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Los tres Reinos

La creencia budista que fue importada de la India a mediados del siglo I d. C., se hizo popular cuando
el confucianismo disminuyó como resultado del colapso de la unidad china bajo el Imperio Han. Y no
sólo eso sino que por consiguiente, China sufrió diversas divisiones de estados, algunos más
duraderos que otros. Se puede decir que la China de esta época fue budista como cristiana fue la
Europa medieval. Este periodo histórico se divide de la siguiente manera: Los tres reinos, La dinastía
Jin, Los Estados del Norte y del Sur, más conocido como; Las Seis dinastías.
A la caída de los Han Orientales, el Imperio Chino permaneció dividido durante un largo periodo de
casi cuatro siglos, período que se inició con el dominio de los Tres Reinos (220 - 280): Wei, Shu-Han
y Wu. Aquella breve e intensa época adquiere fama por ser una horrible fase sangrienta dentro de la
historia china. La población llega a disminuir de 56 a 16 millones de habitantes. Aunque los datos
puedan no ser muy precisos, las cifras muestran el grado del genocidio que hubo en esa época. Por
ende es correcto hablar de una guerra civil tripartita, en la que los Tres Reinos lucharon entre sí por
imponer su hegemonía y por recuperar el poder imperial de la dinastía Han a toda costa. A
continuación voy a mostrar un pequeño cuadro de comparación, para que se aprecie la magnitud de tal
genocidio.

Esa lucha acabó con la introducción de la dinastía Jin en el año 265, en el reino Wei, después de que
éste derrotara y absorbiera a los otros dos.

El reino Wei
El primero y el más poderoso, fundado en el año 220 por Cao Cao (155-220), ocupaba el territorio
septentrional con capital en Luoyang, era el de mayor potencial económico y demográfico, que aún
aumentaría con las reformas agrarias (reestructuración del campesinado, mejora de los métodos e
implantación de eficaces sistemas de irrigación) y con la instalación y asimilación en su territorio de
contingentes de xiongnu nómadas del norte. Políticamente, siguió un modelo autoritario y centralista,
muy militarizado. Cao Cao y sus sucesores en el trono pusieron en marcha en todo el territorio un
sistema de colonias agrícolas militarizadas, que les aseguró un buen suministro, tanto de alimentos
como de soldados, para sus ejércitos. Tras su muerte en el año 220, su hijo y sucesor Cao Pi, obligó al
emperador a abdicar, se declaró a sí mismo emperador del reino Wei.

El reino Shu (221-263)


Fundado por Liu Bei (161-223) en el sudoeste, en el curso medio del río Yangtsé, con capital en
Chengdu, en la provincia de Sichuan, elegida por su ubicación estratégica en la llamada zona de los
cuatro ríos, de rica tierra fértil, abarcaría en el momento de máxima extensión las modernas provincias
de Gansu, Hubei, Hunan, Guizhou y Sichuan. Desde su feudo, Liu Bei nunca dejaría de sentirse
legítimo heredero de la dinastía Han y, en consecuencia, todos sus desvelos se volcaron en reunificar
el país bajo su gobierno. Su gran ventaja estratégica era su buena situación, pues su territorio sólo
podía ser alcanzado a través de dos pasos. Para aumentar su potencial sometió a numerosos pueblos
indígenas que habitaban los territorios situados al sur y al oeste del suyo.
El reino Wu (222-280)
Ubicado en el sudeste, eligió como capital Nankín, en la actual provincia de Jiangsu, en el curso bajo
del río Yangtsé, para controlar desde ella el comercio fluvial y los cultivos, especialmente de arroz, de
los valles. Wu, aunque era el reino más extenso también era el menos poblado de los tres y el de
terreno peor conocido y menos aprovechable para el desarrollo agrario. Buena parte de su territorio,
sobre todo al sur, estaba habitado por poblaciones indígenas, pueblos de lengua tai, en los valles, y los
yao en las montañas. Tanto el Reino de Wu como el de Shu se extendieron al sur desconocido con la
esperanza de incorporar nuevas poblaciones que les permitan superar su debilidad. No obstante, el
carácter montañoso de estas regiones permitirá, únicamente, un éxito relativo. Wu llevó a cabo una
gran expansión marítima, envía grandes expediciones a Taiwán y a la península de Liaodong (en el
nordeste de China); abriendo rutas marítimas que facilitan el comercio con los países de Indochina,
Indonesia y el sur de Asia. A sus puertos pronto llegan marineros de países tan lejanos como la India,
Persia, Arabia e incluso del Imperio Romano. Pero ese desarrollo no le supuso progreso alguno en
materia militar.

Ascenso de los Jin:


En 227 comenzó la guerra de la alianza Wu-Shu, liderada por Zhuge Liang, contra el reino de Wei,
que se mantuvo, con poco éxito, por seis años, al cabo de los cuales Zhuge Liang falleció
inesperadamente. Tras su muerte, la política Shu fue controlada por los eunucos y la corrupción fue en
aumento. El reino de Shu fue incapaz de alguna victoria decisiva en su lucha contra el de Wei.
En el reino Wei la cuasi guerra civil entre el clan Cao y el Sima, en que este último se hizo con el
poder, llevó a que la guerra amainara. En 263, Wei lanzó un ataque en tres frentes, cayó la capital
Chengdu, el emperador de Shu se rindió y el reino de Shu fue absorbido por el de Wei. La caida de
Shu marcó un cambio en la política del reino de Wei: Sima Yan, después de aceptar la rendición de
Shu, expulsó al emperador Wei y proclamó su propia dinastía Jin en el año 265.
Mientras tanto ya desde 252, el reino de Wu había entrado en un periodo de decadencia progresiva.
En el año 269, Yang Hu, comandante Jin en el sur, comenzó a preparar una invasión al reino de Wu,
ordenando la construcción de una flota y el entrenamiento de marinos. La ofensiva comenzó en 279.
Muchos soldados de Wu se rindieron sin luchar y el último emperador de Wu entregó su territorio. En
el año 280, la dinastía Wu desapareció y China fue unificada tras un siglo de guerra, bajo la nueva
dinastía Jin. .
Ese fue el final de los Tres Reinos a quien le prosigio la reunificación temporal del país entre los años
280 y 304 (la dinastía Jin; durante dicho período se practicó una represión dura del taoísmo), entre el
año 317 y el 589 surgió en China del Sur, a lo largo y bajo el Yangtsé, una sucesión conocida como
las Seis Dinastías, mientras en China del Norte la competencia por la hegemonía abarcaba hasta
dieciséis reinos.
Como resultado de los matrimonios entre los Xianbei y los Han locales, los turcos Toba que fundaron
su dinastía Wei del norte (386-535) primero en Datong, en el norte de Shanxi y más tarde, después de
que conquistaron y reunieron China, al norte, en su segunda capital, Luoyang, al sur del río Amarillo,
la antigua capital del difunto Han. Uno de los mayores logros del norte de Wei es su devoción por el
budismo y las grandes esculturas de piedra que erigió cerca de sus dos capitales.
El budismo se extendió rápidamente, no solo en el norte, sino también bajo las seis dinastías en el sur.
Durante la gran era del budismo en China desde los siglos V al IX, el confucianismo perdió toda
influencia, y tanto las enseñanzas como el arte budista tuvieron un profundo impacto en la cultura
china, tanto en el norte como en el sur.
El Buda, que probablemente vivió durante el siglo VI a. C. en Nepal, comenzó su vida como un
aristócrata y accedió a un estado de iluminación a través de la meditación. Ya que, el objetivo del
budismo es Romper la cadena de condiciones que nos unen a esta secuencia de pasiones, deseos e
inclinaciones. Basado en el supuesto de que el sufrimiento está sujeto a condiciones y puede ser
destruido, los antiguos budistas desarrollaron muchas teorías.
En el momento de su expansión desde el norte de India hasta el Lejano Oriente, la escuela budista
Mahayana había realizado profundos cambios en sus antiguas enseñanzas y tenía mayores
posibilidades de atraer a la mayoría de la población. Uno de estos desarrollos fue la idea de la
salvación, hecha posible por la intercesión de los "iluminados", personas que habían alcanzado la
iluminación del Buda pero que permanecieron en este mundo para salvar a otros. De todas estas
deidades, la más famosa fue la diosa china de la piedad o guanyin, una abstracción del principio de la
compasión. Otro es el Buda de la luz infinita, Amitabha. Basado en la teoría de que los méritos
podrían transferirse, la salvación de otros fue posible gracias a los esfuerzos de estos iluminados. El
concepto de caridad se asoció con tal idea, que complementa la creencia budista original y la convirtió
en una fuerza social más positiva en China y Japón.
Las enseñanzas budistas fueron expuestas en el gran canon budista o tripitaka. La traducción de las
sutras de este canon se convirtió en la labor central de los primeros monjes budistas en China.
Ahora bien, durante el siglo IV y más tarde, los invasores no chinos del norte de China aceptaron
parcialmente el budismo porque, como ellos, se originó fuera del viejo orden que adoptaron. Los
sacerdotes budistas podrían convertirse en sus aliados para promover la sumisión entre las masas. Para
la clase alta china que había huido hacia el sur, el budismo también ofreció explicaciones
intelectualmente sofisticadas y estéticamente satisfactorias y consuelo para el colapso de su antigua
sociedad. En un momento de confusión social, tanto emperadores como ciudadanos buscaron la
salvación religiosa. Grandes obras de arte, estatuas y templos rupestres datan de este período. Los
monasterios budistas, por ejemplo, actuaban como refugios y fuentes de caridad. Tenían grandes áreas
y puestos prácticamente oficiales en la administración.
El budismo chino nativo fue influenciado por el taoísmo, y este último a su vez fue influenciado por
el primero hasta un punto que aún es tema de gran discusión. Surgieron nuevas sectas budistas en
China que se ocuparon de las necesidades del país. La escuela mejor conocida por su influencia en el
arte oriental buscó la iluminación a través de ejercicios de meditación. Este ejercicio es básico dentro
del budismo. Cada escuela tiene diferentes maneras y técnicas específicas.

La Dinastía Sui
A pesar de que la dinastía Sui gobernó sólo unos treinta años, el primer emperador, Wendi (r. 581-
604), un antiguo general de la dinastía Zhou del Norte, consiguió grandes logros. Entre ellos estuvo la
reestructuración del gobierno para simplificar la administración interna, una revisión del código penal
y numerosos proyectos de obras públicas, incluyendo la creación de un complejo sistema de canales
que unía los ríos Huanghe, Huai y Yangzi. Wendi fue también partidario del Budismo, y fomentó la
difusión de esta religión por todos sus dominios.
El budismo se había afianzado en China en la época del Sui, y el emperador Wendi se convirtió al
budismo para legitimar su autoridad sobre el país. Se podría decir que la religión budista actuó como
una fuerza cultural global que ayudó a unificar arte visual en China durante la breve dinastía Sui, y
para allanar el camino para su renacimiento durante la siguiente era de los Tang. El budismo creó una
demanda de varios diferentes tipos de arte, como la escultura: de hecho, sin el budismo, la escultura
china habría seguido siendo un arte menor.
Su sucesor fue Yangdi (568-618) quien construyó una segunda capital en Luoyang, en el este, para
complementar la construida por Wendi en Chang’an (actual Xian). Supervisó el retorno de las
regiones del sur de China al imperio, y la anexión del reino de Champa, en Vietnam. Sin embargo, fue
la ambición de Yangdi (combinada con la mala gestión financiera) lo que finalmente provocó la
pérdida del imperio. Sus intentos de entrometerse en la política interna de sus vecinos nómadas
provocaron un aislamiento de la facción yuezhi occidental, que perdieron el control de las ciudades-
estado de la Cuenca del Tarim, antes bajo protección Sui.

En el año 612 Yangdi inició una serie de campañas para someter al reino coreano de Koguryo, que
hasta entonces se había negado a pagar tributo. Unas inundaciones desastrosas agravaron el coste de
estas campañas fallidas, tanto en recursos como en vidas humanas. Pocos años más tarde estalló una
rebelión por todo el imperio, y en el año 618 Yangdi fue asesinado por sus propios colaboradores. El
general Li Yuan organizó un ataque sobre los usurpadores, y capturó la capital Sui, Chang’an. Allí se
proclamó primer emperador de una nueva dinastía, la Tang, que gobernaría China durante los
siguientes trescientos años.

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