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La cultura del
Renacimiento en Italia. Barcelona: Ediciones
Zeus.
Comentario crítico de una obra clásica
Resumen:
3. Conclusiones __________________________________________________ 14
4. Bibliografía ___________________________________________________ 18
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1. Algunas cuestiones previas
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ejemplo en los viajes que hizo a Italia y durante cuatro años (1854-1858) que ejerció la
docencia en Zúrich.
Una gran crítica que hace Navarro Pérez es que Burckhardt no es capaz de emplear
el concepto “la historia”, porque no es capaz de pensar más que con imágenes. No
acomete la tarea abstracta de explicar qué es la historia. Lo explica argumentando que no
es un metafísico, “no puede hablar del espíritu […], sino que ha de recurrir a las imágenes
que de él nos muestra la historia. Más que del estudio de la historia, tratamos del estudio
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de los histórico” (Navarro Pérez, 2000: 115). Respondiendo a esta crítica, la intención del
historiador suizo “no es definir al espíritu, lo cual resulta imposible, sino solo trazar
algunas de sus cualidades intrínsecas, para hacerlo más comprensible tanto al intelectual
en general, como al historiador en particular” (Benacchio Streeter, 2011: 10). Por eso,
tanto en la concepción de la historia de Burckhardt como en su aplicación metodológica,
cobra una gran relevancia el arte, la belleza y su exposición, lo único permanente en la
manifestación histórica del espíritu.
A pesar de la crítica que recibe por la teoría desarrollada, Burckhardt lucha por la
objetividad histórica, enfrentándose a la denominada “filosofía de la historia”, ya que
rechaza la idea de que exista una época privilegiada que alcanza la perfección y que todas
las épocas anteriores son simplemente distintos grados de desarrollo hacia esa época
perfecta. Frente a esto, propone una alternativa que no privilegia a una época, ni acentúa
las diferencias entre las épocas, sino que investiga en qué sentido todas las épocas han
tenido momentos igualmente dolorosos y difíciles (Navarro Pérez, 2000: 115-116). No
obstante, hay que observar en que época desarrolla el historiador suizo sus teorías, ya que
no deja de estar influido por la estética y el pensamiento romancista del siglo XIX; y en
su obra La cultura del Renacimiento en Italia, se puede observar una idealización y
exaltación de este momento histórico 1.
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En este sentido, se puede considerar también esto como una ruptura con su época, puesto que en
la mentalidad romántica, la época ideal es la Europa Medieval, mientras que Burckhardt propone los siglos
finales del medievo europeo y el Renacimiento, como el período histórico más completo y brillante,
argumentando esta teoría con la idea de que solo en aquellas épocas en la que la individualidad humana ha
sido la directriz de los acontecimiento se ha manifestado libre el espíritu y es en estos momentos cuando se
manifiesta claramente la relevancia que jugaron las gentes que actuaron y decidieron libres (Benacchio
Streeter, 2011: 7).
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En la obra que estamos tratando en este estudio, la Cultura del Renacimiento en Italia, se puede
observar ese uso de las imágenes en diversas ocasiones, por poner un ejemplo, para explicar la importancia
que va adquiriendo la sintonía con la naturaleza en el siglo XVI en Italia, el autor recurre constantemente a
diferentes obras artísticas y literatas como la ascensión al Mont Ventoux de Petrarca, o el descenso a los
infiernos de Dante en la Divina Comedia. Burckhardt considera el arte como una de las manifestaciones
que se hacen gracias a la libertad de espíritu y están hechas para que prevalezcan sobre el tiempo. Por ello
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De lo expuesto anteriormente se infiere el carácter revolucionario, en el sentido de
ir a contracorriente, que manifiesta el pensamiento histórico de Jacob Burckhardt respecto
a las corrientes en boga de su siglo, al centrar la mirada de la historia en el hombre, en lo
que fue, es y será.
se explica el notable interés por el arte que manifestó y que impregna toda su obra, pues lo concibe como
el único vestigio que nos lega el paso del hombre en el tiempo, lo que le lleva a aprecias hasta las formas
políticas como obras de arte (la primera parte de La cultura del Renacimiento en Italia recibe el título
basándose en esta idea: “El Estado como obra de arte”).
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La primera parte de la obra está dedicada al Estado, bajo el título “el Estado como
obra de arte” 3. En este apartado, el autor trata, a modo de oposición, las tiranías y las
repúblicas. Es innegable que el historiador suizo centra su atención en las primeras,
dedicando varios capítulos de esta primera parte del libro a explicar las distintas tiranías
que se sucedían en los siglos XIV (cap. II), caracterizadas por el poder cuasi absoluto del
príncipe y su ilegitimidad de origen, y XV (cap. III), que según Burckhardt son más
firmes y autónomas, donde se impone un pragmatismo político. En este apartado, se
empiezan a observar juicios de valor que serán una constante en el desarrollo del libro.
Ejemplos de estos juicios en estos primeros capítulos es la calificación subjetiva que
realiza de las tiranías, describiéndolas como lamentables o criminales. A parte de la
clasificación cronológica que establece para poder tratar la evolución de este sistema
político, el autor realiza una distinción basándose en el tamaño de las mismas (por un
lado, el capítulo IV, “las pequeñas tiranías”, y, por otro, el capítulo V, “las grandes
tiranías”). Burckhardt incide constantemente en la ilegitimidad de origen, por lo que los
príncipes buscaban la legitimidad de facto, lo que lleva consigo una exaltación del
individuo en el sentido de que depende de uno mismo el conseguirla. 4 El tirano podía
obtener esta legitimidad a partir de la gloria, que se ve alimentada por artistas y por lo
ritos civiles (Corral Sánchez, 2014: 145). Con esta argumentación enlaza con el capítulo
dedicado a la política exterior (“la política exterior de los Estados italianos”, cap. VIII),
puesto que el tirano necesitaba de una dinámica política exterior para conseguir la
legitimidad de facto, hasta el punto de considerarse la guerra como una obra de arte (cap.
IX) debido a la mejora de la técnica y afectada por ese individualismo que postula
Burckhardt.
En contraposición con las tiranías, el autor establece por un lado a los detractores
(cap. VI, “los enemigos de los tiranos”) y, por otro, a las repúblicas (cap. VII, “las
repúblicas: Venecia y Florencia”). Según Burckhardt, la principal crítica que surgió
contra el sistema tiránico radica en el propio desarrollo del individuo, que se ve coartado
por el propio individualismo del tirano. En este sentido, el autor ve que lo que llevó al fin
del sistema tiránico, o al menos a sus críticas, es la cada vez mayor consciencia del “yo”
que se daba en el grueso de la sociedad tanto como en el príncipe. Este hecho provocaba
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En este título se puede apreciar lo que veníamos comentando con anterioridad, Burckhardt realiza
constantes símiles con el arte, pues lo considera como la mayor representación del espíritu de la época.
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Con esta argumentación, el autor aprovecha para incidir en la importancia que va adquiriendo el
individuo frente a la masa.
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una limitación, un obstáculo en la evolución cultural y mental que, a su vez, provoca un
movimiento de reacción contra esta institución. Con toda esta oposición al tirano poseía
connotaciones individualistas, pues era íntima y personal. En esta crítica a la tiranía,
Burckhardt plantea una hipótesis que repetirá a lo largo del libro: lo mejor que podían
haber hecho las ciudades italianas habría sido que se alinearan en una confederación. La
explicación sobre la imposibilidad de que se realizará esta hipótesis nos la muestra la
historiadora Corral Sánchez (2014: 145):
“las ciudades con más poder, que se creían autónomas y autosuficientes, adquirieron unas
características propias y peculiares, constituyendo así un campo de cultivo propicio para
las tiranías […] De esta manera, la tiranía se terminaba imponiendo no solo por la propicia
situación interna, sino también por el desgaste de la oposición, acabando con la libertad de
las ciudades”
Por último, el papado es el otro ente político estudiado por Burckhardt (cap. X, “el
Papado y sus peligros”). Tenía la teoría de que se diferenciaba del resto de estados
italianos por su debilidad política, que obligaba a los papas a utilizar el prestigio de su
poder espiritual y acentuaba sus problemas. A ojos de este autor, el mayor peligro de los
Estados Pontificios lo constituían tanto el papa Alejandro VI como su hijo César Borgia,
quien, a la muerte del padre, no habría dudado en secularizar el Estado para mantener la
soberanía en él. Sostiene que la decadencia final del Estado Pontificio se inicia con el
Saqueo de Roma de 1527 pero, por otro lado, afirma que fue la Reforma de Lutero fue su
salvación, puesto que sin ella el papado habría terminado en manos seculares.
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Aquí entraríamos en la discusión de si se puede considerar a Dante como un humanista, en la cual
no nos meteremos ya que se nos aparta de nuestro cometido.
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Con esto, el primer bloque temático del libro llegaría a su fin. A partir de esto se
desarrollaría toda la temática que se relaciona con la cultura en sí misma. Desde el inicio
de la segunda parte (“el desarrollo del individuo), hasta el final del quinto apartado (“la
vida social y las fiestas”). Doscientas cincuenta páginas donde explicará la evolución
cultural de la Italia renacentista, desde el resurgimiento de la antigüedad hasta la situación
de la mujer de la época, sin olvidar todo lo relacionado con el descubrimiento del Nuevo
Mundo y la importancia italiana en dicha empresa. Dentro de este amplio apartado nos
centraremos en tres apartados, que en mi opinión son la base de la tesis de Burckhardt: el
desarrollo del individuo, el resurgir de la Antigüedad y el descubrimiento del mundo y
del hombre.
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Según Burckhardt, en la Italia renacentista ya no se tiene en cuenta el origen de cada individuo
para poder ascender socialmente.
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reputados que adquieren una consideración de héroes (Corral Sánchez, 2014: 143). Los
poetas italianos se contemplan a sí mismos como los dispensadores de la “gloria”
construyendo una serie de personajes heroicos para ensalzar las virtudes y crear una
“gloria local” (Burckhardt, 1968: 116-120).
Otro punto de la exteriorización del individuo, muestra del desarrollo del mismo,
se encontraría en la burla y el sarcasmo, armas que cobraron una gran importancia en la
nueva cultura que se estaba desarrollando según Burckhardt.
A partir del desarrollo del tema de las ruinas romanas y la sabiduría antigua,
Burckhardt enlaza con el desarrollo de los humanistas en el siglo XV, denominados por
él como “poetas-filólogos” (Burckhardt, 1968: 175). 8 Estos artistas serán impulsados por
el mecenazgo de las familias más importantes de la Italia del XV, destacando en este
primer Renacimiento el núcleo de Florencia con la familia de los Medici. Llega a tal punto
la comparación de Burckhardt con el mundo antiguo que, aprovechando que está tratando
el tema del mecenazgo de los príncipes, ve similitudes entre algunas acciones del
momento con la antigua Roma, por ejemplo con la política de los Visconti en Milán
haciendo un símil con emperadores romanos, o viendo perecidos entre los tiranicidios y
las conspiraciones más famosas del mundo romano. En definitiva, se produce una
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Hay que tomar este concepto con mucha precaución. Aunque sea el término usado por el autor los
arqueólogos de hoy en día no conciben que se utilice ya que las técnicas y métodos utilizados distan mucho
de ser considerados arqueológicos.
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El declive de esta forma de concebir la cultura entrará en declive a partir del siglo XVI debido a la
Contrarreforma.
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latinización general de la cultura, pero Burckhardt distingue entre la asimilación real y la
simple participación en una moda. Asimismo, señala que el latín es la lengua culta por
excelencia aunque ve de manera positiva el empleo de las lenguas vernáculas en la
literatura.
Por otra parte, trata de forma separada aspectos relacionados con el arte y la
literatura renacentista, haciendo la diferenciación entre los distintos géneros literarios y
los temas artísticos-literarios.
Los temas literarios están relacionados, según el autor, con el “descubrimiento del
mundo y del hombre”, apartado que se desarrollará a continuación y que dará pie a
explicar este segundo nivel que establece Burckhardt para explicar el arte de la cultura
renacentista.
9
Burckhardt considera la historiografía del siglo XVI como una escuela en sí misma. Destacando
que los historiadores italianos y, más concretamente florentinos, son una generación que mostraban una
influencia clara de la Antigüedad y del humanismo, pero esclareciendo que nos son humanistas, sino
ciudadanos con influencias de éstos.
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el afán de viaje y aventura pero ¿cuándo se suma a estas motivaciones el saber? Según
Burckhardt, es una difícil respuesta ya que no es posible saberlo a ciencia cierta. Lo que
sí está claro para el autor es que la participación italiana en estas Cruzadas se da en otro
sentido que la del resto de potencias europeas ya que éstos conocían el mundo oriental a
través de los contactos y de las negociaciones comerciales. Este afán que se desarrolla en
la Edad Media, se observa también en los primeros descubrimientos del Atlántico. Los
genoveses fueron los que descubrieron el archipiélago canario en el siglo XII y los
primeros en buscar una ruta alternativa hacia Asia tras la caída de Ptolemaida en 1291.
De entre todos los marinos italianos destaca por encima de todos la figura de Cristóbal
Colón, el gran descubridor.
Burckhardt tiene claro que a los italianos se les discute que sean los primeros
descubridores, pero según el autor, el descubridor no es aquel que llega a un nuevo
territorio por azar, sino el que realiza la conexión entre los dos mundos. En este sentido,
cree que han sido los italianos los que han realizado la transferencia de ideas, cultura,
mentalidades, etc. de los nuevos territorios descubiertos y el “viejo mundo”. Concluye
este aspecto afirmando que los italianos “serán siempre el pueblo moderno de los
descubridores […] ene l último período de la decadente Edad Media” (Burckhardt, 1968:
210).
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En este sentido, enlaza este capítulo con el de la recuperación de la Antigüedad.
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1968: 211). Es decir, atribuye a los primeros humanistas italianos unas cualidades innatas
que les permitía adquirir grandes saberes sin un conocimiento amplio de la Antigüedad.
También se puede llegar a interpretar que Burckhardt no creía que la cultura italiana se
hubiera visto menguada por la Edad Media, configurándola como una cultura semiantigua
que mantuvo las cualidades y capacidades de la antigua Roma olvidando el largo período
de los “bárbaros”.
En este apartado volvemos a enlazar con el tratamiento del arte que anteriormente
mencionábamos. Los temas literarios y el tratamiento de la naturaleza. Los italianos son
los primeros en ver el paisaje como una imagen dotada de belleza, aunque Burckhardt no
sabe cuándo se cristaliza en la literatura y en la pintura, afirma que desde la Antigüedad
se trata en el arte y la poesía. Incluso los “bárbaros” tuvieron esta concepción pero una
vez llegó el cristianismo, que tenía una visión diabólica del paisaje, les obligó a
abandonarla. Es decir, en la Antigüedad había el mismo tratamiento del paisaje que se
desarrollará en el Renacimiento, pero éste se perdió en la “oscura” Edad Media. No será
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Denominadas por Burckhardt como “falsas ciencias”.
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hasta el Renacimiento del siglo XII que se vuelva a interpretar de cierta manera la belleza
pero dejando de lado el paisaje, la naturaleza, realizando primeros planos sin perspectiva.
Un ejemplo de esto es la poesía épica, donde importa los sentimientos, el amor y la belleza
pero se abandona el paisaje.
Será a partir de los italianos del siglo XIV y XV que se deje atrás esta concepción
diabólica del paisaje y se empiece a apreciar como una representación de la belleza. Un
ejemplo de esto es la obra de Francisco de Asís con su Himno al sol. Aunque la primera
prueba verídica de este cambio de mentalidad se produce en un principio con Dante,
conceptos que serán desarrollados por los grandes humanistas Boccaccio y Petrarca. Con
esta evolución se produce un gran cambio de la percepción de la naturaleza que se puede
observar a través del arte (como viene siendo habitual en esta obra) con ejemplos claros
como: Petrarca y su ascensión al Mont Ventoux, Ubert y el Monte Alvernia o Van Ecyk,
Eneas Silvio, etc.
El último gran tema que trata Burckhardt en La cultura del Renacimiento en Italia
es la religión, donde el individualismo y la influencia de Antigüedad se conjugan con la
herencia cristiana. La fantasía, el imaginario ético-religioso, se convierte en un elemento
recurrente en esta época. Respecto a esto, el historiador basiliense, realiza una serie de
observaciones sobre la moralidad renacentista, limitadas sobre todo a las clases
superiores, por la abundancia de fuentes. En este apartado Burckhardt intentará no hacer
generalidades sobre si el hombre italiano del siglo XIII era igual al “italiano moderno”,
pues según afirma, muchas veces las apariencias engañan. El auge del Renacimiento
coincide, según Burckhardt con el inicio de la decadencia de religiosa, motivada en gran
medida por la Reforma de Lutero y la Contrarreforma Católica, por lo que presenta el
siglo XVI como una especia de “canto de cisne”. Enfrenta la fantasía a la moral del
italiano. Este enfrentamiento es lo que lleva a la realización de actos inmorales como
mantener relaciones sexuales ilícitas o “contra natura”. No obstante, cree que esto no es
la causa de la crisis moral del Cinquecento. En este enfrentamiento que nos explica el
autor suizo se produce otra contradicción: la moral erótica. Mientras que en las comedias
de amor se identifica y representa con el goce, en las poesías líricas y los diálogos se
desarrolla una concepción del amor neoplatónica. Estas contradicciones son las que se
concilian en el “hombre moderno” del Renacimiento.
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Desde el punto de vista religioso, caracteriza a los italianos como incrédulos. Se
pregunta por qué Italia no reaccionó religiosamente desarrollando una reforma similar a
la luterana. En esta argumentación vuelve a realizar un juicio de valor negativo hacia la
monarquía católica, ya que les culpa de la situación italiana debido a su fanatismo
religioso. Cree que hubo posibilidades de realizar una reforma en Italia, puesto que
defiende que las obras de los siglos XIV y XV expresaban una religiosidad viva y directa,
como después propugnaría Lutero. Aprecia un intento de reforma eclesiástica en
Savonarola y le atribuye una “constitución semidemocrática” florentina. Para
Burckhardt, la conjunción de la religión y los pilares del Renacimiento, es decir, la
recuperación de la Antigüedad y el desarrollo del individuo, convierte a la religión en
“subjetiva”, en consonancia con la cercanía de lo musulmán y bizantino, que
caracterizaba a Italia.
3. Conclusiones
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opinión sobre la época medieval está desfasada, viendo el Renacimiento como una vuelta
a la antigüedad que ya se dio en distintas épocas de la Edad Media, como por ejemplo en
el siglo VIII o en el siglo XII. Medievalistas de esta opinión son José María Monsalvo,
Georges Duby o Huizinga, por poner unos ejemplos.
Una crítica que se podría hacer a Burckhardt es que de su obra se extrae que el
Renacimiento se dio en Italia, exclusivamente y que sería mucho después cuando se
expandiera al resto de Europa. Esto convierte a este movimiento cultural, político y
filosófico en algo italiano. Esta elevada consideración de Italia no se ceñía solo al ámbito
cultural y político, sino que también afectaba al social, por ejemplo, en cuanto a la
situación de la mujer, que aparentemente y según las tesis de Burckhardt, era estimada de
la misma manera que el hombre. Cuando aparecen testimonios contrarios, el basiliense
señala que la formación, la participación intelectual y el desarrollo del individualismo se
habían dado en la misma medida en el hombre que en la mujer, mientras que en el
“norte” 12 las mujeres no lograran una alta valoración social hasta tiempo después.
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Término peyorativo para referirse al resto de Europa.
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las tropas imperiales de Carlos V, en 1527. Para el caso de Florencia subraya que uno de
los motivos fue la propia política de la ciudad, aunque constituye un objeto de reflexión
permanente. La decadencia del estilo de vida italiano del Renacimiento la vincula a la
inmoralidad imperante entre los humanistas, provocando una crisis moral, pero que no
parece provenir de la propia conducta humana sino de la situación política.
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sabemos que la cultura clásica no renació, en tanto que nunca se perdió, como demuestra
por ejemplo Huizinga a principios del siglo XX, que criticó la estricta separación que
realizó Burckhardt.
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4. Bibliografía
Corral Sánchez, Nuria. (2014). "La Cultura del Renacimiento en Italia un siglo y
medio después: reflexiones en torno a una obra clásica" en Historias del Orbis Terraru,
Anejos de Estudios Clásicos, Medievales y Renacentista, vol. 7, pp. 136 – 171.
Burckhardt, Jacob. (1968). La cultura del Renacimiento en Italia. Barcelona: Ediciones Zeus.
Comentario crítico de una obra clásica por Fernando Herranz Velázquez se distribuye bajo
una Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional.
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