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Estudio Sobre La Muerte de Artemio Cruz
Estudio Sobre La Muerte de Artemio Cruz
Los golpes psicológicos del recuerdo, del discurrir del presente, y de la posibilidad
distorsionan la realidad narrativa dependiendo de la congruencia que presenten respecto de
la psique del Artemio que narra. Los deseos y susceptibilidades del protagonista encuentran
su detonante en personajes específicos. El texto ahondará sobre la potencia emocional de
las concepciones de Regina, Catalina y Lorenzo, personajes que atentan contra el flujo
cronológico de la narración al ser revisados por los tres narradores. Frente a sus recuerdos,
el sujeto se derrumba y la resurrección falla.
Regina
"Él debía creer en esa hermosa mentira [...] No era verdad que aquella
muchacha de dieciocho años había sido montada a la fuerza en un caballo y
violada en silencio en el dormitorio de los oficiales [...] No era cierto que él
había sido perdonado en silencio por la honradez de Regina" (Fuentes, 85).
Catalina
La voz futura se encarga de revelar un pilar del pesar de Artemio Cruz. Su soberbia
se destruye ante la figura de la mujer, figura tal que lo ha marcado y condicionado para
resultar en el Artemio presente: "nadie te dará más, para quitarte más, que esa mujer, la
mujer que amaste con sus cuatro nombres distintos; ¿quién más?" (Fuentes, 123). Aunque
Catalina sea uno de los cuatro nombres de "la mujer", es gracias a ella que tal revelación
tiene lugar. Catalina se significa frente a Artemio como negación del amor que perdió,
como la condena perpetua que carga, como el igual que garantiza su perdición. Aunque ella
marca el derrumbe de su psique, la clave de su colapso está en poder de otro.
Lorenzo
El Artemio del presente diegético –desde la cama de hospital, a punto de morir–, repite la
frase “Esa mañana lo esperaba con alegría. Cruzamos el río a caballo”. Conforme se
desarrollan los recuerdos, la frase va encontrando su relación con Lorenzo, su hijo. La
repetición frecuente de esta oración, adquiere un cariz de plegaria; una oración y súplica
por el perdón por permitir la muerte de su primogénito. Las voces narradoras tienen un
tratamiento distinto respecto a Lorenzo, reticente y latente, pero al momento de quiebre se
despliegan en dolorosa histeria y remordimiento que terminan por destruir la realidad
narrativa, por morir.
No te equivocarás al traer a Lorenzo a Cocuya desde los doce años; [...] Sólo
para él habrás comprado las tierras, reconstruido la hacienda y lo habrás
dejado en ella, niño-amo [...] Lo verás de lejos, a caballo, y te dirás que ya es
la imagen de tu juventud (Fuentes, 224).
En su campaña por criar a su hijo a su imagen y semejanza, propició que Lorenzo decidiera
buscar servir en un conflicto bélico: la guerra civil española. La vida que Artemio
consideraba garantía para Lorenzo, terminó siendo su horca. El caudillo, vía su voz pasada,
narra una híbrida reconstrucción de una carta de dos autores, uno de ellos su hijo. Sin
embargo, estos esfuerzos se derrumban al admitir (en su voz presente) que no son más que
un producto de su desesperada imaginación por recordar lo que no pudo vivir con su hijo:
ah, soñé, imaginé, [...] pero saber ¿cómo puedo saber?; no sé, no sé cómo fue
esa guerra, con quién habló antes de morir, cómo se llamaban los hombres,
las mujeres que lo acompañaron a la muerte, lo que dijo, lo que pensó, cómo
iba vestido [...] no lo sé: invento paisajes, invento ciudades, invento los
nombres y ya no los recuerdo" [ CITATION Fue02 \p 242-243 \l 2058 ].
Conclusión
Bibliografía
Fuentes, Carlos. La muerte de Artemio Cruz. Ciudad de México: Planeta DeAgostini, 2002.