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2. Los problemas
1o. El dominio o señorío sobre las nuevas tierras descubiertas, sus pobladores y
sus bienes. En un primer momento se consideran tierras libres de dominio, que
pueden ser apropiadas por la nación que las descubre. Entre los reyes cristianos
el derecho a esta apropiación lo otorga el papa. Los indios y sus defensores
cuestionarán posteriormente este supuesto derecho.
3o. La esclavitud de los aborígenes y de los negros. Una vez saqueados los
tesoros de los indios y creada la necesidad de explotar las minas y trabajar el
campo para enriquecer a los encomenderos, se extendió la práctica de capturar a
los indios, herrarlos, venderlos y utilizarlos como esclavos. Cuando se prohíbe
terminantemente la esclavitud de los indios, ésta se sustituye por la importación
masiva de esclavos negros.
4o. La encomienda y los "servicios personales". Para poder seguir
aprovechándose de los indios sin tenerlos formalmente como esclavos, fue creada
la encomienda, mediante la cual el encomendero, a quien eran entregados todos
los indios de una región para que los "protegiera" y procurara su adoctrinamiento,
lo que hacía era explotarlos hasta la muerte.
Todos estos problemas surgen de una misma fuente: enfrentamiento radical entre
los intereses del conquistador y los del aborigen. Cada una de las causas va a
necesitar justificación, y para ello acuden al terreno filosófico-teológico en busca
de argumentos que permitan ganar la batalla ante la Corte. De ahí que la filosofía
elaborada en esta situación sea una filosofía polémica de carácter ético-político.
Veamos cómo son tratados estos temas por los pensadores más representativos
de cada posición: Bartolomé de Las Casas, Francisco de Vitoria y Juan Ginés de
Sepúlveda.
La figura central que domina todo el movimiento producido por los conflictos de la
conquista es sin lugar a duda: Bartolomé de Las Casas. El es quien anima y lidera
el movimiento indigenista durante el medio siglo más violento de la empresa
conquistadora y a él fundamentalmente se deben le logros en el campo del
derecho indiano, que sirvió de freno aunque no muy eficaz, a la acción destructora
de conquistadores y encomenderos.
Las Casas nace en Sevilla en 1474 y viaja a América en 1502, para establecerse
como colono y doctrinero en La Española. En un segundo viaje, ya ordenado
sacerdote, recibe una buena encomienda de indios en Cuba, la cual disfrutará
durante muy poco tiempo. Las denuncias de los dominicos de la isla Española
(Santo Domingo) desde el famoso sermón de Montesinos le hacen tomar
conciencia de la injusticia c entraña la acción conquistadora y, a mediados de
1514, comienza una nueva vida de lucha al servicio de la causa de los indígenas.
Se hace dominico y emprende todo tipo de acciones, viajando varias veces a
España, para conseguir que Corte ponga freno a los desmanes de conquistadores
y encomenderos. Fruto de este esfuerzo son sus numerosos escritos que poseen
una misma, finalidad: defender la causa de los naturales de las Indias ante las
autoridades civiles y eclesiásticas. Después de varias experiencias misioneras, es
nombrado obispo de Chiapas, donde permanece sólo dos años. Sus esfuerzos por
hacer cumplir estrictamente las Leyes Nuevas a los encomenderos fracasan ante
la violenta oposición de éstos. Convencido de que el problema es político y que
sólo la Corte puede ponerle solución, regresa definitivamente a España, renuncia
a su obispado y se dedica a escribir, durante los últimos veinte años de su vida, en
defensa de los derechos de los indios contra Ginés de Sepúlveda y sus secuaces.
Como luchador incansable, muere en Madrid a los 92 años el Procurador de los
indios, el 17 de julio de 1566.
- Del único modo de atraer a todos los pueblos a la verdadera religión (1524-
1530), tratado sistemático sobre el modo de evangelizar en forma pacífica y por
convencimiento a partir del ejemplo, y denuncia al mismo tiempo de la praxis
antievangélica de conquistadores y encomenderos.
- Brevísima relación de la destrucción de Indias (1541), pequeño tratado en que
describe con toda crudeza y, sin duda, con alguna exageración las crueldades de
los españoles en acción conquistadora.
- Octavo remedio, el principal y único que se conserva los Dieciséis remedios
escritos en 1541 para justificar su propuesta de que se acabe con la encomienda y
se considera a los indios como súbditos libres de la Corona.
- Historia de Indias, la obra más extensa, consta de tres libros escritos entre 1527
y 1561. Quedó inconclusa; sólo alcanza a narrar los acontecimientos anteriores a
1523.
- Argumentum apologiae (1549), que consta de 560 folios aún inéditos, escritos
para el debate con Ginés de Sepúlveda en la Junta de Valladolid. Una síntesis se
encuentra en Ia Controversia con Juan Ginés de Sepúlveda, que forma parte de
los tratados publicados en Sevilla en 1552.
En qué son semejantes y en qué diferentes unos pueblos de otros, lo tiene bien
claro Las Casas: todos poseen la misma naturaleza, las diferencias son de cultura.
Por eso conságrala la larga obra Apologética historia a mostrar las cualidades
humanas de los pueblos amerindios, con el fin de invalidar definitivamente todo
intento de demostrar que no son hombres o que son inferiores. De este modo
elabora un completo tratado de antropología cultural, en el que podemos destacar
tres ideas. En primer lugar, concede gran importancia al influjo ce los factores
geográficos y climáticos sobre la constitución y el modo de ser de los pueblos;
condicionamiento que, al contrario de lo que pensarán más adelante otros, entre
ellos Hegel, es favorable para los pueblos descubiertos. En segundo lugar, Las
Casas demuestra la racionalidad de estos pueblos a partir de las relaciones
sociales. Para ello utiliza el concepto de prudencia, que significa la sabiduría
práctica o aplicada, la “razón práctica", y distingue en ellas tres clases: la
monástica de carácter individual, la económica, de carácter familiar, y la política,
que mira al bien común de la ciudad o del reino. En tercer lugar, asume la defensa
de la religiosidad natural de estos pueblos, expresión de racionalidad y de cultura,
elaborando indo todo un tratado de historia comparada de las religiones con el
único objetivo de mostrar los valores que encerraban las religiones del Nuevo
Mundo, comparadas con las del Viejo Mundo, y la racionalidad que esto suponía
en los indios.
Los cuatro últimos capítulos de su extensa obra antropológica los consagra Las
Casas a refutar el apelativo de bárbaros que se da a los indios. Distingue cuatro
significados del ormino, para concluir diciendo que los indios son bárbaros -n
sentido amplio por dos razones: porque son infieles, que conocen el evangelio, en
lo cual no tienen pecado, y por que muchos de ellos carecen de letras y ninguno
conoce nuestra lengua; pero en esto último, aclara Las Casas, "tan bárbaros como
ellos nos son, somos nosotros a ellos" (Apol. hist., Epílogo). Vuelve a apuntar aquí
la conciencia del pluralismo cultural. Según otro de los significados del término
bárbaro, referido a los hombres crueles, que se comportan como bestias feroces,
fray Bartolomé dirá que mejor se aplica el concepto a los conquistadores que a los
indígenas.
Apreciada de este modo con toda justicia la humanidad de los nuevos pueblos
descubiertos por Europa, reconocidas su humanidad y sus culturas, lo semejante y
lo diferente, se impone por sí misma como conclusión la ilegitimidad de su
esclavitud. Por eso Las Casas dirige toda la fuerza de sus ataques contra la
encomienda, que encubre sutilmente una verdadera esclavitud y se sostiene
legalmente a pesar de que la esclavitud de los indios había sido ya condenada
tanto por el papa como por el emperador.
Todos los hombres por naturaleza son libres, es el primer principio de la última
gran obra de Las Casas, el trabajo jurídico De regia potestate. La esclavitud de
hecho, es algo accidental, acaecido por obra de la casualidad y de la fortuna. El
consiguiente respeto a la libertad de cada ser humano, que se deriva de esta
libertad por naturaleza, se extiende a los bienes de las personas y de los pueblos,
que ninguna autoridad puede tomar en propiedad o donar. El rey tiene jurisdicción
sobre sus súbditos y los bienes de éstos, pero no propiedad o posesión.
Otro principio clave para Las Casas consiste en la soberanía del pueblo. El poder
del rey surge del contrato: . . . "los reyes, príncipes, señores y altos funcionarios. . .
tuvieron su origen en el libre consentimiento del pueblo, y toda su autoridad,
potestad y jurisdicción les vino a través de la voluntad popular" (De regia
potestate, I, IV, I). "Así que ninguna limitación a la libertad es legítima sin el
consentimiento popular" (I, IV, 6). Las Casas echa mano de lo más democrático de
las doctrinas de su tiempo, para defender la soberanía de los pueblos del Nuevo
Mundo por derecho natural.
La soberanía que otorgó el papa a los reyes sobre los territorios descubiertos es
en orden exclusivamente a la difusión de la fe. Esta soberanía no puede
desconocer que pueblos de las Indias tienen sus propios reyes y señores y que
este señorío les compete por derecho natural y por derecho de gentes. La forma
de llevarles la fe debe ser siempre pacífica, buscando el convencimiento, y si no la
quieren recibir no pueden ser castigados por ello. Por ningún motivo se justifica
hacerles la guerra o tratar de someterlos por medios violentos; quitarles sus
bienes, etc. Las Casas califica insistentemente la encomienda de tiranía, debido a
que entraña una usurpe de poder, el cual se ejerce además en forma opresora.
Por contraposición al gobierno tiránico de la encomienda, las cualidades de un
buen gobierno son: estar dirigido hacia el bien común, conceder la mayor libertad
a los súbditos y respetar los derechos de éstos.
Si nos preguntamos por la axiología que puede caracterizar los fundamentos del
método y de la praxis lascasianos, vemos que ella posee dos vertientes: la
epistemológica y la ética.
En primer lugar hay que destacar en él su sentido histórico. Las Casas tiene visión
de futuro. No puede aceptar que la actitud de un pueblo fuerte frente a otro débil
sea, como en la antigüedad, la de saquear sus riquezas, destruir su cultura y
aniquilarlo. Los encomenderos y todo el movimiento esclavista iban en contra del
sentido de la historia. La me ría de los europeos contemporáneos de Las Casas
no en: dieron que el Nuevo Mundo era "nuevo para ellos, pero viejo para sus
pobladores naturales. No entendieron que era “otro” mundo, con reinos y culturas
y religiones y civilizaciones tintos a los europeos, pero tan válidos como éstos. Las
Casas tienen el gran mérito de haber comprendido las verdaderas dimensiones
del momento histórico en que el mundo medie, se distorsiona, porque ya no existe
un mundo sino dos mundos, entre los que tiene que iniciarse un nuevo diálogo de
n peto y servicio mutuo. Es ésta una nueva actitud política» brota del viejo sentido
de justicia, basada en el derecho natural, en el derecho divino y en el derecho
humano (los derechos humanos y el derecho internacional del hombre acta El
sentido histórico de Las Casas le lleva a optar por la afirmación de América (las
"Indias") frente a Europa, tarea profética que todavía hoy nos preocupa. En esto
radica la modernidad y actualidad de Las Casas.
Otra cualidad del método lascasiano es su realismo, que supo formar en el espíritu
tomista. Espontáneamente se tiende a calificar de soñadores utópicos o idealistas
a los hombres que con visión de futuro se empeñan en remar contra la corriente. Y
se confunde realismo con oportunismo, pragmatismo o utilitarismo. Desde esta
perspectiva Menéndez Pidal tilda a Las Casas de "ciego para la realidad",
"delirante en planes quiméricos", "mentalidad anormal". Las Casas no era un
ciego. Al contrario, su experiencia como encomendero y todo lo que pudo observar
en sus numerosos viajes lo convirtieron en el mejor clarividente de una realidad
que conquistadores y encomenderos trataban de ocultar para conseguir sus
propósitos. Para refutar la falsa imagen que éstos difundían en Europa, se
consagró a describir la realidad de este otro mundo. Geografía, clima, flora, fauna,
costumbres, constructores, organización familiar y política, carácter, modos de
vida, productos, creencias y ritos, etc. son objeto de estudio Las Casas y tema de
sus copiosos escritos. Al mismo tiempo demuestra en otras muchas páginas cómo
esa extraordinaria realidad estaba siendo destruida y deformada por la barbarie
aventureros rapaces y criminales que ocultaban un genocidio bajo la máscara de
la evangelización y la civilización.
5. Francisco de Vitoria
Veamos cuáles son los planteamientos más destacados de Vitoria en relación con
la problemática del Nuevo Mundo.
5.2 El derecho de gentes
Cuando Vitoria expone sus relecciones sobre Los indios tanto la Corona como el
Papado ya habían “decretado” que los indios eran seres humanos y, como tales,
no podían ser privados de su libertad ni de sus bienes. Pero en la práctica esto no
se cumplía. El partido de los encomenderos tenía sus defensores en España,
como los tenía el partido indigenista. Vitoria, como dominico, pertenece a este
último y defiende la causa del indio; pero como teólogo equilibrado, respetuoso de
la política imperial, va a dejar la puerta abierta para que la empresa colonizadora
siga su curso. Lo que Vitoria se propone humanizar la empresa colonizadora, no
condenarla.
Los títulos ilegítimos son siete: dominio universal del emperador dominio universal
del papa; derecho del descubrimiento; resistencia a recibir la fe cristiana que se
les predica; jurados de los bárbaros; elección voluntaria; donación especial de
Dios.
En primer lugar, hay que notar que las raíces de este derecho que es el derecho
de los peregrinos o transeúntes, no son las más apropiadas a este caso, ya que
los españoles no viajan a América como pacíficos peregrinos, visitantes o
comerciantes, sino como belicosos conquistadores bien armados. En
consecuencia, este primer título de dominio legítimo carece de valor real, y
carecen también de valor todos los demás títulos, que están basados en éste.
Por esta "pequeña" omisión, Vitoria va a establecer la garantía del respeto a este
derecho internacional en el derecho de intervención, que en la práctica es el
derecho del más fuerte y el derecho a la libre expansión del naciente capitalismo
europeo. Se puede plantear este derecho en las siguiente proposiciones: los
españoles tienen derecho a viajar a tierra de los indios, establecerse en ellas,
comerciar con ellos y explotar sus recursos; como esto, según Vitoria, es un
derecho natural ("derecho de gentes"), si los naturales no lo respeta España
puede castigarlos hasta con la guerra total para defender el derecho de sus
súbditos. Pero, podríamos preguntarle a Vitoria: ¿Y si los españoles emigrantes
están causando daños a los aborígenes en sus bienes o en sus personas, cosa
que venían denunciando en las últimas tres décadas sus hermanos dominicos?
¿Cómo pueden los aborígenes defender su derecho natural a vivir en paz y a
disfrutar de sus tierras y de sus bienes? Esto a Vitoria no le interesa. La
resistencia que los indios oponen a la invasión de sus tierras por los españoles, es
tomada por Vitoria como violencia injustificada y malévola, contra la cual pueden
responder los españoles injustamente agredidos o injuriados (¡) con la guerra total
hasta someterlos.
6. Cambio de soberano por elección de la mayoría. Este, que era uno de los títulos
ilegítimos, se vuelve ahora legítimo para Vitoria si los aborígenes piden el cambio
libremente.
7. Alianza para la guerra. Del mismo modo que los romanos expandieron su
imperio valiéndose de alianzas con pueblos amigos, lo que les permitía hacer la
guerra a los enemigos de estos, así juzga Vitoria que pueden hacer los españoles
para ir dominando legítimamente a los nuevos pueblos descubiertos.
En la segunda relección sobre Los indios Vitoria trata el tema del "derecho de
guerra de los españoles sobre los bárbaros". Sólo al comienzo se refiere al
problema de América, para reafirmar que la dominación española se sostiene
fundamentalmente sobre el derecho de guerra. A partir de esa motivación elabora
un breve tratado general sobre la guerra. Comienza por rechazar el pacifismo y
declarar la licitud de la guerra para los cristianos. Seguidamente expone qué
autoridad puede declararla y hacerla, cuáles son las causas de una guerra justa y
qué acciones son lícitas en ella contra el enemigo. Únicamente vamos a comentar
algunos puntos que aclaran más la posición de Vitoria frente a la conquista de
América.
En primer lugar, sólo puede declarar y hacer la guerra una república "perfecta",
como es el caso de los reinos de Castilla y Aragón. Los señoríos existentes en las
Indias sor imperfectos. En segundo lugar, la única causa justa para hace la guerra
es la injuria recibida. Vitoria supone que los aborígenes han causado injuria a los
españoles. Bartolomé de Las Casas le diría que la única "injuria" consistía en la
resistencia que los indios oponían a veces a la invasión de sus tierras y la
violación de sus derechos. En tercer lugar, en la doctrina vitoriana de la guerra,
justificada ésta se justifica o se vuelve líe hacer “todo lo necesario para la defensa
del bien público”. Aquí se hallan implícitamente justificados todos los atropellos
realizados por los conquistadores y encomenderos, que el criterio para establecer
qué es lo "necesario" incluye todo: es lícito, afirma Vitoria, resarcirse de todos los
gastos y daños, destruir todo lo que pueda constituir peligro futuro, vengar la
injuria, escarmentar a los enemigos. En cuarto lugar, si en Vitoria hubiese existido
alguna seria intención de defender a los aborígenes, resultaría extraño que no
hubiese sacado conclusiones evidentes de la siguiente proposición en caso de
duda sobre si la guerra es justa o no: “Parece que si uno está en legitima
posesión, mientras dure la duda no puede otro disputársela con las armas”. Entre
la denuncia de Montesinos y la redacción de esta relección habían pasado tres
décadas de dudas y enconadas discusiones lideradas por Las Casas. Vitoria,
como dominico, las debía conocer muy bien. ¿Por qué, entonces, no se apoya en
estas dudas para declarar injustificada, sin más, la guerra contra los indios? La
razón no puede ser otra que el interés de Vitoria en justificar dicha guerra,
haciendo a un lado cualquier argumento en contra.
Aristóteles le sirve para justificar la esclavitud de los indios por derecho natural.
Estos son inferiores por naturaleza a los españoles. De ahí que los españoles
tengan derecho (natural) a que los indios se les sometan como siervos. Ahora
origen, como los indios se rebelan en forma violenta contra sus nuevos señores,
éstos tienen derecho a hacerles la guerra en legítima defensa, a someterlos por la
fuerza, a despojarlos de sus bienes y a utilizarlos como siervos.
El derecho de gentes es así entendido por Sepúlveda como el derecho natural que
divide a los hombres en señores y siervos y legitima todas las prácticas de
dominación de los pueblos conquistadores sobre los conquistados. El derecho
natural se reduce para él a un solo principio: lo perfecto debe imperar sobre lo
imperfecto, lo fuerte sobre lo débil. Dado que los aborígenes son imperfectos y
débiles frente a los españoles, éstos deben dominarlos y ponerlos a su servicio,
por que así lo establece la ley natural. Esta es, además, una labor civilizatoria y de
caridad para con los pobres indios, que son bárbaros, incultos, impíos, inhumanos.