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“La política de la emperatriz: Carlota de México durante el Segundo Imperio”

Celeste Mansuy Navarro1

En este trabajo pretendo acercarme a la figura de Carlota de Habsburgo y su participación e


influencia política durante el Segundo Imperio, claro está tomando en consideración las
relaciones que sostuvo con su padre y su esposo, el Emperador Maximiliano de Habsburgo,
teniendo en claro que como Patricia Galeana2 señala no podemos ensalzar a Carlota y dejar
atrás a ambos personajes (incluyendo a otros más) y el contexto en el que se
desenvolvieron.

El contexto en el que se enmarca el Segundo Imperio, su llegada, corta permanencia


y caída, es la de un país en crisis política. Desde sus inicios como país independiente,
México se vio inmerso en luchas de facciones en donde los intereses personales llegaron a
superar a los de la nación en construcción.3 Para algunos conservadores, la monarquía
católica era la opción más viable para que en México se lograran unificar a las facciones
políticas y lograr la paz. La explicación que daban los que apoyaban esta propuesta, era
que los monarcas estarían por encima de los intereses personales y de esa manera habría
justicia e igualdad; además, en su mayoría, los monarquistas planteaban la llegada de un
príncipe europeo a ocupar el trono en México.4La aceptación del proyecto de monarquía en
realidad tuvo poco apoyo a lo largo de todo el siglo, el hecho de que el ideal republicano
mal llevado, pero llevado, y la idea de no volver atrás en la historia formaba parte del
pensamiento de una mayoría importante dentro de la política del país, mostraba el poco
interés por regresar a una forma de gobierno tan parecida a la que se estableció durante la
Colonia. No fue sino hasta finales de la década del 50 y principios del 60 cuando los
monarquistas vieron oportunidad de establecer su proyecto; la Guerra de Reforma había


1
Universidad Autónoma Metropolitana Iztapalapa.
2
Patricia Galeana “Carlota fue roja”, en, Susan Igler y Roland Spiller (eds.), Más nuevas del Imperio.
Estudios interdisciplinarios de Carlota de México, Frankfurt/Madrid, Vervuert: Iberoamericana, 2001 pp. 55-
58.
3
Véase: Jsefina Zoraida Vázquez, “De la difícil constitución de un Estado: México, 1821-1854”, en Vázquez,
coord.. La fundación del Estado Mexicano, México, Nueva Imagen, 1994 y Brian Hamnett, “Faccionalismo,
constitución y poder personal en la política mexicana, 1821-18542, en Vázquez, coord.. La fundación del
Estado Mexicano, México, Nueva Imagen, 1994.
4
Erika Pani, “La “innombrable”: Monarquismo y cultura política en el México decimonónico, en
Connaughton, coord., Prácticas populares, cultura política y poder en México, siglo XIX, México, Juan
Pablo/Universidad Autónoma Metropolitana, 2008.

1

debilitado y desprestigiado mucho a la política y economía mexicana. Juárez decretó la
suspensión temporal del pago de la deuda externa por falta de dinero en 1861, lo que desató
el enojo de tres potencias: España, Inglaterra y Francia; y aunque las tres llegaron hasta
territorio mexicano, solamente los franceses desembarcaron y llegaron hasta la capital, en
lo que se conoce como la intervención francesa. Los Estados Unidos (país que estaba del
lado de los liberales y que “protegía” los intereses de la nación en contra de una invasión
europea) se encontraban en Plena Guerra Civil, así, gracias a las circunstancias del
momento, adeptos al plan monárquico como Gutiérrez de Estrada (quien se encontraba en
Europa) con apoyo de Napoleón III, emperador francés, lograron materializar su proyecto:
una monarquía liderada por un príncipe europeo.5 El candidato natural fue el archiduque
austriaco Fernando Maximiliano de Habsburgo, junto con su mujer Carlota, archiduquesa
de Habsburgo. Se plantean demasiadas cosas en relación a ambos personajes, pero iré en
orden para poder establecer las ideas más claramente.

María Carlota Amalia Victoria Clementina Leopoldina, princesa de Bélgica,


Sajoni,-Coburgo-Gotha nació el 7 de junio de 1840; hija de Leopoldo I de Bélgica y de
Luisa María quien era de ascendencia francesa. Konrad Ratz comenta que su educación fue
la misma que recibieron sus hermanos varones y que por lo mismo el desarrollo de la
princesa no fue el normal, inclusive para las mujeres de la realeza europea de la época.6
Contrajo matrimonio con Maximiliano en el año de 1857, y el padre de Carlota “exige que
Francisco José [hermano de Maximiliano] dé una mejor posición a su yerno.”7 Desde
entonces y prácticamente a lo largo de toda la vida de la pareja, existió la presión por
alcanzar altos puestos dentro de la política. Al final de cuentas, Carlota se sentía nacida
para gobernar y como la describe Ratz, con “pensamiento político, presencia majestuosa,
capacidad de trabajo, entrega a las labores de gobierno, dominio del terreno social y
conocimiento de idiomas”,8 la mujer había sido educada con el ideal justamente de que
llegara a ser una gran monarca.


5
Konrad Ratz, Correspondencia inédita entre Maximiliano y Carlota, México, Fondo de Cultura Económica,
2003, pp.19-24.
6
Ibíd. p. 26.
7
Ibíd. p. 25.
8
Ibíd. p 26.

2

Cuando Maximiliano recibió la propuesta del trono mexicano, Carlota al parecer fue
un apoyo no nada más moral, sino que tuvo importante injerencia en la toma de esa
importante decisión. Desde antes de partir de Europa a México se nota en algunas de sus
cartas una emoción y entrega por seguir el camino del Imperio mexicano y por fin
entregarse a su destino para el que fue criada. Hay una carta en específico que además
muestra sus dotes de diplomática y política en cuanto a la aceptación de Maximiliano al
trono; en ella escribía en parte: “El archiduque dirá, en su respuesta, que se siente muy
halagado por la elección, pero que el trono que se le ofrece debe reposar sobre una base
legítima […] Que, de todas maneras, si algunas vez asciende al trono de México, espera
que su gobierno tenga un fundamento constitucional.”9 Podemos observar una Carlota
conocedora de la política, de conceptos, ideas y proyectos, y que se encontraba del lado de
su marido apoyándolo y trabajando con él; era sin duda una persona meticulosa,
diplomática y ambiciosa. En este aspecto podemos señalar su posible participación en el
desarrollo un proyecto de constitución para el Imperio que se buscaba establecer en
México, la importancia radicaba en lo siguiente según Jaime del Arenal Fenochi: “la
constitución del Imperio se convertiría en un importante argumento para obtener el apoyo
de Inglaterra y de Bélgica […] Por lo mismo su redacción se convirtió en una cuestión de
relativa urgencia ya que no era lo mismo prometer un régimen constitucional que
acompañar la promesa con el texto de un proyecto constitucional.”10 Por lo mismo,
seguramente Carlota entendiendo esta importancia y urgencia, en una de sus visitas a su
padre Leopoldo I (quién fue un apoyo y mentor importante para la pareja hasta que el rey
falleció), llevó consigo el manuscrito y realizó ciertos cambios gracias a las opiniones de su
padre y lo que la misma Carlota, según parece, pensaba. Su propuesta se encaminaba a
ideas liberales, un ejemplo fue la cuestión religiosa y la moderación que ella buscaba en
ese aspecto.11 En realidad ni la propuesta de constitución en la que participaron
Maximiliano y José Manuel Hidalgo (monarquista radicado en Europa), ni el manuscrito
arreglado por Carlota, vieron su publicación; a lo que más llegó el Imperio fue a la

9
Luis Weckman, Carlota de Bélgica. Correspondencia y escritos sobre México en los archivos europeos
(1861-1867), México, Porrúa, 1989, p. 158 y José Iturriaga de la Fuente, Escritos mexicanos de Carlota de
Bélgica, México, Banco de México, 1992, p. 134, citado en, Ratz, Ob. Cit. p. 30.
10
Jaime del Arenal Fenochi, “El proyecto de constitución del Segundo Imperio Mexicano: Notas sobre el
manuscrito de la archiduquesa Carlota”, en, Susan Igler y Roland Spiller (eds.), Más nuevas del Imperio.
Estudios interdisciplinarios de Carlota de México, Frankfurt/Madrid, Vervuert: Iberoamericana, 2001, p. 46.
11
Ibíd. pp. 48-50.

3

publicación de un Estatuto Provisional, que según se señala, no era en nada parecido a la
propuesta inicial de Maximiliano, Hidalgo y Napoleón.12

Como pudimos observar, en la propuesta de Carlota para mejorar el proyecto de


constitución de su marido, las ideas liberales jugaron un papel fundamental. Patricia Galena
señala que el pensamiento liberal de Carlota inclusive llegó a ser más radical que el de
Maximiliano. En México, se le conoció por su relación tan estrepitosa que sostuvo con la
Iglesia, ya que ella apoyaba la nacionalización de los bienes eclesiásticos e inclusive la
libertad de culto tan en boga en aquella época. Para Maximiliano y Carlota fue un tema que
debieron tratar con mucho cuidado, pues observaban la realidad tan religiosa de los
mexicanos y por lo mismo prefirieron mantener la religión católica como la religión de
Estado. Otro aspecto muy importante que trató la pareja imperial en México fue la de las
comunidades indígenas, desarrollando una política más bien indigenista. Creyeron
necesario tratar a los grupos indígenas como punto y aparte por su especial condición.
“Carlota censuraba a los diversos grupos beligerantes de la política mexicana que no habían
<<tenido en sus raíces en la población india, que era la única que trabajaba y conservaba el
Estado>>.”13 El mismo Leopoldo I tuvo injerencia en este tema, recordando a Maximiliano
que los indígenas eran los dueños de las tierras mexicanas y que se debía de gobernar para
lograr su bienestar. Fue así como nació la Junta Protectora de las Clases Menesterosas,
quien debía “recibir y estudiar quejas y solicitudes y proponer las posibles soluciones.”14
Inclusive se señala que Carlota simpatizaba con algunas ideas de Juárez, realidad para nada
distante de la de Maximiliano que además puede ratificarse cuando él mismo no deroga las
leyes de reforma y aplica leyes que van encaminadas en la misma dirección.

Maximiliano y Carlota llegaron al puerto de Veracruz en mayo de 1864. Como


podemos observar, desde antes de su llegada Carlota ya tenía una participación activa en
los preparativos para la consolidación del Imperio mexicano, y desde su llegada a la Ciudad

12
Ibíd. p. 52.
13
Egon Cesar Conte Corti, Maximiliano y Carlota, México, Fondo de Cultura Económica, 1944, p. 384-385,
citado en, Patricia Galeana “Carlota fue roja”, en, Susan Igler y Roland Spiller (eds.), Más nuevas del Imperio.
Estudios interdisciplinarios de Carlota de México, Frankfurt/Madrid, Vervuert: Iberoamericana, 2001, p. 66.
14
Jean Meyer, “La Junta Protectora de las clases menesterosas. Indigenismo y agrarismo en el segundo
Imperio”, en, Escobar, coord.. Indio, nación y comunidad en el México del siglo XIX, México, Centro de
Estudios Mexicanos y Centroamericanos/Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología
Social, 1993, p. 337.

4

de México, durante sus primeros días hicieron visitas a diferentes lugares para conocer un
poco el lugar y las condiciones en las que se encontraba la gente que ahí vivía; no
solamente se quedaron con la impresión de las clases acomodadas de la capital.

Es muy importante señalar un decreto que se firmó en abril de 1864 en Miramar que
entre otros aspectos señalaba lo siguiente: “[…] que en caso de muerte o cualquier otra
contingencia que nos ponga en imposibilidad de continuar gobernando, la Emperatriz
Nuestra Augusta Esposa, sea la que se encargue desde luego de la Regencia del Imperio.”15
El poder que Maximiliano le entregó a Carlota no fue cualquiera, se puede inferir que
Maximiliano creía y sabía que su mujer tenía una capacidad enorme dentro del ámbito
político y social. El emperador dejó la capital en tres ocasiones durante todo su gobierno, el
primero entre agosto y octubre de 1864, el segundo entre abril y junio de 1865 y el tercero
entre agosto y septiembre del mismo año. Todas las salidas de Maximiliano fueron en un
plano político y de conocimiento del espacio que estaba administrando; quería ser cercano a
“su gente” y brindarles un buen gobierno. Carlota mientras tanto, como el decreto lo
señalaba, se quedaba en la capital como la máxima autoridad:

Se trasladaba todos los días del Palacio Imperial de Chapultepec al de México […]
Allí recibía a Achiles Bazaine, jefe de las fuerzas francesas, quien iba todas las
semanas a informarla. También presidía ceremonias, pronunciaba discursos,
presidía el Consejo de Ministros, leía los informes, examinaba cuestiones
financieras, analizaba y sugería soluciones […] Los domingos daba audiencia a
nombre del emperador en Chapultepec.16

Lo que se señala en este texto y en algunos otros que han sido revisados, nulifica la idea
que desarrolla Laurence van Ypersele de que después de la primera salida de Maximiliano,
Carlota había tenido un rango de maniobrabilidad muy estrecho y que por lo mismo la
mujer se encontraba “en un amargo retiro, del que no sale sino hasta 1866 para combatir la


15
Decretos y reglamentos…del Imperio mexicano, 1865, p. 1. citado en Amparo Gómez Tepexicuapan,
“Carlota en México”, en, Susan Igler y Roland Spiller (eds.), Más nuevas del Imperio. Estudios
interdisciplinarios de Carlota de México, Frankfurt/Madrid, Vervuert: Iberoamericana, 2001, p. 31.
16
Amparo Gómez Tepexicuapan, “Carlota en México”, en, Susan Igler y Roland Spiller (eds.), Más nuevas
del Imperio. Estudios interdisciplinarios de Carlota de México, Frankfurt/Madrid, Vervuert: Iberoamericana,
2001, pp. 31-32.

5

idea de abdicación que consideraba una idea indigna.”17 La única idea que encuentro
rescatable en lo que plantea la autora es la última, a la cual regresaré más adelante.

Además de su participación en la política, Carlota dentro del campo de lo social


también tuvo un papel muy importante, y claramente eran dos campos que estaban
fuertemente ligados. “Los lunes de la emperatriz” eran fiestas organizadas por los
emperadores para recibir a diferentes personalidades del país. Lo interesante que cabe
señalar aquí es que se encontraba gente de ambas facciones políticas quienes asistían con
sus esposas. Era una táctica, que muchos creen servía para crear lazos importantes entre los
emperadores y los grupos de mayor importancia. Inclusive las damas de honor que
nombraba la misma Carlota y los viajes que hacían ambos al interior de la República y en
donde lograban afianzar lazos con la elite local, eran muestras de una habilidad diplomática
importante.18

En el ámbito de su cercanía con el pueblo y con la beneficencia, Carlota logró


desarrollarse con bastante soltura. En muchas ocasiones, junto con Maximiliano iban a
visitar el Hospicio de Pobres y realizaban visitas a diferentes comunidades para conocer las
condiciones en las que la gente vivía. En un artículo del Diario del Imperio del 21 de
noviembre de 1865 titulado “El viaje de la Emperatriz”, relata uno de los viajes de la
Emperatriz a Veracruz y la manera en la que era recibida en los distintos pueblos por los
que iba pasando durante su camino. Además, señala la “humildad y sencillez” de Carlota al
parar a descansar en la pequeña choza de un humilde habitante del pueblo.19 Aunque
claramente el Diario debía de ensalzar la participación de la emperatriz, hay datos que
indican que tenía una preocupación genuina por los problemas sociales que el país tenía.
Claro ejemplo es su política indigenista, como arriba se mencionó. Además se señala que
en varias fechas importantes (como en sus cumpleaños) los emperadores realizaban visitas
y daban importantes cantidades del dinero al Hospicio, hospitales y se buscaba que se
repartiera, muchas veces entre la gente pobre. “Maximiliano y Carlota procuraron que se


17
Laurence van Ypersele, Una emperatriz en la noche. Correspondencia desde la locura de la emperatriz
Carlota de México, febrero junio de 1869, México, trad. Y Ed. Martha Zamora., 2010, p. 23.
18
Erika Pani, “El proyecto de Estado de Maximiliano a través de la vida cortesana y del ceremonial público”,
en Historia Mexicana México, Colegio de México, v. 42, (oct-dic) 1995, pp. 427-435.
19
“Viaje de la Emperatriz”, en, Diario del Imperio, 21 de noviembre de 1865.

6

les percibiera como un poder que, a más de todo su brillo, gobernaba “para el pueblo” y
que, sobre todo, le era accesible.”20

Carlota siempre apoyó a su marido en el campo personal y también en el político, y


no fue la excepción en la crisis del Imperio que inició en el año de 1866. Carlota no podía
pensar en abdicar porque le parecía algo indigno, y que señala en uno de sus escritos:

Abdicar es condenarse, extenderse a sí mismo un certificado de incapacidad y esto


es sólo aceptable en ancianos imbéciles, no es la manera de obrar de un príncipe de
34 años lleno de vida y de esperanza en el porvenir […] Yo no conozco ninguna
situación en la cual la abdicación no fuese otra cosa que una falta o cobardía […]
¡Emperador, no se entregue usted prisionero! En tanto haya aquí un emperador,
habrá un imperio […] Que no tenga dinero no es una objeción suficiente, se obtiene
a crédito, éste se obtiene con éxito y el éxito se conquista.”21

En lo personal creo que encontramos en estas líneas a esa Carlota que desde pequeña se
sabía para gobernar y cuyo honor estaba por encima de todo lo demás. Por lo menos, en
julio de ese 1866 viajó a Europa para buscar una última oportunidad de apoyo en Napoleón
III y el Papa Pío IX, pero todo fue en vano. La situación ya no favorecía a Maximiliano y
su Imperio, y desde hacía tiempo que estaba solo; las tropas que Francia había liderado
habían salido del país y sólo quedaba un pequeñísimo grupo de militares belgas que el
padre de Carlota había mandado. El apoyo político del emperador ya no estaba en nadie, los
conservadores lo consideraban muy liberal para poder desarrollar su proyecto, mientras que
los liberales radicales no podían dejar de lado el proyecto que defendían: la República.

Posiblemente el deseo de Carlota de que Maximiliano no abdicara se encontraba,


además de en el honor, en la idea de no regresar a Europa sin nada, ya que Francisco José
de Habsburgo, había hecho a Maximiliano firmar un documento en donde abdicaba de
todas las posibilidades del trono austriaco. Carlota fue educada para gobernar y no para
ostentar títulos nobiliarios nada más, la totalidad de los trabajos que leí sobre ella la
muestran como una mujer ambiciosa, calculadora, que siempre se guío por las


20
Pani, Ob. Cit. p. 448.
21
Corti, Ob. Cit., p. 68.

7

oportunidades y cuya diplomacia e inteligencia política la llevaron muy lejos, aunque al
final su proyecto de Imperio junto con Maximiliano al parecer fue más utópico que real. Sin
duda, fue la consejera de Maximiliano en lo personal y en lo político y éste sabía de su
habilidad, por lo que confiaba, todo parece indicar, enormemente en su mujer.

Creo que lo anterior ya entra en mis conclusiones, pero me gustaría agregar algo con
lo que comencé: el trabajo en equipo que realizó Carlota con Maximiliano y con su padre
mismo fue muy importante. La mujer no fue la única mente detrás del Imperio (como se ha
llegado a plantear), pero su inteligencia y ambición jugaron un papel importante al pensar
distintos proyectos y materializar ideas (como la de venir a México). Sin duda su padre fue
uno de sus principales maestros, quien la fue guiando y ayudando en decisiones de corte
más bien político. Fue una base importante del Imperio, pero no la única.

8

Fuentes consultadas:
Arenal Fenochi, Jaime del, “El proyecto de constitución del Segundo Imperio Mexicano:
Notas sobre el manuscrito de la archiduquesa Carlota”, en, Susan Igler y Roland Spiller
(eds.), Más nuevas del Imperio. Estudios interdisciplinarios de Carlota de México,
Frankfurt/Madrid, Vervuert: Iberoamericana, 2001.

Galeana, Patricia, “Carlota fue roja”, en, Susan Igler y Roland Spiller (eds.), Más nuevas
del Imperio. Estudios interdisciplinarios de Carlota de México, Frankfurt/Madrid,
Vervuert: Iberoamericana, 2001.

Gómez Tepexicuapan, Amparo, “Carlota en México”, en, Susan Igler y Roland Spiller
(eds.), Más nuevas del Imperio. Estudios interdisciplinarios de Carlota de México,
Frankfurt/Madrid, Vervuert: Iberoamericana, 2001.

Hamnett, Brian, “Faccionalismo, constitución y poder personal en la política mexicana,


1821-18542, en Vázquez, coord.. La fundación del Estado Mexicano, México, Nueva
Imagen, 1994.

Meyer, Jean, “La Junta Protectora de las clases menesterosas. Indigenismo y agrarismo en
el segundo Imperio”, en, Escobar, coord.. Indio, nación y comunidad en el México del siglo
XIX, México, Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos/Centro de Investigaciones
y Estudios Superiores en Antropología Social, 1993.

Pani, Erika, “La “innombrable”: Monarquismo y cultura política en el México


decimonónico, en Connaughton, coord., Prácticas populares, cultura política y poder en
México, siglo XIX, México, Juan Pablo/Universidad Autónoma Metropolitana, 2008.

Konrad Ratz, Correspondencia inédita entre Maximiliano y Carlota, México, Fondo de


Cultura Económica, 2003.

9

Pani, Erika, “El proyecto de Estado de Maximiliano a través de la vida cortesana y del
ceremonial público”, en Historia Mexicana México, Colegio de México, v. 42, (oct-dic)
1995.

Vázquez, Jpsefina Zoraida, “De la difícil constitución de un Estado: México, 1821-1854”,


en Vázquez, coord.. La fundación del Estado Mexicano, México, Nueva Imagen, 1994.

“Viaje de la Emperatriz”, en, Diario del Imperio, 21 de noviembre de 1865.

Ypersele, Laurence van, Una emperatriz en la noche. Correspondencia desde la locura de


la emperatriz Carlota de México, febrero junio de 1869, México, trad. y ed. Martha
Zamora., 2010.

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