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PARTE II.
El partido por dentro
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„ as y a erdos en el PAN:


„as fraiones y
„a oaliión dominante
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FRANCISCO REVE„ES VÁZQUEZ

En estas líneas se presenta una caracterización de las fracciones o corrientes del Partido
Acción Nacional. Al analizar esta faceta de la organización es necesario ir un poco más atrás en el
tiempo para comprender lo que ocurre con los grupos internos en la actualidad. Es preciso tomar
en cuenta el origen de esos grupos en la crisis organizativa que sufre a mediados de los años
setenta, a partir de la cual, como hemos señalado en otro lugar, el partido se reestructurará y se
desenvolverá con un perfil distinto al de las décadas anteriores.

Para este estudio se recuperó la tipología de Giovanni Sartori sobre fracciones. Dicha tipología
considera los siguientes aspectos: estructura, motivación, actitud (ideológica o pragmática),
posición (izquierdista o derechista), composición y papel dentro del partido. Además, se rescata la
noción de coalición dominante que Panebianco formuló para caracterizar a la élite dirigente de los
partidos. Por último, usamos también las ideas de Michels sobre la circulación de las élites.

Acción Nacional nació con un perfil doctrinario que hacía predominar su papel como agente
concientizador por encima de su actividad electoral. Este rasgo esencial se mantuvo desde 1939,
año de su fundación, hasta 1975, cuando padeció una crisis organizativa de grandes dimensiones.
Posteriormente su rasgo distintivo fue su profesionalización en el ámbito político electoral.

1 Profesor de tiempo completo adscrito al Centro de Estudios Políticos de la Faculta de Ciencias Políticas y Sociales de laUNAM.
El autor desea agra-decer los comentarios a una primera versión de este trabajo que realizaron Soledad Loaeza, Luis Javier Garrido, José
Luis Tejeda, José Raymundo García, Leonardo Valdés, Octavio Rodríguez Araujo, Guillermina Baena y Gabriel Corona. Asimismo expresa
su gratitud a Rene Torres-Ruiz, Antonio Alejo Jaime y José Javier Rodríguez Flores por su colaboración en la recolección de información
hemerográficadel periodo 1995-2000.

2 Reveles Vázquez, Francisco, Sistema organizativo y fracciones internas del Partido Acción Nacional (1939-1990), México,
FCPS-UN AM, Tesis de Maestría en Ciencia Política, capítulo 3.
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En esos dos grandes periodos se distingue el tipo de corrientes o fracciones internas. En


primer término, entre la fundación del partido y la crisis de los setenta, la motivación de las
fracciones fue ideológica. Es decir, los grupos internos se constituyeron con base en principios, en
afinidad de ideas. Esto no sucede con las fracciones que actúan desde la crisis. De entonces a la
fecha los grupos aparecen más bien como fracciones por poder. Esto explica tanto el pragmatismo
electoral que el partido ha adoptado paulatinamente desde la década pasada como la dinámica de
sus corrientes. Por ello hoy más que nunca resulta erróneo tratar de explicar los conflictos
internos en razón de dos corrientes, una doctrinaria y otra pragmática: actualmente todas las
fracciones panistas son esencialmente pragmáticas.

La institucionalización del partido se aprecia en la dinámica de sus fracciones pero sobre


todo en el tipo de coalición dominante con que cuenta. Su relativamente alto grado de cohesión y
de estabilidad le ha permitido desenvolverse satisfactoriamente en la arena electoral, asegurando
con ello también la unidad interna. La escisión de los doctrinarios y pragmáticos de los setentas no
significó un viraje para la organización sino al contrario: al carecer de críticos, la fracción
pragmático gradualista pudo erigirse en hegemónica y tomar el control del partido en su ascenso
al poder.

Pero la composición de la coalición dominante puede cambiar en razón de factores


internos o externos. En el caso del PAN, la sucesión presidencial del 2000 implicó la alteración del
equilibrio interno a favor de una fracción pragmática poco dispuesta a la negociación con el
gobierno, con un marcado Liderazgo personalista y de fuerte extracción empresarial. La fracción
gradualista cedió mucho terreno a esta corriente en aras de ganar más y más cargos de elección
popular. Aunque finalmente lo logró, la recomposición de la coalición en su favor no le será nada
fácil no sólo por el tipo de Liderazgo de la fracción contrincante sino porque ésta cuenta con un
espacio de poder inigualable: la institución presidencial. La nueva configuración de la coalición
panista dependerá en buena medida de su papel en la dinámica interna. Este es un tema que por
cuestiones de espacio no abordaremos en estas líneas.

„as fraiones en la risis y la ref ndaión

En el crítico periodo de 1972 a 1978, Acción Nacional se dividió en dos grandes fracciones:
la pragmática y la doctrinaria. La primera, producto de la creciente presencia de algunas
dirigencias locales y de viejos militantes, se adjudicó el papel político fundamental al tener en sus
manos la dirección desde 1972. Esta corriente organizó a los grupos intermedios afines, por lo que
se estructuró como una coalición entre el líder nacional y varios dirigentes regionales e
intermedios. Su motivación era el reparto del poder y sostenía posiciones de derecha.
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José Ángel Conchello (dirigente nacional de 1972 a 1975) se especializó en el manejo de un


discurso antigobiernista y electoralista, alejado de los principios doctrinarios de su partido. En sus
ideas estaba presente la concepción del partido como un instrumento de lucha electoral para la
conquista del poder y no la visión que tradicionalmente había predominado en el partido en el
sentido de pensarlo como una institución de adoctrinamiento cívico. El contexto nacional hacía
necesaria una actitud de este tipo por el protagonismo que la izquierda comenzaba a tener en
diversos espacios sociales y ante las políticas "populistas" del presidente de la República en turno.
La derecha panista trataba de hacerse de un lugar en el nuevo escenario político mediante un
discurso notoriamente antigobiernista.

La fracción doctrinaria se perfiló como tal en el proceso mismo de confrontación. Logró


organizarse gracias también a su permanencia en los principales órganos dirigentes desde 1975,
año en que desplazan a Conchello y sus seguidores. La fracción Doctrinaria estaba compuesta por
un conjunto de dirigentes, entre los que destacaba Efraín González Morfín, que fueron formados
por la fracción liberal moderada de los sesenta y provenían básicamente del centro del país.
Aunque su actitud fue doctrinaria, su motivación también fue por el reparto del poder interno
(para derrotar al grupo contrincante). El papel que jugó en este proceso fue fluido pues en
ocasiones cumplió una función política (al participar en la toma de decisiones), en otras de veto
(cuando las diferencias iban siendo mayores) y en algunas más de apoyo. Sus posiciones también
eran de derecha, si bien los doctrinarios llegaron a blandir posiciones críticas frente a los
empresarios.6

La disputa entre pragmáticos y doctrinarios se comprobó en dos procesos internos


fundamentales: 1) el cambio de dirigencia nacional y 2) la postulación del candidato a la
presidencia de la República. Cuando los primeros perdieron la reelección de Conchello (su
principal] dirigente) en 1975, la dirigencia formal de González Morfín se vio en serios aprietos para
enfrentar a los seguidores del ex presidente nacional del partido. En el segundo proceso las
contradicciones se agudizaron a tal grado que el uso discrecional de las normas estatutarias de
parte de la dirigencia fue determinante en la derrota de la fracción pragmática.

Conchello no pudo reelegirse, pero puso en duda siempre la actuación de la dirigencia


electa. González Morfín resolvió no enfrentarlo y no consiguió sostenerse al frente del partido:
renunció unos cuantos meses después de haber tomado posesión. Su sustituto fue Manuel
González Hinojosa, quien anteriormente había sido presidente nacional y contaba con el soporte
de los sectores más tradicionales del partido.

 En mayo de 1975, la dirigencia nacional encabezada por González Morfín con motivo de la fundación del Consejo
Coordinador Empresarial, máximo organismo de los empresarios del país, señaló que en tal organización se mantenía "una posición
clasista, egoísta, que se olvida de los puntos de vista de otros grupos, que tiene demasiado en cuenta el bien de sus agrupa-ciones y se
olvida del bien común"; además, aseguraba también que el CCE tenía "una visión totalmente parcial de los problemas económicos de
Méxi-co y de la empresa privada". Citado por Concheiro. Elvira, el. ai, El poder de la gran burguesía, México, Ediciones de Cultura
Popular, 1979, p. 324.
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José Ángel Conchello, actuando como si todavía fuera titular de la jefatura, dio a conocer a
Pablo Emilio Madero (militante de Nuevo León) como el candidato idóneo para 1976.

Además de Madero, compitieron por la candidatura el diputado David Alarcón Zaragoza y


el ex candidato a gobernador de Baja California, Salvador Rosas Magallón. Por primera vez,
presionados por la actitud de Madero, los precandidatos hicieron campaña desde septiembre de
1975.

Las precampañas (en las cuales hubo tres debates públicos) expresaron las diferencias
internas. Alarcón Zaragoza, abogado y ex candidato a gobernador de Jalisco en 1961, emitió juicios
severos contra Madero y sus seguidores, en especial contra Conchello, a quien consideraba el líder
real del grupo maderista. Por su parte, Rosas, conocido como "el abogado del pueblo" apareció
tardía-mente en la precampaña, despuntando en su discurso la idea de que el enemigo a vencer
era el abstencionismo.

Madero, por su parte, se consagró a buscar el apoyo de los comités regionales, los cuales afloraron
como sus principales bases. Por su parte, el CEN dio muestras de no apoyarlo.

La convención convocada para elegir candidato no cumplió con su cometido en 1975. Ninguno de
los precandidatos alcanzó el porcentaje estatutario (80%) y ninguno declinó en favor de alguno de
sus contrincantes.

8 Los diputados Eduardo Limón y Alfredo Oropeza señalaron que había una lucha en el PAN entre
la "élite" que lo dirigía y las "infanterías", y que "los viejos sienten que se les está yendo de las
manos y están haciendo todo lo posible para evitarlo". Aseguraron que Madero era "el líder de las
infante-rías". Excélsior, 17 de octubre de 1975. p. 1A y 18A.

A principios de 1976, en la convención extraordinaria, luego de siete rondas de votación y en


medio de severas y hasta ofensivas críticas a la dirigencia, el presidente nacional, Manuel González
Hinojosa, declaró que el partido se quedaba sin candidato. A pesar de que Madero obtuvo siempre
el voto mayoritario de los delegados, no pudo traspasar el porcentaje estatutario.

La crisis de 1975-1976 tuvo su máxima expresión en este proceso de selección de candidato.


Diversos fenómenos se sintetizaron en él, como las contradicciones entre dos fracciones por
poder, los problemas de la renovación generacional de los dirigentes, la aparición de los líderes
regionales. En el fondo, la transformación de un partido doctrinario en uno de franca orientación
electoral.

La expresión clara de la crisis fue que el partido se quedó sin saldar las diferencias y sin candidato
presidencial. El impacto de esta ausencia panista para el régimen político fue significativo: sin el
PAN la fachada democrática quedó desdibujada.

Los doctrinarios hicieron todo lo posible por debilitar a sus contrincantes y también para
sancionarlos. De hecho, esta fracción bloqueó a la otra con el fin de que no ocupara más espacios
de poder. En el corto plazo esto le permitió someter a los pragmáticos a un difícil proceso de
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negociación mediante el cual recuperó la hegemonía que había tenido antes, aunque por muy
poco tiempo (como se verá más adelante).

En 1977 el partido eligió al que sería el principal dirigente a lo largo de toda la vida reciente de la
organización. Abel Vicencio Tovar (1978-1984) ganó la presidencia en medio de la confrontación
latente y, en ocasiones, abierta entre las corrientes. Sin definirse claramente por alguna de ellas,
orientó su gestión a la reconstrucción organizativa, a la participación electoral y, en tercer plano, a
la superación de las diferencias internas.

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Fuente: elaboración propia.

La reforma política de 1977 y la presencia de nuevos adversarios electorales ejercieron


una influencia positiva en la reconstrucción del partido. En 1979, a pesar de los nuevos
competidores, Acción Nacional consiguió el segundo lugar electoral.

La labor de Vicencio Tovar fue respaldada por la gran mayoría de los miembros al
reelegirse, a pesar de que tuvo que padecer la dimisión de varios representantes de la fracción
doctrinaria. Por su parte, los pragmáticos ganaron espacios en el partido, el cual fue
perfeccionándose como protagonista esencial en las contiendas electorales.

Hubo tres aspirantes a la candidatura presidencial para 1982: otra vez Madero, Héctor
Terán Terán, dirigente del partido en Baja California, y Luis Castañeda, viejo militante de Oaxaca;
Jesús González Schmal declinó antes de que se realizara la convención. Los dos primeros fueron
los que mantuvieron una lucha constante, si bien en un tono respetuoso y cordial.

Después de la experiencia anterior, el porcentaje estatutario para obtener la candidatura había


sido disminuido a las dos terceras partes del total de votos de la convención. Sin muchos
problemas, Pablo Emilio Madero consiguió la postulación con el 69% de los votos, por el 27.2 de
Terán y el 3.8 de Castañeda. Los perdedores manifestaron públicamente su respaldo a Madero.

De este modo el que había sido uno de los principales responsables de la crisis panista cinco años
atrás se ganó el respaldo de la gran mayoría de los delegados. Las razones de este fenómeno
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fueron tres: el paulatino fortalecimiento de la fracción encabezada por Conchello y Madero; la


salida de sus principales detractores entre 1976 y 1978; y la marcada orientación electoralista del
partido a partir de la reforma política de 1977, a tono con el perfil de dicho aspirante.

Frente a importantes adversarios de izquierda como el Partido Socialista Unificado de


México y el Partido Revolucionario de los trabajadores, partidos en ese entonces de nuevo
registro, el PAN rea firmó su discurso electoralista para tratar de hacerlo más atractiva los
ciudadanos. Esto fue característico entre los miembros de a fracción pragmática.

Con Madero, el cuatro de julio de 1982, el partido refrendó su segundo lugar electoral con
3 millones 745 votos, lo que representó el 15.86% de la votación en la elección presidencial. Si
bien no contó con abanderado en 1976 y no obstante la existencia de nuevas opciones (entre las
que no hay que olvidar en el espacio ideológico de derecha al Partido Demócrata Mexicano,
proveniente de la Unión Nacional Sinarquista, antigua aliada del blanquiazul), pudo mantenerse en
su puesto y conseguir el mayor número de votos en la historia de la organización.

Con su campaña, Pablo Emilio Madero hizo patente |a renovación del partido y demostró
la fuerza electoral que iba a ser constante en los siguientes años.

Acción Nacional comenzó a manifestar signos de consolidación organizativa en la década


de los ochenta: el partido concedía cada vez más importancia al aspecto organizacional; el número
de miembros aumentaba; las victorias electorales se multiplicaban en el plano local; los cuadros
medios y altos comenzaban a profesionalizarse. Poco a poco se formó un conjunto de dirigentes
locales que impulsaron las principales luchas electorales. La integración de empresarios a la
organización reafirmaría el pragmatismo electoral presente desde la década anterior y aportaría
los recursos necesarios para su profesionalización.

„as tendenias de la fraión pragmátia

Si bien en un principio la fracción electoralista salió disminuida de la crisis de los setenta,


poco a poco comenzó a ocupar los espacios de poder primordiales. Tal vez la más difícil pero
también la más importante victoria de esta fracción sobre la doctrinaria fue, efectivamente, la
integración paulatina de algunos de sus cuadros en el CEN panista y en el reparto de candidaturas.
Desde 1984 la tendencia pragmática se convirtió en el eje de la coalición dominante.

Hasta cierto punto estos acontecimientos fueron influidos por la reforma electoral de 1977 y por
la crisis económica. Ambos elementos obligaron al partido a una actitud más electoralista, tal
como la había asumido Conchello y sus seguidores poco tiempo atrás.
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El excepcional ascenso electoral en la década de los ochenta fue signo inequívoco del
fortalecimiento de muchos órganos intermedios, en particular de los comités regionales del norte
de la República. Asimismo, en esto influyó también el ingreso de miembros de la iniciativa privada
que habían visto afectados sus intereses por la nacionalización de la banca y que estaban
preocupados por la política económica que seguiría el gobierno para salir de la crisis. Se debe
nombrar a Manuel J. Clouthier, Emilio Goicochea Luna, Ricardo Villa Escalera, Rodolfo Elizondo,
Ernesto Rufo, Juan Luis Coindreau, Humberto Rice, Rogelio Sada, Fernando Canales Clariond,
Francisco Villarreal, Jorge Ocejo Moreno. La mayoría de ellos ingresaron al PAN poco después de
1983 y con el tiempo se convirtieron en dirigentes o candidatos de alto rango en el partido. Cabe
señalar que no pocos de estos nuevos militantes tenían nexos con organizaciones de católicos
militantes, con lo cual su orientación a favor de los intereses de la iglesia católica comenzaría a
aparecer aunque en forma intermitente.

Apoyado en buena medida por esos grupos, Pablo Emilio Madero ganó la presidencia
nacional del partido en 1984. Sus contrincantes fueron: Jesús González Schmal (quien había sido
secretario general con Vicencio), Carlos Castillo Peraza (por entonces dirigente de Yucatán) y
Edmundo Gurza Villarreal.10

La creciente importancia de las dirigencias regionales fue rebasando cada vez más a la
fracción dominante, radicalizando las posiciones electorales puestas en funcionamiento desde los
primeros años de la gestión de Abel Vicencio Tovar y que se reiteraron con Madero.

La lucha electoral realizada en Chihuahua en 1986 fue factor importante en la


reestructuración de las relaciones entre las fracciones internas. Los dirigentes regionales
comenzaron a manifestar sus desacuerdos con "el centro", es decir, con la dirigencia nacional, que
daba la impresión de no estar dispuesta a respaldar las tácticas radicales de los panistas norteños
y parecía estar más de acuerdo en la negociación de los conflictos con el gobierno federal. En ese
entonces hubo un distanciamiento entre la dirigencia nacional y el panismo regional, hasta el
grado de que en algunos estados se tomaron decisiones sin tomar en cuenta las directrices del
CEN. Al parecer esto fue impulsado no sólo por panistas de antigua militancia, sino por los nuevos

10 Madero logró 131 votos en la primera ronda de votaciones, muy por encima de González Schmal, que alcanzó 33, Castillo
Peraza, que ganó 26 y Gurza, que obtuvo 8. Pero le faltó uno para obtener el 66% reglamentario. Mientras que los dos últimos
declinaron, el segundo pidió a sus seguidoresque votaran por Madero y de esta forma ganó la segunda ronda. La nación, 1 marzo 1984
p 20.

11 Guillermo Prieto Lujan, dirigente panista en Chihuahua en 198, afirmó que había diferencias con los líderes del centro, que
se referían "a cuestiones tácticas, a la manera de llevar a cabo la actividad política, no a cuestiones doctrinarias o pragmáticas". "En el
pasado había reticencias a aceptar como labor propia de los partidos aquella que se ha estado ensayando en Chihuahua, principalmente
la desobediencia civil y la resistencia pacífica... Al principio los líderes nacionales no estaban de acuerdo con los bloqueos de carreteras,
pero al final el ingeniero Pablo EmilioMadero estuvo presente en el primer bloqueo efectuado en Chihuahua". Por su parte, el secretario
general de entonces, Bernardo Bátiz explicaba de este modo las diferencias: "Los fraudes, tan evidentes, dieron lugar a muchas
actitudes y tendencias en el seno del PAN, desde los que quisieron romper el pacto social e iniciar una nueva sociedad hasta los que
insisten en mantener los cauces estrictamente jurídicos. Hay de todo. La misión de la dirección del PAN es encauzar todas esas
inquietudes por vías institucionales, cuidar la existencia misma del partido que, como quiera que sea, es la que ha permitido que se den
las luchas cívicas en la República. Nos podemos jugar el registro del partido si es necesario, pero esa no es decisión que pueda tomar un
pequeño grupo. Tiene que ser decisión de los órganos competentes". Proceso, 22 de septiembre de 198, p. 14-17.
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Miembros de extracción empresarial. 12

Fueron precisamente los grupos más extremistas quienes en lugar de reelegir a Madero,
prefirieron probar un camino diferente con Luis H. Álvarez, uno de los principales protagonistas de
la lucha del panismo chihuahuense. Por el mismo puesto compitieron Madero y Jorge Eugenio
Ortiz Gallegos.

Mientras que el tercero, representante de la debilitada fracción doctrinaria, hizo críticas a


sus adversarios por su alejamiento de los principios originales, los primeros se enfrascaron en una
cerrada lucha que se definió en la tercera ronda de votaciones del Consejo Nacional en febrero de
1987.

La fracción pragmático-radical se fortaleció con la dirigencia en su poder. A finales de ese


mismo año, otro de los principales actores del ascenso electoral y de la puesta en práctica de la
resistencia civil, Manuel J. Clouthier (ex presidente del Consejo Coordinador Empresarial durante
la nacionalización bancaria y ex candidato a la gubernatura de Sinaloa) solicitó su registro al
CENcomo precandidato a la presidencia de la República. Para ello con-ló con el apoyo de los
comités estatales de Nayarit, Sinaloa y Vera-cruz. En lo personal fue respaldado por diversos
militantes de Yucatán, Querétaro. Sinaloa y Sonora.

El diputado Jesús González Schmal, el viejo dirigente Jorge Eugenio Ortiz Gallegos y
Salvador Rosas Magallón fueron los contrincantes de Clouthier. Al final el segundo no pudo
competir por problemas de salud.

En las precampañas, Clouthier siempre se distinguió por su discurso antigubernamental y


antipriísta, y por su extracción empresarial. Su principal adversario fue Jesús González Schmal,
quien no perdió oportunidad de criticar a los llamados "neopanistas" por su menosprecio a la
doctrina. Así, mientras el panismo doctrinario fue identificado principalmente con González
Schmal, la fracción pragmática radical (denominada comúnmente como ͞neo panista͟ fue
encabezada por Clouthier, quien se asumía a sí mismo como un "bárbaro del norte".

En la convención, este candidato logró en la primera ronda el 70.3% de los votos, González
Schmal el 27 y Rosas un pequeño 2.7%. El segundo manifestó públicamente su apoyo a Clouthier.
El triunfo del sinaloense fue amplio.

El partido apareció en la escena electoral con el fin de atraer al mayor número de


ciudadanos y con elloconquistarel poder. Mientras que Álvarez afirmaba: "no somos oposición
simbólica ni vamos a hacer una campaña simbólica. Aspiramos seriamente al poder y a ejercerlo
Clouthier convocó a jóvenes, mujeres, burócratas, miembros del ejército, trabajadores,
empresarios, indigentes y "al pueblo en general" a apoyar al partido y a "resistir y a desobedecer a
los que en el abuso del poder pretendan seguirlos oprimiendo".

12 Entrevista con Pablo Emilio Madero, 9 de diciembre de 1992.


13 La nación, 1 de marzo de 1987, p. 30.
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El sinaloense realizó una intensa campaña de proselitismo en toda la República. La


mayoría de sus actos se destacaron por una nutrida participación ciudadana, a pesar de la
competencia de la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas.

De cara al desenvolvimiento de nuevos adversarios electorales, Acción Nacional


experimentó serias transformaciones a raíz de las elecciones de 1988. Casi inmediatamente
después de la jornada electoral, la dirigencia nacional estableció una actitud moderada, no
antigobiernista como la de años anteriores, que era sostenida por dirigentes regionales. Con el
argumento de que había que garantizar una transición pacífica a la democracia en el país, la
dirigencia nacional acordó el diálogo con el poder ejecutivo, concediéndole la posibilidad de
legitimarse en el ejercicio del poder. Gracias a ello el partido no fue presa del liderazgo
empresarial radicalizado, que pretendían utilizar al partido en su disputa por el poder con el
gobierno priísta.

La fracción pragmática se dividió a partir de estos acontecimientos. Se pueden distinguir


tres tendencias de dicha fracción, presentes desde 1983 a la fecha. Una, la pragmático moderada
(que apareció en los setenta); otra, igualmente pragmática, pero radical; la tercera se desarrolló
desde 1988 y su principal rasgo es su gradualismo. La primera conservó las características
señaladas anteriormente. La segunda contó de hecho con cierta estructura antes de que llegara a
puestos de alto nivel; esta fracción se identificó comúnmente con el nombre de "neopanismo". La
tercera se erigió como fracción hegemónica durante la segunda gestión de Luis H. Álvarez, quien
sirvió como mediador entre los radicales y los gradualistas.

Al principio, la fracción pragmática radical fue integrada por dirigentes regionales. Pero
luego Manuel J. Clouthier se convirtió en su líder principal, dándole un carácter personalista. En
cuanto a estructura, esta fracción estaba organizada, fundamentalmente con sus propios recursos
pero también apoyándose en organizaciones de derecha como Desarrollo Humano Integral y
Acción Ciudadana 11 )l 1IAC) o la Asociación Nacional Cívica Femenina (ANCIFEM); IU motivación
fue el reparto del poder y sostenía posiciones de de-p i lia. Fue una fracción netamente política
pues determinó la estrategia electoral del partido en la mayor parte de los años ochenta.

La tendencia radical se distinguió de la gradualista por el manejo de agresivas tácticas


electorales que redituaron triunfos, a tal grado que fueron asumidas por todo el partido
básicamente entre 1986 y 1988. Además, ocupó de hecho importantes espacios de poder.

Sin embargo, como ya se apuntaba antes, la actitud de la dirigencia nacional experimentó


un cambio sustancial en 1988. Desde entonces la fracción pragmática sufrió un cambio sustancial.
Sus posiciones más extremistas fueron desplazadas paulatinamente y declinaron sobre todo con la
muerte de Clouthier en 1989. Desde entonces un pequeño grupo radical (en el que sobresale
Vicente Fox desde 1991) ha jugado un papel de apoyo al núcleo dirigente, manifestando
esporádicamente sus desacuerdos.

La fracción pragmático moderada (la de Conchello y Madero) sufrió un cambio esencial en


los últimos años. En un principio fue desacreditada y desplazada por los llamados "neopanistas".
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Fue orillada a dejar los espacios de poder más importantes (conservando solamente algunos en el
plano local, especialmente en el Distrito Federal). Cuando ocurrió el ascenso electoral y la
presencia de nuevos panistas alentó la búsqueda de triunfos y de hecho se lograron victorias
electorales, entonces se diluyeron los conflictos. Particularmente la presencia de una nueva fuerza
electoral externa (el neocardenismo) hizo moderar las posiciones de una parte de la tendencia
radical, que a la sazón era eje de la coalición dominante panista.

Esto puede explicar el esquema de fracciones internas poco antes de la escisión de los
llamados "foristas": en principio, se podía identificar una fracción pragmática (que a diferencia de
la de los setenta podría recibir el adjetivo de gradualista), que es la que ge al partido (Luis H.
Alvarez, Diego Fernández de Cevallos, los Castillo Peraza); en segundo término encontrábamos a
fracción doctrinaria muy débil (José González Torres, Jorge Eu nio Ortiz Gallegos, Abel Vicencio
Tovar); también se reconocía una igualmente débil fracción pragmática de los setenta (P Emilio
Madero, Bernardo Bátiz, José Ángel Conchello); y por mo, una exigua tendencia radical de los
pragmáticos (Rodolfo Elizondo, Vicente Fox, Alfredo Ling, Humberto Rice).

Cabe señalar aquí que una de las características importantes los dirigentes panistas y sus
fracciones es el hecho de que no p de los de reciente ingreso habían sido militantes de alguna
organización de derecha con un carácter explícito o implícitamente profesional. No obstante, tales
organizaciones no hicieron del PAN instrumento al servicio de sus intereses. Más bien se trataba
de un especie de formación inicial para la participación política en u partido. De cualquier forma,
pese a la presencia cada vez más notoria en el PAN de miembros del DHIAC, ANCIFEM, UNPF,
GrupoProvida, Caballeros de Colón, etc., ninguna de ellas se erigió como corriente al interior y no
plantearon transformaciones sustanciales de su perfil organizativo. Los militantes católicos
existen, participan en los principales órganos de dirección, son candidatos y representantes
popular del partido, pero al parecer todo ello lo hace en forma desarticulada y sin darle a su labor
una connotación abiertamente católica. 1

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José González Torres


Rafael Preciado Hernández
Manuel González Hinojosa

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José Ángel Conchello Abel Vicencio Tovar Manuel J. Clouthier
Pablo Emilio Madero Luis H. Alvarez Francisco Barrio Terrazas
Bernardo Bátiz Carlos Castillo Peraza Rodolfo Elizondo Torres
Jesús González Schmal Diego Fernández de Cevallos. Ernesto RuffoAppel
Gabriel Jiménez Remus Felipe Calderón Hinojosa Vicente Fox Quesada
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1 Los militantes católicos se ubican en las diferentes fracciones que hemos manejado en este trabajo: Carlos Castillo y Abel Vicencio
Tovar fueron activistas de Acción Católica de la Juventud Mexicana; Gabriel Palomar y Silva, quien apoyaría más adelante a Felipe
Calderón en la búsqueda de la dirigencia nacional del PAN, era hijo de Miguel Palomar y Vizcarra, uno de los fundadores de la Liga
Nacional de Defensa de la Libertad Religiosa, organismo cúpula de la derecha ultramontana luego de la guerra cristera de los años
veinte; Cecilia Romero, miembro del CEN desde 1987 a la fecha, proviene de ANCIFEM, así como la dirigente poblana AnaTeresa Aranda;
Jaime Aviña, fundador de PRÓVIDA y dirigente del DHIAC fue miembro del CEN panista; otro integrante de este órgano es Francisco
González Garza, quien fue dirigente de la Unión Nacional de Padres de Familia. La militancia católica de muchos otros dirigentes medios,
funcionarios de go-biernos locales o ahora miembros del gabinete presidencial puede cono-cerse en González Ruiz, Edgar, La última
cruzada. De los cristeros a Fox, México, Grijalbo, 2001, pp. 51-1.

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„a onfl enia de fraiones en el

Foro Dotrinario Demorátio

El acercamiento entre parte de los doctrinarios y los pragmáticos de los setenta se


manifestó abiertamente en 1990 con la formación del llamado Foro Doctrinario y Democrático de
Acción Nacional. Después de ser excluidos y, hasta cierto punto, de auto-marginarse de los
principales órganos de dirección, dirigentes como Jesús González Schmal, Jorge Eugenio Ortiz
Gallegos, Bernardo Bátiz, Pablo Emilio Madero y José Ángel Conchello optaron por constituir
formalmente un grupo interno. El objetivo era abrir un espacio de discusión de las estrategias y
tácticas del partido, que facilitara su mejor desempeño en el plano político. En el nivel interno
demandaron constantemente la democratización de la estructura.

La dirigencia nacional no reconoció al foro como grupo interno y marginó cada vez más a
sus integrantes, no sólo de los puestos de dirección sino también de las candidaturas,
particularmente en los comicios federales de 1991.

Al principio, en la selección del nuevo Consejo Nacional en los primeros meses de 1991, la
comisión encargada de hacer la primera propuesta excluyó (por cinco votos contra cuatro) a Jorge
Eugenio Ortiz Gallegos de la lista. José González Torres, miembro del foro y también de la
comisión, dio a conocer que la decisión se había tomado a partir de las acusaciones de los
comisionados alvaristas, que tildaron a Ortiz de "conflictivo" y "agresor sistemático del CEN". 17

En la convención nacional previa a los comicios federales, Madero fue desplazado del primero al
quinto lugar en una de las listas candidatos a diputados plurinominales. En la misma conven-Ion,
Jaime Aviña, José Luis Luege y Jaime Fernández, líderes de organización conservadora DHIAC, y

17 Proceso, 25 de febrero de 1991, p. 18-19.


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Luisa María Calderón ln|,i del fundador Luis Calderón Vega) protestaron contra Conchello. Lo
acusaron de divisionista (por estar en el foro) y por su IK l nación como dirigente en el Distrito
Federal. Al final Conchello pn LIRIO renunciar a su candidatura.19

Por otra parte, a causa de que ninguno de los precandidatos al-c .11 i/ara el porcentaje
estatutario, el CEN del PAN terminó por elegir a Abel Vicencio como su candidato al Senado, en
una reunión Que duró cinco horas.20

El CEN vetó a Jesús González Schmal como candidato a la Asamblea de Representantes del
Distrito Federal, quien aparecía I n c| lugar número dos de la lista de plurinominales, aprobada por
|| 68% de los votos de la convención del Distrito Federal, a causa de que González había ventilado
problemas internos de manera pública. La dirigencia señaló que las diferencias debían discutirse y
resolverse dentro del partido y no fuera de él.

Más tarde, Bernardo Bátiz renunció a la subcoordinación de la fracción parlamentaria, luego de


que Abel Vicencio (el coordinador general) decidiera aumentar a cuatro el número de
subcoordinadores, después de que entre los legisladores no tuvo consenso una carta en la que se
solicitaba la remoción de Bátiz. Los nuevos subcoordinadores fueron: José Antonio Gándara y
Antonio Lozano que se agregaban a Bátiz y a Rodolfo Elizondo. 21

Las críticas de los foristas se centraron en tres aspectos básicos seguidos por la dirigencia
nacional, es decir, por los pragmáticos moderados: su carácter no democrático y sus posiciones
"proseli-nistas" y "proempresariales".

Acerca del primer aspecto, este grupo presentó una propuesta de reforma a estatutos con
el fin de hacer más democráticos diversos procesos internos. También criticaban que grupos

18 La tuición,  de mayo de 1991, p. 12. ¡9 Proceso, 29 de abril de 1991, p. 30-32.

20 El Universal, 14 de mayo de 1991, p. 3. En un tono que expresaba la rispi -dez de las diferencias, Conchello apuntó que con esa
decisión Alvarez se había cobrado la factura política que tenía pendiente con los panistas del Distrito Federal al seleccionar a Vicencio
como candidato al senado, lo que ponía de manifiesto el espíritu de venganza que existía en contra de los foristas y la baja calidad
moral de los integrantes del CEN. Pero aclaró: "aunque entre Abel y yo existen diferencias personales, lo apoyaré". Uno más uno, 19 de
mayo de 1991, p. .

21 Bátiz indicó: "Es inaceptable, después de haber sido el segundo de a bordo. Entiendo que se me perdió la confianza y como y
a no tenía apoyo del coordinador, decidí renunciar". La carta fue apoyada solamente por un tercio de la diputación. Proceso, 10 de junio
de 1991, p. 29-30.

22 Acerca de la reforma estatutaria, según un documento del FDD tres eran los principios fundamentales que demandaban: Io,
no debía coincidir la persona del presidente del Consejo Nacional con la del presidente del CEN; 2o, "que el partido se federalice, en
cuanto a que se reconozca a los comités estatales con facultades y con capacidad de iniciativa de participa-ción en las decisiones
fundamentales. Y 3o, que se democratice en el senti-do de que por ejemplo se elimine el derecho de veto discrecional de la autoridad
central, se supriman capacidades o facultades para nombrar de-legados sin oír a los militantes de los estados y otra serie de
prerrogativas que se tienen ahora y que son de corte francamente centralista". Proceso, 5 de octubre de 1992, p. 19. En la misma fuente
consúltese la interesante entrevista a Jorge Eugenio Ortiz Gallegos quien, entre otras cosas, aseguró que Álvarez "comprometió el
nombre del PAN organizando una reunión que, promovida por el Partido Republicano de Estados Unidos, tuvo lugar en la ciudad de
México. Recibió por ello recursos de una fundación de ese organismo -alrededor de 50 mil dólares- que hubieron de manejarse en la
cuenta bancaria estadounidensedel funcionario burócrata Norberto Core-11a, entonces secretario de relaciones exteriores del PAN".
Proceso, p. 18-22.
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extraños al partido como el DHIAC o la ANCLFEM influyeran de manera importante al grado de


ocupar cargos de dirección en el PAN*. Como consecuencia de ello, resaltaban, el PAN estaba
haciendo realidad la vieja idea de que era un partido de empresarios. 22

El desplazamiento de los foristas de los diversos espacios de Cl con los cuales contaban
significó su debilitamiento y aisla-into como fracción. Sus críticas, compartidas en un principio 9r
muchos panistas, fueron teniendo cada vez menos eco en los Ifjiunos de dirección.

Así, José González Torres, presidente nacional (1958-1962), 46 años de militante; Pablo
Emilio Madero, presidente nacional 1984-1987) y candidato presidencial en 1982, con casi 53 años
de militancia; Bernardo Bátiz, secretario general del CEN (1972-1975 y 1984-1987), ex coordinador
parlamentario, con 28 años de militancia; Jorge Eugenio Ortiz Gallegos, 47 años de militancia,
miembro del CEN por más de 10 años, excandidato a la presidencia del partido y precandidato a la
presidencia de la República; Alfonso Méndez Ramírez, exdiputadofederal, con 40 años de
militante, Abel Martínez, exconsejero nacional; Gaudencio Vera, exdiputado federal con 13 años y
Arturo Ocampo, ex diputado federal, con 7 años, fueron los foristas que renunciaron a la militancia
en el partido.

En el documento de renuncia se afirmaba:

"Las líneas que modifican el rumbo del PAN y que nos obligan a esta declaración son, en
resumen, las siguientes: indebido y antidemocrático acercamiento con el gobierno y apoyo
abierto a la política estatal; injerencia creciente de los empresarios en la vida del partido, y
autoritarismo interno, burocratización del partido e intransigencia con los grupos y
opiniones divergentes"

"Diálogo constante y nunca explicitado a los militantes con altos funcionarios del gobierno
y, como consecuencia, arreglos cupulares en situaciones políticas difíciles, como es el caso
de la gubernatura de Guanajuato...

"Aceptación y voto favorable a la reforma constitucional en material electoral, voto a favor


del COFIPE; voto a favor de la reforma constitucional en materia de banca, sin las
condiciones inicialmente expresadas; voto a favor de la quema de paquetes electorales;
voto a favor de las reformas indebidas al artículo 27 y voto a favor de otras decisiones
oficiales. Elogios abiertos o velados a la política salinista ... participación de un miembro
del CEN del PAN en el Consejo del Pronasol.

"En resumen, el PAN ya no es el partido de inspiraciónhuma-nista que defendía los


derechos humanos contra los abusos de la autoridad y que buscaba una justa distribución
de la riqueza, que se oponía con valor y con espíritu de libertad e independencia al
régimen y que movía voluntades con ideas, con principios y con programas propios,
inspirados en su doctrina. Hoy el PAN es pro-salinista, pro-liberal y pragmático". 23

23 ProcEso, 12 de octubre de 1992, p. 12-13.


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Los ásperos cuestionamientos no provocaron una desbandad de militantes de gran magnitud. El


PAN dio testimonio de su corsolidación organizativa al superar sin muchas dificultades la de
fección de destacados dirigentes partidistas como Gonzále Torres, Madero y Bátiz. Aunque los
foristas se propusieron constituir un nuevo partido, Acción Nacional no vio menguadas sus bases
de manera importante, salvo en los estados donde habían existido conflictos previos entre
doctrinarios y pragmáticos (por ejemplo Puebla, Nuevo León y Jalisco).

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Carlos Castillo Peraza Diego Fernández de C. Vicente Fox Quesada
Felipe Calderón Juan Miguel Alcántara Rodolfo Elizondo Torres
Luis H Alvarez Antonio Lozano Gracia Fernando Canales C.
Abel Vicencio Tovar Carlos Medina Plascencia Adalberto Rosas López
Ricardo García Cervantes Francisco José Paoli Javier Livas Cantú
Juan de Dios Castro Ernesto RuffoAppel
Francisco Barrio Terrazas

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„as fraiones en los proesos internos

A finales de 1992 la dinámica del PAN se vio marcada por la disputa por los principales
puestos de dirección. Luis H. Álvarez culminaría su gestión en 1993 y aparecieron tres candidatos
para sucederlo como presidente nacional: Carlos Castillo Peraza, que era considerado como el más
cercano a Álvarez; Alfredo Ling Altamirano, dirigente del partido en Guanajuato, y Rodolfo
Elizondo Torres, dirigente de Durango y ex presidente municipal de la capital de dicho estado.

Mientras que los dos primeros están ubicados en la corriente de los pragmáticos moderados (a
pesar de que durante la campaña Castillo Peraza manejó un discurso doctrinario), Elizondo era el
representante de la corriente pragmática radical. Su debilidad fue evidente en el proceso de
selección que el Consejo Nacional realizó, obteniendo el menor número de votos.
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Castillo Peraza tenía una amplia militancia en el panismo yuca-teco. Había sido dirigente
del partido, candidato a la alcaldía de Mérida y a la gubernatura. Perteneciente a organizaciones
católicas en su estado, saltó a la participación en el CEN bajo la gestión de Alvarez, convirtiéndose
en uno de sus principales asesores. Su triunfo en el proceso de renovación de la dirigencia nacional
no fue fácil. De hecho, ya como presidente nacional debió integrar en su comité ejecutivo a sus
dos contrincantes e inclusive a José Ángel Conchello, ex forista y dirigente panista en el Distrito
Federal.

Luego de la salida de los foristas, la estrategia panista sufrió cambios: su relación con el
gobierno se enfrió; el dirigente que había sido principal interlocutor entre el partido y el gobierno
durante la gestión de Álvarez, Diego Fernández de Cevallos, redujo su protagonismo e incluso
estuvo a punto de ser desplazado de su cargo como jefe de la fracción parlamentaria en la Cámara
de Diputados. Todos estos parecían ser síntomas de una recomposición de la coa-lición dominante
y también de las mismas fracciones.

El proceso de selección de candidato presidencial en 1993 expresó dos características del


partido respecto de sus fracciones: por una parte, la inexistencia de una auténtica fracción
doctrinaria; por otra, el predominio de la fracción pragmática moderada y la subordinación del ala
radical, menguada y carente de espacios de poder. Respecto de su estructura, demostró que los
dirigentes contaban con una amplia capacidad para seleccionar a un candidato sin trayectoria en
el partido pero con un espacio de poder bajo su control: la relación con el gobierno.

Diego Fernández de Cevallos era hijo de uno de los fundadores del PAN, José Fernández de
Cevallos. Aunque se afilió desde 1959 al partido, su participación fue escasa hasta 1988.
Perteneció al sector juvenil y llegó a ser candidato suplente a diputado federal en la época de
mayor debilidad del partido; en realidad estuvo más dedicado a su labor profesional como
abogado. El hecho de realizar ésta última en el despacho jurídico de Manuel Gómez Morín le
permitía estar al tanto de lo que sucedía en el partido, pero no más. Su militancia comienza en
1989, cuando fue designado Secretario del Interior del Gabinete Alternativo presidido por
Clouthier. Posteriormente Álvarez lo nombró miembro del CEN, fue dirigente de la diputación
federal panista en el trienio 1991-1994 y uno de los principales intermediarios entre el partido y el
presidente de la República en el sexenio. Con ello adquirió tal presencia en el partido, e parecía ser
el único candidato presidencial posible para 1994. sin embargo, tuvo que competir contra tres
panistas más.

Fernández de Cevallos fue inicialmente respaldado por los otros tres gobernadores de su
partido, en ese entonces, Francisco Ba-io de Chihuahua, Ernesto Ruffo de Baja California y Carlos
Medina de Guanajuato, quince dirigentes estatales como Jorge Manzanera de Chihuahua, Gonzalo
Altamirano del Distrito Federal, losé Luis Duran del Estado de México, Alfredo Castillo de Oaxaca,
francisco Fraile de Puebla y Femando Canales de Nuevo León. También Luis H. Álvarez,
expresidente del partido, Juan Landerreche, fundador del partido, Ana Rosa Payan, presidenta
municipal de Mérida, Yucatán, Cristian Castaño, dirigente juvenil, y Margarita /avala Gómez,
esposa del secretario general Felipe Calderón.
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Daba la impresión de que la cantidad de personalidades y de dirigentes intermedios era


más que suficiente para que Fernández de Cevallos se presentara como candidato único en la
contienda interna. Sin embargo, las amplias posibilidades que los estatutos y el reglamento
respectivo establecían para registrar precandidatos permitió el lanzamiento de tres panistas más:
el sonorense Adalberto Rosas, el regiomontano Javier Rivas y un dirigente municipal mexiquense,
Eduardo López.

Durante la mayor parte del sexenio salinista Fernández de Ce líos había jugado el papel de
negociador con el gobierno en la Cara de Diputados y en diversas elecciones locales. Cuando se
prese como precandidato, por el tamaño y la calidad de apoyos que tuvieron parecía existir
consenso dentro de su partido para con su candidatura. Pero desde el principio Diego tuvo que
enfrentar las críticas y defender la línea de negociación que la dirigencia había asumido.

Fernández de Cevallos aceptó las coincidencias entre las propuestas programáticas de- su
partido y la política gubernamental, Pero criticó el presidencialismo y la inexistente división de
poderes. Era ahí donde se ubicaba la diferencia esencial entre el partido y el gobierno, según el
diligente de la diputación.El precandidato señaló constantemente que había sido el gobierno el
que se había acercado a los planteamientos panistas y al revés. Esa era la llamada "victoria
cultural".

Fernández de Cevallos trató de contra restar la imagen de pre candidato dócil frente al PRI
y combativo contra Cuauhtémoc Cárdenas, entonces candidato presidencial del PRD. Afirmó una y
otra vez que serían tres sus adversarios en la lucha por la presidencia primero, el abstencionismo;
luego, el binomio PRI-gobierno; por último, el PRD.

Durante varios días Fernández de Cevallos realizó un boicot i la prensa por "tergiversar͟ sus
planteamientos y hacerlo aparece como comparsa del gobierno. Lo cierto es que, en efecto, sus
críticas contra el PRD y su rechazo a una alianza electoral amplia siempre tuvieron peso en su
discurso de precampaña.

Así como descartó la idea de la subordinación del partido para Ion el gobierno, así también
tuvo que defenderse de las críticas internas contra el gradualismo. Como el dirigente nacional,
Carlos Castillo Peraza,11 Diego destacó los frutos de esa línea y cuestionó a los que llamó
"intransigentes", afirmando que esa actitud difícilmente podría haber traído mejores resultados.
En uno de los dos debates que hubo entre los precandidatos, Diego contestó así a sus criticos:

[͙.]he rechazado una y mil inequidades del sistema, pero también he reconocido sus
aciertos porque nada ni nadie me puede obligar a que me sume al maniqueísmo político
donde se refugian tantos idiotas.

25 Sobre el presidente de la Repúblie a, Diego Fernández tenía una opinión s milar a la de otros destacados dirigentes: "Considero
al presidente Salin como un hombre dotado de talento, decisión y capacidad para log como está a la vista, cambios muy importantes
para México. Nadie pue negar que el México de inicios de este sexenio es diferente al de hoy, tanli en el orden de nuestro marco legal,
en el ámbito económico y en lo que concierne a la vida política. En estas áreas, el avance ha sido importante) valioso. Lo anterior no
implica que todo se haya hecho bien ni que los cambios hayan tenido la profundidad que reclama el PAN y que requiere el país".
Proceso, 20 de septiembre de 1993, p. 9.
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Durante su campaña una idea recurrente fue el rechazo a las in/as con otros partidos
puesto que, según él, había diferentes perfiles y no se podía engañar o confundir a la ciudadanía
con una coalición de partidos distintos. Además argumentaba que las experiencias de coaliciones
en elecciones locales habían sido poco favorables.

En medio de las precampañas, resaltaban las opiniones de Vine Fox, excandidato a gobernador de
Guanajuato, sobre el go-ÍO de Salinas de Gortari. Inclusive el guanajuatense se retiró [ll amenté de
la vida política del país, como una forma de "protesta moral" en contra de dicho gobierno pues el
presidente, aseguraba Fox, gobernaba "con más engaño y simulación que nunca". 27 El
excandidato había sido descartado de participar en las elecciones presidenciales por ser hijo de
padres extranjeros. La en aquel X) reciente reforma al artículo 82 constitucional, respaldada por el
PAN, lo admitió pero a partir de 1999. Esta reforma fue apoyada por Fernández de Cevallos y la
fracción parlamentaria. A pesar de ello, Fox nunca cuestionó a Fernández ni a la dirigencia
nacional.

Los principales críticos de este precandidato fueron el resto los contendientes. En efecto,
el común denominador de Rosas, vas y López fue el de manifestar su desacuerdo con el llamado
dualismo y con la posible candidatura de Fernández de Cevallo

Adalberto Rosas, dirigente empresarial y ex presidente munic pal panista de Cajerne,


Sonora, emergió como precandidato un di después de Diego. Fue registrado con el apoyo de 50
militantes d 23 estados del país. Entre ellos se hallaban Manuel Clouthier, hij del fallecido ex
candidato presidencial, Jorge del Rincón y Enrique Murillo de Sinaloa; Alejandro Rojas, Alejandro
Sánchez y Mari Ochoade Querétaro; José M. de la Garza de Coahuila, Luis Rang pescador de Jalisco
y Bertha Salgado del Estado de México.

Rosas invariablemente cuestionó tanto el gradualismopanist como al gobierno por su


política económica. Sobre la situación in terna, impugnó centralmente la "política total", línea
dominant del partido, argumentando que con ella se había favorecido a la burocracia interna. La
aceptación del financiamiento público contri buyo en esto también. Puso en duda la actitud de la
fracció parlamentaria frente a la reforma electoral y a la modificación d artículo 82 constitucional
(que impidieron a Fox convertirse en abanderado panista para las elecciones de 1994).

Lo positivo del gradualismo, según Rosas, era que había hech surgir un grupo de panistas
contestatarios y opositores al cual é mismo pertenecía. En alguna ocasión declaró abiertamente
que "en 1994 ya no podemos permitir que le sigan robando triunfos al pueblo ni realizar
votaciones concertadas͟.28

Javier Livas Cantú solicitó su registro el 8 de octubre de 1993. x miembro del PRI, ingresó al
PAN en 1990 y se integró también la Asamblea Democrática por el Sufragio Efectivo [ADESE]. Este
precandidato aceptó tener muchas coincidencias con Rosas en cuanto a la línea política interna.

27 EI financiero, 1 de octubre de 1993, p. 400.


28 La jornada,  de octubre de 1993, p. 12. pueblo, ni realizar votaciones concertadas".
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Criticó a la dirigencia por su apoyo a un sólo candidato (Fernández de Cevallos) y advirtió que I
cuando los líderes no están "sintonizados" con lo que las bases quieren, lo que sobran son los
líderes. 29

Eduardo López, presidente del Comité Municipal del PAN en catepec, panista desde 1988, solicitó
su registro el 20 de octubre ara sorpresa del CEN. Aunque prácticamente era un desconocido, on
las firmas de cincuenta militantes del Estado de México, Hidalgo y Distrito Federal, López consiguió
participar en la contienda interna. Su principal mensaje en la breve campaña que realizó fue la
crítica directa a Fernández de Cevallos y al gradualismo.

En la convención, los discursos de tres de los cuatro precandidatos hicieron críticas (en
algunos casos muy severas) a la línea gradualista. Las ovaciones de los delegados para estas
críticas expresaron que muchos de ellos coincidían al respecto. Sin embargo, el resultado final fue
adverso a los críticos. Diego Fernández de Cevallos logró 64.71 % de los votos, un poco más del
porcentaje de votos necesario (60%) para erigirse como candidato presidencial. Livas llegó a
24.62% y Rosas a 10.42. Juntos alcanzaron la tercera parte de los sufragios, con lo cual quedó
demostrado que aun con los fuertes apoyos de la dirigencia a Fernández, sus adversarios
conquistaron un nada desdeñable respaldo de los delegados. A López le tocó un raquítico .25%.

El predominio de los dirigentes nacionales e intermedios en la convención fue notorio. El


total de votos de la delegación del CEN fue favorable a Fernández de Cevallos. Con ello se
confirmó lo que era una realidad desde 1992 aproximadamente: la coalición dominante del PAN,
con preeminencia de los gradualistas, tenía un alto grado de cohesión y estabilidad, además de
contar con gran legitimidad frente a las bases panistas. Esto refleja las principales carac-terísticas
de su coalición dominante.

Ni Maderoen 1981 ni Clouthier en 1987 contaron con el apoyo del gran número de
dirigentes altos e intermedios con que contó Diego en 1993. Pero al mismo tiempo, ninguno
parecía tan alejado de las bases como este candidato. De hecho, el apoyo de la mayoría de los
dirigentes fue la clave de su triunfo en la convención de 1993. Esta fue la expresión clara de dos
hechos complementarios: por un lado, en el PAN las normas estatutarias garantizan el control de
ciertos órganos sobre la dinámica del partido; por otro, su carácter normativo otorga legalidad y

29 También cuestionó la política económica del gobierno. De llegar el poder, Livas indicó que no continuaría con la política
económica del gobiernopues "El asunto es serio, no se trata sólo de políticas macroeconómicassino de los efectos que tiene en la vida
diaria y en los bolsillos de la gente. El saneamiento de las finanzas públicas fue a costa de la miseria de la población". La jornada, 21 de
octubre de 1993, p. 11. También calificó de"incompletas" las reformas constitucionales en los aspectos agrario, económico, político y
religioso. Livas dedicó parte de su campaña a cuestionarla gestión de Salinas de Gortari. En cierta ocasión dijo que el presidentehabía
establecido el uso de alta tecnología para "rasurar" el padrón electoraly comprar votos, lo cual debíáacabarse en las elecciones de 1994.
Lajornada, 2 de noviembre de 1993, p. 20.

30 López en entrevista: "La posición negociadora debe ser abandonada e in-cluso el partido no tiene por qué reconocer nada al
gobierno, porque en todo caso quien se lo debe reconocer es el pueblo. No es el momento de negociar nada, hay que ser firmes. Con
nuestras posiciones de 1988 a la fecha el gobierno obtuvo un respiro político. Se le permitió que gobernara sin problemas gracias a un
documento que propuso a la nación nuestro partido -el compromiso para la legitimidad-. Yo creo que fue un acto de buena fe del
partido, pero el sistema lo único que hizo fue buscar fortalecerse". La jornada, 8 de noviembre de 1993, p. 13.
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Legitimidad al proceso frente a las bases. Asimismo, con ello se demostró la fortaleza de la
coalición dominante y la ausencia de fracciones opuestas a ella.

A pesar de todo las diferencias prevalecieron. Desde 1989 una de las principales fue en
cuanto a las relaciones partido-gobierno.

Hl apoyo del PAN a las reformas constitucionales (comenzando por la realizada en materia
electoral), la falta de consistencia en las luchas por el respeto al voto, la ausencia de una política
de alianzas amplia, la participación en el consejo consultivo del PRONASOL, la moderación del
discurso, la proclamación de la llamada "victoria cultural", la negociación de los conflictos pos
electorales, todos ellos asuntos vinculados con el diálogo con el poder ejecutivo federal, fueron
intensamente debatidos al interior del partido.

La salida de los foristas significó la construcción de una coalición dominante cohesionada y


estable. Las fracciones internas resintieron la superioridad de la pragmático gradualista. De los
doctrinarios quedaron pocos, y de los pragmáticos de los setenta prácticamente quedó solo
Conchello. Por su parte, desde la muerte de Clouthier en 1989, los pragmático radicales
subsistieron sin su líder y la mayoría cambió su postura crítica frente al gobierno. Vicente Fox
comenzó a ser la voz discordante y aislada frente al consenso generado por la dirigencia de Carlos
Castillo Peraza.

En repetidas ocasiones Fox aseguró que existían dos corrientes enfrentadas, "que se han
radicalizado": una, mayoritaria, a favor del diálogo y la concertación con el gobierno y otra
partidaria de la confrontación. El se inscribía "en la versión del diálogo, pero con mucho cuidado
de que estén bien claras las posturas, de que sea abierto y de que se informe a la ciudadanía".
Además apuntó:

Al PAN no le caerían nada mal tres años de presidencia de un tipo pragmático, de un


administrador, un cuate que organice, que planee, que le de fortaleza financiera al paitido y que se
olvide de doctrina por tres años [...] En lo doctrinario el PAN está fortalecido y tiene el mejor
producto político que hay en el país. Eso hay que balancearlo con una culturaorganizacional para
complementar su fuerza y proyectarle deveras para adelante.

Cuando anunció su retiro de la política (a la postre temporal) afirmó:

[...] la corriente panista en el poder piensa que las 3 guberna turas, las 100 presidencias
municipales y más del 15% de lí población nacional gobernado por el PAN muestran que
vai bien y que pronto les corresponderán más posiciones de pe der. Es un camino y
seguramente tendrá éxito. Mi pregunta es para cuándo. Si proyectamos lineal mente ese
camino, nos va a tomar aproximadamente 500 años alcanzar la mitad de las gubernaturas
o de las presidencias municipales [...] Ye soy de los impacientes. Y hay una gran corriente
en el PAN de los impacientes, que sienten que ya no se puede seguir simulando [...] Hay
que tomar en cuenta esta coniente que representa el México que yo vivo cuando salgo a la
calle y platicc con los ciudadanos. Es la que ve la parte del vaso vacía.
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Dos excelsos representantes de la fracción dominante en la i gencia panistas contestaron


poniendo en duda la validez de los ji cios de Fox. Carlos Castillo Peraza apuntó:

Es muy curiosa la psicología de ciertos empresarios llegados a la política. Normalmente


han visto al PAN como instrumento para hacer presión... Es decir, 'que (el partido) haga la
guerra para que yo pueda hacer la política͛... Pero cuando el PAN, como partido político,
toma la línea de hacer la política y no la guerra, este tipo de personas -más de cultura
empresarial que de cultura panista- buscan a quien haga la guerra otra vez, para que ellas
puedan volver a hacer, por debajo, la política de sus propios intereses.

Castillo indicó también que estos empresarios padecen la "neurosis de la victoria


inmediata", pues piensan que "asaltando la prenda de la República ya se resuelve todo. Esa
manera de pensar hegemonizada por el presidencialismo mismo".

Por su parte, Diego Fernández de Cevallos interpretaba los cuestionamientos de Fox de la


siguiente manera:

En Acción Nacional, como en los demás grupos de oposición, también existen corrientes
que dificultan el tránsito lígil y eficaz a la democracia. Se expresan de distintas formas y
tienen que ver con experiencias dolorosas y frustrantes por fraudes electorales y
atropellos de toda naturaleza de las autoridades, y por eso niegan cualquier posibilidad y
aun procedencia y justificación al diálogo y a los acuerdos. Más que política, quieren
guerra. Más que convivir, apuestan a vencer o morir.

Sobre la posición de su fracción, Diego apuntaba:

Estamos identificados como un grupo de mexicanos que apostamos al éxito de las


instituciones y no a su fracaso ... No creo que con seriedad se pueda afirmar o negar en
forma absoluta que ello representa una ayuda al PRI. En todo caso es cuestión secundaria.
Lo importante para nosotros es la democracia, el respeto al pluralismo y el no atropello a
quien disiente."

Las opiniones de Fox no causaron cambio alguno, ni tampoco aparecieron otras voces en el mismo
tono. Los grupos estaban i acuerdo en lo general y el ascenso como partido electoral y su
consolidación como partido gobernante, además de la salida casi forzada de los foristas, fueron
elementos que garantizaron la cohesión interna.

Los procesos de selección de candidatos en 1993 y la campa de 1994, son muestrade las
diversas posiciones internas y de la estabilidad que el partido ha logrado.

Las relaciones con el nuevo gobierno de Ernesto Zedillo no generaron contradicciones de


importancia, salvo en los casos de Vicente Fox y de Javier Livas." Ambos criticaron constantemente

12 Proceso' 9 de agosto de 1993, p. 23-25.

13 ídem. p. 7.
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gradualismo que permeaba a la dirigencia nacional. Poco después el segundo fue expulsado de la
organización por manifestar públicamente sus severas posiciones, hecho que pasó desapercibido j
la opinión pública en el plano nacional.

Fox apareció comoel principal crítico de la fracción hegemórjca en el partido y como la


cabeza más visible de la fracción pr mático-radical, contando además con el activo de su
privilegiada posición política pues resultó electo gobernador de Guanajuato en los comicios de
1995.

Los contendientes a suceder a Carlos Castillo Peraza en marzo de 1996 fueron: Felipe Calderón
Hinojosa, todavía secretario general, y el ex gobernador de Baja California, Ernesto Ruffo Appel.3

Por los apoyos con los que contaron, el primero representaba a la poniente gradualista, que
buscaba evitar un cambio fuerte en la sucesión interna, cediendo la presidencia a uno de sus
integrantes Huís comprometidos. En efecto, Calderón (hijo de Luis Calderón ega, uno de los viejos
militantes de Acción Nacional) había forja-I su trayectoria en el partido bajo la égida de Luis H.
Alvarez y ás tarde fue el segundo de abordo con Castillo Peraza." Este ha-¡a renunciado a la
posibilidad de reelegirse a causa de su interés or contender por la candidatura a la Jefatura del
Gobierno del Distrito Federal (la cual conseguiría unos meses más adelante). Calderón tuvo el
apoyo tanto de Castillo como de Fernández de Cevallos, a la sazón los principales dirigentes del
partido 38 Su lema fue "Ganar el gobierno sin perder el partido". Pese a que se le consideraba i uno
un doctrinario, Calderón representaba fehacientemente a la nueva generación de los pragmáticos
que dirigían al partido. 39

Por su parte, Ruffo, de extracción empresarial, con una corta militancia en el partido y primer
gobernador panista, representaba n la exigua fracción de los pragmáticos radicales (los llamados
"bárbaros del norte"). Trató de sumar apoyos de la mayoría de los consejeros panistas, pero
principalmente de quienes diez años atrás habían protagonizado las principales luchas

35 Proceso, 4 de octubre de 1993, p. 19.


3 Al momento de su registro como precandidato, Calderón fue apoyado por los consejeros nacionales siguientes: María Elena
Alavarez, María Teresa García de Madero, Hiram Escudero, Alvaro Fernández de Cevallos, Javier Corral Jurado, Juan Miguel Alcántara
Soria, Luis Guillermo Villanueva, Rafael Morgan Álvarez, Gonzalo Altamirano Dimas y Tar-cisio Rodríguez. Ruffo recibió el respaldo de:
Ana Teresa Aranda, José González Morfín, Raúl Monter, Antonio Obregón Padilla, Humberto Rice García, Francisco Salazar Sáenz, María
del Carmen Segura Rangel,
Héctor Terán Terán y Jorge Zamarripa.
37Abogado por la Escuela Libre de Derecho, fue dirigente juvenil del partido, asambleísta y diputado federal.
38 El registro de Calderón fue solicitado por María Elena Alvarez de Vicencio, María Teresa García de Madero, Hiram Escudero,
Alvaro Fernández de Cevallos, Gonzalo Altamirano Dimas, Tarcisio Rodríguez Martínez y Juan Miguel Alcántara Soria. Gabriel Palomar y
Silva defendió su candidatura en el Consejo Nacional.
39 El mismo se autocalificaba como "...un político hecho en la trinchera, acostumbrado al olor de la pólvora, práctico y
pragmático en el diseño de estrategias en las negociaciones políticas y en la conducción del partido...", Ver entrevista en Proceso, 4 de
marzo de 199, p.2.
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electorales en el plano local. En ese tiempo se llegó a hablar de la existencia de una corriente
interna denominada PAN 2000, integrada fundamentalmente por los pragmáticos radicales. Sin un
respaldo amplio (en gran parte debido a que los integrantes de esta fracción no eran consejeros
nacionales) y con sus fuerzas francamente dispersas, Ruffo poco tuvo que hacer frente a su
adversario. Se dejó de hablar de PAN 2000 después del proceso interno.

Calderón Hinojosa derrotó relativamente fácil a Ruffo: en la sesión correspondiente del


Consejo Nacional, el primero ganó 15Í votos por 107 del segundo. Según la normatividad interna
se requerían 176 sufragios para lograr la presidencia. Ruffodeclinó ; favor de Calderón y en una
segunda votación económica se ratificó su triunfo.

En la renovación de la presidencia nacional en 1996 fueron pocas las diferencias existentes


entre quienes se disputaron el puesto. Ambas provenían del pragmatismo que hizo del partido una
auténtica opción electoral. Tal vez la diferencia de mayor peso fue que mientras que para unos el
cambio político debía darse aun a cost del derrumbe del régimen, los otros consideraban mejor la
opción de la erosión gradual del sistema y el paulatino fortalecimiento del panismo como fuerza
gobernante. Cada una implicó una política de alianzas específica. Por ello la relación con el
gobierno siguió siendo motivo de debate entre las fracciones.

La renovación de la dirigencia en 1999 cambió hasta cierto punto la correlación de fuerzas


en la coalición dominante. Fueron nuevamente dos los contendientes, representantes de las
fracciones ya mencionadas. Luis Felipe Bravo Mena compitió contra Ricardo García Cervantes.43
Ambos de reciente militancia en el partido, se distinguían por los apoyos que recibieron para
luchar por la presidencia nacional. Bravo Mena tuvo el respaldo de aquellos que poco a poco
regresaron o reafirmaron a su activismo político, en gran medida estimulados por las expectativas
que el partido tenía de cara a los comicios presidenciales del año 2000. Muchos de ellos fueron
atraídos principalmente por el franco proselitismo que estaba realizando desde hacía ya bastante
tiempo el gobernador panista de Guanajuato, Vicente Fox.

Debe señalarse que no hay una diferenciación clara, como en otros momentos, de los
grupos internos pues la sucesión presidencial impacta en su dinámica y en su reestructuración. De
hecho hay que tomar en cuenta tres factores influyentes en la lucha entre las | fracciones internas
en pos de la presidencia nacional y más tarde por la candidatura a la presidencia de la República
para los comiciosdel2000: a) el retiro voluntario de Diego Fernández de Cevallos

43 Abogado de profesión, Bravo Mena tenía una larga trayectoria como asesor político y como Director de Estudios de Entorno Político
de la Confe-deración Patronal déla República Mexicana (COPARMEX) , una de las principales corporaciones de la iniciativa privada en
México. Aunque se afilió al partido desde 199, fue hasta que se acercó a Manuel J. Clouthier en la campaña presidencial del 88 cuando
comenzó a participar seriamente en el PAN. En 1990 fue candidato a la alcaldía de Naucalpan, en el Estado de México y en 1993
candidato a gobernador en dicha entidad; se integró al Consejo Nacional en 1991 y al CEN en 1993; fue diputado federal en el periodo
91 -94 y senador en el de 94-2000. Por su parte, García Cervantes, también abogado, tuvo una breve trayectoria en el ámbito académico
en la Universidad Iberoamericana para integrarse de lleno a las actividades del partido en Coahuila, donde fue secretario general de
1985 a 1987, para pasar a ser miembro del Consejo Nacional desde 1988 y del CEN desde 1993, fungiendo como Secretario de Acción
Electoral'y representante del partido en el Consejo General del Instituto Federal Electoral. Fue diputado federal en los trienios 85-88 y
1994-1997, periodo en el cual fungió como coordinador de la diputación panista. En la gestión de Ruffo en Baja California fue
subsecretario de Gobierno. En 1997 se convertiría en senador. La nación, 15 de febrero de 1999, pp. 5-8.
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luego de la elección presidencial de 1994 y de los primeros acuerdos con el presidente Ernesto
Zedillo; b) laprecampaña de Vicente Fox iniciada en 1997 sin considerar tiempos legales ni tiempos
del partido, ni su papel como gobernador; c) la renuncia de Carlos Castillo Peraza a la militancia en
el partido en 1998. Sin estar directamente relacionados, estos movimientos de los principales
dirigentes panistas se dieron de tal forma que los grupos internos se \ reestructuraron en torno de
Luis Felipe Bravo y más tarde en relación (a favor o en contra) de Vicente Fox.

Aparte de la dinámica de las fracciones, un punto notable fue * que la oferta de Bravo
Mena como la de García Cervantes fue la de acercar el partido a la sociedad, modificar sus
planteamientos ideológicos de tal suerte que correspondieran más a los intereses de los
ciudadanos y obtener así su respaldo electoral. En particular, el primero estableció como parte de
las prioridades la de reformar los estatutos y sobre todo actualizar la doctrina con una nueva
Proyección de Principios.

En realidad la confrontación interna fue tersa y hasta cierto punto carente de interés para
la mayoría de los involucrados. Al final. 181 consejeros nacionales dieron su voto a Bravo Mena y
García Cervantes en la sesión del Consejo Nacional de marzo de [999.45

La atención estaba centrada en la disputa por la candidatura a la presidencia de la República. Y en


ella el gobernador guanajuatense llevaba una gran ventaja, que nunca perdió.

Luego de la elección de la nueva dirigencia cristalizó al fin un proceso de reformas a los estatutos,
iniciado desde tiempo atrás. En las nuevas normas internas se estableció que por vez primera se
elegiría al candidato presidencial mediante el voto directo de los miembros activos y adherentes.
Para el proceso interno solamente se registró Vicente Fox. 6 Su candidatura fue una realidad
desde julio, aunque debió formalizarse con la elección que se efectuó el 12 de septiembre de
1999. Ante un hecho consumado, únicamente 104 mil 778 panistas emitieron su sufragiode un
padrón de 355 mil 831 miembros (entre activos y adherentes).

45 Los resultados se encuentran en La nación. 8 de marzo de 1999. Entre los integrantes más importantes del CEN se pueden
señalar a: Federico Ling. Secretario General; José González Morfín, Secretario General Adjunto; Adrián Fernández, Secretario de
Fortalecimiento Interno; Herbert Taylor, Secretario de Asuntos Electorales; Ana Rosa Payan, Secretaria de Acción Gubernamental; Jorge
Ocejo Moreno, Secretario de Relaciones; Ramón Corral, Secretario de Administración y Finanzas.

4 Su registro fue respaldado entre otros por: Alberto Cárdenas, gobernador de Jalisco, Felipe González, gobernador de
Aguascalientes; Antonio Echavarría. gobernador de Nayarit; María Elena Alvarez, Juan Antonio García Villa; Rodolfo Elizondo; Rogelio
Sada Zambrano; Santiago Creel, José Luis Duran; Francisco Barrio y Manuel Gómez Morin.

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Viente Fox y las fraiones del PAN


Lejos de lo que se cree comúnmente, Fox encarna indiscutiblemente al político panista
que se ha desarrollado en los últimos años. No fue un candidato externo, ni llegó de pronto para
utilizar el aparato partidista en su camino hacia el poder. Por el contrario, él es un genuino
producto de esa organización política.

Las diferencias entre Fox y los demás panistas radican en las estrategias que siguen para
conquistar el poder. Como los llamados "bárbaros del norte", Fox llegó al PAN estimulado por
Manuel J. Clouthier, candidato presidencial del blanquiazul en 1988. De la misma forma en que se
comportaron militantes como Fernando Canales Clariond en Nuevo León, Jorge Ocejo en Puebla,
Emilio Goicochea Luna en Sinaloa, Adalberto Rosas en Sonora, Humberto Rice en Sinaloa, Ricardo
Villa Escalera en Puebla, Ernesto Ruffo en Baja California, Francisco Barrio en Chihuahua, Ignacio
Loyola en Querétaro, Alberto Cárdenas en Jalisco o Felipe González en Aguas-calientes, Fox lo hizo
en Guanajuato. Estos líderes se distinguieron del resto de los panistas por su extracción
empresarial, su capacidad de acción electoral, su marcada postura anti PRI y, en algunos casos, por
conquistar el poder. No hay que olvidar que casi todos los gobernadores de Acción Nacional han
tenido este perfil. 47

Estos militantes conformaron la fracción pragmático radical en el partido. Su presencia fue patente
sobre todo entre 1983 y 1988, pero declinó con la alianza entre la dirigencia panista y el
presidente Salinas de Gortari. Particularmente le afectó la muerte accidental de su máximo
representante, Manuel J. Clouthier, en 1989. Al quedar sin Iiderazgo, los empresarios panistas se
desarticularon e incluso unos volvieron a sus actividades privadas al ver las bondades que ofrecían
las políticas gubernamentales para su sector. En el caso de quienes lograron triunfar, su misma
posición política les impidió manifestarse claramente como parte de un grupo al interior del
partido. También hubo quienes experimentaron un proceso de fuerte moderación ante un
gobierno notoriamente cercano a las posiciones conservadoras del panismo de viejo cuño. La
fracción pragmático radical perdió fuerza en estos años dejando su lugar a una fracción moderada,
pero igual de pragmática.

47 Aparte de dos casos particulares (el de el fallecido Héctor Terán Terán en parte el de Alberto Cárdenas) el resto de los gobernadores
panistas provienen del sector empresarial y contaban con mínima militancia cuando lograron sus primeros cargos de elección popular:
Ernesto Ruffo ingresó al partido en 1985 y en 198 ganó la alcaldía de Ensenada. Antes había sido gerente administrativo del Centro
Empresarial de Ensenada, Director General de la empresa pesquera Zapata, S.A. y presidente de! Consejo Coordinador Empresarial de
Ensenada. Carlos Medina, gobernador interino de Guanajuatoen 1991, es miembro activo desde 1985 y en 1989 se convirtió en
presidente municipal de León; antes fue Director General de la empresa "Suelas Medina Torres" y presidente de la Asociación Nacional
de Proveedores de la Industria del Calzado. Francisco Barrio ingresó al partido en 1983 y en ese mismo año ganó la alcaldíade Ciudad
Juárez; antes había presidido el Consejo de Administración de la empresa Administración Profesional de Negocios y fue presidente del
Consejo Empresarial de Ciudad Juárez. Fernando Canales Clariond comenzó a participar en el PAN en 1985 como candidato a
gobernador en ese mismo año; antes había sido prominente miembro del Grupo Monterrey y dirigente de la CANACO local. Ignacio
Loyola Vera era todavía presidente de la COPARMEX de Querétaro cuando se afilió al partido en 199; al año siguiente ganóla
candidatura del partido y finalmente la gubernatura del estado. Felipe González tenía nula militancia cuando fue postulado candidato,
para finalmente ganar la gubernatura de Aguascalientes en 1998. De Alberto Cárdenas no se conoce fecha de su ingreso al PAN, pero en
1992 ganó la presidencia municipal de Ciudad Guzmán; antes se había dedicado a la labor académica en universidades privadas y
también era un pequeño empresario agrícola que en la actualidad cuenta con una empresa productora de botanas que tiene presencia
en el bajío. Todos los datos fueron obtenidos del Prontuario PAN, op. cit.,y de la revista del partido, La nación.
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Encabezada por personalidades con más años de militancia, la dirigencia del PAN en la
década de los noventa tuvo la tarea de tender puentes entre los diversos liderazgos regionales
para lograr una coalición dominante fuerte y cohesionada. Encargada de administrar la riqueza
que otorgaba el notorio ascenso electoral del partido, esta dirigencia no tuvo mayor problema
para lograrlo. Inclusive los más radicales no dejaron de apreciar la magnitud de la fuerza que
estaba construyendo Acción Nacional, a pesar de lo criticable que fuera su dirigencia nacional por
sus acuerdos con el presidente de la República.

Vicente Fox personifica a esa fracción de pragmáticos radicales de extracción empresarial,


contrarios al PRI, al estatismo, al corporativismo, y reacios a la alianza con el gobierno y opuestos
la vía gradualista para el cambio político por la cual había optado la fracción dominante desde julio
de 1988. Como afirmaba Clouthier en su momento, el guanajuatense estaba convencido de que el
cambio era indispensable y que la derrota del PRI solamente podría darse "por nocaut": de forma
contundente y con un amplio respaldo popular. A diferencia de la postura de sus correligionarios,
que habían optado por el cambio gradual de las instituciones del régimen autoritario, Fox y sus
seguidores consideraban que debía ser inmediato. Un cambio que era necesario para destruir el
régimen político, reorientar el desarrollo hacia una mejor distribución de la riqueza y revalorar al
individuo y a su familia, fortaleciendo y garantizando su libertad.

Las diferencias entre Fox y la dirigencia del PAN se expresaron desde la primera campaña
en pos de la gubernatura de Guanajuato. En los comicios locales la negociación entre la dirigencia
nacional panista y la Presidencia de la República después de la jornada electoral dejó fuera de la
jugada a Fox. Su triunfo cuatro años después se sustentó más en el panismo local que en los
apoyos que le pudiese haber dado el PAN nacional. Más tarde, la reforma al artículo 82
constitucional que le abrió paso para poder aspirar a la silla presidencial fue negociada por los
dirigentes panistas, de tal suerte que Fox sólo pudo llegar a hacerlo en el año 2000 y no en 1994.

Adicionalmente el guanajuatense era partidario de establecer alianzas con otras fuerzas


para enfrentar al PRI y al gobierno, a diferencia de la opinión predominante en la dirigencia
nacional de su partido. Uno de los hechos ilustrativos de esta postura es que Fox entabló
conversaciones con Cuauhtémoc Cárdenas, candidato presidencial del PRD, para integrarse a su
campaña en 1994. El ascenso de Fernández de Cevallos en los sondeos sobre preferencias
electorales luego del debate público entre los candidatos presidenciales lo hicieron desandar ese
camino. Derrotados ambos, Fox quedó en una situación incómoda ante sus correligionarios por
haber coqueteado con uno de sus adversarios.

Ante esta serie de desencuentros entre las fracciones internas del PAN, resulta entendible
la estrategia seguida por Fox para obtener la candidatura presidencial del partido. La estructura de
oportunidades no era propicia para que la consiguiera un militante alejado de la dirigencia
nacional. En el PAN prevalecía el voto indirecto para selección de dirigentes y de candidatos, el
centralismo permeaba todos los niveles de participación y el CEN, máxima instancia real de
decisión, representaba cada vez más a una fracción del centro que a la anterior coalición de
liderazgos regionales en los cuales el PAN había basado su despegue electoral en los años ochenta.
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Ante esta situación, Fox comenzó una larga campaña por la presidencia de la República desde el 6
de julio de 1997. Su proselitismo fue dirigido al mismo tiempo hacia las huestes del partido como
hacia el conjunto de los ciudadanos. Mediante una constante presencia en los medios masivos de
comunicación. Fox pudo darse a conocer ante muchos mexicanos que apenas tenían noticia de su
existencia. A diferencia de Cuauhtémoc Cárdenas, el previsi candidato presidencial del Partido de
la Revolución Democrática Fox era una personalidad poco identificable para la sociedad. P otro
lado, con su estrategia buscaba adelantarse y sacar a la luz el juego de la clase política priísta, la
cual también se alistaba para el proceso sucesorio para conservar el poder, con todos los recursos
que le permitía su condición de partido gobernante.

Fox adelantó los tiempos de la sucesión presidencial no sólo a nivel del partido sino del
régimen político mismo. Sin un marco legal que se lo impidiera, sin que el CEN estableciera una
estrategia de control y contando con su propio comité de campaña (denominado como los
"Amigos de Fox" ), se convirtió paulatinamente en el único aspirante para abanderar al PAN hacia
el año 2000. Tal situación no fue únicamente producto de esta estrategia sino de que los
principales liderazgos panistas habían declinado en el sexenio del presidente Zedillo. Ni Diego
Fernández de Cevallos ni Carlos Castillo Peraza, representantes de la fracción pragmático
gradualista ya mencionada, habían logrado derrotar al PRI en sus contiendas por la presidencia de
la República en 1994 y por la Jefatura del Gobierno del DF en 1997, respectivamente. Por otro
lado,ni Carlos Medina Plascencia, ni sobre todo Francisco Barrio o Ernesto Ruffo decidieron
postularse desde tiempo atrás. De hecho, los tres se sumarían finalmente a la campaña foxista.

Fox y sus "amigos"avanzaron significativamente al conseguir una dirigencia menos


subordinada a los liderazgos ya mencionados. En sustitución del joven Felipe Calderón Hinojosa
llegó a la presidencia nacional Luis Felipe Bravo Mena. Con una trayectoria semejante a la de los
pragmático radicales, el nuevo dirigente no se convirtió en obstáculo para la postulación de Fox. La
influencia de éste se hizo patente en la definición del presidente nacional panista, lo cual daba
cuenta de que sus "amigos" no eran solamente un grupo de seguidores no pertenecientes al PAN,
sino que tenía apoyos en amplios sectores del partido, que ya también habían pasado a formar
parte de su informal comité de campaña.

"Amigos de Fox" se convirtió en una estructura paralela al CEN, el cual no pudo controlar o
regular la precampaña del guanajuatense. La situación cambió ya en la campaña formal, aunque
Fox siempre contó con un amplio margen de libertad de acción, en gran medida debido a que su
proselitismo no dependía de los recursos que le diera el CEN sino sus "amigos". 52

52 No debe olvidarse, sin embargo, que lo mismo ocurrió con Manuel J. Clouthier en 1988, quien depositó "...el control de su
campaña en el DHIAC y la ANCIFEM para hacer de la resistencia civil su principal estrategia de lucha. El PAN fue relegado de las
decisiones de Clouthier, y como si creyera que el populismo sólo puede ser vencido con sus propias armas, fue subiendo el tono de su
discurso conforme se caldeaban los ánimos y se cargaba la atmósfera política por efecto de la intensificación de la competencia".
Loaeza, Soledad, op. cit', pp. 447-448.
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Finalmente, más presionada por sus adversarios electorales que por el activismo foxista, la
coalición dominante panista decidió abrir sus procesos de selección de candidato presidencial
mediante la utilización del voto directo. No hizo falta pues no hubo más precandidatos que
Vicente Fox. El guanajuatense dejó la gubernatura de su estado para que los militantes lo
ratificaran ce su candidato en el proceso interno del 99.

Las diferencias que existían desde tiempo atrás entre el car dato presidencial y los dirigentes
panistas se manifestaron durar la campaña electoral, a pesar de la conformación de una comisión
de enlace entre los "amigos" y el CEN. Sabedores de que no contarían con el pleno apoyo de los
dirigentes más allá de los encábezados por el presidente nacional, Luis Felipe Bravo, Fox y sus igos
optaron por seguir un camino hasta cierto punto propio. A Efe cuentas la división se daría por
iniciativa de ambas partes.

El triunfo en las elecciones del 2000 generó un nuevo escenario acción de las fracciones
internas. Desde entonces, además de los conflictos internos también deben considerarse aquellos
que se n con la gente del partido que ocupa cargos de elección popular, especialmente respecto
del presidente de la República y los dirigentes de los grupos parlamentarios del partido. En el
mediano plazo también deberá considerarse el peso que tendrán los funcionarios
gubernamentales en la toma de decisiones de Acción Nacional aunque por el momento no hay
signos de que sean realmente influyentes.

Un dato que debe retenerse es que "Amigos de Fox" atrajo ha-I la el PAN y su candidato a
las de suyo cercanas organizaciones de militantes católicos como PRÓVIDA, DHIAC y ANCIFEM. No
pocos de los funcionarios cercanos al actual presidente de la República son o fueron destacados
activistas de estas y otras organizaciones de derecha menos conocidas. Aunque por el momento
su influencia en el partido es escasa, su ubicación política se antoja inmejorable para que en poco
tiempo pudiera ejercer un predominio electivo.

Actualmente, además de Bravo Mena, los principales dirigentes del partido son Diego
Fernández de Cevallos y Felipe Calderón, coordinadores de los grupos parlamentarios en el Senado
y en la Cámara de Diputados, respectivamente. La confrontación entre el presidente de la
República y estos dirigentes, como hemos tratado explicar, tiene viejos antecedentes y
es'previsible que continúe.

Por lo pronto, los miembros del partido no parecen encontrar fórmula para establecer un
vínculo institucional con el presidente de la República, de extracción panista. Los dirigentes se han
mostrado incapaces de frenar el ímpetu de Fox, revelándose débiles ( términos individuales) y
desorganizados (con los intentos fallidos para encontrar alguna forma de contener a los "Amigos
de Fox" para integrarse al equipo del presidente o para definir nuevas reglas en la relación partido-
gobierno). Por otra parte la dirigencia del partido tiende a recaer en estos líderes parlamentarios y
no en la presidencia nacional formal, con lo cual la coalición dominante se h| alterado sin
encontrar todavía un nuevo equilibrio. Mientras se logra, el riesgo principal es caer en el desgaste
institucional en un futuro no muy lejano.
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„a oaliión dominante: organizaión y omposiión

La selección de candidatos a puestos de representación popular constituye parte del


proceso de circulación de los grupos dirigentes de la organización partidista. Así como en la
selección de dirigentes se apreciad ascenso, la consolidación o la irrupción de núcleos de
dirección, en la búsqueda de candidaturas estos grupos aparecen disputándose espacios que (en
caso de conseguir el triunfo en una elección) pueden ser determinantes para la vida interna de la
organización.

Dentro de la teoría política sobre circulación de las élites encontramos la idea generalizada de la
tendencia a la oligarquización en los partidos políticos. Por diversos motivos que tienen que ver
estrechamente con el desarrollo organizacional, Robert Michels? tenció que la dirigencia tiende
a volverse autoritaria en todo partido. Uno de los principales espacios de poderes el de los
mecanismos de selección de dirigentes y también de candidatos. Con la renovación, el "círculo
interior" se amplía o se cierra aún más.56

Entre los teóricos de los partidos políticos es permanente la preocupación y, la mayoría de


las veces, la constatación del elitis-10 como parte común y corriente de este tipo de
organizaciones. Los procesos de selección son por lo regular los mejores ejemplos de este
fenómeno.

La renovación de las élites es inevitable, a pesar de sus propios esfuerzos para contener u
obstaculizar a nuevos líderes o grupos I|IIE pretenden tomar el poder. Los recursos de las élites
para evitar que esto ocurra son diversos: el control de las normas internas, la cooptación, la
corrupción, el manejo de los medios de comunicación o de las fuentes de financiamiento. No
obstante, puesto que las fracciones que están en posibilidad de disputar la dirección tienen
forzosamente espacios de poder en sus manos, la renovación no ocurre por ruptura. Más bien se
trata generalmente de una reestructuración de la élite gobernante del partido.

Así lo explica Michels, quien acuñó la conocida "ley de hierro de las oligarquías" en los partidos
políticos:

El ascenso de los nuevos aspirantes al poder siempre está sembrado de dificultades, cerrado por
obstáculos de todas clases, sólo superables con el favor de la masa. Es muy raro que la lucha entre
los viejos líderes y los nuevos termine con una derrota completa de los primeros. El resultado del
proceso ya no es una circulation des élites, sino una reunión des élites', es decir, una amalgama de
estos dos elementos [...]

5 Duverger, Maurice, Los partidos políticos, México, Fondo de Cultura Económica, lTreimp,1988, pp. 181 y ss.
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Por esta razón, Panebianco desecha nociones como "círculo terior", "élite", "oligarquía", y
plantea el término "coalición do nante" para identificar al grupo que tiene el poder interno.

La toma de decisiones y los espacios de poder esenciales es bajo su dominio: son los profesionales
o expertos en los puestos alto nivel; los que controlan la comunicación interna y las finanzas; los
que determinan el tipo de alianzas; los que definen y manejan los estatutos y los que se encargan
del reclutamiento de nuevomiembros o de cuadros dirigentes.58

La coalición puede estar integrada por cuatro tipos de actores:

a) el dirigente del partido;

b) el grupo parlamentario o miembros con cargos en el gobierno;

c) dirigentes intermedios o locales;

d) dirigentes de alguna institución patrocinadora (una institución externa al partido).

Para el tema que nos ocupa es suficiente agregar que la coalición puede cambiar de composición
según sea el grado de desarrollo organizativo o las influencias del entorno político. Dentro de
estos procesos generales se inscriben los más particulares de selección de candidatos y de
dirigentes.

Si bien en el periodo analizado el PAN contó con una coalición dominante que mantuvo un
alto grado de cohesión y de estabilidad, que le permitió controlar sin grandes problemas los
procesos internos, ello no había sido característica permanente en la historia del partido. Si
tomamos en cuenta su evolución organizativa, encontramos momentos claves que muestran los
cambios en este terreno.

El entorno electoral fue determinante en la recomposición de la coalición dominante en la


década de los setenta. A pesar de sus esfuerzos, el partido estaba inmerso en un sistema no
competitivo que no lo dejaba crecer. A principios de la década, en lo interno, pina algunos esto
confirmaba que el objetivo original de construir la conciencia ciudadana era correcto. Para otros,
el entorno obligaba al partido a marchar con decisión por la vía electoral como medio para el que
debería ser el nuevo objetivo de la organización: la conquista del poder.

El conflicto entre estas dos visiones expresaba la presencia de dos fracciones (la
doctrinaria y la pragmática), conflicto que cada \ iv fue siendo más notorio. El punto álgido de su
enfrentamiento file el proceso de selección de candidato de 1975-1976, del cual no salió
abanderado alguno. Finalmente la lucha por la renovación de la coalición dominante concluyó en
la adopción de un perfil pragmático que fue acentuándose paulatinamente desde 1977 hasta
1987, cuando

58 Panebianco, Angelo, op. cit., pp. 83-89.


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comenzó la gestión de Luis H. Alvarez, durante la cual se consolidaría tanto el perfil partidista
como la coalición dominante basada en la dirección de una fracción pragmático moderada (o
gradualista).

La candidatura presidencial para 1988 fue conquistada por Manuel J. Clouthier, conspicuo
representante de la fracción pragmático radical (conocida comúnmente como "neopanista").

Hasta estos comicios el partido había presentado una postura radical, y en algunos
momentos, antisistema. Pero la aparición de una fuerte opción de centro-izquierda como el
neocardenismo moderó a la mayoría de los panistas. Por otra parte, el gobierno llevó a cabo un
programa con muchos puntos de coincidencia con el ideario panista. Estos dos fenómenos
hicieron posible que la relación entre el PAN y el gobierno se volviera armónica.

Los problemas internos del cambio de línea fueron obvios en la escisión sufrida en 1992.
Sin reconocimiento como corriente por parte de la dirigencia, en el fondo sin espacios de poder en
sus manos y, por ende, excluidos de la coalición dominante, los for optaron por la ruptura.

Esta división fue superada debido al elevado grado de institucionalización del partido. Pero
también gracias a que la debilidad y el aislamiento fueron siendo cada vez más característicos de li
miembros del foro. Aunado a esto, en 1990, la dirigencia dividía grupo al integrar a algunos de
ellos en los máximos órganos de dirección.

De este modo se resolvió la disputa por la renovación del "c culo interior". Por ello, a pesar
del cúmulo de críticas en su contra, Diego Fernández de Cevallos (precandidato afín a la dirigencia
1 Nacional) no tuvo obstáculos serios para encabezar la campaña presidencial de 1994.

Luego de estos comicios, la coalición dominante fue control! da por los pragmático
gradualistas, ubicados geográficamente i el centro del país. Diego cedió paulatinamente su papel
protagónico dentro y fuera del partido a la dirigencia formal. Esta, por supa te, logró evitar más
escisiones y orientar firmemente al partido a I conquista del poder. Los mejores resultados
electorales fueron cosechados durante la presidencia de Castillo y, en menor medida, i la de Felipe
Calderón.

La elección del 99 presentó muchas novedades: nunca había competido un solo candidato,
nunca se había usado el voto directo de los militantes para escoger abanderado presidencial,
nunca había adelantado tanto el proselitismo, nunca las fracciones se habían subordinado de tal
forma a un Liderazgo interno; sobre te nunca los dirigentes habían cedido tanto poder a un
miembro i una fracción no dominante. Lo que llama más la atención en esta selección interna es la
ruptura en los mecanismos tradicionales i control del proceso de selección interna. En efecto, lo
usual en el PAN (como en cualquier otro partido, si nos atenemos a la teoría) es que este tipo de
procesos esté en manos de la dirigencia. Por esta razón (entre otras) fue que Fox prefirió luchar
por la candidatura haciendo campaña fuera del partido. Sin pertenecer al "círculo in-i ii ti'", siendo
un severo crítico de la línea de la fracción pragmática gradualista y fungiendo como gobernador,
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de haber esperado a Iostiempos y espacios tradicionales, muy probablemente no hubiera logrado


ser investido como candidato panista.

Antes de 1999 no había diferencias de fondo dentro de la coalición. Pero fuera de ella apareció
primero esporádica y luego permanentemente la voz de Vicente Fox, una voz en el desierto ante la
extrema debilidad de los pragmático radicales. Al generar una estructura paralela a Acción
Nacional, Fox y sus seguidores (es decir, los "amigos" y los panistas pragmático radicales)
consiguieron romperel control del CEN de la selección interna. La coalición dominante se fracturó.
Aturdida primero por el ímpetu foxista, luego por la victoria del 2 de julio del 2000 y finalmente
por su nuevo papel de partido gobernante, la coalición dominante panista ha tardado mucho
tiempo en lograr un nuevo esquema funcional de acción.

Conl siones

Las fracciones panistas en la actualidad son fracciones por po-der. Su principal objetivo es
la conquista y ejercicio del poder interno. En el PAN las fracciones no son estáticas. En muchas
ocasiones se produce una atracción de ciertos liderazgos, ya sea por características propias de
ciertas personalidades o por el manejo de un discurso atractivo para ciertos sectores. Esto dificulta
la ubicación de los dirigentes y miembros del partido en grupos. Sin embargo, se mantienen
presentes en él.

El caso de la fracción que se trató de organizar institucionalmente (el Foro) fue una prueba
de la falta de consistencia de algunas normas internas que impiden el libre juego de los grupos en
su interior. La falta de tolerancia fue notoria y dio cuenta del LIMITADO grado de democracia
interna Prevaleciente.

El éxito electoral ha jugado un, papel funcional para que la coalición dominante
permanezca sin rupturas graves Dadas las expectativas de triunfos, los panistas están poco
dispuestos a la lucha interna y más orientados a la búsqueda de cargos de elección popular.

Como partido en la oposición, la coalición dominante (con pre eminencia de la fracción


pragmática moderada) sostenía una actitud electoralista con posiciones de derecha. En la lucha
electoral se mostraba moderada y su perspectiva acerca de, desarrollo político de la organización
(y del propio país) era gradualista. Hoy como partido gobernante, perdura su gradualismo pero le
ha costadotrabajo institucionalizar sus vínculos con el Gobierno de Vicente FOX.
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Su éxito electoral le ha dado legitimidad a la dirigencia entre buena parte de sus bases. En
el plano político Nacional, le ha permitido asumir un papel sobresaliente en el sistema de partidos
Mexicanos, a tal grado de llegar a conquistar la presidencia de República en el año 2000.

Un asunto que antaño fue motivo de múltiples debates en PAN fue su relación el gobierno.
Esta es una discusión que tendra que volver a realizarse y resolver porparte de la coalición
dominante en caso de que pretenda su consolidación como partido gobernante. Hoy, ciertamente,
uno de los riesgos más pre0cupantes es que el presidente Fox se olvide de, partido que lo llevó al
poder; pero otro de igual magnitud es que el partido deje manos libres a, presidente y que se
convierta en unelemento más del sistemapartidos. Sin ser partido autentícame gobernante, la
victoria cultural del PAN, tan deseada por sus dirjgenteS5 estará (paradójicamente) más lejos de
realizarse que antes, Cuando simplemente era un partido de oposición.

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