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El yacimiento

arqueológico
del Sequer
de Sant Bernat
Imagen de cubierta: decoración en palmeta incisa
en un fragmento de anforita ebusitana (Keay 70/79)
del siglo VI, hallada durante la excavación del yacimiento.
El yacimiento arqueológico
del Sequer de Sant Bernat
PUBLICACIÓN: AUTORES DE LA OBRA:
El yacimiento arqueológico del Sequer Ferran Arasa i Gil.
de Sant Bernat Departamento de Prehistoria y Arqueología.
Universitat de València.
EDITA: «El periodo romano».
Red Eléctrica de España S.A.U.
Agustí Ferrer Clari.
Director del Museo Municipal de Alzira.
DIRECCIÓN CIENTÍFICA:
«Prólogo», «Antecedentes históricos».
Agustí Ferrer Clari
Director del Museo Municipal de Alzira José Enrique López Peris
Arqueólogo de EAP S.L.P.
COORDINACIÓN DE LA OBRA: «El papel de la iniciativa privada en la gestión
Equipo Estudios de Afección Patrimonial S.L.P.: del patrimonio arqueológico», «Enterramientos
tardoantiguos y primeras ocupaciones islámicas».
José Enrique López Peris
Arqueólogo Mauro Montesinos Aracil
Técnico Medio Ambiente Red Eléctrica de España S.A.U.
Pablo Sañudo Die «Red Eléctrica y el medio ambiente».
Arqueólogo
José Pérez Ballester
Carlos Verdasco Cebrián Departamento de Prehistoria y Arqueología.
Arqueólogo Universitat de València.
«La época prerromana».
DISEÑO GRÁFICO, MAQUETACIÓN,
Y FOTOMECÁNICA: Ángela Pérez Fernández
Departamento de Medicina Legal, Toxicología
Cromotex, S.L.
y Antropología Física. Facultad de Medicina.
Universidad de Granada.
IMPRESIÓN:
«Estudio bioantropológico de los restos óseos
Epes. S.L.
del Sequer de Sant Bernat».

DEPÓSITO LEGAL: Miquel Rosselló Mesquida


M-13673-2013 Arqueólogo. Col. CDL Valencia 13.508
«La cerámica del Sequer de Sant Bernat».
© Red Eléctrica de España S.A.U. Pablo Sañudo Die
Arqueólogo de EAP S.L.P.
«El papel de la iniciativa privada en la gestión
del patrimonio arqueológico», «Enterramientos
tardoantiguos y primeras ocupaciones islámicas».

Carlos Verdasco Cebrián


Arqueólogo de EAP S.L.P.
«El contexto geográfico del Sequer de Sant Bernat»,
«El papel de la iniciativa privada en la gestión
del patrimonio arqueológico», «Enterramientos
tardoantiguos y primeras ocupaciones islámicas».

Agustí Zacarés i Romaguera


Arqueólogo. Museo Municipal de Alzira
«La Ribera del Xúquer en época islámica».
El yacimiento arqueológico
del Sequer de Sant Bernat

Ferran Arasa i Gil


Agustí Ferrer Clari
José Enrique López Peris
Mauro Montesinos Aracil
José Pérez Ballester
Ángela Pérez Fernández
Miquel Rosselló Mesquida
Pablo Sañudo Die
Carlos Verdasco Cebrián
Agustí Zacarés i Romaguera
La cerámica del Sequer de Sant Bernat
Miquel Rosselló Mesquida
Arqueólogo col. 13.508

Introducción ficado de la existencia de una producción


cerámica en un determinado contexto,
El estudio de la cerámica sigue siendo, la presencia o ausencia de estas produc-
hoy por hoy, el principal medio con el ciones es la base para sacar conclusiones
que contamos los arqueólogos para la da- de tipo económico y comercial pues es-
tación de los estratos, dado que por lo ge- tas cerámicas, incluso las «toscas» reali-
neral representa el porcentaje más eleva- zadas a mano/torneta, fueron fruto de un
do dentro del conjunto de materiales ex- comercio a larga distancia. Los resultados
humados en una excavación. Los grandes de los análisis permiten concretar una se-
avances en los estudios ceramológicos de rie de aspectos, el principal de los cuales
la Antigüedad tardía han permitido ajus- es la cronología relativa de los diferentes
tar las cronologías de las grandes series depósitos arqueológicos, flujos comercia-
de cerámicas de mesa y contenedores an- les, abastecimiento, aspectos económicos
fóricos, así como de otras producciones y sociales, modas y hábitos culinarios, di-
hasta hace pocos años apenas estudiadas ferentes tradiciones culturales, etc.
o infravaloradas, como son las cerámicas
de cocina, tanto a torno como las produc- Materiales residuales1
ciones a mano/torneta. De igual modo,
Época Ibérica (fig. 1)
cada vez se conocen con más precisión
las cerámicas de los primeros siglos de la Dentro del pequeño lote de materia-
dominación musulmana si bien, todavía, les de época ibérica, destaca la presen-
hay un indudable vacío en lo que respec- cia de ánfora itálica del Tirreno, un bor-
ta a las producciones valencianas del si- 1
Las referencias a los materiales se indican con el
glo VIII al norte de Tudmir.
nº de UE y el nº de inventario, separados por un
Conocer los tipos y las clases cerámicas guión. El nº de la pieza coincide con el nº de di-
permite realizar inferencias sobre el signi- bujo. Dibujos de Pilar Mas Hurtuna.

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MIQUEL ROSSELLÓ MESQUIDA

Figura 1. Tinaja, tinajilla y ánfora ibéricas (siglo IV-III a.C.).

de de lebes, tinajilla (2002-28803) ti- Se pueden distinguir cronológica-


po II.2.2.1 (Mata y Bonet, 1992), ánfora mente dos períodos, uno alto-imperial
(2002-28804) tipo I.6 (Ribera y Tsantini, con materiales de los siglos I-II, y otro
2008), olla en pasta gris y tinaja (2015- bajo-imperial con cerámicas de finales
28941) tipo I.2.1 (Mata y Bonet, 1992). del siglo IV y primera mitad del siglo V.
Estos materiales se pueden situar crono-
lógicamente entre los siglos IV y III a. C.
Alto Imperio (figs. 2-3)

Época Romana (figs. 2-4) Aparecen ánforas de la Bética tipo Dres-


sel 20 y Beltrán IIB (2002-28676, 2002-
Por lo que respecta al material de épo- 28792), olearia y salazonera, respecti-
ca romana, abunda el de construcción, vamente. En Valencia, las ánforas béti-
principalmente ímbrices y tégulas, lose- cas son las mayoritarias y el tipo Beltrán
tas de pavimento, rectangulares y rom- IIB es el mejor repertoriado en un ver-
boidales. También se detectan frag- tedero datado en la segunda mitad-fina-
mentos de galbo de ánforas de produc- les del siglo II siendo muy escasas, por
ción bética y africana, principalmente, el contrario, las ánforas olearias Dres-
y fragmentos de dolia. Dentro de estos sel 20 (Herreros, 1995; Pascual y Ribe-
últimos, destaca un fragmento de bor- ra, 2000: 574). Por lo que respecta a la
de (2003-28649) con numeral «I» inciso sigillatas únicamente documentamos
y un fragmento de cuerpo inciso con el la producción hispana, con ejemplares
numeral «X» (2003-28650). de platos Drag. 15/17 (2015-28940) y 18
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LA CERÁMICA DEL SEQUER DE SANT BERNAT

Figura 2. Terra sigillata, cerámica común y de cocina de época romana altoimperial.

(2014-28774) y una copa decorada Drag. cado, así como la decoración de círculos
37A (2002-28805). El plato Drag. 15/17 de la copa Drag. 37A, son características
es una de las formas lisas más abundan- típicas de las producciones del siglo II.
tes de los repertorios de sigillata hispá- Un único ejemplar de cerámica de Pa-
nica de la Península, juntamente con la redes Finas corresponde a un cubilete
copa Drag. 27, al igual que en Valencia, carenado (2002-28809), muy probable-
y lo mismo ocurre con la copa Drag. mente del taller aragonés de Rubielos de
37A, por lo que se refiere a las formas Mora (Penil et al., 1985-86: figs. 3.1, 3.4,
decoradas (Escrivà, 1989: 154-155; Hu- 3.6), activo a partir del reinado de Clau-
guet, 2006: 360-362). El exvasamiento dio-Nerón y especialmente productivo
del plato Drag. 15/17 y labio poco mar- en época Flavia.
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MIQUEL ROSSELLÓ MESQUIDA

Figura 3. Ánforas, mortero y dolium de época romana altoimperial.

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LA CERÁMICA DEL SEQUER DE SANT BERNAT

Dentro de la cerámica común de coc- Bajo Imperio (fig. 4)


ción oxidante abundan los cuencos, ja-
rros y jarras (2003-28852), documentán- Por lo que respecta al lote de materiales
dose también un lebrillo o pelvis y un bajo-imperiales, se documentan frag-
mortero de gran formato (2003-28836). mentos de sigillata africana clara C y D,
El ejemplar de jarra representado es un formas Hayes 50B (2002-28806), Hayes
tipo muy característico y habitual en Va- 59B, Hayes 61A (2014-28589), Hayes 91B
lencia en contextos de época alto-impe- (Hayes, 1972). También sigillata tipo Lu-
rial y se fabricó en el horno hallado en cente Lamb. 1/3, con decoración a ruede-
la Avenida de la Constitución, activo cilla y sigillata hispánica tardía. En ce-
durante el siglo II (Huguet et al., 2008: rámica común un lebrillo u orza (2003-
fig. 4, 58.2069,3). 28837) tipo W1.33 (Reynolds, 1993) y una
La cerámica reductora de origen re- fuente que imita a una Hayes 61 de sigi-
gional (Reynolds, 1993; Huguet, 2012) llata clara D (Aquilué, 2008). La única
también está presente con un lote for- ánfora reconocida de este periodo tardío
mado por cazuela tipo ERW 1.1 (2015- ha sido un asa, con su peculiar sección
28942), olla ERW 1.2 (2003-28670), ta- y pasta, del tipo africano Keay 24 (Keay,
padera ERW 1.7 (2002-28798) y jarro 1984). Este tipo tiene una distribución
ERW 1.8 (2002-28799). Esta producción muy concreta, básicamente Cataluña y
abunda en la ciudad de Valencia en es- País Valenciano, documentándose prin-
tratos de los siglos I al III. cipalmente en contextos de mediados

Figura 4. Cerámica romana bajoimperial.

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MIQUEL ROSSELLÓ MESQUIDA

al interior (2003-28860, 2014-28779), de


probable producción regional y que ve-
rosímilmente imitan modelos medite-
rráneos a mano/torneta y a torno, como
las cazuelas de Lípari/Cerdeña HMW 8
(Fulford y Peacock, 1984: fig. 56) y las ca-
zuelas del norte de África CW 12 (Ful-
ford y Peacock, 1984: fig. 68). En Valen-
Figura 5. Estratigrafía en la zona de la necrópolis cia y su territorio se datan a partir de la
visigoda. segunda mitad del siglo VI. Son produc-
ciones a torno, generalmente de muy
del siglo IV y V (Remolà, 2000: 169) y buena calidad, algunos ejemplares pue-
posiblemente provenga del área argelina den llevar asas semilunares y aparecen
(Bonifay, 2004: 22). Está bien represen- tanto en pastas marrón rojizas como
tado en un contexto del segundo cuarto en pastas grises. Algunos ejemplares de
del siglo V del cercano Portus Sucronem pastas rojizas pueden confundirse con
(Cullera), donde representa un 17,39 la producción del norte de África, tam-
del total de ánforas de origen africano bién presente a partir de contextos de
(Hurtado et al., 2008: fig. 13). Por otra mediados del siglo VI en Valencia (Blas-
parte, comentar la presencia de frag- co, 1989). Con los datos que tenemos en
mentos de galbo de cerámica realizada a la actualidad, debemos desechar la idea
mano o torneta, de la Fabric 1.2 (Fulford de un origen norteafricano (Pascual et
y Peacock, 1984) que se documenta des- al., 2003: 96-97) para la mayoría de estas
de el siglo V al VII, e importada del Me- cazuelas, dada su gran abundancia, casi
diterráneo central (Lípari o Cerdeña). exclusiva, en nuestra zona y su presen-
cia en contextos muy avanzados del si-
glo VII.
Materiales de época visigoda Otra de las formas de cocina desta-
(figs. 6-7) cada es la olla de borde vuelto sin asas,
de cuerpo globular u ovoide y base pla-
Un gran conjunto de materiales lo forma na. Los ejemplares más antiguos presen-
un lote cronológicamente muy homogé- tan bordes más exvasados y engrosados
neo de cerámicas de época visigoda del (2003-28875, 2014-28782) y al igual que
siglo VII (fig. 5). las cazuelas anteriores aparecen con coc-
Las principales formas documenta- ciones oxidantes y reductoras, con ten-
das se refieren a la cerámica destinada al dencia hacia pastas grises en los ejem-
fuego, con cazuelas de borde engrosado plares cronológicamente más recientes.
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LA CERÁMICA DEL SEQUER DE SANT BERNAT

Figura 6. Cerámicas de producción regional de época visigoda (siglo VII).

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MIQUEL ROSSELLÓ MESQUIDA

Figura 7. Cerámicas importadas y piedra de molino de época visigoda (siglo VII).

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LA CERÁMICA DEL SEQUER DE SANT BERNAT

De igual modo, se detectan ejemplares Una orza u olla de almacenaje pare-


evolucionados con preferencia a bordes ce la funcionalidad del ejemplar (2014-
menos exvasados, menos engrosados 28778), el cual probablemente lleva-
o simplemente biselados (2015-28944, ría asas, a tenor de los paralelos cono-
2015-28945). Su origen también debe cidos (Alapont y Ballester, 2007: fig. 11,
buscarse en talleres regionales, descar- 1016.10).
tando orígenes extrapeninsulares. Un tipo muy característico es el mor-
Ejemplares con bordes biselados se do- tero de visera corta, normalmente de-
cumentan en contextos tardíos a partir de corada con ungulaciones o incisiones
la segunda mitad del siglo VII en Valen- (2003-28868). Este ejemplar tiene para-
cia, Pla de Nadal (Riba-roja de Túria) y en lelos con otro proveniente de la arena
L’Horta Vella (Bétera), normalmente con del circo de Valencia en un contexto a
decoración incisa de meandros (Rosselló partir de mediados del siglo VII (Rosse-
y Ribera, 2005: fig. 4.12, 14-15). lló et al., 2010: fig. 4, 1287-12). Una pe-
Una forma muy característica de los queña base de un mortero tiene el fondo
contextos plenamente visigodos del si- incrustado de piedrecillas con función
glo VII en esta zona son los jarritos de un trituradora (2002-28806).
asa y vertedor de borde pellizcado (2003- Otra forma muy característica de la
28878), que presentan la superficie con facies visigoda es el cuenco con carena
señales de fuego y que denotan su uso co- marcada y base con pequeño pie discoi-
mo ollitas. Sus reducidas dimensiones su- dal (2003-28864), que se documenta en
gieren un uso individual, probablemente la zona valenciana, fundamentalmente,
para calentar líquidos (¿cerveza?) o co- a finales del siglo VI y primera mitad del
cinar alimentos semilíquidos (Rosselló y VII (Pascual et al., 2003: fig. 27. Alapont
Ribera, 2005: 158, fig. 5.14. Alapont y Ba- y Ballester, 2007: fig. 11, 1016-14, 1016-21.
llester, 2007: fig. 11, 1016-13). Rosselló et al., 2010: fig. 4, 1287-6). Es un
Relacionadas con cazuelas y ollas hay tipo muy abundante en la Meseta con
tapaderas de bordes ennegrecidos con la- una larga evolución desde finales del si-
bio netamente diferenciado con sección glo V y probablemente inspirado en ti-
en «T» (2003-28872) y otras con labio le- pos similares de sigillata hispánica tar-
vemente engrosado (2003-28869). Otras, día y las llamadas «sigillatas paleocris-
sin embargo, de mejores acabados, con tianas» o DS.P de la Galia (Vigil-Escale-
labio moldurado (2003-28869) y sin mar- ra, 2003: fig. 1. 2007: fig. 5).
cas de fuego, parece que fueron destina- También aparecen jarros (2014-28783)
das como coberteras de orzas de almace- y una pequeña ánfora (2003-28857), es-
naje. Ejemplos similares hallamos en Va- ta última muy abundante en contextos
lencia (Pascual et al., 2003: fig. 26). tardíos de los siglos VI-VII. Tipológi-
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MIQUEL ROSSELLÓ MESQUIDA

camente, el tercio superior se asemeja (Murialdo, 1995: 229-230, fig. 6,2-4). En


al tipo Keay 72 (Keay 1984) y a ejempla- Valencia hay cierta variabilidad de tipos
res ebusitanos RE 0206 (Ramon, 1986, y generalmente suelen llevar decoración
2008), a no ser que se trate de la misma incisa (Ribera y Rosselló, 2012: fig. 2 y 6).
producción. En nuestro caso, son ánfo- Por otra parte, se documentan algu-
ras de fondo cóncavo-convexo, carecen nos materiales importados, como un
de las típicas acanaladuras en el cuerpo cuenco con tubo vertedor de produc-
de las producciones ebusitanas, exhiben ción ebusitana tipo RE 0901-d (Ramón,
un labio más desarrollado, claramente 2008: fig. 12,1), un fragmento (2003-
moldurado y presentan pastas rojizas o 28856) de cuello decorado con palme-
grises, muy diferentes a las pastas claras tas incisas de una anforita ebusitana tipo
ebusitanas con mica plateada. Son muy Keay 70/79 / RE-0314-b (Keay, 1984; Ra-
abundantes en contextos de la segunda mon, 2008: fig. 9,2) o pequeñas jarritas
mitad del siglo VI y primera mitad del de boca estrecha y decoración incisa de
VII en Valencia y su territorio, y cabe meandros (2003-28883), probablemente
destacar los hallazgos de L’Illa de Culle- de similar procedencia.
ra (García y Rosselló, 1992: fig. 7,22-23), También se detectan cerámicas de co-
València la Vella en Riba-roja de Túria cina a mano/torneta importadas, como
(Rosselló, 2005: fig. 12,36/98), Senda de son dos bordes de una cazuela (2003-
l’Horteta, Alcàsser (Alapont y Ballester, 28854) tipo Hand Made Ware 8, de la Fa-
2007: fig. 8,1016-12) y Valencia (Pascual bric 1.2 (Fulford y Peacock, 1984) proce-
et al., 2003: fig. 16, CAB-B-2076-7). Es dentes del Mediterráneo Central (pro-
muy posible que se trate de una produc- bablemente de Lípari o Cerdeña). Nues-
ción local, del territorium de Valentia, tros ejemplares, de labio engrosado, son
si bien únicamente una analítica podría tipos evolucionados, posteriores a la mi-
determinar su origen (Ribera y Rosselló, tad del siglo V, claramente diferencia-
2012). Algo similar parece ocurrir en el dos de los tipos de labio simple, ambos
área catalana, donde en los siglos VI-VII presentes en las estratigrafías del Portus
también se documentan pequeños en- Sucronem (Rosselló y Cotino, 2005: 145)
vases de fondo similar (Remolà, 2000: y hay evidencias que se exportan hasta
fig. 89) y no sería extraño que en ambos inicios del siglo VII, como lo demuestra
casos, valenciano y catalán, se inspirasen el ejemplar completo del yacimiento vi-
en los modelos ebusitanos. En cualquier sigodo de Senda de l’Horteta d’Alcàsser
caso se constata, a partir de finales del si- (Alapont y Ballester, 2007: fig. 9, 1016.1).
glo VI y siglo VII, una eclosión de estos Un fragmento de base plana y pare-
pequeños envases con fondos similares des rectas de cazuela alta (2015-28951)
en diferentes partes del Mediterráneo presenta una característica pasta con
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LA CERÁMICA DEL SEQUER DE SANT BERNAT

desgrasante de esquistos rojos y grises, y rojos (jacintos de Compostela) y cuar-


que atribuimos a una producción de la citas grises. Se trata de la muela superior,
zona murciana relacionada con la for- volandera o corriente, catillus en latín,
ma Cartagena 13, propia de contextos de un diámetro aproximado de 40 cm y
del siglo  VII (Ramallo et al., 1996: fig. 5 cm de grosor máximo. Conserva par-
17,228). Esta distintiva pasta parece que te del agujero o eje central e inmediato al
se puede asimilar a la Fábrica 1.1 de Cau mismo un rebaje alargado donde iría alo-
(2003) y la documentamos en ollas y ca- jada la lavija para facilitar el engarce del
zuelas a partir del siglo VI en lugares eje de la madera o posibilitar la coloca-
como Cullera (Rosselló y Cotino, 2005: ción de una manivela de madera para el
fig. 11,3) o Valencia (Rosselló et al., 2010: giro rotatorio. Este rebaje o lavija en los
fig. 3, 1316-15). molinos medievales se sitúa en la base o
Hay que significar, por su alto valor superficie interior de la volandera, mien-
como indicador cronológico, la apari- tras que en época romana avanzada se
ción de un pequeño mortero tipo Hayes ubica en la superficie exterior, como ocu-
91D (2018-28758), una de las últimas for- rre en nuestro caso (Medero y Escribano,
mas de sigillata africana que se expor- 2001: 316-318). Otro rebaje se sitúa en la
tan y con cronología plenamente del si- zona periférica de la pieza cuya funciona-
glo VII (Hayes, 1972). lidad es la de colocar un mango vertical
Probablemente, de origen oriental sea de madera para imprimir un movimien-
el ejemplar de jarra u olla de borde mol- to rotatorio o semi-rotatorio, ya que des-
durado (2003-28886), de pasta rosada y conocemos si sería alternativo con otro
superficies claras, de una gran calidad rebaje similar en la parte opuesta debido
técnica. De igual origen parece el frag- a lo incompleto del ejemplar, si bien, por
mento de cuerpo de una forma cerrada las dimensiones modestas de la pieza, to-
(2015-28952) con rastros de pintura en do parece apuntar a un único mango ver-
rojo, quizás restos de un titulus pictus. tical. Las dimensiones de la pieza son las
Por otra parte, hemos detectado frag- normales en este tipo de molinos, condi-
mentos de cuerpo de ánfora oriental ti- cionadas por su carácter manual y cues-
po LRA 2 / Keay 65 (Riley, 1981; Keay, tiones puramente funcionales cual sería
1984), envase que transportaba vino del la longitud del brazo humano para ha-
Egeo, como el de la isla de Quíos. cer el giro con comodidad (Alonso, 1996:
El material lítico está representado por 186). Por lo que respecta al grosor, hay un
un fragmento de molino rotatorio ma- claro adelgazamiento con respecto a los
nual (1009-28767), realizado en una pie- molinos rotatorios manuales romanos,
dra de color gris blanquecino (¿arenisca?) rasgo distintivo en los molinos a partir de
que contiene cristales de cuarzo blancos la Antigüedad tardía. Con todo, la conti-
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MIQUEL ROSSELLÓ MESQUIDA

nuidad formal en la tipología de estos ar- continuación de la curvatura del cuerpo.


tefactos impide precisiones cronológicas, Muestran el característico raspado de la
salvo las ya comentadas referentes a las superficie por debajo del cuello (2018-
dimensiones, grosor y situación de la la- 28763, 2016-28997, 2003-28888).
vija, siendo habitual su presencia en yaci- Se trata de la llamada «olla valenciana»
mientos de variada cronología, especial- (Bazzana, 1986) y remiten a modelos ar-
mente entre los siglos VII y XI (Gutiérrez caicos de época emiral (siglos  VIII-IX).
Lloret, 1996-b: 40). En nuestro caso, co- El exvasamiento del borde y la ausencia
mentar que apareció reutilizado en una de asas es un rasgo de arcaísmo (Bazzana,
estructura de época visigoda (UE 1009) y 1986: 96) y encontramos ejemplos en los
que probablemente se trate de un moli- poblados de altura de la zona de Caste-
no de esta cronología. No contamos con llón, anteriores al siglo X (Bazzana, 1986:
muchos ejemplos publicados de molinos 97, Tipo I), especialmente en (Bazzana,
rotatorios manuales de época visigoda, 1992) Monte Mollet (fig. 398), Marinet
un lote de molinos proviene del castrum (fig. 373), Castellar de Xilxes (fig. 21) o en
visigodo de Puig Rom (Rosas, Gerona), la Torre de Mal Paso (fig. 22). En cual-
circulares cilíndricos de poco grosor, con quier caso, hay que hacer notar que en
agujero central y encaje lateral para im- estos sitios también conviven con ejem-
primir el giro, la mayoría de ellos de diá- plares provistos de asas. También hay
metros próximos a nuestro ejemplar (Pa- paralelos en contextos emirales de la se-
lol, 2004: 74-77). gunda mitad del siglo IX en el Tolmo de
A este momento cronológico también Minateda, Albacete (Gutiérrez Lloret et
asignamos un numeroso lote de tejas de al., 2003: fig. 20,4). En la ciudad de Va-
escasa curvatura o casi planas, con es- lencia hay que mencionar los ejempla-
trías o acanalados longitudinales en el res de los contextos emirales de media-
lomo, caracterizadas por pastas rojas y dos del siglo IX de la calle Conde de Tré-
grises, muy cocidas. nor (Rosselló, 2000: fig. 5, 1273-2, 1273-3;
fig. 6, 1250-1, 1290-1; fig.7, 1202-1), y los
de La Almoina (Pascual et al., 2003: fig.
La cerámica emiral (figs. 9-12) 32, 60338-30, 60321-5). También en Cu-
llera (Rosselló, 2006: fig. 18, C7-92, C7-
Por lo que se refiere a la cerámica des- 111, C12-6) y en Alzira (Martínez Pérez y
tinada al fuego, se reconocen ollas de Martínez Ruiz, 1990: lám. XI. Bazzana,
cuerpo modelado a mano y cuellos a 1986: fig. 2).
torneta, de pastas generalmente grises, Similar a las anteriores, pero con asas
cuello acanalado, sin asas, que presen- (2018-28762) y algo menos tosca, destaca
tan un perfil en «S» y bordes exvasados el ejemplar 2003-28891, de formato sensi-
156
LA CERÁMICA DEL SEQUER DE SANT BERNAT

Figura 8. Fosas UE1015


y UE1016 con materiales
de época emiral.

blemente más reducido; perfiles similares lón (Lorrio y Sánchez 2008: fig. 10A, 5),
y, como ya hemos comentado, convivien- con cuello de tendencia recta y base
do con ollas sin asas, podemos encontrar aplanada, si bien nuestro ejemplar tiene
en (Bazzana, 1992) Xilxes (fig. 21), Mari- un perfil más esbelto. Por lo que se refie-
net (fig. 373,2) y Mollet (fig. 398,6), tam- re a la olla 2016-29004, tiene cierto pa-
bién en Valencia (Rosselló, 2000: fig.  8, recido con ejemplares de borde con in-
1205-2) y Alzira (Martínez Pérez y Mar- flexión interna del Mas de Pere de On-
tínez Ruiz, 1990: fig. 22,25). da (Montmessin, 1980: plancha 1, 20-
Otra serie de ollas parece algo más 23,  32), testar que se ha datado de ma-
evolucionada, con bordes apenas exva- nera amplia entre inicios del siglo IX y
sados (2016-28999, 2016-29005) o con finales del X.
borde vuelto al interior y concavidad in- Este lote más evolucionado probable-
terna (2016-29004), las dos últimas con mente deba situarse cronológicamente
pastas blanquecinas de aspecto caoli- en la primera mitad del siglo X.
nítico. Hallamos paralelos del ejemplar A torneta, atípica y ajena a la tradición
2016-29005 en Alzira (Martínez Pérez de la «olla valenciana» es el ejemplar de
y Martínez Ruiz, 1990: fig. 15,6), con la olla de borde moldurado (2003-28879).
variante 2 de El Molón de Camporro- Hay paralelos con la forma F4d (Re-
bles (Lorrio y Sánchez, 2008: fig. 10A, tuerce, 1998: T.1, 290-291; T. II, 325) de la
3-4) y en el Palau de Benicarló de Valen- Marca Media. Tipos similares aparecen
cia (López y Martínez, 1994: lám. 130,1; en época emiral en Guadalajara (Serra-
132,3; 134, 2-3), todos datados entre los no et al., 2004: figs. 8 y 9, Fase I) y espe-
siglos IX-X (fig. 8). cialmente en Segóbriga, donde son muy
El ejemplar 2016-28999 quizás se pue- abundantes y donde encontramos los
da relacionar con la variante 3 de El Mo- más exactos paralelos con nuestra pie-
157
MIQUEL ROSSELLÓ MESQUIDA

Figura 9. Ollas del periodo emiral.

za (Sanfeliu y Cebrián, 2008: fig. 9,6-17 si bien, en ese momento perteneciente al


y fig. 10,12)2. En el actual País Valencia- territorio de la cora de Santaver.
no quizás sea posible también apuntar Con probablemente un uso mixto
su presencia en El Molón de Camporro- (contenedor de líquidos y recipiente pa-
bles (Lorrio y Sánchez, 2008: fig. 9A, 1) ra cocinar), se documentan unos jarros/
2
ollas (2015-28980, 2016-29000) que es-
Agradecemos a Daniel Sanfeliu, la confirmación
tán realizados con la misma técnica y
del origen meseteño y sus comentarios sobre la
pieza. Otros ejemplos meseteños y de otras zonas pasta que el tipo «olla valenciana», uso
fuera de ese ámbito en Sanfeliu y Cebrián 2008. de torneta y cocciones reductoras, pas-
158
LA CERÁMICA DEL SEQUER DE SANT BERNAT

Figura 10. Cazuelas y ţābaq de época emiral.

tas grises, cuellos anillados irregula- a mano, normalmente con pasta gris y
res y superficies raspadas y, en general, superficie raspada por debajo del bor-
con acabados toscos. Presentan un asa, de, al igual que las ollas. Destacar las ca-
cuellos largos, bordes ligeramente en- zuelas, con algún ejemplar ovalado, de
trantes y bases convexas. Hallamos pa- borde con decoración ungulada o inci-
ralelos idénticos en Alzira (Martínez Pé- sa (2015-28970, 2015-28971, 2003-28895)
rez y Martínez Ruiz, 1990: fig. 14,4; 19,2; con paralelos en Alzira (Martínez Pé-
19,4), también en Burriana (Guichard et rez y Martínez Ruiz, 1990: fig. 21,23) allí
al., 2000: fig. 7). En ambos casos datados consideradas como «fuentes elípticas», o
en época emiral. Algunos de estos jarros en Cullera (Rosselló, 2006: fig. 17, C4-14)
tan toscos indudablemente también se y Burriana (Guichard, et al. 2000: fig. 8)
hicieron servir para ir al fuego, dualidad tenidas por cazuelas, otro caso de dupli-
de funciones que caracteriza al reperto- cidad de usos. También se documentan
rio cerámico de la etapa emiral (Alba y cazuelas con mamelones (2003-28896)
Gutiérrez Lloret, 2003: 588). del todo similares a las halladas en la
La otra forma destinada al fuego do- Torre Major de Cullera (Rosselló, 2006:
cumentada es la cazuela, confeccionada fig. 17, C5-3) y en la plaza del Sufragio de
159
MIQUEL ROSSELLÓ MESQUIDA

Alzira (Martínez Pérez y Martínez Ruiz, no con ayuda de una torneta, labios re-
1990: lám. XI inferior) y similares al tipo dondeados o biselados, presentan una
M5.3 de El Castellar d’Alcoi (Pérez Bo- cara alisada y otra rugosa, a veces con
tí, 2006: 86, fig. 1) datada allí en los si- señales de fuego. Su funcionalidad pare-
glos IX-X. ce múltiple, como tapaderas de las gran-
Un ejemplar de cazuela alta (2003- des tinajas, para cubrir los hornillos o
28898, 2016-28983) de paredes curvas tanānīr y servir de plato (Gutiérrez Llo-
reentrantes, labios redondeados, con su- ret, 1990-1991:166) e incluso se ha apun-
perficie exterior raspada tiene paralelos tado su utilización para cocer tortas de
en Cullera (Rosselló, 2006: fig. 17, C4-17) pan ácimo o tostar cereales a modo de
allí provista de mamelones, quizás asi- ţābaq, en general piezas de base y boca
milable a la forma M4.1 (Gutiérrez Llo- muy amplias y muy bajas con o sin re-
ret, 1996-a) datada fundamentalmente borde (Gutiérrez Lloret, 1990-1991:171ss.
entre los siglos VIII y IX, pero con posi- Alba y Gutiérrez Lloret, 2008: 599, 602).
bles perduraciones en el siglo X. No hay No se había constatado en el registro ce-
tradición de cazuelas altas o marmitas rámico islámico de Alzira (Martínez Pé-
en esta zona en época islámica, al con- rez y Martínez Ruiz, 1990), pero aparece
trario de lo que ocurre con la cazuela ba- en el cercano castillo de Cullera (Rosse-
ja, debiendo buscar sus paralelos en las lló, 2006: fig. 16, C6-30, C13-40, C7-69,
comarcas meridionales del País Valen- C9-104). Hay que hacer notar, por otra
ciano (Rosselló, 2006: 24), como en el parte, que este tipo concreto de ţābaq/
Castellar d’Alcoi (Pérez Botí, 2008: for- disco o tapadera, no es habitual en la zo-
ma M11.1). na de Tudmir, donde sí aparece el ţābaq/
Quizás dentro de la misma categoría cazuela, es decir, con reborde (Gutiérrez
de cazuela alta o marmita haya que si- Lloret, 1996-a: Serie 8) y tapaderas (Se-
tuar el fragmento a mano/torneta de la rie 30), algunas de las cuales pudieron
base (2016-28990), si bien de aspecto servir para cubrir los hornillos pero que
mucho más tosco y claramente de ori- no parece que funcionaran para ir sobre
gen foráneo por la presencia de láminas las brasas, pues aparecen decoradas y
de mica dorada, quizás de la Serie 2 (Gu- con asideros. En Valencia el ţābaq/disco
tiérrez Lloret, 1996-a) y que puede apa- es un tipo desconocido, pero sí está re-
recer tanto en contextos finales de época pertoriado el ţābaq/cazuela en contextos
visigoda como en momentos tempranos de los siglos IX y X (López y Martínez,
de época emiral. 1994: lám. 136-1. Rosselló, 2000: fig. 11,
Otra forma multifuncional es el ţā- 1312-15), al igual que en el castillo de Cu-
baq/disco o tapadera (2015-28966), pla- llera (Rosselló, 2006: fig. 18, C7-42, C4-
na y de gran diámetro, modeladas a ma- 16). En cambio es un tipo habitual en la
160
LA CERÁMICA DEL SEQUER DE SANT BERNAT

Figura 11. Cerámica de mesa de época emiral.

zona de Andalucía y Extremadura, con paredes curvas convergentes y base pla-


paralelos similares a los nuestros en los na, superficies exteriores raspadas, previ-
niveles emirales de Pechina (Castillo y siblemente realizadas a torno lento, con
Martínez, 1993: lám. III, 7; XIII, 10), El diferentes diámetros y con paralelos en
Castillón en Granada (Motos, 1993: fig. la propia ciudad de Alzira (Martínez Pé-
10, 1-14), Mérida (Alba y Feijoo, 2003: rez y Martínez Ruiz, 1990: fig. 21, 15-22) y
fig. 13, tapadera 1), Cercadilla y Saqunda en el castillo de Cullera (Rosselló, 2006:
en Córdoba (Fuertes y González, 1994: fig. 11) donde también los encontramos
lám. 3, V. Casal et al., 2005: fig. 4, 1.3). con decoración pintada (Rosselló, 2006:
En la cerámica de mesa destaca un fig. 5). También hallamos ejemplares an-
conjunto de formas abiertas asimilable a tiguos en Castellar de Meca (Ayora) en
la forma ataifor o cuenco (2003-28902, un contexto anterior a la segunda mitad
2003-28903, 2003-28904, 2015-28968), de del siglo X (López García, 1985: fig. 4,5-
161
MIQUEL ROSSELLÓ MESQUIDA

Figura 12. Tinajas, tapadera, tanānīr, candil, arcaduces y opérculos de época emiral.

162
LA CERÁMICA DEL SEQUER DE SANT BERNAT

6); en la ciudad de Valencia son habitua- V23.1.2 (Gutiérrez Lloret, 1996-a) proba-
les en los siglos IX-X los ataifores bizco- blemente fabricado en los talleres emi-
chados sin decoración pintada, normal- rales de Murcia y datado en la segunda
mente de pastas más depuradas y paredes mitad del siglo IX. Una característica de
curvas (López y Martínez, 1994: lám. 139, estas piezas es que suelen presentar bi-
1-3. Pascual et al., 2003: fig. 33. Rosselló, cromía en el vedrío, verde al exterior y
2000: fig. 11, 1312-14). amarillo al interior. Piezas similares se
Dentro de las formas cerradas a tor- han documentado en el castillo de Cu-
no, abundan jarritos de borde apuntado llera (Rosselló, 2006: fig. 7, C5-7, C10-
o recto (2003-28926) asociados a galbos 56). Se trata de las primeras produccio-
provistos de una pequeña moldura de nes vidriadas emirales que se documen-
dos líneas incisas paralelas en la unión tan en esta área geográfica.
con el cuerpo (Rosselló, 2000: fig. 6, Fuera del ámbito de la cocina y el ser-
1314-4, fig. 8, 1200-9. Pascual et al., 2003: vicio de mesa, se documentan tinajas
fig. 33, 60338-132,102) y que en la ciudad para almacenaje de bordes engrosados
de Valencia se constatan a partir de me- al exterior (2003-28849, 2003-28509),
diados del siglo IX; jarritos de similares asociadas a asas robustas (2016-28669)
características (2015-28976), jarras/cán- y galbos con cordones digitados (2003-
taros de cuellos acanalados, algunas con 28847), con ejemplares similares en el
el borde biselado (2015-28974) y con pa- castillo de Cullera (Rosselló, 2006: figs.
ralelos en el castillo de Cullera (Rosse- 13-15). Quizás relacionada con las tina-
lló, 2006: fig. 12, C9-58). También abun- jas esté la tapadera plana (2002-28830)
da un tipo de jarrita provista de conca- de menor grosor y pasta más fina que el
vidad interior y normalmente de pastas tipo ţābaq/disco y, obviamente, sin mar-
finas grises o rojas, duras y bien coci- cas de fuego.
das (2003-28921, 2015-28978). Un único Otro gran recipiente para almacenaje
ejemplo se documenta de jarro de boca o para labores auxiliares es el fragmento
elíptica (2003-28918) y borde moldura- (2015/28967), posiblemente pertenecien-
do y probablemente trilobulado, de pas- te a un barreño similar a la serie M29 de
ta gris muy fina, dura y cocida. Tudmir (Gutiérrez Lloret, 1996-a) y que
Una pieza excepcional son los frag- abundan en los niveles del siglo IX y pri-
mentos de un jarrito con decoración mera mitad del X en la ciudad de Valen-
incisa o en relieve bajo cubierta vítrea cia (Pascual et al., 2003: fig. 34).
(2016-28998), del que ha desaparecido Como contenedores de fuego se ha
casi completamente el vedrío, conser- documentado la forma tannūr (Gutié-
vando trazas del mismo al interior en rrez Lloret, 1996-a: M9), tanto los bordes
color amarillo. Se trata de un jarrito tipo de la boca del hornillo (2016-28982) co-
163
MIQUEL ROSSELLÓ MESQUIDA

mo las bases o pies (2003-28906). Se tra- escasamente en la excavación. Se trata


ta de hornillos que pueden ser portátiles siempre de candiles de pastas pajizas o
o fijos, preferentemente utilizados para blanquecinas y bien depuradas, y apare-
la cocción de tortas de pan. Pueden pre- cen muy fragmentados. El ejemplar más
sentar, en la pared interna, un estriado completo (2015-28954) presenta una ca-
vertical cuya funcionalidad es la de faci- zoleta baja, con base levemente conve-
litar la sujeción de la torta de pan mien- xa, asa anular desde el exterior del go-
tras cuece y su posterior extracción, que llete a la inflexión de la cazoleta y con
no es el caso de nuestros ejemplares, si piquera incompleta y sobrealzada, pro-
bien se ha documentado un fragmento, bablemente de tamaño medio respecto a
de pasta diferente, con el característico la cazoleta, quizá asimilable al tipo T33.3
estriado de estos hornillos. Los ejempla- y que aparece en contextos del siglo IX
res emirales documentados en Cartage- (Gutiérrez Lloret, 1996-a).
na (Murcia y Guillermo, 2003: 198, fig. Piezas de uso agrícola son los frag-
15, 98-99) y Lorca (Martínez y Ponce, mentos de arcaduz documentados. Uno
1999: 305, fig. 12), por ejemplo, carecen de ellos (2003-28911) únicamente con-
de este estriado y formalmente se ase- serva la base formada por un apéndice
mejan a los nuestros. Los únicos para- acabado en un disco muy burdo, mode-
lelos conocidos de tanānīr emirales de lado a mano, con las improntas digitales
la cora de Balansiya son los documen- muy marcadas en el solero y las super-
tados en el castillo de Cullera (Rosselló, ficies recortadas (facetadas) a cuchillo,
2006: fig. 16, C10-53, C9-77, C12-13, C12- de pasta marrón oscura con zonas gri-
30, C9-106) y quizás el ejemplar, ya del ses, muy cocida, asimilable al tipo T32.1
siglo  X, proveniente de la calle Conde de Tudmir (Gutiérrez Lloret, 1996-a).
de Trénor de Valencia (Rosselló, 2000: También se documentan tipos (2003-
fig. 12, 1312-16), pues se trata de una for- 28912) de pastas claras, con escotadura
ma escasamente documentada fuera del en la parte superior de la pieza por deba-
área de Tudmir en época paleoandalusí, jo del borde que es engrosado al interior,
aspecto que se ha puesto en relación con al que le correspondería posiblemente
el hecho de ser una forma propia de los la base apuntada convexa (2003-28916).
ejércitos sirios y egipcios (Gutiérrez Llo- Esta base se puede asimilar al tipo IV A
ret, 1996-a: 201) si bien, se van docu- del yacimiento de Les Jovades de Oliva
mentando en otras zonas de la Penínsu- (Bazzana et al., 1987: fig. 40), tipo que
la (Alba y Gutiérrez Lloret, 2008: 602). los autores datan en los siglos X y XI,
La cerámica destinada a la ilumina- si bien con distinta solución en el bor-
ción está representada por la forma can- de que es exvasado. En cualquier caso,
dil que, en general, se ha documentado bases apuntadas convexas similares a la
164
LA CERÁMICA DEL SEQUER DE SANT BERNAT

nuestra ya se documentan en contextos


emirales en Cercadilla, Córdoba (Fuer-
tes y González, 1994: lám. 2, III-IV).
Por último, hay una serie de piezas
readaptadas, como opérculos o tejuelos
(2015-28576) recortados de tejas y de ce-
rámica bizcochada islámica, con diáme-
tros que se repiten de 8, 6 y 4 cm, cuya
funcionalidad parece haber sido múlti-
ple (tapones, fichas de juego, fichas de
cálculo, etc.); útiles elaborados sobre
materiales edilicios romanos reutiliza-
dos y readaptados para otras funcio-
nes como piezas discoidales a las que se
ha practicado una perforación (2003-
28543) y otras en proceso de elaboración
(2016-28583) e incluso fallidos, que pu-
dieron servir como contrapesos. Tam-
bién se documenta una chumacera de
quicio (2003-28542) realizada sobre un
resto de ladrillo. Piezas todas ellas que, Figura 13. Cerámica califal y contemporánea.
si bien son de difícil adscripción crono-
lógica, contamos con paralelos tempra- La cerámica islámica de época califal y
nos desde época Emiral (Alba y Feijoo, posterior (siglos X-XIII) es extrañamente
2003: fig. 14). escasa. Podemos mencionar la documen-
tación de un único fragmento de verde
manganeso islámico, concretamente la
Otras cerámicas islámicas post- base de un ataifor con decoración radial
emirales, medievales, modernas (siglo X-XI); un tubo vertedor de borde
y contemporáneas (fig. 13) pellizcado de un jarro, posible alcarraza
(2003-28917), de pasta beige blanquecina.
En los estratos de superficie, principal- En Valencia, los jarros con tubo vertedor
mente, o formando parte del material in- o alcarrazas se documentan en contextos
trusivo, se constatan otros materiales ce- a partir de la segunda mitad del siglo X
rámicos, siempre muy escasos, de crono- (Pascual et al., 1997: 188, fig. 13,2) y en Be-
logías posteriores y que nos informan de netússer (l’Horta Sud) en un contexto si-
la, cuando menos, frecuentación del lugar. milar (Escribà, 1990: 32, nº 39).
165
MIQUEL ROSSELLÓ MESQUIDA

Algo más abundantes, dentro de la mo- to (2001-28770) con cenefa de ondas y


destia del conjunto, son las cerámicas islá- puntos (Coll, 1998: nº 99) datado entre
micas de los siglos XII-XIII, como un atai- 1770-1800, también un pequeño borde
for bicromo melado sobre verde, ataifores de plato decorado en azul y morado con
monocromos turquesa, melado y con cu- cenefa de flechas desflecadas o de ángu-
bierta estannífera, así como un fragmen- los (Coll, 1998: nº 100) con cronología
to de galbo de cerámica de cocina vidria- de 1730-1800 y una tapadera de sopera
da en verde. También se recuperó un la- en cerámica de Alcora de la serie «chi-
drillo, cuyo formato, 27 x 13 x 2,5 cm remite nescos azules» datada entre 1735-1760.
a época almohade, cronología que pensa- También se documenta un fragmen-
mos debe asignarse a todo este lote. to de azulejo renacentista de la prime-
No mucho más abundantes son los ra mitad del siglo XVII, azulejo cuadra-
materiales de época medieval cristia- do completo con enlaces esquineros su-
na, constatándose una olla gris, un le- geridos. Decoración policroma (azul,
brillo de cerámica bizcochada, cubier- amarillo, naranja) con estrella octogo-
tas vidriadas monocromas como un le- nal central inscrita en un círculo (Pérez
brillo vidriado con cubierta plumbífera Guillén, 1996: nº 50).
en verde y otro de cubierta estannífera Ya del siglo XIX serían un fragmento
blanca. También cerámica de mesa, co- de base de plato de loza blanca a molde,
mo una base de loza decorada en ver- con gallones y decoración radial en azul
de y manganeso valenciano con posible y el borde de un plato de loza blanca con
escudete seudo-heráldico, un fragmen- filetes en azul (2002-28773), ambos típi-
to de plato con cubierta estannífera de- cos de finales del siglo XIX y probable-
corado en manganeso, un fragmento de mente de producción manisera.
plato de loza azul de estilo esquemático
con orla geométrica de dobles círculos
separados por líneas radiales en grupos Conclusiones
de tres, cuyas impares presentan puntos
en los extremos y un fragmento de galbo Los materiales en su conjunto aportan
de loza dorada, conjunto que cronológi- una cronología que va desde el siglo IV-
camente abarca desde la segunda mitad III a.C. hasta finales del siglo XIX, si
del siglo XIII al siglo XV. bien, podemos concluir la existencia de
Otro lote, también parco, está forma- dos grandes momentos de ocupación
do por un conjunto de materiales del si- del yacimiento:
glo XVIII, principalmente platos deco-
rados en azul, destacando, por su signi- • uno centrado en el siglo VII, de épo-
ficación cronológica, un borde de pla- ca visigoda.
166
LA CERÁMICA DEL SEQUER DE SANT BERNAT

• otro de época islámica emiral, que antiguos, uno de largo alcance que unía
pensamos debe situarse entre la se- el alto Magro con la llanura del Xúquer y
gunda mitad del siglo IX y la primera otro más local que enlaza Albalat-Alge-
mitad del siglo X. mesí con Alberic-Alcosser, comunicando
por el margen izquierdo del Xúquer el va-
Menos importante en cuanto a volu- do de Albalat con el de Alcosser (Arasa y
men, pero también indicativo de la pre- Pérez, 2010: 104).
sencia de algún asentamiento cercano, Por lo que respecta a los materiales ro-
son los lotes de materiales romanos, con manos de época alto-imperial, apuntan a
dos períodos claros cronológicamente a la presencia de una villa cercana, princi-
partir del estudio cerámico, siglos I-II y palmente por los abundantes materiales
finales del siglo IV-primera mitad del si- de construcción documentados en los ni-
glo V. Por otra parte, hay que mencionar veles de época visigoda y emiral, algunos
los abundantes materiales de construc- de ellos claramente readaptados y reutili-
ción de época romana, algunos de ellos zados para otras funciones, lo que sugiere
reutilizados en épocas posteriores. un desmantelamiento de la villa a lo largo
De los materiales ibéricos y romanos, de un amplio espacio de tiempo. Del mis-
puesto que se trata de materiales resi- mo modo, la presencia de dolia, algunos
duales, pocas conclusiones podemos ex- con numerales incisos, sería indicativa de
traer, salvo aspectos de tipo cronológico alguna de las actividades económicas rea-
y algunos de tipo económico y comercial, lizadas en la villa, la posible producción y
siempre con extrema cautela debido a su almacenamiento de vino y/o aceite. Villa
contexto y escaso número. Es posible la que parece hay que situar en los alrede-
existencia de algún pequeño asentamien- dores de la actual ermita de San Bernat a
to tipo «granja» en época ibérica, con- tenor del sondeo realizado en 1980 (Her-
cretamente entre los siglos IV y III a.C., nández y Martínez, 1980 Martínez Pérez,
probablemente dependiente del oppidum 1984; Serrano, 1987).
localizado en el Alter de la Vintivuitena La ausencia de cerámicas romanas an-
(Albalat). Se cita el hallazgo de cerámicas teriores al siglo I-II d.C. indica una fe-
ibéricas en otros yacimientos de Alzira, cha en estos siglos para la fundación de
además del propio Sequer de Sant Ber- la villa, como también se comprueba en
nat, en les Cases de Montcada, les Cases la mayoría de asentamientos estudiados
de Xixarà y en l’Alquerieta, todos, salvo en la Ribera (Arasa y Pérez, 2010) y en
el nuestro, en el margen derecho del Xú- otros muchos casos del País Valenciano
quer (Arasa y Pérez, 2010: 103). Por otra (Arasa, 2003: 163).
parte, parece que el yacimiento se sitúa en Las últimas cerámicas romanas do-
las cercanías de dos importantes caminos cumentadas en la intervención no van
167
MIQUEL ROSSELLÓ MESQUIDA

más allá de la primera mitad del siglo V, tad del siglo VII (Pascual et al., 2003;
momento en el cual muy posiblemen- Rosselló, et al. 2010) y en Llíria (Escri-
te se abandonaría la villa, quizás coetá- và et al., 2005), Cullera (Rosselló y Coti-
neo a un momento convulsivo en estas no, 2005), València la Vella en Riba-ro-
tierras donde se constata la destrucción ja de Túria (Rosselló, 2005) y Alcàsser
y/o abandono de algunos establecimien- (Alapont y Ballester, 2007) este último
tos, tanto urbanos como rurales, a veces de especial interés por estar asociado
acompañadas de ocultaciones moneta- a hallazgos antiguos de imitaciones vi-
rias (Hurtado et al., 2008: 135) y que, en sigodas de trientes áureos a nombre de
general, coincide con el final de un buen los emperadores bizantinos Justiniano I
número de villae en Hispania, sin que y Justino II (Alapont y Tormo, 2005-a;
ello signifique el abandono definitivo de 2005-b; 2007; Ribera, 2005).
todas ellas, ya que algunas continuarán Por otra parte, la presencia de mate-
si bien con profundas transformacio- riales importados en época visigoda (si-
nes arquitectónicas y asumiendo nuevas glo VII), como sería la sigillata (Hayes
funciones (Chavarría, 2007). 91D), algunas ánforas orientales, jarra/
No tenemos evidencias de una posi- olla africana u oriental, cerámicas ebu-
ble continuidad ininterrumpida desde el sitanas, cerámica de cocina del Medite-
final de la época romana (siglo V) y la rráneo central, etc., son una prueba de
llegada de los visigodos. Tampoco cono- la continuidad de los contactos comer-
cemos el tipo de asentamiento en el si- ciales con otras áreas del Mediterráneo
glo VII, si hubo una reocupación de al- y de un cierto dinamismo en esta zo-
gunas partes de la villa o simplemente na, sin duda por su privilegiada ubica-
ésta sirvió de cantera de materiales para ción, excelentemente comunicada por
un nuevo establecimiento, próximo, pe- la Vía Augusta y, principalmente, a tra-
ro creado ex novo, del que se ha podi- vés del Xúquer, pues la comercialización
do documentar su necrópolis y algunas de estos productos sería por vía fluvial,
estructuras incompletas de difícil inter- a través del Portus Sucronem (Cullera),
pretación. donde se ha documentado actividad co-
Los abundantes materiales recupera- mercial en el siglo VII (Rosselló y Co-
dos en este período describen perfecta- tino, 2005; Rosselló, 2007) con hábitat
mente la «facies cerámica visigoda» de y necrópolis también de estos momen-
Valentia y su territorio entre el último tos (Rosselló, 2005; Cotino et al., 2006)
cuarto del siglo VI y el siglo VII. Mate- (fig.  14). El río Xúquer fue navegable,
riales cerámicos similares se documen- al menos hasta el siglo XV, hasta Alzira
tan en la ciudad de Valencia en contex- (Carmona y Ruiz, 2003) y ya en tiempos
tos de finales del siglo VI y primera mi- de Jaime I (1269) se concede un privile-
168
LA CERÁMICA DEL SEQUER DE SANT BERNAT

Figura 14. Mapa de las zonas de aprovisionamiento de cerámicas y ánforas documentadas en el yacimiento del
Sequer de Sant Bernat, siglo VII.

gio ordenando que en las presas o azu- zas, la duplicidad de funciones de algu-
des formados entre Alzira y el mar se de- nas formas (jarra / olla, cazuela / fuente,
jaran abiertos portillos para el paso de ţābaq-disco / tapadera, etc.), ausencia o
las naves (Piles, 1979: 183, doc. nº 9). escasez de vidriados, en todo caso siem-
Por lo que respecta al importante con- pre monocromos e importados de cen-
junto de materiales islámicos emirales, tros urbanos del sur o sureste, y ausencia
creemos que debe situarse cronológi- o escasez de decoración pintada (única-
camente entre la segunda mitad del si- mente tres fragmentos de galbo con tra-
glo IX y la primera mitad del siglo X, en zos en manganeso en todo el registro).
todo caso con anterioridad a la segun- Tipológicamente, los materiales son
da mitad del siglo X, cuando se extiende similares a otros yacimientos valencia-
el uso del vidriado. Éstos, en su conjun- nos de igual cronología, especialmente
to, se caracterizan por ser mayoritaria- en lo referente a la «olla valenciana», si
mente de producción local, al menos en bien las formas abiertas, tanto de coci-
lo que se refiere a la cerámica destina- na (cazuelas) como de mesa (ataifores),
da al fuego; el modelado manual y el uso son algo más abundantes en el Sequer
de torneta para la elaboración de las pie- de Sant Bernat. Por otra parte, hay que
169
MIQUEL ROSSELLÓ MESQUIDA

hacer notar la presencia de algunas for- rece que se pueda hablar de un verdade-
mas generalmente no documentadas en ro comercio en esta zona hasta la segun-
época paleoandalusí al norte del Xúquer da mitad del siglo X (Azuar, 2007).
y más relacionadas con las tierras me- Por otra parte, la importancia del hisn
ridionales del País Valenciano o con la Qulayra y su puerto fluvial, al menos
zona de Murcia y el SE, en general, co- desde el siglo IX, ha quedado señalada
mo las cazuelas altas o «marmitas», el ţā- tanto por las estructuras documentadas
baq-disco y el tannūr, lo que podría ser como por los materiales recuperados, al-
un indicio de la especial relación de es- gunos de ellos excepcionales, como las
te territorio en época emiral con la co- porcelanas blancas chinas de la dinastía
ra de Tudmir, de límites muy imprecisos Tang (Coll, 2006).
en los primeros siglos de la conquista is- Otras cerámicas nos ponen en la pis-
lámica (Guichard, 1980: 231; Gutiérrez ta de algunas de las actividades econó-
Lloret, 1996-a: 28). micas realizadas en el asentamiento, co-
Las escasas cerámicas reconocidas co- mo serían los arcaduces recuperados,
mo importadas provienen de la zona del siendo especialmente interesante el tipo
SE, como sería el caso del jarrito con de- T32.1 (Gutiérrez Lloret, 1996-a). Se trata
coración incisa y en relieve bajo cubier- de un cangilón de época emiral, el más
ta vítrea monocroma y, con más dudas antiguo conocido en al-Andalus, datado
cronológicas, la base de una marmita en los siglos VIII-IX en el área de Tud-
con mica dorada, quizás de la Serie 2 de mir, principalmente en la zona del Ba-
Tudmir, y de la zona de la Meseta, con jo Segura, tal vez inspirado en modelos
un ejemplar de olla a torneta de borde egipcios, caracterizados por tener uno
moldurado de la forma F4d (Retuer- de los puntos de sujeción en el carac-
ce, 1998). Las primeras, probablemen- terístico apéndice discoidal (Gutiérrez
te llegadas por vía marítima a través del Lloret, 1996-c). Se trata de la prueba ma-
puerto fluvial de Qulayra (Cullera) y la terial de época islámica más antigua del
segunda a través de la ruta que comu- uso de estos artilugios para el riego en la
nicaba la Meseta, concretamente la zo- zona de Valencia. Ejemplares de arcaduz
na de Cuenca, con las llanuras litorales con apéndice más evolucionado, a mo-
siguiendo el curso del río Magro. La in- do de botón (T32.2), cronológicamente
fluencia meseteña en algunas cerámicas ya de los siglos IX-X, se documentan en
de época emiral de esta zona de la Ribe- el castillo de Cullera (Rosselló, 2006: fig.
ra ya fue puesta de manifiesto en el con- 16, C10-55, C15-28, C7-43). En ambos ca-
junto de materiales emirales y califales sos nunca van perforados. Este tipo de
de la Torre Celoquia del Castell de Cu- arcaduz no se ha documentado, hasta la
llera (Rosselló, 2006). Con todo, no pa- fecha, en la ciudad de Valencia, cuyos
170
LA CERÁMICA DEL SEQUER DE SANT BERNAT

ejemplares del siglo IX son de base plana caso de Cullera (Azuar, 1995; 2005; 2007;
(Pascual et al., 2003: fig. 34, 60254-273). Rosselló, 2006: 30).
Otros elementos cerámicos con tras- En época islámica es muy posible que
cendencia económica serían las piezas la importancia de este asentamiento se
reutilizadas y readaptadas de material viera reforzada por el valor caminero
edilicio romano, discos perforados que que adquirirá el margen izquierdo del
pudieron funcionar como contrapesos río. En este sentido, la fundación de Al-
de red o, más verosímilmente, contra- zira en el siglo IX (Soler, 2002) la con-
pesos de huso en el proceso del hilado vierte en un hito del camino entre Va-
(Gutierrez Lloret, 1999: 86-87). lencia y Xàtiva, al tiempo que la presen-
Muchos de estos materiales encuen- cia de algunos topónimos, como el de
tran su confrontación más próxima con Alberic (la posta), refuerza aún más la
los hallados en el núcleo urbano de Al- posibilidad de este trazado del camino
zira, concretamente con el nivel VII del principal Valencia-Xàtiva por esta ribe-
testar-basurero de la excavación del so- ra izquierda (Arasa y Pérez, 2010: 110).
lar del colegio Julio Tena (Martínez Pé- Por lo que respecta al momento final
rez y Martínez Ruiz, 1990: 79), que si del asentamiento emiral, ya hemos co-
bien los autores datan de finales del si- mentado que pensamos que los materia-
glo IX a finales del siglo X, creemos que les no sobrepasan la mitad del siglo X y
no sobrepasa la mitad del siglo X, es de- también de la extraña escasez de mate-
cir, precalifal, y también con los mate- riales postemirales, especialmente cali-
riales emirales recuperados en la Torre fales y taifa, como muestra el hecho de
Major de Cullera (Rosselló, 2006), en- haber recuperado un único fragmento
clave que pensamos que en esta época de verde manganeso califal.
estaría muy ligado a Alzira, el núcleo ur- Esta escasez de cerámicas muy proba-
bano más cercano. Es más, muy proba- blemente sea el reflejo de un abandono
blemente los dos enclaves en época emi- del lugar como zona de hábitat al final de
ral surgirían y evolucionarían al mis- época emiral aunque, obviamente, con-
mo tiempo, relacionados con la funda- tinuaría la explotación agrícola de la zo-
ción de asentamientos de nueva planta na y se deba a un cambio en los mode-
de carácter estable en la costa de Sharq los de asentamiento a partir del período
al-Andalus, germen de las futuras ciu- califal. Esta «discontinuidad» del asen-
dades, caso de Alzira sobre un meandro tamiento emiral deberá ser convenien-
del Xúquer, y de enclaves costeros en la temente explicada en futuras excavacio-
desembocadura de los ríos importantes, nes y probablemente matizada y amplia-
con funciones militares y religiosas (ri- da, pero es muy posible que deba poner-
bat), como sería muy probablemente el se en relación con una reestructuración
171
MIQUEL ROSSELLÓ MESQUIDA

de los asentamientos en la crisis del emi- Ayora (López García, 1985: 185), El Mo-
rato y el establecimiento del califato en lón de Camporrobles (Lorrio y Sánchez,
929, con la definitiva integración de es- 2008: 161-162) o el nivel de destrucción de
tas tierras al poder omeya y el pleno de- la c/ Conde de Trénor de Valencia (Ros-
sarrollo urbano del incipiente núcleo de selló, 2000: 64-67), algunos de ellos con
Alzira, paralelamente a una intensifica- claras señales de destrucción e incendio
ción del regadío con nuevas formas de y que serían el reflejo, en el caso del Cas-
organización de los espacios agrarios tellar de Meca y el Molón de Camporro-
(Azuar, 2007: 88) y la creación de la tra- bles, del abandono de los poblados encas-
ma de alquerías (Cortés et al., 1981) para tillados y la «bajada» al llano.
la explotación de la huerta alcireña, ex- En este aspecto, no podemos dejar de
tensión del regadío en función del cre- mencionar lo que documentan las fuen-
cimiento de las ciudades que en esta zo- tes para el caso de Alzira, según el texto
na no podemos situar con anterioridad a de Ibn Hayyan, donde las tropas emira-
mitad del siglo X. les de Abd al-Rahman en la expedición
Posiblemente podamos encontrar una de 928 conquistan la ciudad al asalto,
relación de esta discontinuidad o final juntamente con sus fortalezas subordi-
de nuestro asentamiento con la de algu- nadas, preámbulo a la definitiva restau-
nos otros yacimientos emirales anteriores ración del poder emiral de estas tierras
a la segunda mitad del siglo X, como se- tradicionalmente disidentes y refracta-
rían los casos del Castellar de Meca, en rias a Córdoba (Guichard, 1980: 236).

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