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La Morona

Con el amor no se juega y menos cuando en el interactúan corazones impetuosos


cargados de apego, que pueden ser turbados y resultar vengativos ante el engaño.

En una noche de tormenta en un pueblo pequeño y tranquilo, la artimaña y la tragedia


cubrieron aquel terruño con un manto oscuro.

Serena era una joven muy atractiva de mirada profunda, cabellos negros como el
ébano y de apariencia calmada. Estaba recién casada y perdidamente enamorada de su
marido, con el que estaba estrenando su nueva morada.

Los recién casados pensaron en festejar la adquisición de su nueva casa y, decidieron


invitar a la mejor amiga de Serena a una gran cena. Ignorante esta de que su marido
tenía como amante a la que fuera su compañera desde la infancia y, que esta después de
la boda había quedado sumamente resentida y llena de ira.

Es así que una noche negrísima de tormenta donde parecía que el cielo se caía a
pedazos, como presagiando todo lo malo, se llevo a cabo la mentada cena.

Serena, su marido y su amiga después de la comida se dispusieron a tomar café, la


recién casada lo preparó y estaba sirviéndolo cuando la amiga le ofrece ayuda, la que
con movimientos torpes tiró al suelo la taza de la que tomaría Serena y entre disculpas
se ofrece a preparar ella misma otra taza de café.

Pues, la amiga se dirigió a la cocina, preparo el café, saco del bolsillo del pantalón un
frasco pequeño de color marrón y vertió el contenido del mismo en la taza que luego
sirvió a Serena. Entre la conversación, risas y toqueteos impúdicos por debajo de la
mesa entre la amiga y el flamante marido, cada uno de ellos tomó su taza de café.

Al llegar la medianoche la tormenta ya colérica surcaba el cielo de aquel pueblo y el


agua caudalosa resbalaba por las ventanas del hogar matrimonial y Serena sintió el
cansancio del trajinar del día; o el contenido del frasco que su amiga había volcado en
su taza de café, estaba provocando efectos.

La joven esposa decidió que ante la gran fatiga, que para esos momentos la abrumaba,
lo mejor era abandonar la mesa e ir a descansar. Entonces les comunica la decisión y le
solicitó a su desposado que bajo ningún punto de vista dejara que su amiga volviera a su
casa ante semejante tempestad y que tampoco permitiera que la invitada cayera en el
hastío, se despidió y de dirigió a su habitación.

Pasaron algunas horas y el marido había tomado con tal compromiso el pedido de su
esposa y entretenía apasionadamente a la mejor amiga de aquella.

Mientras tanto en Serena el veneno que contenía aquel frasco estaba haciendo estragos
en ella; y cuando eran casi la 3:00 de la madrugada el estruendo estrepitoso de un trueno
la despierta, se levanta del lecho matrimonial ahogada, ya no podía respirar, sus
cabellos negros le cubrían el rostro del cual emanaba desesperación, pero determinada
salió de aquella habitación a pedirle ayuda a su amado y a la amiga. Cuando pudo llegar
al comedor la imagen que percibió detuvo su andar pesado y casi de pie en el umbral
entendió lo que sucedía con ella y con ellos también. Su marido y la amiga habían
empañado los vidrios de las ventanas con el calor de la pasión.

Después de semejante revelación Serena con el alma atormentada y el cuerpo enfermo


por la traición y la artimaña a paso lento se dirigió al baño. Como pudo se apoyó en el
lavamanos, se miró al espejo el que le devolvió una estampa distinta, casi desconocida.
Su rostro estaba brumoso y pálido, sus cabellos le cubrían el mismo como un velo
sombrío, sus eran como la noche negra y fulgurante, sus labios que antes eran un
ensueño estaban turbios, opacos y oscuros y, entre susurros trémulos ante su reflejo juró
vengarse de aquella mala amiga, quien le quitó el amor y la vida. Al terminar su
juramento el estallido ensordecedor de un relámpago en el pueblo estalló y Serena al
final de tal explosión murió.

Un año más tarde su marido había contraído nuevas nupcias, pues se había
desposado nuevamente con la que fuera la amiga y asesina de quien antes fuera su
esposa. Y en una noche de tormenta violenta y furiosa un gran trueno despertó a la
amiga adultera y asesina, cerca de las 3:00 de la madrugada, sobresaltada y temerosa
sintió la inquietante necesidad de ir al baño y allí se dirigió. Se apoyo en el lavamanos y
otro gran estruendo se sucedió y la luz del relámpago se reflejó en el espejo, así vio la
imagen iracunda y cruel de Serena y la ingrata mal amiga a la misma hora que su
víctima, en una noche tormentosa también murió. Serena cumplió su venganza.

He de aquí, que cuenta la leyenda que una vez por año en una noche negra de
tormenta, Serena o Morona como la rebautizaron los lugareños de aquel remoto pueblo,
a la 3:00 de la madrugada regresa de las tinieblas a vengarse de las mujeres infieles y se
representa en los espejos para darles muerte, como buscando a su amiga en cada una de
ellas.

Eliana Álamo

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