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10 octubre, 2017
Los médicos recibimos diariamente en el hospital a numerosos pacientes que practican danza, que
llegan a la consulta por diferentes malestares, más o menos conscientes
En el caso de algún malestar, lo primordial será que el médico determine un diagnóstico certero.
Para ello, una de las claves, es la consulta prematura; otra, la planificación junto al equipo de salud
para organizar las acciones de la recuperación, definir el tipo de tratamiento y la modalidad del
reposo.
Dolor
Generalmente la percepción del dolor identifica la presencia de una lesión, aunque no todos los
padecimientos implican un daño, como así tampoco, su ausencia asegura que no exista una
herida. Hay lesiones “silenciosas” que progresan sin dolor (como las tendinitis, que del 18 al 34%
son absolutamente asintomáticas, pero producen cambios degenerativos). Para ellas hay signos
clínicos que alertan sobre lo que puede estar ocurriendo y además existen exámenes
complementarios (radiografías, ecografías, resonancia magnética) que pueden comprobarlo.
Lesiones
De presentarse una lesión, se generará una disminución del rendimiento que condicionará por un
tiempo la actividad, por eso habrá que quitarle dramatismo al momento y aceptar que por la
exigencia que demanda la danza, es posible padecer alguna de ellas. Habrá que asumir riesgos y
prepararse para superarlas.
Dada nuestra experiencia, podemos afirmar que ante una lesión todo el mundo siente
inevitablemente una pérdida, frustración y/o enojo. Pero, ni bien se defina el diagnóstico, esa
momentánea vulnerabilidad debe superarse con paciencia y confianza hacia el especialista a la
hora de encarar un tratamiento.
Por ejemplo, los esguinces de tobillo que son tan frecuentes en esta actividad, serían
relativamente benignos si se los trata inmediatamente, pero a veces, por el temor casi irracional
de los bailarines de perder algunas clases se interrumpe su curación (las estructuras necesitan
tiempo y reeducación del movimiento para sanarse). La demora en tratarlos y rehabilitarlos, los
convertirán en lesiones más importantes que persistirán en el tiempo. Una buena alimentación
podrá facilitar el proceso, y para ello es fundamental entender que se debe conservar la masa
muscular y evitar que aumente el tejido graso.
Las primeras 48 horas deberán dedicarse a realizar la consulta médica y efectuar reposo hasta
tener el diagnóstico. Si bien en la instancia de reposo se disminuye el gasto de energía total, no
hay que subestimarla: la tasa metabólica basal puede incrementarse hasta en un 32%. Por eso en
el caso de reiniciar prematuramente la actividad, el bailarín podría crear un balance negativo que
demorará su recuperación total.
En el momento de realizarse una lesión, inmediatamente, cada uno debe realizar estas cinco
acciones, aún antes de la consulta médica, que hechas conjuntamente, podrán disminuir hasta en
un 80% la inflamación.
Frío local: Aplicar 20 a 30 minutos de frío (bolsa de hielo, geles) en la región afectada varias veces
por día, producirá un efecto analgésico y una constricción de los vasos sanguíneos que evitará que
ingresen sustancias pro-inflamatorias en mucha cantidad, que demorarían la recuperación.
Compresión: La fijación con una determinada presión, no solo limita el movimiento de la zona
dañada si no que reduce la inflamación.
Conclusiones