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SEPTIMO CAPÍTULO
LAZARILLO DE TORMES
ESCENA I
NARRADOR: Despedido del capellán, asentó por hombre de justicia con un alguacil;
mas muy poco vivió con él, por parecerle oficio peligroso. Mayormente que una noche
les corrieron a él y a su amo a pedradas y a palos unos retraídos. Y a su amo, que
esperó, trataron mal; mas a él (Lazarillo) no le alcanzaron. Renegando con esto del
trato.
Y pensando en qué modo de vivir haría su asiento, por tener descanso y ganar algo
para la vejez, quiso Dios alumbrarle y ponerle en camino y manera provechosa. Y con
favor que tuvo de amigos y señores, todos sus trabajos y fatigas hasta entonces
pasados fueron pagados con alcanzar lo que procuró, que fue un oficio real, viendo que
no hay nadie que medre, sino los que le tienen.
Hasta el día de hoy vive y reside a servicio de Dios y del alguacil. Y es que tiene por
cargo de pregonar los vinos que en la ciudad se venden, y en almonedas y cosas
perdidas, acompañar los que padecen persecuciones por justicia y declarar a voces sus
delitos: es un pregonero, hablando en buen romance.
En ese mismo tiempo, viendo su habilidad y buen vivir, teniendo noticia de su buena
persona el señor arcipreste de San Salvador, su señor, y servidor y amigo de Vuestra
Merced, porque le pregonaba sus vinos, procuró casarlo con una criada suya.
SEÑOR ARCIPRESTE: ¡ Lázaro ¡, he visto que de ti no puede venir sino bien y favor,
he decidido casarte con una de mis criadas.
LAZARO: Viniendo de vuestra merced, acepto, allende que todas ellas son diligentes y
muy serviciales, tengo en mi Señor Arcipreste todo favor y ayuda.
NARRADOR: Y siempre cada año le daba, una carga de trigo; por las Pascuas, su
carne; y cuando el par de los bodigos, las calzas viejas que deja. E hizo que alquilaran
una casilla par de la suya; los domingos y fiestas casi todas las comidas eran en su
casa.
ESCENA II
NARRADOR: Llegando a oídos de Lázaro cosas como que veían a su mujer irle a
hacer la cama y guiso de comer al Arcipreste.
LÁZARO: Mejor les ayude Dios, aunque en este tiempo siempre he tenido una
sospechuela, y vienen a mi memoria algunas palabras que mi antiguo amo el ciego
decía, aunque de verdad pienso que es el diablo que las trae a mi memoria para
hacerme mal casado
CRIADA ESPOSA: Sabes bien que mi amo ha prometido cumplirte y lo hará, sabes que
habló un día entero delante de ti. No he de ser yo tu mujer quien pague con estas
burlas.
LÁZARO: Iremos a ver cara a cara al Señor Arcipreste
ESCENA III
CRIADA O ESPOSA: (Echa a llorar, llanto) juro por todo que aquello que me acusan
es falso.
LÁZARO: Yo te juro que nunca más en mi vida mentaré nada de aquello, y que doy
por bien que entres y salgas de noche y de día, pues estoy bien seguro de tu bondad.
ESCENA VI
NARRADOR: Hasta el día de hoy nunca nadie se oyó sobre el caso; antes, cuando
alguno intenta decir algo de ella, le ataja y le dice:
LÁZARO: “Mirad, si sois mi amigo, no me digáis cosa con que me pese, que no tengo
por mi amigo al que me hace pesar, mayormente si me quieren meter mal con mi mujer,
que es la cosa del mundo que yo más quiero, y la amo más que a mí, y me hace Dios
con ella mil mercedes y más bien que yo merezco. Que yo juraré sobre la hostia
consagrada que es tan buena mujer como vive dentro de las puertas de Toledo. Quien
otra cosa me dijere, yo me mataré con él.
LÁZARO: Así detendremos cualquier clase de mal y nuestro hogar se llenará de paz
FINAL
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