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CONDUCTA DE APEGO Y LACTANCIA EN EL NEONATO

Tras el nacimiento, el neonato es inmediatamente puesto sobre el abdomen y el pezón de


su madre. El niño/a se mantiene alerta, estimulado por las caricias de ella y puede
deslizarse a través de su abdomen, alcanzando el pecho materno, por lo que lo puede
tocar y acariciar, este acercamiento de la mano o de la cabeza del niño en el pezón de su
madre estimula la secreción de la hormona oxitocina, lo que provoca la salida de
la leche materna, el bebé olfatea y lame el pezón, por lo que inicia la succión y
alimentación con la leche, la que representa su primera barrera inmunológica.

En este acto de amamantamiento se produce la liberación no tan solo de oxitocina, sino


también de otras hormonas como la prolactina, la que promueve la producción de leche.

La lactancia produce la liberación de otras hormonas que desempeñan funciones en la


maduración de los órganos y sistemas del neonato, como también determinan y facilitan
los procesos vitales de apego. (Castro, Gonzáles, ortega y Toha, 2007; moraga, 2011).

El apego se define como el comportamiento del niño a estar cerca de su madre, utilizando
como conducta succionar, llorar, reír y aferrarse, es un momento en el que existe un
profundo sentimiento entre ellos, de amor hacia el niño, en el cual se forjan valores que
desarrollarán confianza, por lo que el apego dará lugar tanto a conductas intelectuales
como formación de conceptos. (Montero y Morillo, 2010)

Un buen apego contribuye a crear lazos afectivos entre la madre y su hijo, lo que se
relaciona con la mayor duración y calidad en lactancia materna, que a futuro estimularía
un mejor desarrollo psicomotor y un buen estado de salud para el niño, es por esto que en
las últimas dos décadas, tanto a nivel mundial como nacional, el apego y la lactancia
materna han recobrado importancia. (Pinto, 2007)

Una relación afectuosa, íntima y constante en cada succión del lactante, significa la
satisfacción para madre e hijo a partir de la proximidad que este acto conlleva, generando
calidez y seguridad para el lactante. (Montero y morillo, 2010; Korstanje, 2008)

Un recién nacido con apego normal se mostrará siempre contento, con la mirada atenta,
sobre todo con su madre, como también se calmará en los brazos de ella, además,
presentará buena succión y deglución, manifestará hambre y plenitud, y adquirirá un
patrón de alimentación regular sin cólicos. (Pinto, 2007)

Sin embargo, puede ocurrir que se altere el desarrollo normal de apego, esto se identifica
en el estado irritable del niño, que sea dormilón, que tenga una mirada esquiva, que no se
calme en los brazos de su madre y ella en respuesta lo mece constantemente, que
presente succión pobre y descoordinada, que adquiera un patrón irregular de
alimentación, y que llore y vomite frecuentemente, también se habla de que un
porcentaje de niños maltratados y los que se enferman con frecuencia, que no se deben a
problemas nutricionales o endocrinológicos, han sufrido de un mal apego. (Pinto, 2007)

Es por este motivo que es necesario que no se prive de lactancia a un recién nacido ya que
pueden surgir la serie de desventajas y vulnerabilidades antes descritas que esta
privación provoca, por ello, el equipo de salud debe tomar un rol activo en lo que
concierne a la promoción y preservación de la lactancia materna.

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