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Adelbert von Chamisso de Boncourt (Louis Charles Adélaïde de Chamissot) (30 de

enero de 1781 - 21 de agosto de 1838), poeta y botánico del romanticismo alemán.

Escribió La maravillosa historia de Peter Schlemihl (1814), en la que un


hombre vende su sombra al diablo. Algunos lieder de Robert Schumann tienen como texto
poemas de Chamisso.

Editorial Nordica

La historia de Peter Schlemihl es una de las más extrañas y bellas


que el romanticismo alemán ha producido. El hombre que vendió su
alma al diablo ofrece múltiples interpretaciones, realmente es una fábula
en la que la moraleja queda a gusto del lector

El concepto de la sombra puede parecerles a algunos ser el


alma, a otros la dignidad o la conciencia. La perdida de la
sombra nos hace adolecer de integridad que personalmente
tendríamos con ella y por eso aunque parezca ingenuo, los
sufrimientos de Schlemihl son los de un hombre que no es
íntegro, en su caso por el dinero.
Todos tendremos algo en lo que pensar al leer el relato. El viaje final
con las botas de siete leguas en el cual pretende buscarse a sí
mismo, asemeja nuestro propio viaje interior en busca de alguna
sombra que hemos vendido durante nuestra vida.

Desde que se empezó a editar ha sido ilustrado en numerosas ocasiones,


pero la edición que nos ocupa hace de él un placer para todos los
sentidos. El ilustrador ha hecho un excelente trabajo, notamos en él la
asociación con el pueblo judío, ya que Schlelmihl en yiddish significa
desgraciado, y quizás por eso los grabados nos recuerdan a un ser
desgraciado de esa comunidad. El tacto y la tipografía contribuyen a
hacer de este buen edición magnífico ejemplar para nuestro uso y
también para regalar.

Una buena opción de lectura y un disfrute que nos mueve a reflexionar


sobre nuestra existencia.

RESEÑA OFICIAL DE LA EDITORIAL

La maravillosa historia de Peter Schlemihl es un clásico de la literatura


romántica alemana y una de las obras que más admiraban autores
tan diversos como Heinrich Heine, Thomas Mann o Italo Calvino.
En este libro, Chamisso nos cuenta las desventuras de un
imprudente joven que vende su sombra a un misterioso
personaje a cambio de una bolsa mágica de oro y las terribles
consecuencias que le acarrea semejante decisión, entre otras la
expulsión de la sociedad. El remordimiento que tendrá el joven
protagonista por la pérdida de su sombra no tendrá límites...
A partir de entonces se enfrentará a las más extrañas
situaciones para intentar recuperarla. Con sus botas de siete
leguas recorrerá el mundo y, convertido en un naturalista, se irá
olvidando de la ausencia de su sombra.
Esta maravillosa historia es una lectura muy recomendable para lectores
de todas las edades, tanto por su belleza literaria como por su
enseñanza moral para enfrentarse a la vida. Ahora tenemos la suerte de
disfrutar sus páginas a través de la visión estética de Agustín Comotto
y sus magníficas ilustraciones.

Wakefield. Nathaniel Hawthorne. Ilustraciones de Ana Juan. Edición bilingüe.


Trad. maría José Chulián García. Madrid, 2011. 76 páginas. 15 euros.

Hoy, como en el siglo XIX, quien se ausenta por un tiempo de sus


responsabilidades corre el riesgo de perderse para siempre. Pero la tentación
de desaparecer de la propia vida es a veces demasiado fuerte: trabajos
alimenticios, relaciones alienantes, el peso de la rutina... El autor
estadounidense Nathaniel Hawthorne (Salem, 1804-Plymouth, 1864) ya
planteó estas cuestiones en una fábula terroríficamente ambigua,
Wakefield, que Borges consideraba "el mejor relato de su autor y acaso
uno de los mejores de la literatura". Ahora, al cumplir sus primeros cinco
años, Nórdica recupera este relato en su deliciosa colección Ilustrados, en
edición bilingüe y acompañado de los dibujos de la valenciana Ana Juan,
colaboradora habitual de The New Yorker y Premio Nacional de
Ilustración 2010.

Ana Juan es hoy, posiblemente, la más internacional de las creadoras españolas


que compaginan su trabajo para periódicos y editoriales con una trayectoria
personal que integra el dibujo, la pintura, la historieta y, en su caso, también la
escultura. Vinculada a la movida madrileña en sus inicios -tras licenciarse
en Bellas Artes se estableció en la capital española e hizo currículo en las
transgresoras revistas Madriz y Luna-, con los años Ana Juan suavizó su
estilo.
La historia de Wakefield, un personaje misterioso que anticipa al Bartleby
melvilleano y su célebre "preferiría no hacerlo", es la de un fingimiento
dilatado en el tiempo por razones que nunca quedan claras. Este hombre
un día sale de su casa para hacer un corto viaje y, aparentemente, ya no
vuelve más. Pero Wakefield, en lugar de marcharse lejos, se va a vivir a
la calle contigua a su domicilio conyugal y permanece allí veinte años sin
que ni su mujer ni sus amigos supiesen nada de él. Por ello, uno de los
rasgos más interesantes del trabajo de Ana Juan es el protagonismo que concede
a la esposa a la que, en el tiempo que duró ese ejercicio de masoquismo o,
como prefiere el autor, "de pequeña burla", Wakefield espió con
frecuencia. La vio afligida, melancólica y, finalmente, resignada a su
madura viudedad. Ana Juan recrea todos esos estados femeninos en
tanto que nos deja imaginar con total libertad a ese ser espectral que,
cuando desapareció, lucía un sombrero de hule y botas altas mientras
que en una mano sujetaba un paraguas y, en la otra, una maleta
pequeña. En una de las escenas más surrealistas, un enjuto Wakefield
llega a rozarse con su mujer que, ahora corpulenta y fornida, se dirige a
misa con un devocionario en la mano y no le reconoce.

"El trabajo de Ana Juan dialoga con el autor de manera que el libro es el
encuentro entre dos visiones del texto", considera Diego Moreno, director de
Nórdica. Una labor donde la artista no oculta su admiración por el también
novelista de La letra escarlata, maestro y precursor de Melville -que llegó a
dedicarle su Moby Dick- y de Henry James, creador de una afectuosa biografía,
Hawthorne, donde defendía "su talento original y exquisito" y su atenta mirada a
la extraña condición humana.

La novela de la ópera de FRANZ WERFEL


Verdi y Wagner nacieron en el mismo año (1813). Si el primero fue maestro
indiscutible de la ópera italiana y logró enorme popularidad por su plena
identificación con los movimientos revolucionarios que llevaron a la independencia
de su país, Wagner alcanzó las cimas del mito, con sus pretensiones de plasmar
mediante la música una peculiar cosmovisión, en la que influyeron filósofos como
Nietzsche o Schopenhauer. Verdi, que apreciaba a Wagner, pensaba que las
teorías musicales de éste no se podían aplicar a los sentimientos más profundos
del espíritu humano, que el italiano intentaba reflejar en sus óperas, en las que la
voz y la melodía son preponderantes, frente al predominio de la orquesta en los
dramas del compositor alemán. En esta importante novela , escrita en 1924,
Franz Werfel (1890-1945), uno de los grandes escritores centroeuropeos del siglo
pasado, ha querido plasmar la admiración y la inquietud de Verdi ante el triunfo
irresistible de Wagner en el panorama musical de finales del siglo XIX. Estamos en
1882, han transcurrido más de diez años desde el arrollador éxito de Aida. En ese
período, parece que la inspiración de Verdi se ha perdido. En cambio, los éxitos de
Wagner se suceden. Esto impulsa al compositor italiano a viajar a Venecia, donde
reside su rival. La novela describe las dudas, los temores y la indecisión de Verdi
durante los pocos meses en que permanece en la ilustre hasta que se decide a
visitar a Wagner, cuando Venecia acaba de celebrar los carnavales de 1883. Sin
embargo, un acontecimiento inesperado impedirá que la entrevista se realice. Con
este argumento, Werfel ha escrito una ambiciosa novela, en la que trata de
profundizar en la psicología de Verdi y en los motivos de la creación artística. La
personalidad del maestro italiano, discreta, más bien arisca, de trabajador
abnegado, con un gran sentido de la justicia y de la generosidad, contrasta con la
de Wagner, por el que Verdi siente una mezcla de admiración y de envidia. Junto a
esto, hay que destacar la magnífica ambientación, con descripciones detalladas de
la ciudad, de sus costumbres, del ambiente y de las intrigas de la época, así como
la acertada caracterización de diversos personajes secundarios, como el senador
amigo de Verdi, el ridículo marqués Gritti o el joven alemán Mathias Fischböck.
Werfel, autor de la inolvidable Una letra femenino azul pálido (ver servicio 106/94),
muestra también su amplia cultura en las frecuentes digresiones sobre la
composición musical y sobre el espíritu de la época.

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