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1 - La tradición artígrafa
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Concepto de etimología
de lingua Latina ésta no fue la única obra gramatical que escribió el Reatino.
Al enumerar aquellas obras que se nos han conservado de forma fragmentaria
nombramos también el de sermone Latino y los disciplinarum libri, cuyo
libro primero, así se cree, estaba dedicado a la gramática. Ambas obras son
consideradas una muestra de que Varrón conocía la tradición de las artes que
se habían comenzado a escribir en Grecia a fines del siglo II a. C., momento
en el que la gramática comenzó a ser entendida como sistema.
La concepción sistemática de la lengua fue producto de las observaciones
realizadas por los filólogos alejandrinos en sus intentos de establecer el texto
correcto de la obra de diferentes autores (cf. Baratin 1987: 52; Desbordes
1990: 45 ss.). Dichas observaciones llevaron a postular la existencia de unas
reglas generales en la lengua, independientes de los usos particulares de cada
autor, gracias a las cuales podían, incluso, ser explicados esos mismos usos
particulares. Se favoreció así el desarrollo de obras gramaticales de carácter
descriptivo en las que todo aquello que pudiera ser objeto de una
sistematización podía tener cabida en ellas (cf. Cavazza, 1986: 269 = 1987:
95).
En el siglo I a. C. el interés por la corrección llevó a indagar no sólo las
formas correctas sino también los criterios mismos de la corrección. De este
modo comenzaron a escribirse dos tipos de artes, uno dedicado a la corrección,
otro a la lengua entendida como sistema. Cavazza (1986: 263= 1987: 89)
habla de ambos tipos de artes como “una tradizione duplice e parallela”.
Una y otra artes pasaron a Roma. Las obras del Reatino nombradas,
el de sermone latino y el libro dedicado a la gramática en los disciplinarum
libri, se adscribirían la primera a los escritos dedicados a la latinitas y la
segunda a aquellos dedicados a la gramática descriptiva.
Sin embargo, no todos los estudiosos comparten la opinión de que
hubiese ya artes descriptivas escritas en Roma en el siglo I a. C, tal y como
postula Barwick (1922: 110). Desbordes (1990: 46 nota 1), por ejemplo,
rechaza esta afirmación, pero admite la posibilidad de que Varrón hubiese
escrito algo parecido en la gramática de sus disciplinarum libri a tenor de los
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Etimología y gramática en los primeros siglos del Imperio
Las artes descriptivas tenían como fin enseñar la lengua latina. En ellas
sólo tenía cabida aquello que se pudiera sistematizar y la etimología no
entraba en esta categoría. No sólo era diferente en cada palabra, sino que de
un mismo término se podían ofrecer una o varias explicaciones. Ello
imposibilitaba, por consiguiente, su sistematización (cf. Cavazza 1986: 269
= 1987: 95; Baratin 1987: 52 y 1989: 302 ss.). Junto con la etimología
quedaban excluidas también las diferencias y, en general, todo lo referido al
vocabulario. Este tipo de ars se convertiría en el de la tradición escolar. Su
desarrollo conllevaría un proceso de esquematización morfológica del que se
quejarían Quintiliano y Gelio (cf. Maselli, 1979: 64 ss.).
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Etimología y gramática en los primeros siglos del Imperio
El escaso número de textos que nos han llegado de estas primeras artes
nos invitan a dejar para el capítulo siguiente, dedicado a la antigüedad tardía
en la que los textos son mucho más numerosos, las referencias teóricas acerca
de la etimología, así como su empleo en este tipo de obras.
Plinio (c. 23-79) publicó en torno al año 67 los dubii sermonis libri
octo que no nos han llegado de forma íntegra sino fragmentaria3. Ésta debe
ser la obra gramatical a la que el propio autor hace referencia en el prefacio
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Etimología y gramática en los primeros siglos del Imperio
por primera vez en el libro segundo del de ordine de Agustín. Hadot (1984:
176) considera que, de las diferentes menciones de la citada obra de Varrón,
la única certeza que se puede extraer es que constaba de nueve libros y que
uno de ellos estaba dedicado a la arqueología.
Entre los numerosos libros y artículos escritos antes de la publicación
de la obra de Hadot relacionados bien con Varrón, bien con la enciclopedia
se encuentran el articulo de Della Corte “Enciclopedisti latini” (1978). En
él este estudioso ofrece un panorama de la evolución de la enciclopedia en
Roma.
En las páginas que dedica a Varrón (1978: 41-50), de quien dice que
sistematizó la enciclopedia romana, describe cuál era la estructura de
disciplinarum libri. Se trataba de una obra de carácter teórico que incluía
nueve materias diferentes: gramática, dialéctica, retórica, geometría,
aritmética, música, filosofía, medicina y arquitectura.
En esta enciclopedia, si se tiene en cuenta lo apuntado por Della Corte,
la etimología aparecería en dos niveles distintos, el teórico y el práctico y
sería empleada de forma práctica a lo largo de toda la obra. Un ejemplo de
ello es el fr. 221 Fun. en el que se ofrece la etimología de stella. Su tratamiento
teórico tendría lugar en el libro dedicado a la dialéctica. Nada indica Della
Corte acerca de una posible consideración teórica en la gramática. Esta
ausencia no sería extraña si es cierto que el texto de la gramática seguía el
esquema de las artes descriptivas en las que la consideración teórica de la
etimología no tenía cabida.
Señala este estudioso (1978: 50) que los disciplinarum libri de Varrón,
con algunos cambios en el esquema, se convirtieron en el modelo enciclopédico
a seguir durante siglos superando la esporádica oposición ejercida durante
época de Augusto y el siglo I d. C. por la llamada enciclopedia práctica. Fue
ésta última una concepción enciclopédica distinta a la varroniana propiciada
por la filosofía de Q. Sestio, autor coetáneo al Reatino. Las enseñanzas de
carácter moral y ético de Sestio favorecieron el desarrollo de una enciclopedia
de carácter práctico en detrimento de la hecha hasta entonces de carácter más
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teórico cuyo exponente era Varrón. Della Corte (1978: 57) califica ese nuevo
enciclopedismo como “naturalístico”.
El incentivo ético que guiaba la indagación filosófica de los discípulos
de Sestio les invitaba a estudiar los problemas de la naturaleza más
conectados con la naturaleza misma del hombre. Ni la gramática, ni la
dialéctica de casuística etimológica tenían cabida en sus especulaciones
porque no facilitaban el alcanzar la virtud o la eliminación del deseo, el temor
o la libido (cf. Della Corte 1978: 51 ss., en especial 57 y 58). Así pues, según
Della Corte, la redacción de estas obras enciclopédicas prácticas fue un
paréntesis en la concepción teórica de la cultura enciclopédica. Pizzani
(1974: 669) también insiste en la diferencia de contenidos de estas
enciclopedias en relación con la de Varrón.
Pertenecieron a esta corriente o fueron cercanas a ella las obras
enciclopédicas de Celso, Artes, y de Plinio el Viejo, Naturalis historia. Este
ultimo autor se sirve de la etimología en la explicación de algunos de los
muchos términos que aparecen en su obra. Las etimologías son, sobre todo,
abundantes en los libros dedicados a la geografía, a la mineralogía y a los
medicamentos derivados de las plantas. Para más datos acerca del empleo de
la etimología en esta obra véase el artículo de Hernández de Miguel (1998:
139-142).
Entre las obras gramaticales escritas en estos siglos figuran también los
tratados ortográficos5. La ortografía como disciplina con nombre y reglas
precisas apareció en Grecia en el mismo período en el que aparecieron las
technés gramaticales de las que ya hemos hablado, es decir, cuando emergió
la idea de un sistematización de la gramática.
A la par que se establecieron las reglas de la lengua correcta, se
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2. 3. 1 - Verrio Flaco
2. 3. 2 - Niso
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2. 3. 3 - Anneo Cornuto
2. 3. 4 - Quintiliano
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Concepto de etimología
2. 3. 5 - Terencio Escauro
El texto que nos ha llegado del ortógrafo del siglo II Terencio Escauro
(G. L. 7. 11-35) se divide en dos partes bien diferenciadas. La primera de
carácter más teórico, la segunda más práctico. En la primera enumera los
tipos de errores que se pueden cometer al escribir, adiectio, detractio,
inmutatio y adnexio, y ofrece una lista de los criterios que permiten corregirlos,
historia, proportio y originatio 10. Este último criterio no es otro que la
etimología. La segunda parte de su ortografía está compuesta por un
repertorio de faltas repartidas según la clasificación ofrecida en la primera
parte. En ella se observa cómo la etimología ayuda a corregir diferentes
errores y a justificar la correcta grafía de las palabras11.
La mayoría de los ejemplos en los que la etimología actúa como criterio
de corrección corresponde a los errores per adiectionem. Frente a los seis
ejemplos registrados de este tipo de error, de los restantes sólo contamos con
uno para los errores per detractionem y per adnexionem y dos para el error
per mutationem 12.
En ocasiones Escauro recurre en sus etimologías al Reatino, quien no
sólo le sirve como criterio de autoridad, sino que es además el modelo de su
concepción de la etimología como criterio de corrección (cf. Siebenborn
1976: 146, von Albrecht 1992b: 1165). Sin embargo, se aleja de él en la
terminología, acercándose en este punto a Quintiliano. Utiliza como él el
término originatio (G. L. 7. 12. 5) desconocido para Varrón. Terencio
Escauro equiparó dicho término con el griego ejtumologiva.
Este autor prefiere explicar los términos latinos a partir del latín.
Aquellas etimologías registradas en su obra que tienen como término
inductor una palabra griega corresponden todas ellas a Santra, cuya preferencia
por la derivación a partir del griego ya hemos reseñado (uid. supra 43). En
ocasiones, la autoridad en la que se apoya para rechazar el origen griego de
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una palabra no es otro que Varrón. Es lo que ocurre, por ejemplo, con el
cognomen Gracchus13. Sin embargo, el rechazo del griego como lengua
inductora de las palabras latinas, no es óbice para el empleo de tecnicismos
griegos en sus explicaciones etimológicas. Es el caso del término sugkophv
que emplea en dos ocasiones al explicar el término cauissa (G. L. 7. 22. 1-
3).
Para concluir con la concepción etimológica de Escauro hemos de
decir que en su opinión por encima de la etimología actúa en ocasiones la
costumbre lo que motiva que se escriban mal algunas palabras14.
2. 3. 6 - Velio Longo
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como explicación de igual valía que una derivación latina. Así por ejemplo
ofrece dos etimologías posibles de comisator siendo una de ellas latina y otra
griega19. Pero frente a esta posibilidad también nos encontramos con el
rechazo de la etimología griega del término delirus decantándose por la
explicación latina20. La derivación a partir del griego le va a permitir, en
ocasiones, distinguir palabras parecidas sobre cuya grafía se duda. Es el caso
de chilonem y cilonem explicado el primer término como una derivación del
griego y el segundo a partir del latín21.
En aquellas etimologías explicadas como una derivación a partir de
otra palabra latina incluyó indicaciones de carácter fonético. Los cambios
consignados por este autor son todos mutaciones de una letra por otra, d en
r y en c22, s n r y aspiración de la f 23, afinidad de d y t 24 .
2. 3. 7 - Capro
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Los demás recurren en sus explicaciones sólo a este último tipo de esquema.
Junto con Longo el autor en el que se registran un mayor número de casos del
esquema derivativo es Terencio Escauro del que hemos contabilizado diez
ejemplos del esquema “B ab A’ y dos de “B ex A”.
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siglos de Roma.
Que lo primordial en ella era el significado de las palabras se deduce
primeramente del título y, en segundo lugar, de las consideraciones hechas
por Festo en diversos lemas en los que advierte cómo Verrio se desvía de su
propósito. Testimonio de ello son, entre otros, los lemas pictor Zeuxis,
Tatium y Talionem. En el primero cuestiona la inclusión de ese lema por
parte de Verrio porque en él no se indica nada acerca de su significado, en los
otros dos insiste en que Verrio parece olvidar su propósito28. En Morelli
(1988: 170) encontramos citados otros lemas en los que Festo polemiza más
o menos vivamente con Verrio.
También se deduce del texto de Festo, y más concretamente del lema
poriciam, que las palabras cuyo significado explicaba debían de ser en gran
medida términos arcaicos referidos a temas variados como son la historia,
la gramática, el derecho, las instituciones, la religión, etc. De hecho, en este
lema el propio Festo señala que su intención era eliminar en su resumen todas
las palabras obsoletas y en desuso ya en su época29.
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Los fragmentos que Funaioli reune de este autor permiten deducir que
la etimología, además de para aclarar significados34, se utilizan también para
distinguir sinónimos35. En los fragmentos 8 y 10 Verrio y sus etimologías
aparecen como criterio de autoridad ortográfica36.
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Para finalizar no nos queda sino señalar que, según se desprende del
texto de Festo, Verrio consignaría en escasas ocasiones indicaciones de
carácter fonético37. Lo mismo puede decirse de los nomina ficta que serían
muy poco empleados por este autor.
3. 2 - Cloacio Vero
3. 3 - Julio Modesto
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ser por lo general gramáticos profesionales muy bien considerados por los
demás (6. 17, 15. 30). Asimismo tiene siempre buenas palabras para los que
se preocupan por las palabras antiguas (18. 6. 8). El interés gramatical de
Gelio está lleno del valor anticuario que impregnara la etimología varroniana.
Los ejemplos de ello son numerosos56.
4. 3 - La práctica etimológica
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4. 4 - La crítica etimológica
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4. 5 - Vocabulario técnico
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