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Dos comentarios sobre el siguiente análisis. El primero es que tuve en mis manos
dos versiones de esta película con traducciones del sueco que diferían bastante en
algunos aspectos, por lo que me permití escoger las mejores, sobre todo para
eliminar los casos en los que las traducciones no parecían tener sentido. El segundo
es que para el análisis me basé en algunas reseñas de internet, y deseo resaltar la
que más elementos me dio y es la de Jaume Cardona en su Blog Cine y
Psicología.
Para analizar psicológicamente esta película es importante destacar el título
de “Persona” y relacionarlo con el concepto junguiano del mismo nombre, ya que la
influencia de Jung en esta obra es indiscutible. Recordemos que Jung no creía que
nuestra personalidad fuera única e indivisible, sino que por el contrario, creía que
la personalidad está compuesta por un conjunto de sub-personalidades. El título de
un texto del analista norteamericano Ira Progoff en el que habla de este tema es
bastante ilustrativo. Se llama “Individuos dentro del individuo”. Tres de esas sub-
personalidades son el yo, la sombra y la persona.
Yo, sombra y persona
El yo es lo que conocemos de nosotros mismos de manera consciente. Esto implica
que existen muchos aspectos nuestros que no conocemos conscientemente, es
decir, que nos son inconscientes. Algo desagradable de esto es que en ocasiones los
demás sí los conocen. Por ejemplo, son esos defectos que los demás ven en nosotros
y que nosotros nos negamos a aceptar.
La persona de Elisabet
En ese sentido, los actores sí que saben de la persona porque su trabajo consiste en
interpretar distintos papeles, para representar “personajes”. Se ponen una máscara
para interpretar un papel, luego se la quitan y se ponen otra máscara en otra obra,
etc. Y cuando no están actuando, Jung diría que siguen actuando. Si son casados, se
ponen la máscara de esposos. Si son docentes, se ponen la máscara de profesores, si
van a visitar a la madre, se ponen la máscara de hijo, etc.
Eso nos lleva a hablar de Elisabet. De la “máscara social” de ella sólo sabemos que
se llama Elisabet, que es actriz, que está casada y que tiene un hijo. Además, que
estaba representando el papel de Electra, y que por lo tanto el público esperaba que
dijera los parlamentos de la obra griega que estuviera representando, la de Esquilo
o la de Eurípides. Pero, de pronto, enmudece. Y eso por supuesto que causa
desconcierto en la gente.
Diagnóstico de la psiquiatra
Uno se pregunta: ¿Por qué se quedó callada? Parecería como si en medio de la
actuación, de pronto Elisabet se hubiera cansado de actuar. Pero no sólo de su
papel de Electra, sino de su rol social como Elisabet.
“Yo soy la hermana Alma… tengo 25 años y estoy comprometida, soy enfermera
desde hace dos años, mis padres tienen una granja, mi madre también fue
enfermera antes de casarse”.
Luego, cuando se va a acostar, tiene un interesante soliloquio en el que reflexiona
sobre lo extraño de estar haciendo siempre las mismas cosas que se espera de ella y
que hacen los demás.
“Me casaré con Karl-Henrik y tendré un par de hijos, a los que tendré que criar.
Es mi destino. Está dentro de mí. No hay nada que pensar. Es un enorme
sentimiento de seguridad. Tengo un trabajo que me gusta y con el que soy feliz.
Eso también es bueno… de otro modo, pero ¿es bueno? Es bueno”.
Esa es la seguridad que da la persona. Le dice a uno lo que la sociedad espera de
uno: que se case, que tenga hijos, que los cuide, que tenga un trabajo, que compre
una casa, que compre un carro, etc. Pero desde el primer encuentro con Elisabet, ya
esa seguridad comienza a ponerse en duda, y se manifiesta con esa duda al final de
su reflexión: “¿Es bueno?” y se tranquiliza respondiendo: “Es bueno”.
Llama la atención que cuando la psiquiatra le pregunta a Alma si ya vio a Elisabet,
ella le dice que duda si será capaz de encargarse de ella. La razón es que le notó una
mirada perversa, y que siente que la actriz puede ser muy fuerte mentalmente.
Parece como si intuitivamente percibiera el peligro al que se enfrenta. El peligro de
confrontar su máscara a una mujer que intenta no tener ninguna máscara. Pero
decide intentar el reto y veremos que Alma va a sufrir una gran transformación a lo
largo del film.
Acerca de la isla
Y hablemos ahora del lugar en donde transcurrirá el resto de la película. La
psiquiatra recomienda que Elisabet pase unos días de descanso en la casa que la
médica tiene en una isla. En la realidad se trata de la isla de Faro. Es una isla sueca
que desde que Bergman la conoció, decidió que quería pasar allá el resto de sus
días. Y allá está enterrado. En esa isla filmó una buena parte de sus películas, entre
otras Un verano con Mónica, La pasión de Ana, La hora del lobo, y Persona.
Simbólicamente, una isla es un lugar de “aislamiento”. Una isla es el lugar preciso
para que surjan las emociones con toda su intensidad. Un lugar para que los
individuos se confronten unos a otros y se confronten consigo mismos.
“¿Es posible ser una y otra persona al mismo tiempo? ¿Es decir dos personas?
¡Dios mío, es una tontería!”.
Bueno, pues no es una reflexión tonta. Volvamos a lo que dijimos al comienzo y es
que no somos una sola personalidad, sino un manojo de sub-personalidades. Eso
que dice Alma suele ser lo que se piensa luego de que la sombra ha hecho su
aparición. Nos hace decir luego: “Eso que hice es como si no hubiera sido yo”.
Parece como si el yo hubiera perdido el control de la situación y hubiera actuado un
“otro”. O sea, como si uno fuera dos personas.
Hay una imagen muy interesante en la que Alma mira a la actriz mientras llueve en
el exterior. Refleja la admiración y la idealización de Alma por Elisabet. Facilitado
por el silencio de ésta, se va generando en Alma un deseo de ser como ella. Alma
comienza a cuestionar su propia máscara y querer ser como Elisabet. O mejor,
como ella cree que es la actriz. Recordemos que la persona tiende a imitar a los
demás y a asumir la forma de actuar de ellos, cuando se los admira.
Esto se evidencia en estas palabras:
“¿Sabes lo que pensé cuando vi tu película aquella noche? Cuando llegué a casa,
me vi en el espejo y pensé: ‘Nos parecemos’. No me malinterpretes, tú eres más
bonita. Pero… si quisiera, creo que me podría convertir en ti, si hiciera un
verdadero esfuerzo. Quiero decir, por dentro.”
Ella desea ser como la actriz y el silencio de ella es un terreno propicio para
proyectar sus propios contenidos. Y es que Alma no puede conocer a Elisabet
porque ella no habla. Pero, a través de Elisabet, comienza a conocerse ella misma.
Como es la primera vez que la escuchan, es la primera ocasión que tiene para
conocer su propia identidad, a través de otro.
El vampirismo emocional
Después de la noche en la que se confiesa, Alma tiene una extraña experiencia que
luego no sabe si es real o sueño, en el que la actriz entra a su cuarto y tienen un
acercamiento. Se ha catalogado como un acercamiento vampírico. Elisabet se
comporta como un vampiro. Uno diría como un vampiro emocional. Así fuera un
sueño, es como si Alma tuviera la intuición de que Elisabet está vacía de emociones
y va a tratar de alimentarse en adelante de su mundo emocional. Son muy
sugerentes las últimas imágenes del acercamiento, en las que el contacto no está
exento de cierta tensión sexual, tan propia del mundo de los vampiros. Es como si a
partir de este momento, Alma iniciara un proceso de identificación psicológica con
Elisabet.
La traición de Elisabet
Luego hay una situación que produce un cambio definitivo en el desarrollo de la
película. Sucede cuando Alma lleva varias cartas de Elisabet al correo. Alma no
resiste la tentación y lee una dirigida a la psiquiatra. Dice:
Luego Alma deja la agresión física pero comienza la violencia verbal. Le habla de
su sombra, de su sórdido interior. Le dice:
“Eres inaccesible. La médica dijo que estabas sana, pero no que estuvieras
cuerda. Te haces la sana, y lo haces tan bien que todos te creen. Todos excepto yo,
que sé que estas podrida”.
Eso que le ha dicho es demasiado duro y Elisabet sale de la casa y Alma la sigue
para excusarse. inicialmente Elisabet no la escucha, pero luego se reúnen de nuevo.
La visita de Vogler
Llega así la escena del encuentro con Vogler, la pareja de Elisabet. Aunque la
admiración de Alma por Elisabet ha terminado, continúa la identificación
psicológica, con los mismos visos de vampirización. Es un extraño mundo donde
realidad y fantasía son difíciles de distinguir. Como ocurre con frecuencia con los
vampiros, al ser vampirizada, Alma queda en conexión psíquica con ella…, ve lo que
Elisabet ve y actúa como ella. Por eso es que Elisabet, que mira la escena, toma la
mano de Alma y la lleva al rostro de Vogler, para que le acaricie… Habla por ella y a
través de ella…
“¡¡Qué vergüenza, déjame en paz, estoy podrida. Soy fría e indiferente. Todo en
mí es una mentira y un engaño!!”
La sombra de Elisabet
Así va revelándose la sombra de Elisabet. En un momento dado, Alma retira las
manos de la actriz de la mesa y descubre la foto del hijo de la actriz -que al
comienzo de la película ella había roto-, y le dice que tienen que hablar de este
tema… En otras palabras, que es hora de descubrir su reprimida sombra. La
amenaza:
“Cuéntame Elisabet, o si no, tendré que hablar yo”.
Es una exigencia que parece decir: “Usted facilitó que yo confesara mis historias
sombrías, ahora le toca a usted, y si no lo hace, yo lo haré por usted”.
Y llega esa parte tan impactante en que se habla del fracaso de Elisabet como
madre. Le recuerda que una noche, alguien le dijo que a pesar de que Elizabet era
mujer y artista, no tenía sentimientos maternales. Y fue por eso que ella buscó
quedar embarazada. Luego intentó abortar sin lograrlo, y cuando nació el niño, ella
lo odió porque le parecía repugnante. Por el contrario, el niño la quería mucho y
ella intentó aceptarlo, pero se descubrió fría e insensible, y sólo deseaba pegarle. Se
trata de una sombra muy profunda, muy poco consciente. Son recuerdos
indeseables que la actriz tenía muy reprimidos.
Todo este recuento se relata en dos ocasiones, una enfocando el rostro de Elisabet,
y la otra enfocando el rostro de Alma. En el rostro de Elisabet vemos la negación y
el miedo a lo que Alma está diciendo.
Y cuando acaba de hablar, se produce ese famoso primer plano en que los rostros
de ambas mujeres se fusionan. Para descubrir la profunda sombra inconsciente de
la actriz, Alma se ha fusionado con ella, pero al final de la experiencia, ella se da
cuenta de esto y se asusta. Dice: “No… yo no soy como tú, no siento como tú, soy la
enfermera Alma y estoy aquí para cuidarte. No soy Elisabet Vogler, tú eres
Elisabet Vogler”.
Y parecería conseguir diferenciarse, dejar la identidad, porque al final se ve que
Alma se ha recuperado a sí misma… Aparece vestida con su uniforme de enfermera,
como una señal de que se ha vuelto a colocar muy bien su máscara de nuevo. Una
máscara que le devuelve su identidad. Le dice a Elisabet que ha aprendido mucho
de todo lo sucedido. Le dice:
Conclusión
Las últimas escenas se prestan a distintas interpretaciones y a manera de
conclusión, yo voy a contarles mi interpretación.
“Creo que deberías mantener este papel hasta que se agote, hasta que deje de ser
interesante. Entonces podrás dejarlo. Igual que poco a poco fuiste dejando los
demás papeles”.
Lo que le estaba diciendo a Elisabet es que quitarse todas las máscaras sociales es
un sueño imposible, y que la actitud de aislamiento que había tomado, era tan sólo
una máscara más. La máscara del silencio. Y que cuando se cansara, iba a dejar
también ese papel. Pero no estoy seguro de que lo lograra. Elisabet rechazó todas
las máscaras, y parecería como si ya no pudiera apropiarse de ninguna otra. Pienso
que la experiencia la llevó a descubrir su vacío emocional interno, y la hizo caer en
una disolución total de su identidad.