Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
La Autolesion El Lenguaje Del Dolor Dolores Mosquera PDF
La Autolesion El Lenguaje Del Dolor Dolores Mosquera PDF
El l e n g u a j e d e l d o l o r
Dolores Mosquera
ÍN D IC E pá9S
Parte A. INTRODUCCIÓN.................................................................... 1
- Capítulo 1. Introducción........................................................................... 3
ANEXO............................................................................................................ 191
EPÍLOGO ....................................................................................................... 205
BIBLIOGRAFÍA.............................................................................................. 209
AGRADECIMIENTOS..................................................................................... 211
PRÓLOGO
Los pacientes nos cuentan a los profesionales, como bien lo describe Dolores
Mosquera en este libro, que se autolesionan para sentir alivio, para mostrar y
enseñarnos lo que sufren, para sentirse vivos y que existen, para castigarse y
castigar a sus seres cercanos, para volver a la realidad, trasmitiendo a los “normales”
una experiencia y unas sensaciones difícilmente asimilables.
Son muchos los pacientes que recibimos en nuestros centros con señales
de cigarrillos apagados en su piel, con múltiples cortes en diversas partes de su
cuerpo, con arrancamiento de cabello e, incluso, con amputaciones menores. Estas
acciones, por su espectacularidad, muchas veces desfocalizan nuestra intervención
terapéutica hacia una intervención en crisis que no es tal, ya que es una conducta
“habitual” y, como ya he dicho anteriormente, incluso una forma de expresarse y de
comunicarse con quien los rodea.
Una vez más, es un orgullo y una satisfacción para mí el que Dolores me haya
encargado el prólogo para uno de sus libros y este es una auténtica “ventana” por la
que asomarnos al incomprensible mundo de unas conductas que en sí mismas no
tienen una explicación, pues no sabemos qué es lo que nos quiere decir el paciente
y dudamos si estamos ante una conducta suicida y de muerte a plazos y en diferido
o el paciente nos avisa que se está agarrando desesperadamente a la vida.
Las autolesiones me perm itían seguir luchando, podía sacar la rabia fuera, el
dolor... S entir dolor con un motivo “re a rm e reconfortaba, pero no era suficiente...
Me ayudó la comprensión.
Me ayudó el respeto.
Me ayudó entender los motivos p or los que yo me trataba así, plantearm e que
era una persona que sufría mucho y que no tenía recursos más adaptativos... esto
me ayudó mucho.
Ahora s í puedo.
(Paciente, 33 años)
¿Por qué se autolesiona una persona?, ¿es una llamada de atención?, ¿una
medida desesperada?, ¿qué significa?, ¿cómo empieza?, ¿qué lo motiva?, ¿qué
siente una persona que se lesiona?, ¿cómo puede parar de hacerlo?... Hay muchas
preguntas en torno al tema de las autolesiones a las que intentaré dar respuestas
en los diferentes apartados de este libro.
Uno de los objetivos de este libro es explorar las causas que pueden hacer
que una persona recurra a la autolesión. Los siguientes motivos son los verbalizados
más frecuentemente por los pacientes que se autolesionan mediante cortes y
quemaduras:
Es importante tener en cuenta que, aunque nacemos con una capacidad para
sentir, que desde pequeños expresamos nuestras necesidades a través de reaccio
nes emocionales (llanto, enfado...), no nacemos con un aprendizaje que nos per
mita identificar, expresar y manejar las emociones, aunque poseamos la capacidad
para aprenderlo. Tampoco conocemos la relación existente entre la reacción “más
adecuada” y la expresión de lo que sentimos o queremos transmitir. Esto es algo
que aprendemos de nuestro entorno más directo, pero si no se aprende, a medida
que la persona crece y tiene que hacer frente a diferentes problemas, surgirán las
primeras dificultades. Lo ideal es que, cuando esto ocurra, la persona se haga cons-
cíente de su dificultad para tolerar emociones y para manejarlas, esto le permitirá
pedir ayuda y aprender a manejar las situaciones; pero la realidad es que, si esto no
se aprende desde pequeño, es muy difícil de identificar y, por lo tanto, de expresar.
Según Karen Conterio y Wendy Lader, el 75% de las personas que se autole-
sionan utiliza más de un método. Algunos ejemplos son: cortarse, golpearse, arran
carse el pelo, rascarse hasta producir herida, quemarse, morderse, ingerir objetos,
fármacos o tóxicos, interferir en la cicatrización de heridas o romper huesos.
Otros ejemplos quizás más extremos y menos frecuentes son las amputacio
nes de alguna parte del cuerpo. Estas últimas no son el objeto del presente libro,
pues querría diferenciar entre lesiones como forma de control y regulación de las
emociones y lesiones que pueden surgir asociadas a otras patologías, como los
trastornos psicóticos o aquellos con una base orgánica, por ejemplo, el autismo y
el retraso mental. Cuando una persona presenta síntomas psicóticos y pierde el
contacto con la realidad, las conductas autolesivas pueden llegar a ser muy seve
ras y extremas, como la castración de los genitales, quitarse un ojo o arrancarse
una oreja (Van Gogh, por ejemplo). Del mismo modo, no es raro que las personas
con autismo y retraso mental se autolesionen mediante golpes y, aunque algunas
personas piensan que puede tener una función reguladora, parece que el sujeto no
es consciente de ello. Es decir, más que de un mecanismo o de una estrategia de
afrontamiento, se trata una conducta automática y estereotipada.
2
¿QUÉ ES LA AUTOLESIÓN?
Steven Levenkron
V.J. Turner
Autodaño, térm ino utilizado para describir un ataque físico del propio cuerpo...
Se encuentra im plícita en la definición la comprensión de que el cuerpo será delibe
radamente, y p or lo general habitualmente, dañado más que destruido.
Fiona Gardner
Cuando me preguntan “¿por qué te cortas?”, suelo contestar “no lo sé”. Esto
es en parte cierto y en parte falso, porque s í lo sé pero no lo puedo explicar. Es
como una necesidad imperiosa de hacerme daño, pero el desencadenante puede
ser muy variado.
(Paciente, 23 años)
El autolesivo por lo general se siente triste, vacío, tiene dificultades para iden
tificar sentimientos y expresarlos, suele mezclar y confundir emociones, no sabe si
es “normal” sentir así o no. Las dudas le invaden y esto hace que empiece a buscar
formas de manejarlo, métodos que le permitan hacer frente a este caos.
Para muchos pacientes con este problema, la autolesión puede ser vista como
una “amiga” a la que poder recurrir en cualquier momento del día, una salida inme
diata a una carga emocional demasiado pesada e intensa para ser tolerada.
Es importante tener presente que la acción conlleva alivio, mientras que ver-
balizar y compartir requiere un esfuerzo tremendo y un repertorio de habilidades de
las que carece la persona, que recurre a la acción como forma de comunicación. El
objetivo es poner fin al dolor y al sufrimiento que siente en su interior, al caos y la
confusión que retumban en su cabeza; frenar los pensamientos dolorosos, la incer-
tidumbre, la confusión. Cualquier otra forma de expresión emocional se convierte
en una tarea impensable para la persona, que, al no haber desarrollado los recur
sos necesarios, tenderá a repetir este nuevo comportamiento. De tal forma, este
nuevo comportamiento se convierte en el recurso que mejor funciona, por lo que la
probabilidad de que piense o recurra a conductas adaptativas será pequeña sin la
intervención de un profesional que le ayude a comprender sus comportamientos y
a pensar en nuevas alternativas más funcionales y positivas.
Para muchos es más fácil tolerar el dolor físico que el dolor emocional, espe
cialmente cuando no saben por qué se sienten así de abrumados en un determinado
momento o situación. El dolor físico es tangible, palpable, visible, se puede “ver” ,
“mostrar” , “comprender” , ‘transmitir” e incluso “curar” , pero el emocional es verda
deramente difícil de compartir y mostrar. Si nos fijamos, mostrar el dolor emocional
requiere lágrimas, gritos, temblores, agitación, palabras, acción... algo “visible”,
“escuchable” ... que permita a los que nos rodean visualizar lo que uno siente. Si
anulamos las respuestas físicas o comportamentales es especialmente complicado
imaginar o percibir lo que la otra persona siente. Intentemos imaginar a una persona
inexpresiva explicando lo que siente y que a su explicación no acompañe ningún
tipo de gesto o movimiento. Resultaría frío, distante, irreal... Y esto es lo que creo
que lleva a muchas personas a comportarse así: la necesidad de expresar lo que
sienten y la dificultad que tienen para hacerlo verbal o paraverbalmente (mediante
el lenguaje no verbal, con gestos y expresión de las emociones).
(Paciente, 19 años)
(Paciente, 32 años)
(Paciente, 23 años)
(Paciente, 21 años)
A veces entro en una especie de trance... siento que me estoy volviendo loca,
que no existo, que no soy rea!, es como si estuviera m uerta... A veces me quemo
para com probar que sigo viva y que aún siento algo.
(Paciente, 34 años)
(Paciente, 41 años)
Yo me lesionaba por angustia, por un bloqueo mental, pom o poder reaccionar, por
sentir que me iba a volver loca... me ponía muy nerviosa. Cuando haces estas cosas
parece que no eres tú misma, sino otra persona completamente diferente. Comento
esto porque cuando me autolesiono no parezco ser “yo" misma, sino una fuerza del
interior que te provoca hacerlo... después te sientes muy culpable y muy frustrada.
(Paciente, 32 años)
Hace muchos años que tengo una lucha interna. A medida que pasaba el
tiempo, como no encontraba soluciones efectivas, me empecé a autolesionar y esto
s í que era efectivo. Me encontraba m ejor; cuando pensaba que ya no podía más, que
no valía la pena luchar y que la vida no tenía ningún sentido, recurría a los cortes.
Parecerá extraño, pero yo no quería morir, quería dejar de sufrir, quería aprender a
tolerar los imprevistos, a vivir sin tanto dolor... quería pero no podía, no sabía... Las
autolesiones cada vez eran más fuertes y acabé “enganchada”, no podía parar de
hacerme daño, cualquier situación o imprevisto era suficiente para dañarme. Nadie
se dio cuenta hasta que se me fue la mano y necesité una intervención, había san
gre por todas partes, pensé que me iba a desangrar en m i cuarto y p edí ayuda.
(Paciente, 29 años)
(Paciente, 28 años)
(Paciente, 31 años)
(Paciente, 32 años)
Me he pasado el día pensando qué podía escribir, cómo plasm ar las sensa
ciones que se ntí la prim era vez que... tuve un cuchilla en m is manos, qué se ntí al
cortarm e y por qué seguí. En principio, explicaré ¡o que recuerdo y lo que siento al
hacerlo... Todavía recuerdo la prim era vez; m i novio me había dejado, pero sé que
no fue p or eso; me sentía tan mal, tan culpable que necesitaba castigarme, a s í que
con total frialdad co g í una cuchilla que encontré en el baño y volví con toda calma a
m i habitación, me senté y comencé a hacerme cortes en el brazo; no p erdí la calma
en ningún momento, vi la sangre y fue un alivio interior imposible de describir. Ese
día no fue más que el principio; a veces me siento como un vampiro deseoso de
ver sangre, pero m i sangre, cuantas más gotas resbalan p o r m i cuerpo, m ejor me
siento. Siempre lo hago cuando me siento frustrada, recuerdo días de llorar y llorar
y hasta que no me corto no consigo dorm ir; realmente es un alivio, pero... ¿a qué
precio?
(Paciente, 27 años)
En general siento rabia, soledad, vacío, una enorme incomprensión por parte
de alguien al que quiero, angustia, desesperación, todo lo que me rodea es asco,
negro, no hay alternativas en ese momento, es tan fuerte el dolor que llego a
odiarme a m í misma por sentirme tan m al sin tener una lesión física que justifique
ese enorme dolor interno. Es a h í cuando necesito verme la herida, lo hago de forma
automatizada: sé perfectamente dónde están las agujas, las cojo, me voy al baño,
en este momento no lloro, estoy “serena"porque tengo que hacerlo bien, fríam ente
preparo el m aterial, me busco una buena vena para canalizarla (en un lugar que
suela tapar la ropa) y me pincho con decisión. Suelo ser bastante rápida logrando
la sangre, me dejo la aguja clavada y dejo que gotee p or todo el suelo. Cuando
tengo una cantidad suficiente que posteriorm ente pueda m anipular (escribir, espar
cir, dibujar...), comienzo a llorar, no me extraigo la aguja todavía, aún queda lo más
importante, queda producirm e la lesión que posteriorm ente va a permanecer, para
lo cual necesito rom per la vena; suele ser doloroso, pero no me importa llegado
este punto. Perforo la vena y una vez rota, me extraigo la aguja y presiono la vena
dañada para que sangre por dentro y haga un hematoma lo más grande posible. La
sangre sigue cayendo por gravedad, pero la dejo porque no tarda en coagularse. Es
aquí cuando "juego" con la sangre, suelo esparcirla, desparramarla, y es a quí tam
bién cuando me doy asco, me da asco el olor de m i sangre, a veces contengo la res
piración para no olería, huele como la de los cerdos y a s í es como me siento, como
una cerda pirada, egoísta y manipuladora. Ya no siento tanta angustia, se transforma
en asco y decepción. Me quedo quieta mirando la sangre desde lejos, observo la
herida y me lavo, rápidamente friego el suelo, la pileta, la bañera... no queda ni ras
tro. Suelo ducharme, me siento sucia, sucia y perturbada, tengo miedo de que se
vuelva a repetir, tengo miedo de volver a sentir tanto dolor, tanta angustia.
Me seco, me visto, me peino, abrazo a m i hijo y me odio por ser egoísta, por
no valorar lo bueno que poseo y tener que llegar a hacer cosas tan repugnantes.
Los días posteriores contemplo el hematoma; es curioso, pero me gusta
tenerlo ahí, m anifiesta m i malestar, m i rabia, mi pena.
(Paciente, 28 años)
• Dolor
• Desesperación
• Falta de recursos adaptativos
• Confusión
• Emociones, sensaciones (culpa, enfado, ira, frustración...)
• Juicios (propios y ajenos)
• El resultado de un aprendizaje
• Ganas de vivir (no de morir)
• Una alternativa para tolerar el sufrimiento
• Una manera de verbalizar lo que sienten
• Una alternativa al suicidio
En definitiva, un gran dolor y muchas ganas de “vivir de otra forma”. Algo que
intentaré reflejar en los diferentes capítulos de este libro.
E jem plo de un paciente que se ha autolesionado. Resulta evidente que esta persona
no pretendía m o rir con estos cortes, igual que resulta evidente que alguien que hace esto no
se encuentra bien o no tiene recursos para afrontar determ inados aspectos de su vida de una
m anera m ás adaptada (al m enos en ese m om ento).
Estas dos fotos son el ejem plo de las
“secuelas" físicas que d e ja la autolesión. En
este caso se trata de un chico que se autole-
sionaba con quem aduras y había sido dado
“por imposible”; en la actualidad, lleva unos
dos años estabilizado, ha dejado de autole-
sionarse y hace m ás de un año que m antiene
su empleo. En relación con las autolesiones
que se hacía, piensa recurrir a la cirugía para
dejar atrás estas m arcas y todo lo asociado a
las mismas.
“Esto es lo que hago, lo siento, soy una cerda".3
Desde hace años los humanos han utilizado la piel, el cuerpo, para comunicar
estatus, preferencias, pertenencia, en definitiva: identidad. Muchas costumbres de
culturas primitivas son una muestra de esto, aunque para sus miembros es algo
natural que forma parte de un aprendizaje, de una cultura. Es decir, no es algo que
oculten o que resulte extraño para los demás. Evidentemente, estas situaciones no
se pueden considerar una lesión propiamente dicha, pues no es algo que el sujeto
se haga a sí mismo ni que quiera hacer sin haberlo aprendido culturalmente. En esta
línea entran los adornos corporales, los piercings, los tatuajes y las modificaciones
corporales, pues el objetivo en estos casos es mejorar una imagen, encajar con lo
que el sujeto cree que se espera de él o reafirmar su identidad en la sociedad, en
su grupo. Sin embargo, la persona que se autolesiona, por lo general, sabe que
los de su entorno pensarán que es algo extraño y que implica un desequilibrio en
aquel que lo practica; es una necesidad que la persona oculta porque es consciente
de que no va a ser comprendida ni aceptada por aquellos que le rodean. En otros
casos no lo oculta, pero el motivo es comunicar lo que siente o pedir ayuda. Esto lo
veremos en diferentes apartados de este libro.
Este capítulo guarda una estrecha relación con el anterior, pues es una
variante del control. La seguridad está directamente relacionada con la sensación
der control que tenemos; una de las cosas que más me impactó cuando empecé
a conocer los detalles más íntimos de las personas que se autolesionan fue la
sensación de seguridad que les proporcionaba “el poder hacerse daño” si lo nece
sitaban.
4 Mosquera, D.: Diamantes en bruto II, Madrid: Ediciones Pléyades, 2004, pág. 285.
Necesitaba evadirme de todo porque fueron unos años duros en casa, pero
mis rígidos principios de lo que está bien y está mal me impedían beber o tomar
drogas extrañas... Un día descubrí el edén durante el periodo de los calmantes
(Saldeva forte), a sí que, cuando quería dormir o no o ír o pasar, me metía un puñado
de Saldevas... También hurtaba relajantes musculares a mi madre (lorazepan) y así
muy de vez en cuando (esto no era muy a menudo) podía dormir tranquila sin que
los remordimientos me mortificaran por hacer, no hacer, decir o no decir, estudiar
o no estudiar... Durante épocas tenía tantas ganas de morirme que dormía con
un paquetito de cuchillas debajo de la almohada, por si acaso, las llevaba siempre
conmigo, por si acaso...
En otra ocasión una chica me comentó que se sentía mucho más tranquila con
un cúter encima, que así, si la situación la sobrepasaba y sentía que iba a explo
tar, podía ir un momento al baño, cortarse y sentirse mejor. Uno de los primeros
objetivos consistió en pedirle que dejase de llevar estos objetos encima y que los
sustituyese por otros menos dañinos, hasta que con la práctica no los necesitase.
De modo que comenzó a llevar una goma elástica en la muñeca para tirar y soltar
cuando lo “necesitaba” y, posteriormente, una pelota antiestrés, pasando finalmente
a no necesitar ninguna alternativa que implicase recurrir a la acción.5
5 Mosquera, D.: Trastorno limite de la personalidad: profundizando en el caos, Madrid: Ediciones Pléyades,
2007, cap. 24.
6 En este caso existía ideación suicida, estaba ingresada por ingesta medicamentosa y por cortarse las
venas, pero, según le informaron los médicos, los cortes no eran lo suficientemente profundos como para
tratarse de un intento de suicidio real (de ahí la idea de algo que corte bien y sea rápido).
Parte D
DIFICULTAD PARA EXPRESAR
Y COMUNICAR EMOCIONES:
LA IRA, LA CULPA
Y SUS EFECTOS
9
DIFICULTADES EN LA COMUNICACIÓN:
¿QUÉ ES LO QUE FALLA?
LA LOSA
' Sobrevivo atrapada bajo una losa fría, inerte, que no me permite hablar, ni
respirar... ni vivir. Entre la losa y yo solo hay cabida para el sufrimiento. Quitarla
significaría hacer evidente que estoy desnuda, desprotegida. Y la vergüenza me
inunda hasta tal extremo que entonces mi losa se convierte en mi refugio, mi abrigo,
protegiéndome y permitiéndome permanecer indiferente al dolor ajeno, como si no
lo hubiera causado yo.
A veces cojo fuerzas para gritar “por favor, que alguien me saque, que alguien
me ayude", intentando defenderme y pensando ingenuamente que alguien puede
venir y darme cobijo, la confianza suficiente que me permita enfrentarme al mundo,
a mis emociones más resquebrajadas. Alguien que me pueda escuchar, compren
der y ayudar. Pero mi voz se apaga, no consigo sacar las palabras, se distorsiona
y queda atrapada en lo más profundo de mi interior; se convierte en un eco triste,
estridente y desolador que me recuerda que a la sombra de mi mentira, de mis
miedos, de mi losa tendré que permanecer.
Laura Ageitos
Esta metáfora refleja muy bien las dificultades que puede tener una persona
para verbalizar su dolor, cómo con el tiempo este silencio se va a acumulando hasta
llegar a adquirir una intensidad brutal, un peso que parece real, una sensación que
agota y desmotiva (la de tener una losa encima). El miedo a quitarla aparece por
el temor a no ser capaz de afrontar la comunicación de una manera clara, directa y
que se entienda y a la persona le puede dar mucha vergüenza si tiene la sensación
de que no la están comprendiendo o que no se está explicando bien. Cuando se
trata de comunicar y expresar sentimientos, la situación se puede agravar porque,
si no se siente entendida, es posible que le resulte muy humillante haber abierto
su intimidad y que se minimice la importancia de este hecho o que se la critique
por lo que siente (una sensación de ir desnuda y desprotegida ante los demás y
que los demás no aprueben y juzguen este comportamiento o el contenido de la
comunicación).
7 Cuando hay una buena alianza, encuentro de gran utilidad “imitar” al paciente, siempre que esto se haga
sin que este se sienta humillado o burlado. Aquí es especialmente importante un conocimiento del paciente
y saber seleccionar el momento en el que se puede realizar esta intervención.
T.: ¿Alguna vez has mostrado emociones o compartido sentimientos con alguien?
R: Sí.
T.: ¿Cuál fue el resultado?
P.: (Sonríe.) Era una persona muy especial.
T.: ¿Alguien especial?
R: Sí.
T.: Con esa persona sí podías mostrar emociones... (La paciente asiente.) ¿Cómo
te sentías?
R: Bien, me sentía bien.
T.: Entonces, dependiendo de la persona, sí te gusta compartir emociones.
R: Sí, pero intento no hacerlo.
T.: ¿Por qué?
R: (Guarda silencio.) Pues es como si no tuviese un baremo, a veces me apetece
conocer a alguien más, pero me alejo y de repente me encuentro contando mi
vida a alguien que apenas conozco.
T.: ¿Te pasa con frecuencia?
R: Sí.
T.: ¿Cuando te pasa tienes sensación de falta de control?
R: Justo, es eso, pero soy así, siempre he sido así.
T.: Una cosa es como tú eres (describe a la paciente) y otra muy diferente cómo
actúas. El compartir o no compartir emociones es una reacción, se puede apren
der a ser más selectivo, a intimar de manera gradual, sin exponerse de golpe.
(La paciente asiente.) Si te vas guardando todo lo que sientes, incluso cuando
te apetece compartirlo, puede producirse un efecto acumulativo, tensión, ganas
de “explotar” , de “gritar” lo que llevas dentro.
R: Sí, así me siento a veces, con ganas de gritar para ver si alguien me escucha.
T.: ¿Sabes lo que ocurre cuando “gritamos”? (La paciente escucha con atención.)
Que muchas personas se quedan con las formas (el grito) y se pierden el con
tenido (lo que tú quieres decir y expresar). (La paciente asiente.) Si aprendes
a compartir de manera gradual, de manera segura para ti, no tendrás esta
necesidad de explotar ni de gritar cuando ya no te quede sitio para guardar más
sentimientos en tu interior.
(Paciente, 23 años)
(Paciente, 31 años)
(Paciente, 21 años)
Cuando una persona se siente mal por “pensar cosas malas” acerca de sus
seres queridos, necesita castigarse. En algunos casos lo puede hacer humillándose,
disculpándose una y otra vez por cosas que no ha hecho y/o estando a merced de
las necesidades de los que la rodean. En otros, cuando esto ya no funciona porque
“no es suficiente”, la persona necesita ir más allá: recurrir al castigo. En estos casos
sí siente dolor con las lesiones, pero es mejor tolerado que los pensamientos y sen
timientos horribles de “ser malo" que genera la culpa.
En otro caso unos padres me llamaron para decirme que estaban en Urgencias
porque su hija se había tomado una sobredosis de pastillas, pero que estaban con
fusos porque los médicos les habían dicho que en el lavado de estómago no apa
recía nada, lo cual era bastante extraño, teniendo en cuenta el tiempo transcurrido
(la paciente había avisado al momento). Como la paciente estaba fuera de peligro,
les pedí que al día siguiente me llamara ella, fijamos una cita y me comentó lo
siguiente:
Me explicó que había discutido con su pareja y que sintió que estaba haciendo
mal las cosas, que “era mala” y que “merecía” ser castigada. Es otro ejemplo impac
tante de la necesidad de castigo y del punto al que pueden llegar en un momento
de culpa intenso.
LA CULPA
Soy como un eco que retumba en la más profunda de las cuevas, en las entra
ñas del lugar más recóndito de m i alma. Acecho y persigo, no dejo lugar al olvido,
a l perdón n i a la razón.
Revivo y alim ento justo lo que me hace daño, aquello que me atorm enta. Y,
aunque lo sé, no puedo evitarlo.
Soy como un fuego que arde con gran fuerza, que arrasa con todo hasta que
se consume y que, cuando parece que ya no hay nada que quem ar y que tan solo
quedan las cenizas, reaparece incluso con más fuerza.
Estas personas sufren tanto que se “retuercen en su interior”, que van acu
mulando hasta que no pueden más, como una olla a presión que tiene que soltar lo
que lleva dentro. Si la persona tuviese recursos para ir soltando y gestionando las
situaciones del día a día, no se produciría esta acumulación, pero cuando hay una
dificultad para identificar y verbalizar las emociones, para gestionarlas, esta presión
se vuelve intolerable, “tiene que salir” y es en estos momentos cuando se puede dar
el primer episodio autolesivo, cuando surge la necesidad del castigo, como pode
mos leer en el siguiente testimonio:
No tengo palabras para expresar lo que siento; quizás las tuve hace tiempo,
cuando podía mantenerme en pie, cuando aún decía lo que pensaba. Ahora siento
una presión constante con la que no puedo, que me aturde, me incapacita; necesito
sacarla fuera. Por un momento me siento mejor, después lo pienso y digo: “Estás
enferma”, "Bicho raro", “Mira lo que haces”, y me siento peor. No encuentro una
salida, no sé hacerlo mejor, soy un completo desecho humano. No recuerdo qué
pasó la primera vez que me corté, pero s í me acuerdo perfectamente de la sen
sación... cuando empecé a sangrar sentí alivio, como si toda esa mierda que llevo
dentro saliese fuera.
(Paciente, 25 años)
LA IRA
Con el tiempo me hago más fuerte, más grande, hasta que soy imparable.
Es una cadena de reacciones que siento tan a menudo como respiro... son
tan veloces que la cadena que las sigue se transforma en un enorme, único y brutal
golpe que reconozco que me es muy difícil de controlar, no me da tiempo, estallo
y derramo mi interior, traicionando el pudor, el ridículo y la vergüenza ajena; mis
lágrimas son charcos donde los demás mojan sus pies compasivos, la ira nubla mi
mente, el rencor se acomoda en mi frente, el sudor baja jugando como un tobogán
por mi pelo y cualquier cosa que haga o diga estará marcada por un descontrol
doloroso que me agota hasta el infinito... Sé que al exteriorizar mis experiencias
emocionales puedo provocar reacciones incómodas en los demás; supongo que, de
manera egoísta, siempre lo planteo desde el punto de vista de mi propio autocontrol
y no desde el punto de vista de las reacciones ajenas9
(Paciente, 26 años)
Sé que esto que planteo es complicado, pero así de dura es la vida interior de
muchas de las personas que se lesionan. El siguiente testimonio10 refleja lo necesa
rio que es romper este círculo para alguien que se encuentra dando vueltas sobre
el mismo de manera constante:
(Paciente, 24 años)
Muchas de estas personas quieren agradar a los que les rodean y cuando no
lo consiguen se sienten mal, se dispara la culpa y la sensación de responsabilidad.
En muchos casos no dicen lo que les hace daño o les hace sentir mal por miedo
a que se enfaden con ellos o por temor a la reacción de la otra persona. Este es
uno de los motivos que hace que acumulen y lo expresen de repente pero de una
manera inapropiada, incluso ofensiva, que hará que posteriormente se sientan fatal,
corroborando que es mejor no decir lo que sienten. En ambos casos (callar y acu
mular o explotar verbalmente) la persona suele acabar recurriendo a la lesión como
reguladora de la situación.
En el otro extremo nos encontramos a personas que tienen gran habilidad para
conseguir que los demás se sientan y hagan responsables de sus actos, que adop
tan un papel de cuidadores y salvadores aunque, como todo, esto tiene su límite
y finalmente la persona que adquiere este papel se acaba saturando y alejando o
transmitiendo hostilidad ante este tipo de comportamientos autolesivos e incluso
hacia la persona. Esto es algo que confunde a la persona, porque no es consciente
de que su propio comportamiento, su “sed” de compañía y atención, puede acabar
generando rechazo y alejando a quien inicialmente se mostraba tan comprensivo y
tan dispuesto a ayudar. Cuando los familiares acuden a terapia y nos encontramos
con situaciones similares a esta, explicamos a ambas partes cómo gradualmente se
ha ido viciando la relación y cómo unas nuevas pautas, entre ellas una comunica
ción más directa y clara, pueden ayudar a ambas partes a recuperar la confianza y
a mantener una relación con la que se sientan a gusto, sin obligaciones ni presiones.
Esto es vital para el paciente y para sus allegados, que en ocasiones se pueden
llegar a sentir chantajeados por los comportamientos autolesivos de la persona.
15
PREOCUPACIÓN Y CUIDADO: UNA PRUEBA
DE RESISTENCIA FATAL
Hay casos en los que los padres comentan “siempre fue la hija perfecta”,
“muy responsable”, “aprobaba todo, se portaba muy bien”, “nunca daba problemas”.
Cuando escucho testimonios en esta línea se enciende una señal de alerta, pues
cuando todo está demasiado bien la acumulación de la que he hablado en otros
capítulos suele ser especialmente intensa. Es frecuente que el periodo de gesta
ción sea incluso de años, lo cual implica un gran sufrimiento para la persona que
se encuentra en esta situación y que día a día siente que va a explotar y que pierde
el control. Ante estas situaciones es importante profundizar en la comunicación
familiar, preguntar si conocían los sentimientos de su hija, si le preguntaban por sus
preocupaciones, si la hija planteaba dudas o problemas con naturalidad. La idea es
averiguar si hablaban alguna vez de los sentimientos con su hija y si esta tenía la
confianza suficiente como para plantear abiertamente posibles dificultades, pues si
no lo hacía de pequeña es probable que de adulto tampoco lo haga y es un aspecto
en el que hay que trabajar en terapia.
Con este ejemplo no pretendo culpabilizar a ningún familiar, sino todo lo con
trario, ayudarles a comprender que esto es algo frecuente, que hay muchos padres
que de repente se encuentran con esta “sorpresa” y que, por mucho que piensen en
qué es lo que han hecho mal o en lo que han fallado, no van a encontrar respues
tas. La idea de este capítulo es transmitir que el comportamiento es mucho más
frecuente de lo que nos gustaría creer y que cuando se descubre lo mejor que se
puede hacer es intentar comprender a la persona y transmitirle que hay otras formas
de manejar las emociones. Centrarse en el presente y en lo que depende de cada
uno será de vital importancia, mientras que mirar hacia atrás buscando motivos o
culpables hará más daño y no será efectivo.
Parte F
ANTECEDENTES FAMILIARES,
MOTIVOS Y POSIBLES
DESENCADENANTES
17
ANTECEDENTES FAMILIARES
Los motivos son numerosos, complejos y únicos para cada uno. Lo que tienen
en común estas personas suele ser la ausencia de un referente estable que les
permita saber a qué atenerse y cómo reaccionar en las diferentes situaciones que
les toque vivir y afrontar. La respuesta que se valora en un determinado momento
puede ser criticada en otro muy similar y el paciente siente que no tiene una res
puesta correcta ante las nuevas situaciones a las que ha de hacer frente.
¿Por qué?
Hay otros motivos que pueden llevar a la lesión, como la necesidad de cuidar
de uno mismo. Así leído puede resultar extraño, pero el corte, la herida, permite
al paciente un cuidado de su cuerpo. Ha de limpiar, desinfectar y prestar atención
a sus heridas. Esto es una forma de cuidado que la persona puede no tener en
su vida. Después de hacerse daño se tiene que cuidar, “mimarse” para curar las
heridas. Por supuesto, no será algo pensado por el paciente y generalmente será
inconsciente, pero cuando se le pregunta sobre ello es posible que se dé cuenta de
que es uno de los motivos por los que recurre a la lesión.
19
EL PAPEL DEL APRENDIZAJE
Y EL IMPACTO DE LAS VIVENCIAS PREVIAS
Otra dimensión a destacar es la del entorno, pues aquí se encuentran los fac
tores asociados al entorno más directo de la persona y a sus vivencias. Por ejemplo,
una persona que crece en un ambiente en el que algún familiar se autolesiona o se
ha intentado suicidar puede aprender que esta es una manera de hacer frente a las
situaciones. Mientras que hay quienes lo viven como algo muy negativo y sienten
rechazo hacia este comportamiento, otros lo pueden comprender e interiorizar, lle
gando a imitar el comportamiento con el tiempo. Cuando un niño ve cómo su madre,
padre o hermano se intenta suicidar o se autolesiona, puede percibir el dolor de la
persona a la que quiere y llegar a conclusiones del tipo “el mundo es horrible”, “los
mayores sufren mucho”, “la vida es una mierda”, “no merece la pena vivir para sufrir
tanto” o “no hay otras salidas”. Evidentemente esta manera de pensar (cognición)
influirá en la manera de sentir (emoción, dimensión afectiva), y viceversa. Por otra
parte, la manera de responder y de actuar ante diversas situaciones de la vida coti
diana también se ve influida por las experiencias y el aprendizaje del entorno más
directo. Veamos algunos ejemplos en los que las vivencias influyen en la manera de
percibir diferentes situaciones y esta manera de percibirlas influye directamente en
el modo de pensar e interpretar comportamientos, en cómo se siente cada persona
y en las posibles respuestas y alternativas por las que se puede decantar.
Caso: Yo nunca haría eso
Esta mujer sufrió abusos de una persona muy cercana cuando era una niña.
Posteriormente, a la edad de 13 años le confesó este incidente a una persona de su
confianza, un sacerdote que a la vez era su profesor en algunas de las asignaturas.
Esta niña de 13 años pensaba que podía confiar en esta figura de autoridad que
mostraba un aparente interés en ayudarla. En una ocasión, para su sorpresa, la llevó
a su despacho, le bajó los pantalones, le quitó la blusa y empezó a penetrarla, tras
haber introducido su miembro en la boca de la niña y casi ahogarla. Durante todo
este incidente el “sacerdote” le decía que “tenía que aprender lo que era un hombre y
lo que era una mujer”. El supuesto desencadenante (la justificación de este individuo)
fue que la niña llevase unos pantalones. Cuando esta mujer pudo verbalizar esta y
otras experiencias, casi 2 0 años más tarde, se seguía sintiendo culpable y “causante”
de los abusos. Ella decía: “Yo no sabía que no se podían llevar pantalones’’ y que
pensaba que era culpa suya por haberle contado lo ocurrido años atrás.
El trabajo con Carmen ha sido muy duro por momentos, lleno de imprevis
tos, pero a la vez lleno de esperanza. Desde el primer día ella ha colaborado en
la terapia e intentado llevar a cabo todas las propuestas terapéuticas. El primer
objetivo fue conseguir que se sintiese segura en la terapia, que se acostumbrase
y familiarizase con el contexto terapéutico. Esto nos llevó un tiempo, aunque
jugaba con ventaja pues Carmen había leído el libro de Diamantes en bruto I y
desde su lectura se sintió “comprendida por una extraña”. La lectura de este libro
le impulsó a pedir una cita y así fue como nos conocimos. Otro dato relevante
es que Carmen hace un viaje largo para venir a las sesiones y que, a pesar de
estas dificultades, jamás ha faltado a sus citas. El segundo objetivo fue conseguir
que me mirase a la cara; no podía, estaba acostumbrada a agachar la mirada y
a bajar la cabeza. A partir de ahí los objetivos fueron variando sesión a sesión,
pues además de las dificultades del día a día teníamos que hacer frente a recuer
dos que ella tenía semibloqueados y que, a medida que profundizábamos en la
terapia, iban saliendo a la luz. Algunos estaban bloqueados, otros la llevaban
torturando años y años y, aunque le costaba, a la vez le ayudaba verbalizar su
historia.
Cuando le dejé el borrador de este libro ella pensó que no tenía nada que
aportar, pero yo le expliqué que opinaba todo lo contrario, que creía que tenía
mucho que aportar. Esto quizás es lo que ha animado a Carmen a compartir parte
de su historia: ayudar a profesionales a comprender la complejidad que encierran
muchos casos y las dificultades que puede tener el paciente para sentir confianza
en el proceso.
Sesión 11
Paciente: Esto de mantener una relación íntima, no soy capaz, es como un freno
que veo que he puesto, que a lo mejor no es por nada, ni siquiera por un
juicio respecto al otro, es por algo mío, pero no sé qué es ese algo.
Terapeuta: ¿Qué puede ser ese algo? (Silencio.) ¿Hay alguna relación con la que
te sientas totalmente cómoda?
P.: Con Rosa (una amiga de hace tiempo) y contigo.
T.: ¿Por qué crees que puede ocurrir eso con Rosa y conmigo?
R: Porque puedo ser como soy, porque puedo decir lo que siento y lo que
pienso.
T.: ¿Te sientes con libertad para poder expresarte libremente? (La paciente asiente.)
Bien, ¿por qué crees que sientes esa libertad con nosotras?
R: Porque no me juzgáis, ninguna de las dos.
T.: Entonces sí tienes la capacidad para relacionarte con algunas personas de una
manera más íntima, pero te cuesta con otras personas, ¿es así?
R: Sí.
T.: Entonces, ¿puede ser que no solo dependa de ti?
R: Sí, puede ser... sí, porque cuando me siento juzgada enseguida me bloqueo,
me bloqueo muchísimo.
T.: Te hace daño.
R: Sí, mucho.
T.: Cuando te sientes juzgada, ¿qué es lo que ocurre?
R: Pues que me cierro, me bloqueo, me evado.
T.: ¿Y qué más ocurre? (Silencio.) Además del bloqueo, ¿qué más ocurre?, ¿qué
sensaciones te vienen?
R: No lo sé... me vuelvo contra mí misma, se vuelve en mi contra, no sé...
T.: ¿El juicio de alguna persona te hace dudar?, ¿te hace pensar que quizás tiene
razón? (La paciente asiente.) Me da la impresión de que cuando tú comentas
algo y recibes una respuesta que es percibida como una crítica o un juicio, auto
máticamente dudas de ti misma.
R: Sí, sí que me pasa.
T.: Efectivamente, y te pasa aunque después del bloqueo lo puedas ver desde
fuera y tener más clara tu postura, ¿es así? (La paciente asiente.) Entonces,
¿podemos decir que el que tú puedas mantener una relación más íntima no solo
depende de ti?
R: Sí.
T.: Lo que sí depende de ti es lo que estás haciendo últimamente. (La paciente
escucha con interés.) Estás avisando, cuando te encuentras nerviosa estás
dando información: “Si ves que me pongo nerviosa no es nada personal, ni por
nada que hayas hecho tú, es que no me encuentro bien hoy”.
R: (Asiente.) Eso me ayuda porque veo que me entienden mejor.
T.: De todas formas, esta dificultad que comentas en relación con mantener rela
ciones más íntimas, de más confianza, en las que puedas ser tú, tiene mucho
sentido porque te has llevado muchas decepciones en los últimos años, ¿eso
tiene sentido?
R: Sí, porque me ha pasado.
T.: Algunas personas te han fallado mucho. (La paciente asiente emocionada.)
¿Qué grado de confianza tenías en estas personas?
P.: Muchísimo.
T.: (Asiente.) ¿Del uno al cien, qué grado de confianza?
R: Pues total.
T.: Efectivamente, total... y esto es lo que hace a una persona más vulnerable,
cuando se confía plenamente en una persona y esa persona falla... no solo
falla, te daña, al final la capacidad para confiar en los demás se ve afectada.
(La paciente asiente.) Y esto es lógico, de hecho, yo creo que ahora mismo es
lo que necesitas, que ahora mismo es una buena defensa que tú tienes y que
necesitas. Es una forma de protección, te permite ser más cauta. (La paciente
escucha atentamente.) No se trata de aislarte ni de dejar de dar nuevas oportu
nidades a la gente, pero sí de ir con más cuidado, de seguir tu propio ritmo, es
ver por dónde se mueve y cómo se mueve la otra persona antes de entrar en
un terreno más íntimo.
R: Eso es lo que me pasaba con uno de mis compañeros, por una parte tenía
este freno, evitaba coincidir en las horas de café o comidas, pero por otra parte
pensaba que podía ser una persona interesante para conocer, una persona que
quizás podría entenderme y entender toda mi historia. Es como el deseo de
contarle todo lo que me ha pasado, pero al final ha prevalecido el freno y no le
he contado nada.
T.: Una parte de ti ha sido cauta, te ha protegido, ha observado. (La paciente
asiente.) Aunque una parte de ti quisiera iniciar un acercamiento y com
partir cosas que quizás ayudarían a esta persona a comprender mejor
algunas de tus reacciones, la otra parte te protege. (La paciente escucha
con atención.) Esta persona de la que me hablas, ¿hace tiempo que la
conoces?
R: Sí.
T.: ¿Y qué ha ocurrido últimamente?
P.: Pues a lo mejor había bajado la defensa que tenía con él, bueno, no solo con él,
también con el resto de las personas que están en el mismo grupo.
T.: ¿Qué tipo de relación tienes ahora?
P.: Casi ninguna, porque ahora aún lo evito más. Creo que me haría más daño si yo
me acercase y no tuviese una respuesta positiva por su parte.
T.: Entonces, ¿puede ser que de alguna forma algo te indique que no es un terreno
seguro para ti?
P.: Sí, para mí no lo es.
T.: Bien, entonces puede ser que ahora tú necesites ir con cuidado, dejar que pase
el tiempo y, si con el tiempo hay un acercamiento por parte de esta persona o tú
percibes reacciones que te indican que puede ser seguro un acercamiento, te lo
plantees. Ahora percibes un riesgo.
P.: Sí, ahora sí.
T.: Y sabes que para ti es un riesgo grande porque a nivel emocional estos disgus
tos te siguen pasando una factura muy grande. (La paciente asiente.) Para ti el
riesgo no solo es emocional sino que también puede implicar que tengas que
dejar el trabajo una temporada o recurrir a un ingreso de nuevo... es un riesgo
muy alto para ti.
R: Sí.
T.: ¿Entiendes ahora este freno que tienes?
R: Sí.
T.: Es una buena protección que tienes y que por ahora necesitas. Cuando tú
misma marcas una distancia, de alguna manera estás prestando atención a lo
que para ti son señales de alerta, el no percibir un terreno seguro, el no saber
muy bien por dónde va a salir una persona... son indicadores que te permiten
ser más cauta.
R: Sí, sí que es así, pero no lo entendía.
T.: Me recuerda a la situación de grupo... si te fijas, al principio casi no hablabas, te
costaba mucho compartir y te ponías muy nerviosa. (La paciente asiente.) Pero
a medida que conociste a la gente y fuiste percibiendo un entorno seguro te
empezaste a abrir y a compartir opiniones y sentimientos con tus compañeros.
(La paciente asiente.) Ese es un ejemplo de cuando tú vas recibiendo indicado
res de que es un entorno seguro.
R: Sí.
T.: Primero te proteges, vas con cuidado y, a medida que percibes estos indicadores
de seguridad, vas dando pasos. Yo creo que en este tema estás haciendo todo
lo que puedes y que es lógico que seas cauta.
T.: Es lógico e inevitable tener pensamientos del tipo “qué habría sido de mi vida
si yo hubiese...”, “o si hubiese...”, cosas relacionadas con el pasado, pero lo
más importante de todo es intentar cambiar estos pensamientos por otros que
realmente te ayuden. Si a ti te ayudase mirar hacia atrás y te quedases mejor, te
diría: “Estupendo”, pero no es así. Si tú me dijeses: “Mira, Dolores, a mí me ayuda
pensar en esto, me quedo más tranquila, me relaja”, sería positivo, pero en el
momento en que pensar así te genera más confusión, más incertidumbre, más
culpabilidad (la paciente asiente) por no haber hecho, por no haber dicho... no es
positivo para ti, no te ayuda. De ahí la importancia de parar estos pensamientos
cuando surgen y pensar en otros. (La paciente asiente.) Insisto, es totalmente
lógico y esperable que surjan estos pensamientos, pero como actualmente te
revuelven más, es importante aprender a frenarlos y cambiarlos por otros, recu
rrir a las alternativas de las que tantas veces hemos hablado en terapia.
R: Este es un punto que me surge a menudo, en el que se vuelve todo contra mí,
porque pienso que me he equivocado, pienso en cómo podrían haber sido las
cosas... es como una de las raíces de donde surge el castigo.
T.: Exacto.
R: Ahí salen todos los pensamientos negativos que tengo sobre mí.
T.: Efectivamente, el ir hacia atrás, volver a tener este tipo de pensamientos para ti
supone emociones intolerables, supone revivir situaciones previas, situaciones
que son del pasado, pero que, al darles más vueltas, es como si volviesen a
ocurrir... A partir de ahí escalan las emociones, te empiezas a encontrar peor,
sin control y acabas haciéndote daño. (La paciente asiente.) Por eso insisto
tanto en frenarlo, si lo frenas antes, se evita toda esa cadena de emociones y
pensamientos que te llevan a la autolesión, al castigo. Sé que no es fácil, pero
es importante que pienses en ti y en lo que ahora mismo te puede ayudar... (La
paciente asiente.) ¿Pensar hacia atrás te ayuda ahora?
R: No.
T.: ¿Tiene sentido lo que te acabo de decir?
R: Sí, porque es cierto, cuando me activo ya no puedo parar.
T.: Y la realidad es que no tenemos forma posible de averiguar "qué hubiese ocu
rrido si...”, recuerda lo que digo siempre de la máquina del tiempo: ojalá se
pudiese dar la vuelta a muchas situaciones, pero lo cierto es que no se puede.
Por eso es tan importante centrarnos en el presente y en lo que ahora te puede
ayudar. (La paciente escucha.) Cuando te pones a pensar en lo que hubiese
sido, ¿llegas a alguna conclusión que te ayude?
P.: (Silencio.) No, normalmente llego a la conclusión dé... de... de que, de que...
de... (la paciente se interrumpe, lo suele hacer cuando se siente mal por lo que
va a decir) no, a alguna conclusión que me ayude, no.
T.: ¿A qué conclusión llegas?
R: Pues a eso... a la traición, a cosas parecidas... (La paciente se muestra visible
mente nerviosa y afectada.)
T.: Te das cuenta... hace unos minutos estabas tranquila y con solo intentar abordar
este tema te empiezas a sentir peor. (La paciente asiente agitada.) Por eso creo
que es tan importante intentar frenarlo antes; yo creo que hay cosas que nece
sitas comprender, que iremos viendo, pero lo haremos a un ritmo que tú puedas
tolerar. También creo que hay cosas que no vamos a comprender... que es muy
difícil comprender... por ejemplo, el que personas en las que uno confía acaben
actuando de una forma tan dañina y tan destructiva no se puede comprender...
por muchas vueltas que le des... puedes llegar a muchas conclusiones: que la
persona está mal, que tiene problemas, que está o estaba trastornada, que no
era consciente del daño que hacía... muchas conclusiones, pero serían justifica
ciones y este tipo de comportamiento no es justificable. Nunca. Eso no se puede
justificar nunca, ¿vale? (La paciente asiente.)
P.: Lo que pone aquí sobre percibir el mundo como un lugar impredecible me pasa
mucho y eso me lleva a tener que distanciarme, a evitar, a necesitar estar sola.
T.: Bien, ¿y qué crees que hay detrás de esa necesidad?, ¿por qué crees que reac
cionas así?
P.: No sé si seguridad...
T.: Sí, seguridad, protección... (La paciente asiente.) Aquí el problema surge
cuando una persona acaba aislándose siempre, evitando cualquier situación que
le genere malestar o incertidumbre. Es muy importante diferenciar entre situa
ciones en las que te puede ayudar distanciarte y tomarte un tiempo para pensar
y situaciones que evitas pero que te pueden beneficiar, como ir a cenar con tus
amigas o ir de viaje con personas de tu confianza, es decir, situaciones o planes
que a ti te apetece hacer y que no llevas a cabo por miedo a tu reacción... En
estas últimas es fundamental intentarlo, porque es importante para ti y evitarlo
hace que renuncies a actividades que te gustaría hacer.
T.: En esa situación tenías una duda concreta y ganas de evitar ir a la sesión, pero
llamaste, expusiste tu duda y conseguiste bajar el nivel de presión de manera
inmediata, ¿sacaste provecho de esta sesión?
11 En este momento de la terapia la paciente no tiene la capacidad de tolerar estas emociones que surgen
de los pensamientos, para ella es totalmente imposible frenarlo una vez activada y sería una presión aña
dida pedirle que no se dañe. En este momento de la terapia es importante reforzar su esfuerzo y los logros
que va consiguiendo. Si la paciente consigue retrasar el castigo unos minutos, ya es un logro que puede ir
en aumento a medida que la paciente ponga en práctica estas alternativas.
P.: Sí.
T.: ¿Te ayudó hacerle frente?
P.: Sí.
T.: ¿Cómo crees que te habrías sentido si no hubieses ido?
R: Pues muy mal.
T.: Bien, este es un ejemplo en el que evitar no te estaría ayudando.
Sesión 12
T.: ¿Por dónde te gustaría empezar hoy? (La paciente suele tener dificultades para
gestionar el tiempo de las sesiones y en una sesión anterior había comentado
que le gustaría plantear algunas cosas al principio, porque si no se le quedan
dentro y no avanza.)
R: Primero, dándote esto, porque esta es la caja que yo pensaba que iba a utili
zar para hacer el ejercicio. 12 (Muestra una caja pequeña, más pequeña que un
paquete de cigarros, la típica caja en la que se mete un colgante o un anillo para
regalar.)
T.: (Sonríe.) ¿Qué dices?
R: Sí, cuando la vi dije: “Pues esta, esta caja me vale”. Yo no tenía ni idea de lo
que podía surgir, pero después, como he puesto algo dentro que sé que a ti te
gusta y que a mí también me gusta mucho, 13 he pensado que, cuando deje de
castigarme, me lo devuelvas, pero que, si mientras lo tienes tú, sería algo que
me estimulará a recuperarlo.
T.: ¿Lo abro?
R: (Sonríe.) Sí.
T.: (Abre la cajita y sonríe.) Es tu colgante.
R: Sí, te lo quiero dejar con ese sentido.
T.: Pues espero tener que devolvértelo pronto.
R: Yo también, que no sea dentro de mucho tiempo, pero mientras tenlo tú.
T.: ¿Me lo pongo?
12 La paciente trae un ejercicio que le había pedido, que consistía en seleccionar una caja en la que inten
tase reflejar cómo se veía ella por dentro y por fuera. En este caso, aunque suele ser un ejercicio en el que
se pide solo eso (se trata de ayudar al paciente a diferenciar límites y a plantearse cómo su visión puede
estar influida por lo que le dicen o le han dicho otras personas), y como Carmen en concreto tenía muchas
dificultades para ver cosas positivas en ella, le pedí que solo anotase cosas positivas.
13 Se refiere a un colgante que la había dicho en varias ocasiones que era muy bonito y que le quedaba
muy bien.
R: Sí, póntelo.
T.: Muy bien, lo llevaré puesto. (La paciente sonríe.)
P: Todo este párrafo describe muy bien lo que me pasa. El tener que sacrificar
algunas relaciones como yo hago, no sabía que me permitía en parte mante
ner un orden emotivo, pero al leerlo me he dado cuenta de situaciones que
evito, como algunas cenas o reuniones. Por ejemplo, tengo una cena a la que
me gustaría ir porque viene una persona que hace mucho que no veo, pero
el hecho de que me pueda preguntar por lo que hago ahora o dónde estoy
me crea confusión, no... confusión, no... temor... un miedo a ser juzgada
tremendo, yo qué sé... sí, a ser juzgada, a lo que pueda pensar... sí, a ser
juzgada en general. Pues eso, que me di cuenta de que era una forma de evi
tar una relación para mantener la tranquilidad, porque me asustaba que esta
reunión me pudiera generar un desequilibrio otra vez (la terapeuta escucha
con atención, la paciente continúa);como que cuando estoy bien... eso... evito
muchísimas situaciones de ese tipo... tengo esa tendencia y era eso lo que te
quería comentar.
T.: ¿Entiendes lo que te planteo yo ahí, en esta sesión?
R: Sí, sí lo entendía.
T.: Yo también he anotado algo en las respuestas que tú has escrito. Por ejem
plo, tengo anotado que es lógico que necesites a veces separarte del mundo
y estar contigo misma para entenderte, que es una manera positiva de hacer
frente a esta situación, te permite dar un paso atrás y ver la situación desde
una perspectiva más global. (La paciente asiente.) Eso es positivo porque a ti
te permite ordenar tus ideas. Y yo creo que tiene mucha relación con lo que
acabas de comentar. Además creo que no es algo que hagas con mucha fre
cuencia... me explico: creo que sí evitas situaciones, pero solo cuando lo nece
sitas. (La paciente escucha con atención.) Cuando tienes algún tipo de control,
por ejemplo, cuando tienes la opción de aclarar o exponer lo que sientes o
alguna posible reacción, no evitas esa situación. Por ejemplo, últimamente,
das información para evitar que surjan problemas y para poder acudir a estas
reuniones.
P.: Sí, con las amistades con las que me relaciono más sí que me está resultando
más fácil; por ejemplo, el pedir a alguien que me acompañe para no ir sola o el
decir que me siento nerviosa para bajar la presión sí me ayuda.
T.: ¿Te lo planteaste para esta ocasión?
P.: No, pero después lo pensé y creo que me hubiese ayudado plantearlo así.
T.: Muy bien y, si te fijas, son alternativas que tú misma vas planteando. ¿Has pen
sado en tener algún apartado para anotar estas ideas cuando se te ocurren?
P.: No.
T.: Puedes comprar una libreta de estas con divisiones y pensar en diferentes
apartados. Por ejemplo: apartado a) situaciones que tiendo a evitar y posibles
soluciones, y en este mismo apartado poner las posibles soluciones en las que
vas pensando: “pedir a alguien que me acompañe, dar información acerca de
cómo me encuentro...” (la terapeuta repite ejemplos que la propia paciente ha
señalado como aspectos que la ayudarían)... Así, si te vuelve a ocurrir algo simi
lar, puedes recurrir a este apartado en concreto y revisar posibles ideas que en
un momento de mayor intensidad o nerviosismo no se te ocurran. ¿Esto crees
que te podría ayudar?
R: Sí, podría hacerlo (saca un bolígrafo para tomar nota de la propuesta)... sí, lo
puedo hacer, porque muchas veces en el momento no me viene ninguna idea,
pero después lo pienso y sí que me viene alguna más tarde... a lo mejor si lo
tengo apuntado me resultaría más fácil recurrir a ello.
T.: Sí... además, el simple hecho de anotarlo ya facilita que de alguna manera
se te vaya quedando grabado en la memoria... el dedicarle tiempo, buscar un
apartado en esta libreta en donde ubicar la idea y redactarla te puede ayudar a
memorizarla. Y, por supuesto, si en un determinado momento, por lo que sea te
bloqueas, puedes recurrir a esta libreta, que ejercería de memoria para ti.
Sesión 13
14 En general con los pacientes puedo hacer trabajo a mayores si creo que les puede beneficiar (por ejem
plo, un resumen de la evolución y de cosas que hemos trabajado, estrategias que han funcionado...), pero
no me comprometo en una fecha para evitar no cumplir siendo realista con la carga de trabajo que tengo.
Esto me permite dar ejemplo y que los pacientes sepan a qué atenerse.
R: Bien... bueno... al principio empecé engañándome a mí misma, pero sí he
quitado algunas cosas y las he escondido en el armario; aunque me creaba
muchísima angustia pensar que iba a tener todo guardado y que no iba a
encontrar nada a mano cuando me encontrara mal, 15 por lo que no las había
guardado todas 16 y era como un autoengaño, me decía que ya había guardado
cosas pero no estaba todo... Bueno, esos días seguí haciéndome daño pero
sintiéndome muy mal, porque... bueno, por tener que llegar a ese extremo,
pero después también por no haber podido dar el paso de despegarme de
todo y como cerrar un capítulo... Después, han ido pasando días en los que
iba añadiendo cosas, metiendo cosas en cajas más pequeñas en otros sitios
del armario.
T.: ¿Están cerradas? ¿Las cerraste como hablamos?
P.: Sí. Y ha llegado un momento en el que me he deshecho de todo y he pasado
unos días en los que cuando me despertaba por la noche me angustiaba muchí
simo, pero... hum... entre... entre pensar que lo estaba haciendo, que tenía un
compromiso en la terapia, que era importante no hacerme daño y vencer esta
fase inicial más difícil, pues... no sé... pues que... no sé, ha habido... no sé expli
carlo muy bien, pero... no sé... ha sido más pensando en eso que en otra cosa
(la paciente se refiere al compromiso con el terapeuta) y ya han pasado varios
días desde la primera vez que te envié el mensaje (la paciente me comunicó por
mensaje que había conseguido no hacerse daño dos días seguidos, compartió
su logro). Bueno, por eso y porque estaba mi prima en casa estos días, pero
bueno...
T.: No vale quitarse méritos.
P.: No, vale (sonríe), es verdad, porque en otras ocasiones ha estado y me he
hecho daño igual.
P.: Lo que me pasa ahora es que me siento más eufórica de lo habitual, pero voy
guardando cosas... ciertas cosas que me molestan y después exploto en el tra
bajo por una cuestión sin importancia. Son cosas que no sé controlar, bueno, es
15 Un claro ejemplo de cómo tener a mano un objeto con el que poder dañarse a algunas personas, para
dójicamente, les da seguridad.
16 Veremos más adelante que los objetos eran muy variados y que muchos tenían un componente emocio
nal importante para la paciente.
que no me había pasado esto muchas veces: el sentirme eufórica por un lado y
después tener esos momentos más de impulso, por lo menos verbales. Es algo
que no sé manejar.
T.: ¿Me puedes poner un ejemplo?
La paciente pone un ejemplo de una situación que ocurre con una compañera
de trabajo que a ella le genera inseguridad, nerviosismo e incertidumbre y vemos
cómo abordarla. En este caso no se trata de alguien cercano, por lo que las estrate
gias a las que ella puede recurrir con alguien de confianza no le valen (la paciente
no se siente suficientemente fuerte para abordar estos conflictos directamente
con una persona que ella percibe como muy irritable, despreciativa e invalidante).
Intentamos que se centre exclusivamente en lo que depende de ella (hacer bien su
trabajo y centrarse exclusivamente en lo que son sus funciones) y que no intente
solucionar cosas que corresponden a otras personas. Esto le ayuda a ordenar
ideas.
P.: Sí, yo creo que a veces doy por hecho que me tiene que valer todo, que tengo
que aceptar todo lo que pasa, como que tengo que hacer cualquier cosa que me
digan, que no tengo que rebatir nada.
T.: ¿Y es así?, ¿es justo eso?
P.: No, viéndolo cuando estoy más serena, no, porque sé que no tengo por qué
tragar con todas las situaciones que se dan ni hacer cosas que no me corres
pondan.
T.: Yo creo que sería positivo que puedas decir lo que piensas y lo que te parece
injusto. (La paciente escucha.) La clave está en las formas.
P.: Ya.
T.: Y tú eres una persona muy respetuosa, explotar sería perder las formas, gritar,
empezar a insultar o faltarle al respeto... ¿Tú crees que harías eso?
P.: No, pero como me he visto haciéndolo antes, antes de la terapia con otra gente,
siempre tengo el miedo de que se vuelva a repetir... Eso sí que eran explosiones
y tengo miedo a que se produzca la misma reacción... aunque, bueno, tampoco
me veo ahora igual que antes.
T.: De hecho, por lo que comentas, parece que has aprendido de lo de antes...
estás diciendo que es algo que no te gustaría repetir. (La paciente asiente.)
¿Cuánto tiempo llevas sin repetir eso?
P.: Pues... Seis o siete años. (La terapeuta asiente.) Vale, sí.
d. Cosas que me hacen sentir bien o que me ayudan a relajarme (aquí puedes
anotar frases que te han impactado, imágenes placenteras que te ayudan
a recordar buenos momentos...).
R: Aquí otra vez me ha pasado lo mismo de ver las cosas... pues eso, de cosas
de las que era consciente pero que nunca verbalizaba o que no sabía por qué
me pasaban porque lo de ser dependiente del criterio y opiniones de los demás,
pues a mí es una cosa que me pasa. Por ejemplo, una vez me tocó estar sen
tada al lado de un compañero con el que no me llevo especialmente bien, esta
persona estuvo hablando continuamente sobre cosas sobre las que yo no daría
la razón a nadie: sin embargo, yo le seguía la conversación y, aunque me estaba
poniendo mala y pensaba “¿pero qué estoy haciendo?”, era como si no fuera
capaz de defender mi idea... Me imagino que me parecerá menos importante
o es que no sé defenderla... él pretendía que yo asintiera en cosas que son
básicas y con las que no estoy de acuerdo, pero, en lugar de decírselo, asentía
como si estuviera de acuerdo.
T.: ¿Le llegaste a decir que estabas de acuerdo?
P.: Pues... sí, creo que sí, porque lo seguía como si le dijera “pues sí,tienes razón”.
T.: ¿Por qué crees que reaccionaste así con esta persona?
P.: Pues no lo sé, pero cuando leí esto me di cuenta de que es algo queme pasa.
T.: ¿Te pasa con más gente?
P.: Con mucha gente, sí.
T.: ¿Con personas más cercanas, con las que tienes más confianza?
R: No, en casos más cercanos no.
T.: Entonces, la confianza es importante para ti... (La paciente asiente.) Eso significa
que la capacidad está ahí, pues es algo que haces con la gente más cercana, a
ellos sí les dices lo que te parece...
P.: Sí.
T.: Entonces esto que ha ocurrido lo puedes utilizar como ejercicio para practicar...
puedes pensar qué le dirías.
La paciente comenta que a veces tiene miedo de decir lo que siente y piensa,
pero que esto está muy relacionado con el grado de confianza y seguridad de la
relación. Esto también le ayuda a diferenciar una protección lógica (falta de con
fianza y una relación superficial), que en su caso hace que por ahora evite posibles
conflictos que sabe que la desestabilizarían. En otro momento de la sesión, la
paciente comenta lo siguiente:
R: A veces pienso que me disfrazo, por ejemplo, cuando voy al trabajo, allí estoy
un tiempo más o menos camuflada, pero después cuando estoy en mi casa soy
otra.
T.: ¿Y es así? (La paciente se encoje de hombros.) ¿Puede que sean facetas dife
rentes de ti misma más que un disfraz?
P.: No lo sé.
T.: Todos tenemos facetas diferentes que se adaptan a los diferentes entornos en
los que nos movemos: tú puedes actuar de una manera en tu casa y de otra muy
diferente en tu trabajo.
R: Sí, pero me cuesta reconocerme en los diferentes ámbitos, es como si fuera un
disfraz ir al trabajo. Por ejemplo, si me hago daño durante una noche y al día
siguiente voy a trabajar, tengo que estar de otra forma.
T.: ¿Y ahora que te estás cuidando más cómo te encuentras?
R: Ahora me encuentro mejor, no siento ese salto tan agudo.
T.: Me alegro, porque sé que es difícil para ti... te tiene que costar mucho pasar una
noche dura y al día siguiente, aun estando mal, ir a tu trabajo y disimular; tiene
mucho sentido lo que comentas de la sensación de disfraz, aunque creo que es
una defensa necesaria más que un disfraz... algo que tú necesitas para poder
estar en el trabajo y sentirte más segura... si te fijas, coincide con una de las
habilidades de grupo, la de hacer la acción opuesta.
R: Sí, hay veces que ni yo misma me reconozco en el trabajo, que pienso: “Pero
¿cómo puede ser que ahora mismo esté aquí respondiendo así, cuando hace
unas horas me estaba machacando?”.
T.: ¿Te ha ayudado esta sesión?
R: Sí.
R: Aquí, cuando habla de buscar a otras personas para llenar necesidades y caren
cias afectivas, también me parece que me ha pasado... aunque ahora me ocurre
menos, creo, por lo que dices sobre que estoy ampliando mi círculo de amista
des; entonces, me pasa menos, pero a veces, si encuentro a una persona nueva,
sí que me vuelco mucho en ella y después me decepciono porque realmente no
llena ese vacío que siento.
T.: Bien, ahora cuando conozcas a una persona nueva intenta no volcarte de lleno
e ir dando pasos de manera gradual, como estás haciendo en el grupo.
P.: Y aquí al final, cuando dices que necesito comprender qué es lo que me arrastra
a hacer algunas cosas, tengo un interrogante, porque no creo que lo tenga del
todo resuelto.
T.: No, resuelto no, porque te sigue afectando mucho, pero has identificado los moti
vos que te llevan a realizar algunas conductas. Yo me refería a la época en la que
tú te encontrabas muy mal y en la que apareció una persona que se aprovechó
de tu vulnerabilidad y te hizo mucho daño, que te llegó a convencer de cosas
que ahora que las ves desde fuera las puedes ver diferente. Te sigue afectando
y a veces tienes dudas, pero la mayor parte del tiempo tienes claro que ha sido
una persona que te ha hecho mucho daño.
P.: Sí, aunque me sigo preguntando muy a menudo la cuestión de por qué ocurrió,
qué pude hacer yo que provocara todo lo que siguió después... eso es algo que
me machaca mucho.
T.: ¿Tú cómo te encontrabas allí?
R: Protegida.
T.: ¿Y cuando llegaste allí, cómo te encontrabas?
R: Mal.
T.: Mal, y allí te sientes protegida. (La paciente asiente.) Tú lo que hiciste fue dar
tu confianza, por eso ahora insisto tanto en que vayas con cuidado en las rela
ciones, porque hay que conocer mucho a una persona antes de darle acceso
a nuestra intimidad. Tú lo único que hiciste fue confiar... es como si ahora que
confías en mí yo empiezo a sugerirte cosas que son negativas para ti... yo me
aprovecharía de mi situación y de tu confianza, tú no estarías haciendo nada
mal, ¿lo entiendes?
P.: Sí (visiblemente afectada).
T.: Bueno, con calma, esto lo seguiremos trabajando. Ahora creo que necesitamos
un poco más de tiempo para ir trabajando todos estos aspectos, ¿te parece
bien? (La paciente asiente.)
Aquí hago una pausa porque la paciente aún no tiene capacidad para tolerar
conversaciones con una carga emocional elevada y cuando salen estos temas se
pone muy nerviosa y le cuesta mucho tranquilizarse, 17 algo que le repercute pos
teriormente, pues al salir muy afectada de la sesión, tiene más probabilidades de
lesionarse cuando llega a su casa. En este caso, tenemos una dificultad añadida y
es que la paciente todavía es incapaz de ver a esta persona como un maltratador,
se sigue sintiendo culpable y cuando se va se siente dividida: una parte de ella
quiere comentar y trabajar estos aspectos que tanto la han dañado y otra siente
que está traicionando a la figura que la ha maltratado. Esta ambivalencia suele estar
muy presente en las situaciones en las que el abuso surge por parte de una figura
de confianza que tenía que proteger a la paciente cuando aún era niña y se sentía
vulnerable y desprotegida.
17 En estas situaciones es especialmente importante mantener la calma pero, sobre todo, evitar un conta
gio emocional que sería una reacción contratransferencial que puede interferir en nuestra capacidad para
ayudar a la paciente.
Esto es significativo porque el primer día que la paciente acude al grupo es
casi incapaz de hablar, se pone muy nerviosa y se siente muy incómoda por su
evidente nerviosismo. Aun así, se siente arropada por los compañeros y, a medida
que sigue acudiendo a las sesiones, va adquiriendo confianza y se va soltando,
algo que valora positivamente.
Sesión 14
La paciente comenta que en el grupo le han dicho que tiene mejor aspecto,
que la notan mejor y que es cierto, que se encuentra mejor.
Sesión 15
T.: Cuéntame, ¿cómo ha ido el viaje? (La paciente parece muy agitada, se mueve
como si estuviera en un balancín y con esfuerzo dice “bien”.) ¿Por dónde empe
zamos? (La paciente no contesta.) ¿Estás molesta por algo?
R: Sí, pero no... no... pero no... prefiero no decir...
T.: Estás diciendo muchas cosas, estás golpeando la mesa con los pies, apretando
las manos, agarrando las piernas... Me estás diciendo muchas cosas, pero pre
fiero que me comentes qué pasa.
R: No.
T.: ¿Por qué?
R: (Se pone más nerviosa, siguen los movimientos.) No... porque para la mayoría
ha sido positivo.
T.: ¿Tiene relación con el tema que salió de los malos tratos?
P.: Sí.
T.: ¿Qué sentiste cuando se habló de eso?
P.: Que ellas son capaces de hablar de sus cosas (rompe a llorar) y yo no lo consigo.
T.: Vamos avanzando... te sorprendió la capacidad que tienen para hablar de expe
riencias negativas previas.
P.: (La paciente llora, visiblemente afectada.)
T.: Está bien expresar sentimientos, ahora intenta un contacto visual, no quiero que
ocultes la mirada conmigo, sé que es algo aprendido, pero me gustaría que pue
das mirarme cuando hablas conmigo... permítete llorar, tienes derecho a llorar
si te encuentras mal. . . 18
R: (La paciente tiene la cara tapada con la mano, como si se avergonzara de llo
rar.)
T.: ¿Puedes quitar la mano? Encerrarte en ti misma es transmitirte el mensaje
de que no puedes expresar emociones... ¿Me haces un gesto para que sepa
que me estás escuchando? Si me estás escuchando puedes poner la mano
izquierda encima de la mesa.
R: (La paciente pone la mano izquierda encima de la mesa.)
T.: Bien... quiero que sepas que puedes llorar, aquí puedes expresar tus sentimien
tos, el que tú puedas expresar esto aquí es un gran paso... Porque habitualmente
lo que haces es callarte las cosas y acumular hasta que acabas explotando...
P.: (La paciente se va tranquilizando un poco.)
T.: Ahora intenta subir la mirada poco a poco, hasta que me tengas en tu ángulo de
visión, conmigo no tienes que ocultar la mirada.
R: (La paciente con gran esfuerzo va subiendo la mirada, aunque es incapaz de
m irar directamente.)
T.: Bien, muy bien. . . 19
R: (La paciente sube algo más la mirada.)
T.: ¿Te ha costado mucho decirme eso?
R: (La paciente asiente.)
T.: ¿Te gustaría poder hablar libremente de las cosas que te afectan?
R: (La paciente asiente.)
T.: Si te das cuenta, al no hacerlo te estás juzgando... estás comparando... ¿te
puedo poner un ejemplo físico?
R: (La paciente asiente.) Es que estoy...
T.: Muy activada, por eso vamos a intentar poner en práctica lo que hablamos del
manejo de emociones... tienes derecho a encontrarte mal por lo que ha ocurrido
en el grupo, por escuchar comentarios que a ti te atañen muy de cerca y te afec
tan... Cuando puedas me miras y te pongo un ejemplo.
R: (Sigue con movimientos.) Uf... es que... ahora... ahora tengo miedo a mirar.
18 Aquí la terapeuta intenta comunicar a la paciente que expresar sentimientos está bien, a la vez que
procura que fije un contacto visual (ella ha aprendido a evitarlo pero se puede cambiar empezando en la
consulta con el terapeuta).
19 Refuerzo durante el intento de seguir la pauta que le propone la terapeuta para que la paciente sepa que
es justo eso lo que se le está pidiendo y que se valora.
T.: Por eso insisto, si consigues mirarme a mí vas a poder tranquilizarte. Te necesito
aquí presente, no en otro sitio reviviendo cosas... Sé que es difícil. {La paciente
sigue sin ser capaz de mirar, la terapeuta intenta facilitar esta conexión des
viando temporalmente la atención.) ¿Qué tienes aquí? 20
R: La postal que me enviaste.
T.: ¿Por qué la llevas ahí?
R: Me gusta releerla.
T.: ¿Puedo verla? (La paciente asiente, se tranquiliza un poco.) Je escribo aquí que
estoy muy orguliosa de ti... Te escribo que espero que este año puedas verte con
otros ojos, como te veo yo (esto es algo que es importante para la paciente).
R: Sí.
T.: ¿Te ayuda releerlo?
P.: Sí.
T.: ¿A ti te gustaría verte a ti misma a través de mis ojos?
R: Sí.
T.: A veces lo consigues, ¿verdad?
R: Sí.
T.: ¿Ahora me puedes mirar? (La paciente sube la mirada, podemos seguir con la
sesión.)
La paciente, con mucho esfuerzo, explica que está nerviosa por el testimonio
de las pacientes que se habían incorporado al grupo, que aunque no habían entrado
en detalles, a ella se le removieron muchas cosas en el interior porque el testimonio
la conectó con situaciones de abuso vividas por ella. Es en este momento cuando
intento explicarle que cada situación es única, que la manera de sentir de cada per
sona en cada situación es única y que no es comparable, que es muy importante
que no se compare y que, si no puede realizar comparaciones, que tenga presen
te que le falta información para poder hacerlo.
T.: Agradezco que hayas compartido esto conmigo, ¿te ha servido de algo lo que
hablamos?
R: No... te agradezco que me lo expliques así, pero no me quedo mejor.21
20 La terapeuta introduce un descanso cambiando de tema, pasando a uno que agrada y tranquiliza a la pa
ciente (la postal), un objeto simbólico que la paciente lleva consigo para releerlo cuando se encuentra mal.
En definitiva, la terapeuta intenta tener presente cómo se encuentra en ese momento a la vez que recuerda
que esto es algo muy difícil para la paciente.
21 El que la paciente diga que no está mejor es un paso importante, pues está acostumbrada a agradar y
a decir lo que los demás esperan (en este caso sería un: “Sí, me ha ayudado").
T.: ¿Cómo te quedarías mejor? (Silencio.) ¿Te quedas menos mal o igual? (Silencio.)
¿Qué es lo que más te ha afectado de la situación? (Silencio, más movimientos.)
¿El ver cómo se expresan y compararte o el contenido de lo que decían?
R: Las dos cosas.
T.: ¿Cómo te sentirías si yo te pidiera que hables abiertamente de un tema que te
afecta tanto?
P.: Mal.
T.: Te sentirías mal... ¿Te parecería lógico que yo esperase eso, que puedas hablar
de este tema abiertamente sin mostrarte afectada?
P.: Pues no lo sé, pero no sería capaz.
T.: Por eso te lo pregunto... sería una barbaridad que yo te pidiera eso en este
momento... por eso siempre te digo que necesitas tu ritmo, que no te fuerces,
que cada persona tiene una situación única.
La paciente sigue afectada, aquí intento que conecte con las dificultades de
otra persona para que pueda aceptar las suyas (el preguntarle por algo que a ella
le afecta como si fuese a otra persona le suele ayudar).
T.: Imagina que a uno de tus compañeros le cuesta mucho hablar de un tema, ¿qué
pensarías tú?, ¿qué le dirías?
R: Que le vendría bien.
T.: ¿Qué le vendría bien?
R: Es igual.
T.: No, no es igual, ¿qué le vendría bien?
R: Poder hablar de sus cosas como han hecho ellas.
T.: Crees que a ellas les ha ayudado... bien, pero imagina que a otra persona del
grupo le cuesta expresar algo... ¿qué le dirías a esa persona si se compara
con ellas y dice que se siente mal porque no puede hablar como ellas?, ¿qué
le dirías?
R: No lo sé... le diría que no forzase.
T.: ¿Le ayudaría forzarse?
R: No, creo que no.
T.: Claro que no... la gente no arranca forzándose... la gente arranca respetando
su ritmo, la gente arranca cuando no se juzga. (La paciente se muestra más
tranquila. Silencio.)
T.: Entonces me quieres decir que tú no tuviste nada que ver... esto (factor externo)
es lo que ha conseguido que no te hagas daño durante esta temporada.
(Silencio.) ¿Fue esto lo que te hizo guardar los objetos en cajas?
R: No.
T.: Pues tal y como lo estabas comentando parecía que sí... Bien, ¿y antes de (fac
tor externo) hubo días en los que manejaste tú las situaciones y evitaste hacerte
daño?
R: Sí.
T.: Bien, entonces no te quites méritos... independientemente de los motivos que te
llevaron a no hacerte daño (incluidos los factores externos), la que manejaba la
situación eras tú, la que guardó los objetos fuiste tú y la que evitó hacerse daño
durante una temporada eras tú. (La paciente asiente.)
A la paciente le cuesta mucho valorar sus logros y sigue viendo tanto el castigo
como el manejo del mismo como algo ajeno, algo que “hace otra persona”, como si
no fuese ella. Esto es importante trabajarlo, pero al ritmo de la paciente, no es algo
que pueda asimilar en un par de sesiones y le llevará tiempo. En este momento de
la terapia, la paciente acude paralelamente a una psiquiatra con la que está tratando
el tema de los abusos.
T.: Yo creo que la clave está en si tú ahora mismo tienes la capacidad para tolerar
estos temas que estáis trabajando, lo único que te puedo decir es que recuerdes
que no conviene forzar estos temas. Si tú sales mejor (o, aunque salgas peor, si
después te sientes mejor), estupendo, pero si sales reviviendo cosas del pasado,
quizás no sea el momento para hacerlo; pero siempre voy a respetar vuestra
decisión.
T.: Yo te puedo explicar cómo trabajo y cómo hago las cosas. Y soy partidaria de ir
tocando los temas según surgen en la terapia, pero eso no significa que sea la
única manera de hacerlo. Cada profesional tiene su manera de trabajar, eres tú
la que tiene que valorar lo que te ayuda en cada momento. Rosa es una exce
lente profesional, si a ti te está ayudando este enfoque, pues fenomenal.
R: Ahora me ha pedido que me eche cremas por las piernas y los brazos, pero
cuando lo hago por la noche me siento mal, aunque sé que me lo dice para que
tenga otras sensaciones.
T.: Bien, pero ¿tú qué sensaciones tienes?
P.: Negativas.
T.: Es importante que se lo digas, porque puede que ahora no estés preparada
emocionalmente para este ejercicio... Esto no significa que no lo vayas a estar
nunca, pero si te encuentras mal puede que no sea el momento y es importante
que le digas cómo te sientes.
R: Con la terapia que hago allí me quedo enganchada a las cosas de antes.
T.: ¿Esto te ayuda?
R: No lo sé... yo me siento mal.
T.: ¿Cuántos días has probado a echarte estas cremas?
P.: Varios.
T.: ¿Y cómo te has sentido?
P.: Muy mal, como reviviendo las cosas de antes.
T.: ¿Y eso te ayuda?
P.: No, porque no me siento bien cuando me pasa eso.
T.: Pues es muy importante que se lo digas.
P.: Pero puede que lo haga mal y por eso no funciona...
T.: No creo que lo hagas mal... creo que te activas emocionalmente y vuelves a
revivir situaciones pasadas; es muy importante que esto lo hables con ella, igual
que lo estás hablando conmigo.
En estos temas creo que primero hay que ayudar al paciente a fortalecer habi
lidades para que ser capaz de tolerar y manejar las reacciones emocionales que
se puedan activar antes de dar estos pasos. A veces, por mucho que nos insista
un paciente, es importante ayudarle a frenar. El centrarse en el momento actual y
fortalecer recursos permite al paciente tocar temas de atrás. En una ocasión una
paciente me decía que quería “revolver en la mierda, revolver hasta que apestase"
para hacer frente a todos los traumas que tenía y hacerles frente, pero realmente no
tenía capacidad para tolerar lo que salía al “revolver la mierda”, pues cada vez que
una situación actual le recordaba algo de su pasado se activaba de una manera bru
tal, reviviendo detalles pasados con una intensidad aplastante... Y conociendo esto,
aunque la paciente insistía en trabajar estos temas, le expliqué las posibles conse
cuencias negativas y cómo podríamos trabajar para avanzar y llegar a estos temas.
T.: Ahora mismo sigues activada emocionalmente, pero parece que estás algo más
tranquila.
R: Sí, algo sí.
T.: Pues anota lo que te venga a la mente al salir de la sesión y durante los siguien
tes días; así en la siguiente sesión lo retomamos.
Sesión 16
Aquí hay un paréntesis entre las sesiones, puesto que la paciente tiene que
atender a una serie de problemas físicos y no puede venir con la frecuencia habitual.
En esta sesión la paciente tiene dudas acerca de sus logros y, de nuevo, empieza
a atribuir su control del castigo a un factor externo. Evidentemente esto es algo que
conviene abordar, pues la paciente estaría cediendo su control, el control adquirido,
a factores externos, lo que limitará su capacidad para seguir manejando el tema de
las autolesiones y el castigo.
T.: Has estado más de cincuenta días sin lesionarte y te has sentido bien... pero
volvemos a la situación de antes... me dices que lo estuviste controlando por
un factor externo, cuando la realidad es que anteriormente habías estado veinte
días sin lesionarte, ¿es así?
R: Sí.
T.: Bien, como es un factor externo lo que me dices que te ayuda a manejar el
tema de las autolesiones, el castigo, he pensado que quizás podemos aparcar
temporalmente nuestras sesiones, pues es un factor externo lo que quizás te
motiva a seguir por ese camino. Lo he comentado con el equipo y ellos no están
de acuerdo conmigo, no creen que esto sea positivo y yo no voy a tomar deci
siones que no sean positivas para ti, pero sí me lo he planteado. Me comentas
que te sigues haciendo daño y esto me preocupa porque es una interferencia,
interfiere en tu estabilidad y en la manera que tienes de tratarte. Es una con
ducta que interfiere en la terapia y que lo hace de manera constante. Por eso
me planteo esperar y no fijar citas hasta que esto se maneje. Pienso que tienes
un cierto control, pues has estado unos cincuenta días sin lesionarte, pero como
afirmas que lo que te funciona es un factor externo, miedo a algo, como tú me
has comentado, pues pienso que esto puede ser el factor externo que ahora te
motive; ¿qué te parece?
R: (Se queda en silencio un rato.) Pues me parecería como un castigo.
T.: Te parecería un castigo... pero el castigo es el que te haces tú a diario...
R: Ya.
T.: Ahí está la contradicción... Para ti sería un castigo el que para mí sea lo sufi
cientemente importante distanciar unas sesiones para que tú te cuides y dejes
de hacerte daño., cuando lo que busco es un cuidado por tu parte... (Silencio.)
¿Ves la contradicción?
P.: Sí (en voz baja).
T.: ¿Y qué te parece?
R: (Silencio.) Pues que... ahora... pues... a mí venir aquí me ayuda.
T.: Hay profesionales que llegan a acuerdos con los pacientes, en los que se com
prometen a estar a su lado mientras la persona no se haga daño, pero que si
se hace daño dan por finalizado el tratamiento... Yo hasta ahora esto no lo he
hecho porque me parece un poco rígido, pero el tema es que ahora, al conocerte
más, creo que sí tienes la capacidad para manejar estas situaciones. Para mí es
un requisito importante que tú sigas avanzando, si no avanzas lo veo como un
fracaso mío, no tuyo, ojo; pienso que quizás no soy la persona más adecuada
para ayudarte. Yo me planteo: ¿en qué te ayudo?... sé que te sientes cómoda,
sé que las sesiones de psicoeducación te ayudan porque haces reflexiones muy
buenas, pero... Te sigues lesionando casi a diario. Entonces yo pienso que hay
algo que no estoy haciendo bien, no te estoy ayudando a que dejes de hacerte
daño, ¿qué te parece esto?
R: Pues que desde que vengo he mejorado.
T.: Yo también lo creo y veo muchos cambios, de hecho sigo insistiendo en que tú
has separado estos objetos con los que te hacías daño y los has guardado, pero
también veo que al pasar el tiempo dejas de valorar tu esfuerzo y lo atribuyes
a factores externos y, si esto es así realmente, la terapia no está resultando
efectiva y es importante replantearla. Llegados a este punto, me parece una
contradicción muy grande seguir avanzando en las sesiones de psicoeducación
como si nada, mientras sé que tú te sigues haciendo daño... Sé que esto que te
planteo es difícil, pero es importante revisar lo que estamos haciendo... Y, ojo,
sé que eres una persona trabajadora que ha avanzado mucho, eso no lo olvido.
(Silencio.) Creo que es importante hacer un trabajo de reflexión... ver qué es
lo que estamos haciendo ahora y qué puede ser conveniente a partir de ahora.
(Silencio.)
R: No sé... (silencio)... no es solo la cuestión del castigo, hay otras cosas que...
que aquí veo de otra manera... y si no tuviera la terapia, pues... No lo sé.
T.: Termina lo que ibas a decir, que me interesa mucho. (Silencio.)
R: Pues... no sé... que... (a la paciente le cuesta mucho hablar porque en todo
momento está pensando que la terapeuta va a dejar de atenderla) que... no
es solo lo del castigo... lo que hay... está todo lo anterior, pero cambia con la
terapia.
T.: ¿Crees que sí?
R: Sí.
T.: Yo también creo que hay cambios. No quiero dejar de atenderte, no es algo
que quiera hacer... sé perfectamente tu grado de implicación en la terapia y es
algo que valoro y que admiro muchísimo, pero necesito que te cuides, que no
te hagas daño... No estamos iniciando una terapia, llevamos tiempo trabajando
juntas... Yo confío al cien por cien en que tú tienes la capacidad para manejarlo...
tú dudas y esas dudas, precisamente, son las que hacen que al final te acabes
lesionando. Está el tema de volver atrás: yo creo que hay que seguir avanzando,
hay que ayudarte a estabilizarte, a fortalecer recursos, es importante que ten
gas fortaleza y estabilidad para poder tolerar ciertos temas que ahora mismo tú
quieres seguir sacando y que no es que no hayas comentado... No es que no
puedas sacarlos ni que no los puedas comentar, sino que interfieren porque se
sacan constantemente, relacionado con todo lo que haces... y ahora mismo yo
no soy capaz de ver el aspecto positivo... Sí veo positivo que te centres en el
presente, en seguir avanzando... Si volvemos al tema del pasado, ayudamos a
revivir situaciones que te han hecho mucho daño. Estamos en el año 2006, no en
el año en que esto ocurrió: “Nadie puede hacerme daño ahora, la que se hace
daño soy yo", “Me han hecho mucho daño, he sufrido mucho, pero ahora ese
daño lo hago yo”. Antes te hacían daño, te han hecho muchísimo daño y eso no
se olvida, lo tengo clarísimo... El problema es que mientras tú te sigas haciendo
daño te mantienes conectada con esta situación de manera constante... lo
sigues reviviendo. Entonces, para mí, esto no es compatible con el trabajo que
estamos haciendo. Sí veo un avance muy grande en ti y estoy muy orgullosa,
pero también veo la necesidad, llegadas a este punto, de reflexionar. Entiendo
que pones mucho de tu parte para intentar no hacerte daño y, de hecho, me inte
resan mucho más los días en los que consigues no hacerte daño. (Silencio.) Esto
que te estoy diciendo es un planteamiento, no estoy tomando decisiones, yo no
tomo decisiones que te incumben sin hablarlo antes contigo, ¿eso lo sabes? (La
paciente asiente.) ¿Sí?
P.: Sí.
T.: ¿Por qué lo sabes?
R: Porque otras veces... aunque ahora... ahora veo que tienes como más tomada
la decisión.
T.: ¿Crees que tengo la decisión tomada?
R: Sí, has tomado la decisión, no es como otras veces.
T.: Yo no tengo ninguna decisión tomada, estoy hablando contigo, te estoy plan
teando lo que pienso. Yo sabía que te iba a ver y antes de la cita estaba pen
sando: “¿Cómo estará Carmen?, ¿se estará cuidando?, ¿qué puedo hacer para
ayudarla?, ¿qué puede ser más útil ahora?, ¿qué podemos hacer?, ¿esto la
ayuda, esto no la ayuda?”... Todo esto yo me lo planteo antes de las sesiones...
y lo hago porque me importa. Llevamos tiempo conociéndonos, llevamos tiempo
trabajando juntas y sé lo importante que es esto para ti... (Silencio.) Insisto, para
mí es admirable el grado de implicación que tú tienes y eres una persona de
la que me siento muy orgullosa, pero precisamente por todo esto creo que es
importante que insista... en la importancia de que no te lesiones; yo te planteo
esto porque me interesa que te cuides, que te trates con respeto, que te trates
con cariño, que te trates como una persona digna de ser querida y de ser respe
tada... no que te trates como te trataban personas que te han hecho daño.
P.: Pues es que... no... será que... De las cosas que voy viendo y eso que... no sé
ponerlo en práctica y...
T.: ¿Es eso?, ¿crees que no sabes poner en práctica las cosas que vas viendo?
R: No siempre puedo.
T.: Es que yo no lo veo así... ahí está el problema... la contradicción es que yo no lo
veo así... te veo como una persona muy capaz. Porque, si yo realmente te viese
como una persona que no es capaz, no te plantearía nada de esto... si yo real
mente viese que eres una persona que no sabe o no puede poner en práctica
alternativas, no te diría esto... Te lo digo porque confío plenamente en que tú sí
puedes, porque me lo has demostrado y te lo has demostrado a ti misma durante
más de dos meses... y eso tiene un valor tremendo y está ahí... y creo que pue
des volver a retomarlo, creo que puedes retomarlo siendo más justa contigo. Me
explico: me parece muy injusto que atribuyas ese control a factores externos.
Entiendo que influyen y que están ahí; el miedo, por ejemplo, nos influye, claro
que sí, es una señal de alerta, un indicador, pero ¿quién maneja?, ¿quién tenía el
control durante esos días? Tú puedes decir que el miedo te ha influido, y esto es
cierto; también puedes decir que el estar acompañada te ha influido, y también es
cierto, pero ¿hubo momentos en los que estabas sola?
P.: (La paciente se muestra incómoda.)
T.: Es importante: ¿hubo momentos en los que estabas sola?
R: Sí.
T.: Los hubo...
R: Sí.
T.: Los manejabas... ¿quién manejaba ahí?, ¿tú?, ¿los demás?
R: (En tono muy bajo.) Yo.
T.: Claro que sí y lo puedes decir más alto porque es así, eras tú la que manejaba
esa situación. (La paciente asiente.) ¿Y cómo lo manejabas?
P.: Con las alternativas que he aprendido desde que estoy en terapia.
T.: Entonces, la capacidad la tienes.
R: La capacidad, sí.
T.: La capacidad... ¿qué falta entonces?
P.: (Silencio.)
T.: La capacidad sí, la motivación sí, el esfuerzo también, ¿qué falta entonces?
P.: (Silencio.)
T.: ¿Qué falta?... o ¿qué sobra?, ¿sobra el castigo? No te mereces castigarte... te
mereces cuidarte y respetarte... ¿Tiene sentido esto que te digo?
P.: Sí... no sé por qué... no sé, porque me siento como enganchada... es como si
tuviera más fuerza cada vez...
T.: ¿Sabes lo que creo yo?
P.: ¿Qué?
T.: Eres una persona luchadora, a la que le da muchísimo miedo el cambio... lo
quieres y lo deseas con muchísima fuerza, pero al mismo tiempo te da miedo...
En el momento en que vas avanzando, que vas controlando, te sientes orgullosa
y de hecho lo compartes, lo cual, por cierto, es una cualidad que tienes, la de
compartir los logros con los demás... ¿Qué ocurre? Que también te da miedo.
Es algo que le ocurre a mucha gente: que en el momento en el que la persona
empieza a mejorar y se va manteniendo esta mejoría, surge el miedo... el miedo
a quedarse sola, a que si desaparecen los problemas o las conductas autodes-
tructivas ya no haya nada que trabajar, a que los terapeutas ya no estén ahí...
muchas cosas, pueden surgir muchos miedos. No siempre es algo consciente,
pero suele ocurrir tras una etapa de cambio importante... La persona puede
sentirse ambivalente, pues por una parte está contenta, pero por otra surgen
los miedos, las preguntas del tipo “¿podré mantener esto ahora?”... No sé si me
explico.
P.: Sí.
T.: Bien, vamos a hacer un descanso de siete minutos, ¿puede ser?
P.: (Sorprendida.) No lo sé.
T.: Te voy a dejar aquí sola unos minutos para que pienses en lo que estuvimos
hablando, en todo lo que te genera y en un acuerdo al que crees que podríamos
llegar, ¿puedes? (La paciente asiente.) Después seguimos con los ejercicios. (La
paciente sigue sorprendida. La terapeuta le deja unos folios y un bolígrafo.)
No suelo hacer este tipo de pausas, pero con Carmen en ocasiones resulta
útil porque le cuesta mucho procesar la información (sobre todo cuando está acti-
vada emocionalmente y más cuando se trata de tanta información). Por supuesto,
el temor a ser abandonada está presente, lo cual puede ser una interferencia o una
motivación para ella. Esto no es predecible. El objetivo de esta pausa y de esta
sesión tan intensa es intentar que la paciente reflexione y se dé cuenta de las inter
ferencias que ella misma está introduciendo en su proceso de terapia.22
Entre algunas de las cosas que la paciente ha anotado figura: “Dejar la terapia
porque me sigo castigando me asusta, porque lo viviría como lo estoy viviendo ahora,
como un castigo que me pones tú, y creo que volvería a él con más desesperación”.
22 Durante esta sesión, la terapeuta intenta que la paciente se atribuya el control de lo que decide en cada
momento, a la vez que se normalizan las “recaídas" por el temor al cambio. La importancia de la atribución
de control en este caso radica en que teniendo el control podrá evitar este tipo de comportamientos con más
frecuencia (sin embargo, si lo atribuye a factores externos es más probable que se repita).
Es importante mencionar que esta paciente ha sufrido varios traumas y que
estos han sido de larga duración (años) y muy brutales. Esto hacía que quisiese
tocar temas del pasado de manera constante, hasta el punto de asociar cualquier
evento de la vida cotidiana con eventos y situaciones vividas en el pasado. Ello no
ayudaba a la paciente, pues no tenía la estructura mínimamente fortalecida para
tratar estos temas tan intensos.
Por último, hay que señalar que aunque esta sesión no fue de agrado para
la paciente, como era de esperar, nos ayudó a dar un giro a la situación a la que
habíamos llegado en la terapia.
Sesión 17
Sesión 18
P.: He visto un poco la evolución porque desde el principio he ido siguiendo cosas
que me has dicho, pero haciéndolo porque me lo decías, más que porque real
mente estuviera convencida yo; muchas veces hacía lo primero que se me ocurría
como alternativa, pero en realidad yo ya estaba convencida de lo contrario;23 pero,
después, estando menos activa emocionalmente, he visto que cuando llegaba a
casa era capaz de hacer un par de cosas que me ayudaban a estar más a gusto
(prepararme la cena, mirar un portafotos en el que pongo fotos de personas impor
tantes para mí, pensar que ellas no querrían el trato que me doy habitualmente...),
dos o tres cosas que me ayudan a no dispararme tanto al llegar a casa.
Sesión 19
P.: Trato de permitirme sentir como me siento, como me dices tantas veces tú, sin
juzgarme, aunque te aseguro que esto me hace más consciente de la cantidad
de veces que me juzgo.
T.: Esto es positivo, sin hacerte consciente de estas cosas no las puedes cambiar.
Antes te encontrabas mal pero no sabías por qué; ahora lo identificas y eres
consciente de ello. Me parece un avance.
Sesión 20
T.: ¿Por qué te pellizcas?24 (La paciente frena el comportamiento.) ¿Te ayuda eso?
(Silencio.) ¿Puedes intentar seguir comentando lo ocurrido sin pellizcarte? (La
paciente asiente y continúa.)
La paciente se ha vuelto a “castigar” por “no saber hacer las cosas bien”.
Como le cuesta mucho arrancar con este tema, pues siente que traiciona a la otra
persona que la atiende, hablamos de diversas alternativas que ha puesto en prác
tica durante estos últimos dos meses y recordamos avances. De hecho, la paciente
menciona una nueva alternativa: cuando escucha música, intenta averiguar qué
quiere transmitir el compositor con un determinado tema.
24 Quizá parezca poco importante abordar el tema de los pellizcos; una de mis compañeras me había co
mentado que tenia dudas sobre lo que haría en una situación similar. Comentaba que obviar los pellizcos
le parecía una incoherencia con el resto de la intervención, pero no sabía si se hubiese fijado o, en el caso
de haberse fijado, no sabia si le habría quitado importancia (al comparar con las lesiones habituales que se
hacía la paciente). Aprovecho este comentario de mi colega para explicar que era imposible no darse cuen
ta, pues la paciente se pellizcaba con fuerza, miraba hacia el suelo y se mostraba muy nerviosa. Ignorar los
pellizcos hubiese sido ignorar el malestar que estaba manifestando de manera intensa.
T.: ¿Qué pasaría si fuese así?
R: Eso me hace sentir muy mal.
T.: ¿Quieres decir que si fuese así te haría sentir muy mal?, si eso fuese cierto, te
sentirías mal, ¿es así? Primero hay que comprobar si eso es cierto. (La paciente
parece calmarse un poco.) ¿Qué pruebas tienes ahora mismo que te indiquen
que yo he perdido la confianza o que la puedo perder?
R: Porque habíamos empezado trabajando con estas cosas y... y... (sollozos).
T.: Sí, es así, y estabas consiguiendo resultados muy interesantes.
R: Sí, en algún tiempo, sí y he estado mejor.
T.: Bien, ¿cómo te has sentido al conseguirlo durante ese tiempo?
R: Pues me sentía bien conmigo.
T.: Te sentías bien... ¿cuánto tiempo ha durado ese cambio más o menos?
(Silencio.) La primera vez duró....
P.: La primera vez fue en torno a cincuenta días o así... No me acuerdo.
T.: Yo sí me acuerdo, efectivamente, fue así y me sentí y me siento muy orgullosa.
(Silencio.) Esa primera vez tenías la sensación de que no podrías volver a con
trolar la situación, ¿lo recuerdas?, ¿te acuerdas de lo que pensabas?, ¿de lo que
sentías? (Silencio.) ¿Qué pensabas?, ¿qué te decías?
R: ¿Después?
T.: Sí.
R: No lo recuerdo.
T.: ¿Te lo recuerdo yo?
P.: Sí.
T.: Te sentías mal, sentías que habías fallado, sentías que contigo no funcionaba...
que tú no eras capaz de mantener cambios... sentías que no podías manejar la
situación, ¿te suena?
P.: Sí.
T.: ¿Te suena parecido a lo que estás sintiendo ahora?
R: (Más tranquila, dejando de llorar.) Sí.
T.: Te suena, ¿verdad?... Sin embargo, muy al contrario de lo que pensabas y sen
tías, no solo conseguiste manejar la situación sino que empezaste a encontrarte
mejor, ¿lo recuerdas?... pensaste en nuevas alternativas, hiciste variantes a las
alternativas anteriores, como la del tren... (la terapeuta está ejerciendo de memo
ria)... está muy bien... ¿cómo lo conseguiste ahí?, ¿qué empezaste a hacer?
R: (La paciente se pellizca de nuevo.)
T.: No quiero que te pellizques... si me puedes mirar, me miras, si no puedes, no te
voy a insistir, pero quiero que sepas que no estoy decepcionada ni he perdido la
confianza ni cambia la visión que tengo de ti... De hecho, estás aquí y me estás
comentando estas dificultades, lo cual creo que es porque tienes la esperanza
de volver a manejarlo otra vez...25
R: (Silencio.)
T.: ¿Y sabes lo que pienso?
P.: (Silencio.)
T.: Estoy convencida de que lo puedes volver a manejar otra vez.
P.: (Silencio.)
T.: No tengo ninguna duda... te puede costar más o menos, pero estoy totalmente
convencida de que podrás, igual que lo estaba la otra vez... Cuando hay un tema
así, de volver a un patrón destructivo, es importante que lo utilicemos como un
aprendizaje, que nos preguntemos, ¿qué pasó aquí?
P.: (Silencio.)
T.: ¿Qué pasó?, ¿estabas aburrida en casa y dijiste “me voy a lastimar”?
P.: (Silencio.)
T.: ¿Es eso lo que pasó? (la terapeuta pretende que la paciente se haga consciente
de que la reacción se debe a una activación emocional y que no es algo que ella
haya buscado o elegido de manera intencionada).
P.: No.
T.: Bien, se despertaron una serie de sensaciones en ti del pasado que te costaba
manejar... pusiste en práctica alternativas, lo intentaste, de hecho, pediste
ayuda, cambiaste de espacio, fuiste clara con tu amiga acerca de las dificulta
des que estabas teniendo (esto se habló por teléfono entre sesiones?6) y fue al
volver a tu casa cuando ya no pudiste frenar el castigo. ¿Es así? (La paciente
asiente.)
P.: Pensándolo, me doy cuenta de que estas cosas me han afectado mucho.
T.: Es lógico, ¿o no?
25 Se le transmite confianza a la paciente, se valora el hecho de que, a pesar de sus dudas, ha acudido a
consulta y comentando esto que la preocupa.
26 En el centro de trabajo disponemos de un teléfono de urgencias para ayudar a los pacientes a manejar
situaciones críticas con las que tienen dificultades. Se acuerda que pidan ayuda antes de hacerse daño o si
piensan que pueden perder el control sobre sí mismos.
R: Sí, pero...
T.: Te gustaría manejarlo...
R: Sí, porque me ha llevado a hacerme daño y me quedaron muy marcados los
recuerdos que me vinieron a la mente.
T.: ¿Crees que todo esto no ha sido lo suficientemente intenso como para interferir
en tu capacidad de control?
R: Sí.
T.: Pero te gustaría manejarlo... El día que hablamos me dijiste una cosa muy sig
nificativa: “Como estoy mejor esto tendría que aguantarlo”.
R: (La paciente asiente.)
T.: Pues yo no estoy de acuerdo, Carmen; es cierto que ahora tienes más recursos
y esto, unido a lo que has trabajado, te permite manejar muchas situaciones,
pero aún estamos trabajando y hay cosas que te siguen afectando de manera
muy intensa. El planteamiento de “como estoy mejor tengo que” es importante
cambiarlo por “estoy mejor, he mejorado mucho y sigo mejorando, pero esto me
ha afectado y me encuentro mal ahora mismo; y tengo derecho a encontrarme
mal y me está costando manejarlo”. ¿Tiene sentido?
R: (La paciente asiente.)
T.: Presionarte más ahora no te va a ayudar, lo que te puede ayudar es intentar
recordar cómo has manejado situaciones similares y qué es lo que ha funcio
nado, para retomarlo.
R: (La paciente asiente.)
T.: Todo lo que has aprendido no se pierde, los recursos adquiridos siguen ahí, todo
eso está ahí... Ahora se trata de recuperar el hábito y la puesta en práctica de
alternativas... que un día no funciona, lo vuelves a intentar al siguiente, así hasta
que funcione. ¿Ha habido algún día de esta semana en que hayas podido frenar
el castigo?
R: No.
T.: ¿Ninguno?
P.: No.
T.: ¿Lo has intentado todos los días?
R: Sí, salvo uno, sí.
T.: ¿Qué has intentado?
T.: Después de todo lo que hablamos, ¿sigues pensando que he perdido la con
fianza?
R: Si lo vuelvo a conseguir, no.
T.: ¿Cómo es eso?
P.: Que si lo vuelvo a controlar, no.
T.: Yo sé que lo vas a conseguir, de eso no tengo dudas. Te recuerdo lo que te dije
el primer día que nos conocimos: cuando algo no funcione, vamos a revisarlo y
buscar otras alternativas, no me pienso rendir.
Sesión 22
Esta sesión resulta bastante dura para la paciente. Acude nerviosa y men
ciona que cuando tiene la menstruación se “vuelve contra ella misma". Aquí faltarían
detalles que ayudarían a entender las dificultades de la paciente, pero a petición
suya no se transcriben. Están relacionados con lo que su maltratador hacía y le
decía durante los días en los que ella tenía el periodo.27
27 Algunos abusadores “aprovechan" los momentos en los que las víctimas tienen el periodo, porque creen
que es menos posible que se queden embarazadas.
Otro aspecto que conviene mencionar es que en esta sesión la paciente
explica que esta persona (el abusador) intentaba provocarla (refiriéndose a exci
tarla) e, independientemente de su respuesta, recibía un castigo (los castigos eran
muy salvajes, pero no se transcriben los detalles a petición de la paciente).
T.: Esta dificultad que tienes... ¿surge de nuevo por la situación de abuso?
P.: Es que... que... que cuando llega el momento de tener la menstruación no
puedo... es cuando me siento más violenta conmigo, es como si no aceptara...
el ser mujer... no.
T.: Crees que es una señal de no aceptar que eres mujer... ¿puede ser un efecto
secundario, entre comillas, de la situación que has vivido con esta persona?
P.: No sé... confundo las ideas porque pienso que por el hecho de ser mujer soy
más sensible y más débil y por eso no me gusta el hecho de ser mujer.
T.: ¿Crees que ser mujer va asociado a una debilidad?
P.: No sé, en mí sí.
T.: Me estás hablando de tu sensibilidad. (La paciente asiente.) ¿Crees que si fue
ses hombre sería diferente?
P.: Sí. (La paciente se agita, empieza a mover los pies.)
T.: ¿Por los hombres que conoces?
R: Sí.
T.: ¿No conoces a ningún hombre sensible?
P: Sí, a (da el nombre de un conocido), pero no es débil, y a (nombre de otro cono
cido), también era muy sensible, pero no era débil tampoco.
T.: Pero tú eres débil... ¿por qué dices que eres débil?
R: Por eso, porque... (silencio).
T.: Yo creo que para pasar por todo lo que has pasado tú hay que tener una for
taleza impresionante... Y para estar saliendo como estás saliendo tú... mil
veces más... (Silencio.) Te voy a hacer una pregunta... (La paciente mira a la
terapeuta.) ¿Este individuo abusaba de ti todos los días? (La paciente baja la
cabeza, la sube de nuevo.) Sí.
T.: ¿Todos los días? (La paciente asiente.) ¿Durante cuánto tiempo?
R: No lo sé.
T.: Más o menos...
P.: Años.
T.: ¿Había días en los que no pasaba?
R: Había días que no.
T.: Pero... era casi todos los días.
R: Sí.28
T.: ¿Cómo empezó?
R: Por un castigo.
T.: Ya... esa es la justificación que dio él. (Silencio.) ¿Qué había pasado?, ¿lo
recuerdas?
R: Las otras chicas le dijeron que yo me había quedado mirando un escaparate.
T.: ¿Y no podías mirar escaparates?
R: No.
T.: ¿Por qué?
R: Porque era una cosa que me distraía de aquello en lo que tenía que estar pen
sando, de las reglas.
T.: ¿Cuáles eran esas reglas?
T.: Vale... ¿eras virgen al llegar allí? (La paciente asiente.)Y dejaste de serlo...
R: Me pasó que el otro día cuando fui a Urgencias a ginecología, el médico me pre
guntó si había mantenido relaciones sexuales; yo le dije que no y... y... cuando
me exploró... Se enfadó conmigo porque me dijo que le estaba engañando por
que (baja la voz) no tenía el himen completo (la paciente se pone muy nerviosa)
y eso... Me dijo que le estaba engañando.
T.: ¿Le pudiste contestar?
R: (Rompe a llorar.) No, porque no sabía qué decir.
T.: ¿Qué hizo?
R: Me dijo que tenía heridas, que fuera a mi ginecólogo y que me hiciera una revi
sión y... (llorando) y que... que volviera si seguía sangrando.
T.: ¿Y te fuiste?
R: Sí.
T.: ¿Te pusiste a llorar?
R: Sí.
T.: Te sentiste mal... la falta de información... (La paciente sigue llorando y se mues
tra afectada. La terapeuta vuelve al tema del abusador.) ¿En algún momento
28 Curiosamente la paciente se tranquiliza cuando se le pregunta por esta situación de manera abierta,
como si tuviese la necesidad de sacarlo fuera y compartir todo lo que ha pasado. Esto no es aconsejable
durante las primeras sesiones de psicoterapia, pues se puede sentir muy mal después de verbalizar sus vi
vencias, por inseguridad, por miedo a ser juzgada, etc. Pero si hay una alianza establecida todos los miedos
e inseguridades podrán ser abordados.
intentó acostarse contigo? (La paciente asiente y mantiene la vista baja.) ¿Lo
consiguió?
R: Cuando las demás se iban por la mañana... él venía a mi habitación y... Al
principio siempre decía algo por lo que me castigaba, pero siempre... siempre...
terminaba con lo mismo.
T.: ¿Qué era “lo mismo”?
P.: (La paciente está muy agitada.) Eh... Eh... (Silencio.) Buscar que... que... que
yo le empezara a tocar y él... y él igual, así...
T.: ¿Eso formaba parte de un castigo?
P.: Él lo unía al castigo.
T.: Él usaba una justificación del castigo, pero lo transformaba en un juego sexual...
Cuando antes decías que intentaba provocarte, ¿te refieres a que intentaba exci
tarte? (La paciente asiente.) ¿Qué ocurría si te excitabas?
P.: Que me castigaba más.
T.: ¿Él se excitaba? (La paciente asiente.) Pero él no se castigaba...
P.: No.
T.: ¿Qué hacía él?
R: Quería que yo siguiera, me decía lo que tenía que hacer... ¡uf! (suspira con
fuerza).
T.: Vale... él te decía lo que tenías que hacer, pero no se castigaba ni te decía
que lo castigaras, ¿eso no te parece un poco incoherente? (Silencio.)
¿Eh?
P.: Es que él decía que tenía que aprender a lo que renunciaba yo.
T.: Durante años casi todos los días... si ese era su objetivo, se podría aprender
como mucho en una semana, ¿no crees? (Silencio.) ¿Qué te parece?
P.: Sí, pero a lo mejor fui yo la que tuvo la culpa de que fuera tanto tiempo.
T.: ¿Y cómo es eso?, ¿me lo explicas? (La paciente se muestra muy afectada de
nuevo, no puede hablar, empieza a respirar con mucha ansiedad.) ¿Qué está
pasando por tu cabeza ahora? (La paciente sigue agitada, se toca la cabeza, se
tapa la cara.) Si tienes que llorar, llora, estás conmigo y aquí estás segura... (La
paciente sigue agitada.)
Esta parte de la entrevista refleja una reacción emocional fuerte por parte de
la paciente. La terapeuta intenta recordar que está en un entorno seguro (así lo ha
verbalizado en anteriores ocasiones la paciente). La reacción emocional se debe a
que la paciente se siente culpable por estar dando esta información, siente que está
fallando al abusador y que puede ser castigada por ello.
P.: Es que tengo un poco de miedo.
T.: ¿A qué tienes miedo?
P.: A que después me pueda pasar algo.
T.: ¿Qué te puede pasar después?
P.: Mmm...
T.: Recuerda que estás conmigo, aquí estamos tú y yo solas. (Silencio.) ¿Crees
que te puede pasar algo por decirme lo que me estás diciendo? (La paciente
asiente.) Esto yo ya lo sabía, ya lo habíamos comentado, de manera más sutil,
pero lo hemos comentado en otras ocasiones. ¿Es eso lo que te decía esta
persona?, ¿que si lo contabas te podía pasar algo? (La paciente asiente.) Otra
justificación... ese es el perfil de un abusador con un comportamiento sádico.
(La paciente mira hacia abajo.) ¿Qué acabo de decir? (La terapeuta intenta
averiguar si la paciente está siguiendo la conversación. Esta se mantiene en
silencio.) Que ese es el perfil de un abusador... ¿eso lo puedes decir?
P: No soy capaz.
T.: No eres capaz, pero ¿lo puedes retener en la cabeza? (La paciente asiente.) Si
fuese otra persona la que estuviese en tu situación, ¿creerías que es la culpa
ble?
R: Es que no entiendo por qué fue así tanto tiempo.
T.: ¿Dónde vivías? (la terapeuta intenta ayudar a la paciente a darse cuenta de su
posición de vulnerabilidad, pues vivía muy cerca del abusador y este, además
de tener acceso a la casa, ejercía poder sobre las personas que vivían en esta
casa).
R: En una casa con otras chicas.
T.: ¿Él dónde vivía?
P: (Menciona el sitio.) Pero pasaba más tiempo allí.
T.: Pasaba más tiempo allí... ¿y tú cómo estabas en esa época?
R: No me acuerdo.
T.: ¿Recuerdas si te encontrabas bien, si te encontrabas mal...?, ¿cómo estabas
cuando acudiste a esa casa?
R: No era muy yo.
T.: No tenías muchas cosas claras... de esto hemos hablado alguna vez, ¿lo
recuerdas? Te encontrabas perdida, buscabas apoyo... (La paciente asiente.) Y
en principio esta persona se mostraba como alguien que se preocupaba, que
tenía interés en ayudarte, ¿es así? (La paciente asiente.) ¿Se mostró castigador
al principio?
R: No.
T.: Claro que no, así es como actúan los abusadores, lo tienen todo planificado... y se
aprovechan... se aprovechan de una persona que no está bien, que es vulnerable
en ese momento... pero eso no te hace culpable de nada. (La paciente se tranqui
liza.) No tiene ninguna justificación, es un comportamiento sádico, un comporta
miento incoherente... Imagina que se trata de una persona que realmente piensa
eso... se castigaría él también; pero en este caso él no se castigaba, eso no
ocurría... (Silencio, la paciente se muestra algo más tranquila, pero sigue mirando
al suelo y permanece rígida en la silla.) ¿Qué es lo que peor llevas de toda
esta situación?... La traición (por parte de él, por supuesto), el abuso de poder...
(Silencio.) Cómo enredaba y cambiaba la información haciéndote sentir culpable...
cómo buscaba castigos absurdos... cómo intentaba justificar lo injustificable...
R: Ahora, muchas cosas, pero todas las cosas que me decía y hacía para cas
tigarme me molestan mucho. Y después... que casi siempre... me ha hecho
mucho daño que casi siempre terminase diciendo que lo hacía porque me que
ría... y también... y también el... el... todo lo físico.
T.: ¿Qué es todo lo físico?
R: Todo lo físico que... que me... que me hacía sentir... eso me ha hecho mucho
daño.
T.: ¿Las sensaciones placenteras?
R: Sí, y cuando me hacía daño también.
T.: Bien, te das cuenta de que todo esto te ha hecho mucho daño y que además
te ha confundido... hace que tengas muy confuso todo el tema del placer y el
dolor... Pero se puede sentir placer sin castigarse, lo que te enseñaba esta per
sona no es la realidad... no se castiga a la gente por sentir placer.
R: Me he quedado muy enganchada a eso.
T.: Forma parte del aprendizaje... es un abuso reiterado que se ha alargado en el
tiempo, pero no es culpa tuya, por supuesto, es algo que ha ido trabajando día
a día, algo que adornaba con cosas como: “lo hago porque te quiero” , “es por tu
bien”, “tienes que aprender a qué renuncias” ... justificaciones... justificaciones
perversas... no hay nada escrito sobre eso... ¿por qué crees que no hay libros
de médicos, sexólogos, etc., que recomienden castigar a las personas por sentir
placer?, ¿por qué crees que hay libros encaminados justo a lo contrario, a inten
tar que la gente tenga una sexualidad sana, sin tabúes? (Silencio.) ¿Quieres a
alguna persona? (La paciente mira sorprendida.) Piensa en una persona a la
que quieras mucho. (La paciente menciona el nombre de una amiga.) Bien...
pues imagina que esa situación le ocurre a ella, ¿tú le harías algo así a ella?
Imagina que la quieres y que sientes atracción por ella, independientemente de
la orientación sexual... puede que intentaras hacer que se sintiera bien, pero ¿la
castigarías?, ¿la obligarías a hacer cosas?
P.: No (dicho de manera rotunda).
T.: ¿Ella mira escaparates?
P.: Sí.
T.: ¿Y eso está mal?
P.: No, porque ella disfruta con eso.
T.: ¿Y está mal que disfrute con eso?
P.: Tch, no.
T.: Si estuviese mal, ¿por qué no están todos los escaparates tapados?, ¿por qué
hay tantos?... (La paciente está tranquila ahora.) ¿Te das cuenta de cómo bus
caba justificaciones para que creyeras que había motivos para ser castigada?
(La paciente asiente.)
P.: Se me quedan dentro muchas cosas que me hacen sentir culpable.
T.: A mí me parece un experto abusador; esto es lo que les pasa a los niños
pequeños cuando abusan de ellos, porque en muchas ocasiones el abusador
los estimula y disfrutan, al tiempo que sienten asco, repulsión, vergüenza...
(La paciente escucha con atención, manteniendo el contacto ocular.) No es
un acto compartido, es un acto en el que una persona con poder y control se
aprovecha, ¿sabes? Algunos abusadores estudian a las personas, se ganan
su confianza y, cuando empiezan los abusos, intentan que la persona se sienta
culpable, que se sienta causante, que tema compartir lo que está viviendo con
alguien. Es una manipulación y un abuso de poder, ¿esto tiene sentido? (La
paciente asiente.)
T.: ¿Te das cuenta de que la mayor parte de las lesiones relacionadas con la sexua
lidad vienen de ese aprendizaje?
P.: Sí.
T.: De hecho, cuando hablaste con otra persona de confianza te ayudó a salir de
allí.
R: Sí, pero yo no le conté esto.
T.: Efectivamente, le contaste mucho menos y, aun así, te ayudó a salir de allí inme
diatamente... (La paciente asiente.)
T.: Antes me hablabas de las dificultades que tienes con relación a la menstruación,
¿qué pasaba en esos momentos?
P.: Era cuando yo le provocaba más asco.
T.: Era cuando le provocabas más asco, ¿le dabas asco? (La paciente asiente.)
¿Eso te decía?
P.: Sí.
T.: Pero iba igual y se excitaba... Si te fijas, son mensajes totalmente contradictorios
e incoherentes con la función de confundirte y hacerte sentir mal... (La paciente
asiente.) Intentaba que tú pensaras que te merecías eso, pero no es cierto. (La
paciente baja la cabeza.)
T.: Comentabas que no te gusta ser mujer... (La paciente asiente.) ¿En algún
momento has tenido dudas acerca de si te gustaban las mujeres o los hombres?
R: Sí, antes ya me lo había planteado.
T.: ¿Antes?
R: Sí.
T.: ¿Y antes qué te planteabas?
R: Pues que no me gustaba ser mujer, que preferiría ser hombre.
T.: Preferirías ser hombre... ¿por la sensación de mayor control y fortaleza?
P.: No.
T.: ¿Porque te has sentido atraída hacia mujeres?
R: Sí, por eso.
T.: ¿Has pensado en esto antes? (La paciente asiente.) ¿Y qué te venía a la mente
cuando sentías esa atracción?
R: Que no podía ser.
T.: Que no podía ser, ¿por qué no podía ser? (Silencio.)
P.: Porque tendrían que gustarme los hombres.
T.: ¿Y te gustaban los hombres?
R: No.
T.: ¿Y eso se lo has dicho alguna vez a alguien?
R: No, pero me habían dicho que el rechazo a ser mujer estaba relacionado con la
sensibilidad y ser más débil.
T.: ¿Y tú que crees?
R: No sé...
T.: ¿Qué es lo que te atrae de las mujeres: el físico, la manera de ser, el con
junto...?
R: El conjunto, la forma de ser y el físico, porque me parece que me compenetro
más con el físico de las mujeres que con el de los hombres.
T.: Bien, y si conocieses a una mujer a la que también le gustan las mujeres, ¿te
sentirías cómoda en esa relación?
R: Yo creo que sí.
T.: ¿Lo has intentado alguna vez?
R: No, porque sé que está mal visto.
T.: Esa es tu intimidad.
R: Ya.
T.: ¿Tú sabes lo que hace (menciona a su amiga) en su intimidad?
R: Más o menos.
T.: ¿Sabes el tipo de relaciones que mantiene?
R: Más o menos solo.
T.: ¿“Más o menos solo” qué significa?
R: Que sé con qué gente sale.
T.: Bien, pero no sabes lo que hace en la intimidad ni el tipo de relaciones que
mantiene.
R: No.
T.: Bien, ¿y si ella tuviese otras preferencias sería diferente para ti?
P.: No.
T.: Formaría parte de su intimidad, ¿verdad?, ¿crees que te diría algo?
R: Probablemente no.
T.: Por lo general la parte íntima de las personas es algo que no se comparte.
(Silencio.)
R: Es que yo, por ejemplo, aunque intente relacionarme con chicos, hay algo que
no puedo, que no podría...
T.: ¿Has intentado mantener relaciones con chicos?
P.: No.
T.: ¿Si lo piensas, te genera rechazo?
P.: Sí.
T.: Bien, esto puede ser en parte por la situación aprendida, por las vivencias, pero
también puede ser porque no te atrae el sexo opuesto.
P.: Ya me pasaba antes... antes de que pasara nada de esto estuve con un chico
en el instituto que era una persona muy buena, nunca había encontrado una
persona tan buena y estuve unos años con él, pero no podía soportar que me
besara.
T.: ¿Alguna vez te has besado con una mujer?
P.: No.
T.: ¿Pero crees que eso te gustaría, que no te generaría rechazo?
P.: Sí.
Sesión 23
P.: Me dijeron que pensaban que necesitaba una terapia, pero yo les dije que ya la
estaba haciendo contigo, que por eso venía aquí y que prefería que me dejaran
salir y acudir a la sesión contigo.
T.: Estupendo, y te permitieron venir...
R: Sí.
T.: ¿Te ayudó el ingreso?
P.: Yo creo que sí.
T.: Bien, te diste cuenta de que en ese momento no controlabas la situación y que
era importante pedir ayuda. (La paciente asiente.) Está muy bien, porque inten
taste manejar la situación,30 probaste varias alternativas, pero al encontrarte tan
mal valoraste que no podías controlar la situación por ti misma y que te vendría
bien un ingreso temporal. (La paciente asiente.) Diste prioridad a tu seguridad,
estupendo... y, una vez estabilizada, pides el alta porque tampoco quieres alar
gar excesivamente el ingreso.
La paciente comenta que lo único que le afectó fue que le hicieran estas
preguntas delante de varias personas, pues le dijeron que les había interesado su
caso.
Esto suele ser frecuente, que un paciente comente aspectos íntimos con
la esperanza de recibir información a cambio que le ayude a comprender lo que
ha ocurrido. Cuando no obtienen feedback tras una “apertura" intensa, se suelen
encontrar mal, incluso utilizados. En este caso le explico que puede ser una pos
tura cauta, que, al no conocer a un paciente, los terapeutas se pueden anticipar y
hacer daño. Se le explica que mostraron interés y respeto en todo momento, que
sin conocerla en profundidad puede ser incluso un atrevimiento aventurarse a dar
un feedback. También se le explica que, sabiendo que ya está en terapia y que ha
pedido permiso para acudir a su sesión, es lógico que intenten no interferir en lo que
ya está trabajando. Esto la tranquiliza.
De esta sesión hay que señalar que la paciente está dando prioridad a su
seguridad y que intenta poner en práctica alternativas, que ahora puede diferenciar
entre momentos en los que sí puede manejar y momentos en los que necesita
ayuda externa o un ingreso de contención. Quizás en este punto conviene destacar
que esta paciente anteriormente había ingresado en diversas ocasiones, pero es la
primera vez que lo hace con plena conciencia de lo que está ocurriendo y con un
objetivo claro: su seguridad.
Ahora seguimos con el tema del cuidado. La paciente reconoce que ha tirado
unas cajas con objetos, pero eran precisamente las que contenían los objetos que
menos daño le hacían.
R: En cuanto a lo de las cajas... Las cajas que había tirado eran las que contenían
los instrumentos que hacían menos daño y los dos que me quedaban son los
dos que más daño me hacían.
T.: ¿Por qué esa prioridad a la hora de deshacerte de ellos?
P.: No sé... porque me resultaba más fácil así.
T.: Bien, hiciste lo que podías, es lógico que te cueste deshacerte de estos obje
tos... recuerda que la primera vez que tiraste uno tuviste que volver al contenedor
a recogerlo. (La paciente asiente.) Entonces este es un gran paso. (La paciente
asiente.) Es lógico que te cueste menos deshacerte de objetos que te hacen
menos daño, porque los objetos que te dañan te dan seguridad.
P.: Sí.
T.: Bien, ¿por qué crees que te dan seguridad?
P.: Porque, cuando me sentía culpable, cuando me sentía mal, el castigarme era
lo que me permitía volver como a... como a revivir cosas de antes que me deja
ban... que me permitían experimentar sensaciones fuertes... y después me
dejaban tranquila.
T.: Bien, pero esto era antes, porque al ir conociendo alternativas e ir poniéndolas
en práctica no has tenido que recurrir al castigo en tantas ocasiones...
R: Sí.
T.: Lo estás haciendo muy bien, muy bien. Ahora, cuando puedas y cuando te
sientas preparada (porque eres tú la que marca el ritmo y la que puede valorar,
yo solo puedo sugerir), te vas a deshacer de estos objetos. Lo tengo muy claro,
nunca lo he dudado... Igual que nunca he dudado de que tú, a medida que
pudieras, poco a poco te ibas a ir deshaciendo de estos objetos. (La paciente
escucha con atención y asiente.) Esta es la manera (tu manera) de dejar el
pasado atrás... y lo vas a conseguir, pero sé que no es fácil y lo entiendo. Aun
así, cuando puedas te deshaces de eso. Es muy importante que no te hagas
daño, claro que sí, porque cuando te haces daño revives situaciones que ni te
merecías ni son justificables. Recuerda, nuestro objetivo es que aprendas a cui
darte y no dañarte.
Esta sesión se centra básicamente en reforzar que ha pedido ayuda, pero que
también ha medido que el ingreso no fuese a largo plazo, como en anteriores oca
siones. Por otra parte, retomamos todo el tema del cuidado y de las cajas, de algo
que se había iniciado hace tiempo y que la propia paciente ha ido trabajando:
1. Hacerse consciente de que es ella la que se hace daño ahora con esos
objetos (aunque esto aún le cuesta).
La paciente señala que a veces le ayuda que alguien le recuerde que ella sí
tiene recursos.
T.: (Lee una parte de los ejercicios que rellenó la paciente.) “Me ha hecho sentir
bien el poder frenar los golpes y pedir ayuda en ese momento, el que me hayas
dicho que tengo recursos y que puedo hacerlo". Estoy convencida de esto y por
eso te lo recuerdo; si empiezas a recordarlo tú, verás que puedes manejarlo
más veces de las que tú crees que puedes ahora (la terapeuta sigue leyendo
el ejercicio): “A veces solo necesito que alguien me lo recuerde o que confíe en
mí, para poner mi atención en otra experiencia más positiva y no en una que me
machaca en ese momento".
P.: Al contrario de lo que pueda parecer, después de pedir ayuda me siento más autó
noma, con más capacidad de control, aunque todavía necesite esos apoyos.
T.: Tiene mucho sentido lo que dices y, si te fijas, pides ayuda, pero la que maneja
la situación eres tú.
Con relación a la sesión anterior la paciente escribe esto: “Hoy puede que
recuerde el día como uno de los más importantes de mi vida, aunque tenía algo de
prevención, de miedo a que se volviese hacia el tema de la enfermedad (refirién
dose al trastorno), pero había algo dentro que me decía que no iba a ser igual y así
fue: a pesar de momentos en los que el pasado tiraba de mí he podido quedarme
anclada en el presente, en tu despacho".
P.: Tenía prevención porque pensaba que me iba a quedar enganchada como
antes.
T.: Pero fue muy bien.
P.: Sí.
T.: ¿Por qué volver al tema de la enfermedad?
P: Porque me había dicho que podía ser un síntoma del trastorno,31 un efecto del
trastorno, y eso me dejó desconcertada.
T.: A veces, por falta de información se comentan esas cosas. Tú y yo profundiza
mos en este tema y por eso pudimos aclarar que había algo más.
R: Sí.
T.: Pero si yo no tuviese esta información que tú me diste, podría pensar lo mismo
e incluso planteártelo asociándolo a la alteración de la identidad, por ejemplo.
La paciente dice que siempre ha ocultado esto y censurado todo este tema
para no disgustar a nadie, para no entrar en conflicto consigo misma, que los años
de abuso fueron un infierno, tanto por los hechos en sí como porque ella deseaba
precisamente todo lo contrario. Comenta que se encontraba y aún se encuentra
totalmente dividida. Por otra parte, al hablar de todo esto abiertamente escribe lo
siguiente: “Seguramente es muy temprano para decirlo, pero hoy me he tomado
más en serio y más positivamente, ayer no me he hecho daño. Soy consciente de
31 La paciente se encuentra confusa porque un médico ha asociado su orientación sexual (preferencia por
las mujeres) con el trastorno (asociándolo a la alteración de la identidad).
que será un camino muy difícil, sea cual sea, sobre todo al final me siento inquieta
pero con más esperanza [...] Me gustaría guiarme por lo más profundo que siento
en mí, sin miedo a que me pase algo, y poder desarrollar toda mi expresividad, mi
creatividad, mi afectividad, mi generosidad, mi intimidad...”.
P.: Quizás sería más fácil hacer lo normal, lo que hace todo el mundo.
T.: Lo que hace todo el mundo no lo sabemos, cada uno hace una cosa diferente,
las preferencias de cada uno son únicas, lo normal... ¿qué es lo normal?
P.: Pues eso, lo que se espera.
T.: Lo que se espera es que tú puedas actuar con naturalidad... tú no dañas a
nadie. Creo que sabes que no me gusta hablar en términos de normal o anor
mal, pero lo que no es normal es que una persona, por hacer lo que le apetece,
humille a los demás: que los dañe, que los anule... eso no es normal. Intenta
pensar si tú tienes que dañar a alguien para sentirte mejor o si cuidas a la gente
que quieres.
(La paciente asiente con gesto tranquilo.)
R: Salí con una amiga y no dejaba de repetirme que me sentía bien haciendo una
cosa tan sencilla como esa, pensaba que tenía que aumentar estos momentos,
que no es malo que lo haga si me hace sentir bien.
T.: Perfecto, esto sí que lo tienes que aumentar... de hecho, cada vez que tengas
ganas de castigarte puedes intentar salir y hacer algo que te haga sentir bien,
hacer todo lo contrario. (La paciente asiente; le gusta la idea aunque la ve com
plicada.) ¿Cómo te hizo sentir esto?
P.: Mejor.
T.: Bien, esto te ayuda, lo que no te ayuda es la constante crítica hacia ti misma.
Sesión 24
Sesión 25
Tras un mes de distancia entre sesiones la paciente acude muy arreglada, con
un cambio de look y muy buen aspecto.
T.: ¿Qué acaba de entrar ahí? Juicios... Críticas... ¿qué puede interferir ahí?
P.: Que no soy capaz.
T.: Estamos ante una anticipación y ante un posible juicio, ¿es así? (La paciente
asiente.) Volvamos a la situación inicial, descarta esas afirmaciones de no ser
capaz (porque no lo puedes saber hasta que te encuentres en la situación),
deshazte de los juicios, de lo aprendido, de lo que se supone que está bien y
vuelve a la sensación de libertad, de poder ser tú, de poder compartir tu vida
con alguien. (La paciente cierra los ojos y lo intenta de nuevo.) Descartamos
los juicios, descartamos lo que pueda interferir... {La paciente pide más tiempo
para im aginarla situación, se muestra aún un poco nerviosa.)Tómate tu tiempo,
yo espero. (La terapeuta repite las instrucciones del ejercicio inicial. La paciente
se tranquiliza y consigue retomar parte de la imagen del principio.) ¿Cómo te
sientes ahora?
R: Mejor.
T.: ¿Has eliminado los juicios?
R: Creo que sí.
T.: Bien, recuerda que estamos intentando imaginar un futuro, un futuro que te gus
taría conseguir, algo importante para ti.
R: Es como si no pudiera recuperar lo positivo.
T.: Puede ser porque estás pensando que no puedes, recuerda que estamos
haciendo un ejercicio que se trata de sentir, eliminando los juicios, lo social, lo
religioso... estás solo tú y lo que a ti te gustaría conseguir.
La paciente (con mucho esfuerzo) puede retomar la imagen inicial y las sensa
ciones positivas, aunque teme que sus vivencias puedan seguir interfiriendo en su
futuro. Se le explica que el tema del afecto, hasta que tenga oportunidad de verse
en una situación propicia para ello, no lo puede saber y que mientras es importante
que no se anticipe.
Sesión 26
Dos semanas más tarde la paciente acude con buen aspecto de nuevo y con
muchas ganas de seguir avanzando. Se habla sobre temas de su trabajo y de lo que
está haciendo en general. También comenta que se ha creado una historia paralela,
pensando en que está con otra persona. De alguna manera ha ampliado el ejercicio
de visualización y lo ha llevado a la práctica: le ha dicho a una persona conocida
que tenía pareja, una mujer.
Vemos posibles maneras de zanjar esta situación: “Prefiero no hablar del tema,
está terminado” (explicándole que sería cierto en realidad, porque sería terminar un
tema que ella ha iniciado).
T.: En algún momento me has comentado que tienes varias habitaciones en casa,
y una es una especie de estudio.
P.: Sí, una es para el ordenador pero tiene otra cama.
T.: Bien, y ¿cómo está esta habitación? (La paciente explica cómo está distribuida
y decorada la habitación.) ¿Has probado a cambiar de habitación cuando te
encuentras mal?
P.: Alguna vez, pero solo si me he puesto a trabajar en el ordenador y ya me he
quedado allí a dormir.
T: ¿Y es posible adecuar esta habitación y solo recurrir a ella cuando lo necesites?
Tener allí esta manta, sábanas, saco, esto que te he comentado en este sitio. Se
trataría entonces de que tú sigas como hasta ahora, intentando poner en práctica
las alternativas que en ocasiones te funcionan, y que solo cuando no funcionen
tengas esta opción. (La paciente escucha con atención.) Así cuando no funcionen
las alternativas habituales podrías ir a esta habitación. (La paciente asiente.) Sería
cambiar el contexto en el que te encuentras y en el que te está costando manejar
las sensaciones que te vienen... se me ocurre que a lo mejor te puede ayudar.
R: Sí, a lo mejor es lo que hago cuando me voy al sofá, cuando me voy de mi habi
tación al sofá.
T.: Bien, pues te animaría que te lo plantees como un entorno que te aporte segu
ridad. (La paciente se muestra pensativa.) ¿En qué piensas?
P.: Estaba pensando en cómo hacerlo.
T.: Fenomenal, bien, pues tú inténtalo.
Esta sesión fue clave en todo el trabajo realizado; para ayudarla a generar
este cambio le preparé unas sesiones específicas para poder ir “creando” este
lugar seguro. Estas sesiones se encuentran en el anexo de este libro, en el material
complementario.
Sesión 27
La paciente acude preocupada por una cuestión que tiene pendiente y que
está relacionada con la orientación sexual, tema en el que sigue queriendo pro
fundizar para avanzar sobre aquello que le gustaría hacer (poder moverse por su
criterio y sus preferencias, más que por lo que opinan y piensan los demás que es
lo correcto). Esta parte de la entrevista no se transcribe porque contiene temas que
la paciente no quiere que aparezcan reflejados.
R: Por una parte me gustaría que fuese real y, aunque tú me dices que tengo tema
de conversación de sobra, que no tengo que inventarme historias, no sé...
T.: En las conversaciones te desenvuelves bastante bien cuando hay confianza; por
ejemplo, con esta persona incluso puedes hablar de temas íntimos.
R: Sí, cuando es con una persona, sí.
T.: Entonces...
R: En grupos me cuesta.
T.: ¿Eso es lo que te preocupa? Bien, vamos a dividirlo por partes.
La paciente sale muy afectada de esta sesión. El cambio más evidente es que
la terapeuta decide abordar de una manera directa el tema del castigo, incluidos los
motivos y los lugares en los que se hace daño. Esto avergüenza a la paciente, pero
a la vez le hace plantearse que la situación no puede seguir así. Al salir de la con
sulta, tiene que ser atendida por un médico porque se encuentra muy angustiada.
Teniendo conocimiento de esto, decido escribirle el siguiente correo electrónico:
Hola, Carmen:
Espero que te encuentres mejor, de verdad que sí. Siento que te hayas
puesto tan nerviosa al salir de la sesión... La verdad es que estoy preocu
32 Quizá parezca repetitivo, pero es importante no perder la paciencia y recordar las veces que sea nece
sario todo lo que anteriormente haya funcionado.
pada por esta situación, temo no poder tocar temas sensibles; quizás yo no
enfoque bien las sesiones y habría que pedir una opinión al equipo, a Laura,
por ejemplo. Es algo que nos tenemos que plantear, pero lo que tengo claro
es que un castigo casi diario no es compatible con una evolución positiva
y que es totalmente necesario que tomes la medicación. Yo valoro todo tu
esfuerzo (que es mucho) y los logros que has conseguido en todo este
tiempo, por supuesto que sigo confiando en ti y en tu capacidad para con
tinuar dando pasos. Y, precisamente por esto, creo que hay que valorar si
yo realmente te estoy ayudando con la terapia, porque ya te comenté hace
tiempo, tras otra sesión intensa, que no podía “mirar para otro lado" como
si no pasara nada cuando sé que tú te sigues castigando. Es importante
que te plantees todo lo que hablamos en la última sesión y que el miércoles
me digas si es el momento para llevarlo a la práctica. No considero positivo
hablar de esto hoy martes, porque prefiero abordar este tema en sesión
tranquilamente. Ese día, si puedo, dejaré algo más de tiempo y espero que
saques provecho del grupo, pues es importante que la terapia individual y
lo que a llí trabajemos no interfiera en el resto.
Dolores
Un abrazo
Sesión 28
34 El objetivo de esta indicación es que la paciente no intente abordar todas las preguntas de golpe, pues
son muchos los recuerdos que tiene ‘apartados”, sin verbalizar, y se puede sentir muy mal. Se trata de que
ella misma seleccione el momento idóneo para contestar a cada pregunta y que pueda frenar cualquier tipo
de escalada emocional que la sitúe en una situación de riesgo.
T.: Bien, ¿entiendes la fuerza que tiene eso en ti entonces?
R: No lo entiendo mucho... sé que se refiere a eso, pero no lo entiendo mucho...
por eso lo pongo y sé que tiene importancia, porque está como... en el origen,
en la base del castigo, aunque sea muy sutil, está ahí.
T.: Es una manera de revivir una situación.
P.: Sí, aunque sea de manera sutil... no sé explicarlo.
T.: Creo que lo estás explicando muy bien. Ahora me gustaría que me hables un
poco de esto que acabas de decir, de que te parece algo importante, que inten
tes matizar un poco más esa sutileza de la que hablas... Creo que hay que
desmontarlo y que es relevante, porque precisamente ese mensaje ambivalente
lo que hacía era intentar justificar algo que no estaba bien y que era dañino para
ti, adornándolo con excusas como “elegida”, “seleccionada”, “lo hagoporque te
quiero”, etc. La manera de justificar su comportamiento era esa y esto tiene un
poder muy fuerte sobre la persona que pasa por ello, en este caso tú... El obje
tivo es que en tu mente puedas separar estas cosas, que las puedas colocar en
su sitio, que puedas aceptar la realidad, lo que en el fondo sabes y que es lo que
te ha llevado a pedir ayuda. (La paciente escucha con atención.) ¿Por qué crees
que es importante para ti?
R: Porque es algo que veo que busco, aunque sepa que para mí es perjudicial,
como lo sabía entonces; bueno, antes no era tan consciente como ahora pero...
no sé, quizá ahora es como... no sé, a lo mejor se entiende mejor si es como
respuesta a situaciones de vacío... con una situación de vacío en la que yo
busco estas sensaciones... no lo sé (la paciente se empieza a bloquear y se
pone nerviosa).
T.: Carmen, te entiendo perfectamente, sé que es importante, entiendo esa sensa
ción, la dificultad para explicarlo; está muy relacionada con esta ambivalencia
de la que te hablo, con esta conducta dañina que estaba adornada de palabras
positivas, de esta situación en la que, al mismo tiempo que te hacía daño, te
hacía sentir especial. (La paciente asiente.) ¿Va por ahí más o menos?
P: Sí.
T.: En cuanto al tema del vacío, ahora la realidad es que, cuando tú te castigas,
te autolesionas, te sientes peor a largo plazo... de hecho, has encontrado una
manera más efectiva de llenar este vacío haciendo cosas que te gustan y que
te apetece probar. (La paciente asiente.) Además, me has comentado que,
en muchas ocasiones, el tema del castigo surge de manera automática, al
despertarte por la noche, sin que llegues a ser muy consciente de lo que está
ocurriendo, ¿es así? (La paciente asiente.) Momentos en los que te cuesta
frenar, en los que te molesta la cama, en los que recuerdas situaciones de
antes...
R: Sí.
T.: En esos momentos no está relacionado con el tema del vacío; sí puede estar ahí
y contribuir esa sensación, pero no sería el motivo principal que te lleva al cas
tigo. En cualquier caso, lo más importante ahora es que tú puedas diferenciar lo
que quieres para ti de lo que no es compatible con una estabilidad... que te plan
tees lo que te mereces y lo que no te mereces... no te mereces castigarte, no
te mereces sufrir, no te mereces hacer todo lo que te hacían a ti... (La paciente
escucha con atención.) Te mereces estar tranquila, disfrutar... tú no haces daño
a nadie, no te gusta ver sufrir a la gente, nunca harías lo que te han hecho,
¿entonces, por qué crees que te mereces ese trato? (La paciente permanece
en silencio.) Si yo te pidiese que me dieras una explicación con fundamento, una
explicación de peso por la que tú te mereces sufrir y castigarte... ¿me la podrías
dar?, ¿me podrías dar una explicación que realmente te convenza?
P.: Que te convenza a ti no lo sé, que me convenza a mí... cuando lo verbalizo no lo
sé, será que no uso la razón para nada cuando estoy en esas situaciones, pero
lo que tengo metido dentro es, por ejemplo, cuando surge cualquier... ya sé que
es una cosa absurda, pensándolo ahora... pero, cuando pasa no.
T.: (Interrumpe a la paciente.) Absurdo no, absurdo no es nada que te afecte,
sigue.
P.: Cuando surge alguna situación injusta, por ejemplo, alguna catástrofe natural,
algo que produzca muertes o situaciones de injusticia... pero es que vale todo...
es que siempre hay un motivo.
T.: ¿Crees que por eso tú te mereces ser castigada?
R; Sí, yo ahí tengo la responsabilidad.
T.: Bien, ¿y cómo es esa responsabilidad?, ¿qué podías haber hecho tú para evi
tarlo?
P.: El vivir de otra forma, el haber...
T.: ¿Que tú vivieses de otra forma evitaría una catástrofe natural?
P.: No la evitaría, pero es como si tuviese que participar de esa situación.
T.: ¿Por qué?
P.: Por... por no ser ajena a esa situación.
T.: ¿Crees que eso puede ayudar a la gente que sobrevive a estas situaciones? (La
paciente permanece en silencio y parece frustrada, inquieta.) A ver, es impor
tante esto que estamos haciendo, Carmen; has comentado que en esos momen
tos quizá no utilizas la razón y ahora estamos intentando verbalizar lo que sien
tes y analizarlo... el problema de las sensaciones cuando no se verbalizan ni se
sitúan, cuando no se identifican, no se manejan. Es importante que verbalices
estas sensaciones, porque ello te permitirá ponerlas en su sitio y actuar de una
manera más positiva para ti. (La paciente parece más tranquila.) Yo me pregunto
si en una situación como la que has comentado de desastre natural podrías, en
lugar de hacerte daño -que realmente no va a beneficiar a nadie-, acercarte a
Cruz Roja o a cualquier ONG que colabore activamente para llevar alimentos,
medicinas, cosas que realmente pueden ayudar a las personas que siguen allí...
(La paciente escucha con atención.) En estos casos tenemos un poder muy
importante, pues realmente son zonas que se quedan sin nada y si nadie actúa
para ayudarles la situación empeora. Ya no solo está el evento en sí, sino todo
lo que viene después para esta gente. (La paciente sigue atenta.) Entonces, te
propongo que, en lugar de hacer algo dañino para ti, lleves alimentos, medicinas
o lo que tú puedas en ese momento, ¿sabes? (La paciente asiente.) Creo que
eso sería más útil y a ti te ayudaría, si es algo que te afecta... ¿qué te parece?
P.: Bien.
T.: ¿Crees que puede ser útil?
P.: Es una alternativa.
T.: Sí, lo es. (Silencio.) Es muy importante que demos un giro a todo lo que está asociado
con el castigo, que son muchas cosas; tú misma acabas de decir “es que todo vale”.
P.: Sí, porque también valdrían todas las situaciones, situaciones en las que hay un
divorcio, por ejemplo.
T.: ¿Sería tu responsabilidad?
P.: Ya...
T.: Si se produce un divorcio de alguien que tú conoces, lo que puedes hacer, si
procede y si crees que puede ser útil, es hablar con las personas implicadas
y ofrecerles apoyo, eso te puede ayudar... ¿de dónde viene esta percepción,
Carmen?, ¿de lo que te decía esta persona?
P.: Sí.
T.: Bien, y ahora que estás aquí conmigo hablando y verbalizando todo esto, ¿le
ves sentido a que una persona tenga esa responsabilidad sobre cosas que no
tienen nada que ver con ella?
P.: No... me parece excesiva.
T.: ¿Te das cuenta de que esta persona utilizaba cualquier excusa para castigarte,
para hacer lo que él quería hacer?
R: Sí, podía ser cualquier cosa.
T.: Así lo que se consigue es que no tengas sensación de control... de eso se trata,
de no saber qué hacer para poder frenar la situación. Fíjate, si tú manejabas
algo, surgía otra situación por la que había un castigo.
R: Sí.
R: Pero yo no era capaz de hacer que se castigara la gente, aunque aceptaba que
se me castigara a mí.
T.: ¿Ves la diferencia entre lo que hacías tú y lo que hacían los demás?
R: Sí, pero yo lo he vivido como una situación en la que me sentía menos.
T.: No sé cómo habrá sido tu acogida en este sitio, pero me imagino que sería agra
dable inicialmente, que no había castigos ni malos tratos. (La paciente asiente.)
Eso es un indicador de que sabían que si se mostraban tal cual al principio te
podrías asustar y cuestionarte lo que allí ocurría; ¿crees que habrías descon
fiado si al principio te hubiesen tratado mal o que te habrías asustado? (La
paciente asiente.)
El objetivo de esta parte es que asimile que ella fue víctima de una secta, que
el trato inicial era muy diferente del trato posterior y que por ello no pudo percibir lo
que allí ocurría, que la “introducción” fue gradual y sutil. Por supuesto, también se le
explica que hay personalidades sádicas que disfrutan haciendo daño y que en las
sectas suele haber unos cuantos en el grupo que, curiosamente, son los que menos
problemas tienen para adaptarse y para dañar a los que les rodean.
P: A mí todavía ahora, pues... yo qué sé, que voy por la calle y lo miro y después
por la noche me cuesta mucho que no me venga a la cabeza el juicio y no cas
tigarme por ello... pues eso... y cosas así de banales (la paciente rompe a llorar
y agacha la cabeza).
T.: Carmen, mírame. (La paciente levanta la mirada, visiblemente afectada.) No
son banales, es el resultado de un aprendizaje, Carmen, de algo que has vivido
durante mucho tiempo. Es lógico y comprensible que, cuando te encuentres en
situaciones como la de mirar un escaparate, algo que antes se castigaba y que
te han enseñado que era motivo de castigo, te cueste evitar pensar en el cas
tigo. (La paciente escucha con atención.) Por eso insisto tanto en que no repi
tas el castigo... sé que no es fácil, pero es importante porque, al repetirlo, se
sigue reforzando esta sensación de “merezco un castigo”. Por eso te explicaba
que es importante cortar esta situación y, como sé que a ti te cuesta cortarla
por ti misma, te recuerdo que en situaciones así te puede ayudar pensar en lo
que le dirías a otra persona, que te plantees: “¿Yo le diría a una persona que
conozco que merece ser castigada por mirar un escaparate?”. Esto te puede
ayudar a ser más objetiva, el plantear la misma situación como si le ocurriera
a otra persona, a alguien que es importante para ti y a quien aprecias. ¿Le
dirías esto?
P.: Pues claro que no se lo diría.
T.: Claro que no.
R: Pero es que no sé por dónde cortarlo.
T.: En eso estamos trabajando. Habíamos hablado de la posibilidad de crear
un entorno seguro, de preparar una habitación con cosas... esto lo vamos a
repasar; de hecho, te lo he preparado por escrito y te he puesto más cosas,
¿vale? (La paciente parece estar en otro sitio.) ¿Qué ocurre?, ¿en qué piensas
ahora?
R: En que no sé por qué me tienen que afectar tanto estas cosas.
T.: Carmen...
R; (La paciente retoma la mirada.)
T.: ¿Te das cuenta de que estás juzgando lo que sientes? Te afectan porque has
aprendido a reaccionar de esa forma, te han enseñado a reaccionar así... Ahora
lo que vamos a hacer, lo que estamos haciendo es intentar desaprender todo
eso, ¿vale?
R: (La paciente asiente.)
T.: En eso estamos trabajando... y tú haces lo que puedes, estás haciendo todo lo
que depende de ti ahora mismo, ahora tenemos que continuar trabajando en
esto para que no se siga reforzando el castigo. Sabemos cómo ha empezado
esto, cómo te ha afectado y te afecta e intentamos cambiar la reacción ante las
emociones y pensamientos que se disparan en ti.
R; (La paciente se muestra muy nerviosa, pero sigue con atención.)
T.: ¿Has visto la película de La lista de Schindlert
P.; (La paciente asiente.)
T.: ¿Recuerdas una escena en la que un militar alemán está en la terraza dispa
rando al azar a personas que están caminando o quietas?
P.: No la recuerdo.
T.: Bueno, es igual, la idea es que lo que está haciendo no tiene sentido, él un día
puede disparar a alguien porque está quieto, otro día porque alguien se está
moviendo y otro por cómo va vestido, por ejemplo, o por lo que dice... La rea
lidad es que no tiene un motivo y lo busca, cualquier excusa le vale. No hay un
razonamiento normal, no es algo predecible, es una mente enfermiza, y cuando
nos encontramos a una persona así no sabemos cuál es la respuesta correcta,
no la hay... Te lo digo porque es importante que te plantees que tú no sabías
a qué atenerte, que independientemente de tu respuesta había un castigo. (La
paciente escucha con atención.) Es importante que asumas que has sido víctima
de esta persona, que eres una luchadora y que estás intentado salir de todo
esto... lo que no puedes hacer es seguir repitiendo lo que esta persona te hacía
a ti. (La paciente escucha con atención.) Eso es lo que lo mantiene activo, lo
que sigue manteniendo esa sensación de “tener" que castigarse, ¿sabes? (La
paciente asiente.) Actualmente posees una serie de técnicas que te funcionan
en muchas ocasiones.
R: Sí.
T.: Es importante que las sigas utilizando y, cuando no te ayuden, recurre a este
lugar seguro. ¿Quieres echarle un vistazo a esto que te preparé para comen
tarlo? (La paciente asiente.) Bien, pues te lo dejo... yo creo que vamos a dar un
giro muy importante con esto, vamos a seguir trabajando como hasta ahora,
pero introduciendo este lugar seguro que es real y al que podrás recurrir en los
momentos más intensos. Antes de leerlo te recuerdo que es importante que, si
cualquier cosa de las que te planteo te hace daño, te incomoda o te molesta, me
lo digas. (La paciente asiente.) En más de una ocasión me has comentado que
sabes que valoro tus esfuerzos porque lo ves en mi voz, porque lo “notas", ¿eso
lo percibes? (La paciente asiente.) Y es cierto, valoro mucho tus esfuerzos y no
me rindo... no me pienso rendir contigo. Me preocupa que te encuentres mal,
que sigas repitiendo cosas que te han enseñado y que van en contra de lo que
vamos haciendo, porque sé que te hace daño y que lo quieres dejar atrás. Por
eso vamos a seguir trabajando, vamos a hacer lo que haga falta para poder dar
un giro a esta situación.
R: Otra cosa que me bloquea mucho, algo que es... (la paciente se da cuenta de
que iba a juzgar su emoción) bueno, no lo califico... es algo que me condiciona
mucho... que... el... como... el juicio sobre mí en lo que respecta a la orientación
sexual... me bloquea mucho.
T.: Sobre esto habíamos comentado que es una parte de tu intimidad, una infor
mación que tú vas a elegir con quién compartir... Probablemente en el grupo
tú no conozcas la orientación sexual de la mayoría de los compañeros, ¿la
sabes?
R: No.
T.: Por algún comentario puedes saber lo que piensan algunos, pero no sabes el
detalle ni cómo se comportan en su intimidad, lo que hacen o dejan de hacer,
ni las preferencias que tiene cada uno. (La paciente asiente.) Esto no lo puede
juzgar nadie. En uno de los correos electrónicos que me has enviado escribías
sensaciones bonitas que te hacían sentir bien y que estaban relacionadas con
tu orientación, ¿lo recuerdas?
R: Sí.
T.: El tema de los límites está relacionado con esto también; hay cosas que se
comparten con los demás y cosas que se comparten con un grupo más redu
cido, con algunas personas más cercanas, y no porque esté mal ni porque esté
bien... simplemente forma parte de la intimidad. Esta información es algo que tú
decidirás con quién compartirla, ¿cómo lo ves?
R: Que me condiciona, pero sigo con ello.
T.: Es cierto, de hecho, estás dando pasos que te pueden ayudar a clarificar estas
dudas.
T.: Bien, te dejo con este ejercicio35 y en un rato vuelvo y me comentas qué te
parece. (La paciente está de acuerdo. Tras unos minutos, la terapeuta vuelve.)
¿Te ha dado tiempo?
P.: Sí.
T.: ¿Qué te parece?
P.: Bien.
T.: ¿Alguna duda?
P.: No.
T.: ¿Te parece buena idea?
P.: Sí.
T.: Bueno, pues esto (la terapeuta le muestra un peluche con forma de koala, es
antiestrés y de colores que gustan a la paciente y que le transmiten calma) es
tu primer objeto seguro.
P.: (Con cara de ilusión, sonríe.) Qué bonito...
T.: Sí, es bonito. Es antiestrés, lo puedes apretar todo lo que quieras, es de dos
colores que te gustan y tiene otro significado: a veces te puede parecer que los
35 Esta parte de la entrevista hace referencia a la sesión 1 de las fichas que se pueden encontrar en el
apartado final del libro (Material complementario).
pasos son más lentos de lo que te gustaría, pero son pasos que tú estás dando,
sin desviarte y que están ahí... pasos que no se pierden, ¿vale?
P.: Sí... qué bonito... gracias... qué bonito.
T.: Bueno, pues ahora a seguir con el resto de objetos. En cuanto a la manta, sé
que has probado con una, pero que no funcionó... ¡claro! Es que tiene que ser
una manta específica, seleccionada para esto y con unas cualidades concretas.
Si eliges una manta que ya tenías, normal, sin un tacto especial y sin que esté
relacionada con lo que estamos haciendo, será más difícil que funcione. Tiene
que ser todo nuevo.
P.: Vale (mirando el koala con ilusión).
T.: Esto va a suponer un coste, pero creo que valdrá la pena.
P.: Sí.
T.: El motivo es que algunas cosas pueden estar asociadas a momentos del pasado
y para esta habitación es importante que sea todo nuevo.
P.: Vale.
También comunica a la terapeuta que por fin ha comprado una manta y lo hace
de una manera muy animada:
Hola, Dolores: ¡Ya tengo mi primera cosa, comprada por mí: ¡la manta!
Lo demás lo pongo en los ejercicios que me diste. Solo quería que lo supieras
por adelantado.
Gracias de nuevo por estar ahí, espero que estos dos objetos que me rodean
me envuelvan de tal modo que hagan que se repitan como hoy (no en el suelo,
claro) los gestos positivos hacia m í misma: aunque he tenido que probar un poco
de todo (al principio la bicicleta con la música, una ducha tranquila, perfumes en
la habitación, revisar las fotos, levantarme y echarme agua en la cara, echarme
al suelo, ponerme hielo) con esto (y el koala) me he quedado más tranquila. Sin
embargo, otras veces he hecho lo mismo y no me ha dado resultado, ¿quién sabe
por qué? Bueno, no me plantearé esto, solo que debo ir paso a paso, siempre un
poco más allá, buscando una alternativa.
La paciente acude agitada y afectada por un tema que resulta paradójico: una
profesional le ha preguntado si era consciente de que lo que le había pasado a ella
era una violación. Esto, que podría normalizar los sentimientos de algunas perso
nas, a ella le hace sentir mal.
P.: Que eso era una violación... y... y a mí me cuesta mucho darle ese nombre...
T.: ¿Qué es lo que asocias a ese nombre?
P.: No sé.
T.: ¿Por qué crees que te cuesta darle ese nombre?
P.: No lo sé.
T.: ¿Qué nombre le darías tú a lo ocurrido?
R: No lo sé.
T.: No lo sabes... parece que el tema de abusos sí lo puedes aceptar mejor, ¿esto
te parece más acertado para describir lo que ocurrió? (La paciente se queda en
silencio.) Tú lo denominas castigo.
R: Sí.
T.: “Castigo” es el nombre que le puso esta persona.
R: Sí, porque hay una parte que aún no te he contado y que va unido a esto...
es la parte de... unida a... por eso la llamo castigo... porque después... por el
hecho de que yo había estado tan rígida, él empezó a pegarme con unas tiras
de cuerda con nudos... y... y...
T.: Tómate tu tiempo, Carmen, creo que es bueno que lo verbalices por lo que me
decías en uno de los correos: que te parecía necesario verbalizar lo que te había
ocurrido. A mí también me parece importante, pero tómate tu tiempo; si te ago
bias, paramos y sigues cuando puedas. (La paciente asiente.) Bien, ¿has estado
realizando los ejercicios que te pasé?
R: Sí.
T.: Y empezaste por la pregunta...
R: Por la primera.
T.: Pudiste contestar la uno y la dos.
R: Sí.
T.: ¿Y la tienes por aquí contestada?
R: No, porque no lo pude escribir.
T.: Bien, has reflexionado sobre esto, pero prefieres verbalizarlo, ¿es así?
P.: Sí.
T.: ¿Quieres que deje de grabar la sesión? (La paciente permanece en silencio,
pensativa.) Eso como tú veas, si prefieres que no la grabemos tomo nota.
P.: No, no me importa.
T.: Bien, pero si te molesta me lo dices y dejamos de grabar. (La paciente asiente.)
La primera pregunta está relacionada con la primera vez que te castigaste y/o te
castigaron. Me dices que la primera vez fue con trece años.
La paciente relata cómo recordó la primera vez que sufrió un “castigo” (no se
transcribe por petición suya). Comenta que su abusador había sido su profesor de
algunas asignaturas. También comenta que el motivo por el que esta persona le hace
daño por primera vez fue que ella vistiese pantalones (llevaba ropa de gimnasia).
La paciente comenta que siempre había sido deportista y habla de las modali
dades que practicaba. Hablamos un poco de esto para facilitar que pueda verbalizar
el primer “castigo”. Explica que el profesor la invita a ir a una misa y ella acude, al
igual que hacen otras personas.
T.: Bien, entonces tú empiezas a ir a estas misas; cuando ves a esta persona por
primera vez, ¿qué impresión te causa?
R: Normal.
T.: Impresión normal, ni buena ni mala, una impresión normal.
R: Sí.
T.: Vale, os invita a estas misas y...
R: Después de las misas nos invita a ir a su casa,al salir delas clases.
T.: Y vais varias personas...
R: Sí, y una de esas veces yo había terminado de entrenar (menciona un deporte
en concreto) y me acerqué a su casa... iba en chándal.
T.: ¿Estabas sola en ese momento?
R: Sí... y, bueno, una cosa que yo no había relacionado hasta que hice este ejercicio.
T.: ¿Lo recordabas?
R: No lo recordaba, no así.
T.: Bien, coméntame.
R: Pues eso, pensé en ir a saludarles y...y... nada, llegué vestida con el chándal y
ya vi unas caras un poco extrañas.
T.: Caras extrañas, ¿en él o en más personas?
R: En él y en otra persona que estaba allí. (La terapeuta asiente.)Y fue cuando
me preguntó si no sabía que las chicas que solían ir allí no acostumbraban a
ir en pantalones... yo no lo sabía, le dije que no lo sabía... me llevó al des
pacho.
T.: ¿Qué hizo la otra persona?
R: Se quedó en la otra habitación... y... fue cuando... fue cuando me dijo que tenía
que aprender lo que era una mujer y lo que era un hombre.
T.: ¿Recuerdas lo que contestaste?
P.: No contesté nada.
T.: ¿Recuerdas lo que sentías?
P.: Estaba descolocada.
T.: ¿Te dio alguna explicación?
R: No... y allí... (la paciente se pone muy nerviosa, muy agitada).
T.: Te quitó los pantalones.
R: Sí... y... mmm...
T.: No te preocupes, Carmen, tómate tu tiempo. (Silencio.)
R: Empezó por quitarme los pantalones, después hizo que me arrodillara... y... no
sé si puedo decirlo...
T.: Sí que puedes.
R: Y...
T.: Hizo que te arrodillaras.
P.: Sí, y...
T.: ¿Estabas asustada?
R: Sí.
T.: ¿Recuerdas qué más sentías en ese momento?
P.: No recuerdo lo que sentía.
T.: ¿Miedo?
P.: Sí, eso sí, pero... no entendía porqué... (se bloquea).
T.: No entendías lo que estaba ocurriendo... no había lógica, si hubiese alguna
lógica podrías entenderlo, pero al no ser lógico es normal que no entendieses lo
que estaba ocurriendo.
P.: Él decía que era para que yo aprendiera, para que aprendiera lo que era una
mujer y...
T.: Y lo que era un hombre...
P.: Sí.
T.: Ya... ¿tú sabes cómo imparten las clases de sexualidad a niños?
P.: No.
T.: ¿Pero te imaginas cómo puede ser?
R: No.
T.: ¿Crees que sería similar a lo ocurrido ahí?
R: No.
T.: No, ¿verdad, Carmen?
R: No.
T.: Un profesor suele enseñar el cuerpo humano en dibujo, señalar las diferencias
y dar explicaciones; pero esto ya es otro tema; yo te lo comento porque es
importante que te plantees que eso no tiene justificación, que no es así como
se enseña a los niños, intento que puedas poner en su sitio el comportamiento
de esta persona.
R: Sí, creo que no sería así.
T.: Él te dijo que te arrodillaras.
R: Sí.
T.: ¿Tú obedeciste?
R: Sí.
T.: ¿Pensabas que tenías que obedecerle?
R: Sí, porque cambió su expresión, la expresión de su cara.
T.: ¿Tenía una expresión que te asustó?
R: Sí... y... y... después... después hizo algo que entendí menos... porque... (se
vuelve a poner más nerviosa) mmm...
T.: Con calma... (Silencio.) Hizo algo que entendiste menos... ¿qué es lo que hizo?
R; Sacó su miembro, hizó que yo abriera la boca y... y... eso (baja la cabeza y
rompe a llorar).
T.: Tómate tu tiempo, no te preocupes.
R: (Llorando.) No lo entiendo (la paciente está muy agitada).
T.: ¿Me escuchas?
R: Sí (llorando).
T.: Bien, tómate tu tiempo, ¿vale? Es importante que sepas que eso no lo puedes
entender porque no tiene ninguna lógica... cuanta más información tengo...
(La paciente se agita mucho, pone las manos alrededor de su cara y de su
cabeza.) Tú intentas comprender algo que no tiene lógica, si la tuviera sería
dentro de un comportamiento anómalo, un comportamiento que no es el tuyo,
por eso no lo puedes entender, por eso tienes dificultad para etiquetar estos
comportamientos. Tú los colocas dentro de un castigo, los asocias a un castigo,
a algo que has aprendido, a lo que te ha transmitido, ¿es así, lo asocias a un
castigo?
R: Sí. (Silencio.)
T.: Ahora mismo te encuentras mal... (La paciente parece estar en otro sitio.) ¿Me
puedes mirar? (Silencio.) Si no puedes no pasa nada, me vale con que me
contestes. (La paciente intenta responder, pero no puede.) ¿Necesitas tiempo?
(La paciente asiente.) Bien, pues me avisas cuando puedas seguir. (La paciente
asiente. Silencio, la paciente está moviendo las manos, se rasca las piernas,
está muy agitada, como si no supiese qué hacer con las manos, como si bus
case algo que agarrar.) ¿Quieres que te traiga un cojín?
P.: Sí.
T.: (Sale, va a buscar un cojín y se lo trae a la paciente.) Te dejo tu tiempo... yo
puedo salir, ¿prefieres que me quede?
R: Sí.
T.: Bien, pues yo me quedo aquí y tú me dices cuándo podemos seguir. (Permanecen
un rato en silencio.)
R: Prefiero terminar de hablar de esto.
T.: Como prefieras, ¿quieres seguir hablando de esto y terminar o te refieres a dejar
de hablar de esto por hoy?
R: Terminar de hablar de esto.
T.: Bien, entonces cuando puedas seguimos.
R: Es que me vienen ganas de vomitar.
T.: ¿Quieres un chicle?, ¿te puede servir?
R: A lo mejor sí. (La terapeuta busca un chicle y se lo da a la paciente. La paciente lo
agradece, se toma un rato para intentar calmarse y después de ese rato sigue.)
R: ¿Puedo seguir?
T.: Como tú quieras.
R: Pues... después de eso me tumbó sobre la mesa de su despacho y... me hizo
mucho daño... yo estaba muy rígida.
T.: Tú estabas rígida... él te tumbó.
R: Y me tapaba la boca, no podía respirar.
T.: ¿Con qué te tapaba la boca?
R: Con la mano.
T.: ¿Y el resto dónde lo tenía?
R: Encima de mí.
T.: ¿Qué hacía?
R: Moverse encima de mí y taparme la boca.
T.: ¿Por qué crees que te tapaba la boca?
R: No lo sé.
T.: No lo sabes... El caso es que te tapaba la boca y te hacía daño; en ese momento
no podías respirar.
R: Es como lo que me pasa ahora... cuando estoy mal.
T.: ¿Cuando estás mal tienes esas sensaciones?
R: Sí.
T.: ¿Es como lo que te pasa por las noches, cuando te despiertas con la sensación
de ahogarte, de no poder respirar, con olores y sabores...?
P.: Sí.
T.: ¿Eso lo entiendes mejor ahora?
R: Sí.
T.: ¿Él te tocó a ti?, ¿en ese momento?, ¿esa primera vez?
R: Sí.
T.: Dices que se estaba moviendo encima de ti, ¿te penetró?
R: Sí.
T.: ¿Ese día?
R: Sí.
T.: ¿Te dijo algo durante esta situación?
R: Sí, que tenía que aprender.
T.: ¿En qué consistía ese aprendizaje?
R: No lo sé.
T.: Se te hace violento escuchar la palabra que utilizó esta profesional, ¿le ves sen
tido a lo que dijo?
R: No.
T.: ¿Por qué?
P.: No lo sé, no entendía nada.
T.: ¿Cómo lo definirías tú si esto le ocurre a otra persona?
R: No lo sé, no tiene sentido.
T.: No, no tiene sentido... ¿sabes que hay personas que no están bien, que tienen
inclinaciones enfermizas y que intentan justificar su conducta mediante razona
mientos que no tienen ningún sentido?, ¿esto lo sabes?
R: Sí.
T.: Bien, ¿qué más te viene a la mente de esta situación?
R: Pues eso...
T.: Antes comentabas que cuando terminó te empezó a golpear, ¿dónde te gol
peaba?
R: En la espalda y en los genitales.
La paciente relata que tenía que estar quieta, que no podía moverse y que,
cuanto más rígida se mostraba, más le pegaba. A esto ella lo denomina castigo. Se
profundiza un poco más en este tema, pero no se transcribe esta parte de la entre
vista, solo señalaremos que, cuando esta persona terminó de abusar de ella, le tiró
la ropa encima. La paciente no acudió a nadie porque pensó que era culpa de ella.
T.: Entonces tenemos claro que es una persona que intenta cerrar este círculo de
confianza que va creando... que al principio tenía tu confianza porque no tenías
motivos que te hicieran pensar lo contrario, ¿es así?
P.: Sí.
T.: Cuando tú vas a verle no tienes ni idea de que puede pasar lo que pasa...
P.: No.
T.: Ocurre esto que me has comentado...
R: Sí.
T.: Tú sales sintiéndote como un perro (asíse refería a ella cuando abusaba de ella),
como un trapo, me imagino que dolorida, confusa... (La paciente asiente.) ¿A
dónde vas después?
R: A un parque.
T.: ¿Y después te vas a casa?
R: Sí, mucho después.
T.: ¿Horas?
R: Sí.
La paciente no recuerda lo que hizo al salir, pero sabe que no le contó nada
a nadie.
Hablamos de esta segunda ocasión y de otras, pero esta parte tampoco se trans
cribe; creo que nos podemos hacer una idea de lo que tuvo que pasar esta niña de 13
años durante bastante tiempo (el abuso se alargó años y se producía casi a diario).
T.: Este señor probablemente tenía un problema, pero esto ni lo justifica ni le quita res
ponsabilidad. Él era un adulto, tú eras una niña, confiabas en él. Y el tema del panta
lón era una justificación... si no hubiese sido el pantalón, sería el llevar una falda que
provocaba, cualquier otra cosa... valdría cualquier cosa... un cambio de peinado,
una chaqueta más entallada, una más floja... La idea es que la persona que sufre
este trato crea que tiene la culpa... eso es lo que le da poder, ¿entiendes?
P.: Sí.
T.: ¿Y tiene sentido?
P.: Sí, porque después valía cualquier cosa.
Al final de la sesión se le recuerdan a la paciente los motivos por los que antes
no podíamos tocar estos temas (la falta de recursos para verbalizar y tolerar temas
con carga emocional que le hacían revivir experiencias pasadas, principalmente). La
paciente se encuentra más tranquila una vez que puede verbalizar toda esta viven
cia y agradece a la terapeuta el tacto que ha tenido durante la sesión. 36
36 A medida que trancurren la entrevista y las sesiones de terapia, se puede observar cómo la paciente
va comprendiendo lo que le ocurrió y lo empieza a ver de una forma más objetiva y justa para ella. De esta
forma es capaz de entender y encontrar una relación entre las vivencias y los castigos aprendidos en el
pasado y los impulsos que tiene en el presente.
1. Identificación de emociones y verbalización de las mismas.
2. Expresión escrita de las emociones y situaciones que no podía verbalizar.
3. Identificación de las conductas destructivas así como de los pensamientos
y emociones asociadas a las mismas.
4. Identificación y verbalización de los instrumentos utilizados.
5. Intento de deshacerse de estos instrumentos que falló porque le generó
muchísima inseguridad. Alternativa propuesta: guardar los objetos en cajas
y depositarlas en un lugar de difícil acceso, con la idea de que tenga que
dividir este primer impulso en varios pasos (aumentando así la probabilidad
de que la paciente frene el impulso). Para llegar a los objetos tiene que
coger una escalera, subirse a ella, buscar en el fondo del armario y desha
cer el envoltorio de las cajas (una de las propuestas es que las cajas, ade
más de estar cerradas con cinta aislante fuerte para dificultar la apertura,
contengan mensajes: “no quiero esto para mí” , “hay otras alternativas”...).
Esta alternativa funcionó durante un tiempo, pero finalmente la paciente
recuperó los objetos.
6 . Tras este retroceso volvió a guardar los objetos y ella misma seleccionó el
momento para irse deshaciendo gradualmente de ellos. Sensación de logro,
aunque con mucha dificultad, porque eran objetos que paradójicamente le
aportaban seguridad: “Si no podía manejar esta intensidad siempre podría
recurrir a ellos”.
7. La paciente pasa una temporada sin lesionarse, pero finalmente encuentra
nuevos objetos para hacerse daño, para “castigarse”.
8 . Se retoma el tema del castigo y empezamos una terapia intensiva que
pretende ayudar a la paciente a asociar su aprendizaje y sus vivencias con
la conducta actual. Aunque es una etapa difícil para la paciente, la ayuda
establecer esta relación y se hace consciente de cómo la persona que la
castigaba intentaba justificar sus acciones, pero curiosamente él nunca
se castigaba.
Parte H
OBJETIVOS TERAPÉUTICOS
Y CONCLUSIONES
21
OBJETIVOS TERAPÉUTICOS
3. Si utiliza objetos para lesionarse, averiguar el/los que utiliza, cómo lo/s
consigue, si lo/s limpia y/o desinfecta, dónde lo/s suele guardar, qué signi
ficado tiene/n si es que lo tiene/n, motivos por el/los que lo/s ha seleccio
nado inicialmente y en la actualidad.
6 . Explorar el alcance de la lesión así como los lugares del cuerpo que el
paciente suele lesionar, para que pida ayuda médica cuando la situación
lo requiera (algunos cortes necesitan puntos y difícilmente se curaran
sin una intervención; si el paciente no acude al médico pueden surgir
otros problemas, por ejemplo, infecciones que en casos extremos pueden
tener un desenlace muy negativo, como la amputación de un pie o una
mano37).
10. Averiguar cómo "conviven” con sus lesiones: ¿las ocultan?, ¿se aver
güenzan?, ¿las enseñan?, ¿alardean?; esto aportará información signi
ficativa sobre la motivación y el “para qué” de la conducta.
14. Hacer sugerencias que el paciente pueda llevar a la práctica para manejar
el sufrimiento emocional.
17. Profundizar en los motivos que preceden a cada episodio autolesivo sin
entrar en preguntas que puedan parecer morbosas para el paciente. Es
importante profundizar y mostrar interés sin resultar invasivo o falto de
tacto.
Para finalizar, hemos de comentar que, aunque algunas lesiones son muy
impactantes y la posibilidad de visualizarlas generará reacciones muy diversas en
cada persona, es importante recordar que el paciente se puede sentir muy mal si
percibe gestos de desaprobación, disgusto o asco (aunque son algunas reacciones
frecuentes por parte del personal sanitario cuando se encuentra con un primer
caso).
No hay receta mágica para entender y tratar a las personas que se autolesio-
nan, tampoco la hay para que ellos dejan de hacerse daño, pero sí hay ingredientes
indispensables: comprensión, información, interés, tacto, calma, paciencia y res
peto, sobre todo, respeto.
23
CONCLUSIONES
Quizás todo lo que he expuesto a lo largo de este libro sea difícil de asimi
lar e, incluso, de comprender para las personas que no tratan habitualmente con
pacientes que se autolesionan; de hecho, es probable que más de uno haya tenido
que dejar la lectura del libro por la intensidad de algunos de los ejemplos. Si esto
le ha ocurrido, me gustaría transmitirle que es lógico y esperable y que, aunque en
principio pueda parecer una señal de debilidad, no es así. Hay temas que provocan
reacciones muy diversas, especialmente cuando el lector, sea un profesional o no,
es sensible. Si se trata de un familiar, se puede incluso sentir culpable por “no haber
comprendido” a la persona. Esto también le puede suceder a algún profesional
que, por falta de información, haya invalidado a algún paciente o no le haya sabido
ayudar.
Una vez comentado esto, me gustaría prestar atención a un aspecto que suele
surgir incluso cuando la persona ha dejado de autolesionarse: los pensamientos
negativos y las “ganas" pueden permanecer durante algún tiempo. Esto es espe
rable y lógico. Si la persona deja de recurrir a la acción autolesiva como forma de
manejo, necesitará un periodo de adaptación; al principio tendrá que hacer esfuer
zos para frenar este impulso, pero con el tiempo y la práctica estos pensamientos y
sentimientos se irán atenuando, a medida que la persona adquiera nuevas habilida
des que le permitan reaccionar de una manera adaptativa ante situaciones ines
peradas que le generen conflicto, malestar, sufrimiento o confusión, por ejemplo.
Por último, debemos recordar que las personas que se causan daño no lo
hacen para enfadar a los que les rodean y que, aunque en algunos casos sí lo hacen
para captar la atención, no es en un intento de manipulación y sí un intento desespe
rado de pedir y recibir la ayuda que necesitan o de expresar lo que sienten.
ANEXO
MATERIAL COMPLEMENTARIO38
38 Este anexo pretende facilitar la puesta en práctica de algunos ejercicios comentados a lo largo de las
sesiones de Carmen. La primera parte consta de varias sesiones que tienen un objetivo concreto: crear un
“kit anticastigo”, que en el caso de Carmen fue muy útil para ayudarla a profundizar en las motivaciones que
hacían que se castigara. Mí intención era que asociara los tratos recibidos con un aprendizaje que durante
mucho tiempo la ha llevado a tratarse de la misma manera que la trataba su abusador. Estas sesiones fue
ron un paso muy importante de cara a la mejoría de la paciente, pues empezó a asociar “trato recibido” con
aprendizaje y con sus reacciones y comportamientos. Esto la ayudó a entender cómo funcionaba el ciclo del
castigo en el que se hallaba inmersa y a plantearse la necesidad de generar cambios.
CARTA DE PRESENTACIÓN39
39 La estructura es similar a la planteada en Diamantes en bruto II. Me gusta introducir las nuevas pro
puestas con una carta explicativa para el paciente. Esto suele ayudar a que tenga una mejor aceptación
por parte del paciente.
Hola, Carmen:
El otro día te pedí que intentases ver el castigo como algo adictivo y te lo
comparaba con una persona que tiene una adicción... Recordarás que hablamos de
cómo una persona con una adicción, además de evitar el consumo (en este caso,
la realización del acto), necesita en muchas ocasiones deshacerse de los objetos
relacionados con el consumo y variar los hábitos (lugares frecuentados, utilizados,
etc.). En tu caso es importante deshacerse de los objetos y evitar crear nuevos
instrumentos de castigo, que son totalmente incompatibles con el trabajo que esta
mos realizando en terapia. Por otra parte, está el lugar en el que habitualmente
tienes más ganas de hacerte daño... aquí ya has dado varios pasos, cambiando y
personalizando muchos detalles para conseguir sentirte más a gusto. Ahora faltaría
acondicionar la otra habitación, la que hemos denominado “lugar seguro”, pues es
el sitio al que a partir de ahora podrás recurrir para romper con la sensación que
surge en la otra habitación y centrarte en el cuidado. Por tanto, es importante tener
un “kit anticastigo” que tú misma crearás durante esta semana. En este kit has de
introducir objetos relacionados con el cuidado, cosas que podrás utilizar y que te
pueden ayudar. Puedes introducir una libreta con un listado de alternativas, obje
tos antiestrés, plastilina, fotos, telas de diferentes texturas, incluso cuadernos para
colorear, etc... cualquier cosa que te pueda ayudar a tolerar mejor el momento y a
desviar la atención de esta necesidad aprendida de hacerte daño. Estos objetos los
puedes introducir dentro de una caja especial, que ha de ser nueva para asociarla
con esta nueva etapa que vamos a empezar.
Un abrazo
Dolores
SESIÓN 1. CREANDO UN KIT ANTICASTIGO
1. Objeto 1
2. Objeto 2
3. Objeto 3
4. Objeto 4
5. Objeto 5
6 . Objeto 6
2. Cambio 2
3. Cambio 3
Cuando tuve la ocasión de leer el primer borrador del artículo le dije a Dolores
que era mucha información condensada, que sería interesante ampliar los conte
nidos y las explicaciones. A los pocos meses me pasó el primer borrador de este
libro. Al leerlo quedé sorprendida con la claridad de las explicaciones, pero, sobre
todo, porque en esta ocasión Dolores transmite con mucha más fuerza algo que me
parecía casi imposible.
Esta reflexión puede parecer un poco dura o crítica, pero no pretende otra
cosa que la reflexión; no está dirigida a ningún profesional en concreto, sino a
todos, incluida a mí misma. Creo que además de profesionales somos personas
y que, aunque hay reacciones humanas que son lógicas y razonables, lo dejan
de ser cuando interfieren en nuestro trabajo y en nuestra capacidad de ayuda a
un paciente y su familia. Como profesionales entiendo que hemos de identificar e
intentar entender nuestras limitaciones, es la única manera de poder superarlas
y ponerles solución. Esto se puede lograr revisándonos, haciendo autocrítica,
pidiendo opinión a otros compañeros y sobre todo recibiendo formación sobre lo
que nos estresa. Si aun así tenemos dificultades con el manejo de algún caso,
la postura más ética, insisto, será derivar a las personas que acuden en busca
de ayuda (es fundamental hacer esta derivación sin culpabilizar a la persona que
sufre y que, en la mayor parte de los casos, no entiende ni su propio comporta
miento).
A pesar de esta crítica reflexiva, me gustaría decir que conozco a muchos
profesionales que hacen todo lo que pueden para ayudar a las personas a las que
atienden y que este es el máximo objetivo de su vocación.
Por último, he de decir que vale la pena el esfuerzo que he presenciado por
parte de la autora para plasmar toda esta información si unos cuantos profesionales
reacios ante este tipo de conductas se llegan a replantear los esquemas y se sien
ten motivados para hacer este trabajo.
2. Conterio, K., Lader, W., Kingson Bloom, J.: Bodily Harm: The Breakthrough
Healing Program for Self-injurers, Hyperion Books, 1998.
5. Kettlewell, C.: Skin Game. A Memoir, Nueva York: St. Martin's Griffin,
2000.
7. Miller, D.: Women Who Hurt Themselves:A Book ofHope and Understanding,
Basic Books, 1994.