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Cancer y factores ambientales

Existen variados factores en el medio ambiente capaces de provocar o de facilitar


la carcinogénesis (desarrollo del cáncer). Algunos de ellos existen naturalmente en el ambiente,
tales como algunas radiaciones, microrganismos, sustancias químicas naturales producidas por
organismos vivos, minerales como el asbesto, radioactividad natural. Otros han sido producidos o
incrementados directa o indirectamente por el impacto de las actividades del hombre sobreel
ambiente; como los subproductos de la combustión del petróleo, sustancias químicas artificiales,
aditivos o pesticidas residuales en las comidas, algunas drogas y medicamentos, modificaciones
atmosféricas, etc.

En este aspecto, los factores ambientales pueden ser divididos en diversas categorías:

• Agentes infecciosos: virus o bacterias que provocan el cáncer. Los más comunes son virus
tales como virus papiloma (relacionado con el cáncer de cuello de útero), los virus de la
hepatitis B y C (relacionados con los hepatomas) y en menor medida el virus Epstein Barr,
agente etiológico de la mononucleosis. La única bacteria a la que se le ha encontrado
hasta ahora una relación con el cáncer es el Heliobacter pylori, que puede dar origen a
cáncer gástrico en parte por causar úlceras gástricas.

• Radiaciones: Todas las radiaciones ionizantes de intensidad suficiente son capaces de


causar daños en el material genético, lo que a su vez puede desencadenar un cáncer con
el tiempo. Así se han asociado aumentos en la incidencia de cánceres en personas
expuestas a radioactividad, tanto provocada por el hombre, como las víctimas de los
bombardeos de Hiroshima y Nagasaki, como las de Chernobyl, como las radiaciones
provenientes del gas radón (que se acumula en las casas poco ventiladas de aquellas
partes del mundo donde este gas abunda en el suelo), como radiación electromagnética
proveniente de líneas de alta tensión o de electrodomésticos. Sin embargo, a excepción de
los casos de cáncer de tiroides provocados por absorción de I 131 (Iodo 131) emitido luego
de accidentes o bombardeos nucleares, todos estos factores tienen un peso muy bajo en la
incidencia general de cáncer.
La mayoría de los casos de cáncer provocados por las radiaciones son causados por la
exposición excesiva a los rayos ultravioletas tipo B del sol, causantes en su mayor parte de
melanoma y responsables quizás de hasta un 2% de las muertes por cáncer.
Muchos investigadores creen que la frecuencia de quemaduras solares durante durante la
niñez es más importante para la generación de melanomas en la vida adulta que la
exposición acumulativa a la luz solar. Así las personas que se broncean sin quemarse
tienen un riesgo mucho menor.

• Minerales y compuestos químicos: Algunos minerales tales como el asbesto, han sido
relacionados con el cáncer de pulmón. Otras sustancias químicas como las emisiones de
la combustión del petróleo y sus derivados, los pesticidas arsenicales y no arsenicales, las
pinturas,el hollín, los aceites minerales, etc. han sido asociados al cáncer de pulmón y de
piel. Medicamentos como todas las sustancias con actividad estrogénica (entre ellas
ciertos anticonceptivos orales) y compuestos capaces de convertirse en estrógenos en el
organismo, como algunos pesticidas (DDT) y en general hidrocarburos clorados han sido
relacionados en mayor o menor medida con el riesgo de cáncer en el tracto genital
femenino y en mama. Sin embargo la evidencia no indica una participación importante de
estos productos en la incidencia generalde cáncer y la formulación de los medicamentos
que contienen estrógenos se ha modificado de manera tal que los riesgos de contraer
cáncer por un tratamiento prolongado con los mismos, ha disminuído también.
Es interesante el caso de los anticonceptivos orales (y otros tratamientos con
combinaciones de estrógenos y progestágenos), que pueden aumentar ligeramente el
riesgo de cáncer de mama y de hígado, pero por otro lado reducen el riesgo de cáncer de
ovario y endometrio, y posiblemente cáncer de colon y recto.
• ¿QUÉ SABEMOS SOBRE EL ORIGEN AMBIENTAL DEL CÁNCER?
• A LO largo de más de doscientos años se han ido acumulando
múltiples y variadas observaciones que han hecho creer que la
mayoría de los cánceres en el ser humano tienen un origen
ambiental. Algunas de ellas serán descritas brevemente pues
ilustran bien los caminos que llevaron al descubrimiento de la
relación entre el cáncer y el ambiente.
• Sabemos que el cáncer puede ser ocasionado por agentes físicos,
químicos y biológicos; algunos de ellos han acompañado al ser
humano desde que apareció en el planeta, como la luz ultravioleta
del sol o las radiaciones ionizantes naturales. Otros han sido
generados por nuestras propias actividades domésticas, tal y como
sucede con los hidrocarburos policíclicos liberados al calentarnos o
cocinar con fuego de leña o carbón. Entre tanto, algunos vegetales
que son nuestra fuente de sustento nos exponen a plaguicidas
naturales cancerígenos (por ejemplo estragol y safrol) o bien a otros
compuestos inductores de cáncer (como las aflatoxinas) que
producen mohos que los contaminan. Sumado a lo anterior, los
seres humanos nos exponemos hoy en día a un sinnúmero de
productos industriales sintéticos que se han venido a añadir a los de
origen natural y que consumimos en forma de aditivos de alimentos,
cosméticos, medicamentos, productos de limpieza, plaguicidas y
fertilizantes y que además contaminan el ambiente.
• Lo anterior nos hace ver que en nuestra vida cotidiana podemos
enfrentarnos a factores potencialmente cancerígenos dentro o fuera
de los lugares donde desarrollamos nuestras actividades, en la
ciudad o en el campo, por motivos laborales, médicos, accidentales
o como resultado de nuestros hábitos.

Desde el inicio de la vida en nuestro planeta los


seres vivos se han expuesto a agentes
ambientales físicos, químicos y biológicos
potencialmente cancerígenos a los que se suman
hoy en día algunos productos industriales
sintéticos capaces de generar cáncer.

• ¿CÓMO SE HAN DESCUBIERTO LOS AGENTES CANCERÍGENOS


AMBIENTALES?
• Tal como se mencionó en la introducción, la agudeza de un médico
permitió que mediante una observación clínica se llegara a la
conclusión, por primera vez, de que una forma rara de tumor podía
deberse a la exposición a un contaminante químico presente en el
lugar de trabajo. Esa observación será referida a continuación, pues
está llena de enseñanzas. Otras observaciones clínicas similares han
aportado nuevas pruebas, sobre todo en relación con otros
contaminantes del ambiente laboral y con medicamentos de uso
prolongado.
• Con el desarrollo del método epidemiológico, el conocimiento de los
factores ambientales de riesgo en el cáncer ha tenido un fuerte
impulso. La mayoría de las investigaciones epidemiológicas se ha
enfocado al estudio de poblaciones expuestas a un mismo agente
para determinar si la frecuencia de cáncer en ellas es diferente a la
de poblaciones no expuestas o expuestas en menor grado a éste
(estudio tranversal). En otros estudios se ha partido de la
observación de individuos afectados por un tipo de cáncer en
particular y se ha buscado demostrar la exposición a un factor
ambiental específico (estudio de casos y controles). Más rara vez, se
ha hecho el seguimiento de una población expuesta a un agente
cancerígeno potencial para determinar la aparición de casos de
cáncer (estudio prospectivo). Los tres estudios mencionados son de
carácter epidemiológico.
• Aunque los estudios epidemiológicos constituyen la contribución más
efectiva para establecer el riesgo de cáncer en poblaciones
expuestas a cancerigenos ambientales, tienen limitaciones que
dificultan su empleo como mecanismos para descubrir nuevos
carcinógenos entre la multitud de agentes a los que podemos vernos
expuestos. Entre las dificultades que enfrentan para establecer una
relación causa-efecto entre la exposición a un agente ambiental y el
desarrollo de un cáncer pueden citarse: a) el tiempo prolongado de
latencia que separa la exposición a un carcinógeno y la
manifestación clínica del cáncer; b) la participación de múltiples
factores en el desarrollo de la enfermedad, y c) la imposibilidad de
determinar con precisión la magnitud de una exposición ocurrida
años antes de que se descubriera el padecimiento. Dichos estudios
son, además, costosos y tardados.
• Ante la necesidad de establecer medidas de control para proteger la
salud de la población de los efectos adversos de factores
ambientales, se ha recurrido a modelos experimentales para obtener
más rápido información de su capacidad para provocar cáncer. Para
ello se emplean animales de laboratorio, por lo general roedores, a
los que se expone en forma controlada y durante toda su vida, a
diferentes concentraciones de un agente del que se sospecha que
puede producir cáncer. Sin embargo, también estos modelos
experimentales tienen sus limitaciones y la información que proveen
debe ser interpretada con cautela; entre los argumentos más
importantes para ello están: a) las diferencias de susceptibilidad a
los carcinógenos en los distintos seres vivos, y b) que no se sabe
con certeza si los agentes cancerígenos descubiertos al exponer a
los animales a altas concentraciones de ellos serán igualmente
efectivos a las dosis bajas a las que generalmente se exponen los
seres humanos.
La identificación de agentes cancerígenos ha
sido posible a través de observaciones clínicas,
estudios epidemiológicos y bioensayos animales
a los cuales se han sumado estudios en cultivos
celulares y en diversos sistemas de prueba.

• ¿TODOS LOS CARCINÓGENOS AMBIENTALES SON IGUALMENTE


RIESGOSOS?
• Partiendo del análisis de los resultados de estudios epidemiológicos
realizados en Estados Unidos antes de 1980 para identificar los
factores que participan en el desarrollo de cáncer, se llegó a la
conclusión de que más del 80% de las muertes por cáncer en ese
país podían ser atribuidas a factores ambientales (Tabla 6).

TABLA 6. Proporción de muertes por cáncer atribuidas


a factores ambientales en Estados Unidos

Porcentaje de todas las


Factor involucrado
muertes por cáncer

Tabaco 30
Alcohol 3
Alimentación 35
Aditivos de alimentos 1
Comportamiento sexual y
7
reproductivo
Ocupación 4
Contaminación 2
Productos industriales 1
Medicamentos y terapias 1
Factores geofísicos 3
Infecciones ¿10?
Desconocido ¿?

• Si se observan detenidamente los factores listados en la tabla 6,


salta a la vista que algunos contribuyen más que otros a la
mortalidad por cáncer en la población general de los Estados Unidos,
entre los que destacan el tabaco y el tipo de alimentación. Esto
indica que una forma de definir el riesgo de un agente cancerígeno
es conociendo la proporción de casos de cáncer atribuibles a la
exposición al cancerígeno. Como se verá más adelante, importantes
factores para determinar el riesgo de los cancerígenos ambientales
son la magnitud de la exposición y la duración de la misma; el
consumo de tabaco es el mejor ejemplo de ello, ya que la cantidad
de cigarros que se fumen y la edad en la que se inicia el hábito son
dos elementos decisivos para el desarrollo del cáncer en los
fumadores.
• Los estudios experimentales realizados en animales de laboratorio
muestran también que los agentes capaces de generar cáncer
pueden variar hasta 10 millones de veces en su potencia, lo que
significa que las concentraciones a las que producen cáncer pueden
ser extraordinariamente diferentes. Esto resalta todavía más la idea
de que no basta con exponerse a un cancerígeno para desarrollar
cáncer, sino que tienen que darse las condiciones de exposición
suficientes para que se esté en riesgo de padecer la enfermedad.
Ahora se sabe también que existe toda una variedad de factores
moduladores que pueden incrementar o reducir el riesgo de
exposición a agentes cancerígenos, de los cuales se hablará más
adelante.

No basta con exponerse a un agente cancerígeno


para desarrollar cáncer, pues ésta es una
enfermedad en la que intervienen múltiples
factores.

• RIESGOS DE CÁNCER EN EL AMBIENTE OCUPACIONAL


• La historia de los deshollinadores
• Ciertos lugares de trabajo o actividades laborales pueden presentar
peligros para la salud de los trabajadores, entre los que destaca el
padecimiento del cáncer por exposición a agentes físicos o químicos
que contaminan el ambiente ocupacional. Esto fue descubierto por
un médico inglés, Percival Pott, al observar y notificar en 1775 que
algunos limpiadores de chimeneas que asistían a su consultorio
presentaban cáncer en las bolsas escrotales (las que contienen los
testículos), una forma rara de cáncer en Inglaterra. Pott atribuyó el
desarrollo de los tumores al acumulamiento de hollín en los plieges
de la piel del escroto, por la falta de aseo de los limpiadores de
chimeneas, lo cual llevó a considerar que el baño y el cambio de
ropa frecuentes podrían evitar la enfermedad. Eso dejó planteados
dos principios básicos: a) la inducción de cáncer por exposición a un
agente cancerígeno (el hollín) y b) su posible prevención al reducir
la exposición.
• Tanto Pott como su nieto, Henry Earle, hicieron otras observaciones,
de las cuales derivaron conceptos centrales acerca del cáncer.
Constataron por ejemplo que la profesión de deshollinador se
iniciaba en Inglaterra desde la infancia, lo que les hizo suponer la
existencia de un período de latencia entre el inicio de la exposición y
la detección clínica del tumor. Asimismo, se dieron cuenta de que no
todos los limpiadores de chimeneas desarrollaban cáncer, lo cual
sugería entonces que no todos los individuos son igualmente
susceptibles a los agentes cancerígenos.
• Confirmación de las observaciones de Percival Pott
• A finales del siglo XIX, en plena revolución industrial, Volkman, Bell
y Butlin informaron de otros casos de cáncer escrotal en
trabajadores expuestos a alquitranes, parafinas y aceites de ballena,
hecho que corroboró la capacidad de inducir cáncer de los
compuestos químicos relacionados con el hollín (mezcla de
alquitranes e hidrocarburos policíclicos).
• Por su parte, dos investigadores japoneses, Yamigawa e Inchikawa,
publicaron un trabajo en 1915 en el que refirieron haber inducido
cáncer en la piel de la oreja de conejos al aplicarles alquitrán.
Resultados semejantes se obtuvieron al pintar la piel de otros
animales con hollín, alquitrán de carbón, aceite de antraceno y
derivados de la creosota. Pero no fue sino hasta 1930, más de
ciento cincuenta años después del descubrimento de P. Pott, que se
identificó en el alquitrán la presencia de benzo (a) pireno, un
potente inductor de cáncer, que también emiten los vehículos de
combustión y el humo del tabaco o de leña y carbón.

A partir de las observaciones en torno


al cáncer del escroto en
deshollinadores se descubrió que:

—El cáncer puede tener un origen


ambiental

—Existe un periodo de latencia entre


el inicio de la exposición a un agente
cancerígeno y la detección del cáncer.

—Unos individuos presentan mayor


susceptibilidad y riesgo de desarrollar
cáncer que otros.

—La prevención o reducción de la


exposición a los agentes cancerígenos
puede evitar o disminuir el riesgo de
cáncer. Individuos expuestos a un
mismo tipo de cancerígeno presentan
una misma forma de cáncer.

—El hollín contiene benzo (a) pireno,


un poderoso cancerígeno.

• COMPUESTOS QUÍMICOS Y PROCESOS INDUSTRIALES


RELACIONADOS CON EL CÁNCER
• Diferentes agencias nacionales e internacionales han establecido un
registro de todos los estudios epidemiológicos o experimentales que
han sido publicados con relación a los agentes cancerígenos. Dichos
estudios son evaluados críticamente por comités de expertos para
identificar su validez y confiabilidad y, con base en los datos
proporcionados, se han establecido clasificaciones que los agrupan
en tres categorías de acuerdo con la naturaleza de las pruebas
aportadas:

1 ) Suficientes, es decir, que exista una asociación causal entre exposición


al agente y el cáncer en el humano.
2) Limitadas, o sea que indiquen un posible efecto carcinogénico en seres
humanos, aunque los datos no sean suficientes para demostrar una relación
causal. >
3) Moderadas, o sea que los datos son cualitativa o cuantitativamente
insuficientes para concluir sobre la carcinogenicidad del agente para el ser
humano.

TABLA 7. Clasificación de grado probado de


carcinogenicidad para humanos de productos
químicos o procesos industriales
• En la tabla 7 se presenta una lista elaborada por la Agencia
Internacional del Cáncer, dependiente de la Organización Mundial de
la Salud, que contiene los compuestos químicos o procesos
industriales que han sido asociados con el cáncer. El grupo 1
corresponde a las pruebas suficientes de carcinogenicidad para el
humano, el 2 a la categoría de carcinógenos probables para el
humano y la fuerza de las pruebas se dividió en alta (letra A) o baja
(letra B); en esta categoría están incluidos los agentes identificados
en estudios experimentales llevados a cabo en animales. En tanto, el
grupo 3 reúne sustancias o procesos que no pueden ser clasificados
en cuanto a su carcinogenicidad para humanos.
• LECCIONES DE LOS ESTUDIOS DE CÁNCER OCUPACIONAL
• El que produjeran tumores poco frecuentes en el resto de la
población facilitó en parte el descubrimiento de los agentes
identificados como cancerígenos en el ambiente laboral. Tal es el
caso, por ejemplo, de los tumores escrotales en los deshollinadores,
del mesotelioma pleural en los trabajadores expuestos al asbesto, o
del agiosarcoma hepático en los que se expusieron a cloruro de
vinilo. Los estudios de cancerígenos en el ambiente laboral han
puesto en claro también el peligro de la exposición continua durante
varios años a los agentes cancerígenos y de la elevada concetración
que alcanzan éstos en el ambiente de trabajo.
• Muchas de las sustancias cancerígenas producen el padecimiento en
el sitio por el que ingresan al organismo como en el caso del níquel
que provoca tumores en los senos nasales, o el del arsénico, el
asbesto o el cromo, que inducen cáncer de pulmón al ser inhalados.
Otras sustancias, a pesar de que penetran por el aparato
respiratorio, causan cáncer en otros tejidos, como sucede con el
benceno, que genera leucemias; el cadmio, que puede llegar a los
órganos genitales y producir cáncer de próstata, o la 2-naftilamina,
que induce cáncer en la vejiga.
• Se ha observado que el consumo de tabaco por los trabajadores
incrementa el riesgo de desarrollar cáncer por exposición a otros
agentes presentes en las áreas de trabajo. Se ha visto, en
particular, que los trabajadores expuestos al asbesto que también
fuman, enfrentan un riesgo de cáncer que es 92 veces mayor que el
de individuos que no fuman ni se exponen al asbesto. Cabe señalar
que el asbesto es uno de los factores de riesgo de cáncer
ocupacional más importantes, si se considera que 2% de las
muertes por cáncer en Estados Unidos por ejemplo, se atribuye a
este agente.
• El conocimiento de los factores de riesgo de cáncer en el ambiente
ocupacional ha hecho que se propongan recomendaciones para
evitar esta enfermedad como resultado de las actividades laborales.
Entre esas recomendaciones están los ordenamientos jurídicos y
normas técnicas que prohiben o fijan los límites máximos
permisibles sobre carcinógenos en los lugares de trabajo, las
modificaciones de los procesos de producción y la introducción de
equipos anticontaminantes, así como la vigilancia de los
trabajadores para evitar exposiciones indeseables y detectar el
desarrollo temprano de lesiones que adviertan el peligro de cáncer.

La introducción de medidas de control de la


exposición a cancerígenos en el ambiente
ocupacional ha contribuido a reducir el riesgo de
cáncer en los trabajadores.

• CONTRIBUCIÓN DE LA CONTAMINACIÓN DEL AIRE AL DESARROLLO


DE CÁNCER
• Diversas razones sustentan la preocupación acerca de los riesgos de
cáncer que pudieran estar asociados a la contaminación del aire,
entre las cuales destaca el saber que una persona inhala
diariamente alrededor de 20 000 litros de aire y el hecho de que
podemos seleccionar lo que bebemos o comemos, nuestras
actividades laborales, pero no es fácil elegir el aire que respiramos.
• Gran parte de esta preocupación está centrada en la contaminación
del aire en las zonas altamente pobladas, industrializadas y con gran
tráfico vehicular. Sin embargo, los estudios epidemiológicos que
comparan la incidencia de cáncer pulmonar (número de casos
nuevos) en poblaciones de áreas urbanas altamente contaminadas y
en poblaciones rurales no han permitido distinguir con claridad el
papel de la contaminación en ese tipo de cáncer. En gran medida
esto se debe a la influencia tan grande que tiene el consumo de
tabaco en esta forma de cáncer y al hecho de que, por lo general,
los individuos fuman más cigarros en las ciudades que en las áreas
rurales. Así, aunque hubiera dos veces más frecuencia en la
incidencia de cáncer pulmonar en las ciudades que en el campo, la
relación causa-efecto no se vería clara pues hay casi cuarenta veces
más frecuencia de cáncer en los fumadores. Más aún, se ha
informado que se requiere inhalar el aire contaminado de la ciudad
de Los Ángeles (Estados Unidos) durante un año para exponerse a la
cantidad de material quemado que inhala el fumador que consume
dos paquetes de cigarros al día.
• En la tabla 6 sólo se atribuye el 2% de las muertes por cáncer en
Estados Unidos a la contaminación ambiental, por lo que se le
considera un riesgo menor del que corre un fumador, que, como ya
se ha visto, es sumamente alto. Lo anterior no excluye que la
contaminación del aire no sea un riesgo de cáncer, sobre todo si se
identifica la presencia de carcinógenos conocidos en el ambiente y si
se tiene en cuenta que estamos expuestos a ella a todo lo largo de
nuestra vida.
• Se sabe, sin embargo, que la mayoría de los individuos pasan la
mayor parte de su vida intramuros, por lo que puede ser más
importante para ellos la exposición a los contaminantes que se
hallan dentro de las habitaciones. Nuevamente, en este caso, salta a
la vista la importancia del tabaco como uno de los principales
contaminantes de muchos ambientes intramuros y que pueden
hacer de ellos lugares más peligrosos que las calles con gran tráfico
vehicular. Existen otros contaminantes que pueden encontrarse
dentro de las habitaciones como el formaldehído y el benceno, que
se desprenden de muebles y paredes recubiertos con materiales que
los contienen, o los solventes liberados por la ropa lavada en
tintorerías. En Estados Unidos se ha identificado como un
contaminante de importancia al radón, un gas radiactivo que queda
atrapado dentro de las construcciones, cuyos suelos o ladrillos lo
contienen. A la exposición a este gas se le atribuye cerca del 10%
de las muertes por cáncer en ese país.

Pasamos gran parte de nuestras vidas dentro de


habitaciones en las que la contaminación del aire
puede ser mayor a la del exterior y el humo del
tabaco es uno de los principales contaminantes.

• EL PELIGRO DE LAS RADIACIONES


• Entre los primeros agentes reconocidos como cancerígenos para el
humano están las radiaciones ultravioletas y las ionizantes. Desde
las épocas más remotas los seres humanos se han expuesto a la luz
ultravioleta del sol y han sufrido como consecuencia carcinomas
escamosos y melanomas en la piel, así como cáncer en los labios. En
la actualidad, los melanomas parecen ir en aumento en los
individuos de raza blanca, posiblemente como consecuencia de los
cambios en la moda, que han promovido la exposición de la piel a la
luz solar. No se descarta, sin embargo que la luz ultravioleta pueda
producir cambios en sitios distantes a los irradiados, tal vez por
estimulación hormonal o por abatimiento de las defensas
inmunitarias, con la consecuente formación de tumores en lugares
no expuestos al sol. Se teme, inclusive, que el deterioro de la capa
de ozono en los polos, tenga como consecuencia un incremento en
este tipo de cánceres asociados con la radiación del sol.
• Se calcula que la luz ultravioleta es la responsable del 90% de los
cánceres en los labios, del 50% de los melanomas y del 80% de los
demás cánceres de la piel; además se piensa que la luz solar podría
ser la causa del 1 al 2% de todas las muertes por cáncer.
• Las radiaciones ionizantes emitidas por sustancias radioactivas, se
han asociado al desarrollo del cáncer desde los trabajos pioneros
realizados con estos materiales tras descubrirse sus aplicaciones en
diversos campos y en particular en el área médica. Así, los
radiólogos junto con los trabajadores de las minas que extraen
materiales radioactivos, fueron los primeros en sufrir sus efectos. De
estas observaciones derivó una serie de medidas para proteger de
los efectos adversos de la radiación a los seres humanos expuestos
a ella por razones médicas o laborales.
• Por mucho tiempo se creyó que cualquier tipo de radiación ionizante
producía cáncer con la condición de que la exposición fuera
suficientemente intensa para ocasionar daño evidente al tejido
irradiado. Actualmente esto se ha puesto en duda y ya se realizan
grandes esfuerzos para determinar los riesgos de cáncer por la
exposición a dosis bajas de irradiación. Según los cálculos
realizados, la proporción de muertes por cáncer que pueden ser
atribuidas cada año a este tipo de radiaciones (además de las
provenientes de fuentes naturales) equivale al 1.4%.

La exposición prolongada a la luz solar intensa


puede provocar cáncer en la piel, por lo que debe
evitarse.

• CARCINÓGENOS LIGADOS AL ESTILO DE VIDA


• Fumar no siempre es un placer
• Ningún otro producto de consumo o contaminante ambiental ha sido
tan ampliamente estudiado para determinar sus efectos en la salud
como el tabaco. Existe tal número de investigaciones independientes
realizadas en diferentes países y son tan semejantes los resultados
obtenidos en ellas que cualquiera puede servir para ilustrar los
daños que ocasiona el tabaco en los fumadores.
• Se ha señalado que entre 20 y 30% de los casos de cáncer en
Estados Unidos pueden deberse al consumo de tabaco y en 1978,
102 000 de las 390 000 defunciones por cáncer fueron atribuidas al
tabaquismo. Se ha descubierto también que en los fumadores de
edad media el cáncer de pulmón se presenta 10 veces más
frecuentemente que en los no fumadores. El hábito de fumar se ha
asociado no sólo con el cáncer pulmonar, sino con el de labios,
lengua, boca, laringe, faringe, esófago y vejiga. Más aún, el
tabaquismo se relaciona con enfermedades del corazón entre las
que se encuentran afecciones de las coronarias, infartos y
aneurismas de la aorta. Asimismo, causa o agrava padecimientos
respiratorios como la bronquitis y el enfisema que resulta del
desarrollo de fibrosis pulmonar.
• Los riesgos de sufrir las enfermedades mencionadas varían de
acuerdo con la forma en que se consume el tabaco (pipa, puro o
cigarro), con la cantidad de humo que se inhale, el número de
cigarros que se fumen diariamente, la edad en que se haya
empezado a fumar y el tipo de tabaco, por no citar más que algunos
factores.
• En estudios con entrevistas periódicas durante varios años a
fumadores y no fumadores, se ha encontrado que la mortalidad por
cáncer de pulmón es mayor en los individuos que fuman pipa y puro
que en los no fumadores, y aun mucho más elevada en los que
consumen cigarros. Se ha visto también, que los fumadores de pipa
y puro por lo general inhalan menos humo que los que fuman
cigarros, y que quienes empezaron a fumar desde temprana edad
tienden a inhalar más profundamente el humo a edades avanzadas.
Por otro lado, la frecuencia con la que se presentan tumores
malignos en los labios, lengua, boca y esófago en los fumadores de
pipa y puro, suele ser igual o mayor a la observada en quienes
acostumbran fumar cigarros.
• Si se toma en cuenta la edad en que se inició el hábito de fumar en
individuos que entre los 55 y 64 años de edad han fumado el mismo
número de cigarros, se constata que mueren más (de todo tipo de
muertes) quienes empezaron a fumar más jóvenes. Por ejemplo hay
más mortalidad entre quienes comenzaron a consumir cigarros
alrededor de los 15 años de edad, que entre los que lo hicieron
después de los 25. El número de muertes se incrementa además en
la medida en que aumenta el número de cigarros que fuman al día,
en todos los grupos de edad.
• Otro hecho importante es que los individuos que conviven con
fumadores e inhalan el humo que contamina el aire de las
habitaciones (fumadores pasivos), también tienen un riesgo elevado
de contraer cáncer.

Es indispensable que niños y jóvenes eviten


fumar en vista del alto riesgo de cáncer asociado
al inicio del hábito desde temprana edad.

• LA LUCHA CONTRA LOS RIESGOS DEL TABACO


• Investigaciones realizadas desde antes de 1960 indican que el
material condensado del humo de tabaco, el llamado alquitrán, tiene
la capacidad de inducir tumores malignos en animales de
experimentación y señalan que la nicotina contenida en el tabaco
provoca alteraciones en el corazón y sistema circulatorio. Ello llevó a
promover la reducción de los alquitranes y nicotina en los cigarros,
al igual que la introducción de filtros como medidas para disminuir
los efectos del tabaco en la salud. Estudios realizados en fumadores,
tras la introducción de estas modificaciones en los cigarros,
mostraron al cabo de varios años la disminución del riesgo de cáncer
pulmonar; sin embargo, el menor contenido de alquitrán y nicotina
no fue suficiente para hacer del tabaco un producto seguro e inocuo
(el tabaco contiene más de 3 000 sustancias, que incluyen
iniciadores y promotores del cáncer).
• Al hacerse públicos los hallazgos anteriores y conocerse los riesgos
del tabaco, se constató que muchos fumadores dejaron de fumar en
forma definitiva y en ello se constató también la reducción de la
frecuencia de cáncer. Sin embargo, las ventas de tabaco no han
disminuido tanto como era de esperarse, además de que ha
aumentado el número de mujeres fumadoras, y de que, en
consecuencia, se ha incrementado la incidencia de cáncer pulmonar
en ellas.
• En la actualidad se están llevando a cabo gran número de
investigaciones orientadas a identificar los agentes cancerígenos
presentes en el tabaco y a estudiar sus mecanismos de acción, a la
vez que se tratan de detectar sustancias quimioprotectoras que
antagonicen los efectos adversos de los componentes del tabaco.
Entre estas últimas se encuentra el beta-caroteno extraído de
zanahorias y vegetales de color naranja o amarillo, que protegen
contra los efectos de las sustancias oxidantes.
• Debe quedar claro que no se requiere esperar los resultados de esas
investigaciones para tomar medidas que eviten la ocurrencia de más
casos de cáncer por exposición al tabaco, y que dichas medidas
descansan en la voluntad de los fumadores de renunciar al hábito
tabáquico y en la educación de los niños para que no lo adquieran.
• Lo anterior sólo será posible si la población general y los niños y
jóvenes en particular se percatan del peligro que representa para su
salud el fumar y deciden no hacerlo. Mientras tanto, debe
preservarse la salud de los que no fuman evitando el consumo de
tabaco en lugares públicos y en el hogar.

El consumo de tabaco es uno de los mayores


riesgos de cáncer identificados a la fecha y su
control está al alcance de los fumadores, quienes
al dejar de fumar protegen su salud y la de los
que conviven con ellos.

• RIESGOS DE CÁNCER POR EL CONSUMO EXCESIVO DE ALCOHOL


• Es difícil disociar los efectos del alcohol de los del tabaco ya que, por
lo general, los que abusan de las bebidas alcohólicas también suelen
ser fumadores y los abstemios comúnmente no fuman. No es tarea
sencilla tampoco precisar la cantidad real de alcohol que ingieren los
individuos en la población que no son francamente alcohólicos, como
para poder establecer una relación entre el consumo y la frecuencia
de cáncer. A pesar de ello, se ha podido poner en evidencia que el
consumo excesivo de alcohol por fumadores, parece multiplicar el
riesgo de sufrir cáncer de la boca, laringe, esófago y tracto
respiratorio.
• Hace más de sesenta años que existe la sospecha de que el alcohol
puede causar cáncer, después de que fueron hechas algunas
observaciones entre trabajadores de empresas que producen
bebidas alcohólicas a las cuales se aficionaron los obreros
consumiéndolas en exceso; en ellos se encontró una elevada
incidencia de tumores malignos en boca, faringe, laringe y esófago.
• De algunas bebidas en particular se sospecha que sean factores de
riesgo de cáncer en sitios específicos como el esófago. Por ejemplo
en Normandía, Francia, los individuos habituados al consumo de
brandy de manzana obtenido por destilación tienen un riesgo
aumentado de ese tipo de cáncer sobre todo si se suma a ello el
consumo de tabaco. También en China la ingestión de una bebida
alcohólica muy fuerte llamada pai-kan se ha asociado con el cáncer
de esófago, en tanto que en África el padecimiento se ha relacionado
con otra bebida alcohólica a base de maíz.
• Por su parte se considera que el consumo de vino rojo, en
cantidades equivalentes a 800 calorías diarias, aumenta el riesgo de
cáncer del estómago. Con respecto a la cerveza existen evidencias
contradictorias; así, en distintos grupos raciales en Hawai se halló
una asociación entre el consumo de cerveza y el desarrollo de
cáncer en ocho sitios; boca, lengua, faringe, laringe, esófago,
estómago, páncreas, pulmón y riñón; mientras que en Estados
Unidos se estableció una relación significativa entre la ingesta de
cerveza y el cáncer de colon y recto. Lo mismo se ha visto en
Noruega y en cerca de veinte países; sin embargo, diversos estudios
realizados en Estados Unidos, Noruega y Finlandia no lograron
establecer dicha relación.
• Se ha dicho que el alcohol, al igual que otros agentes que producen
cirrosis en el hígado como las aflatoxinas y el virus de la hepatitis B,
favorecen el desarrollo de cáncer en ese órgano. Por su parte, el
papel del alcohol en el cáncer bucal ha sido apoyado por la
observación de tumores en individuos acostumbrados a enjuagarse
la boca con soluciones astringentes a base de alcohol.
• El estado nutricional de los bebedores también parece influir en la
aparición de cáncer en cabeza y cuelllo. Comúnmente se observa en
ellos un desbalance nutricional asociado con la aparición de cáncer
en la cavidad bucal y en el tracto respiratorio.
• En este caso, al igual que en el del tabaco, no es indispensable
responder a todas las interrogantes sobre el origen del efecto
cancerígeno del alcohol y sus mecanismos de acción, para tomar
medidas que protejan a la población. Dichas medidas requieren
nuevamente de la voluntad de los individuos encargados de evitar o
disminuir su consumo excesivo del alcohol.

El alcohol y el tabaco son dos riesgos de cáncer


evitables que no requieren medidas de control
costosas.

• COMER NO ES UN RIESGO, EL SECRETO ES LA SELECCIÓN DE


ALIMENTOS
• En la actualidad un 35% de las muertes por cáncer se atribuyen a
los hábitos alimenticios; de ahí la importancia que adquiere el
conocer qué componentes de los alimentos son los que influyen en
el surgimiento del cáncer, con el fin de que los individuos en riesgo
identifiquen las alternativas y así reduzcan el peligro de padecer la
enfermedad, aunque esto no es tarea sencilla.
• La asociación entre el cáncer y la alimentación se ha planteado
fundamentalmente en el caso de los tumores del tracto
gastrointestinal (esófago, estómago, colon, recto, páncreas e
hígado), así como de los que aparecen en sitios sensibles a la acción
de hormonas sexuales (por ejemplo mama, próstata, endometrio y
ovario).
• Los estudios realizados en países como Japón, cuya población ha
tenido por siglos hábitos alimenticios tradicionales que la distinguen
de otras poblaciones del mundo, muestran que a partir de 1949 ha
habido un cambio en la dieta debido al incremento en el consumo de
productos lácteos, huevos, aceite y fruta, sin que se haya
modificado el consumo tradicional de arroz y pescado. A la vez, las
investigaciones señalan que el cáncer del estómago, la forma de
cáncer más frecuente en ese país, ha ido disminuyendo año con año.
Aunque no se puede excluir que el decremento en ese tipo de cáncer
obedezca a otros factores, se sospecha que esté relacionado con los
cambios en la alimentación. Apoyan esta idea las observaciones
realizadas en individuos japoneses que han emigrado a Hawai y
California, en los que el riesgo de cáncer de estómago ha
disminuido, mientras que se ha incrementado el de contraer cáncer
de colon o de pulmón, como sucede en Estados Unidos.
• La búsqueda de los factores en la dieta tradicional de los japoneses
que participan en el cáncer gástrico constituye un tema central de
investigación que ya ha dado frutos muy valiosos. Dichos estudios
indican que la forma tradicional de asar las carnes y pescados al
carbón favorece que estos alimentos se contaminen con sustancias
cancerígenas presentes en el humo —como el benzo (a) pireno—.
También se ha visto que el cocinado a alta temperatura provoca que
los aminoácidos que componen las proteínas de los alimentos se
conviertan en agentes capaces de provocar cáncer.
• Algo interesante que surgió de esos estudios fue el descubrimiento
de sustancias que antagonizan a los agentes cancerígenos y ejercen
un papel protector en diversos vegetales de consumo frecuente en
Japón como coles, rábanos, brócoli y otros. Aun cuando unos y otros
descubrimientos sólo representan observaciones experimentales, el
doctor Sugimura, reconocido cancerólogo japonés, recomienda
evitar el consumo cotidiano de productos asados al carbón, variar
los alimentos día con día, e introducir en cada comida vegetales y
frutas.
• Es importante mencionar también que el cáncer gástrico en Japón
constituye un mayor riesgo entre hombres y mujeres fumadores, lo
que resalta nuevamente el peligro del tabaco.
• Las comunidades religiosas que tienen hábitos que difieren del resto
de la población de sus países han llamado la atención de quienes
están interesados en determinar cómo influyen las variaciones en la
alimentación en el desarrollo del cáncer. En Estados Unidos se ha
descrito, por ejemplo, que el riesgo de morir de cáncer colo-rectal,
de mama y cánceres asociados con el consumo de tabaco es menor
en individuos que conforman el grupo religioso adventistas del
Séptimo Día. Este grupo se caracteriza por abstenerse de beber
alcohol y fumar, y gran parte de él practica una dieta ovo-lacto-
vegetariana.
• Los mormones, por su parte, constituyen otro grupo religioso de
Estados Unidos cuyo estilo de vida difiere notoriamente del de la
población general. Desde hace más de 80 años los mormones han
eliminado el consumo de alcohol, tabaco, café y té, además de que
recomiendan una dieta balanceada a base de granos, frutas y
vegetales, así como un consumo moderado de carne. Estudios
realizados en esta población indican una menor incidencia entre ellos
de los cánceres asociados con el consumo de tabaco, y de tumores
de mama, útero y ovarios en las mujeres, de estómago en los
hombres y de colon en ambos sexos, en comparación con los no
mormones.
• En la India la comunidad religiosa de los parsi difiere de la hindú en
Bombay en que presenta una frecuencia mucho mayor de cáncer de
colon, recto y mama. En el norte de la India, los punjabis
prácticamente no padecen de cáncer de colon y su dieta es rica en
vegetales fibrosos y productos lácteos fermentados que contienen
ácidos grasos de cadena corta.
• Algo que es también importante mencionar con relación al cáncer y
a la alimentación es que los factores socioeconómicos influyen en el
tipo de dieta que consumen los individuos y por ende en las formas
de cáncer que los afectan. Es así que el cáncer de colon y de recto
en hombres ha sido asociado con ingresos y nivel de educación
altos, y lo mismo ocurre con respecto al cáncer de mama en la
mujer y el de riñón en ambos sexos.

Contrariamente a lo que comúnmente se piensa,


no es la contaminación ambiental el mayor
riesgo de cáncer, sino el desbalance en los
alimentos aunado a hábitos sociales como el
tabaco y el alcohol.

• TODOS LOS EXCESOS SON MALOS


• La sobrenutrición ha sido considerada como un factor de riesgo de
cáncer desde hace más de cien años, pero no ha sido sino hasta la
realización de estudios epidemiológicos recientes que esta idea ha
obtenido aceptación. Destaca en particular un estudio efectuado en
750 000 personas durante trece años en Estados Unidos, el cual
mostró que la sobrenutrición influye en el cáncer en varios sitios,
menos en el pulmón.
• Se ha informado que la obesidad juega un papel importante sobre
todo en el desarrollo de cáncer del endometrio y vesícula biliar en la
mujer, y posiblemente influya, en menor grado, en otros tipos de
cáncer en ambos sexos. Existe también una relación entre el cáncer
del endometrio y una exposición excesiva a estrógenos y resulta
interesante saber que, en las mujeres después de la menopausia,
éstos se producen a partir de hormonas adrenales en el tejido
adiposo, el cual se ve aumentado con la sobrenutrición.
• De todos los elementos de la alimentación asociados
epidemiológicamente con el cáncer, las grasas son las que más han
sido estudiadas y de las que más pruebas se tienen de una
asociación directa con esa enfermedad. Sin embargo, no se les
puede atribuir un papel causal a ellas solas, puesto que por lo
general una dieta rica en grasas también suele contener otros
nutrientes entre los que destacan las proteínas. Además de
relacionarse con el cáncer de endometrio y colon, también se
asocian las grasas con los de mama y próstata.
• Con relación al consumo excesivo de café, diversos trabajos han
señalado relaciones entre ese hábito y el cáncer de vejiga y
páncreas; pero mientras que para el cáncer de vejiga no existen
pruebas contundentes sobre una asociación entre la cantidad de café
ingerido y el riesgo de padecer ese tipo de tumores, para el cáncer
de páncreas si se tienen. Se han hecho otras observaciones que
indican, además, que la ingesta de café en exceso puede estar
relacionada con otros tipos de tumores malignos —de vejiga,
esófago, boca, riñón y próstata— aunque en este caso la
información no es tan consistente como la anterior.

Una alimentación equilibrada y variada, junto


con la eliminación de excesos en la ingesta de
ciertos productos, puede contribuir a disminuir el
riesgo de cáncer.

• OTRAS FUENTES DE RIESGO EN LOS ALIMENTOS


• Otra fuente adicional de riesgo asociada con la alimentación es la
posible formación de nitrosaminas cancerígenas a partir de la
interacción de los nitritos con las aminas que se hallan presentes en
los alimentos. Los nitritos y nitratos están ampliamente distribuidos
en los alimentos en concentraciones variables; los vegetales y
productos de salchichonería tratados con nitritos son los que más
aportan estas sustancias, aunque también pueden ingerirse en el
agua y jugo de frutas. Se calcula que en Estados Unidos un
individuo consume alrededor de 75 rng de nitratos diariamente (que
pueden ser convertidos en nitritos por bacterias presentes en la
boca) y 0.8 mg de nitritos. Debe tenerse en cuenta, sin embargo,
que junto con los nitritos y aminas pueden consumirse alimentos
con sustancias que impiden la formación de nitrosaminas, como la
vitamina C, o bien que la favorecen como los fenoles.
• En regiones del mundo en las que existe una elevada frecuencia de
cánceres gastrointestinales se ha señalado también una elevada
ingesta de nitritos y nitratos en el agua y alimentos, Se han
publicado estudios epidemiológicos que sugieren una posible
asociación entre el consumo de esas sustancias y una alta incidencia
de cáncer gástrico y de esófago en Colombia, Chile, Japón, Irán y
Estados Unidos. Pero todos ellos adolecen de la misma deficiencia:
la falta de datos sobre la exposición real a los nitritos; por este
motivo dichos estudios no han confirmado su hipótesis y sólo
señalan una posibilidad.
• La contaminación de alimentos con hongos que producen toxinas
(micotoxinas) capaces de inducir cáncer constituye un riesgo en
algunos países cálidos y húmedos de África, Asia y de otras regiones
del mundo, incluyendo México. Desde 1965 se llamó la atención
sobre la existencia de una elevada frecuencia de cáncer primario de
hígado en países de África en los que se detectó el consumo de
alimentos contaminados con un moho, Aspergillus flavus, productor
de la micotoxina conocida como aflatoxina, que es uno de los
cancerígenos más potentes identificados hasta la fecha. La misma
asociación se observó en países de Asia como Tailandia, República
Popular China y Taiwán. Algo importante de señalar es que el cáncer
primario de hígado, frecuente en esas regiones y raro en otros
países, presenta también una estrecha relación con la hepatitis B, de
origen viral. Se supone que la activación de la división celular
provocada en el hígado por la infección viral facilita el desarrollo de
cáncer en células que han sufrido cambios en su material hereditario
por la exposición a las aflatoxinas. Las aflatoxinas parecen ser causa
del cáncer de esófago observado en algunas provincias de China, en
las que se consumen vegetales encurtidos y otros alimentos
mohosos, que además contienen nitrosaminas.

La contaminación de alimentos con toxinas


naturales capaces de inducir cáncer puede
evitarse con un adecuado almacenamiento y
preservación de los mismos. A la vez, debe
reducirse al máximo el consumo de alimentos
ricos en nitritos.

• AGENTES PROTECTORES
• Un tema de particular interés son los estudios epidemiológicos que
sugieren que ciertos componentes de los alimentos pueden jugar un
papel protector con relación al cáncer; deducción que ha surgido de
pruebas que señalan que los individuos con deficiencias de esos
elementos en su alimentación parecen tener más riesgos de padecer
cáncer. Entre los agentes con ese posible papel protector se pueden
citar algunas fibras vegetales, vitaminas y minerales.
• Intriga especialmente el significado fisiológico que puedan tener las
fibras de algunos alimentos, que están formadas por carbohidratos y
sustancias similares a ellos no digeribles como la celulosa, lignina,
pentosas, gomas y pectinas. Dichas fibras contribuyen a dar
volumen a los alimentos vegetales, entre los cuales están las
legumbres, las frutas y los cereales. El cambio en los patrones de
alimentación de los países desarrollados de Occidente ha traído
consigo una disminución en el consumo de alimentos fibrosos y un
aumento en el consumo de alimentos procesados.
• A la ingesta de alimentos que contienen fibra se le ha prestado
particular atención, pues se ha observado que padecimientos
intestinales comunes en países desarrollados son raros en las áreas
rurales de África y la India, en donde se consumen alimentos no
procesados y las heces tienden a ser más blandas, abultadas y
frecuentes. Esto último se ha atribuido a la riqueza en fibras de los
alimentos. Concretamente se ha descubierto que las pentosas
poliméricas presentes en las fibras son las principales responsables
de las características antes mencionadas de las heces, pues
favorecen el crecimiento de ciertas bacterias intestinales. A este
respecto se pueden citar los estudios realizados en Inglaterra sobre
que el consumo de fibras con un alto contenido en pentosas se
asocia con un bajo riesgo de cáncer de colon (pero no de recto),
mientras entre los individuos que ingieren pocas fibras de este tipo
se observa que tienen un riesgo mayor. Tales fibras son abundantes
en cereales no refinados y, en menor grado, en ciertos vegetales.
También en áreas de Finlandia, donde se consumen grandes
cantidades de pan de centeno no refinado, la incidencia de cáncer
colo-rectal es baja. Se piensa que las fibras disminuyen en parte el
riesgo de cáncer en esa porción del intestino pues agilizan la salida
de las heces y reducen la concentración de carcinógenos en ellas
aumentando su volumen o bien alterando el número y proporción de
bacterias en el intestino. Algunas de esas bacterias posiblemente
producen o destruyen metabolitos cancerígenos.
• Otros estudios epidemiológicos señalan otros componentes de los
alimentos que pueden desempeñar un papel protector y reducir el
riesgo de cáncer, como el beta-caroteno, abundante en zanahorias y
vegetales amarillos, que es un precursor de la vitamina A que actúa
como antioxidante. La presencia de beta-caroteno y de vitamina A
en la sangre parece tener un efecto protector consistente aunque no
absoluto contra ciertos cánceres. Algunos estudios epidemiológicos
señalan una mayor incidencia de cánceres de tipo epitelial en
pulmón, vejiga y laringe en individuos deficientes en vitamina A.
• Son escasos los estudios epidemiológicos sobre otras vitaminas,
pero se ha informado del papel de la vitamina C en la inhibición de
la formación de algunos carcinógenos corno las nitrosaminas; los
individuos que ingieren alimentos ricos en vitamina C parecen tener
un riesgo bajo de cánceres esofágico y estomacal.
• El selenio es un mineral también relacionado con cáncer pues en
pacientes cancerosos los niveles de este mineral parecen ser más
bajos que entre individuos sanos. Se sabe además que el selenio
forma parte de una enzima que interfiere con los radicales libres y
peróxidos, los cuales —ya se dijo— pueden provocar lesiones que
favorecen el desarrollo de cáncer. Sin embargo, el selenio a dosis
altas puede ser sumamente tóxico.

De acuerdo con el Comité Sobre Dieta, Nutrición


y Cáncer del Consejo Nacional de
Investigaciones de Estados Unidos; existen
pruebas epidemiológicas suficientes como para
afirmar que el consumo de ciertos vegetales, en
especial los ricos en carotenos como las
zanahorias, la col, el brócoli, la coliflor y la col
de Bruselas permite una reducción en la
incidencia de cánceres en algunos sitios en el
mundo.

• ALGUNOS MEDICAMENTOS PUEDEN PRODUCIR CÁNCER


• Aun cuando las muertes por cáncer atribuidas al consumo de
medicamentos no ascienden a más del 1% del total de muertes por
esa enfermedad, sí son un peligro que debe tomarse en
consideración, sobre todo cuando se utilizan en tratamientos
prolongados.
• Entre los medicamentos de alto riesgo están precisamente los que
se emplean en el tratamiento del cáncer para interferir con el
metabolismo celular, por lo que interactúa particularmente con el
material genético. Una de las primeras observaciones al respecto se
realizó en pacientes con linfoma de Hodgkin a los que se administró
clornafazina en dosis elevadas y que en un lapso no muy largo
desarrollaron cáncer de vejiga; esto llevó a descubrir que el
medicamento se transforma dentro del organismo en beta-
naftilamina, sustancia ya previamente identificada como inductora
de cáncer de vejiga entre los trabajadores de las industrias
productoras de anilinas.
• Otros fármacos utilizados como terapia contra padecimientos
malignos también se asocian con la aparición de nuevos cánceres;
éstos incluyen: el melfalán, usado en casos de mieloma múltiple; la
ciclofosfamida, empleada tanto para el tratamiento de cánceres
como de padecimientos autoinmunes, y el busulfán, administrado a
pacientes con trombocitemia o leucemia mieloide crónica. Todos
estos medicamentos están relacionados con el desarrollo de diversas
formas de leucemia, sin embargo el riesgo inherente a su modo de
acción debe ser evaluado teniendo presente que están destinados a
combatir rápida y eficazmente una enfermedad que constituye una
amenaza de muerte inmediata para los pacientes, que al ser
tratados con esos medicamentos ganan algunos años de vida. De
ahí que, salvo la clornafazina, que fue retirada del mercado, los
demás fármacos sigan en uso, aunque bajo vigilancia médica. Otros
medicamentos que han sido identificados como cancerígenos
aparecen enlistados en la tabla 8.

TABLA 8. Clasificación del grado probado de


carcinogenicidad para humanos de algunos
medicamentos

Grado probado

Agente terapéutico En humanos En animales Grupo *

1. Cloramburcil Limitada Suficiente 2A


2. Cloranfenicol Inadecuada Sin datos 3
3. Ciclofosfamida Limitada Suficiente 2A
4. Dietilestilbestrol Suficiente Suficiente 1
5 . Fenacetina Limitada Limitada 2B
6. Fenobarbitona Limitada Limitada 3B
7. Melfalán Suficiente Suficiente 1
8. Reserpina Inadecuada Inadecuada 3
9. Fenitoina Limitada Limitada 3
10. Oximetalona Limitada Sin datos 3B

* Al grupo I pertenecen los medicamentos de los que hay pruebas


suficientes de carcinogenicidad para el ser humano; al 2 los carcinógenos
probables para el humano, grupo que a su vez fue dividido en A (alta) y B
(baja), palabras que califican dicha probabilidad; en el grupo 3 se incluyen
los medicamentos no clasificados por su carcinogenicidad para seres
humanos.

• El caso del dietilestilbestrol es un ejemplo de un medicamento no


anti-canceroso para impedir abortos espontáneos y capaz de inducir
cáncer por lo que su uso fue prohibido.
• Constituyen un caso particular los fármacos empleados como
inmunosupresores para evitar el rechazo durante los transplantes
renales, tales como antimetabolitos, esteroides y sueros
antilinfocitarios, los cuales han sido relacionados con la aparición de
linfomas, cánceres de piel y de vías hepatobiliares, sarcomas de los
tejidos blandos y, tal vez, con carcinomas de pulmón. Se ha
informado que enfermos que recibieron inmunosupresores presentan
de 2.5 a 350 veces más tumores que la población en general.
• En virtud de la difusión en el empleo de las radiaciones ionizantes,
los estrógenos y los anticonceptivos, éstos requieren de un
tratamiento especial. Las radiaciones han tenido un gran empleo
sobre todo para el diagnóstico, aunque también como terapia en
padecimientos como el cáncer. Dado su peligro potencial, se ha
recomendado reducir al mínimo indispensable su utilización y
evitarlas en el caso de mujeres embarazadas, para eliminar la
exposición de los niños en gestación.
• Aun cuando se discute el riesgo de cáncer por causa de
administración de estrógenos a mujeres postmenopáusicas, existen
pruebas sólidas de una relación entre su consumo y el cáncer del
endometrio; es menos clara su asociación con el cáncer de mama.
• Un hallazgo de particular interés fue la observación de carcinomas
vaginales en mujeres jóvenes expuestas durante su gestación a una
hormona sintética, el dietilestilbestrol, empleada para evitar el
aborto espontáneo en sus madres. El estudio de casos reveló que las
hijas de mujeres tratadas con ese medicamento durante el
embarazo tienen un riesgo de 0.4% de desarrollar cáncer entre los
14 y 22 años de edad. Esta observación alertó sobre el peligro de
administrar medicamentos a mujeres embarazadas.
• En virtud del amplio consumo de contraceptivos por millones de
mujeres en todo el mundo, se ha establecido un seguimiento de
casos en algunos países, para determinar si existe riesgo de que
desarrollen cáncer. Por ahora, según un Comité de la Organización
Mundial de la Salud, no existen pruebas concluyentes de que estos
medicamentos incrementen la incidencia de cánceres de mama o de
cuello uterino, pues si bien ciertos componentes de las píldoras
anticonceptivas han resultado ser cancerígenos para animales de
laboratorio (con grandes dosis), no se cree que en las dosis bajas
empleadas habitualmente por las mujeres constituyan un peligro.

La exposición prolongada a algunos


medicamentos es responsable del aumento en el
riesgo de cáncer.

• LA SEXUALIDAD Y EL CÁNCER EN LA MUJER


• Una de las relaciones más claras entre la vida sexual y el cáncer es
la observada en el cáncer del cuello del útero o cáncer cérvico-
uterino en la mujer. Este tipo de padecimiento es raro en países
desarrollados (o está circunscrito a sus poblaciones marginadas) y
frecuente en países en desarrollo, en forma tal que en lugares como
Estados Unidos sólo representa el 1.5% de todas las muertes por
cáncer y se observa una tendencia a disminuir, mientras que en
otros países como México constituye la forma más común de cáncer
en la mujer.
• Numerosos estudios epidemiológicos realizados al respecto durante
los últimos cien años han llevado a descubrir que el riesgo de sufrir
cáncer cérvico-uterino es mayor para las mujeres que inician su vida
sexual en la adolescencia, en lugares en los que el matrimonio se da
a muy temprana edad. A la vez, los estudios han hecho pensar que
por su actividad biológica desde la adolescencia las células cervicales
tienen una probabilidad más grande de sufrir una transformación
maligna cuando son estimuladas por agentes exógenos.
• A través de los estudios epidemiológicos mencionados se ha
encontrado además que el riesgo de cáncer cérvico-uterino se eleva
si las mujeres cambian frecuentemente de compañeros sexuales, o
por la falta de higiene genital asociada a la incultura y a la pobreza
que afectan a numerosas mujeres en el mundo.
• Al sospecharse que la causa de este tipo de cáncer podría ser un
agente infeccioso transmitido por el varón durante el acto sexual, en
las investigaciones se descubrió la existencia de los virus
involucrados en este cáncer: los papilomas, tipos 16 y 18. Con base
en estos hallazgos el cáncer del cuello del útero puede ser evitado.
• Vale la pena señalar que las mujeres que no tienen vida sexual,
como las monjas, prácticamente no sufren de este tipo de cáncer y
por el contrario, padecen más frecuentemente de cánceres de
mama, ovarios y endometrio, tumores que ocurren con menor
frecuencia en las mujeres que han tenido varios hijos. En el cáncer
de mama, sobre todo, el nacimiento de hijos en edad temprana, así
como el inicio tardío de la menstruación (asociado comúnmente a
malnutrición) y una menopausia precoz disminuyen el riesgo de este
tipo de cáncer. Ya se mencionó que estos tumores tienen también
antecedentes hereditarios y una relación con la alimentación
(particularmente con una alta ingesta de grasas) la cual, a su vez,
tiene que ver con la regulación hormonal de los tejidos en los que se
da el cáncer. Todo lo anterior resalta la interrelación de diversos
factores (socioculturales, infecciosos, nutricionales, hormonales,
genéticos, etc.) en el desarrollo del cáncer.

No son aconsejables el inicio de relaciones


sexuales a temprana edad, la promiscuidad
sexual y la falta de aseo de los genitales, por el
alto riesgo de cáncer que conllevan.

• LOS AGENTES INFECCIOSOS Y EL CÁNCER


• Aunque se ha llegado a pensar que el cáncer puede ser ocasionado
por una infección, no existen pruebas de que este padecimiento
pueda contagiarse, como sí sucede con otras enfermedades
transmitidas por contagio. De lo que sí existe evidencia es de que
algunos tumores en el ser humano, o en los animales, pueden ser
causados por virus.
• Entre las diversas formas en que los virus pueden inducir cáncer en
el ser humano se encuentra la de su introducción al material
genético de la célula infectada, con la consecuente modificación de
su comportamiento. Esto es lo que ocurre con virus como el Epstein
Barr, que en numerosos países causan la fiebre glandular o
mononucleosis infecciosa, mientras que en otros países provocan
cáncer en condiciones particulares: en África, por ejemplo, se
introducen en el material genético de las células reticuloendoteliales
y dan lugar al linfoma de Burkitt; y en China se insertan en el
material genético de las células epiteliales de la nasofaringe y
producen un carcinoma.
• De algunos otros virus se sospecha que sean causantes del cáncer
del pene en el hombre, de la leucemia linfática aguda en niños y del
reticulosarcoma en individuos a los que se les ha provocado una
disminución de las células productoras de anticuerpos
(inmunosupresión).
• La infección con bacterias también puede favorecer el desarrollo de
cáncer, entre otras cosas por su capacidad de transformar en
carcinógenos a algunas sustancias que ingresan en nuestro
organismo. Asimismo se considera que algunas parasitosis como la
esquistosomiasis, común en África, o la clonorquiasis, frecuente en
China, tienen un papel en la generación del cáncer de vejiga y en el
colangiocarcinoma, respectivamente. Pero queda todavía mucho por
investigar sobre qué otros agentes infecciosos pueden producir
cáncer y acerca de cómo lo hacen.

La investigación de la relación entre infecciones


virales y bacterianas, parasitosis y cáncer, es aún
incipiente y un campo de gran interés para países
en desarrollo.

• ¿ES EL CÁNCER UNA ENFERMEDAD CONTROLABLE?


• El concepto de control del cáncer implica un conjunto de medidas
diversas, basadas en el conocimiento científico, para reducir el
número de casos y defunciones por esta enfermedad. Se han
identificado tres niveles básicos en el proceso de prevención:

—La prevención primaria, cuyo objetivo es evitar que se produzca la


enfermedad.
—La prevención secundaria, orientada a detectar tempranamente la
enfermedad, con el fin de impedir que se manifieste clínicamente o
retardar su progreso.
—La prevención terciaria, que tiene como meta minimizar los efectos
adversos del cáncer, una vez que se ha manifestado clínicamente,
limitando el grado de incapacidad y evitando las complicaciones que
llevan a un deterioro prematuro.
• La prevención primaria implica conocer los factores de riesgo, para
evitar que la población se exponga a ellos, o para reducir la
exposición a niveles no peligrosos. Las otras dos formas de
prevención se apoyan tanto en el conocimiento de los mecanismos
de generación de cáncer (carcinogénesis), como en la identificación
de las distintas etapas por las que atraviesa la enfermedad y los
factores que las condicionan, aspectos que se están investigando
activamente.
• En la información expuesta a lo largo de este documento, se
constata la existencia de elementos que ya han instrumentado con
éxito medidas de prevención primaria. Ejemplo de ello son las
actividades para mejorar los ambientes laborales y para descartar
hábitos personales que conllevan riesgos de cáncer (como el
consumo del tabaco), lo cual ha permitido el diseño de estrategias
que abarcan desde la investigación de los factores de riesgo, la
introducción de ordenamientos jurídicos y de tecnologías para su
control, y la educación de la población.
• En los casos en los que no ha podido evitarse el inicio de la
carcinogénesis, se ha tenido éxito en la curación de los pacientes,
con métodos de diagnóstico temprano, tratamiento oportuno y
educación (como en el caso del cáncer cérvico-uterino o de mama),
que equivalen a una prevención secundaria.
• Por su parte, la prevención terciaria en pacientes ya con
manifestaciones clínicas de cáncer tiene como medios para atacar el
padecimiento al diagnóstico oportuno (cuando el tumor está aún
ubicado en un solo sitio) y su tratamiento adecuado.
• La historia del control del cáncer pone de manifiesto los diferentes
obstáculos que no han permitido un desarrollo óptimo de las
medidas preventivas. Por ejemplo, los médicos no han logrado
reconocer que el cáncer constituye en la actualidad una epidemia y
no le dan la importancia de amenaza pública que se concede a las
epidemias de enfermedades infecciosas tan comunes en nuestro
país. Por lo mismo, se sigue considerando al cáncer como una
enfermedad rara que no tiene una connotación social que amerite
acciones colectivas. Lo mismo ocurre con la población general que
no percibe aún la magnitud del problema o que teme afrontarlo y
descuida su salud, ignorando las señales que anuncian el desarrollo
del cáncer y no consulta al médico oportunamente.
• Influyen también en el desarrollo de esas actitudes el periodo
prolongado que transcurre para que el cáncer se manifieste, tras la
exposición a un agente de riesgo, lo que dificulta su identificación o
genera resistencias de tipo social o económico para su control, como
sucede en el caso del tabaco. A todo esto se suma lo tardado,
laborioso y costoso que resultan las investigaciones experimentales
para conocer las causas y los mecanismos de carcinogénesis, lo que
ha conducido a un mayor acento en los esfuerzos terapéuticos que
en los preventivos. A pesar de lo anterior, se percibe un cambio
hacia la búsqueda de alternativas para frenar la creciente amenaza
de esta enfermedad. Hacia allá se orientan las investigaciones
actuales sobre los mecanismos moleculares que participan en el
cáncer.

Hoy en día tienden a desaparecer las fronteras


existentes entre las disciplinas que abordan el
estudio y tratamiento del cáncer, en vista de lo
cual epidemiólogos, clínicos, biólogos celulares
y moleculares intercambian experiencias,
enfoques y conocimientos, para contribuir en
forma acelerada a combatir un padecimiento que
es antiguo en su origen pero moderno en su
impacto en la sociedad actual.



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