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VALORES INTERCULTURALES:

La relación entre los pueblos indígenas y el Estado mexicano

Carlos Axel Flores Valdovinos


UNAM / FES ACATLÁN

PREFACIO

El presente trabajo intenta comprender la pluralidad de valores existentes en el


mundo de la vida. De esta manera nos cuestionamos primeramente ¿en qué
consiste aquello que llamamos valores?, ¿qué son los disvalores o contravalores?,
¿es posible una comprensión analógica de los valores?,¿cuáles son los tipos de
valores que permean en los discursos sobre multiculturalismo? En este sentido
consideramos un análisis crítico y axiológico que posibilite un marco de
interpretación hacia una redefinición de los valores en el contexto de las relaciones
interculturales. El tratamiento de esta noción muy connotada en diversos ámbitos y
cargada, por ende, de muchos prejuicios el ámbito social, moral, académico,
económico, político, material o espiritual y artístico; han dificultado su
conceptualización y su aplicación en el campo de la cultura y más aún de las
diferentes culturas. Los valores que se constituyen en la actividad humana y que
dan sentido a las diversas manifestaciones que integran las sociedades actuales
han sido valores compartidos socialmente. Por eso, es necesario atender los
problemas que aquejan a la población mundial como son la salud, educación, la
pobreza extrema y con ello la marginación, la discriminación y explotación en
cantidades devastadoras e inhumanas. Los valores han entrado recientemente a
una nueva dimensión global y con ello es pertinente reanudar el diálogo filosófico y
ético hacia la recuperación de la diversidad cultural. Frente al relativismo y
universalismo en la axiología, se ha intentado promover una mediación analógica,
que sea capaz de reunir valores que comparten todos los seres humanos en
común. Esta comprensión de los valores interculturales nos permitirá re-construir
una metodología adecuada para una axiología que proporcione un equilibrio justo
sin caer en un mero subjetivismo u objetivismo; y que logre, además, ponderar la
justa relación co-existente entre individuo y comunidad, promoviendo los valores
de las diversas identidades que integran este mundo plural.

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HACIA UNA RESEMANTIZACIÓN DE LOS VALORES

Nuestro propósito fundamentalmente, consiste en revisar y analizar; en primera


instancia, las múltiples definiciones sobre “valores”, desde un estudio
interdisciplinario donde la ontología, la fenomenología, la ética y la axiología nos
pueden ofrecer nuevos horizontes interculturales. Una rehabilitación ontológica de
los valores en contextos interculturales ha sido revitalizada por el filósofo
mexicano Luis Villoro. Su preocupación por el otro, o desde el entrecruzamiento
primordial entre la razón y la otredad, es decir, el camino que va de la razón del
pluralismo al pluralismo de la razón. ¿Cuáles serían los parámetros o criterios
adecuados para la resolución de conflictos e intereses marcados por la sospecha
de etnocentrismo, nacionalismo o hasta indigenismo? ¿Es posible reanudar los
valores interculturales desde la equidad y la diferencia?
En las aproximaciones que hace Luis Villoro sobre el valor, podemos observar
que entiende la noción de “valor” como: “las características por las que un objeto o
situación es término de una actitud favorable”. 1 Este término de “actitud” es
analizado con mayor profundidad en Creer, saber, conocer. El filósofo mexicano
analiza este concepto que va desde la psicología social hasta la filosofía.
Primeramente se entendía como “preparación” o “disposición” a la acción en el
sentido de un estado mental del individuo dirigido hacia un valor. La “actitud”—
psicológicamente—se vinculó a las disposiciones adquiridas por individuos
pertenecientes a un medio social determinado. El término “actitud” se intentó
definir como: una tendencia a actuar a favor o en contra de determinadas
situaciones donde se expresan los valores positivos y negativos. Esto se puede
decir más o menos de un afecto o pulsión, incluso de una creencia o intención.
Franz Brentano acuñó el término “intencionalidad”—de corte escolástico—para
decir que todo deseo es deseo de algo, es decir, orientado por la intencionalidad
en acto. Podemos ver que existen diversos componentes que conforman a las
actitudes como son el valorativo, el cognitivo o el afectivo. Hemos visto que toda
actitud presupone una creencia, pero a la vez la actitud se distingue de las
1
Luis Villoro, El poder y el valor. FCE. El Colegio Nacional. México. 1ª edición, 1997. 5ª reimpresión, 2006.
p. 13. “Esbozo de una teoría del valor”.

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creencias en que las disposiciones a actuar están “sobredeterminadas” por una
tendencia o dirección afectiva hacia el objeto. De allí que podamos relacionar
estímulos y respuestas, observar conductas que nos parecen motivadas por
valores. El ser humano es capaz de crear valores, más allá de todo determinismo.
Los valores comunes que compartimos van desde el amor, la libertad, la vida, la
paz, la verdad, la solidaridad, la justicia, el bien, la felicidad, la belleza, la
naturaleza, la cultura y abarcan tanto las necesidades básicas como el trabajo,
alimento y salud, vivienda y seguridad. La axiología en el siglo XXI se encuentra
entre el absolutismo y el relativismo donde o bien, cada quien tiene sus valores o
hay valores absolutos, y más aún, con todo esto, ¿es posible llegar a acuerdos
mutuos en torno a la diferencia y la diversidad cultural? En esta dirección
consideramos oportuno revisar algunas ideas relativas a los valores en las
relaciones interculturales, sus condiciones normativas y prácticas sociales.
Creemos que es posible sacar provecho del hecho de que no hay valores
absolutamente relativos ni relativamente absolutos sino que más bien, la
pluralidad de valores nos permite comprender el complejo mundo que habitamos
los seres humanos y que varían dependiendo la sexualidad, la cultura, las
preferencias axiológicas, los gustos, creencias, costumbres, razones y
experiencias tan diferentes. En este sentido lo que intentamos mostrar es la
relevancia que ha venido despertando el tema de los valores en el contexto de las
sociedades multiculturales.

El multiculturalismo reivindica el igual valor de todas las culturas. Nace contra


la pretensión de una cultura de erigirse en modelo universal. Desde Herodoto a
Montaigne la comprobación de la diferencia en las valoraciones morales de
distintas civilizaciones ha dado lugar al relativismo, tanto de las concepciones
del mundo como de la vigencia de las normas morales. La cultura occidental
ha aducido para justificar su dominación la existencia de valores universales
que esa cultura pretende encarnar. Mientras la rebeldía del dominado ha
sostenido la igualdad de valor de toda cultura, la pretensión del colonizador
intenta acreditarse en la universalización de la propia cultura.2

En la realidad axiológica—desde una perspectiva ontológica—se consideran


una diversidad de modos de ser-en-el-mundo donde distintos tipos de valores se
2
Luis Villoro. Los retos de la sociedad por venir. Ensayos sobre justicia, democracia y multiculturalismo.
FCE. México. 1ª reimpresión, 2010. p. 192.

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tejen construyendo una identidad en común. El sentido y el valor de la comunidad
nos orientan a nuevas formas de convivencia interhumanas donde se recrean las
interacciones, allí precisamente es necesario alzar la voz y anunciar una
constelación de valores que reactiven la pluralidad cultural y fomenten la
reciprocidad, la alteridad y la diferencia. En este panorama intentamos re-construir
la dimensión valorativa desde el interculturalismo social. ¿Es posible una relación
justa entre diversas culturas? Frente a la globalización: ¿Qué alternativas se
proyectan en la construcción de valores interculturales? Luis Villoro propone que:

Para comprender una cultura e identificarla, tenemos que considerarla en dos


dimensiones: la dimensión del poder y la dimensión del valor. Cualquier cultura
podría comprenderse en esa doble dimensión. […] En unas culturas predomina
la dimensión de poder. En otras, predominan ciertos valores que impregnan las
variadas manifestaciones culturales: valores estéticos, morales, religiosos. No
hay cultura que no ejerza formas de poder; no hay poder que no se manifieste
en múltiples valores. En toda cultura hay poder en la medida en que cuenta
con la eficacia para realizar efectos, en que puede transformar el medio según
sus fines. En toda cultura hay valor en la medida en que exprese fines
igualmente valiosos. […] La dimensión del valor puede advertirse en todas las
expresiones de una cultura con cualidades distintas, incluso contrarias a
aquellas en que se ejerce el poder. […] Una sociedad humana se desarrolla
tanto en las relaciones de poder como en la realización de valores opuestos,
incluso contra el poder.3

Luis Villoro re-construye una teoría de la interculturalidad donde se establecen


parámetros o criterios para la elección de fines y valores-en-común para lograr un
intercambio recíproco y el justo reconocimiento de la identidad en la diferencia.
Los criterios para evaluar la pluralidad cultural desde una ética intercultural y las
condiciones que defiende este pensador mexicano se comprenden desde: la
autonomía, autenticidad y finalidad. Este es el paso de lo fáctico a lo normativo, de
la teoría a la praxis. En la medida que cada cultura cumpla con estos criterios, es
decir, que sea eficiente para poder lograr sus metas, fines, deseos tomando en
cuenta a la comunidad, y no sólo para satisfacción personal o egoísta.
“La comunidad está presente como límite posible en toda asociación conforme
al valor”, y más adelante dice Villoro: “La comunidad, si se realiza cabalmente,

3
Luis Villoro. Los retos de la sociedad por venir. Ensayos sobre justicia, democracia y multiculturalismo.
FCE. México. 1ª reimpresión, 2010. pp. 140-141.

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supera los valores de la asociación para la libertad”. 4 Lo que se asume en las
relaciones interculturales es el compromiso con los valores como la libertad,
solidaridad, cooperación, donación, justicia, equidad, fraternidad y tolerancia que
nos llevan al justo reconocimiento del otro y de nuestras diferencias culturales. En
este sentido podemos ver que la tolerancia implica mutua reciprocidad y esto nos
lleva a comprender la razón del otro. La participación en la democracia requiere de
valores que se cumplan para favorecer a todos por igual. Desde esta perspectiva
se intenta formular una ética-política orientada hacia nuevos valores
interculturales. Asimismo, Villoro, comprende que el amor, la armonía, la paz lleva
a la realización de sí mismo por la afirmación de lo otro. Esto solo es posible si las
acciones se orientan hacia la comunidad como vía auténtica desde un modelo de
justicia intercultural que aspire a una democracia no-excluyente, basada en el
reconocimiento de la identidad en la diferencia. La Dra. Mónica Gómez Salazar
comprende que para exigir respeto hacia las comunidades indígenas es necesario
encontrar razones que expliquen que la diversidad cultural es un hecho. Tomando
como base una fundamentación onto-epistemológica que se requiere dar el paso
siguiente; acudimos a una cita apoyándonos en el libro: Pluralidad de realidades,
diversidad cultural:

Teniendo en cuenta que los criterios de justificación de una comunidad están


relacionados con la manera como sus integrantes entienden qué es el mundo,
para disolver este dilema es necesario aportar una base ontológica y
epistemológica que admita la diversidad cultural sin caer en un relativismo
extremo. A esta postura la hemos llamado pluralismo onto-epistemológico.
Con base en este pluralismo, entendemos que los miembros de las
comunidades construyen y conocen el mundo en que viven aplicando alguno
de los marcos conceptuales a la Realidad independiente. De esta Realidad
independiente no podemos decir nada si no es a través de alguno de estos
marcos. Los marcos conceptuales son construcciones sociales, esto es, se
construyen y transforman en las acciones e interacciones de los sujetos y
posibilitan a las personas a tener conceptos, creencias, lenguaje, conocimiento
y valores que son necesarios para su relación cognoscitiva con el mundo.5
LA RELACIÓN ENTRE EL ESTADO Y LOS PUEBLOS INDÍGENAS

4
Ibid. pp. 360-361.
5
Mónica Gómez Salazar, Pluralidad de realidades, diversidad cultural. Coordinación de Humanidades.
Proyecto “Sociedad del Conocimiento y Diversidad Cultural”. UNAM. 1ª edición, 2009., pp. 10-11.

5
El multiculturalismo no es una ideología o pertenece a una escuela filosófica,
es más bien un signo de nuestra época que nos permite despertar de la ilusión
creada por la modernidad occidental. La pluralidad de valores es un hecho que
requiere ser interpretado, para ello, creemos que es posible llegar a acuerdos para
la solución de conflictos interculturales desde la apertura del diálogo y el
reconocimiento del otro, y de que más allá de nuestras diferencias, es posible
aprender a escuchar. Hay que tener una actitud favorable hacia los demás para
poder percibir la vida-en-común, en comunidad con las demás comunidades como
medio y fin sustentado en el ideal de una democracia justa. La fraternidad es un
valor considerado altamente preferible, deseable y posible para la realización de la
diversidad cultural, esto es, la asociación para la libertad.
México es un país pluricultural, sustentado en sus pueblos originarios, tal como
se reconoce en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. El
reconocimiento de la diversidad cultural se fue gestando a raíz de las luchas de
resistencia en el marco de los 500 años del llamado así “Descubrimiento de
América”. El 28 de enero de 1992 el Diario oficial de la Federación publicó el
decreto donde se considera en el—entonces—artículo 4º que hace mención del
carácter pluriétnico de la República. En este sentido se generó un nuevo
compromiso del Estado hacia los pueblos indígenas para la conformación de los
sistemas jurídicos en la defensa de sus derechos para la protección y promoción
de sus lenguas, culturas, usos, costumbres, asimismo autonomía para decidir
sobre la apropiación y explotación de sus recursos naturales en beneficio de sus
tierras. Dentro de estos acuerdos se establecen las bases para una nueva relación
entre el Estado mexicano y los pueblos indígenas. “Nunca más un México sin
nosotros” exhorta el subcomandante Marcos. La aparición en el escenario del
Ejercito Zapatista de Liberación Nacional el 1º de enero de 1994 fue el foco de
atención hacia un nuevo diálogo intercultural. El levantamiento de los zapatistas
permitió expandir las demandas culturales de alimentación, salud, educación y
autonomía que emprendieron los campesinos de Chiapas hasta extenderse esta
preocupación a todas las regiones pluriétnicas de México. La propuesta se fue
concretando con apoyo solidario de indígenas como los consejos de ancianos,

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hombres y mujeres, intelectuales y organizaciones internacionales en defensa del
reconocimiento de los pueblos indios. Este nuestro México es un México de
muchos rostros: un México donde conviven una pluralidad de culturas con sus
diferentes formas de ver el mundo, la multiplicidad de formas de vida conlleva a re-
pensar la diversidad y la diferencia como los valores más adecuados para las
relaciones interculturales. Por ende, la urgencia de una re-construcción de los
valores en contextos interculturales es de vital importancia, si queremos sobre
todo defender la diversidad como un valor-en-común que atañe a todas las
sociedades en el mundo.
Las relaciones entre Estado, nación y pueblos se van reformando hacia una
búsqueda de la resolución del conflicto armado y se abren los diálogos y acuerdos
para la paz. En una entrevista al subcomandante Marcos admite que “se saltó tan
rápido de la fase militar a la fase política que no estábamos preparados para el
diálogo”.6 El 12 de enero de 1994, se dio cese al fuego y se iniciaron los acuerdos
con el gobierno el 20 de febrero del mismo año. El 16 de febrero de 1996 en los
Altos de Chiapas se debatieron después de un largo proceso de negociación los
llamados “Acuerdos de San Andrés Larráinzar”. En este texto se encuentra la
aceptación para una posible ruta de pacificación y solidaridad entre las
comunidades indígenas—entendidas como “entidades de derecho público”,
aceptando en consecuencia sus “sistemas normativos internos”—y el compromiso
del Estado mexicano. También se propone una Comisión de Concordia y
Pacificación para entablar y traducir las nuevas propuestas de reforma al artículo
4º y 115 constitucional que permiten ver la profundidad del problema y su
incidencia en el actual debate acerca de la conformación de un Estado-plural. Los
acuerdos de remunicipalización y redistritación ofrecen una crítica al Gobierno
Federal y promueven una descentralización y descolonización de la geografía
nacional hacia la desterritorialización de las fronteras que se dividen entre
estados, municipios y pueblos. Para ello se propone integrar al país en regiones
pluriétnicas de gobierno con representación y participación de los pueblos

6
Entrevista a Marcos por los enviados de La jornada, del 4 al 7 de febrero, en La palabra de los armados de
verdad y fuego. Entrevistas, cartas y comunicados del EZLN (hasta el 4 de Marzo de 1994), tomo I, México,
Editorial Fuenteovejuna, 1994, p. 164.

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indígenas en contra de la exclusión, marginación y pobreza en que viven los más
de 60 grupos étnicos. Además de que las propuestas no están separadas de las
diversas reivindicaciones que conllevan las demandas autonomistas. El proyecto
del EZLN reabrió la agenda de un programa más atento y sensible al pluralismo
cultural. Recordemos que los “Acuerdos de San Andrés Larráinzar” sobre
Derechos y Culturas indígenas” constituyó el salto hacia la conformación jurídica
de la pluriculturalidad en México. En el interior del diálogo para los Acuerdos de
San Andrés Larráinzar se ha generado una nueva relación entre el Estado y los
pueblos indígenas que nos permite re-situar el problema de los valores
interculturales. El trato entre pueblos y culturas se basa en el respeto de la
igualdad en la diferencia. La orientación pluralista combate toda discriminación y
desigualdad fomentando valores recíprocos que fortalezcan la convivencia pacífica
y equitativa de lo diverso. Con ello se intenta impulsar el reconocimiento en la
legislación del derecho a la libre determinación de los pueblos y comunidades
autónomas. Preservar sus culturas equivale a respetar sus lenguas, creencias,
modos de vida, religiones y conocimientos tradicionales para el buen
aprovechamiento de sus recursos naturales en beneficio de las comunidades. El
Estado es un medio orientado por valores extrínsecos, es decir, que son utilitarios
o instrumentales, y que conducen con ello a la realización de valores intrínsecos
orientados a la satisfacción de las necesidades y fines que cada pueblo o individuo
consideren justos para su realización plena. Este dilema entre individuo-
comunidad ha tenido serias controversias valorativas en las demandas
multiculturalistas. El multiculturalismo intenta dar cuenta de esta preocupación
mostrando que existen diversos modelos de sociedad multicultural donde los
valores, en ocasiones contrastan entre diferentes culturas dejando entrever el
relativismo axiológico que está detrás de fondo al plantear la inconmesurabilidad y
con ello a la completa incomunicabilidad entre culturas que poseen diferentes
formas de valoración. En consecuencia es menester una comprensión analógica,
prudencial y justa de los valores orientada desde una ética intercultural que
proporcione un modelo normativo y práctico para el desarrollo de una sana
convivencia interhumana. Por eso, creemos que una conciencia de la

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interculturalidad es indispensable para fortalecer nuevos vínculos entre los
individuos y las sociedades. La participación ciudadana favorece a la construcción
de valores para una mejor calidad de vida. Los retos que enfrenta el
multiculturalismo y que se encuentran en la disyuntiva entre liberalismo y
comunitarismo se reanudan en una nueva alternativa que comprende a ambos
desde un pluralismo. Ahora bien, encontramos que hay diversos multiculturalismos
que intentan la reivindicación de derechos fundados en el reconocimiento de la
diferencia. José Alejandro Salcedo Aquino expresa que “el pluralismo, como
propuesta es, pues, un modelo que puede guiar las decisiones y acciones de los
individuos y de las comunidades, es un modelo para armar”. 7 El fenómeno del
multiculturalismo es de índole tan diversa. En este sentido podemos observar que
no hay un solo multiculturalismo, sino varios, y que se proponen proyectos de
reivindicación diferentes. Salcedo Aquino considera una tipología que va desde el
multiculturalismo neoliberal pasando por el comunitarista hasta llegar a la
propuesta de un pluralismo “epistemológico-analógico” reforzando las tesis de
León Olivé y Mauricio Beuchot. Asimismo, el multiculturalismo se orienta, en
primer término, hacia una cuestión fáctica y que se refiere al hecho de que existen
múltiples formas de vida, luego; en segundo plano, se encuentra la dimensión
normativa donde se construyen los marcos de interpretación y marcos
conceptuales para formar relaciones justas e interculturales. En fin, preferimos
hablar de multiculturalismo como un hecho que requiere ser interpretado, es decir,
como una condición que va de la multiculturalidad a la interculturalidad. La
globalización tiende al asimilacionismo que se impone como homogeneización
cultural por medio de una política económica mundial. Mientras que, por otra parte,
el multiculturalismo tiende a establecer vínculos y relaciones basados en valores
interculturales aptos para el enriquecimiento mutuo de la diversidad, sin que esto,
de ninguna manera; afecte al crecimiento de las relaciones económicas.

7
José Alejandro Salcedo Aquino, Multiculturalismo. Orientaciones filosóficas para una argumentación
pluralista. Prólogo de Mauricio Beuchot. UNAM. FES ACATLÁN. Plaza y Valdés. México. 1ª edición,
2001. p. 172.

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