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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

Todo Bolívar
Compendio de todos los textos, conferencias y artículos
de Frank David Bedoya Muñoz sobre el
Libertador Simón Bolívar.

En la portada,
Dos óleos en lienzo, uno dibujo y una caricatura de
Frank David Bedoya Muñoz.

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

Prólogo………………………………………………………………………………..4

1. Comentarios a la vida y obra de Simón Bolívar………………………………….5

2. 1815: Bolívar le escribe a Suramérica……………………………………………64

3. Ensayo sobre la autenticidad y el valor de Mi Delirio sobre


el Chimborazo………………………………………………………………………73

4. Bicentenario de Colombia: 200 años de la frustración del proyecto político de Simón


Bolívar………………………………………………………………………………82

5. Re-escritura y bifurcación de Mi delirio sobre el Chimborazo……………….99

6. Simón Bolívar: Antelación del superhombre de Nietzsche…………………...104

7 ¿Por qué en Colombia nunca quisieron a Bolívar?............................................109

8. El eterno retorno del Libertador……………………………………………….122

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

Prólogo

Han pasado veinte años desde aquel día, que por azar, llegó a mis manos la novela El general en
su laberinto de Gabriel García Márquez. Desde ese día mi más grande pasión en la vida ha sido
el Libertador Simón Bolívar. Algunos me han declarado fanático, loco, irreal.

Esta pasión la convertí en una disciplina, una razón, una pedagogía, una ética, una política, una
escritura, una vida; todo lo anterior, pero siempre manteniendo intacta la pasión.

He reunido en este libro -que he llamado Todo Bolívar- parte de mi tesis, los seminarios, los
artículos y las conferencias más relevantes de mi creación alrededor de Bolívar.

Un día prometí que en el lugar que estuviera, que en el tiempo que viviera, que en las
circunstancias que me rodearan, yo siempre iba a estar enseñando la vida y obra del Libertador.
Con este libro doy testimonio de ello.

Simón Bolívar ha sido la justificación y el sentido de mi existencia; ahora que se acercan mis
cuarenta años, haciendo un balance de lo que uno quiere sea la mitad de la vida, me siento
pleno, por haber alcanzado este ideal.

Frank David Bedoya Muñoz, 2015.

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1. Comentarios a la vida y obra de Simón Bolívar1.

Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios nació el 24 de julio de 1783 en
Caracas, capital de Venezuela, hijo de don Juan Vicente Bolívar y doña María de la Concepción
de Palacios y Blanco. La familia Bolívar Palacios era una de las más adineradas, importantes y
destacadas de la aristocracia colonial. El padre defendió los puertos de Venezuela contra los
piratas ingleses y desde muy temprano fue elegido como diputado caraqueño en España. A los
47 años se casó con María de la Concepción y tuvieron cuatro hijos: María Antonieta, Juana
María, Juan Vicente y Simón, el menor, quien inmortalizaría el apellido de la familia. Simón
Bolívar quedó huérfano desde muy niño, tan sólo tenía tres años cuando murió su padre y
nueve cuando murió su madre. Días después murió su abuelo y se casaron sus hermanas
mayores, de tal forma que estuvo prácticamente al cuidado de sus sirvientes, especialmente de
la negra Hipólita, quien realmente lo crió. En tal ambiente no era posible que Bolívar se criara
como un criollo más de los que desconocían sus orígenes americanos y que simplemente se
interesaban por sostener sus posiciones privilegiadas en la vida colonial. Conoció el dolor al
perder sus seres más queridos, templó su coraje, conoció la soledad y por ahí derecho se libró
de la sobreprotección y dependencia que le suponía su condición social.

Se dice que era un muchacho salvaje, intrépido, más inclinado a las distracciones que al estudio,
pero finalmente dio muestras de una naturaleza apasionada que no escatimaba esfuerzos para
gobernar sus impulsos y para luchar hasta alcanzar sus ideales. Estuvo en manos de varios
tutores: el abogado y consejero familiar José Sanz, más tarde su tío Carlos Palacios, quien se
encargó de que estudiara las nociones fundamentales de lectura, escritura, geografía e historia.
Más adelante estudiaría con el reconocido intelectual Andrés Bello. Pero indudablemente la

1Este primer capítulo lo conforman partes de las 15 conferencias que dicté en la Casa Museo Otraparte en
Envigado, entre el 18 de agosto del 2007 y el 5 de abril del 2008, en el marco de la Escuela Zaratustra II.

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mayor influencia la recibió de Simón Rodríguez. El historiador alemán Gerhard Masur nos
ofrece una muy buena semblanza de este controvertido hombre: “Rodríguez es una figura
bizarra, aunque quizá grotesca. Su nombre verdadero era Simón Carreño, pero más tarde
repudió el apellido de su padre, llamándose a veces así mismo Robinsón. Deseaba vivir como
el hombre primitivo, en la naturaleza. Su equilibrio mental debió sufrir una alteración a
temprana edad. Relámpagos de genialidad y de idiotez, de inteligencia y de locura, se sucedían
en las obras de este hombre. Había leído todos los libros de filosofía caídos en sus manos:
Spinoza, Holbach y sobre todo Rousseau. Su ambición era convertirse en el Jean-Jacques de
Sudamérica. No existe prueba definitiva de que este visionario reformador y luchador haya
aplicado a Bolívar las teorías de Emile, pero es indudable que puso a Rousseau en contacto con
el joven”.2 Más adelante Bolívar le reconocería a su maestro la impronta de sus enseñanzas en
la fundación de sus ideales. “He transitado el camino que usted me ha señalado. Usted ha
moldeado mi corazón para la libertad y la justicia, para lo grande y lo hermoso”.3

A causa de dificultades políticas, Rodríguez tuvo que partir de Venezuela. El joven Bolívar
completó su formación al incorporarse como cadete en la milicia de Aragua, un batallón que
había formado su padre; luego fue ascendido a teniente. Después de esto, era ya muy poco lo
que podía ofrecerle esta ciudad y emprendió su primer viaje a Europa. Su tío Esteban Palacios,
tenía amigos influyentes en la corte y aprovechó esta influencia para relacionar a Bolívar con
las más altas figuras de la sociedad española. Lo primero que hizo en Europa fue instruirse.
Con la ayuda del marqués de Ustariz, emprendió el estudio de algunos idiomas, los rudimentos
de las matemáticas, el arte de la danza y el duelo. Bolívar, además de disfrutar de los placeres de
la corte española, comenzó a ser un gran lector, “leyó los grandes poetas de la antigüedad, a
todos los filósofos, e historiadores y oradores y a los clásicos modernos de España, Francia,
Italia e Inglaterra”.4 Sus cartas, escritos y discursos darán cuenta posteriormente del gran
dominio conceptual que tenía Bolívar sobre la filosofía política, además demuestran con gran
suficiencia la lectura excepcional que hizo de estos autores. Pero no todo era estudio, este
eterno galán y conquistador de mujeres se enamoró de María Teresa, hija de un noble nacido
en Caracas, Bernardo Rodríguez del Toro. Y sin pensarlo muchas veces, desconociendo lo que
le depararía su destino, decidió casarse con la muchacha y se dispuso a volver a sus tierras para

2 Gerhard Masur, Simón Bolívar, Bogotá, Círculo de Lectores, 1984, p. 40.


3 Ibíd., p. 42.
4 Ibíd., p. 46

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administrarlas y dedicarse al matrimonio. Se consagró completamente a esta vida, sin ninguna


ocupación política, cómodo y feliz. Este ambiente le duró poco, pues su esposa no pudo
resistir el clima tropical, sucumbió a una fiebre y murió. Y así Bolívar estaba nuevamente sólo.
Al hablar de su casamiento, unos veinticinco años después, dijo: “De no haber sido viudo,
quizá mi vida habría sido distinta. No me habría convertido en el general Bolívar ni en el
Libertador de Sudamérica: la muerte de mi esposa me puso pronto en el camino de la
política”.5

Otra vez volvió a Europa en busca de otras experiencias para completar su formación, más
lecturas, más relaciones con otras personas y sin lugar a dudas los placeres que había conocido
ya en los otros viajes. Después de una corta estadía de pésame con su suegro en España, en
esta ocasión su destino fue París. Se hizo amante de Fanny Dervieu du Villars, mujer casada de
veintiocho años, que permanecía constantemente sola dada las obligaciones militares de su
esposo en el extranjero. Fanny llevaba una vida social muy agitada, y en su salón ofrecía las
reuniones más prestigiosas en las que su joven amante podía relacionarse con la sociedad del
París imperial. Pero no todo era fiesta, en dichas tertulias Bolívar comenzaba a departir algunas
ideas republicanas, no muy maduras aún pero sí expresadas con mucho carácter y sustentadas
en una juiciosa lectura. Sobre los autores leídos y las ideologías meditadas por Bolívar en ese
entonces, Masur nos dice: “Había devorado a Montesquieu, Voltaire y Rousseau, y, según sus
propias afirmaciones, leído también a Locke, Condillac, Buffon, D. Alambert y Helvetius. Le
fascinaron dos grandes pensadores del siglo XVII: Hobbes y Spinoza. El resultado positivo de
todas estas lecturas fue una adhesión completa a las ideas ilustradas de los siglos XVII y XVIII,
así como la firme creencia en los derechos del hombre: en la libertad, en la razón, en la
dignidad, en la humanidad. Bolívar, que era hombre de acción, no puso a prueba estas nuevas
formas de pensar y sin más las aceptó, dejando que lo dominaran; y con estas ideas quedó
destruido todo lo que quedaba de la ingenuidad bondadosa de sus veintiún años. Aprendió, si
no a aceptar, a guiarse por las ideas eternas de la razón, la justicia y la libertad. Entonces se
convirtió, desde un punto de vista filosófico en un racionalista, ni radical ni irrealista, sino
creyente convencido en los elevados conceptos que triunfaron en las revoluciones de
Inglaterra, Francia y Norteamérica”.6

5 Ibíd., p. 50.
6 Ibíd., p. 54.

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Era ya comprensible que aquel hombre que discutía sobre la política del liberalismo ilustrado
comenzara a desear ver estos ideales realizados en su propio país. Entre muchas de las
personalidades que pudo conocer Bolívar en ese entonces, se destaca Alexander von
Humboldt, con quien sostuvo una impresionante conversación, donde el joven caraqueño
expresaba lo brillante que sería el destino del Nuevo Mundo al liberarse de su yugo, a lo que el
distinguido sabio replicó “creo que su país está maduro para su independencia. Pero no
vislumbro quién pueda dársela”.7 Ninguno de los dos se imaginaba en ese momento que
Bolívar sería ese hombre, y seguramente este encuentro ayudó a la adopción de tan complejo
destino. Cada vez sus intereses apuntaban más a una pasión política que a los placeres
mundanos de París.

Luego vendría el episodio, que analizamos y comentamos en la conferencia anterior, la gran


admiración de Bolívar por Napoleón. Valga entonces recordar solamente hoy las palabras de
Bolívar al respecto: “Vi la coronación de Napoleón en París, en el último mes de 1804. Esta
gigantesca demostración me conmovió, no tanto por su brillo como por el cariño mostrado
por este gran pueblo hacia el héroe… Miré la corona que Napoleón colocó sobre su propia
cabeza, como un pobre ejemplo de una costumbre pasada de moda. Lo que me maravilló fue
la aclamación general y el interés que despertaba su persona. Esto, lo admito, me hizo pensar
en la esclavitud de mi propio país, y en la fama que ganaría quien lo liberase: pero estaba muy
lejos de imaginar que yo sería ese hombre”.8

Finalmente, apareció una vez más su maestro Simón Rodríguez. “Al reencontrase, su maestro
le aconsejó concentración en vez de distracción, esfuerzo en lugar de placer y contemplación a
cambio de intemperancia”.9 El discípulo recibió el consejo y luego partieron juntos en 1805.
Viajaron a Lyon y atravesaron a pie los Alpes de Saboya y luego llegaron a Roma. Tal ambiente
significó para Bolívar la más sublime inspiración. Allí evocó el recuerdo de héroes míticos e
históricos, y comenzó a fundar en su alma los más altos ideales de libertad y los más firmes
propósitos de hacer de su vida una lucha constante para ser parte de la fundación de una nueva
política para su pueblo. Un día sus pasos lo llevaron a Monte Sacro, invadido de la más alta
7 Ibíd., p. 55.
8 Ibíd., p. 59.
9 Ibíd., p. 60.

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excitación política sintió el irrefrenable impulso de expresar sus pensamientos, se arrodilló y


juró ante Rodríguez que por la santa tierra que estaba bajo sus pies, libertaría a su país.

Después de este juramento regresa a París. Su atención ya no está en la vida mundana sino en
la reflexión y en la exposición de unas ideas políticas mucho más maduras. Finalmente
comienza a despedirse de sus amigos en París y a anunciar a algunos sus nuevos propósitos.
Además se ha enterado que Miranda el veterano de las guerras, el venezolano precursor estaba
tratando de desatar una insurrección en Venezuela. En Europa por el momento no tendría
nada más que hacer.

En efecto Miranda se encontraba en estados Unidos, reclutando aventureros y buscando


algunos recursos para hacer un nuevo levantamiento. Salió en 1806, pero los guardacostas
españoles ni siquiera lo dejaron llegar. Logró fugarse e intentó tomarse la ciudad de Coro, pero
allí no fue bien acogido su movimiento por los habitantes de la región. Y también fracasó.
David Busnhell, en su biografía de Bolívar, explica la derrota de Miranda en estos términos:
“Miranda, a pesar de su fama de militar y conspirador, hacía décadas que no estaba en
Venezuela y ya no poseía ni suficientes contactos personales en la tierra de su nacimiento ni
información fehaciente de las condiciones reinantes allí. No se equivocaba al creer que existían
motivos de descontento con el régimen colonial pero esto no quería decir que los habitantes en
su mayoría estuvieran decididos a sacudirse de una vez por todas el yugo imperial”.10

Entre tanto el joven Bolívar, enterado de tales acontecimientos, decidió posponer su regreso a
Venezuela y decidió ir a conocer el proceso de consolidación de una república burguesa en los
Estados Unidos. Después de una breve estancia, por fin llega a su patria, y se dedica a sus
asuntos privados, querellas por linderos, tertulias con sus amigos, alguna que otra diversión, y
en medio de todo esto, una profunda meditación sobre sus futuros e inciertos proyectos.

Recordemos que ya se ha dado una crisis imperial en España y llega el año de 1810, con sus
juntas y gritos de independencias quiméricos. En adelante comenzarían las Patrias Bobas que
pretendían liberarse de mandos medios, pero que insistían en su fidelidad al Rey. Otros más
radicales como Bolívar, tenían otra percepción, la de apresurar un verdadero proyecto de

10 David Bushnell, Simón Bolívar. Hombre de Caracas proyecto de América, Editorial Biblos, 2002, p. 20.

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emancipación. Recordemos las últimas palabras del discurso ante la Sociedad Patriótica, que
evocábamos en la sesión pasada: “Pongamos sin temor la piedra fundamental de la libertad
sur-americana: vacilar es perdernos.” Bolívar y sus amigos se reunían en el campo para analizar
la coyuntura y esperaban las condiciones adecuadas para intervenir en tan convulsionados
sucesos. Sin embargo las posiciones moderadas y conservadoras triunfaban, y Bolívar aún era
simplemente un observador más. Y aunque la Junta no optaba por la creación de una república
independiente y libre, Bolívar ofreció sus servicios.

No se le encomendó alguna tarea militar, sino una diplomática. Viajar a Inglaterra para pedir
apoyo, misión que le fue encomendada, entre otras cosas, porque el joven criollo costearía
todo si viaje. Fue enviado con Luis López Méndez y Andrés Bello. La misión consistía en
informar en Inglaterra la instalación de la junta en Caracas y pedir algunos recursos
económicos, pero los objetivos de Bolívar eran otros, en especial quería volver a ganar a
Miranda para la causa de la emancipación. La misión en términos generales no fracasó, aunque
los tres diplomáticos no se pusieran de acuerdo. David Bushnell evalúa el viaje así: “Quizá el
encuentro más importante haya sido el que Bolívar tuvo por fin con el inveterado conspirador
Francisco de Miranda, nuevamente radicado en Londres y a quien nunca antes había tratado
personalmente. Por su trayectoria de militancia radical a favor de la independencia, la Junta
suprema de Caracas en sus instrucciones a los comunicados les recomendaba proseguir con
cautela en cualquier reunión que tuviese con él. Bolívar en su fuero íntimo igualmente
independista, por más que a veces tuviera que usar un lenguaje ambiguo como representante
de la junta, instó a Miranda a volver a Venezuela para tomar allí un parte preeminente en el
movimiento revolucionario. A Miranda, claro está, no había que insistirle: tenía gran deseo de
volver. El gobierno británico, que lo consideraba en las presentes circunstancias un elemento
desestabilizador, no veía con buenos ojos semejante propósito, y no todos en Venezuela
estaban dispuestos a darle la bienvenida. Sin embargo él comenzó desde luego los
preparativos”.11

Bolívar regresó entonces el 5 de diciembre de 1810. Y comenzó a hacer gestiones para el


regreso de Miranda. Éste llegó a Venezuela el 10 de diciembre de 1810 y aunque tuvo una fría
recepción por parte de la Junta Suprema, después de tantas desconfianzas al fin se le nombró

11 Ibíd., p. 29.

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Teniente General.

Mientras tanto en Caracas nacía la Sociedad Patriótica, liderada por Simón Bolívar, esta asociación
independentista comenzó a cobrar importancia y a influir en las decisiones políticas de la
ciudad, tanto fue así que se tuvo una buena influencia en las movilizaciones que se van a dar en
1811 para la rectificación la Declaración de Independencia.

Meses después, fuerzas comandadas por Miranda lograron una victoria en Valencia, contra un
sector de la población antipatriótico que pretendían recuperar los privilegios perdidos desde
que se comenzó a alterar el orden colonial.

Aunque Bolívar ya era un hombre influyente, aún no tenía ninguna participación política y
ningún poder sobre la causa emancipatoria. Realmente Miranda parece no estar descrestado
por él hasta que comienza a darle algunas misiones menores y lo nombra Jefe militar de Puerto
Cabello, la principal plaza fuerte de Venezuela.

Puerto Cabello era un punto militar importante, pero tenía un gran riesgo dado que además de
puerto, tenía una prisión militar que significaba mucho riesgo. Bolívar aún no tiene experiencia
militar y acepta su primera misión con gallardía, ingenuidad y honor.

La suerte no estaba de parte de los patriotas. Un desdichado jueves santo, el territorio


venezolano fue sacudido por un fuerte terremoto, que no dio ocasión sino para concentrar los
esfuerzos en atender los heridos y muertos que se presume, llegaron a ser más de quince mil.
Los más conservadores comenzaron a provocar la idea absurda de que este era un castigo
divino por las ideas independistas. Y para terminar la desgracia llegaba a Venezuela desde
Puerto Rico el español Domingo Monteverde al mando de mil quinientos hombres.

Esta situación fue bastante difícil para el joven teniente que no tenía muchas probabilidades de
poder defender el puerto frente a un ataque de Monteverde. Bolívar inexperto y sin
posibilidades tiene una gran derrota. Misma que se va a explicar por la falta de apoyo de
Miranda.

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Acá comienza a vislumbrase la evidencia de que el veterano Miranda, experto militar en el


extranjero, era incapaz de reconocer y administrar una nueva forma de lucha en su propia tierra
donde todo se tenía que inventar de la nada. Sin un ejército profesional Miranda no se atrevía a
desplegar campañas arriesgadas y le pudieron más los ánimos derrotistas. Bolívar va a tener un
profunda desilusión al enterarse de la cobardía del precursor y la traición que éste le estaba
dando a la causa, al no querer defenderse y mejor optar por partir, negociando una rendición.

Varios patriotas entre los que se encuentra Bolívar, lo detienen y finalmente, en condiciones
muy confusas, pues unos lo quieren fusilar y otros entregar a los españoles, se decide por la
segunda opción y Miranda queda prisionero. El joven Bolívar tuvo un golpe de suerte dado
que un viejo amigo intercedió por él y pudo librarse de Monteverde.

Nada mejor que el análisis sobre estos hechos de nuestro filósofo Fernando González, quien
juzga los anteriores episodios de la siguiente manera: “Miranda era un desarraigado, viejo
oficial de Francia. La independencia americana estaba en el joven Bolívar, que en un caballo
brioso iba al lado del general Miranda, de la Guaira hacia Caracas, y no en este general,
metódico y afrancesado. Todo desapareció en manos de un anciano que ya había perdido la
conciencia nacional durante su larga vida errante de intrigas. Miranda en Venezuela era como
una planta colocada sobre una mesa de mármol: no arraigaba, no percibía las corrientes
telúricas. Quería ser un general francés, con ejército francés que hablara francés en la
Venezuela de criollos presumidos, mulatos parlanchines e indios melancólicos.”12

Bolívar sale a su primer exilio en Cartagena, lugar donde comenzará realmente su gloria.
Considero que en este punto, se ha formado y madurado el hombre Bolívar. Todo tiene que
comenzar de nuevo. Las patrias bobas están llegando a su fin.

Bolívar tiene 29 años. Ahora se convertirá en un hombre de acción. Todo se ha dispuesto para
que Suramérica tenga su golpe de suerte en él. Todo parece perdido, nadie para ese entonces se
alcanza a imaginar que en un lugar del Caribe, un caraqueño se va a convertir en un libertador,
un infatigable guerreo y un hombre que modificará los destinos de un continente.

12 Fernando González, Mi Simón Bolívar. En www.otraparte.org

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Apenas se abre el telón, el héroe entra en acción.

En el año 2003 tuve el privilegio de participar en la reedición de la Campaña Admirable que se


realizó con motivo de la conmemoración de la primera campaña militar de Simón Bolívar,
campaña que luego fue nombrada como la “Campaña Admirable”. Ese año partimos más o
menos 1000 personas de toda América Latina hacía Cartagena con el compromiso de
encontrarnos el 24 de julio, día del natalicio del libertador, e iniciar nuestra ruta, que
comprendería las siguientes ciudades y localidades: Cartagena, Calamar, Tenerife, Mompox,
Ocaña, Cúcuta, San Cristóbal, Mérida, Trujillo, Barinas, Acarigua, Barquisimeto, Valencia,
Guacara, Maracay, La Victoria y finalmente Caracas. A pie, en bus, en chalupas por el río
Magdalena, con contratiempos, con emoción, pudimos reconocer algunos de los tantos
territorios que fueron escenario de la gesta de nuestra independencia. Pero bueno, no estamos
aquí citados para escuchar el relato de esta estupenda experiencia; sólo que la menciono cómo
preámbulo, dado que esta ruta en 1812 fue el escenario de la primera guerra de independencia
bolivariana. Tienen que excusarme por esta remembranza personal, pero es inevitable para el
historiador, no mencionar su búsqueda infatigable de recuerdos y lugares.

Recordemos que el joven Bolívar, llega al territorio de la Nueva Granada, después de la


capitulación de Francisco Miranda. Tiene 29 años y aún no ha iniciado su camino de gloria,
pero pronto en la Ciudad de Cartagena lo va a iniciar. Recordemos también que las juntas de
independencias proclamadas en Venezuela están derrotadas y el Español Monteverde domina
el territorio. Por otra parte aquí en Colombia estamos en plena patria boba, y ya estamos
enfrentados por dos ideologías opuestas, los federalistas representados en Camilo Torres y los
centralistas representados en Antonio Nariño. Y aunque Bolívar, viene prevenido con las ideas
federalistas que acabaron con su país, recibió el apoyo de Camilo Torres, quien sería su primer
colaborador y luego su posterior adepto.

Comprende pues, la siguiente conferencia, la presentación de las ideas de aquel joven que en
1812 está escribiendo su primer manifiesto de libertad y unidad, en el documento que lleva por
título: Manifiesto de Cartagena, y la Campaña Admirable, el primer intento de Bolívar de querer
conducir la libertad y la independencia en su propia tierra. Valga anotar que todo esto ocurrirá
en menos de tres años, pues Bolívar volverá a salir exiliado en 1815. Pero antes, en menos de

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dos años, un comandante derrotado en un puerto de Venezuela, un subordinado abandonado


por su superior, pasa a convertirse en el hombre aclamado, por primera vez, como un
Libertador… el Libertador.

Para presentarles al Bolívar del Manifiesto de Cartagena y de la Campaña Admirable, quiero


recordar las palabras de Fernando González, muchos han escrito sobre este asunto, pero yo no
dejo de asombrarme por la contundencia, la brevedad, la claridad y vitalidad de nuestro
filósofo envigadeño para presentar a Bolívar, venga pues una vez más Fernando González y su
bello libro: Mi Simón Bolívar.

“Las obras escritas y esenciales del Libertador son EL MANIFIESTO DE CARTAGENA,


LA CARTA DE JAMAICA, EL DISCURSO DE ANGOSTURA y LA CONSTITUCIÓN
BOLIVIANA. Esa es la literatura íntima del Libertador, de la cual han sacado las colecciones
de máximas y pensamientos. Son las obras que meditó, especialmente las dos primeras, escritas
en el destierro… El 5 de julio de 1811 se proclamó la Independencia y se constituyó Venezuela
en Gobierno federal. Esta patria boba terminó en julio de 1812 por la capitulación de Miranda
en San Mateo. Es muy interesante observar que durante estos acontecimientos únicamente en
Bolívar estaba la conciencia de Colombia, la realidad, y el secreto del modo para hacerla
aparecer: Fue el instigador de la independencia contra la Junta; fue el crítico del gobierno
federal, y fue el joven terrible del general Miranda, el desarraigado. Estaba tan personificado
con los destinos de su tierra, con los secretos latentes de la revolución, que a pesar de su
juventud y de su inexperiencia sabía claramente lo que debía hacerse, cómo debía hacerse y
cuál sería el resultado. Estaba tan personificado con Suramérica que en él casi no existía el ciclo
de la acción, a saber: percepción, deliberación, decisión, acción. Se observa que este ciclo es
muy visible en los hombres activos cuando no están personificados con la obra. En Bolívar
todo ese proceso se mezcla, la acción y el pensamiento van conjuntos: filosofaba guerreando
o... meciéndose en la hamaca. Crear una gran patria en América fue el ideal que apareció en él,
al mismo tiempo que él apareció en brazos de su madre; un gobierno fuerte, central, fue su
método… Únicamente en Simón Bolívar estaba personificada la fundación de una patria, la
creación de una conciencia colectiva, la creación de un nuevo continente político… La Nueva
Granada era otra patria boba, federal, humanitaria, llena de letrados con gorros de dormir. Allí
fue donde Bolívar publicó el Manifiesto de Cartagena, en el cual parece que hablara la

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revolución misma, la gran Colombia”.13

Fernando González lo dijo mucho mejor. Pero, insistamos, después del fracaso de Miranda. Va
a nacer por primera vez la conciencia continental suramericana, en la cabeza de Bolívar. Ya
sabemos que hombres como Camilo Torres, Antonio Nariño, estaban pensando y suscitando
procesos de emancipación, pero ellos no veían más allá de sus fronteras locales, de hecho
estaban peleando entre ellos mismos por una oposición entre federalismo y centralismo, pero
aún sin arriesgarse a pensar una auténtica empresa de emancipación total del imperio español
en toda América. Es por eso que nuestra verdadera independencia no empezó el 20 de julio de
1810, con aquel cuento del florero de Llorente, sino con el Manifiesto de Cartagena. Este escrito,
funda la conciencia Latinoamérica.

Miremos pues, y comentemos algunos apartados de este escrito14.

“Libertar a la Nueva Granada de la suerte de Venezuela y redimir a ésta de la que padece, son
los objetos que me he propuesto en esta memoria.” Lo logrará. Liberará gran parte de la
Nueva Granada y recuperará su país.

“Yo soy, granadinos, un hijo de la infeliz Caracas, escapado prodigiosamente de en medio de


sus ruinas físicas y políticas, que siempre fiel al sistema liberal y justo que proclamó mi patria,
he venido a seguir los estandartes de la independencia, que tan gloriosamente tremolan en
estos Estados. Permitidme que animado de un celo patriótico me atreva a dirigirme a vosotros,
para indicaros ligeramente las causas que condujeron a Venezuela a su destrucción,
lisonjeándome que las terribles y ejemplares lecciones que ha dado aquella extinguida
República, persuadan a la América a mejorar su conducta, corrigiendo los vicios de unidad,
solidez y energía que se notan en sus gobiernos”. Acá por ejemplo, aparece ya la constante en
el pensamiento bolivariano, la exhortación a la unidad, como única, posibilidad de una América
digna.

Fernando González, Mi Simón Bolívar, Universidad Pontificia Bolivariana, 1995., p. 130


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Simón Bolívar, Manifiesto de Cartagena. Tomado del texto: Fernando González, Mi Simón Bolívar,
14

Universidad Pontificia Bolivariana, 1995., p. 135.

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“Los códigos que consultaban nuestros magistrados no eran los que podían enseñarles la
ciencia práctica del Gobierno, sino los que han formado ciertos buenos visionarios que,
imaginándose repúblicas aéreas, han procurado alcanzar la perfección política, presuponiendo
la perfectibilidad del linaje humano. Por manera que tuvimos filósofos por jefes, filantropía por
legislación, dialéctica por táctica, y sofistas por soldados. Con semejante subversión de
principios y de cosas, el orden social se sintió extremadamente conmovido, y desde luego
corrió el Estado a pasos agigantados a una disolución universal que bien pronto se vio
realizada”. Observemos que lamentablemente esta situación se va a volver a repetir en
Colombia después de la muerte de Bolívar. República área, que copiara al pie de la letra
constituciones de otros países, muy distintos al nuestro. República área, que se jactaba de
constituciones perfectas, pero que no se traducían en realidades concretas de un país.

“Las repúblicas, decían nuestros estadistas, no han menester de hombres pagados para
mantener su libertad. Todos los ciudadanos serán soldados cuando nos ataque el enemigo.
Grecia, Roma, Venecia, Génova, Suiza, Holanda, y recientemente el Norte de América,
vencieron a sus contrarios sin auxilio de tropas mercenarias siempre prontas a sostener el
despotismo y a subyugar a sus conciudadanos. Con estos anti políticos e inexactos raciocinios
fascinaban a los simples; pero no convencían a los prudentes que conocían bien la inmensa
diferencia que hay entre los pueblos, los tiempos y las costumbres de aquellas repúblicas y las
nuestras. Ellas, es verdad que no pagaban ejércitos permanentes; mas era porque en la
antigüedad no los había, y sólo confiaban la salvación y la gloria de los Estados, en sus virtudes
políticas, costumbres severas y carácter militar, cualidades que nosotros estamos muy distantes
de poseer… El resultado probó severamente a Venezuela el error de su cálculo, pues los
milicianos que salieron al encuentro del enemigo, ignorando hasta el manejo del arma, y no
estando habituados a la disciplina y obediencia, fueron arrollados al comenzar la última
campaña, a pesar de los heroicos y extraordinarios esfuerzos que hicieron sus jefes por
llevarlos a la victoria. Lo que causó un desaliento general en soldados y oficiales, porque es una
verdad militar que sólo ejércitos aguerridos son capaces de sobreponerse a los primeros
infaustos sucesos de una campaña. El soldado bisoño lo cree todo perdido, desde que es
derrotado una vez, porque la experiencia no le ha probado que el valor, la habilidad y la
constancia corrigen la mala fortuna.” Aquí aparece ya, el Bolívar centrado en la tierra, y
escéptico de las buenas intenciones de muchos, que rayaban con la ingenuidad al pensar que

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con una sólo invocación, los hombres iban a tomar las armas contra los españoles. La idea de
la emancipación no estaba en las masas esclavizadas hace ya tantos siglos. El sentimiento
patriótico, no se había consolidado, sin éste ¿cómo construir un ejército? Bolívar señalaba la
ingenuidad de creer que por el solo hecho de ser atacado por un enemigo todos los ciudadanos
por arte de magia, se convertirían en soldados, valga recordar que la inmensa mayoría tampoco
eran siquiera ciudadanos.

Luego de esta crítica comienza a señalar los peligros de la división y un peligro mayor, que
nadie había previsto: la burocracia. “La subdivisión de la provincia de Caracas, proyectada,
discutida y sancionada por el Congreso Federal, despertó y fomentó una enconada rivalidad en
las ciudades y lugares subalternos, contra la capital: «la cual, decían los congresales ambiciosos
de dominar en sus distritos, era la tirana de las ciudades y la sanguijuela del Estado». De este
modo se encendió el fuego de la guerra civil en Valencia, que nunca se logró apagar con la
reducción de aquella ciudad; pues conservándolo encubierto, lo comunicó a las otras limítrofes,
a Coro y Maracaibo; y éstas entablaron comunicaciones con aquéllas, facilitaron, por este
medio, la entrada de los españoles que trajo consigo la caída de Venezuela. La disipación de las
rentas públicas en objetos frívolos y perjudiciales, y particularmente en sueldos de infinidad de
oficinistas, secretarios, jueces, magistrados, legisladores, provinciales y federales, dio un golpe
mortal a la República, porque la obligó a recurrir al peligroso expediente de establecer el papel
moneda, sin otras garantías que las fuerzas y las rentas imaginarias de la confederación”. Esta
nueva moneda pareció a los ojos de los más, una violación manifiesta del derecho de
propiedad, porque se conceptuaban despojados de objetos de intrínseco valor, en cambio de
otros cuyo precio era incierto y aun ideal. El papel moneda remató el descontento de los
estólidos pueblos internos, que llamaron al comandante de las tropas españolas, para que
viniese a librarlos de una moneda que veían con más horror que la servidumbre. Pero lo que
debilitó más al Gobierno de Venezuela fue la forma federal que adoptó, siguiendo las máximas
exageradas de los derechos del hombre, que autorizándolo para que se rija por sí mismo,
rompe los pactos sociales y constituye a las naciones en anarquía”.

Bolívar se va a caracterizar por su férrea oposición al federalismo, para él, este sistema que
requiere muy buenas y arraigadas virtudes ciudadanas, es inoportuno en ese momento para
América, dada la necesidad de la unión, tanto como para una guerra que apenas estaba

17
Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

comenzando, como para poder construir un nación fuerte y digna. Ese rechazo al federalismo
no significaba la creación de una nueva monarquía, pero no entendieron. Escuchemos los
argumentos de Bolívar: “El sistema federal, bien que sea el más perfecto y más capaz de
proporcionar la felicidad humana en sociedad, es, no obstante, el más opuesto a los intereses
de nuestros nacientes estados. Generalmente hablando, todavía nuestros conciudadanos no se
hallan en aptitud de ejercer por sí mismos y ampliamente sus derechos; porque carecen de las
virtudes políticas que caracterizan al verdadero republicano; virtudes que no se adquieren en
los gobiernos absolutos, en donde se desconocen los derechos y los deberes del ciudadano.
Por otra parte, ¿qué país del mundo, por morigerado y republicano que sea, podrá, en medio
de las facciones intestinas y de una guerra exterior, regirse por un gobierno tan complicado y
débil como el federal? No es posible conservarlo en el tumulto de los combates y de los
partidos. Es preciso que el Gobierno se identifique, por decirlo así, el carácter de las
circunstancias de los tiempos y de los hombres que lo rodean. Si éstos son prósperos y
serenos, él debe ser dulce y protector; pero si con calamitosos y turbulentos, él debe mostrarse
terrible y armarse de una firmeza igual a los peligros, sin atender a las leyes, ni constituciones,
ínterin no se restablece la felicidad y la paz… Yo soy de sentir que mientras no centralicemos
nuestros gobiernos americanos, los enemigos obtendrán las más completas ventajas; seremos
indefectiblemente envueltos en los horrores de las disensiones civiles, y conquistados
vilipendiosamente por ese puñado de bandidos que infestan nuestras comarcas. Las elecciones
populares hechas por los rústicos del campo y por los intrigantes moradores de las ciudades,
añaden un obstáculo más a la práctica de la federación entre nosotros, porque los unos son tan
ignorantes que hacen sus votaciones maquinalmente, y los otros tan ambiciosos que todo lo
convierten en facción; por lo que jamás se vio en Venezuela una votación libre y acertada, lo
que ponía al gobierno en manos de hombres ya desafectos a la causa, ya ineptos, ya inmorales.
El espíritu de partido decidía en todo, y por consiguiente nos desorganizó más de lo que las
circunstancias hicieron. Nuestra división, y no las armas españolas, nos tornó a la esclavitud…
Si Caracas, en lugar de una confederación lánguida e insubsistente, hubiese establecido un
gobierno sencillo, cual lo requería su situación política y militar, tú existieras ¡Oh Venezuela! y
gozaras hoy de tu libertad”.

Para esta parte del Manifiesto Bolívar ha sacado ya varias conclusiones sobre todo lo que
habría que corregirse, dada la fallida primera experiencia en Venezuela con Miranda, y ahora

18
Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

hace su temeraria propuesta.

“Estos ejemplos de errores e infortunios no serán enteramente inútiles para los pueblos de la
América meridional, que aspiran a la libertad e independencia. La Nueva Granada ha visto
sucumbir a Venezuela; por consiguiente debe evitar los escollos que han destrozado a aquella.
A este efecto presento como una medida indispensable para la seguridad de la Nueva Granada
la reconquista de Caracas. A primera vista parecerá este proyecto inconducente, costoso y
quizá impracticable; pero examinando atentamente con ojos previsivos, y una meditación
profunda, es imposible desconocer su necesidad como dejar de ponerlo en ejecución, probada
la utilidad… Aplicando el ejemplo de Venezuela a la Nueva Granada y formando una
proporción, hallaremos que Coro es a Caracas como Caracas es a la América entera;
consiguientemente el peligro que amenaza a este país está en razón de la anterior progresión,
porque poseyendo la España el territorio de Venezuela, podrá con facilidad sacarle hombres y
municiones de boca y guerra, para que bajo la dirección de jefes experimentados contra los
grandes maestros de la guerra, los franceses, penetren desde las Provincias de Barinas y
Maracaibo hasta los últimos confines de la América meridional. La España tiene en el día gran
número de oficiales generales, ambiciosos y audaces, acostumbrados a los peligros y a las
privaciones, que anhelan por venir aquí, a buscar un imperio que reemplace el que acaban de
perder. Es muy probable que al expirar la Península, haya una prodigiosa emigración de
hombres de toda clase, y particularmente de cardenales, arzobispos, obispos, canónigos y
clérigos revolucionarios, capaces de subvertir, no sólo nuestros tiernos y lánguidos estados,
sino de envolver el Nuevo Mundo entero en una espantosa anarquía. La influencia religiosa, el
imperio de la dominación civil y militar, y cuantos prestigios pueden obrar sobre el espíritu
humano, serán otros tantos instrumentos de que se valdrán para someter estas regiones… Así,
pues, no queda otro recurso para precavernos de estas calamidades, que el de pacificar
rápidamente nuestras provincias sublevadas, para llevar después nuestras armas contra las
enemigas; y formar de este modo soldados y oficiales dignos de llamarse las columnas de la
patria. Todo conspira a hacernos adoptar esta medida; sin hacer mención de la necesidad
urgente que tenemos de cerrarle las puertas al enemigo, hay otras razones tan poderosas para
determinarnos a la ofensiva, que sería una falta militar y política inexcusable, dejar de hacerlo.
Nosotros nos hallamos invadidos, y por consiguiente forzados a rechazar al enemigo más allá
de la frontera. Además, es un principio del arte que toda guerra defensiva es perjudicial y

19
Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

ruinosa para el que la sostiene; pues lo debilita sin esperanza de indemnizarlo; y que las
hostilidades en el territorio enemigo siempre son provechosas, por el bien que resulta del mal
del contrario; así, no debemos, por ningún motivo, emplear la defensiva… Es una cosa
positiva que en cuanto nos presentemos en Venezuela, se nos agregan millares de valerosos
patriotas, que suspiran por vernos parecer, para sacudir el yugo de sus tiranos y unir sus
esfuerzos a los nuestros en defensa de la libertad. La naturaleza de la presente campaña nos
proporciona la ventaja de aproximarnos a Maracaibo por Santa Marta, y a Barinas por Cúcuta.
Aprovechemos, pues, instantes tan propicios; no sea que los refuerzos que incesantemente
deben llegar de España, cambien absolutamente el aspecto de los negocios y perdamos, quizás
para siempre, la dichosa oportunidad de asegurar la suerte de estos estados. El honor de la
Nueva Granada exige imperiosamente escarmentar a esos osados invasores, persiguiéndolos
hasta sus últimos atrincheramientos. Como su gloria depende de tomar a su cargo la empresa
de marchar a Venezuela, a libertar la cuna de la independencia colombiana, sus mártires y aquel
benemérito pueblo caraqueño, cuyos clamores sólo se dirigen a sus amados compatriotas los
granadinos, que ellos aguardan con una mortal impaciencia, como a sus redentores. ¡Corramos
a romper las cadenas de aquellas víctimas que gimen en las mazmorras, siempre esperando su
salvación de vosotros; no burléis su confianza; no seáis insensibles a los lamentos de vuestros
hermanos. Id veloces a vengar al muerto, a dar vida al moribundo, soltura al oprimido, y
libertad a todos!”

Así concluía el 15 de diciembre de 1812, Simón Bolívar su primer gran documento para la
emancipación, un texto que se convertiría en una especie de acta de fundación de la primera
guerra bolivariana. Desde ahora en adelante los destinos de Colombia y Venezuela se unirían
en él. Con este manifiesto aparece la conciencia continental suramericana.

Y ahora sí, comienza la lucha. Mientras que Monteverde dominaba a Venezuela con un ejército
de 5500 hombres. Bolívar se encontraba en Barrancas, tratando de crear una tropa con 200
hombres de la población. Y además tenía que obedecerle al Comandante en Jefe del incipiente
Estado de Cartagena, el coronel francés llamado Labatut que no le tenía gracia a ese impulsivo
joven llegado de Caracas. Esa era pues la desventajosa situación del autor del Manifiesto de
Cartagena. Después de un mes de entrenamiento, Bolívar se lanzó a realizar su proyecto, bajo
el pretexto de expulsar solamente los españoles que se encontraban en el Alto Magdalena,

20
Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

Bolívar comenzaba a abrirse paso por la Nueva Granada. Con su modesta tropa, llega a
Tenerife y después de una ardua lucha toma el control, cada vez más va creciendo su prestigio
entre la gente, pero Labatut quiere someterlo y hasta quiere hacerle un consejo de guerra. Todo
esto parece una comedia en unas regiones solitarias de Colombia, pero para Bolívar ese era el
comienzo.

Luego de estos incipiente triunfos llega a Ocaña donde es muy bien recibido y allí estable su
primer cuartel general. Entre tanto Monteverde ha ordenado a un español, el coronel Correa,
consolidar el dominio de la frontera con la Nueva Granada. Bolívar ahora tiene como plan
ocupar a Cúcuta. Pero en esta ocasión su obstáculo mayor es el coronel Manuel Castillo que
tiene a su mando la provincia de Tunja y se opone a los planes de Bolívar, por que abarca su
jurisdicción. Ya ven ustedes que más dura que la lidia con los españoles, fue desde el comienzo
la lidia con algunos americanos, que llenos de celos, miopía e intrigas lo complicaron todo
hasta el final. Sin embargo Bolívar no se dejó y emprendió su batalla y logró liberar a Cúcuta.
El Congreso lo colmó de honores y lo nombró ciudadano de la Nueva Granada y Brigadier
General del Ejercito de la Unión.

Su plan era pues comenzar a recuperar su país, pero aún tenía gran desventaja, a pesar de que
ya contaba con 700 hombres. Finalmente el Congreso le dio permiso para comenzar a liberar
su país.

Es en esta circunstancia donde surge la Campaña Admirable, el prestigio de Bolívar y sus


triunfos en el río Magdalena y luego en Cúcuta van creando un entusiasmo par la causa
patriótica, que comenzará a consolidar un ejército bolivariano. Es decir, la primera guerra de
independencia bolivariana ha iniciado. Y dadas las circunstancias adversas, el poco tiempo, las
oposiciones y la reducida tropa, con justa razón a esta campaña se le nombró “admirable”.

El nuevo brigadier Simón Bolívar partió desde Cúcuta el 14 de mayo de 1813, con el objeto de
liberar a Venezuela del poder español, luego de la pérdida de la Primera República. Sus ya casi
800 hombres los organizó en 2 columnas: la de vanguardia, bajo el mando del joven teniente
coronel Atanasio Girardot y en la retaguardia estaba con el coronel José Félix Ribas, José
Tejada jefe de artillería y Rafael Urdaneta como mayor general. Ahora sí iba tomando una

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

mayor forma aquel plan.

El plan inicial de Bolívar para la ejecución de dicha campaña, consistía en el despliegue sobre el
territorio venezolano de una ofensiva en 2 direcciones: una dirigida por Ribas debía seguir por
San Cristóbal y Barinas y después de libertar esta provincia se reuniría con el grueso de las
tropas en Araure; y la otra dirigida por el propio Bolívar, que marcharía por la dirección de San
Cristóbal, La Grita, Mérida y Trujillo. En Mérida recibe gran apoyo e incorporó a otros 500
hombres. Durante su permanencia en Mérida, Bolívar se puso al tanto de la ubicación y
magnitud de las fuerzas realistas que operaban en Barinas y Trujillo, y comprendiendo que
debía actuar con rapidez, para evitar que el enemigo que tenía mayor ventaja numérica se
reorganizara.

En consecuencia, ordenó a la vanguardia comandada por Atanasio Girardot, que llevase a cabo
la limpieza de la provincia de Trujillo, con la intención de reunirse todos allí. Todo salió bien,
pero faltaba algo. Si bien la causa bolivariana ganaba adeptos, aún no estaba creada una idea de
emancipación americana en todas las personas, de hecho muchos criollos, no tenían
inconveniente en favorecer a los españoles. Es decir, los dos grupos antagónicos, americanos
contra españoles, aún no se daban. Y es en ese contexto, después de las victorias en Trujillo,
cuando Bolívar escribe su Decreto de Guerra a Muerte, para no dejar vacilaciones, no cometer los
mismos errores del pasado, pero más importante aún, diferenciar bien los bandos, los
americanos decididos a luchar por la libertad y los españoles o seguidores de éstos, que querían
prolongar la dominación española y que por tal razón encontrarían la muerte. No había vuelta
atrás. Con este decreto se trazaba y diferenciaba radicalmente la causa americana de la
española. Escuchemos el decreto. “Simón Bolívar, Brigadier de la Unión, General en Jefe del
Ejército del Norte, Libertador de Venezuela. A sus conciudadanos. Venezolanos: Un ejército
de hermanos, enviado por el Soberano Congreso de la Nueva Granada, ha venido a libertaros,
y ya lo tenéis en medio de vosotros, después de haber expulsado a los opresores de las
Provincias de Mérida y Trujillo. Nosotros somos enviados a destruir a los españoles, a proteger
a los americanos y establecer los gobiernos republicanos que formaban la Confederación de
Venezuela. Los Estados que cubren nuestras armas están regidos nuevamente por sus antiguas
constituciones y magistrados, gozando plenamente de su libertad e independencia; porque
nuestra misión sólo se dirige a romper las cadenas de la servidumbre que agobian todavía a

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

algunos de nuestros pueblos, sin pretender dar leyes ni ejercer actos de dominio, a que el
derecho de la guerra podría autorizarnos. Tocados de vuestros infortunios, no hemos podido
ver con indiferencia las aflicciones que os hacían experimentar los bárbaros españoles, que os
han aniquilado con la rapiña y os han destruido con la muerte; que han violado los derechos
sagrados de las gentes; que han infringido las capitulaciones y los tratados más solemnes; y en
fin han cometido todos los crímenes, reduciendo la República de Venezuela a la más espantosa
desolación. Así, pues, la justicia exige la vindicta, y la necesidad nos obliga a tomarla. Que
desaparezcan para siempre del suelo colombiano los monstruos que lo infestan y han cubierto
de sangre; que su escarmiento sea igual a la enormidad de su perfidia, para lavar de este modo
la mancha de nuestra ignominia y mostrar a las naciones del universo que no se ofende
impunemente a los hijos de América. A pesar de nuestros justos resentimientos contra los
inicuos españoles, nuestro magnánimo corazón se digna, aún, a abrirles por última vez una vía
a la conciliación y a la amistad; todavía se les invita a vivir entre nosotros pacíficamente, si
detestando sus crímenes y convirtiéndose de buena fe, cooperan con nosotros a la destrucción
del gobierno intruso de la España y al restablecimiento de la República de Venezuela. Todo
español que no conspire contra la tiranía en favor de la justa causa por los medios más activos
y eficaces, será tenido por enemigo y castigado como traidor a la patria, y por consecuencia
será irremisiblemente pasado por las armas. Por el contrario, se concede un indulto general y
absoluto a los que pasen a nuestro ejército con sus armas o sin ellas; a los que presten sus
auxilios a los buenos ciudadanos que se están esforzando por sacudir el yugo de la tiranía. Se
conservarán en sus empleos y destinos a los oficiales de guerra y magistrados civiles que
proclamen el Gobierno de Venezuela y se unan a nosotros; en una palabra, los españoles que
hagan señalados servicios al Estado serán reputados y tratados como americanos. Y vosotros,
americanos, que el error o la perfidia os ha extraviado de la senda de la justicia, sabed que
vuestros hermanos os perdonan y lamentan sinceramente vuestros descarríos, en la íntima
persuasión de que vosotros no podéis ser culpables y que sólo la ceguedad e ignorancia en que
os han tenido hasta el presente los autores de vuestros crímenes, han podido induciros a ellos.
No temáis la espada que viene a vengaros y a cortar los lazos ignominiosos con que os ligan a
su suerte vuestros verdugos. Contad con una inmunidad absoluta en vuestro honor, vida y
propiedades; el solo título de americanos será vuestra garantía y salvaguardia. Nuestras armas
han venido a protegeros, y no se emplearán jamás contra uno solo de vuestros hermanos. Esta
amnistía se extiende hasta los mismos traidores que más recientemente hayan cometido actos

23
Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

de felonía; y será tan religiosamente cumplida que ninguna razón, causa o pretexto será
suficiente para obligarnos a quebrantar nuestra oferta, por grandes y extraordinarios que sean
los motivos que nos deis para excitar nuestra animadversión. Españoles y canarios, contad con
la muerte, aun siendo indiferentes, si no obráis activamente en obsequio de la libertad de la
América. Americanos, contad con la vida, aun cuando seáis culpables. Cuartel General de
Trujillo, 15 de junio de 1813”.15

Efectivamente dicha proclama abrió el foso insalvable entre los criollos y españoles. Ahora
sólo faltaba recuperar Caracas. Bolívar inició una operación de alto riesgo que acabó con la
conquista de Barinas. Ya era Bolívar el que atacaba a Monteverde, y sus ataques rápidos
desconcertaban al español quien tenía que huir cada vez más. Finalmente Monteverde
retrocedió hasta Puerto Cabello, lugar donde hacía unos meses Bolívar era un insignificante,
desdichado y traicionado que buscaba el exilio.

La entrada de Bolívar a Caracas el 6 de agosto de 1813 fue grandiosa, con calles cubiertas de
flores y bellas jóvenes que lo recibían con laurel. La dicha más grande fue cuando se le
concedió en la municipalidad el título del Libertador.

Después de la liberación de Caracas, Bolívar se repliega a Valencia, donde se enfrenta a las


fuerzas del Monteverde. En el sitio conocido como Bárbula, el Libertador atacó, y aunque se
consiguió la victoria, perdió la vida en combate el valiente Atanasio Girardot, quien murió
envuelto en la bandera republicana. Ese mismo día, Simón Bolívar expidió en su cuartel
general de Valencia una ley para honrar su memoria con los más altos honores. Y pidió que el
corazón de Girardot fuera depositado en el mausoleo de la Catedral.

Después de esto, los problemas comenzarían a aparecer. Una vez más los venezolanos querían
una organización federal. No escarmentaban. No podían mirar más allá de sus parcelas. Pero
eso no fue lo peor. Todo ese ingente proceso se resquebrajó. Todo lo que se consiguió se
perdió. Un español llamado José Tomás Boves, quién vivía en los Llanos, y se había ganado
admiración de los indómitos llaneros, preparó con ellos un levantamiento contra Bolívar. Una
vez más los mismos americanos, se oponían a la libertad que se estaba logrando. La fuerza de

15 Simón Bolívar, en: Alicia Chiban, Discursos bolivarianos, Presidencia de la República, 1997.

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Boves fue tremenda y salvaje, desató unas luchas peores a las que se vivieron en la campaña
admirable y finalmente obligaron a Bolívar a dejar una vez más a Caracas en medio de una
nueva derrota. Nueva Granada también se perdía, la división también imperaba. Entre tanto se
preparaba España para llevar a cabo la recuperación de América, con una gran expedición
nunca antes vista: cincuenta barcos con más de 10000 hombres, para pacificar su colonia
revoltosa. Esta pacificación incluyó el fusilamiento de muchos patriotas, entre ellos, el que
primero ayudó a Bolívar, Camilo Torres.

Todo se había perdido otra vez, pero Bolívar surgió para siempre.

Escuchemos el balance que hace Fernando González:

“Bolívar concibió una nacionalidad y la formó en luchas más terribles contra los americanos
que contra los españoles; concibió un ejército y lo formó, un plan y lo realizó. No es
propiamente que haya creado, sino que estaba tan personificado con el continente que podía
aprovechar todo, evitar los obstáculos, vencer las dificultades, etc. La vida evolucionaba por su
intermedio. El Manifiesto y su rápida campaña crearon momentáneamente el entusiasmo
nacional; se formó el ejército heroico que en pocos días llegó a Caracas. Pero el Libertador
tuvo que luchar con los espíritus pequeños, tales como Manuel del Castillo y Francisco de
Paula Santander, que a sus ideas universales oponían el regionalismo y la envidia… Logró
Bolívar libertar a Venezuela y tenerla casi unida a la Nueva Granada durante los años 13 y 14.
La relación de sus esfuerzos y de su actividad continua para lograrlo es conmovedora: Creó
gloria para su patria; glorificaba a sus oficiales, a los gobernantes y colaboradores. No fue
romántico; se exageró, se exaltó para su obra; fue un énfasis exigido por el fin que se
proponía… La gran brega de Bolívar no fue con los españoles, sino con los americanos”.16

Una vez más, y cada vez más difícil, todo tenía que empezar de nuevo. Después de uno días en
Nueva Granada y antes de que Morillo iniciara su pacificación, Simón Bolívar se iba para un
nuevo exilio. La primera guerra de independencia bolivariana había terminado.

Año 1815. Napoleón es derrotado en Waterloo. Las patrias bobas llegan a su fin, España envía

16 Fernando González, Mi Simón Bolívar, Universidad Pontificia Bolivariana, 1995., p. 146.

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un ejército de 10000 hombres al mando del general Pablo Morillo para “pacificar” sus colonias.
Mucho antes de que llegara Morillo, por el levantamiento de los llaneros contra la causa
patriótica y por las envidias y divisiones locales, Bolívar ha perdido su primera guerra de
independencia y todo lo que había logrado en su Campaña Admirable, todo parecía perdido.
Pero no. En el año 1815, un hombre deja su espada y con la pluma vuelve a encender el fuego
de la revolución. Ya lo dije un día, en 1815 Bolívar le escribe a Suramérica.

Bolívar llegó exiliado a Jamaica en mayo de 1815 y estuvo allí hasta diciembre. Escribió
alrededor de veinte cartas. La historiografía ha resaltado profundas e innumerables veces la
Carta de Jamaica, pero poco o nada se ha relacionado ésta con las demás, que constituyen
juntas la matriz de todo el pensamiento bolivariano. En estas cartas se encuentra el proyecto
político de Bolívar, son el punto de partida para la acción y la base teórica fundamental de sus
obras posteriores. Todas las ideas del Manifiesto de Cartagena están reestructuradas en los
escritos jamaiquinos y a partir de allí, va apareciendo su obra y pensamiento.

Germán Carrera Damas presenta al Bolívar de 1815 como el guerrero “que emitió el claro
mensaje de que había dejado de ser el espontáneo e improvisado aspirante a conductor
supremo de la lucha por la independencia de las colonias españolas de América, revelándose
como un analista político, y un posible estadista capaz de desenvolverse airosamente en la
maraña de los intereses activos en las relaciones internacionales”.17 Efectivamente, Bolívar
después de una nueva y más dura derrota, ya no va a actuar como un iniciado sino que va a
hablar de Suramérica, como uno de los más lúcidos revolucionarios, que además deviene
estadista que medita sobre las fuerzas del mundo en que vive y del mundo que está dispuesto a
crear. En un año donde todo parece perdido, Bolívar va a devenir en el principal protagonista
de una nueva fase en el proceso de emancipación continental suramericano.

En el año 1815, las palabras de Bolívar van a atacar definitiva y mortalmente al imperio
español. Sí señores, las palabras de Bolívar van a dejar pequeños e inocuos a 10000 soldados
españoles, que vinieron a perder su última empresa, pues que Suramérica ya no daría marcha
atrás.

17Germán Carrera Damas, Casos de continuidad y ruptura, génesis teórica y práctica del proyecto americano de Simón Bolívar,
en: Historia general de América Latina, París, Ediciones Unesco, Editorial Trotta, 2003, p. 291.

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

Omito en este primer capítulo las referencias a las cartas que escribió Bolívar en Jamaica,
porque en el capítulo 2, les doy espacio a ellas, dado que fueron tema de mi tesis de grado, y
merecen un espacio aparte.

Comienzo de la Segunda guerra de independencia bolivariana

Bolívar se encuentra en Jamaica sin dinero, ni para sus gastos más básicos y mucho menos para
emprender una nueva empresa de liberación. Así que mientras escribía comenzó a buscar
recursos en el Caribe para poder iniciar una vez más. Dicha ayuda la encontró en el presidente
de Haití Alexandre Petión, un mulato profundamente liberal. Éste le proporcionó a Bolívar
seis goletas cargadas con armas y municiones y con esta ayuda el libertador vuelve a entrar en
acción.

En primer lugar trató de tomar la localidad de Carúpano y fracasó, luego Ocumare y pasó lo
mismo, y todo esto en parte porque muchos compatriotas le eran hostiles en esas regiones y no
le brindaron ayuda, las municiones que llevaba en estos fallidos intentos se estaban acabando.
Sin embargo no todo era malo, le llegaron noticias de que se habían establecido en Venezuela
tres puntos de resistencia: Arismendi en Margarita, José Antonio Páez en el Apure y Cedeño en
Guayana. Pidió entonces más ayuda a Petión y volvió a intentar llegar a Venezuela y exhortar a
los patriotas que se unieran para comenzar un buen foco de revolución. Pero no le fue fácil,
hasta un grupo de indígenas ubicados en la costa lo rechazaron. No pudo tomar una buena
posición y los hombres de Morillo estaban al acecho. Decidió entonces dirigirse hacia el
Oriente, donde se encontraban Manuel Piar y José Antonio Páez. Con una pequeña escolta
llegó a Guayana el 2 de abril de 1817. Las relaciones con Piar desde el comienzo no fueron
buenas pues ambos tenían una posición distinta de cómo se deberían llevar las cosas.
Finalmente Piar se adaptó a la voluntad de Bolívar pero aún con mucho recelo.

El plan de ofensiva fue rápido. Bolívar concibió una concentración de fuerzas entre Angostura
y Guayana, logra su objetivo y finalmente por fin constituye el Ejercito del Orinoco. Entre
tanto Morillo ha terminado de “pacificar” a la Nueva Granada y se dispone a iniciar la
campaña en Venezuela. En Guayana Bolívar tuvo que afrontar la enemistad manifiesta de

27
Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

Manuel Piar. Finalmente Piar inició una intriga desleal, tratando de producir un levantamiento
de las gentes de color, acusando a Bolívar de haberlo destituido. Los sucesos dieron lugar a un
Consejo de Guerra y Piar fue fusilado. Hecho lamentable pero que le dio un poco de
tranquilidad Bolívar para seguir organizando su ejército con los llaneros. Se autoridad se
consolidó y por fin pudo alistar un ejército de 5000 hombres para comenzar la ofensiva. Pero,
una vez más encontró un nuevo obstáculo, Páez también comenzó a desobedecer y entorpeció
la campaña. Todos estaba rodeado de españoles, Bolívar sólo tenía dominio de la Guayana.

A pesar de las dificultades Bolívar navegó el Orinoco hacia Angostura con el ánimo de
constituir un Congreso para crear un poder público de gran solidez, que tendría que garantizar
la estabilidad política, social y económica. Era paradójico que sin haber expulsado aún a los
españoles, se constituyera un Congreso, menos aún cuando no se tenía la ventaja militar, pero
Bolívar ya sabía que si no se creaba un orden político que organizara el escenario para la
creación de la República, los intentos de las armas estarían sin soporte alguno y no tendrían un
norte. Así que en medio de la desesperación Bolívar va a crear una nueva realidad, comienza a
dar los fundamentos para la creación de un República. En las aguas del Orinoco iba
escribiendo y preparando su mejor discurso. El de Angostura.

La segunda guerra de independencia había comenzado, no con muy buenos resultados al


principio, pero la suerte estaba decidida a favor de Suramérica, faltarían unos meses para las
campañas de Boyacá y Carabobo, episodios que analizaremos en la próxima conferencia, se
anunciaba pues el nacimiento de una República. En las aguas del Orinoco venía un hombre
que al mismo tiempo planeaba una guerra, y sin esperar el desenlace de la contienda ya estaba
creando una nación.

En el año 1819 Bolívar venía navegando por el río Orinoco, a pesar de que Fernando VII se
sentía victorioso por la empresa de “pacificación” de Morillo, y la causa independista tenía
serias dificultades, Bolívar venía lleno de entusiasmo y trabajaba en las ideas principales del
discurso que pronunciaría en la instalación del Congreso de Angostura. Mario Hernández
Sánchez expresó sencilla y contundentemente que “la idea fundamental [de Bolívar para ese
momento] consistía en la construcción de un poder público de gran solidez, capaz de organizar
y garantizar la estabilidad social, la igualdad racial de derechos y de trabajar con denuedo para

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

conseguir un equilibrio económico”.18 Ya lo había anunciado en la conferencia pasada: en las


aguas del Orinoco venía un hombre que al mismo tiempo de planear una guerra y, sin esperar
el desenlace de ésta, ya estaba creando una nación. Efectivamente, en el calor de la contienda
se estaban creando los conceptos y las ideas para el nacimiento de una gran república, pronto
aparecería en el mundo la gran república colombiana.

Bolívar convocó en Angostura a veintitrés miembros honorables para instalar el Congreso, que
representaban a varias provincias. Volvamos a la excelente biografía política de Mario
Hernández donde dice: “Bolívar entró en el recinto congresal —el salón de una vieja casona
española de sillares pétreos y artesanado de madera noble— rodeado de un nutrido grupo de
oficiales formando su decidido acompañamiento. En medio de una formidable expectación,
ocupó la tribuna e inició un discurso —«Discurso de Angostura»—que es la pieza clave de su
pensamiento constitucional y, desde luego, el documento político de mayor densidad
producido por Bolívar. En él expuso los fundamentos intelectuales de su mando supremo, que
después de la derrota, necesitaba consolidar”.19

Asistimos pues, a la presentación del discurso más importante en el pensamiento de Simón


Bolívar. Escrito que en mi concepto, es el documento fundacional de nuestra historia
colombiana. Antes de explicar los acontecimientos que dieron lugar a la creación de la Gran
Colombia, escuchemos con atención las ideas más fundamentales de tan brillante discurso, el
Discurso de Angostura de 1819.

El Discurso de Angostura

“¡Dichoso el ciudadano que bajo el escudo de las armas de su mando ha convocado la


soberanía nacional para que ejerza su voluntad absoluta! Yo, pues, me cuento entre los seres
más favorecidos de la Divina Providencia, ya que he tenido el honor de reunir a los
representantes del pueblo de Venezuela en este augusto Congreso, fuente de la autoridad
legítima, depósito de la voluntad soberana y árbitro del destino de la nación”.20 En el

18 Mario Hernández Sánchez-Barba, Simón Bolívar. Una Pasión política, Ariel, 2004, p. 152.
19 Ibíd. p. 153.
20 Simón Bolívar, Discurso de Angostura. Tomado de: Fernando González, Mi Simón Bolívar, Universidad Pontificia

Bolivariana, 1995, p. 183.

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

preámbulo de este discurso ya encontramos los conceptos fundamentales para la creación de


una república. Vemos un guerrero que se proclama ciudadano, es decir, que aspira dejar las
armas después de la victoria para luego crear ciudadanía. Y a continuación convoca la
soberanía nacional como fuerza suprema de una República.

En primer lugar Bolívar precisa el balance que ya había hecho en Jamaica, sobre el pasado de
nuestras tierras, pero ahora sus conclusiones son más contundentes: “Uncido el pueblo
americano al triple yugo de la ignorancia, de la tiranía y del vicio, no hemos podido adquirir, ni
saber, ni poder, ni virtud. Discípulos de tan perniciosos maestros las lecciones que hemos
recibido, y los ejemplos que hemos estudiado, son los más destructores. Por el engaño se nos
ha dominado más que por la fuerza; y por el vicio se nos ha degradado más bien que por la
superstición. La esclavitud es la hija de las tinieblas; un pueblo ignorante es un instrumento
ciego de su propia destrucción; la ambición, la intriga, abusan de la credulidad y de la
inexperiencia, de hombres ajenos de todo conocimiento político, económico o civil; adoptan
como realidades las que son puras ilusiones; toman la licencia por la libertad; la traición por el
patriotismo; la venganza por la justicia. Semejante a un robusto ciego que, instigado por el
sentimiento de sus fuerzas, marcha con la seguridad del hombre más perspicaz, y dando en
todos los escollos no puede rectificar sus pasos. Un pueblo pervertido si alcanza su libertad,
muy pronto vuelve a perderla; porque en vano se esforzarán en mostrarle que la felicidad
consiste en la práctica de la virtud; que el imperio de las leyes es más poderoso que el de los
tiranos, porque son más inflexibles, y todo debe someterse a su benéfico rigor; que las buenas
costumbres, y no la fuerza, son las columnas de las leyes; que el ejercicio de la justicia es el
ejercicio de la libertad”.21

Luego, una advertencia dolorosa, pero una advertencia que quería salvarnos de la ingenuidad
reinante en la época, que consistía en creer que con sólo invocar la voluntad de los pueblos el
hombre se volvería virtuoso. Bolívar lo sabía y temía que las democracias modernas, por
aquella ingenuidad, terminaran siendo las tiranías disfrazadas de democracia, que
lamentablemente tenemos hoy. “Muchas naciones antiguas y modernas han sacudido la
opresión; pero son rarísimas las que han sabido gozar de algunos preciosos momentos de
libertad; muy luego han recaído en sus antiguos vicios políticos; porque son los pueblos, más

21 Ibíd. p. 186.

30
Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

bien que los gobiernos, los que arrastran tras sí la tiranía. El hábito de la dominación, los hace
insensibles a los encantos del honor y de la prosperidad nacional; y miran con indolencia la
gloria de vivir en el movimiento de la libertad, bajo la tutela de leyes dictadas por su propia
voluntad. Los fastos del universo proclaman esta espantosa verdad”.22

Más adelante otra advertencia que, tampoco nunca tuvimos en cuenta, aquella era sobre la
necesidad de no imitar la constitución de los Estados Unidos, que por más perfecta que se
viera no era adecuada a nuestras condiciones. Más aún de no imitar gobiernos por más
perfectos que ellos fueran. “Mas por halagüeño que parezca, y sea en efecto este magnífico
sistema federativo, no era dado a los venezolanos gozarlo repentinamente al salir de las
cadenas. No estábamos preparados para tanto bien; el bien, como el mal, da la muerte cuando
es súbito y excesivo. Nuestra constitución moral no tenía todavía la consistencia necesaria para
recibir el beneficio de un gobierno completamente representativo, y tan sublime que podía ser
adaptado a una república de santos. ¡Representantes del Pueblo! Vosotros estáis llamados para
consagrar, o suprimir cuanto os parezca digno de ser conservado, reformado, o desechado en
nuestro pacto social. A vosotros pertenece el corregir la obra de nuestros primeros
legisladores; yo querría decir, que a vosotros toca cubrir una parte de la belleza que contiene
nuestro Código político; porque no todos los corazones están formados para amar a todas las
beldades; ni todos los ojos, son capaces de soportar la luz celestial de la perfección. El libro de
los Apóstoles, la moral de Jesús, la obra Divina que nos ha enviado la Providencia para mejorar
a los hombres, tan sublime, tan santa, es un diluvio de fuego en Constantinopla, y el Asia
entera ardería en vivas llamas, si este libro de paz se le impusiese repentinamente por código de
religión, de leyes y de costumbres. Séame permitido llamar la atención del Congreso sobre una
materia que puede ser de una importancia vital. Tengamos presente que nuestro pueblo no es
el europeo, ni el americano del norte, que más bien es un compuesto de África y de América,
que una emanación de Europa, pues que hasta España misma, deja de ser Europa por su
sangre africana, por sus instituciones y por su carácter. Es imposible asignar con propiedad a
qué familia humana pertenecemos. La mayor parte del indígena se ha aniquilado, el europeo se
ha mezclado con el americano y con el africano, y éste se ha mezclado con el indio y con el
europeo. Nacidos todos del seno de una misma madre, nuestros padres, diferentes en origen y
en sangre, son extranjeros, y todos difieren visiblemente en la epidermis; esta desemejanza trae

22 Ibíd. p. 188.

31
Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

un reato de la mayor trascendencia”.23

Y después vienen sus más lucidas lecciones, “El sistema de gobierno más perfecto es aquel que
produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de
estabilidad política. […] Un gobierno republicano ha sido, es, y debe ser el de Venezuela; sus
bases deben ser la soberanía del pueblo, la división de los poderes, la libertad civil, la
proscripción de la esclavitud, la abolición de la monarquía y de los privilegios. Necesitamos de
la igualdad para refundir, digámoslo así, en un todo, la especie de los hombres, las opiniones
políticas y las costumbres públicas. […] ¿No dice el Espíritu de las Leyes que éstas deben ser
propias para el pueblo que se hacen? ¿Que es una gran casualidad que las de una nación
puedan convenir a otra? ¿Que las leyes deben ser relativas a lo físico del país, al clima, a la
calidad del terreno, a su situación, a su extensión, al género de vida de los pueblos? ¿Referirse
al grado de libertad que la Constitución puede sufrir, a la religión de los habitantes, a sus
inclinaciones, a sus riquezas, a su número, a su comercio, a sus costumbres, a sus modales? ¡He
aquí el Código que debíamos consultar, y no el de Washington! […] Los códigos, los sistemas,
los estatutos por sabios que sean son obras muertas que poco influyen sobre las sociedades:
¡hombres virtuosos, hombres patriotas, hombres ilustrados constituyen las repúblicas!”24

Efectivamente, una de las más importante lecciones que nos dejó Bolívar fue la imperiosa
necesidad de criar nuevos hombres, virtuosos, patriotas, ilustrados, una empresa difícil, que no
se conseguía con la simple invocación de una constitución perfecta y liberal, Bolívar hablaba de
educación, pero nadie entendió nada. Sí, educación, independencia y autenticidad, pero nadie
entendió nada. “Que no se pierdan, pues, las lecciones de la experiencia; y que las secuelas de
Grecia, de Roma, de Francia, de Inglaterra y de América nos instruyan en la difícil ciencia de
crear y conservar las naciones con leyes propias, justas, legítimas, y sobre todo útiles. No
olvidando jamás que la excelencia de un gobierno no consiste en su teoría, en su forma, ni en
su mecanismo, sino en ser apropiado a la naturaleza y al carácter de la nación para quien se
instituye”.25

Más adelante, vendría la propuesta más temeraria y controvertida que propuso Bolívar en este

23 Ibíd. p. 189.
24 Ibíd. p. 191.
25 Ibíd. p. 194.

32
Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

Discurso, todos prefirieron ignorarla, juzguen ustedes mismos, a la luz de lo que son hoy
nuestros gobiernos. “Si el Senado en lugar de ser electivo fuese hereditario, sería en mi
concepto la base, el lazo, el alma de nuestra República. Este Cuerpo en las tempestades
políticas pararía los rayos del gobierno, y rechazaría las olas populares. Adicto al gobierno por
el justo interés de su propia conservación, se opondría siempre a las invasiones que el pueblo
intenta contra la jurisdicción y la autoridad de sus magistrados. Debemos confesarlo: los más
de los hombres desconocen sus verdaderos intereses y constantemente procuran asaltarlos en
las manos de sus depositarios; el individuo pugna contra la masa, y la masa contra la autoridad.
Por tanto, es preciso que en todos los gobiernos exista un cuerpo neutro que se ponga siempre
de parte del ofendido y desarme al ofensor. Este cuerpo neutro, para que pueda ser tal, no ha
de deber su origen a la elección del gobierno, ni al del pueblo; de modo que goce de una
plenitud de independencia que ni tema, ni espere nada de estas dos fuentes de autoridad. El
Senado hereditario como parte del pueblo, participa de sus intereses, de sus sentimientos y de
su espíritu. Por esta causa no se debe presumir que un Senado hereditario se desprenda de los
intereses populares, ni olvide sus deberes legislativos. Los senadores en Roma, y los lores en
Londres, han sido las columnas más firmes sobre que se ha fundado el edificio de la libertad
política y social. Estos senadores serán elegidos la primera vez por el Congreso. Los sucesores
al Senado llaman la primera atención del gobierno, que debería educarlos en un colegio
especialmente destinado para instruir aquellos tutores, legisladores futuros de la patria.
Aprenderían las artes, las ciencias y las letras que adornan el espíritu de un hombre público;
desde su infancia ellos sabrían a qué carrera la Providencia los destinaba y desde muy tiernos
elevarían su alma a la dignidad que los espera. De ningún modo sería una violación de la
igualdad política la creación de un Senado hereditario; no es una nobleza la que pretendo
establecer, porque, como ha dicho un célebre republicano, sería destruir a la vez la igualdad y la
libertad. Es un oficio para el cual se deben preparar los candidatos, y es un oficio que exige
mucho saber, y los medios proporcionados para adquirir su instrucción. Todo no se debe dejar
al acaso y a la ventura en las elecciones: el pueblo se engaña más fácilmente que la naturaleza
perfeccionada por el arte; y aunque es verdad que estos senadores no saldrían del seno de las
virtudes, también es verdad que saldrían del seno de una educación ilustrada”.26

Luego pasaba a advertir una vez más. “No seamos presuntuosos, legisladores; seamos

26 Ibíd. p. 189.

33
Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

moderados en nuestras pretensiones. No es probable conseguir lo que no ha logrado el género


humano; lo que no han alcanzado las más grandes y sabias naciones. La libertad indefinida, la
democracia absoluta, son los escollos adonde han ido a estrellarse todas las esperanzas
republicanas. Echad una mirada sobre las repúblicas antiguas, sobre las repúblicas modernas,
sobre las repúblicas nacientes; casi todas han pretendido establecerse absolutamente
democráticas, y a casi todas se les han frustrado sus justas aspiraciones. Son laudables
ciertamente hombres que anhelan por instituciones legítimas y por una perfección social; pero
¿quién ha dicho a los hombres que ya poseen toda la sabiduría, que ya practican toda la virtud,
que exigen imperiosamente la liga del poder con la justicia? ¡Ángeles, no hombres, pueden
únicamente existir libres, tranquilos y dichosos, ejerciendo todos la potestad soberana! […]
Unidad, unidad, unidad, debe ser nuestra divisa. La sangre de nuestros ciudadanos es diferente,
mezclémosla para unirla; nuestra Constitución ha dividido los poderes, enlacémoslos para
unirlos; nuestras leyes son funestas reliquias de todos los despotismos antiguos y modernos,
que este edificio monstruoso se derribe, caiga y apartando hasta sus ruinas, elevemos un
templo a la justicia […]”27

Y finalmente, quiero presentar de este discurso la primera invocación para el nacimiento de


nuestra gran república, escuchemos pues, las palabras gloriosas de la fundación de nuestros
destinos. “La reunión de Nueva Granada y Venezuela en un grande Estado ha sido el voto
uniforme de los pueblos y gobiernos de estas Repúblicas. La suerte de la guerra ha verificado
este enlace tan anhelado por todos los colombianos; de hecho estamos incorporados. Estos
pueblos hermanos ya os han confiado sus intereses, sus derechos, sus destinos. Al contemplar
la reunión de esta inmensa comarca, mi alma se remonta a la eminencia que exige la
perspectiva colosal, que ofrece un cuadro tan asombroso. Volando por entre las próximas
edades, mi imaginación se fija en los siglos futuros, y observando desde allá, con admiración y
pasmo, la prosperidad, el esplendor, la vida que ha recibido esta vasta región, me siendo
arrebatado y me parece que ya la veo en el corazón del universo, extendiéndose sobre sus
dilatadas costas, entre esos océanos, que la naturaleza había separado, y que nuestra patria
reúne con prolongados y anchurosos canales. Ya la veo servir de lazo, de centro, de emporio a
la familia humana; ya la veo enviando a todos los recintos de la tierra los tesoros que abrigan
sus montañas de plata y de oro; ya la veo distribuyendo por sus divinas plantas la salud y la

27 Ibíd. p. 200.

34
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vida a los hombres dolientes del antiguo universo; ya la veo comunicando sus preciosos
secretos a los sabios que ignoran cuan superior es la suma de las luces, a la suma de las
riquezas, que le ha prodigado la naturaleza. Ya la veo sentada sobre el trono de la libertad,
empuñando el cetro de la justicia, coronada por la gloria, mostrar al mundo antiguo la majestad
del mundo moderno”.28 Estos sublimes pensamientos, eran los motivos que sentía Bolívar para
crear la Gran Colombia, hablaba de siglos futuros. ¿Acaso el dolor que hemos soportado en
estos dos primeros siglos, no serán la antesala y la lucha necesaria para que en unos siglos
futuros, la libertad del mundo y la gloria de la humanidad moderna, sean la característica de
nuestras tierras en Suramérica? Yo creo que nosotros nacimos para lo grande, para la libertad,
me niego a pensar que las luchas de Bolívar, del Che Guevara y otras más porvenir sean en
vano.

La creación de Colombia

Mientras que Bolívar ha instalado el Congreso de Angostura, Morillo se encuentra en una feroz
campaña contra Páez. En medio de todo esto Bolívar vuelve a dirigir su atención en un nuevo
plan para liberar a Caracas, pero las circunstancias le fueron adversas, pues los patriotas al
mando estaban recelosos para emprender esta empresa. Mariño sólo quería ir a Cumana,
Arismendi no quería salir de Margarita, Brion sólo se interesaba por el Caribe y Páez a duras
penas podía resistir a Morillo. A pesar de que Bolívar gozaba de gran prestigio y del mando
supremo, a la hora de organizarse la lucha, no prevalecía una cadena de mando sino la
diversidad de opiniones e intereses particulares. Ante dicha adversidad Bolívar decide buscar
fuera de Venezuela el ejército que necesitaba para enfrentarse a Morillo.

En esta ocasión piensa en los hombres de Casanare y decide dar un giro total a sus planes.
Aunque muchos no lo creyeran ni se lo esperasen, su objetivo nuevo sería apoderarse de
Nueva Granada. Consiguió reunir más de 2500 hombres, cruzaron el Arauca y empezaron el
ascenso por el Paso de Pisba, a cuatro mil metros de altura.

Más dura que cualquier enfrentamiento fue la dura marcha que tuvieron que emprender unos
hombres acostumbrados al llano, y que nunca en sus vidas se habían enfrentado a las alturas de

28 Ibíd. p. 207.

35
Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

los andes, pero la persistencia de Bolívar al frente no los dejaba decaer. Las penalidades de las
marchas fueron muchas, lluvias torrenciales, los macizos y picos producían espanto, algunas
mulas y hombres se caían por los abismos. No se ha señalado lo suficiente, pero esta osadía fue
una de las más grande aventuras de las gestas humanas. Sin embargo con todo y muertes, el
ascenso se dio y por fin llegaron a la localidad de Socha, llegaron hambrientos y prácticamente
desnudos. En esta ocasión la población fue benévola y les proporcionó alimentos, vestidos,
caballos y algunas armas. Bolívar no esperó casi nada y de inmediato comenzó el ataque.

El 15 de junio de 1819 se les unió Soublette con la Legión Británica y un buen número de
nuevos voluntarios granadinos. De una manera audaz organizó un ataque contra el
comandante español Barreiro. Éste tomo posición firme en el Pantano de Vargas y superó en
hombres a Bolívar, de tal manera que los patriotas se vieron cercados y en desventaja. Acá fue
donde ocurrió la muy conocida anécdota heroica de Rondón. Mario Hernández relata el
episodio así: “Cuando el Presidente de Venezuela se vio al borde de la derrota, le gritó al
comandante de la caballería llanera, coronel Juan José Rondón: «¡Coronel, salve usted la
patria!» Rondón saltó como un resorte y, volviéndose hacia sus llaneros, les gritó: «Camaradas,
los que sean valientes síganme que en este momento triunfamos.» Le siguieron catorce jinetes
e, inmediatamente, el resto de la caballería llanera. Las líneas españolas se rompieron y en la
confusión producida, el ejército republicano pudo rehacerse. Barreiro, consciente de la escasez
de efectivos, trató de retirarse hacía Bogotá para reunirse con el virrey Sámano. Bolívar se
apoderó de Tunja, de modo que el único camino que quedaba para llegar a Bogotá era el
puente de Boyacá.”29

Bolívar volvió a actuar como un gran estratega y rodeó el puente antes de la llegada de los
españoles. El general Barreiro no pudo resistir el ataque de la caballería de Bolívar y se rindió
con 1600 soldados. Apresuró pues Bolívar su marcha hacia Bogotá mientras que el virrey
Sámano emprendía la huída. La entrada triunfal de los patriotas a Bogotá se dio el 10 de agosto
de 1819, pero la guerra aún no había terminado, faltaba arrebatarle a Morillo la ciudad de
Caracas.

En Bogotá se estableció un gobierno provisional con Santander como vicepresidente y el

29 Mario Hernández Sánchez-Barba, Simón Bolívar. Una Pasión política, Ariel, 2004, p. 159.

36
Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

Libertador marchó a Pamplona para organizar los planes de la nueva expedición. El triunfo de
Boyacá supuso una mayor ventaja militar y política hasta el punto que Morillo terminó
firmando un armisticio con Bolívar, más tarde se reunirían en el lugar de Santa Ana y
acordarían una regularización de la guerra, ahora la ventaja era la de los patriotas. Incluso el
mismo Morillo reconoció la grandeza de Bolívar, en un informe para el gobierno español que
nos muestra Mario Hernández. Morillo expresó lo siguiente sobre Bolívar: «Nada es
comparable a la incansable actividad de este caudillo. Su arrojo y su talento son sus títulos para
mantenerse a la cabeza de la revolución y de la guerra; pero es cierto que tiene de su estirpe
española rasgos y cualidades que le hacen muy superior a cuantos le rodean: él es la
revolución».30 Una carta más del propio Bolívar muestra la ventaja que tenía en ese momento:
«Sólo Morillo es fuerte… y lo tengo inactivo por mis maniobras… Dos ejércitos tengo
ofensivos, el primero marcha a Quito y el otro está invadiendo, a la vez las provincias de
Cartagena, Santa Marta y Maracaibo… Si Morillo me busca, me encuentra y lo destruyo; y si
me espera es inevitable su ruina».31

Luego de varios movimientos, Bolívar logró organizar un ejército constituido por 6.500
hombres. No voy a detallar cada uno de los pasos de la contienda, baste decir que otra vez
prevaleció la inteligencia de Bolívar, y su caballería volvió a triunfar sobre los españoles, y así,
el ejército libertador obtuvo una nueva y contundente victoria, esta vez en Carabobo. Después
de esto pudo Bolívar entrar una vez más triunfante a Caracas. Con el triunfo en Boyacá y
Carabobo el Libertador tenía el camino abierto para realizar su gran sueño: la creación de la
Gran Colombia. Ahora comenzaba a vivir la cúspide de su gloria, faltaba aún el tiempo del
desengaño, el tiempo en que Santander y Páez junto a otros, comienzan a derrumbar el sueño
bolivariano.

Se convocó un nuevo Congreso en Cúcuta el 6 de mayo de 1821. En éste se organizó


jurídicamente la República de La Gran Colombia que había sido creada en 1.819 por la ley
fundamental del Congreso de Angostura. La nueva república era inmensa y estaba dividida en
tres departamentos: Venezuela, Cundinamarca y Quito. Su primer presidente el Libertador
Simón Bolívar. Escuchemos la primera parte del juramento que pronunció en este nuevo

30
Citado en: Mario Hernández Sánchez-Barba, Simón Bolívar. Una Pasión política, Ariel, 2004, p. 162.
31
Ibíd., p. 163.

37
Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

congreso:

“El juramento sagrado que acabo de presta en calidad de Presidente de Colombia es para mí
un pacto de conciencia que multiplica mis deberes de sumisión a la ley y a la patria. Sólo un
profundo respeto por la voluntad soberana me obligaría a someterme al formidable peso de la
suprema magistratura. La gratitud que bebo a los representantes del pueblo, me impone
además la agradable obligación de continuar mis servicios por defender, con mis bienes, con
mi sangre y aun con mi honor, esta constitución que encierra los derechos de los pueblos
humanos, ligados por la libertad, por el bien y por la gloria. La constitución de Colombia será
junto con la independencia la ara santa, en la cual haré los sacrificios. Por ella marcharé a las
extremidades de Colombia a romper las cadenas de los hijos del Ecuador, a convidarlos con
Colombia, después de hacerlos libres”.32

Bolívar no se detuvo, faltaba terminar la guerra de independencia bolivariana en el sur. Pero


ahora se iba con la dicha de haber visto surgir la gran República de Colombia, sus ideas del
Discurso de Angostura ahora reclamaban asidero en la realidad de un inmenso territorio.

Con mucha pompa e ingenuidad los colombianos celebramos el grito de Independencia de


1810, pero ya sabemos que esta fecha fue una más, entre las muchas que inauguraron las
patrias bobas en América. Es lamentable que los colombianos tengan más conciencia de la
anécdota fútil de un florero, y menos conciencia por ejemplo, de la lucha valiente de los
Comuneros, verdadero preámbulo de nuestra emancipación. Y más lamentable aún, el hecho
que ya se aproxima el año 2019, donde cumpliremos 200 años de nuestra verdadera
independencia y 200 años de existencia, y la mayoría de los colombianos siguen ignorando el
significado del año de 1819. Año glorioso en el que un hombre llamado Bolívar, creó una
nación.

Colombia nació gritando por la libertad, y aún lo sigue haciendo. Ese grito comenzó en la voz
de Bolívar, y ese grito no ha terminado.

32Simón Bolívar, citado en: Vicente Lecuna, Proclamas y discursos del Libertador, Gobierno de Venezuela, Caracas,
1938, p. 266.

38
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En el año 1821 en Cúcuta se instaló el Congreso Constituyente de Colombia. La República de


la Gran Colombia ya había nacido y ahora se organizaba su administración. Pero el juramento
de Bolívar, de liberar a Suramérica totalmente del imperio español, aún no se había cumplido.
Por lo tanto este fundador de naciones, no tuvo tiempo de celebrar su victoria, sino que volvió
a tomar las armas, y como un buen guerrero que no espera, centró toda su atención en el sur.

¿Qué faltaba por liberar?, nada más y nada menos que el Virreinato del Perú, principal bastión
de los españoles y peligro inminente para la nueva República creada. Pero el sólo hecho de
pensar la empresa de liberación ya era difícil. Mario Hernández nos cuenta al respecto lo
siguiente: “Llevar la guerra hasta el Virreinato, suponía una operación de gran envergadura,
que, con toda evidencia, precisaba el apoyo de la opinión pública, nada fácil de conseguir
porque no era sencillo persuadir a los propios oficiales del ejército para que, recién terminada
la campaña de Nueva Granada, comenzasen otra cuyo objetivo consistía en neutralizar el
fuerte baluarte español. Sólo Bolívar se mostraba dispuesto a comprender su propia razón,
consistente en asegurar, precisamente, la independencia de la República de la Gran
Colombia”.33

A pesar de las dificultades Bolívar logró poner en marcha su nueva empresa. En un primer
momento pensó movilizar a sus hombres por vía marítima para evitarse extenuantes y largos
desplazamientos, pero Chile no se lo permitió, de tal manera que le tocó realizar el largo viaje
terrestre por Pasto, lugar donde encontró una primera resistencia, que afortunadamente pronto
superó. Mientras tanto Antonio José de Sucre, el hombre más fiel a Bolívar y quizá el de mayor
honor y gallardía, había exterminado a los españoles que quedaba en Quito. Así pues que
estaban dadas las condiciones para emprender la lucha por el Perú.

Pero al Perú, también se acercaba José de San Martín, éste otro general independista que había
luchado por la liberación de Argentina y Chile tenía sus propios proyectos para este Virreinato.
Sólo que su interés era muy apuesto al ideal republicano de Bolívar, puesto que San Martín
quería una solución monárquica para este territorio, literalmente pretendía remplazar al poder
español con un príncipe europeo que viniera a ejercer el control. La idea no podía ser ya más
absurda para el concepto de independencia de Bolívar, pero el carácter conservador de la elite

33 Mario Hernández Sánchez-Barba, Simón Bolívar. Una pasión política, Ariel, 2004, p.171.

39
Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

peruana ya había nombrado a San Martín como su protector, y su proceso de independencia


no apuntaba ciertamente a la fundación de una República.

Entre tanto, con la ayuda de Sucre, Bolívar obtiene una nueva victoria en Pichincha, se anuncia
pues la entrada triunfal de Bolívar a Quito, es en este gran momento que Bolívar conoce a su
bella loca, Manuela Sáenz su más apasionado amor. Perú estaba pendiente, Bolívar meditaba
sus opciones mientras disfrutaba de las mieles de la gloria y el amor.

San Martín se entera de que Bolívar domina cada vez más el territorio ecuatoriano, y no le
queda más alternativa que hablar con él. Dada la posición privilegiada del gobierno
Colombiano, tiene que considerar sus proyectos para el Perú con el Libertador y creador de
Colombia. Se entrevistan en privado, y después de esta conversación San Martín decide
retirarse de la escena y se marcha hacia Europa. Sin duda, la superioridad militar de Bolívar y la
fuerza de sus argumentos se impusieron a la pretensión de importar un príncipe europeo para
el Perú. Ahora todo estaba decidido, Bolívar sigue con los placeres que le brinda su amante,
pero ahora después de la pasión, tenía que preparar su nueva campaña militar.

En el Perú la situación no era tan fácil para Bolívar, pues la élite criolla era más inclinada a la
monarquía española que a la idea de llevar hasta las últimas consecuencias una total
emancipación. De tal manera que un gran sector encabezado por Riva Agüero, un hombre
bastante taimado, comenzó a desprestigiar a Bolívar y a hablar de un peligroso imperialismo
colombiano, para luego empezar a hacer pactos con los españoles, éstos últimos que hacían
parte del último ejército español. Finalmente, Bolívar se ganó un buen número de políticos
limeños y de ellos obtuvo la aprobación para acabar con Riva Agüero y dar por fin esa última
campaña contra el Virrey La Serna.

El momento decisivo llegó. El último enfrentamiento se daría lugar en la llanura de Junín, no


voy a relatar las muchas movilizaciones que se hicieron antes y durante la batalla, batalla
definitiva para el triunfo de Bolívar. Baste señalar una característica esencial que nos relata
Mario Hernández: “El triunfo de los republicanos estuvo centrado en la utilización del sistema
de combate llanero, cuando el grueso de la caballería española se lanzaba sobre los escuadrones
republicanos en retirada y éstos, a la orden de «¡Vuelvan caras!», aguantaron a pie firme,

40
Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

recibiendo en sus lanzas a las unidades españolas, sin que éstas lo esperasen y, en consecuencia,
sin tiempo para reaccionar cambiando la flecha de la carga, por el caos de la retirada”.34 Pero
aún quedaban españoles. Bolívar se apresuraba pero tuvo la desagradable sorpresa de enterarse
que Santander se rehusaba a mandarle recursos y hombres, con excusas y razones legales que
desesperaban a cualquiera, puesto que se estaba en la lucha final y era fatal ceder cualquier
ventaja al enemigo. Sin embargo, el valor de Sucre y Córdoba ayudaron a culminar con éxito la
última contienda con los españoles. Después de tantos años de guerra, en los campos de
Ayacucho se selló la victoria de Bolívar, había cumplido su juramento.

Perú estaba pues libre de los españoles, y desde ahora hacía parte de los países que
compartirían eternamente su origen y su padre fundador: Simón Bolívar. Estos países serían
más adelante los actuales Colombia, Venezuela, Ecuador y Perú. Pero nos falta hablar de uno.
En el Alto Perú, una región que también tenía injerencia política argentina, quería ser
independiente. Se realizó entonces una asamblea que votó la independencia de un nuevo
Estado el 6 de agosto de 1825, un Estado que se nombró en honor a Bolívar: BOLIVIA.

Con este nuevo Estado republicano apareció para Bolívar la oportunidad de meditar y
proponer un pensamiento constitucional. En una carta que le envió a Santander en 1825,
Bolívar decía: “Estoy haciendo una Constitución muy fuerte y muy bien combinada sin violar
ninguna de las tres unidades y revocando, desde la esclavitud abajo, todos los privilegios”.35

Efectivamente esta constitución, salida toda de la cabeza de Bolívar, significa una gran
revolución en el pensamiento constitucional de Suramérica para esa época. Un proyecto
constitucional que en lo esencial no sería tomado en cuenta, pero que prometía ser una muy
buena opción para la coyuntura de una nación en nacimiento.

El proyecto constitucional de Bolívar configuraba tres campos políticos, que nos los explica
Mario Hernández de la siguiente forma: “En el campo de las libertades, la abolición de las
castas, la esclavitud y los privilegios; respondiendo al deseo igualitarista, el Poder Electoral, era
una vía para conseguir el equilibrio social. Y el campo más importante y decisivo, era la

34 Ibíd., p. 197.
35 Ibíd., p. 215.

41
Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

creación de un poder presidencial”.36 Antes de proseguir con la cita quiero advertirles que la
idea que viene a continuación, es el juicio más acertado, breve y claro sobre este proyecto
constitucional. Dice pues Mario Hernández: “Sin duda, la solución constitucional de Bolívar
ofrece una solución política; rechaza el Estado absolutista, pero sin el debilitamiento del
Estado que, estima, es el defensor natural de los débiles y el mejor instrumento capaz de
extender el bien público a través de las leyes que corrigen las diferencias que pudieran
producirse en la relación política, es decir, en la convivencia social”.37 Y yo quiero seguir
subrayando, el problema fundamental para Bolívar era luchar por el bien de lo público. De ahí
su aporte para los siglos venideros.

Conozcamos pues unos apartes del discurso que pronunció Bolívar38, en Lima el 25 de mayo
de 1826 frente el Congreso de Bolivia donde analizó su proyecto de constitución. Y como
siempre su escritura era de una belleza y de una contundencia extraordinaria. Escuchemos:

“He recogido todas mis fuerzas para exponeros mis opiniones sobre el modo de manejar
hombres libres, por los principios adoptados entre los pueblo cultos, aunque las lecciones de la
experiencia sólo muestran largos períodos de desastres, interrumpidos por relámpagos de
ventura. ¿Qué guías podremos seguir a la sombra de tan tenebrosos ejemplos? Legisladores,
vuestro deber os llama a resistir el choque de dos monstruosos enemigos que recíprocamente
se combaten, y ambos os atacarán a la vez: la tiranía y la anarquía forman un inmenso océano
de opresión, que rodea a una pequeña isla de libertad, combatida perpetuamente por la
violencia de las olas y de los huracanes que la arrastran sin cesar a sumergirla. Mirad el mar que
vais a surcar con una frágil barca, cuyo piloto es tan inexperto”.

Observen una vez más su interés por el ejercicio de lo público.

“Cada diez ciudadanos nombran un elector; con lo que se encuentra la nación representada por
el décimo de sus ciudadanos. No se exigen sino capacidades, ni se necesita de poseer bienes,
para representar la augusta función del soberano; mas debe saber escribir sus votaciones,

36 Ibíd., p. 217.
37 Ibíd., p. 217.
38 Tomados de Simón Bolívar, Discursos y Proclamas, Biblioteca Ayacucho Digital.

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

firmar su nombre y leer las leyes. Ha de profesar una ciencia o un arte que le asegure un
alimento honesto. No se le ponen otras exclusiones que las del vicio, de la ociosidad y de la
ignorancia absoluta. Saber y honradez, no dinero, requiere el ejercicio del poder público”.

Y miremos la parte que fue más controvertida, la figura de un presidente con poder vitalicio
que para Bolívar significaba la solidez de un sistema republicano, y para muchos, según ellos,
era una forma monárquica. Nadie entendió nada, nadie entendió la preocupación de Bolívar
por conseguir la estabilidad que exigía la fundación de una República.

“El Presidente de la república viene a ser en nuestra Constitución como el sol que firme en su
centro da vida al universo. Esta suprema autoridad debe ser perpetua; porque en los sistemas
sin jerarquía, se necesita, más que en otros, un punto fijo alrededor del cual giren los
magistrados y los ciudadanos, los hombres y las cosas. Dadme un punto fijo, decía un antiguo,
y moveré el mundo. Para Bolivia este punto es el presidente vitalicio. En él estriba todo
nuestro orden, sin tener por esto acción. Le han cortado la cabeza para que nadie tema sus
intenciones, y le han ligado las manos para que a nadie dañe. El Presidente de Bolivia participa
de las facultades del Ejecutivo americano, pero con restricciones favorables al pueblo. […] El
presidente de Bolivia está privado de todas las influencias: no nombra los magistrados, los
jueces, ni las dignidades eclesiásticas, por pequeñas que sean. Esta disminución de poder no la
ha sufrido todavía ningún gobierno bien constituido; ella añade trabas sobre trabas a la
autoridad de un jefe que hallará siempre a todo el pueblo dominado por los que ejercen las
funciones más importantes de la sociedad. Los sacerdotes mandan en las conciencias, los
jueces en la propiedad, el honor y la vida, y los magistrados en todos los actos públicos. No
debiendo éstos sino al pueblo sus dignidades, su gloria y su fortuna, no puede el presidente
esperar complicarlos en sus miras ambiciosas. Si a esta consideración se agregan las que
naturalmente nacen de las oposiciones generales que encuentra un gobierno democrático en
todos los momentos de su administración, parece que hay derecho para estar cierto de que la
usurpación del poder público dista más de este gobierno que de los otros. […] Los límites
constitucionales del Presidente de Bolivia son los más estrechos que se conocen; apenas
nombra los empleados de hacienda, en paz y guerra manda el ejército. He aquí sus funciones.
La administración pertenece toda al ministerio responsable de los censores y sujeta a la
vigilancia celosa de todos los legisladores, jueces y ciudadanos. Los aduanistas y los soldados,

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

agentes únicos de este ministerio, no son a la verdad los más adecuados para captarle el aura
popular; por consiguiente, su influencia será casi nula”.

Una vez más las lecciones de la historia.

“Legisladores, la libertad de hoy más será indestructible en América. Véase la naturaleza salvaje
de este continente, que expele por sí sola el orden monárquico; los desiertos convidan a la
independencia. Aquí no hay grandes nobles, grandes eclesiásticos; nuestras riquezas eran casi
nulas, y en el día lo son todavía más. Aunque la Iglesia goza de influencia, está lejos de aspirar
al dominio, satisfecha con su conservación. Sin estos apoyos los tiranos no son permanentes; y
si algunos ambiciosos se empeñan en levantar imperios, Déssalines, Cristóbal, Itúrbide, les
dicen lo que deben esperar. No hay poder más difícil de mantener que el de un príncipe nuevo.
Bonaparte, vencedor de todos los ejércitos, no logró triunfar de esta regla, más fuerte que los
imperios. Y si el gran Napoleón no consiguió mantenerse contra la liga de los republicanos y
de los aristócratas, ¿quién alcanzará, en América, fundar monarquías, en un suelo encendido
con las brillantes llamas de la libertad y que devora las tablas que se le ponen para elevar esos
cadalsos regios? No, legisladores, no temáis a los pretendientes a coronas; ellas serán para sus
cabezas la espada pendiente sobre Dionisio. Los príncipes flamantes que se obcequen hasta
construir tronos encima de los escombros de la libertad erigirán túmulos a sus cenizas, que
digan a los siglos futuros cómo prefirieron su fatua ambición a la libertad y a la gloria”.

Luego, para controvertir más, su recelo contra las elecciones populares de un presidente:

“El Presidente de la república nombra al vicepresidente, para que administre el Estado, y le


suceda en el mando. Por esta providencia se evitan las elecciones, que producen el grande
azote de las repúblicas, la anarquía, que es el lujo de la tiranía y el peligro más inmediato y más
terrible de los gobiernos populares. Ved de qué modo sucede como en los reinos legítimos la
tremenda crisis de las repúblicas”.

Ahora, el poder judicial.

“El Poder Judicial que propongo goza de una independencia absoluta: en ninguna parte tiene

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

tanta. El pueblo presenta los candidatos, y el Legislativo escoge los individuos que han de
componer los tribunales. Si el Poder Judicial no emana de este origen, es imposible que
conserve en toda su pureza la salvaguardia de los derechos individuales. Estos derechos,
legisladores, son los que constituyen la libertad, la igualdad, la seguridad, todas las garantías del
orden social. La verdadera constitución liberal está en los códigos civiles y criminales y la más
terrible tiranía la ejercen los tribunales por el tremendo instrumento de las leyes. De ordinario
el Ejecutivo no es más que el depositario de la cosa pública; pero los tribunales son los árbitros
de las cosas propias, de las cosas de los individuos. El poder judicial contiene la medida del
bien o del mal de los ciudadanos, y si hay libertad, si hay justicia en la república, son
distribuidos por este poder. Poco importa a veces la organización política, con tal que la civil
sea perfecta; que las leyes se cumplan religiosamente y se tengan por inexorables como el
destino”.

Las fuerzas militares. Qué bueno que los militares conocieran y recordaran esta pequeña
lección.

“He dividido la fuerza armada en cuatro partes: ejércitos de línea, escuadra, milicia nacional y
resguardo militar. El destino del ejército es guarnecer la frontera. ¡Dios nos preserve de que
vuelva sus armas contra los ciudadanos!”

Sobre la libertad y la propiedad.

“Las garantías más perfectas se han establecido: la libertad civil es la verdadera libertad; las
demás son nominales o de poca influencia con respecto a los ciudadanos. […] En cuanto a la
propiedad, ella depende del código civil que vuestra sabiduría deberá componer luego, para la
dicha de vuestros conciudadanos. He conservado intacta la ley de las leyes: la igualdad; sin ella
perecen todas las libertades, todos los derechos. A ella debemos hacer los sacrificios”.

Y una espléndida anotación sobre la obligada y necesaria abolición de la esclavitud. Bolívar le


sigue dando lecciones al mundo.

“Legisladores, la infracción de todas las leyes es la esclavitud: la que la consagrara sería la más

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sacrílega. ¿Qué derecho se alegaría para su conservación? Mírese este delito por todos aspectos,
y no me persuado que haya un solo boliviano tan depravado que pretenda legitimar la más
insigne violación de la dignidad humana. ¡Un hombre poseído por otro! ¡Un hombre
propiedad! ¡Una imagen de Dios puesta al yugo como el bruto! Dígasenos, ¿dónde están los
títulos de los usurpadores del hombre? La Guinea nos los ha mandado, pues el África
devastada por el fratricidio no ofrece más que crímenes. Trasplantadas aquí las reliquias de
aquellas tribus africanas, ¿qué ley o potestad será capaz de sancionar el dominio sobre estas
víctimas? Trasmitir, prorrogar, eternizar este crimen mezclado de suplicios, es el ultraje más
chocante. Fundar un principio de posesión sobre la más feroz delincuencia no podría
concebirse sin el trastorno de los elementos del derecho, y sin la perversión más absoluta de las
nociones del deber. Nadie puede romper el santo dogma de la igualdad. Y ¿habrá esclavitud
donde reina la igualdad? Tales contradicciones formarían más bien el vituperio de nuestra
razón que el de nuestra justicia: seríamos reputados por más dementes que usurpadores. Si no
hubiera un Dios protector de la libertad y de la inocencia, prefiriera la suerte de un león
generoso, dominando en los desiertos y en los bosques, a la de un cautivo al servicio de un
infame tirano que, cómplice de sus crímenes, provocara la cólera del cielo. Pero no: Dios ha
destinado al hombre a la libertad; él lo protege para que ejerza la celeste función del albedrío”.

“En una constitución política no debe prescribirse una profesión religiosa”. Miren que por
encima estaba Bolívar de los dogmáticos legisladores del siglo XIX y XX, es que hasta la
constitución del 91, no fue tan explícita en este punto. Miremos cómo trata pues el tema de la
religión.

“En una constitución política no debe prescribirse una profesión religiosa, porque según las
mejores doctrinas sobre las leyes fundamentales, éstas son las garantías de los derechos
políticos y civiles: y como la religión no toca a ninguno de estos derechos, es de naturaleza
indefinible en el orden social y pertenece a la moral intelectual. La religión gobierna al hombre
en la casa, en el gabinete, dentro de sí mismo: sólo ella tiene derecho de examinar su conciencia
íntima. Las leyes, por el contrario, miran la superficie de las cosas; no gobiernan sino fuera de
la casa del ciudadano. Aplicando estas consideraciones, ¿Podrá un estado regir la conciencia de
los súbditos, velar sobre el cumplimiento de las leyes religiosas y dar el premio o el castigo,
cuando los tribunales están en el cielo, y cuando Dios es el juez? La Inquisición solamente sería

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capaz de reemplazarlos en este mundo. ¿Volverá la Inquisición con sus teas incendiarias?”

Y las últimas palabras de este discurso, estén atentos, habla un creador de naciones, habla un
alfarero de pueblos libres. ¡Qué sublimes palabras, yo me regocijo hoy al recordarlas!

“Legisladores, al ver ya proclamada la nueva nación boliviana, ¡cuán generosas y sublimes


consideraciones no deberán elevar vuestras almas! La entrada de un nuevo estado en la
sociedad de los demás es un motivo de júbilo para el género humano, porque se aumenta la
gran familia de los pueblos. ¡Cuál, pues, debe ser el de sus fundadores!, ¡y el mío, viéndome
igualado con el más célebre de los antiguos, el padre de la ciudad eterna! Esta gloria pertenece
de derecho a los creadores de las naciones, que, siendo sus primeros bienhechores, han debido
recibir recompensas inmortales; mas la mía, además de inmortal, tiene el mérito de gratuita por
no merecida. ¿Dónde está la república, dónde la ciudad que yo he fundado? Vuestra
munificencia, dedicándome a una nación, se ha adelantado a todos mis servicios y es
infinitamente superior a cuantos bienes pueden haceros los hombres. Mi desesperación se
aumenta al contemplar la inmensidad de vuestro premio, porque después de haber agotado los
talentos, las virtudes, el genio mismo del más grande de los héroes, todavía sería yo indigno de
merecer el nombre que habéis querido tomar ¡¡¡el mío!!! ¡Hablaré yo de gratitud, cuando ella no
alcanzará jamás ni débilmente lo que experimento por vuestra bondad que, como la de Dios,
pasa todos los límites! Sí: sólo Dios tenía potestad para llamar esa tierra Bolivia… ¿Qué quiere
decir Bolivia? Un amor desenfrenado de libertad que, al recibirla vuestro arrojo, no vio nada
que fuera igual a su valor. No hallando vuestra embriaguez una demostración adecuada a la
vehemencia de sus sentimientos; arrancó vuestro nombre y dio el mío a todas vuestras
generaciones. Esto, que es inaudito en la historia de los siglos, lo es aún más en la de los
desprendimientos sublimes. Tal rasgo mostrará a los tiempos que están en el pensamiento del
Eterno, lo que anhelabais, la posesión de vuestros derechos, que es la posesión de ejercer las
virtudes políticas, de adquirir los talentos luminosos, y el goce de ser hombre. Este rasgo,
repito, probará que vosotros erais acreedores a obtener la gran bendición del cielo, la soberanía
del pueblo, única autoridad legítima de las naciones. Legisladores, felices vosotros que presidías
los destinos de una república que ha nacido coronada con los laureles de Ayacucho, y que debe
perpetuar su existencia dichosa bajo las leyes que dicte vuestra sabiduría, en la calma que ha
dejado la tempestad de la guerra”.

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Repitámoslo en honor al pueblo de Bolivia: “¿Qué quiere decir Bolivia? Un amor desenfrenado
de libertad”.

Al llegar a este punto, creo necesario explicitar entonces en qué consiste el pensamiento
bolivariano, un pensamiento que se ha tergiversado de las formas más absurdas y
sorprendentes. El mismo Bolívar expresó un tiempo después: “Con mi nombre se quiere hacer
en Colombia el bien y el mal, y muchos lo invocan como el texto de sus disparates”39

¿Qué es ser bolivariano? Bolívar lo expresó muchas veces y de muchas formas. Ser bolivariano
es ser republicano, es decir un amante de la libertad. Pero digámoslo de una vez, en Colombia
nadie entendió esto. O por lo menos, ninguno de los que asumió el poder en estos 188 años lo
aplicó. Ser bolivariano es ser republicano, es decir un amante de la libertad. Ahora lo que hay
que agregar, es que la constante en el pensamiento de Bolívar siempre fue la exhortación
continua a la unión. Para que una Suramérica libre surgiera era prescindible la unidad. De allí
que cuando hablamos de pensamiento bolivariano, estamos hablando básicamente de tres
conceptos: unidad, República, y libertad. Si se revisa la obra de Bolívar siempre se encontrará
una elaboración de estos tres conceptos. Agregar algo más, cualquiera sea el matiz socialista,
fascista o conservador, comienza a ser una sobresaturación o desfiguración del pensamiento
bolivariano. Si somos rigurosos y académicos podemos concluir: 1) que ser bolivariano es ser
amante de la libertad; 2) el pensamiento bolivariano reivindica estrictamente la fundación de
una República; y 3) la premisa fundamental del pensamiento bolivariano es la unidad.

Ser bolivariano es ser republicano. Y ¿qué es ser Republicano?, Bolívar ya lo explicó en su


proyecto constitucional, pero miremos un muy buen análisis, de la idea de República que
profesaba Bolívar. Se trata de un trabajo académico que se editó por primera vez en Colombia
en el 2004. Me refiero al texto: “Bolívar Republicano” de Jaime Urueña Cervera, trabajo que
expone lúcidamente los fundamentos ideológicos e históricos del pensamiento de Bolívar. Las
conclusiones de este trabajo fueron:

“Bolívar se definió a si mismo como «un verdadero republicano». Ser «bolivariano», según el

39 Simón Bolívar, carta a Antonio Guzmán en 1829.

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mismo Bolívar, equivale a ser «un verdadero republicano». […] El primer gran principio del
republicanismo bolivariano, el más general, es evidentemente la pasión por la libertad. […] La
identidad republicana es aquí un compromiso activo de luchar contra las fuerzas que se
oponen al ideal de una sociedad de hombres iguales y libres. Ser republicano, y por tanto
bolivariano, es ser un «amante de la libertad». […] Ser republicano significa luchar por la
organización del poder más adecuada para realizar el ideal de libertad de manera durable. […]
El verdadero republicano acepta el principio fundamental de la soberanía del pueblo, pero no
confunde la fuente con el ejercicio: el ejercicio del poder no puede ser ilimitado; el pueblo es
soberano, pero su soberanía no extiende en totalidad de la vida de los ciudadanos. Además, el
pueblo se compone de grupos antagónicos de minorías y de individuos cuya libertad, y cuyos
derechos, deben ser preservados contra quienes buscan imponer su interés particular a los
grupos e individuos que componen la sociedad. […] Basado en la experiencia histórica
europea, [Bolívar] propuso crear poderes suplementarios, destinados a fortalecer las garantías
de control constitucional y a fomentar la aparición de una opinión pública vigilante y
responsable. […] Identidad en el plano ético personal de cada ciudadano. Su base es la
oposición entre cosa pública y privilegio y, con ello, entre virtud pública y corrupción. Ser
republicano significa, en el nivel de cada ciudadano, aceptar que la libertad depende en primer
lugar del acatamiento de la ley; pero también significa oponerse a la aparición de privilegios y
comprometerse activamente en la lucha por la conservación del Estado de derecho. Ser
republicano significa, pues, ser virtuoso y ser enemigo de la utilización de lo público para fines
privados; pero implica también ser adversario del individualismo liberal, en la medida en que
esta doctrina tiende a separar totalmente lo social de lo político definiendo jurídicamente la
ciudadanía por la sola protección de los derechos individuales de los ciudadanos. […] Hay
buenas razones para pensar que Bolívar se oponía al liberalismo económico manchesteriano de
su tiempo y que incluía en su ideario la idea de que la construcción social y económica de la
república exige la solidaridad («espíritu nacional») de todas las formas de la propiedad. […]
Para Bolívar, quien lo mostró con una entrega total de vida y de fortuna a ese ideal, ser
republicano significaba consagrarse enteramente a la causa de la libertad y al bien de la
comunidad. Con ello, su ambición final era alcanzar la recompensa más alta: la gloria y el
reconocimiento de sus conciudadanos. Una vez alcanzados esos honores supremos, según
Bolívar, el verdadero republicano podría retirarse de la vida pública, «cambiando así todos sus

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dictados por el de buen ciudadano».40

Bolívar escribió este proyecto constitucional, no sólo para Bolivia. Él tenía la esperanza de que
este proyecto, se convirtiera en el texto constitucional fundamental para los países que liberó,
para la consolidación de una gran República. Pero los acontecimientos venideros estarían
marcados por la fatalidad. No había pasado poco tiempo del cenit de la victoria, cuando
empezaba a asomarse rápidamente la frustración. Aún no sabía las dimensiones de la tragedia
que se aproximaba, de la traición, del cinismo de los que lo rodeaban, y del desprestigio que
harían de su nombre y su obra. La sombra fatídica de la desintegración comenzaba a aparecer.

Simón Bolívar se propuso independizar su patria del dominio español, lo consiguió. Pero luego
su patria se expandió, ya no era sólo Venezuela, ahora existía la Gran Colombia, Perú era libre
y Bolivia había surgido. Después de 13 años de guerra, en el año 1824 América era por fin
libre. El libertador había cumplido su promesa con creces, pero su lucha aún no había
terminado, todavía quedaban enemigos de la libertad, sólo que ahora los enemigos no serían
españoles.

Ya hemos dicho acá, que el pensamiento de Bolívar se puede expresar tan sólo en tres
palabras: República, libertad, y unidad. Esta última, fue la que primero se desatendió. Los
demás hombres de la independencia, después de la guerra sólo pensaron en sus comarcas. Sólo
aspiraban remplazar el poder que un día tuvieron los españoles. Sus patrias tenían linderos.
Santander y Páez eran incapaces de pensar la unidad de América. Y fueron, precisamente esos
dos hombres, los que comenzaron a derrumbar el sueño bolivariano. Nadie entendía nada, los
colombianos miraban con recelo a los venezolanos y viceversa. Páez daba señas de
inconformidad con los granadinos. Santander no quería que Bolívar regresara del sur, para
poder quedarse con su deseo mezquino de poder. Literalmente, región donde no estuviera
Bolívar se descontrolaba.

Santander comenzó a crear su propio partido con leguleyos de Bogotá, su objetivo era
comenzar una estrategia antibolivariana, cuyo primer propósito era hacer creer a la gente que
Bolívar se quería hacer coronar. Bolívar regresó a Bogotá, pero la ruptura ya se había iniciado.

40 Jaime Urueña Cervera, Bolívar republicano, Ediciones Aurora, 2004, p. 245.

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Entre tanto, Páez finalmente se rebeló y comenzó a agitar ánimos regionales. Bolívar tuvo que
partir para Cúcuta, para enterarse de los alcances de Páez. En lugar de enfrentarse al él, lo
llamó al orden y le insistió en la necesidad de que dejara sus intenciones separatistas y al
parecer, por el momento Páez se calmó; Bolívar lo perdonó y concedió una amnistía a los
demás rebeldes venezolanos. Pero esta decisión enfadó a Santander. De ese tamaño era la
soledad de Bolívar. Cuando controlaba a uno se rebelaba el otro. Además, se estaba iniciando
otra rebelión en Perú. Santander seguía conspirando y Bolívar observaba esta situación con la
más profunda desilusión. Finalmente un día le escribió a Urdaneta: “Santander es pérfido… y
yo no puedo seguir más con él… no tengo confianza ni en su moral ni en su corazón.” 41 Días
después Bolívar le escribe una carta al propio Santander pidiéndole que nunca más se
comunicara con él. Por otra parte, en Lima también se rebelaron frente a la constitución de
Bolívar. Literalmente se estaba dando el comienzo del fin.

Desde Caracas, Bolívar decide escribir la siguiente proclama a los colombianos:

“Colombianos: Vuestros enemigos amenazan la destrucción de Colombia. Mi deber es salvarla.


Catorce años ha que estoy a vuestra cabeza, por la voluntad casi unánime del pueblo. En todos
los períodos de gloria y prosperidad para la república, he renunciado el mando supremo con la
más pura sinceridad: nada he deseado tanto como desprenderme de la fuerza pública,
instrumento de la tiranía que aborrezco más que a la misma ignominia. Pero ¿deberé yo
abandonaros en la hora del peligro? ¿Será esta la conducta de un soldado y de un ciudadano?
¡No, colombianos! Estoy resuelto a arrostrarlo todo, porque la anarquía no reemplace a la
libertad y la rebeldía a la constitución. Como ciudadano, Libertador y Presidente; mi deber me
impone la gloriosa necesidad de sacrificarme por vosotros. Marcho, pues, hasta los confines
meridionales de la república, a exponer mi vida y mi gloria por libraros de los pérfidos, que
después de haber hollado sus deberes más sagrados, han enarbolado el estandarte de la traición
para invadir los departamentos más leales y más dignos de nuestra protección. Colombianos, la
voluntad nacional está oprimida por los nuevos pretorianos, que se han encargado de dictar la
ley al soberano que debieran obedecer. Ellos se han arrogado el derecho sagrado de la nación;
ellos han violado todos los principios, en fin, las tropas que fueron colombianas, auxiliares al
Perú, han vuelto a su patria a establecer un Gobierno nuevo y extraño, sobre los despojos de la

41 Simón Bolívar. Citado en: Mario Hernández Sánchez-Barba, Simón Bolívar, Una pasión política, Ariel, 2004, p. 231.

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república que ultrajan con mayor baldón que nuestros opresores. Colombianos, yo apelo a
vuestra gloria y a vuestro patriotismo: reuníos en torno del pabellón nacional, que ha marchado
en triunfo desde las bocas del Orinoco hasta las cimas del Potosí; queredlo, y la nación salvará
su libertad, y pondrá en plena independencia su voluntad para decidir sobre sus destinos. La
Gran Convención es el grito de Colombia, es su más urgente necesidad. El Congreso la
convocará sin duda, y en sus manos depondré el bastón y la espada que la república me ha
dado; ya como Presidente constitucional, ya como autoridad suprema extraordinaria que el
pueblo me ha constituido. Yo no burlaré las esperanzas de la patria. Libertad, gloria y leyes,
habéis obtenido contra nuestros antiguos enemigos: libertad, gloria y leyes conservaremos a
despecho de la monstruosa anarquía. Cuartel general en Caracas, 19 de junio de 1827, año 17º
de la independencia”.42

Anarquía, eso era lo que se venía, ese era el temor de Bolívar. Mario Hernández explica la crisis
en estos términos: “Todo el edificio político construido por Bolívar caía hecho pedazos. El
pluralismo político nacionalista o, quizá, el ansia del uso de poder y su ejercicio en función de
intereses oligárquicos y personalismos basados en el rechazo del otro, simplemente por ser
vecino, quebraron los planes continentales e integradores de Simón Bolívar. […] El cuadro no
podía ser más sombrío. […] Por otra parte, ya se registran en estos meses muy importantes
quebrantos en la salud de Bolívar, con repercusiones en escepticismo pesimista respecto a los
hombres, las sociedades y los pueblos”.43

Los levantamientos en el sur, continuaron, mientras tanto Bolívar partió una vez más a Bogotá
para ordenar el caos creado. El Libertador le hizo saber su llegada a Santander y aunque éste
no opuso resistencia, aún seguía con su cizaña. Mientras tanto se iban creando dos partidos: los
bolivaristas y los santanderistas, y se convocó una Convención para decidir los destinos de
Colombia. Se empezó a preparar la Convención que se realizaría en Ocaña, en medio de
muchos enfrentamientos. Bolívar no estaba de acuerdo ni con santanderistas, ni con
bolivaristas, estaba defraudado de tan vergonzosa desintegración. Bolívar no quiso presenciar
tal Convención, dejó encargados a los ministros y se retiró a Bucaramanga con la más profunda
desilusión y con gran expectativa para ver el desenlace de dicha Convención, que en últimas

42 Simón Bolívar, Discursos y proclamas, Fundación Biblioteca de Ayacucho.


43 Mario Hernández Sánchez-Barba, Simón Bolívar, Una pasión política, Ariel, 2004, p. 233.

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terminó disolviéndose.

Perú de Lacroix, uno de los fieles colaboradores del Libertador, escribió un diario sobre la
estadía de Bolívar en Bucaramanga. De éste valioso documento, veamos dos partes, que en mi
concepto, son fundamentales para entender, cuál era la opinión de Bolívar en ese momento.

“Volvimos donde el Libertador, quien se recostó en su hamaca y habló de Bogotá diciendo que
allí más que en ninguna parte existía un espíritu de localidad bien perjudicial a los intereses
generales de la República y a su estabilidad. […] «El interés individual, la ambición, las
rivalidades, la necesidad, el provincialismo, la sed de venganza, y otras pasiones miserables,
agitan y mueven a nuestros demagogos unidos para derrocar lo que existe y separarse después
para establecer sus soberanías parciales y gobernar a los pueblos como esclavos y con el
sistema español». Siguió diciendo el Libertador que el foco de aquellos principios, el cuartel
general de los agitadores, estaba en Bogotá; que el pérfido y criminal Santander era el jefe de
aquel partido que se compone de todo lo que hay de más desacreditado en Colombia, de más
inmoral, más perverso y criminal. «Santander, siguió diciendo, como granadino, es el jefe
natural de todos los trastornadores y descontentos de aquel país, y excita el odio de todos
contra los venezolanos». […] S. E dijo que la disolución de la Convención iba a ponerlo en un
cruel embarazo; sin Constitución para gobernar, porque la de Cúcuta era una carta usada,
despreciada y vilipendiada, con la cual no se podrá regir más la nación colombiana; que
gobernar la república sin código ninguno era lo peor, no sólo para el pueblo sino para el que se
halla a su cabeza; que él, aunque tenga predilección por la Constitución boliviana, como es
natural, siendo obra suya, no cometería la tiranía de darla a Colombia, sin que los mismos
pueblos la pidiesen”.44

Mientras tanto en Ocaña, los bolivaristas abandonaron la Convención de tal manera que no
hubo quórum para tomar alguna decisión. Acabada la Convención de Ocaña, a Bolívar no le
quedó otra alternativa distinta, que asumir plenos poderes prácticamente dictatoriales, so pena
del peligro fatal de la anarquía. Ya sabemos que este escenario para él, era el más odioso y el
que menos deseaba para sí y para los países recientemente nacidos.

44 L. Perú de Lacroix, Diario de Bucaramanga, Bedout, 1974, p. 148 y 160.

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Entre las medidas que tomó, fue la de desaparecer la figura de la vicepresidencia, por un
decreto que duraría hasta el año 1830. Insisto, no era feliz con este estilo dictatorial, pero si no
lo hacía, la República recién creada colapsaría. Y a partir de ese momento Santander comenzó
a conspirar para buscar el asesinato de Simón Bolívar. Pero, me dirán ustedes, ¿qué ser tan
mezquino y despreciable resultó ser Santander? ¿quién lo creyera? Después de que se le han
dado los honores de héroe nacional. Y yo contesto que sí, efectivamente Santander fue la
primera desgracia de nuestro país, un ser taimado, disfrazado de leyes y moral, ambicioso y
oligarca que, que lo único que le interesaba era su pedazo de poder. Es correcto decir que seres
como Santander, son los que han gobernando al país y lo siguen haciendo. Pero en este punto
quiero callar. Sólo quiero invitarlos para que lean el texto Santander de Fernando González, allí
entenderán mejor lo que estoy diciendo y sintiendo.

Hubo dos episodios de ese entonces, donde intentaron asesinarlo. Miremos el relato de Mario
Hernández, en su biografía política de Bolívar:

“Santander había aceptado el puesto de Ministro de Colombia en Washington y había


solicitado que el secretario de la Legación fuese Vargas Tejada, en cuya casa se reunían los
conspiradores que planeaban el asesinato de Bolívar. Se acordó que el atentado tuviese efecto
el 10 de agosto de 1825 en el Coliseo durante un baile de máscaras, que hacía para
conmemorar el aniversario de la batalla de Boyacá. Bolívar tuvo aviso de lo que tramaba y
pudo abandonar el salón del baile, lo que impidió la realización del acto. Hubo otro intento,
que se produjo el 25 de septiembre mediante un asalto en toda regla, a media noche, en el
propio Palacio de Gobierno. Bolívar estaba en su habitación, le dio tiempo para vestirse, saltó
por la ventana a la calle, en el momento que pasaba un sirviente de palacio que lo acompañó de
su huida, refugiándose bajo un puente que salvaba el río San Agustín, de donde fue rescatado
horas después por sus tropas leales. La primera intención de Bolívar fue reunir al Consejo y
presentar su dimisión, decretando el perdón de los conspiradores. Sus incondicionales le
convencieron de que no lo hiciese y que, por el contrario, ejerciese la dictadura sin límites, e
iniciase una represión que, en efecto, se llevo a cabo mediante la creación de un tribunal militar
compuesto por dos coroneles y tres civiles, que sentenció a muerte a los cinco implicados en el
asalto e intento de asesinato de Bolívar, que fueron ajusticiados en virtud de la sentencia. […]
Santander se presenta a Urdaneta y éste lo arrestó como cómplice del intento de asesinato del

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Libertador. Afortunadamente éste opinó que no había pruebas suficientes para juzgarlo
militarmente. En la causa seguida contra Santander, el tribunal, precedido por Urdaneta, dictó
sentencia de muerte, pese a la inteligente y serena defensa del cucuteño. Aquí se va a generar
una oposición frontal y unánime, empezando por el Consejo de Ministros, así como el
arzobispo, el clero de Bogotá y la población prácticamente íntegra de la capital de Colombia.
Se sucedieron las visitas de todos ellos para salvaguardar la persona y la calidad política de
Francisco de Paula Santander. Bolívar no tuvo más remedio que indultarlo, desterrándolo a
Cartagena”.45

Ya tendremos ocasión para ver el fatal desenlace que tuvo para Colombia, el hecho de que
Santander se hubiera salvado de este episodio y que impunemente esperara desde el exterior la
muerte de Bolívar para regresar y disfrutar del poder y la ambición que tanto anhelaba.

Bolívar controlaba el país, pero con una odiosa dictadura, que en verdad, era la que lo estaba
matando poco a poco. Por esos días había escrito: “¡Colombianos! No os hablaré de nada de
libertad, porque si cumplo mis promesas seréis más que libres, seréis respetados; además bajo
la dictadura ¿quién puede hablar de libertad? ¡Compadezcámonos mutuamente del pueblo que
obedece y del hombre que manda sólo!”46

Entre tanto la salud de Bolívar empeoraba, pero las dolencias físicas eran sólo síntomas, pues
la que estaba desahuciada era su alma. Cuenta Mario Hernández, que un día llegó un
diplomático francés a visitar a Bolívar, y al ver su mal estado le preguntó por su salud, y el
Libertador le contestó: “No han sido las leyes de la naturaleza las que me han puesto en este
estado, sino las penas que me roen el corazón. Mis conciudadanos, que no pudieron matarme a
puñaladas, tratan ahora de asesinarme moralmente con sus ingratitudes y calumnias. […]
Cuando yo deje de existir, esos demagogos se devorarán entre sí como lo hacen los lobos, y el
edificio que construí con esfuerzos sobre humanos se desmoronará en el fango de las
revoluciones”.47

Y tenía razón, tal cual, después de su muerte así sucedió. Pero bueno, aún no se había muerto y

45 Mario Hernández Sánchez-Barba, Simón Bolívar, Una pasión política, Ariel, 2004, p. 233.
46 Ibíd., p. 241.
47 Ibíd., p. 243.

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

le faltaba sufrir otros desengaños. Efectivamente el edificio que construyó se comenzó a caer
en pedazos. Los colombianos seguían traicionándolo y calumniándolo; los colombianos y
venezolanos cada vez se desunían y se odiaban más; se dio un levantamiento del Perú, en
contra de Colombia; José María Obando y José Hilario López se sublevaron en el valle del
Cauca; aún más, mientras que Bolívar viajaba a Quito para solucionar los problemas que se
multiplicaban sin cesar en su ausencia, uno de sus hombre fieles, que se dejó llevar por las
calumnias, creyendo la absurda idea de que Bolívar iba a implantar un monarquía, se sublevó.
Hablo de nuestro paisano José María Córdoba quien organizó una rebelión contra Bolívar
desde Antioquia; además, apenas regresaba Bolívar a Bogotá se enteró de que Páez al mando
de toda Venezuela se había desunido de Colombia y se declaraba independiente.

Todo lo que había construido se había derrumbado. La Gran Colombia, se desmoronaba en


sus pies. Literalmente estaba sólo. En la más profunda dolencia física y moral exclamó: “¡Mi
gloria! ¡Mi gloria! ¿Por qué me la arrebatan? ¿Por qué me calumnian?”48 Su sueño se
derrumbaba, ninguno entendió nada, cada uno tomó su pedazo de tierra y cogió por su lado,
nadie entendió qué significaba la palabra unidad. Él era un libertador no un tirano. El 20 de
enero de 1830 frente al Congreso de Colombia presenta su renuncia:

“Colombianos: Hoy he dejado de mandaros. Veinte años ha que os sirvo en calidad de soldado
y magistrado. En este largo período hemos reconquistado la patria, libertado tres repúblicas,
conjurado muchas guerras civiles, y cuatro veces he devuelto al pueblo su omnipotencia,
reuniendo espontáneamente cuatro Congresos constituyentes. A vuestras virtudes, valor y
patriotismo se deben estos servicios; a mí la gloria de haberos dirigido. El Congreso
constituyente, que en este día se ha instalado, se halla encargado por la Providencia de dar a la
nación las instituciones que ella desea, siguiendo el curso de las circunstancias y la naturaleza
de las cosas. Temiendo que se me considere como un obstáculo para asentar la república sobre
la verdadera base de su felicidad, yo mismo me he precipitado de la alta magistratura que
vuestra bondad me había elevado. Colombianos, he sido víctima de sospechas ignominiosas;
sin que haya podido defenderme la pureza de mis principios. Los mismos que aspiran al
mando supremo se han empeñado en arrancarme de vuestros corazones, atribuyéndome sus
propios sentimientos; haciéndome aparecer autor de proyectos que ellos han concebido;

48 Ibíd., p. 241

56
Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

representándome, en fin, con aspiración a una corona, que ellos me han ofrecido más de una
vez, y que yo he rechazado con la indignación del más fiero republicano. Nunca, nunca, os lo
juro, ha manchado mi mente la ambición de un reino, que mis enemigos han forjado
artificiosamente para perderme en vuestra opinión. Desengañaos, colombianos, mi único
anhelo ha sido el de contribuir a vuestra libertad y a la conservación de vuestro reposo: si por
esto he sido culpable, merezco más que otro vuestra indignación. No escuchéis, os ruego, la vil
calumnia y la torpe codicia, que por todas partes agitan la discordia. ¿Os dejaréis deslumbrar
por las imposturas de mis detractores? ¡Vosotros no sois insensatos! Colombianos, acercaos en
torno del Congreso constituyente; él es la sabiduría nacional, la esperanza legítima de los
pueblos y el último punto de reunión de los patriotas. Penden de sus decretos soberanos
nuestras vidas, la dicha de la república y la gloria colombiana. Si la fatalidad os arrastrare a
abandonarlo, no hay más salud para la patria; y vosotros os ahogaréis en el océano de la
anarquía, dejando por herencia a vuestros hijos el crimen, la sangre y la muerte. Compatriotas,
escuchad mi última voz, al terminar mi carrera política: a nombre de Colombia os pido, os
ruego que permanezcáis unidos, para que no seáis los asesinos de la patria y vuestros propios
verdugos. Bogotá, 20 de enero de 1830, año 20º de la independencia”.49

¿Qué significaba esta renuncia? ¿Sólo la desdicha de Bolívar? Escuchemos el análisis del
historiador Gerhard Masur:

“Bolívar abandonó la actuación política en el momento en que se convenció de que ya no


podía servir a sus ideas de grandeza política. Su renuncia y la desintegración de la Gran
Colombia coinciden y se condicionan mutuamente. El gobierno de Bolívar no aspiró nunca a
la satisfacción de un deseo egoísta ni se entregó a un vano afán de poder. Había puesto sus
esperanzas en llevar a cabo una concepción política, y al ver su fracaso se rindió, con
vacilaciones y renuencia, no cabe duda, pero sin recurrir a la fuerza que disponía. Es la gran
diferencia que hay entre Bolívar y Napoleón y entre Bolívar y los dictadores del siglo XX. No
hay porque negar que era ambicioso y autoritario, pero aún desde un punto de vista
democrático sólo puede censurársele la intención de permanecer en el poder contra la voluntad
del pueblo, mas no que realizará esa intención. De pocos grandes gobernantes de la historia
universal pude decirse lo mismo. Bolívar fracasó cómo político porque sus ideas no coincidían

49 Simón Bolívar, Discursos y proclamas, Fundación Biblioteca de Ayacucho.

57
Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

con los instintos y deseos más arraigados de las naciones por él libertadas. Trató de encaminar
a Hispanoamérica, una vez terminada la guerra, hacía lo que había sido al comenzar la guerra:
un todo unido y sólido. En ese deseo se inspiraban sus proyectos de una Gran Colombia, una
Liga de Naciones Suramericanas, un Federación de los Andes. […] Pero las naciones de
América del Sur sólo aceptaron las ideas de Federación y Liga mientras fueron indispensables
para las exigencias de la guerra. Por temperamento, consideraban intolerables esas ideas. Tales
son las hondas razones de la caída de Simón Bolívar, y es preciso comprenderlas para tener una
noción clara de ese período de desintegración”.50

Y he aquí, que lograda la independencia, el doloroso parto de nuestra república se dio. La Gran
Colombia dejó de existir, cada país bolivariano siguió sólo su rumbo. Y como él lo temía,
rumbos en medio de la anarquía, en medio de crímenes, sangre y muerte. El padre de la patria,
el creador de Colombia se despidió diciendo, “os ruego que permanezcáis unidos, para que no
seáis los asesinos de la patria y vuestros propios verdugos”, como ya ven, en nada le hicimos
caso.

El traidor siguió a la espera desde lejos. Cuando Santander estuvo seguro de que el Libertador
se iba, regresó y se hizo presidente, el país renunció a su glorioso nombre de Colombia y se
volvió a llamar Nueva Granada, tal cual como lo habían nombrado los españoles.

No lograron matarlo físicamente, pero sí lograron herir de muerte a su alma, y ahora su


enfermo y maltrecho ser estaba sumergido en la más profunda soledad.

La Gran Colombia se derrumbó, el sueño de unión continental de Suramérica aún se esfumó


más. Los pueblos recién liberados se sumergían en la anarquía y el desorden, los caudillos
ambiciosos y hambrientos de poder, revoloteaban como gallinazos esperando la muerte del
Libertador. En el año 1830 Bolívar le escribe a Mosquera: “Estoy resuelto a irme de Colombia,
a morir de tristeza y de miseria en el extranjero. Ay, amigo, mi aflicción no tiene lugar porque
la calumnia me ahoga”.51 Acompañado de un reducido número de amigos emprendió su último

Gerhard Masur, Simón Bolívar, Grijalbo, 1984, p. 579.


50
51
Simón Bolívar. Citado en: Mario Hernández Sánchez-Barba, Simón Bolívar una pasión política,
Ariel, 2004, p.250.

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

viaje en un lento ascenso por el río Magdalena. Y como si el dolor no fuera poco, el 1 de julio
de 1830, recibió la noticia del asesinato del general Sucre, los traidores habían matado a su más
fiel colaborador y amigo; qué se podía esperar de esta tierra de infieles y asesinos, el escenario
de Colombia plagado de asesinatos políticos, comenzaba su función. Bolívar indignado
exclamó: “Se ha derramado la sangre del inocente Abel”.52

Su última morada fue la quinta de San Pedro Alejandrino en Santa Marta, allí exclamó la
conmovedora frase: “Los tres más grandes majaderos de la Humanidad hemos sido, Jesucristo,
Don Quijote y yo.”

Luego escribe su última proclama:

“Colombianos: Habéis presenciado mis esfuerzos para plantear la libertad donde reinaba antes
la tiranía. He trabajado con desinterés, abandonando mi fortuna y aun mi tranquilidad. Me
separé del mando cuando me persuadí que desconfiabais de mi desprendimiento. Mis
enemigos abusaron de vuestra credulidad y hollaron lo que me es más sagrado, mi reputación y
mi amor a la libertad. He sido víctima de mis perseguidores, que me han conducido a las
puertas del sepulcro. Yo los perdono. Al desaparecer de en medio de vosotros, mi cariño me
dice que debo hacer la manifestación de mis últimos deseos. No aspiro a otra gloria que a la
consolidación de Colombia. Todos debéis trabajar por el bien inestimable de la Unión: los
pueblos obedeciendo al actual gobierno para libertarse de la anarquía; los ministros del
santuario dirigiendo sus oraciones al cielo; y los militares empleando su espada en defender las
garantías sociales. ¡Colombianos! Mis últimos votos son por la felicidad de la patria. Si mi
muerte contribuye para que cesen los partidos y se consolide la Unión, yo bajaré tranquilo al
sepulcro. Simón Bolívar. Hacienda de San Pedro, en Santa Marta, a 10 de diciembre de
1830”.53

Faltaban pocos día para su fin. Pero antes de su muerte, ¿cómo fue la soledad de sus últimos
días? En este punto, quiero realizar un sentido homenaje a Gabriel García Márquez y en
especial a su obra literaria El general en su laberinto. Yo he leído con mucho juicio y
52
Ibíd., p. 254.

53 Vicente Lecuna, Proclamas y discursos del libertador, Gobierno de Venezuela, 1939, p. 407.

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

apasionamiento las cinco mejores biografías que existen sobre Simón Bolívar, la del alemán
Gerhard Masur, la del venezolano Augusto Mijares, la de la francesa Gilette Saurat, la del
norteamericano David Bushnell y la del español Mario Hernández Sánchez-Barba que tanto he
citado aquí, pero ninguna de éstas, tan rigurosas y magistrales biografías, logran hacer vivir con
tanta fuerza la personalidad palpitante de Simón Bolívar, como lo hace la novela El general en su
laberinto. Esta novela histórica que ha sido reconocida como una de las mejores de su género en
todo el mundo, es la creación artística más fiel a la psiquis de nuestro Libertador, los que nos
hemos pasado la vida leyendo libros sobre Bolívar, sabemos y reconocemos que El general en su
laberinto es la mejor fuente para conocer al gran hombre de Suramérica.

Es por esto, que quien recrea mejor los últimos días del libertador, es Gabriel García Márquez,
y a él le damos ahora la palabra. Por supuesto no podemos leer aquí hoy la novela completa,
pero miremos algunos fragmentos escogidos con la convicción de que en ellos podemos
encontrar las dimensiones reales de la soledad de este espíritu libre.

“[…] El general se agarró sin fuerzas a las asas de la bañera, y surgió de entre las aguas
medicinales con un ímpetu de delfín que no era de esperar en un cuerpo tan desmedrado.
«Vámonos, dijo. «Volando, que aquí no nos quiere nadie». […] «Sábado 8 de mayo del año
treinta, día en que los ingleses flecharon a Juana de Arco», anunció el mayordomo. «Está
lloviendo desde las tres de la madrugada». «Desde las tres de la madrugada del siglo diecisiete»,
dijo el general con la voz todavía perturbada por el aliento acre del insomnio. Y agregó en
serio: «No oí los gallos». «Aquí no hay gallos», dijo José Palacios. «No hay nada», dijo el
general. «Es tierra de infieles». […] Pocos días después del regreso, al final de un agrio consejo
de gobierno, tomó del brazo al mariscal Antonio José de Sucre. «Usted se queda conmigo», le
dijo. Lo condujo al despacho privado, donde sólo recibía a muy pocos elegidos, y casi lo obligó
a sentarse en su sillón personal. «Ese lugar es ya más suyo que mío», le dijo. El Gran Mariscal
de Ayacucho, su amigo entrañable, conocía a fondo el país, pero el general le hizo un recuento
detallado antes de llegar a sus propósitos. En breves días había de reunirse el congreso
constituyente para elegir al presidente de la república y aprobar una nueva constitución, en una
tentativa tardía de salvar el sueño dorado de la integridad continental. El Perú, en poder de una
aristocracia regresiva, parecía irrecuperable. El general Andrés de Santa Cruz se llevaba a
Bolivia de cabestro por un rumbo propio. Venezuela, bajo el imperio del general José Antonio

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

Páez, acababa de proclamar su autonomía. El general Juan José Flores, prefecto general del sur,
había unido a Guayaquil y Quito para crear la república independiente del Ecuador. La
república de Colombia, primer embrión de una patria inmensa y unánime, estaba reducida al
antiguo virreinato de la Nueva Granada. Dieciséis millones de americanos iniciados apenas en
la vida libre quedaban al albedrío de sus caudillos locales. «En suma», concluyó el general,
«todo lo que hemos hecho con las manos lo están desbaratando los otros con los pies». «Es
una burla del destino», dijo el mariscal Sucre. «Tal parece como si hubiéramos sembrado tan
hondo el ideal de la independencia, que estos pueblos están tratando ahora de independizarse
los unos de los otros». El general reaccionó con una gran vivacidad. «No repita las canalladas
del enemigo», dijo, «aun si son tan certeras como ésa». […] La mula que estaba reservada era la
mejor de una recua de cien que un comerciante español le había dado al gobierno a cambio de
la destrucción de su sumario de cuatrero. El general tenía ya la bota en el estribo que le ofreció
el palafrenero, cuando el ministro de guerra y marina lo llamó: «Excelencia». Él permaneció
inmóvil, con el pie en el estribo, y agarrado de la silla con las dos manos. «Quédese», le dijo el
ministro, «y haga un último sacrificio por salvar la patria». «No, Herrán», replico él, «ya no
tengo patria por la cual sacrificarme». Era el fin. El general Simón José Antonio de la Santísima
Trinidad Bolívar y Palacios e iba para siempre. Había arrebatado al dominio español un
imperio cinco veces más vasto que las Europas, había dirigido veinte años de guerra para
mantenerlo libre y unido, y lo había gobernado con pulso firme hasta la semana anterior, pero
a la hora de irse no se llevaba ni siquiera el consuelo de que se lo creyeran. El único que tuvo
bastante lucidez para saber que en realidad se iba, y para donde se iba, fue el diplomático inglés
que escribió en un informe oficial a su gobierno: «El tiempo que le queda le alcanzará a duras
penas para llegar a la tumba». […] José Palacios no sabía cuándo eran reales y cuando eran
imaginarios los sueños de su señor con el general Santander. Una vez, en Guayaquil, contó que
lo había soñado con un libro abierto sobre la panza redonda, pero en vez de leerlo le arrancaba
las páginas y se las comía una por una, deleitándose en masticarlas con un ruido de cabra. Otra
vez, en Cúcuta, soñó que lo había visto cubierto por completo de cucarachas. Otra vez
despertó dando gritos en la quinta campestre de Monserrate, en Santa Fe, porque soñó que el
general Santander, mientras almorzaba a solas con él, se había sacado las bolas de los ojos que
le estorbaban para comer, y las había puesto sobre la mesa. De modo que en la madrugada
cerca de Guaduas, cuando el general dijo que había soñado una vez más con Santander, José
Palacios no le preguntó siquiera por el argumento del sueño, sino que trató de consolarlo con

61
Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

la realidad. «Entre él y nosotros está todo el mar de por medio», dijo. Pero él lo paró de
inmediato con una mirada vivaz. «Ya no», dijo. «Estoy seguro que el pendejo de Joaquín
Mosquera lo dejará volver». […] «Dicen que Su Excelencia está bien, pero que se hace el
enfermo para que le tengan lástima», dijo ella. Él se quitó la camisa de dormir y le pidió a la
muchacha que lo examinara a la luz del candil. Entonces ella conoció palmo a palmo el cuerpo
más estragado que se podía concebir: el vientre escuálido, las costillas a flor de piel, las piernas
y los brazos en la osamenta pura, y todo él envuelto en un pellejo lampiño de una palidez de
muerto, con una cabeza que parecía de otro por la curtimbre de la intemperie. «Ya lo único que
me falta es morirme», dijo él. La muchacha persistió. «La gente dice que siempre ha sido así,
pero que ahora le conviene que lo sepan». Él no se rindió a la evidencia. Siguió dando pruebas
terminantes de su enfermedad, mientras ella sucumbía a ratos en un sueño fácil, y seguía
contestándole dormida sin perder el hilo del dialogo. Él no la tocó siquiera en toda la noche,
pero le bastaba con sentir la resolana de su adolescencia. De pronto, al lado mismo de la
ventana, el capitán Iturbide empezó a cantar: «Si la borrasca sigue y el huracán arrecia, abrázate a mi
cuello que nos devore el mar». Era una canción de otros tiempos, de cuando el estómago soportaba
todavía el terrible poder de evocación de las guayabas maduras y la inclemencia de una mujer
en la oscuridad. El general y la muchacha la oyeron juntos, casi con devoción, pero ella se
durmió a mitad de la canción siguiente, y él cayó poco después en un marasmo de sosiego. El
silencio era tan puro después de la música, que los perros se alborotaron cuando ella se levantó
en puntillas para no despertar al general. Él la oyó buscando a tientas el cerrojo. «Te vas
virgen», le dijo. Ella le contestó con una risa festiva: «Nadie es virgen después de una noche
con Su Excelencia». […] El general amaneció tan mal el 10 de diciembre, que llamaron de
urgencia al obispo Estévez, por si quería confesarse. El obispo acudió de inmediato, y fue tanta
la importancia que le dio a la entrevista que se vistió de pontifical. Pero fue a puerta cerrada y
sin testigos, por disposición del general, y sólo duró catorce minutos. Nunca se supo una
palabra de lo que hablaron. El obispo salió de prisa y descompuesto, subió a su carroza sin
despedirse, y no ofició los funerales a pesar de los muchos llamados que le hicieron, ni asistió
al entierro. El general quedó en tal mal estado, que no pudo levantarse solo de la hamaca, y el
médico tuvo que alzarlo en brazos, como a un recién nacido, y lo sentó en la cama apoyado en
las almohadas para que no lo ahogara la tos. Cuando por fin recobró el aliento hizo salir a
todos para hablar a solas con el médico. «No me imaginé que esta vaina fuera tan grave como
para pensar en los santos óleos», le dijo. «Yo no tengo la felicidad de creer en la vida del otro

62
Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

mundo». «No se trata de eso», dijo Révérend Lo que está demostrado es que el arreglo de los
asuntos de la conciencia le infunde al enfermo un estado de ánimo que facilita mucho la tarea
del médico». El general no le prestó atención a la maestría de la respuesta, porque lo
estremeció la revelación deslumbrante de que la loca carrera entre sus males y sus sueños
llegaba en aquel instante a la meta final. El resto eran las tinieblas. «Carajos», suspiró. «¡Cómo
voy a salir de este laberinto!»54

El 17 de diciembre de 1830 a las doce de la mañana el Libertador murió. Como bien lo dijo
Mario Hernández55, a partir de ese momento, Simón Bolívar entraría en los vastos espacios de
la Historia y de la Gloria eterna.

54 Gabriel García Márquez, El general en su laberinto, Editorial Oveja Negra, 1989.


55 Mario Hernández Sánchez-Barba, Simón Bolívar una pasión política, Ariel, 2004, p.255.

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

2. 1815: Bolívar le escribe a Suramérica56

Quiero compartirles hoy, una parte de la selección y análisis que un día realicé sobre las ideas
que Bolívar escribió en Jamaica el año de 1815.

“Para llevar a cabo su proyecto de destrucción, España ha enviado nuevos refuerzos que
acaban de llegar a la costa adyacente. Siendo su único objeto y sus solos esfuerzos la
destrucción de los habitantes de la América del sur.” (Al Señor Editor de The Royal Gazette, 18
de agosto)

“Los suramericanos ya no temen sino la tiranía. Su espíritu se ha elevado. Las persecuciones de


España les han dado la fuerza que necesitaban. Al amor a la patria, a las virtudes que no podían
adquirir bajo el régimen absoluto, se han unido en una profunda aversión a nuestros enemigos
y en una terrible desesperación que casi siempre ha asegurado la victoria. Volvamos la vista
sobre Venezuela, y veremos que sus habitantes casi aniquilados, sin armas y oprimidos, se
levantan con tanta fuerza y violencia que, después de haberse adueñado de todas las provincias
interiores, amenazan ya a atacar los puertos y arrojar a sus enemigos al mar, según las últimas
noticias que hemos recibido. La Nueva Granada no se someterá a las tropas que comanda el
general Morillo”. (Al Señor Editor de “The Royal Gazette”, 28 de septiembre).

Uno de los elementos más valiosos que ofrecen las cartas de 1815, es que en conjunto se
constituyen como el más importante balance y proyección de la lucha emancipatoria para ese
entonces. En dichas cartas encontramos diagnósticos y evaluaciones de las luchas militares

Parte de mi tesis de grado (2006) en la Universidad Nacional. Libro editado en el Gimnasio Internacional de
56

Medellín. Frank David Bedoya Muñoz, Bolívar le escribe a Suramérica.

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

ejecutadas hasta el momento, análisis de la compleja situación social y política de Suramérica,


caracterizaciones psicológicas sobre la diversa población suramericana, peticiones de ayuda
para la causa independista, tesis sobre el equilibrio necesario de la humanidad que sólo se daría
a partir de la liberación de las colonias, descripciones detalladas de la dominación española en
América, quejas por la despreocupación por la causa americana de las llamadas potencias
liberales, caracterizaciones sociales de los pueblos suramericanos, hipótesis sobre el futuro
político de la naciones Americanas, detalles sobre las capacidades políticas de nuestros pueblos
para erigir sus gobiernos después de la independencia, propuestas políticas para la creación de
una nación suramericana, planteamientos filosóficos y políticos que proclamaban la unión y
una reformulación del concepto de libertad, y siempre los mejores signos de esperanza.

Uno de los primeros temas tratados en las cartas del período que estudiamos, es el balance
sobre la condición de América en 1815. Bolívar no desestimaba los elementos negativos y
adversos que se presentaban para la lucha de emancipación y la fundación de las naciones
Americanas. En primer lugar, reconocía la imposibilidad de conseguir un consenso de las
masas sobre el proyecto emancipador. Era más fácil sostener la lucha militar con los españoles
que lidiar con las masas, que con justa razón ignoraban los beneficios o retos que les imponía
una condición de libertad:

“La opinión de la América no está aún bien fijada, y aunque los seres que piensan son todos,
todos independientes, la masa general ignora todavía sus derechos y desconoce sus intereses”.
(Al señor Maxwell Hyslop, 19 de mayo)

En segundo lugar, Bolívar brindaba una explicación extensa sobre nuestra débil condición para
un ejercicio público de la política.

“La posición de los moradores del hemisferio americano ha sido, por siglos puramente pasiva:
su existencia política era nula. Nosotros estábamos en un grado todavía más bajo de la
servidumbre, y por lo mismo con más dificultad para elevarnos al goce de la libertad. Los
estados son esclavos por la naturaleza de su constitución o por el abuso de ella. Luego un
pueblo es esclavo cuando el gobierno, por su esencia o por sus vicios, huella y usurpa los
derechos del ciudadano o súbdito. Aplicando estos principios, hallaremos que la América no

65
Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

sólo estaba privada de su libertad sino también de la tiranía activa y dominante. Se nos vejaba
con una conducta que, además de privarnos de los derechos que nos correspondían, nos
dejaba en una especie de infancia permanente con respecto a las transacciones públicas. Si
hubiésemos siquiera manejado nuestros asuntos domésticos en nuestra administración interior,
conoceríamos el curso de los negocios públicos y su mecanismo, y gozaríamos también de la
consideración personal que impone a los ojos del pueblo cierto respeto maquinal que es tan
necesario conservar en las revoluciones. He aquí por qué he dicho que estábamos privados
hasta de la tiranía activa, pues que no nos era permitido ejercer sus funciones. Los americanos,
en el sistema español que está en vigor, y quizá con mayor fuerza que nunca, no ocupan otro
lugar en la sociedad que el de siervos propios para el trabajo, y cuando más, el de simples
consumidores… Tan negativo era nuestro estado que no encuentro semejante en ninguna otra
asociación civilizada, por más que recorro la serie de las edades y la política de todas las
naciones. Pretender que un país tan felizmente constituido, extenso, rico y populoso, sea
meramente pasivo, ¿no es un ultraje y una violación de los derechos de la humanidad?...
Estábamos como acabo de exponer, abstraídos, y digámoslo así, ausentes del universo en
cuanto es relativo a la ciencia del gobierno y administración del estado. Jamás éramos virreyes,
ni gobernadores, sino por causas muy extraordinarias; arzobispos y obispos pocas veces;
diplomáticos nunca; militares, sólo en calidad de subalternos; nobles, sin privilegios reales; no
éramos, en fin, ni magistrados ni financistas, y casi ni aun comerciantes: todo en contravención
directa de nuestras instituciones”. (Contestación de un americano meridional a un caballero de
esta isla, 6 de septiembre).

Eran pues éstas las condiciones negativas para la construcción de una verdadera República,
donde lo que predominaba era la ausencia de un verdadero e interiorizado espíritu de
ciudadanía en cada una de esas personas acostumbradas sólo a obedecer. Por eso, no bastaba
una victoria militar, y aquí la diferencia fundamental entre Bolívar y otros caudillos, que
simplemente esperaban ocupar el lugar de los españoles. Una primera prueba de los principios
ilustrados que soportaban la concepción sobre la libertad que tenía Bolívar, y el firme
convencimiento de no querer, en ninguno caso, repetir o prolongar otro tipo de tiranías para
América.

Este balance histórico de nuestras condiciones políticas es acompañado además de una especie

66
Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

de genealogía que pudiera explicar el origen de nuestras principales discordias, además de las
circunstancias desfavorables que nos tocaron en suerte, en el juego de las políticas
internacionales.

“Nuestras discordias tienen su origen en las dos más copiosas fuentes de calamidad pública: la
ignorancia y la debilidad. España ha fomentado la una por la superstición, y perpetuado la otra
por la tiranía. En el estado anterior de las cosas nuestra situación estaba reducida a una nulidad
casi total. Vivíamos ajenos a todos los acontecimientos, que se cumplían, extraños a la
contemplación del mundo político y separados de todo lo que pudiera, de algún modo,
ejercitar nuestra inteligencia o dar valor a nuestras riquezas y nuestro poder. Los americanos
del Sur han pasado a través de los siglos, como los ciegos por entre los colores, se hallaban
sobre el teatro de la acción pero sus ojos estaban vendados, nada han visto, nada han oído.
¿Por qué? porque no podían ver la justicia y mucho menos oír la verdad. Además de esto
fuimos abandonados por el mundo entero, ninguna nación extranjera nos ha guiado con su
sabiduría y experiencia, ni defendido con sus armas, ni protegido con sus recursos… Nosotros
no tenemos más armas para hacer frente al enemigo que nuestros brazos, nuestros pechos,
nuestros caballos y nuestras lanzas. El débil necesita una larga lucha para vencer; el fuerte,
como en Waterloo, libra una batalla y desaparece un imperio. Cuando los partidos carecen de
autoridad, ora por falta de poder, ya por el triunfo de sus contrarios, nace el descontento y los
debilita. Los Jefes subdividen la causa en tantas partes cuantos son ellos; y esto sucede, sobre
todo, cuando sin acuerdo con una potencia extranjera que los obligue a persistir en el sistema
que ambos habían reconocido y obligádose a sostener. Como ninguna nación había entrado en
tratos formales con nosotros ni en comunicaciones oficiales, no tenemos, en consecuencia,
relaciones políticas que nos liguen con nación alguna”. (Al Señor Editor de The Royal Gazette,
28 de septiembre.)

Sin embargo, no se trataba sólo de presentar tan desolador panorama. Bolívar seguía con la
convicción y la esperanza de que la lucha iniciada no podía parar, con todo y adversidades
América tenía que alcanzar su destino de libertad. Después del diagnóstico era necesario
proyectar la reorientación y continuación de la lucha. De hecho, no podemos perder de vista
que todas estas cartas escritas en el exilio, tenían un fin de propaganda y apelación. De esta
forma Bolívar arremete a decirle al mundo, a decirle a Suramérica, lo que era urgente, lo que

67
Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

necesitábamos.

A pesar de las adversidades, luego de haber analizado la historia del saqueo por parte de los
españoles, luego de llamar la atención al mundo sobre la necesidad de la libertad del hemisferio
de Colón, Bolívar cambia de tono, y sus palabras se presentan más aguerridas, con todas las
dificultades, así se haya derrumbado la segunda República, Suramérica ya había comenzado la
lucha y era necesario no retroceder jamás. No dejan de ser pues las siguientes palabras, los
sentimientos más hondos de orgullo y coraje, aquellos que se necesitaban para salir de la
derrota.

“El velo se ha rasgado, ya hemos visto la luz, y se nos quiere volver a las tinieblas; se han roto
las cadenas; ya hemos sido libres, y nuestros enemigos pretenden de nuevo esclavizarnos. Por
lo tanto, la América combate con despecho; y rara vez la desesperación no ha arrastrado tras sí
la victoria. Porque los sucesos hayan sido parciales y alternados, no debemos desconfiar de la
fortuna. En unas partes triunfan los independientes mientras que los tiranos en lugares
diferentes obtienen sus ventajas, y ¿cuál es el resultado final? ¿no está el Nuevo Mundo entero,
conmovido y armado para su defensa?” (Contestación de un americano meridional a un
caballero de esta isla. 6 de septiembre)

Otro de los elementos valiosos de los escritos de 1815 es la caracterización de la Suramérica


que se quería independiente. En mi concepto una descripción más sociológica que política.
Toda una auténtica necesidad de Bolívar por dar respuesta a dos preguntas que se hacía:
¿Quiénes somos? y ¿Qué deseo yo para América?

¿Quiénes somos? He aquí pues una magistral descripción sociológica de los pueblos
Americanos.

“Los más de los políticos europeos y americanos que han previsto la independencia del Nuevo
Mundo han presentido que la mayor dificultad para obtenerla, consiste en la diferencia de las
castas que componen la población de este inmenso país… De quince a veinte millones de
habitantes que se hallan esparcidos en este gran continente de naciones indígenas, africanas,
españolas y razas cruzadas, la menor parte es, ciertamente, de blancos; pero también es cierto

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

que ésta posee cualidades intelectuales que le dan una igualdad relativa y una influencia que
parecerá supuesta, a cuantos no hayan podido juzgar, por sí mismos, del carácter moral y de las
circunstancias físicas, cuyo compuesto produce una opinión lo más favorable a la unión y
armonía entre todos los habitantes, no obstante a desproporción numérica entre un color y
otro. Observemos que al presentarse los españoles en el Nuevo Mundo, los indios los
consideraron como una especie de mortales superiores a los hombres; idea que no ha sido
enteramente borrada, habiéndose mantenido por los prestigios de la superstición, por el temor
de la fuerza, la preponderancia de la fortuna, el ejercicio de la autoridad, la cultura del espíritu,
y cuantos accidentes pueden producir ventajas. Jamás éstos han podido ver a los blancos, sino
al través de una grande veneración como seres favorecidos del cielo. El americano del sur vive
a sus anchas en su país nativo; satisface sus necesidades y pasiones a poca costa; montes de oro
y de plata le proporcionan riquezas fáciles con que obtiene los objetos de la Europa. Campos
fértiles, llanuras pobladas de animales, lagos y ríos caudalosos con ricas pesquerías lo alimentan
superabundantemente, el clima no le exige vestidos y apenas habitaciones; en fin, puede existir
aislado, subsistir de sí mismo, y mantenerse independiente de los demás. Ninguna otra
situación del mundo es semejante a ésta: toda la tierra está ya agotada por los hombres, la
América sola, apenas está encentada. De aquí me es permitido colegir que, habiendo una
especie de independencia individual en estos inmensos países, no es probable que las facciones
de razas diversas, lleguen a constituirse de tal modo, que una de ellas logre anonadar a las otras.
La misma extensión, la misma abundancia, la misma variedad de colores, da cierta neutralidad a
las pretensiones, que vienen a hacerse casi nulas. El indio es de un carácter tan apacible, que
sólo desea el reposo y la soledad: no aspira ni aun a acaudillar su tribu, mucho menos a
dominar las extrañas: felizmente esta especie de hombres es la que menos reclama la
preponderancia; aunque su número exceda a la suma de los otros habitantes. Esta parte de la
población americana es una especie de barrera para contener a los otros partidos, ella no
pretende la autoridad, porque ni la ambiciona, ni se cree con aptitud para ejercerla,
contentándose con su paz, su tierra y su familia. El indio es el amigo de todos, porque las leyes
no lo habían desigualado, y porque, para obtener todas las mismas dignidades de fortuna y de
honor que conceden los gobiernos, no han menester de recurrir a otros medios que a los
servicios y al saber; aspiraciones que ellos odian más que lo que pueden desear las gracias. Así,
pues, parece que debemos contar con la dulzura de mucho más de la mitad de la población,
puesto que los indios y los blancos componen los tres quintos de la populación total, y si

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

añadimos los mestizos que participan de la sangre de ambos, el aumento se hace más sensible y
el temor de los colores se disminuye, por consecuencia. El esclavo en la América española
vegeta abandonado en las haciendas, gozando, por decirlo así, de su inacción, de la hacienda de
su señor y de una gran parte de los bienes de la libertad; y como la religión le ha persuadido
que es un deber sagrado servir, ha nacido y existido en esta dependencia doméstica, se
considera en su estado natural, como un miembro de la familia de su amo, a quien ama y
respeta. Estamos autorizados pues, a creer que todos los hijos de la América española, de
cualquier color o condición que sean, se profesan un afecto o fraternal recíproco, que ninguna
maquinación es capaz de alterar. Nos dirán que las guerras civiles prueban lo contrario. No,
señor, las contiendas domésticas de la América nunca se han originado de la diferencia de
castas: ellas han nacido de la divergencia de las opiniones políticas, y de la ambición particular
de algunos hombres, como todas las que han afligido a las demás naciones. Todavía no se ha
oído un grito de proscripción contra ningún color, estado o condición; excepto contra los
españoles europeos, que tan acreedores son a la detestación universal… Balanceada como está
la populación americana, ya por el número, ya por las circunstancias, ya, en fin, por el
irresistible imperio del espíritu, ¿por qué razón no se han de establecer nuevos gobiernos en
esta mitad del mundo? ¿En Atenas no eran los esclavos cuatro veces más que los ciudadanos?
¿Los campos de Esparta no los cultivaban los ilotas? ¿En todo el Oriente, en toda la África, en
parte de Europa el número de los hombres libres no ha sido inferior al de los siervos?
Obsérvese además la diferencia que existe entre los cautivos de la antigüedad y los miserables
trabajadores de la América: aquéllos eran prisioneros de guerra, acostumbrados al manejo de
las armas, mercaderes y navegantes ricos, filósofos profundamente instruidos, que conocían
sus derechos y todos sufrían impacientes las cadenas. Los modernos son de una raza salvaje,
mantenidos en la rusticidad por la profesión a que se les aplica y degradados a la esfera de los
brutos”. (Al Señor Redactor o Editor de la Gaceta Real de Jamaica, septiembre)

¿Quiénes somos?

“Nosotros somos un pequeño género humano; poseemos un mundo aparte; cercado por
dilatados mares, nuevo en casi todas las artes y ciencias aunque en cierto modo viejo en los
usos de la sociedad civil… Nosotros, que apenas conservamos vestigios de lo que en otro
tiempo fue, y que por otra parte no somos indios ni europeos, sino una especie media entre los

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

legítimos propietarios del país y los usurpadores españoles: en suma, siendo nosotros
americanos por nacimiento y nuestros derechos los de Europa, tenemos que disputar éstos a
los del país y que mantenernos en él contra la invasión de los invasores; así nos hallamos en el
caso más extraordinario y complicado”. (Contestación de un americano meridional a un
caballero de esta isla, 6 de septiembre)

¿Qué deseo yo para América?

“Yo deseo más que otro alguno ver formar en América la más grande nación del mundo,
menos por su extensión y riquezas que por su libertad y gloria. Aunque aspiro a la perfección
del gobierno de mi patria, no puedo persuadirme que el Nuevo Mundo sea por el momento
regido por una gran república; como es imposible, no me atrevo a desearlo, y menos deseo una
monarquía universal de América, porque este proyecto, sin ser útil, es también imposible. Los
abusos que actualmente existen no se reformarían y nuestra regeneración sería infructuosa. Los
estados americanos han menester de los cuidados de gobiernos paternales que curen las llagas y
las heridas del despotismo y la guerra”. (Contestación de un americano meridional a un
caballero de esta isla, 6 de septiembre)

Sin perder de vista el hecho de que el proyecto político que sugiere Bolívar para Suramérica
sólo logra madurarse y concretarse en el año de 1819, —pensamiento expuesto magistralmente
en el Discurso de Angostura— vemos ya en las cartas que nos ocupan, escritas cuatro años
antes, una unidad de pensamiento en toda su doctrina. Además de un mensaje valioso para el
mundo venidero que se caracterizará por tener las más mezquinas tiranías a causa de las
ambiciones de los imperios.

“No soy de la opinión de las monarquías americanas. He aquí mis razones: el interés, bien
entendido de una república se circunscribe en la esfera de su conservación, prosperidad y
gloria. No ejerciendo la libertad imperio, porque es precisamente su opuesto, ningún estímulo
excita a los republicanos a extender los términos de su nación, en detrimento de sus propios
medios, con el único objeto de hacer participar a sus vecinos de una constitución liberal.
Ningún derecho adquieren, ninguna ventaja sacan venciéndolos; a menos que los reduzcan a
colonias, conquistas o aliados, siguiendo el ejemplo de Roma. Máximas y ejemplos tales, están

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

en oposición directa con los principios de justicia de los sistemas republicanos; y aun diré más,
en oposición manifiesta con los intereses de sus ciudadanos: porque un estado demasiado
extenso en sí mismo o por sus dependencias, al cabo viene en decadencia y convierte su forma
libre en otra tiránica; relaja los principios que deben conservarla y ocurre por último al
despotismo. El distintivo de las pequeñas repúblicas es la permanencia, el de las grandes es
vario; pero siempre se inclina al imperio. Casi todas las primeras han tenido una larga duración;
de las segundas sólo Roma se mantuvo algunos siglos, pero fue porque era república la capital
y no lo era el resto de sus dominios, que se gobernaban por leyes e instituciones diferentes.
Muy contraria es la Política de un rey cuya inclinación constante se dirige al aumento de sus
posesiones, riquezas y facultades: con razón, porque su autoridad crece con estas adquisiciones,
tanto con respecto a sus vecinos, como a sus propios vasallos que temen en él un poder tan
formidable, cuanto es su imperio, que se conserva por medio de la guerra y de las conquistas.
Por estas razones pienso que los americanos ansiosos de paz, ciencias, artes, comercio y
agricultura, preferirían las repúblicas a los reinos”. (Contestación de un americano meridional a
un caballero de esta isla, 6 de septiembre)

Éstas eran, pues, las palabras que nombraban el ánimo, la ambición y las ilusiones de Simón
Bolívar en 1815; faltaba recorrer mucho camino para que este guerrero y pensador culminara
su misión de libertad y para que finalmente se convirtiera en un fundador de naciones. Faltaba
mucho más tiempo todavía para la desilusión y el derrumbamiento. Pero sin lugar a dudas fue
este exilio Jamaiquino de 1815 un punto medio en su vida, el gran medio día, la cúspide de la
elaboración de un proyecto para la libertad.

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

2. Ensayo sobre la autenticidad y el valor de Mi Delirio sobre el Chimborazo57.

Simón Bolívar fue un guerrero, un estratega, un creador de naciones, un espíritu libre, un


Libertador, y además de todo esto, fue un muy buen escritor. Creó más de 3.500 documentos
entre cartas, discursos, proclamas y decretos. Toda su obra escrita se caracteriza por una gran
lucidez y una asombrosa contundencia, su Manifiesto de Cartagena, su Carta de Jamaica y su
Discurso de Angostura, son la mejor muestra de ello. Pero además existe un escrito singular, tanto
por su estilo como por su contenido, que ha causado gran controversia, en tanto que algunos,
se han negado a creer que haya sido escrito por Bolívar, ese es Mi Delirio sobre el Chimborazo.

La primera copia conocida del documento está fechada el 13 de octubre de 1822, Vicente
Lecuna, quien fuera el principal investigador y editor de los documentos de Simón Bolívar,
expresó que dicha copia la conservaron los descendientes del Coronel Vicente Aguirre en
Quito. El escrito además fue publicado por primera vez en 1833, tres años después de la
muerte de Simón Bolívar, en la Colección de documentos relativos a la Vida Pública del Libertador de
Francisco Javier Yañes y Cristóbal Mendoza. A pesar de que existe una copia y una publicación
de la época, el original no se ha encontrado.

¿Qué dicen los principales biógrafos de Simón Bolívar sobre la autenticidad de este
documento?

El historiador alemán Gerhard Masur, en su biografía Simón Bolívar, asume la posición más
escéptica: “El contraste entre los picos de los Andes, con sus crestas de nieves eternas, y la
lozanía de la naturaleza tropical inspiró a Bolívar. Empero la leyenda de que ascendió al
Chimborazo en un día no se funda en la realidad. Para realizar semejante hazaña habría tenido

57 Artículo publicado en: http://gotasdetinta.org/1/historia_frank.html

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

que ser un semidiós. Bolívar no estuvo jamás en el Chimborazo, y el himno cuya composición
se le atribuye es una falsificación, además mala.”58

El historiador venezolano Augusto Mijares, en su biografía El Libertador, asume una posición


cautelosa: “Durante uno de estos viajes parece que subió al Chimborazo y que poco después
de esa excursión escribió la fantasía poética titulada Mi Delirio sobre el Chimborazo. […] No se ha
encontrado el original; y las copias más antiguas, fechadas en Loja el 13 de octubre de 1822, no
permiten asegurar la autenticidad del texto. Críticos muy autorizados consideran que el Delirio
fue escrito sin duda alguna, por Bolívar; aunque Lecuna supone que el Libertador no subió en
realidad al Chimborazo, mientras que Grisanti no sólo da como verdadera aquella excursión,
sino que aduce numerosos pormenores relativos a ella. Otros autores, por el contrario,
consideran el Delirio como una falsificación, que se hizo imitando con escasa felicidad el estilo
bolivariano.”59

Los historiadores norteamericanos, Waldo Frank en su biografía Simón Bolívar Nacimiento de un


mundo, David Bushnell en su biografía Simón Bolívar Hombre de caracas proyecto de América, y el
historiador español Mario Hernández Sánchez-Barba en su biografía Simón Bolívar Una pasión
política, no hacen ninguna mención del Delirio sobre el Chimborazo.

Por otra parte, la historiadora francesa Gilette Saurat en su biografía Bolívar El Libertador, afirma
la autenticidad del escrito y además cita apartes de él: “De esa época data verosímilmente esa
página asombrosa escrita al regreso de una excursión al más majestuoso de los volcanes
ecuatorianos, conocido bajo el título de «Mi Delirio sobre el Chimborazo»: «Yo venía…”60

Y finalmente el historiador británico John Lynch, en su reciente biografía Simón Bolívar expresó:
“Siguiendo los pasos de La Condamine y Humboldt, Bolívar subió a la montaña de 6.267
metros, donde experimentó un extraña transformación de carácter espiritual: de pie en lo alto
del mundo, vio una aparición que le enseñó la historia del pasado y los pensamientos del
destino. Poseído por el dios de Colombia, el Libertador estuvo sumido en este delirio, hasta
que la poderosa voz de Colombia lo despertó. Luego, en un estado de hiperconciencia,

58 Gerhard Masur, Simón Bolívar, Editorial Grijalbo, Bogotá, 1984, p. 402.


59 Augusto Mijares, El Libertador, Academia Nacional de la Historia, Caracas, 1987, p. 430.
60 Gilette Saurat, Bolívar El Libertador, Editorial Oveja Negra, Bogotá, 1987, p. 482.

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

describió la experiencia en Mi Delirio sobre el Chimborazo, un documento en apariencia tardío y


publicado póstumamente. ¿Es cierta esta historia? ¿Es el texto un relato auténtico de un hecho
real? ¿O se trata en cambio de un ejercicio de ficción literaria realizada por el mismo Bolívar?
¿O de una metáfora sobre la transfiguración del nuevo salvador sobre una montaña americana,
inventada por un devoto temprano del culto de Bolívar? La mayoría de los estudiosos
bolivarianos consideran la composición auténtica. Para algunos es una revelación del verdadero
Bolívar. Con todo, el escrito continúa siendo un misterio, y la ausencia de testimonios que
corroboren su autenticidad y de referencias contemporáneas invita a adoptar una posición
agnóstica al respecto.”61

Como se puede apreciar, los principales biógrafos de Bolívar, en términos generales, mantienen
una posición escéptica sobre el asunto, y esto es comprensible, dado que el rigor del método
histórico, obliga, frente a la usencia del documento original, mantener una postura cautelosa.
Por otra parte, saber si Bolívar ascendió o no a la cima del Chimborazo, no es lo importante.
Se sabe con toda certeza que Bolívar estuvo en el año de 1822 muy cerca al volcán, no es raro
pensar, que un hombre acostumbrado a los más inclementes viajes, en caballos y en mulas, en
distancias sorprendentes, que a cualquier hombre, de la época o de hoy, asombraría; viajes por
todo un continente de selvas, llanos, altas montañas, pantanos, climas diversos y extremos, en
fin… Todo ello, nos da a entender, que no es raro, que Bolívar, haya hecho una excursión al
Chimborazo; ¿qué tanto haya ascendido? eso si, nos quedamos sin saberlo. Pero como decía
antes, esta cuestión se vuelve trivial, lo importante es, valorar y discernir sobre la autenticidad
del escrito Mi Delirio sobre el Chimborazo.

Hoy en este ensayo, a partir de un nuevo elemento que me parece un indicio clave para decidir
sobre la autenticidad de este escrito, sustentaré la siguiente tesis: Mi Delirio sobre el Chimborazo es
un escrito auténtico del Libertador Simón Bolívar. Antes de argüir esto, observemos pues, el
texto completo en cuestión.

61 John Lynch, Simón Bolívar, Editorial Crítica, Madrid, 2006, p. 231.

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

Mi delirio sobre el Chimborazo62 / Simón Bolívar

“Yo venía envuelto con el manto de Iris63, desde donde paga su tributo el caudaloso
Orinoco64 al Dios de las aguas.
Había visitado las encantadas fuentes amazónicas, y quise subir al atalaya del Universo.
Busqué las huellas de La Condamine65 y de Humboldt66, seguilas audaz, nada me
detuvo; llegué a la región glacial, el éter sofocaba mi aliento.
Ninguna planta humana había hollado la corona diamantina que pusieron las manos de
la Eternidad sobre las sienes excelsas del dominador de los Andes.
Yo me dije: este manto de Iris que me ha servido de estandarte, ha recorrido en mis
manos sobre regiones infernales, ha surcado los ríos y los mares, ha subido sobre los hombros
gigantescos de los Andes; la tierra se ha allanado a los pies de Colombia, y el tiempo no ha
podido detener la marcha de la libertad.
Belona67 ha sido humillada por el resplandor de Iris, ¿y no podré yo trepar sobre los
cabellos canosos del gigante de la tierra? ¡Sí podré!
Y arrebatado por la violencia de un espíritu desconocido para mí, que me parecía
divino, dejé atrás las huellas de Humboldt, empañando los cristales eternos que circuyen el
Chimborazo.
Llego como impulsado por el genio que me animaba, y desfallezco al tocar con mi
cabeza la copa del firmamento: tenía a mis pies los umbrales del abismo.

Un delirio febril embarga mi mente; me siento como encendido por un fuego extraño y
superior. Era el Dios de Colombia que me poseía.

62 El Chimborazo es un volcán inactivo del Ecuador. Con 6.267 m, es el volcán más alto del Ecuador, pero
también es el más alejado del centro del planeta.
63 En la mitología griega Iris es la personificación del arco iris.
64 El río Orinoco es uno de los ríos más largos de Suramérica, que atraviesa gran parte de Venezuela y Colombia.
65 La Condamine en el año 1736, para una misión francesa en el Ecuador, midió el arco de un meridiano e hizo la

ascensión al Chimborazo.
66 En 1802 el barón Alexander von Humboldt, acompañado de Aimé Bonpland y del ecuatoriano Carlos

Montúfar trataron de subir hasta la cumbre, pero desistieron a los 5.875 m.

67 Belona en la mitología romana es la diosa de la guerra.

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

De repente se me presenta el Tiempo bajo el semblante venerable de un viejo cargado


con los despojos de las edades: ceñudo, inclinado, calvo, rizada la tez, una hoz en la mano…

«Yo soy el padre de los siglos, soy el arcano de la fama y del secreto, mi madre fue la
Eternidad; los límites de mi imperio los señala el Infinito; no hay sepulcro para mí, porque soy
más poderoso que la Muerte; miro lo pasado, miro lo futuro, y por mis manos pasa lo presente.
¿Por qué te envaneces, niño o viejo, hombre o héroe?
¿Crees que es algo tu Universo?
¿Que levantaros sobre un átomo de la creación, es elevaros?
¿Pensáis que los instantes que llamáis siglos pueden servir de medida a mis arcanos?
¿Imagináis que habéis visto la Santa Verdad?
¿Suponéis locamente que vuestras acciones tienen algún precio a mis ojos?
Todo es menos que un punto a la presencia del Infinito que es mi hermano».

Sobrecogido de un terror sagrado, «¿Cómo, ¡oh Tiempo! —respondí— no ha de


desvanecerse el mísero mortal que ha subido tan alto?
He pasado a todos los hombres en fortuna, porque me he elevado sobre la cabeza de
todos.
Yo domino la tierra con mis plantas; llego al Eterno con mis manos; siento las
prisiones infernales bullir bajo mis pasos; estoy mirando junto a mí rutilantes astros, los soles
infinitos; mido sin asombro el espacio que encierra la materia, y en tu rostro leo la Historia de
lo pasado y los pensamientos del Destino».

«Observa —me dijo—, aprende, conserva en tu mente lo que has visto, dibuja a los
ojos de tus semejantes el cuadro del Universo físico, del Universo moral; no escondas los
secretos que el cielo te ha revelado: di la verdad a los hombres».

La fantasma desapareció.

Absorto, yerto, por decirlo así, quedé exánime largo tiempo, tendido sobre aquel
inmenso diamante que me servía de lecho.
En fin, la tremenda voz de Colombia me grita; resucito, me incorporo, abro con mis

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

propias manos los pesados párpados: vuelvo a ser hombre, y escribo mi delirio.”68

El nuevo elemento que me parece un indicio clave para afirmar que Mi Delirio sobre el
Chimborazo es un escrito auténtico del Libertador Simón Bolívar, es el siguiente:

No voy a presumir que haya descubierto nada nuevo, de hecho el nuevo elemento para
confirmar la autenticidad de este escrito, es una muy reconocida carta de Bolívar. Lo que me
sorprende es, que ninguno de los biógrafos de Bolívar e investigadores de sus documentos,
hasta ahora, no hayan caído en la cuenta de lo que voy a señalar.

Se trata de aquella carta que envió Simón Bolívar a su maestro Simón Rodríguez, desde
Pativilca el 19 de enero de 1824, donde le decía: “¿Se acuerda Vd. cuando fuimos juntos al
Monte Sacro en Roma a jurar sobre aquella tierra santa la libertad de la patria? […] Vd. formó
mi corazón para la libertad, para la justicia, para lo grande, para lo hermoso. Yo he seguido el
sendero que Vd. me señaló.”69

Pues bien, el indicio que me confirma la autenticidad de Mi Delirio sobre el Chimborazo, viene a
continuación. En esta misma carta, un párrafo más adelante, Bolívar le dice a Simón
Rodríguez:

“Venga Vd. al Chimborazo; profane Vd. con su planta atrevida la escala de los titanes, la
corona de la tierra, la almena inexpugnable del Universo nuevo. Desde tan alto tenderá Vd. la
vista; y al observar el cielo y la tierra, admirando el pasmo de la creación terrena, podrá decir:
dos eternidades me contemplan: la pasada y la que viene; y este trono de naturaleza, idéntico a
su autor, será tan duradero, indestructible y eterno como el padre del Universo.”70

Además de la alusión directa al Chimborazo, vemos, que en tan sólo un párrafo, Bolívar vuelve
a utilizar algunos de los conceptos que utilizó en Mi Delirio sobre el Chimborazo, comparemos:

68 Simón Bolívar, Obras Completas, Fundación para la Investigación y la Cultura FICA, Bucaramanga, 2008, Tomo
IV, p. 53.
69 Ibíd. Tomo IV, p. 309.
70 Ibíd. Tomo IV, p. 310.

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

Carta a Simón Rodríguez (1824) Mi Delirio sobre el Chimborazo (1822)


“Profane Vd. con su planta atrevida la escala “Ninguna planta humana había hollado…”
de los titanes.”
“La corona de la tierra, la almena “La corona diamantina que pusieron las
inexpugnable del Universo nuevo.” manos de la Eternidad sobre las sienes
excelsas del dominador de los Andes.”
[Valga recordar que en el comienzo del siglo
XIX se consideraba al Chimborazo como la
más alta montaña del planeta.]
“Desde tan alto tenderá Vd. la vista; y al “Llego como impulsado por el genio que me
observar el cielo y la tierra, admirando el animaba, y desfallezco al tocar con mi cabeza
pasmo de la creación terrena, podrá decir: dos la copa del firmamento: tenía a mis pies los
eternidades me contemplan: la pasada y la que umbrales del abismo.”
viene.”
“Este trono de naturaleza, idéntico a su autor, “Quise subir al atalaya del Universo.”
será tan duradero, indestructible y eterno
como el padre del Universo.”

Mi Delirio sobre el Chimborazo es un escrito auténtico del Libertador Simón Bolívar.

Además valoremos el texto.

Cuando Bolívar escribió este sublime texto poético, había logrado crear un ejercito glorioso,
había creado una nueva inmensa nación llamada Colombia, estaba ganando la guerra a los
españoles, y estaba a punto de expulsarlos definitivamente de Suramérica. Había libertado y
unido países. Había recorrido en caballo más kilómetros, de lo que cualquier humano se
pudiera imaginar. De tal manera que Mi Delirio sobre el Chimborazo no es sólo un poema, es la
experiencia de la grandeza, la sensibilidad de la gloria alcanzada, el testimonio de la grandeza
humana, pero a su vez, la modestia de un mortal frente al Universo y un tributo a la majestuosa

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

naturaleza. Era nada más y nada menos que un dialogo con el Tiempo.

¿Acaso el siguiente párrafo no es el relato más fiel del periplo heroico de Bolívar?: “Este manto
de Iris que me ha servido de estandarte, ha recorrido en mis manos sobre regiones infernales,
ha surcado los ríos y los mares, ha subido sobre los hombros gigantescos de los Andes; la tierra
se ha allanado a los pies de Colombia, y el tiempo no ha podido detener la marcha de la
libertad.”

¿Acaso el siguiente párrafo, -donde está hablando el Tiempo- no es la más bella y perfecta
definición del tiempo que algún poeta haya podido crear?: “«Yo soy el padre de los siglos, soy
el arcano de la fama y del secreto, mi madre fue la Eternidad; los límites de mi imperio los
señala el Infinito; no hay sepulcro para mí, porque soy más poderoso que la Muerte; miro lo
pasado, miro lo futuro, y por mis manos pasa lo presente».”

¿Acaso las siguientes cuestiones, que Bolívar pone en la voz del Tiempo, no son las más
lúcidas preguntas, dirigidas al hombre?: “¿Por qué te envaneces, niño o viejo, hombre o héroe?
¿Crees que es algo tu Universo? ¿Que levantaros sobre un átomo de la creación, es elevaros?
¿Pensáis que los instantes que llamáis siglos pueden servir de medida a mis arcanos? ¿Imagináis
que habéis visto la Santa Verdad? ¿Suponéis locamente que vuestras acciones tienen algún
precio a mis ojos?”

Además sólo el Libertador Simón Bolívar, en un momento de profunda inspiración, podía


afirmar estas palabras: “Yo domino la tierra con mis plantas; llego al Eterno con mis manos;
siento las prisiones infernales bullir bajo mis pasos; estoy mirando junto a mí rutilantes astros,
los soles infinitos; mido sin asombro el espacio que encierra la materia, y en tu rostro leo la
Historia de lo pasado y los pensamientos del Destino».

Este escrito singular de Bolívar, tiene un parecido increíble con los discursos de la obra Así
habló Zaratustra de Friedrich Nietzsche.

Mi Delirio sobre el Chimborazo es una pieza fundacional de la poesía en nuestro continente, y bien
puede ser, uno de los himnos fundadores de nuestros orígenes. En todo caso será siempre el

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

más bello canto, al hombre más grande de Suramérica, -con la particularidad que fue hecho por
él mismo-.

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

4. Bicentenario de Colombia: 200 años de la frustración del proyecto político de Simón


Bolívar71

El 17 de diciembre del año 2019 Colombia cumplirá 200 años de existencia, pero también se
estarán cumpliendo 200 años de una frustración: la del proyecto político que pensó Simón
Bolívar para Colombia.

Después de haber liberado definitivamente a Nueva Granada y a Venezuela del imperio


español, Bolívar fundó una nueva nación llamada Colombia, que comprendía tres
departamentos: Venezuela, Quito y Cundinamarca, ésta última hacía referencia a todas las
provincias de la antigua Nueva Granada, nombre colonial que desde ese día, el 17 de diciembre
de 1819, quedaba suprimido.

El Libertador no se cansó de escribir y presentar los fundamentos políticos para la


construcción de esta nueva nación, pero su proyecto finalmente no fue tomado en cuenta, y su
sueño de unidad, en medio de grandes dificultades, sólo logró perdurar 11 años. Efectivamente
en 1830, año de su muerte, Colombia, la Colombia de Bolívar se desintegró para dar paso al
surgimiento de tres Estados: Venezuela, Ecuador y Nueva Granada… Sí, en 1832 se volvía
adoptar el nombre colonial de la Nueva Granada.

Muchos libros se han escrito sobre Simón Bolívar, sobre las guerras de independencia, pero
aún así, hoy, a escasos 11 años de nuestro bicentenario, el proyecto político que él había
pensado para Colombia, sigue sepultado, tergiversado, velado, nublado, tanto por sus
seguidores como por sus enemigos. Y las nuevas generaciones, en medio de tanta turbulencia,
ven pasmados o indiferentes, como unos y otros reivindican, un Bolívar conservador, un
Bolívar uribista, un Bolívar chavista, un Bolívar farcriano, un Bolívar comunista, o
simplemente un icono, una imagen, una estatua que para muchos ya no significa nada… en fin,

71Conferencia pronunciada en el Pequeño Teatro, en el marco de las tertulias de Cedetrabajo el 6 de octubre del
2008. Y en el Primer Congreso Bolivariano de Historia, en Santa Marta el 2 de diciembre del 2008.

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

ven una multitud de intenciones, de convertir a Bolívar en una bandera que representa asuntos
muy distantes de él.

No voy a narrar aquí los pormenores de la vida de Bolívar, ni el recuento de las guerras que
dirigió, o todos los complejos procesos que se dieron lugar en el período de la independencia.
¿Qué pretendo pues hoy? En un comienzo, a manera de introducción, voy a reseñar y a
comentar dos importantes lecturas sobre el legado de Bolívar en la historia. Luego realizaré, a
partir de la existente y extensa documentación completa de su obra escrita, una presentación y
un análisis de cómo Bolívar fue elaborando en el tiempo, sus ideas sobre Colombia, sus
proyectos, sus aspiraciones y sus vaticinios sobre la nación que estaba fundando.

Los mejores libros que existen para conocer a Simón Bolívar son El general en su laberinto de
Gabriel García Márquez y Mi Simón Bolívar de Fernando González, sobre esto no tengo la
menor duda. Son estos dos libros las creaciones literarias más lúcidas para conocer la
personalidad del libertador. Pero, valga anotar que Simón Bolívar ha sido el hombre, de la
época de la emancipación suramericana, de quien se puede encontrar más biografías,
elaboradas desde su época hasta hoy, por variados historiadores de todo el mundo. Son ya
muchas clásicas y bastante reconocidas por su excelente documentación, y ecuanimidad. No
tenemos tiempo de reseñarlas todas, pero si quiero como preámbulo, presentar dos, que en mi
concepto, han superado a todas las demás. Estas dos obras son las mejores logradas
historiográficamente, no tanto por su actualidad, que ya es una ventaja dado las investigaciones
profesionales que se han hecho de Bolívar en las últimas décadas, sino porque su análisis
histórico logró ser más completo, justo y perspicaz.

En primer lugar la biografía: Simón Bolívar. Una pasión política del historiador español Mario
Hernández Sánchez-Barba del año 2004, publicada por la editorial Ariel. Este autor es uno de
los más destacados americanistas y actualmente es catedrático emérito de la Universidad
Complutense de Madrid. La conclusión de su obra es la siguiente: “Bolívar, ilustrado en su
formación y romántico en la acción, entregó su vida activa a un ideal político: conseguir la
unidad en la organización de la convivencia, lo que llevó a la sima profunda de la frustración.
Intentó, hasta la muerte, un nuevo ordenamiento de la sociedad, pero el ambiente no resultó
en absoluto propicio, pues el pueblo, de modo especial en tiempo de revolución y de cambios

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

rápidos, visceralmente inasimilables, era mucho más proclive a la dispersión, el cantonalismo y


la soberbia de la individualidad, que al orden, la unidad y la afirmación de las instituciones
entendidos no sólo como valores básicos, sino esenciales para el buen funcionamiento de una
comunidad como la que quiso —y no pudo— conseguir Bolívar.”72

Y en segundo lugar la biografía: Simón Bolívar del historiador inglés John Lynch del año 2006,
publicada en castellano por la editorial Crítica. John Lynch es profesor emérito de la
Universidad de Londres, uno de los hispanistas más prestigiosos de nuestro tiempo.
Observemos con un poco más de detalle, algunas de sus conclusiones, en este trabajo: “Simón
Bolívar tuvo una vida corta pero extraordinariamente plena. Fue un revolucionario que liberó
seis países, un intelectual que debatió los principios de la liberación nacional, un general que
libró una cruel guerra colonial. Inspiró a la vez devociones y odios extremos. Muchos
hispanoamericanos querían que se convirtiera en su dictador, en su rey; mientras que otros lo
acusaron de ser un traidor, y hubo quienes intentaron asesinarlo. Su memoria se convirtió en
inspiración para generaciones posteriores pero, al mismo tiempo, también en un campo de
batalla. […] El revolucionario que libró la «campaña admirable» y terminó atascado en los
conflictos con los caudillos y la confusión de su propia estrategia tenía que aprender que no
estaba en condiciones de derrotar a los españoles en la costa norte de Venezuela y que, por
tanto, necesitaba abrir un nuevo frente en el interior. El libertador que consiguió la
independencia de Colombia tenía que garantizarla llevando la revolución hasta el corazón de
los realistas en Perú, lo que le impulsó a forzar en exceso su sistema de control militar y a
poner en riesgo su posición política en su propio país. El estadista que se esforzaba por
apuntalar las defensas de la revolución se vio finalmente enfrentado a la tarea de construir un
Estado en una sociedad profundamente dividida por cuestiones regionales, raciales e
ideológicas, consciente además de que su propia presencia era una fuente de división adicional.
[…] Libertad e igualdad. Éstos fueron sus temas cruciales, y los convirtió en los fundamentos
de su revolución. De ese modo, se puso por delante de aquellos criollos que se habrían
conformado con la autonomía dentro de la monarquía española y cuyo compromiso con la
igualdad siempre fue dudoso. […] La libertad, sostuvo, es el «único objeto digno del sacrificio
de la vida de los hombres», […] pero la libertad en sí misma no era la clave de su sistema
72 Mario Hernández Sánchez-Barba, Simón Bolívar, una pasión política, Ariel, 2004.

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

político. Bolívar desconfiaba de los conceptos teóricos de la libertad, y el odio que sentía hacía
la tiranía en ningún momento lo condujo a una glorificación de la anarquía. […] Estaba
convencido de que la libertad absoluta invariablemente degeneraba en poder absoluto. […]
Bolívar no era idealista hasta el punto de creer que América estaba preparada para una
democracia pura o que la ley podía anular de forma instantánea las desigualdades producto de
la naturaleza y la sociedad. En su opinión hasta que los pueblos de Hispanoamérica no
adquirieran las virtudes políticas, […] los sistemas de gobierno popular, lejos de ser una ayuda,
podían ser su ruina. Bolívar no confiaba en el pueblo como masa, la herencia del sistema
colonial, y, para conseguir que estuviera preparado para la libertad, era necesario reeducarlo
bajo la tutela de un poder ejecutivo fuerte. […] Criticar a Bolívar, como se le criticó en su
época y como no se ha dejado de hacerlo, por no ser un demócrata liberal, sino un absolutista
conservador, es descontextualizar la discusión. Del mismo modo en que había respondido a
quienes querían convertirlo en un monarca que «ni Colombia es Francia, ni yo Napoleón»,
Bolívar habría podido decir a sus críticos liberales «ni Colombia es Estados Unidos, ni yo
Washington». […] Esta no era la sociedad homogénea del norte del continente, sino una
población multiétnica, en la que cada raza tenía sus propios intereses y, asimismo, su propia
intolerancia.”73

Son pues, en mi concepto, los anteriores juicios, los que más hacen justicia al proyecto de
Bolívar en la historia. Muestran como la visión del mundo que poseía Bolívar, anticipaba los
peligros y los engaños a que conducía un mundo liberal, que derivaría en el imperio del
individualismo absoluto. Por haber criticado la implantación ciega del liberalismo en Colombia,
fue acusado de dictador y luego de conservador, epítetos absurdos, para el hombre que más
amaba la libertad. Pero muy pocos, lo entendieron. Él, era en verdad, un forjador de
ciudadanos libres. Su llamado para todos, era alcanzar la libertad por el camino de la elección
del deber y el compromiso de construir una nación donde existiesen posibilidades para todos, y
a su vez, donde cada ciudadano debía aportar decididamente a la formación de una verdadera
República. Pero sus contemporáneos se opusieron a todo lo anterior y eligieron otros caminos,
que más o menos se expresaron en estos términos, implantaciones ciegas de modelos liberales
extranjeros, que además se aseguraron para sí, la ayuda de la estructura tiránica heredada de la
colonia, y que finalmente lograron arraigar sus supremacías locales, de espaldas al pueblo. De

73 John Lynch, Simón Bolívar, Crítica, 2006.

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

tal manera, que la invocación del libertador de crear un gobierno que consiguiera la mayor
suma de felicidad posible y la mayor suma de seguridad social, quedaba postergada… hoy
podemos constatar que por varios siglos más.

Dicho ya lo anterior pasemos al punto central de esta conferencia: ¿Cómo concibió Bolívar a
Colombia?

Valga la ocasión para celebrar y publicitar una nueva edición que se acaba de hacer en
Colombia de las obras completas de Bolívar74. Se trata de la moderna edición de FICA
Fundación para la Investigación y la Cultura, donde, en 10 tomos se presentan completos, los
documentos públicos y privados del libertador. Todas las citas que haré de Bolívar en esta
conferencia las transcribiré de esta publicación.

Simón Bolívar escribió o dictó, más de 3.500 documentos, entre cartas, discursos y proclamas,
en ellas podemos encontrar alusiones a los más diversos temas, desde las más grandes máximas
sobre la teoría de la revolución, hasta la más, aparentemente insignificante, cuestión de
conseguir buenos clavos para la caballería, y ante todo la más apasionante, y palpitante
correspondencia que creó a lo largo de toda su trayectoria. En estos documentos pues,
encontramos la alusión a muchos temas de su vida pública y privada, e importantes referencias
a muchos procesos de la independencia de Suramérica, pero hoy, nos concentraremos
exclusivamente, en la menciones directas de la creación, consolidación y evaluación del destino
de Colombia.

Recordemos que el nombre de Colombia, fue concebido por el precursor de la independencia


Francisco Miranda, quien lo pensó así para nombrar la unión de las repúblicas de América,
para cuando se lograse la independencia, ésta no la pudo lograr él; pero sí, el joven Simón
Bolívar, quien va a ser finalmente el artífice de tal guerra de emancipación, y quien antes de
haber logrado tal independencia, ya tenía el nombre de Colombia, como un presupuesto, como
una realidad en su cabeza. Observemos lo que le decía a los americanos, en una de sus
primeras proclamas, el 2 de noviembre de 1812: “Sus depredaciones [se refería a los españoles

74 Simón Bolívar, Obras Completas, FICA. Fundación para la Investigación y la Cultura, 2008.

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

dirigidos por Monteverde] en la patriótica y desdichada ciudad de Caracas os patentiza el


descaro vilipendio con que tratan a los hijos de Colombia; y el escarnio que recae sobre
nosotros al sucumbir bajo sus manos sanguinarias.” Nótese que los hijos de Colombia
maltratados, son de la ciudad de Caracas, así pues, que Colombia desde sus inicios, era un
afecto y una territorialidad mucho más amplia de lo que ahora concebimos. De igual manera,
en su primer gran escrito de ese mismo año El Manifiesto de Cartagena, donde Bolívar exiliado,
después de la primera derrota en Venezuela, acude a la Nueva Granada, solicitando ayuda, con
un escrito magistral, donde inaugura la consciencia continental americana y donde funda la
necesidad de la solidaridad y la unidad entre los pueblos oprimidos para librarse del pérfida
colonia española, decía: “Estos tránsfugas […] inundarán todo arrancando las semillas, y hasta
las raíces del Árbol de la libertad de Colombia. […] El honor de la Nueva Granada exige
imperiosamente escarmentar a esos osados invasores, persiguiéndolos hasta sus últimos
atrincheramientos. Su gloria depende de tomar a su cargo la empresa de marchar a Venezuela,
a libertar la cuna de la independencia colombiana, sus mártires y aquel benemérito pueblo
caraqueño, cuyos clamores sólo se dirigen a sus amados compatriotas los granadinos, que ellos
aguardan con una mortal impaciencia, como a sus redentores.” Desde ese momento, el destino
de la Nueva Granada y Venezuela, sería en el comienzo el mismo, y luego sería nombrado
Colombia.

Meses más tarde cuando ya se había desarrollado con éxito la gran “Campaña Admirable” que
sólo había comenzado con no más de 200 hombres, desde Cartagena, navegando el río
Magdalena y con el objetivo de llegar a Caracas, Bolívar había formado ya un ejército
respetable y se encontraba en Venezuela cumpliendo la promesa de liberar a su país, con la
ayuda de los granadinos. Ahora había sido nombrado por primera vez: El Libertador, y aún sin
terminar la guerra, ya meditaba la necesidad de unir a la Nueva Granada con Venezuela. En
una carta dirigida a Santiago Mariño el 16 de diciembre de 1813 decía: “Apenas Venezuela
unida con la Nueva Granada podría formar una nación que inspire a las otras la decorosa
consideración que le es debida ¿y podremos pretender dividirla en dos? Nuestra seguridad y la
reputación del gobierno independiente nos imponen al contrario el deber de hacer un cuerpo
de nación con la Nueva Granada. Este es el voto ahora de los venezolanos y granadinos, y en
solicitud de esta unión tan interesante a ambas regiones, los valientes hijos de Nueva Granada
han venido a libertar a Venezuela. Si unimos todo en una misma masa de nación, al paso que

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

extinguimos el fomento de los disturbios, consolidamos más nuestras fuerzas y facilitamos la


mutua cooperación de los pueblos a sostener su causa natural. Divididos, seremos más débiles,
menos respetados de los enemigos y neutrales. La unión bajo un solo gobierno supremo, hará
nuestra fuerza, y nos hará formidables a todos.” Este llamado va a marcar profundamente el
pensamiento de Bolívar, y Colombia estaba naciendo bajo el pilar fundamental de la unión, sin
éste, tambalearía hasta llegar a la ruina, como efectivamente pasó.

En esta segunda liberación Bolívar logra liberar a Caracas y a gran parte del territorio
Venezolano, pero aún la victoria estaba lejos. En esta ocasión la división entre caudillos y la
astucia de los españoles, que lograron poner en contra de la causa patriótica, a un buen número
de rústicos y bravos llaneros, hizo imposible el sostenimiento de un nuevo gobierno en
Venezuela. Luego en el año 1815, España manda una gran expedición de más de 10.000
hombres, bajo las ordenes de Morillo para pacificar sus colonias y recuperar el control, dándole
fin así a las llamadas patrias bobas y al segundo intento de guerra de emancipación bolivariana.
Bolívar salé derrotado por segunda vez, y va al exilio en Jamaica, y allí escribe importantes
cartas de evaluación, y proyección de un nuevo impulso para la guerra de liberación. Entre esas
cartas, esta la famosa Carta de Jamaica, que se va a convertir en el más valioso documento de
análisis de la guerra de independencia para esa época, y que muchos han considerado, como
una carta profética, dado las predicciones que allí hizo Bolívar y que luego se cumplieron. No
me voy a detener en sus muchos detalles, pero si voy a mostrarles la alusión directa, que en
esta carta se hace sobre el sueño de Colombia. Pero antes no quiero dejar de advertir que todo
estaba perdido, y sólo el tamaño de la esperanza de Bolívar en Jamaica, le ganaba al tamaño de
la destrucción que estaba haciendo Morillo en las colonias insubordinadas desde el año 1810.

Entre muchas cosas, decía pues Bolívar en dicha carta del 6 de septiembre de 1815, lo
siguiente: “La Nueva Granada se unirá con Venezuela, si llegan a convenirse en formar una
república central, cuya capital sea Maracaibo o una nueva ciudad que con el nombre de Las
Casas (en honor de este héroe de la filantropía), se funde entre los confines de ambos países,
en el soberbio puerto de Bahía Honda. Esta posición aunque desconocida, es más ventajosa
por todos respectos. Su acceso es fácil y su situación tan fuerte, que puede hacerse
inexpugnable. Posee un clima puro y saludable, un territorio tan propio para la agricultura
como para la cría de ganados, y una gran de abundancia de maderas de construcción. […] Esta

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

nación se llamaría Colombia como tributo de justicia y gratitud al creador de nuestro


hemisferio. […] Habrá un poder ejecutivo, electivo, cuando más vitalicio, y jamás hereditario si
se quiere república, una cámara o senado legislativo hereditario, que en las tempestades
políticas se interponga entre las olas populares y los rayos del gobierno, y un cuerpo legislativo
de libre elección, sin otras restricciones que las de la Cámara Baja de Inglaterra. Esta
constitución participaría de todas las formas y yo deseo que no participe de todos los vicios.
Como esta es mi patria, tengo un derecho incontestable para desearla lo que en mi opinión es
mejor.” Observen como el sueño de unidad, el gran proyecto político, ya estaba esbozado,
nada más faltaba volver a comenzar la guerra, pues que todo estaba otra vez en manos de los
españoles.

Faltarían 4 años, para que, desde ese exilio en Jamaica se volvieran a dar las condiciones para
dar la última batalla definitiva, este era el tercer intento de Bolívar y parecía ser el más difícil.
En esta ocasión va a cambiar de planes y la lucha la va a dirigir desde Venezuela hasta Nueva
Granada. En el año de 1819 desde el Orinoco, traza su plan para su nueva compaña
continental, donde hombres del oriente, que nunca habían visto las montañas de los Andes,
tienen que cruzar el Arauca, atravesar tan inhóspitas regiones y después empezar el ascenso por
el Paso de Pisba, a cuatro mil metros de altura. Después de este desafío titánico, tendrían que
llegar con alientos para una nueva confrontación. Pero antes de la acción, estuvo la palabra.
Antes de comenzar la dura campaña, en las aguas del río Orinoco, Bolívar va a escribir su más
grande discurso, el que pronunciará ante el Congreso de Angostura. Este documento es el
escrito político más denso e importante del Libertador, y allí estará plasmado todo su
pensamiento político. No tenemos tiempo de analizarlo todo, pero para refirmar lo que he
expuesto hasta el momento valga recordar algunos breves e importantes pasajes. “Un pueblo
pervertido si alcanza su libertad, muy pronto vuelve a perderla; porque en vano se esforzarán
en mostrarle que la felicidad consiste en la práctica de la virtud. […] Tengamos presente que
nuestro pueblo no es el europeo, ni el americano del norte, que más bien es un compuesto de
África y de América, que una emanación de Europa, pues que hasta España misma, deja de ser
Europa por su sangre africana, por sus instituciones y por su carácter. […] ¿No dice el Espíritu
de las Leyes que éstas deben ser propias para el pueblo que se hacen? ¿Que es una gran
casualidad que las de una nación puedan convenir a otra? ¿Que las leyes deben ser relativas a lo
físico del país, al clima, a la calidad del terreno, a su situación, a su extensión, al género de vida

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

de los pueblos? ¿Referirse al grado de libertad que la Constitución puede sufrir, a la religión de
los habitantes, a sus inclinaciones, a sus riquezas, a su número, a su comercio, a sus
costumbres, a sus modales? ¡He aquí el Código que debíamos consultar, y no el de
Washington! […] No seamos presuntuosos, legisladores; seamos moderados en nuestras
pretensiones. No es probable conseguir lo que no ha logrado el género humano; lo que no han
alcanzado las más grandes y sabias naciones. La libertad indefinida, la democracia absoluta, son
los escollos adonde han ido a estrellarse todas las esperanzas republicanas. […] Son laudables
ciertamente hombres que anhelan por instituciones legítimas y por una perfección social; pero
¿quién ha dicho a los hombres que ya poseen toda la sabiduría, que ya practican toda la virtud,
que exigen imperiosamente la liga del poder con la justicia? ¡Ángeles, no hombres, pueden
únicamente existir libres, tranquilos y dichosos, ejerciendo todos la Potestad soberana! […] No
aspiremos a lo imposible, no sea que por elevarnos sobre la región de la Libertad,
descendamos a la región de la tiranía.” Qué palabras… y como nos duelen hoy, al saber que
eran una advertencia certera. En fin… este documento es muy denso, y estas máximas están
acompañadas de un buen cuerpo argumentativo, y de un proyecto político claro, donde se
exponen todas las advertencias necesarias para crear un gobierno robusto, el que esperaba
Bolívar para crear una república libre.

La batalla de Boyacá tuvo lugar y con ésta se sepultaba definitivamente la dominación de los
españoles en nuestras tierras, la independencia había sido lograda, ahora era posible la
fundación de Colombia. El 14 de agosto, otra vez ante el Congreso de Angostura, en este año
de 1819, Bolívar afirmó: “La reunión de la Nueva Granada y Venezuela es el objeto único que
me he propuesto desde mis primeras armas: es el voto de los ciudadanos de ambos países, y es
la garantía de la libertad de la América del sur.” Finalmente el 17 de diciembre de 1819, se
funda nuestro país, con la Ley Fundamental de la República de Colombia, cuyo primer artículo
decretaba: “Las Repúblicas de Venezuela y la Nueva Granada quedan desde este día reunidas
en una sola bajo el título glorioso de República de Colombia.” Y luego en su artículo octavo
ordenaba que el primer Congreso General de Colombia se reuniría el primero de enero de
1821 en la Villa del Rosario de Cúcuta.” Entre tanto, Bolívar en una de sus primeras proclamas
a los colombianos, expresó: “La intención de mi vida ha sido una: la formación de la República
libre, e independiente de Colombia entre dos pueblos hermanos. Lo he alcanzado: ¡¡¡Viva el
Dios de Colombia!!!”

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

Siempre que se quiere conocer el pensamiento político de Simón Bolívar, se acude a su


Discurso de Angostura, y así debe hacerse, pero existe una carta de él bastante desconocida,
que resume magistralmente y brevemente los principios políticos que invocaba para el bien de
Colombia. Y hoy quiero dar a conocer algunos apartes. Resulta que un amigo suyo, Guillermo
White le había expresado algunas críticas al gobierno que había sugerido en el Discurso de
Angostura, y Bolívar le contestó el 26 de mayo de 1820 así: “Me parece que Vd. me criticó la
creación de un senado hereditario y la educación de los senadores futuros. Lo primero está de
acuerdo con la práctica de todas las repúblicas democráticas, y lo segundo con la razón. La
educación forma al hombre moral, y para formar un legislador se necesita ciertamente de
educarlo en una escuela de moral, de justicia y de leyes. […] En cuanto a mi senado diré, que
no es una aristocracia ni una nobleza, constituidas, la primera sobre el derecho de mandar la
república, y la segunda sobre privilegios ofensivos. El oficio de mi senado es temperar la
democracia absoluta, es mezclar la forma de un gobierno absoluto con una institución
moderada, porque ya es un principio recibido en la política, que tan tirano es el gobierno
democrático absoluto como un déspota; así, solo un gobierno temperado puede ser libre.
¿Cómo quiere Vd. que yo tempere una democracia sino con una institución aristocrática? Ya
que no debemos mezclar la forma monárquica con la popular que hemos adoptado, debemos,
por lo menos, hacer que haya en la república un cuerpo inalterable, que le asegure su
estabilidad; pues, sin estabilidad, todo principio político se corrompe y termina siempre por
destruirse. Tenga Vd. la bondad de leer con atención mi discurso, sin atender a sus partes, sino
al todo de él. Su conjunto prueba, que yo tengo muy poca confianza en la moral de nuestros
conciudadanos, y sin moral republicana, no puede haber gobierno libre. Para afirmar esta
moral, he inventado un cuarto poder que críe los hombres en la virtud y los mantenga en ella.
También este poder le parecerá a Vd. defectuoso; mas, amigo, si Vd. quiere república en
Colombia, es preciso que quiera también que haya virtud política. Los establecimientos de los
antiguos nos prueban que los hombres pueden ser regidos por los preceptos más severos. […]
¡A qué no se han sometido los hombres! ¡A qué no se someterán aún! Si hay alguna violencia
justa, es aquélla que se emplea en hacer a los hombres buenos y, por consiguiente, felices; y no
hay libertad legitima sino cuando ésta se dirige a honrar la humanidad a perfeccionarle su
suerte. Todo lo demás es de pura ilusión, y quizás de una ilusión perniciosa.” Acá quiero
cederle una vez más la palabras al historiador John Lynch: “La inclinación por el gobierno

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

fuerte, considerado esencial para favorecer la reforma y el orden, así como para proporcionar
el marco para el desarrollo poscolonial, era, más que un fallo de la política bolivariana, una
cualidad, y en ese sentido da a Bolívar una modernidad que supera los confines de la era de la
revolución.”75

Pero, finalmente la Constitución de Cúcuta de 1821 omitirá las medidas que Bolívar sugirió
para crear un gobierno fuerte en su Discurso de Angostura. Bolívar desilusionado le expresó a
Alejandro Osorio el 25 de mayo de 1821: “No puedo ser ciudadano de Colombia, con cuyas
leyes no me conformo. He presentado un proyecto de constitución que no se aprobó. Aquel
proyecto era mi condición para ser ciudadano de Colombia. No habiéndose adoptado estoy
cierto de que no habrá estabilidad política ni social; y añado que aquel mismo proyecto no
contiene todo lo que yo pienso que se requiere para asegurar nuestra existencia.” Luego los
problemas no se hicieron esperar. Así, Colombia desde su primera constitución quedó
frustrada, la Constitución de Cúcuta, ya no tenía lo esencial del pensamiento bolivariano.

Un mes más tarde, la desilusión de Bolívar era mayor, el 13 de junio le escribió a Santander, su
malestar con aquellos doctos que se llamaban así mismo letrados: “Esos señores piensan que la
voluntad del pueblo es la opinión de ellos, sin saber que en Colombia el pueblo está en el
ejército, porque realmente está, y por que ha conquistado este pueblo de mano de los tiranos;
porque además es el pueblo que quiere, el pueblo que obra, y el pueblo que puede; todo lo
demás es gente que vejeta con más o menos malignidad. […] Piensan esos caballeros que
Colombia está cubierta de lanudos, arropados en las chimeneas de Bogotá, Tunja y Pamplona.
No han echado sus miradas sobre los caribes del Orinoco, sobre los pastores del Apure, sobre
los marineros de Maracaibo, sobre los bogas del Magdalena, sobre los bandidos de Patía, sobre
los indómitos pastusos, sobre los guajibos de Casanare y sobre todas las hordas salvajes de
África y de América que, como gamos, recorren las soledades de Colombia. ¿No le parece a
Vd., mi querido Santander, que esos legisladores más ignorantes que malos, y más
presuntuosos que ambiciosos, nos van a conducir a la anarquía, y después a la tiranía, y siempre
a la ruina? Yo lo creo así, y estoy cierto de ello.” Hoy tristemente sabemos que esa terrible
certeza, no sólo se dio así… sino que después de 200 años, aún lo sigue siendo.

75 John Lynch, Simón Bolívar, Crítica, 2006.

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

No podemos hoy referirnos a todo los procesos que siguieron, Bolívar dejó encargado a
Santander, y viajó al sur, para terminar la guerra de independencia, fue una campaña muy larga
y difícil, la lucha de liberación en el Perú tiene tantas tramas y complicaciones, que ni siquiera
podemos resumirla, sin embargo la independencia se logrará. Bolívar cuenta con el general
Sucre, quien lo ayudará a cerrar tan grande campaña, y más adelante fundará en el Alto Perú a
Bolivia, luego le crea una constitución con todos los elementos que hemos señalado. Pero en
Colombia las cosas andan mal. Santander ha traicionado a Bolívar, y ha emprendido un plan de
desprestigio para tergiversar y crear una mal ambiente alrededor del libertador, su objetivo
único, quedarse con el poder, para beneficio suyo, así eso significará la desintegración de
Colombia. Páez, que estaba encargado de Venezuela también comenzó a mostrar intenciones
separatistas. No había regresado Bolívar del sur, después de expulsar hasta el último español, y
su casa Colombia ya estaba desbaratada, por sus querellas domesticas, y por las infame actitud
de Santander. Luego vendrá una convención, que se anticipará al congreso que estaba previsto
para 1830, pero las intrigas en Santafé de Bogotá, y la indisciplina en Venezuela, habían tenido
efecto y de la tal convención lo único que quedará serán más divisiones. El 4 de mayo de 1828
Bolívar le expresaba a Tomás Mosquera: “Las antipatías que existen en Colombia, la violencia
de las opiniones exageradas, la enemistad natural de los colores y la administración de
Santander, tienen reducida a la república en una situación desesperada.” A estas causas
podríamos agregar una más hoy: los burócratas del reciente estado desconocieron y omitieron,
el proyecto de Bolívar para Colombia. Él, fiel a su título de libertador, no quiso convertirse en
un tirano para imponer sus ideas, los decretos que ordenó en los últimos años, fueron intentos
para paliar la crisis social, pero nunca impuso sus ideas políticas, por más que estuviera
convencido de ellas, y mucho menos pensó imponerlas por la fuerza, y eso significó el
aceleramiento del fin de Colombia, tal cual como él la pensó.

Luego algunos de esos letrados y prestigiosos bogotanos bajo el beneplácito de Santander, el


día 25 de septiembre de 1828, intentan asesinar a Bolívar, no lo lograron con su cuerpo, pero
con su alma sí y Colombia ya estaba agonizante. Algunos culpables del atentando fueron
ejecutados, otros no, entre ellos Santander, quien se salvó, por la mesura del Libertador, quien
acató los consejos de no fusilar a tal traidor. El despreciable logró irse lejos de Colombia,
primero a Europa y luego a Estados Unidos a esperar la muerte del Libertador.

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

Mientras tanto el 4 de agosto de 1829 Bolívar le decía a Mariano Montilla: “Si la América no
vuelve sobre sus pasos, si no se convence de su nulidad e impotencia, sino se llama al orden y a
la razón, bien poco hay que esperar respecto de la consolidación de sus gobiernos; y un nuevo
coloniaje será el patrimonio que leguemos a la posteridad.” Así fue.

Por el momento sólo se veía desintegración. Una de las fallas más grandes que tenía Colombia
consistía en que la unión, sólo existía en el deseo de Bolívar y en la su supervivencia de su
autoridad. Literalmente donde él no estaba todo se derrumbaba. Y esto porque la idea de la
unión y de la nación Colombiana, sólo era sólida en la mente de él. Los demás no veían más
allá de sus propios linderos. Esta unión basada en la autoridad de Bolívar, si bien no era falsa,
era la más frágil, porque si bien, la mayoría reconocía y respetaba la autoridad del libertador,
también esa misma mayoría estaba conformada por hombres que no querían reconocer o
unirse con sus vecinos. Por más esfuerzos y virtudes que Bolívar pudiera tener, una nación no
podía fundarse y mucho menos sostenerse, por el prestigio de un hombre. Bolívar lo sabía, y él
mismo estaba agotado de recorrer inmensos territorios tratando de solucionar problemas, para
luego verificar, que del lugar que partía luego aparecían muchos problemas más. Existe una
gran cantidad de decretos, donde Bolívar combatía la desigualdad, y velaba por la creación de
condiciones dignas para todos los hombres, hasta los más recónditos lugares. Pero, los
decretos, eran desatendidos o mal ejecutados. Cuando Bolívar exigía la abolición total de la
esclavitud, muchos funcionarios la prolongaron; cuando Bolívar exigía las mejores tierras para
los indígenas, los encargados en cada localidad les daban las peores. En últimas, solo quedaba
la fuerza de su presencia y autoridad. Pero esta fuerza no bastaba y no era suficiente para
transformar las terribles condiciones sociales y económicas que se habían establecido en siglos
de ignorancia y tiranía.

Hay una carta más, también muy desconocida, que en mi concepto es el mejor testamento
político de Bolívar para los colombianos, se trata de una dirigida a O’Leary el 19 de septiembre
de 1829. En ésta Bolívar, a un año de su muerte, hacía un justo balance de las opciones
políticas de Colombia. Observémosla en detalle. “Consultemos la extensión de Colombia, su
población, el espíritu que domina, la moda de las opiniones del día, el continente en que se
halla situada, los estados que la rodean y la resistencia general a la composición de un orden

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

estable. Encontraremos por resultado una serie de amenazas dolorosas que no nos es dable
desconocer.”

Comenzaba criticando tajantemente la idea de establecer algún tipo de monarquía: “Yo no


concibo que sea posible siquiera establecer un reino en un país que es constitutivamente
democrático, porque las clases inferiores y las más numerosas reclaman esta prerrogativa con
derechos incontestables, pues la igualdad legal es indispensable donde hay desigualdad física,
para corregir en cierto modo la injusticia de la naturaleza. […] La pobreza del país no permite
la erección de un gobierno fastuoso y que consagra todos los abusos del lujo y la disipación.
[…] Nadie sufriría sin impaciencia esta miserable aristocracia cubierta de pobreza e ignorancia
y animada de pretensiones ridículas.... No hablemos más, por consiguiente, de esta quimera.”

Luego pasaba a la crítica del federalismo: “Todavía tengo menos inclinación a tratar del
gobierno federal: semejante forma social es una anarquía regularizada, o más bien, es la ley que
prescribe implícitamente la obligación de disociarse y arruinar el estado con todos sus
individuos. Yo pienso que mejor seria para la América adoptar el Corán que el gobierno de los
Estados Unidos, aunque es el mejor del mundo.”

Y finalmente su designio: “No queda otro partido a Colombia que el de organizar, lo menos
mal posible, un sistema central competentemente proporcionado a la extensión del territorio y
a la especie de sus habitantes. […] Sí he de decir mi pensamiento, yo no he visto en Colombia
nada que parezca gobierno ni administración ni orden siquiera. Es verdad que empezamos esta
nueva carrera y que la guerra y la revolución han fijado toda nuestra atención en los negocios
hostiles. Hemos estado como enajenados en la contemplación de nuestros riesgos y con el
ansia de evitarlos. No sabíamos lo que era gobierno y no hemos tenido tiempo para aprender
mientras nos hemos estado defendiendo. Mas ya es tiempo de pensar sólidamente en reparar
tantas pérdidas y asegurar nuestra existencia nacional. […] La relajación de nuestro lazo social
está muy lejos de uniformar, estrechar y unir las partes distantes del estado. Sufrimos, sin
poderlo remediar, tal desconcierto, que sin una nueva organización el mal hará progresos
peligrosos.”

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

Luego de este examen, Bolívar concluía que a Colombia, sólo le quedaban en ese momento
dos opciones: o la división de la Nueva Granada y Venezuela, o la creación de un gobierno
vitalicio y fuerte. Ya sabemos que la primera opción le aterraba, y que la segunda era su
predilección, pero ya a esas alturas no tenía esperanza alguna, observemos lo que decía: “En el
primer caso la división de estos dos países debe ser perfecta, justa y pacífica. Declarada que
sea, cada parte se reorganizará a su modo y tratará separadamente sobre los intereses comunes
y relaciones mutuas. Yo creo que la Nueva Granada debe quedar íntegra, para que pueda
defenderse por el Sur de los peruanos y para que Pasto no venga a ser su cáncer. Venezuela
debe quedar igualmente íntegra, tal como se hallaba antes de la reunión. Por más que se quiera
evitar este evento, todo conspira a cumplirlo. Muchos inconvenientes tiene en si mismo; mas
¿quién puede resistir al imperio de las pasiones y de los intereses más inmediatos? Yo no veo el
modo de suavizar las antipatías locales y de abreviar las distancias enormes. […] La erección de
un gobierno vitalicio, o como se quiera, pero siempre conforme a la opinión pública, será el
otro extremo que puede adoptar el congreso. Desde luego, la conservación de la república de
Colombia ofrece ventajas reales y consideración exterior. La España nos respetaría más; el
Perú cumplirá los tratos que celebre; y las naciones americanas en general continuarán sus
miramientos. Los ciudadanos de ambos países hallarán menos estímulos que les inclinen a las
discordias fronterizas; y la deuda nacional no será un gran motivo de desavenencia. Todo esto
es de mucha importancia. ¡Ojalá pudiéramos conservar esta hermosa unión!.... Es preciso que
Colombia se desengañe y que tome su partido, porque no la puedo mandar más.”

Sin embargo el libertador insistió, en una de sus últimas proclamas del 20 de enero de 1830
expresó: “Escuchad mi última voz al terminar mi carrera política; a nombre de Colombia os
pido, os ruego que permanezcáis unidos, para que no seáis los asesinos de la patria y vuestros
propios verdugos.” No le hicimos caso.

Valga también recordar su última proclama: “Colombianos: Habéis presenciado mis esfuerzos
para plantear la libertad donde reinaba antes la tiranía. He trabajado con desinterés,
abandonando mi fortuna y aun mi tranquilidad. Me separé del mando cuando me persuadí que
desconfiábais de mi desprendimiento. Mis enemigos abusaron de vuestra credulidad y hollaron
lo que me es más sagrado, mi reputación y mi amor a la libertad. He sido víctima de mis
perseguidores, que me han conducido a las puertas del sepulcro. Yo los perdono. Al

96
Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

desaparecer de en medio de vosotros, mi cariño me dice que debo hacer la manifestación de


mis últimos deseos. No aspiro a otra gloria que a la consolidación de Colombia. Todos debéis
trabajar por el bien inestimable de la Unión: los pueblos obedeciendo al actual gobierno para
libertarse de la anarquía; los ministros del santuario dirigiendo sus oraciones al cielo; y los
militares empleando su espada en defender las garantías sociales. ¡Colombianos! Mis últimos
votos son por la felicidad de la patria. Si mi muerte contribuye para que cesen los partidos y se
consolide la Unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro.” Tampoco se fue tranquilo al sepulcro, y
literalmente de desilusión y tristeza murió.

Sin mencionarlo, el prestigioso historiador Eric Hobsbawm, también le dio la razón al


Libertador en el año 2002. Esto fue lo que escribió el historiador más importante del siglo XX:
“Colombia era y continúa siendo la prueba de que la reforma gradual del marco de la
democracia liberal no es la única alternativa, ni siquiera la más plausible, a las revoluciones
sociales y políticas, incluso a aquellas que fracasan o son abortadas.” 76 Precisemos un poco más
nosotros. En Colombia, el marco de la democracia liberal, de la mano, o mejor dicho,
fusionada con en el conservatismo clerical, no era la única alternativa, ni siquiera la más
plausible. Bolívar había advertido esto con saciedad pero nunca fue escuchado.

Aún en nuestros tiempos, se tergiversa al Libertador Simón Bolívar, aún persisten las
calumnias que inició Santander. Un estudio riguroso y serio de la historia, hace justicia al
nombre de Bolívar, estudios imparciales y acreditados por el rigor historiográfico, como los
que presenté al comienzo, desmienten los prejuicios y mal intencionados epítetos absurdos que
se le quisieron imponer al Libertador. La vida pública y privada de Simón Bolívar, hoy más que
nunca esta documentada, editada y analizada profesionalmente por intelectuales de todo el
mundo. Pero por si no bastará eso, repito, nosotros contamos con las magistrales obras de
Gabriel García Márquez y Fernando González. Pero en verdad, la gloria de Bolívar, es más
grande que la pequeñez de sus contemporáneos y al pasar de los años y siglos, ésta gloria
crecerá más y más. De tal manera, que este no es el problema. Lo que sí, aún no está muy claro
en Colombia, es nuestra memoria histórica. Acá celebramos los 20 de julios, sin mucha claridad
al respecto, la inmensa mayoría no entiende que esta fecha simplemente fue un preludio, de
una patria boba, que con justa razón se llamó así, puesto que los tales gritos de independencia

76
Eric Hobsbawm, Años interesantes, Crítica, 2003.

97
Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

que se dieron en esa fecha, fueron gritos de criollos privilegiados que simplemente querían
ocupar el poder de los españoles para su propio beneficio, y peor aún, que todavía juraban
lealtad a un rey español. Efectivamente, nuestra verdadera independencia y nacimiento de
nuestra república se dio el 17 de diciembre de 1819, pero esta fecha es ignorada por la mayoría
de los colombianos, y sospecho que este olvido no es casual ni gratuito.

Cuando aparecimos como Colombia, lo hicimos con un gran proyecto, digno y corajudo, un
proyecto para una fundación de una nación, de un República sin igual en el mundo moderno,
un proyecto esbozado por nuestro propio libertador, un proyecto que vale la pena recordar y
celebrar como el proceso más digno que hemos tenido. El proyecto político de Bolívar para
Colombia es un acontecimiento histórico que muchos quieren dejar en el olvido… Por eso
creo que el 17 de diciembre del 2019 cuando cumplamos 200 años, será la perfecta ocasión,
para aclarar nuestra memoria, y restaurar las verdades históricas que aún muchos pretenden
ocultar. Colombia es una idea de Bolívar, que muy pronto se frustró, eso es cierto…. Pero no
por eso, deja de ser la idea, fundacional y característica de nuestra historia, y es justamente esto,
lo que no podemos olvidar.

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

5. Re-escritura y bifurcación de Mi delirio sobre el Chimborazo77

Yo venía envuelto con el manto de Iris, desde donde paga su tributo el caudaloso Orinoco al Dios de las aguas.

Había visitado las encantadas fuentes amazónicas, y quise subir al atalaya del Universo.

Busqué las huellas de La Condamine y de Humboldt, seguilas audaz, nada me detuvo; llegué a la región
glacial, el éter sofocaba mi aliento.

Ninguna planta humana había hollado la corona diamantina que pusieron las manos de la Eternidad sobre las
sienes excelsas del dominador de los Andes.

Yo me dije: este manto de Iris que me ha servido de estandarte, ha recorrido en mis manos sobre regiones
infernales, ha surcado los ríos y los mares, ha subido sobre los hombros gigantescos de los Andes; la tierra se ha
allanado a los pies de Colombia, y el tiempo no ha podido detener la marcha de la libertad.

Fuimos condenados a la eternidad de la sangre y de las tinieblas, el más siniestro y fanático de


los imperios marcó por siglos nuestras frentes con espadas y cruces.

La soberbia, la codicia, la crueldad profanaron nuestras selvas, llanos y montañas de colores;


nos condenaron a la oscuridad.

Muchos de nuestros antepasados ancestrales lucharon y murieron por la dignidad; a pesar de


que fueron dominados, su sangre quedó marcada en la tierra como una advertencia
imperecedera.

Hubo un precursor que tomó del universo nuestros colores y evocó el nombre sagrado de
Colombia; de allí construí yo este estandarte y con él allané el camino de la libertad; me

77 Artículo publicado en https://sites.google.com/site/simonbolivarsuperhombre/home/8

99
Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

transfiguré en el Libertador.

Cruce océanos, cabalgué distancias imposibles para los mortales, escribí, cautivé, ordené, sufrí,
siempre me levanté más fuerte tras cada derrota temporal; luché con hombres, con prejuicios,
con enmohecidos valores; cambié el mundo; junté razas, fundí odios y amores, espanté al
despiadado enemigo, creé el honor en los campos de batalla, parí guerreros, desgarré la tiranía
y sembré la libertad.

Belona ha sido humillada por el resplandor de Iris.

Antes de la guerra, en Cartagena uní a los pueblos con un manifiesto, triunfé en las aguas del
Magdalena, triunfé en las aguas del Orinoco, dominé y liberté un continente gigante, ningún
mortal antes había unido tanta tierra y humanos para hacerlos libres.

El enemigo se valió de la dispersión de nuestros pueblos y muchas veces perdimos lo


alcanzado; cuando fue necesario marché a la soledad, escribiendo en Jamaica fundé la identidad
suramericana; luego volví a comenzar, ahora era más fuerte; antes de ganar la guerra creé la
nación, legislé, en Angostura le di al mundo una nueva tabla de valores; en los campos de
batalla de Boyacá, Bombona, Pichincha, Carabobo hice posible a Colombia, lo logré, creé a la
inmensa Colombia.

¿Y no podré yo trepar sobre los cabellos canosos del gigante de la tierra? ¡Sí podré!

Y arrebatado por la violencia de un espíritu desconocido para mí, que me parecía divino, dejé atrás las huellas
de Humboldt, empañando los cristales eternos que circuyen el Chimborazo.

Llego como impulsado por el genio que me animaba, y desfallezco al tocar con mi cabeza la copa del
firmamento: tenía a mis pies los umbrales del abismo.

Un delirio febril embarga mi mente; me siento como encendido por un fuego extraño y superior. Era el Dios de

100
Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

Colombia que me poseía.

De repente se me presenta el Tiempo bajo el semblante venerable de un viejo cargado con los despojos de las
edades: ceñudo, inclinado, calvo, rizada la tez, una hoz en la mano…

«Yo soy el padre de los siglos, soy el arcano de la fama y del secreto, mi madre fue la Eternidad; los límites de
mi imperio los señala el Infinito; no hay sepulcro para mí, porque soy más poderoso que la Muerte; miro lo
pasado, miro lo futuro, y por mis manos pasa lo presente.

¿Por qué te envaneces, niño o viejo, hombre o héroe?

¿Crees que es algo tu Universo?

¿Que levantaros sobre un átomo de la creación, es elevaros?

¿Pensáis que los instantes que llamáis siglos pueden servir de medida a mis arcanos?

¿Imagináis que habéis visto la Santa Verdad?

¿Suponéis locamente que vuestras acciones tienen algún precio a mis ojos?

Todo es menos que un punto a la presencia del Infinito que es mi hermano».

Sobrecogido de un terror sagrado, «¿Cómo, ¡oh Tiempo! —respondí— no ha de desvanecerse el mísero mortal
que ha subido tan alto?

He pasado a todos los hombres en fortuna, porque me he elevado sobre la cabeza de todos.

Yo domino la tierra con mis plantas; llego al Eterno con mis manos; siento las prisiones infernales bullir bajo
mis pasos.

101
Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

Siendo mortal me he elevado tan alto que me pretenden un dios, ¡oh fatalidad!, pues aunque lo
parezca no lo soy, me alabaran por parecerlo, me destrozaran por no serlo, ¡oh fatalidad
infinita!, me hice superior a todos los hombres y pagué caro por ello.

He dominado mares, continentes, distancias, personas, sucesos, he sobrevolado la muerte, he


surcado infiernos y me he puesto por encima de miedos, letargos y rencores, le he ganado mil
jugadas al destino, he impuesto la vida sobre la muerte y pagué caro por ello.

He rozado al infinito, ahora estoy al lado de Alejandro, de Cesar, de Napoleón, soy otro
Dioniso hecho carne y hueso.

¡Ay, eternidad; se paga caro el parecerse a un dios! todos me reclaman mi mortalidad y sin
embargo…

Estoy mirando junto a mí rutilantes astros, los soles infinitos; mido sin asombro el espacio que encierra la
materia, y en tu rostro leo la Historia de lo pasado y los pensamientos del Destino».

«Observa —me dijo—, aprende, conserva en tu mente lo que has visto, dibuja a los ojos de tus semejantes el
cuadro del Universo físico, del Universo moral; no escondas los secretos que el cielo te ha revelado: di la verdad a
los hombres».

¿Dónde están las victorias de Junín y Ayacucho? Se les ha olvidado que la América quedó libre.
¿Por qué osan esclavizarla una vez más? Yo di todo lo que pude y más de lo que puede ofrecer
un mortal; los seres inferiores, los ambiciosos, los traidores, aquella víbora llamada Santander,
aquellos asesinos parecidos a él, se quieren prolongar. ¡Ay de mi mortalidad! serán ellos los que
pasen por la ignominia, en cambio, mi gloria será eterna, ¡eh ahí mi verdadera inmortalidad!

¿Acaso creen que dos siglos es tiempo? Ya han llegado mis hijos y están luchando.

Las naciones que he fundado, luego de prolongada y amarga agonía, sufrirán un eclipse, pero después surgirán

102
Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

como estados de una gran república.

¿Acaso creen que dos siglos es tiempo? Ya han llegado mis hijos y están luchando.

La fantasma desapareció.

Absorto, yerto, por decirlo así, quedé exánime largo tiempo, tendido sobre aquel inmenso diamante que me
servía de lecho.

En fin, la tremenda voz de Colombia me grita; resucito, me incorporo, abro con mis propias manos los pesados
párpados: vuelvo a ser hombre, y escribo mi delirio.

Mi delirio no requiere justificaciones, a la hora de la verdad, no es un delirio, el viejo Tiempo


refunfuñando me ha dado la razón.

103
Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

6. Simón Bolívar: Antelación del superhombre de Nietzsche78.

En El Anticristo Nietzsche planteó la siguiente cuestión: “Qué tipo de hombre se debe criar, se
debe querer, como tipo más valioso, más digno de vivir, más seguro de futuro. Ese tipo más
valioso ha existido ya con bastante frecuencia: pero como caso afortunado, como excepción,
nunca como algo querido voluntariamente”. Y luego agregó: “Se da, en los más diversos lugares
de la tierra y brotando de las más diversas culturas, un logro continuo de casos singulares y con
los cuales un tipo superior hace de hecho la presentación de sí mismo: algo que en relación con la
humanidad en su conjunto es una especie de superhombre. Tales casos afortunados de gran
logro han sido posibles siempre y serán acaso posibles siempre. E incluso generaciones,
estirpes, pueblos enteros pueden representar en determinadas circunstancias tal golpe de suerte”.
Ese tipo más valioso, ese tipo superior, ese superhombre… ese golpe de suerte, ya lo tuvimos una vez en
Suramérica, ese hombre fue el Libertador Simón Bolívar.

Hace muchos años, cuando había descubierto la grandeza de las vidas y obras de Simón
Bolívar y Friedrich Nietzsche, -conocimiento que entre otras cosas decidió el rumbo de mi
existencia-, escribí en un papel suelto estas palabras: “Antes de que Nietzsche creara el concepto de
superhombre, ya había pasado por Suramérica uno: Simón Bolívar.” Mucho tiempo después conocí la
obra de Fernando González, y tuve una gran satisfacción al encontrar que nuestro filósofo ya
había dicho lo mismo: “Todas las ideas fundamentales de Nietzsche se encuentran en Bolívar,
que fue muy anterior”. Mi temprana afirmación era refrendada por Fernando González.

En Mi Simón Bolívar Fernando González escribe: “Bolívar lanzó el dardo de su anhelo más allá
de Zarathustra. […] Bolívar en América es un fenómeno muy raro. ¿No fue, en el desespero, el
precursor de Nietzsche, al ver la humanidad tan baja aún? […] En el Libertador existió la
suprema ansia de libertad espiritual y la concepción del ascenso humano.” Y en el segundo
volumen de esta obra, que quedó como un texto póstumo, sin editar, agrega lo siguiente:

78Artículo publicado en: https://sites.google.com/site/simonbolivarsuperhombre/home/1-simon-bolivar-


antelacion-del-superhombre-de-nietzsche

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

“Debo convivir con Bolívar, el que miraba la tierra como el campo para el hombre libre. Unos
treinta años antes de Nietzsche predicó y actuó y luchó como superhombre”.

Simón Bolívar un espíritu libre.


Nietzsche expuso la más amplia y bella definición de lo que es un espíritu libre en su libro Más
allá del bien y del mal. Aquí voy a intercalar esta definición con algunas anotaciones sobre la vida
de Simón Bolívar.

“Hemos tenido nuestra casa, o al menos nuestra hospedería, en muchos países del espíritu;
hemos escapado una y otra vez de los enmohecidos y agradables rincones en que el amor y el
odio preconcebidos, la juventud, la ascendencia, el azar de hombres y libros, e incluso las
fatigas de la peregrinación parecían confinarnos;…” Simón Bolívar fue aquel hombre que tuvo
por herencia una de las mayores riquezas de la Venezuela de ese entonces; pudo ser un oligarca
criollo y un terrateniente más, que no necesitaba ninguna revolución para sostener sus
privilegios. Pero Bolívar decide, por el contrario, poner a disposición de la revolución todos
sus bienes materiales hasta el punto de no dejar para él nada más que su honor y su gloria. Es
bastante conocido, por ejemplo, el hecho de que su sueldo como guerrero, la mayoría de las
veces, lo destinó para auxiliar a las viudas de la guerra. Todos los incentivos económicos que le
pudieron haber llegado terminaron invertidos en las múltiples necesidades de la gesta de la
independencia.

Un ejemplo de comparación. Mientras que Santander pudo acumular durante toda la guerra
una riqueza personal que antes no tenía, Bolívar perdió la riqueza que heredó de su familia y
además todas las recompensas que pudo haber recibido por su oficio militar, en la misma
guerra. Por otra parte, Bolívar nunca se quedó ligado a ninguna doctrina filosófica y política
por más brillante que fuera; un hombre que leyó toda la teoría política y social del mundo
antiguo y moderno, prefirió, antes que imitar o calcar algún pensamiento, crear su propia
visión del mundo y proponer la creación de uno nuevo llamado Suramérica. Siendo hijo de la
ilustración nunca terminó cegado, como muchos otros, proclamando al pie de la letra el
liberalismo europeo, y aunque admiró profundamente la grandeza política de la antigüedad, se
despojó de cualquier doctrina imperialista y autoritaria.

105
Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

“… estamos llenos de malicia -escribió- frente a los halagos de la dependencia que yacen
escondidos en los honores, o en el dinero, o en los cargos, o en los arrebatos de los sentidos;
incluso estamos agradecidos a la pobreza y a la variable enfermedad, porque siempre nos
desasieron de una regla cualquiera y de su «prejuicio», agradecidos a Dios, al diablo, a la oveja y
gusano que hay en nosotros, curiosos hasta el vicio, investigadores hasta la crueldad…” Se ha
dicho mucho que Bolívar era más peligroso en la derrota que en la victoria, en más de una
ocasión estuvo en las más adversas circunstancias y, para el asombro de muchos, después de
varias derrotas logró unos colosales resurgimientos. Todo el tiempo Bolívar indagó por las más
variables características de la sociedad que él mismo estaba transformando; donde sólo había
ignorancia y tiranía Bolívar forjó una revolución. Ya lo hemos dicho, Bolívar nunca se dejó
cautivar por los honores o los cargos del poder, por lo que logró; pudo darle rienda suelta a la
vanidad humana, y prefirió, con su acción y ejemplo, ser hasta su último aliento un guerrero de
la libertad.

“… dotados de dedos sin escrúpulos para asir lo inasible, de dientes y estómagos para digerir
lo indigerible, dispuestos a todo oficio que exija perspicacia y sentidos agudos, prontos a toda
osadía, gracias a una sobreabundancia de «voluntad libre», dotados de pre-almas y post-almas
en cuyas intenciones últimas no le es fácil penetrar a nadie con su mirada, cargados de pre-
razones y post-razones que a ningún pie le es lícito recorrer hasta el final…” En este punto,
cedo la palabra al historiador John Lynch en su biografía de Bolívar: “Simón Bolívar tuvo una
vida corta pero extraordinariamente plena. Fue un revolucionario que liberó seis países, un
intelectual que debatió los principios de la liberación nacional, un general que libró una cruel
guerra colonial. Inspiró a la vez devociones y odios extremos. Muchos hispanoamericanos
querían que se convirtiera en su dictador, en su rey; mientras que otros lo acusaron de ser un
traidor, y hubo quienes intentaron asesinarlo. Su memoria se convirtió en inspiración para
generaciones posteriores pero, al mismo tiempo, también en un campo de batalla”. Aún hoy
unos le temen, algunos se empeñan en tergiversarlo o adaptarlo a sus necesidades, otros
quisieran que desapareciera, otros le queremos… en todo caso, siempre que se estudia su vida
en profundidad causa una conmoción.

“… ocultos bajo los mantos de la luz, conquistadores aunque parezcamos herederos y


derrochadores, clasificadores y coleccionadores desde la mañana a la tarde, avaros de nuestras

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

riquezas y de nuestros cajones completamente llenos, parcos en el aprender y olvidar, hábiles


en inventar esquemas, orgullosos a veces de tablas de categorías, a veces pedantes, a veces
búhos del trabajo, incluso en pleno día; y, si es preciso, incluso espantapájaros, - y hoy es
preciso, a saber: en la medida en que nosotros somos los amigos natos, jurados y celosos de la
soledad, de nuestra propia soledad, la más honda, la más de media noche, la más de medio día: -
¡esa especie de hombres somos nosotros, nosotros los espíritus libres!” Simón Bolívar libró
victoriosamente una guerra larga y compleja, después de su ser guerrero, se convirtió en un
fundador de naciones, luego sus pensamientos políticos, sus propuestas constitucionales
fueron tergiversadas, desatendidas. Hombres ambiciosos y egoístas lo traicionaron, Bolívar
tuvo el poder para imponer sus ideas, pero prefirió la soledad, y murió como un Libertador.
Quien estudie con juicio la historia, comprenderá cómo el hombre con mayor poder en
Suramérica, por su coherencia libertaria emprendió el camino hacia la soledad.

Simón Bolívar un superhombre.


Nietzsche enseña el superhombre en su magistral obra, Así habló Zaratustra. A continuación
algunas ideas esenciales que explican al superhombre, por favor léanse pensando en el hombre
Simón Bolívar. “Yo os enseño el superhombre. El hombre es algo que debe ser superado. ¿Qué
habéis hecho para superarlo? […] El superhombre es el sentido de la tierra. […] Yo amo a
quien es de espíritu libre y de corazón libre: su cabeza no es así más que las entrañas de su
corazón, pero su corazón lo empuja al ocaso. […] Un nuevo comienzo, un juego, una rueda
que se mueve por sí misma, un primer movimiento, un santo decir sí. […] ¡Sea vuestro amor a
la vida amor a vuestra esperanza más alta: y sea vuestra esperanza más alta el pensamiento más
alto de la vida! […] El hombre es algo que debe ser superado. […] Creadores fueron quienes
crearon los pueblos y suspendieron encima de ellos una fe y un amor: así sirvieron a la vida.
[…] El querer hace libres: ésta es la verdadera doctrina acerca de la voluntad y la libertad. […]
El espíritu libre, el enemigo de las cadenas. […] Amo la libertad, y el aire sobre la tierra fresca;
prefiero dormir sobre pieles de buey que sobre sus dignidades y respetabilidades”.

Estas anteriores palabras se aplican exactamente a la vida y obra de Simón Bolívar,


compáreselas con las siguientes propias del Libertador: “Yo desprecié los grados y distinciones.
Aspiraba a un destino más honroso: derramar mi sangre por la Libertad de mi patria. La
intención de mi vida ha sido una: la formación de la República libre, e independiente de

107
Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

Colombia entre dos pueblos hermanos. Lo he alcanzado: ¡¡¡Viva el Dios de Colombia!!! […]
Libertador o muerto es mi divisa antigua. Libertador es más que todo; y, por lo mismo, yo no
me degradaré hasta un trono. […] Mi mayor flaqueza es mi amor a la libertad; este amor me
arrastra a olvidar hasta la gloria misma. Quiero pasar por todo, prefiero sucumbir en mis
esperanzas a pasar por tirano, y aun aparecer sospechoso. Mi impetuosa pasión, mi aspiración
mayor es la de llevar el nombre de amante de la libertad. […] Habéis presenciado mis esfuerzos
para plantar la libertad donde reinaba antes la tiranía. He trabajado con desinterés,
abandonando mi fortuna y aun mi tranquilidad. Me separé del mando cuando me persuadí que
desconfiábais de mi desprendimiento. Mis enemigos abusaron de vuestra credulidad y hollaron
lo que me es más sagrado, mi reputación y mi amor a la libertad. He sido víctima de mis
perseguidores, que me han conducido a las puertas del sepulcro”.

Todo el devenir de la vida de Simón Bolívar fue una superación. La brega constante por
hacerse un hombre libre, y por crear nuevos hombres libres. Uno de los legados más mal
interpretados de la obra de Nietzsche es su idea del superhombre. En ningún momento se
refería a una especie de superman, como vulgarmente se ha interpretado. El superhombre de
Nietzsche se aleja profundamente de cualquier idea de fuerza bruta o de superpoderes. El
superhombre es otra cosa muy distinta al hombre ambicioso de la vulgaridad moderna. El
superhombre es una meta. El hombre que se supera a sí mismo. El hombre creador. El
hombre sin Dios, que tiene que convertirse en un Dios mismo, dueño de su voluntad y artífice
de su destino. Repitamos: antes de que Nietzsche hablara de un superhombre, en Suramérica
ya existía uno.

Simón Bolívar un aristócrata.


En Así habló Zaratustra, Nietzsche da una explicación esencial sobre qué es y qué no es un
aristócrata: un alma noble. Nietzsche está hablando de una nueva nobleza. En primer lugar,
aclara que esta nobleza no se puede comprar, no es una oligarquía burguesa del mundo
moderno: “En verdad, no una nobleza que vosotros pudierais comprar como la compran los
tenderos, y con oro de tenderos: pues poco valor tiene todo lo que tiene un precio”. En
segundo lugar, advierte que tampoco es un nobleza hereditaria, pues no importa el lugar de
origen, sino hacia dónde se va, cómo se supera el hombre a sí mismo: “¡Constituya de ahora en
adelante vuestro honor no el lugar de dónde venís, sino el lugar adonde vais! Vuestra voluntad

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

y vuestro pie, que quieren ir más allá de vosotros mismos, - ¡eso constituya vuestro nuevo
honor!” Y en tercer lugar, no una nobleza que se consiga por estar al lado de los privilegiados,
por servirles a los poderosos. “En verdad, no el que hayáis servido a un príncipe - ¡qué
importan ya los príncipes!” En fin, no se trata de privilegios heredados, se trata de una
elevación, de una superación humana.

Un aristócrata, en tanto que crea valores. Una aristocracia del saber, del arte, de anticipación al
futuro. “!No hacia atrás debe dirigir la mirada vuestra nobleza, sino hacia adelante!” En
definitiva, un aristócrata, que no es un monarca que vive de privilegios heredados sin hacer
ningún esfuerzo, ni un burgués moderno egoísta y ambicioso. No se puede confundir este
concepto de aristocracia con las modernas oligarquías burguesas. Se trata de una cuestión de
altura, de arte, de conocimiento. Se trata de una elevación humana. Para Nietzsche el
aristócrata es aquel que debe permanecer dueño de sus cuatro virtudes: “el valor, la lucidez, la
simpatía y la soledad”.

Dicho lo anterior, se puede admitir que Simón Bolívar fue el primer aristócrata de Suramérica.
Simón Bolívar tuvo el valor de renunciar a sus privilegios de clase para convertirse en un
guerrero sin precedentes en la historia de nuestras tierras: tuvo el valor de convertirse en un
fundador de naciones. Tuvo la lucidez, para discernir la realidad que quería transformar, léase
su Manifiesto de Cartagena y su Carta de Jamaica. Tuvo la lucidez para proponer nuevos valores,
léase su Discurso de Angostura y su discurso y proyecto de Constitución para Bolivia. Tuvo la lucidez
para descifrar el ocaso de un viejo mundo y el nacimiento de uno nuevo, léase su vasta
correspondencia. Tuvo la simpatía en vida, y aún después de muerto, para convencer a varias
generaciones que la grandeza y la libertad en Suramérica han sido posibles y que pueden volver
a hacerlo. Simón Bolívar estaba solo en un continente. El estudio de su heroica y trágica vida
así lo demuestra. Un amigo nato, jurado y celoso de la soledad, de su propia soledad, la más
honda, la más de media noche, la más de medio día: - ¡esa especie de hombre fue el Libertador
Simón Bolívar!

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7 ¿Por qué en Colombia nunca quisieron a Bolívar?79

Hay un pasaje muy conmovedor en la novela El general en su laberinto de Gabriel García


Márquez, que creo resume bastante bien lo que hoy vengo a decir aquí.

Transcurrían los últimos días del Libertador: “Era el fin. El general Simón José Antonio de la
Santísima Trinidad Bolívar y Palacios se iba para siempre. Había arrebatado al dominio español
un imperio cinco veces más vasto que las Europas, había dirigido veinte años de guerras para
mantenerlo libre y unido, y lo había gobernado con pulso firme hasta la semana anterior, pero
a la hora de irse no se llevaba ni si quiera el consuelo de que se lo creyeran”.80

Existe una gran paradoja en nuestros orígenes políticos, el hombre que después de haber
dirigido exitosamente las guerras de emancipación y que fundó la gran nación colombiana en el
año 1819, terminó siendo vilipendiado, calumniado y desdeñado. El amor que suscitó, muy
pronto se convirtió en temor y odio. ¿Recuerdan estas amargas y célebres palabras de
despedida?: “Habéis presenciado mis esfuerzos para plantear la libertad donde reinaba antes la
tiranía. He trabajado con desinterés, abandonando mi fortuna y aun mi tranquilidad. Me separé
del mando cuando me persuadí que desconfiábais de mi desprendimiento. Mis enemigos
abusaron de vuestra credulidad y hollaron lo que me es más sagrado, mi reputación y mi amor
a la libertad. He sido víctima de mis perseguidores, que me han conducido a las puertas del
sepulcro. Yo los perdono”.81 Nada en estas palabras era retórica.

¿Por qué esta tragedia? ¿Cómo se llegó a este estado de insensatez? Adelantemos un intento de
respuesta. Los enemigos de Bolívar temían que él se convirtiera en un rey y los amigos de
Bolívar querían que él se convirtiera en un rey. Él sabía que esto era absurdo, que su fin no era
alcanzar un trono, que su fin era la realización de la libertad. Que si hubiera querido ser un rey,
tranquilamente tenía el poder para serlo, y sin embargo, prefirió proponer —atención:
proponer, no imponer—, un modelo de constitución para América, pero la vida no le alcanzó
para defender su proyecto constitucional, la vida no le alcanzó para detener la desintegración y

79 Texto completo de la conferencia presentada el 12 de marzo en el Pequeño Teatro de Medellín, con motivo de
la marcha definitiva a Venezuela. Luego presentada en una gira exitosa por Caracas en el primer semestre del 2012
y finalmente en el X encuentro Internacional de Cátedras Martianas y III encuentro Internacional de Vigencia del
Pensamiento Bolivariano en Maracaibo los días, 26, 27 y 28 de julio de 2.012.
80 Gabriel García Márquez, El general en su laberinto, Editorial Oveja Negra, 1989, p. 43.
81 Simón Bolívar, Obras Completas, FICA. Fundación para la Investigación y la Cultura, 2008, Tomo IX, p. 535.

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

el fin de Colombia, la vida no le alcanzó para aguantar la avaricia, la impertinencia y el débil


coraje de los demás.

No fue una exageración lo que algún día escribió Germán Carrera Damas: “Colombia fue una
república de un solo ciudadano”.82

¿Por qué en Colombia nunca quisieron a Bolívar? ¿Tiene algún sentido plantear esta pregunta
ahora? ¿No será más bien la testarudez de un historiador que no sabe en qué tiempo y en qué
lugar está? ¿Para qué carajos esa pregunta ahora? Pues bien, hoy vengo a decir, que en las
posibles respuestas a esta pregunta encontramos una clave para entender parte del fracaso
político que hemos acumulado en estos 200 años. Hoy vengo a decir que el camino que tomó
la nación colombiana, el camino de imitar ciegamente el liberalismo occidental, el camino que
Bolívar advirtió que sería tan peligroso para nuestro porvenir, ese camino de no ser autóctonos
e imitar ciegamente las formas políticas del Atlántico Norte, ese camino, digo, aún hoy, nos
conduce hacia más grandes precipicios que aquellos en los que ya hemos caído.

Ustedes saben que muy pronto los seguidores de Santander y él mismo, se llamaron a sí
mismos ampulosamente liberales. ¡Ay Santander! La verdad hoy no quiero hablar mucho de él…
Ya basta con las conferencias que le dediqué hace poco para develar su perfidia83. Sí, se
llamaron liberales, y pensaron que con eso bastaba. ¿En qué consistía ese liberalismo?
Escuchemos la magnífica respuesta que recientemente dio el historiador John Lynch: “Los
liberales no eran borregos. Ellos también querían poder absoluto. Para la gente como
Santander, ser libre significaba gobernar a otra gente. La posesión del gobierno, ésa era la
piedra de toque de su liberalismo. Para parafrasear a Alberdi, que advirtió una tendencia similar
en Argentina, a los liberales colombianos nunca se les ocurrió respetar las opiniones de los que
estaban en desacuerdo con sus ideas”84. Hay veces que no logró entender por qué la
ingenuidad política en Colombia. ¿Liberales? ¿Liberalismo? ¿Acaso no sabemos ya, que ha
hecho el liberalismo colombiano en 200 años? ¿Si lo que salvaría a Colombia después de
despreciar las ideas políticas de Bolívar era el liberalismo de Santander, por qué nunca
juzgamos entonces su gobierno liberal que duró casi una década después de la muerte del
libertador? ¿Liberalismo colombiano? ¿Todavía alguien decente cree en eso?

82 Citado en: John Lynch, Simón Bolívar, Crítica, 2006, p. 335.


83 https://sites.google.com/site/bolivarynietzsche/home/develando-la-perfidia-de-santander
84 John Lynch, Simón Bolívar, Crítica, 2006, p. 338.

111
Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

Y lo peor, han dicho: 'Si Santander era liberal entonces Bolívar por ende era conservador'.
Pobre Bolívar, aún debe de estar revolcándose en su tumba por esto, hasta el conservadurismo
colombiano se lo achacaron. ¿No se acuerdan acaso que Mariano Ospina Rodríguez mucho
antes de fundar el partido conservador participó en el atentando que buscaba asesinar a Bolívar
en la noche del 25 de septiembre de 1828? Muchos retruécanos tuvieron que hacer los godos
para forzar la idea de que Bolívar era el padre de su partido. Y esto no es todo, ¡que el principal
defensor de Bolívar a mediados del siglo XX en Colombia sea el tirano y fascista Laureano
Gómez! Reconózcanme, si no es verdad que a Bolívar en Colombia le fue muy mal hasta
después de muerto al relacionarlo con esa gentuza. Partidos liberal y partido conservador en
Colombia, eso no tiene nada que ver con la vida y obra de Simón Bolívar. Liberalismo y
conservadurismo en Colombia, y que en su nueva versión de bipartidismo uribista-santista, han
sido nuestra fatalidad.

Una querida amiga y un buen compañero de luchas políticas al ver el título que le puse a esta
conferencia, me hicieron amablemente la observación de que a Bolívar sí lo quisieron acá, ya
fueran algunos militares de la época de la independencia, ya fueran los gobiernos posteriores
que inundaron de estatuas de Bolívar cuantas plazas y parques hay en Colombia. Yo digo hoy,
que eso no es haber querido a Bolívar. Bolívar murió solo, no sólo padeció la perfidia de sus
enemigos sino la impertinencia de sus amigos. Respecto de las estatuas, sí hay muchas, en cada
pueblo hay una, pero las gentes de esos pueblos no saben quién fue Bolívar, sobre todo no
saben cuáles son la tragedias de nuestros orígenes, esa historia no se la saben, bueno ni esa ni
ninguna. Ya lo han reiterado algunos, y es verdad, estatuas de Bolívar tan solo para que se las
caguen las palomas.

¿Por qué en Colombia nunca quisieron a Bolívar? Hagamos un poco de historia.

John Lynch señala que para Bolívar “fue un cruel sino el que en el mundo que había creado
nadie fuera su igual y cualquiera pudiera convertirse en su crítico”85. Efectivamente, era una
triste paradoja que en aquel inmenso territorio liberado por Bolívar, inmediatamente todos en
cada rincón, comenzaran a desestabilizar, a inventar artimañas y a arrogarse su papel de
estadistas que no eran y que tan sólo, en verdad, los movía la ambición de tomar cada un
trozo de poder.

No se había ido el último español, y ya comenzaban por todas partes movimientos de


desintegración y revueltas. En cada parte una nueva querella. No se olviden que este territorio

85 Ibíd., p. 266.

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

es lo que es hoy Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú y Bolivia, y Bolívar tendría que ir y venir
en caballo para tratar de mantener la unión en esa inmensa parte del mundo que libertó. Es en
ese contexto y a propósito de la nueva creación de Bolivia, que el Libertador decidió formular
un proyecto constitucional pertinente para solucionar el caos de su gran patria América. Como
ya se ha dicho, Bolívar no quería imitar las constituciones liberales, ni mucho menos las
retrogradas monárquicas, él tenía claro que la América requería unas leyes propias a las difíciles
y únicas circunstancias que teníamos.

El pensamiento político de Bolívar se concretará en su Constitución de Bolivia, aquella misma que


será la más criticada por sus contemporáneos, ni en la misma Bolivia se aplicó en su totalidad,
él la proponía para toda su América libertada, nadie se la aceptó. En términos generales, nos
explica el historiador Mario Hernández Sánchez-Barba, que el proyecto constitucional de
Bolívar configuraba tres campos políticos: “En el campo de las libertades, la abolición de las
castas, la esclavitud y los privilegios; respondiendo al deseo igualitarista, el Poder Electoral era
una vía para conseguir el equilibrio social. Y el campo más importante y decisivo, era la
creación de un poder presidencial […] La solución constitucional de Bolívar ofrece una
solución política; rechaza el Estado absolutista, pero sin el debilitamiento del Estado que,
estima, es el defensor natural de los débiles y el mejor instrumento capaz de extender el bien
público a través de las leyes que corrigen las diferencias que pudieran producirse en la relación
política, es decir, en la convivencia social”86. En realidad el proyecto constitucional de Bolívar
era bastante lúcido, original y defensor de lo público, pero sus contemporáneos sólo se fijaron
en el aspecto más polémico, la constitución contemplaba para el poder ejecutivo una
presidencia vitalicia con derecho a elegir su sucesor. Hasta ahí llegó el amor al Libertador, en
adelante, todos le reclamarían que eso era, simplemente, una monarquía. Nadie entendió nada.
Bolívar explicó en su discurso de presentación del proyecto constitucional este punto
polémico, así: “El Presidente de la república viene a ser en nuestra Constitución como el sol
que firme en su centro da vida al universo. Esta suprema autoridad debe ser perpetua; porque
en los sistemas sin jerarquía, se necesita, más que en otros, un punto fijo alrededor del cual
giren los magistrados y los ciudadanos, los hombres y las cosas. Dadme un punto fijo, decía un
antiguo, y moveré el mundo”87. Hablaba de una presidencia vitalicia, no de una monarquía. En
su correspondencia se refería a su constitución así: “Yo no encuentro otro remedio que el de la
Constitución Boliviana: en ella se encuentra reunido por encanto la libertad más completa del
pueblo con la energía más fuerte en el poder ejecutivo”88. “El código boliviano es el resumen
de mis ideas, y yo lo ofrezco a Colombia como a toda la América”89.

86 Mario Hernández Sánchez-Barba, Simón Bolívar. Una pasión política, Ariel, 2004, p. 217.
87 Simón Bolívar, Discursos y proclamas, edición digital de la Fundación Biblioteca Ayacucho.
88
Simón Bolívar, Obras Completas, FICA. Fundación para la Investigación y la Cultura, 2008, Tomo
V, p. 315.
89 Ibíd., p. 332.

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

Nadie quiso discutir siquiera este proyecto. Bolívar terminó admitiendo con pesar que su
proyecto de constitución no era querido. Nunca la impuso, este hecho casi nunca se menciona,
la Constitución de Bolivia quedo sin ser utilizada, su autor se la guardó para sí. Más allá de
discusiones constitucionales, es importante resaltar un hecho que acrecentaba el temor a una
presidencia vitalicia, pues que muchos estaban esperando la muerte de Bolívar para obtener el
poder presidencial; el primero, Santander, todos sabían que el sucesor que Bolívar elegiría era
Sucre, quien, dicho sea de paso, no tenía ninguna ambición política. De esos temores es que se
nutrirá el liberalismo, se les estaba insinuando que no tendrían la oportunidad de gobernar.
Como bien lo expresa John Lynch, para Bolívar, “la constitución boliviana fue su última
solución, la expresión final de sus esperanzas, pero, como sospechaba, sólo Sucre estaba en
condiciones de aplicarla y gobernar en su ausencia. Si Sucre era rechazado, ¿qué podía
esperarse entonces? No había otros procónsules conformes con ella. A medida que arrastraba
su constitución boliviana de un país a otro, ésta se convirtió en un lastre en su equipaje del que
no tenía forma de deshacerse. La presidencia vitalicia en particular era un escollo: cerraba el
camino al éxito a todos los demás candidatos; negaba a los políticos las gratificaciones de
poder y a sus protegidos los frutos de sus cargos”90.

Pero el asunto es más complejo. En un reciente estudio crítico de la independencia: La majestad


de los pueblos en la Nueva Granada y Venezuela, María Teresa Calderón y Clément Thibaud arrojan
nuevas luces sobre un problema poco estudiado, y es que pasar de la Majestad del Rey a la
Soberanía de los pueblos, es un proceso que no se hace tan fácil, o en todo caso no tan rápido.
El hombre moderno ha sido supremamente ingenuo al pretender que de un día para otro se
pase de adorar a un rey, a la práctica democrática pura; como si al otro día de mocharle la
cabeza al rey ya las masas esclavizadas y fanáticas, por arte de magia, se convirtieran en
ciudadanos ilustrados haciendo lúcido uso de su cédula electoral; qué tan rápido olvidamos,
que la misma Revolución Francesa, no logró terminar el propio caos que creó, hasta no
experimentar nuevamente una nueva majestad, la de Napoleón Bonaparte, no la soberanía del
pueblo propiamente.

Pues bien, según Calderón y Thibaud, en nuestro caso “la figura del caudillo suplanta a la del
monarca, pero no subvierte sus atributos: se calca sobre ellos. Al igual que el soberano
desaparecido, Bolívar es uno y único. A pesar de que no participa de una condición
sobrenatural, su preeminencia no conoce equivalente en este bajo mundo. Su superioridad es
radical. La gloria y las hazañas libertarias lo impulsan a una altura desde la que sólo se
manifiestan las verdades inmutables que remiten al más allá. Su autoridad parece así
garantizada por Dios. Al igual que el soberano de derecho divino, su presencia le confiere un
punto de anclaje al orden mundano, sustrayéndolo del cuestionamiento que embarga a los

90
John Lynch, Simón Bolívar, Crítica, 2006, p. 334.

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

mortales, de sus juicios, siempre precarios y cambiantes. Elevar al Libertador al lugar de


monarca, consagrarlo emperador, en un movimiento que recuerda a Bonaparte, no constituye
pues un deslizamiento que subvierte el proyecto republicano, atribuirle a la veleidad y la
ambición personal, sino que evidencia esta dimensión de su autoridad que irá aflorando a lo
largo de la crisis”.91

¡Claro! No es que Bolívar quisiera una monarquía como lo acusan los liberales, no es que tan
sólo tergiversaran su constitución boliviana, no es que Páez se hubiera enloquecido al sugerirle
que se coronara, no es que Santander el más ilustre liberal, quisiera salvar al pueblo de las
ansias monárquicas de Bolívar, es que acá no se pasó ni un ápice de la Majestad del Rey a la
Soberanía del pueblo. Ya nos lo decía también John Lynch en su prefacio a su reciente trabajo
biográfico: “Simón Bolívar tuvo una vida corta pero extraordinariamente plena. Fue un
revolucionario que liberó seis países, un intelectual que debatió los principios de la liberación
nacional, un general que libró una cruel guerra colonial. Inspiró a la vez devociones y odios
extremos. Muchos hispanoamericanos querían que se convirtiera en su dictador, en su rey;
mientras que otros lo acusaron de ser un traidor, y hubo quienes intentaron asesinarlo. Su
memoria se convirtió en inspiración para generaciones posteriores pero, al mismo tiempo,
también en un campo de batalla”92.

Y Bolívar en medio de esta marejada, tanto los que lo querían como los que lo odiaban lo
estaban midiendo con la Majestad de un rey, con razón nadie se detuvo a discutir siquiera sus
ideas políticas; para discutir sobre constituciones se requería pasar de la Majestad del Rey a la
Soberanía del Pueblo y eso acá no ocurrió. Es más, creo que aún después de 200 años no ha
pasado. Cualquier presidentico mafioso acá todavía es adorado con la majestad de un rey.

Mientras tanto Bolívar sobresaltado escribía y escribía, pero nadie le prestaba atención,
escuchen algunas de estas frases que he seleccionado de sus cartas. Son desgarradoras en su
honestidad y desventura:

“Parece que el demonio dirige las cosas de mi vida”93. “Más miedo le tengo a Colombia que a
la misma España”94. “Libertador o muerto es mi divisa antigua. Libertador es más que todo; y,

91 María Teresa Calderón y Clément Thibaud, La Majestad de los Pueblos en la Nueva Granada y
Venezuela 1780-1832, Editorial Taurus, 2010, p. 204.
92
John Lynch, Simón Bolívar, Crítica, 2006, p. VII.
93
Simón Bolívar, Obras Completas, FICA. Fundación para la Investigación y la Cultura, 2008, Tomo
IV, p. 179.
94
Ibíd., Tomo V, p. 243.

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

por lo mismo, yo no me degradaré hasta un trono”95. “No sé cómo salir de este laberinto”96.
“Yo podría arrollarlo todo, mas no quiero pasar a la posteridad como tirano”97. “Lo que hago
con las manos lo desbaratan los pies de los demás. Un hombre combatiendo contra todos no
puede nada”98. “Mi mayor flaqueza es mi amor a la libertad; este amor me arrastra a olvidar
hasta la gloria misma. Quiero pasar por todo, prefiero sucumbir en mis esperanzas a pasar por
tirano, y aún aparecer sospechoso. Mi impetuosa pasión, mi aspiración mayor es la de llevar el
nombre de amante de la libertad”99. “Cuál será mi posición y mis embarazos, teniendo que
luchar contra las pasiones de mis enemigos y aún contra los clamores de mis amigos”100.
“Serán los colombianos los que pasarán a la posteridad cubiertos de ignominia, pero no yo…
Mi único amor siempre ha sido el de la patria; mi única ambición, su libertad. Los que me
atribuyen otra cosa, no me conocen ni me han conocido nunca”101. “¡Miserables, hasta el aire
que respiran se lo he dado yo, y yo soy el sospechoso”102. “Mi corazón está quebrantado de
pena por esta negra ingratitud; mi dolor será eterno”103. “Yo no puedo vivir entre asesinos y
facciosos; yo no puedo ser honrado entre semejante canalla… Yo estoy viejo, enfermo,
cansado, desengañado, hostigado, calumniado, y mal pagado. Yo no pido por recompensa más
que el reposo y la conservación de mi honor: por desgracia es lo que no consigo”104.
“Jesucristo sufrió treinta y tres años esta vida mortal: la mía pasa de cuarenta y seis; y lo peor es
que yo no soy un Dios impasible, que si lo fuera aguantaría toda la eternidad”.105

Y no era para menos, recordemos brevemente lo que pasó en tan poco tiempo.

En 1824 ha quedado libertada toda la América. No han pasado dos años y Santander quiere
someter a Páez, Páez no se deja y amenaza con separar a Venezuela de Colombia, Bolívar no
sabe qué hacer, si le sigue el juego a Santander pierde a Venezuela, si interviene a favor de Páez
logra sostener unido a Venezuela pero se enoja Santander. Bolívar opta por lo último y ratifica
a Páez como jefe superior de Venezuela. El congreso que debería celebrase en 1831 se adelanta
y se realiza la convención de Ocaña, allí se enfrentan los santanderistas con los bolivaristas,
Bolívar no sabe cuál de las dos facciones es peor, ya no tiene esperanzas. De la convención no
sale nada y le toca asumir el mando entre las más agitadas revueltas, esta nueva posición lo
enferma más. El 25 de septiembre de 1828 en Bogotá intentan asesinar a Bolívar. Manuelita lo

95 Ibíd., Tomo V, p. 393.


96 Ibíd., Tomo VI, p. 192.
97 Ibíd., Tomo VI, p. 266.
98 Ibíd., Tomo VI, p. 275.
99 Ibíd., Tomo VI, p. 335.
100 Ibíd., Tomo VI, p. 505.
101 Ibíd., Tomo VII, p. 304.
102 Ibíd., Tomo VII, p. 320.
103 Ibíd., Tomo VIII, p. 77.
104 Ibíd., Tomo IX, p. 452.
105 Ibíd., Tomo IX, p. 169.

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

salva, la libertadora del Libertador. Pero Bolívar ya está muerto en vida. Los culpables son
fusilados, menos uno, Santander, quien se le comprobó su culpabilidad pero a Bolívar le
sugieren que a este se le dé el indulto y sólo lo mandan al exilio. Entre tanto Perú se rebela y se
apodera de Guayaquil. Bolívar corre al Ecuador, con la ayuda de Sucre controlan al Perú. A
finales de 1829 Bolívar regresa a Bogotá, le llegan las cartas de sus amigos sugiriéndole que se
haga coronar, Bolívar desaprueba categóricamente tales ideas. Acá en Antioquia el valeroso
José María Córdova creyendo las estupideces de que Bolívar se iba a coronar se levanta en
armas con 300 hombres en contra del Libertador, después del combate un irlandés del ejército
patriota asesina al bravo león. Otra muerte innecesaria y absurda. Unos quieren que sea rey,
otros le atribuyen que él quiere ser rey. Todo era un caos, una locura, Bolívar no aguanta más.
El 20 de enero de 1830 presenta su renuncia a la presidencia ante el Congreso. Es hora de
partir, en la más profunda desilusión Bolívar se va pero no sabe para dónde. ¡Qué ironías,
ahora que tan sólo es un ciudadano pide permiso al Congreso para irse para Venezuela y se lo
niegan! El 8 de mayo salé de Bogotá hacia su destino final. Como no tiene dinero con que irse
deja a Manuela en la fría Bogotá rodeada de canallas, y sale para la costa, a ver cómo consigue
recursos para salir del país. Otra ironía, el creador de Colombia se acuerda que no tiene
pasaporte para salir del país. Mientras que Bolívar hace su último viaje se entera que su
discípulo y amado Sucre es asesinado el 4 de junio en Barruecos, un guerrero noble cuya única
ambición era irse a descansar con su esposa e hija, asesinado únicamente por querer y serle fiel
a Bolívar. Se acaba la época de los héroes y comienza la de los asesinos. Bolívar ya sólo espera
la muerte en una finca prestada, sin nada, todo lo que había hecho y “a la hora de irse no se
llevaba ni si quiera el consuelo de que se lo creyeran”106.

Cuando Bolívar salió por última vez de Bogotá, nos relata Lynch, “La turba salió a las calles
para celebrar la partida de Bolívar quemando retratos suyos y gritando a favor de Santander”107.

Toda esta historia es también edípica. Bolívar es el padre, al que se adora y se venera, pero
también el que se teme y se odia, al que también se quiere matar y santificar, ¿cómo purgar la
culpa de todos sus asesinos? Colgando miles de cuadros con sus imágenes y erigiendo miles de
estatuas, ¿no?

La historia de los pueblos creados por Simón Bolívar, muestra que éstos no siguieron su
enseñanza, no siguieron el rumbo que les trazó su padre. Gilette Saurat en un breve párrafo
relata lo que ocurrió después de la muerte de Bolívar: “Con la muerte de Bolívar acabó el
tiempo de los héroes, y comenzó el tiempo de los asesinos. Santander regresó del destierro

106 Gabriel García Márquez, El general en su laberinto, Editorial Oveja Negra, 1989, p. 43.
107 John Lynch, Simón Bolívar, Crítica, 2006, p. 363.

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

para presidir al fin solo los destinos de una república que repudiaría hasta el nombre de
Colombia para tomar el de Nueva Granada. José Hilario López se instalará, también, con la
frente en alto en el solio del primer magistrado del país, y lo mismo José María Obando. Desde
entonces la vida política tendrá el semblante de esos hombres, estrechez, demagogia, crueldad.
Bajo etiquetas diferentes, sus herederos ocuparán por turnos el proscenio. Se darán golpes de
pecho en nombre de la patria –de ellos ésta no recibirá grandeza alguna- y del pueblo que sólo
conocerá la ignorancia, la miseria y la servidumbre. Así se preparará el soporte de una estirpe
de tiranos que abandonarán el continente a la explotación económica del extranjero”.108

¿No ha sido ésta nuestra historia desde 1830 hasta hoy? Efectivamente, vivimos todavía el
tiempo de los asesinos, recuerden el asesinato de Rafael Uribe Uribe, el asesinato de Jorge
Eliecer Gaitán, ¿saben ustedes cuántos asesinatos políticos se han dado en Colombia desde la
muerte de Bolívar hasta hoy? La respuesta exacta no la sabemos, pero los que sí sabemos, es
que la cifra es considerablemente monstruosa y extravagante. “Os ruego que permanezcáis
unidos, para que no seáis los asesinos de la patria y vuestros propios verdugos”109. Esa era su
súplica, ya ven, hasta el momento hemos hecho todo lo contrario. Sin embargo, la presencia de
Bolívar sigue allí, en los campos de la eternidad. No es un juego, no es sentimentalismo, no es
sólo material para poetas; Bolívar, su memoria, sigue haciendo una advertencia, si Suramérica
no es libre, no será nada.

El historiador Mario Hernández Sánchez-Barba juzgó la función de Simón Bolívar en la


historia de esta manera: “El problema para Bolívar radicó en cómo llevar a cabo un proyecto,
cuando le falla el «Poder Constituyente» y la «Sociedad Civil». […] En el pensamiento de
Bolívar existe, por una parte, una evidente coherencia, y, por otra, una considerable
persistencia en torno al inconmovible principio de la unidad. […] Su objetivo básico era la
creación de una República fuerte, sobre su propia autoridad personal y el prestigio alcanzado
en la guerra triunfante. Para establecer este sistema de poder trató de conseguir una
institucionalización capaz de ahormar la nueva situación política, una vez que había quedado
destruida la sólida red vertical de instituciones españolas. […] Bolívar, ilustrado en su
formación y romántico en la acción, entregó su vida activa a un ideal político: conseguir la
unidad en la organización de la convivencia, lo que llevó a la sima profunda de la frustración.
Intentó, hasta la muerte, un nuevo ordenamiento de la sociedad, pero el ambiente no resultó
en absoluto propicio, pues el pueblo, de modo especial en tiempo de revolución y de cambios
rápidos, visceralmente inasimilables, era mucho más proclive a la dispersión, el cantonalismo y
la soberbia de la individualidad, que al orden, la unidad y la afirmación de las instituciones

108 Gillet Saurat, Bolívar. El Libertador, Editorial Oveja Negra, 1987, p. 602.

109 Simón Bolívar, Obras Completas, FICA. Fundación para la Investigación y la Cultura, 2008, Tomo IX, p. 322.

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

entendidos no sólo como valores básicos, sino esenciales para el buen funcionamiento de una
comunidad como la que quiso —y no pudo— conseguir Bolívar”.110

Por su parte John Lynch al juzgar el legado de Bolívar escribió: “Bolívar no era idealista hasta
el punto de creer que América estaba preparada para una democracia pura o que la ley podía
anular de forma instantánea las desigualdades producto de la naturaleza y la sociedad. En su
opinión hasta que los pueblos de Hispanoamérica no adquirieran las virtudes políticas, […] los
sistemas de gobierno popular, lejos de ser una ayuda, podían ser su ruina. Bolívar no confiaba
en el pueblo como masa, la herencia del sistema colonial, y, para conseguir que estuviera
preparado para la libertad, era necesario reeducarlo bajo la tutela de un poder ejecutivo fuerte.
[…] Criticar a Bolívar, como se le criticó en su época y como no se ha dejado de hacerlo, por
no ser un demócrata liberal, sino un absolutista conservador, es descontextualizar la discusión.
Del mismo modo en que había respondido a quienes querían convertirlo en un monarca que
«ni Colombia es Francia, ni yo Napoleón», Bolívar habría podido decir a sus críticos liberales
«ni Colombia es Estados Unidos, ni yo Washington». […] Esta no era la sociedad homogénea
del norte del continente, sino una población multiétnica, en la que cada raza tenía sus propios
intereses y, así mismo, su propia intolerancia.”111

Bolívar es el creador de Suramérica. Fundó nuestra identidad colectiva. Él está más allá de las
facciones y de los partidos. Bolívar es una idea de libertad que nunca termina. Así muchos le
quieran restar su protagonismo en la lucha de independencia, es imposible desligarlo de los
acontecimientos que nos constituyeron. Su legado político, su postura republicana es
impecable y paradigma de creación política para todo el mundo; si sus ideas fueron mal
entendidas y viciadas no fue culpa de él. Si Colombia se hizo goda y santanderista no fue culpa
de él.

República, unidad y libertad. Esta fue la lección de Bolívar para Suramérica. Hoy día cuando
nuestros males no dejan de suceder, se hace más vigente la vida y obra del Libertador. Su gloria
cada vez se hace más grande y quizá falte mucho tiempo para que lo reconozcamos y lo
tomemos en serio, pero aún así, a pesar del actual desconocimiento que sobre él hay en
Colombia, su gloria crece más.

110 Mario Hernández Sánchez-Barba, Simón Bolívar. Una pasión política, Ariel, 2004, p.257.

111 John Lynch, Simón Bolívar, Crítica, 2006, p. 373.

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

A mediados del siglo XIX y XX en Colombia se creó un Bolívar conservador oficialista,


acomodado para los intereses patrioteros de la oligarquía conservadora y liberal, se erigieron
miles de estatuas y se imprimieron miles de cartillas con una historia patria y boba para
esterilizar las mentes de los niños y enseñar dogmáticamente un Bolívar irreal. Lograron su
cometido, muchas generaciones de colombianos crecieron odiando esa mal contada historia
patria. Después de la mitad del siglo XX, entre violencia y hambre, Bolívar fue olvidado, las
cátedras bolivarianas desaparecieron, sólo quedaron por allí algunas sociedades bolivarianas
con unos eminentes ancianos historiadores de oficio que mientras vivían sus últimos años
parecían ser de otra época y mundo. Al final del siglo XX, Bolívar volvió a aparecer, las
guerrillas tomaron su nombre como bandera, ¿qué tanto serán consecuentes con el
pensamiento del Libertador? eso aún está por verse. Por ahora sólo se ha generado un
inconveniente, a quienes amamos a Bolívar, que aunque somos pocos aún existimos, nos
estigmatizarán y señalarán, porque en Colombia Bolívar pasó de ser una estatua a ser olvido, y
de allí, a ser subversivo.

Tal vez nos falta mucho para ver el fin del tiempo de los asesinos, nuestro origen fue una
pasión de libertad encarnada en el hombre Simón Bolívar; a pesar de los miserables que aún
detentan el poder, la pasión de unidad y libertad de Bolívar volverá. En algún momento
volverá.

La mayoría de los que están presentes en este auditorio, escuchando esta mi última conferencia
en Medellín, que muy amorosamente me están brindado su ayuda, para emprender mi
anunciado viaje a la tierra de Bolívar, saben que fui un chico temeroso, que me encerré en mis
libros temiendo la violencia de las calles de Medellín, aferrado al amor de mi madre, mi padre y
mis hermanos, —Mi familia que hoy está aquí presente, a quienes aprovecho la ocasión para
agradecerles por la vida y para ofrecerles excusas por mis locuras— Digo, la mayoría de
ustedes, saben que por miedo o por neurosis, yo construí mi identidad alrededor de la
búsqueda insaciable de Bolívar, por él me hice historiador y a partir de él he construido mi
existencia, los que me conocen saben que nos estoy exagerando. Ahora, cuando me encontré
en un punto quieto, donde no pasa nada más con mi vida, cuando tan sólo he acumulado más
y más torpezas en el amor y en el cotidiano vivir, vuelvo a seguir el rumbo que un día elegí,
seguir las huellas de Bolívar, ¿que si estoy loco? Tal vez. Pero yo prefiero ser loco, danzar,
volar, jugar…… a estar muerto en vida, tal cual como nos pretenden someter el capitalismo y
el cristianismo.

Y ahora, parafraseando al Manuelito Fernández en Don Mirócletes de Fernando González... irme


yendo, repito, para Venezuela, la patria del Frank David Bedoya Muñoz que deseo llegar a ser.

120
Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

Venezuela es la tierra de Bolívar y todo suramericano es venezolano. Irme yendo para allá, en busca de Bolívar,
la única energía del continente.

¿Se me ha comprendido? Para afirmar la vida yo elijo a Bolívar.

121
Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

8. El eterno retorno del Libertador112

“Toda va, todo vuelve; eternamente rueda la rueda del ser. Todo muere, todo vuelve a florecer, eternamente corre
el año del ser.

Todo se rompe, todo se recompone; eternamente se construye a sí misma la casa del ser. Todo se despide,
todo vuelve a saludarse; eternamente permanece fiel a sí el anillo del ser.

En cada instante comienza el ser; en torno a todo «Aquí» gira la esfera «Allá». El centro está en
todas partes. Curvo es el sendero de la eternidad.

[…] “Ahora muero y desaparezco, dirías, y dentro de un instante seré nada. Las almas son tan
mortales como los cuerpos.

Pero el nudo de las causas, en el cual yo estoy entrelazado, retorna, -¡él me creará de nuevo! Yo mismo
formo parte de las causas de eterno retorno”.

Friedrich Nietzsche, Así Habló Zaratustra.

“«¿Cómo, ¡oh Tiempo! —respondí— no ha de desvanecerse el mísero mortal que ha subido tan alto?

He pasado a todos los hombres en fortuna, porque me he elevado sobre la cabeza de todos.

112Texto completo de la conferencia de Frank David Bedoya Muñoz. Pronunciada el 24 de julio de 2015 en el
Pantano de Vargas – Paipa, Boyacá.

122
Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

Yo domino la tierra con mis plantas; llego al Eterno con mis manos; siento las prisiones infernales
bullir bajo mis pasos; estoy mirando junto a mí rutilantes astros, los soles infinitos; mido sin asombro el espacio
que encierra la materia, y en tu rostro leo la Historia de lo pasado y los pensamientos del Destino»”.

Simón Bolívar, Mi Delirio sobre el Chimborazo.

***

Permítanme no decir solamente las verdades –que gracias a un método histórico, filosófico y
pasional– se pueden establecer sobre el Libertador Simón Bolívar, sino, antes, enunciar los
caminos que me condujeron hacia dichas interpretaciones que quieren devenir veracidad.

Al finalizar, creo poder estar en condiciones de insinuar por qué es posible el eterno retorno
del Libertador.

Pertenezco a una generación que fue atemorizada y asesinada por la violencia causada por la
exclusión social y por la espiral de asesinatos de la mafia en Medellín en tiempos de Pablo
Escobar. El sistema nacional de educación pública en Colombia también se había degradado
en la mayor esterilidad posible y sus métodos y formas fueron entregados a los negocios
privados de editoriales donde pareciera que el último objetivo era el de enseñar. Los
profesores, mal pagados y mal valorados en la sociedad, poco tenían que ofrecerle a una
generación que estaba dispersa entre ambiciones desmedidas y balaceras por doquier. Salimos

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

de esas escuelas y de esos colegios en una orfandad de conocimientos. No es una exageración


decir que salíamos de la educación primaria y secundaria sin siquiera saber leer y escribir bien.
Los que no fuimos asesinados en Medellín salimos a engrosar la filas de los desempleados. El
nombre de la película no pudo ser más acertado: “Rodrigo D no futuro”. Los jóvenes de la
Medellín de la última década del siglo XX no teníamos futuro. Cómo conseguir dinero, cómo
sobrevivir y cómo sostener una vida de algarabía y alcohol, esas eran las únicas cuestiones. Sin
futuro, porque se nos había arrebatado también el pasado, sólo contábamos con un presente
infernal. Medellín era la prueba contundente de una de las más importantes tesis del historiador
Eric Hobsbawm:

La destrucción del pasado, o más bien de los mecanismos sociales que vinculan la
experiencia contemporánea del individuo con la de generaciones anteriores, es uno de
los fenómenos más característicos y extraños de las postrimerías del siglo XX. En su
mayor parte, los jóvenes, hombres y mujeres, de este final de siglo crecen en una
suerte de presente permanente sin relación orgánica alguna con el pasado del tiempo
en el que viven.

En esta sociedad sin historia Simón Bolívar ya había desaparecido, salvo para algunos
honorables ancianos que, de manera anacrónica, sostenían unas sociedades bolivarianas con
más de un siglo de existencia y cuyo número de integrantes se estaba reduciendo
aceleradamente por la muerte de sus asociados. Cabe anotar que un joven de esta época nunca
pasaba por allí. También apareció Bolívar en las montañas de Colombia, en una reivindicación
suya que hicieron las guerrillas; pero de ello hablaré más adelante. El punto es que para un
joven de la ciudad de Medellín Bolívar no existía o era una imagen difusa de alguna estatua por
allí o un dibujo olvidado en una vieja cartilla escolar. No es raro que esta generación
confundiera a Cristóbal Colon con Simón Bolívar sin saber quién era ninguno de los dos.

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

En mi caso, solo el azar de la existencia me condujo al encuentro decisivo con Simón Bolívar:
tenía 16 años y era mensajero en una institución educativa. Me correspondía hacer las
diligencias de un cura rector y por curiosidad un día encontré en el estante de la biblioteca de
su oficina un ejemplar de El general en su laberinto de Gabriel García Márquez. Yo no sabía quién
era ese general, ni me imaginaba que esa hamaca y esas botas que ilustraban la portada del
libro, símbolos de un héroe muerto, se convertirían en todo mi futuro. El arte literario llenaría
todas las carencias de mi precaria formación. En varias ocasiones lo he expresado: con El
general en su laberinto de García Márquez yo volví a nacer.

La tragedia de Bolívar está expresada allí en un aforismo contundente de muy pocas palabras.
Transcurrían los últimos días del Libertador:

Era el fin. El general Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios
se iba para siempre. Había arrebatado al dominio español un imperio cinco veces más
vasto que las Europas, había dirigido veinte años de guerras para mantenerlo libre y
unido, y lo había gobernado con pulso firme hasta la semana anterior, pero a la hora
de irse no se llevaba ni si quiera el consuelo de que se lo creyeran.

Primera verdad sobre el Libertador.

Su gesta heroica, su obra política, su proyecto continental, todo fue olvidado. Ya sea por la
tergiversación de sus contemporáneos, ya sea por la ingratitud de las generaciones posteriores,
ya sea por la dispersión de la sociedad del capital que eliminó la historia como elemento
constitutivo de las identidades individuales y nacionales; Bolívar desapareció para la mayoría de
los colombianos, salvo para una minoría letrada con un poco de cultura que lo conoce o para
otra minoría política más reducida aún; para la inmensa mayoría de los colombianos Bolívar no
era nada o era una estatua en un parque que ya nadie determinaba.

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

***

Hemos llegado a un punto culminante donde al parecer se han agotado todas las fuentes,
interpretaciones e ideas sobre la vida de Simón Bolívar. Existen inmensidad de biografías de
Simón Bolívar, monografías y toda clase de libros, pero a la larga todos repiten lo mismo.
Afortunadamente ya todo el archivo de los documentos públicos y privados del libertador se
encuentran organizados, digitalizados y publicados en la
página www.archivodellibertador.gob.ve, ya las fuentes documentales de Bolívar no son de uso
exclusivo de una camarilla de eruditos, cualquier persona puede acceder a sus cartas completas
en internet. Ya no es necesario como antes pagar una fortuna por las ediciones completas de
sus obras.

A dos investigadores les debemos esencialmente todo lo que sabemos de Simón Bolívar: el
alemán Gerhard Masur y el inglés John Lynch. Obviamente le debemos mucho a los esfuerzos
grandiosos de nombres que ya son familiares para los estudiosos de Bolívar: Gabriel García
Márquez, Indalecio Liévano Aguirre, Vicente Lecuna, Perú de Lacroix, Fernando González,
Mario Hernández Sánchez-Barba, Gilette Saurat, David Bushnel, Augusto Mijares. En realidad
sólo se cambian los enfoques, los matices, pero en general desde el Bolívar de Masur (1948)
hasta el Bolívar de Lynch (2006) todos hacen un recuento de las mismas cuestiones que son
tratadas ampliamente en estas dos obras canónicas.

Incluso el escritor William Ospina en su bello texto En busca de Bolívar admite que sus fuentes
fueron Masur y Lynch; William Ospina hace una nueva síntesis de la vida de Bolívar con la
claridad y la belleza que lo caracteriza, aunque tampoco en él hayamos algo nuevo.

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

Creo que la historiografía respecto de Bolívar está llegando a sus límites. Esto no es bueno o
malo, simplemente es así.

En Venezuela en los últimos años ha cobrado interés una hipótesis que indica que Bolívar no
murió sólo de tristeza, traición y enfermedad sino que fue asesinado. El gobierno de Chávez
ordenó la exhumación de los restos de Bolívar para hacer investigaciones más profundas con
las nuevas tecnologías disponibles y se elaboraron dos informes: 1) Informe sobre la
Reconstrucción Facial 3D del Libertador Simón Bolívar; 2) Informe Preliminar sobre las
Causas de la Muerte del Libertador Simón Bolívar. El del rostro no ha tenido una aceptación
total, sobre todo por parte de algunos artistas, y sobre la muerte, las conclusiones fueron las
previsibles. Dice el informe en su conclusión que “aunque no se puede excluir la tuberculosis
como causa de muerte, parece ahora una causa menos probable que lo que se había concluido
previamente en los informes del examen post mórtem realizado en 1830”. Sin embargo, si se
asesinó o no, el informe no agregó elementos.

Hace pocos días, desafortunadamente, fue asesinado en la ciudad de Pampatar, Isla de


Margarita, el historiador Jorge Mier Hoffman quien había publicado el libro La carta que
cambiará la historia. Cómo, Cuándo, Quién lo mató, Dónde está Bolívar. Basado en cartas apócrifas.
Con un estudio detallado de toda la obra escrita de Bolívar se puede demostrar fácilmente que
no son verdaderas. Así que tampoco estos estudios, que parecen más del mundo de la ficción,
muestran nada novedoso, sino unas ideas muy descabelladas. La hipótesis que plantea que
Bolívar fue asesinando no se sostiene históricamente.

Yo sigo insistiendo: simplemente Bolívar murió de tristeza, de una inmensa tristeza que acabó
con su ser después de tantas traiciones.

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

Existe además una película reciente: Libertador, estrenada en Venezuela en el año 2014, una
gran producción de alta tecnología y del arte cinematográfico más calificado, dirigida por
Alberto Arvelo y protagonizada por Édgar Ramírez, que también sugiere que Bolívar fue
asesinado; pero como lo mencioné, esta idea no se sostiene con argumento historiográfico
alguno.

¿Qué queda pues por decir de Bolívar? Casi nada. Quizá el tema de si Bolívar tuvo hijos o no
puede ser un tema novedoso, donde nada está comprobado. Fascina a muchos, por ejemplo, la
idea de que Flora Tristán pudiera ser hija biológica de Bolívar: el parecido en sus rostros en las
pinturas de ambos es asombroso.

Yo estaría más satisfecho si se adelantara una nueva investigación para comprobar los planes
de magnicidio que ejecutó Santander contra Bolívar e incluso contra Sucre. Sin embargo, si no
sabemos a estas alturas acerca de los autores intelectuales de la muerte de Gaitán, mucho
menos de los planes criminales de Santander, quien se cuidó bastante de no dejar evidencias.

Debemos mucho al filósofo envigadeño Fernando González Ochoa: sus retratos psicológicos
de las personalidades políticas de la época de la independencia. Nadie como él ha retratado y
puesto al descubierto las pasiones, las grandezas y las bajezas de ese período. La obra de
Fernando González aún es poco conocida en Colombia, si se leyera en profundidad y seriedad
al filósofo de Otraparte, Bolívar tendría un nuevo resurgimiento en Colombia.

Las historias patrias tradicionales cumplieron su objetivo: enterraron la historia. Nunca


hicieron que alguien se enamorara de la historia, todo lo contrario.

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Después de haber leído con mucha pasión El general en su laberinto, decidí leerme cuanto libro
encontré de Bolívar; afortunadamente la primera biografía que me llegó, regalo del
bibliotecólogo Emiro Álvarez, fue la de Gerhard Masur, de ahí en adelante decidí hacerme
historiador.

Entré a estudiar historia en la Universidad Nacional, sede Medellín. Mi primer desconsuelo fue
constatar que Bolívar ya no estaba en la academia: de seis semestres de América Latina era
excluida deliberadamente la época de la independencia, con todo desparpajo: en el programa
académico se pasaba de la Colonia al siglo XIX, pero a partir de 1830, como si la época de
Bolívar ya no hiciera falta investigarse. Estaba decidido a graduarme con una tesis sobre
Bolívar, mas asombrosamente, en la primera década del siglo XXI no había quién dirigiera una
tesis sobre él. Bolívar ya no estaba de moda entre los historiadores. Las tesis más perseguidas
eran las coloniales, no sé por qué, a veces pienso que por ser tan godos en la academia
actualmente.

Yo, empecinado, seguí escribiendo sobre Bolívar, pero solo, sin ninguna orientación. Tuve la
fortuna de que el prestigioso maestro Juan Guillermo Gómez García, especialista en el mundo
de las ideas del siglo XIX y quien sin lugar a dudas sí sabía de la importancia de las ideas
políticas de Bolívar, llegó a Medellín y accedió a calificar mi tesis. Ya habían pasado diez años
de mis lecturas apasionadas sobre Bolívar y, ahora, le entregué a él un mamotreto para
graduarme con una serie de escritos que no eran más que elogios, casi himnos, panfletos, nada
nuevo, ni analítico, digno de una tesis original de un historiador. La pasión que me había
puesto en el camino de Bolívar ahora me daba una mala jugada pues había escrito todo el
tiempo como un mal evangelista y no como un hombre de ciencia. Había caído en el mismo
error de los miles de repetidores de libros que agrandaban la gigantesca cantidad de libros
sobre Bolívar para no decir nada nuevo y redundar en los mismos datos hasta el cansancio.

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

Todavía recuerdo la noche en el barrio Carlos E. Restrepo cuando Juan Guillermo me dijo que
con ese montón de papeles no me graduaba. Yo que había denigrado, con justa razón porque
la academia no le prestaba atención a Bolívar; ahora frente a un estudioso verdadero, que por
primera vez me leía, me enteraba yo de que no había pasado de la pasión y del panfleto. Salí
con una gran aflicción y estuve por muchos meses en un estado de crisis que no superé hasta
que un día, en la más profunda soledad, eché al bote de basura todo lo que había escrito sobre
el Libertador. Mucho tiempo después, con más calma, recordé que en toda la historiografía
bolivariana poca atención se le había prestado a las cartas que redactó Bolívar en su exilio en
Jamaica en 1815: como es bien sabido, siempre se exalta la llamada carta de Jamaica, pero no
las demás, que también escribió en el exilio, una veintena de cartas que en su conjunto daban
una mayor idea del mundo suramericano que allí descubría y describía Bolívar, de unos sueños
que se harían proféticos. Tomé las cartas y sorprendentemente en un fin de semana escribí mi
tesis 1815: Bolívar le escribe a Suramérica, trabajo que mi director de tesis valoró aceptable para
ingresar a los trabajos dignos de un historiador, no laureado pero sí digno de la academia.
Confieso esta anécdota para subrayar la dificultad que tenemos para escribir ideas originales
sobre Bolívar, en este campo prevalece más la repetición que el ingenio. Quizá llegará un
momento en que nuevas generaciones tendrán la ocasión de revisar todas las interpretaciones,
y habrá que comenzar todo de nuevo.

Segunda verdad sobre el Libertador.

Gracias a Daniel Florencio O'Leary y al historiador Vicente Lecuna, los documentos públicos y
privados del Libertador Simón Bolívar hoy en día se conservan y constituyen un patrimonio
histórico y cultural de la humanidad. El gobierno bolivariano de Chávez dispuso todas las
acciones necesarias para custodiar y modernizar este archivo para ponerlo al servicio de los
pueblos. Más allá de las biografías de Gerhard Masur y de John Lynch sobre Bolívar, lo demás
es una repetición incesante con diversos matices. Sobre Bolívar se ha escrito tanto, se ha
gastado tanto papel, se ha derramado tanta tinta y se han impreso tantas cosas, que parecemos
perdernos en un océano de letras para, al final, saber siempre las mismas cosas. Yo me atrevo a

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

decir hoy que lo mejor que se ha escrito sobre Bolívar, con gran maestría artística y con una
pulcritud histórica asombrosa, es la novela El general en su Laberinto de Gabriel García Márquez.
Creo que es el Bolívar más cercano y “real” que difícilmente podríamos volver a tener. El alma
de Bolívar se quedó en esta novela.

***

Aprendí que para ser un buen historiador habría que dejar por unos momentos los archivos,
era necesario salir a recorrer los lugares, conocer los territorios de la historia que uno quiere
contar. Estuve en Santa Marta, en Bogotá, en Bucaramanga, sólo me faltaba Boyacá para
completar el itinerario del Libertador. En el año 2003, me sumé al recorrido que hicieran más
de 600 personas de la gesta de la Campaña Admirable. El itinerario: Cartagena, Calamar,
Tenerife, Mompox, Ocaña, Cúcuta, San Cristóbal, Mérida, Trujillo, Barinas, Acarigua,
Barquisimeto, Valencia, Guacara, Maracay, La Victoria y finalmente Caracas. A pie, en bus, en
chalupas por el río Magdalena, con contratiempos, con emoción pudimos reconocer algunos
de los tantos territorios que fueron escenario de la gesta de nuestra independencia. Además de
conocer de cerca la Revolución Bolivariana, de la cual hablaré más adelante, descubrí un hecho
que me llamó la atención. Algunos sectores de la izquierda, que proclamaban a Bolívar como
suyo, desconocían mucho de él. Todos enarbolaban las consignas: “Bolívar somos todos” o “la
espada de Bolívar por América Latina”, pero pocos sabían en realidad sobre la vida y obra del
Libertador. Me puse en cada pueblo, en cada plaza a reunir a un puñado de gente para narrar la
historia de Bolívar, lo confieso: parecía un evangelizador. Alguien que hablaba del Libertador
como si fuera Jesucristo. Yo me había propuesto, en todo momento de mi vida, enseñar la vida
y obra de Bolívar. Pero aún no había hecho un aporte teórico importante. En ese océano de
letras sobre Bolívar ni siquiera había aportado una tonalidad más. Por otro lado, después de la
hazaña del viaje por el río Magdalena y el primer encuentro con Venezuela, al hacerme conocer
un poco más en Medellín como historiador bolivariano, fui contactado por guerrilleros de las
FARC quienes en la ciudad me hicieron muy amablemente la invitación de irme un tiempo con
ellos a dar clases de Bolívar en el monte, invitación que no dudé en rechazar, primero por

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

miedo, y segundo porque ya a esas alturas yo había esclarecido en mí, que hacer de Bolívar un
asunto de clandestinidad no aportaba mucho. Aceptaron mi negativa, creo que me
comprendieron, y nunca más buscaron mis servicios como profesor bolivariano.

Más adelante tuve que manifestar en muchas ocasiones mi posición con respecto a que la
guerrilla colombiana hiciera una reivindicación de Bolívar. Un bolivariano como yo,
garcíamarquiano, por decir algo, era para muchos inconcebible, muchas veces en los escenarios
de la izquierda colombiana, siempre tenía que explicar que amar a Bolívar no significaba ser
necesariamente de la FARC.

Nadie sabe qué consecuencias tendrá para el futuro político en Colombia que la guerrilla quiera
adoptar al Libertador. O si esto servirá para realizar sus ideales. En el hecho de que hayan
empuñado las armas contra los propios conciudadanos ya están pelados. Porque en eso
consistió precisamente la grandeza de Bolívar: se rehusó en todo momento a obligar por la
fuerza a que la gente del pueblo tomara sus ideas. De otra parte, en el plano del conocimiento,
que la guerrilla reivindique a Bolívar tampoco ha significado mayor conocimiento del pueblo
deacerca de él, por lo menos no en las ciudades; habría que ver en el campo, eso no lo sé.
Supongo que los militantes juiciosos del movimiento bolivariano, estudiarán la vida y obra del
Libertador en los mismos libros existentes para todo el mundo, si es verdad que se profundiza
el estudio de Bolívar en las montañas y no sólo se trata de una reivindicación de consignas
nada más. Hasta el momento no lo sabemos.

Creo que en este punto debo reiterar lo que ya he dicho en repetidas ocasiones, valga aclararlo
una vez más: mi postura frente a las FARC es la misma que tiene Fidel Castro en las ideas que
presentó en su libro La Paz en Colombia; suscribo y afirmo cada una de sus palabras:

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

Yo discrepaba con el jefe de las FARC por el ritmo que asignaba al proceso
revolucionario de Colombia, su idea de guerra excesivamente prolongada. Su
concepción de crear primero un ejército de más de 30 000 hombres, desde mi punto
de vista, no era correcta ni financiable para el propósito de derrotar a las fuerzas
adversarias de tierra en una guerra irregular. […] Es conocida mi oposición a cargar
con los prisioneros de guerra, a aplicar políticas que los humillen o someterlos a las
durísimas condiciones de la selva. De ese modo nunca rendirían las armas, aunque el
combate estuviera perdido. Tampoco estaba de acuerdo con la captura y retención de
civiles ajenos a la guerra. Debo añadir que los prisioneros y rehenes les restan
capacidad de maniobra a los combatientes. Admiro, sin embargo, la firmeza
revolucionaria que mostró Marulanda y su disposición a luchar hasta la última gota de
sangre. La idea de rendirse nunca pasó por la mente de ninguno de los que
desarrollamos la lucha guerrillera en nuestra patria. Por eso declaré en una Reflexión
que jamás un luchador verdaderamente revolucionario debía deponer las armas. Así
pensaba hace más de 55 años. Así pienso hoy.

Después de citar a Fidel siempre agrego lo siguiente: si yo hubiese elegido las armas, hace rato
que estuviera en la selva con un estandarte de Bolívar y un fusil, pero no. Yo elegí los libros,
con el estandarte de Bolívar pero en congresos de historia, en auditorios dando conferencias,
en aulas de clases, en la soledad de la escritura, caminando por las calles de la patria bolivariana
admirando a Hugo Chávez, con una libreta tomando notas, escribiendo un diario y anhelando
o ser escritor o un político hecho en las tribunas de los pueblos, con la única arma que sé
manejar: la palabra.

Hasta ahí el tema bolivariano de las FARC.

Aun así, después de tantas correrías, faltaba mi aporte teórico para ensanchar las
interpretaciones de la vida y obra de Simón Bolívar. Después de tantas aventuras, era justo y

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

necesario escribir mi aporte teórico, como expresé anteriormente, mi tesis de grado no era
suficiente.

Algunos artículos fueron decisivos para superarme, me propuse argumentar La autenticidad y el


valor de Mi delirio sobre el Chimborazo, creé la Escuela Zaratustra durante cuatro años, donde
enseñamos a un público más amplio las vidas y obras de Simón Bolívar y Friedrich Nietzsche.

Mi primer aporte original, pequeña interpretación, un matiz más en el océano de la producción


teórica sobre Simón Bolívar fue mi artículo Simón Bolívar: Antelación del superhombre de Nietzsche.

Hoy quiero recordar algunas ideas esenciales de este texto:

En El Anticristo Nietzsche planteó la siguiente cuestión: “Qué tipo de hombre se debe criar, se
debe querer, como tipo más valioso, más digno de vivir, más seguro de futuro. Ese tipo más
valioso ha existido ya con bastante frecuencia: pero como caso afortunado, como excepción,
nunca como algo querido voluntariamente”, y luego agregó: “Se da, en los más diversos lugares
de la tierra y brotando de las más diversas culturas, un logro continuo de casos singulares y con
los cuales un tipo superior hace de hecho la presentación de sí mismo: algo que en relación con
la humanidad en su conjunto es una especie de superhombre. Tales casos afortunados de gran
logro han sido posibles siempre y serán acaso posibles siempre. E incluso generaciones,
estirpes, pueblos enteros pueden representar en determinadas circunstancias tal golpe de
suerte”. Ese tipo más valioso, ese tipo superior, ese superhombre… ese golpe de suerte, ya lo
tuvimos una vez en Suramérica, ese hombre fue el Libertador Simón Bolívar.

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

Simón Bolívar libró victoriosamente una guerra larga y compleja. Después de su ser guerrero
se convirtió en un fundador de naciones, luego sus pensamientos políticos, sus propuestas
constitucionales fueron tergiversadas, desatendidas. Hombres ambiciosos y egoístas lo
traicionaron, Bolívar tuvo el poder para imponer sus ideas, pero prefirió la soledad, y murió
como un Libertador. Quien estudie con juicio la historia comprenderá cómo el hombre con
mayor poder en Suramérica, por su coherencia libertaria, emprendió el camino hacia la soledad.

Nietzsche enseña el superhombre en su magistral obra Así habló Zaratustra. A continuación


algunas ideas esenciales que explican al superhombre, por favor léanse pensando en el hombre
Simón Bolívar: “Yo os enseño el superhombre. El hombre es algo que debe ser superado.
¿Qué habéis hecho para superarlo? […] El superhombre es el sentido de la tierra. […] Yo amo
a quien es de espíritu libre y de corazón libre: su cabeza no es así más que las entrañas de su
corazón, pero su corazón lo empuja al ocaso. […] Un nuevo comienzo, un juego, una rueda
que se mueve por sí misma, un primer movimiento, un santo decir sí. […] ¡Sea vuestro amor a
la vida amor a vuestra esperanza más alta: y sea vuestra esperanza más alta el pensamiento más
alto de la vida! […] El hombre es algo que debe ser superado. […] Creadores fueron quienes
crearon los pueblos y suspendieron encima de ellos una fe y un amor: así sirvieron a la vida.
[…] El querer hace libres: ésta es la verdadera doctrina acerca de la voluntad y la libertad. […]
El espíritu libre, el enemigo de las cadenas. […] Amo la libertad, y el aire sobre la tierra fresca;
prefiero dormir sobre pieles de buey que sobre sus dignidades y respetabilidades”.

Las palabras anteriores se aplican exactamente a la vida y obra de Simón Bolívar, compáreselas
con las siguientes del Libertador:

Yo desprecié los grados y distinciones. Aspiraba a un destino más honroso: derramar


mi sangre por la Libertad de mi patria. La intención de mi vida ha sido una: la
formación de la República libre, e independiente de Colombia entre dos pueblos
hermanos. Lo he alcanzado: ¡¡¡Viva el Dios de Colombia!!! […] Libertador o muerto

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

es mi divisa antigua. Libertador es más que todo; y, por lo mismo, yo no me


degradaré hasta un trono. […] Mi mayor flaqueza es mi amor a la libertad; este amor
me arrastra a olvidar hasta la gloria misma. Quiero pasar por todo, prefiero sucumbir
en mis esperanzas a pasar por tirano, y aun aparecer sospechoso. Mi impetuosa
pasión, mi aspiración mayor es la de llevar el nombre de amante de la libertad. […]
Habéis presenciado mis esfuerzos para plantar la libertad donde reinaba antes la
tiranía. He trabajado con desinterés, abandonando mi fortuna y aun mi tranquilidad.
Me separé del mando cuando me persuadí que desconfiábais de mi desprendimiento.
Mis enemigos abusaron de vuestra credulidad y hollaron lo que me es más sagrado,
mi reputación y mi amor a la libertad. He sido víctima de mis perseguidores, que me
han conducido a las puertas del sepulcro.

Todo el devenir de la vida de Simón Bolívar fue una superación. La brega constante por
hacerse un hombre libre y por crear nuevos hombres libres. Uno de los legados más mal
interpretados de la obra de Nietzsche es su idea del superhombre. En ningún momento se
refería a una especie de Superman, como vulgarmente se ha interpretado. El superhombre de
Nietzsche se aleja profundamente de cualquier idea de fuerza bruta o de superpoderes. El
superhombre es otra cosa muy distinta al hombre ambicioso de la vulgaridad moderna. El
superhombre es una meta, el hombre que se supera a sí mismo, el hombre creador, el hombre
sin Dios, que tiene que convertirse en un Dios mismo, dueño de su voluntad y artífice de su
destino. Repitamos: antes de que Nietzsche hablara de un superhombre, en Suramérica ya
existía uno.

En Así habló Zaratustra, Nietzsche da una explicación esencial sobre qué es y qué no un
aristócrata: un alma noble. Nietzsche está hablando de una nueva nobleza. En primer lugar,
aclara que esta nobleza no se puede comprar, no es una oligarquía burguesa del mundo
moderno: “En verdad, no una nobleza que vosotros pudierais comprar como la compran los
tenderos, y con oro de tenderos: pues poco valor tiene todo lo que tiene un precio”. En
segundo lugar, advierte que tampoco es un nobleza hereditaria, pues no importa el lugar de

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origen, sino hacia dónde se va, cómo se supera el hombre a sí mismo: “¡Constituya de ahora en
adelante vuestro honor no el lugar de dónde venís, sino el lugar adonde vais! Vuestra voluntad
y vuestro pie, que quieren ir más allá de vosotros mismos, - ¡eso constituya vuestro nuevo
honor!” Y en tercer lugar, no una nobleza que se consiga por estar al lado de los privilegiados,
por servirles a los poderosos. “En verdad, no el que hayáis servido a un príncipe - ¡qué
importan ya los príncipes!” En fin, no se trata de privilegios heredados, se trata de una
elevación, de una superación humana.

Un aristócrata, en tanto que crea valores. Una aristocracia del saber, del arte, de anticipación al
futuro. “!No hacia atrás debe dirigir la mirada vuestra nobleza, sino hacia adelante!” En
definitiva, un aristócrata, que no es un monarca que vive de privilegios heredados sin hacer
ningún esfuerzo, ni un burgués moderno egoísta y ambicioso. No se puede confundir este
concepto de aristocracia con las modernas oligarquías burguesas. Se trata de una cuestión de
altura, de arte, de conocimiento. Se trata de una elevación humana. Para Nietzsche el
aristócrata es aquel que debe permanecer dueño de sus cuatro virtudes: “el valor, la lucidez, la
simpatía y la soledad”.

Tercera verdad sobre el Libertador.

Simón Bolívar fue el primer aristócrata de Suramérica. Simón Bolívar tuvo el valor de
renunciar a sus privilegios de clase para convertirse en un guerrero sin precedentes en la
historia de nuestras tierras: tuvo el valor de convertirse en un fundador de naciones. Tuvo la
lucidez para discernir la realidad que quería transformar, léase su Manifiesto de Cartagena y
su Carta de Jamaica. Tuvo la lucidez para proponer nuevos valores, léase su Discurso de
Angostura y su discurso y proyecto de Constitución para Bolivia. Tuvo la lucidez para descifrar
el ocaso de un viejo mundo y el nacimiento de uno nuevo, léase su vasta correspondencia.
Tuvo la simpatía en vida, y aún después de muerto, para convencer a varias generaciones de
que la grandeza y la libertad en Suramérica han sido posibles y que pueden volver a hacerlo.

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Simón Bolívar estaba solo en un continente. El estudio de su heroica y trágica vida así lo
demuestra. Como dijo Nietzsche: “Un amigo nato, jurado y celoso de la soledad, de su propia
soledad, la más honda, la más de media noche, la más de medio día”: - ¡esa especie de hombre
fue el Libertador Simón Bolívar!

***

En una mañana de febrero de 2012, súbitamente decidí salir de Medellín e irme por segunda
vez y definitivamente para Venezuela. Hacía mucho tiempo venía contemplando esa idea, pero
no me decidía. Ese día fue distinto, antes de salir a dar mis clases de historia en el Pequeño
Teatro le anuncié aquella intención a mi madre. Ella en ese instante no me creyó; era lógico, ni
yo en ese momento acababa de creérmelo; pero una fuerza interior se estaba apoderando de
mí, la decisión ya estaba tomada.

Salí en mi bicicleta, mientras pedaleaba pensaba y pensaba sin encontrar un rumbo seguro.
Después, al mediodía, sostuve una conversación con Rodrigo Saldarriaga, actor y dirigente
político de la izquierda antioqueña recientemente fallecido, le planteé mi intención, mi tensión,
mi inconformidad con mi existencia actual en Medellín y mis anhelos de participar en la
Revolución Bolivariana de Venezuela; él, maestro de aventuras y artífice de proezas heroicas y
revolucionarias, aristócrata y afirmador de la vida, me ayudó a acabar de convencerme, me
ofreció todo su respaldo. La sonrisa lúcida y la mirada profunda de Rodrigo Saldarriaga me
acabaron de convencer. Di mi clase, y volví a casa de mi madre en mi bicicleta.

Todavía está en mi me memoria, con la más increíble nitidez, aquella tarde soleada en que iba
yo por las calles de El Poblado hacia el sur del Valle de Aburrá, pedaleando y pensando cómo
carajos me iba a ir para Venezuela sin un sólo peso en el bolsillo. De repente se fue

138
Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

esclareciendo en mi mente una cuestión que estaba íntimamente ligada a mi desazón por el
contexto político de mi país y en una rápida y magnífica intuición resolví que iba a escribir una
conferencia, la cual presentaría en el Pequeño Teatro cobrando la entrada por ella, con el
dinero que recaudara realizaría mi viaje. Paré por un momento mi bicicleta, hice una pausa en
el camino para regocijarme por mi plan, era quijotesco, pero tenía un plan.

Mi conferencia ¿Por qué en Colombia nunca quisieron a Bolívar? la presenté el 12 de marzo de 2012
en el Pequeño Teatro de Medellín, tal cual como la soñé. Fue un evento magnífico, asistieron
mis seres más queridos y muchos amigos pagaron con una increíble solidaridad aquella boleta,
recogí un buen dinero, recibí otras colaboraciones considerables de mis amigos y con estos
recursos tracé el camino.

Esta conferencia tomó un valor enorme en mi vida, dado que se convirtió en mi mejor carta de
presentación en Venezuela; había logrado escribir algo muy bueno sobre Bolívar, además la
puse en consideración de un público muy exigente. Qué iba a decirles un historiador
colombiano a los venezolanos, que tan buenos académicos tienen allá. La conferencia se
convirtió en mi mayor soporte para sustentar esta aventura. Cada vez que la presenté significó
un rotundo triunfo.

Ya en Venezuela, en el comandante Hugo Chávez descubrí un auténtico hijo de Bolívar. Lo


bolivariano en Chávez no sólo fue un sentimiento genuino y admirable, sino que esta
característica de su personalidad debe ser motivo de mayores estudios y de investigaciones
posteriores.

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

¿Por qué en Colombia nunca quisieron a Bolívar? fue una conferencia presentada con gran éxito en
siete ocasiones en Caracas, una vez en Maracaibo y finalmente en el Estado Guárico. De ella
sólo mencionaré una breve síntesis que hice del último laberinto de Bolívar:

En 1824 ha quedado libertada toda la América. No han pasado dos años y Santander quiere
someter a Páez, Páez no se deja y amenaza con separar a Venezuela de Colombia, Bolívar no
sabe qué hacer, si le sigue el juego a Santander pierde a Venezuela, si interviene a favor de Páez
logra sostener unido a Venezuela pero se enoja Santander. Bolívar opta por lo último y ratifica
a Páez como jefe superior de Venezuela. El congreso que debería celebrase en 1831 se adelanta
y se realiza la convención de Ocaña, allí se enfrentan los santanderistas con los bolivaristas,
Bolívar no sabe cuál de las dos facciones es peor, ya no tiene esperanzas. De la convención no
sale nada y le toca asumir el mando entre las más agitadas revueltas, esta nueva posición lo
enferma más. El 25 de septiembre de 1828 en Bogotá intentan asesinar a Bolívar. Manuelita lo
salva, la libertadora del Libertador. Pero Bolívar ya está muerto en vida. Los culpables son
fusilados, menos uno, Santander, a quien se le comprobó su culpabilidad pero a Bolívar le
sugieren que a este se le dé el indulto y sólo lo mandan al exilio. Entre tanto Perú se rebela y se
apodera de Guayaquil. Bolívar corre al Ecuador, con la ayuda de Sucre controlan al Perú. A
finales de 1829 Bolívar regresa a Bogotá, le llegan las cartas de sus amigos sugiriéndole que se
haga coronar, Bolívar desaprueba categóricamente tales ideas. En Antioquia el valeroso José
María Córdova, creyendo las estupideces de que Bolívar se iba a coronarse levanta en armas
con 300 hombres en contra del Libertador, después del combate un irlandés del ejército
patriota asesina al bravo león. Otra muerte innecesaria y absurda. Unos quieren que sea rey,
otros le atribuyen que él quiere ser rey. Todo era un caos, una locura, Bolívar no aguanta más.
El 20 de enero de 1830 presenta su renuncia a la presidencia ante el Congreso. Es hora de
partir, en la más profunda desilusión Bolívar se va pero no sabe para dónde. ¡Qué ironías,
ahora que tan sólo es un ciudadano pide permiso al Congreso para irse para Venezuela y se lo
niegan! El 8 de mayo sale de Bogotá hacia su destino final. Como no tiene dinero con que irse
deja a Manuela en la fría Bogotá rodeada de canallas y sale para la costa, a ver cómo consigue
recursos para salir del país. Otra ironía, el creador de Colombia se acuerda de que no tiene
pasaporte para salir del país. Mientras que Bolívar hace su último viaje se entera de que su
discípulo y amado Sucre es asesinado el 4 de junio en Barruecos, un guerrero noble cuya única
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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

ambición era irse a descansar con su esposa e hija, asesinado únicamente por querer y serle fiel
a Bolívar. Se acaba la época de los héroes y comienza la de los asesinos. Bolívar ya sólo espera
la muerte en una finca prestada, sin nada, todo lo que había hecho y “a la hora de irse no se
llevaba ni siquiera el consuelo de que se lo creyeran”. Cuando Bolívar salió por última vez de
Bogotá, nos relata Lynch: “La turba salió a las calles para celebrar la partida de Bolívar
quemando retratos suyos y gritando a favor de Santander”. Toda esta historia es también
edípica. Bolívar es el padre, al que se adora y se venera, pero también el que se teme y se odia,
al que también se quiere matar y santificar. ¿Cómo purgar la culpa de todos sus asesinos?
Colgando miles de cuadros con sus imágenes y erigiendo miles de estatuas, ¿no? La historia de
los pueblos creados por Simón Bolívar muestra que éstos no siguieron su enseñanza, no
siguieron el rumbo que les trazó su padre.

Cuarta verdad sobre el Libertador.

Gilette Saurat, en un breve párrafo, relata lo ocurrido después de la muerte de Bolívar: “Con la
muerte de Bolívar acabó el tiempo de los héroes, y comenzó el tiempo de los asesinos.
Santander regresó del destierro para presidir al fin solo los destinos de una república que
repudiaría hasta el nombre de Colombia para tomar el de Nueva Granada. José Hilario López
se instalará, también, con la frente en alto en el solio del primer magistrado del país, y lo
mismo José María Obando. Desde entonces la vida política tendrá el semblante de esos
hombres, estrechez, demagogia, crueldad. Bajo etiquetas diferentes, sus herederos ocuparán
por turnos el proscenio. Se darán golpes de pecho en nombre de la patria –de ellos ésta no
recibirá grandeza alguna– y del pueblo que sólo conocerá la ignorancia, la miseria y la
servidumbre. Así se preparará el soporte de una estirpe de tiranos que abandonarán el
continente a la explotación económica del extranjero”.

***

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

¿Mato a Bolívar o digo que retorna eternamente?

Hace pocos meses, ya de regreso en Colombia, escribí un pequeño artículo que conmocionó a
algunos de mis lectores. Estaba matando a Bolívar, después de tanto tiempo y tanto amor.

He aquí lo que dije:

Tardé veinte años para comprender la tremenda disyuntiva de Bolívar. Después de librar
victoriosamente una guerra con el imperio español, en una proeza que tan solo se puede
equiparar con las gestas de Alejandro, Julio Cesar y Napoleón, Bolívar encontró que después
de haber expulsado al último español ahora su lucha era con los colombianos, sus propios
compatriotas, estos que se encargaron muy pronto de acabar su obra con perfidias, traiciones y
egoísmos.

Como Bolívar se rehusó a declararle una nueva guerra a sus propios paisanos, murió en la más
profunda tristeza y soledad. Ya mucho antes Bolívar había afirmado que “no es justo destruir
los hombres que no quieren ser libres”. Una cosa era luchar contra el opresor, otra muy
distinta era obligar al propio vecino que no quería la libertad; esto último era, según él, una
perversión en cualquier revolución.

¿Qué hacer con los propios compatriotas que no sólo se niegan a la revolución sino que ellos
mismos encarnan con ahínco los valores reaccionarios de los imperios exteriores? ¿Qué hacer
con los hombres y con las mujeres en Colombia que son portavoces y defensores de los

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

valores más reaccionarios, egoístas, capitalistas, en algunos casos hasta fascistas, todos
reivindicadores de las más rancias oligarquías hoy expresadas en el santismo-uribismo? ¿Los
fusilamos? No se puede. ¿Los transformamos? Creo que no se puede tampoco. ¿Entonces?

Realizar el ideal bolivariano de libertad y unidad es una quimera en las actuales condiciones:
una cosa es luchar con un enemigo externo, otra muy distinta con el enemigo interno. Uno no
puede matar a sus hermanos porque piensan distinto. Por ello el ideal bolivariano no se puede
alcanzar de ninguna manera de forma armada, esto es un absurdo, una contradicción. ¿¡Ah…
que el vecino se volvió paramilitar y mafioso y además está dispuesto a derramar la sangre de
sus hermanos!? Eso ya es otro asunto, lo de ellos es asesinar, no pensar ni hacer una
revolución. He ahí nuestra tragedia, ¿cómo no matarnos entre nosotros?, pero además, ¿cómo
no dejarnos matar?

Tampoco es dable hacer del pensamiento de Bolívar un evangelio. Pretender que un joven del
siglo XXI lea las miles de cartas de Bolívar, sus innumerables biografías, para que luego
obtenga una conciencia revolucionaria, es un idealismo de profesor de secundaria enredado y
de político delirante que ya raya con el absurdo. Creo que el problema –en general– de la
izquierda, es creer que su “dogma” debe llegar a las ovejas descarriadas del rebaño. Nadie
cambia por consejos o por ilustración. Si no se transforman las estructuras cristianas y
capitalistas, poco podemos esperar que surjan revolucionarios; lo inevitable es que los godos se
multiplicarán y los Francisco de Paula Santander, los Laureano Gómez y los Álvaro Uribe
Vélez se prolongarán hasta el infinito.

Como no se puede declarar la guerra a los godos de la propia patria más bien vale hacer ya el
duelo por la muerte de Bolívar. Bolívar ha muerto. Se murió y con él se fueron las esperanzas
de una sociedad distinta. Está bien muerto. Idealizarlo no ayuda en nada: los idealismos nos
están alejando de la vida real, vida que está bien complicada y enmarañada en nuestro país.

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

Bolívar ha muerto. Ahora nos toca a nosotros sin él. Tardé veinte años en comprenderlo.

Un camino tan largo ¿para descubrir que Bolívar estaba muerto?

Hoy vengo a decir, acá en el Pantano de Vargas, territorio emblemático de la gesta bolivariana,
que sí, que Bolívar ha muerto. Tan muerto está su cuerpo como su alma hace ya casi
doscientos años. Pero ha sido un fantasma, un culto, una ideología, un poema, una estatua, una
novela, una película, ha sido literatura y canción. Puede ser todo esto y nada a la vez.

Ahora, pienso que no debe quedar camino para la desilusión. No es posible pedirle a Bolívar
todas las respuestas a los interrogantes que vinieron después de él. Ya lo he dicho: hacer de
Bolívar una religión, ya sea para una nueva fe o para el resentimiento, no tiene sentido.

Afortunadamente, tanto para el caso de Colombia como para el caso de Venezuela, ya la ideas
de Bolívar no están raptadas por las oligarquías de los siglos XIX y XX que hicieron un uso de
ellas para toda suerte de “oficialismos”, oligarquías que construyeron un Bolívar reaccionario y
útil para todo tipo de discursos patrioteros y que durante mucho tiempo escondieron y
tergiversaron el legado revolucionario que él forjó.

Quinta verdad sobre el Libertador.

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

Es casi ya un consenso admitido que los conceptos propios que heredamos de Bolívar son los
siguientes:

1. Unidad e integración latinoamericana y caribeña.

2. Independencia y soberanía política absoluta.

3. Lucha contra cualquier forma de imperialismo.

4. Oposición frontal al modelo liberal burgués de occidente.

Mientras que el nudo de las causas en las cuales está entrelazado Bolívar siga irresuelto, este
mismo nudo hará que él retorne de nuevo.

***

Un día Bolívar fue mi ilusión, la entrada a un mundo nuevo.

Después lo quise encontrar en la academia y no lo encontré. Quise enseñarlo y creo que no lo


logré, tal como lo esperaba

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Todo Bolívar Frank David Bedoya Muñoz

Lo hice escritura y las consecuencias no se volvieron colectividad.

Lo quise encontrar en algunos proyectos políticos posteriores a su memoria y los hallazgos no


fueron muy halagadores: burocracia, en un lado, y violencia entre hermanos, en este lado, que
no se ha acabado.

Advertí que lo había convertido en evangelio, y me asusté y lo maté. Más bien maté al
evangelizador.

Pero, pensándolo mejor y hoy que escribo una vez más en la conmemoración de su
nacimiento, creo que en mí, Simón Bolívar retornó.

Y seguramente en muchos otros, Bolívar, siempre retornará. Porque, después de tanto tiempo,
aun cuando admitimos que está bien muerto y que no queremos volverlo un santo, incluso con
todo esto, hoy podemos estar seguros de que, de una u otra manera, siempre se dará en estas
tierras un eterno retorno del Libertador.

Muchas gracias.

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