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LA LEY 21.

226 COMO MANIFESTACIÓN DE LA TUTELA


JURISDICCIONAL EN TRIBUNALES

María de los Ángeles Mena


Instituciones Procesales II
Profesores: J.A. Castellón y P. Román

1. EL ROL ESENCIAL DE LA NUEVA LEY

Ante el panorama caótico como lo es el de la crisis causada por la pandemia del COVID-19,
se plantea una solución legislativa que pretende regular los aspectos más bien técnicos de los
tribunales. O bien, señalado de otro modo, se puede afirmar que mediante la función
legisladora que el mismo Estado les otorga, el Congreso aprobó esta normativa referente a
aquellos aspectos que se remiten al funcionamiento y mecanismos para operar de los
juzgados de primera y segunda instancia, además de considerar, también, a los
procedimientos referentes a la Excelentísima Corte Suprema y al Tribunal Constitucional.
En específico, con esta nueva ley se estipula la forma en que se procederá conforme a las
actuaciones judiciales, audiencias y la recepción de plazos y acciones interpuestas – plazos
que, mayoritariamente, se suspenden. Se plantea, con esto, una realidad novedosa a priori,
generada por la dificultad actual para llevar a cabo los asuntos de la forma en que se entiende
por usual; situación problemática que deviene, naturalmente, en problemas en la tramitación.
De esta manera, se puede plantear la siguiente interrogante: ¿qué rol cumple, en términos
procesales, la ley 21.226?

Si se analiza a la luz de su finalidad o espíritu, esta corresponde a una ley que busca – dicho
muy sintéticamente – resguardar la tutela jurisdiccional. Este “derecho fundamental al
proceso”1 que debe cumplir con ciertas características genéricas (ser racional y justo, con
acceso a los órganos jurisdiccionales, junto con todos los requisitos del debido proceso),
incluye ciertos “metaderechos de carácter procesal”2: el derecho a la igual protección de la
ley, y el del debido proceso.

En el caso presente, ante la crisis generalizada en que concurre toda la ciudadanía, existe una
traba para realizar los actos jurídicos procesales con la naturalidad con la que se realizarían
en cualquier otra circunstancia. Así que, viéndose entorpecido el proceder de las partes, de
los terceros y los mismos tribunales, fue menester buscar una solución para dar cabida al
proceso en el sentido que éste debería ser contemplado. Es decir, esta ley se creó para
solucionar un problema que remite al carácter inherente del derecho procesal, esto es, a la
naturaleza jurídica del proceso: la tutela jurisdiccional.

1 Sentencia del Tribunal Constitucional de fecha 1 de julio de 2008, rol Nº 946.

2Bordalí Salamanca, Andrés. (2011). ANÁLISIS CRÍTICO DE LA JURISPRUDENCIA DEL


TRIBUNAL CONSTITUCIONAL SOBRE EL DERECHO A LA TUTELA JUDICIAL. Revista chilena
de derecho, 38(2), 311-337
Considerando este asunto en concreto —la tutela de los derechos en el proceso—, y con el
fin de entender cómo se protege a las partes y al mismo tribunal por medio de esta ley, se
analizarán los siguientes aspectos: primero, el concepto mismo de proceso judicial y de
relación procesal; segundo, los conceptos de tutela jurisdiccional. En tercer lugar, se realizará
un análisis de la ley 21.226 respecto a los aspectos señalados anteriormente, para luego
desglosar los puntos más relevantes de la misma ley; esto es, su influencia en los principios
de bilateralidad, apreciación de la prueba e impulso procesal.

2. PROCESO JUDICIAL Y RELACIÓN PROCESAL

El proceso, definido por Figueroa Yávar y Morgado San Martín3, corresponde a “un medio
idóneo para dirimir imparcialmente, por acto de juicio o de autoridad, un conflicto de
relevancia jurídica mediante una resolución que, eventualmente, puede adquirir la autoridad
de cosa juzgada”. Y otra perspectiva relevante para entender este término es la de José
Chiovenda4, quien en la primera mitad del pasado siglo XX marcó sustancialmente el curso
de la doctrina italiana, y luego, la mayor parte del pensamiento jurídico de línea romanística.
Siguiendo —mediante la paráfrasis de su obra— la línea cognitiva que este autor plantea, el
proceso se vincula íntimamente con el concepto de relación procesal, donde se establece una
necesidad de índole social o estatal de amparar el conflicto de una de las partes, mediante la
administración correcta de la justicia, en pos de hacer primar el fin superior del derecho
propiamente tal.

Entonces, cabe preguntarse si es lo mismo “relación procesal” y “proceso”. Couture 5 diría


que no es incorrecto aseverarlo, pero “corresponde advertir que esa relación está formada a
su vez por un conjunto de relaciones. Si por relación jurídica se entiende el vínculo que la
norma de derecho establece entre el sujeto del derecho y el sujeto del deber, debe reconocerse
que, aun dotado de unidad, el proceso es un conjunto de ligámenes del juez con las partes y
de las partes entre sí.” Dicho de otro modo, entre proceso y relación procesal se establece un
nexo en virtud del género y la especie.

La relación jurídica-procesal, entonces, corresponde al “vínculo que la norma de derecho


establece entre el sujeto del derecho y el sujeto del deber” 6 , donde convergen los elementos
más fundamentales de esta rama del derecho: la acción, la jurisdicción y el proceso o
procedimiento.

Y esta relación, que busca el encauzamiento del conflicto jurídico, esto es, la finalidad última
del derecho procesal, dictaminada por la premisa vinculada a la paz social, necesita de
amparo y protección. No podemos proponer un ordenamiento jurídico que busque la paz
social si es que carecemos de un sistema protector, de resguardo, de control y seguridad en
cuanto a la aplicación del derecho. Precisamente es en esta circunstancia donde aplica la

3 F. Yávar, J. A., & Morgado San Martín, É. A.. (2013). Procedimientos civiles e incidentes.
LegalPublishing
4 Chiovenda, J. (1922). Derecho procesal civil. Tomo I. Instituto Editorial Reus. Madrid.
5 Couture, E. (2009) Fundamentos del Derecho Procesal Civil. 4ta Edición
6 Couture, E. (2009) Fundamentos del Derecho Procesal Civil. 4ta Edición
necesidad imperativa de la tutela jurisdiccional, que alberga en sí el pilar fundamental de toda
construcción sistemática de orden jurídico.

3. TUTELA JURISDICCIONAL Y DEBIDO PROCESO

La tutela jurisdiccional se relaciona con el debido proceso ligada en virtud del género y la
especie, siendo ésta el género que abarca lo segundo. Dicho de un modo más bien amplio,
consiste en la función de los órganos de justicia de proteger o resguardar los derechos y
garantías procesales que todo individuo ha de tener.

De este modo, al resguardar estos derechos, se otorga también un deber a los órganos
encargados de impartir justicia, correlativo al derecho del justo funcionamiento en el sistema
judicial. Un ejemplo de esto se ve en el fallo de la Corte Suprema, donde se habla respecto
de las funciones del juez en el proceso, y se afirma que éste, en el transcurso del juicio, “debe
realizar un acto de indagación, que en su correcto desenvolvimiento determine la sustancia
última de las afirmaciones y peticiones de tutela jurisdiccional”7.

Pero la tutela jurisdiccional no está remitida únicamente al actuar de los tribunales de justicia,
sino que también se puede aplicar a las normas que lo regulan. Es decir, si el legislador
dictamina una ley con el fin de garantizar los principios de bilateralidad, de apreciación de la
prueba, impulso procesal, derecho al juez natural, igualdad procesal, etc., se encontrará
también actuando en pos de garantizar el proceso.

Un primer ejemplo de lo anteriormente señalado es la ley 18.971, donde se instituyó “un


mecanismo de tutela jurisdiccional destinado a amparar a los particulares en su derecho a la
libertad económica cuando ella resulte afectada por la actividad del Estado llevada a cabo
con infracción a las regulaciones que sobre la materia se establecen en el artículo 19 N° 21
inciso 2° de la Constitución Política.” 8

Un segundo ejemplo de esto, donde se materializa de manera expresa todo lo anteriormente


expresado, es precisamente el caso que nos atañe para estos efectos: el de la ley 21.226. A
continuación, se analizará en profundidad cómo se estructura la misma en cuanto a los
principios generales del debido proceso y su respectiva protección y resguardo.

4. ANÁLISIS DE LA LEY 21.226 RESPECTO AL RESGUARDO DEL DEBIDO


PROCESO

Aspectos generales

La ley 21.226 se dictó el veinte de abril de 2020, con motivo de la pandemia del COVID-19,
y que generó la necesidad de decretar un estado de excepción constitucional. Ante eso, los
tribunales no podían ejercer sus funciones de manera adecuada, ni las partes manifestar sus

7Fallo 4.416-04 CS, 13 de septiembre 2006. Primera Sala


8Corte Suprema, prevención del Ministro Sr. Llanos y del Abogado Integrante Sr. Pallavicini,
considerando 2º.
intereses mediante los actos jurídicos procesales que correspondían. De esta manera, el
debido proceso se vio entorpecido por un caso fortuito cuya incertidumbre no hacía sino
crecer o aumentar. El proceso, anteriormente definido y caracterizado, se trabó por un hecho
que ya no correspondía a la voluntad de nadie, sino que era algo completamente ajeno a las
potestades que cualquier sujeto pudiera ostentar. La certeza jurídica y la paz social, por tanto,
se vieron truncadas, puesto que las audiencias no podían realizarse con normalidad, los plazos
precluían sin poder presentar los escritos de la forma adecuada, y las partes no podían
comparecer en audiencia de la forma en que era necesario.

Así, esta ley vino a solucionar esa suerte de anarquía jurisdiccional (haciendo alusión a los
procesos que en Chile hemos llamado como tal, donde se ha caracterizado por la presencia
del caos y el desorden institucional). Específicamente, son tres los puntos más relevantes que
esta ley solventa: el principio de bilateralidad, la apreciación de la prueba y el impulso
procesal.

Principio de bilateralidad
Apreciación de la prueba
Impulso procesal

5. CONCLUSIONES

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