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27-03-2015

Son decenas los tranques de relave en la zona afectada por las intensas lluvias
entre Antofagasta y Coquimbo

Los tóxicos desechos de la minería que


amenazan al norte de Chile
Ha sido una de las preocupaciones de quienes sufren por las
inundaciones y aluviones en la zona norte del país. Según
Sernageomin, hay nueve tranques en situación crítica en la Región
de Atacama y tres en la de Coquimbo, además del resurgimiento de
antiguos depósitos tóxicos en el río Salado provenientes de la mina
El Salvador. La autoridad aseguró que solo una vez que pase la
tormenta se podrá medir el real impacto en los tranques.

Cuando ayer la Presidenta Bachelet arribó a los albergues instalados en la Región de


Atacama, los habitantes de la zona la sorprendieron con preguntas sobre la situación de los
tranques de relave que rodean sus comunas y que abundan en casi todo el norte del país,
epicentro de la actividad minera en el país.

La Mandataria intentó tranquilizar a quienes la rodeaban. “Según la información que


manejamos, no hay ninguna razón para creer que el tranque pueda ceder”, dijo en referencia
a Pampa Austral, unos de los tranques de Codelco que se ubican en la Provincia de
Chañaral, y que durante todo el día protagonizó el rumor que aseguraba que su desborde era
el responsable de los aluviones que tienen a cientos de habitantes del lugar resguardados en
albergues.

La inusual tormenta que afectó a buena parte del norte ha despertado el temor sobre la
situación de los tranques de relave –que son contenedores construidos con arena
compactada donde se depositan los desechos tóxicos de la actividad minera–, que proliferan
entre Antofagasta y Coquimbo. Al interior de estos tranques conviven elementos como 
arsénico, mercurio, plomo y cobre, los que pueden generar graves consecuencias en las
personas y el medio ambiente en caso de ser liberados.

Según información entregada por el Servicio Nacional de Geología y Minería,


Sernageomin, a El Mostrador, no se han producido rebalses de los tranques, aunque varios
de ellos se encuentran en situación “crítica”.
De acuerdo a la información oficial, en la Región de Atacama existen 164
depósitos de relaves. De ellos, 55 están activos, 18 paralizados y 91
abandonados. De ese total, nueve están en riesgo debido a las condiciones
climáticas: Tranque El Gato, ubicado a la entrada de la quebrada Paipote;
Tranque III Planta Matta de Enami, también en la entrada de Paipote;
Depósitos en Tierra Amarilla; Tranque Coemin, de la Mina Carola en Tierra
Amarilla; Tranque de la Mina Candelaria; Tranque Las Cruces, de Minera
Pucobre; relaves abandonados Hoschild, en Copiapó; Depósitos de Lamas,
de la Minera Casarones, en la cabecera de la cuenca del Río Copiapó; y el
tranque de la Planta Enami, de Vallenar.

De acuerdo a la información oficial, en la Región de Atacama existen 164 depósitos de


relaves. De ellos, 55 están activos, 18 paralizados y 91 abandonados. De ese total, nueve
están en riesgo  debido a las condiciones climáticas: Tranque El Gato, ubicado a la entrada
de la quebrada Paipote; Tranque III Planta Matta de Enami, también en la entrada de
Paipote; Depósitos en Tierra Amarilla; Tranque Coemin, de la Mina Carola en Tierra
Amarilla; Tranque de la Mina Candelaria; Tranque Las Cruces, de Minera Pucobre; relaves
abandonados Hoschild, en Copiapó; Depósitos de Lamas, de la Minera Casarones, en la
cabecera de la cuenca del Río Copiapó; y el tranque de la Planta Enami, de Vallenar.

“La información disponible a la fecha indica que ellos resistieron el temporal y sus
condiciones de seguridad deberán ser evaluadas una vez superada la emergencia”, señalan
desde Sernageomin. El servicio obtuvo la información respecto de estos relaves
directamente de las mineras a cargo de administrarlos. No hubo personal estatal que
constatara estos datos.
La información para la Región de Coquimbo indica que están en situación crítica los
tranques de la localidad de Quebrada Marquesa, cerca del Río Elqui, y los ubicados en la
cabecera de la Quebrada de Los Choros, en la comuna de La Higuera.

Las autoridades de Sernageomin agregaron que la mañana del jueves sobrevolaron los
relaves de Coquimbo y pudieron constatar que “no hay depósitos de relaves dañados por el
temporal en esta región”. En esta región existe un total de 293 relaves, de los cuales 86
están en actividad, 179 inactivos y 28 abandonados.

El informe del servicio no detalló la situación en la Región de Antofagasta, aunque el jefe


del Departamento de Depósitos de Relaves, Waldo Vivallo, indicó a El Mostrador que en
ese lugar y “según información entregada por la Dirección Regional, no se reportan
emergencias relacionadas con depósitos de relaves”.

Un catastro subido a la página web del Sernageomin hace dos semanas sobre relaves
ubicados en Chile, dio cuenta de que no existe información sobre el estado de 91 relaves en
Atacama, 28 en Coquimbo y dos en Antofagasta. Al respecto, el servicio indicó que “la
mayor parte de esos depósitos de relaves están abandonados, en el caso de la Región de
Coquimbo, en un sobrevuelo realizado hoy (ayer) en la mañana no se han detectado
depósitos de este grupo, que hayan sido afectados por el agua o crecida de los cauces de
agua”, señaló, sin entregar mayores detalles sobre los ubicados en las regiones de Atacama
y Antofagasta.

DESECHOS EN EL SALADO
Una situación más peligrosa podría generarse en los alrededores del Río Salado, cuyo
desborde arrasó con el centro de Chañaral, el pueblo de Diego de Almagro y con el pueblo
de El Salado, en la Región de Atacama. Pese a que la autoridad competente descartó que el
tranque de relave de Pampa Austral haya colapsado –teniendo como fuente información
emanada de Codelco–, sí se advirtió que antiguos desechos que permanecen en el río
podrían haber sido arrastrados hacia el valle.
Según los datos oficiales, “en el pasado, a lo largo del río Salado,  existieron plantas
artesanales de reprocesamiento de los  relaves  provenientes del Salvador, cuando la
empresa descartaba sus relaves en la bahía de Chañaral. Estas plantas no generaban
depósitos de relaves sino que los eliminaban a través del río, los que se acumularon en sus
bordes. Probablemente el aluvión erosionó y removilizó estas acumulaciones de relaves a lo
largo del cauce”, indicó el informe emanado desde Sernageomin.

En palabras de Waldo Vivallo, “los recursos disponibles en situaciones catastróficas como


las enfrentadas siempre son escasos, no obstante esto se supera con el compromiso de los
funcionarios con las tareas que se deben asumir”.

La directora del diplomado de Medidas de Mitigación para la Gestión de Riesgos de origen


Natural de la Universidad Mayor, Susana Zúñiga, explicó a El Mostrador que el caso del
Río Salado no sería tan grave, debido a la gran cantidad de agua que acompañó los
desechos que resurgieron con el temporal. “Cuando el desecho minero está en un riachuelo,
es más difícil que se disuelva ese mineral tóxico o ese desecho de cobre o mercurio porque
el agua es muy escasa, pero en un río grande no se llega a notar tanto la contaminación
porque se mezcla con la gran cantidad de agua. Entonces mientras más agua corra
disminuye el riesgo. Es distinto si fuera solo el relave, porque en ese caso es mucha más
concentrada la contaminación”, señaló. De todas formas, aclara que esto aplica para los
desechos que residen en el Río Salado, un caso distinto, asegura, ocurriría con un tranque
de relave grande, como el tranque El Mauro, donde “ni la cantidad de agua podría diluir
esos desechos”.

A juicio de la experta, que el 2013 trabajó en la metodología que se utilizará en la nueva ley
de cierre de faenas mineras, la gravedad del desborde de un tranque de relave es tal, que las
propias mineras fiscalizan constantemente su situación, además del Sernageomin:
“Continuamente se está monitoreando, porque es tan grave que el tranque de relave se
rebalse, que las mismas mineras están continuamente monitoreando. Porque si llega a
rebalsarse, las mineras cierran, así de simple”.
Para Zúñiga, el principal riesgo reside en las actividades mineras ilegales, ya que nadie
fiscaliza. En todo caso, dice que la contaminación generada por un eventual rebalse de un
tranque no solo afectaría a las personas que se vieran expuestas a esos materiales, sino que
también a la vegetación de la zona, la que tendría gran dificultad para regenerarse.

Un eventual derrame de relaves tóxicos podría afectar también las napas subterráneas de
donde se extrae el agua usada para consumo humano, o contaminar el ambiente que rodea
las ciudades y poblados del norte del país. Tal como aseguró la autoridad, solo cuando pase
la emergencia podrá revisarse con detalle la situación de los tranques ubicados en la zona
afectada por los temporales.
El norte en alerta por problemas de agua

Secos y envenenados: promesas


desiertas en zonas de catástrofe
Sequía y contaminación del agua para consumo acusan los
habitantes de distintas localidades del norte, sumadas a la
inoperatividad de las autoridades regionales que no han
solucionado los problemas derivados de la escasez hídrica que
azota hace años al norte del país.

Negligencia por falta de gestión y trabajo mal hecho denuncian los habitantes del norte del
país. Desde el 21 de agosto de 2015, con la publicación de un decreto del Ministerio del
Interior firmado por el titular de esa cartera, Jorge Burgos, la Presidenta Michelle Bachelet
y los ministros de Hacienda, Agricultura, Obras Públicas y Minería, distintas comunas de
Valparaíso y Coquimbo fueron declaradas zonas de catástrofe por sequía. Escasez hídrica
que afecta a la Cuarta y Quinta regiones hace 14 años. Petorca, Limache, San Felipe,
Catemu, Quillota, Los Andes, Llay Llay, Ovalle, Punitaqui, Monte Patria, Río Hurtado,
Combarbalá y un largo suma y sigue, son las comunas afectadas.

Cuando un área se declara en estado de catástrofe, el gobierno central dispone distintas


medidas de excepción para paliarla. La Presidenta de la República puede decretar pagos no
autorizados por ley para atender a fenómenos derivados de desastres. El total de esos giros
no puede exceder el 2% del presupuesto nacional, asignado a financiar la coordinación y
ejecución de los programas de recuperación necesarios. La autoridad regional debe pedir el
dinero al Ejecutivo y este les gira.

El decreto supremo 815 autorizó en 2015 a que la Dirección de Obras Hidráulicas de


Coquimbo realice 59 obras y estudios en la provincia de Limarí, 24 en Elqui y 32 en
Choapa, para mitigar la sequía. En Valparaíso no se especificaron las medidas que debían
tomarse, pero se determinó que se lleve a cabo cualquier obra que minimice el problema.
Tal decreto vencerá en menos de cuatro meses, en julio de 2016.
“Esas medidas (las que autoriza el decreto 815) fueron incorporadas pensando que íbamos a
tener el financiamiento para ejecutarlas. Hemos ejecutado bastantes, pero no sé la cifra
exacta”, dice Andrés Abarca, director regional de Obras Hidráulicas de Coquimbo. Agrega
que en 2015, utilizando el mandato, se invirtieron sobre $15 millones en obras de agua
potable rural en su región.

Abarca asegura que todas las medidas ejecutadas, sin especificar cuáles, están operativas y
que actualmente está en proceso la licitación de un estudio de factibilidad para la
implementación de una desalinizadora para abastecer de agua potable a la provincia de
Limarí. La primera etapa del estudio demoraría 300 días y luego se harían estudios
medioambientales y de diseño. “El decreto 815 expira ahora, pero si sigue la sequía se
renueva o se dicta uno nuevo. Eso es lo que se hace siempre”, explica la autoridad regional.

Desde 2007, Petorca ha sido declarada zona de emergencia hídrica todos los años
consecutivamente, según constata Rodrigo Mundaca, secretario general del Movimiento de
Defensa del Agua, Protección a la Tierra y Respeto al Medio Ambiente, Modatima. “Se
supone que hay recursos que Interior destina a nuestra provincia a través de estos decretos,
pero no los hemos visto directamente”, agrega Mundaca y explica que el problema de la
sequía en la comuna, sumado a la falta de lluvias, es estructural y tiene que ver con el
modelo productivo de monocultivo de paltos y cítricos de origen tropical que escalopan los
cerros y no tienen problemas de agua, mientras que ocho mil de los doce mil habitantes de
Petorca son abastecidos de agua para consumo por camiones aljibe.

Al modelo de monocultivo se suma, según dirigentes de Modatima, el uso intensivo e


irracional de aguas subterráneas, su privatización, la ausencia de institucionalidad y la falta
de fiscalización, entre otros factores.

Durante todo 2015 dos camiones suministraron agua de bebida a cinco mil personas en la
comuna de Petorca. Entregaban 40 litros de agua semanales por persona, en circunstancias
que la ONU indica que se requieren como mínimo 100 litros de agua diariamente para
satisfacer las necesidades humanas relacionadas con ese servicio básico, incluidas las de
higiene, precisa Mondaca.

Veneno para consumo


El norte grande no se escapa del problema. Y es que, en adición a la histórica escasez de
agua, las napas existentes están contaminadas, de acuerdo al último informe de la Seremi de
Salud de Arica y Parinacota, de diciembre de 2014, referido a la alta concentración de
arsénico en sistemas de agua potable rural (APR) de la región.

"Arica tiene la tasa de cáncer más alta a nivel nacional. Está terriblemente contaminada y además

abandonada porque no viene ninguna autoridad, nadie se preocupa. Es tierra de nadie y ha sido

así durante décadas. Lo peor es que la población ariqueña está tomando veneno en este

momento”, afirma el presidente de la Coordinadora Regional de Conflictos Socioambientales de

Arica y Parinacota.

En 2014, el Colegio Médico llamó la atención de los evidentes riesgos de consumir altos
niveles de arsénico, cuando en marzo de ese año el doctor Andrei Tchernitchin presentó un
estudio junto a dirigentes de la Coordinadora Regional de Conflictos Socioambientales de
Arica y Parinacota, el que aseguraba que la intoxicación del mineral estaba produciendo
cáncer, infertilidad, baja en el rendimiento escolar y otras complicaciones en la población
de la XV región.

Los sistemas APR son servicios prestados en localidades calificadas como rurales o
agrícolas, donde bajo la forma de un comité constituido ante la municipalidad respectiva, se
solicita la instalación de una planta de agua potable. El gobierno central las adquiere de uno
de los 10 o 15 proveedores de plantas a nivel nacional y luego las instala, pero el costo de
operación deben pagarlo los usuarios. Además de no ser capacitados en la mayoría de los
casos, la mantención cuesta $4 millones al mes, monto excesivo para comunidades
altamente vulnerables que no pueden pagarlo. Las plantas quedan en desuso y los
habitantes de múltiples localidades toman agua envenenada, según fuentes cercanas a las
cooperativas.
De acuerdo a los resultados del estudio de la Seremi obtenidos en muestras de agua de
consumo humano, en diciembre de 2014 en Arica seis APR presentaban arsénico sobre el
límite máximo de 0,01 mg/L. En 2011 se invirtieron $400 millones en una planta para
reducir el mineral, pero se encuentra fuera de operación porque no sirve y es muy cara de
ejecutar. En General Lagos seis de siete sectores presentaban arsénico sobre la norma.

En Putre, según el mismo informe, el arsénico sobrepasaba la regla y los miembros del
comité encargado de la mantención de las plantas le echaban cloro sin ningún tipo de
regulación, lo que generaba contaminación adicional. En Camarones, cuatro APR estaban
sobre el límite máximo de arsénico recomendado por las autoridades chilenas en la materia.
A todo lo anterior debe sumarse que el nivel de arsénico en el agua permitido por la norma
nacional es muy laxo comparado con la recomendación de la Organización Mundial de la
Salud (OMS), a la que deberíamos alcanzar en un plazo de dos años.

Tierra de nadie
Aníbal Díaz González, presidente de la Coordinadora Regional de Conflictos
Socioambientales de Arica y Parinacota, explica que han hecho distintas mediciones de
todas las aguas de la cuenca, desde la cordillera hasta la costa, y los niveles de arsénico
desde 2014, año en que presentaron el estudio con el doctor Tchernitchin, no han
disminuido. En esa época demandaron al Estado y pidieron que se mitigara y reparara el
daño ambiental que afectaba hace más de 30 años a su zona, pero todavía no se resuelve.

Giovanna Calle, Seremi de Salud de Arica y Parinacota, explica que tras la denuncia de
2014 la autoridad sanitaria revisó los niveles de arsénico en el agua de la región y se dio
cuenta de que las pruebas se hicieron cuando el equipo no estaba operativo. “Hicimos un
seguimiento de la situación y notamos que el comité de vecinos a cargo de la planta de
Poconchile en Lluta estaba un poco desordenado y no habían contratado a nadie para que
hiciera la mantención. Incluso tuvieron que cambiar a su presidente. Los vecinos saben que
es un problema de su organización”, dice.
Calle asegura que los niveles de arsénico en el agua han disminuido considerablemente y
que actualmente se encuentra trabajando en una mesa con la Dirección Regional de Obras
Hidráulicas y algunos municipios para monitorear que se hagan inversiones priorizando la
construcción de plantas de abatimiento de arsénico en las localidades que continúan sobre
la norma, entre ellas Visviri.

“Uno de los proyectos fue que los consumidores del sector de General Lagos y Lluta
tomaran agua embotellada. Las municipalidades la compran y se la entregan a las escuelas,
postas rurales y jardines infantiles”, explica la Seremi. Agrega que en este momento se
encuentra en proceso el segundo informe de niveles de arsénico en el agua de Arica, que en
varias localidades se mantiene sobre el máximo permitido, y debería darse a conocer la
próxima semana.

“Arica tiene la tasa de cáncer más alta a nivel nacional. Está terriblemente contaminada y
además abandonada porque no viene ninguna autoridad, nadie se preocupa. Es tierra de
nadie y ha sido así durante décadas. Lo peor es que la población ariqueña está tomando
veneno en este momento”, afirma el presidente de la Coordinadora Regional de Conflictos
Socioambientales de Arica y Parinacota.

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