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El ya mencionado Estatuto de la Reina de Ana influenciaría en diferentes

legislaciones para adoptar un nuevo sistema del Derecho de Autor (claro está, con la
concepción del copyright). Entre 1783 y 1789 varios Estados sancionaron sus leyes de la
materia, en las que muchos resaltarían su importancia frente al saber del hombre, por
ejemplo el Estado de Massachussets, el 17 de Marzo de 1789 sancionó su ley sobre
Derechos de Autor donde establecía: “no existe
forma alguna de propiedad que pertenezca de manera tan singular al individuo
como la que resulta de la labor de su intelecto67”.
“En las leyes de los Estados de Nueva York y Georgia se hablaba de “la equidad
y la justicia naturales, el honor del país y el deber hacia la Humanidad”, precisando que
su única finalidad era estimular a “los hombres de saber y de genio para que publiquen
sus obras68”.
En el año de 1790 se expide la Copyright Law de los Estados Unidos, norma que
sería revisada y modificada en 1831, 1870, 1909 y 1976.
En 1841 en el caso Folsom v. Marsh, Estados Unidos empieza a utilizar la
doctrina del fair use. Se analizaba en el mencionado caso si era ilegal la utilización sin
autorización que se le estaba dando a las cartas privadas de George Washington, para así
crear con estas una biografía del presidente. La corte encontró que no había ningún tipo
de infracción al Derecho de Autor. Diría la corte lo siguiente: “Debemos procurar al
decidir preguntas de este tipo, mirar la naturaleza y los objetos de las selecciones, la
cantidad y el valor de los materiales usados al igual que el grado en
el que el uso pueda perjudicar las ventas o disminuir las ganancias o dejar de lado el objeto de la
obra original69”.
El derecho de autor y copyright constituyen dos concepciones sobre la propiedad literaria y
artística. El primero proviene de la familia del Derecho continental, particularmente del Derecho
francés, mientras que el segundo proviene del Derecho anglosajón (o common law).
El derecho de autor se basa en la idea de un derecho personal del autor, fundado en una forma de
identidad entre el autor y su creación. El derecho moral está constituido como emanación de la
persona del autor: reconoce que la obra es expresión de la persona del autor y así se le protege.
La protección del copyright se limita estrictamente a la obra, sin considerar atributos morales del
autor en relación con su obra, excepto la paternidad; no lo considera como un autor propiamente
tal, pero tiene derechos que determinan las modalidades de utilización de una obra.
Controversias similares a las presentadas en Francia, respecto al monopolio que se crea entre la
obra y su autor surgirían en Colombia. Al debatirse el artículo 35 de la Constitución de 1886,
algunas personas pensaban que la propiedad literaria crearía un monopolio intelectual que
estancaría las ciencias. Razón por la cual Miguel Antonio Caro, se vio “presionado” a explicar la
redacción del mencionado articulo y así aclarar las controversias que estaban surgiendo por el
desconocimiento de la materia. Dice en su artículo “Propiedad Literaria” lo siguiente:
“Fuera de las ruines pasiones que miran de reojo ó con encono manifiesto á todo género de
propiedad, derívase la oposición que á este principio se hace, de una preocupación, que á su vez
nace de un error
Imaginan muchos que la propiedad literaria es un monopolio intelectual que trae consigo el
estancamiento de las ciencias, la paralización de las ideas.
Esta es la preocupación. El error que la engendra, consiste en confundir el orden científico con el
orden literario. Los conocimientos científicos pertenecen al dominio público: las ideas se
esparcen y propagan sin restricción alguna. Las formas literarias, que comprenden el método, el
estilo y el lenguaje, son, por el contrario, esencialmente personales, y á estas y sólo á éstas se
refiere la propiedad literaria.71”
Colombia desde el Acta de la Federación de las Provincias Unidas de la Nueva Granada de 1811,
ha tenido conciencia sobre la importancia de la Propiedad Intelectual en el desarrollo del hombre
como individuo y por ende el de la sociedad. Decía el Acta: “La ley debe fijar recompensas para
los inventores y velar por la conservación de la propiedad exclusiva, por tiempo señalado, de su
descubrimiento o de sus producciones”. Aunque no se hace una referencia al tema autoral, si
existía ya una conciencia sobre estos derechos aun cuando en la norma citada solo se expresa
taxativamente protección para los inventos. La omisión de incluir el Derecho de Autor en el
citado artículo llevó a que el 10 de mayo de 1834, estando como presidente de la Nueva Granada,
Francisco de Paula Santander se expidiera una norma sobre las obras literarias. El Artículo 16 de
la ley incluiría el Derecho de Autor al disponer: “La propiedad de las producciones literarias y
algunas otras.”
71 CARO, Miguel Antonio. Artículos y Discursos. Librería Americana. Bogotá, 1888. Pg. 386
Importante nos parece mencionar cómo la visión de aquellos legisladores los llevo a incluir el
siguiente texto que permitiría cobijar bajo las normas del Derecho de Autor las obras futuras que
se materializaran por medio de procedimientos no conocidos en ese momentos, es decir, no
limitaron el Derecho de Autor con el avance de la tecnología.

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