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arqueológico
del Sequer
de Sant Bernat
Imagen de cubierta: decoración en palmeta incisa
en un fragmento de anforita ebusitana (Keay 70/79)
del siglo VI, hallada durante la excavación del yacimiento.
El yacimiento arqueológico
del Sequer de Sant Bernat
PUBLICACIÓN: AUTORES DE LA OBRA:
El yacimiento arqueológico del Sequer Ferran Arasa i Gil.
de Sant Bernat Departamento de Prehistoria y Arqueología.
Universitat de València.
EDITA: «El periodo romano».
Red Eléctrica de España S.A.U.
Agustí Ferrer Clari.
Director del Museo Municipal de Alzira.
DIRECCIÓN CIENTÍFICA:
«Prólogo», «Antecedentes históricos».
Agustí Ferrer Clari
Director del Museo Municipal de Alzira José Enrique López Peris
Arqueólogo de EAP S.L.P.
COORDINACIÓN DE LA OBRA: «El papel de la iniciativa privada en la gestión
Equipo Estudios de Afección Patrimonial S.L.P.: del patrimonio arqueológico», «Enterramientos
tardoantiguos y primeras ocupaciones islámicas».
José Enrique López Peris
Arqueólogo Mauro Montesinos Aracil
Técnico Medio Ambiente Red Eléctrica de España S.A.U.
Pablo Sañudo Die «Red Eléctrica y el medio ambiente».
Arqueólogo
José Pérez Ballester
Carlos Verdasco Cebrián Departamento de Prehistoria y Arqueología.
Arqueólogo Universitat de València.
«La época prerromana».
DISEÑO GRÁFICO, MAQUETACIÓN,
Y FOTOMECÁNICA: Ángela Pérez Fernández
Departamento de Medicina Legal, Toxicología
Cromotex, S.L.
y Antropología Física. Facultad de Medicina.
Universidad de Granada.
IMPRESIÓN:
«Estudio bioantropológico de los restos óseos
Epes. S.L.
del Sequer de Sant Bernat».
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(2014-28774) y una copa decorada Drag. cado, así como la decoración de círculos
37A (2002-28805). El plato Drag. 15/17 de la copa Drag. 37A, son características
es una de las formas lisas más abundan- típicas de las producciones del siglo II.
tes de los repertorios de sigillata hispá- Un único ejemplar de cerámica de Pa-
nica de la Península, juntamente con la redes Finas corresponde a un cubilete
copa Drag. 27, al igual que en Valencia, carenado (2002-28809), muy probable-
y lo mismo ocurre con la copa Drag. mente del taller aragonés de Rubielos de
37A, por lo que se refiere a las formas Mora (Penil et al., 1985-86: figs. 3.1, 3.4,
decoradas (Escrivà, 1989: 154-155; Hu- 3.6), activo a partir del reinado de Clau-
guet, 2006: 360-362). El exvasamiento dio-Nerón y especialmente productivo
del plato Drag. 15/17 y labio poco mar- en época Flavia.
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blemente más reducido; perfiles similares lón (Lorrio y Sánchez 2008: fig. 10A, 5),
y, como ya hemos comentado, convivien- con cuello de tendencia recta y base
do con ollas sin asas, podemos encontrar aplanada, si bien nuestro ejemplar tiene
en (Bazzana, 1992) Xilxes (fig. 21), Mari- un perfil más esbelto. Por lo que se refie-
net (fig. 373,2) y Mollet (fig. 398,6), tam- re a la olla 2016-29004, tiene cierto pa-
bién en Valencia (Rosselló, 2000: fig. 8, recido con ejemplares de borde con in-
1205-2) y Alzira (Martínez Pérez y Mar- flexión interna del Mas de Pere de On-
tínez Ruiz, 1990: fig. 22,25). da (Montmessin, 1980: plancha 1, 20-
Otra serie de ollas parece algo más 23, 32), testar que se ha datado de ma-
evolucionada, con bordes apenas exva- nera amplia entre inicios del siglo IX y
sados (2016-28999, 2016-29005) o con finales del X.
borde vuelto al interior y concavidad in- Este lote más evolucionado probable-
terna (2016-29004), las dos últimas con mente deba situarse cronológicamente
pastas blanquecinas de aspecto caoli- en la primera mitad del siglo X.
nítico. Hallamos paralelos del ejemplar A torneta, atípica y ajena a la tradición
2016-29005 en Alzira (Martínez Pérez de la «olla valenciana» es el ejemplar de
y Martínez Ruiz, 1990: fig. 15,6), con la olla de borde moldurado (2003-28879).
variante 2 de El Molón de Camporro- Hay paralelos con la forma F4d (Re-
bles (Lorrio y Sánchez, 2008: fig. 10A, tuerce, 1998: T.1, 290-291; T. II, 325) de la
3-4) y en el Palau de Benicarló de Valen- Marca Media. Tipos similares aparecen
cia (López y Martínez, 1994: lám. 130,1; en época emiral en Guadalajara (Serra-
132,3; 134, 2-3), todos datados entre los no et al., 2004: figs. 8 y 9, Fase I) y espe-
siglos IX-X (fig. 8). cialmente en Segóbriga, donde son muy
El ejemplar 2016-28999 quizás se pue- abundantes y donde encontramos los
da relacionar con la variante 3 de El Mo- más exactos paralelos con nuestra pie-
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tas grises, cuellos anillados irregula- a mano, normalmente con pasta gris y
res y superficies raspadas y, en general, superficie raspada por debajo del bor-
con acabados toscos. Presentan un asa, de, al igual que las ollas. Destacar las ca-
cuellos largos, bordes ligeramente en- zuelas, con algún ejemplar ovalado, de
trantes y bases convexas. Hallamos pa- borde con decoración ungulada o inci-
ralelos idénticos en Alzira (Martínez Pé- sa (2015-28970, 2015-28971, 2003-28895)
rez y Martínez Ruiz, 1990: fig. 14,4; 19,2; con paralelos en Alzira (Martínez Pé-
19,4), también en Burriana (Guichard et rez y Martínez Ruiz, 1990: fig. 21,23) allí
al., 2000: fig. 7). En ambos casos datados consideradas como «fuentes elípticas», o
en época emiral. Algunos de estos jarros en Cullera (Rosselló, 2006: fig. 17, C4-14)
tan toscos indudablemente también se y Burriana (Guichard, et al. 2000: fig. 8)
hicieron servir para ir al fuego, dualidad tenidas por cazuelas, otro caso de dupli-
de funciones que caracteriza al reperto- cidad de usos. También se documentan
rio cerámico de la etapa emiral (Alba y cazuelas con mamelones (2003-28896)
Gutiérrez Lloret, 2003: 588). del todo similares a las halladas en la
La otra forma destinada al fuego do- Torre Major de Cullera (Rosselló, 2006:
cumentada es la cazuela, confeccionada fig. 17, C5-3) y en la plaza del Sufragio de
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Alzira (Martínez Pérez y Martínez Ruiz, no con ayuda de una torneta, labios re-
1990: lám. XI inferior) y similares al tipo dondeados o biselados, presentan una
M5.3 de El Castellar d’Alcoi (Pérez Bo- cara alisada y otra rugosa, a veces con
tí, 2006: 86, fig. 1) datada allí en los si- señales de fuego. Su funcionalidad pare-
glos IX-X. ce múltiple, como tapaderas de las gran-
Un ejemplar de cazuela alta (2003- des tinajas, para cubrir los hornillos o
28898, 2016-28983) de paredes curvas tanānīr y servir de plato (Gutiérrez Llo-
reentrantes, labios redondeados, con su- ret, 1990-1991:166) e incluso se ha apun-
perficie exterior raspada tiene paralelos tado su utilización para cocer tortas de
en Cullera (Rosselló, 2006: fig. 17, C4-17) pan ácimo o tostar cereales a modo de
allí provista de mamelones, quizás asi- ţābaq, en general piezas de base y boca
milable a la forma M4.1 (Gutiérrez Llo- muy amplias y muy bajas con o sin re-
ret, 1996-a) datada fundamentalmente borde (Gutiérrez Lloret, 1990-1991:171ss.
entre los siglos VIII y IX, pero con posi- Alba y Gutiérrez Lloret, 2008: 599, 602).
bles perduraciones en el siglo X. No hay No se había constatado en el registro ce-
tradición de cazuelas altas o marmitas rámico islámico de Alzira (Martínez Pé-
en esta zona en época islámica, al con- rez y Martínez Ruiz, 1990), pero aparece
trario de lo que ocurre con la cazuela ba- en el cercano castillo de Cullera (Rosse-
ja, debiendo buscar sus paralelos en las lló, 2006: fig. 16, C6-30, C13-40, C7-69,
comarcas meridionales del País Valen- C9-104). Hay que hacer notar, por otra
ciano (Rosselló, 2006: 24), como en el parte, que este tipo concreto de ţābaq/
Castellar d’Alcoi (Pérez Botí, 2008: for- disco o tapadera, no es habitual en la zo-
ma M11.1). na de Tudmir, donde sí aparece el ţābaq/
Quizás dentro de la misma categoría cazuela, es decir, con reborde (Gutiérrez
de cazuela alta o marmita haya que si- Lloret, 1996-a: Serie 8) y tapaderas (Se-
tuar el fragmento a mano/torneta de la rie 30), algunas de las cuales pudieron
base (2016-28990), si bien de aspecto servir para cubrir los hornillos pero que
mucho más tosco y claramente de ori- no parece que funcionaran para ir sobre
gen foráneo por la presencia de láminas las brasas, pues aparecen decoradas y
de mica dorada, quizás de la Serie 2 (Gu- con asideros. En Valencia el ţābaq/disco
tiérrez Lloret, 1996-a) y que puede apa- es un tipo desconocido, pero sí está re-
recer tanto en contextos finales de época pertoriado el ţābaq/cazuela en contextos
visigoda como en momentos tempranos de los siglos IX y X (López y Martínez,
de época emiral. 1994: lám. 136-1. Rosselló, 2000: fig. 11,
Otra forma multifuncional es el ţā- 1312-15), al igual que en el castillo de Cu-
baq/disco o tapadera (2015-28966), pla- llera (Rosselló, 2006: fig. 18, C7-42, C4-
na y de gran diámetro, modeladas a ma- 16). En cambio es un tipo habitual en la
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LA CERÁMICA DEL SEQUER DE SANT BERNAT
Figura 12. Tinajas, tapadera, tanānīr, candil, arcaduces y opérculos de época emiral.
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LA CERÁMICA DEL SEQUER DE SANT BERNAT
6); en la ciudad de Valencia son habitua- V23.1.2 (Gutiérrez Lloret, 1996-a) proba-
les en los siglos IX-X los ataifores bizco- blemente fabricado en los talleres emi-
chados sin decoración pintada, normal- rales de Murcia y datado en la segunda
mente de pastas más depuradas y paredes mitad del siglo IX. Una característica de
curvas (López y Martínez, 1994: lám. 139, estas piezas es que suelen presentar bi-
1-3. Pascual et al., 2003: fig. 33. Rosselló, cromía en el vedrío, verde al exterior y
2000: fig. 11, 1312-14). amarillo al interior. Piezas similares se
Dentro de las formas cerradas a tor- han documentado en el castillo de Cu-
no, abundan jarritos de borde apuntado llera (Rosselló, 2006: fig. 7, C5-7, C10-
o recto (2003-28926) asociados a galbos 56). Se trata de las primeras produccio-
provistos de una pequeña moldura de nes vidriadas emirales que se documen-
dos líneas incisas paralelas en la unión tan en esta área geográfica.
con el cuerpo (Rosselló, 2000: fig. 6, Fuera del ámbito de la cocina y el ser-
1314-4, fig. 8, 1200-9. Pascual et al., 2003: vicio de mesa, se documentan tinajas
fig. 33, 60338-132,102) y que en la ciudad para almacenaje de bordes engrosados
de Valencia se constatan a partir de me- al exterior (2003-28849, 2003-28509),
diados del siglo IX; jarritos de similares asociadas a asas robustas (2016-28669)
características (2015-28976), jarras/cán- y galbos con cordones digitados (2003-
taros de cuellos acanalados, algunas con 28847), con ejemplares similares en el
el borde biselado (2015-28974) y con pa- castillo de Cullera (Rosselló, 2006: figs.
ralelos en el castillo de Cullera (Rosse- 13-15). Quizás relacionada con las tina-
lló, 2006: fig. 12, C9-58). También abun- jas esté la tapadera plana (2002-28830)
da un tipo de jarrita provista de conca- de menor grosor y pasta más fina que el
vidad interior y normalmente de pastas tipo ţābaq/disco y, obviamente, sin mar-
finas grises o rojas, duras y bien coci- cas de fuego.
das (2003-28921, 2015-28978). Un único Otro gran recipiente para almacenaje
ejemplo se documenta de jarro de boca o para labores auxiliares es el fragmento
elíptica (2003-28918) y borde moldura- (2015/28967), posiblemente pertenecien-
do y probablemente trilobulado, de pas- te a un barreño similar a la serie M29 de
ta gris muy fina, dura y cocida. Tudmir (Gutiérrez Lloret, 1996-a) y que
Una pieza excepcional son los frag- abundan en los niveles del siglo IX y pri-
mentos de un jarrito con decoración mera mitad del X en la ciudad de Valen-
incisa o en relieve bajo cubierta vítrea cia (Pascual et al., 2003: fig. 34).
(2016-28998), del que ha desaparecido Como contenedores de fuego se ha
casi completamente el vedrío, conser- documentado la forma tannūr (Gutié-
vando trazas del mismo al interior en rrez Lloret, 1996-a: M9), tanto los bordes
color amarillo. Se trata de un jarrito tipo de la boca del hornillo (2016-28982) co-
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MIQUEL ROSSELLÓ MESQUIDA
• otro de época islámica emiral, que antiguos, uno de largo alcance que unía
pensamos debe situarse entre la se- el alto Magro con la llanura del Xúquer y
gunda mitad del siglo IX y la primera otro más local que enlaza Albalat-Alge-
mitad del siglo X. mesí con Alberic-Alcosser, comunicando
por el margen izquierdo del Xúquer el va-
Menos importante en cuanto a volu- do de Albalat con el de Alcosser (Arasa y
men, pero también indicativo de la pre- Pérez, 2010: 104).
sencia de algún asentamiento cercano, Por lo que respecta a los materiales ro-
son los lotes de materiales romanos, con manos de época alto-imperial, apuntan a
dos períodos claros cronológicamente a la presencia de una villa cercana, princi-
partir del estudio cerámico, siglos I-II y palmente por los abundantes materiales
finales del siglo IV-primera mitad del si- de construcción documentados en los ni-
glo V. Por otra parte, hay que mencionar veles de época visigoda y emiral, algunos
los abundantes materiales de construc- de ellos claramente readaptados y reutili-
ción de época romana, algunos de ellos zados para otras funciones, lo que sugiere
reutilizados en épocas posteriores. un desmantelamiento de la villa a lo largo
De los materiales ibéricos y romanos, de un amplio espacio de tiempo. Del mis-
puesto que se trata de materiales resi- mo modo, la presencia de dolia, algunos
duales, pocas conclusiones podemos ex- con numerales incisos, sería indicativa de
traer, salvo aspectos de tipo cronológico alguna de las actividades económicas rea-
y algunos de tipo económico y comercial, lizadas en la villa, la posible producción y
siempre con extrema cautela debido a su almacenamiento de vino y/o aceite. Villa
contexto y escaso número. Es posible la que parece hay que situar en los alrede-
existencia de algún pequeño asentamien- dores de la actual ermita de San Bernat a
to tipo «granja» en época ibérica, con- tenor del sondeo realizado en 1980 (Her-
cretamente entre los siglos IV y III a.C., nández y Martínez, 1980 Martínez Pérez,
probablemente dependiente del oppidum 1984; Serrano, 1987).
localizado en el Alter de la Vintivuitena La ausencia de cerámicas romanas an-
(Albalat). Se cita el hallazgo de cerámicas teriores al siglo I-II d.C. indica una fe-
ibéricas en otros yacimientos de Alzira, cha en estos siglos para la fundación de
además del propio Sequer de Sant Ber- la villa, como también se comprueba en
nat, en les Cases de Montcada, les Cases la mayoría de asentamientos estudiados
de Xixarà y en l’Alquerieta, todos, salvo en la Ribera (Arasa y Pérez, 2010) y en
el nuestro, en el margen derecho del Xú- otros muchos casos del País Valenciano
quer (Arasa y Pérez, 2010: 103). Por otra (Arasa, 2003: 163).
parte, parece que el yacimiento se sitúa en Las últimas cerámicas romanas do-
las cercanías de dos importantes caminos cumentadas en la intervención no van
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MIQUEL ROSSELLÓ MESQUIDA
más allá de la primera mitad del siglo V, tad del siglo VII (Pascual et al., 2003;
momento en el cual muy posiblemen- Rosselló, et al. 2010) y en Llíria (Escri-
te se abandonaría la villa, quizás coetá- và et al., 2005), Cullera (Rosselló y Coti-
neo a un momento convulsivo en estas no, 2005), València la Vella en Riba-ro-
tierras donde se constata la destrucción ja de Túria (Rosselló, 2005) y Alcàsser
y/o abandono de algunos establecimien- (Alapont y Ballester, 2007) este último
tos, tanto urbanos como rurales, a veces de especial interés por estar asociado
acompañadas de ocultaciones moneta- a hallazgos antiguos de imitaciones vi-
rias (Hurtado et al., 2008: 135) y que, en sigodas de trientes áureos a nombre de
general, coincide con el final de un buen los emperadores bizantinos Justiniano I
número de villae en Hispania, sin que y Justino II (Alapont y Tormo, 2005-a;
ello signifique el abandono definitivo de 2005-b; 2007; Ribera, 2005).
todas ellas, ya que algunas continuarán Por otra parte, la presencia de mate-
si bien con profundas transformacio- riales importados en época visigoda (si-
nes arquitectónicas y asumiendo nuevas glo VII), como sería la sigillata (Hayes
funciones (Chavarría, 2007). 91D), algunas ánforas orientales, jarra/
No tenemos evidencias de una posi- olla africana u oriental, cerámicas ebu-
ble continuidad ininterrumpida desde el sitanas, cerámica de cocina del Medite-
final de la época romana (siglo V) y la rráneo central, etc., son una prueba de
llegada de los visigodos. Tampoco cono- la continuidad de los contactos comer-
cemos el tipo de asentamiento en el si- ciales con otras áreas del Mediterráneo
glo VII, si hubo una reocupación de al- y de un cierto dinamismo en esta zo-
gunas partes de la villa o simplemente na, sin duda por su privilegiada ubica-
ésta sirvió de cantera de materiales para ción, excelentemente comunicada por
un nuevo establecimiento, próximo, pe- la Vía Augusta y, principalmente, a tra-
ro creado ex novo, del que se ha podi- vés del Xúquer, pues la comercialización
do documentar su necrópolis y algunas de estos productos sería por vía fluvial,
estructuras incompletas de difícil inter- a través del Portus Sucronem (Cullera),
pretación. donde se ha documentado actividad co-
Los abundantes materiales recupera- mercial en el siglo VII (Rosselló y Co-
dos en este período describen perfecta- tino, 2005; Rosselló, 2007) con hábitat
mente la «facies cerámica visigoda» de y necrópolis también de estos momen-
Valentia y su territorio entre el último tos (Rosselló, 2005; Cotino et al., 2006)
cuarto del siglo VI y el siglo VII. Mate- (fig. 14). El río Xúquer fue navegable,
riales cerámicos similares se documen- al menos hasta el siglo XV, hasta Alzira
tan en la ciudad de Valencia en contex- (Carmona y Ruiz, 2003) y ya en tiempos
tos de finales del siglo VI y primera mi- de Jaime I (1269) se concede un privile-
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LA CERÁMICA DEL SEQUER DE SANT BERNAT
Figura 14. Mapa de las zonas de aprovisionamiento de cerámicas y ánforas documentadas en el yacimiento del
Sequer de Sant Bernat, siglo VII.
gio ordenando que en las presas o azu- zas, la duplicidad de funciones de algu-
des formados entre Alzira y el mar se de- nas formas (jarra / olla, cazuela / fuente,
jaran abiertos portillos para el paso de ţābaq-disco / tapadera, etc.), ausencia o
las naves (Piles, 1979: 183, doc. nº 9). escasez de vidriados, en todo caso siem-
Por lo que respecta al importante con- pre monocromos e importados de cen-
junto de materiales islámicos emirales, tros urbanos del sur o sureste, y ausencia
creemos que debe situarse cronológi- o escasez de decoración pintada (única-
camente entre la segunda mitad del si- mente tres fragmentos de galbo con tra-
glo IX y la primera mitad del siglo X, en zos en manganeso en todo el registro).
todo caso con anterioridad a la segun- Tipológicamente, los materiales son
da mitad del siglo X, cuando se extiende similares a otros yacimientos valencia-
el uso del vidriado. Éstos, en su conjun- nos de igual cronología, especialmente
to, se caracterizan por ser mayoritaria- en lo referente a la «olla valenciana», si
mente de producción local, al menos en bien las formas abiertas, tanto de coci-
lo que se refiere a la cerámica destina- na (cazuelas) como de mesa (ataifores),
da al fuego; el modelado manual y el uso son algo más abundantes en el Sequer
de torneta para la elaboración de las pie- de Sant Bernat. Por otra parte, hay que
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MIQUEL ROSSELLÓ MESQUIDA
hacer notar la presencia de algunas for- rece que se pueda hablar de un verdade-
mas generalmente no documentadas en ro comercio en esta zona hasta la segun-
época paleoandalusí al norte del Xúquer da mitad del siglo X (Azuar, 2007).
y más relacionadas con las tierras me- Por otra parte, la importancia del hisn
ridionales del País Valenciano o con la Qulayra y su puerto fluvial, al menos
zona de Murcia y el SE, en general, co- desde el siglo IX, ha quedado señalada
mo las cazuelas altas o «marmitas», el ţā- tanto por las estructuras documentadas
baq-disco y el tannūr, lo que podría ser como por los materiales recuperados, al-
un indicio de la especial relación de es- gunos de ellos excepcionales, como las
te territorio en época emiral con la co- porcelanas blancas chinas de la dinastía
ra de Tudmir, de límites muy imprecisos Tang (Coll, 2006).
en los primeros siglos de la conquista is- Otras cerámicas nos ponen en la pis-
lámica (Guichard, 1980: 231; Gutiérrez ta de algunas de las actividades econó-
Lloret, 1996-a: 28). micas realizadas en el asentamiento, co-
Las escasas cerámicas reconocidas co- mo serían los arcaduces recuperados,
mo importadas provienen de la zona del siendo especialmente interesante el tipo
SE, como sería el caso del jarrito con de- T32.1 (Gutiérrez Lloret, 1996-a). Se trata
coración incisa y en relieve bajo cubier- de un cangilón de época emiral, el más
ta vítrea monocroma y, con más dudas antiguo conocido en al-Andalus, datado
cronológicas, la base de una marmita en los siglos VIII-IX en el área de Tud-
con mica dorada, quizás de la Serie 2 de mir, principalmente en la zona del Ba-
Tudmir, y de la zona de la Meseta, con jo Segura, tal vez inspirado en modelos
un ejemplar de olla a torneta de borde egipcios, caracterizados por tener uno
moldurado de la forma F4d (Retuer- de los puntos de sujeción en el carac-
ce, 1998). Las primeras, probablemen- terístico apéndice discoidal (Gutiérrez
te llegadas por vía marítima a través del Lloret, 1996-c). Se trata de la prueba ma-
puerto fluvial de Qulayra (Cullera) y la terial de época islámica más antigua del
segunda a través de la ruta que comu- uso de estos artilugios para el riego en la
nicaba la Meseta, concretamente la zo- zona de Valencia. Ejemplares de arcaduz
na de Cuenca, con las llanuras litorales con apéndice más evolucionado, a mo-
siguiendo el curso del río Magro. La in- do de botón (T32.2), cronológicamente
fluencia meseteña en algunas cerámicas ya de los siglos IX-X, se documentan en
de época emiral de esta zona de la Ribe- el castillo de Cullera (Rosselló, 2006: fig.
ra ya fue puesta de manifiesto en el con- 16, C10-55, C15-28, C7-43). En ambos ca-
junto de materiales emirales y califales sos nunca van perforados. Este tipo de
de la Torre Celoquia del Castell de Cu- arcaduz no se ha documentado, hasta la
llera (Rosselló, 2006). Con todo, no pa- fecha, en la ciudad de Valencia, cuyos
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LA CERÁMICA DEL SEQUER DE SANT BERNAT
ejemplares del siglo IX son de base plana caso de Cullera (Azuar, 1995; 2005; 2007;
(Pascual et al., 2003: fig. 34, 60254-273). Rosselló, 2006: 30).
Otros elementos cerámicos con tras- En época islámica es muy posible que
cendencia económica serían las piezas la importancia de este asentamiento se
reutilizadas y readaptadas de material viera reforzada por el valor caminero
edilicio romano, discos perforados que que adquirirá el margen izquierdo del
pudieron funcionar como contrapesos río. En este sentido, la fundación de Al-
de red o, más verosímilmente, contra- zira en el siglo IX (Soler, 2002) la con-
pesos de huso en el proceso del hilado vierte en un hito del camino entre Va-
(Gutierrez Lloret, 1999: 86-87). lencia y Xàtiva, al tiempo que la presen-
Muchos de estos materiales encuen- cia de algunos topónimos, como el de
tran su confrontación más próxima con Alberic (la posta), refuerza aún más la
los hallados en el núcleo urbano de Al- posibilidad de este trazado del camino
zira, concretamente con el nivel VII del principal Valencia-Xàtiva por esta ribe-
testar-basurero de la excavación del so- ra izquierda (Arasa y Pérez, 2010: 110).
lar del colegio Julio Tena (Martínez Pé- Por lo que respecta al momento final
rez y Martínez Ruiz, 1990: 79), que si del asentamiento emiral, ya hemos co-
bien los autores datan de finales del si- mentado que pensamos que los materia-
glo IX a finales del siglo X, creemos que les no sobrepasan la mitad del siglo X y
no sobrepasa la mitad del siglo X, es de- también de la extraña escasez de mate-
cir, precalifal, y también con los mate- riales postemirales, especialmente cali-
riales emirales recuperados en la Torre fales y taifa, como muestra el hecho de
Major de Cullera (Rosselló, 2006), en- haber recuperado un único fragmento
clave que pensamos que en esta época de verde manganeso califal.
estaría muy ligado a Alzira, el núcleo ur- Esta escasez de cerámicas muy proba-
bano más cercano. Es más, muy proba- blemente sea el reflejo de un abandono
blemente los dos enclaves en época emi- del lugar como zona de hábitat al final de
ral surgirían y evolucionarían al mis- época emiral aunque, obviamente, con-
mo tiempo, relacionados con la funda- tinuaría la explotación agrícola de la zo-
ción de asentamientos de nueva planta na y se deba a un cambio en los mode-
de carácter estable en la costa de Sharq los de asentamiento a partir del período
al-Andalus, germen de las futuras ciu- califal. Esta «discontinuidad» del asen-
dades, caso de Alzira sobre un meandro tamiento emiral deberá ser convenien-
del Xúquer, y de enclaves costeros en la temente explicada en futuras excavacio-
desembocadura de los ríos importantes, nes y probablemente matizada y amplia-
con funciones militares y religiosas (ri- da, pero es muy posible que deba poner-
bat), como sería muy probablemente el se en relación con una reestructuración
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MIQUEL ROSSELLÓ MESQUIDA
de los asentamientos en la crisis del emi- Ayora (López García, 1985: 185), El Mo-
rato y el establecimiento del califato en lón de Camporrobles (Lorrio y Sánchez,
929, con la definitiva integración de es- 2008: 161-162) o el nivel de destrucción de
tas tierras al poder omeya y el pleno de- la c/ Conde de Trénor de Valencia (Ros-
sarrollo urbano del incipiente núcleo de selló, 2000: 64-67), algunos de ellos con
Alzira, paralelamente a una intensifica- claras señales de destrucción e incendio
ción del regadío con nuevas formas de y que serían el reflejo, en el caso del Cas-
organización de los espacios agrarios tellar de Meca y el Molón de Camporro-
(Azuar, 2007: 88) y la creación de la tra- bles, del abandono de los poblados encas-
ma de alquerías (Cortés et al., 1981) para tillados y la «bajada» al llano.
la explotación de la huerta alcireña, ex- En este aspecto, no podemos dejar de
tensión del regadío en función del cre- mencionar lo que documentan las fuen-
cimiento de las ciudades que en esta zo- tes para el caso de Alzira, según el texto
na no podemos situar con anterioridad a de Ibn Hayyan, donde las tropas emira-
mitad del siglo X. les de Abd al-Rahman en la expedición
Posiblemente podamos encontrar una de 928 conquistan la ciudad al asalto,
relación de esta discontinuidad o final juntamente con sus fortalezas subordi-
de nuestro asentamiento con la de algu- nadas, preámbulo a la definitiva restau-
nos otros yacimientos emirales anteriores ración del poder emiral de estas tierras
a la segunda mitad del siglo X, como se- tradicionalmente disidentes y refracta-
rían los casos del Castellar de Meca, en rias a Córdoba (Guichard, 1980: 236).
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