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Revista de Psicología de El Salvador, 1989, Vol.

VIH, N®33,223-245
UCA, San Salvador, El Salvador, C A .

LA INSTITUCIONALIZARON
DE LA GUERRA

Ignacio Martín-Baró
Departamento de Psicología y Educación
Universidad Centroamericana José Simeón Cañas

RESUMEN

La prolongación de la guerra puede llevar a su institucionalización


social, es decir, a la transformación de sus presupuestos y prácticas en
normas de la convivencia colectiva y hasta en formas de pensar y
sentir de los grupos y personas. El presente trabajo examina esa
oosibilidad en las circunstancias actuales de El Salvador. Se man­
tiene que en ellas se ha producido una generalizada militarización de
la existencia, se ha llegado a aceptar como "normal" el desangra­
miento permanente de vidas jóvenes, y se vive en la semipenumbra de
ina mentira sistemática sobre lo que ocurre en el país y de un
istereotipamiento sobre los actores sociales. Un estudio realizado con
204 niños, de sectores altos y bajos de la sociedad salvadoreña, de
~>cho a dieciséis años, examina exploratoriamente la posible inte­
riorización de esas prácticas sociales objetivas en formas personales de
jensar y valorar. Los datos apuntan a que sólo una minoría de niños
oudiera haber desarrollado todavía unos esquemas bélicos para
:onocer y valorar la realidad social, aunque, de confirmarse este hecho

' Una versión preliminar de este trabajo se presentó como conferencia en el


XXII Congreso Interamericano de Psicología, celebrado en Buenos Aires, del
25 al 30 de junio de 1989.
en estos niños, relativamente poco afectados por la guerra, cabría
hipotetizar que la interiorización será mayor en niños más di­
rectamente afectados por la situación bélica. En todo caso, se trata de
un problema que debe ser examinado y confrontado por la psicología.

1. Los efectos psicosociales capacidad de intervención para


de la guerra ayudar a sus víctimas directas e
indirectas. Ahora bien, desde un
Cuando desde la psicología punto de vista psicosocial esta
enfocamos los efectos que pro­ perspectiva es sólo parcial y li­
duce la guerra, tendemos a con­ mitada y, eventualmente, puede
centramos en su impacto en el dejar de lado algunos de los
psiquismo de los individuos y efectos más graves de las con­
grupos, particularmente en su frontaciones bélicas. De hecho,
carácter traumatógeno. El su­ una guerra es una práctica social
puesto más o menos implícito es tan radical que tiende a sobrede-
que la guerra constituye una terminar el funcionamiento de
realidad externa a las personas, los aspectos más diversos de una
una situación que afecta desde sociedad. Cuando un país se
fuera el desarrollo individual y a encuentra en guerra, ya sea con
la convivencia social. De ahí que otro país o por el enfrentamiento
la atención se centre sobre todo entre grupos de su propia pobla­
en aquellos que sufren más di­ ción, la vida social en su conjunto
rectamente las condiciones de la tiende a ser dominada por los
guerra, ya sea al estar involu­ dinamismos bélicos: la economía
crados como combatientes —sol­ no sólo tiene que asimilar la
dados o guerrilleros— ya sea al destrucción sistemática del apa­
sufrir como población civil las rato productivo, sino que debe
consecuencias de la violencia orientar sus principales esfuer­
generalizada o de la represión zos hacia la satisfacción de las
política que suele acompañar a necesidades militares siempre
las acciones bélicas, en particular perentorias; la política se milita­
en las llamadas guerras de con- riza y las mismas instituciones
trainsurgencia. culturales, como la escuela y las
iglesias, desarrollan todo un apa­
Sin duda, este aspecto es rato de simbolismos y justifica­
esencial y ante la consistente ciones que predisponen a la
proliferación de los conflictos bé­ población a la lucha y ensalzan
licos en el mundo entero, los el sacrificio de quienes entregan
psicólogos debemos incrementar su vida en beneficio del bando
los esfuerzos por aumentar considerado en cada caso como
nuestro conocimiento y nuestra bueno.
Ahora bien, como toda prác­ así como de satisfacer las necesi­
tica social importante, la guerra dades de sus miembros. En este
va configurando una realidad proceso histórico, aquellas for­
nueva, va definiendo un mundo mas de actuar que logran el ob­
diferente al de las sociedades que jetivo buscado o, por lo menos,
se encuentran en paz. Cuando que responden más adecuada­
las guerras son un fenómeno mente a la perspectiva de quie­
corto y pasajero, un momento de nes tienen el control social, van
crisis muy circunscrito en el siendo privilegiadas y se van es­
tiempo y aun en el espacio, su tableciendo como los modos habi­
impacto confígurador es relativa­ tuales de proceder. Cuando una
mente pequeño y fácilmente manera concreta de actuar para
superable —prescindiendo de los resolver un problema o para res­
cambios sociopolíticos a que dé ponder a una necesidad se vuelve
lugar. Pero cuando las guerras se habitual y, sobre todo, se hace
enquistan, cuando el accionar normativa en una sociedad, esa
bélico tiende a estancarse por forma constituye una institución
períodos largos, su poder configu- social. El comportamiento de los
rador de la realidad social se actores queda definido y tipifi­
vuelve predominante tanto en la cado en roles, recíprocos y com­
estructuración objetiva del orde­ plementarios entre sí, regulados
namiento social como en la mo­ por principios y normas que a
delación subjetiva del marco de veces llegan a ser legalmente
referencia de los grupos y perso­ sancionadas. Ejemplos caracte­
nas. A este fenómeno nos referi­ rísticos de instituciones sociales
mos al hablar de institucionali- bien conocidas son la familia, con
zación de la guerra. Un proceso sus roles de padre e hijo, y la
así creemos que se está pro­ escuela, con los roles de maestro
duciendo en la sociedad salva­ y alumno.
doreña, como nos parece que se
ha producido ya en la sociedad Una institución es una reali­
palestina e israelí, y nos teme­ dad objetiva, algo que las perso­
mos que pronto comience a darse nas encontramos en la sociedad
en sociedades como la peruana y como un dato previo a nuestra
la colombiana. existencia, una "cosa" que diría
Durkheim con la que tenemos
Es bien conocido el plantea­ que contar y frente a la que te­
miento que sobre la instituciona- nemos que ajustar nuestro
lización de una práctica social quehacer. Las personas que en­
hacen Berger y Luckmann (1968, tran en una institución saben por
págs. 66-120). Toda sociedad lo general bastante bien qué tie­
trata de resolver los problemas nen que hacer, lo que los demás
fundamentales de la existencia, esperan de ellas y lo que ellas
pueden esperar y exigir a los rante ultimo de la práctica ins­
demás. Por ello, las sociedades titucional. De esta manera, la
suelen contar con períodos pre­ institución recibe su legitimación
paratorios específicos, durante última e inamovible.
los cuales las personas se sociali­
zan, es decir, aprenden e interio­ La elaboración ideológica de
rizan las exigencias de una de­ una institución supone la defini­
terminada institución. Pero exis­ ción de valores, la construcción
ta o no ese período, las deman­ de símbolos, la promulgación de
das fundamentales de una insti­ normas y leyes. Estos valores,
tución social, las normas sobre lo símbolos y normas son interiori­
que hay que hacer, quién, cuándo zados por las personas. De este
y cómo, están inscritas en las modo, la institución penetra en
prácticas rutinarias, en los hábi­ el ámbito de la subjetividad: la
tos que los actores tienen que exigencia social se vuelve ideal
desarrollar en su quehacer co­ personal, la necesidad objetiva se
tidiano, rutinas y hábitos cuyo convierte en aspiración subjetiva.
quebrantamiento arrastra san­ La praxis sobre la realidad se
ciones. hace conocimiento de esa misma
realidad, y el esquema compor-
Ahora bien, una institución tamental externo encuentra su
social no se queda en el mero correlato en los esquemas cog­
plano de la objetividad, sino que noscitivos y valorativos internos;
exige su elaboración ideológica: en otras palabras, la práctica
una institución es una práctica, socialmente demandada se hace
una forma de actuar, pero toda forma de pensar individual y el
sociedad necesita dar razón de su hábito socialmente exigido se
proceder, tanto más cuanto más convierte en valor personal.
importante sea para la vida de la
sociedad. Así, las instituciones Es importante examinar en­
tienen que ser no sólo explicadas, tonces en qué medida una prác­
sino justificadas como buenas y tica como la de la guerra puede
aun como ideales. La ideologi- institucionalizarse, es decir, ob­
zación suprema de una institu­ jetivarse en las prácticas sociales
ción consiste en su naturaliza­ e interiorizarse como mundo sub­
ción, es decir, en hacer de ella jetivo. Pretendemos examinar, en
una exigencia de la misma natu­ concreto, si la guerra que asóla a
raleza humana, y no una simple El Salvador desde 1980 se ha
alternativa histórica. Por lo ge­ institucionalizado ya en el país,
neral, esta naturalización cul­ si se ha consolidado objetiva­
mina en la sacralización de la mente en prácticas y rutinas
institución, es decir, en volver a habituales, y si se ha interiori­
un Dios supremo fuente y ga­ zado subjetivamente en formas
normales de pensar y de valorar reduciendo al mínimo la coerción
la realidad cotidiana. Creemos sobre los ciudadanos, aunque su
que este análisis es tan impor­ eliminación total constituya un
tante o más que el de las conse­ ideal utópico (ver Janowitz,
cuencias sobre las víctimas de los 1978). De hecho, hasta los regí­
conflictos armados, ya que la ins- menes más democráticos man­
titucionalización de la guerra tienen una instancia coercitiva
desborda la finalización de la lu­ interna —la policía— a la que
cha armada e incluso trasciende asignan en exclusiva el empleo
la vida de las personas involucra­ legítimo o, por lo menos, legal de
das en ella y, por tanto, condi­ la fuerza física contra la propia
ciona esencialmente las posibili­ población. La coerción pretende
dades mismas de la paz social. mantener integrados al orden es­
tablecido a aquellos grupos y per­
2. La habituación objetiva a sonas con quienes no basta la
la guerra convicción sino que requieren la
amenaza de la fuerza e incluso la
No se trata aquí de examinar represión y aun la eliminación
las características más propias física —lo que ya supone la re­
del conflicto salvadoreño, cuanto nuncia a su integración.
de explorar aquellos aspectos de
la guerra que se hayan consti­ Es claro que, para mantener
tuido o puedan constituirse en integradas a las clases domina­
prácticas institucionales, es de­ das en nuestras sociedades lati­
cir, hábitos y rutinas asumidas noamericanas, la dosis de coer­
sin mayor cuestionamiento e in­ ción empleada suele ser notoria­
cluso como exigencias normati­ mente mayor que la de convic­
vas. Me fijaré en tres de estas ción y, por lo general, la función
formas habituales, que se obser­ represiva prima sobre la función
van ya en la vida cotidiana de El integradora (ver Castells, 1973,
Salvador: la militarización de la pág. 179). En otras palabras, los
existencia, la aceptación de lo gobiernos de turno no suelen
que llamaré "impuesto de gue­ buscar tanto el que los sectores
rra" y la mentira oficializada. marginados puedan participar
plenamente en la vida social
2.1.La militarización de la cuanto el que su existencia no
existencia altere el funcionamiento "nor­
mal" del orden social establecido.
El funcionamiento y reproduc­
ción de cualquier orden social Pero en una situación de gue­
combinan dosis diferentes de rra civil como la que vive El
convicción y coerción. Todo régi­ Salvador ni siquiera el incre­
men político aspira a funcionar mento masivo de la represión
policial ha bastado para man­ económicos o recreativos: los mi­
tener el "status quo"; fue nece­ litares opinan sobre las medidas
saria la militarización misma de económico-sociales o coronan rei­
las estructuras sociales. La dife­ nas de belleza, imparten charlas
rencia estriba en que la repre­ educativas o inauguran obras
sión policial asume todavía en públicas, realizan actos cívicos,
principio la existencia de un or­ dirigen proyectos de desarrollo y
denamiento civil, mientras que la hasta presiden celebraciones re­
militarización transforma ese or­ ligiosas o sientan cátedra sobre
denamiento, introduciendo un la "verdadera religión".
principio interno de disciplina
militar. Al extender la confron­ Hoy día, la Fuerza Armada
tación a todos los ámbitos de la salvadoreña está presente más o
vida social, la doctrina de "la se­ menos directamente en todos los
guridad nacional", primero, y de ámbitos y organismos de la vida
los llamados "conflictos de baja social, la mayor parte de ellos
intensidad", después, han pro­ completamente ajenos a la natu­
movido y en varios casos exacer­ raleza de las funciones a las que
bado la militarización de los la institución militar debe aten­
países latinoamericanos. der o para cuyo desempeño sus
miembros han sido preparados.
En el caso de El Salvador, la El problema no estriba en si los
militarización de las estructuras oficiales en cuanto personas son
sociales se extiende desde los capaces o no de desarrollar esas
espacios físicos hasta los ámbitos funciones; el problema es que se
culturales, pasando por los or­ introduzcan en razón de su per­
ganismos más diversos. Los re­ tenencia a la Fuerza Armada y
tenes militares que invaden las como tales, es decir, como miem­
calles de las ciudades y las ca­ bros de esa institución. Y lo que
rreteras del país, las patrullas es todavía más grave, su presen­
que-constantemente se movilizan cia es por lo general omnipo­
por caminos y veredas, los vigi­ tente, es decir, se constituye en
lantes que bloquean la entrada a la instancia decisiva sobre lo que
cualquier edificio público y aun se hace o se puede hacer, si no
privado, son testigo fehaciente de siempre en directo, al menos
esa ocupación militar de los es­ mediante su poder de veto. De
pacios físicos del país. Una inva­ esta manera, la guerra penetra
sión análoga se observa en los en las áreas más diversas de la
medios de comunicación masiva, convivencia social, y las instan­
saturados no sólo de informacio­ cias y criterios militares despla­
nes militares, sino de la presen­ zan a las instancias y criterios
cia militar en todos los ámbitos civiles, desnaturalizando con fre­
de la vida, políticos o culturales, cuencia los fines de los organis­
mos sociales, incluso por encima en el funcionamiento del orden
del ordenamiento jurídico. La­ social establecido.
mentablemente, un proceso de
militarización similar y aun ma­ 2 2 . £1 impuesto de guerra
yor, no por comprensible menos
deplorable, tiende a darse en las Por impuesto de guerra se
zonas bajo control rebelde. suele entender aquel cobro que
un gobierno establece para cos­
La consecuencia de esta mili­ tear el incremento de los gastos
tarización de la existencia social militares que se produce en tiem­
es que las personas tienen que pos de conflagración bélica.
desarrollar su vida tugo permiso Ahora bien, son de hecho dos las
y como una concesión; todo lo imposiciones que se establecen
importante y no poco de lo secun­ sobre la población civil en tiem­
dario requiere el visto bueno pos de guerra; una, la económica;
militar; todo aquello que pueda otra, la personal. ‘
tener algún tipo de significación
nacional y aun local debe ser En El Salvador, los princi­
valorado a la luz de las exigen­ pales organismos de la empresa
cias bélicas, confundidas en oca­ privada rechazaron en 1987 el
siones con las conveniencias de establecimiento de un impuesto
la institución castrense y aun directo de guerra, al que el go­
con el simple capricho del coman­ bierno denominaba "impuesto
dante local o del oficial de tumo. para la defensa de la soberanía
La perentoriedad de una existen­ nacional", rechazo ratificado por
cia así sólo puede calibrarse la Corte Suprema de Justicia; el
cuando se llega al ridículo de que argumento de los empresarios
hasta los actos más elementales, consistió en que lo que estaba en
como desplazarse en vehículo juego no era la soberanía sino el
para realizar el propio trabajo, orden interno del país, pues se
leer un libro sobre la situación trataba de un conflicto civil, no
del país, dar un curso sobre internacional (ver A.C., 1987).
higiene dental o reunirse con Sin embargo, los mismos capi­
unos amigos en la casa y hasta talistas han aceptado de hecho y
tener un "poster" de Monseñor hasta ratificado a través de sus
Romero adornando el hogar pue­ representantes una distribución
dan ser considerados actos sub­ del presupuesto nacional que año
versivos y necesiten recibir el con año asigna a la guerra la
visto bueno militar. Esta mili­ mayor cantidad de recursos dis­
tarización objetiva de la existen­ ponibles, mientras se recortan
cia supone, sin duda, un nivel de los fondos dedicados a la salud,
institucionalización de la guerra la educación y otros sevicios pú­
blicos —recortes que, por su­ éxitos militares así como de las
puesto, muy poco o nada afectan atrocidades (reales o presuntas)
a esos sectores privilegiados. La del FMLN: los éxitos se cifran en
gravedad de este punto sólo se la muerte de guerrilleros; las
aprecia adecuadamente cuando atrocidades, en la muerte de sol­
se tiene en cuenta que, además dados o de civiles, esta última
de robarse la parte del león del siempre atribuida a los insurgen­
presupuesto del país, la guerra tes, cualquiera sea su autor real.
se come también la mayor parte Partes de guerra similares, aun­
de la ayuda que llega del exterior que cambiando los papeles de
y que representa el equivalente a héroes y villanos, ofrecen las
otro presupuesto nacional. El que emisoras del FMLN. Lo trágico
el Estado salvadoreño dedique a es que, a estas alturas de la con­
la guerra una parte mayoritaria frontación, a nadie parece con­
del presupuesto sin que gober­ mover lo más mínimo el sacrificio
nantes o legisladores se hagan o cotidiano de vidas jóvenes, cua­
se atrevan a hacer público cues- lesquiera sean las filas en las
tionamiento alguno, pone de ma­ que ocurra; se diría que el sal­
nifiesto que la guerra se ha insti­ vadoreño no quizá como persona,
tucionalizado. En la práctica, se pero sí como miembro de una
acepta este presupuesto de gue­ colectividad, ha aceptado ya la
rra como parte del funciona­ inevitabilidad y hasta la nor­
miento normal del país, así como malidad de una cuota de muertes
se acepta el consiguiente deterio­ diarias, esa macabra contabili­
ro del nivel de vida de la po­ dad humana que constituye el
blación. más terrible de los impuestos de
guerra. Pero esta aceptación
Pero un impuesto todavía más pseudo-fatalista de una cuota de
doloroso y aceptado como normal vidas es índice de la instituciona-
es el de vidas humanas. Mes con lización de la guerra en el país.
mes la Fuerza Armada realiza en
las zonas marginales de las ciu­ 2.3. La mentira oficializada
dades y en las poblaciones cam­
pesinas el reclutamiento forzoso Es bien sabido que la historia
de jóvenes, operación que tiende la escriben los vencedores y que
a parecerse a una verdadera su versión constituye no sólo una
cacería humana, con la cual trata perspectiva parcial, sino con fre­
de compensar las bajas sufridas cuencia una burda falsificación
en los combates. Semana con se­ de los procesos, los hechos y los
mana y aun día con día, el Co­ actores involucrados. Se trata de
mité de Prensa de la Fuerza Ar­ "la historia oficial”, como bien lo
mada ofrece un recuento de sus ponía de manifiesto la conocida
película argentina con el mismo personas y grupos llegan a creer­
título sobre los acontecimientos se las mentiras que ellos mismos
de ese país durante los años de han fabricado.
dictadura militar. Pero la cons­
trucción ideológica de la historia Ahora bien, incluso más grave
no es algo que únicamente tenga que la mentira sobre los hechos
lugar una vez transcurridos los es el estereotipamiento sistemá­
acontecimientos, sino que se da tico de los grupos y personas, un
también en el día tras días y ello proceso de verdadero etiqueta-
precisamente como parte de la miento (Becker, 1966) que, al
interacción social y de la confron­ interior del orden establecido,
tación de intereses grupales. genera la realidad misma etique­
tada. AI reducir la percepción
En El Salvador se da hoy día social a los esquemas rígidos y
esa mentira sistemática que simplistas, cargados •de afec­
constituye la historia oficial so­ tividad, propios del estereotipo,
bre los hechos bélicos, en particu­ se ejerce una gran violencia cog­
lar sobre todos aquellos que con­ noscitiva, es decir, se introduce
ciernen no tanto a los enfrenta­ la guerra en el ámbito del propio
mientos militares, cuanto a las conocimiento social, convirtiendo
acciones paramilitares dirigidas todo en blanco o negro, en bueno
contra la población civil sos­ o malo, en amigo o enemigo, sin
pechosa de simpatizar con los matices ni zonas intermedias.
rebeldes. Esa historia puede in­
cluir hechos reales, por supuesto, Un típico estereotipamiento
pero sobre todo, versiones defor­ que se da hoy en El Salvador es
madas de los acontecimientos, el que caracteriza a toda forma
que cambian a los autores o a las de pensamiento más o menos
víctimas, las circunstancias o la discrepante frente al régimen
forma como se produjeron, y has­ como "comunismo". Esto supone
ta hechos inexistentes, simple­ no sólo una inaceptable simplifi-
mente elaborados por exigencias ciación del mundo ideológico,
de la propaganda bélica, de la sino que constituye una burda
llamada "guerra psicológica" falsificación de la realidad, sobre
(Martín-Baró, 1988d). La men­ todo en la medida en que se
tira sistemática genera una espe­ incluyen ahí hasta el "comuni-
cie de penumbra psicosocial, don­ tarismo" democristiano o la ten­
de se entremezclan lo real y lo dencia liberal del Partido
ficticio (ver Poirier, 1970), y Demócrata norteamericano. Otro
donde los fantasmas terminan estereotipamiento social muy ex­
imponiendo su ley al conocimien­ tendido es el que tilda como "de­
to hasta el punto de que algunas lincuentes terroristas" a quienes
no comulgan con las políticas ofi­ Finalmente, la mentira oficia­
ciales. En la colada se van no lizada echa raíces en las propias
sólo los miembros de la guerrilla, instituciones del estado, desnatu­
sino los simpatizantes de cual­ ralizando sus funciones: los cuer­
quier partido de izquierda, los pos de seguridad se convierten
miembros de las organizaciones en la principal fuente de in­
populares y hasta los miembros seguridad ciudadana y el sistema
de los organismos humanitarios de justicia, en vez de garantizar
o de defensa de los derechos hu­ el ejercicio de los derechos y
manos. Todos son "delincuentes", deberes, se vuelve garante de la
es decir, autores de delitos contra injusticia y la impunidad, siem­
la ley, y además "terroristas", es pre que favorezcan la causa del
decir, individuos que realizan sus propio bando. De este modo, la
delitos mediante el empleo del guerra penetra las propias es­
terror. tructuras del aparato estatal, al
que corrompe, independiente­
El problema con el estereoti- mente de que haya personas
pamiento radica menos en el es­ honradas trabajando en él o que
quema cognoscitivo por sí mismo, se esfuerzan por actuar con
cuanto en el hecho de que un equidad y justicia.
conocimiento tan rígido y sim­
plista transforma la realidad en 3. La interiorización subjeti­
un campo de batalla de buenos va de la guerra
contra malos, en el que la única
alternativa posible frente a una ¿En qué medida la institucio­
realidad tan diabólica como el nalización objetiva de la guerra
"comunismo" o frente a sujetos en las estructuras sociales salva­
tan criminales como los "delin­ doreña ha logrado penetrar las
cuentes terroristas" es la violen­ estructuras subjetivas? En otros
cia sin contemplaciones ni com­ términos, ¿en qué medida los
ponendas. Porque tras la catego- principios y valores, los pre­
rización viene la acción, tras la supuestos y actitudes asentados
acusación de comunismo sigue la en las prácticas y rutinas cotidia­
bomba, tras el etiquetamiento al nas vinculadas con la guerra han
delincuente terrorista viene su echado ya raíces en las formas de
apresamiento o su desaparición. pensar y valorar la realidad de
La utilización generalizada y casi las personas?
mecánica de estereotipos gru-
pales de esta naturaleza es uno Por lo general, se suele asu­
de los síntomas característicos de mir que, aparte de su impacto
la institucionalización objetiva de traumatizante, el principal in­
la guerra en El Salvador. flujo de la guerra en los niños
consiste en enseñarles la eficacia Tras elaborar un pequeño
privilegiada de la violencia para cuestionario de diez preguntas
lograr sus objetivos, personales y acerca de la paz y la guerra, lo
sociales (ver M artín-Baró, aplicamos con un grupo de estu­
1988a). Pero el sostén psicológico diantes avanzados de psicología
de este proceso de socialización de la Universidad Centroameri­
radicaría precisamente en la es­ cana José Simeón Cañas a un
tructuración de un mundo sim­ grupo de 204 niños. Todos los ni­
plista y maniqueo, de unas ños son del sexo masculino, pero
formas de conocer y de valorar se dividieron entre niños perte­
estereotipadas, que son las que necientes a sectores socioeconó­
reclaman y justifican como hori­ micos altos y bajos, y en tres gru­
zonte comportamental el uso de pos de edad: de 8 a 10 años, de
la violencia. La pregunta es: 11 a 13 años y de 14 a 16 años.
¿hasta qué punto los niños salva­ Los contactos se hicieron durante
doreños han desarrollado unas abril del presente año (1989) en
estructuras cognoscitivas y valo- los propios hogares del niño o en
rativas de este tipo? sus escuelas. A cada niño se le
entrevistó personalmente, tras
A fin de empezar a examinar solicitar el permiso de sus padres
este problema, desarrollamos un o responsables y, salvo en al­
pequeño estudio, que es el pre­ gunos casos en que no fue posi­
ludio de un estudio más amplio ble, las entrevistas fueron gra­
que queremos realizar en el fu­ badas. Aunque se disponía de un
turo inmediato. El trabajo tiene cuestionario, la entrevista se tra­
como antecedente los estudios de tó de desarrollar en forma de
Robert L. Leahy sobre el desarro­ conversación flexible, al estilo
llo del concepto de clase social piagetiano, y no como una en­
(1981, 1983a, 1983b), que consti­ cuesta rígida (lo que, lamenta­
tuyen una aplicación del esque­ blemente, no siempre fue el ca­
ma piagetiano sobre el desarrollo so).
cognoscitivo de las personas. No
es del caso entrar aquí en ese an­ El aspecto fundamental que
tecedente, ya que fundamental­ nos interesa aquí es si los niños
mente se centra en el desarrollo han interiorizado los esquemas
formal de los esquemas cognosci­ bélicos. Por eso, pretendemos
tivos, mientras que nosotros es­ examinar en qué medida hay ya
tamos más interesados en el de­ en esos niños salvadoreños ras­
sarrollo de su contenido; es decir, tros cognoscitivo-valorativos (a)
no nos preocupa tanto examinar de la militarización, (b) de la
aquí cómo piensan los niños sal­ aceptación rutinaria de la muer­
vadoreños cuanto qué es en te y (c) de la mentira oficializada
concreto lo que piensan. que hemos presentado como ele­
mentos de la institucionalización ciales, en que generalmente sale
de la guerra en las estructuras afectada la población inocente"
objetivas de la sociedad salvado­ (Niño 17-131). El segundo tipo de
reña. respuestas lo ejemplifica un niño
de 10 años, del sector bajo; en la
3.1. Guerra y paz guerra, dijo, "hay unos que mue­
ren, unos que salen heridos, gol­
Al preguntar a los niños qué peados y otros les cortan las
es la guerra, en qué consiste pa­ manos y los piés" (Niño 31-102).
ra ellos la guerra, obtuvimos dos El primer tipo de respuestas lo
tipos principales de respuestas: tienden a dar más frecuentemen­
los que ven la guerra como un te los niños mayores y de sec­
conflicto, enfrentamiento o lucha tores altos, mientras que el se­
entre dos bandos (34.3% de los gundo tipo lo ofrecen sobre todo
niños entrevistados), y los que la niños de menor edad y de secto­
ven más en su aspecto de muerte res bajos. Un grupo más reducido
y matanza de personas ( 22.1% de niños (el 10.8%) señaló ambos
de los encuestados) (ver Cuadro aspectos, es decir, que la guerra
1). Ejemplo del primer tipo de es tanto conflicto como muerte.
respuesta es la de un niño de Finalmente, un 9.8% de los niños
trece años, del sector social alto, entrevistados dio respuestas de
quien definió la guerra como "un tipo moral y abstracto, diciendo
conflicto armado, causado por di­ que la guerra es algo malo o da­
ferentes motivos, políticos o so­ ñino, y un porcentaje similar

Cuadro 1
Definición de la guerra según sector social y edad

Sectores sociales
"Altos" "Bajos” Todos
Qué es la guerra Edad 8-10 11-13 14-16 8-10 11-13 14-16 N %

Conflicto, enfrentamiento,
peleas 38.2 28.6 51.5 20.6 33.3 35.3 70 34.3
Muertes, matanzas, batallas 23.5 20.0 9.1 41.2 27.3 11.8 45 22.1
Conflicto y muertes 5.9 17.1 3.0 5.9 15.2 14.7 22 10.8
Algo malo, dañino 5.9 8.6 18.2 5.9 12.1 8.8 20 9.8
Violencia, destrucción 8.8 11.4 6.1 17.6 6.1 5.9 19 9.3
Otras respuestas 8.8 11.4 12.1 8.8 3.0 23.5 23 11.3
No sabe, falta dato 8.8 2.9 0.0 0.0 3.0 0.0 5 2.5
Todos N 34 33 34 34 35 33 204
% 33.7 32.7 33.7 33.3 34.3 32.4 100.0
(9.5%) respondió que la guerra es años (Niño 118-161); "que no
violencia y destrucción, pero sin haya tiros, bombas, lo que haya
concretar más. es tranquilidad"; "que no hayan
muertos ni heridos", decía otro
Con respecto a lo que es la de 12 años (Niño 65-121); y un
paz, una mayoría relativa de niño campesino de 13 años, habi­
niños (35.3%) la definió como la tante de una de las zonas más
unión y concordia entre las per­ golpeadas de la guerra, lo ponía
sonas y grupos: es "una amistad, en términos muy elementales:
armonía y comprensión entre "paz sería no tener miedo en la
ambos bandos", nos dyo un niño noche" (Niño 57-132).
de 14 años (Niño 186-142) (ver
Cuadro 2). Este grupo tiende a 3.2. Aceptación de la militari­
ser de niños mayores y de secto­ zación
res altos. Para un segundo gru­
po, sobre todo de niños más pe­ ¿En qué medida los niños en­
queños y de sectores bajos, la paz trevistados aceptan como normal
es sencillamente que no haya la realidad bélica y militar en la
guerra, lo que indican algunos en que viven?
forma muy genérica como la
ausencia de lucha (19.1%) o en Ante todo, resultó para noso­
forma más específica otros, como tros una sorprendente comproba­
el fin de las bombas, tiros y ción el que la cuarta parte de
muertes (15.7%). "Es cuando no niños entrevistados (el 24.6%)
hay violencia, la gente trabaja pareciera no saber nada sobre la
tranquilamente y no sienten mie­ guerra o que sólo tuviera cono­
do de que los maten o les tiren cimiento de ella a través de la
bombas", decía un niño de 16 televisión o de las narraciones de

Cuadro 2
Definición de la paz según sector social y edad

Sectores sociales
"Altos" "Bajos"
Qué es la paz Edad 8-10 11-13 14-16 8-10 11-13 14-16

Unión, amor, hermandad 26.5 42.9 54.5 20.6 24.2 44.1 72 35.3
Que no haya guerra ni lucha 17.6 17.1 12.1 26.5 27.3 14.7 39 19.1
Ni tiros, ni bombas,
ni matanzas 20.6 11.4 6.1 17.6 21.2 14.7 32 15.7
Felicidad, belleza, bienestar 17.6 11.4 3.0 23.5 18.2 2.9 26 12.7
Otras respuestas 8.8 17.2 20.2 8.7 9.1 8.8 30 14.7

No sabe, no responde 8.8 0.0 6.1 0.0 0.0 0.0 5 2.5


otras personas. Un grupo de esos a la casa; las balas iban por
niños daba la impresión de vivir todos los lados" (Niño 69-162);
en un mundo distinto, un mundo "mataron a mi papá y a mi ma­
aparte, un "país de las maravi­ má por defenderme a mí", nos
llas" enclavado en una tierra confesó un niño de 12 años, de
asolada por la guerra. Veamos clase muy humilde; "ellos murie­
alguna de las repuestass dadas ron" (Niño 54-122).
por este tipo de niños cuando se
les solicitaba que contaran algu­ Ni el vivir en un mundo ais­
na historia de la guerra que lado garantiza la inmunización
hubieran vivido o presenciado mental frente a la militarización,
personalmente o que pusieran al­ ni la experiencia personal de la
gún ejemplo de lo que era la gue­ guerra lleva a un involucramien-
rra. "No lo he vivido ni me han to mental militarista; todo de­
contado" (Niño 89-111); "yo no he pende de otros factores que pare­
visto. Es que lo he visto en la cen apuntar al papel mediador
tele. Alemania cuando peleó con­ de los adultos en el procesamien­
tra Estados Unidos, país contra to de las vivencias, en forma si­
país" (Niño 39-101); "no he visto; milar a como median el impacto
sólo en película, película de de las experiencias traumatóge-
Rambo y Chuck Norris" (Niño nas (ver Hoppe, 1985; Martín-
137-91). Baró, 1988c).

Contrastan estas respuestas De hecho, son también una


con las de otros niños a quienes minoría, uno de cada cuatro ni­
les ha tocado vivir personal­ ños entrevistados (24.0%), los
mente los estragos de la guerra. que responden que les gustaría
"Cerca de mi casa", nos decía un ser soldados (31.4% si se inclu­
niño de ocho años, "se peleaban yen aquellos que responden en
soldados con unos hombres que forma condicional) (ver Cuadro
son guerrilleros. Allí aterrizó un 3). Como era de esperar, en este
helicóptero, unos soldados heri­ grupo hay más niños menores y
dos se subieron. Lo vi por un de los sectores bajos que niños
hoyo de la puerta" (Niño 182-82); mayores y de los sectores altos.
"saliendo a la escuela", nos decía Como puede verse en el Cuadro
otro niño de 16 años, "a las cinco 4, la razón más frecuente para
y media, por hombres con pañue­ querer ser soldado es la de "de­
los en la cara, con metralletas, y fender a la patria" (49.0%); pero
le dispararon a unos policías que un buen porcentaje, 28.6%, dicen
estaban ahí; la maestra gritó que que quieren ser soldados para lu­
nos tiráramos al suelo; yo corrí char y matar a los guerrilleros:
por un atajo que daba más cerca "así ayudo a matar a los guerri­
lleros, que son los que no quieren saba otro de 13 años (Niño 68­
que haya paz", nos dijo un niño 132).
de 12 años (Niño 65-121); "por­
que así me desquito lo que me Hay que subrayar el que casi
hicieron y los mato", nos confe­ siete de cada diez niños entrevis-

Cuadro 3
Deseo de ser soldado según sector social y edad

S ectores sociales
"Altoa” "Bqjos"
Deseo de ser soldado E dad 8-10 11-13 14-16 8-10 11-13 14-16 I

No quiere ser soldado 70.6 71.4 63.6 61.8 57.6 79.4 13'
SI quiere ser soldado 20.6 17.1 15.2 38.2 39.4 14.7 4!
Sí quiere, pero con
condiciones 8.8 8.6 18.2 0.0 3.0 5.9 1!

No sabe, no responde 0.0 2.9 3.0 0.0 0.0 0.0 :

Cuadro 4
Razón para querer o no ser soldado

Quiere ser soldado y luchar


Razón No Sf Sí condicionado N %

No quiere morir, ser herido 50.8 _ _ 67 32.8


Defender a la patria, al pueblo — 49.0 60.0 33 16.2
No quiere matar 19.7 — 6.7 27 13.2
Desperdicio de vida, quiere ser
otra cosa, no le atrae 18.2 24 11.8
Luchar contra la guerrilla — 28.6 — 14 6.9
No es bueno, lo prohibe Dios 6.1. — — 8 3.9
Lograr la paz, la libertad — 12.2 6.7 7 3.4
Otras razones 5.3 10.2 26.7 16 7.8

No sabe, no responde - - - 8 3.9

Todos N 132 49 15 204


% 67.4 25.0 7.6 100.0

tados (el 67.6%) rechazaran ser o ser heridos: "No, porque a los
soldados y luchar en la guerra. soldados los matan y yo no quie­
La causa alegada por la mitad de ro morir" (Niño 110-91) fue una
ellos (50.8%) para expresar este respuesta típica de este grupo.
rechazo era que no querían morir "Salen fracturados cuando ponen
una mina; salen baleados y mue­ miento de otros y, por tanto, a la
ren", especificaba un niño de 15 guerra mientras sean otros los
años de los sectores bajos (Niño que la hagan. De hecho, éste ha
82-152). Otros (el 19.7%) recha­ tendido a ser el comportamiento
zaron el ser soldados por la razón más común entre los sectores do­
inversa, es decir, por no querer minantes de la sociedad salva­
ellos matar: "Porque yo —nos doreña, empeñados en prolongar
razonaba otro niño de 15 años—, la guerra hasta acabar a los re­
en mi forma de ser, no me gusta beldes, y mostrando un patrio­
maltratar a nadie, va'a; tal vez tismo a ultranza, siempre y
bromeando, pero bromeando. Pe­ cuando la guerra no supusiera
ro aquí los soldados y la guerrilla que sus propios hijos fueran al
disparan y al que le caiga, pues frente de batalla. De ahí que el
entonces; y eso no es bueno" reclutamiento militar en El Sal­
(Niño 106-152). Como era de es­ vador siga siendo selectivo y
perar, algunos niños apelaron a afecte única y exclusivamente a
principios religiosos: "No me gus­ los jóvenes de los sectores pobres
taría matar", decía, uno de 13 de la población.
años, "por ninguna razón, lógica
o no. Dios lo prohíbe explícita­ Al preguntar a los niños cómo
mente, y, si puedo evitarlo, lo podría terminarse la guerra, uno
haré" (Niño 114-131). de cada tres (34.8%) respondió
que mediante un diálogo y acuer­
3.3. La aceptación de la muer­ do entre las partes (ver Cuadro
te 5). "Dialogando sobre las diferen­
cias y solucionarlas", respondió
Como acabamos de ver, la un niño de 11 años de clase alta;
mayoría de los niños entrevista­ "sí, hablando, sin necesidad de
dos rechazan el involucrarse en matar a las personas" (Niño 45­
la guerra como soldados, ya sea 111). Otros respondieron que se
porque tienen miedo a morir o acabaría la guerra cuando todos
ser heridos, ya sea por que no dejaran de pelear (15.2%) y otros
desean herir o matar a los de­ que cuando los insurgentes del
más. En principio, cabría pensar FMLN depusieran las armas
que todos estos niños rechazan la (11.1%). Con todo, casi uno de
guerra en lo que tiene de muerte, cada diez niños (18 niños, es de­
y de hecho así parece ser. Sin cir, el 8.8% exactamente) expresó
embargo, lo que rechazan es fun­ que la forma de terminar la gue­
damentalmente su involucra- rra era matando a todos los gue­
miento personal, que en la lógica rrilleros: "Acabando al FMLN
psíquica no necesariamente su­ para siempre, matarlos a todos",
pone un rechazo al involucra- decía un niño de 15 años de sec-
tores bajos (23-152). Otro niño de matarlos a los guerrilleros; en-
9 años, cuyo caso analizaremos tonces hubiera paz, tranquilidad"
después, dyo textualmente: "Ter- (Niño 61-91).
minando con los terroristas, ma­
tándolos. Se lograría si hubiera Ciertamente, no son muchos los
unos cuatro Rambos aquí para niños que expresan esta postura

Cuadro 4
Cómo terminar la guerra según sector social y edad

Sectores sociales
Cómo terminar "Altos" "Bajos" Todos
la guerra E dad 8-10 11-13 14-16 8-10 11-13 14-16 N %

Diálogo, acuerdo
de los rivales 20.6 45.7 48.5 14.7 21.2 50.0 68' 33.8
Que todos dejen de pelear 14.7 11.4 6.1 20.6 21.2 14.7 30 14.7
QueFMLN deponga
las armas 14.7 14.3 9.1 5.9 18.2 2.9 22 10.8
Matar a los guerrilleros 17.6 11.4 3.0 8.8 6.1 5.9 18 8.8
Ser buenos, quitar el odio 8.8 5.7 15.2 11.8 3.0 5.9 17 8.3
Esconder o tirar las armas 5.0 0.0 3.0 5.9 6.1 2.9 8 3.9
Otras respuestas 14.7 5.7 6.1 26.5 12.1 11.8 26 12.7

No se puede 0.0 2.9 6.1 2.9 9.1 2.9 8 3.9

No sabe, falta dato 2.9 2.9 3.0 2.9 3.0 2.9 6 2.9

extremista que, con toda proba­ Pero aunque los niños que ex­
bilidad, refleja una mentalidad presan esta postura extrema
absorbida del medio ambiente. sean una minoría, no puede con­
Quienes así se manifiestan tien­ siderárseles una excepción, y su
den a ser de menos edad y de extremismo mental resulta preo­
sectores socioeconómicos altos, cupante. Los datos del presente
aunque estas relaciones no al­ estudio no permiten llegar a una
canzan un nivel de significación conclusión firme, pero sí refuer­
estadística aceptable. Sí es signi­ zan la hipótesis de que una mi­
ficativo, en cambio, que esta res­ litarización mental, la interiori­
puesta la den mucho más fre­ zación del militarismo existente
cuentemente aquellos que desean en la sociedad, pueda estarse
ser soldados (un 19.1%) que produciendo en por lo menos un
aquellos que no desean serlo (un sector de la población infantil
5.2%). salvadoreña.
Cuadro 6
Deseo de ser soldado y forma de terminar la guerra

Quiere ser soldado y luchar


Cómo terminar la guerra No Sí Sí condicionado N %

Diálogo, acuerdo de los rivales 37.0 29.8 26.7 68 33.3


Que todos dqen de pelear 15.6 14.9 13.3 30 14.7
Que FMLN deponga las armas 11.1 6.4 26.7 22 10.8
Matar a los guerrilleros 5.2 19.1 13.3 18 8.8
Ser buenos, quitar el odio 8.1 10.6 6.7 17 8.3
Esconder o tirar las armas 5.2 2.1 0.0 8 3.9
No se puede 4.4 2.1 6.7 8 3.9
Otras respuestas 13.3 14.9 6.7 26 12.7

No sabe, no responde - — — 7 3.4

Todos 135 47 15 204 100.0

3.4. La asimilación de esque­ rivales, demonizando a los gue­


mas estereotipados rrilleros con todas aquellas ad­
jetivaciones que, para su men­
Una de las preguntas formu­ talidad infantil, ponían de mani­
ladas a los niños era que identifi­ fiesto su maldad. Característica
caran quiénes estaban en cada es la respuesta de un niño de 13
bando de la guerra de nuestro años de los sectores altos: "En la
país. La mayoría (el 65.7%) res­ Fuerza Armada, [están] los que
pondió limitándose a señalar a quieren y luchan por nosotros,
los rivales; sin embargo, un para que no nos pase nada; y, en
25.5%, es decir, uno de cada cua­ la guerrilla, los mañosos [ladro­
tro niños entrevistados añadió nes], los hijos que no quieren a
espontáneamente una califica­ sus papás ni a nadie, los droga-
ción- más o menos estereotipada dictos, gente sin sentimiento"
de los contendientes. "Los sol­ (Niño 66-131). La caracterización
dados son los buenos y los gue­ que hicieron estos niños de los
rrilleros, los malos" (Niño 6-92), guerrilleros incluyó los siguien­
fue una respuesta común de este tes adjetivos: terroristas, subver­
tipo. Otros calificaron únicamen­ sivos, engañados, ladrones, co­
te a uno de los contendientes, por munistas, secuestradores, ambi­
lo general a la guerrilla: "Los ciosos, sin sentimiento, mercena­
muchachos, que ponen las minas, rios.
y los soldados" (Niño 79-122).
Finalmente, otros niños extrema­ La tendencia a calificar este­
ron la caracterización de los reotipadamente a los contendien­
tes fue más frecuente entre aque­ en mi casa, porque se sintió muy
llos que dijeron querer ser sol­ fuerte el impacto". Responde que
dados (31.9%) que entre los que sí a la pregunta de si quiere ser
dijeron que no deseaban serlo soldado y luchar en la guerra,
(22.8%). Y, como ya hemos indi­ pero aclara que quiere "ser gene­
cado, son ellos mismos los que ral" para "combatir a la guerri­
más se inclinaron a pensar que lla". La manera como cree que se
la forma de terminar la guerra podría acabar con la guerra es
era matando a todos los guerri­ "terminando con los terroristas,
lleros. matándolos" y, por tanto, para
lograr la paz, propone que hubie­
Ciertamente, todos estos re­ ra "unos cuatro Rambos" para
sultados no confirman sin más la matar a todos los guerrilleros.
hipótesis planteada en este tra­
bajo de una interiorización de la Por supuesto, no se nos olvida
guerra en la mente de los niños que Guillermo es un niño de nue­
salvadoreños. Pero sí abonan la ve años. Pero no podemos menos
hipótesis de que un proceso así de observar que muestra ya
puede estarse produciendo en por unos esquemas mentales muy
lo menos un sector no por mino­ claros y consistentes con relación
ritario menos significativo de la a la guerra y la paz, tanto en su
población. calificación de los contendientes
como en la propuesta que hace
Un caso característico lo cons­ para resolver la guerra y res­
tituye Guillermo L., un niño de 9 pecto a su comportamiento per­
años de los sectores altos, de sonal. La guerra es obra de los
quien ya hemos presentado guerrilleros que son terroristas;
algunas respuestas. Guillermo los terroristas son malos porque
comienza indicando al entrevis­ ponen bombas para destruir las
tador que no sabe qué es la gue­ casas; por tanto, la mejor forma
rra pero, al insistírsele, dice que de terminar la guerra y lograr la
"es terrorismo, destruir casas con paz es eliminando a los terroris­
bombas" y que, si hay guerra, es tas, para lo cual él estaría dis­
"porque hay terroristas que des­ puesto a luchar como militar.
truyen y entonces nos defiende la
Fuerza Armada". Afirma que ha 4. Conclusión: Socioterapia
visto "cuando atacaron un carro de la guerra.
patrulla y mataron un policía, le
dispararon sin poder defender­ La guerra tiende a institucio-
se". Indica que ha experimentado narse, es decir, a echar raíces,
miedo "cuando le pusieron bom­ objetivas y subjetivas, en un país
bas a unos vecinos; creí que era como El Salvador, que lleva ya
casi diez años de confrontación los contendientes, y no a través
civil. De acuerdo con nuestro de más guerra y de matar a to­
análisis y nuestros datos, la ins- dos los enemigos, como debe re­
titucionalización aparece con solverse la guerra civil; el que la
más claridad en las estructuras mayoría de estos niños no quiera
sociales que en las estructuras ser soldado porque ni quiere mo­
mentales, lo cual resulta muy co­ rir ni quiere matar, nos confirma
herente; como psicólogos sabe­ que la militarización no ha logra­
mos bien que es más fácil asumir do invadir todavía sus mentes.
una práctica en unas circustan-
cias concretas que interiorizar Por supuesto, no pretendo que
esa práctica, es decir, desarrollar los datos aquí presentados pue­
una mentalidad que predisponga dan generalizarse sin más a to­
a esa práctica y la justifique, y dos los niños salvadoreños. Cier­
más todavía que la haga perso­ tamente, han sido logrados con
nalmente deseable. Esta diferen­ una de las poblaciones infantiles
cia entre aceptación del hábito menos afectadas por la guerra.
externo e interiorización mental Cabe asumir que niños de zonas
resulta tanto más obvia cuando más golpeadas por la guerra y,
de lo que se trata es de una prác­ sin duda, los niños de la pobla­
tica extrema, como la guerra, que ción refugiada y desplazada, pue­
involucra destrucción y muerte. dan presentar otro panorama
muy diferente. Con todo, este es­
Resulta esperanzador que, a tudio nos lleva a pensar que,
pesar de la prolongación de la como en el caso de las experien­
guerra civil, a pesar de los es­ cias traumáticas, los niños tienen
fuerzos sistemáticos realizados a una significativa capacidad para
través de la guerra psicológica resistir el avasallamiento de un
por polarizar a la población, se mundo exterior hostil, que con
aprecie que la mayoría de los frecuencia reclama de ellos un
niños, por lo menos en el grupo desarrollo contrario a su creci­
al que entrevistamos, se resista a miento como seres humanos.
aceptar una concepción mani- Hasta dónde llegue esa capa­
quea o reaganiana del mundo, cidad y qué factores contribuyan
donde se es absolutamente bueno a la resistencia es algo que nos
o absolutamente malo, sin alter­ urge examinar con más atención
nativas. El que la mayoría de los y detenimiento.
niños de nuestro estudio, como la
mayoría de los salvadoreños (ver En todo caso, tampoco pode­
IUDOP, 1989; Martín-Baró, mos dejar de lado que, junto a la
1989), piense que es a través del mayoría de niños aparentemente
diálogo y de la negociación entre no afectados, hay una minoría
no despreciable que sí parece yor parte de los psicólogos se
encontrarse contaminada o cua- muestra reticente a llevar sus
sicontaminada por el virus del planteamientos a un plano que
militarismo. Y, por más que los desborde el mundo subjetivo de
procesos de interiorización sean las víctimas individuales para
lentos y existan importantes re­ entrar en el ámbito objetivo de
sistencias a la asimilación men­ las estructuras victimarías. Y,
tal de algo tan terrible como una sin embargo, mal podemos cum­
guerra, la prolongación del con­ plir incluso con nuestro cometido
flicto civil y su asentamiento en de atención individual si no en­
las instituciones sociales del país frentamos sus raíces sociales. La
puede terminar imponiendo su psicohigiene y la psicoterapia ne­
ley. Lo cual lleva a una conclu­ cesitan integrarse a una socio-
sión que, no por obvia, deja de higiene y a una socioterapia. Y
ser significativa: como psicólogos si, como acertadamente ha seña­
no podemos volver la espalda a lado el grupo chileno de Elíza-
los procesos sociopolíticos, bajo la beth Lira (1988; Weinstein,
disculpa que no son de nuestra 1987) la recuperación terapéutica
incumbencia. Lo son y ello por de los traumas sociopolíticos re­
requisito de nuestro trabajo en clama una reparación social, co­
favor del desarrollo humanizador mo social es su causa, para evi­
e integral de los grupos y per­ tar la militarización mental del
sonas, de su salud mental que no niño o desmontar la militariza­
es un dato simplemente individ­ ción del adulto tendremos tam­
ual sirro interpersonal y social bién que eliminar cualquier for­
(ver Martín-Baró, 1984,1988b). ma de militarización institucio­
nal de nuestra sociedad.
La psicología suele ver como
connatural su aporte terapéutico. Referencias bibliográficas
Por ello, a ningún psicólogo hay
que convencerle sobre la necesi­ A. C. (1987). El "proceso democrá­
dad de que se atienda a quienes tico". Siete años después. Estu­
dios Centroamericanos (ECA),
sufren el impacto de la guerra,
459-460, 99-101.
ya sean soldados o víctimas de la
Becker, Howard S. (1966). Outsiders.
población civil; tenemos claro Studies in the sociology o f de-
también, aunque quizá no tanto, viance. [Los marginales. Estudios
que nuestro aporte es necesario sobre sociología de la desviación.]
para atender a las víctimas de la New York: Pree Press.
represión política y de la guerra Berger, Peter y Luckmann, Thomas.
psicológica, ya sean torturados, (1968). La construcción social de
exiliados o familiares de desapa­ la realidad. (Traducción de Silvia
recidos. Pero la psicología suele Zuleta.) Buenos Aires: Amorror-
tu.
Castells, Manuel. (1973). Comenta­ tions, justifications, and concepta
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de Investigaciones, Universidad caciones, justificaciones y concep­
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Latina (págs. 159-190). México: 111-125. (a).
Siglo XXI. Leahy, Robert L. (1983). The deve­
Hoppe, Cecilia. (1985). Los niños y la lopment of the conception of so­
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nes que estudian diferentes aspec­ concepción de clase social.] En R.
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parado para el "Taller de inter­ struction o f social inequality [La
cambio de experiencias sobre el construcción del niño de la desi­
trabajo psicosocial y terapéutica gualdad social] (págs. 79-107).
con los niños y la población des­ Lira, Elízabeth. (1988). Consecuen­
plazada", patrocinado por Radda cias psicosociales de la represión
Bamen. México, del 18 al 22 de política en Chile. Revista de Psi­
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Cañas. lencia en Centroamérica: una vi­
Janowitz, Morris. (1978). The last sión psicosocial. Revista Costa­
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Press.' El Salvador. Revista de Psicolo­
Leahy, Robert L. (1981). The deve- gía de El Salvador, 28, 123-141.
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cepción de la desigualdad eco­ ciada en el seminario-taller "Tra­
nómica. I. Descripciones y com­ tamiento y recuperación post-
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nomic inequality: II. Explana- 12 de septiembre de 1988. (c)
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1988). San Salvador: UCA Edi­ coterapéuticas. Boletín de Psico­
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