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(MEMORIAS)
Maruja Abasolo
1
A la memoria de Nicolás y Ernestina.
2
INDICE
PRÓLOGO ........................................................................................................7
PRIMERA PARTE
3
MI DESPERTAR A LA LECTURA ......................................................... 86
NUESTRO PRIMER INTENTO DE SALIDA ...................................... 91
SE FRUSTRA NUESTRO PRIMER INTENTO DE SALIDA ............ 92
PAPA Y VICENTE EN PARÍS ................................................................. 96
AL MANDO DE LA TIA LUISA ............................................................ 98
¡POR FIN LAS BICICLETAS! ................................................................. 99
LLEGARON LAS BOMBAS... Y NO DE BERLÍN ............................. 100
EL CERVERA... ........................................................................................ 103
Y LLEGARON LOS MOROS… ............................................................ 105
DESPUES DE LA RENDICIÓN… ....................................................... 106
UNA CORTA MILITANCIA EN LA FALANGE ............................... 106
NUESTRO SEGUNDO INTENTO DE SALIDA ............................... 108
UNOS DIAS EN ENDAYA ................................................................... 111
EL AÑO QUE PASAMOS EN BIARRITZ .......................................... 111
DE BIARRITZ A PARÍS ......................................................................... 118
EL 23 DE LA RUE ROUSSEL ................................................................. 119
¿ DONDE QUEDA VENEZUELA ?...................................................... 124
A BORDO DE PAQUEBOT “CUBA” .................................................. 125
MAIQUETIA: 11 DE MARZO DE 1938 ............................................... 128
LA CARACAS DE LOS TECHOS ROJOS .......................................... 130
NUESTRA PRIMERA MUDANZA EN VENEZUELA ..................... 134
EN BUSCA DE LA “PAPA” DIARIA .................................................. 136
33.000 VOLTIOS ..................................................................................... 137
EL DIA A DIA EN LA PASTORA ........................................................ 139
EL TALLER DE RAÚL SANTANA ...................................................... 141
EL VIAJE A USA DE LOS DOS MIGUELES ...................................... 143
EL BAILE Y EL TRAJE DE ORGANDÍ ................................................ 144
LA LUCHA POR LA “LOCHA” ........................................................... 145
LA FIEBRE DEL BAILE .......................................................................... 146
MI PRIMER TRABAJO .......................................................................... 147
EL SEGUNDO INTENTO LABORAL DE PAPÁ .............................. 148
NUESTRA PRIMERA LAVADORA ................................................... 149
LA APRENDIZ DE ASISTENTE DENTAL ........................................ 150
EL MUSEO CRIOLLO DE RAUL SANTANA ................................... 156
MIGUEL SE VA A LA GUERRA .......................................................... 159
OTRA MUDANZA MÁS: LA ROMUALDA ..................................... 161
4
LA FIESTA EN EL HIPÓDROMO .......................................................165
LAS AVENTURAS DE PAPA CON A.D. ............................................165
EL REGRESO DE MIGUEL ANGEL ....................................................167
EL MATRIMONIO DE ISABEL ...........................................................168
MI PRIMERA BOFETADA ...................................................................169
DE HIGIENISTA DENTAL A SECRETARIA ....................................171
EN LA CAMARA DE COMERCIO DE CARACAS ...........................171
EL ORGULLO QUE ROMPIÓ EL VASO ............................................173
MAMÁ SE VA DE VIAJE A ESTADOS UNIDOS.............................179
EL AÑO 1950 ............................................................................................185
“LA QUINTANA”, EL SUEÑO DE MAMA .......................................187
EL “EXPERTO EN ARMAMENTO” ....................................................190
LIDIANDO CON LA “SEGURIDAD NACIONAL” ........................192
TU FE TE SALVARÁ… ..........................................................................193
LA DEPORTACIÓN DE PAPÁ.............................................................194
EL MATRIMONIO DE VICENTE........................................................195
NICOLÁS DE TURISTA POR ESPAÑA .............................................196
PAPÁ DE NUEVO A LA CARGA.........................................................199
NICOLAS SE VA A LA HABANA… ...................................................204
SEGUNDA PARTE
5
MI FAMOSOS VERSOS........................................................................ 239
MI SOBRINO GUSTAVO .................................................................... 248
LA VIDA DE MIGUEL ANGEL EN ESPAÑA ................................... 250
UN POCO MÁS ACERCA DE MI HERMANO MIGUEL ............... 251
PERSIANAS “LA NACIONAL” Y LA MUERTE DE CÉSAR.......... 257
LA HABITACION DE ISABEL ............................................................ 259
LAS MUDANZAS DE PILAR ............................................................... 261
“TRUO” O LO QUE ES LO MISMO: ROTELLAR ............................ 263
ROTELLAR DECIDE MARCHARSE A ESPAÑA ............................ 266
LOS ÚLTIMOS AÑOS DE MAMÁ ..................................................... 268
PEPE SE CASA DE NUEVO .................................................................. 273
LA CASA DE LA BOYERA .................................................................... 280
LA SUCURSAL DE YUQUERY Y PAMPERO ................................... 283
UN POCO DE TEXTO A MODO DE FINAL ..................................... 288
APÉNDICES ................................................................................................. 291
APÉNDICE “A” .......................................................................................... 292
APÉNDICE “B” ........................................................................................... 295
APÉNDICE “C”........................................................................................... 301
APÉNDICE “D” .......................................................................................... 304
APÉNDICE “E” ........................................................................................... 305
APÉNDICE “F” ........................................................................................... 306
APÉNDICE “G” .......................................................................................... 307
APÉNDICE “H” .......................................................................................... 308
APÉNDICE “I” ............................................................................................ 309
APÉNDICE “J” ............................................................................................ 310
APÉNDICE “K” .......................................................................................... 311
APÉNDICE “L” ........................................................................................... 312
APÉNDICE “M” ......................................................................................... 313
6
PRÓLOGO
7
vieran aumentados con su respuesta). Vicente me animó y
dijo que me ayudaría. Pilar fue más allá y me dio un consejo
muy valioso y acertado para mí en ese momento: ––Escribe
como si hablaras con alguien y nada más, el resto saldrá ello
solo–– me dijo.
Para la fecha en la que escribo esto Miguel e Isabel
descansan en la paz de Dios y en cierta forma es una lástima
pues ellos dos habrían sido de gran ayuda en la aportación
de anécdotas y datos históricos.
Usaré pues el leguaje coloquial sugerido por Pilar.
Espero que resulte y que mis lectores me puedan entender
bien. Basándome en esas palabras que de mucho me están
sirviendo y envalentonada, comienzo lo que escribo a
continuación.
Caracas, a los dos días del mes de junio del año 2001.
8
PRIMERA PARTE
NICOLÁS, MI PADRE
1
Pequeño pueblo de la provincia de Asturias (España)
9
buena vida. Él era un hombre muy pacífico y limpio además
de tener muy buen diente y con la compañía de sus nietos
era el hombre más feliz que se puedan imaginar. Recuerdo
que mamá lo quiso mucho y lo trato siempre muy bien, el
“güelu” se lo merecía ya que era buenote y al ser de buen
diente (y mama lo sabía) la cocinera de casa le llenaba el
pato de ricuritas a las que no podía llegar al lado de
Ramona. Sin duda disfrutaba de estas pequeñas vacaciones
que pasaba con nosotros en todo sentido y nos consentía
mucho a Miguel y a mí que éramos los únicos nietos
manejables entonces. Nos sacaba a pasear y nos compraba
caramelos de El Congreso2 y en resumen nos hacía felices
con esas pequeñeces de las que también él participaba. Pilar
aún no había nacido así que se pavoneaba de sus dos
primeros nietos, que dicho sea de paso íbamos agarrados
cada uno de un pulgar de su mano pues nuestra altura no
daba para ir más arriba.
Pero ¿qué estoy haciendo? ya me salí de donde iba y
regreso a Nicolás. De todas formas fue bueno recordarlo y
creo que habrá más oportunidades de volver a mencionarlo
en este relato. Como se dice: “entre col y col, lechuga” pero
es que me emociono y ya que el recuerdo está ahí, pues lo
pongo. Los otros hermanos de papá fueron: Manuela,
Alberta, Pilar, José, Dolores, Juan y Saturna.
Manuela estaba casada con Cosme y vivían en Nueva
York. Él tenía una peluquería y tuvieron cuatro hijos: Jim,
Fidel, Juan y Antonia. Vivían de lo que daba la peluquería y
2
Se refiere a una marca de caramelos que existía por entonces y cuyo
envoltorio de papel encerado tenía un pequeño dibujo de un edificio de
congresos.
10
recuerdo que Cosme tenía por hobby criar canarios en el
sótano de la casa donde vivían en Nueva York. Hacía toda
clase de cruces de razas para que cantaran y adoraba a sus
pájaros. El sótano de la casa que habitaban parecía una gran
ciudad emplumada, hasta que un día ocurrió una desgracia:
se incendió el sótano y se le murieron todos los pájaros.
Tanto le afectó aquello que estoy por suponer que su muerte
se debió al resultado del disgusto que se le acumuló en el
cuerpo.
Alberta estaba casada con un repartidor de periódicos
que se enamoraba de cuanta gitana le pasaba por delante y
que la trajo por la calle de la amargura a causa de los celos.
Ellos vivían en Gijón, concretamente en la calle Ezcurdia,
frente a esa preciosidad de playa que se llama San Lorenzo.
Tuvieron una sola hija a la que pusieron por nombre Emilia
y que a su vez se casó con un español de oficio mesonero y
de nombre Joaquín. Ambos eran muy buenas personas y
siempre nos quisieron mucho. Tiempo después se fueron
vivir a Nueva York. Si mal no recuerdo él trabajaba en un
restaurante que se llamaba “El Chico” y a su vez procrearon
una única hija a la que pusieron por nombre Tina. Fueron
un matrimonio adorable, cariñoso, casero y trabajador. No
quiero recordar su final ya que fue traumático, pero si
puedo decir cuando escribo esto que hace años no se nada
de la vida de Tina, su única hija. Tina enviaba a mamá una
postal de Navidad todos los años.
La siguiente fue Pilar, la más bonita de las hermanas.
Pilar se enamoró de un carpintero que se llamaba Frank.
Resultó ser un buen hombre y tenía todas las cualidades que
una mujer puede desear: bueno, cariñoso y trabajador
11
aunque creo que tenía una cierta afición a las cartas. Se
fueron a vivir a Nueva York y tuvieron una niña a la que
pusieron por nombre Sophie. No recuerdo si se casaron en
España o en Estados Unidos pero lo que si recuerdo haber
oído es que cuando Sophie tenia dos añitos, tía Pilar
comenzó a sentirse mal de sus piernas (esto me lo dijo la tía
Lola) y cuando las mojaba en la playa de Gijón comenzó a
sentir unas molestias. Suponemos (yo por lo menos y hasta
creo haberlo oído decir también a la tía Lola) que allí
comenzó lo que más tarde se convertiría en una parálisis
progresiva de la cual sufrió el resto de sus días. Se sospecha
que como en aquella época poco se sabia de la polio, fuera
eso lo que ella contrajo en Gijón durante unas vacaciones.
El caso es que la tía Pilar vivió una vida longeva
como centro de su familia en su cama clínica en la parte de
abajo de su casa de Brooklyn acondicionada especialmente y
con mucho amor para ella por el tío Frank, su esposo. Allí la
atendía primero tía Lola, después cuando creció Sophie, ella
y el tío Frank corrían con esa ayuda. Al casarse Sophie ella
permaneció al lado de su madre con su esposo Miguel
Ribalta, quien resultó además un buen marido y que la
ayudó mucho.
Quiero hacer ahora un comentario aparte: Miguel
Ribalta (padre) tenía un buen negocio propio de muebles en
Venezuela y fue de los primeros en tendernos la mano al
llegar a esta tierra. Era una persona muy trabajadora (como
buen catalán) de manera que Miguel hijo heredó sin saberlo
la laboriosidad de su padre pero siempre se piensa que una
persona acostumbrada a ser servida se le hace cuesta arriba
el trabajo. Acostumbrado a ser hijo único y mimado por su
12
tía y por su madre, y además bien acomodado
económicamente se manejó sin embargo muy bien después
de casado. Era lo que se llama un verdadero utility
arreglando cuanto trasto caía en sus manos, hacia
reparaciones caseras de todo tipo así fueran de mampostería
o de taller, eléctricas o de otro tipo. ¡Basta, basta! no voy a
seguir con él pues lo haré más adelante en este relato y pasa
lo mismo que con el “güelu”, otra vez me salí del carril…
¡Que baile! es que hay detalles que me emociono y no paro.
Sigue la tía María, que estaba casada con una “joya de
la corona” cuyo nombre no recuerdo y que en belleza al
igual que la tía Pilar se llevó su buena parte. Su matrimonio
no sobrevivió pues a su marido parece que le gustaba más la
del piso de abajo que ella y así hizo él una vida separado de
ella y del único hijo que tuvieron: Raymond. Años después
(creo que fue en la menopausia) tía María entró en un
período depresivo que degeneró en una dolencia mental
que la acompañó el resto de su vida. Puedo asegurar que
entre tía Lola, Sophie y Antonia cuidaron de ella, aunque
inútilmente pues nada de lo que por ella se hacía tuvo
resultado. Yo la vi por primera y última vez en una visita
que hice a la tía Lola en su casa de Mastic Beach. Ella se
presentó allí por sorpresa, me vio a mí y por alguna razón
que desconozco fue sumamente cariñosa conmigo y me dijo:
–– ¿Tú eres Marujina, la hija de “Nico”, verdad?–– No nos
habíamos visto nunca antes y después de aquella breve
conversación no nos volvimos a ver nunca más. Después la
tía Lola me contó que su hermana vivia y vivió siempre con
el sufrimiento de aquel amor no correspondido.
13
Hubo un hermano de papá llamado José al que nunca
conocí. Nunca apareció en nuestras vidas ni jamás supe ni
siquiera donde vivían estos Abasolo-Posada que de verdad
fueron originales. De los dos últimos hermanos de Papá que
nombré antes y cuyos nombres eran Juan y Saturna tampoco
supimos nunca nada ni los conocimos.
La que más relación mantuvo con nosotros fue
Dolores (tía Lola). Tía Lola se casó en primeras nupcias con
un personaje cuyo nombre ni recuerdo y del cual se divorció
sin tener descendencia. Después lo intentó de nuevo con
otro personaje muy parecido a Popeye el marino y que de
paso era marino. Su nombre era Manuel y en familia lo
llamaban Many. Pasaba en tierra una semana y luego se iba
a bordo de un barco a cubrir la ruta entre San Francisco y
Cantón, donde pasaba un mes o más.
Aún a pesar de las largas ausencias de Many tía Lola
concibió una niña a la que pusieron por nombre Margie.
Esta criatura vivió sólo siete años y destrozó con su
prematura muerte la vida de la tía Lola. Margie era para tía
Lola ilusión, vida, futuro y razón de vivir. Todo lo que se
pueda decir del cariño que le tenían a esa niña es poco, pero
no estaba destinada a vivir mucho. Jugando se cayó de un
columpio y lo que de momento no parecía nada se complicó
después. A los pocos días comenzó a sentir un dolor de
cabeza y al llevarla al médico éste dijo que tenía un coágulo
en la cabeza y que la tenían que operar. No quiero imaginar
lo que esa noticia causó y debe haber sido toda una
conmoción familiar. Supe que la operación se realizó y que a
tía Lola le entregaron en el hospital los rizos de pelo rubios
que le habían afeitado y mientras esperaba comenzó a tejer
14
un sombrero al que le añadía los rizos para que Margie lo
usara cuando la dieran de alta. Pero no fue así y Margie
murió en la operación. Pienso si le puso el sombrerito antes
de enterrarla, creo que sí… lo cierto es que la tía quedó
idiotizada del dolor que le causó la prematura muerte de su
hija.
Esta muerte fue un desastre familiar pues Margie era
muy querida. La enterraron un día de invierno en que había
caído una nevada de esas gordas en que todo estaba oscuro.
No sé quien fue al cementerio pero si supe por el mismo
Raymond (que por entonces estaba en el army) que en el
momento de enterrarla salió el sol y después volvió a
oscurecerse el cielo. Esto también me lo contó tía Lola que
quedó muy impresionada con lo ocurrido y en uno de esos
pocos arranques que ella tenía de hablar de ese tema que
tanto le dolía. Por un tiempo tía Lola vivió de sus
sufrimientos, se apartó de la familia de Brooklyn y buscó la
soledad. No pensó en nadie ni en nada que no fuera el dolor
de haber perdido a su hija de esa manera tan absurda y
compró un terreno en Mastic Beach, un lugar apartado de la
civilización donde solo soplaba el viento de invierno con
toda la crudeza de que es capaz la naturaleza. Ella juzgó que
el frío y el viento no era nada comparado con el dolor que
sentía y allí se encerró en un galpón que existía en el
terreno, sin ninguna comodidad, ni agua, ni luz, ni
calefacción y por única compañía tenia la de Raymond, el
hijo de tía María, que adoraba a Margie tanto, que desertó
del ejercito en el cual estaba sirviendo porque no le dieron
permiso para asistir al entierro de la niña. Supongo que la
familia de allá le habrá criticado esa decisión de mudarse
15
tan lejos porque de esa manera no podrían hacerle
compañía ni ayudarla de ninguna manera en aquella época
tan dura, pero ella estaba decidida y así lo hizo. Conocí los
comentarios de toda la familia y se que la muerte de Margie
fue sentida profundamente, pero había que seguir viviendo
y como estos Abasolo son duros de vencer pues eso le pasó
a la tía Lola. Poco a poco salió de su marasmo de vida y
comenzó a levantar una casa para ella y su marido en aquel
desértico Mastic Beach donde no había más que la soledad
por compañía y donde los inviernos eran muy crudos. Años
después aquel apartado lugar se fue poblando poco a poco
de casas y se convirtió en un lugar de veraneo y de fines de
semana para muchas familias. Tuve la oportunidad de
disfrutar de aquel lugar cada vez que viajaba a Nueva York
y fueron por otra parte tiempos súper felices y siempre hubo
en la familia algún alma caritativa que me llevaba hasta allá
pues estaba a tres horas en auto y ahora reconozco el gran
esfuerzo que hacían con nosotros para que en nuestros
viajes tía Lola pudiera vernos y nosotros a ella.
Debo seguir con la familia de papá, porque aún me
falta toda la familia de mamá y rasguño un poco en los
recuerdos y enseguida me complico con otros personajes.
Toda la familia de papá se residenció en Nueva York,
menos dos últimos personajes de los que hablaré a
continuación y el tío José que ya mencioné que nunca
conocimos y jamás supe donde vivió. A estos dos últimos
personajes a los que me refiero y con los cuales remato la
familia de papá son Saturna y la abuela Ramona. A Saturna
no la conocí y a la abuela Ramona tampoco. El carácter de
estas dos personas hizo que no pisaran nunca la casa de mi
16
madre, creo que ellas nunca aceptaron que el Don Juan de
Nicolás se hubiera casado con la viuda Ernestina. Con el
paso de los años supe que vivían en Colombres y que su
vida no era del todo cónsona con el vivir de una buena
familia. Lo cierto fue que papá jamás las trajo a casa y que
sus hermanas de Nueva York tampoco mantuvieron muy
buena relación con ellas, y si la mantuvieron debió de ser en
plan tan secreto que nadie se enteraba. Creo que Sophie la
hija de tía Pilar podría ayudarme mucho con estos
recuerdos pues complementaría el cuadro familiar más
verazmente. Nunca supe como murieron ni cuando pasó y
ellas tampoco se interesaron mucho por nosotros.
No quisiera con este relato herir a nadie. Los
humanos somos muy dados a magnificar o minimizar
nuestros recuerdos y los míos son producto de un poco
aquí, un poco allá y es posible que a mi edad cambie el
pasado y si así fuera quien encuentre un error que me lo
diga, pues trato de ser veraz y prefiero callar a herir a
alguien.
Y estos eran a grandes rasgos los personajes que
formaban la familia de papá. De cada uno de ellos tendría
mucho más que decir y estoy segura que saldrían unas
cuantas páginas adicionales si me pusiera a escribir detalles
pero lo que quiero a continuación es presentar a mamá de
quien hasta este momento nada he escrito y casarla pues
como verán a continuación está viuda en Gijón sin que
Nicolás lo sepa.
Creo que lo mejor será acercarme a la forma como
estos dos seres unieron sus vidas, al menos los probables
detalles de como se conocieron. Y digo probables porque yo
17
no había nacido aún y sobre este tema no oí hablar mucho,
además así disfrutaré imaginando los pormenores y
recordando a las personas sobre detalles tan corrientes y
humanos como son, que un hombre se enamore de una
mujer: “El hombre es fuego la mujer estopa y viene el diablo
y sopla” y no quiero especular mucho, pero mamita creo
que era un poco así…un poco estopa.
ERNESTINA, MI MADRE
18
Jesucristo sino que al parecer eran tan buenos como ellos o
al menos así recuerdo que los mencionaba mamá.
No eran ricos y como buenos agricultores eran muy
trabajadores. Mamá nos contaba que eran ambos muy
honestos y sin duda dejaron estas buenas cualidades de
herencia a sus hijos pues fueron casi todos el fiel retrato de
esa pareja. A medida que fueron creciendo los hermanos de
mamá fueron haciendo como se dice “rancho aparte” al irse
casando cada uno. Isabel la mayor se casó con un hombre
muy bueno y trabajador de nombre José Armas. Ambos
regentaban un restaurante en la estación de tren de Llanes
(Asturias). No sé que tipo de contrato tenían pero allí los
conocí toda la vida. Trabajaban los dos atendiendo la
cantina y el restaurante y a la llegada de los trenes atendían
todo lo que fuera comer, pues tía Isabel era una excelente
cocinera. Allí dio a luz y procreó a cada uno de sus hijos,
formando una preciosa familia. Ella era de mucho nervio
para trabajar, que no decía lo chiquita que era el genio que
tenía. Eso de parir en hospitales era totalmente desconocido
para ella. Peleaba con las empleadas que contrataba y se
hacía respetar con todo y su poco tamaño y encargaba sus
comidas a la cocinera pero muchas veces terminaba
haciéndolo ella pues nunca se encontraba satisfecha de lo
que no salía de su mano. Por eso la conocieron y se hizo
famosa en Llanes entre su clientela. Probé su merluza
rellena en uno de los viajes que hice con mamá… ¡manjar de
dioses! jamás habrá ningún cocinero que con menos haga
más y por supuesto a estas horas las nubes del cielo estarán
llenas de comensales esperando sus ricuritas.
19
En la estación de Llanes nacieron sus ocho retoños y
sin que sea este el orden de nacimiento los nombro a
continuación: Pepe, María Isabel, Manolo, Miguel Ángel,
Carlos, Paco, María Luisa y Vicente. No voy a profundizar
mucho en los personajes que menciono porque de otro
modo no me centro en los principales, con esto termino con
tía Isabel y sigo con tía Luisa.
Luisa se casó con un playboy de la época llamado
Carlos y no tuvieron hijos. La tía Luisa siempre fue la
señorita de la familia: lo suyo era bordar, hacer
manualidades, coser y todo lo hacía con manos de hada.
Para ella la cocina, la limpieza y demás trabajitos hogareños
digamos que los sabía hacer, pero les sacaba el cuerpo si
podía. Todo lo hacía maravillosamente y un buen día se
enamoró. El elegido fue un hombre alto y buenmozo
(aunque no tenía pelo) que tenía mucha labia y era uno de
los hijos de los dueños de Aceites Carbonell. Se decía con
dinero pero después (cuando ya era tarde) se supo toda la
verdad sobre él: era flojo y (como buen andaluz) amigo del
amontillado3. La tía Luisa se enamoró de él y ese fue su gran
error. Con ese se casó de cabezona pese a lo mucho que le
aconsejaron que no lo hiciera. No tuvieron hijos (gracias a
Dios) y yo me acordaré de él por todos los años que me
queden de vida. Más adelante relataré sobre el tiempo y las
circunstancias que me llevaron a vivir con ellos y los
3
El amontillado es un vino de la región de Andalucía (España). Por sus
características enológicas se halla entre el fino y el oloroso. Su nombre
proviende de la región vitivinícola de Montilla, porque esta clase de vino se
inventó ahí en el siglo XVIII.
20
motivos que casi nos separan pero que el destino trabajó
para que así no fuera.
21
de divertirse y bailar, pero el abuelo no les daba ni siquiera
para poder comprarse un cucurucho de cerezas. Así en esa
austeridad crecieron y desgraciadamente quedarían solos
muy jóvenes.
Y sigo con el resto de los hermanos de mamá. José se
casó con una señorita chic de la época de nombre Conchita
Bayón y tuvieron tres hijos: Pepe, Conchita y Mari Pili.
Cuando escribo esto la tía Concha debe tener sus 92 años
más o menos y está más lúcida que yo.
Miguel se casó con una joven de León de nombre
Carmen Rodríguez Suárez. Ahí en León se radicó a su
regreso de México. Tengo el vago recuerdo que su
matrimonio fue criticado pero no sé porqué. El tío Miguel
era un personaje tipo Valentino, muy buen mozo y cuando
regresó de México se fue a vivir a León y trabajaba en una
fábrica de vidrios, allí se enamoró y allí se casó. Sé que
tuvieron tres hijos: Maria del Carmen, José Miguel y
Francisco. Los conocí en un viaje que hice a León hace años,
pero por desidia, pereza, dejadez y en resumen, debido al
poco interés por ambas partes no nos seguimos
comunicando. Fueron muy amables conmigo y no los
olvido.
Lamento que Isabel, la mayor de mis hermanas esté
en la paz de Dios, pues ella se acordaba todos los dimes y
diretes de la familia por parte de mamá, quien fue ejemplo
de mujer, esposa y madre y lo digo sin exageraciones ni
tampoco por el nexo filial que me une a ella. Fue toda una
madre de esas que nacieron contadas y privilegiada de Dios
y aquí me acuerdo de algo que dijeron de ella cuando se
atrevió a venir a Venezuela y atravesar el mar a una tierra
22
desconocida con seis hijos, después de una guerra… pero
esto será para más adelante cuando comente de otra etapa
muchos años después y en otra tierra fuera de la Villa de
Llanes.
El abuelo José murió a causa de un derrame cerebral
a los ocho años de haberse ido la abuela Maria, justamente
el 28 de noviembre del 1911. Pobre hombre... viudo, con un
negocio a cuestas, unos hijos por criar y en ese ambiente
pueblerino de la época. Se le agrió el carácter y en una
discusión que tuvo le empezó a doler la cabeza y a los pocos
días falleció. Lo mismo que su mujer, aunque de ella mamá
recordaba que había sido a consecuencia del último parto.
Yo creo que el abuelo no pudo aguantar esa vida sin la
compañera y aunque estaba joven su porvenir no era
propiamente halagador con cinco hijos que mantener... no
sé, pienso yo que no le importó morir...
Quedan entonces los cinco hermanos huérfanos con
las siguientes edades: Isabel con 19 años, Ernestina con 17,
Maria Luisa con 15, José con 12 y Miguel con 10.
23
liquidaciones de Cangas de Onís del 4 de septiembre de
1912 y con motivo de la partición de la herencia del abuelo
José y de la abuela María para cuyos trámites se requería
(pienso yo) de la opinión de otras personas que no fueran
solamente la parte interesada y con la honradez que siempre
caracterizó a la familia de mamá, el tío José procedió a
hacerlo con absoluta claridad y honradez.
Hubiera sido interesante haber conseguido el libro de
actas del Consejo de Familia pero es demasiado pedir, ni yo
misma se como llegó a mis manos el documento del cual me
valgo ahora para aportar estos nombres y fechas tan exactas.
Por cierto que nunca supe de la existencia de este
documento, un buen día llegó a mis manos una noche que
vine de la oficina y lo encontré entre otros documentos
sobre mi escritorio.
Ahora quiero adelantar el matrimonio de mamá,
porque de otro modo mamita se envejece y “Nico” ¡ah...! tú
eres el causante de todo este enredo familiar que estoy
relatando y por causa indirecta de tu nieta Sonia.
Crecieron todos y pasó con ellos lo mismo que con
Jesucristo nuestro señor, es decir que aparecen nuevamente
en la historia cuando ya son adultos. Mamá tenía entonces
20 años y de ella se decía que era un buen partido. Las fotos
de la época así lo demuestran. Mamá conoció a Vicente en el
momento justo, durante una romería. Él tenía en ese
entonces 45 años y mamá 20. Según me contó una vez
Vicente mi hermano, fue amor a primera vista y por lo que
se ve fue así ya que a los tres meses se casaron, vuelvo a
repetir: “El hombre es fuego la mujer estopa…” Lo más
interesante de esta situación es que Vicente (padre) tenía
24
entonces una novia en Oviedo y él no le dijo nada a mamá.
Fue después (en el viaje de novios) que recibieron una carta
de la novia dirigida a él y en la cual le reclamaba su
conducta. Mamá nada argumentó al respecto, ya estaba
casada y por lo que se ve no era celosa y se sentía segura.
Según las fotos que quedan de la época mamá era un
apetitoso bocado para cualquier hombre que anduviera en
busca de compañera. En el Apéndice “A” de este escrito se
pueden ver las fotos que la muestran en plena juventud y
belleza.
25
sordera de adulta provino de ahí. Isabel, astuta como era
explotó esa sordera mucho tiempo como veremos más
adelante.
Aquellos eran los años en que Cuba, la última colonia
española luchaba por su independencia. En aquel entonces
ya mamá estaba embarazada por segunda vez así que se ve
que le gustó eso de hablar con la cigüeña y la conversación
resultó pues a los pocos meses nació Vicente hijo, la antítesis
de Isabel y el vivo retrato de su padre. Con su nacimiento
vino la guerra y Vicente (no sé si fue voluntario o lo
llamaron a filas) se fue a pelear a Cuba donde a los pocos
meses contrajo la llamada gripe española4 y lo regresaron a
España. Mamá lo cuidó estoy segura que como se cuida un
tesoro. Se curó pero al poco tiempo de curarse recayó, pues
al parecer había contraído Tifus y en aquellos tiempos en
que no había antibióticos aquellas enfermedades eran
mortales así que al poco tiempo de llegar de Cuba Vicente
padre falleció.
4
La Gripe española (también conocida como La Pesadilla y La Cucaracha) fue
una pandemia de gripe de inusitada gravedad que mató entre 50 y 100 millones
de personas en todo el mundo entre 1918 y 1919.
26
hicieron acto de presencia. Esa expresión de “los tutores de
los menores” ahogó a mamá durante mucho tiempo pues
nada se movía ni se hacía sin que estos personajes metieran
las narices. No sé cuales fueron sus nombres ni cuantos eran
y crecimos nosotros y aún seguimos escuchando ese “re-tin-
tin” de “los tutores de los menores”
Mamá siempre fue una mujer sometida, producto de
su crianza. Huérfana de madre y con un padre que no era
propiamente muy generoso en cuanto a liberación femenina.
Leía y escribía muy bien para no haber ido a la escuela y
sabía contabilidad de la época (un gancho para lo que debo
y otro gancho para los que me deben). Tenía además un
buen ojo para los negocios y una excelente facilidad para los
números y para el cálculo al “ojo por ciento”. Años después
levanto una casa en Caracas que ella misma dirigió con la
ayuda de un maestro de obras y tres obreros únicamente. El
ingeniero que firmó los planos fue el Dr. Ricardo Zuloaga
que era todo un personaje y él comentaba esta capacidad de
mamá a quien una breve explicación bastaba para entender
sus indicaciones y que ella a su vez transmitía a los obreros.
Me confieso ignorante de todo lo referente a las
menudencias que tiene una construcción, pero a fuerza de
escuchar a mamá discutir con el maestro de la obra aprendí
lo poco que puedo conocer sobre esa materia. Con ella supe
por primera vez en mi vida lo que era una viga de corona
y... ¡Caray, aprendí a leer un plano!
Mamá murió a los 87 años y con ella murió una gran
sabiduría y una honradez a toda prueba. Por ello fue
siempre después de casada y sus hermanos colocados la
única a quien se le consultaba y cuyos consejos se
27
apreciaban. Fue una madre “coneja” y una madre
preocupada por el porvenir de sus hijos, a los que sin
embargo jamás presionó en sus decisiones ni interfirió en
sus gustos. Ella aconsejaba pero no obligaba y algunos en la
familia se habrían ahorrado dolores de cabeza de haber
seguido sus consejos, aunque creo que en parte fue porque
salimos a los Abasolo, es decir un poco tercos.
Con los “riales” que le quedaron después de viuda,
mamá abrió en la calle Corrida (que era algo así como el
Wall Street de Gijón) una tienda de aquello que ella sabía
manejar y entendía. En ella cortaba vidrios, vendía telas,
muebles, cacharros de cocina, clavos y cosas de ferretería en
general. Por esa época no era normal ver una mujer al frente
de un negocio tan de hombres como la ferretería, pero eso a
ella no le importaba. Escuchaba las proposiciones de los
“cucarachones5” de la época y decía: ––que desamparada
queda una viuda y que peligros la acechan cada día––
Ella seguía con su trabajo y se aprovechaba también
de algunas ocasiones que se le presentaban, pues a veces le
ofrecían en venta joyas y hacia buenos negocios pues tenia
un ojo clínico de primera para saber cuando merecía la pena
la inversión. Así poco a poco sé fue haciendo de un discreto
lote de joyas que guardaba como una reserva para el futuro
¡y que futuro! espantando “moscardones6” y manteniendo
sin ayuda de nadie su familia y su negocio.
En este tiempo entre su boda, su viudez y su trabajo
habían transcurrido ya cuatro años y encontramos aquí a
una viuda acomodada de 23 años y muy buen ver o al
5
Expresión utilizada aqui para hacer referencia a pretendientes.
6
Ídem
28
menos eso debe haber pensado el “Don Juan” de Nicolás
cuando la vio. Creo haber mencionado que mamá fue muy
discreta en sus relatos personales, por ello ignoro como
conoció a papá y como entablaron amistad. Lo que escribo
es producto de fragmentos que extraje de sus
conversaciones y para el resto hago uso de mi imaginación
con el fin de darle un poco de calor al relato... ¡es tan
romántico todo!
29
su regreso a Gijón ya “Nico” había recorrido más agua que
Marco Polo.
Cuando mamá enviudó tendría unos veinticuatro
años y si no estaba muy cerca, pues Vicente tendría cuatro
años cuando mamá se casó por segunda vez. Antes de
seguir quiero decir que mamá quiso a mi padre más que mi
padre la quiso a ella. Se darán cuenta de ello más adelante a
medida que siga relatando los acontecimientos ¿o será que
yo tengo un modo de querer muy raro y por eso lo veo así?
Deduzco que en algún momento se conocieron y se
comprometieron (ya que no hay nadie a quien pueda
consultar los pormenores) y supongo que en algún
momento mi padre le propuso matrimonio. Saco estas
conclusiones de una carta7 que está en mi poder y que data
de la época en la que decidió casarse con “Nico”.
A pesar que mamá había enviudado seguía
respetando mucho la opinión de su suegra que era una
señora honorable y matriarcal. Mi madre pensó que lo mejor
era hacerle saber cuales eran sus intenciones, así que muy
honestamente le escribió una carta comunicándole su
proyecto de matrimonio. Esta carta es para mí un tesoro
literario y en ella se puede ver que prácticamente le pide
permiso para casarse de nuevo. Y yo supongo que como no
eran gente complicada el permiso vino pues papá y mamá
contrajeron matrimonio y las relaciones de mamá con la
familia de Vicente después de casada por segunda vez
continuaron siempre siendo excelentes.
De esa época sin embargo no he podido encontrar
nunca ninguna fotografía o documento que me dé pistas de
7
Ver Apéndice “B”
30
como fue la boda o donde la celebraron. Sólo tengo una
única foto del viaje de bodas en donde se retrataron en un
enorme auto que tenía papá y que por supuesto debió
asombrar a las gentes de Gijón.
A partir de allí pierdo la información de como fueron
aquellos primeros años de convivencia entre mis padres
puesto que yo no había nacido aún. El primer recuerdo que
tengo de mi padre es del día en que murió el “güelu”, de ahí
en adelante ya empiezo a tener una visión más clara de él.
31
más adelante) a su habitación. Nosotros, que ya intuíamos
lo que estaba pasando llorábamos como descocados y con
Remedios nos quedamos hasta el regreso de “Nico” y
“Tina” que venía con Pilar recién nacida en brazos, después
del entierro.
Y ahora paso a relatar la historia de la calle Langreo,
donde estaba el piso donde nacimos Miguel, Pepe y Pilar y
yo.
32
mamá seis hijos y un marido que vivía más tiempo fuera de
casa viajando que conviviendo con la esposa y ocupándose
de nuestra crianza.
Yo recuerdo a papá como una persona que jamás nos
llamó a capítulo y menos nos puso la mano encima. La labor
de lidiar y dirigir la familia la tenía mamá. Mamá no gritaba
pero su autoridad se hacía notar y cuando no podía
dominarnos con palabras usaba un recurso muy
convincente que se llamaba “vergajo” ¿Nombre raro,
verdad?
Pues el tal “vergajo” era una tela enrollada que
usaban los sombrereros para planchar los sombreros de
copa. Un buen día mamá descubrió esta arma secreta y se
hizo de una y la tenía amarrada a un clavo cerca de la cocina
y la utilizaba cuando las huestes se desbordaban y sus
métodos de apaciguamiento no surtían afecto. Eso si nos
calmaba y más si nos alcanzaba y dejaba marca en la carne,
algo así como un correazo pero con menos marca posterior.
De todos modos salíamos huyendo en desbandada y la paz
regresaba.
Tengo que comentar también que papá fue para
mamá el centro de atención. En casa cuando estaba papá,
todo giraba a su gusto y capricho. Yo digo que menos mal
que viajaba porque a pesar de eso nos llevamos dos años
entre el nacimiento de cada uno, excepto entre Pepe y Pilar
que hay cuatro. Papá venía a casa, escribía una larga carta a
la cigüeña (con quien al parecer mamá y él tenían muy
buenas relaciones) y a los nueve meses mamá anunciaba
que era la hora de llamar a Victorina la comadrona.
Entonces se le presentaba algo importante que hacer y
33
desaparecía hasta que le avisaban de que otra boca se había
agregado a las anteriores.
De ahí en adelante y siempre que los berridos del
recién nacido no interrumpieran sus siestas o noches de
descanso papá no protestaba. Del resto fue un hombre a
quien le gustaban los niños y que nos traía regalos cada vez
que hacía un viaje... si tenía dinero por supuesto porque no
siempre los negocios salían bien, pero eso pasaba en
contadas ocasiones pues aunque fueran caramelos no dejaba
de traer algo.
Todos nacimos en casa con la ayuda de una
comadrona de nombre Victorina que llegó a ser rutina ver
por allá. Atendía a mamá en muchos aspectos y no
solamente en los partos sino además durante el embarazo y
en las enfermedades infantiles comunes que todos
padecimos (excepto la viruela para lo cual si nos
vacunaban). Recordemos que eran tiempos en que el médico
no se usaba como hoy.
Sabíamos que algo ocurría con la cigüeña no porque
recordáramos a mamá embarazada o porque nos avisaran lo
que sucedía ¡Nada de eso! era porque olía la casa a jabón y
colonia añeja Heno de Pravia. Ese olor quedó profundamente
grabado en mi memoria olfativa durante toda mi vida, tanto
así que en mi primer viaje a España busqué una perfumería
y compré ese jabón y esa colonia y recuerdo que mis primas
me preguntaban porqué yo elegía ese perfume habiendo
perfumes mejores y yo no les quería decir que no lo
compraba por el precio sino porque su olor hacía que yo me
transportara a otra zona de mi mente a una época de
recuerdos muy agradables para mi.
34
Lo mismo me ocurría con el olor de los portales a las
horas de la comida ¡ese olor a aceite de oliva! Años después
cuando me casé por segunda vez recuerdo que el portal de
la casa donde vivía mi suegra tenía ese olor y me traía muy
buenos recuerdos de mi infancia y me daba algo así como
felicidad el recordarlos. Hoy a mi edad aún no encuentro la
respuesta del porqué eso es así pero sigo añorando esos
olores.
Sigo con Victorina la comadrona. Cuando ella llegaba
a casa todo giraba en torno al recién nacido. El baño
(¡porque teníamos cuarto de baño!) era lo que más se usaba.
Victorina fue de buena utilidad pues cuando mamá se mudó
a ese piso con lo limpia que ella era lo primero que hizo fue
quitarle un pedazo a la cocina y hacer un baño con bañera y
además agregó un aparato con forma de guitarra para uso
desconocido que se llamaba bidé.
Éramos afortunados porque aunque parezca extraño
en aquel entonces eran muchas las casas que no disponían
de estos artilugios, que hoy son indispensables en una
vivienda. En el baño se lavaba también la ropa de la casa y
nos sumergieran a nosotros una vez a la semana como
indicaban los cánones de la limpieza personal de entonces.
Eso de baño diario... ¡zape! En verano a la playa y en
invierno, con una vez a la semana era más que suficiente.
La ropa se comenzó a lavar en el baño después de
comprobar que era mejor que enviarla afuera, como se venía
haciendo desde hacía mucho tiempo. Era la costumbre de
entonces el tener una lavandera que se encargaba de esas
labores ¡y como trabajaban las pobres mujeres! cargando
35
encima de la cabeza los pesados bultos de ropa sucia y
regresándolos limpios.
La casa de la calle Langreo era un piso grande y
quedaba en una esquina. Estaba muy bien ubicado cerca de
la iglesia de San José y cerca también de la estación de
Ferrocarril del Norte. Tenía cinco habitaciones más la
“italiana”, es decir la habitación matrimonial. La casa
disponía de dos amplios miradores a la calle, uno desde la
“italiana” y el otro desde una habitación del pasillo, además
del correspondiente balcón que tenía cada habitación.
La “italiana” (la habitación de mamá y papá) era de
dos ambientes, es decir que además del lugar para la cama
había un recibo. En este espacio había un lavabo de aquellos
de la época, de los que se le metía agua por arriba y tenía un
cubo debajo para recoger lo que salía del lavabo. Con el
tiempo y después de la instalación del cuarto de baño pasó a
ser un mueble de adorno en la habitación. También tenía la
“italiana” un gran armario de dos puertas para la ropa y un
colgador. La habitación terminaba en el mirador, en un
saliente amplio donde había unos sillones, una alfombra
tejida a mano (que debió hacer la tía Luisa que era la
experta) y en la cual era un privilegio sentarse si nos
portábamos bien y unas plantas en los alfeizares. Durante el
invierno era agradable sentarse allí los días de sol. Mamá
solía usar esa zona para sentarse y coser, recibir allí sus
visitas familiares y merendar.
La casa no tenía salón recibidor, en su lugar también
se recibía en el comedor. La “italiana” tenía en una esquina
una puerta que comunicaba con lo que era el comedor. Es
probable que la habitación destinada a sala la usara mamá
36
para otros menesteres, en todo caso no se necesitaba por lo
que ya expliqué. Pudo ser posible también que la “italiana”
por su cercanía con el comedor, fuera originalmente la sala.
Pero así como estaba allá hacía muy buen servicio. Después
había otra habitación a la cual también se entraba desde el
comedor, tres habitaciones en el pasillo y una última que
estaba al lado de la cocina y que se destinaba a múltiples
usos. Era en esta última donde se batía la lana de los
colchones cuando estos se deterioraban. Tengo muy clara la
visión de Remedios batiendo los colchones con una vara de
avellano (que era especial para este propósito) y nosotros
pululando alrededor para estorbar todo lo posible. Es bueno
recordar que los colchones se “batían” hacia la primavera
pues en invierno había mucha humedad y si no se les hacía
esto terminaban oliendo a moho. Antes de entrar a la cocina
había un pequeño espacio por donde se le daba entrada a
esta habitación y al cuarto de baño. En la cocina había
también un baño pequeño con una poceta o W.C. y un
lavamanos minúsculo. Ese era el servicio con que contaba
esa casa para uso de toda la familia antes de llegar mamá y
su tropa. Ese baño fue muy frecuentado por mi tiempo
después, como veremos mas adelante.
LA BUENA DE REMEDIOS
8
Localidad cercana a Villaviciosa (Asturias)
37
de la edad de Isabelita. Remedios nos vio nacer a todos y
permaneció al lado de mamá docenas de años y era más
buena que mandada a hacer de encargo. Nosotros como
éramos niños y no pronunciábamos todavía bien la
llamábamos “memeyos” o también “meme”. Después de
Remedios vino Carmen, que era también muy buena y que
era natural de Gijón.
Carmen era encargada de la cocina y junto con
Remedios nos sacaban a pasear a Begoña9 o a la playa.
Ambas vivían en casa y cuidaban de todos nosotros además
de limpiar y cocinar. Venía además otra moza que ayudaba
en la lavada de ropa. Recuerdo que hubo un tiempo en que
se llevaban la ropa para ser lavada en el lavadero municipal
hasta que se instaló el cuarto de baño que mencioné antes y
entonces se simplificó mucho el trabajo. Pienso ahora en
estas mujeres que cargaban los bultos de ropa en la cabeza,
tanto para ir como para entregarla limpia y que planchaban
con planchas de hierro que calentaban en la parte de arriba
de las cocinas de carbón y nos quejamos ahora si nuestra
plancha de vapor deja de funcionar o no es ligera de peso o
no desliza bien en la ropa y otras nimiedades por el estilo...
¡que poco recordamos lo que otras personas pasaron antes
de nuestros días!
Tanto Remedios como Carmen estuvieron con
nosotros hasta que nos mudamos a Foxanes, pero esa es otra
historia de la que hablaré más adelante.
9
Se refiere al Parque de Begoña que está en el centro de Gijón.
38
NUESTRA VIDA EN GIJON
39
Hay un refrán que dice: “el que tiene padrino, se
bautiza” y ellos como mayores los tenían, así que gozaban
de privilegios. Nosotros como éramos más pequeños,
estorbábamos por todas partes y en estos bautizos nos
distinguían dándonos un chocolate con churros y un
“esponjao” antes de que regresaran de la iglesia los
invitados y con esa merienda en la tripa nos llevaban al
cuarto de las sirvientas hasta que todo terminara y entonces
nos soltaban. Los bautizos se hacían siempre a los ocho días
de nacer la criatura y mamá siempre se quedaba en la casa y
quienes llevaban la criatura a bautizar eran los padrinos.
Con relación a las “diferencias sociales” que teníamos
en casa los más pequeños éramos los más perjudicados. No
asistíamos a las visitas, no comíamos con los mayores ni
tampoco asistíamos a los cumpleaños de los hermanos
mayores. Es de hacer notar que Isabel me llevaba a mi seis
años y cuando ella andaba ya de novios yo apenas
empezaba el colegio y ella tenía preferencias que a mi no me
daban. A Pilar y Pepe no los cuento porque eran menores
que yo. A Miguel como éramos tantos en casa y no
cabíamos, lo llevaron a vivir con la tía Alberta cuya única
hija se había casado con un joven llamado Joaquín y se había
ido a vivir a Nueva York. Por tanto quedábamos en casa:
Isabel, Vicente, Pepe, Pilar y yo y además de ese modo
también Miguel se beneficiaba, pues el colegio le quedaba
más cerca de la casa y a la vez acompañaba a la tía Alberta
que se sentía muy sola.
40
LOS AMIGOS DE LA CALLE LANGREO
41
número de la que estaba jugando, la estampa pasaba a su
propiedad... ¿difícil verdad?
Entonces no había TV y el cine era para los domingos,
a una “perra gorda10” la entrada y siempre películas tristes.
Las pasaban en el Teatro del Ateneo cerca de la playa y nos
costaba barato, por eso podíamos de vez en cuando (muy en
cuando...) ir allá. A mi no me gustaban esas películas porque
siempre eran sobre temas tristes y relatos de pobreza y
maltrato de las minas de carbón. No sé de dónde sacaban
esas joyas cinematográficas pero salía del cine con el
corazón apretado de sufrir. Hoy día supongo que como el
cine era del sindicato las películas eran relacionadas con
temas de minas, abusos, trabajos etc., ya en aquel entonces
nos empezaban a lavar las ideas.
Ese y otros juegos similares nos entretenían además
del las mariquitas de papel, el diávolo, la comba11, el
cascayo, la patineta, el aro, las muñecas y las cocinas. Y las
aficionadas a coser pedían para Reyes una caja de costura
del 0,95 ¡y que felices éramos! yo entre ellas y de mucho me
sirvió la bendita caja, ¡cuanto la quería y la disfruté! esos
Reyes eran muy buenos y complacientes, considerando que
una peseta era una fortuna.
Sigo con las hermanas Benavente y mis andanzas en
la calle Langreo. Isabel tenía la costumbre de guardar sus
cosas debajo de la cama para que no se las quitaran y
tampoco nos las prestaba. Esa costumbre prevaleció en ella
hasta su fallecimiento y todos decían que la había heredado
10
La “perra gorda” era el nombre coloquial con el que se denominaba a la
moneda española de 10 céntimos de peseta.
11
La comba es el nombre que se le da en España al juego de saltar la cuerda.
42
de una tía paterna llamada Cándida, de quien todo el
mundo decía que Isabel se parecía como una gota de agua a
otra. Isabel tenía dos facetas de su carácter muy marcadas:
era sumamente servicial (nos ayudó muchísimas veces a lo
largo de nuestra vida) pero también era muy suya y muy
tacaña. Nunca pudimos entender esa parte de ella,
solamente convivimos conociendo cuando podíamos contar
con ella y cuando no. Era sumamente difícil, pero así fue…
igual nos hacía un regalo en Navidad impresionante, en el
cual se destacaba su generosidad, como nos negaba el
suplemento cómico del periódico porque ella no lo había
leído. Bueno, pues como dije ella tenía bajo la cama los
cromos y un día en una de sus salidas yo me metí debajo de
la cama y le cogí varios cromos. Cuando ella llegó con su
nariz de perro perdiguero enseguida se dio cuenta de mi
faena y me persiguió para meterme una trompada. Dentro
de la casa fácil sería conseguirme así que me escapé y me fui
a casa de las Benavente y justo ese día ellas estaban
estrenando un proyector de películas y hasta allí fue Isabel
en mi búsqueda, pero se entretuvo con el cine y los amigos y
yo pasé a segundo plano. Yo sé que ella no se dio cuenta de
que yo había llegado porque si no me devuelve a casa, así
que me arrastré en el suelo y debajo de una silla vi las
películas hasta que encendieron las luces y me descubrió. Yo
salí corriendo escaleras abajo y me perdí en la calle hasta la
noche, que fue cuando regresé. Entonces me cascaron un
coscorrón por haberme escapado sin avisar y por supuesto
por la acusación de haberme agarrado los cromos. De esas le
hice más de una a Isabel pero no crean... también ella logró
desquitarse más adelante cuando nos llevaban a la playa
43
(¡Ah, qué dulce el placer de la venganza!) y de una vez lo
cuento:
El agua de la playa de Gijón era muy fría y para
bañarnos allí teníamos que estar muy acalorados, además
las olas solían tener resaca. Alguna vez coincidíamos con
Isabel y sus amigas en las olas, entonces ella nos agarraba
por los hombros y de una sola empujada nos metía debajo
de las olas. Cuando nos sacaba estábamos ya hipando del
susto de la sorpresa y del agua fría y por supuesto ellas se
reían. Esa práctica la volvió a usar Isabel cuando recién
llegados a Venezuela nos invitaron un día a ir a Choroní12.
Ella se llevó a Pilar que era aún dominable y con ella
practicó su baño bajo las olas, a partir de ese momento no se
volvió a repetir pues Pilar no quiso volver a bañarse con ella
y creo que aún hoy día Pilar se acuerda de esa juguetona
experiencia.
Durante nuestra estancia en la calle Langreo
mantuvimos también amistad con los dueños del propio
edificio además de la familia Benavente que como dije,
vivían en el primero. Los dueños del edificio eran un
matrimonio: ella se llamaba Manolita y él era un gordito
pequeño que se llamaba Baltasar Díez. Manolita dominaba
como le daba la gana a Baltasar, éste se dedicaba a la venta
de vinos y tenía un almacén de mercancía seca que estaba en
la parte baja del edificio. El almacén era grande y ocupaba
toda la planta baja. Cuando llovía solíamos jugar en otro
almacén que había al lado izquierdo y que tenía unas
enormes barricas de vino que desprendían ese olor ácido
12
Playa del estado Aragua (Venezuela)
44
característico del vino. Eran lugares con poca luz, de techos
altos y allí nos permitían jugar hasta que escampara.
Baltasar y Manolita tenían dos hijas: Gloria y
Manolita. Manolita era contemporánea de Isabel y Gloria
era de mi edad. Eran una familia que económicamente
estaba muy bien pero eran nuevos ricos, ordinarios de esos
que creen que el dinero lo compra todo y excusa la mala
educación. Éramos amigas pero nuestras diferencias
siempre surgían porque como ellas eran ricas pensaban que
su madre en consecuencia, era mejor que la nuestra. Más de
un enfrentamiento tuvimos a causa de esto y de esos
enfrentamientos siempre sacamos a mamá airosa, porque si
bien es cierto que mamá no había tenido estudios escolares,
le ganaba a muchas en prudencia, educación, trato y justicia,
que daba la vida por ello. Mamá solía frecuentar el grupo de
madres que iban a la playa de San Lorenzo los domingos y
mientras los hijos corrían por la playa ellas se dedicaban a
“despellejar” a media humanidad. Ese grupo siempre tenía
problemas por los chismes que surgían entre las asistentes, a
las que capitaneaba Manolita. Esas diferencias se reflejaban
después entre nosotras y en una de esas trifulcas parece que
a mi se me salió el Abasolo y le mandé tan tremenda
bofetada a Gloria que le reventé un furúnculo que tenía en
el cachete lo que ocasionó un enfrentamiento entre las dos
familias que duró bastante tiempo antes de volver a entrar
en relaciones. Con el tiempo todo se olvidó menos la
bofetada que le di a Gloria pues cuando fui a España ya
adulta con 50 años, visité a Gloria y entre los recuerdos salió
a relucir la famosa bofetada.
45
Y siguió nuestra vida en Langreo. Vicente e Isabel
estudiando en sus colegios y nosotros cuatro creciendo en
casa porque aún no estábamos en edad escolar, aunque poco
después Miguel Ángel empezó a ir a un colegio que había
en la Plaza Begoña. Mientras tanto tía Luisa seguía muy
enamorada de Carlos Carbonell, el tío Miguel de viaje por
las Américas (México) y papá enamorado hasta los tuétanos
de los comunistas y comenzando la actividad que después
sería su perdición: la política. En esa época papá leía todo lo
que caía en sus manos sobre Rusia y sus bondades.
Absorbía lo que leía y después repetía lo aprendido en
tertulias políticas entre los amigos que después lo llamarían
“hablasolo” a causa de esto, cosa que ni le inmutó.
Pobre mamita... ¡cuanto sufrió con estos desvaríos de
papá! pero ella firme en sus cuarenta siguió con su tienda
hasta que la pudo vender y ya que el piso de Langreo nos
venía pequeño soñaba en mudarse a una finca donde
pudiera vernos correr y crecer y ella pudiera atender la
familia fuera del trabajo, pero de poder contar con papá,
nada... monada.
46
Carbonell era quien los mantendría después de casados,
pues a ellos les parecía muy natural que Carlos no se
“rebajara”. En esa época un hijo de buena familia ofendía
trabajando.
Después de casados no tenían donde vivir y el tío
Carlos consiguió un trabajo que le venía muy a tono con sus
aficiones: se empleó como vendedor de vinos. Por más
intentos que hizo mamá su sabiduría y los consejos dados
no surtieron efecto. Allá se mudaron a un modesto piso en
la carretera Carbonera de Oviedo.
47
a la ventada de atrás de la cocina vi pasar un carromato de
gitanos que tenían un oso amarrado bailando. Aquello fue
más o menos como estar viendo un National Geographic con
sonido y no se me ocurrió otra cosa más que marchar detrás
de ellos. Atravesé el zanjón que separaba la casa de la
carretera y me fui hasta solo Dios sabe donde, detrás del
oso. Supongo que mi tía al notar mi desaparición me buscó
desesperada y al no encontrarme supuso también que yo
comenzaba en mis aficiones de protección animal, se le
prendió el bombillo y me localizó no sé de qué manera y me
hizo volver a casa donde me calentaron las posaderas, para
que aprendiera a no salir de casa sola y menos detrás de un
National Geographic cualquiera.
Fue poco el tiempo que el tío Carlos duró en aquel
trabajo. Habiendo vino para escanciar y pocas ganas de
trabajar perdió el empleo y no quedó más remedio que
volver a Gijón. Allí se mudaron a la Plaza San Miguel, a un
tercer piso alto y pequeño donde conocí por primera vez los
castigos hacia mí y presencié las palizas que le daba a la tía
Luisa. El tío Carlos seguía sin trabajo y en ese tiempo me
construyó una casa de muñecas de la que escribiré más
adelante. En esa época se dedicaba también a entrenar
canarios y fue en esa casa justamente que un buen día un
gato se comió al mejor de sus ejemplares.
No hubo mejoría con el tío Carlos y su
arrepentimiento fue corto. Mamá salió entonces de nuevo a
ayudar a su hermana dejándole el piso de la calle Langreo
para que se mudaran del piso de la Plaza San Miguel donde
vivían desde que regresaron de Oviedo. No digo que mamá
les entregó el piso de Langreo sino que coincidió la
48
mudanza de mamá con la necesidad de que ellos dejaran el
de la Plaza San Miguel por ser mas caro que el de Langreo.
LA ÉPOCA DE FOXANES
13
Localidad a las afueras de Gijón (Asturias)
49
leyó completos (él era un gran lector, leía todo lo que caía en
sus manos). Cuando los terminó empezó a diseñar algo con
las correspondientes modificaciones ideadas por él, (o sea
que el que escribió los libros no tenía la cosa muy clara) que
ocasionaban discusiones con mamá:
–– ¡Pero Nicolás…! ¿Como vas a poner eso ahí? ––le
decía––
Creo que en ese momento mi padre se sentía
ingeniero, dibujante, carpintero, constructor y trataba de
exponer los conocimientos adquiridos en las lecturas que lo
apasionaban en ese momento para compensar los que no
había adquirido antes en la escuela. Poco habría asistido al
colegio mi padre pero tenía buena letra y una gran
imaginación. Aprendió de la vida todo lo que sabía, la
lástima fue que esa imaginación la empleó después en la
política y en esa rama nunca salió bien parado. Hablaba
inglés aprendido durante su estancia en Estados Unidos y
también hablaba francés que utilizaba en sus viajes de
“negocios” a París. Digo yo que debió ser por eso que él
siempre se llevó tan bien con la cigüeña parisina, de no ser
así no estaríamos nosotros en este mundo.
En el tercer piso de “La Casona” y como las
habitaciones sobraban, una de ellas se convirtió en
incubadora. Pienso que prevaleció el sentido común de
mamá contra la fantasía de papá y compraron una
incubadora de zinc en vez de construir una basándose en los
planos de papá. La otra habitación, que era mayor aún la
convirtieron en “criadora”. Este es un sitio donde se ponen
los pollitos cuando salen de la incubadora. En él tienen que
vivir como dos meses con calor artificial hasta que les nacen
50
las plumas que los protegen del frío y en realidad ni sé por
qué estoy dando tantas explicaciones sobre la cría de pollos
que es lo que menos interesa, quizás por aquello de: entre
col y col, lechuga.
En esa casa veíamos más a papá, inclusive hay una
foto14 tomada en la escalera posterior de La Casona y que
era la salida del comedor hacia la terraza a través de unas
puertas de cristales altísimas y cosa curiosa nunca hubo que
reponer ninguno de los cristales. No pasó igual en la calle
Langreo, donde un día que estábamos sentados en uno de
los balcones porque hacía frío y no nos dejaban bajar a la
calle, Pepe empezó a protestar y amenazó a mamá con
romper un vidrio con la cabeza si no lo dejaban salir, y ella
sin pensar que lo haría le dijo:
––Seguro que lo rompes con esa cabezota tan dura
que tienes––
Y a renglón seguido Pepe le metió la cabeza a la
ventana y rompió el vidrio aunque afortunadamente no
pasó nada, salvo el susto que se llevó mamá.
14
Ver Apéndice “M”
51
“La Casona” tenía agua corriente pero no existía
nevera sino que la cocina tenía un cuarto pequeño con una
ventana donde estaba instalado un cajón grande (como de
un metro por ochenta centímetros) forrado en tela metálica
fina y que se llamaba “fresquera”. Dicha fresquera servía
para guardar leche, mantequilla, carne, etc. durante un par
de días. Recordemos que el clima de Asturias era muy frío y
por eso nadie allá tenía neveras, además era artículo de lujo
en esa época. Relato lo de la fresquera por la relación que
tiene con lo que sucedió después.
Como ya dije antes la casa tenía un pedazo de tierra
bastante grande y para ponerlo a producir mamá contrató a
una jornalera, es decir una mujer que trabaja la tierra. Esta
jornalera se llamaba María y era una mujer tosca y bruta
como ella sola. Llevaba al mercado todos los días unas
cestas de productos para vender y el producto de la venta se
repartía entre mamá y ella y así se ganaba la vida. Su
relación con nosotros no era muy buena, quizás en nuestros
juegos pisábamos sus siembras y eso la sacaba de sus
casillas de manera que procurábamos no meternos en sus
dominios para evitarnos problemas.
Un día nos avisaron que María iba a matar un gato.
Ella se empeñó en que ese gato era el que se comía lo que
faltaba en la fresquera y así lo tenía amarrado a un farol al
final de la escalera de atrás. Era un gatico de unos cuatro
meses y lo tenía allí para ajusticiarlo. Fue el único que pudo
agarrar pues había varios gatos en la finca, pero contra ese
ensañó sus instintos criminales. De nada valieron nuestros
ruegos ni lágrimas y en nada influyeron mamá ni papá para
suspender aquel dantesco espectáculo. Tampoco pude ni
52
puedo comprender cómo mamá pudo permitir semejante
acto y más aún delante de nosotros que teníamos tan corta
edad, pero así fue.
No sé por qué nos llamaron a presenciar semejante
matanza pero lo cierto fue que allí estábamos todos en
aquella escalera viendo a María con un azadón en la mano y
con una estampa semejante al mejor de los verdugos de la
Revolución Francesa. De pronto comenzó a darle golpes al
gato, el cual maullaba tanto como gritábamos nosotros y
que corría de un lado a otro tratando de huir de los ataques
de aquel monstruo pero limitado por la longitud de la
cuerda que tenía amarrada al cuello. Finalmente después de
varios golpes lo mató y no habían pasado diez minutos
cuando se desencadenó una tempestad con viento,
descargas eléctricas y lluvia abundante, similar a la que
nuestro señor Jesucristo pasó en la barca con los apóstoles
en el lago Tiberíades, con la diferencia de que aquello no era
un lago ni tampoco había olas y nosotros temblábamos de
miedo sin tener un Jesucristo que nos consolara. Fue una
gran crueldad por parte de María y creo que también fue
una falta de nuestros padres el permitir que viéramos esa
escena a nuestra corta edad. No puedo negar que esto dejó
una huella en mí por todos los años que viva.
Salvo este suceso que acabo de relatar, nuestra vida
en Foxanes fue una época feliz, dentro de las naturales
escaramuzas familiares y los sacrificios de animales. Nunca
presenciamos la matanza que hacía por San Martín de los
Cerdos ni vimos matar pollos, aunque si veíamos a la bruta
de María ordeñar la vaca y le robábamos con lo que
53
podíamos leche caliente recién ordeñada… (¡Vivan las
calorías!)
Todavía no asistíamos al colegio y nuestra única
ocupación era jugar todo el día con energías. Por entonces
no se conocía eso de que si tal cosa no se debe comer o que
si cual cosa es mala para lo que fuera. Comíamos como
limas nuevas, estábamos gordos y sanos y pasábamos los
inviernos sin calefacción. Nuestras únicas afecciones eran
alguna que otra gripe o amigdalitis y que nos curaban con
gárgaras de limón, una purga de ricino y a dieta en la cama.
Por otra parte papá siguió su vida a su aire, tan
pronto lo veíamos como tan pronto se desaparecía y volvía a
aparecer cuando a la hora de comer, se sentaba a la mesa.
Corría detrás de los políticos (como lo hizo siempre) en
busca de oportunidades que nunca llegaron. Lo recuerdo
exigente y mandón y como dije antes cuando él estaba en
casa todo el movimiento giraba alrededor de él. A la hora de
la comida mamá raras veces nos acompañaba. A nosotros
nos sentaban en la mesa grande con el resto de la familia.
Esto de comer siempre la última y después de servir a todos
fue una constante en su vida hasta bien entrada en años en
Venezuela, y no era porque faltara quien lo hiciera sino que
ella sentía que lo debía hacer así.
A papá mi madre lo malcriaba al extremo que ya
comenté: sus gustos antes que los de los demás, desayuno
en la cama con un tazón de sopas con leche y azúcar otros
detalles por el estilo. Ya en la mesa tenía que tener la comida
“reposaína” y a la temperatura debida para que no tuviera
que esperar. Un día que le sirvieron la comida un poco más
caliente de la que le gustaba a él y que tenía (supongo yo)
54
las pulgas revueltas, agarró los platos y los azotó contra el
suelo con rabia. Nosotros nos apretamos contra el asiento y
ni intención de argumentar pues sabíamos a lo que nos
exponíamos, entonces vino mamá con otro plato a su gusto
y temperatura. Por entonces yo tendría unos siete años, esto
ocurrió en la época de Foxanes.
Si después hacían comentarios al respecto no lo sé,
pero esos arranques a mamá le dolían como si le diesen una
bofetada. De eso me enteré años después en Venezuela por
boca de ella misma en la casa que teníamos en la Romualda
y a raíz de algo semejante que sucedió con mi hermano
Miguel y que después a su turno lo contaré, cuando nos
marchemos a Venezuela. Fueron varios comentarios que me
hizo y que no merece la pena recordar, solamente los
menciono aquí para resaltar una característica de la forma
de ser de mi padre y que son actitudes que nunca se
olvidan.
LA CASA DE SOMIÓ
15
Somió es una parroquia del concejo asturiano de Gijón, en España.
55
las abandonó) estaban algo apaciguadas y por supuesto
nada de aportar un sueldo a la casa. Todo eran aventuras y
mi madre sufriendo pero aguantada porque el tal “Nico” se
las sabía todas.
Así que con la ayuda de Vicente comenzó a fabricar
unas jaulas enormes para conejos de una raza llamada
“Gigantes de España16”. Esta raza requiere unas jaulas
especiales redondas, con piso de tela metálica cuadrada por
donde pasan los excrementos y no peligran sus patas. Las
criaderas están por la parte de afuera de la jaula y las jaulas
deben estar en una zona donde se puedan lavar con
frecuencia pues el orín de los conejos aparte de que apesta,
carcome todo como un ácido. Todo eso se logró con gran
esfuerzo y después veremos como terminó. Allí se criaron
los más preciosos conejos de la región, que es mucho decir y
que para nosotros que éramos aún niños eran una visión de
encanto y dulzura, unos juguetes con movimiento de los
que ignorábamos su propósito final.
16
El conejo Gigante de España fue una raza creada a principios del siglo XX
para la producción cárnica. Son conejos de capa parda con tonos leonados o
grisáceos que pesan entre 5 y 8 Kg.
56
mencioné antes, a Miguel lo llevaron a vivir con la tía
Alberta que tenía un buen piso frente a la playa en la calle
Ezcurdia. La tía Alberta era la hermana de papá casada con
aquel chofer al que le gustaban tanto las gitanas y que tanto
hizo sufrir a la pobre tía con sus infidelidades. Estos
cambios fueron necesarios pues cerca de Somió no había
escuelas y mamá no quería que nos criáramos salvajes.
Teníamos clase mañana y tarde y los jueves libre en las
tardes (semana inglesa, según decían). Esas tardes
aprovechábamos para ir a ver a mamá. Yo iba con Miguel
Ángel caminando por la carretera del Piles y como era
invierno teníamos que pasar por delante de la playa. Si la
marea estaba alta entonces saltaban las olas y las
aprovechábamos para jugar a esquivarlas. Cuando
llegábamos a la casa de Somió teníamos ya las rodillas llenas
de bolsas de agua producidas por el roce de la piel de una
pierna contra otra pero desaparecían al entrar en calor. Al
día siguiente era viernes y había que madrugar para estar
temprano en el colegio. Recuerdo que no conocíamos dulces
ni caramelos más que cuando repicaban duro y de merienda
nos daban un pedazo de pan con una barra de chocolate y
amén. Otras veces nos daban pan con mermelada, de la que
hacía mamá... ¡ummmm, que rica!
Tía Alberta estaba feliz con la compañía que le
brindaba Miguel pues antes de su llegada pasaba la mayor
parte del día sola ya que su marido (el chofer) repartía la
prensa por los pueblos y paraba poco en casa. ¿Se fijan por
qué dije lo de criar hijos y repartirlos entre la familia?
Por su parte tía Luisa (quien no tuvo nunca hijos) me
acogió como su ahijada y estaba feliz de tenerme con ella.
57
Me quería mucho y me cosía la ropa además de llevarme al
cine cuando tenía unas “perricas17” pues siempre andaba
escasa de dinero y de eso sabía bastante mamá que siempre
la ayudaba y la sacaba del apuro. Ella sufría en silencio las
borracheras de “Carlitos” y le ocultaba a mamá las sobas18
que éste le daba y que eran siempre por asuntos de dinero.
Muchas de estas situaciones salieron a relucir después de
muchos años como veremos más adelante.
Cuando la tía Luisa me buscaba en el colegio para
llevarme al cine me daba una gran alegría. La pobre pasaba
temporadas sola pues el “Carlitos” de marras lo poco que
trabajaba lo hacía de viajante. Vendía los productos
Carbonell de su familia por toda la provincia aunque se
reservaba para él las botellas de vino para bebérselas en
casa. Toda felicidad se acababa con su regreso y esa
felicidad al menos la disfrutábamos ella y yo a solas. Al
poco tiempo el tío Carlos empezó a sacar a relucir algunas
mañas que yo desconocía. Mejor dicho no las desconocía
totalmente pues alguna escaramuza ya la había presenciado
antes. Comenzó una época en la que se le salió el macho
chulo y abusador que llevaba por dentro. Al principio no la
tenía tomada conmigo, me regañaba pero aún no me había
puesto la mano encima como lo hizo después.
17
Diminutivo de “perra gorda”. Fracción de la peseta con la que se hace aquí
referencia genérica a dinero en poca cantidad.
18
Palizas.
58
LA PLAZA DE SAN MIGUEL
19
Se refiere a Montilla-Moriles que es una denominación de origen de los vinos
producidos en la zona de Córdoba (España) que engloba a los pueblos de
Montilla y Moriles.
59
que se trataba de los remates de las telas. La casa era una
verdadera preciosidad y fue una gran sorpresa la que nos
dieron con ese regalo. Cuando el tío Carlos estaba así daba
gusto tratarlo pues era cariñoso con todos. Fue una época de
felicidad, de los pocos momentos en los que tía Luisa y tío
Carlos derrochaban cariño y amor mutuo.
También al tío Carlos le gustaban mucho los pájaros
y criaba canarios. Tenía varios ejemplares en la casa a los
cuales amaestraba. Como buen andaluz los enseñaba a
cantar y además los canarios salían por una de las ventanas
del corredor de la parte de atrás de la casa, se posaban en el
techo y él con sus mañas los hacía volver de nuevo a sus
jaulas. Esa fue una afición que también trajo sus disgustos
pues un día un canario salió y tardó en volver, entonces el
tío vio un gato en el techo que le había echado el diente al
pobre canario. Me recuerdo vivamente de esto porque ese
día y a causa del disgusto agarro una gran borrachera, a la
cual lamentablemente siguieron otras muchas.
Un día regresé del colegio en la creencia de que él no
estaba, sin embargo ya había llegado y le estaba dando una
paliza a la tía Luisa. Al ver que llegaba yo se paró, y digo
que se paró porque tía Luisa me dio de cenar en la cocina y
recuerdo que fueron lentejas lo que comí. Yo en mi
inocencia no vi nada raro pero al rato de estar comiendo
siento a la tía gritar porque de nuevo le estaba sonando la
pandereta. Yo me interpuse entre los dos tratando de que no
le siguiera pegando pero en su borrachera me dio tal
bofetada que me tiró al suelo. No sé como paró la cosa, no
me acuerdo…lo que si sé es que esa noche devolví todas las
60
lentejas que había comido y al día siguiente no me llevaron
al colegio porque estaba enferma.
Después de esta trifulca que al parecer que fue
también por asuntos de dinero (él se lo gastaba todo en el
bar de Pachín que estaba en la cuesta de Begoña) tía Luisa le
habló a mamá y fue cuando mamá (que ya venía alertada) se
mudó a Foxanes y yo me fui con la tía Luisa y el tío Carlos a
la calle Langreo. Creo que en aquel entonces aún mamá
ignoraba las palizas que el “Carlitos” me daba.
Estando ya en la calle Langreo regresó el tío Miguel
de México, muy señorito y muy guapo y oliendo a tabaco
importado y a colonia fina. Él vino a vivir con la tía Luisa y
el tío Carlos y ocupaba la habitación que había a un lado del
comedor. Yo ocupaba la habitación que antes tenían
Remedios y Carmen pues la tía Luisa no tenía sirvienta. Tía
Luisa y tío Carlos ocupaban la “italiana” así que la casa nos
venía amplia y cómoda pero el tío Carlos iba de mal en
peor, no paraba en ningún trabajo y vivían de lo que la
familia de él les enviaba desde Córdoba. Hasta el “cisco20”
se lo enviaban de allá para la única calefacción que teníamos
en aquellos días crudos de invierno.
EL COLEGIO EN BEGOÑA
20
Carbón especial para la mesa camilla
61
que tenían una hilera de botones a cada lado que se
abotonaban con un gancho especial. A veces era tía Luisa la
que lo hacia pero otras era yo simplemente porque a él se le
antojaba que así fuera. No discutan con una persona medio
bebida porque es más terca que una mula.
El tío Carlos regresaba de sus borracheras a las dos o
tres de la mañana y me sacaba de la cama para que le
desabotonara las botas de señorito que usaba. Allá medio
dormida y con el ganchito especial que tenía desabotonaba
aquel interminable número de botones de cada lado.
Después no se conformaba y no me dejaba ir a la cama hasta
que el quería. Fui buena estudiante al igual que mis
hermanos y procuraba siempre estar al día con las lecciones
por si al tío Carlos se le ocurría hacerme alguna pregunta o
revisar los libros, como era su costumbre. Era tal el pavor
que le tenía que ganaba las distinciones en el colegio porque
siempre estaba temerosa de algún castigo y no por el valor
que pudiera tener el premio colegial en si. Además después
de que salía del colegio y como niña que era me gustaba
quedarme a jugar con mis amigas en el parque de Begoña a
juegos tan “complicados” como al escondite o el cascayo21.
Cuando él no estaba en casa no pasaba nada pues tía Luisa
no me lo prohibía pero algunas veces llegaba de jugar
cuando ya él estaba en casa, ¡Señor Dios mío...! entonces
comenzaba el interrogatorio:
21
Antiquísimo juego infantil que consiste en dibujar en el suelo unos cuadrados
con tiza para ir saltando sobre ellos con una sola pierna siguiendo unas reglas
según el lugar donde haya caido una piedra que previamente se ha lanzado.
62
––¿De dónde vienes?–– decía el tío
––Del colegio––respondía yo––
––¿Por qué vienes tarde? ––
––¡Ah! porque me quedé a ver una lección con
Gloria...––
––Eso es mentira, ven aquí…––
63
(…)No, no me causan pavor
vuestros semblantes esquivos;
jamás, ni muertos ni vivos,
humillaréis mi valor.
Yo soy vuestro matador
como al mundo es bien notorio;
si en vuestro alcázar mortuorio
me aprestáis venganza fiera,
daos prisa; aquí os espera
otra vez don Juan Tenorio22...
22
Fragmento de “Don Juan Tenorio” de José Zorrilla.
64
antes) en los tiempos que vivía allí mamá también tiene otro
recuerdo muy especial y es que al principio de la primavera
cuando están las ciruelas aún verdes, mamá solía hacer una
mermelada que nos chupábamos los dedos de lo rica que le
quedaba. Ella no fue muy repostera que digamos pero había
dulces que hacía que eran verdaderos manjares:
magdalenas, arroz con leche, fritos de leche, dulce de pan y
el dulce de ciruelas. Y aunque no es un postre aprovecho
aquí para hacer publicidad de su especialidad: la tortilla de
patatas.
Este dulce de ciruelas lo hacía en un caldero de cobre
especial y usaba una cuchara de palo. Estos implementos
son muy usados en Asturias para hacer mermeladas pues el
cobre y la cuchara de palo hacen que la fruta no pierda el
color. No voy a relatar el proceso de como se hacía este
dulce, solo voy a decir que salía superior de rico. El
producto final lo envasaba en unos tarros “bocones” de
vidrio grueso, como de quince centímetros de alto y le
dejaba caer un poco de licor de anís antes de sellar la tapa.
Después los ponía al sol en un apoya brazo que quedaba en
el mirador del mencionado cuarto del pasillo y... ¡Merienda
asegurada por una temporada!
¡Qué dulces recuerdos y que infancia feliz! sin Coca-
Cola y sin McDonald’s. Un pedazo de pan con dulce o un
puñado de nueces, o castañas asadas en invierno y a esperar
el día siguiente. A lo mejor al día siguiente nos daban una
barra de chocolate y pan, ¡daba igual! ya que todas las
combinaciones eran muy ricas. Y no digo nada cuando
mamá hacía churros… una gozada sin límite y después ni
cenar podíamos de la panzada que habíamos merendado.
65
Este paréntesis endulza algo lo amargo del relato del
fin del tío Carlos, que relataré mas adelante. La tía Luisa no
podía hacer casi nada pues si lo hacía el tío Carlos le
“sonaba23”. Él le pegó desde el principio del matrimonio y
ella siempre aguantaba porque en aquellos tiempos estaba
muy mal visto el separarse del marido. Además aguantaba
estas palizas sin decir ni pío y seguía durmiendo con él (creo
tenía algo de masoquista). Me pregunto si la tía era de esas
personas a las que había que zurrar antes del acto
matrimonial o si bien fue una de esas personas sumisas y
sacrificadas por amor. Yo tendría entonces unos ocho años,
pues poco tiempo después hice la Primera Comunión y
confieso ante Dios y ante todos los que lean este escrito que
detesté, detesto y detestaré la mentira y que esta no figura
dentro de la lista de mis pecados. Una de las cosas que me
dejó aquella convivencia con el tío Carlos fue que aprendí a
odiar la mentira por el resto de mi existencia, creo que eso
perseguía el tío Carlos y lo consiguió.
MI PRIMERA COMUNIÓN
23
En este contexto “sonar” es utilizado como sinónimo de pegar o maltratar.
66
Tía Luisa fraguó con mamá mi preparación para la
primera comunión por un lado y por el otro lado tía Alberta
preparó a Miguel Ángel para lo mismo, solo que como la tía
Alberta tenía mejor posición a Miguel Ángel le compraron
su “equipo” nuevo. Como vivíamos en casas separadas
papá ni cuenta se dio y a las pocas semanas ambos
recibimos el sacramento. Yo hice la comunión con un traje
prestado de una prima (María Luisa, hija de la tía Isabel de
Llanes) aunque al menos me compraron unos zapatos y
unas medias blancas, por lo menos para estrenar algo y
además porque la “pata” de mi prima era más grande que la
mía. Tía Luisa me hizo un vestido que estrené después que
me quitaron el traje de la comunión. Me bañaron la noche
anterior (eso no lo olvido) y guardé ayuno toda la noche,
cosa que fue otra tortura pues siempre bebía agua por las
noches y esos ayunos me mataban.
Recuerdo que cuando me vistieron sentía frío por las
piernas, sería porque me habían quitado la mugre que
aunque esté mal algo protege. Como dije antes a nosotros
nos bañaban una vez a la semana y hasta creo que era
mucho... eso de bañarla a una un día adicional era como un
abuso. Lo que realmente tenía que llevar limpio era mi
conciencia de pecados ya que Dios jamás se mete con el
agua y el jabón que consumimos.
A mi celebración de la Primera Comunión solamente
fueron tía Luisa e Isabelita. Tengo que reconocer que si algo
sé y si soy practicante de mi fe es porque la tía Luisa me lo
enseñó. Mi pobre madre entre luchar con el anarquismo de
mi padre y procurar lo que íbamos a comer, no le quedaba
tiempo para nada más. Ella seguía queriendo a mi padre
67
como el primer día y a la vez estaba pendiente de que
recibiéramos todos los sacramentos como manda la Santa
Madre Iglesia, aunque eso si: a escondidas de mi padre.
Todo esto que cuento sucedió en 1933, cuando yo
contaba con nueve años de edad. Ya Isabel y Vicente habían
hecho su primera comunión24 y Pepe y Pilar eran aún muy
pequeños para recibir el sacramento. Dos años después en
1935, comenzaría el calvario de mamá y de todos nosotros
en los albores de la guerra civil española.
24
Ver Apéndice “I”
68
Un día el tío Carlos comenzó bebiendo su querido
Moriles por la mañana y al parecer continuó bebiendo
durante el resto del día. Era ya de madrugada cuando salió
del bar de Pachín, que quedaba en una acera empinada en la
cuesta de Begoña. Hacía mucho frío y había llovido así que
dando tumbos para mantenerse en pié resbaló con el hielo
de la acera y cayó. A esa hora nadie sé dio cuenta del
accidente y como iba tan borracho allí se quedó hasta que
alguien lo recogió ya de mañana. Lo llevaron a la casa y a
consecuencia de ese enfriamiento agarró una bronco
pulmonía y como tenía tanta grasa alrededor del corazón el
médico dijo que no había muchas posibilidades de que
sobreviviera. Tal como había dicho el médico a los pocos
días murió.
Me extrañé cuando mandaron a buscarme al colegio
con Isabelita para llevarme a Somió pero al llegar allí quedó
aclarado el porqué. Tía Luisa me preguntó que si quería
despedirme del tío a lo cual respondí que no, porque yo le
tenía miedo. Aún así tía Luisa insistió y me hizo mirar por la
rendija de la puerta: lo que vi fue una cosa grande abultada
iluminada por dos velas en una habitación oscura y quedé
aterrorizada. Enseguida vinieron a mi mente los recitales de
Don Juan Tenorio en el pasillo con aquellos brazos en alto
como un vampiro, entonces hice como que veía y salí
corriendo y huyendo de aquella fantasmagórica escena. Con
la muerte del tío Carlos le estaba diciendo adiós a los
castigos, a los despertares a media noche para abrochar y
desabrochar miles de botones, a mi esclavitud de horario y
sin juegos y en resumen le decía adiós a la tiranía impuesta
a una niña y causada por el alcohol. Me agarré a la mano de
69
Isabelita y salí feliz, mil veces feliz. Es probable que algún
día le rece una misa (aunque no estoy segura) y sólo espero
que Dios lo haya perdonado.
70
enorme y un gran espejo, que también formó parte de esta
historia. Tenía una muñeca pequeña (la única) además de
algunos trapitos y por supuesto mi caja de costura del 0,95
con los utensilios necesarios. Esas cajas del 0,95 tenían de
todo: hilos, aguja y tijeras. Tía Luisa me enseñó a tejer, a
bordar, a hacer vainicas y festones25 y yo gozaba más que un
chino en un tranvía con este cajón de maravillas en ese
estado de libertad en el cual vivía desde la muerte del tío
Carlos.
En esa habitación también pasé una época muy mala
y todo por culpa de un pañuelo que recogí en la calle.
Gracias a este pañuelo contraje la difteria y como nadie lo
sabía y creían que era un problema de amígdalas, me
atendieron con el tratamiento usual para estos casos: un
purgante de ricino, gárgaras de limón y dieta en cama.
Recuerdo que estábamos en invierno en esa época y ya
pasados unos días yo seguía sin mejorar y con una tos que
me ahogaba. A ratos me volvía loca para poder respirar y
me subía por el espejo del armario en busca de aire que no
entraba en mis pulmones, hasta que me desmayaba. Una
noche tía Luisa llamó al médico de Sanidad, el cual vino y
me inyectó algo que no sé que fue. Después recuerdo haber
abierto los ojos y a los pies de la cama estaban papá, mamá y
Vicente. Recuerdo que el médico decía que me pusieran
ruedas de patata frescas sobre las ronchas y en las nalgas.
Había que esperar al día siguiente y rezar a la Virgen pues
estaba grave de verdad. Después me salvé y por eso estoy
escribiendo estas memorias, aunque al principio no tenía
25
Las vainicas y los festones son dos tipos de bordado que se usan para adornar
o rematar telas.
71
voz. La recuperé con inhalaciones de eucalipto en unas
cazuelas grandes que me habían puesto en toda la
habitación. Así que durante todo ese tiempo que duró mi
recuperación viví entre cazuelas y con la compañía de mis
juguetes. Me salvé y a Dios gracias porque hubo epidemia y
varios muertos, al menos eso fue lo que le dijeron a tía Luisa
los vecinos. Moraleja: no recojas un pañuelo del suelo
jamás…
Cuando había novenas en la Iglesia de San José, no
fallaba ni una. Tía Luisa me enseñó a rezar y a escuchar la
misa y aún hoy setenta años después y habiendo pasado los
cambios introducidos por el Concilio Vaticano II26, sigo
repitiendo las mismas oraciones que ella me enseñó y
rezando el credo con la correspondiente bajada al infierno
de nuestro Señor y todo esto me produce recuerdos muy
gratos.
A pesar de todos los malos tratos recibidos, tía Luisa
sufrió mucho con la ausencia de Carlos a quien guardó luto
por años sin fin, es decir hasta que se murió ya bien anciana.
A partir de la muerte del tío Carlos su vida la dedicó a sus
rezos y a mí, ya que finalmente no fui a Somió como estaba
programado porque había desaparecido el motivo de
nuestro sufrimiento. Pero Somió era nuestro futuro.
MI REGRESO A SOMIÓ
26
Año 1962.
72
seguía aún viviendo en la calle Ezcurdia con la tía Alberta.
Mamá tenía a Remedios solamente y a otra jornalera (no la
bestia anormal de la María). Carmen, que era la otra mujer
que ayudaba a mamá cuando vivíamos en la calle Langreo
se había casado con un hombre del cual se enamoró y que
lamentablemente le dio mala vida. Regentaban un bar cerca
del mercado de pescado y el marido se emborrachaba
mientras ella criaba a la familia y atendía el bar. Ella se
retiró de casa pero no de nuestras vidas y mamá siguió
siendo para ella una consejera y una amiga hasta que se
perdió en la longitud del recuerdo.
La casa de Somió estaba muy bien situada, quedaba a
un lado de la carretera del Piles y tenía un buen terreno. Allí
comenzó el proyecto de la granja de conejos de papá. Hace
poco Vicente me contaba como él había ayudado a papá en
la construcción de las conejeras. Las habían instalado al final
de los gallineros y antes de la huerta. Como dije antes
aquellos conejos eran de una gran belleza y de la raza
“Gigantes de España”. También he hecho referencia al
hecho de que para nosotros aquellos conejos eran como
juguetes animados y gozábamos cuando un coneja paría
ocho o diez conejitos. Aquellas conejas se volvían como
fieras para que nadie les tocara las crías, pero nosotros las
sacábamos del nido a la jaula donde tenían la comida y
cerrábamos la entrada y entonces podíamos manosear
aquellas bellezas de conejitos. Aquella era carne para comer
pero en aquel entonces nosotros ignorábamos aquel triste
destino que seguía a tanta belleza y tanto cuidado. Duele
hasta pensar en ello pero fue aún peor lo que paso meses
después...allá llegaremos.
73
Las gallinas estaban muy bien organizadas y eran
todas ponedoras. El galpón donde dormían y tenían los
ponederos estaba muy bien pensado: si no podían salir
porque el clima no lo permitía había espacio dentro para
que estuvieran por allí. Tenían paja seca en el suelo y el
gallinero era amplio. Por cierto que los libros que mi padre
había comprado fueron de mucha utilidad a la hora de
clasificar las gallinas ponedoras de las flojas. Los nidos de
poner estaban construidos de forma que la gallina entraba y
caía una puerta, ella quedaba dentro y allí ponía su huevito
diario. Afuera había una hoja de papel grande impresa con
números de arriba a abajo, tantos como gallinas había (cada
gallina tenía un anillo numerado en la pata). Esta hoja tenía
además impresos de izquierda a derecha los días del mes.
Cuando una gallina ponía, avisaba con sus cacareos para
que la sacaran de su encierro o bien porque quería avisar lo
muy difícil que las había pasado para poner un huevo tan
gordo y pasarlo por un huequito tan pequeño, digo
yo...porque no sería por inteligentes que estaban avisando.
Entonces se iba allá, se sacaba y se miraba la anilla
numerada que tenía en la pata y se anotaba en el gráfico de
la pared y el huevo se colocaba en una cesta que se recogía
diariamente para su venta. Este método parece una tontería
y quizás hoy haya sistemas computarizados para llevar este
control pero en aquel entonces ese sistema era muy efectivo.
Al final del mes las ponedoras se apartaban, las que estaban
cluecas iban a incubar nuevas camadas de pollitos (al estilo
antiguo y natural, sin incubadora) y las flojas ¡Ay!... se
vendían para carne. Todo un círculo vicioso pero así tenía
que ser y aunque me duele recordarlo tengo que aceptarlo.
74
Lo mas bonito era ver una gallina toda rodeada de pollitos y
razón tienen al decir “parece una gallina clueca…” como
expresión de maternidad.
Debo aclarar que en Somió no había agua corriente.
Toda el agua se tomaba de un gran aljibe27 que tenía la finca
y que se abastecía del agua de lluvia que caía de los tejados,
donde había unos canalones que convergían en él. Para
beber, Remedios traía todos los días un caldero que llenaba
en la fuente que había en Somió Park. En Asturias llovía
mucho así que nunca faltaba el agua.
Estamos ya en el año 1934. Papá siguió con su afición
a la política y no supe que trabajara pues recuerdo que eso
del aporte a la casa siempre fue un lamento constante de
mamá. Ella por su parte negociaba con todo lo que caía en
sus manos. Vendió el negocio que tenía y compró la casa de
sus sueños, “Villa Ernestina” se llamaba. También vendía
parte de la cosecha, huevos, gallinas y conejos. También
había una excelente cosecha de manzanas y haciendo
milagros (como siempre la recuerdo) salíamos adelante, o
mejor dicho: fuimos creciendo. Nunca nos faltó en la cena
una buena bandeja de manzanas asadas que comíamos de
postre. Y si nos enfermábamos, también en la dieta estaban
presentes las manzanas reineta, o las perumiñán28 que
comíamos tanto crudas como asadas.
Y así poco a poco llegamos al verano del año 1935.
Recuerdo que estaba próximo el 16 de julio que era la fiesta
de la Virgen del Carmen y que mamá invitó a la familia para
celebrarlo en casa, como solía hacer desde que nos
27
Depósito destinado a guardar agua potable.
28
Variedad de manzana.
75
mudamos allí. Vendrían antes de comer pero todo se
suspendió pues el día anterior corrió por Gijón la noticia de
que Franco se había sublevado en Melilla y que había
invadido el sur de España y marchaba hacia Madrid.
Quedaban en poder de los republicanos Madrid y sus
alrededores además de la zona norte desde San Sebastián
hasta Galicia pasando por supuesto por una pequeña villa
(y que además era puerto de calado) llamada Gijón, donde
estábamos nosotros.
76
visión suficiente como para darse cuenta que todo aquello
era una utopía y que más bien las cosas estaban
empeorando día a día en el bando republicano. Por esa
razón un día decidió que había que poner tierra de por
medio. Con esta idea en mente y me imagino que valiéndose
también de sus amistades logró salir de España, cosa
bastante difícil en ese momento pero él era astuto y supo
que botones tocar. También he de decir que no salió
ilegalmente sino en calidad de enviado del gobierno local de
Vizcaya para realizar una compra de repuestos de la que
hablaré en breve. Estando en Francia papá pensó en la mejor
manera de sacar a su familia de España para ponerla a
salvo, sin embargo esto resultó más difícil de lo esperado
pues a nosotros nos tenían muy vigilados ya que servíamos
de “garantía” para controlar a papá.
Ya en Francia papá se encontró con su sobrino Fidel,
el hijo de su hermana Manuela. Este personaje vivía de todo
lo que podía convertir en dinero sin importar los riesgos y
además tenía pasaporte de USA. Pienso que con él papá
hizo algunos negocios, no sé de que pero lo que si sé es que
los dos manejaban dinero.
Pasó algún tiempo sin que supiéramos de él y ya en
el año 36 nuestra casa estaba siendo perseguida y vigilada
por las hordas anarquistas que por entonces gobernaban la
región. Llegaban a nuestra casa y se llevaban todo lo que
querían: ropa, comida y hasta algún mueble les vi llevarse
en una oportunidad, todo según lo que se les antojara en el
momento. Según ellos lo que estaban haciendo no era robar
77
sino requisar29 con la excusa de que era para los que
luchaban en el frente. Cada visita era una tragedia pues
además nos amedrentaban amenazándonos con sus armas,
lo cual hacía que nos sintiéramos miserables de cobardes.
Otras veces solían apedreaban la casa desde afuera para
asustarnos.
La guerra siguió y aunque no llegamos a pasar
hambre lo que se dice hambre si que pasamos necesidad y
escasez. Las previsiones de mamá siempre fueron muy
grandes y en el desván de la casa había un doble techo
donde mamá escondía granos, manzanas y huevos de la
cosecha propia. El frío que hacía afuera buena parte del año
hacía de refrigerador. Con el frío las manzanas se volvían
“malluques”, es decir se secaban y sabían a gloria. También
teníamos algunos vegetales como tomates y repollos y
alguna que otra gallina que no era controlada por los
milicianos ya que después de la primera visita que nos
hicieron nos dijeron que todo aquello era para alimentar a la
tropa y no podíamos disponer de ello. Aún con esta
amenaza a cuestas mamá alimentaba a la familia con sus
cosechas. Para abastecernos de aceite, leche, jabón y pan nos
daban a cada uno una cartilla de racionamiento con la que
nos íbamos a los lugares de abastecimiento establecidos de
antemano a esperar el camión que traía lo que se había
podido conseguir en ese momento. A veces sólo nos daban a
cada uno un trozo de pan hecho con Dios sabe que mezcla,
puesto que cuando pasaban tres días se llenaba de moho y
29
Dicho de la autoridad militar, en tiempo de guerra, o de la autoridad civil, en
caso de calamidad pública: Expropiar, con efecto inmediato y sin seguir el
procedimiento ordinario, cosas, derechos y servicios.
78
no se podía comer. Un día Pepe se enfermó y acumuló el
pan de cinco días pero después no lo pudo comer porque
estaba todo lleno de ese moho.
Esas salidas a los lugares de abastecimiento
generalmente estaban cerca de la fuente del Somió Park. Al
llegar marcábamos con una piedra nuestro puesto en la cola
y a jugar se ha dicho (feliz ignorancia). Nunca se sabía si el
camión vendría o no y tampoco se sabía lo que traería, sin
embargo la tía Luisa nos mandaba a hacer la cola y nosotros
aprovechábamos la oportunidad para jugar. Cuando estaba
llegando el camión se corría la voz en la zona y eso servía
para alertarnos. También había madres que hacían la cola y
que nos guardaban el turno y nos gritaban cuando llegaba el
camión. Con las cartillas en la mano corríamos a recoger lo
que había en ese momento: a veces no traían pan pero traían
otra cosa, por ejemplo me acuerdo un día que nos
entregaron aceite ¡estábamos tan contentos! sin embargo al
llegar a casa descubrimos que era aceite de linaza y por
tanto no servía para comer. Cuando entregaban granos
había que separar los malos de los buenos puesto que
muchos estaban llenos de insectos, “Pobre del animal que
entra en el cuerpo de otro”... dice un refrán. A veces
también nos daban algarrobos, que eran unas vainas largas
y gruesas más o menos de una cuarta de longitud con la que
alimentaban a los cerdos pero que nosotros comíamos como
ahora se comen las papitas fritas o las chucherías que se
compran para comer en el cine.
Un buen día nos enteramos que papá había dado
señales de vida y que había llegado a la casa. Aunque no lo
vimos sabíamos que estaba allí. La situación política
79
empeoraba y las persecuciones a la gente joven eran
constantes. Aparecían grupos de muertos asesinados cerca
del cementerio de Ceares, en la playa y en rincones de toda
Asturias y el miedo era general. En aquel entonces Isabel
tenía relaciones con un joven que era hijo de una familia
muy bonita, formada por ocho hermanos y sus padres. Un
día sacaron a dos de ellos y aparecieron después muertos en
el monte. Aún guardo la esquela recordatoria de aquel
crimen. Muchachos en plena juventud cuyo único crimen
era no ser anarquista. Tomás Basterrechea, se llamaba.
80
Durante el tiempo que papá estuvo en Gijón antes de
irse a Francia a causa de la guerra utilizó muchas veces sus
influencias y logró salvar de la muerte a más de uno. En una
ocasión ayudó a dos guardias civiles a quienes estaban
buscando para liquidarlos y los sacó de Gijón sin que nadie
lo supiera. En otra oportunidad hizo lo mismo con un
sacerdote a quien conocía y al que también buscaban para
matarlo. A la hora de la verdad papá era amigo cuando
había que demostrarlo y por estas amistades puso a la
familia en un brete que casi nos pillan. Allá llegaremos y
veremos también la influencia que tuvo el episodio con los
guardias civiles muchos años después.
30
Ver Apéndice “H”
81
declarados traidores o algo similar. A causa de esto papá no
pudo regresar oficialmente a España hasta pasados muchos
años.
Una vez sacado Vicente de España y sabidas las
causas de la destitución de papá regresaron con más fuerza
las requisas de comida y ropa, las apedreadas de la casa, los
sustos y las intimidaciones. Un día en que vinieron a buscar
a papá y a Vicente y no los consiguieron la emprendieron
con los animales y en venganza azotaron contra las paredes
a los pollos y a los conejos (¡aquella belleza de animales!) y
como sería que al día siguiente ni siquiera nos dejaron ir a
los niños por allá para que no viéramos aquel desastre y ese
fue el final que mencionaba antes de los conejos Gigantes de
España. Los milicianos decían que si no aparecían Vicente y
papá no se necesitaban los animales. No se los llevaron ni
tampoco dejaron que nosotros los comiéramos y así terminó
la cría de pollos y conejos en la granja. Después hubo alguna
que otra gallina que correteaba por la finca con un lote de
polluelos, lo que podríamos llamar de fabricación casera.
Mamá decidió no criar más, ¡total, para que se los llevaran!
Además con la guerra no se conseguían piensos para su cría.
Realmente era una excusa para tapar la tristeza de lo
ocurrido.
82
eran los de una persona con una trayectoria muy limpia que
digamos, pero esta no es la imagen que me interesa resaltar
sino quiero hacer referencia a lo que él nos trajo por encargo
de papá: tres bicicletas (para Miguel, para Pepe y para mi),
una cocina en miniatura con sus cacharritos que me dejó con
los ojos sin poderlos cerrar de preciosa que era y otro regalo
que no recuerdo para Pilar que aún era pequeña.
La estadía de Fidel no duró mucho y mientras estuvo
en casa la inundó de perfumes que el usaba con abundancia
y de olor a tabaco rubio de pipa, la verdad es que su
presencia se hacía notar. Trajo además unas cajas de galletas
de soda, ahí empecé yo a saborearlas a escondidas cuando
mamá me mandaba a buscar leche al atardecer a casa de una
aldeana vecina que cambiaba las manzanas que recogíamos
del suelo y que ella usaba como comida para su ganado por
la leche de sus vacas. No era mucho pero mamá se las
ingeniaba para hacerla rendir: la calentaba, le quitaba la
grasa de encima y hacía mantequilla para nosotros.
En ese viaje Fidel le trajo a mamá un dinero en libras
esterlinas, aunque eso realmente lo supe mucho después. A
medida que transcurría la guerra la ausencia de comida se
hacía más y más notoria y nuestras raciones estaban más
reducidas. Tengo que reconocer que el hambre hace que uno
se vuelva temerario. Los de casa éramos cuatro y se
sumaban además dos amigos del vecindario lo que hacía
que formáramos una pandilla de cuidado. Sin nada que
hacer, sin escuela y corriendo rueda libre todo el día se nos
ocurrió que teníamos que mitigar el hambre de alguna
forma.
83
Finalmente se fue Fidel, no se cuando ni con quien.
Así como vino se fue sin hacerse notar y aunque parezca
raro mamá se tranquilizó aunque no porque se fuera Fidel,
sino porque le había traído a mamá un plan preparado por
mí padre para sacarnos de España (esto lo supimos mucho
después). En aquel momento no nos entregaron las
bicicletas porque mamá tenía miedo que al ver a los hijos de
Abasolo con bicicletas fueran a sospechar y nos vinieran a
atacar, prudencia que nunca estuvo de más. Nos escondió
las bicicletas en el desván para que no las pudiéramos sacar
y nosotros a sufrir porque se acercaba la primavera, que era
la mejor época del año para usarlas.
84
su mesa camilla mientras nosotros le amargábamos la
existencia con nuestros juegos alborotados.
Siguiendo con los desvanes he decir que eran dos,
uno a cada lado de la buhardilla y enormes. Uno de ellos
tenía doble fondo y era donde mamá escondía las reservas
de la comida para librarlo de las hordas devastadoras de las
milicias republicanas. En el otro desván había unos cajones
con libros y revistas que esperaban su sitio en alguna
biblioteca. Entre ellos había una gran cantidad de revistas
National Geographic en inglés, a las que papá era muy
aficionado. Yo las ojeaba y muchas veces lamenté no saber
ese idioma para entender todas las cosas bonitas que debían
relatar en sus páginas. Me daba la impresión que había en
ellas mucha aventura y fantasía a la cual no podía llegar ya
que por entonces no entendía el idioma y para mí era como
chino. También había muchos libros acerca de la cría de
animales como gallinas, conejos y otras especies de aves de
corral a los que también mi padre era muy aficionado.
Había muchos libros de política, sobre todo de autores rusos
además de unos libros de medicina y que me imagino que
pertenecían también a mi padre ya que no concibo a mi
madre comprando libros donde se mostraban imágenes de
cuerpos humanos al desnudo y donde se hablaba de temas
tan intocables como los órganos que diferenciaban el cuerpo
femenino del masculino. Creo que de allí nació mi interés
por los temas médicos y que perduró a lo largo de toda mi
vida. Me habría gustado mucho estudiar medicina y estoy
segura que habría sido muy competente. Mi mayor
frustración fue el no haberlo podido hacer pero en aquellos
85
tiempos se necesitaba poco menos que ser rico para estudiar
esta carrera.
MI DESPERTAR A LA LECTURA
31
Edmundo de Amicis (1846 - 1908) fue un escritor italiano, novelista y autor
de libros de viajes.
86
también traían algún chiste. Estos libros eran muy
pequeñitos y las letras en consecuencia también eran
pequeñas. Más o menos tenían una medida de 7x4cm y eran
algo así como la versión infantil de Corín Tellado.
También tenía unos libros de cuentos de fantasía. Me
los trajeron como regalo un día de Reyes y los leí y releí
durante mucho tiempo. Eran historias de gnomos tanto
buenos como malos. Estos relatos me subyugaban y vivía a
plenitud la fantasía y las aventuras de estos personajes. Sus
casas en miniatura con sus cocinas y utensilios... todo en
estos relatos estaba hecho a la medida de estos pequeños
habitantes del bosque que transmitían en sus aventuras el
amor a sus hogares y que hacían que yo me transportara a
vivirlas con ellos mientras las leía.
Entre los libros de temas médicos a los que hacía
mención antes recuerdo especialmente uno que tenía unas
láminas en colores muy detalladas del cuerpo humano
femenino y masculino. Por supuesto que yo los leía a
escondidas y cuando sabía que no me sorprenderían en ese
acto, que para esa época era impuro, degenerativo y
escandaloso. Aprendí mucho de lo que leí y esto me sirvió
también de mucho cuando mi cuerpo cambió su estado
natural de niña a mujer y comenzó a dar señales de un
cambio para el cual nunca había sido preparada. Gracias a
estas lecturas no sufrí un trauma cuando la marea roja
invadió mi playa aunque sí que sufrí muchos dolores los
cuales aguantaba a escondidas por la vergüenza que me
daba decírselo a mi madre. Lo que nunca logré cambiar fue
mi timidez, aceptaba todo lo que pasaba pero no lo podía
entender. Sabía como estaba funcionando todo pero me
87
avergonzaba de ello y lo más triste es que estaba segura de
que todos sabían lo que me estaba pasando. Y así viví por
muchos años con esa ignorancia.
No culpo a mi madre por esto, ella quedó huérfana
muy joven y no tuvo quien la enseñara y en sus poquísimas
lamentaciones había una que siempre recordaré: la falta que
le hizo su madre y lo que sufrió por no poder tenerla. Así
que ella no creyó oportuno descubrir en nosotras “esas
cosas” de las que a su parecer no era preciso informar sino
esperar a que llegara el momento oportuno y enfrentarlas
como naturales y de las cuales era tabú conversar en frío.
Madre al fin, lista como era y experta descubrió mi secreto:
––Toma este dinero y cómprate unos paños, eso te
pasará todos los meses–– Me dijo un día con la naturalidad
más grande y nunca más en su vida volvió a mencionar ni
este ni ningún otro tema relativo al cuerpo humano o sus
funciones. Por otra parte yo no tenía amigas de esas que
suelen descubrir a las “ignorantes” como yo a muchos de los
secretos de juventud. Antes de la lectura de aquellos libros
de medicina yo no sabía prácticamente nada de la vida, de
sus cambios, de su evolución y de cómo funcionaba cada
una de nuestras partes, desde el parpadeo de un ojo hasta el
modo de masticar la comida. Creo que mi vida hubiera sido
diferente si hubiera tenido una mejor información de
aquella mujer que al fin y al cabo se había casado dos veces
pero... tenía que ser así. Al menos ya había descubierto que
los niños no venían de París y que las cartas que papá y
mamá enviaban a la cigüeña habían sido escritas con mucho
amor y con una tinta muy especial. Yo creo que mi padre
88
tenía una pluma de oro para esa clase de escritura y mamá
un papel muy importante.
Por otra parte seguía la guerra. Nos enteramos de que
el tío José estaba en un hospital de Cangas de Onís porque
había sido herido y que lo mandarían a su casa de baja.
Mamá se llevó un buen disgusto pues se corrió la voz de
que había sido “herido en combate”. En realidad fue herido
en su amor propio, pues en un bombardeo derrumbaron
una casa y dos pedazos de ladrillo les golpearon uno a él y
otro a su compañero de armas. El no lo dudó y “valiente”
como era corrió a dormir a su casa. Del tío Miguel que
también estaba en el frente no sabíamos nada. A comienzos
del año 37 al tío José le siguieron juicio por desertor (el cual
terminó años después) y afortunadamente para él no tuvo
que ir a la cárcel, solo le dieron de baja en el ejército.
Mientras tanto Franco seguía avanzando y Gijón se
estaba quedando cercada. Desde que había enviudado la tía
Luisa vivía con nosotros en Somió ante la imposibilidad de
poder mantenerse en el piso de la calle Langreo. Yo seguía
siendo su compañera pues dormía con ella en la cama
matrimonial en la que murió el tío Carlos. Ella no hacía
nada especial, había sido señorita y lo seguía siendo. Como
durante la guerra no teníamos escuela, ella se encargaba de
que hiciéramos tareas en la buhardilla de la casa. Esto era
cuando lograba atraparnos, cosa algo difícil por lo demás.
Para mantenernos vigilados habían colocado
estratégicamente delante de la ventana la mesa camilla que
la tía Luisa había traído de su casa y que por cierto era de
las pocas fuentes de calor en toda la casa ya que no había
calefacción. Más de una vez le criticaron que durmiera
89
conmigo pues decían que me estaba quitando todo el calor
pero no fue así ya que yo crecí bien sana, por lo que se ve
tenía calor para las dos. En aquel entonces las camas se
calentaban en invierno con unas botellas de barro llenas de
agua caliente con las que además se quitaba la humedad
pero la verdad es que yo me dormía antes de saber si tenía
frío.
Quisiera comentar algo curioso de esa época en la
que dormía con la tía Luisa. Como mencioné antes ella era
muy religiosa y me enseñó todo lo que hoy se sobre rezos y
devoción. La tía tenía por costumbre rezar todas las noches
el rosario y por supuesto quien la acompañaba era yo. No
me gustaba mucho pues era tiempo de juego para mí pero
aún así me metía en la habitación y empezábamos con lo
que ella quería. Comenzaba sus rezos y todo iba muy bien,
terminaba las cinco estaciones y venían las letanías, todas
ellas en latín. A cada una de sus invocaciones yo contestaba
con un ora pro nobis32 o un miserere nobis33 pero el final yo lo
tenía calculado, entonces comenzaba a desvestirme para
ponerme el camisón mientras ella seguía sus rezos y a la
tercera invocación del Agnus Dei, qui tolis pecata mundi34
siempre contestaba acostada debajo de las mantas de la
cama y ya casi dormida, a lo cual ella me decía:
––Acuérdate que padres nuestros calientes llegan al
cielo fríos––
Nunca la sentí acostarse (así sería de profundo mi
sueño) y también puse en práctica el no rezar en la cama.
32
“Ruega por nosotros” en latín
33
“Ten piedad de nosotros” en latín
34
“Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo” en latín
90
NUESTRO PRIMER INTENTO DE SALIDA
35
Nalgada.
91
barco arrancó los motores y ya se marchaba cuando de
pronto entraron unos milicianos con armas en la mano y
amenazándonos nos sacaron de allí. Nos separaron de
mamá e Isabel y nos llevaron a una casa en el puerto. Allí
nos reunimos de nuevo con ellas en una habitación en la
cual nos vejaron como les dio la gana. Nos desnudaron a
todos para registrarnos y a mamá le quitaron las joyas y las
libras esterlinas que le había traído hacía poco Fidel y que
llevaba escondidas entre su ropa interior. Las joyas que le
quitaron fueron aquellas que había ido reuniendo
comprándolas poco a poco, según mencioné cuando tenía el
negocio en la calle Corrida de Gijón.
Mientras tanto llegó a nuestros oídos que papá estaba
en el puerto tratando de sacar de España a un amigo. De
esto guardo testimonio en un recorte de periódico36 que aún
conservo. Habíamos tenido un día muy agitado y el llanto y
el cansancio del viaje habían hecho su trabajo y nuestro
cansancio era enorme. Hoy después de todos estos años
recuerdo claramente una alfombra roja tipo persa en la cual
me dejé caer totalmente molida y en la cual me quedé
dormida de inmediato. Me imagino que a mis hermanos les
pasó lo mismo, yo no supe más de mí hasta el día siguiente.
36
Ver Apéndice “C”
92
y a Isabel tratando de sacarles información acerca del
paradero de papá. Después logramos hablar con mamá
quien nos dijo que regresaríamos con la tía Luisa. Ese día
nos metieron en un autobús de línea a los cuatro solos y nos
llevaron a Somió. A mamá junto con Isabelita se las llevaron
presas en un auto aparte. Nuestro regreso a Gijón a sólo
veinticuatro horas de nuestra partida y el encarcelamiento
de mamá e Isabel eran el resultado de nuestro primer
intento de salir de España.
Aunque todo lo que sucedía a nuestro alrededor no
era muy alentador tengo el recuerdo de pasar por la
carretera de Villaviciosa a Gijón, que es una carretera que
bordea la costa y cuyos paisajes son espectaculares:
montañas cuyas laderas terminan directamente en el mar y
ensenadas pequeñas donde el agua azota en los días de
marea alta y donde la música de la naturaleza es el rugido
del mar. Pienso en que todos estos elementos, el clima
húmedo y agreste, la vida del mar y la continua lucha contra
los elementos al igual que la lucha en las minas de carbón
para extraer la riqueza de las entrañas de la tierra han
contribuido para formar el carácter fuerte de la gente de
Asturias. Este es un carácter que a mi parecer no tienen
muchos otros pueblos y que les ayuda a soportar los diarios
inconvenientes y desgracias con un estoicismo que sacan de
dentro de ellos al igual que lo hacen con el carbón y que es
también una gran riqueza.
Sin embargo este pueblo Asturiano admirable en
muchos aspectos, también tenía sus defectos y a lo largo de
todo el trayecto pasamos por algunos lugares en los que
fusilaban a los presos de guerra, hermanos de la misma
93
tierra cuyo único delito eran las diferencias políticas que
tenían con los que sostenían el arma que los fusilaba. Así
mataron a muchos en estos acantilados, todos ellos caían al
mar impulsados por el espasmo que producía en sus
cuerpos aquella bala mortal y que de esta forma ahorraban a
sus asesinos el trabajo de enterrarlos. Muchas veces fueron
envidias y rencores personales entre vecinos o simplemente
el sádico placer de matar lo que justificaron, disfrazado de
diferencias políticas, muchos de los fusilamientos. Recuerdo
que mientras pasábamos por esa carretera y veía aquellos
sitios pensaba en aquellos muertos y miraba esos lugares
con respeto.
Esta parte de Asturias me hace pensar en las costas
de Irlanda, que aunque nunca estuve en este país he visto
algunas películas y por ello lo asemejo, con su mar abierto y
azotado por el viento. Asturias es rica en frío, en campos
verdes y en humedad. Todo en estas tierras contribuye a
que el ganado sea gordo y las ubres de las vacas generosas,
con una leche rica y espesa y donde no se necesitan mayores
cuidados para tener el ganado sano ya que la naturaleza se
encarga de ellos. A diferencia de Irlanda las costas de
Asturias son ricas en árboles frutales y montañas, (por algo
está en los Picos de Europa) y dignamente llaman La Costa
Verde. Pasados esos picos a los que se asciende por una
carretera toda de curvas y empinada, se va a dar a las
llanuras de Castilla y el cambio de paisaje es brutal pues se
pasa de ese verdor de vida a una zona seca como la paja y
que sin embargo da un trigo que es una maravilla.
Cuando llegamos a la parada final del autobús en
Gijón nos estaba esperando nuestro primo llamado Manolo
94
(hijo de tía Isabel) a quien habían enviado desde Llanes a
buscarnos. Él fue quien nos llevo a Somió y tenía al igual
que nosotros un gran desconcierto pues nada sabíamos de
mamá e Isabel. Cabía la posibilidad de que las fusilaran,
cosa que era práctica habitual en muchos casos y teníamos
miedo por ello. Después de algunos años mamá nos contaba
que con ese secuestro a que la sometieron a ella y a Isabel
intentaban presionar a papá para que devolviera el dinero
de los famosos repuestos que le habían encargado. Y por
cierto, lo que sí supimos después fue que aquel señor con
barba y gorra de marinero quien nos había dado bizcocho
en el barco, era nuestro propio padre disfrazado. Mientras
estuvimos con él en el barco nunca se identificó y cuando se
dieron cuenta y lo fueron a buscar ya había levantado anclas
y estaba en alta mar. Quien chivateo para allá también
chivateo para acá como dicen, esto de jugar a James Bond con
la CIA le cuadraba bien al viejo y además tenía temple para
estas cosas.
Años después me enteré cual había sido el plan que
se acababa de frustrar: papá estaba efectivamente en el
barco disfrazado de marinero y había ido a Ribadesella37
para sacar de allí un amigo que se llamaba Honesto Suárez y
que era presidente del Tribunal Médico Militar de
Ribadesella y quien seguramente trataba de salir de España
como lo hicieron otros tantos. Papá había alquilado la
embarcación en Inglaterra y no sé quién pagó esto pero
nosotros no fuimos. Lo que si pagamos nosotros fueron las
consecuencias ¿y los “riales”...? Mucho me temo que lo
pagaron los republicanos con el dinero de los repuestos
37
Pueblo costero de la provincia de Asturias (España)
95
famosos que nunca llegaron... o quien sabe. Puedo asegurar
que papá con respecto al dinero tenía un agujero en el
centro de cada mano. Aprovechando el intento de salida de
su amigo Honesto Suárez pensó que era una buena
oportunidad para sacarnos de allí y por eso la orden de
buscarnos a Somió vino de pronto y sin previo aviso. Con lo
que no contaban era que el tal Honesto Suárez estaba siendo
vigilado porque aparentemente alguien había “soplado” de
su intento de salida y le estaban siguiendo la pista. Al
enterarse papá que había peligro arrancó el barco pero ya
los milicianos habían subido a bordo. Él se escondió y como
el barco tenía matrícula inglesa, nada pudieron hacer. A
nosotros nos sacaron puesto que no teníamos salvoconducto
de salida y nos llevaron detenidos. Mientras estábamos
encerrados averiguaron que éramos la familia de Nicolás
Abasolo y corrieron al puerto en su busca, pero ya el Robin
Hood de la goleta se había marchado. Y de nuevo a París.
¡Oh-lalá! ¡Vive la vie!
96
dama de muy buen ver y que preocuparon a mamá durante
un tiempo. Creo que los dos cabecillas de estas juergas eran
mi padre y Fidel ya que a mi hermano Vicente no lo
consideraba yo tan astuto. Aunque Vicente era también
joven y en París los instintos de la carne alumbran como las
luces de los Campos Elíseos. Es posible que mi hermano
tuviera sus “empates” por ahí de los cuales hoy me río pero
nunca tendría la astucia de mi padre o de Fidel. La verdad
es que esos dos juntos fueron clase aparte.
Papá viajaba mucho a Alemania en el año 36. Para
conseguir “riales” y entre otras cosas poder sacarnos a
nosotros de España no se le ocurrió otra cosa más que meter
pasaportes falsos en Alemania para judíos que querían salir
de allá. Estos judíos le pagaban con monedas de oro que él
pasaba por la frontera metidas dentro de una pastilla de
jabón. Cuando venia la SS38 a registrar, él siempre estaba en
el baño lavándose las manos (eso contado por él mismo). No
sé cuantas veces hizo esto pero si sé que sacó lo suficiente
para pagar la embarcación que luego alquiló y pagar al
personal que lo acompañó y me imagino que también al que
lo disfrazó de marinero para venir a España.
Aquí dejo por un momento a papá y a Vicente en
París y me voy con mamá e Isabel, que en ese momento
continúan presas en la cárcel de El Coto en Gijón mientras
que nosotros cuatro seguimos en Somió con la tía Luisa y el
primo Manolo.
38
Las Waffen-SS eran un cuerpo de combate elite (más conocida como la SS, o
cuerpo de protección)
97
AL MANDO DE LA TIA LUISA
39
Pequeño pueblo perteneciente al concejo de Villaviciosa (Asturias)
98
¡POR FIN LAS BICICLETAS!
40
Especie de tortilla compuesta de harina de maíz cocida con agua y sal.
99
cada vez más los alimentos aunque a nosotros nos salvó
siempre la pequeña huerta que teníamos, aunque en
invierno el cultivo no es bueno y la tía Luisa nunca fue
agricultora. Además éramos seis personas a comer y la
mayoría de los animales habían desaparecido con la
matanza que relaté hace poco.
100
estábamos en la carretera principal del norte. Teníamos
miedo de que intentaran atacar la cárcel donde estaba mamá
pero afortunadamente ésta no estaba entre los objetivos
militares. Los bombardeos sin embargo se hicieron cada día
más frecuentes lo que motivó a Manolo y a Miguel Ángel a
hacer un refugio en la finca. Para ello cavaron una zanja en
la tierra y encima pusieron unas vigas que cubrieron con
sacos de arena. Sabíamos que si caía una bomba encima no
nos salvaríamos pero por lo menos nos protegería de la
metralla en caso de que la explosión fuese cerca. Dentro del
refugio puse un Cristo y una medalla que había llevado
Vicente el día de su primera comunión. Allí permanecieron
dentro del refugio hasta el día que salimos de España. Aquel
Cristo estuvo conmigo durante muchos años hasta que hace
un tiempo atrás se lo entregué a María Isabel, la hija de
Vicente. Para mi aquel Cristo había sido una reliquia
salvadora. Las sirenas de alarma avisaban de la proximidad
de los aviones, entonces corríamos hacia el refugio. El
“Pope” que era muy amigo de perseguir pollos y gallinas
pasaba con nosotros al refugio como una persona más y allí
se quedaba temblando entre las piernas de alguien hasta
que pasaba todo. Llegó un momento en que el refugio se
hizo pequeño pues pasaba gente por la carretera y pedía
permiso para guarecerse así que Manolo y Miguel
decidieron hacer otro refugio un poco más grande. Un día,
cuando llevaban el segundo refugio por la mitad, vino un
bombardeo tan fuerte que no pudieron guarecerse a tiempo
y se echaron al suelo pero sin cubrir. Aquella vez la metralla
les llegó tan cerca que les quemó las zapatillas que llevaban
aunque afortunadamente no los hirió. Los aviones buscaban
101
el aeropuerto y el puerto y nosotros estábamos en todo el
centro entre esos dos objetivos. A mi me entró un miedo tan
grande con los bombardeos que me pasaba los días
arrimada a los montones de hierba y debajo de los árboles
del jardín escondida para que si venían no me vieran…
¡ignorancia total! Además del miedo me daban unos dolores
de barriga que no me los quitaba nadie y a veces ni podía ir
al refugio de tanto miedo que tenía. Han pasado 64 años y
aún con un disgusto o cuando me da miedo me dan los
mismos dolores de barriga.
Mientras tanto Franco seguía su avance y sus
bombardeos perseguían aislar a la gente de Gijón, que era
un buen puerto de mar. Con relación a los bombardeos
siempre nos aconsejaban que no nos paráramos ni cerca de
carreteras ni de puentes ni de cuarteles ya que eran los
objetivos obvios, pero un domingo que salí a llevar la
comida a mamá e Isabel me pescó un bombardeo cerca de la
fábrica de lejía que quedaba justo al lado de un puente que
corta la carretera, entonces tiré la bicicleta a un lado y me
acosté al lado de una pared y me tapé para que no me
vieran con un poco de paja… ¡pobre de mi, de paja tenía yo
el cerebro para pensar en esa posibilidad! Ese día no llegué
al la cárcel y por tanto imagino que comerían prestado pues
yo me regresé a la casa.
La lucha para que Gijón se rindiera siguió adelante.
Se comentaba que Franco venía avanzando por el norte y a
eso se debían los ataques para tomar el puerto. Nos
atacaban desde dos flancos: del sur al norte y del oeste hacia
el este. No quiero describir aquí los detalles técnicos de la
guerra porque aunque recuerdo ampliamente lo que pasó,
102
para eso están los libros de historia. Tampoco analizaré las
razones de una cuerda de locos, que tanto de un bando
como del otro y en nombre de sus respectivas ideas políticas
se lanzan a matar y privar de la libertad a sus semejantes.
Aunque si me pregunto: ¿con que derecho? ¿matando vas a
conseguir la verdad?
He de decir que la guerra de España, como
recordarán sus sobrevivientes, daba pena ajena. Muchos no
tenían ni armas, ni uniformes, ni comida. En muchas
oportunidades y a falta de soldados reclutaron a
campesinos, a estudiantes y a todo lo que agarraban por ahí
para que sirvieran de carne de cañón. Además es bien
sabido que algunas potencias extranjeras tuvieron en
España un excelente campo de experimentación de armas
nuevas y con esto cambio de tema porque se me sube la
rabia de sólo pensar en ello.
EL CERVERA...
41
Se refiere a la nave de guerra “Almirante Cervera” activa desde 1928 hasta
1965.
103
nosotros, pues entre esas presas estaban obviamente mamá
e Isabel. Cuando nos enteramos de esta maniobra
comenzamos a temblar, pues el “Cervera” en lugar de
amainar sus descargas las aumentó, aunque al parecer no
apuntaban directamente al barco. Mientras arreciaban
también los ataques aéreos decidimos no llevar más comida
a la cárcel pues la verdad es que no sabíamos donde estaban
mamá e Isabel. Un día llegó la noticia que nos estábamos
temiendo: una bala de cañón del “Cervera” había dado en el
barco y había muertos y heridos y lo peor es que no se sabía
quienes. Así pasaron dos días de angustia porque Manolo y
Miguel seguían sin conseguir noticias. Por fin supimos que
mamá e Isabel estaban en tierra, justamente en el lote de las
presas que llevarían ese día pero que a causa de los
bombardeos no pudieron llevar a bordo y eso las salvó.
¡Gracias a Dios!
Debo decir que mientras mamá e Isabel estuvieron en
El Coto, en alguna ocasión nos permitieron pasar a verlas.
Los guardianes eran gente buena, pienso que estaban mal
ubicados pero no eran malos, eso nos lo dijo mamá después
muchas veces. Además ellos les facilitaban las telas de los
sacos de harina ya vacíos además de algunas lanas para que
las presas se entretuvieran tejiendo y cosiendo. Aún
conservo un delantal que me bordó mamá mientras estuvo
en la cárcel y que ha estado conmigo todos estos años y que
sirve de testimonio de lo que estoy relatando. Mamá
también nos contó que muchas de las compañeras de cárcel
eran de excelentes familias y su único delito era tener
familiares que no eran republicanos y que al igual que
nosotros muchas ni siquiera sabían del paradero de estos
104
“machos vernáculos” de sus familias. Con el
encarcelamiento de sus mujeres, los republicanos intentaban
usarlas de rehenes para lograr el regreso de estos enemigos
políticos ¡que ilusos!
105
DESPUES DE LA RENDICIÓN…
106
también que de esa forma lograrían que papá regresara.
Luego nos enteramos que se había ido a América en busca
de oportunidades ya que el ambiente de guerra en España
todavía continuaría un tiempo más y el resto de Europa no
estaba mejor pues Hitler comenzaba por aquellos años a
caldear la escena internacional.
Mientras tanto nosotros, que éramos jóvenes, nos
dejamos llevar por otros como nosotros y nos inscribimos en
las Juventudes Falangistas Nacionalistas para servir en la
retaguardia, ya que la guerra no había finalizado aún.
Teníamos bicicletas, lo cual era una gran distinción. Miguel
era “flecha” (llevaba correo y mensajes) mientras Pepe
recibía adoctrinamiento ya que era pequeño todavía para
asumir tareas de mayor importancia. A mí me pusieron a
tejer bufandas y recolectar ropas para enviar al frente. Los
domingos desfilábamos y poníamos en práctica nuestras
enseñanzas fascistas y nuestra disciplina. Hacíamos
propaganda y a muchas mamás se les caía la baba de ver a
sus retoños tan marciales, más aún cuando nos ponían el
Fez42. Nos ordenaban desfilar con las mangas de la camisa
recogidas hasta más arriba del codo. Nos decían que
podíamos ir abrigados debajo de la camisa pero los brazos
debían quedar descubiertos. Y miren ustedes que en verdad
tenían razón, pues era pleno invierno y no sentíamos nada
de frío. Íbamos todos muy orgullosos y teatrales sin saber en
el fondo lo que estábamos haciendo. A la postre, solo figurar
nos importaba.
Mamá continuaba sin saber donde estaba nuestro
padre. Creíamos que la correspondencia estaba siendo
42
Sombrero rojo con borla y caído de un lado. Es originario de Marruecos.
107
controlada por los fascistas, que se servían de este método
para perseguir republicanos y lo poco que podíamos
averiguar era por boca de alguno que a su vez sabía de
algún otro... y así. Aún así mamá escribió una postal a
Vicente, quien aún seguía en Francia. En ella le decía
(supongo que de una forma muy discreta para no despertar
sospechas) que ella e Isabel ya estaban libres pero que aún
nos seguían persiguiendo. Todo esto ocurría en septiembre
de 1937 y en el Apéndice “J” al final de este relato se puede
ver una recopilación de fotos individuales de todos nosotros
y que corresponden más o menos a aquella época.
108
Allá salimos un buen día rumbo a la frontera. Esta
vez pasamos por Llanes a despedirnos de los tíos, aunque
mamá en ningún momento soltó prenda y ni siquiera a ellos
les dijo cual sería la jugada. Solamente les dijo que
saldríamos de España pero no les dijo el destino final. Fue
cuando llegamos a la frontera de Irún-Endaya que me di
cuenta de que dejábamos nuestra tierra posiblemente para
siempre. Para ello teníamos un salvoconducto emitido por
la Jefatura de los Servicios de Fronteras con el núm. 60923 y
fechado el 4 de febrero de 1938 y para no despertar ninguna
sospecha pasamos la frontera vistiendo nuestros uniformes
de la Falange, cuerpo al que como he dicho ya
pertenecíamos Miguel, Pepe y yo.
No se que sentirían mis hermanos pero yo si que
recuerdo lo que sentía. Lloraba porque había tenido que
decirle adiós a la tía Isabel y al bueno del tío Pepe (aquellos
queridos y buenos tíos que tenían una cara compungida con
nuestra despedida) y también a la tía Luisa y al “Pope”,
nuestro perrito. Esa vez me dio mamá un “esmenon43” en la
habitación del hotel en Endaya, que acabó con mis lágrimas
sentimentales y las cambió por lágrimas dolorosas, que total
de nada sirvieron puesto que la decisión de salir de España
estaba tomada y no había marcha atrás. Hoy día reconozco
la valentía de mi madre al emprender con seis hijos a
cuestas la aventura de un destino muy incierto pues ella
sabía que con papá no contaría a la hora de ingresar
recursos a la economía familiar, pero su meta era la familia
unida ante todo. Además una de las causas que obligaron
nuestra salida de España fue que mamá quería mucho a
43
Expresión utilizada aqui como sinónimo de bofetada o nalgada.
109
papá y sabía que con las andanzas políticas de éste, poco
tiempo iban a permanecer juntos si continuaban en España,
pues lo perseguían por republicano. Mucho tiempo después
mamá nos confesó que antes de salir de España también las
pasó muy mal por todo lo que dejaba atrás.
El día que salimos por la frontera de Irún y justo
antes de pasarla recuerdo que almorzamos en un
restaurante, y digo almorzamos pero yo lo que comí fue
cuero del berrinche que llevaba. Treinta y dos años después
hice un viaje a España y volví a ese restaurante pues lo que
más recordaba de él era que estaba instalado sobre un río y
tenia una vista selvática preciosa, así seria de bonita que ni
siquiera el berrinche hizo que no me fijara. Con muchas
precauciones y todas las advertencias que nos había dado
mamá llegamos a la frontera con gran tensión (pues no
sabíamos si se creerían el cuento de que éramos cubanos)
pero por suerte no hubo problemas y nos dejaron pasar.
Finalmente estábamos en Francia. Irún era desolado
pero Endaya era más desolado aún. En aquel entonces me
parecían como desiertos y pienso que todas esas zonas de
frontera son así, supongo para evitar que se cuelen.
Nosotros llevábamos pasaportes cubanos y visado de
emigrantes en tránsito por Francia. Menos mal que en
aquella época Francia recibió bien a los emigrantes. Los
pasaportes fueron reconocidos y una nueva vida,
desconocida y no programada se abría delante de nosotros.
110
UNOS DIAS EN ENDAYA
44
‘El Fuerte’ es una localidad cercana al pueblo de Berbes (Asturias)
111
barata ya que durante los meses de invierno poca gente las
quiere. Biarritz era en aquella época un refugio de españoles
emigrantes. Era una zona bellísima y desde nuestra
habitación se escuchaba el rugir de las olas contra los
acantilados y daba una sensación sumamente agradable, me
recordaba al paseo de Santa Catalina en Gijón. Al menos
había mucha paz en este “compás de espera” donde mamá
esperaba nuevas instrucciones de papá y donde esperaba
también conocer a que destino nos llevaría.
En Biarritz durante el invierno no se puede hacer otra
cosa más que estar en casa y protegerse del frío. Como era
común en esa época no había calefacción central sino que
cada habitación tenía una tremenda chimenea. Nosotros sin
embargo, teníamos que administrar muy bien los recursos y
por tanto no había dinero para gastar en leña para la
calefacción. Esta casa la comparo ahora con la de Cumbres
Borrascosas45 porque tenía una cocina como para un ejército
y el comedor y la sala nunca las usábamos, porque eran tan
grandes que nadie quería tomarse la molestia de limpiar
luego. Muy de tarde en tarde usábamos el comedor cuando
nos reuníamos todos. Al grupo de nosotros seis había que
sumar los amigos que Vicente, Miguel e Isabel habían hecho
de conocerse en la playa. Mamá como de costumbre llevaba
la batuta con la comida y el lavado de la ropa. Mucho
trabajó ella con lo del lavado de la ropa y la verdad es que
nosotros en aquella época fuimos muy poco colaboradores.
Le tocó también curar una sarna que agarraron Pepe y
Miguel, porque de eso había en abundancia entre los
45
La conocida novela de Emily Brönte (Wuthering Heights, 1847)
112
emigrantes de Biarritz a causa del invierno y sobre todo la
falta de aseo.
Como Isabel era la señorita de la casa y yo era la que
le seguía en edad a esta servidora le tocaban todas las
labores de “fregoteo” y una vez a la semana los cambios de
lencería y otras limpiezas. Yo tenía entonces once años y no
me había desarrollado todavía aunque había síntomas de un
pronto ingreso en la pubertad. Como ya he relatado
anteriormente pasé el dolor de mis primeras menstruaciones
callada puesto que me daba vergüenza decirle nada a mamá
¡oh maldita ignorancia! También me salieron unos granos en
la cara que mamá me curaba con cascos de cebolla y aceite
caliente sobre ellos, ella decía que era el “desarrollo” ¡vaya
usted a saber cuál! Con esta cura casera reventaban los
granos que me salían por muchas partes del cuerpo y
después me echaba agua oxigenada.
Pasaron el invierno y la primavera y con la llegada
del verano nos vimos obligados a mudarnos a la casa del
conserje (que era más pequeña) porque la que ocupábamos
estaba alquilada para el verano. Así que llegado el mes de
junio hicimos la mudanza y como no teníamos más que
ropa, fue fácil. Recuerdo que empezamos a ir a la playa de la
Côte des Basques46 que era una preciosidad. Quedaba al fondo
de un acantilado frente a nuestra casa y se llegaba allá por
un camino que bordeaba la montaña. En la mitad de camino
había dos miradores naturales y la vista desde allí era
impresionante. Era curioso ver que cuando la marea estaba
baja a la playa no se le veía fin y decían que llegaba hasta
46
Significa “la costa de los vascos” y recibe este nombre porque en días claros
se pueden divisar desde allí la costa y las montañas del país vasco.
113
Saint Jean de Luz,47 aunque por supuesto casi nadie hacia ese
trayecto a pié ya que es muy largo. Biarritz tiene otra playa48
muy exquisita que estaba cerca del casino pero, ¡eso no era
para nosotros! y entre estas dos playas hay (porque todavía
está allí) una roca a la que llaman Le Rocher de la Vierge49.
Esta roca está a unos pocos metros de la costa y se accede a
ella por un pequeño puente y el agua azota allí con una
fuerza tremenda.
Miguel y Vicente hicieron amistad con cuatro
españoles que también estaban en una situación similar a la
nuestra y a los cuales mamá como buena coneja adoptó y
también se convirtió en su paño de lágrimas. Ellos departían
con nosotros como si fueran parte de nuestra familia. Al
igual que nosotros se sentían necesitados de compañía y
como no tenían donde ir pues venían a nuestra casa, que en
ocasiones era como un albergue de acogida, pues allí
comían las tortillas que mamá les hacia y las buenas tandas
de percebes que arrancaban a Le Rocher de la Vierge. Los
percebes solo se crían en lugares azotados por el mar, lo
mismo que los erizos. Estos percebes los recogían ellos en
sacos y eran la admiración de los franceses, pues pocos se
atrevían a llegar a esa roca para arrancarlos frescos de allí.
Algunas veces mientras los estaban pescando tenían desde
el puente gente que los animaba y alentaba ¡y todo sin
salvavidas ni flotadores…! sin duda el hambre es más fuerte
que el miedo.
47
Localidad costera a unos 14 kilómetros al sur de Biarritz.
48
Se refiere a “La Grande Plage” (Biarritz)
49
Le Rocher de la Vierge significa “La roca de la virgen”
114
Mamá hizo amistad con una señora que era la
encargada o ama de llaves de la quinta que estaba al lado de
la nuestra. Se llamaba Irene y era una viuda española de
buena familia que había emigrado con una sobrina huérfana
a Francia. Era muy educada y fina y había aceptado como ya
dije, el trabajo ama de llaves de esta casa. La dueña de la
casa era una señora francesa que era la amante de un tal Sr.
Lui, dueño de una fábrica de chocolates llamada Chocolates
Lui de San Sebastián. La amante del tal señor Lui tenía una
hija que se llamaba Michu y era muy amiga de la hija de
nuestros conserjes, que a su vez se llamaba Marie. Marie y
Michu eran un par de francesitas candela pura y la verdad
es que no puedo poner la mano en el fuego por mis
hermanos que no eran precisamente muy tranquilos que
digamos, además ya se sabe como son los hombres en edad
juvenil.
En la casa había un lavadero bastante grande que
estaba apartado y que a su vez tenía como una planta alta.
En esa planta alta mis hermanos pusieron un estudio
fotográfico para revelar sus películas y de paso “impartir
clase de revelado” imagino. El caso es que de vez en cuando
a Pepe a Pilar y a mi nos alejaban de allí con amenazas e
invitaban a Michu y a Marie para recibir clases... ¡no sabían
nada! Imagino que estas clases les gustaban y los maestros
también, porque llego el momento en que a Michu y a Marie
les prohibieron seguir viniendo a casa. Algo olería Irene la
de la quinta de al lado, que era muy amiga de mamá y
además una bellísima persona. Quizás hasta fue advertida
por nuestra propia madre, el caso es que no llegaron a cerrar
el taller de revelado pero si la entrada de las ninfas a él y
115
tanto Marie como Michu se alejaron un poco. Por otra parte
la sobrina de Irene (que vivía con ella) e Isabel mi hermana
eran las reinas de las reuniones de emigrantes desarrapados
que se daban en nuestra casa y hasta creo que algún
enamoramiento hubo por ahí, aunque siempre fueron
reuniones muy comedidas ya que ellos eran adultos y más
fáciles de llevar.
Debo hacer mención de algo que sucedió en casa de
los padres de Marie, que como dije antes eran los conserjes
de nuestra casa. Ellos eran una pareja con dos hijos: un
varón y Marie que era hembra. El padre de Marie tenía la
mala costumbre de sentarnos en su pierna y allí (tanto a
Marie como a mí) nos acariciaba los brazos, las piernas, la
cabeza, y nos abrazaba. Marie tenía mi edad pero estaba
mejor formada que yo puesto que mi cuerpo al lado del de
ella era una birria. Esta práctica era constante: nos
apretujaba a las dos o a la que estuviera de turno en ese
momento, aunque nunca lo hizo con Pilar que era muy
pequeña. Llegó un momento en que ir a su casa era un
tormento porque yo (que siempre fui muy arisca) no
aceptaba ese manoseo y así tomé venganza. Un día que el
padre de Marie tenía un dinero sobre la mesa, lo cogí (ni me
acuerdo cuanto era) y me sentí feliz de hacerle al depravado
aquel esa tracalería. Al poco tiempo descubrió que le faltaba
dinero y por supuesto al preguntarme confesé que había
sido yo pero cuando averiguaron el motivo le llamaron de
todo al buen concierge. Como puede verse era un pederasta y
aunque no es nada nuevo en nuestros días, vemos con esto
que eso existe desde hace mucho.
116
En Biarritz Pepe asistió al colegio y hasta recibió un
premio de aplicación, pese a que apenas estaba empezando
a hablar francés. A mí por los motivos que fueran no me
inscribieron en el colegio y me defendía con un libro que me
compró mamá y que todavía tengo. Al parecer yo era muy
mayor para ese colegio así que me tuve que conformar con
la lectura del libro que mencioné.
Fueron pasando las semanas y a veces me entraba
melancolía de estar lejos de España, de la tía Luisa y del
“Pope”. Los añoraba mucho y creo que a ello contribuía el
hecho de que en Biarritz no tenia amigas, unas porque eran
mucho mayores que yo y otras simplemente porque no me
aceptaban. A veces salía con Pilar a la playa pero eso era
como bailar con el hermano de una. Con la excusa de
aprender a leer el nuevo idioma mamá me dio dinero para
comprarme unos libros en francés. Recuerdo que me
compré unos de Dumas50, “Los Tres Mosqueteros” y su
continuación que era “Veinte años después”. También
compré otro de Tarzán que se llamaba “Tarzán entre las
fieras”. Leyendo esos libros los cuales aún conservo, aprendí
francés. Los leía y releía con un gusto que disfruté durante
mucho tiempo. Como pasatiempo también me dedicaba a
recortar de los pocos periódicos y revistas que podía, caras
de artistas y películas y después las pegaba en un cuaderno.
Seguía siendo una solitaria que se entretenía con lo que
podía y tenía a mano.
50
Alejandro Dumás, escritor francés (1802 - 1870)
117
DE BIARRITZ A PARÍS
118
alquiler nos fuimos a París en donde papá nos había
alquilado un apartamento. Este apartamento quedaba en el
tercer piso del número 23 de la Rue Roussel, a dos cuadras
del Arco de Triunfo. Tenía dos habitaciones, un comedor,
un baño y una cocina. Llegaríamos a París empezando el
otoño, una época en que la capital de la moda y de los ricos
de toda Europa está particularmente preciosa.
El día de nuestra partida a París embarcamos en la
estación de Biarritz por la mañana y pasamos todo el día en
el tren, donde terminamos con las nalgas “cuadradas” de
tanto estar sentados. Nos acompañaban una buena tortilla,
varias baguettes y manzanas para el largo viaje ya que
éramos seis personas y no había dinero para almuerzos en el
tren. Fue un viaje sin trascendencia alguna en el que yo iba
acompañada de mi cuaderno de recortes y mis libros que
eran mis únicos tesoros y a lo cual debo añadir también un
juego de baraja.
EL 23 DE LA RUE ROUSSEL
119
movimiento de sus manos al tejer lo tenía tan grabado en la
cabeza que en su lecho de muerte y ya obnubilada agarraba
la colcha de la cama y hacía el ademán de estar tejiendo,
cosas del subconsciente. Ella tejió durante toda su vida:
tanto tejió que creo que toda la lana que empleó daría para
dar la vuelta al mundo. Fue su entretenimiento, su afición y
muchas veces hasta una ayuda económica, puesto que
vendía sus trabajos. Aunque también fue mucho lo que
regaló, porque en ese sentido era muy generosa. En el banco
donde trabajó cerca de 48 años daba clases de tejido a las
compañeras, con quienes mantenía una buenísima amistad.
Las clases las daba en la propia oficina, en horas del
mediodía. Si cobraba o no lo ignoro, porque se que Isabel
con sus amigas era clase aparte.
En París yo seguí con las obligaciones hogareñas que
ya estaban arraigadas en mí: fregar y limpiar habitaciones.
En las habitaciones del apartamento de París nos
repartíamos así: en una dormían Pepe y Miguel en dos
camas plegables y Vicente en una fija y en la otra
dormíamos mamá Pilar y yo. Mamá dormía en una cama
grande que había, Pilar lo hacía de un lado yo a los pies de
un lado también. Aparte dormía Isabel en una cama
plegable pequeña ¡y el que no se conforma es porque no
quiere, digo yo! En aquel entonces no necesitábamos
píldoras para dormir y como no íbamos al colegio nos
trasnochábamos jugando. Por la mañana dormíamos el frío
matutino hasta tarde.
La vida en París fue otra adaptación más a nuevas
costumbres, en este caso a las francesas. El apartamento
(siguiendo la costumbre de la época) no tenía calefacción,
120
solo una chimenea en la sala pero al igual que en Biarritz,
había que administrar muy bien los recursos y por tanto no
había “rial” para comprar leña así que quienes
calentábamos el apartamento éramos nosotros con nuestros
cuerpos. Había eso si, agua corriente en abundancia y un
calentador de gas automático que era una belleza pues
podíamos bañarnos con agua caliente lo cual no podíamos
hacer en Biarritz. Como el apartamento estaba en una zona
muy céntrica de París, con caminar dos calles llegábamos al
Arco de Triunfo y de allí íbamos por los Campos Elíseos
hasta Las Tullerías. Al estilo de toda gran ciudad había
decenas y decenas de tiendas con miles de artículos que nos
encandilaban los ojos. También descubrimos que en Las
Tullerías había todas las tardes un guiñol51 para niños al que
siempre asistíamos. También descubrimos unos estanques
con peces rojos como salmonetes. Se permitía darles pan y
ellos subían hasta la superficie a comerlo. Era muy
gratificante verlos, aunque no se si también paso por
nuestra cabeza la posibilidad de ver uno de esos peces en la
sartén de mamá. Hay que recordar que nosotros veníamos
de pasar hambre pero... ¡está bien! no los pescamos, sólo les
dimos de comer...
En el tiempo que estuvimos en Paris mamá no
aprendió francés, se le hizo difícil. Alguno de nosotros le
servía siempre de intérprete y de ese modo hacía la compra
en el mercado, que por cierto era al aire libre. Ella se
manejaba muy bien y administraba rigurosamente el dinero
del que disponía y que papá le enviaba a control remoto.
También había algo de dinero para ocio y mamá nos daba
51
Teatro de títeres y marionetas originario de Lyon (Francia)
121
los miércoles de cada semana cinco francos para que
fuéramos al cine Pilar, Pepe y yo. Como yo era la mayor era
la líder del grupo y con un plano en la mano no había
dirección que se nos resistiera. Nos lanzábamos a la calle los
tres en busca de una película para ver. Allá los cines eran
continuados así que salíamos a las tres de la tarde y
regresábamos a las siete o las ocho después de habernos
“pegado” una misma película tres veces. Por esa época
estaba de moda “Blanca Nieves y los siete enanitos” y lo
digo con toda veracidad: no buscábamos más película que
esa. La veíamos semana tras semana y la perseguíamos por
todos los cines (los miércoles era cuando cambiaban las
películas en los cines) haciendo el mayor esfuerzo para que
no se nos escapara. El dinero que nos daban alcanzaba justo
para la entrada del cine, es decir que de caramelitos, papitas
o castañas, nanai...nanai...
Recuerdo que se nos iban los ojos detrás de unas
baguettes rellenas de papás fritas o unos paquetes de
castañas, pero el presupuesto no alcanzaba. Un día que
íbamos en busca de nuestro cine de esa tarde pasamos por
unos almacenes que se llamaban Le Printemps. Ese día había
rebaja de almendras garrapiñadas y entonces se me
ocurrió… (Porque debo decir que mis hermanos eran
pequeños y sin malas intenciones y la que llevaba la batuta
era yo) decirles a mis hermanos que pasáramos corriendo
dentro del almacén que tenía las puertas abiertas,
agarráramos un paquete de almendras y saliéramos por la
otra puerta. Lo hicimos y creo que nadie nos vio porque sin
duda nos hubieran detenido ¿o esos franceses se creen que
los niños son todos de teta y sin maldad? El caso fue que ese
122
día vimos la película pero acompañada con almendras
garrapiñadas ¡y que sabrosas eran!
Papá vino alguna vez a vernos durante nuestra
estadía en París, aunque nunca dormía en casa. Creo que a
mamá le seguía la mosca detrás de la oreja con la mujer de
aquella foto que mencione antes. Nos traía queso Roquefort
y mermelada de membrillo y como era un queso entero y
una caja grande de membrillo, la merienda era una golosina.
Con él fuimos a conocer el Louvre: nos enseñó la “Victoria de
Samotracia” y la “Venus de Milo” y también nos llevó a
conocer la “Mona Lisa”. De la mano de él conocimos
muchas de las maravillas que ese museo tiene y otros sitios
de París también. En otra ocasión nos llevó a ver la tumba
de Napoleón, en el puente de Los Inválidos. Con todo y lo
anticlerical que era nos llevó a la catedral de Norte Dame y
le fue explicando a mamá cada uno de los detalles. No
puedo decir que fue egoísta y se veía que se deleitaba
enseñándonos todas esas maravillas.
Llegó entonces el invierno, que en París es muy crudo
y el frío es cortante y seco. Los perritos hacen pipí y el frío
congela las meaditas y después las señoras resbalan en esos
hielitos y ¡cataplún...! contra el suelito, o sea que hay que ir
con diecisiete ojos. Un día que había un desfile de tropas en
el Arco de Triunfo, mamá con toda su tropilla salió a ver el
desfile y nos paramos detrás de la gente que estaba
esperando a que pasara. Como en Francia es muy raro ver a
una señora sola con hijos (y menos con seis) un guardia que
la vio nos pasó a primera fila y encima con sillas y todo.
Ventajas de la maternidad y... ¡vive la France! En Francia
una mujer con hijos es sagrada y más si son bonitos y bien
123
educaditos como éramos nosotros. En las noches nos
dábamos sesiones de Parchís52 hasta que nos daban las dos o
tres de la madrugada. Como no teníamos que ir al colegio
dormíamos hasta tarde y calientes que era una delicia.
Además durante el día jugábamos a las cartas debajo de la
cama de mamá. Como era un camastrón inmenso y alto
cabíamos debajo perfectamente y mamá no nos veía.
También debajo de esa cama me metía a jugar con mis
estampas y a leer y releer mis libros. Así aprendí a leer
francés y además bastante rápido. Es increíble lo fácil que
nos resultó el idioma a todos y fue una lástima que no lo
siguiéramos practicando.
52
El Parchís es un juego de mesa muy similar al Ludo.
53
Embarcación que lleva la correspondencia pública, y generalmente pasajeros
también, de un puerto a otro.
124
En un diccionario que tenía Vicente supimos además que
era un país tropical y que la gente se vestía con trajes
blancos. Mamá comenzó los preparativos del viaje: hizo los
baúles y compró ropa de cama y toallas que no teníamos. En
la carta de papá decía también que había alquilado una casa
“CON TRES HABITACIONES, COMEDOR, COCINA,
BAÑO Y PATIO CON LAVANDERO” y lo pongo en
mayúsculas para que la casa parezca aquí más grande de lo
que en realidad fue. Esperábamos que la casa que había
alquilado papá fuera por lo menos igual a la que estábamos
habitando en París, pero como dice el refrán “una cosa
piensa el burro y otra quien lo monta...”
Nosotros no estábamos muy contentos de salir de
Europa pero al parecer no quedaba más remedio. Además
de toda la situación política en España había que sumar a
Hitler, quien ya estaba revolviendo mucho y papá olió lo
que se venía encima. Casi al mismo tiempo de nuestra
partida hacia Venezuela Hitler invadía Austria54
confirmando así las sospechas de papá: político al fin, esta
vez había acertado.
54
El 12 de marzo de 1938 el ejército alemán invade Austria, y a las dos de la
tarde del día 15, Hitler hace su entrada triunfal en Viena.
55
Puerto de mar situado en el estuario del río Sena, al noroeste de Francia.
125
saberlo en aquel momento pasaríamos el resto de nuestras
vidas. Saco la cuenta y me asombro de ver como ha pasado
el tiempo: ¡ya son más de sesenta años los que llevamos en
Venezuela!
Ya en altamar nos dimos cuenta que a cada momento
nos alejábamos más y más de nuestra querida tierra y que
cada día se hacía más difícil nuestro regreso al lugar en que
habíamos nacido. Mientras estaba en el barco recordaba
cuando en Biarritz me decían que en días despejados se
podía llegar a ver España desde un punto al final de la
playa. Yo miraba entonces hacia el horizonte pero no veía
nada más que mar, creo que me habría consolado un poco si
hubiera visto aunque fuese un poco de España. Por otra
parte creo que aunque mamá sentía también el dolor de la
partida la llenaba de esperanza el ver a su familia unida y a
papá junto a nosotros.
Fue una sorpresa muy agradable cuando nos dimos
cuenta que en el mismo barco viajaban hacia Venezuela
también cuatro de nuestros amigos de Biarritz y un grupo
de hermanos catalanes con quienes hicimos muy buena
amistad los once días que duró la travesía. Eso contribuyó a
hacer nuestro viaje más alegre y llevadero. En el barco
viajaban también una ex-monja y un ex-cura que habían
contraído matrimonio en Francia y que eran ambos
españoles. Este matrimonio arrastraba la cruz de haber
tomado aquella decisión que en aquellos años era muy mal
vista. Años más tarde los vimos en Venezuela ya con una
familia crecida.
El paso por el Canal de la Mancha fue una tortura
china, nos mareamos como marinero novato y pasamos las
126
de Caín. Los camareros del barco se portaron muy bien y
nos dieron toda clase de atenciones para hacer nuestra
travesía más llevadera. Allí supe que el pan y el sándwich
de Roast-beef era lo mejor para el mareo y eso nos dieron. A
la mañana siguiente cuando el barco enfiló hacia América se
nos pasó todo. Hacía mucho frío pero al pasar las Canarias
el tiempo mejoró y dentro de una de las bodegas de carga
metieron una lona grande dentro de un tanque que había y
nos improvisaron una piscina. Eso acabó con todos nuestros
males pues nadar siempre nos gustó y en el agua nos
sentíamos felices. En ese tanque que pomposamente se
llamó piscina se bañaban todos los del grupo de Biarritz y
nosotros éramos los únicos que la utilizábamos. Algunas
veces cuando el mar estaba movido, el agua de la piscina se
movía con fuerza y entonces nos teníamos que agarrar de
los bordes para no salir fuera, aunque no hubiéramos caído
nunca al mar puesto que había una baranda de protección
muy segura pero sí nos hubiéramos dado un buen golpe.
La nostalgia de la partida dio paso a unos días en que
lo pasamos muy bien. El barco se movía hasta con la brisa
pero no nos mareamos más y enseguida nos
acostumbramos. Teníamos buena comida y nuestra mesa
estaba siempre “protegida” con algo extra. Esto lo hacían los
camareros por deferencia a mamá a la que ellos llamaban
“la mujer valiente de los seis hijos”. Creo que éramos los
consentidos de la tripulación ya que en nuestra mesa era la
única donde se repetían los postres. En el barco teníamos
también juegos de salón, cine y diversiones en cubierta.
Recuerdo que paramos en las islas de Guadalupe y Trinidad
y que los marineros salían con nosotros a pasear en grupo.
127
También recuerdo que en Martinica los negritos que piden
limosna a los barcos nos robaron los trajes de baño que
habíamos puesto a secar en los “ojos de buey”.
Para mí fueron once días de no fregar platos ni
limpiar ¿qué más podía pedir? pero dicen que todo lo bueno
se acaba y así, el día 11 de marzo de 1938 como a las seis de
la mañana nos avisaron que la costa de Venezuela estaba a
la vista. Habíamos navegado durante toda la noche por la
costa que va desde Trinidad hasta La Guaira sin saberlo y
cuando nos avisaron que las costas venezolanas estaban a la
vista nos pasó igual que a Colón: solo vimos monte, lo
demás lo veríamos y lo viviríamos después.
128
nos esperaba papá, quien traía un carromato (llámese auto)
en el cual montamos nuestro equipaje como pudimos y en el
cual emprendimos la conquista de la “Gran Caracas”.
Mientras estuvimos en la aduana esperando por
nuestro equipaje un muchachito que estaba por allí leyendo
historietas cómicas se fijo mucho en nosotros. Yo de
asomada y sin ninguna vergüenza le pedí prestada su
revista. El muchacho además de prestarme la revista fue a
su casa y regresó con otras más y yo tenía los ojos como un
par de huevos fritos de admiración por lo que me acaba de
pasar: acaba de recibir el homenaje del primer enamorado
venezolano de mi vida. Después vendrían otros hombres a
mi vida, no sé si enamorados o no, lo que si sé es que unos
no concordé en absoluto y con otros concordé demasiado.
Habíamos llegado oficialmente a nuestra nueva
patria: era el 11 de marzo del año 1938. El 10 de marzo se
había celebrado el día de Vargas, fecha en que se
conmemoraba el nacimiento del doctor José María Vargas56,
eminente médico venezolano y al día siguiente de nuestra
llegada Hitler invadiría Austria a pesar que hacía menos de
un mes que se había firmado el tratado de paz con
Checoslovaquia, el 29 de septiembre. Ese anormal de Hitler
al igual que muchos otros políticos, jamás conoció la lealtad.
Mi padre nos había salvado de la II Guerra Mundial
aunque para lograrlo tuvo que traernos a un país que por
entonces era muy pobre pero que ya entonces se perfilaba
como uno de los principales exportadores de petróleo del
mundo. Gobernaba por entonces el General López
56
José María Vargas nació en La Guaira el 10 de marzo de 1786.
129
Contreras57 quien asumió el poder después de la muerte del
dictador Juan Vicente Gómez58.
57
Eleazar López Contreras (1883-1973). Presidente de Venezuela entre 1935 y
1941.
58
Dictador venezolano que gobernó desde 1908 hasta su muerte en 1935.
130
fregadero. Allí en la cocina había un fogón de ladrillos y una
cocina que funcionaba a base de queroseno y cuyo olor se
impregnaba en los alimentos y nos revolvía el estómago.
Los alimentos se compraban en mercados, bodegas o
abastos donde se vendía todo a centavo:
––Deme “uno” de mantequilla, “uno” de queso y
“uno” de café––decíamos para pedir las cosas de la compra.
En esa época tampoco había carnicerías con
refrigerador sino sitios que se llamaban “pesas de carne” y
donde se compraba al peso la carne del día. El mercado
donde comprábamos quedaba en la esquina de San Jacinto y
el transporte lo hacíamos en un tranvía que iba desde la
esquina de Natividad hasta la plaza Bolívar. De allí
podíamos montarnos en otro que pasaba frente al mercado.
Con el tiempo averiguamos que también había un autobús
de la línea San Ruperto que por una locha59 nos llevaba
hasta El Valle haciendo trasbordo en la Plaza Bolívar.
Papá había alquilado esta casa a un señor llamado
Manuel Antonio Pulido Villafañe por Bs.150 al mes. Este
señor era un funcionario que ocupaba un cargo que tenía un
nombre muy largo: Jefe de la Oficina de Investigación e
Identificación de Extranjeros, y a juzgar por esta conexión se
comprende que ya papá estaba haciendo contactos a ver con
quién congeniaba en sus ideas. Con los años el Sr. Villafañe
demostró ser una persona honesta y amigo de verdad. Años
después se retiró de su trabajo se fue a vivir a Coro. El decía
que las playas de Falcón eran tan largas que Venezuela se
podía invadir por ahí sin que el resto del país lo notara.
59
Antigua fracción monetaria del Bolívar correspondiente a 12,5 céntimos.
131
No voy a negar que todos nos quedamos un poco
desilusionados con nuestra nueva vivienda. Hay que
recordar que veníamos de Europa donde vivíamos en un
ambiente totalmente diferente del que ahora íbamos a vivir.
También debo decir que para compensar esto nuestros
vecinos nos recibieron con tanto calor humano, cordialidad
y amistad como hacía mucho tiempo no conocíamos. El
acontecimiento de nuestra llegada fue todo un jolgorio y los
vecinos se peleaban nuestra amistad. Gracias a ellos
empezamos a conocer las comidas típicas venezolanas. Las
mejores arepas las comimos en casa de la familia Luna, que
vivían a dos casas de la nuestra. Allí con esa familia mamá
aprendió a hacer hallacas, enseñada por Juanita que era una
hija casada de este matrimonio. Tan bien aprendió mamá a
hacer hallacas que durante las siguientes cuarenta y cinco
navidades fue la encargada de surtir de este manjar a toda la
familia y eran plato muy cotizado en las fiestas hogareñas
de navidad. Sus hallacas fueron lo mejor que comí en esta
tierra y no solo dicho por mi sino por muchas otras
personas. Fueron hechas por una asturiana que aprendió
con mucho cariño las costumbres y el sabor esta tierra
cariñosa y abierta que era por ese entonces Venezuela. Y no
es que ahora no lo sea pero creo que Venezuela hoy día es
como una mujer maltratada, que huye hasta de quien la
trata bien ¡así habrán abusado de ella!
Pasados los primeros días nos fuimos acoplando a
nuestra nueva vivienda. En la primera habitación había dos
camas: en una dormíamos Pilar y yo y en la otra, Isabel. En
esta habitación había un armario que usaba Isabel. Pilar y yo
nos arreglábamos bien con una maleta ya que no teníamos
132
gran cosa. Había también una barra para colgar ropa en la
que poníamos también la de nuestros hermanos y algo de la
nuestra. Este improvisado guardarropa también servía de
biombo para cambiarnos puesto que como he dicho antes
las habitaciones no tenían puerta y esto nos quitaba
privacidad. También nos vestíamos y desvestíamos en el
baño miniatura o en la propia habitación pero cuando
estábamos seguras de que ya todos habían pasado hacia
adentro puesto que nuestra habitación era de paso obligado
por ser la primera de todas.
Era curioso si lo comparamos con nuestros días pero
la puerta de entrada a la casa no tenía ningún tipo de
cerradura con llave sino una simple manilla. En aquel
entonces nadie se atrevía a robar ya que estaban muy
recientes los recuerdos de los terribles castigos que la
dictadura del General Gómez daba a los amigos de lo ajeno.
Para nosotros esto tampoco fue sorpresa en aquel entonces
porque veníamos también de España y de Francia donde las
puertas sin llave eran cosa habitual en las casas.
Fueron pasando las semanas y los meses y tengo que
decir que quitando los pormenores del día a día, fue una
época feliz donde por primera vez en mucho tiempo no nos
sentíamos perseguidos y donde estábamos todos juntos.
Papá consiguió por medio de sus contactos un puesto de
“experto avicultor” donde pondría en práctica los
conocimientos adquiridos con la lectura de aquel libro
“Gallinas y Gallineros” que había leído en España. Esto
ocurría el 6 de mayo de 1939 y mamá se contentó mucho
pues por primera vez tendríamos el ingreso seguro de un
“quince y último”, o más bien eso creyó ella porque poco
133
tiempo duró la dicha. El 31 de julio de ese mismo año lo
despiden por “eliminación del cargo” y de nuevo nuestro
gozo en un pozo.
60
Se llamaba corral al patio de tierra posterior que tenían algunas casas.
61
Árbol leñoso de tamaño medio, usado también como arbusto ornamental, por
su tendencia de crecer en horizontal. Su hábitat natural se encuentra en las
playas de toda la América tropical y El Caribe, incluida Florida.
134
con la otra (nosotros las independizamos después) y las
puertas principales de estas daban todas hacia un patio
central soleado, según era costumbre en la arquitectura de la
época. Finalmente estaban el comedor, una sala pequeña y
un recibidor. Comparado con lo que dejábamos aquello nos
pareció el Palacio de Buckingham62.
Como esta casa era mucho más grande cada uno de
nosotros tenía su propia habitación. El patio era grande así
que había espacio de sobra para gritar sin molestar a los
vecinos. A falta de otra solución mejor para la cocina, mamá
se acostumbró a cocinar con la de kerosene y al final el
paladar se nos acostumbró y todo nos sabía rico. Poco
tiempo después las tías de Nueva York contribuyeron a
nuestro confort enviándonos un refrigerador y éramos los
únicos de la cuadra que teníamos ese “lujo”. Los vecinos
venían a pedirnos hielo y compartíamos con ellos la amistad
y el calor que aunque parezca raro, producían unos cubitos
de hielo.
Mamá empezó a preocuparse por la economía de la
casa porque los meses pasaban y las reservas se agotaban. El
único que aportaba algo a la casa era Vicente que era el
único que por entonces trabajaba. Tiempo atrás había
conseguido trabajo en un taller de rebobinado de motores
en el que le pagaban un sueldo muy bajo pero que sirvió
para iniciarse en el mundo laboral y a la vez aportar algo a
la casa. Fue entonces cuando mamá e Isabel decidieron que
buscarían alguna actividad para aportar dinero a la casa.
Isabel no había trabajado nunca y buscaban algo para
62
El Palacio de Buckingham es la residencia oficial del monarca británico en
Londres.
135
empezar, nosotros estábamos aún en edad escolar y mamá
quería que sus hijos tuviesen educación escolar para que no
pasaran lo que ella pasó. Silenciosamente compraba y leía
todos los días “El Universal”, que fue el primer periódico
que conocimos y el que se compro en la casa a partir de
entonces. El diario se colgaba en un gancho del W.C. y tenía
un doble uso: a la vez que nos instruíamos hacia más amena
nuestra labor puesto para aquella época aún la Johnson &
Johnson no había inventado el papel higiénico.
136
gran protector y mucho más que un amigo. Fue una persona
de un gran corazón y tan grande era su corazón que por eso
murió, porque se le reventó de lo grande que era como
veremos más adelante. Raúl Santana estaba casado con Elisa
Gallegos que era la hermana de Don Rómulo Gallegos, el
gran escritor venezolano.
Isabel comenzó a trabajar en el taller del Sr. Santana y
desde el primer momento se formó como una excelente
empleada. Y continuó siéndolo durante toda su vida, no
solo de esa imprenta sino también del Banco Venezolano de
Crédito, donde entró después por recomendación del
propio Don Raúl cuando éste se retiró y en el que trabajó
durante casi 45 años y del que salió apenas diez días antes
de fallecer.
33.000 VOLTIOS
63
Oscar Augusto Zuloaga fue director de la Electricidad de Caracas, era hijo de
Don Ricardo Zuloaga, su fundador.
137
Beloni, persona noble y buen jefe que con el paso del tiempo
se convirtió además en excelente amigo. Vicente (humilde
como siempre fue y es) aceptó ese trabajo sin saber a ciencia
cierta en que consistía realmente aunque eso si, tenía una
gran voluntad de aprender al igual que el resto de sus
compañeros. En esa época Caracas se expandía hacia el este
de la ciudad y la energía eléctrica llegaba con cables de
33.000 voltios hasta las laderas del Ávila. Esa energía era
posteriormente distribuida por medio de cableado
subterráneo al resto de la ciudad. Las “bocas de visita”
donde trabajaba Vicente eran puntos subterráneos donde se
hacían empalmes de cableado o bien se realizaban nuevos
tendidos de la red eléctrica o bien se reparaban averías del
servicio. La Electricidad de Caracas tuvo una visión del
inevitable crecimiento que se avecinaba para Caracas
instalando estos nuevos cables subterráneos de mucha
mayor capacidad.
En una de esas “bocas” estuvo trabajando Vicente un
tiempo hasta que con la experiencia llegó a convertirse en
un excelente ayudante de montadores. Tanto llegó a
dominar su trabajo que tiempo después la Electricidad le
ofreció el puesto de instructor. Salía temprano por la noche
camino de su trabajo con la correspondiente tortillita de
patata que le hacía mamá metida en un pan para pasar la
larga noche. Nunca una queja ni una mala cara y eso que
estoy segura que debió pasar sus malos ratos al principio,
pero aún así se los aguantó en silencio. De venir de Paris de
ser un señorito sin pasar penurias a una “boca de visita” de
obrero a trabajar en la noche hay bastante diferencia. Todo
lo pasó con dignidad y debió contribuir a ello el saberse útil
138
a sus compañeros de trabajo y sobre todo a la economía
familiar. De eso podrían dar fe (si pudieran hablar) las
conexiones de las subestaciones de “Los Ravelos” y de “El
Rosal”, donde estaban “Cauchos General” y la bomba de
gasolina de “El Rosal” en la salida a la autopista del este.
Después fue asignado a La Guaira al mando de José
Domingo Volcán y allí estuvo otra temporada hasta que
como he dicho antes y debido a su excelente desempeño, le
ofrecieron el puesto de instructor. Allí en las instalaciones
que tenía la Electricidad de Caracas en Chacao estuvo
trabajando hasta su jubilación en 1980. Incluso después de
jubilado le ofrecieron seguir trabajando por un tiempo y
aceptó ya que todavía tenía mucho que dar y era muy
apreciado su trabajo como instructor, además la Electricidad
de Caracas siempre fue como su segunda casa desde aquel
11 de marzo de 1941 en que la pisó por primera vez.
139
cuadra para comenzar la fiesta. Aunque no teníamos ni un
centavo mal mirado éramos felices en nuestros “pubs”
pastoreños.
Mientras tanto papá no volvió a tener tentaciones de
trabajo. Era la pesadilla de mamá que no veía tampoco en él
ánimo ni disposición de buscarlo. Se levantaba tarde y
después desayunaba en la cama (por culpa de mamá que
siempre le alcahueteó esa costumbre) luego y sin mucha
prisa se afeitaba y salía a hacer sus “diligencias”. Él nunca
nos dijo con quien andaba pero por sus comentarios
sospechábamos que andaba nuevamente con políticos.
Mientras él “se dejaba querer” mamá fruncía el ceño y
trabajaba como una india de la sabana para atender la casa y
repartir la comida para que alcanzara.
Tiempo después nos inscribieron en la escuela, así
que Pepe comenzó en una de varones que quedaba a seis
cuadras de casa y que se llamaba República del Brasil
mientras Pilar y yo comenzamos en la escuela Paz Castillo
que quedaba en la esquina de Dos Pilitas. ¡Que maravilla,
podíamos estudiar…! en la escuela nos recibieron con
mucho cariño, la directora se llamaba Maria Monasterio y la
recordaré por siempre. Un día el Ministerio de Educación
dijo que había que llevar uniforme para ir a la escuela.
Mamá nos hizo los uniformes con una de las sábanas que
había comprado en París y que aún estaban en el baúl. Al
principio éramos las únicas que llevábamos uniforme ya
que las otras niñas eran de familias muy humildes y no
podían costeárselo. Mamá muy respetuosa de las exigencias
de la escuela cumplió de la mejor manera que pudo. En esa
escuela no pagábamos nada ya que era del estado pero reto
140
a cualquier escuela o colegio de hoy día a que demuestre
que puede dar mejor enseñanza que la que nos daban a
nosotros en aquel entonces. Era una escuela de educación
primaria y por tanto sólo se estudiaba de primero a sexto
grado. Teníamos asignada a una enfermera de Sanidad que
nos controlaba los parásitos y cualquier brote de
enfermedad que se pudiera presentar. Un día mientras
estudiaba en esa escuela caí enferma y se me inflamaron las
amígdalas. Por intermedio de la escuela fui operada en un
servicio de otorrino muy bueno que había en San Martín.
También por intermedio de ésta me quitaron una
protuberancia en la piel de un brazo en el servicio de
dermatología del Hospital Vargas, donde fui muy bien
atendida y además por médicos de prestigio pues era la
época en que había muchos médicos españoles trabajando
en Venezuela, todos ellos refugiados políticos como
nosotros. Eran profesionales muy apreciados y a la vez que
atendían al público daban clases en las distintas escuelas de
medicina ¡qué diferencia con nuestros días!
64
La urraca es un ave que entre otros comportamientos singulares posee el de
almacenar en sitios que solo ellas conocen los excedentes de alimento que
encuentran, de la misma forma que almacenan objetos brillantes por los que
sienten una debilidad especial, como si fueran sus tesoros. Aparte de trozos de
latas, cristales, etc., se han llegado a encontrar joyas de valor en sus grandes
nidos.
141
se las ingeniaba con los encuadernadores para que le dieran
el material que había salido defectuoso y que para nosotros
sin embargo era de primera calidad.
Las cualidades culinarias de mamá llegaron a oídos
de Don Raúl (no preguntemos por boca de quién) y este le
hizo a mamá la proposición de prepararle y enviarle la
comida todos los días al taller, ya que tenía que seguir una
dieta especial porque sufría de las coronarias y su familia no
se molestaba en hacerle el almuerzo de acuerdo a sus
necesidades. Ni que decir tiene que a mamá le brillaron los
ojos viendo rodar los bolívares. Así encontró mamá otra
fuente de ingresos y todos los días Don Raúl enviaba a uno
de sus empleados de más confianza a buscar el almuerzo a
las 11 de la mañana. Al final de la semana mamá cobraba
estos “rialitos” y los administraba con mucha efectividad.
Por aquellos días surgieron problemas con nuestros
papeles de residencia. Como papá era papá hizo amistad
con el entonces Director Nacional de Extranjería. Se llamaba
Luis Emilio Vargas y era hermano de Mario y Julio Cesar
Vargas dos militares de esos “apretados” que tenía la
República de Venezuela en aquellos años. Papá le explicó
nuestra situación de cubanos “falsificados” y el hombre,
muy humano al fin lo comprendió. Pidió que le
entregáramos las partidas de nacimiento originales de cada
uno de nosotros y al cabo de un breve tiempo y tal como lo
había prometido regularizó nuestra situación
entregándonos nuestra documentación como ciudadanos
españoles y nuestras primeras cédulas de identidad
venezolanas. Ese es el mismo Sr. Vargas que salvaría
142
también la vida de papá años después pero dejemos eso
para más adelante.
143
nuestra familia y estaban viviendo en una casa en Brooklyn.
Posteriormente fueron inscritos en colegios de categoría y
comenzaron a enviar fotos que luego papá enseñaba por
aquí con mucho orgullo, diciendo a todos que tenía un hijo
estudiando en Estados Unidos. Lo que no decía era que ese
hijo se estaba manteniendo a costa de los demás, porque de
aquí mi hermano Miguel no recibía ayuda alguna.
144
LA LUCHA POR LA “LOCHA”
145
que “poco a poco hila la vieja el copo65” y a pesar que los
dos bolívares el millar que nos pagaban parecía poco con
esta cantidad mamá se ayudaba mucho. Pepe y yo éramos
los que más ayudábamos a mamá con esa tarea. Pilar era
aún pequeña e Isabel ocupaba su tiempo en trabajar,
conseguir negocios para mamá y por supuesto tejer, que era
su pasatiempo favorito. Nosotros por nuestra parte nos
habíamos distribuido muy bien el trabajo: Pepe y yo
doblábamos los sobres y se los dejábamos listos a mamá
quien los engomaba y contaba durante las horas que
estábamos en la escuela. Fue mucho lo que trabajamos y
muchas veces a costa de nuestras propias horas de ocio pero
nos sentíamos bien porque ayudábamos a mamá con los
ingresos. Tampoco ninguno de nosotros rechazó nunca esa
colaboración a la economía familiar en aquella pequeña
línea de auténtica “producción en serie” como se puede
apreciar.
65
Un copo es (entre otras cosas) una porción de lana, lino, algodón, etc., en
disposición de hilarse.
146
moda los cantantes Carlos Gardel , Pedro Vargas66, Toña la
Negra67, “Bola de Nieve68”, Pedro Infante69, Jorge Negrete70,
el Danzón Almendra71 y la venezolana orquesta de Billo
Frómeta72 entre muchas otras más que seguro se me
escapan. Sólo se que cuando escuchábamos estas canciones
se nos movían solos los pies para salir a bailar y yo la
primera. Se ve que la influencia del trópico me estaba
empezando a golpear.
MI PRIMER TRABAJO
66
Cantante mexicano conocido como “El Rey” (1906 - 1989)
67
Cantante de boleros mexicana (1912–1982)
68
Ignacio Jacinto Villa Fernández (1911-1971) “Bola de Nieve”, fue un
cantante, compositor y pianista cubano.
69
Pedro Infante (1917-1957) fue un famoso actor y cantante mexicano. Es
considerado como uno de los más grandes representantes de la música ranchera.
70
Jorge Negrete (1911-1953). Fue un cantante que revolucionó la música
ranchera mexicana, dándola a conocer por todo el mundo.
71
“Almendra” fue un danzón compuesto por Abelardo Valdés (1911-1958) en
1938 y que alcanzó una gran popularidad. En 1940 Valdés formó la Orquesta
Almendra, al frente de la cual viajó por diversos países latinoamericanos.
72
Luis María Frómeta conocido como “Billo” (1915- 1988) fue un compositor,
arreglista y director de orquesta venezolano, nacido en República Dominicana.
Creador y director de la orquesta Billo's Caracas Boys.
147
abandonara los estudios. Supliqué, rogué y prometí cumplir
con todas mis obligaciones (limpieza, doblado de sobres y
estudios) y sostuve que todo era cuestión de organizarse.
Además estaba el mejor argumento: me pagarían Bs.100
mensuales que era casi el equivalente del alquiler de la casa,
que era de Bs.110 mensuales. Creo que esto último fue lo
que hizo que mamá terminara por ceder.
148
siguieran saliendo los sobres, las cajas y la comida de Don
Raúl. Cuando salíamos nosotros y quedaba ella sola se
escapaba un rato de la cama para que pudiéramos cumplir
con nuestros compromisos.
Y no puedo saber que pasaba con papá pero creo que
él pensó que los venezolanos eran idiotas. Lo de Perito
Agrícola no se lo creyó ni el mismo pero como era una
persona tan lanzada pensó que lo que había leído lo
convertía en un experto. Lo cierto es que estuvo trabajando
en Maracay más o menos como un mes. Lo vimos regresar
un día con unas máquinas de carpintería que le habían dado
como parte de pago y al llegar se encontró con la torta de la
convalecencia de mamá.
149
que era lavar a mano. Todo eso contribuyó a que mamá se
mejorara más rápido que inmediatamente y que el trabajo
de lavar fuera un verdadero paseo para quienes teníamos
esa responsabilidad. La máquina fue instalada al lado del
chorro del agua en el patio, le colocaron una manguera al
lado y con ella se llenaba la lavadora. Algunas poncheras
que quedaron por ahí llenadas con un poco de agua de la
manguera sirvieron también de piscina a palomas, tortolitas
y otros pájaros que venían a bañarse en ellas. Era todo un
jolgorio ver a estas aves bañarse los días que hacía buen sol,
mientras nosotros lavábamos la ropa. Nadie las ahuyentó ni
las maltrató jamás y allí estaban a sus anchas, ellas debían
saber lo mucho que disfrutábamos con ellas y por eso eran
tan confianzudas, además nunca faltaba de postre las migas
de pan después del baño, así que recibían “servicio
completo”.
Después de varios días finalmente se mejoró mamá
de su lesión y comenzó de nuevo con sus obligaciones.
Ahora con la lavadora estaba más contenta que un payaso
de circo. Sin duda alguna esta compra había hecho subir la
puntuación a favor de papá. Vicente e Isabel seguían
contentos en sus respectivos trabajos, mientras que Pepe
continuaba asistiendo a sus clases y sacando excelentes
notas al igual que Pilar
150
ponerme medias largas y zapatos con algo de tacón para
que aparentara más edad, pues a su criterio yo era muy
joven. También me hizo ponerme gorro de enfermera y
recoger el pelo pues no debía llevarlo suelto, el decía que era
para que no lo “criticaran”. En pocas palabras aquel hombre
me avejentó. Yo era casi una niña a pesar que tenía entonces
18 años y llevaba medias cortas de diario así que las largas
me las ponía solo en el consultorio. Me daba vergüenza que
me vieran con medias largas en la calle. Los zapatos de
tacón que me exigía me los compró mamá en “Benacerraf” y
me costaron 13 bolívares.
Acabo de decir que este dentista fue un explotador
pero ahora quiero decir que también fue un tirano: no me
dejaba sentarme durante todo el día, todo el trabajo debía
realizarlo de pié y a causa de ello y de los tacones los
primeros días fueron una tortura pues me dolía todo el
cuerpo pero el temor a perder el trabajo hacía que accediera
a todas sus exigencias. Para él fui no solo enfermera sino
además secretaria y hasta sirvienta, pues me hacía limpiar el
consultorio y como veía que lo hacía bien le agregó también
a mis obligaciones la limpieza de la sala de espera y de su
escritorio.
Este hombre, que era el prototipo del machista de
aquella época se había casado prácticamente con una niña
que bien podría ser su hija pues él tenía cuarenta y dos años
y ella tenía quince cuando se casaron. Ella sin embargo me
tomó mucho cariño desde el primer momento. Tuvo la mala
suerte de nacer en una época donde este tipo de
barbaridades que hoy son impensables eran muy comunes.
Su marido era además de esos beatos santurrones que
151
mantenían dos habitaciones: una oficial y otra para cuando
tenía que guardar abstinencia, así que este personaje era
todo un poema de amor. Lilia, que así se llamaba su esposa,
callaba en silencio todas estas cosas porque le habían
enseñado que así tenían que ser. Yo escuchaba en la
consulta todos sus lamentos machistas y como se justificaba
ante sus amigos diciendo que Lilia tenía muy malos
embarazos y que sufría mucho con los partos. El muy
lascivo no la dejaba tranquila y paría un hijo detrás de otro y
la pobre mujer no conocía amigos ni amigas pues había
saltado del colegio directamente a la cama matrimonial.
Todo esto me lo contó ella misma un día, además me dijo
que el novio lo había elegido su madre y que fue ella
también quien le impuso la obligación de casarse con ese
primer y único novio. También me contó que en el viaje de
luna de miel se fueron a un santuario en Barquisimeto (ellos
eran de Carora) y pasaron la noche de bodas rezando y a los
tres días fue que comenzó el hombre a ejercer sus funciones
reproductoras.
De ahí en adelante a un hijo por año, como pude
comprobar durante los cinco años que estuve trabajando
con el dentista. En total tuvo siete hijos a los que habría que
sumar dos más de no nacieron a causa de abortos naturales.
Hoy en el año 2003, aún la veo de vez en cuando en la
iglesia y siempre se acerca feliz de encontrarse conmigo. Él
hace años que murió de un infarto y aunque la dejó en muy
buena posición económica al parecer los hijos la arruinaron.
Hoy día vive con una de sus hijas y dos nietos, relegada a
una habitación en un apartamento de su propiedad y que
152
los hijos luchan para que ponga a nombre de ellos. Cría hijos
y te comerán los ojos, digo: cría cuervos…
A pesar de todos los sinsabores con este dentista y a
los cuales me fui acostumbrando con el tiempo aprendí mi
trabajo muy bien y volqué mi instinto médico en esta
pequeña especialidad de la medicina, ya que mis
aspiraciones de ingresar a la Escuela de Enfermeras de
Venezuela no obtuvieron aceptación por parte de mamá,
menos aún la de aspirar a la Escuela de Medicina. Ella decía
que tenía que estudiar bachillerato primero y que lo otro
representaba mucho tiempo y dinero que no había. Me
habría gustado mucho estudiar medicina así como también
estudiar música, sin embargo el dinero que ganaba era
necesario para ayudar en la casa y no había nada más que
hablar. Me acuerdo que cuando pasaba frente a la Escuela
de Música en Santa Capilla me paraba en la puerta a ver y
escuchar a los que estaban allí. Después de un rato seguía
mi camino con la esperanza de un día poder entrar allí a
estudiar, sin embargo estas esperanzas que nunca se
realizaron.
Todo el dinero de mi sueldo (cien bolívares
mensuales) se lo entregaba a mamá, después ella me daba a
mi diez para mis gastos. Aparte de eso yo tenía un ingreso
extra como explicaré en breve. Mi rutina era levantarme a
las 5 a.m. y mientras estudiaba la lección del día doblaba
algunos sobres. Como trabajaba durante el día en el
consultorio dental no podía ir a la escuela así que asistía a
clases nocturnas en la misma escuela Paz Castillo y además
con la misma maestra, Olga Torres que tanto me ayudó y
que Dios bendiga donde quiera que esté. En esa escuela
153
nocturna estudié 5º y 6º grados. A las 7 a.m. salía para el
trabajo y después de caminar siete cuadras llegaba al
consultorio a las 7:45 a.m. entonces me cambiaba de ropa,
etc. y a las 8:30 a.m. llegaba el Dr. Lozada, que era como se
llamaba el explotador. Al final de la mañana, a la hora que
él quisiera puesto que jamás me dejaba salir en punto a
pesar que si tenía que llegar a mi hora, me iba otra vez
caminando a casa, muchas veces con el tiempo justo para
refrescarme con una ducha de agua fría y comer algo antes
de salir de nuevo a la consulta de la tarde. Ahí trabajaba
hasta las 6 p.m., hora justa para ir a la escuela y asistir a las
clases, que eran de 6:30 p.m. a 9 p.m.. Cuando regresaba a
casa estaba tan cansada que dormía de un solo tirón hasta el
día siguiente.
Ahora quiero hacer nuevamente una pausa para
escribir algo de mis hermanos, que al igual que yo
contribuyeron como pudieron al mantenimiento de la casa y
a ayudar a mamá. Como dije antes Pepe estudiaba y sacaba
muy buenas calificaciones, siempre fue buen estudiante y
buen hijo. Estábamos en 1943 y en julio de este año recibió
su diploma de sexto grado en la escuela República del
Brasil. Pepe al igual que los demás, tenía asignada su cuota
de doblar sobres y la cumplía al igual que Pilar que ya se
había incorporado a la tarea del doblado de sobres y que en
aquel entonces estaba a punto de terminar la escuela
primaria.
Pepe y Vicente tenían unos amigos en la esquina de la
cuadra que ellos llamaban “la cuerdita”. Allí se reunían por
las tardes o temprano por las noches a echarse bromas y
había mucha cordialidad entre ellos. Todos pertenecían a
154
familias de la cuadra y eran de origen humilde, inocentes y
nada violentos. Tan inocentes eran que un día hubo una
redada de la policía en la cuadra y como ellos no hacían
nada malo no se movieron pues nada temían y se los
llevaron presos a todos. A partir de ese momento cada vez
que oían que venía la policía desaparecían todos como por
arte de magia.
Isabel andaba entonces de amoríos con un empleado
del taller. Él era un obrero que empezó a salir con ella
invitándola a ir a Misa, que era lo único permitido. Se
llamaba Cesar Méndez y era hijo único de una señora de
Villa de Cura que era maestra jubilada. A pesar que mamá
al principio no estuvo muy de acuerdo con esa relación,
Cesar e Isabel terminaron casándose y vivieron en una
perenne pelea, norma que permaneció por el resto de sus
vidas y sobre todo los sábados por la mañana, día siguiente
al de cobro que era los viernes. La razón era que ese día él
cobraba su paga semanal y se iba a “empinar el codo” y eso
desesperaba a Isabelita.
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EL MUSEO CRIOLLO DE RAUL SANTANA
73
Raúl Santana Moller (1893-1966) fue un pintor, escultor y tallista
costumbrista venezolano. Inicia sus estudios de escultura en 1911, en el
Instituto Nacional de Bellas Artes de Caracas. En 1915 viaja a España a estudiar
pintura, cursando estudios en Barcelona con Francisco Labarta y Joaquín Mir.
Viaja a los Estados Unidos para estudiar fotograbado y regresa a Caracas a fines
de 1920 e instala un taller gráfico. En 1931 se organiza el II Salón de
Humoristas al que envía, fuera de concurso, un buen número de caricaturas,
muñecos y animales célebres de Venezuela. La muestra era parte de un trabajo
de más de 2000 figuras realizado a lo largo de 30 años, en donde el artista creó
un mundo mágico en el que están representados en miniatura aspectos de la
historia y del folklore venezolano utilizando para ello materiales diversos,
especialmente la madera de cedro. Actualmente sus figuras se encuentran
expuestas en una de las salas del Consejo Municipal de Caracas.
156
y que ejerció hasta la muerte de Don Raúl en 1966. Durante
varios años mamá vistió según las indicaciones del Sr.
Santana a cada uno de aquellos personajes. Don Raúl
siempre pensaba en una sede permanente y pública para
aquellos personajes y tuvo varias ofertas, pues era persona
conocida, pero ninguna llegó a concretarse mientras vivió.
Por esa época todavía la artesanía no era considerada como
una manifestación artística que mereciera interés. Él sufrió
muchos años del corazón, otra calamidad no muy socorrida
y le habían dado ya tres infartos leves los cuales había
sobrevivido. Un buen día le notificaron que le habían
conseguido un terreno para su museo en lo que hoy es el
Parque del Este. La tarde que fue a ver el sitio que ocuparía
el museo se sintió tan emocionado que le dio otro infarto
más, sólo que este fue fulminante. Eso ocurrió en el año
1966.
Vuelvo a dar un salto en el tiempo y me voy al año de
1940. Este año Hitler invade Rusia en lo que sería una de las
guerras más cruentas de la historia. Durante los cinco años
de guerra que seguirían en Europa nuestra vida en este lado
del charco transcurrió sin mayores novedades. Papá
continuaba sin trabajo fijo, dando un golpe aquí y otro más
allá y siempre en la política, esta vez buscaba un sitio en las
filas de AD74 donde seguía haciendo “amigos” que nunca le
dieron nada. De vez en cuando se aparecía en la casa con
alguna exquisitez de comida y se la daba a mamá para que
le cocinara.
––Con lo que cuesta esto comíamos una semana––
decía siempre mamá.
74
Siglas de Acción Democrática.
157
¿De dónde sacaba él dinero...? sólo él lo sabía. Yo
finalmente terminé mis estudios de primaria y entonces
reanudé la ayuda a mamá en las labores caseras, sobre todo
los sábados por la tarde ya que trabajaba hasta el mediodía
con el negrero del dentista. Entre las cosas que hacía estaba
el planchar un traje blanco de Vicente, que era la ropa de
salir que se usaba entonces. Yo tenía algunas amigas de la
cuadra, ellas eran Laura García y las hermanas Carmen y
Yolanda Reyes. Con ellas iba a la Misa de La Pastora y si
había dinero al cine. Solíamos ir al cine La Pastora o a las
matinés del cine Principal o a la función de las once del cine
Ávila que entonces estaba recién estrenado. Después
estrenaron el cine Plaza en la Plaza de La Pastora, al cual
también íbamos. Con los diez bolívares que como dije antes
me daba mamá de mi propio sueldo para mis gastos no
podía hacer milagros así que a cambio de planchar el traje
blanco de Vicente, me daba dos bolívares que yo
administraba de la siguiente forma: un “medio 75” para el
transporte (una locha para ir y otra para venir) Bs.1,25 para
la entrada al cine y con el “real76” restante nos daba para
comprar un pastel en la Pastelería Tricas, que me sabía a
gloria bendita. De esa manera podíamos ir a cines de más
alcurnia como eran El Principal o El Ávila. Vicente me daba
esos dos bolívares pues además le mantenía su cama limpia
y estirada diariamente y su traje blanco planchado para los
sábados en la noche salir de mozas, imagino yo. Aunque
parezca una miseria era una suma considerable si tomamos
en cuenta que él ganaba Bs.11 diarios. Yo siempre se lo
75
Antigua fracción monetaria del bolívar correspondiente a 25 céntimos.
76
Antigua fracción monetaria del bolívar correspondiente a 50 céntimos
158
agradecí mucho y pedirle esa suma me costaba mucho
esfuerzo porque nunca serví para pedir nada, lo hacía
porque no me quedaba más remedio. Quizás esa timidez de
pedir fue lo que me impulsó a ser independiente y el resto
de mi vida luché por procurármelo todo para no tener que
depender de nadie. También con el tiempo aprendí a coser a
máquina para arreglarme mis propios “trapitos”.
MIGUEL SE VA A LA GUERRA
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inteligencia de guerra le hacen creer a Hitler que están
concentrando tropas cerca de Italia y las costas de África y
lo sorprenden entrando por las playas de Normandía. No
voy a hacer hincapié en la magnitud de esa batalla pues es
ya conocido por todos que fue una de las más cruentas de
toda la historia de la humanidad. El resultado fue que con el
costo de muchas vidas humanas finalmente conquistaron la
costa francesa en lo que sería el principio del fin de la
guerra. Ese mismo día mientras se sucedía la invasión de
Normandía Miguel comandaba un avión que transportaba
tropas y vio caer bajo el fuego enemigo el avión de un
compañero y amigo que iba a su lado. Fue un duro golpe
para él y contaba después que por un rato largo llevó las
que te conté amarradas en la garganta. Dios estaba de su
lado y lo estuvo por muchos años después. Nosotros
desconocíamos todo esto, nos vinimos a enterar mucho
tiempo después cuando él mismo lo contó en un viaje
sorpresa que hizo a Caracas, terminada ya la guerra. Mamá
sabía que Miguel estaba en la guerra y sufría callada.
Nosotros sin embargo no teníamos una magnitud de lo que
estaba sucediendo al otro lado del mar. Sentíamos que
Miguel estaba vivo no porque recibiéramos sus noticias sino
porque no news is good news.
Por todos es sabido que ese último año de guerra fue
nefasto para Hitler, los aliados empezaron a avanzar poco a
poco y los rusos, que eran el plato fuerte de Hitler
contraatacaron y lo hicieron retroceder. Hitler perdió hasta
el modo de caminar en las estepas rusas donde murieron
miles y miles de sus soldados, abandonados a su suerte y
congelados. Le pasó lo mismo que a Napoleón: tuvo que
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recoger sus bártulos y regresar con el rabo entre las piernas.
Lo había vencido el invierno, que era más eficiente que la
mejor de las estrategias de guerra. Y dejo aquí de hablar de
guerra, odio la guerra y sin embargo no dejo de hablar de
esto. Para los pormenores están los libros de historia y
cientos de libros y películas sobre este tema que lo cuentan
todo mucho mejor que yo. Lo único que puedo decir es que
muchos de estos criminales de guerra afortunadamente
tuvieron el fin que se merecían y ahora si regreso a la
familia.
Terminados sus estudios primarios Pepe comenzó a
estudiar contabilidad en la Academia Espada. Para nosotros
el estudiar tenía que ser algo rápido para que nos
graduáramos pronto y comenzáramos a producir. Yo por mi
parte ingresé a la Cruz Roja para estudiar Enfermería
Dental. Estos cursos se dictaban en las noches de 6 p.m. a
9 p.m. de lunes a viernes. Yo había acumulado mucha
práctica y me había destacado en cirugía bucal puesto que
aquel explotador después de un tiempo me había enviado a
practicar a una casa de un colega suyo que se especializaba
en prótesis dentales. Aprendí mucho y buenos dineros que
se ganó con mis trabajos aunque