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Cuentos para Segundo
Cuentos para Segundo
Erase un príncipe muy admirado en su reino. Todas las jóvenes casaderas deseaban tenerle por
esposo. Pero el no se fijaba en ninguna y pasaba su tiempo jugando con Zapaquilda, una preciosa
gatita, junto a las llamas del hogar.
Al día siguiente se celebraban las bodas y todos los nobles y pobres del reino que acudieron al
banquete se extasiaron ante la hermosa y dulce novia. Pero, de pronto, vieron a la joven lanzarse
sobre un ratoncillo que zigzagueaba por el salón y zampárselo en cuanto lo hubo atrapado.
El príncipe empezó entonces a llamar al Hada de los Imposibles para que convirtiera a su esposa
en la gatita que había sido. Pero el Hada no acudió, y nadie nos ha contado si tuvo que pasarse la
vida contemplando como su esposa daba cuenta de todos los ratones de palacio.
EL NUEVO AMIGO
Erase un crudo día de invierno. Caía la nieve, soplaba el viento y Belinda jugaba con unos enanitos
en el bosque. De pronto se escucho un largo aullido.
Al día siguiente volvió a escucharse el aullido del lobo y Belinda , apenada, pensó que todos eran
injustos con la fiera. En un descuido de los enanos, salio, de la casita y dejo sobre la nieve un cesto
de comida.
Al día siguiente ceso de nevar y se calmo el viento. Salio la muchacha a dar un paseo y vio
acercarse a un cordero blanco, precioso.
Entonces el cordero salto sobre Belinda y el lobo, oculto se lanzo sobre el, alcanzándole una
dentellada. La astuta y maligna madrastra, perdió la piel del animal con que se había disfrazado y
escapo lanzando espantosos gritos de dolor y miedo.
Solo entonces el lobo se volvió al monte y Belinda sintió su corazón estremecido, de gozo, mas
que por haberse salvado, por haber ganado un amigo.
UN CABALLO AMAESTRADO
Entonces, dime como se llama inmediatamente ese individuo para ir en su busca, pues ya
no hay duda que ha sido robado.
¡Ya me parecía a mí exclamo el capitán Que este noble animal no podía pertenecer a un
rufián como tu!
El ladrón fue detenido, con lo que se demuestra que el robo y el engaño rara vez quedan
sin castigo.
EL ÁRBOL VANIDOSO
Plantado en mitad del jardín, superaba en altura a todos los demás árboles. Tan bellamente
dispuestas estaban sus ramas, que parecía un gigantesco candelabro.
Plantado en mitad del jardín, superaba en altura a todos los demás árboles. Tan bellamente
dispuestas estaban sus ramas, que parecía un gigantesco candelabro.
Si con lo hermoso que soy diera además fruto, se dijo, ningún árbol del mundo podría
compararse conmigo.
Y decidió observar a los otros árboles y hacer lo mismo con ellos. Por fin, en lo alto de su
erguida copa, apunto un bellísimo fruto.
Tanto y tanto creció aquel fruto, que se hizo demasiado grande. La copa del cedro, no
pudiendo sostenerlo, se fue doblando; y cuando el fruto maduro, la copa, que era el orgullo
y la gloria del árbol, empezó a tambalearse hasta que se troncho pesadamente.
LE PAPEL Y LA TINTA
Estaba una hoja de papel sobre una mesa, junto a otras hojas iguales a ella, cuando una
pluma, bañada en negrisima tinta, la mancho llenandola de palabras.
¿No podrias haberme ahorrado esta humillacion? Dijo enojada la hoja de papel a la tinta.
Tu negro infernal me ha arruinado para siempre.
En efecto, ordenando el despacho, alguien vio aquellas hojas esparcidas y las junto para
arrojarlas al fuego. Pero reparo en la hoja "sucia" de tinta y la devolvio a su lugar porque
llevaba, bien visible, el mensaje de la palabra. Luego, arrojo las demas al fuego.
EL GRANJERO BONDADOSO
Un anciano rey tuvo que huir de su país asolado por la guerra. Sin escolta alguna, cansado
y hambriento, llegó a una granja solitaria, en medio del país enemigo, donde solicitó asilo.
A pesar de su aspecto andrajoso y sucio, el granjero se lo concedió de la mejor gana. No
contento con ofrecer una opípara cena al caminante, le proporcionó un baño y ropa limpia,
además de una confortable habitación para pasar la noche.
Algunos meses después estaba de nuevo en su palacio y entonces hizo llamar al caritativo
labriego, al que concedió un título de nobleza y colmó de honores. Además, fiando en la
nobleza de sus sentimientos, le consultó en todos los asuntos delicados del reino.
El fuego aceptó y con su calor, la volvió más ligera que el aire, transformándola en sutil
vapor.
El vapor subió más y más en el cielo, voló muy alto, hasta los estratos más ligeros y fríos
del aire, donde ya el fuego no podía seguirlo. Entonces las partículas de vapor, ateridas de
frío, se vieron obligadas a juntarse apretadamente, volviéndose más pesados que el aire y
cayendo en forma de lluvia.
EL AVARO MERCADER
Erase un mercader tan avaro que, para ahorrarse la comida de su asno, al que hacía trabajar
duramente en el transporte de mercancías, le cubría la cabeza con una piel de león y como
la gente huía asustada, el asno podía pastar en los campos de alfalfa.
Un día los campesinos decidieron armarse de palos y hacer frente al león. El pobre asno,
que estaba dándose el gran atracón, rebuznó espantado al ver el número de sus enemigos.
El pobre asno emprendió la gran carrera hasta la cuadra del mercader; y tras él llegaron
los campesinos armados con sus palos propinando tal paliza al avaro, que en varios días no
pudo moverse. Al menos la lección sirvió para que aquel avaricioso alimentase a su asno
con pienso comprado con el dinero que el fiel animal le daba a ganar.
LA HUMILDE FLOR
Cuando Dios creó el mundo, dio nombre y color a todas las flores.
Y sucedió que una florecita pequeña le suplicó repetidamente con voz temblorosa:
Como su voz era tan fina, Dios no la oía. Por fin, cuando el Creador hubo terminado su
tarea, pudo escuchar aquella vocecilla y se volvió hacia la planta. Mas todos los nombres
estaban ya dados. La plantita no cesaba de llorar y el Señor la consoló así:
Y por colores te daré el azul del cielo y el rojo de la sangre. Consolarás a los vivos y
acompañaras a los muertos.
SECRETO A VOCES
Gretel, la hija del Alcalde, era muy curiosa. Quería saberlo todo, pero no sabía guardar un
secreto.
-Qué hablabas con el Gobernador?
-le preguntó a su padre, después de observar una larga conversación entre los dos
hombres.
-Estábamos tratando del gran reloj que mañana, a las doce, vamos a colocar en el
Ayuntamiento. Pero es un secreto y no debes divulgarlo.
Gretel prometió callar, pero a las doce del día siguiente estaba en la plaza con todas sus
compañeras de la escuela para ver colocar el reloj en el ayuntamiento.
¡Ay!, el tal reloj no existía. El Alcalde quiso dar una lección a su hija y en verdad que fue
dura, pues las niñas del pueblo estuvieron mofándose de ella durante varios años. Eso sí, le
sirvió para saber callar a tiempo.