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De manera opuesta a Herá clito, Parménides defendió la idea de que el cambio no existe.

El
cambio esencial, el cambio en el ser de las cosas, no es posible. Segú n Parménides, todo lo real
es eterno e inmutable. Para él, el elemento esencial del Universo es el propio ser. Má s allá de su
filosofía, lo importante en Parménides es la idea de que la verdad se descubre a través del
pensamiento ló gico deductivo, y la convicció n de que nuestra percepció n del mundo es
erró nea. Después de Parménides ningú n otro filó sofo fue monista. La bú squeda de un ú nico
elemento se sustituyó por las explicaciones pluralistas, que encontraban el origen del Universo
en varias sustancias primigenias.

Empédocles (495 a.C. – 444 a.C.)

Uno de los pluralistas fue Empédocles, que señ aló al agua, la tierra, el aire y el fuego como los
cuatro elementos esenciales que componían todas las cosas. El arché pasaba de ser una ú nica
sustancia (monismo) a poder estar formado por varias (pluralismo). Los cuatro elementos que
identificó Empédocles como sustanciales estaban en constante movimiento y mezclá ndose.
Ademá s, Empédocles habló de el Amor y la Discordia como fuerzas motoras del ser, fuerzas de
atracció n y repulsió n.

Anaxágoras (500 a.C. – 428 a.C.)

Otro pluralista fue Anaxá goras, que habló de una serie de semillas que formaban el mundo
físico. Trataba así de explicar la pluralidad de formas en el mundo, ya que estas semillas de las
que hablaba eran partículas elementales de muy diferente naturaleza. Ademá s de esta
explicació n, Anaxá goras introdujo el concepto de nous, con el que intentó dar forma a la
inteligencia, que segú n él era un fluido que se filtraba en el interior de la materia y la dotaba de
movimiento.

Sócrates (470 a.C. – 399 a.C.)

Considerado el fundador de la filosofía occidental, Só crates no dejó ningú n escrito ni fundó


ninguna escuela. Este famoso personaje nacido en Atenas se dedicó má s bien a plantear
preguntas. A menudo se le imagina como un viejo que iba por la calle molestando a la gente con
preguntas y diá logos. Muchos de los atenienses acabaron hartos de él, pero otros, como un
joven Plató n, se interesaron por ese curioso método de abordar el conocimiento. El método
socrático se basaba en el continuo cuestionamiento y en la profundizació n personal sobre las
creencias de cada individuo. Má s que la bú squeda de respuestas, Só crates estaba motivado por
la comprensió n de los conceptos que cada persona tiene interiorizados. En realidad, él creía que
los conceptos no eran relativos, sino absolutos. Llegar a comprender qué es lo correcto, qué es
lo bueno, só lo se podía conseguir mediante el razonamiento y alcanzando la sabiduría. Para ello
debía trabajarse el cuestionamiento y examen de la vida. Fue condenado a muerte por
«corromper la mente de los jó venes». Pudo exiliarse, pero decidió suicidarse con cicuta. Plató n
recogió toda la sabiduría de Só crates en una serie de obras llamadas Diálogos, y gracias a esta
compilació n el pensamiento de aquel viejo que no dejaba de hacer preguntas ha sobrevivido al
paso del tiempo.

Demócrito (460 a.C. – 370 a.C.)

Junto con su maestro Leucipo, Demó crito planteó que el misterioso arché era en realidad una
enorme cantidad de á tomos, sustancias indivisibles. Así pues, el Universo no estaba formado de
una sola sustancia, sino de millones de partículas inmutables y diminutas. Demó crito
las llamó  atomos, literalmente: indivisible. Ademá s, aportó una interesante idea relacionada con
el vacío que había entre los á tomos, de manera que en el Universo só lo existían á tomos y vacío,
nada má s. Y nada menos. Esta corriente, denominada atomismo, fue la primera visió n
mecanicista del Universo.

Platón (427 a.C. – 347 a.C.)

Tratar de exponer la filosofía de Plató n en un pá rrafo no sería ú nicamente una empresa


imposible: también constituiría una falta de respeto. Por ello os remitimos al artículo que hemos
publicado en VENTURA hablando sobre todo el pensamiento, obra y vida de Plató n, uno de los
filó sofos má s importantes de la historia. En este breve resumen diremos ú nicamente que nació
en Atenas, que fue discípulo de Só crates y que reflexionó sobre la organizació n política y social
de la ciudad-Estado, sobre la naturaleza del cosmos y sobre el mundo real. Sobre este ú ltimo
punto es má s que interesante recordar la famosa Teoría de las Ideas que planteó el ateniense, en
la que propone la existencia de dos mundos, el Mundo Real y el Mundo de las Ideas. Para
Plató n, el mundo físico que nos rodea, el Mundo Real en el que vivimos, es una simple (e
imperfecta) imitació n del Mundo de las Ideas, lugar donde habitan las formas correctas y
perfectas. Plató n considera que es la razó n, y no los sentidos, lo que nos acerca a conocer la
verdad. La filosofía de Plató n es reveladora y arroja luz, por ello en VENTURA hemos
utilizado su obra para guiar artículos como este o este, y podéis encontrar su influencia en varios
textos de la secció n VENTURA Reflexió n.

Diógenes (412 a.C. – 323 a.C.)

Famoso por vivir como un vagabundo, Dió genes consideraba que la pobreza era una virtud, ya
que la verdadera virtud es la supresió n de necesidades. Algo só lo al alcance de los má s sabios.
É l sin duda era muy sabio: vivía ú nicamente con un manto, un zurró n y un bá culo. Llevó una
vida natural e independiente de los «falsos bienes» de los que gozaba la sociedad convencional.
Dió genes pensaba que los dioses habían dado al hombre una vida fá cil, pero que este se
encargaba de complicarla. La filosofía de Dió genes era denunciar lo convencional, liberarse de
los deseos y reducir al mínimo las necesidades. En la actualidad hay un síndrome psiquiá trico
que lleva el nombre de Dió genes, y que hace referencia a personas que sufren aislamiento social
(voluntario), abandono personal y acumulació n de basura.

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