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LECTURA N° 2

Asignatura: Teoría de Sistemas

EL GRAN JEFE DE WASHINGTON HACE SABER...


De: “El Pensador Sistémico”. Volumen I. Artículos 1995-2005
José Monzó Marco. Valencia, Agosto 2006

En el año 1854 Franklin Pierce, entonces presidente de los Estados Unidos, propuso comprar las tierras a las tribus
Dwamish y Suquamish. Estas tribus vivían en la ribera oriental del complejo y Gran Fiord de Puged Sound, dentro del
actual estado de Washington (EE.UU.), cuya capital es Seattle, en recuerdo de aquel jefe indio. Eran tribus muy
pequeñas y en 1855, juntamente con otras tribus de la zona, se vieron obligadas a firmar el tratado de Port Elliot, por el
cual se sometían a las restricciones impuestas y se veían obligados a abandonar sus tierras.
Antes de someterse, Seattle, el Jefe de los Dwamish y Suquamish, se dirigió a Franklin Pierce, el gran Jefe de
Washington, para exponer su visión de la cuestión que se le planteaba, la compra de las tierras, tan incomprensible para
ellos. Su discurso, en el cual hace una descripción de su propia concepción de la vida y de su propia manera de vivir, tan
contrapuesta a la de los colonizadores blancos, que con el discurrir del tiempo continua exactamente igual de viva y
vigente, y por desgracia, exactamente igual de poco escuchada y meditada. El gran Jefe de Washington ha mandado
hacernos saber que nos quiere comprar las tierras. El gran Jefe nos ha enviado también palabras de amistad y buena
voluntad. Es amable, porque conocemos la poca falta que le hace nuestra amistad. Queremos considerar el ofrecimiento,
ya que sabemos que, si no lo hacemos, pueden venir los hombres de piel blanca con las armas de fuego a cogernos las
tierras. Que el gran Jefe de Washington confíe en estas palabras con la misma certeza que espera el retorno de las
estaciones. Son inmutables como las estrellas, mis propias palabras.
¿Cómo puede ser comprado o vendido un cielo, o el calor de la tierra? Se nos hace extraña esta idea. No son pues
nuestros la frescura del aire, ni el centelleo del agua. ¿Cómo podrían ser comprados? Lo decidiremos más adelante.
Tendríais que saber que cada pedazo de esta tierra es sagrado para mi pueblo. Cada brillante hoja de pino, cada ribera
arenosa, la bruma en medio de las arboledas, los claros y el zum-zum de los insectos, son sagradas experiencias y
memorias de mi pueblo. La savia que sube por los árboles lleva recuerdos del hombre piel roja. Los muertos del hombre
de piel blanca olvidan su propia tierra cuando comienzan el viaje en medio de las estrellas. Nuestros muertos nunca se
alejan de la tierra, ya que es su madre. Somos un pedazo de la tierra, y a la vez, ella es un pedazo de nosotros. Las
flores perfumadas, el ciervo, el caballo, el águila majestuosa, todos ellos son nuestros hermanos. Las rocas de las
cumbres, los prados húmedos del rocío, el calor corporal del potro, todos somos una misma familia.
Por esto, cuando el gran Jefe de Washington nos hace saber que nos quiere comprar las tierras, es demasiado lo que
nos pide. Dice que nos reservará un sitio en el cual nosotros podremos vivir apaciblemente. Él nos hará de padre y
nosotros seremos sus hijos. Hemos de pensar su ofrecimiento. No se nos presenta nada fácil, pues las tierras son
sagradas. El agua chispeante que corre por los ríos y riachuelos no es sólo agua, sino también la sangre de nuestros
antepasados. Si os vendiésemos estas tierras tendríais que recordar que son sagradas y deberíais enseñar a vuestros
hijos que los reflejos misteriosos de las aguas claras narran los acontecimientos de la vida de mi propio pueblo. El
murmullo del agua es la voz de mi padre y de mi madre. Los ríos son hermanos nuestros, porque nos liberan de la sed.
Los ríos arrastran nuestras canoas y alimentan a nuestros hijos.
Pero sabemos que el hombre de piel blanca no puede entender nuestra manera de ser. Le da lo mismo un pedazo de
tierra como otro, porque es como un extraño que llega de noche a sacar de la tierra todo aquello que necesita. Para él la
tierra no es su hermana, sino una enemiga. Cuando ya la ha hecho suya, la menosprecia y continúa caminando. Deja
detrás de si las sepulturas de sus padres y parece que le duela. No le duele desposeer la tierra de sus hijos. Olvida la
tumba de sus padres y los derechos de sus hijos. Trata a la madre tierra y al hermano cielo como si fueran objetos que
se compran y se venden, como si fueran corderos o collares. Su inmensa hambre devorara la tierra, y detrás de si no
más que dejará un desierto.
No lo podemos entender. Nosotros somos de otra manera. Las ciudades vuestras llenan de tristeza nuestros ojos. Puede
ser es así porque el hombre de piel roja es salvaje y no puede entender las cosas. No hay ningún sitio tranquilo en las
ciudades del hombre de piel blanca, ningún sitio donde se pueda escuchar en primavera como se abren las hojas de los
árboles o el murmullo de las alas de los insectos. Puede ser que me lo parezca porque soy salvaje y no comprendo bien
las cosas. El ruido de la ciudad nos hiere en los oídos. ¿Y en el fondo, que clase de vida tiene el hombre si no puede
escuchar el grito solitario del halcón o las discusiones nocturnas de las ranas a la orilla de la balsa? Soy hombre de piel

UPLA Ing. Fidel CASTRO CAYLLAHUA


LECTURA N° 2
Asignatura: Teoría de Sistemas

roja y no lo puedo comprender. A los indios nos agrada el suave murmullo del viento sobre la superficie del lago, y el
aroma de este aire purificado por la lluvia del medio día o perfumado por el olor de la pinada.
El aire tiene un valor inestimable para el hombre de piel roja, ya que todos los seres comparten un mismo aliento. El
animal, el árbol, el hombre, todos respiramos el mismo aire. Pero el hombre de piel blanca no se da cuenta del aire que
respira. Como si fuese un hombre que hace días que agoniza, no es sensible a los olores. He visto búfalos a millares
pudriéndose abandonados en las praderas. Desde el caballo de fuego sin pararse, el hombre de piel blanca les
disparaba. Soy salvaje, y no entiendo porque el caballo de fuego vale más que el búfalo, al cual nosotros solo matamos
con tal de sobrevivir. ¿Qué sería de los hombres sin los animales? Si todos los animales desaparecieran, el hombre
también moriría con gran soledad de espíritu. Porque todo aquello que pasa a los animales bien pronto le sucede
también al hombre. Todas las cosas están enlazadas. Hace falta que enseñéis a vuestros hijos que la tierra que pisan es
la senda de los abuelos. Respetarán la tierra si les decís que está toda llena de la vida de los antepasados. Hace falta
que vuestros hijos sepan, igual que los nuestros, que la tierra es la madre de todos nosotros. Que todas las agresiones
que padece la tierra inevitablemente las han de padecer sus propios hijos. Cuando los hombres escupen a la tierra, se
están escupiendo ellos mismos.
Sabemos una cosa: la tierra no pertenece al hombre, es el hombre quien pertenece a la tierra. El hombre no ha tejido la
red de la vida, no es más que un hilo. Está tentando la mala suerte si logra romper la red. El dolor de la tierra se
convierte, por fuerza, en dolor para sus propios hijos. Estamos bien seguros. Todo está enlazado como la sangre de una
misma familia. No tiene importancia donde pasemos el resto de nuestros días, somos pocos. Algunas lunas, algunos
inviernos, y ninguno de los hijos de las grandes tribus que vivían sobre la tierra saldrán para lamentarse de una gente
que tuvo esperanza. A los hombres de piel blanca les puede pasar lo mismo y puede que pronto. Ni tan sólo el hombre
de piel blanca, que habla y pasea con su propio Dios amistosamente, puede rehuir el destino común. Puede ser, que sea
verdad, que somos hermanos, ya lo veremos. Sabemos una cosa, que puede que vosotros descubráis algún día, que
nuestro Dios es el mismo que el vuestro. Puede ser que penséis que tenéis poder por encima de Él y a la vez queréis
tener poder sobre todas las tierras. Pero eso no es posible. El Dios de todos los hombres se compadece igualmente de
los de piel blanca y de los de piel roja. Esta tierra es muy apreciada por su creador y maltratarla sería una grave ofensa.
Los hombres de piel blanca también sucumbirán, y puede ser antes que el resto de las tribus. Si continuáis ensuciando
vuestro lecho, una noche os ahogaréis en vuestro propio desierto. Pero veréis la luz cuando llegue la última hora, y
comprenderéis que Dios os condujo a estas tierras y os permitió su dominio con algún propósito especial. Este destino
es de verdad un misterio. No podemos comprender que pasará cuando los búfalos sean exterminados, los caballos
salvajes amansados, los rincones secretos de los bosques saturados por el aliento de tantos hombres, y cuando por
encima de los verdes cerros tropiece por todas partes nuestra mirada con las telarañas de los hilos de hierro que llevan
nuestra voz.
¿Dónde estará la espesa arboleda? Habrá desaparecido. ¿Dónde estará el águila? Habrá desaparecido. Se acabará la
vida y comenzará la supervivencia. La esencia de la vida se habrá extinguido. Nosotros podríamos comprender algo, si
supiésemos que es lo que el hombre de piel blanca anhela. ¿Qué piensa explicar a sus hijos en las largas noches de
invierno? ¿Qué visiones arden dentro de sus pensamientos? ¿Qué futuro desea? Pero nosotros somos salvajes. No
podemos saber los sueños del hombre de piel blanca, y por eso hemos de seguir nuestro propio camino.
Cuando el hombre de piel roja se desvanezca de la tierra y su memoria sea nada más que la sombra de una nube que
atraviesa las praderas, estas riberas y estos prados aún estarán impregnados del espíritu de amor a la tierra de mi gente,
de la misma manera que un niño recién nacido estima los latidos del corazón de su madre. Si vuestro Dios es el mismo
que el nuestro. Y ni el hombre de piel blanca puede rehuir el destino común.
RESPONDA A LAS SIGUIENTES PREGUNTAS:
1. ¿Cree que en el mundo todos los seres vivos estamos relacionamos a través de vínculos biológicos naturales, dependemos unos de otros?,
explique brevemente.
2. ¿Qué relación guarda la lectura con los temas tratados en clase?
3. ¿Según la lectura que alternativas tenemos para evitar los problemas que se presenta en ella?
4. ¿Es importante tomar en cuenta el entorno que nos rodea para un desarrollo sustentable?
5. ¿La lectura guarda relación con la carrera profesional que Ud., estudia? ¿Porque?
6. ¿Cuál(es) crees que es (son) la(s) causa(s) de del presente problema?
7. Tiene alguna relación de algún problema que se presenta en nuestro país en la actualidad, explique. De ejemplos.
8. Elabore un análisis crítico y plantee una posible solución.

UPLA Ing. Fidel CASTRO CAYLLAHUA

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