Está en la página 1de 9

La etnografía como una lógica de construcción de conocimiento

Alba Lucy Guerrero Díaz

1. ¿Qué es etnografía? : Un terreno en disputa

La etnografía es un campo de investigación extendido en diferentes comunidades


académicas de todo el mundo. Si bien la etnografía emerge como metodología
antropológica, actualmente muchas disciplinas de las ciencias sociales y las
humanidades tales como la educación, la historia, la literatura, los estudios de los
medios de comunicación, la psicología social y la sociología han utilizado métodos
etnográficos en la realización de estudios sobre temas de interés.

Los diferentes usos dados a la etnografía han generado tensiones y debates que
comienza con la discusión misma de que significa realmente el término
"etnografía". Hammersley (2006) advierte que el problema es que, como muchos
otros términos metodológicos utilizados por los científicos sociales, la etnografía
no forma parte de una taxonomía clara y sistemática, y como resultado se utiliza
de diferentes maneras dependiendo el enfoque epistemológico y disciplinar del
investigador. Si bien no tiene mucho sentido tratar de establecer límites estrictos
en torno a su significado, sí es necesario reconocer los principios que
fundamentan la investigación etnográfica, y en cada ocasión es necesario
esclarecer la perspectiva desde la cual se está hablando.

La etnografía consiste en la comprensión de lo "global", de acuerdo a lo "local" y


viceversa; utiliza una amplia variedad de estrategias y técnicas para la recolección
de datos, se refiere a los conceptos de diferentes tradiciones académicas, y tiene
en cuenta las epistemologías nativas para el proceso analítico. Los objetivos más
comunes asociados a los estudios etnográficos tienen que ver con aprender de las
personas: cómo y qué piensan, qué dicen qué saben, como actúan e interactúan
con otros, en síntesis, cómo viven. Una etnografía hace visible y comprensible
ante los otros la "gramática cultural" propia de quienes son investigados o de
quienes hacen parte de la investigación.

La etnografía implica el estudio directo de personas o grupos durante un cierto


período de tiempo, privilegiando la observación participante y la entrevista de corte
etnográfico para conocer y describir la cultura de un grupo desde su propia
perspectiva. El trabajo de campo es el territorio crucial para la etnografía, sea en
comunidades indígenas remotas o en las calles de Bogotá el etnógrafo se
desplaza dónde la gente vive. De este modo, la etnografía estudia a la gente en su
propio tiempo y espacio, es decir que indaga sobre la vida cotidiana. Dado que la
investigación etnográfica pretende revelar los significados que sustentan las
acciones e interacciones que constituyen la realidad social del grupo estudiado, se
considera esencial la participación directa del investigador. El investigador asume
un papel activo en sus actividades cotidianas, observando lo que ocurre y pidiendo
explicaciones e interpretaciones sobre las decisiones, acciones y comportamientos
que observa. Los datos recopilados consisten en la descripción densa y detallada
de sus costumbres, creencias, mitos, historias, lenguaje pero sobre todos en los
significados que las personas construyen sobre estos fenómenos.

Agar, (2006) plantea que la etnografía debe entenderse como un sistema dinámico
de producción de conocimiento no lineal, generativo, iterativo, recursivo y
abductivo. Al introducir el concepto de “etnografía abductiva” Agar destaca que el
trabajo del etnógrafo no es derivar hipótesis desde proposiciones teóricas, ni
ajustar la información que recoge durante el trabajo de campo a proposiciones
pertenecientes a sistemas teóricos previos. La etnografía no es inductiva ni
deductiva, es abductiva en tanto su lógica de investigación se caracteriza por el
desarrollo de nuevas proposiciones teóricas que dan cuenta de información
recogida para la cual no existían categorías o preposiciones previas adecuadas .
De este modo Agar establece que una condición necesaria para que un estudio
pueda llamarse etnográfico es que, al final del estudio, existan nuevos conceptos
que no estaban contemplados ni creados en el planteamiento original del
problema.

La etnografía también se ha definido como una forma de saber, una filosofía


(Anderson-Levitt, 2006), una epistemología (Agar, 2006) y más comúnmente como
un método (Heath & Street, 2008). En términos de la práctica investigativa los
usos de la etnografía pueden ser varios: se puede usar como enfoque de una
investigación, si lo que interesa es destacar el punto de vista del otro; se puede
usar como método, si lo que se hace es observación participante; y por último se
pueden usar sus estrategias como herramientas de investigación sin que se haga
necesariamente una etnografía.

2. El devenir etnográfico
Como lo he mencionado el campo de la etnografía es un terreno en disputa y su
desarrollo histórico evidencia las diferentes perspectivas que la han constituido. La
definición etimológica de etnografía refiere al ethnos o personas raza o grupo
cultural y graphia, que significa escribir o representar de forma específica un
campo específico, esto significa escribir sobre las personas o los grupos culturales
(Le Compte & Priesle,
1993). Al revisar diferentes textos y artículos que buscan definir la etnografía se
encuentran diferentes perspectivas de su comprensión desde sus inicios a través
de la historia y desde las diferentes disciplinas. Dobbert (1984) remonta los
orígenes de la etnografía a los relatos de viajeros, misioneros e historiadores que
documentaban y describían, interpretaban y traducían modos de pensar
desconocidos, costumbres ajenas y diferentes a las de la cultura occidental. En
estos documentos primaba la mirada eurocéntrica de quienes escribían los relatos,
nombraban e interpretaban los pueblos sin considerar sus cosmovisiones. En la
mayoría de las veces, los textos sobre las culturas recién descubiertas se
adentraban al campo literario a través de formas como las crónicas, los diarios y
las cartas de quienes se encomendaba para estas misiones. Tanto las crónicas
como las distintas modalidades de relato adoptaban formas afines a las del
cuento, a las piezas dramáticas, a las de la novela, es decir a las de la ficción
(Sánchez y Gómez, 2006). Cabe aclarar que estos relatos no tenían la pretensión
científica ni de comprensión de la alteridad, ya que su finalidad era hacer el
inventario de las costumbres locales con el fin desarrollarlas, abolirlas o para
facilitar la labor de control y de administración de los territorios conquistados;
siempre desde una perspectiva de supremacía occidental que legitimaba la
apropiación del espacio social de otro.

Erickson (1986) sostiene que es en el siglo XIX, con el surgimiento de la


antropología como disciplina y el interés en la expansión colonial, que los relatos
se vuelven más detallados y completos. De este modo, la antropología nombra
etnografías los relatos que dan cuenta de la vida de “los otros” (Erickson, 1986).
Sin embargo, es a principios del siglo XX cuando la antropología se plantea la
pregunta de que es una “buena etnografía” y qué condiciones se deben cumplir
para desarrollar un trabajo de campo etnográfico. En este contexto Bronislaw
Malinowsky en Melanesia y Franz Boas en el norte de Canadá realizan sus
trabajos etnográficos que se convertirían en el modelo del trabajo de campo de la
antropología moderna en Gran Bretaña y Estados Unidos respectivamente. Ellos
destacaban la importancia de la estancia prolongada y la observación participante
como condiciones necesarias de cualquier trabajo de campo etnográfico. Se
plantean entonces como criterios fundamentales de una “buena etnografía” que el
investigador desarrolle de manera directa el trabajo de campo, que su presencia
tenga una duración prolongada y que el investigador aprenda la lengua de la
comunidad estudiada (Green et al, 2001).

Para la mayoría de los antropólogos, de principios del siglo XX la etnografía


implicaba que el investigador viviera en las comunidades que estudiaba o que
estuviera durante todo el día, participando en sus actividades de una forma u otra.
Por el contrario, gran parte de lo que se conoce hoy en día como etnografía en
otras ciencias sociales y en la misma antropología, no cumple con uno o más de
los criterios incorporados en esta definición antropológica. Actualmente la mayoría
de los etnógrafos no viven en el mismo lugar de residencia que las personas que
estudian, lo que se ha vuelto más común es que el investigador se centre en lo
que sucede en un contexto local o institucional particular realizando la observación
participante en un tiempo parcial
(Hammersley, 2006).

El Interaccionismo simbólico cuyo eje central es la consideración de los seres


humanos como activos creadores de su mundo (Mead, 1934), tuvo una gran
influencia en el enfoque metodológico etnográfico. Como teoría interpretativa, el
interaccionismo trata de representar y comprender el proceso de creación y
asignación de significados al mundo de la realidad vivida, esto es, a la
comprensión de actores particulares, en lugares particulares, en situaciones
particulares y en tiempos particulares. El interaccionismo se asienta en tres
premisas (Blumer, 1969). La primera es que los seres humanos actúan ante las
cosas con base al significado que éstas tienen para ellos; la segunda es que el
significado de estas cosas se deriva o emerge, de la interacción social que se
tiene con los otros; y la tercera premisa es que estos significados se manejan y
transforman por medio de los procesos interpretativos que la persona usa en el
manejo de las situaciones que se encuentra. Estas premisas se convierten en ejes
fundamentales de la investigación etnográfica cuyo objetivo es el estudio de la
cultura desde la perspectiva local, teniendo en cuenta que los significados se
construyen en interacciones con los otros en una dinámica reflexiva.

Por su parte Denzin (1989) plantea que si bien el interaccionismo simbólico se


preocupa por el proceso de interacción, el investigador se mueve continuamente
entre el dominio de la teoría social más general y los mundos de las personas
naturales y reales. Denzin crítica a los interaccionistas simbólicos por su realismo
empírico inocente y una concepción romántica del otro (Denzin, 1989). Como
resultado, el autor propone un interaccionismo interpretativo, en el que la teoría se
inscriba más puntualmente en una corriente interpretativa y que se nutra de las
filosofías postestructurales, atendiendo más a elementos culturales y a los
estudios feministas.

Para Denzin los estudios culturales ayudan al investigador a dirigir su estudio


hacia la comprensión crítica de “cómo las personas interactuantes conectan sus
propias vivencias con las representaciones culturales de esas mismas
experiencias vitales” (Denzin, 1992, p.74). En este sentido, el investigador muestra
un interés por estudiar los fenómenos culturales en sentido amplio, lo cual incluye
prácticas cotidianas o cultura popular. Las relaciones de poder y la agencia son
algunos de los núcleos comunes de análisis, así como las asignaciones de
significado. De los estudios feministas, el investigador aprende que el lenguaje y la
actividad de ambos, investigador e investigado, deben ser leídos de un modo que
implique su género y su orientación existencial, biográfica y de clase (Martínez,
2002). Las teorías feministas, postcoloniales y queer cuestionan la lógica de un
texto narrativo etnográfico heterosexual que sitúa la identidad del etnógrafo como
neutra (Denzin & Lincoln, 2012). De este modo, la emocionalidad, el poder, la
ideología, la violencia y a la sexualidad, se convierten en el centro de los
problemas del investigador interaccionista. Denzin y Lincoln (2013) elaboran una
reformulación compleja de la razón misma de la etnografía, “la etnografía es
mucho más que un registro de la experiencia humana” (p.36), esta supone un
proyecto moral que utilizando los valores de la tradición pragmatista y de la teoría
crítica se compromete con un criticismo cultural que: visibiliza cómo los
significados dominantes pueden ser negociados o resistidos y expone los
significados ideológicos y políticos que esconden o desplazan prejuicios raciales,
étnicos, de género o de clase social.
3. La etnografía como una lógica de construcción de conocimiento
Anderson-Levitt (2006) argumenta que la etnografía es una filosofía de
investigación, más que un método específico. En este sentido es que el etnógrafo
construye una lógica de la investigación, no un método. Al argumentar que la
etnografía no es un método, sino una lógica en uso, retomo la conceptualización
de Agar (2006) de la etnografía como un sistema no lineal, guiado por un proceso
iterativo, recursivo con una lógica abductiva. Los etnógrafos construyen sistemas
para aprender lo que los miembros de determinados grupos deben conocer,
comprender, producir y predecir ya que participan en eventos de la vida cotidiana
de un grupo. Por lo tanto, los etnógrafos se esfuerzan por identificar formas de
percibir, creer, actuar y evaluar lo que los miembros de los grupos sociales
desarrollan dentro y a través de los acontecimientos de la vida cotidiana
(Anderson-Levitt, 2006; Green, Dixon y Zaharlick, 2003; Heath & Street, 2008;
Walford, 2008). Desde esta perspectiva, el conocimiento cultural es una
construcción social en y a través de laguacultures de determinados grupos
sociales (Agar, 1994, 2006). Como argumenta Agar (1994), el lenguaje está
impregnado de la cultura, y la cultura se construye a través del lenguaje en uso,
los dos son interdependientes y no pueden separarse.

En esta comprensión de la etnografía como lógica en uso los momentos en los


que los etnógrafos se enfrentan con una sorpresa o algo que no sucede como se
esperaba son los que él denomina rich points. Estos puntos demandan el esfuerzo
del etnógrafo que implica enfrentar su punto de vista por el de los locales con el fin
de resolver el conflicto de expectativas, los marcos de referencia, o la
comprensión de lo que es sucediendo. En esos momentos, Agar (1994)
argumenta, las expectativas culturales, los significados y las prácticas se hacen
visibles a los etnógrafos. Los rich points, por lo tanto, proporcionan anclajes para
rastrear las raíces y las vías de desarrollo de los conocimientos culturales para
construir los significados de los fenómenos privilegiando el punto de vista del local.

Entender la etnografía como una lógica de construcción de conocimiento que


insiste en aprender de la gente y hacer visible el conocimiento local implica:

observar e interactuar con los miembros a través del tiempo in situ


examinar las conexiones intertextuales e intercontextuales
registrar y analizar los discursos locales en los términos en que son
comprendidos por quienes los producen

4. El trabajo de campo etnográfico

La etnografía es "una forma de investigación social y educativa que hace hincapié


en la importancia de estudiar de primera mano lo que las personas hacen y dicen
en contextos particulares. Esto implica generalmente el contacto bastante
prolongado, a través de la observación participante en los entornos pertinentes, y /
o a través de entrevistas abiertas diseñadas para entender las perspectivas de las
personas, tal vez complementados con el estudio de varios tipos de documento
oficial, de acceso público, o personal" (Hammersley , 2006: 4).

El trabajo de campo etnográfico en la investigación incluye una amplia gama de


tareas que vinculan al investigador con lugares, agentes sociales, y objeto. El
trabajo de campo produce un resultado que se podría definir como el curso de la
experiencia. Sin lugar a dudas en el trabajo de campo etnográfico es fundamental
la observación participante. Esta consiste en observar sistemática y
controladamente todo lo que acontece alrededor del etnógrafo(a) quien participa
en una o más de las actividades de la comunidad (Guber, 2001).

La participación implica que el investigador se ubique "dentro" de la comunidad


investigada, para que desde esta posición, registre los momentos y eventos de la
vida cotidiana de los participantes (Guber, 2001). Delamont (2008) sostiene que
entre más informado este el investigador los problemas de investigación se
configuran mejor, pero nadie debe pensar, escribir y leer en vez de ir al campo y
comenzar a observar. Así, observar y participar forman parte del mismo proceso
de producción y la construcción de conocimiento.

La observación directa del comportamiento también posibilita la creación de un


ambiente más propicio y espontáneo en el momento en que se lleva a cabo una
entrevista. La entrevista de corte etnográfico evita caer en formalidades que se
presentan a la hora de recolectar información; en esta práctica, es inválido que se
lleve a cabo un repertorio pregunta-repuesta, visto en estos términos, no hay lugar
para incurrir en preguntas específicas o premeditadas, ni seguir algún tipo de
procedimiento y cuestionario. Por el contrario, quien lleva el control de la situación
a tal punto de poder decidir un cambio de rumbo en la situación que se lleva a
cabo es el sujeto entrevistado.

Agar sostiene que la observación y la entrevista interactúan entre ellas, ya sea


simultánea o secuencialmente. Por ejemplo, el autor señala que la observación
nutre la entrevista informal de dos maneras: En primer lugar, sugiere algo que
hacer o preguntar durante la observación y a la vez, facilita la oportunidad de
hablar con los informantes que están inmersos en el evento que se observa.

5. Reflexividad

En investigación social, pero de manera más específica en etnografía, los actores


sociales se enfrentan unos a otros; sus ideas, sus nociones, sus emociones y sus
prácticas. Esta interacción está a la base de las prácticas etnográficas; por ello la
práctica etnográfica crea asociaciones entre investigadores e investigados, y no
considera los últimos sólo como objetos de investigación. El etnógrafo y los
participantes de la investigación proceden de dos mundos de significación
diferentes y esto sucede aun cuando el investigador pertenezca al grupo social
investigado porque su actuación no corresponde a la de los demás actores en su
cotidianidad (Guber,
2009)

Los maestros, los padres y madres de familia, los campesinos se afectan con la
presencia del investigador; pero éste también sufre cambios durante el proceso
etnográfico. Según Guber (2001), la herramienta principal del proceso etnográfico
es el mismo investigador. Como tal, el investigador analiza continuamente los tres
tipos de trabajo de campo relacionado con la reflexividad: (1) la reflexividad del
investigador como miembro de una sociedad o de la cultura, (2) la reflexividad del
investigador como investigador con una postura teórica, los interlocutores
académicos, habitus disciplinarios y epistemocentrismo, y (3) las reflexividades de
la población investigada (Guber, 2001: 49).

Milstein y Clemente (en prensa) argumentan que el proceso de etnografía se


puede comparar con el proceso de aprendizaje. En primer lugar, el proceso
etnográfico puede ser descrito como la incorporación de acciones, interacciones,
sentimientos, pensamientos, percepciones y comunicaciones de diferentes formas
culturales de hacer y ser. Incluso en los casos en que el etnógrafo desarrolla la
investigación en su propio contexto, aspectos tales como la clase social, la
nacionalidad, la religión, la etnia, la raza, el género, la edad son, sin duda, los
marcadores de diferencia. En segundo lugar, la confianza mutua entre el
investigador y los investigados es necesaria, y cuando esa confianza no se da en
una de las partes se presentan dificultades para avanzar en la investigación
etnográfica. En tercer lugar, etnografía implica una gama muy amplia y casi
ilimitada de técnicas y métodos de la investigación para mirar, escuchar,
preguntar, observar, experimentar y así sucesivamente" (Walford, 2008). Por
último, necesita poner a prueba continuamente lo que se está aprendiendo y
ponerlo en contra de los conocimientos previos, identificar las lagunas y la falta de
conocimiento.

Referencias
Agar, M. (1994). Language shock: Understanding the culture of conversation. New
York: Quill.

Agar, M. (1996). The professional stranger: An informal introduction to


ethnography
(2nd ed.). San Diego: Academic.
Agar, M. (2006). Culture: Can you take it anywhere? International Journal of
Qualitative
Methods, 5(2), 1-12.

Anderson-Levitt, K. (2006) Ethnography. In: Handbook of complementary methods


in
education research. J. Green, G. Camilli & P. Elmore, Washington: Lawrence
Erlbaum.

Blumer, H., (1969) Symbolic interactionism: Perspective and method, Prentice Hall,
Nueva Jersey,.

Hammersley, M. y Atkinson P. (1988) Etnografía, Métodos de Investigación.


Paidos.
Barcelona. 1994. Pp 15-41

Hammersley, M. (2006): Ethnography: problems and prospects, Ethnography and


Education, 1:1, 3-14

Delamont, S. (2002). Fieldwork in educational settings: Methods, pitfalls and


perspectives (2nd ed.). London: Routledge.

Denzin N. & Lincoln, Y. (2012) Manual de Investigación Cualitativa, vol. 1. El


campo de
la investigación cualitativa. Barcelona: Gedisa.

Denzin, N., (1989) Interpretive interactionism, Sage, Newbury Park, CA,


Erickson, F. (1986) Qualitative Research. In M.Wittrock (Ed.), The handbook of
research on teaching (3rd. ed. New York: McMillan, pp 162-213

Dobbert, M.L. (1984) Ethnographic research: Theory and applicatiosn for modern
schools and societies. New York: Praeger.

Gertz, Clifford. “La descripción densa”, en La interpretación de las culturas.


Barcelona:
Gedisa.

Guber, Rosana. La etnografía. Método, Campo y Reflexividad. Bogotá: Grupo


editorial
Norma

Guber, Rosana. (2009) El salvaje metropolitano. Buenos Aires: Paidos.

Green, J. L., & Bloome, D. (1997). Ethnography and ethnographers of and in


education: a situated perspective. In J. Flood, S. B. Heath & D. Lapp (Eds.),
Handbook of research on teaching literacy through the communicative and
visual arts (pp. 181-202). New York: International Reading Association &
MacMillan.

Heath, S. B., & Street, B. V. (2008). On ethnography: Approaches to language and


literacy research. New York: Teachers College Press.

Hymes, D. (2005). “¿Qué es la etnografía? En Velasco. H. (Ed.) (2005). Lecturas


antropológicas para educadores. El ámbito de la antropología en la educación
y de la etnografía escolar. Trotta. Madrid, pp. 175 – 192.

Le Compte & Priesle (1993) Ethnography and qualitative design in educational


research. 2nd Ed. San Diego: Academic Press.

Martínez, M. (2002) La Etnometodología y el Interaccionismo Simbólico.


Heterotopia.
2, N. 21, pp. 9-21.

Sánchez y Gómez (2006). Práctia Artística y políticas culturales. Murcia:


Universidad
de Murcia.
Walford, G. (Ed.). (2008). How to Do Educational Ethnography. London: Tufnell
press.

También podría gustarte