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http://www.fical.org/la-cal-como-material-47
https://www.aenor.com/normas-y-libros/buscador-de-normas
Alba Pérez
La cal es, junto con el yeso y el cemento uno de los conglomerantes más usados en la
construcción.
Hace miles de años que el hombre emplea la cal, descubierto probablemente de forma
casual, para la construcción. Hoy en día su uso en la construcción se sitúa en torno al 20%,
aunque se concentra prioritariamente en la rehabilitación y la restauración para la
conservación del patrimonio arquitectónico. Es por ello que se hace necesario conocer sus
orígenes y su evolución para poder realizar intervenciones utilizando la cal con criterio.
La piedra caliza se calcina para, posteriormente, ser hidratada y apta para su uso como
conglomerante el cual, al carbonatarse, recupera la solidez de la piedra original. Este
proceso, el denominado ciclo de la cal, explica el proceso químico mediante el cual se trata
este material para obtener el producto final apto para la construcción.
Existen diferentes tipos de cal, tanto por su composición como por su presentación o
propiedades, que reciben diferentes denominaciones establecidas mediante normativas.
Ciclo de la cal
Alba Pérez
Obtenemos así el óxido de cal, también denominado cal viva. Se trata de un material
dispuesto en terrones esponjosos de 0,5 kg/dm3 de densidad aparente y unos 2,3 kg/dm3 de
densidad real. El óxido cálcico debe ser extinguido, apagado o matado, añadiendo agua,
obteniéndose así hidróxido cálcico mediante una reacción exotérmica que en contacto con
tejidos orgánicos produce cauterizaciones.
Según la cantidad de agua aportada obtendremos cal aérea en polvo, en pasta o en lechada,
que se aplicará mediante diferentes técnicas según el caso.
Una vez colocado el compuesto en obra, éste entra en contacto con el dióxido de carbono
del ambiente, recarbonatándose y adquiriendo de nuevo la composición de carbonato
cálcico.
A estas reacciones se las llama ciclo químico de la cal aérea por ser un proceso en el cual el
material de inicio y el resultado final son químicamente idénticos. Alguna de sus
propiedades, en cambio, habrán variado durante este proceso.
A una temperatura que oscila entre los 850 y los 900ºC se descompone el carbonato cálcico
(CO3Ca).
CO3Ca + (SiO2)a(Al2O3)b(H2O)c + Q
* La notación para una cal hidráulica natural con adición de puzolanas hasta un máximo del
20% según normativa, con una resistencia de por ejemplo 3,5 MPa sería NHL 3,5 Z. A estas
cales se las denomina cales formuladas (FL) y pueden realizarse tanto con cales aéreas como
con cales hidráulicas.
Bibliografía: (AENOR)
Tipos de cal
Alba Pérez
La piedra caliza, materia prima de lo que conocemos como cal, está compuesta por
carbonato cálcico y carbonato magnésico o dolomítico en diferentes proporciones. El
carbonato magnésico al calcinarse se descompone formándose óxido de magnesio, el cual
retarda la recarbonatación del óxido cálcico dificultando así la elaboración del producto
final. Por ello, deben distinguirse las cales de composición cálcica o dolomítica según el
porcentaje de magnesio que éstas contienen.
Se denomina cal cálcica aquella cuyo contenido en carbonato magnésico es inferior al 5%.
Análogamente, denominaremos cal dolomítica aquella que tenga un contenido en carbonato
magnésico entre el 5% y el 30%, ya que en porcentajes superiores no se contempla para
trabajos de construcción. En toda piedra caliza la proporción de carbonato cálcico será
mayor a la de carbonato magnésico hasta un máximo del 50% de CO3Ca y un 50% de
CO3Mg.
Según la naturaleza de las cales, se establece una segunda clasificación diferenciando las
cales aéreas de las hidráulicas.
Se denominan cales aéreas aquellas que están constituidas principalmente por óxido o
hidróxido cálcico y que tiene la propiedad de endurecerse mediante el contacto con el
dióxido de carbono del aire. Se denominan cales hidráulicas aquellas que se obtienen de la
calcinación de calizas que contienen sílice y alúmina, las cuales confieren al aglomerante
hidraulicidad.
Las cales cálcicas se comercializan como cales vivas (Q) (CaO) o cales apagadas. Las cales
dolomíticas, dada la dificultad de hidratación, pueden subministrarse apagadas, es decir,
conteniendo hidróxido cálcico y magnésico, o semiapagadas, conteniendo hidróxido cálcico
y óxido magnésico.
Por otro lado, diferenciaremos las cales hidráulicas según si éstas deben su hidraulicidad a
la composición natural de su materia prima o si se han obtenido mediante la adición de
componentes a la caliza de forma artificial, discriminando así las cales hidráulicas naturales
(NHL) de las artificiales (HL).
En un término medio encontramos productos cálcicos a los que se les han añadido
materiales hidráulicos o puzolánicos adecuados hasta un 20% en masa, los cuales son
conocidos como cales formuladas (FL) y se señalizan con la letra Z. Esto supone una
contradicción, ya que al poder añadir adiciones no especificadas hasta un 20% y
pudiéndose llamar igualmente NHL podemos fabricar un producto cuya base sea cal
hidráulica natural a la cual le añadimos un 20% de clínker, formando así un conglomerante
cemento-cal que podemos comercializar a nombre y precio de cal hidráulica natural.
El siguiente esquema resume los tipos de cal anteriormente comentados, según la UNE EN
459-1:2002. Es importante comentar que, aunque en dicho esquema se especifica que la cal
dolomítica totalmente hidratada solamente se administra en polvo, también puede
suministrarse en pasta.
Bibliografía: (AENOR)
Hidraulicidad
Alba Pérez
Louis Joseph Vicat realizó una clasificación de las cales según su índice de hidraulicidad tal
y como se muestra en la siguiente tabla (Vázquez et al. 1993).
Cal aérea
0,0 a 0,10
Cal débilmente hidráulica
0,10 a 0,16
Cal medianamente hidráulica
0,16 a 0,31
Cal hidráulica normal
0,31 a 0,42
Cal eminentemente hidráulica
0,42 a 0,50
Por su parte, el ingeniero de caminos P.C. Espinosa (Espinosa, 1859) confeccionó una tabla
donde clasificaba las cales según su hidraulicidad y determinaba el tiempo de fraguado
aproximado en cada caso. Asimismo, numerosos tratados establecen los tiempos de
fraguado de forma más concreta para cada tipo de cal. Esta información se resume en la
siguiente tabla.
De éstos últimos cabe resaltar un error de concepto en la fuente de origen que ha sido
corregido, ya que denomina las cales medianamente, propiamente o eminentemente
hidratadas, refiriéndose a cales hidráulicas. Es importante por ello no confundir las cales
hidratadas, es decir, compuestas por hidróxido cálcico (Ca (OH)2) de las cales con
propiedades hidráulicas.
También es importante resaltar el hecho que lo que se considera en esta tabla cal límite o
cemento rápido no puede denominarse hoy en día cal, ya que como se ha comentado
anteriormente si la hidraulicidad es igual o superior a 0,5 se denomina cemento, tal y como
hemos comentado anteriormente.
La velocidad global del proceso depende de la de cada una de estas etapas, y los principales
factores que influyen son:
Fabricación
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Alba Pérez
1. Materias primas
3. Trituración
4. Calcinación
5. Hornos
6. Sistemas de apagado
6.1. Al aire
6.4. En autoclaves
7. Reposo y almacenaje
1. Materias primas
La materia prima para la fabricación de la cal es la piedra caliza, que, cuando es pura, está
constituida por carbonato cálcico con un 56% en peso de CaO y un 44% de CO2.
Las calizas suelen tener impurezas casi siempre de arcillas y otras substancias como
sulfuros, álcalis y materias orgánicas. Al realizarse la cocción algunas se eliminan
volatilizándose o permanecen en pequeñas cantidades, que apenas influyen en la calidad del
producto.
La arcilla es la principal impureza que poseen las calizas y determina la hidraulicidad de las
mismas.
Puede explotarse en galería o a cielo abierto. Ésta última es la más usual en España.
Se efectúa en primer lugar un desmonterado consistente en la extracción de las tierras de
labor que eventualmente cubren los yacimientos calizos. Se abre luego el frente de
explotación mediante las operaciones de perforación y barrenado.
Posteriormente el producto se transporta a fábrica, por el medio más apropiado, que suele
estar próxima a las canteras, ya que estas industrias suelen ser de corto radio de acción.
Resaltaba como caso particular los Heduos que, como otras zonas costeras, no disponían de
rocas calizas y por tanto fabricaban cal con las conchas, no siendo la materia obtenida tan
dura como la cal que proviene de los guijarros o las canteras.
3. Trituración
Antes de introducir el producto en los hornos es necesario el machaqueo, el cual puede ser
seguido por una molienda según el tipo de horno del que se disponga. Esta fase puede
realizarse en cantera o en fábrica. En los hornos tradicionales se procedía con escrupuloso
orden en la elección de los tamaños de las piedras para su colocación en el horno, tal y
como muestra la siguiente figura. Los hornos continuos modernos, que se describen más
adelante, se suelen alimentar de un tamaño constante de piedra que es fruto del equilibrio
entre diversos factores como la temperatura del horno, el tiempo de estancia en su interior,
el precalentamiento, el tiraje por convección de los gases, etc.
4. Calcinación
El calor que se suministra a la caliza para su transformación produce un primer efecto que
consiste en la evaporación del agua de cantera. Posteriormente sigue aumentando la
temperatura hasta conseguir la descomposición de la caliza.
Se pensaba que el calor empleado para evaporar el agua de cantera era calor perdido, pero
Gay Lussac demostró que la presencia de agua y del vapor por ella producido facilita el
proceso de disociación (Vázquez et al. 1993).
.
5. Hornos
Si son piedras gruesas se necesitará más combustible y su núcleo no quedará bien cocido,
formándose así los caliches. Las piedras pequeñas en cambio dejarán poco espacio para
producir un tiro adecuado que lleve el CO2 al exterior, pudiéndose producir así una
reversión en la reacción.
Se distinguen dos clases principales de hornos, los intermitentes y los continuos. Los
hornos intermitentes son aquellos que se empleaban antiguamente, que se explican en el
siguiente apartado de hornos antiguos. Los hornos continuos se utilizan en la actualidad y
se denominan así porque su diseño permite una emisión de calor continuo hacia el material
a calcinar, consiguiéndose así un óxido de cal más homogéneo y con mejores propiedades.
5.1. Hornos intermitentes
Los hornos antiguos se denominan hornos intermitentes porque debían apagarse al finalizar
cada calcinación. En estos hornos el calor no se distribuía de forma equitativa en todo el
material que se calcinaba. Se distinguen en este tipo los hornos rudimentarios de los hornos
de cuba.
Los hornos de cuba están hechos de fábrica de ladrillo que puede ser refractaria. Está
formado por una cámara cilíndrica que se ensancha por el centro. El material se introduce
por su parte superior y en la inferior se forma una cámara de combustión con las piedras
más gruesas y conectadas al exterior por un lateral por donde se suministra el combustible.
Son hornos de baja producción, que actualmente también se encuentran en desuso. Algunos
están siendo restaurados dado su valor cultural.
Resulta de gran interés la colección de videos que realizó Eugenio Monesma, entre los
cuales se encuentra una obra sobre la confección de hornos tradicionales (Monesma, 2004).
Se distinguen cuatro tipos principales: los hornos Rudersdorf, los de llama corta, los
verticales y los rotatorios.
En los hornos Rudersdorf, la caliza se introduce por la parte superior del horno, saliendo
la caliza ya calcinada por el conducto de expulsión con el que está conectado. A unos
cuatro metros de la base hay una serie de hogares que son alimentados con carbón de llama
larga (antracita), y conectados con los ceniceros. El horno se completa con unas
dependencias y espacios anexos que facilitan el aislamiento y reducen las pérdidas por
calcinación.
En los de llama corta son generalmente de ladrillo, con alturas de unos 16m y diámetro de
3,5m y el combustible es el carbón de llama corta. Su funcionamiento es continuo y se
cargan capas alternadas de caliza y carbón.
Los hornos verticales son más actuales, la calidad del producto resultante es mucho mejor
y su automatización consigue abaratar los costes de mano de obra. Consiste en una cámara
cilíndrica de ladrillo que lleva en su parte inferior unas toberas para inyectar aire para la
combustión.
La piedra caliza por el camino de descenso del interior del horno pasa por diferentes fases.
Una primera de precalentamiento, una segunda de cocción y una tercera de enfriamiento,
producido por el aire que se inyecta por las toberas que, al mismo tiempo, recoge el calor
de la cal ya cocida y lo lleva a la zona de altas temperaturas.
Una vez calcinado el material, el producto resultante se recoge en el extremo inferior del
horno y pasa a un enfriador que suele ser un cilindro de iguales características que el horno,
pero de menor longitud.
6. Sistemas de apagado
CaO H2 O Ca (OH)2
56 g/mol 18 g/mol 74 g/mol
Por tanto, se requieren 18 partes en peso de agua por cada 56 partes de óxido de cal para
realizar el apagado. Teniendo en cuenta la pérdida de agua por evaporación al producirse la
reacción de hidratación de la cal viva, se considera necesario alrededor de un 33% de agua
en peso para obtener cal apagada en polvo, entre 300 y 400% para obtener una cal en pasta
y más de un 400% para obtener una lechada o agua de cal.
En segundo lugar, cuanto mayor sea la pureza de la cal mayor será la velocidad de
hidratación. Y por último, la temperatura de cocción de la cal también resulta decisiva,
puesto que tanto los fragmentos poco cocidos como muy cocidos tienen poca capacidad de
hidratación.
Para las cales hidráulicas el proceso de apagado es mucho más complejo debido a los
silicatos y aluminatos que ésta contiene. Resumidamente consiste en proporcionar una
cierta cantidad de agua al producto cocido previamente a su entrada en un silo. Los
procesos de apagado del óxido, formación de vapor y nuevo apagado del resto de partículas
se producen progresivamente en el silo.
6.1. Al aire
6.3. Por fusión
Se conoce como cedón al fenómeno que se produce por añadir poca agua o un batido
insuficientes, y por inundación al fenómeno producido al aportar una cantidad excesiva de
agua (Vázquez et al. 1993).
6.4. En autoclaves
Cosiste en introducir la cal en forma de terrones en unos autoclaves a los cuales se les
inyecta vapor de agua a presión. En este sistema se consiguen apagar totalmente las cales
dolomíticas.
6.5. En hidratadores mecánicos
Su fin principal es conseguir una perfecta dosificación entre la mezcla de cal viva y agua.
Sin embargo, hay que controlar el calor que se produce en la hidratación ya que puede
aumentar mucho la temperatura en el hidratador y no se llegue a apagar totalmente la cal,
sobre todo si no es un producto uniforme.
En las cales hidráulicas la operación de apagado es fundamental, ya que de este proceso van
a depender mucho las propiedades hidráulicas. El apagado se suele realizar por aspersión y
por capas consiguiendo de este modo no sobrepasar la temperatura de 120ºC. De este modo
evitamos la hidratación de los silicatos y aluminatos, que conllevaría a la pérdida de las
propiedades hidráulicas del producto, que recibe el nombre de cal ahogada.
7. Reposo y almacenaje
En cuanto a los periodos de tiempo de reposo de una cal en pasta desde su apagado hasta su
utilización existen diferentes opiniones según la época y el autor. Según Vázquez, por
ejemplo, antes de emplear la cal apagada es conveniente dejarla reposar 6 días. La antigua
norma MV 201 establecía en cambio un periodo de 2 semanas antes de su uso, y 20 días si
la pasta de cal iba a ser empleada para morteros para enlucidos.
Por otro lado, los tratados antiguos de la construcción establecían tiempos más largos,
como es el caso de la obra de Benito Bails (Bails, 1796), quien aconsejaba no utilizar
ninguna cal que no hubiese sido apagada por lo menos tres meses antes.
Rieger, en cambio, afirmaba que “Para que la cal no estorbe a los colores que se han de dar
al muro, guárdese diez años o más y servirá también a manera de betún para unir las
piedras”.
En cuanto a las cales hidráulicas, antes de su uso y almacenaje, se las somete a una
operación de cernido que tiene como misión separar la cal apagada de los trozos poco o
muy cocidos.
Esto se consigue haciendo pasar la cal por tamices que van reteniendo los trozos más
gruesos. La cal que ha pasado por todos los tamices recibe el nombre de flor de cal. Los
residuos resultantes son de color amarillento y se denominan incocidos. Y de color gris
verdoso quedan los sobrecocidos, los “grappiers”, que se pueden moler y añadir a la cal
mejorando sus características hidráulicas, conociéndose el producto resultante como
cemento de grappiers, raramente usado en la construcción.
En cuanto a su almacenaje, Fray Lorenzo de San Nicolás (San Nicolás, 1639) afirmaba que
“La cal después de cocida conviene mojarla poco a poco hasta que del todo esté satisfecha
con agua, que será cuando del todo esté desatada: y puesto a la sombra se guardará en lugar
húmedo, sin mezcla, sino cuando mucho, un poco de arena por encima, y de este modo se
conserva largo tiempo, mejorándose de continuo”.
De este modo, cubriéndola con arena, se evitaba que la cal se carbonatase. Actualmente se
almacenan en sacos, silos o barriles según su formato de distribución y si ésta se encuentra
en polvo, en pasta… como se ha visto anteriormente.
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