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JAVIER MEMBA
Siempre marginado en los cuadros de literatos que nos legara su tiempo, Charles
Baudelaire es a la poesía lo que Marcel Proust a la novela: el umbral de una nueva
concepción del género. De ahí que la crítica especializada insista en que la grandeza de
su obra se estudie dejando al margen el tremendismo de su biografía. No siendo el
propósito de esta serie de artículos el análisis pormenorizado de las creaciones, sino el
perfil biográfico de quienes las alumbraron, dejaremos el comentario de los textos para
plumas más elevadas que la nuestra, concretándonos, por nuestra parte, a dar cuenta de
la atormentada existencia del poeta.
Enfermo de sífilis
Nacido en la calle Hautefeuille de París en 1821, apenas contaba el futuro poeta 6 años
cuando murió su padre. Una año después, su madre casó en segundas nupcias con el
coronel Aupick, quien profesaría el mismo odio a su hijastro que su hijastro a él.
Indiscutiblemente, si en efecto lo hubiese habido, sería en ese segundo matrimonio de
su madre donde deberíamos buscar el origen de ese complejo de Edipo que le atribuyen
algunos comentaristas. En cualquier caso, expulsado en 1839 del colegio Louis-
leGrand, internado donde cursó sus primeros estudios, simultaneó los de Derecho con
los días de bohemia juvenil. Fue entonces cuando contrajo la sífilis, cuyas secuelas
arrastraría hasta el final de sus días. Los constantes escándalos del poeta, quien ya
empieza a escribir sus primeros versos, hacen que su padrastro lo envíe a la India: sólo
llegaría hasta la isla Mauricio. De allí volverá con dos poemas, posteriormente incluidos
en "Las flores del mal": "A una dama criolla" y "El viaje".
Reconocido antes por crítico que por poeta, publica sus primeros artículos sobre arte
con motivo del Salón de 1845. No acaban de convencerle, lo que, sumado a su situación
familiar, le llevará a protagonizar un intento de suicidio. Tras la publicación de "La
Fanfarlo", (1847), novela cuyo protagonista -Samuel Cramer-, trasunto de el propio
escritor, está tan pagado de sí mismo que, cuando llora, se mira al espejo, aparecen las
primeras traducciones de Poe (1848). Ese mismo año, participa en el conato de
revolución estallado en París: exhorta a sus compañeros a matar a su padrastro.
Condenado
Fruto de su experiencia con el cáñamo es el ensayo Del vino y del hachís (1851). La
primera edición de "La flores del mal", título bajo el que reunió toda su producción
poética, data de 1857. A grandes rasgos, los tratado en los poemas puede definirse como
el retrato de los diversos estados anímicos que llevaron al poeta a una desesperada
angustia, de la que buscó en vano consuelo en el alcohol y las drogas. La conmoción
que el libro causa entre los bienpensantes, hace que "Le Figaro" pida su condena. Será
el mismo fiscal que antaño condenara a Flaubert, por escribir una inmoralidad como
"Madame Bovary", quien condene ahora a Baudelaire a la supresión de varios poemas.
Entretanto, la situación económica del poeta va siendo cada vez más difícil.
La primera parte de "Los paraísos artificiales", título tomado de una tienda de flores, es
un lúcido trabajo sobre su experiencia con las drogas que aparece en el 58. Tras un
ensayo sobre Gautier dado a la estampa en el 59, la segunda parte de "Los paraísos..."
aparece en 1860. Cinco años después, Mallarme y Verlaine comienzan a reconocer en
Baudelaire a uno de sus maestros. En 1866, una nueva edición de "Las flores..." llega a
las librerías. Meses después, mientras se encuentra en Bélgica pronunciando una
conferencia, Charles-Pierre Baudelaire sufre una parálisis acompañada de una fuerte
afasia. Su madre hace que le lleven de nuevo a París. El patriarca de los poetas malditos
murió en la misma ciudad que le viera nacer el 31 de agosto de 1867, después de haber
sufrido una larga y dolorosa agonía y de haber perdido el habla.