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Iba como tantas veces manejando de regreso a casa cruzando una carretera que jama había visto,

en medio del bosque yacía una pequeña casa en la cual se lograba apreciar que era un librería, me
detuve para ver si había libro de Stephen King, ya que recientemente había terminado de leer el
resplandor y quería saber un poco mas a cerca de sus obras, me recibió una mujer de muy buenos
modales, que me ofreció un gran tazón de frutas y una taza de té.

-Que increíble lugar. -Pensé, mientras exploraba los estantes de los libros comiendo fruta y
bebiendo te.

Había muchos libros geniales, ahí pase mas tiempo de lo planeado, entonces la dueña volvió con
más té.

-No, Gracias es suficiente – Le dije, mientras volvía a rellenar mi taza.

También me dio brownies y galletas de chocolate como postre, es algo confuso para mí en
recordar los detalles exactos, pero recuerdo que en algún momento ella cerro la tienda.

-Tomate el tempo que desees, mientras tomo una ducha. -Mientras me miraba sonriente.

Al menos eso recuerdo que dijo, eso me pareció un poco raro, pero seguí observando los libros de
los estantes, pues mi entusiasmo era mucho por encontrar algo de Stephen King, cuando elegí los
libros que compraría y estaba listo para pagarlos, no m quedo mas que recorrer toda la casa en
busca de aquella mujer. F

Finalmente la encontré, ella estaba en su habitación, estaba completamente desnuda, los que
escuchan esto pensaran que era algo excitante, pero no lo era en lo mas mínimo, esta señora tenia
la edad de mi abuela y me había estado contando como es que le recordaba mucho a sus nietos,
además en una pequeña televisión que estaba frente a ella se estaba reproduciendo un video
bastante grotesco de la pornografía más enferma que había visto en mi vida.

En ese momento ella me invito a entrar en la habitación, yo simplemente me aleje de ahí y Sali de
la tienda dejando los libros tirados en el recibidor, cuando Sali, note que estaba un poco mareado,
a lo lejos percibí un camión de bomberos que transitaba por la carretera a toda velocidad y con las
sirenas encendidas, a lo lejos pude ver un resplandor rojo que lograba sobresalir de entre los
árboles, además vi como las estrellas estaba cubiertas de humo y entonces note un hombre frente
a mí, estaba vestido de negro y montaba un caballo de ojos rojos.

-La ciudad está en llamas -Me dijo mientras me miraba fijamente sacando una especie de madera
de su boca.

Yo en ese momento estaba muy confundido, me di cuenta de que estaba alucinando, estaba
completamente drogado, apena y podía mantenerme en pie, como pude camine hasta mi
automóvil y maneje hasta mi casa.

No se como es que logre abrirme paso entre caminos serpenteantes en altos acantilados sobre el
océano, no puedo creer que haya llegado a casa vivo, pero afortunadamente así fue, una ves que
el efecto de lo que sea que me hayan dado se había desvanecido, me di cuenta de que había
pasado al menos unas 4 horas en aquella extraña librería.

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