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EJERCICIOS IGNACIANOS

ACOMPAÑADOS POR SANTA TERESA


Luis Espina Cepeda

Presentación ............................................................................................... 3
Introducción a los Ejercicios .................................................................... 6
Primera semana: «Se acuerde que está delante de Dios
y quién es este Dios» .................................................................................. 8
Segunda semana: «Estarse con Jesús el Señor» ........................................ 13
Tercera semana: «Mirar lo que costó a nuestro esposo
el amor que nos tuvo» .............................................................................. 21
Cuarta semana: «Estar con Él después de resucitado» ............................ 26
Conclusión .................................................................................................. 31
Índice ........................................................................................................... 32
Luis Espina Cepeda, sj. Es periodista. Ha trabajado en periódicos como el YA,
El Correo de Andalucía y La Provincia. Fue Director General de Radio ECCA, de
las Escuelas Profesionales SAFA, de la Fundación Loyola Andalucía y Canarias.
Actualmente reside en Huelva donde se dedica a actividades pastorales y a dar
Ejercicios. luisespina@probesi.org

Edita Cristianisme i Justícia - Roger de Llúria, 13 - 08010 Barcelona


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ISBN: 978-84-9730-361-3 - ISSN: 2014-654X - ISSN (virtual): 2014-6558
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Octubre 2015

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PRESENTACIÓN

La finalidad prioritaria de este trabajo ¿Conoció Santa Teresa a San


no fue su publicación, sino el servir de Ignacio? ¿Hizo durante su vida
complemento y ayuda para las tandas los Ejercicios Espirituales?
de Ejercicios que he impartido durante Algo conviene decir en torno al inte-
el año en que se celebra el V Centena- rrogante sobre si Santa Teresa pudo
rio del nacimiento de Santa Teresa de encontrarse alguna vez con Ignacio de
Jesús. Terminado el trabajo ha surgido, Loyola y sobre si hizo o no personal-
no obstante, la posibilidad de darlo a mente los Ejercicios de San Ignacio.
conocer como un documento autóno- Parece suficientemente claro que
mo. Puede resultar interesante poner San Ignacio y Santa Teresa no se co-
de manifiesto la cercanía entre las vías nocieron personalmente. La abulense
ignaciana y teresiana, destacar la cerca- nace en 1515, cuando el vasco tiene ya
nía existente entre las consideraciones 24 años y éste sale de España en 1528,
de Santa Teresa y los ángulos de mira cuando Santa Teresa no ha ingresado
adoptados por San Ignacio. También aún en el Carmelo. La fugaz vuelta a
para los que dan y para los que hacen España de Ignacio en 1535, para re-
los Ejercicios puede resultar una buena solver asuntos familiares, no parece
ayuda contar con textos teresianos que de ninguna manera que diese ocasión
acompañan y enriquecen la experien- para un contacto directo entre ambos.
cia. Y para los que siguen con especial Pero Santa Teresa sigue viviendo hasta
interés los escritos de Santa Teresa 1582, y en estos años de madurez sí es
puede también resultar útil constatar cierto que trató y tuvo como confeso-
las coincidencias del pensamiento te- res a veintitrés jesuitas.
resiano con el itinerario de Ejercicios Resulta también del todo claro que
que propone San Ignacio. Santa Teresa sí tuvo referencias con-
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cretas sobre Ignacio de Loyola. Alude Ejercicios ignacianos la mantiene una
ella directamente a las almas que habrá importante autoridad actual sobre la
perdido el demonio por medio del in- figura de Santa Teresa. El carmelita
flujo de los grandes fundadores de Ór- Francisco Javier Sánchez Fermín, Di-
denes religiosas, Santo Domingo y San rector de la Universidad de la Místi-
Francisco, y añade literalmente: y que ca, el Centro Internacional Teresiano
pierde ahora por el Padre Ignacio, el Sanjuanista (CITeS) de Ávila. Al pre-
que fundó la Compañía, concluyendo guntarle explícitamente sobre el tema,
que todos los fundadores, está claro, tuvo la amabilidad de responderme en
recibían mercedes semejantes de Dios un correo electrónico informal pero li-
(Moradas 5, 4, 6). teralmente: «Por lo que yo sé, al me-
Sobre si hizo o no los Ejercicios Es- nos en los escritos de Santa Teresa, no
pirituales, hay ciertos indicios pero nin- consta por ningún lugar que ella hubie-
guna seguridad al respecto. En el artí- se leído los Ejercicios de San Ignacio.
culo ya citado sobre Santa Teresa, en el Tampoco el P. Tomás —el gran espe-
Diccionario Histórico de la Compañía cialista teresiano— lo señala como lec-
de Jesús, el autorizado jesuita Cándido tura posible en el estudio que ha hecho
Dalmases afirma: «Puede decirse que sobre las lecturas e influjos de Teresa.
los jesuitas aplicaron al caso de Teresa Sí es evidente el cariño hacia la Com-
los principios y métodos de los Ejerci- pañía, y todo lo que aprende de ellos en
cios ignacianos, que, según Francisco relación a temas como la Humanidad
de Ribera —su primer biógrafo—, le de Cristo, que tanta incidencia tiene en
dieron al menos en parte: la lucha con- la vida y doctrina de Teresa».
tra las aficiones desordenadas, la unión No hay constancia, por tanto, de
de oración y mortificación, la conside- que Santa Teresa hiciese los Ejercicios
ración de la Humanidad de Cristo, y el ignacianos, lo cual resulta además has-
discernimiento espiritual». ta comprensible dada la estructura tan
Por otra parte, el también jesuita aislada de los monasterios y supuesto
Ignacio Iglesias, en un conocido artí- el carácter itinerante que tuvo gran
culo de juventud sobre Santa Teresa parte de su vida en su madurez, con la
afirma que «Teresa hizo al menos parte fundación de los dieciséis Carmelos
de los Ejercicios Espirituales». descalzos que llegó a realizar por toda
No existe constancia cierta, sin em- España.
bargo, sobre la realización por Santa Pero hay un testimonio escrito
Teresa de los Ejercicios ignacianos. suyo, que testimonia que al menos sí
Si los hubiese hecho, es muy raro que conocía la existencia de los Ejercicios.
en sus variados escritos —en los que En su escrito Vejamen, refiriéndose a
tan frecuentes son los recuerdos per- una respuesta escrita que había dado
sonales y las alusiones a experiencias su fray Juan de la Cruz a cierto asun-
cercanas— no exista algún testimonio to sobre el que le habían preguntado,
irrefutable al respecto. comenta literalmente la Santa, no sin
La opinión contraria a que San- cierto humor: «Harta buena doctrina
ta Teresa hiciese personalmente los dice en su respuesta para quien quisie-
4
re hacer los Ejercicios que hacen en la entrar en una exposición amplia ni de
Compañía de Jesús, mas no para nues- las consideraciones que les sirven de
tro propósito». base, ni de los textos bíblicos que sus-
Parece quedar suficientemente claro tentan estos puntos. Sobre cada punto,
que, sin haber hecho muy probablemen- sólo se incluye una brevísima nota in-
te los Ejercicios, sí conocía al menos su troductoria, para dar a conocer de qué
existencia y, dado su continuado trato se está tratando en cada apartado. Los
con muchos confesores jesuitas, está textos teresianos son introducidos tam-
imbuida de muchos de sus contenidos. bién por una breve nota, para llamar la
atención sobre sus contenidos y sobre
la relación que guardan con los temas
Características de este trabajo del itinerario ignaciano. En resumen,
Sobre la forma como está realizado lo que se pretende es sólo presentar los
este trabajo, hay que hacer notar que puntos del itinerario ignaciano que sir-
el itinerario aquí seguido es el de los ven de referencia y apoyo para las citas
Ejercicios de ocho días, no abordando teresianas incluidas a continuación, las
el detalle de la correlación existente más relacionadas con cada uno de es-
con los Ejercicios completos de apro- tos temas.
ximadamente un mes. Lo hacemos Los textos de Santa Teresa inclui-
teniendo en cuenta un punto de vis- dos en este trabajo, así como los núme-
ta práctico y pastoral, sin entrar para ros de los capítulos y de los párrafos de
nada en la discusión teórica sobre si los que se extraen, están tomados de la
los Ejercicios de ocho días pueden o séptima edición manual de sus obras,
no servir como repetición (o prepara- editadas en 1951 por el Apostolado de
ción, también) de los Ejercicios com- la Prensa.
pletos de mes. En la práctica pastoral, Como veremos, los abundantes
los Ejercicios de ocho días tienen su- testimonios espigados a continuación
ficiente difusión como para prestarles dejan muy claro que en los escritos
atención y cuidado. de Santa Teresa hay coincidencias
En este trabajo, por tanto, se inclu- notables con el itinerario ignaciano.
ye sólo la mención de los puntos es- Podríamos afirmar, de alguna manera,
cogidos para el seguimiento del itine- que Santa Teresa acompaña los Ejerci-
rario ignaciano durante ocho días, sin cios ignacianos.

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INTRODUCCIÓN A LOS EJERCICIOS

Al comenzar los Ejercicios, normal- a la memoria lo que otras ve-


mente se hace al final de una jornada, ces he dicho, que aun con esto
después de la cena, suele haber una me contentaría, por tenerla tan
charla introductoria para plantear lo mala» (Moradas, Introducción,
que se pretende y explicar las mejores 2).
condiciones para aprovecharse de la
B. Santa Teresa expresa a su modo la
experiencia que se inicia.
confianza que tiene San Ignacio en que
A. En la Introducción al libro de Las Dios se puede comunicar a la criatura
Moradas, Santa Teresa explica el áni- [16].
mo con el que se pone a escribir el
02 Dios quiere y puede comuni-
libro, con una actitud humilde y no
carse a las criaturas: «Creo que
exenta de su humor más característico:
quien no creyere que puede
01 Actitud inicial de Santa Teresa: Dios mucho más y que ha teni-
«Bien creo he de saber decir do por bien y tiene algunas ve-
poco más de lo que he dicho en ces comunicarlo a sus criaturas,
otras cosas que me han manda- que tiene bien cerrada la puerta
do escribir, antes temo que han para recibir las gracias y comu-
de ser todas las mismas; porque nicaciones de Dios. Por eso,
así como los pájaros que ense- hermanas, nunca os acaezca (el
ñan a hablar no saben más de lo no creer el que Dios puede ha-
que les muestran u oyen, y esto cerlo), sino creed de Dios mu-
repiten muchas veces, soy yo al cho más y más, y no pongáis los
pie de la letra. Si el Señor quiere ojos en si son ruines o buenos a
diga algo nuevo, Su Majestad lo quien las hace, que Su Majestad
dará o será servido de traerme lo sabe» (Moradas 5, 1, 8).
6
C. Santa Teresa insiste también en que 03 Necesidad de disponernos: «En
Dios quiere comunicarse con la criatu- esta obra que hace el Señor no
ra, con independencia de la «ruindad» podemos hacer nada; mas para
de la persona, y en que es muy impor- que Su Majestad nos haga esta
tante la colaboración humana para que merced, podemos hacer mucho
esta comunicación se pueda establecer disponiéndonos» (Moradas 5,
y ser eficaz. 2, 1).

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PRIMERA SEMANA: «SE ACUERDE QUE ESTÁ DELANTE
DE DIOS Y QUIÉN ES ESTE DIOS»

PRIMER DÍA

1. Situarse bien ante Dios: B. Santa Teresa se lamenta de que


Principio y fundamento [23] frecuentemente no sepamos situarnos
adecuadamente ante Dios, que desco-
El Principio y Fundamento es la pri-
nozcamos cuál es nuestra relación real
mera página de los Ejercicios, en la
con Dios:
que San Ignacio expone las principales
convicciones que el ejercitante debe te- 05 No sabemos quiénes somos: «No
ner para comenzar bien los Ejercicios. es pequeña lástima y confusión
No tiene el formato de las meditacio- que, por nuestra culpa, no en-
nes y contemplaciones que siguen en el tendamos a nosotros mismos,
Libro, sino un tono expositivo, con los ni sepamos quién somos. ¿No
enunciados muy bien trabados de las sería gran ignorancia, hijas mías,
verdades que conviene tener en cuenta que preguntasen a uno quién
para arrancar bien la experiencia. es y no se conociese ni supiese
quién fue su padre ni su madre
A. Los Ejercicios son para situarse
ni de qué tierra? Pues si esto
adecuadamente ante Dios, para «saber
sería gran bestialidad, sin com-
estar» ante Dios, tal como lo expresa
paración es mayor la que hay en
también Santa Teresa:
nosotras, cuando no procuramos
04 Situarse ante Dios: «[…] sin ningu- saber qué cosa somos, sino que
na fuerza ni ruido […] se acuerde nos detenemos en estos cuerpos,
que está delante de Dios y quién y así a bulto, porque lo hemos
es este Dios» (Moradas 4, 3, 7). oído y porque nos lo dice la fe
8
sabemos que tenemos almas. E. La indiferencia, que San Ignacio
Mas qué bienes puede haber en expresa con el tanto…cuanto, Santa
esta alma o el gran valor de ella, Teresa la afirma también diciendo que
pocas veces lo consideramos; y el alma venturosa, que ha alcanzado la
así se tiene en tan poco procurar unión con Dios, se sitúa más allá de las
con todo cuidado conservar su preocupaciones que los demás tienen:
hermosura. Todo se nos va en la 08 El alma venturosa «Vivirá esta
grosería del engaste o cerca de vida con descanso y en la otra
este castillo, que son estos cuer- también: porque ninguna cosa
pos» (Moradas 1, 1, 2). de los sucesos de la tierra le
C. El hombre es criado, es la prime- afligirá […], ni enfermedad, ni
ra frase del texto ignaciano, que Santa pobreza, ni muertes […], que ve
Teresa explica también muy a su modo bien esta alma que Él sabe me-
al hablar de la primera Morada: jor lo que hace que ella lo que
desea» (Moradas 5, 3, 3).
06 Criados a su imagen y semejan-
za: «Dios mismo dice que nos F. El espíritu que dimana del Principio
crió a su imagen y semejanza y Fundamento, y más concretamente
(Gn 1,26). Pues si esto es, como de la indiferencia que se deriva de esta
lo es, no hay para qué cansarnos reflexión ignaciana, está bellamente
en querer comprender la her- expresado en una poesía de Santa Te-
mosura de este castillo; porque resa, larga y llena de imágenes bíblicas
puesto que hay la diferencia de y de todo tipo, con algunas frases que
él a Dios que del criador a la recuerdan casi literalmente el texto de
criatura, pues es criatura, basta San Ignacio:
decir Su Majestad que es hecho 09 Poema Vuestra soy.
a su imagen para que apenas
Vuestra soy, para vos nací,
podamos entender la gran dig-
¿Qué mandáis hacer de mí?
nidad y hermosura del ánima»
(Moradas 1,1,1). Soberana Majestad,
Eterna sabiduría,
D. La gratuidad con la que Dios da sus Bondad buena al alma mía,
dones la expresa Santa Teresa con una Dios, alteza, un ser, bondad,
afirmación muy rotunda, y destacan- la gran vileza mirad
do también que Dios dispone de los que hoy os canta amor ansí.
bienes suyos y que no hace agravio a ¿Qué mandáis hacer de mí?
nadie haciendo lo que puede y quiere
hacer: Vuestra soy, pues me criasteis;
vuestra, pues me redimisteis;
07 Gratuidad libre. «Da el Señor vuestra, pues me sufristeis;
cuando quiere y como quiere y vuestra, pues me llamasteis;
a quien quiere, como bienes su- vuestra, pues me conservasteis;
yos, que no hace agravio a na- vuestra, pues no me perdí.
die» (Moradas 4, 1, 2). ¿Qué mandáis hacer de mi?
9
¿Qué mandáis, pues, buen Señor, Si queréis que esté holgando,
que haga tan vil criado? quiero por amor holgar,
¿Cuál oficio le habéis dado si me mandáis trabajar,
a este esclavo pecador? morir quiero trabajando.
Veisme aquí, mi dulce Amor, Decid, dónde, cómo y cuándo.
Amor dulce, veisme aquí, Decid, dulce Amor, decid.
¿Qué mandáis hacer de mí? ¿Qué mandáis hacer de mí?
Veis aquí mi corazón, Dadme Calvario o Tabor,
yo le pongo en vuestra palma, desierto tierra abundosa,
mi cuerpo, mi vida y mi alma, sea Job en el dolor,
mis entrañas y afición; o Juan que al pecho reposa;
dulce Esposo y redención, sea viña fructuosa
pues por vuestra me ofrecí, o estéril, si cumple ansí.
¿Qué mandáis hacer de mí? ¿Qué mandáis hacer de mí?
Dadme muerte, dadme vida: Sea José puesto en cadenas
dad salud o enfermedad, o de Egipto Adelantando,
honra o deshonra me dad, o David sufriendo penas,
dadme guerra o paz cumplida, o ya David encumbrado.
flaqueza o fuerza a mi vida, Sea Jonás anegado,
que a todo diré que sí. o libertado de allí.
¿Qué queréis hacer de mí? ¿Qué mandáis hacer de mí?
Dadme riqueza o pobreza, Esté callando o hablando,
dad consuelo o desconsuelo, haga fruto o no le haga,
dadme alegría o tristeza, muéstreme la Ley mi llaga,
dadme infierno o dadme cielo, goce de Evangelio blando,
vida dulce, sol sin velo, esté penando o gozando,
pues del todo me rendí. sólo Vos en mí vivid.
¿Qué queréis hacer de mi?
¿Qué mandáis hacer de mí?
Si queréis dadme oración,
Vuestra soy, para vos nací,
si no, dadme sequedad,
¿Qué mandáis hacer de mí?
si abundancia y devoción,
y si no esterilidad. (Obras Completas, BAC, 504-505)
Soberana Majestad,
sólo hallo paz aquí. G. Lo contrario de la indiferencia es la
¿Qué mandáis hacer de mí? atadura a las criaturas, que impide la li-
bre elección y la libre actuación en toda
Dadme, pues, sabiduría, la vida. Santa Teresa lo explica con la
o por amor ignorancia. metáfora de las fieras y bestias que ro-
Dadme años de abundancia dean al alma en las primeras Moradas:
o de hambre y carestía,
dad tiniebla o claro día, 10 Dependencia de las criaturas:
revolvedme aquí o allí «Habéis de notar que en estas
¿Qué mandáis hacer de mí? moradas primeras aún no llega
10
casi nada la luz que sale del pa- 11 Bajeza y miseria. «Oh, hijas,
lacio donde está el Rey […] y qué mucho veremos si no que-
no por culpa de la pieza, sino remos ver más que nuestra ba-
porque con tantas cosas malas jeza y miseria» (Moradas 5, 1,
de culebras y víboras y cosas 13).
ponzoñosas que entraron con él,
B. En tercera persona, como si se trata-
no le dejan advertir la luz. Como
se de otra persona, Santa Teresa expli-
si uno entrase en una parte a
ca que se retiraría siempre del pecado
donde entra mucho sol y lle-
el que fuese consciente de su realidad:
vase tierra en los ojos, que casi
no los puede abrir. Clara está la 12 Conocimiento del pecado. «Yo
pieza, mas él no lo goza por el sé de una persona a quien qui-
impedimento o cosas de estas so nuestro Señor mostrar cómo
fieras y bestias que le hacen ce- quedaba un alma cuando peca-
rrar los ojos para no ver sino a ba mortalmente. Dice aquella
ellas. Así me parece debe ser un persona que le parece, si lo en-
alma, que aunque no está en mal tendiesen, no sería posible nin-
estado, está tan metida en cosas guno pecar, aunque se pusiese a
del mundo y tan empapada en mayores trabajos que se pueden
la hacienda u honra o negocios pensar por huir de las ocasio-
como tengo dicho, que aunque nes» (Moradas 1, 2, 2).
en hecho de verdad se querría
ver y gozar de su hermosura, no C. Luz necesaria del Amor de Dios,
le dejan, ni parece que puede es- para distinguir el pecado. Santa Teresa
cabullirse de tantos impedimen- dice que, para conocernos a nosotros
tos» (Moradas 1, 2, 14). mismos, tenemos primero que conocer
a Dios:
13 Conocer a Dios. «Jamás nos
2. Situarse mal ante Dios: Pecado acabamos de conocer si no pro-
Al pecado San Ignacio le dedica dos curamos conocer a Dios»; por
grandes meditaciones de la Primera Se- esto, «mirando su grandeza,
mana, añadiendo además varias repeti- acudamos a nuestra bajeza; y
ciones y resúmenes sobre la misma ma- mirando su limpieza, veremos
teria. La intención es que el ejercitante nuestra suciedad» (Moradas 1,
sienta la gravedad del pecado —ver- 2, 9)
güenza y confusión de mí mismo—, D. De esta forma, Santa Teresa, que
pero que se sienta también perdonado experimentaba muy intensamente a
y acogido por el Dios misericordioso.
Dios, se siente enormemente pecadora
A. La consideración del pecado —nues- —«ruin» , dice ella—, sin que en reali-
tra bajeza y miseria—, el no dejar de dad haya grandes desórdenes o infrac-
prestar nuestra atención a esta realidad, ciones morales en su vida. También en
es para Santa Teresa fuente de una gran tercera persona, de forma positiva, lo
iluminación interior: explica a su modo, con la valoración
11
subsiguiente sobre todos los gustos de está plantado en las mismas
los que antes dependía: aguas vivas de la vida, que es
Dios, cuando cae en un pecado
14 Señora de si misma. «Como va
mortal. No hay tinieblas más
más conociendo su grandeza (la
tenebrosas, ni cosa tan oscura
de Dios), tiénese ya (a ella mis- y negra que no lo esté mucho
ma) por más miserable; como más» (Moradas 1, 2, 1).
ha probado ya los gustos de
Dios, ve que es una basura los 17 Aguas claras y oscuras, reflejos
del mundo, vase poco a poco del alma: «[…] como de una
apartando de ellos y es más se- fuente muy clara son (igual-
ñora de sí mismo para hacerlo» mente claras) todos los arro-
(Moradas 4, 3, 9). yicos que salen de ella, como
(=de la misma forma) es una
E. El pecado tiene el «efecto bueno» alma que está en gracia, que de
de conducirnos a la misericordia del aquí le viene ser sus obras tan
Señor, que lo perdona. Santa Teresa agradables a los ojos de Dios y
destaca este hecho: de los hombres […]; así el alma
15 Misericordia de Dios. «Traer que se aparta por su culpa de
delante sus pecados trae como esta fuente y se planta en otra
consecuencia meterse en la mi- muy negrísima agua y de muy
sericordia de Dios» (Moradas mal olor, todo lo que corre en
6, 5, 5). ella es de la misma negrura y
suciedad» (Moradas 1, 2, 2).
F. Los tres textos que siguen nos
muestran, con las comparaciones muy 18 Dios en el centro del alma, vela-
sencillas que a Santa Teresa le gustaba do por el pecado: «Es de consi-
usar su concepción del pecado: tiniebla derar aquí que la fuente y aquel
oscura, tenebrosa y negra, que oculta sol resplandeciente que está en
la claridad esplendorosa de Dios; agua el centro del alma no pierde su
oscura y de mal olor, frente a las aguas resplandor y hermosura, que
limpias de los arroyicos que salen de siempre está dentro de ella y
la gracia de Dios; paño muy negro y (ninguna) cosa puede quitar su
mancha de pez, que tapa la luz del sol hermosura. Más si sobre el cris-
resplandeciente que está en el centro tal que está al sol se pusiese un
del alma. paño muy negro, claro está que,
aunque el sol dé en él, no hará
16 Fealdad del pecado: «Os quiero su claridad operación en el cris-
decir que consideréis qué será tal […] ¿Cómo es posible que
ver este castillo tan resplan- entendiendo esto no procuréis
deciente y hermoso, esta perla quitar esta pez de este cristal?»
oriental, este árbol de vida que (Moradas 1, 2, 3-4).

12
SEGUNDA SEMANA: «ESTARSE CON JESÚS EL SEÑOR»

SEGUNDO DÍA

3. Llamamiento de Jesús [91-98 ha el entendimiento, como he


y 275] dicho» (Moradas 1, 2, 11).
En el arranque de todo lo que los Ejer- B. La intervención directa de Jesucris-
cicios van a dedicar a la contemplación to con la persona es la que posibilita
de la vida de Jesús —Segunda, Terce- que ésta le pueda seguir, según expresa
ra y Cuarta Semanas— está el ejercicio muy claramente Santa Teresa, que lo
del Llamamiento del Rey Temporal, la muestra como camino y luz para se-
vocación de todos los cristianos a es- guirlo:
cuchar la invitación del Jesús humano
20 Camino y luz: «Si pierden la
a su seguimiento.
guía, que es el buen Jesús, no
A. La persona y la humanidad de Je- acertarán el camino (para entrar
sucristo centran toda la vida espiritual en las moradas del castillo in-
de Santa Teresa. Para ella, Jesucristo terior), porque el mismo Señor
está en la última morada del castillo dice que es camino; también
interior y a Él hay que dirigir toda la dice el Señor que es luz, y que
atención y todos los deseos: no puede nadie ir al Padre sino
por Él» (Moradas 6, 7, 6).
19 Poner los ojos en Cristo: «Os
digo, hijas, que pongamos los C. Santa Teresa expresa la atracción
ojos en Cristo, nuestro bien, y directa que ejerce Jesucristo y el se-
allí aprenderemos la verdadera guimiento personal al que Él nos llama
humildad […] y ennoblecerse con la sugerente comparación del silbo
13
amoroso, con el que el Divino Pastor muy concreta, no con consideraciones
llama a los que se han alejado del casti- intelectuales sobre su divinidad sino
llo en el que Él mora. La comparación contemplándolo directamente como
es muy gráfica, está hecha a modo de hombre:
composición de lugar:
22 Humanidad de Jesús. Conviene
21 Silbo amoroso de Dios: «Haga- acudir a «los misterios de la sa-
mos cuenta que estos sentidos y cratísima Humanidad de nues-
potencias (ya he dicho que son tro Señor Jesucristo», sin creer
la gente de este castillo, que es que «es mejor tratar en cosas de
lo que he tomado para saber la Divinidad y huir de las corpó-
decir algo) que se han ido fue- reas», pues confiesa que ése «a
ra y andan con gente extraña, mí no me harán confesar que es
enemiga del bien de este casti- buen camino […] oso decir que
llo, días y años […]. Visto ya el no creáis a quien os dijere otra
gran Rey, que está en la morada cosa» (Moradas 6, 7, 5).
de este castillo, su buena volun- E. Más directamente aún confiesa la
tad, por su gran misericordia Santa, la importancia de recurrir a la
quiérelos tornar a él (a los que humanidad de Jesucristo:
se habían alejado del castillo) y
como buen pastor, con un silbo 23 No huir de cosas corpóreas.
tan suave, que casi ellos mis- «Por espirituales que sean, creo
mos no lo entienden, hace que queda dado a entender lo que
conozcan su voz y que no anden conviene […]: no huir tanto de
tan perdidos, sino que se tor- cosas corpóreas, que les parez-
nen a su morada. Y tiene tanta ca aún hace daño la Humanidad
fuerza este silbo del pastor, que Sacratísima» (Moradas 6, 7, 14).
desamparan las cosas exterio- F. Positivamente confiesa:
res en que estaban enajenados
y métense en el castillo […]. 24 Acompañamiento de Jesús. «Mien-
Paréceme que nunca lo he dado tras más adelante va un alma,
a entender como ahora, porque más acompañada es de este buen
para buscar a Dios en lo interior Jesús» (Moradas 6, 8, 1).
[…] es gran ayuda cuando Dios G. Dice Santa Teresa expresamente al
hace esta merced» (Moradas 4, orante:
3, 2-3).
25 Mirar a Jesús: «No os pido más
D. Santa Teresa recomienda directa- que le miréis. Si estáis alegres,
mente «mirar a Jesús», en los diversos miradle resucitado […]. Si es-
momentos de su vida y en las diferen- táis con trabajos o tristes, mirad-
tes circunstancias de nuestra vida, y le camino del huerto […] o mi-
dejarnos influir por los dejos de Jesús, radle atado a la columna, lleno
por los rasgos de su persona y de su de dolores […]. O miradle ca-
estilo de vida. Y esto de una forma mino de la cruz […]. Miraros ha
14
Él con unos ojos tan hermosos visto después, que para conten-
y piadosos, llenos de lágrimas y tar a Dios y que os haga grandes
olvidará sus dolores para conso- mercedes, quiere que sea por
lar los vuestros, sólo porque os manos de esta Humanidad sa-
vayáis vos con Él a consolar y cratísima, en quien dijo Su Ma-
volváis la cabeza a mirarle […]. jestad se deleita. Muy muchas
¡Oh Señor del mundo, verdade- veces lo he visto por experien-
ro Esposo mío!, ¿tan necesitado cia; hámelo dicho el Señor. He
estáis, Señor mío y Bien mío, visto claro que por esta puerta
que queréis admitir una pobre hemos de entrar si queremos
compañía como la mía, y veo en nos muestre la soberana Majes-
vuestro semblante que os habéis tad grandes secretos. Así que
consolado conmigo?» (Camino vuestra merced, Señor, no quie-
de Perfección 26, 4-6). ra otro camino, aunque esté en
la cumbre de la contemplación;
por aquí va seguro. Este Señor
4. Encarnación [101-109] nuestro es por quien nos vienen
La entrada de Jesús en la tierra co- todos los bienes. Él lo enseña-
mienza con la encarnación, la decisión rá; mirando su vida, es el mejor
de Dios de salvar el mundo —hagamos dechado. ¿Qué más queremos
redención del género humano— y la de un buen tan buen amigo al
manera de llevar a cabo esta decreto lado, que no nos dejará en los
divino que tuvo lugar en Nazaret: Je- trabajos y tribulaciones, como
sús se hace hombre gracias a la acepta- hacen los del mundo. Bienaven-
ción por la Virgen María del plan de de turado quien de verdad le ama-
la Santísima Trinidad sobre ella. re y siempre le trajere cabe sí»
(Vida 22, 6-7).
A. Santa Teresa insiste constantemente
en la necesidad de contar con la huma- 27 Dios habla por la Humanidad de
nidad de Jesucristo, pues nosotros so- Jesús: «No me acuerdo haberme
mos humanos y tenemos necesidad de parecido que habla nuestro Se-
apoyarnos en su corporeidad. Éste es el ñor, si no es (por) la Humani-
sentido de los siguientes textos: dad; y ya digo, esto puedo afir-
mar que no es antojo» (Cuenta
26 Humanidad de Jesucristo, ca- de Conciencia 54, 22).
mino para llegar a Dios: «Con
tan buen amigo presente, con 28 Su Humanidad nos acerca a Je-
tan buen capitán, que se puso sús: «No me parece bien andar
lo primero en el padecer, todo el alma en el aire […]. Es gran
se puede sufrir. Es ayuda y da cosa, mientras vivimos y so-
esfuerzo; nunca falta; es amigo mos humanos, traerle humano»
verdadero. Y veo yo claro, y he (Vida 22, 9).

15
TERCER DÍA

5. La vida de Jesús en Nazaret [271] vayáis vos con Él a consolar y


volváis la cabeza mirarle» (Ca-
Jesús dedicó a lo más tres años a su ac-
mino de Perfección 26, 4-5).
tuación pública, pero vivió antes trein-
ta años de forma totalmente innomina-
da en la pequeña aldea de Nazaret. A 6. Bautismo en el Jordán [158 y
este periodo tan desproporcionado de 273]
la vida de Jesús —diez años de vida
exclusivamente privada por cada año Los cuatro evangelistas coinciden en
de actuación pública— le presta aten- dedicar atención a la escena en la que
ción San Ignacio en los Ejercicios. Jesús va a recibir el bautismo de Juan
el Bautista en el Jordán y allí recibe la
A. Santa Teresa nos recomienda «mi- gran iluminación de que Dios el Padre
rar» la vida de Jesús en todos sus que le ama como Hijo.
momentos, atendiendo a las propias
circunstancias. La vida privada en Na- A. Santa Teresa desentraña lo que su-
zaret se asemeja a muchos momentos pone el amor que Dios nos tiene: «a
de personas normales, no famosas… todos ama». Y explica la impresión
fuerte que produce en el hombre el
29 El Señor se hace a nosotros: sentir esta verdad: «entender los secre-
«Así como dicen ha de hacer la tos y grandeza suyas». Esta sensación
mujer, para ser bien casada, con es muy superior a todos «los deleites
su marido, que si está triste, se de la vida», que en su comparación son
ha de mostrar ella triste, y si está «basura», siendo así que del amor de
alegre, aunque nunca lo esté, Dios sólo participamos mínimamente,
alegre. Mirad de qué sujeción «una gota de agua del gran río cauda-
os habéis librado, hermanas. loso que nos está aparejado»:
Esto con verdad, sin fingimien-
to, hace el Señor con nosotros, 30 Dios se da al alma: «Mirad que
que Él se hace el sujeto, y quie- es así cierto, que se da Dios a Sí
re que seas vos la señora, y an- a los que a todos lo dejan por Él.
dar Él a vuestra voluntad […] No es aceptador de personas; a
(Cada momento de la vida de todos ama. No tiene nadie ex-
Jesús puede ser “mirado” desde cusa por ruin que sea, pues así
cada circunstancia diversa de la lo hace conmigo trayéndome a
vida personal). Cuando va car- tal estado. Mirad que no es ci-
gado con la cruz, miraros ha Él fra (=metáfora) lo que digo, de
con unos ojos tan hermosos y lo que se puede decir; sólo va
piadosos, llenos de lágrimas, y dicho lo que es menester para
olvidará sus dolores por conso- darse a entender esta manera de
lar los vuestros, sólo porque os visión que hace Dios al alma;
16
mas no puedo decir lo que se basura todos juntos. Es asco
siente cuando el Señor la da a traerlos a ninguna comparación
entender secretos y grandezas aquí, aunque sea para gozarlos
suyas, el deleite tan sobre cuan- sin fin; y de estos que da el Se-
tos acá se pueden entender, que ñor sola una gota de agua del
bien con razón hace aborrecer gran rio caudaloso que nos está
los deleites de la vida, que son aparejado» (Vida 27, 12).

CUARTO DÍA

7. Tentaciones de Jesús, mordernos. Llega a decir que, al no ser


Dos Banderas [274 y 136-147] nosotros ángeles, ella no se siente tran-
Las tentaciones que los evangelistas quila cuando a una persona no le viene
narran que experimentó Jesús en el ninguna tentación. No hay que buscar
desierto sirven de soporte evangélico fuera las tentaciones, pues la peor la te-
para la consideración del programa nemos dentro de nosotros mismos.
con el que Lucifer intenta atrapar a sus 32 Las ardides y mañas del demo-
seguidores, en contraste con la suave nio: «¡Oh, válgame Dios, hijas
invitación que el sumo y verdadero mías, qué de almas debe el de-
Capitán, Cristo nuestro Señor, formu- monio de haber hecho perder
la a los hombres para que le sigan. Es mucho por aquí! Que todo esto
la meditación de las Dos Banderas, los les parece humildad […], y vie-
dos antitéticos grupos humanos de los ne de no acabar de entendernos;
que siguen a Lucifer y los que siguen tuerce el propio conocimiento,
a Jesús. y si nunca salimos de nosotros
A. Santa Teresa es sensible a las ten- mismos, no me espanto que esto
taciones que el espíritu del mal hace y más se pueda temer. Por esto
sentir en la vida espiritual: digo, hijas, que pongamos los
ojos en Cristo, nuestro bien, y
31 Lucha de la tentación. «Peleaba allí aprenderemos la verdadera
con una sombra de muerte, y humildad […] y ennoblecerse
no había quien me diese vida» ha el entendimiento […] y no
(Vida 8, 12). hará (=no actuará) el propio
B. En la primera Morada describe a conocimiento ratero y cobarde;
las tentaciones como a las sabandi- que aunque ésta es la primera
jas, que discurren por allí intentando morada, es muy rica y de gran
17
precio, que, si se escabulle de las 35 Bandera de Lucifer: «Es mucho
sabandijas que hay en ella, no se menester no descuidarnos para
quedará sin pasar adelante. Te- entender sus ardides y que no
rribles son los ardides y mañas nos engañe, hecho ángel de luz;
del demonio para que las almas que hay una multitud de cosas
no se conozcan ni entiendan sus con que nos puede hacer daño
caminos» (Moradas 1, 2, 11). entrando poco a poco, y hasta
33 Hay tentaciones, no somos án- haberle hecho no le entende-
geles: «No es posible ser aquí mos» (Moradas 1, 2, 15).
ángeles, que no es nuestra natu- D. A las tentaciones y atracciones del
raleza. Es así que no me turba mal se contrapone la llamada de Jesús,
el alma cuando la veo con gran- el Rey Eternal, a formar parte de su
dísimas tentaciones; que si hay bandera, de su grupo, siguiéndole por
amor y temor de nuestro Señor, el camino por el que Él caminó, parti-
ha de salir con mucha ganancia, cipando de la vida y de los sufrimien-
ya lo sé; y si la veo (a un alma) tos que Él tuvo:
andar siempre quieta y sin nin-
guna guerra —que he topado 36 Bandera de Jesús: «[…] Deseo
algunas—, aunque la vea no de padecer y de imitar al Señor
ofender al Señor, siempre me […]. Conozco personas que van
produce miedo, nunca acabo de por el camino del amor como
asegurarme» (Meditaciones so- han de ir, por sólo servir a Cris-
bre los Cantares 2, 3). to crucificado, que no sólo no le
piden gustos ni los desean, más
34 El enemigo está dentro: «Ence- le suplican que no se los dé en
rradas aquí, con las condiciones esta vida» (Moradas 4, 2, 9).
que están dichas, ya parece que
lo tenemos todo hecho y que
no hay que pelear con nada. Oh 8. Un día, en la vida de Jesús
hermanas mías, no os aseguréis,
no os echéis a dormir, que será Narran los Evangelios que, cada día,
como el que se acuesta muy sose- Jesús: 1) predicaba, daba testimonio del
gado habiendo muy bien cerrado mensaje del Reino; 2) curaba, intentaba
sus puertas por miedo a los ladro- ayudar a todos los oprimidos por el do-
nes, y se los deja en casa. Ya sa- lor; 3) oraba al Padre, en ratos largos de
béis que no hay peor ladrón, pues silencio y a solas. La contemplación de
quedamos nosotras mismas» la actuación pública de Jesús comienza
(Camino de Perfección 10, 1). por la consideración de lo que Él hacía
cada uno de los días de su itinerancia
C. Las tentaciones de Satanás, el prín- por el territorio de Palestina.
cipe del mal, están muy presentes en
todos los escritos de Santa Teresa. In- A. Santa Teresa se admira de que Jesu-
dica en particular que a veces se disi- cristo se deje «mirar» y «acompañar»
mula como ángel de luz para atraer a su por nosotros y de que la compañía
grupo o bandera: nuestra le pueda consolar, estimulán-
18
dole este hecho para querer «imitar» a semblante que os habéis con-
Jesús en todo: «por donde fuereis, ten- solado conmigo? ¿Pues cómo,
go que ir; por donde pasareis, tengo de Señor, es posible que os dejan
pasar». sólo los ángeles y que aún no
os consuela vuestro Padre? Si
37 Relación con el Señor, deseo de es así, Señor, que todo lo que-
imitarle: «¡Oh Señor del mun- réis pasar por mí, ¿qué es esto
do, verdadero Esposo mío! (le que yo paso por Vos? ¿De qué
podéis vos decir, si se os ha me quejo? Que ya he (=tengo)
enternecido el corazón de verle vergüenza de que os he visto tal,
tal, que no sólo queráis mirarle, que quiero pasar, Señor, todos
sino que os holguéis de hablar los trabajos que me vinieren y
con él …): ¿tan necesitado es- tenerlos por gran bien por imi-
tás, Señor y Bien mío, que que- taros en algo. Juntos andemos,
réis admitir una pobre compañía Señor; por donde fuereis» (Ca-
como la mía, y veo en vuestro mino de Perfección 26, 6).

QUINTO DÍA

9. Exigencias del seguimiento de pasar por todos sufrimientos que Jesús


Jesús [149-156 y 164-168] tuvo: «se quejan estas almas a Su Ma-
Los Ejercicios intentan contrastar la jestad cuando no se les ofrece en qué
tendencia a la incoherencia y a la ti- padecer». Hasta los sufrimientos de los
bieza que es habitual en los seguidores mártires le parecen poco, teniendo en
de Jesús con dos grandes momentos: cuenta el deseo que tiene de pasar por
1) la parábola de los tres binarios de donde Jesucristo pasó.
hombres, para abrazar el mejor, y 2) 38 Deseos de emplearse en Dios:
la consideración de las tres maneras «¡Oh, cuando el alma torna
de humildad, los tres posibles grados ya del todo en sí (después de
de amor a Dios existentes en los hu- una intervención extraordina-
manos. Son los dos grandes referentes ria de Dios en la oración), qué
que el itinerario ignaciano pone para la es (=cuánta es) la confusión
realización de la elección de estado o que le queda y los deseos tan
la reforma de vida del ejercitante. grandísimos de emplearse en
A. Santa Teresa expresa muy clara- Dios de todas cuantas maneras
mente el deseo de «emplearse en Dios se quisiere servir de ella! Si de
de todas cuantas maneras se quisiere las oraciones pasadas quedan
servir» de la propia persona; esto es, de tales efectos como quedan di-
19
chos, ¿qué será de una merced hacer comprensible esta actitud pone
tan grande como ésta? Querría diversos ejemplos de dependencia de
tener mil vidas para emplearlas circunstancias meramente terrenas: si
todas en Dios y que todas cuan- me miran o no me miran, si tendré pro-
tas cosas hay en la tierra fuesen blemas o seré peor o mejor considera-
lenguas para alabarle por ella. do por la elección de un determinado
Los deseos de hacer penitencia, camino, etc. También previene de caer
grandísimos; y no hace mucho en actitudes maximalistas, de preten-
en hacerla (=no hace en realidad der ponerse por delante de los demás
mucha penitencia), porque con buscando el quedar bien y no el segui-
la fuerza del amor siente poco miento más radical de Jesucristo, «si
cuanto hace y ve claro que no me tendrán por mejor si no voy por el
hacían mucho los mártires en los camino de todos». La Santa deja esto
tormentos que padecían, porque muy claro con una frase muy expresiva
con esta ayuda de parte de nues- de su tan humano y constante sentido
tro Señor, es fácil, y así se que- común: «no son buenos los extremos
jan estas almas a Su Majestad aunque sea en virtud».
cuando no se les ofrece en qué
padecer» (Moradas 6, 4, 15). 39 Valorar a Dios, nos mejora: «si
nunca salimos de nuestro cieno
de miserias, es mucho incon-
10. Jesús interpela a los discípulos veniente», porque «nuestro en-
En el centro de su vida pública, des- tendimiento y voluntad se hace
pués de la crisis experimentada en la más noble y más aparejado para
Galilea que en general le había recibi- todo bien tratando a vueltas de
do bien y antes de iniciar el camino a la sí con Dios» (Moradas 1, 2, 10).
Jerusalén que le iba a condenar, Jesús 40 Se siente mal, el que no está con
interpela a los discípulos con la gran Dios o no valora a Dios sobre
pregunta —¿quién decís que soy yo? todo: «Metidos siempre en la
¿Quién soy yo en realidad para voso- miseria de nuestra tierra, nunca
tros?—, que todavía sigue interpelan- la corriente saldrá del cieno de
do a los que pretenden seguir a Jesús. temores, de pusilanimidad y co-
A. Santa Teresa habla de «tratar a vuel- bardía: de mirar si me miran, no
tas de sí con Dios», de tratar con Dios a me miran; si, yendo por este ca-
vueltas de sí o por delante de uno mis- mino, me sucederá mal; si osaré
mo, de poner a Dios por encima de los comenzar aquella obra; si será
propios intereses. Dice que no se sale soberbia; si es bien que una per-
del temor interior, de la pusilanimidad sona tan miserable trate de cosa
o de la cobardía —actitudes defectuo- tan alta como la oración; si me
sas que ella llama cieno— cuando se tendrán por mejor si no voy por
mantiene la dependencia de los intere- el camino de todos; que no son
ses más personales o rastreros, el ape- buenos los extremos aunque sea
go a «la miseria de nuestra tierra». Para en virtud» (Moradas 1, 2, 10).
20
TERCERA SEMANA: «MIRAR LO QUE COSTÓ A
NUESTRO ESPOSO EL AMOR QUE NOS TUVO»

SEXTO DÍA

11. Incomprensión de los judíos y que el alma se mantiene en paz» es


y enfrentamientos progresivos «cosa dificultosa». Por ello —dice—
«quiero poneros una comparación o
La condena a muerte de Jesús por los
dos». La comparación que pone está
jerarcas de su pueblo no se improvi-
sacada de su concepción general de las
sa en el último momento, sino que se
moradas. Existen situaciones, las mo-
va fraguando a lo largo de toda su ac-
radas primeras, en las que las afliccio-
tuación pública. Las opiniones y los
nes se dejan mucho sentir, las «fieras
comportamientos de Jesús son progre-
ponzoñosas» y las «muchas baraún-
sivamente mal comprendidos por las
das» —dice— «alborotan y quitan la
autoridades judías, cada vez más celo-
paz»; pero en la última morada, cuan-
sas además por la buena acogida que el
do el Señor se hace intensamente pre-
pueblo prestaba a su persona.
sente, «las pasiones están ya vencidas»
A. La aproximación a estos momentos y las dificultades no hacen imposible
de la vida de Jesús la expresa Santa el disfrute de la paz; pone también la
Teresa diciendo que también en las comparación de que, en el cuerpo, la
situaciones personales de aflicción, en cabeza se puede mantener tranquila
los momentos de tensión —los que ella aunque en el resto del cuerpo se sien-
llama «los tiempos de guerras y de tra- tan dolores. La existencia de dificul-
bajos y fatigas»— se puede mantener tades no tiene que ser tan imperiosa
simultáneamente la paz interior. Dice como para eliminar la paz interior:
que explicar que «hay trabajos y penas Jesucristo, de esta forma, consiguió
21
mantener la paz interior, a pesar de que 12. Jesús se acerca a su final
las dificultades fueron progresivamen- [190-203 y 289-290]
te creciendo hasta conducirlo incluso El momento de la Última Cena es con-
hasta la muerte. siderado por San Ignacio en los Ejer-
41 Paz en la aflicción: «No se en- cicios como el pórtico a toda la Pasión
tienda que las potencias y senti- de Jesús.
dos y pasiones están siempre en A. Santa Teresa evoca la escena de la
esta paz; […] no deja de haber Cena, como ilustrativa de que su de-
tiempos de guerra y de trabajos seo de ayudar a la salvación de todos
y fatigas […] mas son de mane- supera el rechazo a los males que se
ra que no se quita de su paz y le vienen encima. Teniendo en cuenta
de su puesto; […] decir que hay el mandamiento del amor, formaliza-
trabajos y penas y que el alma se do explícitamente en la última Cena,
está en paz, es cosa dificultosa la Santa invita al amor concreto a las
[…]. Quiéroos poner una com- personas más cercanas, a las hermanas
paración o dos: Está el Rey en —«forzad vuestra voluntad para que
su palacio, y hay muchas gue- se haga en todo la voluntad de las her-
rras en su reino y muchas cosas manas», «olvidar vuestro bien por el
penosas, mas no por eso deja de suyo»—, siguiendo el ejemplo de Je-
estarse en su puesto. Así acá, sucristo, que «por librarnos de la muer-
aunque en estas otras moradas te, murió una muerte tan penosa como
anden muchas baraúndas y fie- muerte de cruz».
ras ponzoñosas y se oye el rui-
42 Ver venir la muerte: «Veis aquí,
do, nadie entra en aquella (otra hermanas, lo que nuestro Dios
morada, y se siente forzado a hace aquí para que esta alma
salir de allí): las cosas que oye, ya se conozca por suya […]
aunque le dan alguna pena, no ¿Quién más debía querer salir
es de manera que le alboroten y de esta vida? Y así lo dijo Su
quiten la paz, porque las pasio- Majestad en la Cena: Con deseo
nes están ya vencidas, de suerte he deseado […] Pues ¿cómo,
que (las baraúndas y las fieras Señor, no se os puso delante la
ponzoñosas) han miedo de estar trabajosa muerte que habéis de
allí, porque salen más rendidas. morir tan penosa y espantosa?
Duélenos todo el cuerpo; mas No, porque el grande amor que
si la cabeza está sana, no por- tengo y deseo de que se salven
que duele el cuerpo, dolerá la las almas sobrepuja sin compa-
cabeza […]. Riéndome estoy ración a esas penas; y las muy
de estas comparaciones, que no grandísimas que he padecido y
me contentan, mas no sé otras. padezco, después de que estoy
Pensad lo que quisiereis, ello es en el mundo, son bastantes para
verdad lo que he dicho» (Mora- no tener ésas en nada en su com-
das 7, 2, 10-11). paración» (Moradas 5, 2, 13).
22
43 Ofrecimiento costoso por los vuestro bien por el suyo, aun-
demás: «Pedid a nuestro Señor que más contradicción os haga
que os dé con perfección este el natural; y procurar tomar
amor del prójimo y dejad hacer trabajo por quitarle al prójimo,
a Su Majestad, que Él os dará cuando se ofreciese. No penséis
más que sepáis desear, como que no ha de costar algo, y que
vosotras os esforcéis y procu- os lo habéis de encontrar hecho.
réis, en todo lo que pudiereis, Mirad lo que costó a nuestro Es-
esto; y forzad vuestra voluntad poso el amor que nos tuvo, que
para que se haga en todo la de por librarnos de la muerte, la
las hermanas, aunque perdáis murió tan penosa como muerte
la de vuestro derecho, u olvidar de cruz» (Moradas 5, 3, 12).

SÉPTIMO DÍA

13. Tribunal judío y tribunal B. Santa Teresa vuelve muchas veces


romano [208 y 291-296] en sus escritos a las escenas de la Pa-
Los Ejercicios contemplan la Pasión sión:
de Jesús de una manera muy dinámica: 45 Los ojos en el Crucificado: «Po-
del huerto a la casa de Anás; de la casa ned los ojos en el Crucificado, y
de Anás a la de Caifás; de la de Cai- se os hará todo poco» (Moradas
fás a la de Pilato; de la de Pilato a la 7, 4, 8).
de Herodes; de Herodes a Pilato; de la
casa de Pilato hasta ser puesto en cruz. C. Después de «discurrir» por distintos
Es una invitación a contemplar muy momentos de la Pasión, resume que la
detenidamente todo el sufrimiento de meditación sobre estas escenas.
Jesús en su Via Crucis. 46 Admirable oración. «Es muy
A. La Pasión manifiesta al gran amor admirable y muy meritoria ora-
que Jesucristo nos tuvo: ción» (Moradas 6, 7, 10).
44 Amor del Esposo: «Mirad lo D. Lo que recomienda más concre-
que costó a nuestro Esposo el tamente es mirar a estas escenas, de-
amor que nos tuvo, que por li- tenerse en la «mirada» a todo lo que
brarnos de la muerte, la murió Jesús pasó en ellas, teniendo en cuenta
tan penosa como muerte de que Jesús sufre por consolarnos a no-
cruz» (Moradas 5, 3, 12). sotros:
23
47 Jesús en la Pasión: «olvidará sus soledad: que el uno con el otro
dolores por consolar los vues- os podéis consolar. O miradle
tros» y que los nuestros se trans- cargado con la cruz, que aun
formarán si «volvemos la cabeza no le dejaban hartar el huelgo.
a mirarle» (Camino de Perfec- Miraros ha Él con unos ojos tan
ción 26, 5). hermosos y piadosos, llenos de
lágrimas, y olvidará sus dolores
48 Repaso de la Pasión: «Discurrir
por consolar los vuestros, sólo
mucho con el entendimiento
porque os vayáis vos con Él a
de esta manera: comenzaremos
consolar y volváis la cabeza a
a pensar en la merced que nos
mirarle» (Camino de Perfec-
hizo Dios en darnos a su único
ción 26, 5).
Hijo, y no paramos allí, sino va-
mos adelante a los misterios de
toda su gloriosa vida; o comen- 14. Crucifixión y muerte de Jesús
zamos en la oración del Huerto, [208 y 296-297]
y no para el entendimiento has-
ta que está puesto en la cruz; o El Calvario, con la contemplación de
tomamos un paso de la Pasión, la crucifixión y la muerte de Jesús, no
digamos como el prendimien- puede faltar en el seguimiento de la Pa-
to, y andamos en este misterio, sión del Señor.
considerando por menudo las A. Santa Teresa insiste en que tene-
cosas que hay que pensar en él mos que acompañar a Jesús en su su-
y que sentir, así de la traición de frimiento, «tomar de aquella cruz» e
Judas, como de la huída de los intentar llegar a experimentar el sufri-
apóstoles y todo lo demás, y es miento que él tuvo, sabiendo que esto
muy admirable y muy meritoria nos producirá a nosotros consuelo:
oración» (Moradas 6, 7, 10).
50 Saldréis consoladas: «por mu-
49 Mirar a Jesús sufriendo: «Si cho que los queráis sentir, sal-
estáis con trabajos o triste, mi- dréis consoladas de ellos, por-
radle camino del huerto: qué que veréis son cosa de burla
aflicción tan grande llevaba en (vuestros sufrimientos) compa-
su alma, pues con ser el mismo rados a los del Señor» (Camino
sufrimiento la dice y se queja de de Perfección 26, 7).
ella. O miradle atado a la Co-
B. Concreta además que el acompaña-
lumna, lleno de dolores, todas
miento a Jesús en su sufrimiento debe
sus carnes hechas pedazos por
conducir a acompañar el sufrimiento
lo mucho que os ama; tanto pa-
de las personas más cercanas, las reli-
decer, perseguido de unos, es-
giosas, en el servicio a las hermanas de
cupido de otros, negado de sus
la propia Comunidad:
amigos, desamparado de ellos,
sin nadie que vuelva por Él, 51 Obras: «demostrar con obras
helado de frío, puesto en tanta que se le quiere seguir en el ser-
24
vicio a las hermanas» (Moradas porque veréis son cosa de burla
7, 4, 8). comparados a los del Señor»
(Camino de Perfección 26, 7).
52 Ayudar al Señor en la Pasión:
«Tomad, hijas, de aquella cruz; 53 Mirar al Crucificado y seguirlo
no se os dé nada que os atro- en el servicio a los demás: «Po-
pellen los judíos, porque Él no ned los ojos en el Crucificado, y
vaya con tanto trabajo; no ha- se os hará todo poco […]. Mirar
gáis caso de lo que os dijeren; al Crucificado llevar el hierro
haceos sordas a las murmura- de la cruz, ofrecérsele como
ciones; tropezando, cayendo con esclavo y demostrar con obras
vuestro Esposo, no os apartéis que se le quiere seguir en el ser-
de la cruz ni la dejéis. Mirar vicio a las hermanas […], todo
mucho el cansancio con que va esto equivale a llevar buenos ci-
y las ventajas que hace su tra- mientos, procurar ser la menor
bajo a lo que vos padecéis. Por de todas y esclavas de todas,
grandes que los queráis pintar mirando cómo o por dónde las
y por mucho que los queráis sen- podéis hacer placer y servir»
tir, saldréis consoladas de ellos, (Moradas 7, 4, 8).

25
CUARTA SEMANA: «ESTAR CON ÉL DESPUÉS DE
RESUCITADO»

OCTAVO DÍA

15. Sepultura y resurrección 54 Estar con Él, después de resu-


citado: «Pues si todas veces
Jesús con su Madre [298-299] (=siempre) la condición o en-
El único momento de los Ejercicios en fermedad, por ser penoso pen-
el que aparece un cierto rasgo de hu- sar en la Pasión, no se sufre,
mor en San Ignacio es cuando, al em- ¿quién nos quita estar con Él
pezar a referir las apariciones de Jesús después de resucitado, pues tan
resucitado, afirma «primero apareció a cerca lo tenemos en el Sacra-
la Virgen María, lo cual, aunque no se mento, a donde ya está glorifi-
diga en la Escritura, se tiene por dicho cado? […] Hele aquí sin pena,
en decir que apareció a tantos otros, lleno de gloria, esforzando a
porque la Escritura supone que tene- los unos, animando a los otros,
mos entendimiento». antes que subiese a los cielos,
compañero nuestro en el San-
A. Santa Teresa habla de Jesús ya re- tísimo Sacramento, que parece
sucitado, cercano para ella en la Eu- fue en su mano apartarse un
caristía, de una forma muy personal y momento de nosotros. […] Con
experimental: «buen amigo presente, tan buen amigo presente, con
[…] buen capitán, que se puso en lo tan buen capitán, que se puso en
primero en el padecer […]. Es ayuda y lo primero en el padecer, todo
da esfuerzo; nunca falta; es amigo ver- se puede sufrir. Es ayuda y da
dadero». esfuerzo; nunca falta; es amigo
26
verdadero. Y veo yo claro, y he solutamente todas las referidas por los
visto después, que para conten- cuatro Evangelios.
tar a Dios y que nos haga gran-
A. La bellísima imagen de todo el pro-
des mercedes, quiere que sea
ceso de producción de la seda, explica-
por manos de esta Humanidad
da por Santa Teresa en muchos lugares
sacratísima, en quien dijo Su
de las Moradas, puede también apli-
Majestad se deleita (Mt 3,17).
carse para entender mejor la resurrec-
Muy muchas veces lo he visto
ción de Jesucristo:
por experiencia; hámelo dicho
el Señor. He visto claro que por 56 Explicación de la comparación.
esta puerta hemos de entrar si «Teresa advierte cómo se da
queremos nos muestre la sobe- ese proceso: primero, nace el
rana Majestad grandes secre- gusano de seda de una simien-
tos» (Vida 22, 6). te que es a manera de granos
de pimienta pequeños. Luego
B. Para Santa Teresa, Jesús resucitado
se encierra ya crecido en su
está ya donde «ninguna cosa puede dar
propio capullo con las boqui-
pena», como estamos llamados a estar
llas van de sí mismos hilando
también nosotros algún día […].
la seda y hacen unos capuchi-
55 Donde ninguna cosa puede dar llos muy apretados donde se
pena: «Os parecerá, hermanas, encierran […] la casa donde
que a estas almas que el Señor ha de morir. Finalmente y tras
se comunica tan particularmen- su muerte, el capullo se rompe
te […] estarán ya tan seguras de y surge una mariposa blanca
que han de gozarle para siem- muy graciosa […]. El símbolo
pre, que no tendrán que temer de la mariposa es en la espiri-
ni que llorar sus pecados; y tualidad teresiana polivalente.
será muy gran engaño, porque No tiene sólo esta connotación
el dolor de los pecados crece inmediata de la transformación
más mientras más se recibe de espiritual que nos hace renacer
nuestro Dios. Y tengo yo para en el misterio pascual. También
mí que hasta que estemos donde y ante todo es un símbolo abier-
ninguna cosa puede dar pena, to que en las últimas moradas
que ésta no se quitará» (Mora- significará tránsito hacia una
das 7, 5, 1). etapa que promete aún más, la
misma transformación en Cris-
Apariciones de Jesús [300-311] to» (C. Mancini y otros, Como
un amigo habla a otro amigo,
En contraste con la corta selección de
Símbolos teresianos en diálogo
escenas de la vida pública de Jesús rea-
con los Ejercicios ignacianos,
lizada por el Libro de los Ejercicios,
Narcea 2014, p. 132).
las apariciones de Jesús resucitado
ofrecidas en el Libro para su contem- B. El carácter polivalente de la ima-
plación en la Cuarta Semana son ab- gen permite comprender la máxima
27
transformación que se produce entre la aprovechar del auxilio general
muerte y la resurrección de Jesucristo. que a todos nos da Dios […].
Crecido este gusano, comienza
57 Imagen de la mariposa de seda:
a labrar la seda y a edificar la
«Habréis oído […] cómo se cría
casa a donde ha de morir […].
la seda, que sólo Él pudo hacer
Pues ¡ea, hijas mías!, priesa a
semejante invención: cómo de hacer esta labor y a tejer este
una simiente, que es a manera capuchillo, quitando nuestro
de granos de pimienta pequeños amor propio y nuestra voluntad,
(que yo nunca la he visto, sino el estar asidas a ninguna cosa
oído, y así si algo fuere torci- de la tierra, poniendo obras de
do no es mía la culpa), con el penitencia, oración, mortifica-
calor, en comenzando a haber ción, obediencia, todo lo demás
hojas en los morales, comien- que sabéis […]. Muera, muera
za esta simiente a vivir (puesto este gusano, como lo hace en
que, hasta que hay este manteni- acabando de hacer para lo que
miento del que se sustenta, la si- fue criado, y veréis cómo ve-
miente está muerta); y con hojas mos a Dios y nos vemos tan
de moral se crían (los gusanos), metidas en su grandeza como
hasta que, después de grandes, lo está este gusanillo en este
les ponen unas ramillas y allí capucho. […] Pues veamos qué
con las boquillas van de sí mis- se hace este gusano, que es para
mos hilando la seda, y hacen lo que he dicho todo lo demás:
unos capuchillos muy apretados que cuando está en esta ora-
a donde se encierran. Y acaba ción, bien muerto está al mun-
este gusano, que es grande y do, sale una mariposita blanca.
feo, y sale del mismo capucho ¡Oh grandeza de Dios!, y cual
una mariposica blanca, muy sale una alma de aquí de haber
graciosa. Mas si esto no se vie- estado un poquito metida en la
se, sino que nos lo contaran de grandeza de Dios […]. Yo os
otros tiempos, ¿quién lo pudiera digo de verdad, que la misma
creer? ¿Ni con que razones pu- alma no se conoce a sí; porque,
diéramos sacar que una cosa tan mirad la diferencia que hay de
sin razón, como es un gusano y un gusano feo a una mariposica
una abeja, sean tan diligentes en blanca, que es la misma que hay
trabajar para nuestro provecho acá» (Moradas 5, 2, 2-7).
y con tanta industria, y el pobre
gusanillo pierda la vida en la de- 59 Alas para volar. «Ya no tiene en
nada las obras que hacía siendo
manda?» (Moradas 5, 2, 2).
gusano, que era poco a poco
58 Aplicación a la vida espiritual: tejer el capucho; hanle nacido
«Comienza a tener vida este alas, ¿cómo se ha de contentar,
gusano cuando, con el calor del pudiendo volar, de andar paso a
Espíritu Santo, se comienza a paso?» (Moradas 5, 2, 8).
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C. La transformación producida en 16. Contemplación para alcanzar
el alma le hace desear sólo los goces amor
producidos por el Esposo, que se ma-
nifiesta de unas maneras tan inefables Durante todos los Ejercicios, el uso de
que la Santa no logra saber expresar: la palabra amor no es muy frecuente
(diez veces en todo lo que antecede,
60 Goces del Esposo: «Comence- según el índice alfabético de Dalma-
mos ahora a tratar de la manera ses, y casi siempre no refiriéndose al
con que se ha con ella el Espo- amor a Dios), pero, al final, el último
so y cómo antes que del todo lo ejercicio está dedicado a la Contem-
sea, se lo hace bien desear, por plación para alcanzar amor. La razón
unos medios tan delicados, que probablemente está en que, como en
el alma misma no los entiende, este pasaje se afirma directamente: «el
ni yo creo acertaré a decir para amor se debe poner más en las obras
que lo entienda, si no fueren las
que en las palabras». Esta contempla-
que han pasado por ello; porque
ción sirve de puente entre los Ejerci-
son unos impulsos tan delica-
dos y sutiles que proceden de cios y el tiempo posterior, establece los
lo muy interior del alma, que no cauces para encontrar a Dios más allá
sé comparación que poner que del tiempo de Ejercicios.
cuadre» (Moradas, 6, 2, 1). A. La alusión al amor es muy frecuente
D. Cuando Dios se le manifiesta en su en todos los escritos de Santa Teresa.
interior, el alma experimenta como «si En la oración, lo que importa no es
en una pieza de oro tuviésemos una pensar mucho, sino amar mucho, sen-
piedra preciosa de grandísimo valor», tir y practicar el amor a Dios. Y como
que la que la tiene no está capacitada San Ignacio, la Santa pone también el
ni siquiera para mirarla, «no la osamos amor más en las obras que en las pa-
mirar, ni abrir el relicario, ni pode- labras. El internamente reconociendo,
mos». Intenta explicar Santa Teresa: también es un tema muy propio de los
escritos de Santa Teresa. En general,
61 «Así acaece acá: cuando nues-
tro Señor es servido de regalar el planteamiento de la Contemplación
más a esta alma, muéstrale cla- para alcanzar amor coincide mucho
ramente su Sacratísima Huma- con la fórmula teresiana de entender la
nidad de la manera que quiere, relación con Dios y con las criaturas.
o como andaba en el mundo, o 62 Amar, más allá de los gustos, en
después de resucitado. Y aunque las obras: «no está la perfección
es con tanta presteza que lo po- en los gustos, sino en quien ama
dríamos comparar a la de un re- más; y el premio lo mismo, en
lámpago, queda tan esculpida en quien mejor obrare con justicia
la imaginación esta imagen glo- y verdad» (Moradas 3, 2, 10).
riosísima, que tengo por imposi-
ble quitarse de ella hasta que la 63 Lo importante es amar: «para
vea a donde para sin fin la pueda aprovechar mucho en este ca-
gozar» (Moradas 6, 9, 2-3). mino y subir a las moradas que
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deseamos, no está la cosa en no ofenderle y rogarle que vaya
pensar mucho, sino en amar siempre adelante la honra y glo-
mucho; y así lo que más os des- ria de su Hijo y el aumento de
pertare a amar, eso haced» (Mo- la Iglesia Católica. Éstas son las
radas 4, 1, 7). señales del amor, y no penséis
que está la cosa en no pensar
64 En qué está el amor: «Quiero otra cosa, y que si os divertís un
decir aquí que, para aprovechar poco va todo perdido» (Mora-
mucho en este camino y para das 4, 1, 7)
subir a las moradas que desea- 65 El amor se pone en las obras:
mos, no está la cosa en pensar «Para esto es la oración, hijas
mucho, sino en amar mucho; y mías, de esto sirve este matri-
así lo que más os despertare a monio espiritual, de que nazcan
amar, eso haced. Quizá no sabe- siempre obras, obras...» (Mora-
mos qué es amar, y no me es- das 7, 4, 6).
pantaré mucho; porque no está 66 Eternamente reconociendo tanto
en el mayor gusto, sino en la bien recibido: «Todo le cansa,
mayor determinación de desear porque ha probado que el verda-
contentar en todo a Dios y pro- dero descanso no le pueden dar
curar, en cuanto pudiéremos, las criaturas» (Moradas 5, 2, 8).

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CONCLUSIÓN

Como queda claro tras la larga exposición de los textos anteriores, los
escritos de Santa Teresa recogen mucho de lo que está contenido en
el itinerario de los Ejercicios de San Ignacio. Aunque la Santa mantuvo
siempre una saludable independencia espiritual y aunque su relación
fundamental era con las tradiciones carmelitanas, el mucho trato que
tuvo también con sus confesores jesuitas y, sobre todo, el enraiza-
miento común en la persona de Jesucristo, le dejó un poso y una base
de coincidencias con el pensamiento ignaciano, que explica que mu-
chos textos de sus escritos parezcan casi un comentario expreso de
los distintos pasajes de los Ejercicios. Aunque, según los expertos y
como ya quedó indicado en la presentación, no parece que llegase a
hacer personalmente los Ejercicios, su espiritualidad coincide en mu-
chos aspectos con la ignaciana.
Su primer biógrafo Francisco de Ribera señala varios aspectos en los
que hay un acercamiento mayor entre ambas espiritualidades: la lucha
contra las afecciones desordenadas, la unión de oración y mortifica-
ción, la consideración de la Humanidad de Cristo y el discernimien-
to espiritual. Basado en estos planteamientos comunes, el P. Ignacio
Iglesias, en el artículo ya citado en la presentación, estudia particu-
larmente tres capítulos de coincidencias: el primado de la oración, la
Cristología y la espiritualidad de la misión.
El V Centenario del nacimiento de Santa Teresa nos brinda ocasión de
centrarnos de nuevo en sus escritos, de volvernos hacia su riquísima
personalidad, para salir de nuevo henchidos de su espiritualidad y de
su envidiable humanidad. Desde el ángulo de mira ignaciano, desde
la espiritualidad que brota de los Ejercicios, acudimos a Santa Teresa
para salir de nuevo enriquecidos pues nos proporciona un espléndido
acompañamiento para los Ejercicios de San Ignacio.

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ÍNDICE

MATERIAS IGNACIANAS TEXTOS TERESIANOS


Presentación
Introducción a los Ejercicios A01 - B02 - C03
Primera semana: «Se acuerde que está delante de Dios y quién es este Dios»
Primer día
1. Situarse bien ante Dios: Principio y Fundamento [23] A04 - B05 - C06 - D07 - E08 - F09 - G10
2. Situarse mal ante Dios: Pecado [45-53] y [55-61] A11 - B12 - C13 - D14 - E15 - F16-18
Segunda semana: «Estarse con Jesús el Señor»
Segundo día
3. Llamamiento de Jesús [91-98 y 275] A19 - B20 - C21 - D22 - E23 - F24 - G25
4. Encarnación [101-1091] A26-28
Tercer día
5. La vida de Jesús en Nazaret [271] A29
6. Bautismo en el Jordán [158 y 273] A30

Cuarto día
7. Tentaciones de Jesús: Dos Banderas [274 y 136-147] A31 - B32-34 - C35 - D36
8. Un día, en la vida de Jesús A37
Quinto día
9. Exigencias del seguimiento de Jesús A38
10. Jesús interpela a los discípulos A39-40
Tercera semana: «Mirar lo que costó a nuestro esposo el amor que nos tuvo»
Sexto día
11. Incomprensión de los judíos y enfrentamientos
progresivos A41
12. Jesús se acerca a su final [190-203 y 289-290] A42-43
Séptimo día
13. Tribunal judío y tribunal romano [208 y 291-296] A44 - B45 - C46 - D47-49
14. Crucifixión y muerte de Jesús [208 y 296-297] A50 - B51-53
Cuarta semana: «Estar con Él después de resucitado»
Octavo día
15. Sepultura y resurrección
Jesús con su Madre [298-299] A54 - B55
Apariciones de Jesús [300-311] A56 - B57-59 - C60 - D61
16. Contemplación para alcanzar amor [300-311] A62-66
Conclusión

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