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Ética: a la búsqueda de la felicidad

“La ética humanista, en contraste con la ética autoritaria, puede distinguirse de ella por un
criterio formal y otro material. Formalmente se basa en el principio de que sólo el hombre
por sí mismo puede determinar el criterio de la virtud y pecado, y no una autoridad que lo
trascienda. Materialmente se basa en el principio de que lo “bueno” es aquello que es
bueno para el hombre y “malo” lo que le es nocivo, siendo el único criterio de valor”

Fromm. E. (1947). Ética y Psicoanálisis.

Muchas veces nos hemos preguntado lo siguiente: ¿qué es lo que más deseo tener en la vida? Algunos
dicen poder, otro dicen dinero, respeto, vivir tranquilos, una buena relación con nuestra respectiva
pareja, etc. “Detrás de todos estos objetivos que, o sólo tienen apariencia de bienes o son en realidad un
medio para alcanzar otro objetivo, existe un bien que se busca por él mismo: la felicidad. Según
Aristóteles, la felicidad (eudaimonia) es el bien supremo, deseable por él mismo y que no se subordina a
ningún otro […] cada uno encuentra la felicidad, si la encuentra, en un lugar diferente.” (Riera, 2009)

Sin embargo, el problema radica en cómo conseguir esta felicidad y es ahí en donde fallamos en
obtenerla o también somos engañados, creyendo en tener una felicidad auténtica, pero no lo es porque
desaparece con el tiempo. Hay casos, como los que presenta el libro “Ética para Amador” de Fernando
Savater, donde algunas personas creen que dejar todo a un lado, y conformarse sólo con lo que nos
complace en el momento es la manera de hallar felicidad y hay otras que piensan como Maquiavelo: “el
fin justifica los hechos”, haciendo cualquier cosa ya sea que afecte negativamente o positivamente a la
misma persona y a los de su alrededor con tal de conseguir lo que quiere, pero resulta que en realidad
eso no era lo que más deseaba.

Entonces qué hacer ante tantos intentos fallidos, o la verdadera incógnita: ¿cómo conseguimos esa
codiciada “felicidad”? A lo largo de este ensayo trataremos de encontrar la respuesta a esta pregunta,
demostrando que la buena vida se obtiene por una sola cosa: la ética.

La ética se vincula a la palabra libertad, esto se debe a que los humanos tenemos elegir entre una cosa y
otra, pero no por esto podemos realizar todo lo que queramos, ya que en este caso seríamos
omnipotentes, sin embargo, podemos elegir lo que queramos entre las múltiples posibilidades
existentes. Para no equivocarnos en las decisiones que tomamos tenemos que adquirir un “saber vivir”
(ética) para así seguir el curso correcto de nuestras vidas. Esto es lo que nos diferencia en gran parte de
los animales, ya que ellos están predeterminados por la naturaleza para hacer y dejar de hacer las cosas.

La libertad de elegir entre una cosa u otra nos lleva a pensar que lo que nos conviene es lo que
conceptualizamos como “bueno” y lo que no es “malo”. Pero a veces el mapa no está bien trazado,
existen ambigüedades, para esto es que los humanos poseemos el poder de la libertad, es así como
construimos nuestra propia ética. LA CONDENACION DE LA LIBERTAD

Y por el hecho de ser libres, somos responsables de nuestras acciones, incluso en situaciones límites.
Consiguientemente, libertad y responsabilidad van unidas y no pueden separarse desde el punto de
vista ético y más cuando la responsabilidad emana de nuestra libertad. No debemos solo dejarse
llevar por un capricho (libertinaje) para decidir lo que haremos, una regla no indica siempre lo que
debo hacer, aunque su nombre lo diga así y las costumbres pueden terminarse, somos libres de elegir
lo que haremos, libres pero no negados de responsabilidad. Los prejuicios sociales que influyen y
determinan tendencias son solo muestras de un desarrollo efímero,  un ser humano que rige su vida
en este mundo,  pensando solo linealmente es un triste individuo con poco provecho de su intelecto.
La libertad es un concepto propio del ser humano, para su buen uso debe ser social, no todo lo que
parece es, resulta difícil determinar un juicio asertivo frente tantas variantes, sin embargo debe
quedar muy claro que la ética de un hombre no tiene relación alguna con reglas, ni   caprichos o
castigos.

Algo que debemos de mencionar es que la ética y la palabra moral no son lo mismo. Sólo
superficialmente pueden considerarse sinónimos. Pero la etimología y la historia semántica de estos
términos nos advierten que ethos alude a aquel comportamiento de los individuos que pueda ser
derivado de su propio carácter (esta raíz se conserva en su derivado más reciente, «etología»),
mientras que mos, moris alude a las «costumbres» que regulan los comportamientos de los
individuos humanos en tanto son miembros de un grupo social. Es decir que la ética, debe de asumir
que el único fin del obrar humano es la felicidad, de manera que los demás conceptos morales
(justicia, virtud, honradez, etc) no son sino medios para alcanzar dicho fin y tengo la opción de
tomarlos en cuenta o no en la toma de decisión.

Es entonces, como respuesta a la interrogante planteada: La ética permite dar a conocer la manera de
cómo han de organizar su vida los humanos para lograr la felicidad y bienestar de la vida de ellos y de
otros, pues es tan importante la ética que hasta tenemos que decidir sobre vidas humanas. Recuerdo
una frase que remarcaba el padre Daywin en la charla que nos hizo acerca de este tema: “Esto es una
situación de vida y muerte.” Pensé en su momento que era un tanto exagerado pero me he dado
cuenta que es cierto, ya que se refería a los dilemas éticos que muchas veces han provocado temas de
debate entre las personas, más sin embargo, en esto consiste la ética: en proporcionarnos los
elementos necesarios para poder resolver nuestros conflictos, (intersubjetivos y intrasubjetivos, de
manera que podamos lograr el equilibrio psíquico, potenciando nuestras posibilidades de “goce” y
tratando de conseguir unas relaciones armónicas y justas con las demás personas.

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