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LA GRAN PELEA (LEYENDA MAPUCHE)

Cuentan los mapuches que hace mucho, pero mucho tiempo, vivían en sus tierras dos
víboras grandísimas. Eran tan pero tan grandes, que parecían dos montañas. Una de ellas,
Cumen, era tranquila y muy amable con la gente. Hueda, la otra víbora, tenía mal carácter y vivía
maltratando a las personas.
Aunque ya todos estaban acostumbrados a los líos que armaba Hueda, una vez la cosa se
puso seria, porque ella decidió destruir todo, y comenzó a sacudirse violentamente. Cuanto más
se sacudía, más se revolvían las aguas de los lagos y los ríos. Así, toda la tierra se fue
inundando.
Los mapuches no tenían adónde escapar, el agua los rodeaba. Cumen escuchó sus gritos
pidiendo socorro y acudió a ayudar a la gente. Entre las dos serpientes se inició una dura pelea.
Cumen comprendió que mientras continuara la lucha, la inundación no bajaría, y los mapuches se
ahogarían. Entonces, tuvo una idea para salvarlos. Arqueó su lomo hacia arriba, llamó a la gente
y le dijo:
- ¡Rápido!¡Súbanse al lomo! Así estarán a salvo de la inundación mientras
yo peleo con Hueda.
La gente obedeció enseguida. Hombres, mujeres y chicos formaban una hilera que trepaba
por el cuerpo de la serpiente. Los que podían, cargaban bultos de ropa, comida, pieles y los
pocos animales domésticos que el apuro permitió rescatar.
La pelea parecía interminable. Hueda se revolvía con furia y agitaba el agua con su cola,
mientras Cumen alzaba su lomo cada vez más alto para evitar que la gente se ahogara. Así
pasaron los días y los meses.
 Durante el tiempo de la gran pelea, se produjeron muchos cambios en las personas.
Algunas personas que eran miedosas, se convirtieron en piedras, tan grande fue el susto que se
llevaron. Por eso, en algunas montañas se ven rocas con forma humana. Otras se enojaron tanto
porque la inundación no acababa, que se transformaron en pumas y yaguaretés, peligrosos
animales. Aquellos que no pudieron trepar al lomo de la serpiente, se quedaron en el agua
convertidos en peces. Y muchas personas, las que subieron primero y llegaron a lo más alto del
lomo de Cumen, se acercaron tanto al sol que se les quemó el pelo y quedaron peladas.
Después de mucho pelear, Hueda se cansó y se tranquilizó. Poco a poco, a medida que el
agua se retiraba hacia los ríos y lagos, Cumen iba bajando su lomo para que los mapuches
bajaran a tierra.
Al bajar, se sorprendieron frente a un paisaje diferente. Los valles se veían verdes y
fértiles, los bosques más poblados de árboles nuevos, y el agua y el aire estaban frescos y
limpios. Las personas también habían mejorado. En el pueblo mapuche ya no había cobardes ni
furiosos. Las familias vivieron en paz cultivando la tierra y fueron felices.
Eso sí, siempre tenían presente que Hueda podía despertar para inundar nuevamente la tierra,
pero también sabían que Cumen estaría dispuesta a ayudarlos

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