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Doc. de Consulta de La Segunda Clase
Doc. de Consulta de La Segunda Clase
No nos cabe duda de que estamos ante una concepción pedagógica de la orientación. La
orientación como educación sobre el propio proceso educativo, es decir la capacitación
de los alumnos para aprender. La importancia actual dada a las capacidades generales,
al aprendizaje de estrategias de control, lo que denominamos metacognición,
conocimiento acerca del propio conocimiento, conciencia acerca del propio
pensamiento, además de las clásicas técnicas de estudio, desarrollo y manejo de la
memoria, y las más recientes y apreciadas capacidades de aprender a aprender y de
búsqueda y organización de la información. Son estrategias generales aplicables a una
gama amplia de contenidos y su desarrollo forma parte del contenido de la orientación
educativa y de la labor del tutor (MEC, 1992:17-18).
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ORIENTACIÓ N DE LOS PROCESOS DE E-A
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ORIENTACIÓ N DE LOS PROCESOS DE E-A
Inteligencia, aptitudes
PODER
Tutoría
Diversos autores se han referido a esta área. Bisquerra y Álvarez (1996: 101)
contemplan esta denominación e incluyen en ella los programas de métodos y técnicas
de estudio, las habilidades de aprendizaje, los programas de aprender a aprender, las
estrategias de aprendizaje, enseñar a estudiar y el desarrollo de estrategias de
aprendizaje autónomo. Rodríguez Moreno (1995: 53-57) la denomina orientación
desde la perspectiva escolar y se centra en el profesor-tutor como principal
protagonista y figura dinamizadora. El profesor-tutor es el genuino orientador, y el
currículum escolar el intermediario entre la labor educativa y el sujeto de la orientación.
Orientar y educar se convierten en conceptos intercambiables al converger en un ob-
jetivo común de guía del alumno en la vida a través de la institución escolar.
capaz de enfrentarse a una tarea de aprendizaje o no tiene las aptitudes básicas para ello,
no puede aprender. Saber supone el dominio de unas estrategias aprendidas tanto por el
estudio como por la experiencia que permiten el desarrollo eficaz de una tarea. Si un
profesor no conoce o no tiene experiencia en diferentes técnicas y estrategias docentes y
evaluativas, no sabe enseñar. Si un alumno no conoce o no domina diferentes técnicas y
estrategias de aprendizaje, no sabe aprender o lo hará con dificultades. Querer implica
un acto de voluntad por parte de las personas que las lleva hacia una meta o un fin;
implica también una tendencia o atracción hacia lo que quiere. Si a un profesor no le
atrae su tarea docente ni la acomete con entusiasmo, no quiere enseñar ni va a facilitar
ello a sus alumnos. Si un alumno no tiene motivos, inmediatos y diferidos, intrínsecos o
extrínsecos para estudiar, no quiere estudiar. Creemos que actualmente la orientación
educativa, de los procesos de enseñanza-aprendizaje, debe centrarse en estas variables.
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No hay dos alumnos iguales. Por tanto tampoco podemos orientar a nuestros
alumnos en un único modelo de aprendizaje. Simplificando mucho, podemos decir que
los alumnos adoptan dos enfoques de aprendizaje. Por enfoques de aprendizaje se
entienden los procesos de aprendizaje que surgen de las percepciones que el estudiante
tiene de una tarea académica, en cuanto que son influenciados por las características del
individuo (Biggs, 1988 y 1993). Este concepto tiene tanto elementos situacionales como
personales. Los enfoques de aprendizaje se basan en motivos y utilizan determinadas
estrategias, que se combinan mediante un proceso metacognitivo (Hernández Pina,
1993). En la literatura se explicitan tres tipos de enfoques de aprendizaje: el profundo, el
superficial, y el estratégico o de logro, si bien es cierto que últimamente la mayoría de
los expertos reducen los enfoques a los dos primeros. El enfoque profundo se basa en la
motivación intrínseca. Supone interés por la materia y deseo de lograr que el
aprendizaje tenga significación personal. Las estrategias se usan para lograr la
comprensión. El enfoque superficial se basa en la motivación extrínseca. Los procesos
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También tenemos que señalar que el mismo alumno, en contextos diferentes, para
contenidos, profesores y fines diferentes, puede adoptar diferentes enfoques. Si una
materia le gusta y la cree importante para su futuro, puede adoptar un enfoque profundo
y estratégico, pero si no le gusta y solo la considera una barrera a superar en su carrera
académica, puede adoptar una estrategia superficial o, al menos, estratégico de
mínimos. Evaluar el enfoque adoptado por un alumno es una tarea de la orientación
educativa. Posteriormente orientar o, al menos hacer consciente, al alumno sobre la
adecuación o no de su enfoque y de las alternativas a éste, también es tarea de la
orientación y de la tutoría.
Por encima de ellas en nivel de concreción están los procesos de aprendizaje, que
son las operaciones mentales básicas, las macro-actividades de nuestro conocimiento,
como la identificación, la comparación o la clasificación. Son muy poco visibles y de
manipulación difícil, aunque los programas de mejora de la inteligencia intentan
modificarlos. Coincidiendo con Feuerstein (año), yo creo que sí se pueden entrenar.
Más concretas que las estrategias de aprendizaje son las técnicas de estudio y
trabajo intelectual. Las técnicas son concretas, visibles y manipulables, como manejar
una base de datos o hacer lectura rápida. Se pueden y deben entrenar. Todo el mundo las
utiliza en mayor o menor grado y mejoran claramente el rendimiento de los alumnos.
Por tanto, la orientación educativa y sus agentes (orientador y tutor) deben cuidar su
conocimiento y práctica por los alumnos. Todos los profesores pueden y deben usarlas y
propiciarlas al trabajar cada una de sus materias.
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¿Cómo serán esos alumnos 3.0 en 2020? Nuestros alumnos serán expertos en el
procesamiento rápido e intuitivo de información digital multiformato, transformándolo
en producciones –colaborativas o no- digitales que publicarán en sus blogs individuales
o en sus redes de trabajo; serán capaces de decidir y de intervenir sobre la realidad –con
cierta osadía- en base a las reflexiones –muy básicas- extraídas de esta información;
será muy creativos, fruto de la hiperestimulación sensorial sufrida en su vida personal y
académica; serán co-productores de conocimiento, pero éste será fundamentalmente
pragmático y muy contextualizado. Ese es el presente y es el modelo de alumno que
debemos orientar.
Para 2020 imaginamos que nuestros alumnos 3.0 desarrollarán sobre todo
aprendizajes por investigación, combinando los procesos deductivos e inductivos
propios de aquella. Será un aprendizaje que genere conocimiento nuevo y no sólo se
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¿Qué podemos hacer los profesores para motivar a los alumnos? ¿Qué factores
podemos manejar los profesores para su motivación? ¿Cuál es el contexto de enseñanza-
aprendizaje más motivador? ¿De verdad creemos que nuestras clases son neutras?
¿Motiva igual un método o un tipo de evaluación que otro? ¿Aprenden igual los
alumnos con un clima de aula que otro? ¿Qué organización y gestión de aula motiva
más a los alumnos? Nuestra investigación sobre la docencia motivadora en la
universidad señala las siguientes conclusiones (Boza 2013):
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Al alumno tampoco le basta con poder y saber. Necesita querer aprender. Todos
necesitamos estar motivados para vivir. La tarea de aprender es una de las constantes
vitales del ser humano. Nunca dejamos de aprender por dos razones fundamentales.
Necesitamos aprender para poder adaptarnos y modificar nuestro entorno vital. Pero
también aprendemos porque queremos aprender, porque queremos conocer los
fenómenos que subyacen y explican nuestra vida. No obstante, cuando trasladamos esa
necesidad natural a entornos y contenidos formales de educación institucionalizada, no
siempre la motivación por aprender cristaliza o se manifiesta con la misma intensidad.
Todos conocemos casos de alumnos más o menos motivados o alumnos más motivados
en unos momentos que otros.
A las metas vitales le siguen sus motivos personales (Boza, 2010). Sus motivos
personales para estudiar se asocian en el presente con la propia experiencia universitaria
como interesante, dar respuesta a sus propias expectativas personales en forma de
educación y maduración personal, la adquisición de conocimientos, la propia
responsabilidad y los deseos de superación personal, y en el futuro, con la obtención del
trabajo deseado, tener mejor opciones en el mercado de trabajo, tener una vida
organizada y también disfrutar de independencia y libertad.
Metas y motivos no son suficientes, requieren una actitud determinada por parte de
los alumnos (Atkinson, 1964; Covington y Roberts, 1994; Wigfield y Eccles, 2000).
Nuestros alumnos mantienen una actitud ante el estudio orientada al éxito, valorando las
tareas de aprendizaje por su importancia y utilidad, y atribuyéndose los logros obtenidos
al esfuerzo y trabajo propios.
A las metas, motivos, actitud y condiciones se le unen finalmente otros dos factores:
implicación en el estudio y estrategias de aprendizaje adecuadas. Su implicación en el
estudio viene determinada por la asistencia a clase, la responsabilidad, la autonomía y el
esfuerzo. No comentamos aquí la importancia de conocer y utilizar unas estrategias de
aprendizaje adecuadas para la motivación intrínseca porque ya se ha desarrollado
anteriormente.
colaborativo han contribuido a aliviar un poco el área. Pero, por otro lado, el concepto
N.E.E., como se ha visto anteriormente, ha ido ampliando su extensión para pasar a
incluir a cualquier alumno que tenga una “necesidad especial”, y no necesariamente con
la connotación de déficit. De esta manera empieza ya a incluir alumnos procedentes de
minorías étnicas, grupos de riesgo, marginados, inmigrantes, etc., denominados en otros
momentos como sujetos de educación compensatoria, y también a los alumnos
superdotados y de altas capacidades, conformando un enfoque más amplio que se ha
dado en llamar orientación para la atención a la diversidad. Tengamos presente, pues,
que aunque tradicionalmente esta área se ha reducido a los sujetos con déficit y la
respuesta se articulaba desde la educación especial y la integración, el concepto actual
de educación implica que la orientación y la tutoría contribuyan a dar una respuesta
apropiada a la diversidad del alumnado.
La diversidad es algo natural a la vida humana. Que somos distintos es una verdad
sin duda alguna. Distintos intereses, motivaciones, capacidades psíquicas, facultades
físicas, o, simplemente sexo, hacen diferentes a los sujetos. Orígenes y contextos
sociales, económicos, culturales, geográficos, étnicos y religiosos diversos también
generan individuos únicos y diferentes. La diversidad es la manifestación más natural de
la vida. Las fuentes de la diversidad en el ámbito escolar (CECJA, 1994: 9-19) son
múltiples: diversidad de experiencias y conocimientos previos, de estilos de aprendizaje,
de intereses, de motivaciones y expectativas ante el aprendizaje escolar, de ritmos de
trabajo, de capacidades... Pero no sólo se dan en esos aspectos. Nuestra sociedad es cada
vez más multicultural, y desde luego no exenta de conflictos. Cada vez es más normal, e
irá en aumento, la presencia de ciudadanos de otras culturas en nuestra sociedad, y claro
está, en nuestras escuelas (Soriano, 2002).
Ante este panorama de diversidad, ¿qué hace una escuela que se declara
comprensiva? La escuela comprensiva se caracteriza por realizar una misma y única
propuesta curricular para todos los niños y jóvenes de un mismo tramo de edad. Esta
oferta requiere, no obstante, una respuesta adecuada a las diferencias y características
particulares de los alumnos, tanto en relación con los aspectos personales como los
sociales o culturales.
En resumen, podemos decir que casi todos los autores tratan el tema de manera
expresa o no; que el concepto de necesidades educativas especiales, revolucionario en
su momento, ha sido superado por el de atención a la diversidad, que no solo incluye a
éstas y a los problemas y dificultades de aprendizaje, sino también a la sobredotación y
las diferencias debidas a factores de índole socio-económico-cultural; y que las
estrategias que se ponen en juego para su atención van desde planteamientos generales,
plan de centro y proyecto curricular, hasta más particulares, adaptaciones curriculares,
pero siempre desde una perspectiva curricular. Contenidos específicos de esta área son:
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en
-Condiciones e implicación en el estudiomo U ión -Té
-Há
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-Enfoques de aprendizaje
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teg
-Profesionalidad docente
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-Liderazgo docente -Mod
-Interacciones profesor-alumno -Estra
es
-Organización y gestión del aula -Estra
-Metodología didáctica
-Clima de aula es
-Tipo y estrategias de evaluación
Referencias
ALONSO TAPIA, J. (1995): Orientación educativa: Teoría, evaluación e intervención. Madrid: Síntesis.
ALONSO TAPIA, J. (2012). Evaluación psicopedagógica y orientación educativa. Madrid, Síntesis.
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