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RETÓRICA Y ORATORIA EN ROMA

1. CARACTERÍSTICAS DEL GÉNERO.

La Oratoria se concibe como el arte de hablar bien, con corrección (ars bene dicendi),y,
sobre todo, de manera persuasiva y convincente. La Retórica es, por otra parte, el arte teórico
del discurso, es decir ,la Oratoria reducida a un sistema susceptible de ser enseñado.
El nacimiento de La Retórica y La Oratoria está en Grecia y los primeros profesores de
Retórica en Roma fueron griegos. Con el tiempo se produjo una asimilación total de la
preceptiva retórica griega, se abrieron escuelas de retórica (la primera en el 92 a.C.) y se
compusieron tratados sistemáticos que contribuyeron a la difusión de estás enseñanzas.
Hay que indicar que el ejercicio público de La Oratoria va ligado a la libertad de
expresión , así la Oratoria romana florecerá en tiempos republicanos e irá declinando en época
imperial, donde proliferarán los tratados de retórica y una Oratoria que podríamos llamar de
“salón”. En cualquier caso, el arte del discurso y el aprecio de la elocuencia fueron una
constante del romano de casi todos los tiempos.
En los tratados de retórica se presentan las cinco facultades fundamentales que un orador
debe dominar para construir un discurso:
-Inventio(invención): es la búsqueda de argumentos apropiados.
-Dispositio(disposición): la ordenación y colocación de los argumentos adecuados.
-Elocutio(elocución): elección de la forma más elegante para expresar las ideas(el ornato)
-Actio o pronuntiatio(acción o pronunciación): la modulación de la voz y el movimiento del
cuerpo , gestos etc. , para que el discurso sea persuasivo.
-Memoria: capacidad de retener todos los argumentos.
En estos mismos tratados se habla de tres tipos de discursos oratorios:

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-Genus deliberativum(discurso deliberativo):El pronunciado ante una asamblea para
disuadirla de lo útil o pernicioso sobre un asunto.
-Genus demonstrativum (discurso demostrativo o epidictico): es la alabanza o crítica sobre
una persona.
-Genus iudiciale(discurso judicial y forense) : pronunciado ante un tribunal.
Según estos tratados , el discurso ha de estructurarse en una serie de partes:
-Exordium(introducción): la introducción al tema.
-Narratio(narración) : exposición del asunto.
-Argumentatio (argumentación): tiene dos facetas: defensa de cada uno de los argumentos a
favor del orador y la refutación de los posibles argumentos en contra.
-Peroratio(conclusión): conclusión final e invocación a los oyentes para conmoverlos.  

2.DESARROLLO CRONLÓGICO Y PRINCIPALES AUTORES Y OBRAS:

Los Romanos eran un pueblo especialmente dotado para la palabra, pero hasta la
introducción del helenismo en Italia, en el siglo III a. C. no se dieron cuenta de lo poderosos
que podrían ser si la empleaban bien, tomando ejemplo de los griegos y teniéndolos como
maestros. Todos conocemos los nombres y las obras de los grandes oradores griegos
Demóstenes, Esquines y Lisias. Los Romanos quisieron estudiar el estilo, la composición y
las formas literarias de estos oradores para dar brillantez a sus discursos.

Desde los comienzos del siglo II a. C. se habían establecido en Roma muchos


oradores griegos (rhetores graeci) que enseñaban elocuencia en griego. A pesar de que el
senado expulsó a los filósofos y oradores griegos en el año 161 a. C., no se consiguió que
dejaran de enseñar filosofía y elocuencia.

A imitación de los griegos muchos oradores propiamente romanos (rhetores latini) se


dedicaron a enseñar elocuencia, oponiéndose de esta forma a los griegos, pero no se oponían
del todo, ya que el arte que ofrecían a sus alumnos era totalmente griego, si bien se lo
enseñaban en latín. Ésta fue la manera de que la oratoria griega se extendiera por toda Italia.
De este modo se cumplió el tópico horaciano de que Graecia capta ferum victorem cepit. 

De todos los oradores de estos siglos tenemos conocimiento por el Brutus de Cicerón, ya
que los pocos fragmentos que nos quedan de ellos no nos permiten una crítica suficientemente
responsable. Sin embargo Cicerón tenía cercanía en el tiempo y elementos de juicio suficientes
para hacerlo. En esta obra aparece una enumeración, además de una crítica, de los principales
oradores latinos de los siglos III y II a. C.

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Los principales oradores también eran los que se distinguieron en la política y en las
armas: Appius Claudius Caecus, Q. Caecilius Metellus, Q. Fabius Maximus "Cunctator", M.
Portius Cato, Ser. Sulpicius Galba, P. Cornelius Scipio Aemilianus, L. Licinius Crassus, Ti. y C.
Sempronius Graccus, etc.

A principios del siglo I a. C. aparecieron en Roma diferentes corrientes oratorias:

1.- La corriente asiática (rhetores asiatici), que se distinguió por su forma florida, por su
ritmo oratorio, por su sutileza e ingenio y un estilo a veces rebuscado y sentencioso.

2.- La corriente neo-ática, sin artificios, con frases breves, directas y secas, tomando
como modelo al orador griego Lisias. Tuvieron poco éxito y no formaron escuela.

De estas escuelas tenemos noticias por el Brutus de Cicerón. Parece ser que los de la
escuela ática pensaban que Cicerón era demasiado asiático.

El principal oponente de Cicerón en la oratoria romana del siglo I a. C. fue Q.


Hortensius Hortalus, digno representante de la corriente asiática. Tenía una gran facilidad
natural para la elocuencia. Hortensio fue el principal y más famoso  orador de la Roma
Republicana hasta que Cicerón le venció en el Pro Quinctio (81 a. C.). En ese momento su
estrella empezó a declinar al tiempo que refulgía más la de Cicerón. Se enfrentaron en muchas
ocasiones (Verrinas, 70 a. C.) pero más tarde se hicieron amigos y participaron juntos en
diferentes causas en el foro.

A partir del siglo I p. C., la retórica dejó de ser un ejercicio real para convertirse en
ejercicios de escuela. Séneca el Retor escribió en su obra Sententiae, divisiones, colores, un
conjunto de ejercicios de retórica, que se pueden dividir en dos partes claramente diferenciadas:
Suasoriae (conjunto de ejercicios oratorios con asuntos ficticios referentes a temas sacados de la
mitología o de la literatura), y Controversiae (discursos judiciales cuyos asuntos son
convencionales y poco reales: el discurso tiene generalmente dos partes, una a favor del tema y
otra en contra) 

3.- EL PRINCIPAL REPRESENTANTE DE LA


ORATORIA ROMANA: CICERÓN

En la Roma del siglo I a. C. los muchachos, primero estudiaban gramática, entre los 12 y 16
años. Consistía en el estudio de los poetas y escritores griegos (Homero, Hesíodo, Platón,
Aristóteles, Sófocles, Esquilo, Eurípides, Herodoto, Tucídides, etc.) y romanos (Livio
Andrónico, Ennio, Catón, etc.). Entre los 16 y 18 años estudiaban la retórica, y aprendían, sobre
todo, elocuencia griega (Demóstenes, Esquines, Lisias). La enseñanza superior se hacía en

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Grecia, de manera que todos los hombres importantes de Roma tenían que conocer y hablar de
una manera fluida la lengua griega.

Marcus Tullius Cicero (3 - I - 106 / 7 - XII - 43 a. C.) nació en Arpino, una pequeña
población del sur de Roma, que había sido también la cuna de Mario, el vencedor de Yugurta,
tío de César y fundador del partido democrático o popular, antagonista del partido aristocrático
o del Senado. La familia de Cicerón pertenecía al “ordo equestris”, que era la clase acomodada
de Roma. Pero era un “homo novus” es decir, que no pertenecía a la nobleza patricia de la Urbe.
Sin embargo, con su genio oratorio llegó a escalar las más altas cimas de la clase política
romana.

Su instrucción fue más amplia de lo que solía ser habitual para los romanos de su tiempo.
Estudió filosofía, que entonces abarcaba todas las ciencias; se interesó por los trabajos de los
jurisconsultos y por los problemas técnicos de la elocuencia. Sus idas al foro donde Antonio y
Craso defendían sus pleitos completaron su formación. Debutó con una audacia extrema,
tomando la palabra contra Hortensio en el año 81, y atacando en el 80 a. C. a Crisógono, un
poderoso secuaz del todopoderoso Sila, que había acusado a Publio Roscio, ciudadano de
Ameria, del asesinato de su padre, y al que Cicerón defendió ("Pro Roscio Amerino"). No tenía
nada que perder, y sí mucho que ganar si obtenía la victoria, cosa que sucedió.

Consideró más prudente pasar un tiempo en Grecia lejos de las posibles represalias de
Sila. Allí encontró a Molón de Rodas, un maestro que le ayudó a fijar el tono de su elocuencia.
Los procedimientos de la elocuencia asiática estaban ya pasando de moda y eran sustituidos por
la oratoria de la escuela de Rodas, que, sin renunciar a la brillantez ni a la abundancia de
términos y conceptos, daba a la palabra una apariencia más clásica.
 
En el año 77 a. C. regresó a Roma, y enseguida Cicerón adquirió reputación y clientela
como abogado. De esta forma pudo entrar en el "cursus honorum", es decir, en la carrera
política. En el año 63 fue elegido cónsul, y en el ejercicio de su consulado sofocó la
"Conjuración de Catilina", un golpe de estado protagonizado por un noble, Catilina, que quería
terminar con la república y hacerse con el poder. Durante este episodio se gestó la
animadversión que se tenían los dos más grandes hombres de la parte central del siglo I a. C.:
César y Cicerón. El partido demócrata de César le volvió la espalda.

Por sus vanidades imprudentes provocó los celos de Pompeyo, las iras de Clodio, y
consiguió que los triunviros César, Pompeyo y Craso, lo abandonaran. Cuando César fue
elegido cónsul logró que fuera desterrado (19 - III - 58 a. C.) por haber mandado ejecutar sin
juicio a los cómplices de Catilina. Al año siguiente (4 - IX - 57 a. C.) volvió con todos los

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honores, pero ya no tenía ninguna fuerza en la política. Sólo se le encomendó el gobierno de la
provincia de Cilicia (51 - 50 a. C.).

 Durante la guerra civil entre César y Pompeyo se declaró abiertamente partidario de


Pompeyo, a pesar de que César quería tenerle más de amigo que de enemigo. Después de la
victoria de César en Farsalia, éste perdonó a Cicerón, pero ya no tenía nada que hacer: Su
estrella había perdido todo su brillo. El asesinato de César en los  Idus de marzo del año 44 le
llenó de alegría. Se creyó de nuevo a la cabeza del estado y atacó a Marco Antonio, que
aspiraba a suceder al dictador, con 14 discursos que, por imitación de los de Demóstenes contra
el rey Filipo de Macedonia, se conocen con el nombre de "Filípicas". No todos fueron
pronunciados. Con ello favoreció sin querer los planes del joven Octavio: cuando éste y Marco
Antonio se unieron con Lépido y formaron el segundo triunvirato, Cicerón fue proscrito. Fue
alcanzado en su huida y asesinado. Afrontó la muerte con valor el día 7 de diciembre del año 43
a. C. Se dice que antes de morir dijo la siguiente frase: 

"Causa causarum miserere mei"  “Causa de las causas ten compasión de mí”

“No era ni héroe ni santo, pero sí uno de los romanos más estimables de su tiempo” (Laurand)

 En toda la antigüedad no hay otro hombre que sea tan conocido como Cicerón. Su
correspondencia nos hace penetrar en su intimidad. Se ven con facilidad sus defectos, y a veces
se queda uno con eso solamente: su vanidad insaciable, su impresionabilidad. Tenía grandes
cualidades, y algunas muy raras en los hombres de su tiempo: era un hombre honesto en una
época de corrupción en que los gobernadores robaban descaradamente en sus provincias. Fue
bueno, paciente, amable, charlador alegre, simpático. Literato sin igual y hombre de estudio,
amigo de los libros, que hubiera preferido para vivir un momento histórico más tranquilo, se
encontró inmerso en varias guerras civiles y golpes de estado. En estas circunstancias no podía
triunfar. Pero merece más estima desde el punto de vista moral que su vencedor, César, el gran
organizador.

LAS OBRAS DE ORATORIA.-

Cicerón fue ante todo, un gran abogado. Primero de pleitos; más tarde fue criminalista.
Los procesos criminales eran muy populares en Roma y afectaban a la vida política, sobre todo
si se trataba de un personaje conocido y una acusación importante. Cuando los encausados
tomaban varios defensores, Cicerón se encargaba de las generalidades llenas de patetismo que
debían arrancar la absolución por parte de los jueces.

1.- Discursos de defensa o acusación

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*Concusión (aprovecharse de un cargo público para el enriquecimiento personal)

 "In Verrem" <”Verrinas”> (70), “Pro Fonteio” (69) ,“Pro Flacco” (59)

“Pro Rabirio Postumo” (54)

*Lesa república o alta traición “Pro Rabirio perduellionis reo” (63), “Pro Sulla” (62)

*Maniobras electorales “Pro Murena” (63), “Pro Planctio” (54)

*En otras ocasiones la defensa propiciaba un enfrentamiento entre los dos partidos principales

“Pro Roscio Amerino” (80)

“Pro Sextio”  (56)

“Pro Coelio” (56)


“Pro Milone” (52)
Después de la muerte de Pompeyo abogó delante de César por los pompeyanos desterrados o
caídos en desgracia

"Pro Marco Marcello" (45)

"Pro Ligario" (45)

"Pro rege Deiotaro" (4 - XI - 45)


2.- Los discursos propiamente políticos forman cuatro grupos:

A.- En favor de Pompeyo“De imperio Cn. Pompei” <66 a. C.>

B.- Discursos consulares (63 a. C.) 

 "In Catilinam" <4 discursos> “Catilinarias” (8 y 9 - XI; 3 y 5 - XII - 63 a. C.)

El primer discurso de los cuatro contra Catilina comienza con esa frase que se ha hecho
célebre: “Quousque tandem, Catilina, abutere patientia nostra? Quamdiu furor iste tuus nos
eludet?” (“¿Hasta cuándo, Catilina, vas a seguir abusando de nuestra paciencia? ¿Cuánto
tiempo seguirá burlándose de nosotros esta furia que te caracteriza?”). Éste es el momento a que
se refiere la imagen. Cicerón en medio, de pie, y Catilina abrumado por las acusaciones del
orador. Probablemente Cicerón tenía preparado otro comienzo para este discurso, pero al ver
que Catilina, el golpista, se presentaba en el Senado como senador que era y que tenía derecho a

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ello, cambió el principio con esas frases que se han hecho célebres y que atacan directamente al
traidor. Cuando Catilina vio descubiertos sus planes huyó de Roma para ponerse al frente del
ejército de los sublevados. Fue vencido por Petreyo en la batalla de Pistoya y murió el 8 de
enero de 62 a. C.
C.- Discursos del “retorno del destierro”, (57 a. C.)
Post reditum in senatu (oratio cum senatui gratias egit) (5 - IX - 57 a. C.)
  Post reditum ad Quirites (oratio cum populo gratias egit).(7 - IX - 57 a. C.)
De domo sua ad Pontifices (29 - IX - 57 a. C.)

Para dar gracias al senado y al pueblo por la vuelta y para poder entrar a tomar posesión de sus
bienes

D.- Las "14 Filípicas"


In M. Antonium orationum Philipicarum libri XIV, (del 2 - IX - 44 al 21 - IV - 43)

Estos discursos resultan ser la última lucha política de Cicerón. Son discursos, unos reales y
otros ficticios, redactados a modo de panfletos para ser difundidos por toda Italia y levantar los
ánimos contra la indignidad moral y los proyectos sin escrúpulos de Marco Antonio.

A excepción de las “Catilinarias” y las “Filípicas” en que el calor patriótico y la


inspiración llena de odio son admirables, las arengas políticas no añaden gloria a la elocuencia
de Cicerón. Los discursos judiciales, por el contrario, son el triunfo de Cicerón, por la variedad
de los efectos, propios de una viva imaginación.

Podemos decir que Cicerón es el más grande de los oradores de Roma, y eso que tanto
antes como durante y después de él, los hubo muy buenos. No podemos apreciar el mérito de
Cicerón sólo con sus discursos escritos, ya que lo importante y principal era el tono con que se
pronunciaban. Sin embargo algo sí que nos queda. Tenía una habilidad especial y un tacto
exquisito para evitar choques en el auditorio y ganar su simpatía; para disponer las pruebas. Fue
el más espiritual de los romanos de su tiempo. Describe y retrata a sus personajes de una manera
perfecta. Producía en el auditorio un efecto demoledor, de manera que sus amigos le dejaban
hablar en último lugar.

Además de un gran orador fue un estupendo teórico de la oratoria, ya desde sus primeros años.
3.- Sus obras teóricas sobre la elocuencia son:

“De inventione”
(86) Es una obra de juventud. Consiste en una enumeración seca de los procesos
para encontrar ideas y componer correctamente un discurso. Está imbuido de

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las ideas de su tiempo.

  Está escrito en forma de diálogo entre cuatro de los mejores oradores:


“De oratore libri
Antonio, Craso, Escévola y César Estrabón. El primer libro trata sobre la
III” (55)  
ciencia necesaria al orador; el segundo, acerca de la búsqueda y la disposición
del discurso; y el tercero, sobre el estilo del orador.

Es otro diálogo en que los principales personajes son el mismo Cicerón, su


“Brutus” (46)
amigo Ático y Bruto. Aquí narra la historia de la elocuencia romana. Da gran
número de ideas y se defiende del ataque de los neoáticos.

Retrato del orador perfecto, que, por supuesto, es él mismo. En este tratado
“Orator” (46)
expone con gran claridad y lujo de detalles su teoría sobre el estilo del
discurso y su extensión.
“De optimo
genere
Opone a los dos más grandes oradores griegos: Lisias y Demóstenes.
oratorum” (46)

“Tópica” (44) Trata sobre los lugares comunes en los discursos. Es un resumen de memoria
y con su peculiar estilo de una obra de Aristóteles.

Es uno de los pocos escritores que compaginan teoría y práctica. No es excesivamente


original, ya que su fuerza no estaba en la novedad de las ideas, sino en la manera como las ponía
en práctica. Su mérito consiste en haber escogido bien y en haber dado a sus teorías una forma
literaria. Por eso no basta tener ideas y seguir las normas, sino que el orador debe tener talento,
ejercicio y conocimientos. Su ideal de elocuencia es él mismo, y el criterio para conocer si la
elocuencia es auténtica es la acogida del público y el efecto sobre él.

Sin lugar a dudas, Cicerón tiene el estilo clásico por excelencia. Es natural, no lo fuerza
nunca, y al mismo tiempo lo hace con gran corrección y purismo, con armonía y musicalidad,
como ningún otro en la prosa latina. La perfección formal llama menos la atención que la
variedad, y sus escritos están llenos de matices. En los discursos el poder y la riqueza de ritmo
atestiguan el apogeo de su estilo. Cuando se le cree uniformemente solemne es que no se le ha
comprendido o que no se le ha leído.

El valor de sus obras estriba sobre todo en la belleza formal. Sin embargo la importancia
de Cicerón va más allá de ser un buen escritor: es el notario más fiel de su época. Nos presenta
el cuadro más completo de la sociedad en la que le tocó vivir. Es la persona sin la cual no

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tendríamos actualmente un conocimiento correcto de la historia y las instituciones de su tiempo.
En todos los estudios sobre ello se citan sus obras. No sólo es el mejor orador de Roma, sino
que es el mayor hombre de letras de la antigüedad, y del que se conservan el mayor número de
obras.

ORATORIA Y RETÓRICA POSCICERONIANA

Tras la muerte de Cicerón, la retórica entra en un período de decadencia dominada por


expresiones cada vez más artificiales y recargadas. En el siglo I de nuestra era surge un intento
de retornar al clasicismo ciceroniano encabezado por Quntiliano.
QUINTILIANO ( Marco Fabio Quintiliano)
1.- VIDA
Nació en Calagurris, (Calahorra), en Hispania c.35 d.C y cursó estudios en Roma. Allí
abrió una escuela de retórica que adquirió gran fama. Varios emperadores, desde Vespasiano a
Trajano, lo tuvieron en gran estima y lo colmaron de honores. Fue el primer retórico en percibir
un salario oficial, pagado por el tesoro público ( bajo Vespasiano).
2.-OBRA
Nos ha dejado el tratado de retórica más completo de la antigüedad en doce libros Institutio
oratoria (La educación del orador). En él no sólo se preocupa de la técnica oratoria, sino de la
formación del orador desde que nace, con un programa de instrucción y educación. Como Catón, no
separa la elocuencia de la moral. Un buen orador tiene que ser un hombre honesto. Para Quintiliano, la
corrupción de las costumbres es una de las causas de la dwecadencia de la oratoria.
Su teoría y métodos tienen como modelo supremo a Cicerón. Insiste en la idea de la graduación
de los ejercicios escolares y exige que los temas propuestos estén inspirados en la realidad, frente a la
tendencia común de debatir temas extraños e irreales.

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