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Berman - Modernidad.

Ayer, Hoy y Mañana (resumen)


La modernidad es un conjunto de experiencias vitales que comparten las mujeres y hombres de
todo el mundo. Ser modernos, es encontrarse en un entorno que promete, pero que también
amenaza. Esta una unidad paradójica, dialéctica, donde todo tiene su contrario y nada
permanece estable. “Todo lo sólido se desvanece en el aire”. El hombre está arrojado en la
“vorágine” moderna, que se alimenta de fuentes, de nuevos procesos sociales.
Descubrimientos ciencias físicas
Industrialización de la producción
Alteraciones demográficas
Crecimiento urbano
Sistemas de comunicación de masas
Estados nacionales más poderosos
Movimientos sociales
Capitalismo
Estos nuevos procesos sociales, originan la experiencia moderna, “la vorágine”, son lo que se
denomina la “modernización”. La modernización busca el orden a través de un conjunto de
valores, ideales y aspiraciones acerca de la modernidad, que constituyen “el modernismo”: el
hombre que es tanto sujeto, como objeto de la modernización, puede cambiar el mundo,
alcanzar un orden. La ilusión modernista es no haber podido encontrar ese orden: la dialéctica
entre modernización y modernismo.
Para una mejor comprensión, Berman divide la modernidad en tres fases:

1º FASE: inicios siglo XVI hasta finales del siglo XVIII. No hay plena conciencia de la época en
que se vive. Hay una voz “arquetípica” pre -revolución francesa: Rousseau.
Utiliza palabra “moderniste” para designar a los hombres que viven el “torbellino social”, una
sociedad voluble y cambiante, donde las convicciones son pasajeras. En este ambiente, es
donde se origina la sensibilidad moderna. Habla de que la sociedad europea está al borde del
abismo, del conflicto: ola revolucionaria.
2º FASE: inicia con la revolución francesa y durante todo el siglo XIX. El hombre tiene plena
conciencia de la época revolucionaria en que vive. El desarrollo de la modernización produce
contradicciones. Los avances no son capaces de producir estabilidad. Se comienza una crítica a
los valores de la modernidad.
En esta fase podemos distinguir dos voces críticas importantes:
a) Marx: Bajo solidez de instituciones existe un “océano” de contradicciones. La vida moderna es
contradictoria en su base. La sociedad está “en el abismo”. Nueva potencia industrial,
tecnológico-científica, generadora de mayores riquezas produce mayores privaciones para la
mayoría de las personas. Sin embargo, cree que el problema radica en las manos en que están
las “herramientas” de la modernidad. Hombres nuevos, modernos (nacidos en la modernidad: los
obreros) resolverán las contradicciones apropiándose de las herramientas mediante la
revolución, cuyo dinamismo nace de los impulsos de la propia burguesía: la constante
renovación, el movimiento constante y dialéctico de la historia. La modernidad se vuelve contra
su propia fuerza motriz (burguesía.) En el mismo sentido, la sociedad “comunista” que propone
Marx, también estaría sujeta a “desvanecerse”.
b) Nietzche: Para él la modernidad también es irónica y dialéctica. El individuo se individualiza,
pero a la vez requiere de leyes propias, habilidades para su auto-conservación, auto-liberación.
En este sentido, la moralidad moderna se transforma en un nuevo peligro, el sentido de sí mismo
se traduce en un instinto de probarlo todo, el sinfín de posibilidades, a la vez gloriosas y
peligrosas. Plantea aceptar con alegría peligros de la modernidad. Cree en el advenimiento de
un hombre que replanteará los valores con que se enfrentará al mundo->superhombre, nihilismo.
Ambos denuncian a la modernidad en nombre de los valores que ella misma engendró. Son
críticos y entusiastas de la modernidad y de sí mismos: las modernidades venideras eliminarán
las contradicciones.
Marx -> revolución obrera
Nietzche-> superhombre, nihilismo
3º FASE: Siglo XX. El proceso de modernización se expande, esto mismo genera su
disgregación y pierde contacto con las raíces de la propia modernidad, la capacidad de organizar
y dar significado a la vida de las personas.
Modernismo a crecido en ciertos aspectos, es el. No sabemos utilizar nuestro modernismo. Se
pierde la conexión entre cultura y nuestras vidas. El modernismo se ha desarrollado
creativamente, pero el pensamiento acerca de la modernidad parece haberse estancado, ha
perdido el carácter dialéctico: crítico y entusiasta a la vez del siglo XIX, que propugnaba la lucha
entre sus virtudes y defectos; En el s. XX la visión de la modernidad se polariza rígidamente
entre partidarios y detractores. El hombre desaparece como sujeto de la modernidad. “Del esto y
aquello; por esto o aquello”.
a) Futuristas: exaltación de las máquinas, modernización. La guerra: higiene del mundo, para
crear uno nuevo. El hombre se funde con la tecnología, las máquinas. Barrer con la tradición
(esclavitud del hombre) para imponer la “modernidad” (libertad.) No consideran el costo humano
que acarrea el progreso.
b) Ética protestante de Weber: Critica a la vida moderna, pero no puede cambiarla. Orden
económico es una “jaula de hierro” que determina la vida de los individuos irresistiblemente. Los
críticos del s. XIX también creían en esta determinación, pero creían que el hombre podía luchar
contra ese destino. Los hombres dejan de ser sujetos. Son seres vacíos, nulos (nace de la
imagen de que se ha llegado a un punto de desarrollo inédito). No quieren salir de la jaula, la
necesitan.
En el siglo XX muchos pensadores han usurpado la perspectiva neolímpica weberiana, se la ha
llevado al extremo, en afanes derechistas-> desprecio de las “masas”. A fines de los años 60, el
paradigma predominante del pensamiento crítico es “el hombre unidimensional” de Marcuse,
cuya vida está totalmente administrada por el sistema social. Marx y Freud obsoletos (mueren
contradicciones) Los hombres modernos no pueden aspirar a cambiar modernidad, no pueden
controlar sus vidas. Dos caminos: uno encontrar vanguardia fuera de la modernidad, para
cambiarla (los explotados, oprimidos, marginados.) Imposible, pues no se puede pensar que
haya personas fuera de modernidad. El otro camino es el que tiene conciencia de esto y que por
lo tanto piensa q no hay nada que hacer. Desesperación.
Modernismo de los sesenta: controversia sobre naturaleza del modernismo.
3 tendencias en cuanto a la actitud hacia la vida moderna:
a) Marginada: Modernismo busca el objeto de arte puro y es autorreferido. No tiene relación con
la vida social moderna, pues pretende liberar a artistas de su vulgaridad. Libertad condenada a
muerte.
b) Negativa: Visión de modernismo como revolución permanente y sin fin contra la totalidad de la
vida moderna. Le critica a la modernidad el hecho de que derriba valores sin reconstruir estos
mundos destruidos. Omite el gran romance de la construcción, fuerza crucial del modernismo.
Propone ante el problema de la modernidad, una sociedad exenta de los problemas,
perturbaciones y agitaciones propios de la vida moderna (no hay dialéctica): fantasía
neoconservadora de un mundo purificado de la subversión modernista. “Eliminar la serpiente
modernista del jardín moderno”.
c) Afirmativa: Coincide con “pop art”. Plantea romper barreras de especialidades para crear artes
más ricas. Modernismo puro y de la revolución pura muy estrechos: abrirse a la inmensidad de
los materiales e ideas que produce el mundo moderno. Recuperó modernismos del siglo XiX,
pero sin su fuerza crítica: no puedo clarificar punto en que la apertura al mundo debe detenerse
y el artista moderno debe decir que poderes del mundo deben desaparecer.
Estos modernismos fracasaron, pero generaron un intento de conectar el presente con pasado y
futuro, de ayudar a los hombres contemporáneos a sentirse cómodos, a disfrutar del presente.
Plantea que en los setentas se pierde esa iniciativa de establecer conexión humana de la
modernidad. No es relevante el debate sobre su significado.
Actitud “posmodernista”: se cultiva ignorancia de la vida moderna.
Foucault: Se basó en Weber, en la “jaula de hierro”. El hombre moderno no tiene posibilidad de
ser libre. La misma crítica a la modernidad es vacía, puesto que todo está determinado.
Plantea necesidad de volver a poner la vista en los modernismos del s XIX, para explicar nuestra
realidad de forma dialéctica y crítica, como un todo. Para retomar el control sobre las
contradicciones, para retomar la fe en las modernidades del mañana.

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