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ALABANZA Y ADORACIÓN
“Entrando a Su Presencia”
Salmos 89: 14
“Justicia y juicio son el cimiento de tu trono;
Misericordia y verdad van delante de tu rostro.
15 Bienaventurado el pueblo que sabe aclamarte;
Andará, oh Jehová, a la luz de tu rostro.
16 En tu nombre se alegrará todo el día,
Y en tu justicia será enaltecido.
17 Porque tú eres la gloria de su potencia,
Y por tu buena voluntad acrecentarás nuestro poder.
18 Porque Jehová es nuestro escudo,
Y nuestro rey es el Santo de Israel”

La Palabra de Dios nos muestra a Dios como un rey que tiene un gran trono
desde donde gobierna todo lo que existe. Un Dios santo, poderoso y majestuoso;
nada menos que el autor de todo lo que existe físicamente y espiritualmente. El
creado del ser humano y por quien existimos.

Su trono está sostenido sobre la justicia y el juicio; pero delante de Él van la


misericordia y la verdad. Esta es una idea muy clara de la trinidad de Dios.

El Padre sentado en su trono de justicia y juicio, pero antes de llegar a Él,


podemos encontrarnos a Jesús sentado en un trono de misericordia por su sacrificio y
perdón de todos nuestros errores y pecados. Por el otro lado, el Espíritu Santo
moviéndose en la verdad, dejando muy en claro la Voluntad de Dios y guiándonos a
toda verdad.

Es justo allí, a ese lugar que tenemos el privilegio de poder tener acceso a
través de la sangra de Jesús. Ningún pecador podría presentarse por allí, pero
gracias a que Jesús llevó todos nuestros pecados en su cuerpo, en aquella cruz, es
que podemos entrar confiadamente al trono de la gracia y encontrar oportuno socorro
en Su Presencia.

Pero, ¿cómo es que debemos presentarnos allí? Pues dice la escritura:


Bienaventurado el pueblo que “sabe” aclamarte, andará a la luz de Tu rostro.

Sí, la alabanza es la excelente forma que tenemos para entrar al lugar donde la
luz de la Gloria de Su rostro puede ser contemplada y nosotros impregnados de ella.

DESARROLLO

1. Un ambiente de gloria, no peticiones.

Ahora bien, quisiera que notáramos que esta Palabra no se refiere a la oración
para traer nuestras peticiones ante nuestro Padre. Jesús dijo: Juan 14: 12 “De
cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo
hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al
Padre. 13 Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré,

Por Rubén Álvarez- Alcance Izcalli


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para que el Padre sea glorificado en el Hijo. 14 Si algo pidiereis


en mi nombre, yo lo haré”
Nuestras peticiones han de presentarse en el nombre de Jesús, quien ganó
todo el derecho de bendición con Su vida perfecta de Santidad, y que nos las dio por
intercambio en la cruz. Así que gracias a la Santidad de Jesús somos
derechohabientes de todas las bendiciones contenidas en la biblia. Podemos
entonces presentar nuestras peticiones en todo momento, confiando en que el
derecho para recibirlo ya fue ganado por Jesús.

Hay incluso un video muy divertido circulando a través de la internet de un niño


que le habla a su papá con palabras rebuscadas y grandes alabanzas para pedirle
dinero para comprar una paleta en la esquina. El padre, desconcertado por todas
esas palabras le dice a su hijo: ¿Por qué no simplemente me pediste el dinero para tu
paleta y listo? Y el niño le responde: Bueno, es que justamente así es como le hablas
a nuestro Padre Celestial para pedirle lo que necesitamos y pensé que así debía de
hacerse. No, al orar nosotros debemos hacerlo naturalmente como quien habla con
Su Padre. Somos hijos de Dios, otro beneficio ganado por el precioso sacrificio de
Jesús.

Pero entonces, ¿qué es esto de saber aclamar a Dios para andar a la luz de Su
rostro? Es que no estamos entrando a ese lugar para pedir algo, que podríamos
hacerlo, sino que estamos entrando para disfrutar de Su Gloria y ser llenos de ella.

Miremos los resultados inmediatos de estar en ese ambiente de Gloria:

- En tu nombre nos alegraremos todo el día


- Ser enaltecidos por Su justicia
- Seremos impregnados de Su Gloria
- Nuestro poder será incrementado por la potencia de Su gloria
- Seremos protegidos por Su gloria como si fuera un escudo.

Sí, el primer resultado de la alabanza a nuestro Dios es que el estado de ánimo


de nuestra alma cambia. Tal vez las diversas preocupaciones de la vida nos han
estresado, nos pueden tener preocupados y hasta nerviosos; tal vez hemos tenido
algún tipo de conflicto familiar o con alguna otra persona y estamos disgustados, tal
vez hasta enojados; o tal vez nos sentimos frustrados o tristes por diversas
circunstancias. Finalmente quiero que sepas que fuimos formados por Dios con un
cuerpo, un alma y un espíritu; y el alma es parte integrante de nuestra vida y son
perfectamente válidos los diferentes estados de ánimo y emociones.

Pero cuando empezamos a aclamar a nuestro Dios, cuando empezamos a


cantar o a hablar de Su grandeza y poder, entonces nuestro ánimo empieza a ser
cambiado; nuestro espíritu se alegra de la verdad de Su Poder y pronto esa alegría
que nació en el espíritu estará llegando al alma para darle descanso y confort.

Y bueno, tener una buen ánimo es vital para poder ser impregnado de la gloria
de Dios. Sintiéndote enojado, frustrado, triste, preocupado o disgustado no podrás ser
recibir de la justicia de Dios y ser enaltecido, no podrás ser empoderado ni protegido
en la potencia de Su Gloria

La alegría es un estado de ánimo único que abre tu espíritu para recibir de la


gloria de Dios.

Por Rubén Álvarez- Alcance Izcalli


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2. Aclamaciones.

Entonces, si queremos dichos resultados, resuenan las palabras: “Saber


aclamar”

Aclamar es la acción de honrar a una persona con aplausos, gritos y voces.


Ovacionar o vitorear serían correctos sinónimo de esta palabra.

No debemos confundir aclamar con clamar. Clamar es una exigencia o ruego a


gritos para que sea concedido algo. Por lo cual, poder andar a la luz de Su Gloria,
entrar a la Presencia magnífica de nuestro Dios requiere “Aclamarle”, lo cual tiene
beneficios importantísimos para nosotros.

¿Por qué le aclamamos?

Primeramente por quien es Dios. Es nada comparable con lo que podemos


ver o tocar. Ninguna cosa por más grande o formidable que conozcamos puede
compararse a la grandeza, sabiduría, poder o cualquier otro buen atributo en Dios.

Pero también le aclamamos por sus formidables hechos. Cada uno de ellos
tan solo manifiesta quien es Dios, Su Poder y Su Amor hacia nosotros.

Dice el Salmo 150: 1


“Alabad a Dios en su santuario;
Alabadle en la magnificencia de su firmamento.
2 Alabadle por sus proezas;
Alabadle conforme a la muchedumbre de su grandeza”

Así que al aclamar a nuestro Dios podemos hacer uso de varias formas:

a) Instrumentos musicales:

Salmos 150: 3
“Alabadle a son de bocina;
Alabadle con salterio y arpa.
4 Alabadle con pandero y danza;
Alabadle con cuerdas y flautas.
5 Alabadle con címbalos resonantes;
Alabadle con címbalos de júbilo.
6 Todo lo que respira alabe a JAH.
Aleluya”
El rey David al hacer esta canción describe algunos de los instrumentos
musicales de su tiempo, además de acciones mismas de la alabanza como la danza o
baile, y la alegría mostrada en júbilo.

b) Canciones, gritos, aplausos

Salmos 98: 1
“Cantad a Jehová cántico nuevo,
Porque ha hecho maravillas;

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Su diestra lo ha salvado, y su santo brazo.


2 Jehová ha hecho notoria su salvación;
A vista de las naciones ha descubierto su justicia.
3 Se ha acordado de su misericordia y de su verdad para
con la casa de Israel;
Todos los términos de la tierra han visto la salvación de
nuestro Dios.
4 Cantad alegres a Jehová, toda la tierra;
Levantad la voz, y aplaudid, y cantad salmos.
5 Cantad salmos a Jehová con arpa;
Con arpa y voz de cántico.
6 Aclamad con trompetas y sonidos de bocina,
Delante del rey Jehová.”
Así que dice que le alabemos con canciones nuevas. El repertorio de las
canciones que alaben a Dios siempre debe estar creciendo. Claro que podemos sacar
del cofre antiguas y alabar a Dios con ellas, pero Dios hace siempre todas las cosas
nuevas, así que debiéramos obrar como Él obra. Canciones nuevas, nuevos ritmos,
nuevas rimas, nueva música.

Pero hay algo que no cambia: Cantar alegres, levantar la voz, aplaudir, tocar
instrumentos, aclamaciones aún con trompetas y sonidos de bocina. Tampoco
cambia la manifestación de la Gloria de Dios en medio de la alabanza: Justicia,
Misericordia y Verdad.

3. Entrando a Su Presencia.

Otro precioso salmo que nos instruye como alabar es este: Salmo 100
“Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra.
2 Servid a Jehová con alegría;
Venid ante su presencia con regocijo.
3 Reconoced que Jehová es Dios;
Él nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos;
Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado.
4 Entrad por sus puertas con acción de gracias,
Por sus atrios con alabanza;
Alabadle, bendecid su nombre.
5 Porque Jehová es bueno; para siempre es su misericordia,
Y su verdad por todas las generaciones.

Para entrar a Su lugar de Gloria, es necesario hacerlo con alabanza que


incluye acción de gracias, tener gratitud por lo que Dios nos ha dado.

Jesús es el Camino, la Verdad y La Vida, las tres puertas para entrar a la


Presencia de Dios. Pues bien, en cada una de esas puertas hay bendición: Su
Perdón, Su Luz, La Vida Eterna. Grandes beneficios por los cuales dar gracias a Dios
por Su Misericordia.

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4. Ministración:

Alabanza como lo hemos aprendido


Recibe Justicia para ser enaltecido
Se impregnado de Gloria
Recibe Poder por la Potencia de Su Gloria
Protección por la Gloria de Dios como un escudo.

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