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Antonio López Baeza

POEMAS PARA LA UTOPÍA

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Antonio López Baeza http://www.feypoesia.org

INDICE

PRÓLOGO.................................................................................................... 4
PALABRAS PRELIMINARES...................................................................... 7
I EN LA ALABANZA DE LA CREACIÓN .................................................... 9
1. GRANDEZA Y DEBILIDAD DEL HOMBRE ......................................................... 10
2. DULCE HUÉSPED DEL ALMA............................................................................. 11
3. PODER DE LA CONTEMPLACIÓN ..................................................................... 12
4. SEÑOR DE LA EXISTENCIA ............................................................................... 13
5. LA BIENAVENTURANZA DE LA CONTEMPLACIÓN......................................... 14
6. PODER DE LA PALABRA DIVINA ....................................................................... 15
7. MI MÁS ALTO DESEO ......................................................................................... 16
8. CÁNTICO DE LAS CRIATURAS .......................................................................... 17
9. MOTIVOS PARA LA ALABANZA ......................................................................... 19
10. INVITACIÓN A LA ALABANZA......................................................................... 20
11. LO QUE MÁS AGRADA AL SEÑOR................................................................ 21
12. ALABANZAS EN EL TEMPLO DE LA CREACIÓN.......................................... 22
13. ALABANZAS EN EL MISTERIO DEL HOMBRE.............................................. 23
14. ALABANZAS EN CRISTO RESUCITADO ....................................................... 24
II EN EL CORAZÓN DE LA HISTORIA ....................................................25
15. FELIZ EL HOMBRE .......................................................................................... 26
16. FELICES LOS QUE CONSTRUYEN LA PAZ.................................................. 27
17. EN TI BUSCO LA VERDAD.............................................................................. 28
18. EN LA NOCHE OSCURA ................................................................................. 30
19. UN MUNDO SIN DIOS...................................................................................... 31
20. CONFIANZA EN MEDIO DE LA ANGUSTIA ................................................... 33
21. LEYENDO LOS SIGNOS DE LOS TIEMPOS.................................................. 35
22. LA VOZ DE DIOS.............................................................................................. 37
23. BREVEDAD DE LA VIDA ................................................................................. 38
24. LA BIENAVENTURANZA DE LOS INSATISFECHOS .................................... 40
25. LA ACEPTACIÓN DE SI MISMO ..................................................................... 41
26. NO QUIERO OTRA DEFENSA ........................................................................ 43
27. LOS FORJADORES DE MITOS....................................................................... 44
28. SEÑOR DE LO IMPOSIBLE ............................................................................. 45
29. EL ABRAZO SIN RUPTURA ............................................................................ 46
30. SÚPLICA A FAVOR DEL TESTIGO ................................................................. 47
31. INVITACIÓN AL MISTERIO.............................................................................. 48
32. DIOS HABITA NUESTRA TIERRA................................................................... 51
33. TRIUNFADOR DE LA MUERTE....................................................................... 52
34. UNA CANCIÓN SIN OCASO............................................................................ 53
35. INDEFENSO ANTE LA MENTIRA.................................................................... 54
36. EN LA MODERNA BABILONIA ........................................................................ 55
37. TU LUZ NOS HACE VER LA LUZ.................................................................... 56
III EN LA INTIMIDAD CON DIOS.............................................................58
38. MI VIDA SERIA INÚTIL ..................................................................................... 59
39. LA RAZÓN DE MI VIDA.................................................................................... 60
40. SALIDA DE UNA NOCHE OSCURA................................................................ 61
41. LA VERDAD OS HARA LIBRES ...................................................................... 62
42. LA VICTORIA SOBRE EL MAL ........................................................................ 64
43. EN EL ARDOR DEL MEDIODIA....................................................................... 66
Poemas para la utopía
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44. MI MÁS BELLO POEMA................................................................................... 67


45. ODA A LA ESCLAVA DEL SEÑOR.................................................................. 69
46. EN EL CORAZÓN DE LA UTOPÍA................................................................... 70
47. SED DE DIOS ................................................................................................... 72
48. DIOS HABLA A SU IGLESIA............................................................................ 73
49. SÓLO DIOS BASTA.......................................................................................... 75
50. ASAMBLEA DE LOS CORAZONES UNIDOS ................................................. 76
51. EN DEFENSA DEL HOMBRE .......................................................................... 77
52. CANTO DE PEREGRINACIÓN ........................................................................ 78
53. EL VERDADERO SENTIDO DE LA HISTORIA ............................................... 79
54. MÁS ALLÁ DE LA UTOPÍA............................................................................... 80
55. INFANCIA ESPIRITUAL ................................................................................... 81
56. LA VIDA FRATERNAL ...................................................................................... 82
57. PLEGARIA DEL HOMBRE LIBRE.................................................................... 83
58. BIENAVENTURADOS LOS LIMPIOS DE CORAZÓN..................................... 85
59. CONFIDENTE DE DIOS................................................................................... 87
INDICE DE MATERIAS PARA LOS TIEMPOS LITÚRGICOS Y LA
ORACIÓN...................................................................................................88

Poemas para la utopía


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PRÓLOGO
Los salmos bíblicos constituyen un tesoro inapreciable para los cristianos. Felizmente, en la
actualidad excelentes traducciones y comentarios van poniendo este tesoro al alcance del
conjunto del pueblo. Además, la Liturgia de las Horas nos proporciona la ocasión para
recitarlos enmarcados en las circunstancias de la vida a las que cada uno de ellos
corresponde: por la mañana, al caer la tarde, en medio del trabajo, en la celebración de la
muerte, en días de acción de gracias...

Pero la obra más hermosa puede pasar inadvertida para una persona que no haya cultivado
su sentido estético; y para una persona que cultive escasamente el nivel espiritual y la
dimensión religiosa de su vida, los salmos pueden convertirse en objeto de cultura obligada,
de recitación rutinaria, de ejecución —en el peor sentido— mecánica.

La colección de salmos que nos presenta Antonio López Baeza, bajo el título de “Poemas
para la Utopía”, es una muestra del espléndido resultado que puede producir el contacto con
los salmos en una persona artísticamente dotada y que se acerca a ellos con el alma
despierta y la conciencia sintonizada con su contenido.

Sin afanes “didactistas” que, en lugar de introducir a la lectura de una obra poética como
ésta, cerrarían el paso a su saboreo espiritual, quiero subrayar la lección que para mí han
supuesto los “Salmos” de López Baeza en relación con el buen uso de los Salmos bíblicos.
Los salmos son, antes que nada, para ser escuchados. No, naturalmente, como se escucha
una noticia; ni siquiera corno se escucha una lección. Sino como se escucha el paso de la
brisa o el canto de los pájaros, de los que los salmos —como toda poesía— de alguna
manera son eco.

¡Qué magnífico es tu nombre, repetido de eco en eco por todas tus criaturas...!
Los salmos son para ser escuchados como una declaración de amor, una invitación o una
llamada: abriéndose a ellos y a su mensaje y acogiendo la presencia que se nos revela en
ellos. De ahí que la primera condición para el buen uso de los salmos consista en adoptar
una actitud maravillada y contemplativa.

Tú lo hiciste
capaz de contemplar y convertir en alabanza
las maravillas derramadas en la creación.
¡Es el Señor mismo quien se entrega
al hombre abierto a la admiración y al canto!
Yo cimiento mi vida en la contemplación de su nombre...
Desde esta actitud, nuestros ojos se ahondan, se dejan iluminar por una luz que viene de
más allá que ellos mismos y se hacen transparentes a la presencia misteriosa que alienta en
las cosas, los acontecimientos de la vida y, sobre todo, en el fondo del hombre, y que en los
salmos se ha hecho palabra poética.

Cumbres de los montes: en vuestra altura disparadas


sólo sois el anhelo de Dios
que Dios mismo puso al crearos
en las entrañas de la tierra.

Poemas para la utopía


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Señor, mi grito más sonoro, mi soledad más fuerte...


¡Dios mío, fuente de todas mis ansias!
Así, la contemplación desencadena el canto en el que la voz inconfundible de cada uno se
hace eco de la única Presencia y de la única voz.

Señor de mi existencia:
¡Ojalá fueses tú el único músico de mi vida;
y yo únicamente cantor de tus verdades!
...Pero más dulce que la frescura desatada de los ríos,
más magnífico que el romper de las olas en cantiles y playas,
más armonioso es el canto que el Señor vierte en mi corazón!
Canta, corazón, que es lo tuyo...
Mi más bello poema es el deseo de ti que vive en mí
y todos mis poemas se pierden en el deseo de cantarte.
Pero ni la escucha, ni la contemplación, ni la aceptación de la presencia que late en el fondo
de nosotros mismos suponen o exigen del lector cristiano de los salmos que se aísle de las
circunstancias de su vida, de los dolores y las esperanzas de su generación. Recogerse
para contemplar no significa aislarse. La comunicación de la Presencia de Dios tiene lugar
en medio de la vida y no discurre paralela a nuestra historia, sino que se introduce en ella y
la dota de su más verdadera dimensión, convirtiéndola en historia salvífica. Por eso en los
salmos bíblicos resuenan la alegría y la confianza de los niños y de los sencillos, el llanto de
los que sufren, la cólera de los que se rebelan contra la injusticia, la esperanza y la
confianza de los justos. Los salmos de Antonio López Baeza son un eco fiel de los salmos
bíblicos cuando canta “desde la noche oscura”, medita sobre la brevedad de la vida y
confiesa a Dios en medio de la dificultad; y lo son también cuando denuncia al hombre
esclavizado que

sólo tiene ojos para aquello


que satisface su pasión...
y al insensato,

...aquel que sólo confía en los resultados del análisis


y en las conquistas de la técnica,
no conserva espacio libre en su corazón
para que Tú le cantes la suprema verdad
y a los “poderosos de la hora presente”, que
...han querido hacer un mundo sin Dios:
¡Y mirad el resultado!
y a los “forjadores de mitos” de la “moderna Babilonia”, que
...pretenden, con sus mitos de grandeza,
desterrar mi esperanza en ti, Señor...
La fidelidad del canto de nuestro poeta al canto de los poetas bíblicos aparece, sobre todo,
en su respuesta a los problemas y a las angustias de nuestro tiempo.

Poemas para la utopía


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Apoyado en la confianza que le otorga la Presencia de Dios, presentida incluso en los


momentos de mayor oscuridad, responde a la conciencia de su finitud con la “aceptación de
sí mismo”:

Yo, Señor, soy como nada cuando me pongo ante ti;


pero me siento seguro al amparo de tu bondad.
Responde a la angustia:
Pasión de mis entrañas, Dios mío,
¿es posible que me hayas olvidado?
Con redoblada confianza:

¡Vuélvete a mí, Señor, mi horizonte más lúcido!


Yo seré transparente a la luz de tu gracia,
peregrino incansable de tu recia ternura,
la que ofreces a todos y derramas sin cuento
sobre el cuenco vacío de un corazón hambriento.
Responde a las dificultades de nuestro mundo con la llamada a la conversión del corazón:
Levántate, Señor, tú que para mejor servirnos
te hundiste en lo más hondo del dolor solidario.
Dios se prepara un pueblo de pobres
que nos enseñen de nuevo la alegría de compartir
y la libertad de esperarlo todo del amor.
Pero responde, sobre todo, con la proclamación de un mensaje de esperanza para todos
que justifica la inclusión en el título de la hoy tan aireada y tan necesaria utopía. Su
apelación a la utopía hunde sus raíces en la fe, que desafía cualquier decepción, en el
“Señor de lo imposible”, el “Triunfador de la muerte”, y anuncia un mundo nuevo en el que

cada hombre, y para siempre, será su yo más suyo;


y al mismo tiempo su yo más compartido y libre;
cada hermano será la alegría de todos
y todos la corona de una única alegría.
Se han hecho muchos poemas a partir de los salmos bíblicos. Los de Antonio López Baeza
se distinguen por su fidelidad a los grandes temas de la poesía bíblica y por su sensibilidad
a las necesidades profundas de nuestra generación. Por su honda fe en Dios —“sólo Dios
basta”— y su confianza en el hombre. Tienen un acento personal inconfundible, pero en la
fuente de su canto se adivina el mismo Espíritu que inspiró la composición de los Salmos.
Para mí no son una traducción más; son un eco de la Palabra, que invita a sus lectores a
acogerla interiormente para que siga resonando.

Juan Martín Velasco

Poemas para la utopía


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PALABRAS PRELIMINARES
Este libro ha nacido de la meditación asidua de los Salmos Bíblicos. No es, por tanto,
una obra de entera originalidad, aunque tampoco debe considerarse una nueva versión de
los poemas sagrados. Es, según creo, el resultado de un ir y venir de mi vida a los Salmos, y
de los Salmos a los problemas nuestros de cada día.

Confieso que la belleza lírica, la riqueza humana y la profundidad religiosa que contiene el
libro inspirado son, para mí, nuevos y mayores cada día. De modo que el primer fruto de
haberme atrevido a poner por escrito mis sentimientos, brotados al calor de los Salmos, ha
sido el de acrecentar en mí la admiración y el interés por los mismos.

He rehusado dar a este libro el título de “Salmos” por considerar que mis poemas no
merecen tan hermoso nombre. Al pie de cada composición figura el número original del
poema bíblico, para que el lector, en caso de que le interese, pueda comprobar que los míos
son sólo un pálido reflejo —aunque verdadero— del contenido del Libro Sapiencial.

Al intitular este libro “Poemas para la Utopía” quiero dar a entender desde los comienzos
que se trata de una lectura cristiana de los salmos veterotestamentarios. Una lectura en la
que los cielos nuevos y la tierra nueva, el hombre nuevo y la nueva sociedad, alimentan el
quehacer y el sentir del hombre que se dirige a Dios.

“Poemas para la Utopía” se ofrecen también como un modesto testimonio del gozo de saber
que el amor de Dios nos envuelve y penetra, hasta ser la realidad más íntima y necesaria a
nuestro ser de hombres.

Antonio López Baeza

Poemas para la utopía


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Los hombres han dejado a Dios


no por otros dioses, dicen,
sino por ningún dios;
y eso no había ocurrido nunca:
que los hombres a la vez negasen
a los dioses
y adorasen a dioses
profesando primero la Razón,
y luego el Dinero, y el Poder,
y lo que llaman Vida,
o Raza, o Dialéctica.
T. S. Eliot

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I En la alabanza de la creación

Poemas para la utopía


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1. GRANDEZA Y DEBILIDAD DEL HOMBRE

SEÑOR, mi espacio de alegría, mi aire de libertad,


mi vuelo más sereno...
¡Qué descanso tu nombre sobre mis labios!
¡Qué altura de tu gloria sobre mi pecho!

Las criaturas más pequeñas


—desde el recién nacido hasta las silvestres florecillas—
son una fortaleza inexpugnable
para los que aún niegan la verdad de tu amor.

Y ¿qué diré del entusiasmo


que me recorre cuando miro al cielo,
cuando contemplo la serena quietud de la luna
y la magnífica multitud de las estrellas...?

Pienso entonces, Señor, que el hombre


es demasiado grande para bastarse a sí mismo;
que su destino supera todo su poder.
Tú lo hiciste
capaz de contemplar y convertir en alabanza
las maravillas derramadas de tu creación.

Árboles y ríos florecen y corren para el hombre;


cuadrúpedos y aves se multiplican en formas
de agilidad, de canto y de belleza, para el hombre;
el mar y las montañas, con ser tan grandes,
están por debajo del hombre que ama, que escucha, que te alaba.

Señor, mi grito más sonoro, mi soledad más fuerte...


¡Qué magnífico tu nombre, repetido de eco en eco,
por todas tus criaturas!

(Salmo 8)

Poemas para la utopía


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2. DULCE HUÉSPED DEL ALMA

¡MIS oídos se extasían ante el canto de gloria


que se eleva al unísono de todas tus criaturas, Señor!
Desde el oriente hasta el ocaso,
desde las cumbres cenitales
hasta las simas rugientes de los más profundos veneros,
se escucha una sola voz que proclama, con la elocuencia del silencio,
que sólo Tú eres el Espíritu que reconforta y vivifica.

Como el calor del sol, que baña cada día, sin cansarse, la faz de nuestro mundo;
como atleta que supera todas las marcas que se creyeron insuperables;
como esposo, radiante de juventud, que sabe eternizar
el instante sublime de su entrega apasionada y única:
¡Así tu amor, ágil e incontenible!
¡Así tu sabiduría, que todo lo penetra y trasciende!

Tú nos enseñas aquellas dulcísimas melodías


que mejor nos conducen a la unidad del canto.
Tú acoges la sencillez del alma que se te abre,
como flor de sublime y rara belleza
apenas visible entre el polvo y las prisas del camino,
para hacerla corola de tu gloria en la tierra.
Tú nos allanas las sendas y nos descorres los velos
para que podamos ser embriagados, aquí y ahora,
por el más allá de tu presencia y tu figura.
¡Tú, que nos alegras con el vino fuerte de tu amistad,
y abres nuestros ojos
hacia aquellas verdades que sólo se pueden ver con el corazón,
hacia aquellas alegrías que nos invaden con los ojos cerrados!
Enséñame a no negar mis límites;
y, si fueran tantos que no pudiera soportarlos,
enséñame a confiarte el fardo de mis miserias.

Que el gran pecado del olvido de ti


no encuentre en mi carne su terreno abonado.
Así seré tu hijo, renacido cada instante de tu amor.
Así podré transparentar algo de ti a mis compañeros de ruta.
Así proclamaré que Tú eres el descanso en la fatiga,
la fecundidad de todo lo estéril
y el calor que derrite todos los hielos de soledad y muerte.
¡Espíritu que sondeas y haces subir
las profundidades del amor eterno!

(Salmo 19)

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3. PODER DE LA CONTEMPLACIÓN

¡CONSAGRAD al Señor todas las riquezas de la tierra!


¡No las consagréis más a la explotación de unos sobre otros!
¡Mirad cómo los ríos corren hacia su muerte
alumbrando la vida!
¡Mirad cómo las montañas están firmes en su soledad
señalando con sus picachos serenos
las alturas inalcanzables!
¿Quién se juzga capaz de escalar cumbres de salvación?
¿Quién se cree a sí mismo poseedor de su vida?
Pero el hombre que busca la amistad con Dios,
aquel que derriba por el polvo
los ídolos del dinero, de la jactancia y de las leyes,
ése subirá más alto, y para siempre,
que los astronautas en sus naves espaciales;
ése subirá allí donde descansar
es crecer de admiración en admiración
y de entusiasmo en entusiasmo
por los bosques espesís imos de las maravillas de Dios.

¡Abrid, pues, para todos los hombres


caminos de amistad con Dios!
¡Abridles de par en par las puertas
de la contemplación rendida y amante!
Que todos los hombres puedan experimentar que Dios
es su destino más alto y su alegría más serena.
¡Es el Señor mismo quien se entrega
al hombre abierto a la admiración y al canto!

(Salmo 24)

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4. SEÑOR DE LA EXISTENCIA

SEÑOR de la existencia:
¡Quién supiera hacer de su entera vida
una acción de gracias,
y de todos los latidos de su corazón
una alabanza a tu nombre!
Anunciar, lo mismo en las horas felices
que en la desgracia,
la fidelidad de tu amor que nunca disminuye.

Señor de la existencia:
Tus acciones son la fuente de mi alegría
y en tus obras, se sacia mi corazón, siempre insatisfecho.
¡Qué sabio es tu proceder con los humanos!
¡Qué profundos los caminos que abres al que llamas para ti!
Los necios quieren guiarse por su propia razón,
¡y todos sus pasos conducen al atolladero!
Cuando parece que el triunfo va a coronar sus esfuerzos,
el gusano de la amargura
o el fuego de la incertidumbre
ponen fin a su orgulloso florecer.
Porque todo el que no siembra contigo, desparrama;
y la vida que no se nutre de ti
enflaquece sin gracia y sin destino.

Señor de la existencia:
Tú viertes en mis venas aromas de esperanza
y templas mis nervios
con las armonías del más virtuoso instrumentista.
Por eso, el conjunto de mis años
será una gozosa melodía,
una cantata de los más gloriosos acordes,
que hará enmudecer de asombro
a todos los que negaron tu necesidad y tu presencia.

El que confía en ti, Señor,


escapa a los juicios mezquinos de la historia,
y sus raíces, bien regadas, dan fruto
más allá de los cambios de ideologías, modas y poderes.

¡No hay frustración para quien se abandona a tus destinos,


ni vejez o enfermedad que no lleven sus frutos de madurez!

Señor de mi existencia:
¡Ojalá fueses Tú el único músico de mi vida;
y yo, únicamente, cantor de tus verdades!

(salmo 92)

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5. LA BIENAVENTURANZA DE LA CONTEMPLACIÓN

Mi entusiasmo se desborda, Señor,


al contemplar las obras de tus manos.
¡Ojalá que mi canto supere los límites de mi pequeñez
para anunciar, día y noche, tu fidelidad;
para hacer llegar, incluso a los que no piensan en ti,
los ecos del gozo de tu amistad!

El hombre esclavizado sólo tiene ojos para aquello


que satisface su pasión, dejándolo siempre abocado
al abismo de los más crueles desengaños.
Y el insensato, aquel que sólo confía en los resultados del análisis
y en las conquistas de la técnica, no conserva espacio libre en su corazón
para que Tú le cantes la suprema verdad
de lo que permanece inasequible a la tensión y al esfuerzo programados.

Parece que sus obras llegan lejos


y que sus vidas escalan pedestales de honor imperecedero;
pero son como hierba que jamás se hace fruto
y que nadie se acuerda de bendecir su nombre.
Por muchos esfuerzos que hagan sus secuaces
para mantener viva su memoria,
manejando programas de TV y falseando páginas de la historia,
¡nadie los recordará como benefactores!,
ya que sólo permanece la obra que desconoce el orgullo
y anuncia tu poder que todo lo sustenta.

Yo, Señor, soy como nada cuando me pongo ante ti;


pero me siento seguro al amparo de tu bondad.
Yo cimiento mi vida en la contemplación de tu nombre,
porque no hay fecundidad comparable
a la del que permanece plantado
en la tierra firme de tu amor.

¿Qué me importan la enfermedad, la vejez ni la muerte,


si Tú eres la juventud eterna
y tu alegría es la fuente de cuantos se alegran en ti?

Sólo por ti me renuevo en la esperanza


de seguir siendo hombre entre los hombres,
hermano entre los hermanos,
libre con la libertad de cuantos
entregaron su libertad a ti!

(Salmo 92)

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6. PODER DE LA PALABRA DIVINA

EL Señor da seguridad a mis pasos;


el Señor, cuyo amor desborda los límites
de su inagotable creación.

Tu poder, oh Dios, no lo has recibido de nadie;


y la hermosura de tu obra
no cabe en la inspiración de los artistas de este mundo.

Los ríos cantan ternuras a su paso,


cantan pregonando la alegría de vivir
bajo el impulso de tu pródiga mano.

Pero más dulce que la frescura desatada de los ríos,


más magnífico que el romper de las olas en cantiles y playas!
¡más armonioso es el canto que el Señor vierte en mi corazón!

Tu palabra da serenidad y esperanza;


tu palabra renueva incesantemente las ruinas
de nuestro insensato proceder.

Por eso, Señor, tus obras nos superan.


Y tu alabanza no cesará de escucharse
en tanto mantengas un corazón abierto a tus designios.

(Salmo 93)

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7. MI MÁS ALTO DESEO

QUIERO cantar la alegría de vivir


—¡para ti es mi música, Señor! —
Quiero que mi vida sea una entera alabanza
a tu inquebrantable ternura.
¿Cuándo saciarás mi deseo?

Mi conducta será entonces un poema


de confianza y abandono;
en lo más recóndito de mi ser
tu nombre me inspirará la rectitud para con mis hermanos;
no admiraré las bravuconadas de los que se creían a salvo,
ni me recrearé en los pasos perdidos
de los que creyeron hacer de su orgullo un camino sin trabas.
Por el contrario, mis ojos estarán atentos
a descubrir todo lo bueno que pueda haber
en cualquier hombre y en cualquier situación humana,
porque todo lo bueno procede de ti.

Enmudecerán al ver que mi alegría


no es la del dinero ni de aquello
que se compra con dinero; sino que mi alegría
es más fuerte y duradera porque se enraíza en ti
y en el amor que de ti nos envuelve.

Mis amigos serán también de los que buscan tu rostro;


y con ellos, día tras día, entonaré mi acción de gracias en tu presencia.
La verdad colgará de nuestros labios
como fruto de dulces entrañas compartidas:
y así terminarán por bajar la cabeza
los que propagaban su altiva razón como estilo de vida
y la trampa al hermano como medio de alcanzar
sus metas de avaro bienestar.

La plaza mayor de la libertad humana


estará repleta de los que invocaron tu nombre;
de los que protagonizaron tu salvación
dejándose salvar por ti.

Quiero cantar la alegría de ser tuyo


—¡para ti es mi música, Señor! —
¿Cuándo saciarás este mi más alto deseo?

(Salmo 101)

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8. CÁNTICO DE LAS CRIATURAS

I.
MI ser entero se hace comunión
con tu universal presencia, Señor.
Qué inmensa se manifiesta la gloria de tu poder
en la innumerable variedad de tus criaturas...
El cielo es un dosel de ternura, una mano amorosa
que no cesa de acariciar y proteger
todo cuanto nace, crece y se multiplica bajo el sol.
Cumbres de los montes: en vuestra altura disparada
sólo sois el anhelo de Dios
que Dios mismo puso al crearos
en las entrañas de la tierra.
Y vosotras, nubes, que vagáis por los espacios,
ya empujadas por vientos mañaneros,
arreboladas ya por el crepúsculo de la caída,
sois las infatigables mensajeras
de la fiesta de la vida siempre a punto de comenzar.
II.
EL mar y la tierra conviven como niños
que juegan, día y noche, confiados en tu presencia;
y mutuamente se abrazan entre cantos y danzas
de lo que parece alejarse y perderse
para volver al encuentro con renovada ilusión.
Las criaturas que pueblan la libertad de los campos
-especies de fieras salvajes,
inclasificable variedad de plantas y florecillas silvestres-,
conocen de ocultos manantiales para refrescar su ardor
y tienen entrañas perfumadas de ternura
que derraman a su paso la gracia multiforme de tu don.
Cómo trinan, de rama en rama, los pájaros sin dueño,
olvidándose del canto
porque cada instante lo reciben nuevo de ti!
Y ahí está el hombre. Para él
canta todo ser que canta, y es alegría de su espíritu
todo cuanto da fuerza a sus sentidos, a su mente y a su corazón:
porque el hombre es el lado inmortal
de todo cuanto se ve.

III.
ÁRBOLES de la floresta, ¿quién os condujo a ser tan múltiples,
tan esbeltos y gráciles, en vuestra soledad poblada de cantos...?
Pinos, eucaliptos, cipreses y abetos;
sauces, olmos, moreras, álamos y chopos;
acacias, encinas y terebintos;
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robles y palmeras... nombres míos


de mi más encendida paz
y de los silencios con mensaje!
El día se abraza desnudamente con la noche.
Hay vida en la noche y hay vida en el día.
Y toda vida es lucha y canción.
La noche se retira dejando a la aurora la fresca quietud del rocío
y las huellas calientes de los animales que, entre las sombras,
buscaron su justa ración en el banquete de la fraternidad.
Cuando el día se aleja, la tarde recibe en sus manos
un espacio de misterio
en el que la vida ya no es cegadora claridad,
sino bullicio de estrellas
que emiten señales de eternidad sobre los corazones despiertos.
IV.
CREADOR nuestro de cada día:
yo proclamo tu gloria en cuanto veo
y enmudezco por lo mucho que escapa a mi limitado ver.
Pero tu Espíritu, raíz de todo lo vivo,
vuelo de todo cuanto crece,
recrea sin cesar prodigios de tu amor vigilante
y milagros de tu pródiga hermosura
a partir de las realidades más simples y sencillas:
para que el hombre nunca apure el gozo de lo desconocido.
El mar, otro tiempo reino del poder indómito,
es ahora maravilla para el ojo oscuro de la cámara
que fija en su celuloide instantes irrepetibles de hermosura abisal:
Gracias, Señor, porque también el hombre
ha penetrado en las simas del océano
para extraer un canto inédito de alabanza a su Creador!
V.
LA gloria del Señor es incesante.
Bajo su mirada todo es gozo de existir,
todo fuente de amor y contemplación...
Mientras me quede memoria de mi mismo
no dejaré de alabarte a ti, mi Creador.
¡Todas las fibras de mi ser canten, como guitarra bien templada,
al Dios de la vida que no se agota!
Corazón mío, que suene lejos tu latido
y no tenga freno tu entusiasmo.
Canta, corazón, que es lo tuyo.
Canta y ama: que el amor hecho canción
ata en un solo ramillete
las maravillas derramadas de la Creación.
(Salmo 104)

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9. MOTIVOS PARA LA ALABANZA

HOMBRES todos y pueblos de la tierra,


¡alabad al Señor!
Su amor hacia nosotros no se agota,
¡alabad al Señor!
Es fiel, aunque nosotros no lo seamos,
¡alabad al Señor!

Porque el hombre
ha sido creado a imagen del Creador,
y nunca podrá el hombre
borrar de sí esta imagen,
¡alabad al Señor!

Porque, en medio de nuestras limitaciones y miserias


escuchamos siempre la llamada a confiar más en su amor,
¡alabad al Señor!

Porque en todas nuestras preocupaciones y trabajos


nos precede su cuidado, su trabajo y su preocupación,
¡alabad al Señor!

Porque más allá del cansancio y de la muerte


nos espera su abrazo descansante y vivificador,
¡alabad al Señor!

Alabad al Señor,
todos los que os alimentáis de esta fe!

¡Alabadle, encendiendo con vuestro canto


la alabanza de toda la creación!

¡Alabadle, y que vuestra alabanza,


siembre en todos los rincones de la tierra
la gratitud, que es sabiduría del amor!

(Salmo 117)

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10. INVITACIÓN A LA ALABANZA

¡VENID, bendigamos al Señor!


Vamos a cantar unidos sus maravillas.
Vamos a formar una catedral de alabanza
con nuestros corazones rendidos de entusiasmo.

Venid a elevar nuestras manos en la danza


tejiendo en su honor una corola de ritmo y de cadencias.
Venid a juntar el cielo con la tierra
a fuerza de aclamaciones y vítores
al Absoluto que todo lo hace para nuestro bien.

Venid a hacer la noche como el día


con el fuego radiante de nuestra adoración al Único.
Venid a hacer el dolor como una gloria
poniendo en medio de él la confianza, el abandono y el canto.

¡Que el Señor se haga presente en nuestra fiesta


y Él mismo sea el director de coro y danza!
¡Que el Señor se complazca en nuestra asamblea
y habite en cada uno de nosotros
como en su propio templo!

(Salmo 134)

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11. LO QUE MÁS AGRADA AL SEÑOR

¡ALABEMOS la magnificencia del Señor!


¡A todo hombre hace bien reconocer su grandeza!
El Señor es la fuerza de la unidad consumada;
él sana los corazones rotos de tanto amar
y les da la necesaria energía para seguir amando.

El Dios que creó el orden asombroso del firmamento


puede y quiere crear también
la unidad de todos los corazones en la tierra.
Sólo él sostiene a los luchadores de la fraternidad universal,
mientras que humilla hasta la plena confusión
a los intrigantes del poder
y a cuantos se ponen de parte del más fuerte.

¡Cantemos agradecidos al Señor de la unidad!


¡Cantemos al unísono, hasta que nuestro canto
supere en armonía el sonido orquestal de una pradera
en el clímax de su más rica floración primaveral!

¿Quién, sino el Creador y Padre de toda vida,


dispuso que los bienes de la naturaleza
sirvieran a todos los seres,
en el respeto de sus múltiples necesidades
y en la afirmación de la imprescindible complementariedad vital?

¿Quién, sino el Autor de toda ternura y belleza,


sostiene y alimenta la multiforme unidad de todo lo creado
como de un cuerpo único dirigido al amor?

Por eso, nada de cuanto existe agrada tanto al Señor


como el corazón que sabe admirar y compartir;
como el corazón que sabe caer rendido
arte las pruebas infinitas del amor divino
llamando al abrazo de paz y de fecundidad
en lo secreto de todo ser que alienta.

(Salmo 147, 1-11)

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12. ALABANZAS EN EL TEMPLO DE LA CREACIÓN

ALABEMOS al Señor en las maravillas de sus manos,


alabémosle con el sentimiento de universal adoración:
alabémosle en el ritmo y profundidad del firmamento,
alabémosle en la armoniosa sucesión de las estaciones;
alabémosle en la cumbre virginal de las montañas,
alabémosle en la densidad impenetrable de las selvas;
alabémosle en el manar oculto de las fuentes,
alabémosle en la energía germinadora de la tierra;
alabémosle en el florecer sin número de la primavera,
alabémosle en la multiforme utilidad y belleza de los árboles;
alabémosle en el canto sin registro de las aves,
alabémosle en el amor a la vida de todas las especies;
alabémosle en la conciencia de que todo lo hizo bueno,
¡que todo corazón contemplativo se rinda en alabanzas al Creador!

(Salmo 150)

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13. ALABANZAS EN EL MISTERIO DEL HOMBRE

ALABAD al Señor en su Imagen Viva,


alabadlo en el centro y en la cumbre de su creación;
alabadlo en el vigor y belleza corporales,
alabadlo en la profundidad desconocida del corazón;
alabadlo en la intrepidez de la juventud,
alabadlo en la serenidad de la edad madura;
alabadlo en el gozo incomparable de la amistad,
alabadlo en la soledad que ahonda caminos interiores;
alabadlo en la búsqueda y en la creatividad,
alabadlo en la contemplación y en el descanso;
alabadlo en los hallazgos de las ciencias,
alabadlo en las inéditas expresiones del arte;
alabadlo en el amor que procrea y en el amor de castidad,
alabadlo en la conciencia de fraternidad universal;
alabadlo en la proclamación de su gloria que nos habita,
¡que todo hombre despierto viva en alabanza a su Señor!

(Salmo 150)

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14. ALABANZAS EN CRISTO RESUCITADO

ALABADO sea Dios en la victoria de Cristo Resucitado,


alabado en el Templo de la Nueva Creación;
alabado en la sabiduría de la cruz,
alabado en la fuerza de la debilidad;
alabado en la alegría de ser pobre,
alabado en la libertad de ser veraz;
alabado en el amor a los enemigos,
alabado en el trabajo que construye la paz;
alabado en la mirada que desvela esperanza,
alabado en la superación del miedo a la muerte;
alabado en el sacrificio voluntario por el bien común,
alabado en el llanto que florece en canciones;
alabado en los cielos nuevos al alcance del hombre,
alabado en la tierra nueva habitada por la gloria de Dios;
alabado en el destino eterno de toda obra de amor,
¡que el hombre resucitado irradie el gozo de su Señor!

(Salmo 150)

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II En el corazón de la historia

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15. FELIZ EL HOMBRE

FELIZ el hombre
que se sabe en camino hacia sí mismo,
y sin dar cabida en su corazón a estériles fantasías
se enfrenta cada día con su propia realidad.

Feliz el hombre
que no se considera desprovisto de todo valor,
y cultivando los dones recibidos
se abre al infinito de Dios que mora en él.

Feliz el hombre
que se reconoce necesitado y hambriento
de algo que lo supere y dinamice
más allá de los límites de su yo posesivo.

Feliz el hombre
que huye de las respuestas prefabricadas,
y busca, aunque se vea incomprendido y solo,
la verdad que lo libere de toda rutina existencial.

Feliz el hombre
que cultiva las raíces de su solidaridad universal,
y acepta que su vida será más bella y fecunda
cuanto más hondo baje en la tierra del dolor compartido.

Él será una primavera en la historia de los hombres;


y los miedos, vacíos y desesperanzas
que royeron el corazón de tantos hermanos,
no tendrán ya poder de muerte para muchos
gracias a la descarga de amor que de él recibieron.

Feliz el hombre
que se propuso por encima de todo ser fiel a sí mismo,
porque en sí mismo
fue camino para el encuentro de Dios con los hombres.

(Salmo 1)

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16. FELICES LOS QUE CONSTRUYEN LA PAZ

¿QUÉ esperan conseguir los pueblos


que se abastecen de armas nucleares?
¿Por qué hacen planes sin sentido
pensando que la paz es el resultado
del equilibrio en el poder de la destrucción?

¡Insensatos!
Os tenéis miedo unos a otros
y aguardáis el momento de descuido para echaros encima del hermano.

Y gritáis: “No tenemos más fuerza que aquella


que nos viene de nuestros carros de combate,
de nuestros cazas supersónicos
y nuestras bombas de neutrones.
¡No tenemos más fuerza
que aquella que destruye para siempre! “

El Señor oye tales bravuconadas y se ríe;


y, con la verdad de su boca,
pone en evidencia la mentira del poder violento.
“Mirad —dice el Señor de la Vida—,
yo pongo en medio de los pueblos a mi Hijo,
el que no usa más violencia que la del amor,
ni desata más guerra
que la necesaria para vencerse uno a sí mismo.
A éste le daré la herencia del Mundo Nuevo;
a éste le abriré los tesoros
de la paz que florece entre cantos y abrazos,
entre abundante cosecha de esperanza
y fiestas de fraternidad universal;
¡y no entre ruinas y llantos
por la victoria del más fuerte!”.

Aprended, las potencias nucleares, esta lección:


La tierra no será de los que fabrican y venden artefactos de muerte.
La alegría de vivir no puede descansar sobre la desconfianza,
la competencia y el miedo de unos pueblos a otros;
¡y menos sobre la amenaza, siempre pendiente,
de una guerra nuclear!

¡Felices los que construyen la paz con la justicia


y la justicia con el amor!

(Salmo 2)

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17. EN TI BUSCO LA VERDAD

SEÑOR de lo escondido, en ti busco la verdad


que me han negado los hombres.
Han pretendido dejarme en la cuneta hasta que me desangre en soledad.
Han dicho: “Se le escapó su hora del triunfo.
Ya no es el hombre que sirva a nuestros planes.
Se le debe considerar como persona non grata
y enemigo del pueblo, pues dice
que nuestros caminos son contrarios
a los verdaderos intereses de los pobres”.

Señor de lo escondido, ¿ no es cierto que no me he buscado a mí mismo?


¿No sabes Tú que mi confianza absoluta
hace tiempo que no la pongo en los hombres?
¿Acaso ignoras que no tengo proyectos sobre mi vida
porque todos mis proyectos eres Tú?

Si no fuera así, yo sería tan necio como ellos:


como ellos, que escupen al cielo y creen que no les va a caer encima;
como ellos, que ponen trampas legales y constitucionales,
pensando que su astucia los librará de ser atrapados en las mismas;
como ellos, que se sirven del hermano para escalar sus puestos de poder,
con la promesa engañosa de servir desde arriba
los intereses del débil, de los marginados y de los últimos.

¡Levántate, Señor, Tú, que para mejor servirnos


te hundiste en lo más hondo del dolor solidario!
Tú, que nos advertiste, sin reservas,
que todos los poderosos de este mundo
se elevan sobre el sufrimiento de los más pequeños.
Tú, que nos mostraste con tu vida que el primero
es el que sirve a los demás desde el anonimato y la desambición.

Yo he querido ajustar mis pasos a tus huellas.


Yo he hecho de tu palabra mi programa de acción.
Yo he deseado tu Espíritu
como fuerza que conduce a la victoria del amor.

Levántate y pon fin a tanta confusión.


Tú, que conoces las intenciones del hombre
antes que el hombre las conciba;
Tú, que juzgas las acciones humanas
en sus raíces y no en sus apariencias.

Mi defensa la busco en ti.


No porque yo sea inocente o libre de toda culpa,
sino porque he esperado en ti
y me he negado a secundar sus proyectos de destrucción.

Señor, que actúas en lo invisible


y blandes la espada de tus sentencias
para cortar el nudo apretado de tantas y tan bien trabadas mentiras;

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que apuntas las flechas de tu sabiduría


al engaño de nuestras astucias y seguridades:
¡Están listos los que ambicionan el poder para servirse a si mismos
y amontonar riquezas con el sudor de los humildes!
Sus argucias los empequeñecen ante el Dios de toda verdad,
y su final será quedar apresados
en las redes de su propia ambición.

Mi seguridad está en ti, que me instruyes en mis entrañas,


y me das la sabiduría de un vivir sosegado y compartido.

(Salmo 7)

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18. EN LA NOCHE OSCURA

¿HASTA cuándo, Señor, se alargará mi prueba?


¿Hasta cuándo va a durar esta situación lamentable
que me pone al borde de la desesperación día tras día?
¿Hasta cuándo voy a ser este mar de gemidos
y esta selva intrincada de dolores?
¿Hasta cuándo las largas noches sin pegar ojo
y con la angustia en el corazón
de no saber qué quieres de mí
y para qué sirve esta prueba a la que me has conducido?

Nadie me entendería si le dijera:


“Es Dios el que así me purifica”.
Tengo que sufrir en soledad y en silencio
con la maldición de no poder ser comprendido por nadie
ni poder comprenderme a mí mismo,
y siempre bajo esta tentación, tan fuerte, de dudar hasta de tu amor.

¡Pero no! ¡Tú sólo, Señor, puedes devolverme el sentido!


¡Tú sólo puedes hacerme comprender
este trance que tan oscuro me parece!
Tú sólo puedes darle a mi vida ese exacto significado,
pese a la sinrazón y al absurdo que ahora me atormentan!

Yo acudo a la sabiduría de tu amor,


a tus proyectos de bendición y de vida.
Mi alegría me la devolverás citando actúes
revelándome el por qué de mis horas amargas,
consolándome con la hondura de tus pensamientos
que superan y corrigen todos nuestros cálculos y previsiones.

Y cantaré al Señor
que todo lo ordena para el bien de los que a El se abandonan!

(Salmo 13)

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19. UN MUNDO SIN DIOS


LOS poderosos de la hora presente
han querido hacer un mundo sin Dios;
¡Y mirad el resultado!
La confusión
se enreda en todos los pasos del hombre;
las realidades más inhumanas
se imponen como necesarias al individuo
si quiere seguir viviendo en este mundo
y no ser un extraño entre los extraños...

¡Todo se compra y se vende! ¡Todo!:


El tiempo del hombre,
las fuerzas del hombre,
el amor del hombre,
los votos del hombre,
las esperanzas del hombre,
y ¡hasta la libertad del hombre!
¡Todo lo vende el hombre
para poder comprar el último producto
que hace apetecible la TV!

Y el hombre ya no es dueño de sí mismo,


ni responsable de su futuro,
ni creador de sus propios destinos
—los que se forjan en la solidaridad
y en la búsqueda del bien común—.
Y cada hombre quiere ser más que su hermano
y aventajarle en la posesión y en el lujo.
Porque si ser humano ya no es más que una pieza
del engranaje de la producción y el consumo;
un animal excitado en todos sus costados
por el apetito insaciable de devorar.

Y, lo que es peor todavía, se burlan de los sencillos,


de los que aún confían en Dios,
de los que albergan sueños de una sociedad fraterna
fundada en el sagrado respeto
al destino inalienable de cada ser humano.

Para conseguir sus planes de desarrollo


hincan las garras de su poder técnico
en los pueblos subdesarrollados,
y devoran a los humildes de la tierra,
a mis hijos predilectos —dice el Señor—,
como si fueran pan.

Dios mira con paciencia esta realidad que aborrece.


Dios espera que los que invocan su nombre por toda la tierra
se opongan con alma y vida a tanta corrupción que embrutece.
Dios exige, a los que levantan su estandarte entre los pueblos,
que se pongan del lado de los humildes,
del lado de los que no tienen poder adquisitivo

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ni aspiran a participar en los dividendos bancarios.

¡Dios se prepara un pueblo de pobres


que nos enseñen de nuevo la alegría de compartir
y la libertad de esperarlo todo del amor!

Ojalá que este pueblo hiciera pronto enmudecer a los satisfechos!

Cuando la confianza en el Señor rompa todas las cadenas


de la mentirosa felicidad del consumo
y devuelva al hombre la alegría sencilla
de vivir para ser y para decirse.
(Salmo 14)

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20. CONFIANZA EN MEDIO DE LA ANGUSTIA

PASION de mis entrañas, Dios mío,


¿es posible que me hayas olvidado?
¿Es posible que te alejes de mí
en el momento de mi mayor abandono?
¿Ya no te llegan mis gritos de desamparo,
ni te conmueves ante el dolor que me desgarra?

Fuego que me devora, mi Absoluto,


quisiera poder olvidarme de ti,
y así, acabar mis días sin este sufrimiento,
mayor que todos, de sentirme en desgracia de tu amor.

¡Pero no! No es posible!


Porque Tú has sido siempre el sol de mis inviernos
y cuantos han confiado en tu bondad
se han visto trasportados a regiones de inefable consuelo.
Sin embargo, ahora, mi deplorable situación
ha alejado de mi compañía a los que antes me buscaban;
no quieren verme ni oír hablar de mí; y dicen:
“Está acabado. Si de verdad hubiera confiado en Dios ,
no se vería así. ¡Ni Dios lo puede sacar de tanta desgracia!”.

Yo sé que no es verdad. No puede serlo.


Porque Tú has sido siempre puente de salvación en mis horas difíciles.
Desde mi infancia, y antes aún de ser concebido,
soy en tu mente eterna
un poema de amor, de libertad y de audacia.
¿Dejarás que tu obra se diluya en la nada
del sinsentido y de la angustia?

Soy presa de la noche cerrada del fracaso.


Cuanto hice con amor, buscando el bien de alguien,
lo han rechazado unánimes, y nadie me defiende.

Y los que aún me recuerdan, lo hacen para burlarse


de mi actitud sencilla y confiada,
de mis manos abiertas al perdón y a la súplica.

Nada mío me queda. Todo me hice de todos.


Y ni siquiera saben que mi dolor es fuente
de la paz y alegría que otros muchos disfrutan,
¡igual que Tú, la fuente de mi viva esperanza!

Vuélvete a mi, Señor, mi horizonte más lúcido!


¡Líbrame de morir sin encontrar sentido
al dolor y a la muerte!
No dejes que las redes ocultas del fracaso
impidan mi camino en busca de tu encuentro!

Yo seré transparente a la luz de tu gracia;

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peregrino incansable de tu recia ternura,


la que ofreces a todos y derramas sin cuento
sobre el cuenco vacío de un corazón hambriento.
Yo seré animador de fiestas y banquetes,
donde el sabor más puro será el de tu presencia,
y el vino más ardiente tu amistad hecha canto.

Comed, los que hambreasteis migajas de consuelo


y fuisteis el sarcasmo de ahítos y satisfechos!
¡Bebed, los que apurasteis la copa de miseria
sin que nadie acertara a enjugar vuestro llanto!
¡Es Dios quien nos invita! ¡Es Dios quien nos renueva
en el fuego sagrado de su amistad eterna!

Mis hijos, mis afanes mis obras de amor puro,


cuanto diera con fe a esta historia del hombre
estará junto a mí, embelleciendo el tiempo,
ya sin tiempo, de Dios y el Hombre en un abrazo.

(Salmo 22)

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21. LEYENDO LOS SIGNOS DE LOS TIEMPOS


para Mertxe Ubieta Aranguren

DIOS de los designios de amor,


¿es posible que este mundo nuestro
viva abocado a una irremediable ruina?
El horror de situaciones tan inhumanas
pretende cegar ante nosotros todo resquicio de esperanza:
el ser humano se ha convertido, en no pocas situaciones,
en un despreciable guiñapo
bajo la crueldad o la indiferencia de otros seres humanos;
en las áreas más subdesarrolladas del globo,
las más inocentes criaturas mueren de hambre o de sed
con un amargo por qué como una acusación entre sus labios;
los soldados mejor adiestrados para la caza humana
y los guerrilleros que defienden con sus vidas
la libertad de sus pueblos
son víctimas por igual de una violencia
que destroza los corazones antes de hacer mella en los cuerpos;
la toca explotación de los recursos naturales
ha hecho del hombre un ser enemistado con su medio ambiente;
y el peligro de una destrucción nuclear
es ya una amenaza real antes que una posibilidad difícil.

¡Y todo ello ocurre en esta hora


en que la humanidad dice haber llegado a su mayoría de edad;
y en que los prodigios de la ciencia y de la técnica
parecen haber agigantado la superioridad del hombre,
como en ningún otro momento de la historia,
sobre las leyes de la naturaleza y de la vida!
...Y me pongo a leer los signos de los tiempos
con el afán de descubrir tu paso liberador por esta hora.

Yo sé que todo lo hiciste bueno para el hombre;


y al hombre mismo lo nombraste lugarteniente
sobre las obras de tu amor;.
¿por qué, pues, se ha podido definir la vida humana
como una pasión inútil, y las relaciones entre personas
como un infierno sin salida? ¿En qué ha quedado
la ascensión humana puesta en marcha desde las raíces de la historia
por tu Palabra encarnada y creadora? ¿Dónde actúa ese Medio Divino
que tiene poder para hacer nuevas todas las cosas?

El atolladero en que se agita la humanidad actual


está pidiendo a gritos un guía. Pero, ay!,
el orgullo de la razón humana
y la prepotencia del hombre técnico
rechazan aquello mismo que más necesitan.
Y la humanidad sigue derivando hacia la más absurda confusión,
cuando tan fácil le sería descubrir el acceso a su propia realización,
sólo con la humilde aceptación de sus propios límites
unida a la urgente necesidad de comunión

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con los valores de todo lo otro.

El fantasma histórico de la muerte de Dios


no es otra cosa que la proyección social de la muerte del hombre,
incapaz de rebeldía ante tanto intento de querer reducirlo
a mera máquina de producción y de consumo.
Igualmente, el miedo a tener religión, opio —dicen—
de las libertades temporales, no es más que el resultado
del olvido sistemático de la vida interior del hombre.
Porque
el ser humano
jamás sabrá nada de su verdadera dignidad y grandeza,
si no lo aprende profundizando
en la imagen de Dios que lleva grabada en sí mismo.

Por eso, los que no habéis inclinado la cabeza


ante los ídolos de la razón y de la técnica
erigidos en dogmas de la ceguera humana,
¡gozad de la abundancia del consuelo divino!
Reconoced, y gritadlo con vuestra entera vida,
que el hombre es un ser que se recibe en la esperanza;
y que, del fondo de las situaciones más ruinosas,
es posible emerger hacia la luz de todos los abrazos
cultivando esa dimensión contemplativa
que nos aboca a la universal presencia de Dios,
energía posibilitadora de todo bien definitivo.
La humanidad verá alejarse de sí toda amenaza de ruina;
y las generaciones que amanecerán sobre la tierra
cantarán unánimes este himno de bendición:
“Dios es el futuro del hombre,
aliento y fuerza en el presente
de toda unidad consumada”.

(Salmo 22)

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22. LA VOZ DE DIOS

ALABAD al Señor cuantos tenéis conciencia


de que su amor enciende montañas de armonía
y que su nombre es glorioso como la paz que se alza
restaurando la vida detrás de la tormenta.

La voz de Dios se escucha con fuerza irresistible:


la voz de Dios descuaja las torres de mentira
con que el hombre pretende escalar cielos altos
con su solo poder heñido de ansiedades.

Sobre el triste tumulto de comerciales voces;


acallando el aullido de mil pasiones sórdidas;
más allá de la trampa de los sutiles lazos
de las tan bien urdidas campañas electorales;

sofocando los ecos roedores del miedo;


en la cúspide misma del griterío de espanto
que crece ante las olas rugientes de violencia
y del poder anónimo que rigen los destinos...,

se oye, verdad sencilla, la voz de Dios en calma:


la voz de Dios que tiende sobre abismos hirvientes
la armonía de un canto de gracia y de abandono
como iris luciente de majestad estable.

El Señor rompe cielos de negrura y tormenta;


el Señor quiebra espacios de confusión reinante;
el Señor se abre paso, como una primavera
que cuelga nuestras vidas de un florecer perpetuo

(Salmo 29)

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23. BREVEDAD DE LA VIDA

YO creí que podría por mí mismo


observar una conducta intachable.
Llegué a pensar que una vida recta y venerable
era fruto del esfuerzo metódico y programado.
Si cada año —me decía— me arranco un defecto de encima
pronto llegaré a ser santo.
Y ya me veía admirado por los demás
con elogios a mi virtud en los labios de todos.
Por miedo a hacer algo malo y molestar a alguno
dejaba de hacer lo bueno que beneficiase al necesitado
Y terminé viviendo pendiente de mi imagen pública
más que de la verdad oculta en mi corazón.
Entonces me di cuenta de lo estéril de mi vida;
me hiciste ver que mi existencia se diluía como el humo de un cigarrillo;
y de mis entrañas hambrientas brotó este grito de angustia:

“Señor, haz que reconozca mi verdad de criatura,


y que sólo soy una nota del himno del universo;
pero ayúdame a dar esa nota mía
—la que sólo yo puedo aportar al concierto de tu gloria—,
con pureza y generosidad en el don.

Mis años pasan más aprisa de cuanto quisiera;


y, si miro hacia atrás, me parece que ayer era mejor que soy hoy;
pues el paso del tiempo hace más fuerte mi miseria,
y a mí más débil para luchar contra la misma.
No puedo arrojar un solo pecado de mis espaldas
ni puedo sumar un solo mérito a mi proceder.
Mi vida es corta en tiempo y en placeres;
y he sabido que la soledad del alma
es la más segura compañera del hombre caminante.

¿Qué puedo seguir esperando de mí mismo,


y qué de los demás,
si son, como yo, tan limitados en su bondad y en su armonía?
¡Mi esperanza, como un río, brota de ti,
y en él me sumerjo buscando la claridad a mi existencia terrena!

Señor, líbrame del engaño de una vida aparentemente justa;


de una vida acomodada a los criterios de las buenas formas sociales.
Que comprenda visceralmente que eres Tú quien actúa
y quien nos hace justos en el núcleo más sincero de nuestro ser:
allí donde me acepto criatura en diálogo con su Creador.

Tú me revelas el término de mis acciones


y que nada ha de permanecer
que no esté cimentado sobre un amor humilde y solidario;
porque todo empeño del hombre conducido por sí solo
es nube arrebatada por el viento,
vuelo de pájaro sobre terreno desértico,
brizna de hierba en la grieta rocosa y desolada,

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amargo despertar del más acariciado sueño...


¡Sólo la necesidad de ti
nos abre a la dimensión infinita de tu imagen en nosotros!

Señor, no desoigas el grito que Tú mismo has inspirado.


No dejes correr mis lágrimas
a perderse en la arena del olvido.
Sé que me estás mirando, que me sondeas
hasta acariciar con tus dedos las simas de mi dolor.
Dame la sabiduría de la brevedad de mis días
antes de que me encuentre atomizado en la explosión de mi miseria.

(Salmo 39)

Poemas para la utopía


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24. LA BIENAVENTURANZA DE LOS INSATISFECHOS


para Amparo Vicente Chulilla

MÁS allá de mis dudas y temores,


¡cuento contigo, Señor!

La condición humana
está sometida a incertidumbres y tropiezos,
a absurdos y contradicciones
que entristecen la simple alegría de ser.

Jamás conoce el hombre


cómo será el final de sus pesares,
ni cuál el nombre venidero
de su anhelada felicidad.
Envíame un rayo de tu sabiduría
que me conduzca a la única paz
de saberte presente en mis destinos.

Que yo esté abierto a tu siembra de ternura


hasta descubrirte como artífice supremo
de la razón de mis días sin razón.

¿Por qué voy a dejar


que las apariencias me dominen?
¿Por qué voy a creer en la fuerza de la desgracia
más que en la cosecha de alegría
que tú abonas con todos mis sufrimientos?

Dios señala los límites propios de todo mal


con el don ilimitado de su presencia de amor.

Dios nos hace cabalgar en anhelos de infinito


traspasando el apretado cerco
de nuestras rutinas y mezquindades.

¡Bendito el Señor que corona con su vida


los impulsos, búsquedas y tanteos
de todo corazón insatisfecho!

(Salmo 43)

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25. LA ACEPTACIÓN DE SI MISMO

POR tu nombre, que es Amor,


da a mi vida su verdadero sentido;
y dame, al fin, la humilde aceptación de mi mismo.
Reconozco que me he cerrado a ti muchas veces
bloqueando a tu ternura los accesos de mi corazón.
He querido ser mi propio creador, sin contar contigo,
y sin tener en cuenta tus proyectos de bien común
y de felicidad pan todos.
¡Como si el hombre pudiera saber
qué es lo que realmente le conviene!

En verdad, soy una nada;


aunque yo sé que Tú amas infinitamente
esta nada que yo soy.
En verdad, mi vida entera adquiere sentido
cuando Tú recompones su forma y unidad
con los pedazos dispersos
de esta vasija repetidamente rota que soy yo.

Esta es la sabiduría que deseo:


saber que sólo Tú me unificas
al nuclear mi existencia en la verdad de tu amor.
¡Artífice indiscutible de la realización humana,
que tus manos modelen mi barro
hasta que en mi ser aparezca grabada tu gloria!

Pon en mi una confianza sin límites hacia ti.


Dame el espíritu del abandono total en tu presencia.
Porque, cuando me acepto débil como criatura,
entonces soy fuerte en la necesidad de ti y de los hermanos.

Hazme sentir la caricia de tus dedos


dando forma a mis días, horas y minutos.
¡Y que nunca más vuelva a caer en la trampa
de creer que puedo conducir mi vida a mi antojo!

Los que se interrogan sobre el futuro del hombre


y buscan sinceramente caminos de libertad,
encontrarán en mi vida, tejida con los hilos de tu amor,
una pista, una señal de ruta, que rezará así:
“Dios hace al hombre nuevo,
libre, al fin, de temores, complejos y cobardías;
libre, al fin, para el amor que no conoce el desánimo”.

Señor, que mi vida te alabe


en la misma evidencia de ser reconstruida por ti,
en la suma certeza de que ninguna criatura es inútil
y ninguna existencia está condenada a irremediable fracaso.
Pues no te complaces en las vidas rotas
ni te quedas indiferente ante la angustia
de los que no encuentran su camino;

Poemas para la utopía


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sino que, al contrario, estás junto al insatisfecho de sí mismo


y te inclinas, con ternura de amigo,
a compartir el esfuerzo del que busca encontrar su yo profundo.

Por tu nombre, que es Amor,


levanta del polvo tanta vida despojada de sentido.
Y que la humanidad acepte su condición de criatura
abierta al amor, tan respetuoso, de su Creador.
Entonces la creación entera llegará a ser un coro de alabanza,
bajo las manos del hombre audaz y creativo,
unificado y dueño de sus destinos.

(Salmo 51)

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26. NO QUIERO OTRA DEFENSA

A ti acudo, Señor, no quiero otra defensa.


He sabido mil veces que tu amor nunca falla,
y que tu protección llega más lejos
que los dardos encendidos de la mentira humana.

Mírane vientre en tierra sin poder levantarme;


me pesa mucho el fardo de mis propios delitos;
y, por si fuera poco, me arrojan, como piedras,
el desprecio de unos; de otros, desconfianza;
y acusaciones mil difamatorias
que me sitúan en trance de hombre acabado.

¡Dios mío! ¡Mi Verdad! Descorre con tu aliento


esta espesa cortina de mentiras y burlas;
y aparezca ante todos mi inocencia, ¡la tuya!,
la que sólo de ti puede alcanzar el hombre.

Quisieron hasta hacerme dudar de tu ternura;


quisieron extinguir la luz de mi esperanza;
quisieron acabar con la raíz de mi canto...
Pero sé que han de ver tus huellas florecidas
y a mis hijos vivir en tu amistad plantados.

Mi corazón aún no se ha hundido en el cieno


de la desconfianza; mi alma no ha cedido
a los duros embates del rencor y del odio.
Y en medio del peligro
soy libre todavía para poder cantarte,
¡libre para ir dando perdón como respuesta!

Y han de saber en mí que Tú respondes


tomando la defensa del humilde,
levantando hasta el cielo al pobre que a ti dama,
llenando de tu gloria la carne entumecida
por el hambre y el frío que sólo en ti se sacian.

(Salmo 57)

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27. LOS FORJADORES DE MITOS

LA paz sólo florece en tus senderos,


Dios de la libertad;
y en el refugio hondo de tu gracia
encuentro mi reposo.

Pretenden derribar mi fe por tierra,


cual si mi fe no fuese más que ruinas
de un edificio viejo, inhabitable,
que amenaza caer;
pretenden, con sus mitos de grandeza,
desterrar mi esperanza en ti, Señor.

No soportan la paz de los sencillos,


de los que permanecen día y noche
a tu escucha, sedientos de tu amor.

Sus mentes y sus lenguas,


hábiles forjadores de mitos y sistemas,
de valores e imperios,
habrán de enmudecer, y para siempre
cuando al fin reconozcan la mentira de su orgullo
que pretendió negar tu salvación.

Por eso, los humildes de la tierra,


mirad siempre al Señor
y no entréis en el juego
de astucia y de violencia
con que los poderosos de este mundo
quieren hundir de una vez y para siempre
la fe que abre caminos al abrazo
desnudo de ambición.

¡Huid de las riquezas que corrompen


el corazón del hombre,
hasta apartarlo de su hermosa meta
de libertad y amor!

Y retened, como la buena tierra


retiene la semilla hasta su pleno fruto,
la Palabra de vida
con que Tú a cada uno lo llamas por su nombre
y a todos nos invitas
a una cena de gozo en tu presencia,
eternidad del don.

(Salmo 62)

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28. SEÑOR DE LO IMPOSIBLE

SEÑOR de lo Imposible, Tú mereces


que toda vida humana sea senda de tus pasos,
y todo ser viviente se rinda a la evidencia
de tu amor que levanta montañas de ternura.

Cuando tomo conciencia de mi andar sin destino


y mis muchos errores me acusan y acobardan,
vuelvo hacia ti mis ojos en demanda de auxilio
y Tú me abres torrentes de íntimas dulzuras.

Dichoso el hombre que sabe confiar en tu gracia


y arroja en tu amistad sus años terrenales:
los ríos de la audacia regarán sus cosechas
y no se apagará ni uno de sus latidos.

Tú eres el Dios de los pequeños e insatisfechos,


el Dios que nos consuela en nuestras horas límites
y nos levanta siempre que en la lucha caemos
o el reptil del desánimo escupe su veneno.

Las altas cordilleras del orgullo carnal


demolidas son ya y hechas polvo de siglos;
y las aguas rugientes del poder corrosivo
ya se ven ascender hechas nubes sin rumbo.

Igual me da vivir de cara a mil auroras


que tener mil ocasos pesando a mis espaldas:
Tú haces que toda hora se tome en alto gozo
cuando enciendes tu estrella sobre nuestro horizonte.

Y riegas de alegría los campos olvidados;


y haces crecer cosechas donde el dolor fue estéril;
y el hombre sabe ya de su nombre más puro
que le fuera negado entre afanes de muerte.

Cada hombre, y para siempre, será su yo más suyo;


y al mismo tiempo su yo más compartido y libre.
Cada hermano será la alegría de todos
y todos la corona de una única alegría.

Y en playas y desiertos, en bosques y colinas,


ascenderá la voz de este universal canto:
“¡El Dios de lo Imposible ha demolido el muro
de la muerte que fuera de ruinas y lamentos!”.

(Salmo 65)

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29. EL ABRAZO SIN RUPTURA

DIOS de la fraternidad universal,


¿quién no se siente arrebatado de entusiasmo
ante la certidumbre de tu obra liberadora
que supera y hace inútiles todos los sistemas
basados en el principio del más fuerte?

Feliz el pueblo que, a la hora de la crisis,


confió más en ti que en los programas
de restauración económica;
pues de ti aprendió a compartir
y a poner en común la mesa
de la escasez y de la abundancia.

Tú nunca te callas ante el atropello,


y nos haces saber con la elocuencia de los hechos
que todo poder explotador se derrumba
dejando sus ruinas como lección permanente.

Por ti se oyen gritos de júbilo


en los sectores más míseros de nuestro planeta:
ya no se llamará nación culta
a la que despliega mejores medios de influencia,
ni se llamará pueblo desarrollado
al que posee técnicas más poderosas de producción.

El desarrollo y la cultura estarán contenidos


en la sabiduría de admirar y de compartir.

La admiración nos llevará a respetar y a comulgar


los valores de otras culturas distintas a la nuestra.
La admiración nos volverá a enseñar a hacer del espacio natural
una casa habitable para el hombre. En tanto que
el saber compartir nos abrirá los ojos para descubrir
que las riquezas de este mundo
tienen poder para satisfacer con creces
las más auténticas necesidades del hombre colectivo.

Jamás se volverá a oír hablar de escasez o de hambre;


jamás se volverá a creer en la necesidad de la guerra;
jamás un país se impondrá por la fuerza a otro país
ni un hombre por la astucia a otro hombre, jamás!

¡Todos beben de la fuente de tu salvación gratuita!


¡Todos se sienten sanados en la raíz de sus torpezas e iniquidades!¡
¡Todos se saben invitados al abrazo
que jamás conocerá ruptura!

(Salmo 65)

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30. SÚPLICA A FAVOR DEL TESTIGO


Para Pedro Méndez Pérez
INUNDA, oh Dios, con el torrente de tu audacia
al hombre llamado a ser tu testigo:
que su compromiso a favor de los pobres
y su estar al lado del necesitado y desvalido
ayuden a desvelar tu imagen
de un Dios que aborrece toda iniquidad;
que la experiencia de tu amor en su vida
sea como lluvia y rocío
que hagan fértil la tierra baldía de nuestras desesperanzas;

que la paz de su corazón y de sus palabras


hagan posible el abrazo de todas las ideas y creencias;
y que nos ayude a comprender que el único enemigo del hombre
es el que niega o hace imposible al hermano
su vocación de amor universal.

Caigan rendidos ante la fuerza de su testimonio


los que defendían la necesidad de la guerra
e incrementaban el poder de las armas aniquiladoras;
que los poderosos de este mundo alcancen a ver en él
que todo poder es corrupción
cuando no es servicio desinteresado.
Pues la vida de un desheredado es más valiosa a tus ojos,
Señor, que todas las culturas y civilizaciones
que se sostienen a costa de la miseria de muchos.

¡Jamás nos falte un testigo de tu amor!


Sólo él nos hará abundar en la perfecta alegría,
porque cambiará nuestros cultivos de egoísmo
en campos ubérrimos de comunión y de amistad;
sólo él conseguirá que sea bendición
la maldición de mutua desconfianza
que hoy pesa sobre el hombre:
sólo él, porque aceptó con el sacrificio de su vida,
ser sendero de Dios entre los hombres:
aurora de un mundo nuevo bajo el signo de la fraternidad.

¡Bendito el Dios de rostro humano,


único que eleva al hombre al gozo de ser su testigo!
¡Bendito el Dios que nos envía signos clarividentes
de su amor hecho carne, presencia, riesgo!
¡Bendito el Dios que consagra los pasos de su elegido
con el cuenco abundante de la esperanza
que derriba todo muro de lo imposible!

La tierra estrenará nuevo traje de fiesta


allí donde los oídos se abran
a la palabra hecha carne del testigo de Dios.

(Salmo 72)

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31. INVITACIÓN AL MISTERIO


Para Inés Sánchez Echarte
1.

¡QUÉ bueno es Dios con los insatisfechos,


el Señor con los que tienen hambre de bien universal!
A punto estuve de negar tu presencia de amor en el mundo;
pues, al ver que los pueblos ricos son cada día más ricos
a costa de los pueblos pobres, cada vez más sumidos en la miseria,
pensé que este mundo estaba regido por la locura
y que Dios era el gran ausente de la historia humana.

A los países ricos les ciega su propia riqueza


hasta hacerlos incapaces de comprender el dolor de los hambrientos.
Ni aunque les metas por los ojos imágenes de situaciones tan inhumanas,
reaccionan lo más mínimo a favor de una justa distribución de los bienes creados.
Sólo aspiran a dominar el mundo
en lucha con sus rivales, iguales en poderío y ambición.

Para alcanzar sus metas imperialistas


han inventado lo que llaman la revolución industrial,
basada en la supremacía monetaria y en el auge de la tecnocracia.
Constantemente están midiendo sus fuerzas armamentísticas,
como fieras que mutuamente se enseñan los colmillos
antes de lanzarse a despedazarse con astucia y violencia.

Llevan el conflicto armado a los lugares más subdesarrollados de la tierra,


vendiendo sus productos bélicos a cambio de la influencia ideológica
sobre un más amplio sector del globo,
así como del disfrute de las materias primas de que ellos carecen.
Fabrican la muerte en sus laboratorios bacteriológicos y nucleares
y se laman a la conquista de los espacios cósmicos
antes de haber conquistado la paz para los pueblos
y una vida digna para todos sus habitantes.

El lujo, el despilfarro y la opulencia


se dan la mano con el cinismo, la hipocresía y la insania.
A ellos sólo les importa su riqueza;
y, para defenderla o incrementarla,
son capaces hasta de poner fin al curso de la historia humana.

II.

Y lo que resulta más doloroso todavía es el caso, nada infrecuente,


de que los pueblos míseros caigan en las redes de la mentira de los poderosos;
seducidos por sus fabulosas campañas publicitarias, dicen:
“¿No es cierto que el capital y la técnica
forman el binomio invencible del progreso humano
y tienen la clave de un futuro de bienestar para todos?
¿Quién, si no, dará de comer en un mañana inminente
a una humanidad el doble en número a la actual?”.
Y al decir esto no se dan cuenta

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de que los sistemas de capitalización y mercado libre


hacen imposible —lo han hecho basta ahora—
abaratar el coste de los productos más necesarios
y ponerlos al alcance de las masas depauperadas.
La competencia sin límites hace del hombre un irracional,
y de los pueblos una jauría enfrentada a otra jauría.
¿Cuándo se ha conocido un despliegue tan poderoso
de recursos técnicos y económicos como en la hora presente?
¿Y cuándo, en contraste irónico, se ha visto el fantasma del hambre
asolando a los dos tercios de una humanidad insolidaria?
El poder del más fuerte
sólo sirve para defender al más fuerte,
pero nunca para salvar al débil.
Sólo la debilidad, unida en un abrazo sin fronteras,
podrá abrir caminos a una tierra de todos y para todos.
El dinero se hace fuerte incrementándose a si mismo.
La vida se defiende con el amor que se entrega.

III.

A punto estuve yo también de aceptar la supremacía del más fuerte


y hundirme así en un pozo de amargura insondable.
Pero fui invitado a entrar en el misterio de Dios
desde donde comprendí a dónde van a parar los pueblos
que se dejan regir por la competencia.
Se afirman sobre terreno movedizo, y su nueva torre de Babel
caerá por falta de cimientos de humanismo,
así como por la confusión nacida
de ese afán de hegemonía y de dominio mutuo.

No es posible hacer duradera una cultura


que se basa en el desprecio de los débiles
y en la explotación desmedida de los recursos naturales.
Los bienes de la tierra son limitados,
y sólo el apoyo mutuo y la preferencia por los más desheredados
podrá ponerlos a la altura de las necesidades colectivas del hombre.

IV.

LOS que pierden de vista estas verdades


se pierden a sí mismos,
y son los verdaderos enemigos del progreso humano.
Porque la tierra, con sus aún inexploradas posibilidades
de bien y de felicidad, ha sido dada al hombre
para que labre con ella su talla más universal y libre,
pero nunca para que sirva a la explotación
de un grupo humano sobre otro grupo humano,
bajo pretexto de defensa de ideas, razas, culturas o religiones.

El hombre humano
es el hombre hermano de todos los hombres.
Y no existe mayor cultura que aquella que consiste

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—lo mismo en la abundancia que en la escasez—


en saber convivir, comunicarse y compartir
por encima de credos políticos o religiosos,
por encima de intereses étnicos o nacionalistas.

Dios no admite otro culto razonable


que aquel que conduce a cada hombre y a cada pueblo
a vivir en un abrazo de planetaria y cósmica esperanza.

V.

ESTE es el misterio de Dios


que esclarece a su vez el misterio del hombre:
Dios es Amor paciente pero firme.
Y el hombre alcanza su imagen más creativa y Iúdica
en su entrega presente a un futuro
en el que el yo habrá sido engrandecido por el nosotros.

Porque Tú eres, Señor,


el Dios infinitamente inclinado sobre los hombres,
y en tu nombre se hará la única revolución
que logre sentar a los desheredados de la historia
en los primeros puestos de la fiesta de la abundancia fraternal.

Este es el misterio de Dios


que esclarece a su vez el misterio del hombre:
el hombre que se deja ganar por su vocación de infinito,
no conocerá las contradicciones y absurdos
de aquel que niega calor y cobijo a su propia carne.

(Salmo 73)

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32. DIOS HABITA NUESTRA TIERRA

SEÑOR, quiero recordar tu bondad, que nunca ha defraudado


la esperanza de los que luchan por tu causa.

Devuelves la respiración al abatido,


y vistes un traje de alegría al pobre
que se abisma en la hondura de tu amor.

Tú haces de nuestras miserias un motivó de alabanza


al poner en el corazón mismo de nuestro dolor
la presencia de tu inquebrantable solidaridad.

¡Vuelve tu mirada hacia los pobres de este mundo!


¿No eres Tú, acaso, el Dios que recompone toda vida rota?,
¿el Dios enemigo de cárceles, rejas y ataduras?,
¿el Dios que pone en pie el árbol truncado
y encauza el río de la historia
hacia el océano de la felicidad compartida?

Mis oídos no aciertan a contener tanto gozo:


Dios dirige su palabra a los humildes de la tierra.
Dios descorre nubarrones de miseria humana
y nos muestra horizontes cercanos de salvación.
Dios está cerca de todos los que no se acomodan
a la opresión, el engaño y la astucia del más fuerte.
Dios pone en nuestros labios cantos de reconciliación y de paz
como brotes de una primavera soterrada
en las entrañas doloridas de nuestra madre tierra.

Todo es camino de liberación, ¡todo!


Porque Dios en persona ha besado nuestra carne en corrupción
para hacerla portadora de semillas de eternidad.
Y el hombre ya no es más enemigo del hombre;
ni la tierra será en adelante hostil a los pies que la caminan;
porque hombre y tierra han sido habitados, colmados,
por la gratuita presencia de nuestro Dios.

(Salmo 85)

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33. TRIUNFADOR DE LA MUERTE

LA victoria y el poder están en manos del Señor:


¡El Señor, vestido de inmortalidad!
¡El Señor, triunfador de la muerte!
El bajó a lo más hondo del dolor y del llanto
para subir también a lo más alto de la libertad y de la canción

Por mucho que bramen las olas del poder fanático,


por mucho que la tecnología al servicio del capital
quiera torcer el curso de la historia
haciéndola a imagen de su razón altiva...
¡el Señor es el verdadero constructor!
Él permanece firme
mientras los inventores de novedades se suceden sin cuento.

¡Oh, Sefior, tu poder es dador de vida!


¡Tu Palabra es fuerza para la creación!
¡Tus moradas son de libertad
en el respeto sagrado a todo ser viviente!

¡Porque Tú, Tú sólo, has amarrado a la muerte


con los lazos de tu amor invencible!
¡Y vives para darnos la inmortalidad!

(Salmo 93)

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34. UNA CANCIÓN SIN OCASO

CANTEMOS al que hace entre nosotros


mucho más de lo que jamás pudimos soñar.
Al que ha alcanzado la cumbre de la vida
con su gran amor que lo condujo a lo más hondo de la muerte.
El Señor grita su eterna victoria
y descorre el velo que nos separaba
de la mesa de la justicia universal.

Ha cumplido su promesa de estar con los que luchan


a favor del abrazo que florece en canciones.
Y hasta el rincón más oscuro de la tierra
ha sido iluminado por la gloria del Resucitado.
¡Cantemos la canción del amor que no muere,
habitantes de este mundo que tantas veces crucificara el amor!

¡Dancemos, forjando con nuestros brazos en alto


la enramada de la amistad que embellece e ilumina
horizontes que fueran de temor y desesperanza!
¡Resuenen los himnos de la fiesta única,
derribados, ya para siempre, los muros y fronteras
que levantara el miedo, la ambición y el olvido!
¡Que cada vida sea en sí misma una canción sin ocaso;
y cada cuerpo, al fin, un instrumento afinado de armonías inéditas!

¡Que se sumen a nuestra fiesta el mar y los ríos;


los bosques, prados y montañas:
porque también a ellos alcanza
la gloria del Amor Resucitado!

Cristo, el Señor, es la nueva y definitiva fuente de vida


que sacia con su abundancia
nuestro anhelo de ser para siempre en un abrazo
sin solución de tiempo, de espacio o de tristeza.

(Salmo 98)

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35. INDEFENSO ANTE LA MENTIRA

DESCONCERTADO, clamé al Señor


que siempre me responde:
“Dios mío, vivo rodeado de mentiras,
corno de un mar embravecido
que amenaza con devorarme”.
¿Qué invento te queda por propagar,
ciudad de las mil luces seductoras,
civilización del engaño como sistema?

La competitividad y la violencia,
los buenos modales y el feroz individualismo,
el afán material de sobrevivir
y la muerte por asfixia del alma...,
son algunos de los lazos tendidos
para atrapar al hombre en su camino hacia sí mismo.

¡Pobre de mí, que no sé defenderme de los cínicos;


que me he propuesto ser fiel en la búsqueda de la verdad
por encima de todos los convencionalismos y superficialidades!

Donde yo digo: abrazo, apertura, comunión;


ellos dicen: eficacia, seguridad, dominio.
¡
Y en el mundo resulta ya imposible
la alegría de las cosas sencillas!

(Salmo 120)

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36. EN LA MODERNA BABILONIA

¿QUIÉN encuentra morada de paz en este mundo?


¿Quién se acomoda a la esclavitud de este destierro?
Por mucho que hagáis correr ante mis ojos
los ríos de vuestro poderío técnico;
por lujosas y aparentemente confortables que edifiquéis vuestras ciudades;
por atrayente que nos queráis hacer
esa vuestra filosofía del placer, de la seguridad y del consumo...,
¡nunca podré olvidar que todo ello
se amasa y edifica con sangre de inocentes
y e1 genocidio sistemático de los pueblos subdesarrollados!

¡No! ¡No esperéis que descuelgue mi lira para vuestro canto!


No esperéis que me sume a la alegría ruidosa y vacía
de vuestras güisquerías y salas de juego!
¡Ni que me deje arrollar por el vértigo callejero
de los escaparates como trampas de luces
y vuestros automóviles lanzados en persecución de la nada!

Mi alegría y mi canto los reservo


para la Tierra Nueva de la Libertad.
Y prefiero mil veces morir antes que traicionar esta esperanza.
Prefiero perder la luz de mis ojos, que tanto amo,
y hasta el descanso de la ternura compartida,
antes que hacer el juego a vuestros pensamientos
de competencia y agresividad
como base de todas las relaciones entre hombres.

Ciudad amasada con sangre inocente


y cimentada sobre los huesos roídos de los desheredados:
¡Caerás estrepitosamente!
¡Tus muros de soberbia no podrán ser reedificados!
¡Ni tus mentiras proyectarán más su seductora luz
oscureciendo el camino de la verdadera y sencilla felicidad humana!

¡Ay de tus hijos, si, por sí mismos, no destruyen a tiempo


esos frutos de muerte de vuestros laboratorios nucleares
y esa autosuficiencia de la razón
que acabarán arrollándonos a todos en su irremediable caída!

(Salmo 137)

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37. TU LUZ NOS HACE VER LA LUZ


Para Dámaso Alonso
por sus “Gozos de la vista”.

ESCUCHA, oh Dios, este lamento


en ansias de tu luz inapagable.
Respóndeme con la claridad de tu presencia
que supera todo deseo nacido en el corazón del hombre.
Desde esta mi situación de hombre a tientas
tú eres la antorcha de mi única esperanza.

Mírame aplastado bajo el peso de tanta oscuridad:


recordar mis días felices —cuando me extasiaba
contemplando las hermosuras de tu creación—
se ha convenido para mi en un tormento irresistible,
que me conmueve más allá de mis entrañas entenebrecidas.

¡Sólo me quedas tú! horizonte de claridades últimas


que me llamas en la noche hacia tu encuentro!

Afianza mis ojos en la diafanidad de tu misterio


encendido en lo profundo de cada criatura;
que mi existencia sea una contemplación rendida
de tu cénit de amor que traspasa todos los seres;
enciende mis caminos interiores
en el mediodía de tu irresistible ternura
y que aprenda a alabarte
en todo lo que no llego a ver o a comprender,
fiado de tu clarividencia que nos conduce
a la visión unificada y eterna de toda ternura y belleza.

Ciega, oh Dios de simplicidad infinita,


la raíz de todas mis tinieblas:
el amor desordenado de mí mismo.
Que mi canto de victoria
alcance a ser el más fecundo reconocimiento
de que en tus manos florece toda vida
y tu luz nos hace ver la luz.

Cada mañana estrenaré el asombro en mi mirada


como un traje de fiesta;
y el canto de tu luz en mis pupilas
me elevará en el vuelo de tu gracia
sobre abismos de vértigo;
cada mañana
me hundiré en tus destinos,
hasta encontrar la transparencia de mis días
en el abrazo de tu voluntad,
amanecer de mis horas más radiantes.

Por tu gracia, trasfondo de toda belleza sensible,


¡dame tu luz!;

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porque eres el Vidente de todos los videntes,


¡abre tus ojos en mi corazón!;
porque eres fuente de verdad inagotable,
¡dame el gozo de descubrirte en desnudez,
presente a borbotones,
en el paso fugaz de todas tus criaturas!
Y cura para siempre las tinieblas de mis ojos,
enfermos de miradas posesivas.

(Salmo 143)

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III En la intimidad con Dios

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38. MI VIDA SERIA INÚTIL

MI suerte está en tus manos, Señor,


cual diminuto grano de semilla, para que Tú lo siembres;
cual tranquila corriente de aguas, para que Tú la encauces.
¡Mi vida sería inútil lejos de tu presencia, Señor!

Los que programan una sociedad a su antojo


pretenden imponernos por la fuerza sus ídolos:
El ídolo de la eficacia,
el ídolo de la competencia,
el ídolo de la técnica,
como esperanzas supremas de seguridad y salvación,
como acabada realización del hombre y de la comunidad.
Pero yo jamás hincaré mis rodillas
ante sus manifestaciones seductoras;
jamás entraré en el juego de la prisa que nos desangra
y de las novedades que nos vacían,
¡jamás, Señor!

Tú eres mi Todo. Tú agigantas mi vida con tus proyectos de amor.


Tú diriges mis pasos por senderos de adoración y amistad.

Cuando me desvío de mi verdad, me sales al paso.


Cuando intento traicionarme a mí mismo,
me podas mis brotes de perdición
y me injertas la savia de la nueva responsabilidad.
¡Nada puede separarme de mi destino en ti, Señor!

Por eso mana en mi la fuente de la alegría;


por eso duermo en paz, sin necesidad de echar mano
a sus frascos de narcóticos y barbitúricos.
¡Tú eres mi descanso Señor!
Todas las fibras de mi ser respiran la confianza en ti.
Y las trampas del absurdo no detendrán mi marcha.
Porque Tú haces al hombre nuevo,
y en tu presencia se elevan bosques de alegría perpetua.

(Salmo 16)

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39. LA RAZÓN DE MI VIDA

LA razón de mi vida
es gritar con todas las fuerzas de mi ser:
“ ¡El Señor es el único líder que no avasalla!”.
Él me guía hacia las verdaderas netas de mi vida
y aparta mis pasos de todo cuanto estorba a mi destino.
Abreva mi sed con la profundidad de su Espíritu
y sacia mi hambre con el descanso de su amistad.
Su nombre es “Alegria de vivir”,
y Él hace honor a su nombre
elevando nuestras vidas
por senderos insospechados de perfección.

Nada temo a los profetas de calamidades,


aquellos que sólo ven en la hora presente
noche y corrupción, miedo y espanto.
Nada temo la tiranía de los poderosos,
aquellos que mueven a su antojo los hilos de la sociedad
para incrementar sus acciones empresariales
y su hegemonía en la Bolsa Internacional.
Nada temo al sable sangriento del general
ni a las pistolas bien pagadas de los agentes de la violencia
cruel y disimulada,
¡porque Tú vas conmigo!

Me has preparado el banquete del amor frente a mis enemigos,


avergonzados por haber creído
en la victoria final del odio y de la guerra.
Has llenado, hasta rebosar, la copa de mi descanso
y me has perfumado con la satisfacción
de no haber oprimido ni vertido la sangro del inocente.
Tu bondad ha hecho posible mi vida en el amor.
Y en la contemplación de tu justicia
espero vivir para siempre.

(Salmo 23)

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40. SALIDA DE UNA NOCHE OSCURA

El canto rebosa de mi vida hacia ti, Señor,


como el perfume de la primavera rebosa de los campos.
Porque me siento envuelto en tu amor
y no has dejado que me arruinen mis propias maldades.

Señor, Dios mío, a ti grité y Tú acudiste a mi lado;


arrancaste mi vida de las tinieblas de mis egoísmos
e iluminaste mi corazón con la verdad de tu compañía.

Amigos míos, y todos los que esperáis en el Señor,


acompañadme en la justa alabanza.
Aunque la noche parecía dominar mi entera existencia,
aunque la amarga oscuridad
parecía brotar de mis mismas entrañas
como de su fuente propia,
una nueva mañana, un nuevo abrazo con mi Señor,
ha hecho fecunda mi alma en cantos de agradecimiento.

Yo esperé siempre de ti la fuerza y la victoria.


De ti esperé la seguridad y la alegría...
Pero,
cuando me ocultaste tu rostro,
cuando me dejaste desnudo, frente a frente a mis miserias,
quedé desconcertado y sin camino
y estuve tentado a desconfiar de ti.

Pero te invoqué de nuevo y te supliqué diciendo:


Señor, ¿no eres Tú la alegría
que hace innecesarias todas las demás alegrías?
¿No eres el futuro
que ilumina y abrasa todo presente incierto?
¿No eres la fuente, inagotable y única,
para todo el que camina buscando la verdad
y sin traicionarse a si mismo?
¿No eres, acaso, la misma fidelidad
que nos permite ser fieles...?

Y tu respuesta fue cambiar mi zozobra en descanso;


poner tu traje de fiesta sobre mi tosco sayal de peregrino;
y encender mi lámpara marchita
con el aceite virgen de tu insondable ternura.

Por eso inventaré para ti palabras de armonía.


Y darte gracias será mi quehacer más constante.

(Salino 30)

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41. LA VERDAD OS HARA LIBRES

BENDECIRÉ al Señor con toda mi existencia.


Gritaré que mi único orgullo es ser su servidor.
Que los humildes de este mundo hagan la prueba
y rebosarán de alegría en el Señor de la verdad.
¡Venid, hagamos un solo canto
uniendo todos los corazones agradecidos!

Salí de mi ceguera cuando miré al Señor.


Cuando más abatido me encontraba, cuando más sin camino,
cuando llegaba a faltarme toda razón para vivir
y toda fuerza para amar,
cuando mi corazón era una fuente que sólo manaba amargura...,
entonces miré al Señor, al Dios de mi libertad,
y la amargura se me convirtió en torrente de delicias.

El Señor es fuerza liberadora para los que en Él confian.


El Señor es amigo sin defecto para los que a Él se acogen.
Probad los frutos de la intimidad con Dios
y todo lo demás se os hará camino para el abrazo.

Los que se jactaban de tenerlo todo sin Dios


no serán, ni siquiera, dueños de si mismos;
su nombre no figurará en el libro de los que alcanzaron la libertad.
Por el contrario, aquellos que no rehusaron sacrificio
hasta encontrar su desnuda verdad de hombres,
hallarán en Dios los cimientos de su ser
y la meta de todas sus inquietudes.

¿Quieres, pues aprender a vivir? ¿Quieres pasar por este mundo


gozando de la inagotable riqueza de todas sus criaturas...?
¡Que la verdad sea la pasión de tu vida
y el amor la sangre de esta pasión!
¡Que la paz sea el árbol florecido en tu mirada
y tu aliento inspire el beso de la fraternidad universal!

No quedará huella del paso de los mentirosos,


de los que hinchaban su corazón con exabruptos de arrogancias,
de los que negaron la necesidad de Dios
a la hora de abrir caminos
a la verdad y dignidad del hombre.

El Señor está cerca del hombre honesto,


del que dice lo mismo que siente
y nunca obra en contra de sus profundas convicciones;
del que tiene el corazón hecho pedazos
a fuerza de querer amar a todos
y devolver en todo caso bien por mal.

El hombre que busca la verdad


y la defiende de los mentirosos de turno,
el que se niega a doblar su rodilla ante la sugestión del dinero

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y ante la eficacia de sus organizaciones políticas,


este hombre conocerá la persecución y el desprecio,
la soledad, la incomprensión y hasta la duda de sí mismo;
pero el Señor lo sostendrá desde dentro
y lo hará inquebrantable en su testimonio de luz.

A los mentirosos los destruye su propia mentira.

Al hombre veraz
se le abren horizontes de nueva vida y discurre por senderos de libertad.

(Salmo 34)

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42. LA VICTORIA SOBRE EL MAL


Para Begoña Larrazábal

ESTA es la más subida lección


que aprendí en medio de mis dolores:
el Señor hace florecer sobre la tierra los pasos
del hombre que ha optado por el débil e indefenso;
más allá de todas sus limitaciones lo hace fecundo;
y. en lo más duro de su enfermedad,
le mantiene la razón de su vida y la paz del corazón.
¡No puede existir el desahucio
para el hombre que sabe que vivir es amar!

Abatido por el dolor llegué a pensar en mis adentros:


mi vida no es más que un cúmulo de ruinas
y el fracaso ha mordido la raíz de mi existencia;
el temor se ha adueñado de mi respiración
hasta resultarme imposible presentir horas de dicha;
todos mis proyectos se han venido abajo,
y a mis propios ojos, como ante los demás,
soy sólo una inutilidad cargada de tristeza.

Los que nunca quisieron comprender


mi opción radical a favor de los pobres
se frotan las manos con disimulo
mientras que a mis espaldas mascullan con deleite:
“se acabaron para siempre sus impertinencias;
ya no tendremos que contar con su enojosa oposición
a la hora de poner en práctica nuestros programas
de amplio alcance y máxima precisión”.

Incluso se han dejado decir que sufro lo merecido:


ellos, los que jamás arriesgaron nada
en el servicio a los pequeños
e hicieron de su poder una forma de dominio,
dicen que mi enfermedad es el resultado de excesos,
la consecuencia lógica de una vida
pretendidamente heroica.

Aun aquel a quien abrí mi corazón,


confidente de mis más limpias motivaciones,
me ha vuelto la espalda
uniéndose al grupo de los que me difaman
y se alegran de mi mal, que dicen sin remedio.

Mas todos ellos ignoran la gran verdad


que me sostiene más allá de mi fracaso:
que mi enfermedad es una nueva ocasión,
la más alta y gratuita, sin duda,
de profundizar en el gozo de tu intimidad, Señor.
Por eso te suplico rendidamente:
ayúdame a permanecer en la cruz de mi dolor,

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ahondando en su fuente de energía liberadora


y creciendo en el secreto de su desnuda paz.

Que mi vida te sea grata,


no por la importancia de mis obras temporales,
sino por la actividad única del amor
que ninguna enfermedad o inutilidad pueden impedirme del todo.

Porque Tú eres, Señor, la salud en medio de la enfermedad,


y contigo alcanza el creyente
la utilidad de todas sus inutilidades.
¡Contigo todo mal queda encerrado en sus limites propios,
en tanto que tu amor nos abre al infinito!

Tómame a tu servicio, Señor,


con la eficacia única del amor;
mantenme en constante acción de gracias
por esta lección de vida
que me has dado a través de mi postración:
el Señor hace florecer sobre la tierra los pasos
del hombre que no se busca a sí mismo;
no puede existir el desahucio ni la fatalidad
para aquel que, por encima del llanto de sus propios dolores,
mantiene entrañas de bendición y de misericordia.

Esta es la victoria que vence todo dolor:


el amor vivido hasta el olvido de sí mismo.
¡Bendito sea el Dios que fecunda con su presencia sin medida
la tierra estéril e infecta del sufrimiento humano!

(Salmo 41)

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43. EN EL ARDOR DEL MEDIODIA

SOY un desterrado, consciente


de que jamás podré hallar en este mundo
la paz que mis entrañas
llevan grabadas de ti.

Fui feliz
al sentirme atrapado por tu amor:
cuando, con tu primera llamada,
invadiste mis años de juventud
con promesas de eterna primavera.

¿Por qué, pues, he de dejar


que me domine el desencanto?
¿Por qué dar al abatimiento
carta de ciudadanía en mi existencia?

¡Dios me ha tocado
con el fuego de su abismo,
dejando heridas mis entrañas
por el hambre de eternidad!

Mi modo de ser y de actuar


me alejan cada día más de mis hermanos:
ni me comprenden ni me pueden comprender;
porque sólo tú tienes la clave
de mis crecientes insatisfacciones.

En mi juventud
el Señor me envolvió con su manto;
y ahora, en el ardor del mediodía,
me sostiene con el agua de su insondable manantial.

¡Y hasta las raíces ya secas de mi humanidad


presienten otra tierra de fecundidad inmarchitable!

¿Por qué, pues, he de dejar


que me domine el desencanto?
¿Por qué dar al abatimiento
carta de ciudadanía
en los predios de mi madurez?

Dios me ha tocado con esa libertad


que destruye por igual mis falsas seguridades
y mis temores corrosivos!

(Salmo 42)

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44. MI MÁS BELLO POEMA

MI más bello poema


es el que siempre he querido cantarte
y nunca he acertado a cantar bien del todo.
Recorre mi entusiasmo la creación entera
buscando sus más vistosas galas
para inspirar en ellas mi alabanza
y ponerla, rendida palabra, a tus pies.

Oh, Tú, único Hombre Perfecto,


cuya luz sostiene nuestras miradas,
y cuyo calor hace posible
que nuestros corazones vibren de entusiasmo
pese a los hielos y tinieblas que de continuo los amenazan.

Tú nos enseñas a descubrir las bondades del camino,


ocultas tantas veces entre los escombros
acumulados por nuestras prisas, ruidos y rutinas.
Tu verdad, que ofreces gratuitamente a todos,
es la verdad de un amor que sabe empezar cada día
hasta hacer nuevas todas las cosas.

Por eso avanzas victorioso


por el ancho camino de veinte siglos consagrados a tu nombre,
bajo el arco triunfal de cuantos te reconocen y aclaman
como fuente serena del amor fecundo.
¡Y nadie puede resistirse a confesar, al menos, que
la claridad de tu nombre no tiene rival en la historia!

Tu trono, escogido por ti, es el corazón de los pequeños,


de los que saben que nada pueden esperar de fuertes y satisfechos.
Tu gobierno, que jamás impones a nadie,
es la fuerza que libera de todas las tiranías
que empequeñecen al hombre:
la tiranía de las leyes;
la tiranía del odio, el orgullo y la violencia;
la tiranía de las estructuras caducas
que pretenden encasillar y sofocar la creatividad del espíritu;
y la tiranía de la muerte, que se esfuerza de continuo
por abatir las alas de nuestros vuelos más audaces.

Por eso eres el Elegido del Padre entre todos los elegidos.
Y junto a ti se alinea un ejército de hombres rebeldes,
hombres libres e insatisfechos:
aquellos que amaron la vida con pasión
y jamás aceptaron la muerte como destino
y jamás entregaron sus armas
a la destrucción o la desesperanza.
Ellos, conducidos por ti,
dichosos con la dicha de tu amistad sin fondo,
levantan ya en la hora presente
los muros definitivos de la ciudad fraterna.

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Y en el corazón de esta ciudad, Tú eres la corriente viva


que riega las raíces de la imperecedera alegría.

Mi más bello poema es el deseo de ti que vive en mí.


Y todos mis poemas se pierden en el deseo de cantarte.

(Salmo 45, 1-9)

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45. ODA A LA ESCLAVA DEL SEÑOR

ESCUCHA, tú, la Esclava del Señor,


que tu oído se rinda a la buena noticia;
ábrete a la alegría de saberte predilecta de Dios
y disponte a ser la tierra de la mejor cosecha.
Tu pequeñez desborda los límites del universo,
pues Dios mismo madura tu carne con semillas de lo imposible.

La nota común de todas las generaciones


será reconocerte y llamarte Bienaventurada,
Bienamada de Dios y Bienguardada,
para que la humildad pregone en ti su triunfo sobre toda altivez.

No existe diadema de gloria más clara y brillante que la tuya;


ni existe túnica de fiesta que realce tan singularmente +
belleza humana alguna.

En tu séquito figuran, como estrellas en su cénit,


la fidelidad suma y la más firme entrega.
¡Cómo se ensanchan los muros de la ciudad de la alegría
para recibir la entrada de tu humildad elevada a realeza!

Tu descendencia se ramificará sobre el campo de la historia humana


como una primavera en brotes de hermosura y fecundidad sin tacha;
sus raíces se alimentarán en los veneros de la adoración rendida
que se sacia con el agua gratuita de la amistad del Altísimo.

Por eso, tus hijos, los nacidos de tu humildad hecha alabanza,


gobernarán un futuro fraternal y justo,
donde los tronos de la soberbia y la opulencia
cederán su puesto a la mansedumbre y espíritu de servicio;
y el gozo de compartir la mesa humilde y la palabra desnuda
habrá desterrado para siempre los muros de la enemistad y de la incomunicación.

Escucha, pues, Pequeña del Señor,


Hija del Pueblo, Mujer de Alta Cosecha,
escucha el coro universal y acorde
que traspasa la noche de los siglos:
“Bienaventurada tú, porque has creído,
y con tu fe abriste en nuestra tierra
el sendero de Dios para los hombres”.

(Salmo 45, 10-17)

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46. EN EL CORAZÓN DE LA UTOPÍA

¡QUÉ grande es nuestro Dios


en la victoria de su Ungido,
en la gloria de Cristo Resucitado!
¡Cómo descuella el triunfo de su callada sabiduría
sobre todas las construcciones de la inteligencia humana,
sobre todos los regocijos de los éxitos temporales!

Dios se hace visible en el templo de la Resurrección.


Dios es fuente de eternidad para todos los que se unen a Cristo Resucitado.

Los movimientos liberadores de la historia,


los programas revolucionarios de todos los tiempos,
son nada y están destinados al fracaso
cuando no hincan sus raíces
en la victoria del Resucitado,
en el triunfo del amor, árbol de imperecedera belleza.
No se podrá sanear la economía internacional,
ni es posible la autogestión social,
ni el bien común será jamás una meta alcanzable,
en tanto no busquemos en Cristo Resucitado
la razón última y la forma más perfecta
de defender al hombre y sus derechos.

Los que lo habéis visto, gritadlo:


¡El Señor ha puesto los cimientos de un cielo nuevo y una tierra nueva
en la Resurrección de Jesús-el-Hombre!
...Y nadie puede construir la justicia, la paz o la alegría,
fuera de esta piedra labrada por la mano del mismo Dios.

¡Oh, Dios, nosotros hemos creído


que el Amor es más fuerte que la muerte!
¡Oh, Dios, nosotros queremos vivir
en el espacio abierto e infinito de la Resurrección!

Que se alegren los amigos de Jesús, y su alegría


sea en toda la tierra convocación de fiesta.
Que los pobres puedan oír en el canto de la Resurrección
la verdadera Internacional del abrazo
que tantas veces entonaron de manera imperfecta.

Contad, si es que podéis, el número final


de cuantos escalaron la alegría;
numerad, si es posible, los abrazos que no
conocieron ruptura;
las obras y proyectos que no acabaron en
ruinas y olvidos;
los sueños que fueron superados en belleza y encanto
por la realidad;
contad los desiertos que florecieron en jardines;
las noches que ardieron con entrañas de luz abrasadora;
las horas de angustia que, en lugar de la nada,

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dieron a luz la calma y el sosiego profundos.


¡Porque la última y esclarecedora palabra era la del Amor!

Numerad, con los números que no conocen la teoría del imposible,


la sed y el hambre que sacaron de sí mismos fuerzas y entusiasmo
para seguir caminando hacia la meta del abrazo universal;
la enfermedad y el dolor que se burlaron hasta de sí mismos,
nadando en el océano del consuelo divino;
las esclavitudes de la carne y las deformaciones del egoísmo
que hicieron crecer, sin ser notadas,
en el costado más oculto del hombre insatisfecho
las alas de la libertad más gratuita.

¡Sólo nuestro Dios pudo hacerlo!


¡Nuestro Dios en la luz esplendente de Cristo Resucitado!
¡Él es la sangre de todas nuestras luchas
y el fruto sazonado de todos nuestros desvelos!

(Salmo 48)

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47. SED DE DIOS

¿A qué podrá ser comparada


esta sed de ti que me abrasa?
¿A dónde echare mano para decir, siquiera remotamente,
el hambre de ti que me devora?
¡Dios mío, fuente de todas mis ansias!
¡Ojalá que mis ojos se mantengan siempre abiertos
al misterio de tu presencia
que ilumina interiormente a todos los seres!
¡Ojalá mi corazón descanse y eche raíces
en ese amor tuyo que de todo me hiere!
¡Mi vida entera llegue a ser alabanza de tu misericordia
y mis manos se eleven en plegada
esperándolo todo de tu abundancia!...

Córtame, Dios mío, todo camino de alegría


que no tenga en ti su origen y su meta.
Arráncame de todo descanso
que no sea el descanso de pensarte y sentirte a mi lado.
¿Quién podrá hacerme daño si has hecho entrar mi vida
en el cerco apretado de tu abrazo?

Que sobre mi sepultura, borrado ya mi nombre,


calcinados mis huesos, algún perdido caminante
sienta la imperiosa necesidad de alabarte a ti,
¡sólo a ti!
que nos abrasas con sed de eternidad
y nos devoras con hambre de infinito.

(Salmo 63)

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48. DIOS HABLA A SU IGLESIA

EA!, demos comienzo a nuestra fiesta;


salgan vítores a una de todas las gargantas;
y que los instrumentos, bien acordes,
hagan arder el aire en llamas de su música.

Porque hoy es el día del gozo inenarrable,


el día del descanso que aleja toda angustia;
porque somos un pueblo libre y unificado
gracias a la Palabra de Dios, presencia ardiente.

Dios habla con Palabra, carne de nuestra carne,


y alienta en nuestro espíritu su Espíritu de gloria.
Dios, voz de muchos vientos; Dios, silencio sin ecos,
hace oír su mensaje, antes desconocido.

“Estoy contigo en todas tus luchas y caminos;


ni tus muchos pecados te hundirán en el polvo,
ni tus duros trabajos quedarán infecundos.
Cada vez que me llames me tendrás a tu lado,

te haré fuerte en la fe, generoso en la entrega,


y serás ante todos pancarta de mi gloria,
gloria del hombre libre, levantando en su frente
un cielo de mil soles que no verán ocaso.

¡Ojalá que tus leyes nunca sean otras leyes


que la ley del amor desnudo y sin fronteras!
Y que nunca te inclines ante los brillos fatuos
de los reinos del mundo con noche en sus entrañas.

Yo soy quien te ha elegido, pueblo de caminantes,


para que abras caminos de adoración y canto.
¡Abre tu boca y yo te daré la abundancia
de un corazón de sabio destilando dulzuras!

¡Qué triste si mi pueblo desoye mi Palabra


y no le presta oído a mi amor generoso!
¿Qué seria de ti, sal que ya nada sala,
luz que ya nada alumbra, fermento que no adentra

mi vida en las entrañas de la masa infecunda?


¡Si mi pueblo supiera comer mi Pan de audacia,
y embriagarse del Vino de mi amistad sabrosa...!
¡Si mi pueblo aceptara ser mi oveja perdida...!

Yo le daría las llaves del misterio del alma,


las llaves que tan sólo abren y nada cierran,
porque todo seríaa, en su bondad más alta,
un vuelo de ternuras en siembra de más vida.

Yo sería para todos el Dios de la belleza

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que penetra y conmueve las fibras más sensibles:


¡Qué triste si los hombres no llegan a saberme
sino como una idea de mentes enfermizas!

Pueblo mío, mi Iglesia, éste es tu cometido:


quitar trabas y obstáculos para que el hombre
pueda encontrarme a su lado, saberme en sus destinos,
y alimentarse siempre y sólo de mi presencia”.

(Salmo 81)

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49. SÓLO DIOS BASTA

¡QUÉ gozosa es tu amistad, Señor de las maravillas!


¡Cómo haces temblar mi corazón de entusiasmo
cuando me admites en tu presencia,
raíz de todo consuelo y ternura!

En tu compañía encuentra su calor más dulce


todo cuanto es vivo.
Y en tus altares se ofrece sin cesar
el culto de la alegría de vivir.

Dichosos los que se dedican en tu presencia


a hacer crecer la vida.
Dichosos los que abrasan su existencia terrena
en el cuidado de cuanto has creado:
no se perderán en arideces de alma,
ni sus esfuerzos carecerán de la gracia
de una renovada creatividad.

Sentirán aumentar sus fuerzas más allá


de los momentos de crisis, frustración y fracaso;
porque buscaron en ti, fuente de todo lo vivo,
la razón y el estilo de su hacer más fecundo.

¡Señor de las maravillas! ¡Dios del que lucha en defensa de la vida!


Atiende mi deseo; déjame vivir, solamente
para enumerar la hermosura inagotable
de cuanto alienta bajo el sol.
Prefiero agotar mi vida en la admiración de una florecilla silvestre,
antes que aumentar el poderío de la técnica
con la que unos hombres se sitúan por encima de otros.
Anhelo mejor ser el centinela atónito de cada amanecer,
que almacenar seguridades para un mañana que permanece ante mí cerrado.

Tú sólo, Dios de todo lo visible,


alimentas nuestros corazones con la pasión por la vida;
y nos enseñas a mirar, con sagrado respeto,
las mínimas e insignificantes manifestaciones
de cuanto avanza por el sendero de la vida.

¡Origen y Meta de todo cuanto existe! ¡Señor de las maravillas!


¡Dichosos los que ganan su talla de hombres libres
en la colaboración con tu obra de vida en plenitud!

(Salmo 84)

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50. ASAMBLEA DE LOS CORAZONES UNIDOS

LOS cimientos de la casa de Dios


están en los corazones unidos.
El Señor ama las puertas de hermandad
más que todas las riquezas de la técnica.
Ciudad de hermanos:
¡Qué cosas tan hermosas dice Dios de ti!

“Entre los pueblos que me conocen


se cuentan los sabios y los artistas,
los descubridores, los revolucionarios, los utópicos...
¡Todos ellos florecieron en ti!”.

De la asamblea de los que son convocados por el amor


se dirá aquel día:
“El Altísimo en persona ha sido su alimento;
es el Señor el que se elige de entre todos los pueblos
hombres puros para el amor”.

Y todos aquellos que saben alegrarse


con poemas, danzas y canciones;
los que encuentran su paz en el abrazo, dirán:
“¡Ciudad de hermanos,
asamblea de los corazones unidos,
tú eres mi único hogar”.

(Salmo 87)

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51. EN DEFENSA DEL HOMBRE


Para Miguel Ortuño Pa/ao

CUANDO hago memoria de tus gracias


en mi vida, Señor,
no puedo menos que caer rendido
en bendición y agradecimiento.
No hay nada bueno en mí
que no tenga en ti su origen;
ni nada malo en mi vida
que en ti no encuentre su límite y destrucción.

El Señor agudiza nuestra mirada


para que sepamos ver su obra
de gracia y profundidad infinitas;
él nos libera de las garras de la superficialidad
haciéndonos entrar por caminos
de simplicidad en su presencia.

Bajo la mirada fría y analítica


sólo somos el aliento de una hierba que se marchita
o una gota de rocío mañanero
que el sol de mediodía evapora;
bajo el recuento de cifras y estadísticas
no pasamos de ser un número de necesidades a saciar
y de metas temporales a cubrir, para después
desaparecer en las sombras de la nada definitiva.
Pero, a la luz de tu sabiduría
comunicada al corazón silencioso y contemplativo,
somos un latido de tu amor inmortal,
una chispa viva
de tu hoguera de felicidad infinita.

Bendecid al Señor, hombres rebeldes,


los que no habéis cedido ante la certidumbre
de los datos acumulados por las ciencias altivas;
bendecid al Señor cuartos aceptáis ser criaturas
de un Dios que se hace criatura con nosotros;
bendecid al Señor todos vosotros,
que en vuestra pequeñez reconocida
os descubrís llamados a la comunión con el todo.

Sí, bendeciré al Señor día y noche;


lo bendeciré en la suerte y en la desgracia,
porque él transforma en bien absoluto
los males que pretendían ocultarnos
nuestro destino trascendente.

(Salmo 103)

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52. CANTO DE PEREGRINACIÓN

COMO los montes lanzan la tierra hacia alturas de armonía,


así levanto mis ojos hacia ti, Señor.
Mi espíritu es una cordillera de cumbres disparadas
que anhela atrapar en su regazo el infinito azul.
¡Qué abrazo del cielo con la tierra
se abre ante mis pasos que te buscan, Señor!
¡Qué protección la de tu mano extendida
que me conduce por senderos de profundidad e interiorización!

Cuando el cansancio me vence tras la dura jornada


y el sueño pone nubes pesadas en mis párpados,
¡Tú velas mi descanso, Señor!
Aunque camine por el filo de un acantilado
y el mar ruja devorante bajo mis plantas;
aunque me encuentre sin sombra protectora
en el mediodía canicular y alucinante;
aunque la noche me rodee de aullidos de lo desconocido
y el miedo se abalance como fiera hambrienta contra mi corazón...,
¡seguiré confiando en ti,
protector de los mendigos de la paz,
guía seguro de los que tienen hambre de tu presencia!

(Salmo 121)

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53. EL VERDADERO SENTIDO DE LA HISTORIA

CUANDO el Señor nos hizo comprender


el verdadero sentido de la historia,
nos parecía que estábamos soñando.
Sin proponérnoslo, nos echábamos a cantar;
y, como locos, hablábamos de tu sabiduría desconcertante.
Los que antes nos habían rechazado
por llevar tu señal en nuestra frente,
enmudecían al reconocer, llenos de estupor,
que tu amor era verdaderamente el gobierno del mundo;
y que Tú reservas a cada uno, sin pérdida posible,
el fruto de sus trabajos de amor.
¡Por eso estamos alegres!

Señor, haz que nunca perdamos de vista


que Tú puedes cambiar el desierto en vergel;
y que las lágrimas de los que con perseverancia
intentaron caminos de abrazo entre los hombres,
han regado la cosecha universal de la alegría.

Por eso, los que se entregan a construir un presente de fraternidad


verán que su sacrificio es el menos estéril de todos los sacrificios.

Este es el verdadero sentido de la historia:


si el grano de trigo no cae en tierra y muere,
se pierde para sí mismo y para los demás.
Sólo tiene futuro
el presente que se sacrifica en el amor.
¡Por eso estamos alegres!
(Salmo 126)

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54. MÁS ALLÁ DE LA UTOPÍA

Si el Señor no sostiene los cimientos,


toda obra se viene abajo.
No hay florecer de la espiga,
ni elevación de la morada,
ni conquista del espacio,
ni defensa del hombre,
allí donde el Señor no esté trazando con su dedo
los caminos del desarrollo.

¡Qué inútil todo proyecto vital que no consulte día a día,


cada uno de sus detalles con el Señor único del futuro!
¡Qué hundimiento del esfuerzo y la fatiga
que tienen como meta acumular riquezas en la tierra
olvidando la suprema riqueza de ser amigos del Señor!

¿No os habéis dado cuenta todavía


de que quienes se abandonan en el Señor son más felices,
más ricos y más libres que aquellos que sólo confían
en el trabajo de sus manos?
El Señor regala la vida,
y el mismo Señor nos la quiere enriquecer sin medida.
Porque es el mejor amigo del hombre, el Dios
que nos arrancó de la nada
y nos pone en camino hacia la plenitud del ser.

¡Feliz el hombre que crece bajo el Señor;


y conducido por su proyecto de amor
lucha por alcanzar un futuro más libre para todos!
La esperanza del que confía en el Señor
irá mucho más lejos en realidades y en logros
que las más audaces utopías soñadas por el hombre.

(Salmo 127)

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55. INFANCIA ESPIRITUAL


Para José María Gómez Gómez
¡QUÉ lejos de mi corazón
toda meta que no sea tu descanso!
¡Qué olvidados para mis ojos
los bienes que no conduzcan
a la experiencia de tu amistad!

Hace tiempo, Señor, que mis pasos


no se pierden tras acciones grandes y deslumbrantes,
como si yo pudiera ser salvador de alguien o de algo.
Hace tiempo que comprendí
que no existe hombre superior ni ser despreciable;
y que hombre justo es aquel que sabe apreciar la parte buena
que se esconde en el corazón de toda criatura,
incluso de la que los demás juzgan indigna o reprobable.
Soy como un niño
saciado en la abundancia del regazo materno.
En tus manos, Señor, soy un hombre abierto
al futuro de lo definitivo y total.

Que los creyentes lo oigan y se abandonen a su Dios:


el hombre es un ser llamado a encontrarse
en el olvido de sí mismo; y el camino que mejor conduce
a la propia realización
es la ignorancia de todo aquello que los demás alaban.
Porque
toda espiritualidad exaltada y desencarnada
se vuelve contra el hombre que ha buscado en ella
una imagen aceptable ante sus propios ojos.

Condúceme, Señor, al último lugar,


donde podré compartir la bienaventuranza de los pobres
y saciarme en tu obra de amor
que trabaja en lo escondido las vidas
de las gentes sencillas.
Mantenme para siempre en el camino de la oscura renuncia
y de la simple aceptación.

(Salmo 131)

Poemas para la utopía


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56. LA VIDA FRATERNAL

¡MIRAD cuánta fecundidad y alegría


en la amorosa unión de los hermanos...!

Es el agua más reconfortante


para los caminantes fatigados.

Es el fuego más vivificador


para los peregrinos de la noche.

Es el perfume condensado
de todos los campos y selvas florecidos.

Es el fruto más maduro


del árbol del espíritu.

Es la plegaria con más fuerza


para golpear el silencio de Dios.

Es... ¡Dios mismo,


hecho cercanía, vida y canción!

¡Mirad qué bendición de bendiciones


la unión en paz de los hermanos!

(Salmo 133)

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57. PLEGARIA DEL HOMBRE LIBRE


Para Francisco Marco Ponce

TU presencia viene grabada


en cada fibra de mi ser,
y tu amor desborda los límites
de mi humana realidad.
Sabes, como nadie lo puede saber,
cuándo soy fiel o infiel a mí mismo;
y sólo bajo la luz de tu mirada
puede el hombre llegar a saber algo
sobre la verdad de su ser.
¿A qué manifestación de mi existencia dirigiré la mirada
que no me ciegue el resplandor de tu misterio?
¿A dónde podré huir
de la profundidad de ti que me socava?
Si me elevo en alas de la contemplación,
tú eres el éxtasis de cuanto me sobrecoge;
si el desánimo o la depresión
clavan sus frías garras en el costado de mi alma,
allí me aguardas tú,
recordándome que todo mal tiene sus límites;
si con fervor y entusiasmo me entrego en mi obra diaria
a continuar tu creación,
tú me sonríes en el gozo de la obra acabada;
si abrumado por la sequedad o la fatiga llego a decir:
“mi vida no tiene sentido,
pues el fracaso ha mordido la raíz de mi hacer en el mundo”,
en ese mismo momento
tú avivas ante mí un rescoldo de esperanza
compartiendo con tu amor mis horas difíciles.

¡Te agradezco tu forma respetuosa de ser mi Dios


y mi apremiante necesidad de ser criatura tuya!

Conocías las metas de mi vida antes de que fuese concebido:


mis temores, retrocesos y contradicciones,
mis traiciones y cobardías
formaban parte de ese avanzar en el vientre del misterio
del que tú me habrías de llamar
para un nuevo y definitivo nacimiento.
¡Mis días estaban patentes bajo tus designios de libertad,
tejiendo una guirnalda de alabanzas a tu sabiduría!

¡Oué inútil me sería querer comprenderme a ml mismo!


¡Qué sinrazón pretender ser el autor de mi propio destino!
...Cuando tan claro es que el hombre
no posee las claves de su proyecto vital
y con demasiada frecuencia
obra en contra de su más feliz realización...

Poemas para la utopía


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Guíame tú, Señor,


hasta que logre escapar de mi yo fraccionado y disperso
y mi vida florezca en cantos de comunión y de unidad.
Que la utilidad y belleza de mi paso por este mundo
se cifre en ayudar a mis hermanos a leer en sus vidas
la obra de tu amor que trabaja sin violentar
en lo escondido de sus corazones.

Sea ésta mi súplica definitiva:


“Si alguna vez dejaras de ser tú
el anhelo de todos mis latidos,
abrásame con tu presencia
escrita en cada fibra de mi ser».
(Salmo 139)

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58. BIENAVENTURADOS LOS LIMPIOS DE CORAZÓN

RECONOZCO, Señor, que tu grandeza,


nada tiene que ver con las efímeras glorias
inventadas por la soberbia de los mortales.
¡Cómo me hace enmudecer tu majestad
de sencillez infinita!
Las más sublimes palabras
y las más armoniosas melodías
brotan de la profundidad de asombro de una mirada
abocada a tu presencia
en el corazón de las cosas más insignificantes.

En el silencio de una mirada limpia


se eleva el canto de alabanza
que pondera lo admirable de tu obrar en el mundo:
“El Señor es rico en dones de misericordia,
de amor a toda prueba;
el Señor se inclina sobre sus criaturas
y ni una sola queda desprovista
de la chispa de su gracia renovadora;
el Señor traspasa la corteza de todo lo visible
con los rayos de su invisible resplandor;
el Señor encierra en el seno de todo lo mortal
la semilla incorruptible de la inmortalidad”.

Que tus hechos se proclamen


como fuente de universal alegría;
que tu reino sea aceptado y vivido
como recuperación definitiva de todo lo pequeño y olvidado;
que tu gloria ayude a los hombres a encontrarse a sí mismos
en la entrega adorativa
a las ocultas hermosuras de tu creación:
¡Qué gozo el de tu amor estrenado cada día
en el servicio humilde
y en la contemplación amante!

El Señorestá cerca de los que le buscan,


de los que, con limpieza de corazón,
se rinden ante los mensajes de amor
transmitidos en el paso de todas las criaturas;
el Señor protege la vida de los insatisfechos,
mientras que los hartos de su propio saber
son pasto del sinsentido que corroe
los cimientos del humano existir.

¡Que yo viva para ser


testigo de tu amor siempre despierto!
¡Que mis ojos sean espejos, nunca empañados,
de las hermosuras que desbordan
de tu gloría hecha existencia en las cosas pequeñas!
¡Que la sencillez de tu majestad infinita

Poemas para la utopía


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me haga enmudecer
hasta ser sólo silencio rendido a su evidencia!

(Salmo 145)

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59. CONFIDENTE DE DIOS

GLORIFICA al Señor, espíritu contemplativo;


alaba a tu Dios, corazón que sabe admirar.
Él engrandece tu morada interior
hasta hacerla templo de su inagotable sabiduría.
Él trae paz a todos tus sentimientos e ideas
y te satisface con la firmeza de su inquebrantable amistad.
Él envía su mensaje a toda vida sedienta
y su palabra plenifica las más hondas aspiraciones del hombre.
Él alienta nuestras búsquedas más sinceras
y mitiga nuestros ardores en la fatiga y el desánimo.
Él da sentido a nuestro caminar errante
y nos ayuda a recuperar nuestro tiempo perdido.
¡No existe sinsentido o negatividad
allí donde el Señor hace oír su voz renovadora!
Anuncia sus proyectos de vida a quien acepta su amistad
e inculca las actitudes más sublimes a quien de él se fía.
Sólo los que tienen en él su modelo de perfección,
sólo los que desnudan su conducta a la luz de su palabra
alcanzarán a descifrar la anchura y longitud,
la altura y profundidad de su mensaje que supera todo saber
y abre las puertas de la vida a todo consuelo y descanso.
¡Bendito el que acepta ser confidente de su Señor!

(Salmo 147, 12-20)

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INDICE DE MATERIAS PARA LOS TIEMPOS LITÚRGICOS Y


LA ORACIÓN
(La numeración se refiere al número de orden que cada poema tiene en el libro, no a las
páginas)

ABANDONO: 7- 18 22 -42- 52 54-55. - -

ABSOLUTO DE DIOS: 3 10 16-20-47-49 57 58. - – - -

ACCION DE GRACIAS: 1-4- 28 29 32 40 46 53. - - - - - -

ACEPTACION DE SI MISMO: 2 23-41- 55 57 (Véase + Vida, + Verdad). – -

ALABANZA: 1-7 8 9 10-12-13-14 32 34 (Véase + Fiesta, + Alegría, + Acción de Gracias).


- - – - -

ALEGRIA: 2- 4- 5-7-8- 10- 15 16-20- 22-28- 32 -34 38 40 46-47 48 50 53. - - - – - - -

AMOR: 42 53 56 (Véase + Mandamiento Nuevo, + Fraternidad, + Dios Padre).


- -

CONFIANZA: (Véase 4- Abandono, + Fe+ Presencia de Dios).


CONTEMPLACIÓN: 1 3 5 6 31 37 48 51 58 59 (Véase + Presencia de Dios). - - - - - - - - -

DIOS-PADRE: 4 5 20 21 23 31 41 48 54 57 58 (Véase + Absoluto de Dios, - - - - - - - - - -

+Abandono).
ESPERANZA: 4 19 21 23 32 36 52 53 54 (Véase + Vida, ± Alegría). - - - - - - - -

ESPIRITU SANTO: 2 8 39 48. - - -

FE: 4 5 26 46 57 58 (Véase + Abandono, 4- Absoluto de Dios, + Dios-Padre).


- - - - -

FIDELIDAD: 3-4-5-9 35 40. - -

FIESTA: lO 11 14 29 32-33 34 46 50 56 (Véase + Alegría, + Alabanza, + Acción de


- - - – - - - -

Gracias).
FRATERNIDAD: 5-11-15-16-21-27-29-30-32-41-48-50 53 56. - -

HOMBRE: 1 8 13-15-19-20-21- 23 25 41-51-57.


- . - - –

IGLESIA: 11-14-16 30 48-50- 52 53-56. - – - –

INFANCIA ESPIRITUAL : (Véase + Abandono, + Pobres, + Sabiduría, + María ).


JESUCRISTO: 7-9-14-22-26 30-32 33 –34-39- 44-46. - - -

JUSTICIA: 16-21-29 30- 31. -

LIBERTAD : 1 5-7-23 25-41-43- 55 57


– – .

LUZ: 17-18- 37 40 41 58 (Véase + Contemplación+Sabiduría+Jesucristo).


- - - -

MANDAMIENTO NUEVO: (Véase ± Amor, Fraternidad, Iglesia,+ Jesucristo).


MARIA:45 (Véase + Absoluto de Dios +Fidelidad + Pobres,+Infancia Espiritual).
NATURALEZA:1 6 8 12-21- 49 (Véase + Vida, + Hombre) - - –

NOCHE OSCURA: 18-20 22 35-37- 40-42. – -

NO-VIOLENCIA: (Véase + Paz + Fraternidad. + Naturaleza,+Hombre + Vida).


PALABRA: 6-21-22 27 30-48 (Véase + Jesucristo). - –

PAZ: 11 - 13-14.16-21-27-28.31-32~ 49-50-51 -56.


POBRES: 17 19 21 - 29 - 30 - 31 - 32 36 42 59. - - . - -

POBREZA: (Véase + Pobres, Jesucristo, + Maria, Alegría, + Abandono, + Libertad, + Sabiduría,


+ Contemplación).
PRESENCIA DE DIOS: 1- 2-5-6-8-15 17-24-26-28-30 37 . 40 - 43 48 49 51 55 - 57 58. - - - -

RESURRECCION: 14 21 28 - 33 - 34 - 44 46. - - -

SABIDURIA:1-2-15-21 -23-24 –25-37-58 (Véase + Contemplación + Luz).


SIGNOS DE LOS TIEMPOS: 4 19- 21 22 35 53. - - - -

VERDAD:17 22 26 - 35 - 41 (Véase+ Palabra, + Luz, + Espíritu Santo).


- -

VIDA: 3 4 7-12-13-15-25- 28 - 38 - 39 - 49 - 51 (Véase Hombre, + Jesucristo + Naturaleza, ±


- – -

Espíritu Santo).

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