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Etimología y gramática en los primeros siglos del Imperio

III - Etimología y gramática en los primeros


siglos del imperio (fines del siglo
I a. C. y siglos I y II d. C.)

Pese a la existencia de una producción gramatical variada, durante los


primeros siglos del imperio la especulación teórica acerca de la etimología
iniciada por Varrón en el último siglo de la República careció de continuación.
En ellos se escribieron artes, obras lexicográficas, tratados ortográficos,
comentarios de autores clásicos y obras de carácter erudito con referencias
gramaticales. Sin embargo, en todas estas obras las referencias teóricas
acerca de la etimología son nulas o casi nulas. Especular de forma teórica
sobre ella no era materia de interés.
Pero el que no se especulara teóricamente acerca de ella no impidió que
se recurriera a su empleo de forma práctica. Ejemplos de este uso los
encontramos tanto en las obras de carácter léxico y erudito (Verrio Flaco, de
uerborum significatu, Cloacio Vero, libri uerborum a Graecis tractorum,
Julio Modesto, Quaestiones confusae, Festo de uerborum significatu, Aulo
Gelio, Noctes Atticae) como en los tratados ortográficos (Terencio Escauro,
de orthographia, Velio Longo, de orthographia, Capro, de orthographia y
de uerbis dubiis excerpta) en los comentarios de autores clásicos (Velio
Longo, Probo, Terencio Escauro, Aspro) y también en las artes (Plinio de
dubio sermo; Capro de latinitate; Remio Palemón, ars grammatica).
La ausencia de textos teóricos sobre la etimología tal vez pueda
entenderse como una consecuencia de la tradición escolar imperante: la de las
artes descriptivas.

1 - La tradición artígrafa

Aunque en el capítulo anterior nos hemos centrado básicamente en el

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Concepto de etimología

de lingua Latina ésta no fue la única obra gramatical que escribió el Reatino.
Al enumerar aquellas obras que se nos han conservado de forma fragmentaria
nombramos también el de sermone Latino y los disciplinarum libri, cuyo
libro primero, así se cree, estaba dedicado a la gramática. Ambas obras son
consideradas una muestra de que Varrón conocía la tradición de las artes que
se habían comenzado a escribir en Grecia a fines del siglo II a. C., momento
en el que la gramática comenzó a ser entendida como sistema.
La concepción sistemática de la lengua fue producto de las observaciones
realizadas por los filólogos alejandrinos en sus intentos de establecer el texto
correcto de la obra de diferentes autores (cf. Baratin 1987: 52; Desbordes
1990: 45 ss.). Dichas observaciones llevaron a postular la existencia de unas
reglas generales en la lengua, independientes de los usos particulares de cada
autor, gracias a las cuales podían, incluso, ser explicados esos mismos usos
particulares. Se favoreció así el desarrollo de obras gramaticales de carácter
descriptivo en las que todo aquello que pudiera ser objeto de una
sistematización podía tener cabida en ellas (cf. Cavazza, 1986: 269 = 1987:
95).
En el siglo I a. C. el interés por la corrección llevó a indagar no sólo las
formas correctas sino también los criterios mismos de la corrección. De este
modo comenzaron a escribirse dos tipos de artes, uno dedicado a la corrección,
otro a la lengua entendida como sistema. Cavazza (1986: 263= 1987: 89)
habla de ambos tipos de artes como “una tradizione duplice e parallela”.
Una y otra artes pasaron a Roma. Las obras del Reatino nombradas,
el de sermone latino y el libro dedicado a la gramática en los disciplinarum
libri, se adscribirían la primera a los escritos dedicados a la latinitas y la
segunda a aquellos dedicados a la gramática descriptiva.
Sin embargo, no todos los estudiosos comparten la opinión de que
hubiese ya artes descriptivas escritas en Roma en el siglo I a. C, tal y como
postula Barwick (1922: 110). Desbordes (1990: 46 nota 1), por ejemplo,
rechaza esta afirmación, pero admite la posibilidad de que Varrón hubiese
escrito algo parecido en la gramática de sus disciplinarum libri a tenor de los

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Etimología y gramática en los primeros siglos del Imperio

fragmentos teóricos de Varrón citados por autores tardíos1. Con independencia


de cuándo fueran introducidas en Roma, lo que no se puede negar en ningún
caso es que ambos tipos de artes contaron con representantes en los primeros
siglos del imperio. El ars dedicado a la corrección, esto es, a la latinitas, fue
cultivada por Plinio, siglo I, en su dubius sermo2 y por Capro, siglo II, en su
obra de latinitate .
El ars de carácter descriptivo fue desarrollado en Roma por Remio
Palemón en el siglo I. Tras él escribieron artes de este tipo Probo, también en
el siglo I, y Aspro y Terencio Escauro en el siglo II.
Ambos tipos de artes están también presentes en las obras de
Quintiliano, Institutio oratoria, y de Aulo Gelio, noctes Atticae. Pero estos
dos autores no serán objeto de atención en este capítulo ya que, aunque en la
obra del primero haya un libro entero dedicado a la gramática y en la del
segundo las referencias gramaticales sean frecuentes, ninguna de ellas es un
ars grammatica. Hablaremos de ellos en capítulos posteriores.

1. 1 - Las artes descriptivas

Las artes descriptivas tenían como fin enseñar la lengua latina. En ellas
sólo tenía cabida aquello que se pudiera sistematizar y la etimología no
entraba en esta categoría. No sólo era diferente en cada palabra, sino que de
un mismo término se podían ofrecer una o varias explicaciones. Ello
imposibilitaba, por consiguiente, su sistematización (cf. Cavazza 1986: 269
= 1987: 95; Baratin 1987: 52 y 1989: 302 ss.). Junto con la etimología
quedaban excluidas también las diferencias y, en general, todo lo referido al
vocabulario. Este tipo de ars se convertiría en el de la tradición escolar. Su
desarrollo conllevaría un proceso de esquematización morfológica del que se
quejarían Quintiliano y Gelio (cf. Maselli, 1979: 64 ss.).

La obra de Remio Palemón (5 d. C.?-65 d. C.) no se ha conservado. De


ella se han intentado diversas reconstrucciones. Una de las primeras fue la de

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Concepto de etimología

M. Marschal quien en 1887 escribió De Quinti Remmii Palaemonis libris


grammaticis (Diss.). La última, realizada en 1922, corresponde a Barwick.
Este autor (1922: passim, en especial 111-215) llevó a cabo su reconstrucción
basándose en citas y menciones de (citamos por orden de importancia)
Carisio, los Excerpta Bobiensia, Donato, Diomedes, Consencio, Mario
Victorino y Dositeo.
Afirmaba Barwick (1922: 238) que la gramática de Palemón es una
obra de orientación estoica con influjo de Dionisio Tracio que presenta ya el
esquema tripartito que estas artes tendrían en Roma: una primera parte estaría
dedicada a la lexis, la segunda a las partes orationis y la tercera a los uitia
y uirtutes. Este tipo de obras sería designado por este estudioso como
‘Schulgrammatik’.
Acerca de la inclusión de la etimología en ella nada podemos decir,
pero a tenor de las obras que, aparentemente, la tomaron como modelo, ésta
no debía figurar como contenido teórico. En su reconstrucción de la obra de
Palemón, Barwick no la incluye. Sí habla de la etimología, pero lo hace en
relación con otros dos tipos de escritos gramaticales referidos ambos a la
latinitas. Se trata de las artes escritas por Plinio y Capro y los tratados de
ortografía escritos por Verrio Flaco y Terencio Escauro (cf. Barwick 1922:
182 ss.). Sí se encuentran en elars de Palemón las ocho partes del discurso.
No obstante, no se puede afirmar de forma tajante que fuera él el inventor de
dicha división (cf. Della Casa 1980: 66). Esa cifra viene avalada no sólo por
Quintiliano (Inst. 1. 4. 20), sino también por el papiro 184 del British
Museum editado por Milne y estudiado por Collart (Collart 1938: 228-238).

El ejemplo más antiguo de arte descriptiva que se nos han conservado


sería, en principio, el de Probo. Decimos “en principio” ya que existen dudas
acerca de la cronología de este gramático. Keil considera que es un autor de
época de Nerón, pero recientemente Herzog (1993: 131) lo identifica con
Paladio y lo sitúa en el siglo IV.
En el siglo II escribieron sus artes Aspro y Terencio Escauro. La obra

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Etimología y gramática en los primeros siglos del Imperio

del primero de ellos se conoce por noticias de otros gramáticos, pero no se


conserva nada de ella. El ars que circula bajo su nombre parece ser que fue
escrita en el siglo V. Tampoco se conserva nada del ars de Terencio Escauro,
salvo las referencias de otros autores (cf. Serg. G. L. 4. 486. 10).

El escaso número de textos que nos han llegado de estas primeras artes
nos invitan a dejar para el capítulo siguiente, dedicado a la antigüedad tardía
en la que los textos son mucho más numerosos, las referencias teóricas acerca
de la etimología, así como su empleo en este tipo de obras.

1. 2 - Las artes dedicadas a la latinitas

Frente a las artes descriptivas, las artes dedicadas a la latinitas se


desarrollaron en menor medida. Este tipo de obras versaba sobre los cánones
de la latinitas que son, en opinión de Barwick (1922: 258 nota 3), una
transposición de los criterios del eJllhnismovß griego: ejtumologiva, ajnalogiva,
diavlektoß y iJstoriva. Los dos primeros son de origen alejandrino y los dos
últimos estoicos. Dichos criterios estarían ya presentes en la obra de Varrón
de sermone Latino, (cf. Barwick 1922: 185).
En principio, al ser la etimología uno de los cánones de la latinitas,
cabría suponer que en este tipo de obras no faltaran referencias teóricas a ella
lo que las distinguiría de las artes descriptivas en las que hemos señalado ya
su ausencia. Sin embargo, los fragmentos que nos han llegado de este tipo de
obras invitan a rechazar tal posibilidad. A partir de ellos sólo es posible
afirmar su presencia de una forma práctica.
Del período que ahora estamos tratando conocemos la existencia de las
obras de dos autores, Plinio y Capro.

Plinio (c. 23-79) publicó en torno al año 67 los dubii sermonis libri
octo que no nos han llegado de forma íntegra sino fragmentaria3. Ésta debe
ser la obra gramatical a la que el propio autor hace referencia en el prefacio

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Concepto de etimología

de su Naturalis historia (praef. 28).


La etimología es empleada como criterio de corrección: sirve para
ayudar a resolver una anfibología u homonimia léxica, esto es, para explicar
la diferencia de significado de dos palabras como pueden ser las parejas
clipeus / clypeus y uortex /uertex 4.

De la obra de Capro, titulada de latinitate, poco es lo que podemos


decir. Este gramático recurría a autores antiguos para confirmar el uso de una
palabra. Su ars fue muy utilizada por gramáticos posteriores como Carisio
y Prisciano. Este último autor lo tenía en gran estima. De él decía que era
“doctissimus antiquitatis perscrutator” (G. L. 2. 188. 23).

1. 3 - La gramática en las obras enciclopédicas

Anteriormente dejamos emplazada la cuestión de si los disciplinarum


libri IX de Varrón son o no el precursor del modelo enciclopédico latino de
las siete artes liberales. Tradicionalmente, desde que en 1877 Ritschl publicó
su obra D. M. Terentii Varronis disciplinarum libris commentarius, se ha
venido defendiendo que la obra del Reatino contenía el currículo de la
enciclopedia latina y que éste era de origen helenístico. Dahlmann (1935: col.
1257) llegó más lejos puesto que afirmó que dicho ciclo se formó a partir de
Varrón. Las tesis de Ritschl han sido asumidas por Grimal (1966: 459-482),
Marrou (1976: 37-63), Pizzani (1974: 667-696 y 1988: 693-707), Della Corte
(1978: 13-107). Este último estudioso se ha convertido en el más firme
defensor de esta postura.
Frente a todo estos estudiosos, Hadot postuló en la década de los
ochenta una nueva hipótesis sobre el origen del ciclo de las siete artes
liberales. Éste no se habría originado en época helenística ni estaría contenido
en los disciplinarum libri de Varrón. Su aparición habría tenido lugar en el
siglo III. En su opinión (1984: 101-136, 154, 156 y 191) el modelo de las siete
artes surgió en el ámbito neoplatónico con Porfirio y apareció sistematizado

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Etimología y gramática en los primeros siglos del Imperio

por primera vez en el libro segundo del de ordine de Agustín. Hadot (1984:
176) considera que, de las diferentes menciones de la citada obra de Varrón,
la única certeza que se puede extraer es que constaba de nueve libros y que
uno de ellos estaba dedicado a la arqueología.
Entre los numerosos libros y artículos escritos antes de la publicación
de la obra de Hadot relacionados bien con Varrón, bien con la enciclopedia
se encuentran el articulo de Della Corte “Enciclopedisti latini” (1978). En
él este estudioso ofrece un panorama de la evolución de la enciclopedia en
Roma.
En las páginas que dedica a Varrón (1978: 41-50), de quien dice que
sistematizó la enciclopedia romana, describe cuál era la estructura de
disciplinarum libri. Se trataba de una obra de carácter teórico que incluía
nueve materias diferentes: gramática, dialéctica, retórica, geometría,
aritmética, música, filosofía, medicina y arquitectura.
En esta enciclopedia, si se tiene en cuenta lo apuntado por Della Corte,
la etimología aparecería en dos niveles distintos, el teórico y el práctico y
sería empleada de forma práctica a lo largo de toda la obra. Un ejemplo de
ello es el fr. 221 Fun. en el que se ofrece la etimología de stella. Su tratamiento
teórico tendría lugar en el libro dedicado a la dialéctica. Nada indica Della
Corte acerca de una posible consideración teórica en la gramática. Esta
ausencia no sería extraña si es cierto que el texto de la gramática seguía el
esquema de las artes descriptivas en las que la consideración teórica de la
etimología no tenía cabida.
Señala este estudioso (1978: 50) que los disciplinarum libri de Varrón,
con algunos cambios en el esquema, se convirtieron en el modelo enciclopédico
a seguir durante siglos superando la esporádica oposición ejercida durante
época de Augusto y el siglo I d. C. por la llamada enciclopedia práctica. Fue
ésta última una concepción enciclopédica distinta a la varroniana propiciada
por la filosofía de Q. Sestio, autor coetáneo al Reatino. Las enseñanzas de
carácter moral y ético de Sestio favorecieron el desarrollo de una enciclopedia
de carácter práctico en detrimento de la hecha hasta entonces de carácter más

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Concepto de etimología

teórico cuyo exponente era Varrón. Della Corte (1978: 57) califica ese nuevo
enciclopedismo como “naturalístico”.
El incentivo ético que guiaba la indagación filosófica de los discípulos
de Sestio les invitaba a estudiar los problemas de la naturaleza más
conectados con la naturaleza misma del hombre. Ni la gramática, ni la
dialéctica de casuística etimológica tenían cabida en sus especulaciones
porque no facilitaban el alcanzar la virtud o la eliminación del deseo, el temor
o la libido (cf. Della Corte 1978: 51 ss., en especial 57 y 58). Así pues, según
Della Corte, la redacción de estas obras enciclopédicas prácticas fue un
paréntesis en la concepción teórica de la cultura enciclopédica. Pizzani
(1974: 669) también insiste en la diferencia de contenidos de estas
enciclopedias en relación con la de Varrón.
Pertenecieron a esta corriente o fueron cercanas a ella las obras
enciclopédicas de Celso, Artes, y de Plinio el Viejo, Naturalis historia. Este
ultimo autor se sirve de la etimología en la explicación de algunos de los
muchos términos que aparecen en su obra. Las etimologías son, sobre todo,
abundantes en los libros dedicados a la geografía, a la mineralogía y a los
medicamentos derivados de las plantas. Para más datos acerca del empleo de
la etimología en esta obra véase el artículo de Hernández de Miguel (1998:
139-142).

2 - Los tratados ortográficos

2. 1 - La ortografía y su relación con la etimología

Entre las obras gramaticales escritas en estos siglos figuran también los
tratados ortográficos5. La ortografía como disciplina con nombre y reglas
precisas apareció en Grecia en el mismo período en el que aparecieron las
technés gramaticales de las que ya hemos hablado, es decir, cuando emergió
la idea de un sistematización de la gramática.
A la par que se establecieron las reglas de la lengua correcta, se

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Etimología y gramática en los primeros siglos del Imperio

establecieron también las reglas de la representación correcta de dicha


lengua. Hacían falta unos criterios que regularan esa representación. Su
elaboración sentaría las bases de la ortografía como disciplina autónoma. El
canon de estos criterios quedó fijado en el siglo I a. C. (cf. Siebenborn 1976:
54, 161 s. y Desbordes 1990: 167). La etimología aparece como uno de ellos:
tal palabra debe tener tal forma porque deriva de tal otra. Para Siebenborn
(1976: 63) el uso de la etimología como criterio de corrección ortográfica es
secundario y deriva de su empleo para distinguir significados.
Como ocurriera con las artes gramaticales, también los tratados de
ortografía pasaron de Grecia a Roma. El interés por los problemas ortográficos
no era algo nuevo para los romanos. Ya desde los primeros textos queda
reflejado su gusto por este problema. Las consideraciones de Apio Claudio,
Ennio, Espurio Carvilio, Accio y Lucilio son alguno de los testimonios de
esa preocupación por la ortografía. En los siglos I a. C. y I d. C. tras Varrón
y Nigidio Fígulo otros gramáticos escribirían también sobre problemas
ortográficos. Nos referimos a Escribonio Afrodisio, Asinio Polión, Antonio
Rufo, Sino Capitón y Julio Modesto.

2. 2 - Tipología de tratados ortográficos

A diferencia de las artes gramaticales, no existió para los tratados


ortográficos un esquema fijo ni en la forma, ni en el contenido. Se pueden
encontrar desde simples repertorios de dificultades hasta obras de carácter
riguroso, pasando por esquemas sumarios o cursos escolares.

Pese a la variedad de forma y contenido estas obras presentan una serie


de rasgos comunes con relación a la etimología. Por un lado, en todas ellas
se encuentran ejemplos de su uso como criterio de corrección. Por otro, no
suele haber referencias teóricas acerca de la misma como criterio de corrección.
Tampoco se incluyen referencias teóricas sobre los restantes criterios.

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Concepto de etimología

2. 3 - Ortógrafos latinos de los siglos I y II d. C.

Ya en Varrón se encuentran ejemplos ortográficos prácticos en sus


obras, en especial en el de sermone latino. Pero el Reatino no fue autor de
ninguna ortografía. El primer tratado ortográfico del que se tiene noticia fue
escrito en el siglo I por Verrio Flaco

2. 3. 1 - Verrio Flaco

Verrio Flaco es un autor de época de Augusto más conocido por su obra


lexicográfica de uerborum significatu que por su ortografía. Ninguna de sus
dos obras ha llegado hasta nosotros.
Del tratado ortográfico, titulado de orthographia, no quedan sino una
decena de fragmentos que imposibilitan su reconstrucción. Se especula sobre
el posible influjo que esta obra ejerciera en el capítulo dedicado a la ortografía
que incluyera siglos más tarde Mario Victorino en su ars (uid. infra 104).
Nada podemos señalar acerca del uso que diera Verrio a la etimología
en esta obra, pero a tenor de otros tratados ortográficos de este mismo siglo
y de siglos posteriores es presumible que recurriera a ella como criterio de
corrección.

2. 3. 2 - Niso

Frente a la ausencia de testimonios del uso de la etimología en la


ortografía por parte de Verrio Flaco, sí contamos con algún ejemplo de su uso
en Niso, autor de mediados del siglo I nombrado en varias ocasiones por un
ortógrafo del siglo II, Velio Longo (G. L. 7. 76, 77 y 79). De los comentarios
de Longo se deduce que Niso debió de recurrir a la etimología de una forma
práctica para justificar con ella la grafía correcta de determinadas palabras6.
Su tratado ortográfico, más que una ortografía, debía de ser un
diccionario de dificultades (no digas.... di....) dispuesto en orden alfabético.

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Etimología y gramática en los primeros siglos del Imperio

2. 3. 3 - Anneo Cornuto

También del siglo I, pero de época neroniana, es Anneo Cornuto (fl.


54 - 68). Su obra se conoce de forma fragmentaria gracias a Casiodoro, quien
lo utilizaría cuatro siglos más tarde en la confección de su repertorio
ortográfico (G. L. 7. 147-154).
En el texto conservado no faltan ejemplos del uso de la etimología para
justificar la ortografía de las palabras7. Anneo parece preferir la derivación
de las palabras latinas a partir del latín más que del griego. No duda, por
ejemplo, en indicar como errónea la etimología de malo a partir del griego8.

2. 3. 4 - Quintiliano

Quintiliano (35-c. 100) es el único de los autores citados en este


capítulo que no escribió un tratado ortográfico como obra independiente sino
que incluyó una pequeña ortografía en el capítulo séptimo del libro primero
de su Institutio oratoria. En ella se suceden una serie de cuestiones, un tanto
en desorden, relacionadas con la ortografía de las palabras. Los temas que
trató son la geminación de vocales para notar las vocales largas, el sonus
medius, la grafía -uo- en ciertas palabras, el paso de duellum a bellum, la
notación correcta de los compuestos con ex, el uso de qu y c y el uso de las
grafías ei e i según se trate de un plural o de un singular.
Al igual que había hecho en el capítulo dedicado a los criterios de
corrección y en concreto a la ratio (Inst. 1. 6), también en las cuestiones
ortográficas, Quintiliano criticaría el uso abusivo de la etimología9.
A diferencia de la variedad de términos que emplearía en Inst. 1. 6. 28
ss. (uid. infra 155), tan sólo recurre al término transcrito del griego etymologia
para su designación (Inst. 1. 7. 17).
Como los ortógrafos nombrados hasta ahora Quintiliano tampoco
incluyó ninguna referencia teórica acerca de la etimología como criterio de
corrección. Para que ello ocurra habrá que esperar hasta el siglo II, en el que

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Concepto de etimología

Terencio Escauro escribe su de orthographia.

2. 3. 5 - Terencio Escauro

El texto que nos ha llegado del ortógrafo del siglo II Terencio Escauro
(G. L. 7. 11-35) se divide en dos partes bien diferenciadas. La primera de
carácter más teórico, la segunda más práctico. En la primera enumera los
tipos de errores que se pueden cometer al escribir, adiectio, detractio,
inmutatio y adnexio, y ofrece una lista de los criterios que permiten corregirlos,
historia, proportio y originatio 10. Este último criterio no es otro que la
etimología. La segunda parte de su ortografía está compuesta por un
repertorio de faltas repartidas según la clasificación ofrecida en la primera
parte. En ella se observa cómo la etimología ayuda a corregir diferentes
errores y a justificar la correcta grafía de las palabras11.
La mayoría de los ejemplos en los que la etimología actúa como criterio
de corrección corresponde a los errores per adiectionem. Frente a los seis
ejemplos registrados de este tipo de error, de los restantes sólo contamos con
uno para los errores per detractionem y per adnexionem y dos para el error
per mutationem 12.
En ocasiones Escauro recurre en sus etimologías al Reatino, quien no
sólo le sirve como criterio de autoridad, sino que es además el modelo de su
concepción de la etimología como criterio de corrección (cf. Siebenborn
1976: 146, von Albrecht 1992b: 1165). Sin embargo, se aleja de él en la
terminología, acercándose en este punto a Quintiliano. Utiliza como él el
término originatio (G. L. 7. 12. 5) desconocido para Varrón. Terencio
Escauro equiparó dicho término con el griego ejtumologiva.
Este autor prefiere explicar los términos latinos a partir del latín.
Aquellas etimologías registradas en su obra que tienen como término
inductor una palabra griega corresponden todas ellas a Santra, cuya preferencia
por la derivación a partir del griego ya hemos reseñado (uid. supra 43). En
ocasiones, la autoridad en la que se apoya para rechazar el origen griego de

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Etimología y gramática en los primeros siglos del Imperio

una palabra no es otro que Varrón. Es lo que ocurre, por ejemplo, con el
cognomen Gracchus13. Sin embargo, el rechazo del griego como lengua
inductora de las palabras latinas, no es óbice para el empleo de tecnicismos
griegos en sus explicaciones etimológicas. Es el caso del término sugkophv
que emplea en dos ocasiones al explicar el término cauissa (G. L. 7. 22. 1-
3).
Para concluir con la concepción etimológica de Escauro hemos de
decir que en su opinión por encima de la etimología actúa en ocasiones la
costumbre lo que motiva que se escriban mal algunas palabras14.

2. 3. 6 - Velio Longo

Velio Longo, también del siglo II como Terencio Escauro, escribió un


tratado que tituló, como ya habían hecho otros autores antes que él, de
orthographia. A diferencia de Terencio Escauro, en el texto que de él nos han
llegado no encontramos ninguna referencia teórica referente a la etimología.
Longo estudia primeramente el valor, la potestas, de las letras,
dedicándole un mayor numero de páginas que Terencio Escauro. Pasa
después a tratar la diferencia y la confusión entre orthographia y orthopeia,
la primera atañe a la escritura, la segunda a la pronunciación. Recurre a la
etimología de forma práctica tanto al tratar el valor de las letras15, como para
ejemplificar la orthopeia y los casos de confusión entre ésta y la orthographia16.
Ofrece en ocasiones diferentes etimologías para justificar una
determinada grafía. Cuando ello ocurre, la primera de las grafías propuestas
corresponde a la postura mantenida por él y la segunda a la defendida por otro
autor, como pueden ser Varrón, Niso, Cornuto o Antonio Rufo17. Algunos de
sus ejemplos coinciden con los expuestos por Plinio en su dubius sermo18.
Velio recurre preferentemente al latín como término inductor en sus
explicaciones etimológicas. Ello no quita que también recurra, en ocasiones,
al griego. Pero su empleo no reviste siempre el mismo valor. Unas veces
rechaza de plano la derivación a partir del griego, mientras que otras la ofrece

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Concepto de etimología

como explicación de igual valía que una derivación latina. Así por ejemplo
ofrece dos etimologías posibles de comisator siendo una de ellas latina y otra
griega19. Pero frente a esta posibilidad también nos encontramos con el
rechazo de la etimología griega del término delirus decantándose por la
explicación latina20. La derivación a partir del griego le va a permitir, en
ocasiones, distinguir palabras parecidas sobre cuya grafía se duda. Es el caso
de chilonem y cilonem explicado el primer término como una derivación del
griego y el segundo a partir del latín21.
En aquellas etimologías explicadas como una derivación a partir de
otra palabra latina incluyó indicaciones de carácter fonético. Los cambios
consignados por este autor son todos mutaciones de una letra por otra, d en
r y en c22, s n r y aspiración de la f 23, afinidad de d y t 24 .

Para designar la etimología empleó dos términos, el latino origo y el


griego ejtumologiva25, del que renuncia, como Escauro, a utilizar su
transcripción latina.

2. 3. 7 - Capro

Las ortografías de Terencio Escauro y de Velio Longo fueron


consideradas por Bertini (1986: 94) tratados “di tipo scientifico in cui la
teoria prevale sulla pratica” . Frente a ellos Capro representa un cambio hacia
una obra más práctica.
Existen ciertas dudas acerca de la identidad de este personaje. Rutela
(1977: 143-159) propone que hubo dos gramáticos distintos, uno del siglo II,
Flavio Capro, autor del de latinitate, y otro anterior al 450, que escribió el de
orthographia y de uerbis dubiis. Para Keil, el Capro autor del de orthographia
y de uerbis dubiis vivió en el siglo II.
Los dos tratados escritos por Capro están relacionados con la ortografía.
En estas obras, a juzgar por los fragmentos que nos han llegado, no se registra
ninguna aclaración teórica acerca de la etimología. Sin embargo, no faltan en

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Etimología y gramática en los primeros siglos del Imperio

ellas ejemplos prácticos de su uso. Con su ayuda Capro resolvía dificultades


del tipo “se dice tal y no tal”, “tal debe escribirse con una sola consonante y
no con dos”, “tal debe escribirse de tal forma”, “se dice tal”26.
Para su designación recurrió sólo a la transcripción latina etymologia
que aparece en todas las ocasiones en el giro (ab) etymologiae causa (G. L.
7. 95. 16-18).
Aunque en algunas de las explicaciones etimológicas que ofrece
recurre al griego, lo general es que las derivaciones las haga a partir del latín27.

2. 4 - La práctica etimológica de los ortógrafos

Una vez abordada la consideración que la etimología tenía en los


diferentes ortógrafos es el momento de examinar su práctica etimológica.
Todos ellos comparten una serie de rasgos que afectan a los esquemas
etimológicos empleados, al uso de las quaternae causae y los nomina ficta
y al empleo del griego en sus explicaciones.

En sus etimologías los ortógrafos recurren mayoritariamente a la


derivación como método etimológico y en menor grado a la comparación. No
se registran en ellos ejemplos de etimologías antifrásticas, onomatopéyicas
o producto de la similitud.
Los esquemas seguidos por estos autores para expresar la relación
etimológica establecida entre los términos inductor e inducido con la que se
explica la ortografía correcta de son algunos de los que empleó Varrón.
Predomina de forma clara el uso de los esquemas derivativos, “B ab A” y en
menor medida “B ex A”, frente a los esquemas causales, “B quod” y también
“B quoniam” y “B ab eo quod”. El motivo es su despreocupación por el
significado de la palabra. A los ortógrafos lo que les interesa es la forma de
la palabra, su corrección ortografía.
Velio Longo es el único en el que registramos ejemplos del esquema
causal. Lo emplea en seis ocasiones frente a doce del esquema derivativo.

61
Concepto de etimología

Los demás recurren en sus explicaciones sólo a este último tipo de esquema.
Junto con Longo el autor en el que se registran un mayor número de casos del
esquema derivativo es Terencio Escauro del que hemos contabilizado diez
ejemplos del esquema “B ab A’ y dos de “B ex A”.

Pese al interés que ofrecen por la forma de la palabra, la consignación


de indicaciones fonéticas no es una práctica común en los ortógrafos.
Registramos casos en Anneo Cornuto, Terencio Escauro y Velio Longo.
Entre ellos, no obstante, existen ciertas diferencias. Mientras que los dos
primeros en sus únicos ejemplos son imprecisos y vagos en la descripción del
cambio ocurrido, Velio señala de forma concreta los cambios operados en los
tres ejemplos en los que los consigna. Cornuto (G. L. 7. 149. 19-150. 2) y
Escauro (G. L. 7. 22. 1-3) se limitan a señalar la presencia de una síncopa sin
señalar a que letra o letras afecta ésta.
Menos frecuente que el uso de las quaternae causae es el empleo de
los nomina ficta. Tan sólo registramos un ejemplo en Anneo Cornuto (G. L.
7. 152. 6).

En sus explicaciones etimológicas estos autores prefieren acudir al


latín como lengua inductora. Las etimologías a partir del griego son poco
frecuentes y por lo general cuando las ofrecen suele ser para rechazarlas.

2. 5 - Conclusiones en torno a los ortógrafos

Así pues, de todo lo dicho en torno a la ortografía y al uso de la


etimología por parte de los artígrafos podemos concluir lo siguiente:
1º - las obras escritas por estos autores son tratados gramaticales
independientes cuyo tema es la ortografía. Tan sólo Quintiliano se sale de
esta norma;
2º - la etimología es utilizada en ellas como un factor de corrección;
3º - no todos los ortógrafos hacen mención expresa de la etimología.

62
Etimología y gramática en los primeros siglos del Imperio

Aquellos que lo hacen acuden en su designación a diferentes términos


etymologia, ejtumologiva y originatio;
4º - en sus explicaciones etimológicas emplean mayoritariamente el
esquema derivativo;
5º - la derivación etimológica suele realizarse a partir del latín.

3 - Obras de carácter glosográfico y lexicográfico

Las obras de carácter glosográfico y lexicográfico, si bien no incluyen


referencias teóricas acerca de la etimología, al menos registran siempre su
uso, en mayor o en menor medida, en su aspecto práctico.
Estas obras están escritas con la intención de aclarar el significado de
los términos que en ellas se encuentran recogidos sea porque han caído en
desuso, porque se utilizan sólo en ocasiones restringidas o por cualquier otro
motivo. En ocasiones para aclarar el significado basta con ofrecer un
sinónimo o con definir el término en cuestión. Otras veces la simple
definición no es suficiente y se recurre también a la etimología. Ésta es, pues,
un recurso más a emplear en la tarea de dar a conocer el verdadero significado
de un término o para especificar la adecuación entre un término y su referente.
Puede, incluso, darse el caso de que la etimología sea la única aclaración que
se ofrezca acerca de un término en estas obras.
En los primeros siglos del imperio escribieron obras de este tipo Verrio
Flaco y Cloacio Vero, en tiempos de Augusto, Julio Modesto, en época julio-
claudia, y Festo, a finales del siglo II.

3. 1 - Verrio Flaco y el de uerborum significatu

El gramático Verrio Flaco, ya citado en el capítulo dedicado a los


tratados ortográficos (uid. supra 56), escribió dos obras de carácter
lexicográfico, el de obscuris Catonis y el de uerborum significatu. Así lo
atestigua Gelio en dos ocasiones (5. 17. 6 y 5. 17. 18). De toda su producción,

63
Concepto de etimología

la obra que más fama le dio fue, precisamente, la segunda.


Numerosos autores se sirvieron de ella como fuente: Gelio, Plinio,
Macrobio, Servio, Carisio, Diomedes e Isidoro. Algunos, como en el caso de
Festo, la tomaron como modelo.
Pese a su importancia como fuente el de uerborum significatu de
Verrio no se ha conservado. Sí se ha transmitido una obra homónima escrita
en el siglo II por Festo. La identidad de títulos ha llevado y lleva aún a discutir
si Festo escribió una obra diferente a la de Verrio o si la copió de aquel.
Grandazzi en su artículo “Les mots et les choses: La composition du de
uerborum significatu de Verrius Flacus” (1991:10-123, en especial 108 ss.)
resume las diferentes posturas mantenidas acerca de esta cuestión. Los
principales autores que mantienen opiniones encontradas son Morelli (1984:
5-32 y 1988: 159-172) y Moscadi (1979: 17-36 y 1986: 105-110). Moscadi
defiende que Verrio y Festo son dos autores independientes el uno del otro,
mientras que Morelli opina que Festo epitomizó la obra de Verrio. Grandazzi
también comparte esta segunda opinión (1991: 115 nota 104).
Por nuestra parte y basándonos en ciertas alusiones incluidas en el texto
de Festo, creeemos que hubo dos obras homónimas y de contenido análogo,
siendo la segunda, la de Festo, un resumen de la primera. Así pues, en tanto
que ésta sirvió de modelo a aquella y en tanto que Festo parece haber tenido
como única fuente la obra de Verrio, se puede decir que el texto de Festo
permite especular acerca del contenido de la obra de Verrio y la forma de
trabajar de este autor. Sin embargo, la obra de Festo, que se ha transmitido
de forma fragmentaria, nada aclara sobre el número total de libros que
componían la obra de Verrio, que debía ser grande, ni sobre el número total
de lemas incluidos en la misma.

El propósito de Verrio al escribir esta obra no debió de ser otro que el


facilitar la labor de los gramáticos a la hora de comentar textos antiguos. Su
obra contenía explicaciones acerca del significado de diferentes términos, así
como frases hechas y proverbios referentes en su mayoría a los primeros

64
Etimología y gramática en los primeros siglos del Imperio

siglos de Roma.
Que lo primordial en ella era el significado de las palabras se deduce
primeramente del título y, en segundo lugar, de las consideraciones hechas
por Festo en diversos lemas en los que advierte cómo Verrio se desvía de su
propósito. Testimonio de ello son, entre otros, los lemas pictor Zeuxis,
Tatium y Talionem. En el primero cuestiona la inclusión de ese lema por
parte de Verrio porque en él no se indica nada acerca de su significado, en los
otros dos insiste en que Verrio parece olvidar su propósito28. En Morelli
(1988: 170) encontramos citados otros lemas en los que Festo polemiza más
o menos vivamente con Verrio.
También se deduce del texto de Festo, y más concretamente del lema
poriciam, que las palabras cuyo significado explicaba debían de ser en gran
medida términos arcaicos referidos a temas variados como son la historia,
la gramática, el derecho, las instituciones, la religión, etc. De hecho, en este
lema el propio Festo señala que su intención era eliminar en su resumen todas
las palabras obsoletas y en desuso ya en su época29.

Tomando como punto de partida el texto de Festo (seguimos la edición


de Lindsay, 1913) podemos aventurarnos a decir que, para escribir su obra,
Verrio debió de acudir a numerosos autores (gramáticos, poetas, historiadores,
retores, juristas, etc). Contrastaría sus opiniones, sus explicaciones
etimológicas, se decantaría por aquellas que creyera más acertadas y aportaría
ejemplos de uso de los términos explicados salidos de la pluma de estos
autores y de otros. En lo que respecta a la etimología, en ningún caso se
limitaría a trabajar exclusivamente con las etimologías de otros autores.
Formularía también las suyas propias y emitiría sus propias opiniones acerca
del significado de determinadas palabras. Así permiten pensarlo ciertas
etimologías atribuidas por Festo a Verrio30.
En aquellos casos en los que ofreciera alguna etimología no siempre lo
haría de igual manera. En unas ocasiones la etimología seguiría a la
definición de un término, como si con ella quisiera aclarar lo que acabara de

65
Concepto de etimología

decir31. En otras, ofrecería la explicación etimológica sin más32. Unas veces


aportaría una única etimología, otras más de una. Bien señalaría el autor o los
autores a quienes corresponderían las etimologías ofrecidas, bien omitiría
sus nombres recurriendo a un indefinido del tipo alii, antiqui, quidam o
simplemente utilizando el verbo en plural, dicunt, aiunt 33.
Pese a la importancia que pudiera tener la etimología en la explicación
del significado de las palabras, Verrio no debió recurrir a ella en todos los
lemas de su obra. En el texto de Festo, de las tres mil entradas sólo
ochocientas ochenta y cinco contienen etimologías, cerca de un 30% del
total.

Los fragmentos que Funaioli reune de este autor permiten deducir que
la etimología, además de para aclarar significados34, se utilizan también para
distinguir sinónimos35. En los fragmentos 8 y 10 Verrio y sus etimologías
aparecen como criterio de autoridad ortográfica36.

La mayor parte de las etimologías incluidas por Verrio en su obra


corresponderían a términos arcaicos por los que este autor mostraba un
especial interés. En su indagación sobre dichos términos, como ya hiciera
antes Varrón, recurrió a la etimología, que aparece así como un método de
búsqueda que permite remontarse en el tiempo, es decir, que tiene carácter
anticuario (cf. Grandazzi 1991: 122 s.).
Podemos poner como ejemplo de esa labor de anticuario el lema
dedicado a Roma (Fest. p. 326 y 328 ss.). Las etimologías referidas a los
nomina, cognomina y gentilicios de los romanos son muy numerosas en el
texto de Festo y junto con las dedicadas a los topónimos, teónimos y fechas
del calendario. Todas éstas conforman, tal y como ya hemos señalado, el
grupo mayoritario de términos objeto de indagación etimológica. A ellas
habría que sumar en la obra de Verrio aquellas que Festo ( y posteriormente
Pablo Diácono) eliminara en su resumen.

66
Etimología y gramática en los primeros siglos del Imperio

Para finalizar no nos queda sino señalar que, según se desprende del
texto de Festo, Verrio consignaría en escasas ocasiones indicaciones de
carácter fonético37. Lo mismo puede decirse de los nomina ficta que serían
muy poco empleados por este autor.

3. 2 - Cloacio Vero

Cloacio Vero escribió un tratado sobre términos latinos derivados del


griego titulado libri uerborum a Graecis tractorum. Además de esta obra
escribió también unos libri sacrorum en los que ofrecía explicaciones de
términos técnicos religiosos, sirviéndose en algunas de ellas de la etimología.
En opinión de Bardon esta obra supera la categoría de simple tratado
lexicográfico, puesto que en ella se aúnan la tendencia gramatical e histórica
de este autor (Bardon, 1956: 114).
Gelio consultó los libri uerborum a Graecis tractorum y opinó de ellos
que algunas de las etimologías que se ofrecen en esta obra son acertadas,
mientras que otras son insustanciales38. Consideró acertadas las etimologías
que propone para alucinari y errare (16. 12. 2 s.) y desafortunada la de
faenerator (16. 12. 5).

3. 3 - Julio Modesto

Julio Modesto es autor de unas Quaestionum confusarum libri y de un


tratado sobre las fiestas, de feriis. La primera de las obras citadas debía tratar
problemas de carácter gramatical. Los fragmentos atribuidos a esta obra son
de contenido fonético, ortográfico, sinonímico y etimológico.
En lo tocante al uso de la etimología, cinco de los fragmentos reunidos
por Mazzarino contienen ejemplos de este recurso39. No se sabe bien a cuál
de las dos obras citadas pertenecen. En ellos recurre a los esquemas
derivativo, “B ab A”, y causal, “B quod / quia”.
Una de las etimologías de este autor, caelebs, fue duramente criticada

67
Concepto de etimología

por Quintiliano en el libro primero de su Institutio, en el capítulo dedicado


a la etimología (Inst. 1 6. 36). A decir de Quintiliano, Julio Modesto formaría
parte de aquellos gramáticos que emplearon ad nauseam la etimología en
sus explicaciones.

3. 4 - Festo y su de uerborum significatu

El último de los autores por tratar en este apartado es Festo, quien


escribió una obra homónima, tal y como ya se ha indicado (uid. supra 64), a
la obra de Verrio Flaco. El de uerborum significatu de Festo ha llegado muy
fragmentado. Sólo queda de él un manuscrito que comprende de la M a la V.
El resto es un resumen de la obra realizado por Pablo Diácono en el siglo VIII.
Que Festo tomó como modelo la obra de Verrio se desprende de una
serie de hechos consignados a lo largo de su tratado como son el expresar sus
dudas cuando Verrio incluye un determinado lema, el advertir que un
determinado término ha sido ya explicado con anterioridad en otro libro o el
señalar que va a eliminar términos que ya estaban en desuso en su época40.
Si no fuese un resumen de la de Verrio ¿a qué vendrían entonces todas
estas apreciaciones? Éstas son muestra también de su distinta concepción del
trabajo. En el lema poriciam Festo indicó que su intención era eliminar los
términos antiguos y resumir los restantes de forma muy breve. El resultado
fue una obra en veinte libros41.
Sin embargo, Festo no se limitó llevar a cabo una labor de epitomización
sin más. Y así, aunque en el lema anteriormente citado expresara que no
consideraba necesario refutar las opiniones de Verrio en este resumen, ya que
tenía en mente escribir otra en la que exponer todas sus desavenencias con
este autor42, no dudó en señalar en su obra las ocasiones en que no aceptaba
lo dicho por él ya fuera en cuestión de etimologías, ya de significados, ya en
cualquier otro aspecto.
La postura crítica advertida en Festo se constata en diferentes ocasiones
en lo que respecta a la etimología. Sus críticas y comentarios no atañen

68
Etimología y gramática en los primeros siglos del Imperio

exclusivamente a Verrio. Unas veces criticó o alabó abiertamente una


etimología, ya fuera de Verrio ya de cualquier otro autor, otras mostró
simplemente sus dudas por una determinada explicación etimológica sin
ofrecer una alternativa y sin llegar a criticarla. Así por ejemplo califica
positivamente la etimología de oppidum propuesta por Cicerón y de forma
negativa la de scurrae propuesta por Verrio43. Duda sobre la etimología de
penis 44. Rechaza la etimología de Orcum propuesta por Verrio45. Señala su
preferencia entre dos etimologías distintas de un mismo término como ocurre
en los lemas solia y occare. En el primer caso muestra su preferencia por una
etimología de solia distinta a la propuesta por Verrio46 (el estado fragmentario
del texto impide saber si dicha etimología era suya o de otro autor) y en el
segundo prefiere la etimología que Cicerón ofrece a la de Verrio47.
Todos estos ejemplos parecen mostrar, al menos en lo que a la
etimología se refiere, un rechazo de las opiniones de Verrio, quien sale
siempre mal parado en las confrontaciones con las etimologías expuestas por
otros autores.
En el texto correspondiente al resumen que Pablo Diácono hiciera en
el siglo VIII de la obra de Festo se omiten estas críticas, juicios y opiniones
personales, así como las posibles dudas acerca de una etimología, y se reduce
al mínimo la erudición de la que hace gala el texto de Festo. Como ejemplos
de este proceder podemos ofrecer los lemas penis (Fest. p. 260M y Paul. Fest.
261M) y Roma (Fest. p. 326, 328 s. y Paul. Fest. p. 127). En el primero de
ellos Pablo Diácono omite en su texto el adverbio forsitan con el que Festo
muestra sus dudas acerca de la etimología expuesta. Omite también el
ejemplo de uso tomado de Nevio. En el segundo reduce al mínimo la
explicación etimológica y erudita. Frente a las numerosas explicaciones
acerca del nombre de la ciudad expuestas en el texto de Festo, él se queda
simplemente con una sola.
Sobre el uso dado a la etimología en la obra de este autor remitimos a
lo dicho al hablar de Verrio (uid. supra 65-67). Añadiremos tan sólo varias
consideraciones referentes al vocabulario empleado para designar la

69
Concepto de etimología

etimología, a los métodos y a los tipos de esquemas empleados en las


explicaciones etimológicas y a la labor crítica realizada por este autor.

Festo, y es de suponer que lo mismo ocurriría con Verrio, no recurre en


ningún caso al término etymologia. Sí emplea origo, pero en muy escasas
ocasiones y casi siempre para señalar la procedencia extranjera, las más de
las veces griega, del término en cuestión. Utiliza el término origo en sólo
nueve ocasiones. En seis de ellas para referirse a la procedencia griega del
término en cuestión, en una al origen sabino y en dos al latín48.

Festo recurre a diferentes métodos en sus explicaciones etimológicas.


En su obra encontramos ejemplos de derivación, de composición49, de
similitud50, de onomatopeya51 y también de antífrasis52. De todos ellos, los
menos utilizados son los tres últimos, siendo la derivación el más productivo.
Entre los esquemas empleados para indicar la etimología de una
palabra se observa una preferencia por la explicación derivativa sobre la
causal. Así, el esquema más empleado es “B ab A”, utilizado en más de la
mitad de los casos. De ellos, en casi una cuarta parte el término inductor es
griego y en el resto latino.

El examen de las obras lexicográficas de Verrio Flaco, Cloacio Vero,


Julio Modesto y Festo nos permite concluir que:
1º - los usos dados a la etimología en este tipo de obras son
fundamentalmente dos: aclarar significados y distinguir sinónimos;
2º - las etimologías registradas en ellas son testimonio del empleo de los
diferentes métodos etimológicos, siendo los más utilizados la derivación
y la composición;
3º - no faltan los ejemplos de uso de las quaternae causae y los nomina
ficta aunque su empleo es escaso;
4º - no es raro encontrar ejemplos de etimologías con un término inductor
de origen extranjero, preferentemente griego;

70
Etimología y gramática en los primeros siglos del Imperio

5º - es poco frecuente el uso de los términos técnicos etymologia u origo


para indicar la presencia de la etimología. Su empleo suele estar asociado
a origen extranjero del término del que se indica la etimología.

4 - Aulo Gelio y sus noctes Atticae

4. 1 - Carácter erudito de las noctes Atticae

Las noctes Atticae de Gelio son calificadas por algunos estudiosos


como una obra enciclopédica (cf. Maselli, 1979: 7 y 29 ss. y Fontaine, 1965:
531 nota 25). Sin embargo, su estructura aconseja no hacerlo, pues no guarda
ningún parentesco con las enciclopedias escritas ni antes ni después de este
autor. Además, el propio Gelio polemizó contra este tipo de obras (14. 6). Por
su parte Astarita (1993: 20) rechaza su pertenencia al filón enciclopédico por
carecer de carácter sistemático.
Ciertamente Gelio reunió en su obra conocimientos de todos tipo, pero
no los ordenó con ningún esquema tal y como él mismo reconoce (praef. 2).
La profusión de materias compiladas en ella permite darle el calificativo de
erudita. Sin embargo, Gelio no se limitó, sin más, a reunir datos de procedencia
diversa tal y como mantiene la opinión tradicional. Tenía competencia en las
distintas materias que incluyó en su obra, en especial en la gramática, aunque
no fuera un gramático profesional (cf. Maselli, 1979: 10, 24, 27 y 84).
Las abundantes referencias lingüísticas que hay en su obra dejan
entrever sus opiniones acerca de la lengua latina, opiniones que, aun sin
conformar una doctrina gramatical expresa, puesto que en ellas no hay una
intención teorizante, deben ser tenidas en cuenta en cualquier intento de
aproximación a la teoría gramatical del siglo II, incluida la etimología.

4 . 2 - La concepción etimológica de Aulo Gelio

Como acabamos de señalar, entre los temas gramaticales de los que

71
Concepto de etimología

Gelio opina se encuentra la etimología. Si bien en sus páginas no encontramos


la exposición de una doctrina etimológica tal como hiciera Varrón en su de
lingua Latina, sí podemos leer sus opiniones sobre distintas etimologías
recogidas de autores diversos, así como ciertas consideraciones que podríamos
tildar de ‘teóricas’. Dichas consideraciones recaban nuestra atención.
Seguiremos la edición de Marshall (1990).

Incide Gelio en dos ámbitos en los que es posible el empleo de la


etimología: la retórica y la gramática.
En 13. 10. 1 encontramos lo que podría entenderse como una pequeña
definición de la etimología. Hablando de un jurista de época augustea
llamado Antistio Labeón (uid. infra 216 s.), Gelio nos dice que conocía a
fondo los origines rationesque de las palabras latinas y que se servía de ellos
para explicar los engaños o argumentos falaces del derecho. El texto latino
dice así:
“Labeo Antistius iuris quidem ciuilis disciplinam principali studio exercuit et
consulentibus de iure publice responsitauit; <set> ceterarum quoque bonarum artium
non expers fuit et in grammaticam sese atque dialecticam litterasque antiquiores
altioresque penetrauerat Latinarumque uocum origines rationesque percalluerat eaque
praecipue scientia ad enodandos plerosque iuris laqueos utebatur.”
Entendemos que ea scientia va referido a origines rationesque. La
etimología sería, pues, una ciencia útil en la labor desarrollada por los
juristas.
Ceci (1892: 8) recurre a este mismo pasaje para insistir en el hecho de
que, si los juristas hubieran bromeado con la etimología, Gelio lo habría
destacado.
El empleo de la etimología por parte de los juristas está repetidamente
ejemplificado en las noctes Atticae. Con su ayuda se pueden distinguir
términos de significado afín, aclarar el significado concreto de los términos
jurídicos, o interpretar correctamente todo tipo de escritos legales. Ejemplos
de ello son la distinción que establece entre adrogatio y adoptatio (5. 19)

72
Etimología y gramática en los primeros siglos del Imperio

para lo que recurre a las opiniones del pontífice Q. Mucio y de Masurio


Sabino, la interpretación del sentido de un senado consulto gracias a la
etimología de succidaneae (4. 6) o la corrección de la etimología del término
testamentum propuesta por Servio Sulpicio (7. 12. 1 s.)53.

En 16. 6. 5 Gelio reproduce una conversación acerca de la etimología


del término bidentes con un maestro de lengua latina cuyo nombre no se
especifica, pero al que califica negativamente llamándolo indoctus y nebulo.
Lo que comienza con la propuesta de comentario de un verso de Virgilio en
el que aparece dicho término acaba con el enfado del gramático. Éste,
cansado de las preguntas de Gelio, da por finalizada la cuestión de la
etimología del término en cuestión diciendo que la gramática se ocupa de la
explicación etimológica de la palabra, esto es, del origen de su forma, pero
no de su validez real. El gramático se ha limitado a señalar que es un
compuesto de bis y dentes 54. Ahí acaba su cometido.
Sin embargo, para Gelio la explicación etimológica gramatical de un
término no se limita a la explicación sin más de la forma de una palabra. La
etimología no es un fin en sí misma, sirve para ayudar a definir el significado
de una palabra, para comentar textos literarios, para demostrar el uso correcto
de un término o la forma correcta cuando se duda entre varias, es decir, como
canon de latinitas. Todos ellos son usos registrados ya desde el siglo I a. C.

Gelio consideraba que la indagación etimológica de una palabra debía


apoyarse, en la medida de lo posible, en la indagación anticuaria. Así queda
reflejado en 2. 21. 6 ss. cuando, en boca de un personaje cuyo nombre no cita,
pero del que nos informa que era conocedor de la antigüedad, critica a
aquellos gramáticos, a los que llama de forma un tanto despectiva uulgus
grammaticorum, que no ofrecen mas que una explicación formal a medias
del término septentriones 55.
Gelio siente aversión por los gramáticos que desconocen la historia de
la lengua latina y de las palabras y leen poco a los autores antiguos. Suelen

73
Concepto de etimología

ser por lo general gramáticos profesionales muy bien considerados por los
demás (6. 17, 15. 30). Asimismo tiene siempre buenas palabras para los que
se preocupan por las palabras antiguas (18. 6. 8). El interés gramatical de
Gelio está lleno del valor anticuario que impregnara la etimología varroniana.
Los ejemplos de ello son numerosos56.

4. 3 - La práctica etimológica

La obra de Gelio está compuesta por veinte libros. Se ha transmitido en


dos partes desiguales, los libros 1 al 8 por un lado y los libros 9 al 20 por otro,
que parecen reflejar dos momentos distintos de redacción (Collart, 1965:
385-387). Del total de trescientos noventa y ocho capítulos, sesenta y cuatro
contienen etimologías. Treinta y tres de ellos se encuentran en los libros de
la primera parte y veintiuno en los restantes. La proporción de etimologías
es, pues, mayor en el primer bloque de libros que en el segundo.
Siendo mayor el número de capítulos que integran el segundo bloque
(doscientos veintiocho capítulos), sería de esperar que las etimologías fuesen
más numerosas. Sin embargo su número es inferior. Esta disminución, que
corre pareja con la disminución de noticias referentes a explicaciones
morfológicas y fonéticas, es explicada por Collart (1965: 389-392) como
consecuencia del cambio de orientación experimentado por Gelio en la
redacción de la obra: el primer bloque incluye explicaciones típicas de la
gramática romana tradicional, mientras que el segundo tiene una orientación
más sintáctica.

Los diferentes capítulos que ofrecen etimologías son de temas diversos:


comentarios de textos de todo tipo (poemas, discursos, plegarias, textos
legales o textos jurídicos)57; críticas a las explicaciones de algún comentarista
o de algún gramático58; disquisiciones sobre la corrección en el empleo de un
término59; distinción entre dos palabras de significado afín60; consideraciones
sobre las relaciones entre el vocabulario latino y el griego61; impresiones

74
Etimología y gramática en los primeros siglos del Imperio

producidas por la lectura de una obra lexicográfica62; noticias de carácter


anticuario63; conversaciones mantenidas con algún gramático, con algún
erudito o con algún filósofo64.

La mayoría de las etimologías que Gelio ofrece son de otros autores.


En su obra encontramos etimologías de Elio Estilón, Varrón, Nigidio Fígulo,
Valerio Sorano, Cicerón, Tirón, Gavio Baso, Aurelio Opilio, Verrio Flaco,
Cloacio Vero, Antistio Labeón, Ateyo Capitón, Masurio Sabino, Trebacio,
Servio Claudio, Sulpicio Apolinar, Frontón y Sexto Cecilio65. Ofrece también
etimologías de personajes cuyo nombre omite y otras que pone en boca de su
contertulio Favorino66.

4. 4 - La crítica etimológica

Un aspecto concreto de etimología geliana es su labor crítica. Su


competencia en las cuestiones etimológicas le permitió no sólo decidirse por
aquella que creía más correcta cuando tenía más de una explicación etimológica
posible de un término, sino también emitir juicios críticos sobre la práctica
etimológica de otros autores. Entre aquellos a los que criticó figuran Varrón,
Nigidio Fígulo, Cloacio Vero, Servio Sulpicio y Verrio Flaco.
A Varrón, por ejemplo, le criticaba la etimología de fur. Le recriminaba
precisamente lo que el Reatino le criticaba a Elio Estilón, el que explicara el
origen de determinadas palabras a partir del latín cuando se sabe que
provienen del griego67.
Critica las etimologías de auarus, testamentum y sacellum propuestas
la primera por Nigidio Fígulo, la segunda por Servio Sulpicio y la tercera por
Trebacio. El motivo de la crítica es el mismo para los tres términos. Ninguno
de ellos es un compuesto tal y como afirman los respectivos autores que las
postulan. Auarus no es un compuesto sino un término derivado68, testamentum
es una palabra formada con el sufijo -mentum como calciamentum o
paludamentum 69 y sacellum es un diminutivo70.

75
Concepto de etimología

Muestra su acuerdo con la etimología que Valgio Rufo propone del


término lictor, pero pone en tela de juicio la ofrecida por Tirón acerca de ese
mismo término71. A Cloacio Vero le alaba las etimologías griegas que
propone para errare y alucinari, etimologías que califica de forma positiva,
pero a la vez critica la que propone para faenerator 72. De Verrio Flaco señala
que su etimología de festinare es absurda73.

Pero sus críticas no se centran sólo en autores concretos de épocas


anteriores. También critica a los nuevos gramáticos de su época a los que
designa despectivamente como “turba grammaticorum nouicia” (11. 1. 5) y
a los que acusa se servirse de la antífrasis, método al que él no recurre en
ninguna ocasión.
No todas las críticas que encontramos en su obra están puestas en su
boca, algunas corresponden también a Favorino. Un ejemplo de ello sería la
crítica de éste a Gavio Baso a propósito de parcus (3. 19).
Su conocimiento de la morfología y fonética latinas, de los que da
cuenta en numerosas etimologías, contribuyeron a esta labor crítica. Así por
ejemplo, cuando explica el término succidanae (4. 6. 5) da muestras de
conocer la apofonía vocálica producida en los compuestos o cuando critica
las etimologías explicadas como compuestos recurre a los sufijos (7. 12. 6).

4. 5 - Vocabulario técnico

Para referirse a la etimología Gelio recurrió mayoritariamente a los


términos origo y ratio. El primero fue empleado anteriormente por Varrón.
El segundo lo utilizaría Quintiliano en el libro primero de su Institutio
oratoria para designar con él uno de los criterios de la latinitas, la razón, que
se basa, precisamente, en la analogía y la etimología. Era, pues, un término
asociado a la etimología. En opinión de Maselli (1979: 34), el uso que Gelio
hace del término ratio en el ámbito gramatical no hace sino confirmar la
división de criterios de la latinitas expuestos por Quintiliano.

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Etimología y gramática en los primeros siglos del Imperio

Conoció también el término griego ejtumologiva, pero sólo recurrió a


él en dos de los encabezamientos de los capítulos que componen su obra74.
Aunque conocía la transcripción latina del término griego, sin embargo, sólo
la empleó una vez determinando al término ratio75. En ocasiones también
utiliza causa para designar el origen de una palabra76.
Este autor emplea los términos origo y ratio tanto coordinados en un
único sintagma, como, más frecuentemente, por separado. Por lo general
dichos términos suelen estar determinados con un genitivo del tipo uocabuli,
uerbi o uocum77.
Entre origo y ratio utiliza con mayor frecuencia el segundo. Ambos
términos parecen tener un valor similar. Sin embargo, el análisis de aquellos
pasajes en los que uno u otro término aparecen no en el epígrafe del capítulo
sino en su desarrollo invita a pensar que ratio tiene un valor más específico
que origo.
Ratio designaría la explicación etimológica concreta acerca del origen
de un término, mientras que origo sería la forma de referirse a toda la
indagación llevada a cabo para llegar a averiguar y postular el origen concreto
de una palabra.
Consideramos significativo a este respecto el texto de 1. 25, el único
capítulo en el que Gelio emplea por separado ambos términos en el desarrollo
de sus explicaciones. Después de exponer las dos definiciones que Varrón da
del término indutiae, ofrece una etimología, la que él considera la mejor entre
todas las que ha leído y escuchado. Para presentarla recurre, precisamente,
a ratio, indicando con ello su origen concreto. Sigue a esta explicación
etimológica una segunda atribuida a Antistio Labeón. Concluye el capítulo
diciendo que, si ha incluido esta última explicación, aunque a él le parezca
menos clara, lo ha hecho para que nadie le acuse de no tenerla en cuenta en
su indagación etimológica acerca de esta palabra. En esa ocasión recurre al
término origo.
Ratio suele ir acompañado del nombre del autor que propone la
etimología considerada la mejor.

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Concepto de etimología

Pese a estos intentos de distinción de ambos términos debemos indicar


que también hay algún que otro ejemplo de interferencia de uso entre ellos.
Es el caso de 3. 19. 3. En él Favorino rebate la etimología que Gavio Baso da
del término parcus en su obra de origine uerborum et uocabulorum de la que
se acaba de hacer lectura. Para referirse a esa explicación concreta Favorino
recurre al término origo. Tal uso podría entenderse como un influjo del título
de la obra que aparece nombrada en el parágrafo anterior. Ratio también se
emplea en una ocasión para designar el conjunto de explicaciones etimológicas
que se pueden ofrecer de una palabra78.
Las explicaciones designadas con el término ratio suelen ser de
carácter morfológico. En ellas se indica si la palabra cuya etimología se
ofrece es un compuesto, si lleva un sufijo o un prefijo, o si se ha producido
algún cambio fonético79. El esquema seguido en estos casos es “B ab A”. En
otras ocasiones, las menos, la explicación etimológica no es derivativa sino
causal80. Se recurre entonces al esquema “B quod / quia”.

4. 6 - Conclusiones en torno a Gelio

El carácter erudito de la obra de Gelio, así como sus opiniones acerca


de la lengua latina nos permiten concluir que:
1º - la etimología no es un fin en sí misma, sino que es una ciencia
auxiliar tanto en el desarrollo de la labor de los juristas como de los
gramáticos;
2º - los juicios críticos de muchas de las etimologías incluidas en su
obra permiten observar el avance que los propios latinos han operado
acerca del conocimiento de su lengua en torno a temas como el origen
griego de algunas palabras, el uso de sufijos y los cambios fonéticos;
3º - es partidario de una etimología gramatical de carácter anticuario;
4º - rechaza el uso de la antífrasis como método etimológico, así como
el uso abusivo de la composición.

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Etimología y gramática en los primeros siglos del Imperio

5 - El comentario de obras literarias

Una parte de las etimologías que Gelio recoge en su obra están


incluidas en capítulos de carácter gramatical en los que se comenta algún
texto literario (Virgilio, cf. Gel. 2. 6) o el comentario que un determinado
gramático hace de un texto concreto (Asinio Polión a Salustio, cf. Gel. 10. 26.
4, Higino a Virgilio, cf. Gel. 6. 7. 13). Hemos señalado en ambos casos cuál
fue el uso que Gelio otorgó a la etimología.
De forma similar se sirvieron de ella los comentaristas del siglo II. Las
obras que comentaron corresponden a los grandes autores de la República y
de la época de Augusto. En época flavia Probo comentó a Terencio, Lucrecio,
Virgilio, Horacio y a Persio y Terencio Escauro a Plauto, Virgilio (sólo la
Aeneis) y a Horacio. En época adrianea Velio Longo comentaría a Virgilio
y a finales del siglo II Aspro comentó a Terencio, Salustio y Virgilio.
Aún conociendo los nombres de los comentaristas poco es lo que
sabemos sobre sus obras. Esta falta de datos nos invita a postergar el análisis
del empleo de la etimología en este tipo de obras. Volveremos sobre ello al
abordar en el próximo capítulo el comentario de texto en la Antigüedad
tardía, época en los que los testimonios son más abundantes (uid. infra 115-
126).

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