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TOMÁS

TOMAS
EL DISCIPULO INCREDULO
Juan 20:9-21 “Al atardecer de aquel primer día de la semana, estando reunidos los
discípulos a puerta cerrada por temor a los judíos, entró Jesús y, poniéndose en medio
de ellos, los saludó.

—¡La paz sea con ustedes!

Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Al ver al Señor, los discípulos se alegraron.

—¡La paz sea con ustedes! —repitió Jesús—. Como el Padre me envió a mí, así yo los
envío a ustedes”.

Juan 20:24-25  “Tomás, al que apodaban el Gemelo, y que era uno de los doce, no
estaba con los discípulos cuando llegó Jesús. Así que los otros discípulos le dijeron:
—¡Hemos visto al Señor!

—Mientras no vea yo la marca de los clavos en sus manos, y meta mi dedo en las
marcas y mi mano en su costado, no lo creeré —repuso Tomás”.

Jesús resucitado se aparece, pero Tomás no estaba. Era negativo, se preocupaba por
todo, tendía a la ansiedad y siempre esperaba lo peor. Sus palabras desanimaban a
los demás y era incrédulo.

AISLADO EN SU DOLOR
Se sentía culpable, había abandonado a Jesús.
La muerte de Jesús lo golpeó con dureza, y el dolor se adueñó de su corazón.
Tomó una mala decisión: su reacción fue aislarse, se sintió solo, traicionado,
abandonado. Aquel a quien había amado profundamente se había ido.

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TOMÁS

NO COMPRENDIO LO QUE JESUS DIJO


Jesús les había dicho: “aquí en el mundo tendrán muchas pruebas y tristezas, pero
anímense porque yo he vencido al mundo”.
Es la realidad de la vida, placer-dolor… felicidad-desdicha… alegría-tristeza… triunfo-
fracaso, etc.

EN LUGAR DE APRENDER DEL DOLOR NOS RESISTIMOS A EL


Siempre queremos encontrar una explicación frente al dolor. En Juan 9:2 los discípu-
los le preguntaron a Jesús acerca del hombre ciego: “¿quién pecó? ¿este o sus padres?”

La meta final no es la comodidad sino el desarrollo del carácter. La meta no es evitar


el dolor, sino enfrentarlo y triunfar sobre él.

Vida abundante no significa estar libres de problemas, gozar de felicidad permanente


y de salud perfecta. Esta creencia nos hace ver a Dios como el genio de la lámpara.
Dios no es nuestro sirviente.

EL PROPOSITO DEL DOLOR


Jesús fue crucificado, el sol se oscureció y hubo gran tiniebla hasta las 3 de la tarde.
Todo parecía oscuridad y tragedia.
Pero la muerte de Jesús fue la entrada a la vida y a la esperanza.
El sufrimiento de Tomás es como el dolor de parto, pero tiene una finalidad ya
que precede la llegada del milagro.
Si miro al mundo me voy a angustiar, si me miro a mí mismo me voy a deprimir,
pero si miro a Cristo voy a descansar.

LA ALEGRIA DE VOLVER AL SEÑOR


JUAN 20:26-29  “Una semana más tarde estaban los discípulos de nuevo en la
casa, y Tomás estaba con ellos. Aunque las puertas estaban cerradas, Jesús entró y,
poniéndose en medio de ellos, los saludó.

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TOMÁS

—¡La paz sea con ustedes!


Luego le dijo a Tomás:
—Pon tu dedo aquí y mira mis manos. Acerca tu mano y métela en mi costado. Y no
seas incrédulo, sino hombre de fe.
 —¡Señor mío y Dios mío! —exclamó Tomás.
 —Porque me has visto, has creído —le dijo Jesús—; dichosos los que no han visto y
sin embargo creen”.
El incrédulo vuelve a la fe, a la comunión con Dios, y se apropia nuevamente de la
alegría y el gozo.
Cuando falta la fe todo es gris, falta la gratitud, la fortaleza, el gozo.
El Señor entiende nuestras dudas y debilidades. Es paciente con nuestro pesimismo.

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