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Universidad Pedagógica Nacional

Licenciatura en filosofía
Seminario de filosofía antigua
Estudiante: Harold Yamit Cruz Beltran
Cód: 2015132008

Sobre la necesidad de la negación del vacío

En el presente texto me propongo demostrar, a partir de una reducción al absurdo que


podemos deducir del libro IV de la Física de Aristóteles, la necesaria negación de la
existencia del vacío, entendiéndose este como la existencia de un lugar carente de materia.
Me propongo ante todo la realización de un ejercicio mental-racional en el que podamos
seguir el razonamiento que hace Aristóteles para entender la negación del vacío, aunque la
tesis de este texto parta de una excusa que sólo nos abarca como sujetos contemporáneos.
Pido que se me excusen algunas exigencias de pensamiento hechas al lector, pero hacen
parte del ejercicio que propongo de recrearnos racionalmente la argumentación y
concepción que creo yo que sigue Aristóteles.

Crítica de la fe a la ciencia

Quiero en este texto que contemos con un solo supuesto y no lo pongamos en duda, por lo
menos por el momento; dicho supuesto es el siguiente: que nosotros como hombres y
mujeres contemporáneos — de ciencia contemporánea— sabemos muchos hechos o
descripciones como explicaciones de la ciencia, no porque sepamos, sino porque creemos
en la ciencia. Un ejemplo de esto es que sabemos por la ciencia que en el universo existe
vacío, pero ese hecho, esa descripción del universo no la sabemos directamente, sino que
creemos en ese saber.

(Aunque no viene al caso pongo también el ejemplo de la esfericidad de la Tierra.


Para quienes no somos usuarios de la ciencia, por no ser esta nuestro campo del saber, nos
es difícil dar explicaciones sobre la verificación de la redondez de la Tierra, pero sabemos
que la Tierra es redonda. Aunque no somos capaces de demostrar nosotros mismos que la
Tierra es redonda creemos que no lo es porque sabemos que la ciencia sí puede demostrar
que la tierra es una esfera).

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Para demostrarlo quiero proponer un ejercicio racional Aristotélico: pensar que si
acepto la existencia de vacío y la concepción de lugar se genera una contradicción que nos
llevaría de nuevo a negar la existencia de vacío; dicho ejercicio se realizará mediante una
reducción al absurdo, pero lo importante en sí no es la demostración, sino la concepción de
universo que habremos ganado o habremos perdido siguiendo las conclusiones de esa
demostración. De esta manera dejo por sentado que mi intensión en este texto no es generar
un debate sobre nuestro papel contemporáneo como sujetos científicos, sino proponer más
bien un ejercicio mental como práctica filosófica que nos permita entender la concepción
aristotélica del universo como un todo inmóvil, es decir, concebir la realidad como la
concibieron los antiguos siguiendo los argumentos de Aristóteles.

La reducción al absurdo, negación del vacío.

Partamos de una definición indirecta: no hay lugar separado de la materia; indirecta porque
parece ser una conclusión que se nos arroja al decir Aristóteles que el lugar sólo es posible
si hay un cuerpo contenido que sea limitado por un cuerpo continente (Phys. 212a:20), es
decir que el lugar sólo se puede dar como concepto de relación entre lo continente y lo
contenido, por lo tanto no se podría pensar en un cuerpo continente que no contiene nada
porque entonces no habría un “dónde” en el cuerpo continente, puesto que el “dónde” surge
cuando en efecto hay un cuerpo contenido en un cuerpo continente. Es decir, en otras
palabras, que si pienso en un lugar, en un “dónde” privado de materia, tal representación es
absurda porque el concepto “lugar” exige la presencia de materia para emerger. Por eso,
aunque el lugar es diferente del cuerpo sólo es posible que haya lugar si hay cuerpo —uso
aquí cuerpo en vez de materia porque este encierra la idea de hilemorfismo, es decir que la
cosa (el cuerpo que es materia y forma) es lo que hace que surja el lugar—.

Ahora bien, pensemos en el siguiente proceso que sigue Aristóteles, primero corrige
a quienes piensan que el aire al no ser sensible tampoco es corpóreo y por lo tanto «that is
why they think that anything which is full of air is a void» (Phys. 213a: 29). Ahora bien, el
aparente vacío entre dos cuerpos es aire; corregido esto podemos pensar que el aire es un
cuerpo, un medio físico (corpóreo, sensible) y que como tal no difiere de otros cuerpos.
Entonces la pregunta que nos podemos hacer es ¿Entre el aire y otro cuerpo hay vacío?

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Digamos que sí, aceptemos la existencia del vacío como aquello que separa a los cuerpos,
que los diferencia, y a la vez partamos de nuestra definición indirecta de lugar, que es que
no hay lugar separado de la materia, de ser así el vacío tendría que ser un lugar privado de
materia, pero como no puede haber lugar sin materia es evidente la contradicción que me
lleva a negar el vacío, ya que este no puede ser un lugar, luego todo lugar tiene materia y lo
que parece vacío es en realidad una continuidad que no percibo sensiblemente pero que
está.

En esta reducción al absurdo he limitado la ruta que sigue Aristóteles a un solo


camino, aunque existen más, por ejemplo, las demostraciones de la negación del vacío por
existencia del movimiento; pero el punto aquí es que aunque niegue la existencia del
movimiento, aún no podría explicar la existencia del vacío porque la definición de lugar no
implica necesariamente el movimiento, aunque se entienda que sólo se puede mover lo
contenido; si nada se mueve, si nada cambia, aún cada cosa, cada cuerpo tendría un lugar, y
la conclusión a la que nos lleva la reducción al absurdo es que en un cuerpo continente todo
es lugar, luego no habría vacío.

Además lo que define qué tan rápido se mueve un cuerpo en un medio es la relación
de densidad entre un cuerpo y el medio en que se mueve (Phys. 214b:30), por lo tanto, si un
cuerpo se mueve en el vacío no habría razón para pensar que se detiene en algún lugar o
que su velocidad sea infinita pues no habría nada que lo impidiese:

Fourthy, it would be imposible to explain why something which has been set in motion
should stop anywhere: why should it stop here rather tan there? Either it never moves or it
has to go on and on moving for ever, unless something stronger than it impedes it (Phys.
215a: 19).

Concepción aristotélica del universo

Así pues, nos encontramos ante dos características propias de la concepción del universo
según Aristóteles: la continuidad y la finitud. El universo aristotélico es todo lo que hay,
fuera de este es impensable un vacío, por ello el universo es finito. Además es todo
continuo porque la única separación posible entre los cuerpos sería el lugar, definido como

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la intersección del límite del cuerpo contenido y del límite del cuerpo continente, luego no
habría vacío que los separase y, por lo tanto, la discreción de los cuerpos se explica como
consecuencia de la definición de lugar —intersección de límites—, y por esto mismo se
entiende que aunque existan cuerpos discretos el todo es continuo. Aunque la idea
explicada así no aparece en Aristóteles, en síntesis es que lo que se me presenta como
sensible es la discreción de los objetos, pero la continuidad existe porque ya se ha
demostrado bastante que no hay un vacío separado de los cuerpos.

Así pues, me parece que siguiendo esta ruta, uniendo las definiciones de lugar y de
cuerpo, nos encontramos ante una cosmología que parece diferir bastante de nuestra
cosmología propia de nuestro ser sujetos contemporáneos 1. Pero ¿Qué acaso no debería no
ser así? ¿No deberíamos vernos obligados a rechazar alguna de las dos cosmologías y
aceptar la otra? Volvamos al principio de este texto, al supuesto que pedí que tomáramos
por cierto: que creemos saber, pero que no sabemos, sino que fundamentamos nuestro
“saber” en un acto de creencia en la ciencia. Si he logrado hacer el ejercicio correctamente,
en este punto no habría razones para afirmar la existencia del vacío, y sin embargo, al dejar
de lado la ruta propuesta volvemos a afirmar con nuestra ciencia que el vacío existe,
negando así que el ejercicio practicado ha sido racional y se ha llevado de manera correcta
y que este no podría inducirnos a error, y aun así, como sujetos participantes de la ciencia
contemporánea nos vemos inclinados a negar la negación de Aristóteles y a afirmar la
existencia del vacío.

Como ya había apuntado al principio mi intención en este texto no es abrir un


debate de crítica al cientificismo, sino proponer un ejercicio de intelectual que nos ayude a
pensar si no como antiguos, al menos sí en los términos de las conclusiones aristotélicas tal
como las sugiere el texto.

Entonces las preguntas que nos quedan son ¿Existe o no existe el vacío? ¿Es el
universo discreto o continuo? Y no se trata de dar con las respuestas, porque esas preguntas
1
Esta cosmología, explicada por encima, nos sugiere un universo discreto (dada la
existencia de átomos y partículas subatómicas que se relacionan entre sí en el vacío) e
infinito (o al menos hasta donde las investigaciones sobre las anisotropías del fondo
cósmico de microondas permiten postular el principio cosmológico).

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siguen abiertas en el debate contemporáneo, sino de entender que esas preguntas nos han
acompañado desde siempre, y que según como las pensemos se generan sistemas
cosmológicos diversos y parece una invitación a que como filosofantes no abandonemos el
camino de la filosofía natural y no le dejemos la tarea sólo a la ciencia de responder ¿De
qué y cómo está hecho el mundo?

Referencias

Aristotle. (1996). Physics. New york: Oxford university press. 


Aristóteles. Física. Traducción de Guillermo R de Echandia (1995). Madrid. España:
Editorial Gredos. 

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