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El brutalismo fue un movimiento que se dio en los años 1950-1980 con el fin de construir

edificios que fueran económicos, que utilizaran materiales accesibles y fáciles de usar y que
reflejaran un simbolismo de la actual situación económica y social. Debido a la baja economía
después de la segunda guerra mundial, los arquitectos se enfocaron en crear arquitectura
racionalista y funcional. El material favorito fue el hormigón armado visto, que traía como
influenciadores a Le Corbusier y Pierre Perret.

Unité d’Habitation, en Marsella, Francia (Le Corbusier)


El movimiento moderno dio paso a la arquitectura brutalista que tuvo un enfoque en edificios
o ciudades utópicas, donde ofrecían propuestas de cómo solucionar el crecimiento demográfico
brindando espacios de residencias modulares.

Baltron Tower (1967), Londres (Erno Goldfinger)


Si bien es cierto que ofrecían soluciones con sus edificios, no tomaban mucho en
consideración el bienestar y el efecto psicológico que el hormigón armado en exceso causaría a
las personas que habitaran dichas residencias. El concreto visto se percibe como un material frio
y tosco, que carece de calidez y acogimiento. Al igual que el movimiento moderno, no contaba
con ornamentaciones y eran edificios sobrios generando la sensación de monumentalidad. La
arquitectura busca crear espacios agradables que se adapten a las necesidades del ser humano, un
poco contradictorio con el uso del hormigón visto, que muchas veces causa un efecto de caos,
por ejemplo, el Habitat 67 en Montreal, Canadá.

Existe una línea infinita en el uso del material, pero en muchas ocasiones se crea el riesgo de
espacios extremadamente imponentes y poco atractivos a la vista. Es por ello que se debe tener
un cuidado en el diseño y el uso del hormigón visto. Cabe mencionar que el hormigón no era el
único utilizado durante el brutalismo, el vidrio era complementario al hormigón, aunque hay
edificios brutalistas construidos con ladrillo también.
No cabe duda que dicho movimiento buscaba generar soluciones al urbanismo y a la utopía
que se aspiraba después de varios años de guerra, aunque para llegar a ello no se tuviera en
cuenta la situación psicológica de las personas posguerra. La guerra ya había sido dura y trágica,
no necesitaban edificios que reflejaran frialdad.
Asamblea Nacional de Bangladés (1982), Bangladés, Dhaka. (Louis Kahn)
En ese periodo, la gente que trabajaba en edificios brutalistas, sufrían del síndrome del
edificio enfermo, el cual no significa que el edificio tuviera fallas, sino que “enfermaban” a la
gente. El color gris, la monumentalidad y el ambiente frio que generaban los edificios, no era el
más grato para dichas personas. Es por eso, que en este tiempo no sería eficiente brindar un
edificio de ese movimiento pues hoy en día hay más sensibilidad en las zonas de trabajo y los
espacios públicos. Somos una generación que venera lo bello, lo funcional y en muchas
ocasiones lo colorido.

Boston City Hall (1969), Boston, Massachusetts. (Kallmann McKinnell & Knowles)
Debido a la exposición directa del concreto con el ambiente, este se deteriorará y los cambios
en el color son notables, algo que no es muy bien visto puesto que da la impresión de descuido.

Lycée Sainte Marie-Lyon, (1976) La Verpillière, France. (Georges Adilon)

Como punto final, el brutalismo será un movimiento recordado por sus edificios masivos y la
brutalidad de cada uno. Un edificio cuenta la historia del tiempo en que fue construido, es así
como los edificios brutalistas cuentan la historia de la necesidad de viviendas en masa, la
economía baja para construcciones más ornamentadas y los tiempos duros que atravesaba la
sociedad. Hoy en día seria criticada igual por su frialdad y la falta de elementos más
contemporáneos. La nueva generación busca una arquitectura dinámica, funcional y agradable a
la vista. La arquitectura del brutalismo no cumpliría en todas las exigencias de la sociedad. Los
edificios de viviendas en masa, buscan el acogimiento y la percepción de un lugar cálido y de
bienestar.
Finalizando, no sería factible que la arquitectura brutalista resurgiera tal como fue en aquellos
años pues ya no sería construida para cumplir las mismas necesidades de su época. Es cierto que
las ciudades crecen demográficamente, pero los edificios deben de causar un sentimiento de
confort, algo que el brutalismo no ofrece. La economía pueda que no sea la mejor, pero ahora
existen sistemas constructivos más económicos y amigables con el ambiente. Es por ello que la
arquitectura del brutalismo tuvo su auge en tiempos de reconstrucción de ciudades, pero tuvo su
caída cuando la gente empezó a criticarlo por su aspecto. Por esta razón, siendo más críticos de
la belleza de un edificio, el brutalismo no daría mucho fruto entre algunas sociedades por su
apariencia tosca, la falta de color y los efectos psicológicos como el síndrome del edificio
enfermo.

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