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La estratégica ubicación geopolítica de Siria, unida a su peso

político en los equilibrios de poder de Medio Oriente, hizo que


desde la temprana militarización del conflicto, varios actores
regionales junto a las grandes potencias, empezaran a jugar un
papel protagónico apoyando al Gobierno o a las fuerzas rebeldes.
La guerra de Siria tiene también que ver con la lucha por los
recursos energéticos de la región. Aunque Siria no es un
productor relevante de petróleo, su ubicación geográfica la hace
una ruta de tránsito vital para transportar hidrocarburos hacia
Europa.

Los intereses geopolíticos juegan entonces un papel decisivo en el


conflicto y pese a que −por el momento− se ha disipado la
posibilidad de un ataque militar occidental, la guerra en Siria
seguirá siendo una lucha por la supremacía regional articulada en
torno a actores locales. Un escenario en el que los sirios, ante la
improbabilidad de una salida negociada al conflicto a corto plazo,
seguirán enfrentados a un panorama de muerte y sufrimiento e
incluso, a la posibilidad de que su país −tal y como fue conocido−
desaparezca.

Hoy por hoy, acabamos bautizando como "héroes" a aquellos que


sobreviven en el mundo del emprendimiento y tal vez, a aquellos
que lo intentan también (digo tal vez, porque a veces parece
consuelo de pocos). La pregunta que surge es ¿a qué se tienen que
enfrentar estos héroes para lograr sus metas?

Hace algunos meses, durante un encuentro de innovación que


buscaba reunir líderes de áreas de Innovación, Investigación y
Desarrollo del país y del Caribe para discutir y exponer la
situación de la innovación en nuestros países, una de las mayores
observaciones que pude hacer fue la de que aún estamos llenos de
buenas ideas y pocas realizaciones. Hablamos todavía de la
innovación como algo romántico, ideal, que requiere creatividad
y un espíritu inquieto en donde se generan muchas ideas pero
donde pocas, o ninguna, ven la luz. Además, las grandes
compañías tienen "la suerte" de poder destinarle recursos a la
innovación para pensarla mejor, pero la mayoría de medias y
pequeñas empresas, no.

Durante dos días tuvimos la oportunidad de ver diferentes


realidades y de, obviamente, mostrar nuestros mejores logros
como líderes de innovación. Sin embargo, cuando debemos
evidenciar los grandes esfuerzos a los que las organizaciones se
ven sometidos y más aún, a los que los emprendimientos se
enfrentan, definitivamente parece que el cuadro de innovación no
es tan favorable como quisieramos.

Realizando un análisis de las diferentes métricas por las que


clasifican a Colombia en términos de innovación, me encontré
con lo siguiente: de acuerdo con el Indice Global de Innovación
(GII) seguimos más o menos en la misma posición - puesto 65.
No hacemos parte de los principales innovadores de la región,
pero tampoco caemos entre los peores. Hemos oscilado siempre
entre el 68, 63 y ahora 65. Ahora bien, en términos de inversión
de R&D caemos más bien hacia los que menos invierten (1). No
entraré aqui a discutir los detalles de qué factores usan para
clasificar a un país, pero esta información se puede consultar en
el reporte GII.

De otro lado, cuando se analizan los datos de emprendimiento, es


decir el reporte del Global Entrepreneurship and Development
Institute -GEDI (2) , nuestra posición no es la mejor: Somos un
país con un crecimiento muy bueno (comparativamente con la
región) pero en el que muchos de los emprendimientos carecen de
oportunidades.

Para no alargarme mucho en esta discusión, lo que se evidencia a


lo largo de estos megaestudios que buscan clasificar, indexar y
medir a países como el nuestro, lo que queda evidente es que:

1 - Tenemos muy buenos profesionales, buenos niveles


conocimiento pero no logramos difundirlo ni implementarlo.
Mucho de esto se debe al nivel de complejidad de nuestra
economía y estrategia como país y por otro lado, al nivel tan alto
de corrupción que hace que se desvien los recursos, situación
acompañada por la falta de meritocracia lo que deja a muchos
profesionales muy preparados sin ninguna opción laboral ni
posibilidad de emprendimiento.

2 - La cultura de Investigación, Desarrollo e Innovación no es


robusta debido a la calidad de la educación en algunas áreas, la
falta de educación en otras y en general, la deficiencia en el
acceso a una educación de calidad para muchos ciudadanos.
Como no vemos posible la aplicación de Ciencia y Tecnología de
forma práctica para resolver problemas actuales, el mundo
empresarial no cree que esto sea una inversión sino más bien un
gasto (aún).

3- El contexto en el que conviven grandes empresas,


emprendimientos, universidades está determinado por la
sofisticación del mercado, la capacidad y velocidad de la
absorción de tecnologías, la posibilidad de implementar nuevos
modelos de negocios, la capacidad de proteger los desarrollos
realizados (propiedad intelectual), el nivel de madurez que
tengamos en el campo regulatorio y en general de la
infraestructura del país. Es decir, nuestra difícil realidad hace
mucho más difícil emprender o innovar. Debería ser al contrario.

Con lo anterior, no quiero decir que innovar y emprender sea


imposible en Colombia. Al contrario, el panorama de retos que
tenemos es muy amplio y ojalá en todos puedieramos impulsar la
innovación. Creo mucho en los modelos de innovación abierta y/o
colaborativa porque los he vivido tanto fuera del país como en
Colombia y, si hay voluntad y foco, producen resultados rápidos
y muy satisfactorios. Además promueven la creación de
emprendimientos, de nuevos empleos y aceleran la absorción de
tecnología.

También creo, que al ser Colombia un país en vías de Desarrollo,


con una población en su mayoria pobre, la innovación se vuelve
una herramienta muy poderosa para evolucionar y generar
oportunidades de futuros más promisorios para las nuevas
generaciones. Sin embargo, aún veo una desconexión profunda
entre la empresa, el emprendedor y la academia. Ojalá la nueva
Ley 1838,  que regula normas de fomento a la ciencia, tecnología
e innovación mediante la creación de Spin-Offs promueva estos
intercambios de conocimiento y expertise. No la he analizado en
profundidad, por lo tanto no me atrevo a discutirla más.

Aun me falta, que el gobierno y nosotros como sociedad,


mejoremos la relación de las grandes empresas con los
emprendedores. En mi caso, alguien muy cercano creó un
emprendimiento, arrancó bien negociando con una empresa
grande y luego cayó en desgracia cuando la gran empresa
simplemente violó el contrato y dejó de pagarle. De eso hace dos
años y ninguna solución a la vista hasta hoy, salvo que no hay
ninguna regulación o normatividad que proteja a las pequeñas
empresas de este tipo de abusos. Más que medidas del gobierno,
requerimos valores y ética porque sin respeto y transparencia
ninguna innovación será posible.

En respuesta a la pregunta del título: sí, la innovación y el


emprendimiento aún nos quedan grandes; pero aún hay esperanza
y mucho que hacer.

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