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DERECHOS FUNDAMENTALES

ANDREA DEL PILAR BOLAÑO ORTIZ

PRO. JAIRO MARTINEZ

UNIVERSIDAD POPULAR DEL CESAR

FACULTAD DE DERECHO, CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES

CONSTITUCIONAL COLOMBIANO

VALLEDUPAR

2020
Artículo 11. El derecho a la vida.

Artículo 13. Derecho a la igualdad.

Artículo 13. Derecho a la libertad.

Artículo 14. Derecho al reconocimiento de su personalidad jurídica.

Artículo 15. Derecho a la intimidad.

Artículo 18. Libertad de conciencia.

Artículo 19. Libertad de culto.

Artículo 20. Libertad de expresión e información.

Artículo 23. Derecho de petición.

Artículo 24. Libertad de locomoción.

Artículo 25. Derecho al trabajo.

Artículo 27. Libertad de enseñanza.

Artículo 28. Protección contra detención arbitraria.

Artículo 30. Habeas corpus.

Artículo 32. Derecho a la flagrancia.

Artículo 37. Derecho a la reunión.

Artículo 39. Derecho a la asociación.

Artículo 40. Derechos políticos.

Artículo 43. Derechos de la mujer.

Artículo 42. Derecho a la familia.

Artículo 44. Derechos de los niños.

Artículo 45. Derecho de los adolescentes.

Artículo 46. Derecho de los ancianos.

Artículo 48. Asistencia social.

Artículo 49. Derecho de los discapacitados.


Artículo 51. Derecho a la vivienda digna.

Artículo 56. Derecho a la Huelga.

Artículo 58. Derecho a la propiedad.

Artículo 58. Función social de la propiedad.

Artículo 59. Expropiación en caso de guerra.

Artículo 59. Expropiación sin indemnización.

Artículo 61. Protección a la propiedad intelectual.

Artículo 67. Derecho a la educación.

Artículo 80. Función ecológica de la propiedad.

Artículo 246. Derechos políticos de las comunidades indígenas.

Artículo 79. Derechos colectivos del medio ambiente.

La  Corte Constitucional, en Sala Plena (mayoría de 5-4),  al revisar las decisiones


adoptadas por las salas de casación civil y laboral de la Corte Suprema de Justicia
que habían negado la tutela impetrada por el ex ministro Andrés Felipe
Arias,  resolvió revocarlas y, en su lugar, amparar el derecho fundamental al
debido proceso que consideró vulnerado por la Sala Penal cuando, mediante auto,
se negó al solicitante la posibilidad de impugnar el fallo condenatorio proferido el
16 de julio de 2014. La Corte Constitucional ordenó a la Suprema –Sala de
Casación Penal- iniciar la actuación procesal indispensable para dar curso a la
“solicitud de impugnación” de la sentencia. 

En mi concepto, la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema no ha de iniciar


de inmediato los trámites ordenados por la Corte Constitucional en el fallo que dice
acatar pero no compartir, por los siguientes motivos:

1) La sentencia de tutela le debe ser notificada, y para ello es indispensable que


se tenga ya un texto definitivo, que esté firmado por todos los magistrados de la
Corte Constitucional y con los salvamentos y aclaraciones de voto;

2) El solicitante tampoco ha sido notificado;

3) El Dr. Arias debe formular la impugnación;


4) Lo que se conoce hasta ahora del fallo de la Corte Constitucional es parcial,
incompleto.

Aunque conducen al mismo efecto –la revisión del fallo condenatorio por unos
jueces distintos-, el derecho a la doble conformidad –que tuteló la Corte
Constitucional en este caso- no es lo mismo que la institución de la doble
instancia. El primero es el derecho que tiene toda persona (si ha sido condenada)
a impugnar la sentencia condenatoria y a que otro tribunal revise lo actuado para
que lo modifique o revoque, aunque también lo puede confirmar. La figura de la
doble instancia es la que prevé dos grados de jurisdicción –inferior y superior-, de
modo que lo resuelto por el inferior sea examinado por el superior, ya sea por
apelación que interponga el condenado o el Estado (la Fiscalía o el Ministerio
Público), o por consulta en los casos previstos por la ley.

La doble instancia no se consagró inicialmente en la Constitución de 1991 para los


funcionarios con fuero (aquellos que enuncia el artículo 235 de la Carta Política,
entre ellos los ministros y congresistas). Su artículo 31 estableció que “toda
sentencia judicial podrá ser apelada o consultada, salvo las excepciones que
consagre la ley”.

Sin embargo, el artículo 29 de la Constitución garantizó a toda persona el derecho


“a impugnar la sentencia condenatoria”.

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