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Identidades y cambios en las fronteras nacionales

Mapa político de Europa en 1923, tras el final de la Primera Guerra Mundial y la firma de los tratados de
paz.

Reparto de los territorios del desaparecido Imperio otomano entre Turquía (marrón), Reino Unido (rosa)
y Francia (azul). El Hiyaz (naranja) fue conquistado a los sublevados de la rebelión árabe por
los saudíes en 1924.

Polonia volvió a constituirse como un país independiente tras más de un siglo de dominación.


El Reino de Serbia y su dinastía gobernante, que durante la guerra había sido una «nación
menor» aliada y el país con la mayor proporción de víctimas, 307308 se convirtió en la espina
dorsal del Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos, un nuevo Estado multinacional que en
1929 se rebautizó como Reino de Yugoslavia. Checoslovaquia también fue una de las nuevas
naciones surgidas en la posguerra, creada a partir de la fusión del Reino de Bohemia con
territorios del Reino de Hungría. El antiguo Imperio ruso, tras la revolución y su conversión en
un Estado socialista, pasó a llamarse Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) o
simplemente Unión Soviética, aunque perdió Finlandia, Estonia, Lituania y Letonia, que se
convirtieron en países independientes. El Imperio otomano fue reemplazado por Turquía y
otros países de Oriente Medio, que pasaron a estar bajo dominación francesa y británica.
Estas nuevas adquisiciones de las potencias coloniales se constituyeron en el Mandato
francés de Siria, en el Mandato británico de Mesopotamia (Irak) y en el Mandato británico de
Palestina, todos ellos bajo la supervisión de la Sociedad de Naciones.309 Con la liquidación
del imperio colonial alemán, las colonias alemanas pasaron a ser administradas, también
bajo mandatos, por las naciones vencedoras: Francia y el Imperio británico se repartieron la
práctica totalidad de las posesiones alemanas en África, mientras que Australia, Japón y
Nueva Zelanda hicieron lo propio con las islas alemanas del Pacífico. 310 Los imperios y esferas
de influencia de británicos y franceses llegaron tras el fin de la Primera Guerra Mundial a su
máxima extensión histórica, aunque esta resultó efímera.
En los territorios de ultramar del Imperio británico se desataron nuevas formas de
nacionalismo: en Australia y Nueva Zelanda, la batalla de Galípoli fue conocida como el
«bautismo de fuego» de estas naciones. Fue la primera gran guerra donde estos países de
reciente creación lucharon; de la misma forma, fue una de las primeras veces en que las
tropas australianas lucharon como australianos y no como sujetos de la Corona británica.
Cada 25 de abril se celebra en Australia y Nueva Zelanda el Día ANZAC, en conmemoración
de los Australian and New Zealand Army Corps (ANZAC), una fuerza conjunta que combatió
en Galípoli.311312 Tras la batalla de Vimy Ridge (parte de la batalla de Arrás) de 1917, donde las
divisiones canadienses lucharon juntas por primera vez como un solo ejército, los canadienses
empezaron a referirse a su país como «una nación forjada en el fuego»; 313 así, por primera vez
los soldados de un dominio colonial habían conseguido en el campo de batalla lo que
soldados de «su país de origen» no habían logrado. Cuando Reino Unido declaró la guerra en
1914, todos sus dominios pasaron a estar automáticamente en guerra, sin embargo, al
concluir esta, Canadá, Australia, Nueva Zelanda y Sudáfrica firmaron de forma individual
el Tratado de Versalles.314
El establecimiento del actual Estado de Israel y las raíces del largo conflicto israelí-
palestino se encuentran parcialmente en la inestabilidad en Oriente Medio que siguió al
término de la Primera Guerra Mundial.315 Antes y durante la guerra, el Imperio otomano había
mantenido un modesto nivel de paz y estabilidad en la región, 316 sin embargo tras el
desmantelamiento del gobierno otomano, se produjeron vacíos de poder, conflictos y
reclamaciones sobre estos territorios y nuevas naciones emergieron. 317 Las fronteras políticas
trazadas por los vencedores se impusieron de forma rápida y con escasas y superficiales
consultas a la población local, en ocasiones se trazaron directamente y con líneas rectas
sobre el mapa. Estas arbitrariedades darían lugar a conflictos y luchas por la identidad
nacional durante todo el siglo XX que continúan en el XXI.318319 La disolución del Imperio
otomano fue por tanto fundamental para la configuración política moderna de Oriente Medio,
incluido el conflicto árabe-israelí, pero también lo fue para otros conflictos menos conocidos
como el control del agua o de los recursos naturales. 320321
Véase también: Acuerdo Sykes-Picot

Efectos sobre la salud

Un hospital en Kansas (Estados Unidos) durante la epidemia de gripe española de 1918.


Un veterano de guerra alemán sin pierna mendigando en las calles de Berlín en 1923.

Además de las muertes y pérdidas humanas directas, la guerra dejó profundas consecuencias
en la salud de los soldados. De los 60 millones de militares europeos movilizados entre 1914 y
1918, unos siete millones sufrieron alguna discapacidad permanente. Alemania perdió al
15,1 % de su población activa masculina, Austria-Hungría al 17,1 % y Francia a un 10,5 %.322
En Alemania murieron 474 000 civiles más de los que habrían muerto en tiempos de paz,
consecuencia de la escasez de alimentos y la malnutrición, que debilitaron a la población
frente a las enfermedades.323 En otras partes del mundo el hambre también fue un problema,
como en Líbano, donde para el final de la guerra habían muerto de inanición unas 100 000
personas.324 El hambre y las enfermedades se cebaron especialmente con Rusia, una de las
naciones más perjudicadas por la Primera Guerra Mundial y que tras su fin vivió una cruenta
guerra civil. Se calcula que hasta 6 millones de rusos murieron en la hambruna de 1921,325326
producto de una mala cosecha y de los conflictos bélicos. En 1922, había en Rusia entre 4,5 y
7 millones de niños sin hogar tras una década de devastación. 327 Miles de personas, en su
mayoría rusos anti soviéticos, abandonaron el país tras la revolución y emigraron
principalmente a Francia, Reino Unido, Estados Unidos y a la ciudad china de Harbin, donde
vivían más de 100 000 rusos en la década de 1930.328
En las caóticas condiciones de guerra, las enfermedades florecieron. Solo en 1914, el tifus
exantemático epidémico transmitido por los piojos mató a 200 000 personas en Serbia.329
Entre 1918 y 1922, Rusia sufrió 25 millones de infecciones y tres millones de muertos por tifus
epidémico.330 En 1923, 13 millones de rusos contrajeron la malaria, que ya había registrado un
fuerte aumento en los años previos a la guerra. 331 Especialmente trágica fue la pandemia de
gripe de 1918, que mató a un mínimo de 50 millones de personas en todo el mundo, 332 con
estimaciones que apuntan incluso a 100 millones 333 y que solo en la India británica dejó entre
10 y 17 millones de víctimas mortales.334335 La gripe española, llamada así por ser la España
neutral uno de los únicos lugares donde se informó de ella (los países beligerantes censuraron
las informaciones), se convirtió en uno de los desastres más mortíferos de la historia de la
humanidad,336337 redujo la esperanza de vida en Estados Unidos en casi 12 años338 y tuvo la
particularidad de ser especialmente mortal en adultos jóvenes y de propagarse
fundamentalmente en verano y otoño en el hemisferio norte (cuando lo habitual es en
invierno). El académico Andrew Price-Smith incluso sugirió que las mayores tasas de
mortalidad en Alemania y Austria por la gripe ayudaron a inclinar la balanza de la guerra en
favor de los Aliados.339
En otros ámbitos, como consecuencia de la guerra, Grecia combatió contra Turquía, en una
guerra que terminó con el tratado de Lausana y el intercambio de población entre ambos
países en el que participaron unas dos millones de personas y donde, 340 según algunas
fuentes,341 murieron cientos de miles de griegos, en lo que se conoce como el genocidio
griego, un término que sin embargo aún es polémico.342 La alarma social, el temor y la
violencia generalizada tras la revolución rusa de 1917 y la posterior guerra civil dejaron más
de 2000 pogromos en los territorios del antiguo Imperio ruso, sobre todo en Ucrania y
perpetrados por elementos anti bolcheviques.343 Fuentes judías estiman que entre 60 000 y
200 000 civiles judíos murieron en aquellas matanzas.344

Influencia en el ascenso del fascismo y el nazismo


El ascenso del nazismo y el fascismo incluyó un renacimiento del nacionalismo y un rechazo a
los numerosos cambios de posguerra. Del mismo modo, en Alemania se popularizó la leyenda
de la puñalada por la espalda (Dolchstoßlegende), un testimonio sin igual del estado
psicológico en que se encontraba la población alemana tras la derrota y su rechazo a la
responsabilidad del conflicto que le atribuían los vencedores. 345 Esta teoría consistía en la
creencia de que Alemania no había perdido la guerra por razones militares, sino por el
«enemigo interior», o sea, los partidos de izquierda responsables del proceso revolucionario
alemán y los judíos.346 La aceptación de esta leyenda por una parte importante de la población
deslegitimó al gobierno de Weimar y desestabilizó el sistema, lo que fue aprovechado
especialmente por la extrema derecha, incluyendo al movimiento nazi, que supo capitalizar el
descontento por el tratado de Versalles.347
Sin la Primera Guerra Mundial y su legado el Tercer Reich sería inconcebible. La popularidad del
nazismo tiene unas raíces psicológicas principales que no se pueden explicar sin este legado. Para la
opinión pública de Alemania la derrota en 1918 significó un desastre continuo y a ojos de Hitler y la
dirección del régimen la Segunda Guerra Mundial no era más que el legado inacabado de la Primera.

Ian Kershaw348

Italia, a pesar de ser uno de los países vencedores, salió decepcionada de los acuerdos de
paz «por la arrogancia de los Aliados en su trato con ella y la insatisfacción por los escasos
beneficios obtenidos por la guerra». Este clima de frustración, con continuas huelgas y
disturbios y las promesas incumplidas de Reino Unido y Francia, fue aprovechado por Benito
Mussolini y su Partido Nacional Fascista, que se ganó en especial el apoyo de la pequeña
burguesía rural, ya que al igual que en Alemania, el fascismo responsabilizaba a los partidos
de izquierda de la inestabilidad social que vivía el país. 346
Véanse también: Leyenda de la puñalada por la espalda ,  Marcha sobre Roma,  Ascenso al poder
de Adolf Hitler  y  Periodo de entreguerras.

Testimonios, literatura y filmografía

Veteranos de guerra franceses de la Segunda Guerra Mundial en París (Francia) durante la ceremonia


por el centenario de la Primera Guerra Mundial, realizado el 11 de noviembre de 2018.
El presidente ruso Vladímir Putin rinde homenaje a los muertos en el Frente occidental de la Flota Aérea
Militar Imperial del Imperio Ruso en 2018.

En sus Memorias de mi vida el mariscal Paul von Hindenburg considera que Alemania no


perdió la guerra por causas militares. En 2001 se publicó la biografía de Mata Hari de Russell
Warren Howe. Roger Vercel publicó una famosa serie de novelas sobre el Capitán Conan que
dio lugar a la película homónima de Bertrand Tavernier; también fue llevada al cine El
pabellón de los oficiales de Marc Dugail por François Dupeyron. Han tratado el tema Derek
Robinson, Alexander Fullerton y Anne Perry. Jan Morris elaboró una biografía del almirante
Fisher, Peter Kilduff una nueva del Barón Rojo; hay ensayos sobre la guerra aérea (Aces
falling, de Peter Hart, o On a wing and a prayer de Joshua Levine. En Tolkien and the Great
War (Harper Collins, 2003) se rastrea en las imágenes que vio el autor en las trincheras los
paisajes desolados de Mordor (la salvación de Minas Tirith por un ejército de muertos la
habría inspirado un texto de Siegfried Sassoon).
Muchos poetas británicos escribieron sobre esta traumática experiencia. Her Privates We, de
Frederic Manning, fue aplaudida por Hemingway, T. S. Eliot y T. E. Lawrence. La marcha
Radetzky, de Joseph Roth, retrata el fin del imperio austrohúngaro; satírica es la visión del
clásico checo Las aventuras del buen soldado Svejk, de Jaroslav Hašek. Son clásicos
del pacifismo Sin novedad en el frente, de Erich María Remarque y Johnny cogió su fusil,
de Dalton Trumbo; también es clásica Adiós a las armas, de Hemingway y El final del
desfile de Ford Madox Ford.
Otros grandes clásicos del conflicto son Adiós a todo eso, memorias de Robert Graves; Los
siete pilares de la sabiduría de T. E. Lawrence, Tempestades de acero, de Ernst Jünger y El
miedo, de Gabriel Chevallier (1895-1969).
En el cine destacan Senderos de gloria, de Stanley Kubrick, basada en una novela de
Humphrey Cobb inspirada en hechos reales; La gran ilusión, de Jean Renoir; Sargento York,
de Howard Hawks; Sin novedad en el frente en su varias versiones; Rey y patria, de Joseph
Losey; El gran desfile, de King Vidor; Gallipoli, de Peter Weir; Capitán Conan, El pabellón de
los oficiales y Lawrence de Arabia y War Horse de Steven Spielberg, basada en la novela
homónima de Michael Morpugo. En cuanto a filmes sobre aviación, están
desde Alas o Águilas azules y Flyboys (2006).
En el año 2014 la revista literaria El Comité 1973 dedicó un número a la guerra y lo
denominó Cien años después de 1914: La gran guerra. En dicha publicación se encuentran
textos de Guadalupe Flores Liera, Meneses Monroy, Agustín Cadena y se hace una revisión
de la guerra a cien años de su inicio.349
En cuanto al campo musical la principal aportación de la Gran Guerra a la cultura popular del
siglo XX fue la célebre canción «Lili Marleen» compuesta por el joven soldado alemán Hans
Leip en 1915, mientras cumplía servicio en el frente ruso. Escrita inicialmente en forma de
poesía, su melancólica letra estaba dedicada a una novia imaginaria, fruto de la combinación
de su auténtica novia Lilí, hija del dueño de los ultramarinos de su ciudad natal, con una
enigmática Marleen, cuya identidad ha sido atribuida a la novia de algún amigo de Leip, o a
una enfermera que este conoció por aquellas fechas, mientras servía en la guerra. En el
poema el joven soldado se despedía de esta novia idealizada en la puerta de su cuartel, bajo
la onírica luz de un farol.
Leip sobrevivió a la guerra, y milagrosamente también muchos de los poemas que escribió
durante su tiempo de servicio. Años después, cuando Leip se había convertido en un reputado
novelista y dramaturgo, los poemas de su época de juventud fueron publicados en una
colección que vio la luz en 1937. Uno de ellos, el que llevaba el nombre de Das Lied eines
jungen Soldaten auf der Wacht ('La canción de un joven soldado de guardia') llamó la atención
del compositor Norbert Schulze que decidió musicalizarlo con el nombre Das Mädchen unter
der Laterne ('La chica bajo la farola') y no con el que ha pasado a la historia. Para esto hubo
que esperar a 1939, cuando fue estrenada por la conocida cantante alemana Lale
Andersen ya con el nombre de Lili Marleen. Durante los años siguientes alcanzó una inmensa
popularidad entre los soldados de ambos bandos de la Segunda Guerra Mundial, y aún
después de esta su fama siguió creciendo hasta llegar a ser considerada como una de las
canciones más influyentes del siglo XX.

Véase también
 Período de entreguerras
 Segunda Guerra Mundial
 Anexo:Veteranos de la Primera Guerra Mundial
 Papel de la mujer en la Primera Guerra Mundial
 Centenario de la Primera Guerra Mundial
 Grecia durante la Primera Guerra Mundial
 Luftfahrtruppen
 Luftstreitkräfte

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