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FILOSOFÍA Y CIENCIA

2020-1
Profesor: César Inca MENDOZA LOYOLA

Ensayo #1

Pregunta #3
Contrasta las respectivas propuestas de fundamentación del conocimiento que
desarrollan Hume y Kant. Desde tu propia óptica, ¿quién de ellos te parece que
expone una mejor perspectiva sobre el hombre en tanto ser racional capaz de crear y
fundamentar el saber científico?

Nombre y código: Andres Ponce Yupanqui

La fundamentación del conocimiento en Hume, aunque para algunos resulte


contradictoria tratar de hablar de aquello, está unido a su noción de juicio. Contrario a la
tradición racionalista de Descartes, Hume quiere enfocarse en las proposiciones que no son
necesarias y requieran explicación. A estas proposiciones las llamó en su sección IV de su
Investigación, cuestiones de hecho y se constituye como un objeto de la razón junto con las
relaciones de ideas. Estas últimas son juicios autoevidentes y necesarios y, cuya negación, a
diferencia de las cuestiones de hecho, sí implica contradicción. Es así que las relaciones de
ideas se refieren sobre todo a los axiomas matemáticos o que “3+2=5”, mientras que las
cuestiones de hecho se refieren a juicios sobre fenómenos del mundo tales como que “el
Sol va a salir mañana”, lo cual es claramente contingente. A partir de esta contingencia,
Hume diría que nosotros inferimos relaciones causales que solo están en nuestra mente
como una manera de entender el mundo. Es decir, que la noción de causa-efecto no tiene
una justificación racional ya que no es posible inferir necesariamente que la el efecto esté
contenido en la causa. Dentro de los distintos tipos de causas existentes, Hume explica que

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el modo de proceder es el mismo. El ejemplo por antonomasia de Hume es sobre el impacto
de una bola de billar sobre otra que supuestamente causa el movimiento de la segunda; sin
embargo, Hume (1988, p.35) diría que de lo único que tenemos impresión es de una
sucesión de movimientos, mas no de una conexión necesaria entre una y otra:
El impulso de una bola de billar se acompaña del movimiento de la otra. Esto es todo lo
que aparece ante los sentidos externos. La mente no percibe ningún sentimiento ni
impresión interna de esta sucesión de objetos. Consecuentemente, no existe, en ningún caso
particular de causa y efecto, ninguna cosa que pueda sugerir la idea de poder o conexión
necesaria.

Este primer aspecto de las cuestiones de hecho nos remite a deslegitimar la noción de
causa-efecto como piedra angular del razonamiento deductivo. De hecho, la consecución de
resultados a través de la aplicación de una regla a un caso, es algo que critica Hume en aras
de plantear el razonamiento inductivo en la experiencia. El segundo aspecto importante es
la suposición de que el futuro será como el pasado que, en otras palabras, es el principio de
la uniformidad de la naturaleza. Lo incomprobable de este principio hace que todo
conocimiento que se quiera conseguir teniéndolo como base, cae en la falacia de petición
de principio. El propio Hume (1988, p.58) lo explica de esta manera:

Hemos dicho que todos los argumentos acerca de la existencia se fundan en la relación
de causa-efecto, que nuestro conocimiento de esa relación se deriva totalmente en la
experiencia, y partir del supuesto de que el futuro será como ha sido el pasado.

Ahora bien, hemos explicado directamente la formación del juicio en Hume, sin hablar
del psicologismo que inaguró al reducir toda creencia a una impresión que se da en el
presente y a toda supuesta idea derivada de la impresión a la mera memoria o imaginación.
El sujeto que piensa que fue uno el primer principio filosófico de Descartes, no sería para
Hume otra cosa que un sujeto percibido como pensante. Esta es la gran deuda de Descartes,
pues restringió el res cogitans a un sujeto empírico. De lo dicho hasta el momento podemos
concluir que Hume tiene una mirada escéptica del conocimiento, pero no lo destruye
completamente ya que, al ser gran parte de este basado en costumbres o hábitos, lo amplia a

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ámbitos en donde la razón no tiene demasiada injerencia; ámbitos como los de la pasión
humana.

Por otro lado, la fundamentación del conocimiento en Kant se da como respuesta a las
dos tradiciones filosóficas de su tiempo, a saber, el racionalismo y el empirismo. Es
conocida la frase de Kant quien dice que Hume “lo despertó de su sueño dogmático”. En tal
sentido, es necesario saber que, aunque Kant quiso responder el escepticismo de Hume, su
planteamiento va más allá de ello. En su Crítica a la razón pura (a partir de ahora CRP),
Kant trata de responder a la gran pregunta de la filosofía en relación al conocimiento
producto de la relación entre el sujeto y el objeto. Veremos un breve esquema de este
escrito. Es así que divide su texto en la Doctrina trascendental de los elementos y Doctrina
trascendental del método. A la primera sección le dedica muchas más páginas y comienza
con su estética trascendental a tratar la primera forma de “conocimiento” que obtenemos
por medio de la intuición. La estética tiene una connotación más etimológica de
“percepción”. Kant estaría de acuerdo con Hume al tratar estas percepciones como formas
inmediatas del pensamiento, pero agregó las nociones de espacio y tiempo. De esta manera,
tenemos que tener en cuenta que la filosofía de la ciencia de Kant está muy ligada al factum
científico de su época en la cual, la física de Newton prevalecía. El espacio y tiempo serían
parte de nuestro aparato cognoscitivo que hace posible el orden en la intuición de estos
objetos; en ese sentido, estas nociones no estarían en el mundo de las cosas como tal sino
solo como regentes en nuestra mente para la configuración del mundo. Ahora bien, antes de
pasar a conceptos importantes de la lógica trascendental, es menester dejar en claro que el
gran proyecto kantiano no es fundamentar la experiencia como tal, sino buscar juicios
sintéticos a priori. Como diría Kant, aunque todo conocimiento esté en la experiencia, no
todo conocimiento proviene de ella. De esta manera, la consecución de juicios sintéticos a
priori hace que la base de las ciencias físicas tenga una solidez sólida. Kant abogaría por la
distinción entre el sentido empírico y sentido trascendental de la idealidad y realidad. Esta
idealidad puede ser concebida desde la empírea misma como cualquier objeto mental,
mientras que la realidad puede ser concebida empíricamente en la cual hay objetos
ordenados en un espacio y tiempo a los cuales se puede acceder intersubjetivamente. En

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efecto, este sentido subjetivo del entendimiento es, para Kant, el medio por el cual se puede
conocer a priori los objetos exteriores a nosotros. Este empeño de Kant para esquematizar
nuestro entendimiento se da ante lo que llamaba el “escándalo” de no poder demostrar la
existencia de las cosas del mundo exterior. La distinción dicha hace referencia a la
concepción trascendental entre apariencia y cosa en sí que quiere hacer Kant; ya que
mientras las apariencias se encuentran sometidas a las condiciones propias de la
sensibilidad humana como el espacio y el tiempo, la cosa en sí se tendrían que explicar de
manera independiente de estas condiciones. Bajo este contexto de conocer este objeto
trascendental es que Kant puede hacer una deducción de los conceptos puros del
entendimiento. Como ya es sabido, y se puede colegir de lo dicho, habría dos formas de
conocer un objeto: como fenómeno de manera intuitiva (lo que nos retrotrae a la Estética) y
como concepto al cual corresponde una intuición dada a priori (véase más en A 93). En tal
sentido, Kant en su CRP (A 94) expone a la deducción trascendental de la siguiente
manera:

La deducción trascendental de todos los conceptos a priori tiene, pues, un principio


por el que debe regirse toda la investigación y que consiste en que tales conceptos han de
ser reconocidos como condiciones a priori de la posibilidad de la experiencia sea de la
intuición que, hallamos en ésta, sea del pensamiento. Los conceptos que suministran el
fundamento objetivo de la posibilidad de la experiencia son, por ello mismo, necesarios.

Ahora bien, como bien sabemos las categorías vienen a ser formas de nuestro
pensamiento que aparentemente se dan de manera objetiva subjetivas y, en tal sentido, la
deducción trascendental tiene como base la necesidad de justificar aquellas ya que son
dadas a priori y deben valer objetivamente. Las categorías son imprescindibles para todo
acto de pensar ya que configuran las condiciones del pensamiento; estas categorías hacen
posible que pensemos los objetos ora unidad, ora multiplicidad, ora causa, efecto, entre
otras (derivadas de las doce conocidas categorías aristotélicas). Las condiciones de
posibilidad de la mera experiencia son también las condiciones de posibilidad de los
objetos de la experiencia. En Kant hay un tránsito interesante entre las categorías de la
lógica aristotélica y los juicios que constituyen el pensamiento real del mundo. Aunque las

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primeras se dan en el contexto de la lógica general están incapacitadas para referir a las
cosas del mundo y se limiten a estructurarlo a partir del método por antonomasia de la
modernidad a saber, el inductivo. En tal sentido, las categorías que habla Kant juegan un
papel primordial para la deducción de los conceptos puros de nuestro entendimiento ya que
estas categorías ya no estarían sujetas por las leyes simples de la experiencia. Si bien son
cierto estas categorías en la experiencia actúan de diferentes formas, la sola sensibilidad
como mera receptividad solo puede intuir la multiplicidad de los fenómenos, sin embargo,
es menester enlazar y dar unidad para que se constituya el objeto. De esta tarea se encarga
el entendimiento con su característica capacidad de síntesis y de espontaneidad. Como bien
dice Kant en A84, la deducción busca que los conceptos puros del entendimiento tengan el
derecho (quid iuris) que justifiquen su empleo.

Esta síntesis se da de algunas maneras. En primer lugar, la síntesis de aprehensión toma


al sentido interno de nuestras representaciones, a saber el tiempo, para que surja una unidad
intuitiva que reúne toda la diversidad en una sola representación. En segundo lugar, la
síntesis de la reproducción en la imaginación presenta la necesidad de reglas que den el
carácter apriorístico como fundamento de la unidad sintética. Esta síntesis sirve para
posibilitar la experiencia y “presupone necesariamente la reproductibilidad de los
fenómenos” (A 101). Por último, la síntesis de reconocimiento en el concepto nos ayuda a
presuponer una consciencia que pueda reunir la representación de la diversidad ya que
como dice Kant en A 104:”Sin consciencia no puede haber conceptos ni es, por tanto,
posible conocer objetos.” Ahora bien, se puede comprender que la doctrina trascendental
del objeto se basa en que las apariencias son solo representaciones sensoriales de nuestro
poder de representación pero que no son capaces de existir por ellas mismas. En ese
sentido, el objeto general que corresponde a mis representaciones es “X”, como muy bien
lo expresa Kant en A 104. Sobre este objeto estudiado, Kemp (1918) expresa lo siguiente:

This object is conceived as being that which prevents our representations from
occurring at haphazard, necessitating their order in such manner that, manifold and varied
as they may be, they can yet be self-consistent in their several groupings, and so possess
that unity which is essential to the concept of an object (p.458)

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El concepto al ser siempre algo universal sirve para que haya una unidad de la regla que
posibilite la unidad de apercepción y no se dé al azahar. Precisamente, esta última unidad
mencionada es fundamento para todo pensamiento del objeto de nuestras intuiciones. Esta
unidad se puede definir como una apercepción trascendental que precede a todos los datos
de las intuiciones. Hay que dejar claro que esto es el punto crucial de la filosofía de Kant al
no otorgar definitivamente una existencia por sí misma a los fenómenos de las
representaciones sino implicar la necesidad de una consciencia que puede conceptualizar
trascendentalmente los objetos.

Podemos decir entonces que el puro concepto del objeto trascendental es siempre uno y
el mismo y la apercepción transcendental posibilita el conocimiento ya que enlaza la
diversidad y la unidad. Más adelante Kant explicaría este “yo pienso” como fundamento de
todas las categorías y de derivan todas ellas. Esto que engloba la multiplicidad de
fenómenos va a devenir en una consciencia transcendental que tendrá varias consecuencias
en la filosofía posterior. En tal sentido, los actos del pensamiento propios de las categorías
son como los actos de la apercepción transcendental en tanto se hace posible el acto de
unificación. Kant lo explica bien en A 111:

La unidad de síntesis obtenida mediante conceptos sería completamente accidental si


estos no se basaran en un fundamento trascendental de unidad. De no ocurrir así, existiría
la posibilidad de que un torrente de fenómenos invadiera nuestra alma sin que jamás
surgiera experiencia alguna.

El reto primario de Kant de encontrar juicios sintéticos a priori se cristaliza con los
conceptos puros del entendimiento que preceden a toda experiencia y se encargan de
fenómenos que tienen su potencialidad en nosotros mismos al igual que en su conexión y
unidad. Esta opinión es compartida por Pelaez (2007, p.153):

Kant señala como misión propia de la analítica de los principios el constituirse como
una propedéutica de la actividad de juzgar. Si se define, como Kant lo hace, al
entendimiento como la facultad de las reglas, entonces el Juicio es la capacidad de
subsumir bajo reglas, es decir, la facultad de discernir si algo cae o no en una regla dada.11

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El papel de la analítica de los principios consiste en indicar reglas que corrijan, aseguren y
promuevan la facultad de juzgar

Ahora bien, las críticas que le hacen a Kant van en relación con los avances de la ciencia
contemporánea. Sin embargo, es digno de rescatar el intento que tiene de salvaguardar la
razón al fijar sus límites. Aunque no respondió al problema de la inducción en Hume, el
hecho de superar la noción de sujeto empírico de Descartes a un sujeto trascendental y la
posibilidad de fundamentar la ciencia a través no de principios metafísicos sino de juicios
lógicos, son cuestiones que se deben tomar en cuenta en la actualidad. Hume restringió el
uso de la razón a tal punto que puede ser peligroso para las implicancias prácticas de un
conocimiento que no está suficientemente justificado. Por último, la noción de sujeto
trascendental serviría de base para formar las nociones contemporáneas de
intersubjetividad.

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BIBLIOGRAFÍA:

Kant, I. (1989). Critica de la razón pura. Taurus. Madrid

Kemp N (1918) A Commentary of Kant`s Critique of pure razón. Springer.


Recuperado de https://link.springer.com/content/pdf/bfm%3A978-0-230-59596-5%2F1.pdf

Hume, D. (1988) Investigaciones sobre el entendimiento humano. Alianza Editorial.


Madrid.

Pelaez, A. (2007) Kant y los principios a priori de la ciencia natural. Signos


Filosóficos, vol. IX, núm. 17, enero-junio, pp. 139-162

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