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EL FIN DEL MITO DE LA GLOBALIZACIÓN
James Petras
5 de Enero 1999
El Mundo
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Gobierno de Corea del Sur ha declarado que en 1998 más del 53% de la
inversión norteamericana se destinó a la compra de empresas administradas
por ciudadanos coreanos. El Tesoro de Estados Unidos ha recibido un flujo
constante de capitales a través de la venta de bonos a los capitalistas asiáticos
que se retiran de sus maltrechas economías.
La estrecha relación entre Wall Street y Washington, así como entre el Banco
Central y los grandes intereses financieros, ha quedado de manifiesto en una
serie de crisis regionales. Cuando el sistema bancario mexicano se desplomó
Washington concedió al Gobierno mexicano 20.000 millones de dólares (2,8
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billones de pesetas) en préstamos para que rescatara las inversiones
norteamericanas. A cambio de estas ayudas, México concedió a Estados
Unidos el control de sus ingresos por las ventas de petróleo y privatizó varias
empresas rentables. Washington consolidó los intereses de Wall Street y
potenció los beneficios de las multinacionales, al tiempo que la economía
mexicana se deprimía y el nivel de vida y los salarios de los trabajadores
mexicanos descendían en un 40%. En resumen, la crisis mexicana se limitó a
México (afectó principalmente a los trabajadores y los campesinos mexicanos),
mientras que la Bolsa de Estados Unidos alcanzaba máximos históricos.
En Asia se ha producido una situación similar. En contra de las previsiones de
la mayoría de los teóricos globalistas, la crisis asiática no se ha extendido a
Estados Unidos ni ha causado grandes problemas económicos en este país. Si
bien las exportaciones norteamericanas disminuyeron, los importadores
norteamericanos y las empresas asiáticas se han beneficiado de la reducción
de costes y del abaratamiento de la mano de obra. El mercado de valores de
Estados Unidos ha ganado un 20% y el Tesoro ha vendido un número récord
de bonos a los inversores asiáticos que intentan proteger sus capitales
refugiándose en una moneda segura.