Las categorías de primeridad, segundidad y terceridad
Peirce se propuso concebir una teoría del conocimiento capaz
de explicar la acción recursiva, incesante, inscripta en la intersubjetividad y en la cultura, por medio de la cual los seres humanos conocemos, interpretamos y hasta creamos la realidad.
Las categorías de primeridad, segundidad y terceridad le
permiten analizar el cruce entre los aspectos con los que se presenta la realidad y la representación que la mente produce de la misma.
A la primeridad pertenece la percepción instantánea de la
cualidad a través de los sentidos, cualidad sentida que sólo es una cualidad posible de algo posible.
A la segundidad pertenece la experiencia del esfuerzo ante la
irrupción de algo en la conciencia, algo que se resiste porque tiene una duración, persiste y se incrementa.
A la terceridad pertenece todo lo que es determinado desde el
pensamiento, el conocimiento o la legalidad. El pensamiento aparece siempre como un sistema de regularidades que permiten relacionar la cualidad con un algo y efectuar predicciones para poder decidir cómo actuar de cara al futuro.
Este esquema triádico será luego constitutivo de la semiosis
peirceana. Semiosis
Peirce dice que la semiosis es un proceso en el que: “Un signo
o representamen es algo que para alguien está en lugar de algo en algún aspecto o capacidad. Se dirige a alguien, es decir, crea en la mente de esa persona un signo equivalente, o quizás un signo más desarrollado. Ese signo que crea es, para mí, el interpretante del primer signo. El signo está por algo, su objeto. Está por ese objeto no en todos los aspectos, sino por referencia a un tipo de idea a la que he llamado algunas veces el ground del representamen” (CP 2.228).
La semiosis es una acción orientada e intencional, que permite
conocer, interpretar, actuar y crear. En la semiosis intervienen tres entidades: el representamen, el objeto y el interpretante.
El representamen es un signo que está en lugar de algo, el
objeto. El representamen representa al objeto, pero lo hace sólo desde determinados puntos de vista, es decir, en algunos de sus aspectos.
El objeto no es una simple cosa que puede hallarse andando por
el mundo, sino que es una construcción semiótica. El objeto inmediato es uno de los aspectos del objeto que el representamen es capaz de representar en una semiosis determinada, en tanto que el objeto dinámico está conformado por un conjunto de objetos inmediatos construidos por un conjunto de semiosis. El objeto dinámico, justamente por su dinamismo, puede ser representado por diversos signos o representamena, en distintas semiosis, o explicado desde otra perspectiva, los diversos aspectos del objeto son construidos por medio de distintos procesos de semiosis, pues en cada semiosis se selecciona una perspectiva desde la cual analizar, entender y explicar el objeto. Entonces, el objeto dinámico resulta ser el conjunto de objetos inmediatos que surgen de múltiples semiosis, que sólo puede conocerse parcialmente cada vez, que puede presentar múltiples configuraciones culturales y que puede construirse a lo largo de la historia. Muestro lo que acabo de decir a través de dos ejemplos. En el primero de los ejemplos quiero mostrar el proceso de construcción de un objeto dinámico desde las múltiples perspectivas de múltiples objetos inmediatos, que son el resultado de múltiples semiosis. Sigamos a un niño muy pequeño que está construyendo lo que serán sus conocimientos acerca del fuego. Seguramente ya ha visto la llamita en el extremo del fósforo y ya sabe que es una luz brillante, que baila y se apaga si la sopla, pero también sabe que es posible volver a encenderla. Todo ese conjunto de aspectos configuran el objeto dinámico “fuego” que el niño posee hasta ese momento. Es más, el fuego es algo amable y es un juguete, pero un día toca la llama, se quema y llora desesperadamente. Lo que sucede ahora es que ha aparecido un nuevo objeto inmediato asociado al fuego: su aspecto dañino y peligroso. El fuego se asocia ahora a un representamen que es la sensación de dolor, que desemboca en un interpretante que es una acción, la de llorar. Obviamente , no terminarán aquí las experiencias del niño con el fuego y su objeto dinámico “fuego” seguirá enriqueciéndose indefinidamente a lo largo de su vida. En el segundo de los ejemplos, me interesa poner énfasis en los aspectos histórico y cultural involucrados en la construcción de un objeto. En la época en que Cristóbal Colón emprendió sus viajes a América, existían dos representaciones del objeto “Tierra”. Quienes pertenecían a las clases más educadas sabían que la Tierra era un objeto redondo, es más, contaban con una imagen gráfica de la Tierra, el planisferio de Ptolomeo del siglo II, en el que ya podían leerse la redondez de la tierra y una distribución, forma y proporción de los continentes bastante aproximadas a las consideradas como válidas por la geografía en la actualidad.
La otra representación, teñida por el folklore popular, era la que
tenía la gente menos educada, quienes pensaban que la Tierra era un plano y que al llegar a los extremos de ese plano, el agua se precipitaba al vacío y por cierto, las naves también. Hoy en día contamos con tecnología que nos permite obtener imágenes satelitales de la Tierra, en las que la vemos como una esfera azul, podemos focalizar zonas de la misma, e incluso, por efectos del zoom, somos capaces de acceder a imágenes detalladas de la calle y hasta de la casa en la que vivimos.
Pero de lo que trataba este ejemplo, era de manifestar que el
objeto Tierra, aunque es de una materialidad y una realidad apabullantes, -si es verdad que estamos de pie sobre él-, es una construcción semiótica que ha ido variando a través del tiempo junto con los avances científicos y tecnológicos.
Ahora bien, continua y recurrentemente aparece la mención a
una perspectiva o a un punto de vista, que diseña un tipo de relación entre el representamen y su objeto y que determina la consideración de distintos aspectos de ese objeto, que es dinámico. Esa perspectiva o punto de vista, seleccionada por la mente que efectúa la semiosis, es lo que se denomina ground. El ground determina la orientación o el curso de la semiosis y determina así el aspecto desde el cual es considerado y construido el objeto. Peirce enfatiza que: “El signo está por algo, su objeto. Está por ese objeto no en todos los aspectos, sino por referencia a un tipo de idea a la que he llamado algunas veces el ground del representamen” (CP 2.228).
Respecto del interpretante, su función es la de explicar al
representamen y asegurar el conocimiento y la comprensión del mismo. Es un signo equivalente o más amplio que el representamen, de modo que puede ser un signo equivalente perteneciente a un sistema de signos diferente, puede ser un sentimiento, un esquema de acción o una paráfrasis, una regla o una inferencia o todo un discurso. Su índole depende del ground de la semiosis, esto es, de la orientación, del rumbo, que imprima a la semiosis la perspectiva seleccionada. Peirce distingue tres tipos de interpretante: inmediato, dinámico y final, al que llama también normal. El interpretante inmediato es el interpretante relacionado con el objeto inmediato de una determinada semiosis. El interpretante dinámico reproduce el dinamismo del objeto (dinámico) con el que se relaciona, de modo que son los posibles interpretantes que construyen desde múltiples perspectivas al objeto y entre los cuales la mente que interpreta puede seleccionar uno, para sentir, para comprender, para desarrollar un esquema de acción. Esto nos sitúa al mismo tiempo en la dimensión del representamen, ya que no sólo el objeto, por su carácter dinámico, puede ser representado por signos distintos, sino que el mismo signo o representamen puede relacionarse con distintos interpretantes. Y el interpretante final o normal es un producto desarrollado por el pensamiento a partir de la incidencia del signo. A este último volveré a hacer referencia al tratar el tema del carácter ilimitado de la semiosis.
Parece imprescindible enfatizar que la concepción de signo de
Peirce sólo puede entenderse desde una perspectiva procesual. Es ésta una concepción en la que el signo es pensado, no como algo estático, sino como algo dinámico, como algo en movimiento, que cada vez se relaciona con otros dos signos, y los tres se van situando, dicho metafóricamente, en tres estaciones, denominadas representamen, objeto e interpretante. Este signo sólo puede pensarse como parte de la semiosis (Lonchuk, 2003, pág. 24). Pero aún quiero señalar algo más, este signo que se relaciona siempre con otros dos, que siempre es una semiosis, se halla en el continuo del pensamiento, entre otras semiosis que avanzan en paralelo y de manera recursiva y envolvente, pues siempre el interpretante, que permite explicar un objeto de manera más compleja y más acabada o adecuada a los parámetros de la cultura, es el resultado de una semiosis que tiene la huella de semiosis anteriores, esto es, de la intersubjetividad, de la historia, de la cultura.
Una vez planteada la semiosis y su carácter de acción entre tres
signos, queda por hacer algunas aclaraciones acerca de su carácter ilimitado, para luego referir a la tipología de las semiosis planteada por Peirce, que debe ser entendida como una serie de herramientas de análisis o de puntos de vista desde los cuales es posible observar y analizar los procesos de interpretación.
Semiosis ilimitada e interpretante final
El proceso de semiosis, desde el punto de vista de Peirce, es en
sí mismo un proceso ilimitado, ya que todo interpretante tiene la capacidad de convertirse en el representamen de un nuevo interpretante y así infinitamente.
Pero aún hay algo más, todo interpretante, al intentar explicar
un signo o representamen, produce desplazamientos en el significado de ese signo, es decir, desplaza los límites del signo, aunque sea mínimamente.
En esos desplazamientos, en esas diferencias, radica el secreto
de la riqueza del proceso de semiosis, que permite comprender la afirmación de Peirce: “Un signo es algo que, al conocerlo, nos hace conocer algo más” (CP 8.332). El proceso de semiosis posibilita el conocimiento y es un proceso de conocimiento que nos permite avanzar indefinidamente incorporando cada vez nuevos saberes.
Pero si bien es cierto que el proceso de semiosis es virtualmente
ilimitado, que los interpretantes se multiplican indefinidamente en el marco de diferentes contextos, sucede que en el interior de un contexto determinado, se despliega un juego semiótico, un proceso de semiosis, que no es ilimitada, porque existe un interpretante final en el que se detiene (Lonchuk, 2003, págs. 47-48).
¿Cómo se explica que un proceso en sí mismo ilimitado se
detenga en un interpretante final? Es que la mente que interpreta, evalúa y decide cuál es el interpretante que se adecua a sus intereses u objetivos, cuál es afín a sus afectos, o cuál resulta en consonancia con su contexto socio-histórico-cultural.
A continuación revisaré la tipología de las semiosis planteada
por Peirce.
Tipos de semiosis según Peirce
Peirce desarrolla una lógica semiótica que permite establecer
una relación entre los fenómenos que sentimos y el ser real de las cosas del mundo, esto es, un modo de juzgar el grado de realidad de lo que creemos percibir, más aún, una forma de construir conocimiento y de crear realidad. Considera diferentes semiosis, establece una tipología de esas semiosis y la concibe a partir de tres parámetros a los que denomina primera, segunda y tercera tricotomía, cada una de los cuales involucra a un conjunto de tres tipos de semiosis.
Las semiosis de la primera tricotomía
Las semiosis de la primera tricotomía son presentativas.
Presentan directamente la cualidad (sensible) posible de algo posible (cualisigno), la ocurrencia de la cualidad en un algo singular (sinsigno) y finalmente, la recurrencia y regularidad de la cualidad en un algo, que se constituye así como objeto permanente (legisigno).
Peirce considera así tres tipos de semiosis, denominadas
cualisigno, sinsigno y legisigno.
El cualisigno es una cualidad que funciona como signo
de algo, de un posible objeto. Por ejemplo, cualquier sensación (visual, auditiva, táctil, olfativa o gustativa) puede funcionar como cualisigno.
El sinsigno surge en el momento en que se advierte que
la cualidad existe en una cosa que ocurre en un aquí y en un ahora, o para decirlo con mayor claridad, el sinsigno es una ocurrencia conformada a partir de determinados cualisignos.
El legisigno surge en el momento en que una mente
advierte que una cualidad aparece regularmente en un algo, entonces hace su aparición el objeto, que es un objeto permanente en el mundo en que se vive.
Las semiosis de la segunda tricotomía
Las semiosis de la segunda tricotomía son representativas.
Operan con signos que representan de manera mediata al objeto, y lo representan por medio de alguna analogía sensible (icono), indicando su existencia (índice) o por medio de convenciones intersubjetivas y culturales (símbolo). Se consideran así tres tipos de semiosis: icono, si se trata de una semiosis que opera en base a una relación de analogía del signo respecto del objeto, índice, si se trata de una semiosis fundada en una relación de coexistencia entre el signo y el objeto, y símbolo, si la relación entre el signo y su objeto depende de una convención.
En el caso del icono es la cualidad que posee el icono
lo que hace de él un representamen, sin que importe si el objeto que representa existe o no. Un icono puede ser signo aunque el objeto no exista (CP 4.447), ya que el icono determina al interpretante en virtud de alguna de sus propiedades intrínsecas y no de la presencia del objeto. Existen así iconos de objetos, seres o lugares legendarios, mitológicos o de ficción.
El índice es un signo que necesita de la coexistencia y
conexión real con su objeto, pues si su objeto desaparece, desaparece el signo índice; y en segundo lugar, para que un índice devenga tal, debe ser advertido por una mente que le atribuya un interpretante. El símbolo es un signo que para ser representativo necesita de una ley, convención o hábito que le permita ser interpretado, es decir, un símbolo funciona como una ley o una regularidad de interpretación hacia el futuro.
Las semiosis de la tercera tricotomía
Las semiosis de la tercera tricotomía son interpretativas, son
semiosis que interpretan y explican a otros signos (icono, índice y símbolo), que son los que representan a los objetos. Dentro de esta tercera tricotomía también hay tres tipos de semiosis: rhema, decisigno y argumento. Para determinarlas, es imprescindible observar hasta dónde puede extenderse la producción de interpretantes en cada una de ellas.
El rhema es una semiosis capaz de generar múltiples y
posibles interpretantes, sin que exista posibilidad alguna de seleccionar un interpretante en particular.
El decisigno es una semiosis que actualiza un
interpretante en un contexto según el ground seleccionado por la mente que interpreta. En consecuencia, la producción de interpretantes comienza a limitarse.
El argumento es una semiosis que determina
específicamente un interpretante. Ese interpretante es el resultado de un proceso de razonamiento dentro de un sistema y sujeto a la legalidad de ese sistema, que funciona como contexto. Esto significa que “sobre cada objeto incide una pluralidad de argumentos, de los cuales se actualizan tan sólo uno por vez, al utilizarlo como signo proveniente de un determinado sistema e incluirlo en un contexto particular” (Magariños de Morentín, 1983, pág. 104). Una calavera envuelta con un trapo negro puede ser la Parca, pero su sentido variará según se integre al sistema de pinturas de los muralistas mejicanos o al sistema icónico de la fiesta de Halloween, pues un conjunto de interpretantes argumentativos construirán el sentido de muerte en el panorama de enfrentamientos armados de la revolución mejicana o el de un ánima que vaga por la tierra cumpliendo eternamente con su castigo.
Esas semiosis han sido presentadas en una gradación de
complejidad, en la que la del tipo del cualisigno es la de menor complejidad y la del tipo argumentativo es la de mayor complejidad. Esta última involucra y subsume a las nueve anteriores, porque para llegar a ella, la mente ha efectuado el proceso de resolver los sentidos de las nueve anteriores. La mente opera procesos de semiosis cada vez que necesita conocer o interpretar o crear realidades. Esas realidades comienzan siendo un algo indefinido que se va poniendo en foco desde el cualisigno hasta el argumento y va ganando la precisión, nitidez y definición de un objeto simbólico.
El objeto simbólico es un objeto construido por medio de
argumentos, dentro de la legalidad de un sistema cultural, histórico e intersubjetivo. El objeto simbólico “zombi”, por ejemplo, es un objeto convencional, tramado por un conjunto de argumentos constitutivos de creencias e imaginarios acerca de la supervivencia más allá de la muerte en un contexto socio-histórico-cultural.
Referencias
Liszka, J.J. (1996). A General Introduction to the Semeiotic of Charles
Sanders Peirce. Bloomington and Indianapolis: Indiana University Press. Lonchuk, M. (2003). Semiosis e interpretación. En Lonchuk, M. y Rubione, A., Lecturas sobre la abducción de Charles Sanders Peirce. Un modelo de interpretación textual. Buenos Aires: Ethos. Magariños de Morentín, J. A. (1983). El Signo. Las fuentes teóricas de la semiología: Saussure, Peirce, Morris. Buenos Aires: Hachette. Peirce, C. S. (1933-1948). Collected Papers. Cambridge: Harvard University Press.