposible. Por otro lado, el objetivo de Coase no es eliminar el daño
ambiental sino «asegurar la cantidad óptima de contaminación ya que es la que maximiza el valor
de la producción».

En realidad, toda la argumentación de Coase no pasa de ser una tautología. Partiendo de cuáles
deben ser las condiciones para que funcione el sistema de libre competencia, busca esas
condiciones haciendo abstracción de la situación real; no añade nada a lo que los neoclásicos
habían ya hecho, sólo que lo aplica al tema ambiental, en particular al de la contaminación.

Obviamente, lo anterior no exime a la intervención estatal de los errores cometidos. La literatura


reciente, en particular aquélla vinculada con los trabajos sobre medio ambiente de la Organización
para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) hacen una distinción entre las fallas del
mercado y las fallas de la intervención. Las primeras son, en su mayoría, las asociadas en particular
a la existencia de externalidades negativas; las segundas son aquellas que derivan de la ausencia
de políticas adecuadas a la gestión de recursos, que por lo general se manifiestan por
inconsistencias intersectoriales resultantes en degradación ambiental. A menudo este último tipo
de fallas deriva de errores de información: por ejemplo, la destrucción de humedales y su
conversión para usos alternativos irreversibles se debió a que se consideraba a los humedales
como lugares insalubres, tierras baldías y no productivas, lo cual fue aun explicitado en los textos
legales, como es el caso de la legislación española sobre aguas de 1879, en vigencia hasta 1985.
Una vez aceptada y legitimada esta concepción de los humedales, se estimularon políticas para su
desecación y conversión para otros usos.47 Sin embargo, el concepto de fallas de intervención no
es claro, a menudo resultan de fallas de mercado, o son fallas de mercado asociadas con
actividades gubernamentales, o en la mayoría de los casos se deben a fallas de información.

Es claro que tanto en el contexto del desarrollo como del más específico de la gestión del sistema
natural no puede haber soluciones y, por lo tanto, políticas puramente económicas, o que ignoren
las variables no económicas que de hecho operan en todo problema económico. Si la teoría
económica y, por lo tanto, la del desarrollo resultan insuficientes es porque ignoran la estructura
social y sus mutaciones, y las cambiantes relaciones de poder que emergen de todo ello. El hecho
de que la economía y el desarrollo se refieren a sistemas sociales, a poblaciones históricas y
espacialmente localizadas y, por lo tanto, en estrecha interacción con el sistema natural, lleva a
pensar que toda ciencia social, en particular la teoría económica y la teoría del desarrollo, deben
ser necesariamente sistémicas antes que individualistas.
Características del pensamiento economico
Se considera que la economía, como campo de la ciencia social, no es el resultado de una
agregación constante de conocimientos que se van sumando para configurar un campo
homogéneo en sus principios y métodos. Considera el autor más bien que en la historia de la
teoría económica se van formando cuerpos conceptuales que, como sistemas, representan un
período histórico, que va siendo relevado por otros nuevos que ponen en escena categorías y
relaciones categoriales diferentes en respuesta a mutaciones en la dinámica real. Se plantea en
este texto la disputa entre referentes ideológicos de los modelos matemáticos de la teoría
económica y la neutralidad de los mismos según lo señalan Dobb y Schumpeter respectivamente
para pasar luego al reconocimiento de la naturaleza de las categorías centrales y las relaciones
categoriales en las teorizaciones de Petty y Cantillon considerados tradicionalmente como
mercantilistas.
https://www.aporrea.org/ideologia/a135445.html

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