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Silvia Amigo

“El mito del padre primitivo”

El mito del padre primitivo

El padre reprende lo imposible con una prohibición, prohíbe lo imposible, y orienta la


estructura del sujeto para que no se rompa la cabeza contra lo imposible como lo hace el
psicótico (que estando en el lenguaje carece del auxilio de tal). El padre es, en Freud y en
Lacan, el punto irreductible mítico necesario para la ley del lenguaje que va a encarnarse en
una estructura que, necesariamente, tiene que ser una presencia tanto en el discurso de la
madre como en el Edipo del niño.
La madre desea tener un niño debido a su propio padre, a su Edipo, a lo que le debe a su
padre (el fantasma del niño es primero con el padre y luego con el marido, con algún marido
con quien conciba), y el falo que le falta a la madre es adeudado al padre que puso en falta la
madre. O sea, la madre espera un niño desde una posición donde su propio padre la puso en
situación de desear la maternidad. Luego de ese padre presente en la madre va a tener que
aparecer el personaje paterno, el varón sexuado de la madre, figuras que se van encastrando
unas en otras.
Pero no alcanza la estructura del lenguaje, puesto que si alcanzara no sería necesario
diferenciar psicosis de neurosis. Que el padre prohíba lo imposible orienta al sujeto a que no
se rompa la cabeza contra las paredes del laberinto.
Podríamos llamar padre a ese resto mítico imposible de reducir a cualquier formalización –la
formalización in absentia o in effigie, como decía Freud, no va. Tiene que haber una
presencia como en la transferencia que sostenga el rol de la prohibición y es la histérica,
precisamente, la que busca a aquel que pueda estabilizar el mundo de la madre y el niño, es
decir, busca a aquel que pueda prohibir lo imposible y que […] o lo que Freud llamaba,
también con el padre, […].
Freud inaugura, entonces, para la maternidad una normativa. Si la maternidad es normativa 1
lo que podría amenazar con eliminar al padre como necesidad en la cultura es el discurso de
la ciencia, no la ciencia. El psicoanálisis no puede ponerse en la [vereda] de la ciencia, y
hasta la fecha lo único que no han podido reemplazar los métodos de reproducción es el útero
(no crearon un útero científico), sí hay óvulos donados, esperma donado. Lo único que queda
es histeros, el útero, pero la ciencia amenaza barrer de la cultura este último residuo mítico, la
ciencia no quiere saber nada con [el útero]. El psicoanálisis que tiene –en Lacan y en Freud–
una aspiración de intervenir en el campo de la ciencia, a no ser oscurantismo, deja un lugar al
[mito] y el padre ocupa ese lugar.

1
Hay distintos tipos de maternidad: se pueden tener niños como quien siente crecer un tumor en el vientre; se
pueden tener niños para vender en adopción –en adopciones ilegales; se pueden tener niños que sobran, que no
son nada para uno más que una molestia.
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Freud dijo que si un niño viene de forma normativa 2 va a entrar –según lo plantea Lacan en
sus primeros seminarios– en un triángulo donde la madre y el niño ya van a estar separados
por el falo. En principio el falo viene del Nombre del Padre en la madre y más tarde,
lógicamente más tarde, el triángulo va a ser reemplazado por madre-padre-niño (en lugar de
madre-falo-niño) donde el padre va a arrogarse el lugar por ser causa del deseo de la madre –
va a aliviar la dialéctica caótica o potencialmente caótica de suficiencia o insuficiencia fálica
que puede haber entre la madre y el niño.
¿Quién no se ha sentido insuficiente para su madre? Uno no era lo suficientemente prolijo, lo
suficientemente lo que se les ocurra, eso es muy difícil de satisfacer. El padre aparece,
entonces, normativizando el deseo del niño, haciendo que aparezca el deseo de la madre
como deseo del falo.3 La norma pacifica, la presencia paterna pacifica (hasta acá estamos con
la ley que pacifica). Pero hay algo más, un punto culminante, de llegada, donde Lacan
formaliza esta ley pacificante del padre, ley pacificante que de todas maneras recurre a la
presencia mítica que es, hasta acá, la metáfora paterna.

NP DM A

----- . ------ = NP -----

DM X falo

El deseo de la madre tiene un significado enigmático y toda nuestra vida tratamos de


responder con nuestro ser qué somos para el deseo del Otro. Lacan dirá, sobre esta ecuación
fundamental, que el Nombre del Padre (que está la izquierda) se añade (aunque también
puede no añadirse) al pasar bajo la barra del deseo de la madre, al reprimir el deseo de la
madre haciendo advenir, en Nombre del Padre, que la madre está dividida por el falo.
El Nombre del Padre permite que [esta ley] pueda resolverse para el niño haciendo que sienta
que es el falo que divide al Otro, que le falta al Otro, no que lo sutura y lo colma. El auxilio
de este Nombre del Padre –aquí estamos con la ley como pacificación, luego veremos que
hay otra cara de la ley– hará de frontera (punto culminante y muy importante en Lacan)
constante entre la neurosis y la psicosis que es meramente […] (yo me he ocupado a lo largo
de varios textos y un par de libros enteros sobre los casos de fracaso del fantasma que no son
psicosis –sí neurosis muy graves– porque no hay forclusión del Nombre del Padre). El
Nombre del Padre, entonces, viene a suplementar algo que todo análisis que apunte a un fin
de análisis va a trabajar, quiero decir, qué éramos para el deseo de nuestra madre más allá del
amparo del padre, qué objeto éramos para el deseo de nuestra madre. Esa es una construcción
que se hace en transferencia y con cierta tranquilidad porque ya tenemos el Nombre del
Padre.
El Nombre del Padre resuelve, por tanto, esa X diciendo que es el falo que le falta a la madre
(no que la sutura y la completa) y recuerda al niño lo que le falta. De ahí en más el falo va a
2
Es decir que el niño provenga como una deuda con el Edipo de la madre, como un residuo adeudado al padre,
como un falo que le falta a la madre.
3
Un verso de la zamba de Jaime Dávalos y Eduardo Falú, Vamos a la zafra, dice “quiero que tengas un chango
para yapar el jornal”. “Para yapar el jornal” quiere decir que quiere tener un chico para que traiga plata.
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ser, en Lacan, la Bedeutung, la significación del falo.4 Ello se lee en el discurso, por ejemplo
cuando la significación fálica falla en la psicosis todo significa algo –una paciente psicótica
decía que el verdulero la había acusado de desequilibrada. ¿Qué pasó? Ella fue a comprar
verduras y el verdulero le dijo (pongamos que se llamaba María): “María, lleve una bolsa en
cada mano”. Eso fue todo lo que dijo el verdulero. ¿Qué dedujo ella? Que le dijo que estaba
desequilibrada porque tenía que equilibrarse, con lo cual hubo que hacer todo un trabajo para
que no fuera a increpar al verdulero y, además, porque el lazo social queda lastimado,
dañado, en tanto el falo impone agujero. Uno, a lo sumo, podrá decir “¿me habrá querido
decir algo, me habrá tirado onda?”, pero eso no se sabe hasta que no conste.
El falo, para Lacan, introduce una significación de agujero que será la significación de la
castración (recuérdenlo cuando hable un poco de las fórmulas de sexuación). Hasta aquí el
padre aparece como la ley simbólica pacificadora con su presencia inevitable mítica. La ley
simbólica tiene, inevitablemente, una presencia mítica que es este llamado al padre que
encarna la histérica como principal figura de búsqueda del padre (“papá vení y resolveme la
X”).
Ahora bien, al honesto clínico que fue Freud jamás le cerraron las cuentas que el padre fuera
sólo paz, tranquilidad, serenidad, armonía, eso nunca le cerró. Más aún, discutió
encarnizadamente con Ernest Jones, su biógrafo oficial, dos ideas: la del mito del padre
primordial y la de la inexistencia de la representación del concepto de la vagina (ya veremos
qué tienen en común el mito del padre primordial y la inexistencia de la representación del
concepto de la vagina).
Freud toma el mito del padre primordial de Darwin y le da una vuelta que crea –según
Lacan– el último gran mito moderno. ¿Qué escribía Darwin sobre la evolución de la especie?
Darwin postuló que los homínidos (la humanidad), en la era glacial, estaban agrupados en
hordas lideradas por un macho que las protegía, un macho que custodiaba el fuego (ahí hay
otro mito importante que es el de la conquista del fuego) y que poseía a todas las hembras de
la horda. Como los varones jóvenes no tenían acceso a ninguna hembra debían esperar la
ancianidad y muerte del padre para luego “matarse entre todos” y ver quién sería el próximo
padre de la horda. Asimismo dice Darwin que pudo haber, seguramente, intentos de asesinato
del padre –que Freud llama en alemán Urvater (“ur”, en alemán, quiere decir primordial,
primitivo)– que terminaban, nuevamente, en una pelea de los hermanos por quedarse con
todas las mujeres. Eso sucedió hasta el fin de la horda y el comienzo de la cultura.
El fin de la horda y el comienzo de la cultura pasa por un asesinato y un banquete (vean que
el comer –en forma de banquete, no en forma común– está en el origen de la civilización). El
pasaje de la horda a la cultura se da en el momento de asesinato del padre, de asesinato del
conteiner de goce absoluto, e incorporación en una comida totémica, incorporación de un
fragmento del padre como fragmento de la ley, a partir de lo cual comienza la ley de los
clanes (la que describe Levi-Strauss). De ese acto, para Darwin, había memoria genética, ese
acto quedaba en los genes, no en el inconciente, y así se transmitía como prehistoria
filogenética. Entonces, Jones le dice a Freud que el mito del padre no va, que Darwin fue
capaz de demostrar tal transmisión filogenética, a lo cual Freud responde que el mito del
padre primitivo era una de las bases de su teoría sin la cual esa teoría no podía funcionar. Es
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Bedeutung quiere decir significación y también denotación, referente, o sea que la referencia del falo es el
agujero, siempre que haya significación fálica hay agujero.
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decir, no importa si está en los genes o no está en los genes, está en la fantasía, está en el
psiquismo. En el psiquismo hay una necesidad, no ya de la cara [pacificadora] del padre sino
de la cara feroz de un padre que se haga cargo del deseo de la madre y que pueda con eso
cien por cien.
En las fórmulas de la sexuación (yo sé que no puedo darlas enteramente hoy pero les pido
que me acepten unas anotaciones que quizá les abran el apetito porque trabajar el Seminario
XX: Aun puede llevarnos más de un año) Lacan intenta “logicizar” el mito del padre de la
horda borrando la inexistencia […].
La teoría que Jones tenía estaba basada en la frase bíblica que dice “Dios los hizo varón y
mujer”, o sea, postulaba que en el inconciente existe una representación del genital masculino
–el falo– y una representación del genital femenino –la vagina. Pero Freud, a diferencia de
Jones, plantea que el inconciente no sabe lo que es el órgano genital femenino porque para el
inconciente solamente está el falo: hay o no hay, no hay símbolo de la vagina.
¿Qué tienen en común, entonces, las dos discusiones? Freud le dice a Jones –y si me permiten
la translación del lenguaje– que lo simbólico no da cuenta de lo real de la femineidad, de lo
real de la paternidad, hay algo de la paternidad que es real, no simbólico, no ley pacificante,
sino goce y hay algo de la femineidad que no puede entrar en lo simbolizado. Hay algo
“insimbolizado” en el padre, hay algo “insimbolizable” en la [femineidad].
Lacan recordará que en esa discusión con Jones, Freud dice que en el mito el padre
primordial (Urvater –el padre primordial de Darwin) era el que gozaba de todas las mujeres y
que el problema entre el niño y la madre es un problema sexual (esto quiere decir que un
problema sexual se resuelve con una intervención sexual, no una intervención intelectual). El
padre puede separar al niño de su madre si puede gozar sexualmente de la madre, no si baja
una ley abstracta del cielo, de lo simbólico (es cierto que puede bajar una ley abstracta del
cielo, de lo simbólico, que un padre puede decir a un chico “no te lastimes”, “no le pegues a
tus amiguitos”, etc., pero si el padre no tiene potencia de goce sobre la madre su intervención
irá al vacío o al cuasi vacío, que es lo que pasaba con el padre de Juanito –ahí tienen un lindo
papá puramente simbólico y nada real).

Pregunta: Silvia, no se parece a la definición de padre que dice Lacan en relación con un
padre…

Silvia Amigo: En el Seminario XXII: RSI Lacan da, a mi juicio, una definición del padre real,
no del padre simbólico. El padre real es aquel que hace de su mujer objeto a, causa de su
deseo, es aquel que goza de su mujer, y añade, para lo cual la mujer tiene que adherirse a
gozar con ese hombre.
¿Cómo formaliza Lacan al Urvater? En el Seminario XX: Aun hace un intento de
formalización del Urvater y dice esto:

Existe un X, un sujeto, para el cual no corre la ley del padre (para el Urvater no corre la ley
del padre, él puede con la madre, puede con todos), o sea, hay uno que se exceptúa, uno

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excepcional (o -1) que se exceptúa de la norma fálica de la castración y genera, entonces,
para su descendencia, que todos estén castrados. Él no está castrado y castra a todos los
demás. Que todos estén castrados (que todos estén bajo la ley del falo) se lo deben a este
Urvater, padre primordial que está más allá de la ley pacificadora. Y lo que quedará como
resultante, que todo esté bajo la línea de la castración, es lo que se llama valor sexual. El
padre hace sujeto y dona el significante, allí Freud y Jones coinciden, el padre puede donar el
significante fálico para […].

Pregunta: […].

Silvia Amigo: Porque al tomar –el padre– el goce de la madre, al hacerse cargo al ciento por
ciento (cosa que sabemos en que en la vida no puede suceder) de la madre, quita ciento por
ciento a la madre del niño, con lo cual castra al sujeto.

Del lado femenino, en cambio, Lacan postula que no existe un padre que pueda donar el
significante de la femineidad porque no existe.

Hay padre del sujeto femenino, hay padre que nos dona el falo, pero no hay padre que nos
done el significante de la vagina, de ahí que no toda la mujer está castrada y surge el famoso
. Por eso la mujer es más bien semblante de objeto, no sujeto, y tiene una particular
posibilidad de encontrar el significante de la falta del Otro. Ahora, el tema es que para Freud
y Lacan esto es un fantasma.
Entonces, en el fantasma llamamos a un padre –como dice Freud en Pegan a un niño–,5 y es
necesario fantasmatizar la fuerza del goce sobre los cuerpos del padre, fantasma que se
construye como llamado fantasmático a poner en orden el deseo de la madre.
¿Cuál es el problema de la histérica patológica? (sabemos que está la histeria estructural y la
histeria como cuadro nosográfico o patológico). Pregunto, ahora a las chicas, ¿cómo elegimos
a un varón entre la multitud de varones? No es cierto que no haya varones, los hay a
montones, el problema es ese uno que sea la excepción. ¿Y de dónde sacamos la excepción?
Ese, el que constituye la excepción, tiene un rasgo del […] en nuestro fantasma del padre,
tiene un rasgo al que le podemos atribuir una excepción, ¡si no estaríamos con todos! ¿De
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En la segunda fase, la fase conciente del fantasma, “mi padre me pega”, lo cual no quiere decir que el padre
tenga que pegarle al nene o a la nena.
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quién nos enamoramos? Del que tiene un rasgo que podemos creer es una excepción, de
aquel cuyo decir es un decir paterno, o sea, toda mujer elige a un varón entre la multitud de
varones por eso. Y la queja femenina patológica es “no hay ni uno”, no hay ninguno que le
pueda [acertar al rasgo]. Las mujeres habitualmente elegimos entre la multitud de hombres al
que podemos atribuir una excepcionalidad, es el que se hizo -1 en el conjunto de hombres.
Tratemos ahora la histeria como cuadro nosográfico, patológico, y veamos si podemos
ilustrar el caso con Lady Macbeth.6 ¿Qué ocurre cuando lo que debiera ser un fantasma, el
fantasma de “mi padre me pega”, se vuelve la búsqueda encarnizada de un personaje
excepcional, un gurú, un campeón, alguien que pueda solucionar las cosas con un chasquido
de dedos?7
El problema de la histeria mal llevada consiste en encontrar el […], hacer al hombre,
obligarlo a que se halle [con este hombre]. La histeria mal llevada es la que busca hacer de lo
que debiera ser un fantasma y una elección de un hombre con un rasgo de excepción el
campeón.8
Esto me recuerda lo sucedido con la mudanza de una paciente histérica. Resulta ser que en la
cochera del departamento al que se mudó con su marido (una cochera bastante grande)
entraban dos coches y una parte era ocupada, de facto, por el portero. ¿Qué hace ella? Cada
vez que llega a su casa le dice al marido: “¡Andá y hacele sacar el auto!”. Fue en el análisis
que […] “usted puede ayudarlo y juntos tener una reunión de consorcio” […]. El marido
estaba desesperado porque tenía que ser su campeón, el que liberara las dos cocheras para que
ella pudiera meter su autito en el espacio que el malvado portero ocupaba, pero el marido no
era He-Man, era su marido. Ahí tienen una histeria mal llevada.
Voy a leer algunos pasajes de Macbeth para ver el caso de esta tragedia. Ustedes, que
seguramente conocen más o menos el argumento, saben que el rey Duncan de Escocia acaba
de tener una guerra con los noruegos y que Macbeth, un general muy valiente, logra que la
batalla se incline a favor de los escoceses. Será recibido, entonces, en Escocia y obtendrá
muchos honores, pero se encuentra con las brujas (que son muy lindas como personajes) que
le pronostican varias cosas: que va a ser thane de Cawdor; que va a ser rey y que ningún
hombre parido por mujer lo va a vencer; que sólo será vencido cuando el bosque de Birman
se mueva hacia el castillo de Dunsinane.
Pues bien, la llegada de los empleados del rey Duncan anuncia el cumplimiento de la primera
profecía, la entrega del condado de Cawdor. En cuanto a ser rey vean lo que opina Macbeth:
“Si el destino ha decretado que sea rey, ¡bien!, que se me corone, pero sin que tenga yo parte
en ello” (él dice que no va a hacer nada contra Duncan). Entonces, una vez que le dan el
condado de Cawdor le escribe una carta a su mujer diciéndole que se encontró con unas
brujas que le dijeron esto y estotro.
Vamos a escuchar, ahora, a la histérica mal llevada, la que quiere que su marido sea el
campeón, la que va por más (“te doy Dios, quieres más”) porque una cosa es la estructura

6
Lady Macbeth, esposa de Macbeth en la tragedia de William Shakespeare.
7
Un viejo chiste de Les Luthiers decía: “Usted, que se destaca en los deportes; usted, que se viste con las
mejores marcas; usted, que fascina a los hombres y seduce a las mujeres; usted, ¿cómo hace?”.
8
Recuerdo la canción Seminare de Serú Girán. ¿Qué le dice en esa canción el chico a la chica? “Te doy Dios,
quieres más, es que nunca comprenderás a un pobre pibe”, o Peperina, la chica que va buscando al ídolo, “se
acuesta con extranjeros y desprecia a los locales”.
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inconciente de la satisfacción del deseo histérico y otra cosa es la insatisfacción permanente
frente a lo que pueda dar el hombre.
Lady Macbeth, que está mal llevadita, cuando recibe la carta dice al marido: “Vas a ser rey,
voy a ser mujer del rey”, a lo cual Macbeth responde: “No debemos ir más lejos en este
asunto. Acaba de colmarme de honores, y he adquirido una reputación de oro para toda clase
de gentes que quisiera conservar en su esplendor, reciente como es todavía, en vez de
encenagarla con un asesinato”. Lady Macbeth le contesta: “¿Estaría ebria, entonces, la
esperanza con que os ataviabais? ¿Se ha dormido después y se despierta ahora para
contemplar, pálida y verde, lo que supo mirar tan arrogante? Desde este momento creeré tan
frágil tu amor. ¿Tienes miedo de ser el mismo en ánimo y en obra que en deseo? ¿Quisieras
poseer lo que estimas el ornamento de la vida y vivir como un cobarde en tu propia estima,
dejando que un «no me atrevo» vaya en pos del «yo quisiera», como el pobre gato del
cuento?”.
Macbeth, que había escuchado el oráculo, (¿quién es la bruja, entonces?), contesta a su mujer:
“¡No des al mundo más de hijos varones pues de tu temple indomado no pueden salir más
que machos! Cuando ya hemos manchado de sangre a los dos dormidos chambelanes y
empleando sus propias dagas, ¿quién no se persuadirá de que ellos dieron el golpe?”, es decir,
ya lo introdujo en la lógica y dice lo que mismo que dijeran Lacan y Freud sobre la histérica
(identificación viril). ¿Qué dijeron Freud y Lacan sobre la histérica? Que a través de su
campeón ella quisiera ser el súper macho, no el varón, el súper macho.
Una vez urdido el plan para ejecutar al rey Duncan –rey legítimo de Escocia– es recibido en
casa de Macbeth con el propósito de asesinarlo por la noche y echarle la culpa a sus dos hijos
(los de Macbeth) y a los chambelanes, como si estos últimos hubieran sido los sicarios de los
hijos. Lady Macbeth dice, al comprobar que su marido ya ha asesinado al rey: “¡Yo misma lo
habría hecho de no haberme recordado a mi padre dormido!”, o sea, ella no puede hacerlo y
se lo pide a su campeón.
Una vez que uno cruza una frontera que no hay que cruzar –como el cruce del río Natran en
la película Apocalypse Now, donde terminaba la zona de la guerra permitida que los
estadounidenses habían pactado no cruzar (allí ingresaban, solamente, las specials forces, es
decir, fuerzas 00, “con derecho para matar”)– es imposible volver.
[…] el más allá de la ley simbólica opera como un fantasma, el tema es cuando uno lo va a
buscar encarnado en la realidad. Una vez que han asesinado al rey Duncan los hijos de
Macbeth huyen (porque saben que los van a asesinar) y Macbeth es coronado rey. De ahí en
más vendrá una serie de asesinatos infernales, todos los que le recuerden la ilegitimidad del
acto tienen que ser pasados por el cuchillo, y la historia termina con que el hijo no parido por
mujer, Macduff (quien había nacido por cesárea), vence a Macbeth cuando el bosque de
Birman se acerca a Dunsinane (porque los soldados iban camuflados con ramas de árboles).
La tragedia de Macbeth es, básicamente, la tragedia de la ambición de Lady Macbeth, no
tanto de tener el reino sino la ambición de la histérica de hacer al hombre, de hacer su
campeón, de encontrar su campeón. Como ustedes pueden ver la histérica busca un amo
sobre el cual reinar, al cual obligar a hacer todo tipo de hazañas, so pena de ser un cobarde
que no merece su amor.
Volvamos. La histeria estructural es père-version, versión al padre, en el punto de forjar un
fantasma más allá de la ley, alguien que pegue el golpe. Eso, al varón, lo constituye
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enteramente en la castración y a la mujer la constituye como sujeto y como fálica, las mujeres
también somos fálicas, pero no toda. Por eso, histeros-útero, la histeria es un drama
femenino, porque la histérica le pide a su campeón lo imposible, le pide que le diga qué es
una mujer, que la haga la mujer del campeón, la mujer del año, la mujer del jefe, la mujer del
rey –Lady Macbeth–, que sería el equivalente a pedirle “dame el significante de la vagina,
haceme una verdadera mujer siendo vos un verdadero hombre” (recuerden Seminare “es que
nunca comprenderás a un pobre pibe”).
La vertiente estructural de la histeria, sea hombre o mujer, es el llamado al padre del
fantasma. En el análisis, hacia su fin, hombre o mujer tendrán que hacer el duelo por la
inexistencia de este padre que pudiera dar las respuestas simbólicas que taponen […]. Ese
pasaje a la femineidad, lo cual no significa nada a nivel sexual (como tampoco significa nada
los que se dicen varones y los que se dicen mujeres en relación a cómo se constituyen), 9 hacia
el final del análisis implica trabajar, con la histeria mal llevada, que el Urvater se constituya
como fantasma y no como un campeón en la realidad, trabajar, también, el déficit en la
historia que hizo que la mujer quede pegoteada a pedir un campeón –o el varón histérico que
quiere un gurú que le dé todas las respuestas.
Si histeros es útero es porque más que la femineidad se trata de buscar al hombre que nos
diga, que nos haga verdaderamente mujeres. Pero de eso no hay ninguna posibilidad, las
mujeres somos no todas fálicas, el resto es el estilo de cada una, el estilo con que cada una
lleva la rajadura real que lo simbólico no cubre.
Hacia el fin del análisis todos salimos lo que se puede salir del amor al padre, Lacan dice que
al final del análisis el masoquismo se reduce al mínimo (recuerden que Urvater es el padre
que pega) pero no a cero, siempre hay un punto de referencia fantasmática al padre y hay un
trabajo de duelo, un pasaje a la inexistencia. Entonces, la posición del fin de análisis es una
posición de [no todo fálico], una salida de la histeria en su costado nosológico, patológico.

Pregunta: […]

Silvia Amigo: Hay toda una tendencia, mucho más allá del psicoanálisis lacaniano, a trabajar
lo que se llaman gender troubles –problemas de género. La adopción por parte de parejas de
homosexuales, lesbianas, los casamientos, son problemas sobre los cuales el psicoanálisis
puede seguir el movimiento de la cultura. Gran parte del nacimiento de bebés hoy día
depende del discurso de la ciencia, en ningún momento digo que eso esté mal sino que se
trata de un universo nuevo que se arma.
En relación con la presencia la pura función no garantiza lo que se llama presencia, la
presencia del padre gozando sexualmente de la madre […] es algo que el psicoanálisis
preserva más allá del discurso de la ciencia y más allá de lo que el discurso de la ciencia trae
como servidores, una [cosa es ser hombre o mujer] y otra son las cuestiones de género –eso
viene, necesariamente, con el discurso de la ciencia.
No estoy hablando de la ciencia sino del discurso que fabrica la ciencia, no es lo mismo una
cosa que la otra, apoyo la ciencia pero no la pretensión totalizante de la ciencia.

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Los que se dicen varones son los que están enteramente regidos por el falo y las que se dicen mujeres, o los
que se dicen mujeres, son los que no pueden estar enteramente regidos por el falo.
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El mito y la presencia son cosas con las que el discurso de la ciencia no quiere saber nada,
personalmente pienso –siguiendo a Lacan y a Freud– que la presencia sexuada hace algo
importante en el inconciente de los chicos –esto no quiere decir que los homosexuales no
puedan adoptar sino que no va a ser el mismo inconciente, lo cual tampoco quiere decir que,
forzosamente, eso sea malo.
El psicoanálisis recoge el guante que la ciencia quiere tirar al costado porque le molesta, esto
es, qué hacemos con que el padre sea varón y la madre sea mujer, qué hacemos con el falo. El
psicoanálisis mantiene el residuo mítico, punto donde hace la diferencia con el discurso de la
ciencia, no desechando la cuestión de la presencia además de la función. Es por esa misma
razón que no se puede analizar por Internet (ojo, yo tengo pacientes que viven en el interior y
en el exterior, pacientes que me mandan mails que yo contesto, pero además leo, entonces
hay presencia).

Pregunta: A mí me quedó dando vueltas algo que contabas al principio en relación con el
costado pacificador y el costado más tremendo del padre. ¿Ambos son necesarios para la
estructuración psíquica? ¿Alcanza, solamente, con el costado pacificador o alcanza con el
costado más tremendo? De ser así, ¿qué consecuencias hay para la clínica de estos sentidos
paternos?

Silvia Amigo: Mi idea era decirles que el padre tiene una vertiente pacífica, pero no
solamente, y una vertiente terrible, “urvática”, ambas imprescindibles para la constitución del
sujeto. Que el chico reciba solamente una ley abstracta, simbólica, ese es el caso de Juanito –
el padre,10 por ejemplo, le explica que no hay que dormir con la madre pero jamás le dice “yo
me acuesto con tu mamá y vos ¡rajá!”.
Juanito fantasmatiza, primero, porque el caballo le hace de Nombre del Padre y, segundo (si
tienen presente el historial recordarán cuando le dice al papá “esta mañana me pegaste”, y el
papá le dice “yo no te pegué”), porque el niño necesita pensar que hay alguien que puede dar
el golpe y sacarlo de la cama de la madre.
Insisto, no basta con que el padre pegue patadas ni golpes, basta con que ocupe su lugar en el
goce, que haga de su mujer causa de su deseo (como dice la definición de Lacan) para que el
chico sufra el desplazamiento de algo (lo cual no va a ser aceptado mansamente sino que
habrá rebelión, pero es así como el padre se fantasmatiza como padre primordial). Para poder
fantamatizar, hacer el fantasma primordial (fase inconciente del fantasma “mi padre me
pega”), es fundamental que aparezca también la otra cara del padre, no la pura ley fálica, que
es goce. La función paternal es también su goce y la transmisión de su goce.
Pongo un ejemplo: el padre de un paciente describía que durante toda la adolescencia y
juventud estuvo alejado de la casa de la que va a ser su mujer porque la madre estaba
deprimida y el padre no le daba pelota [por lo cual su mujer era un personaje fuerte, él vivía
en la casa de otro, este papá, […] cosas decadentes, gozaba de […], y este paciente no puede
dejar de ser […], el sale agotado hasta ahora en el análisis porque va a poner, supónganse, mil
pesos por mes para perder, es bastante, pero no la casa, lo que va a perder para él ahí a donde

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El padre era, realmente, un buen tipo además de un gran músico. Por otra parte fue uno de los participantes de
las reuniones de los miércoles y la madre de Juanito fue una paciente de Freud.
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el padre dejó una trampa, ¿dónde dejó una trampa? no sabe. Por supuesto es un goce looser,
pero fíjense cómo se transmite el goce.
Por tanto, se necesita la ley pero también se necesita lo que está más allá de la ley, ese punto
donde uno vio a los padres gozar de algo, lo cual también se transmite.

Comentario: A mí me parece que es muy interesante esto último que dijo Silvia en relación
con la clínica porque me parece que es darle lugar no al goce del sujeto si no a los goces de
cada sujeto. Me parece que eso, durante un tiempo, estuvo bastante dejado de lado en la
clínica y que se trata, como dice Silvia, de hacerle lugar a lo real de cada sujeto y al goce de
cada sujeto para que éste pueda gozar sin tanta culpa y sin tanto padecimiento –de hecho el
goce, en la referencia de Lacan, no es tan así.

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