Está en la página 1de 13

 

 
 
 

Problemas de la Vida
Todo el mundo lleva algún tipo de carga, ya sea una adicción, un dolor profundo o una deuda. Mire
lo que dice la Biblia acerca de estas cosas y obtenga la dirección práctica para seguir adelante.

Adicción
¿Cómo llegó aquí? ¿Cuándo terminará? La adicción es algo poderoso. Lo consume y le hace sentir
que no tiene el control de nada. Puede presentarse en la forma de alcohol, drogas, apuestas,
pornografía, desórdenes alimentarios o cualquier otro comportamiento enfermizo. Le afecta en
una manera física, emocional, social y espiritual.

Pero para cualquier cosa a la que esté atado, existe ayuda. No tiene por qué sentirte
avergonzado, destrozado o vacío. Dios nos promete en la Biblia, “Venid a mí todos los que estáis
trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28). Él desea liberarlo y darle una nueva
vida en Su Hijo, Jesucristo. En su debilidad, Él es fuerte, y ofrece una esperanza real y duradera.

Cristo también fue tentado (Hebreos 4:15) y sabe por lo que está pasando. Cuando pone su
confianza en Él, puede estar seguro de que Él le ayudará a romper las cadenas que le están
atando. He aquí algunos pasos que le permitirán liberarse de su adicción:

-­‐ Si nunca había pensado lo que significa encontrar satisfacción y propósito en una relación
con Jesucristo, hágalo ahora. (Visite PazConDios.net para encontrar más información). Y si
ya dio su vida a Cristo, hágalo a Él su máxima prioridad.

-­‐ Admita responsabilidad. Sin importar su situación, en algún punto atrás decidió tomar el
alcohol, las drogas, ver pornografía, etc. Y usted es responsable de sus decisiones.

-­‐ Rompa lazos con amigos y lugares conectados a su adicción. Esto ayudará a reducir la
tentación y hará más fácil la recuperación. La Biblia dice: “El que anda con sabios, sabio
será; Mas el que se junta con necios será quebrantado” (Proverbios 13:20).

-­‐ Pídale a Dios fuerza para ayudarle a vencer su adicción. Todo mundo lucha con la
tentación, pero como dice 1 Corintios 10:13, “No os ha sobrevenido ninguna tentación que
no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis
resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis
soportar”.
 
 
 
 

-­‐ No se sorprenda si su familia o amigos dudan de su recuperación. Si esta adicción ha


dominado su vida, seguramente ellos han tenido que lidiar con promesas rotas y con la
constante desilusión. Dele tiempo a ellos para ver su nueva persona.

-­‐ Recuerde que ser cristiano no se trata de perfección. Podrá recaer en sus viejas
costumbres, pero tan pronto como lo haga, pídale perdón a Dios y pídale que lo limpie de
su adicción. 1 Juan 1:9 dice; “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para
perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.”

-­‐ Lea y estudia la Palabra de Dios, la Biblia. Involúcrese en una iglesia fundamentada en la
Biblia y establezca relaciones de amistad sanas. La Biblia dice, “que si cayeren, el uno
levantará a su compañero; pero !ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo
levante” (Eclesiastés 4:10).

-­‐ Muy a menudo es necesario lidiar con las causas que originaron la adicción para poder
vencerla. Busque mayor orientación de un pastor, de un consejero cristiano o de alguna
clínica local.

-­‐ Nadie puede prometer que la recuperación será fácil, pero Cristo estará a su lado
ofreciéndole el fundamento necesario para mantenerle de pie. Recuerde, “porque nada
hay imposible para Dios” (Lucas 1:37).

Fuera del trabajo


Perder su trabajo o estar inhabilitado para hacerlo puede afectarle no sólo económicamente, sino
emocional y espiritualmente. Puede hacerle sentir ansioso, inútil y desesperado. Si ha estado
buscando trabajo por largo tiempo, quizás incluso esté a punto de rendirse.

Pero Dios no se ha olvidado. Él conoce sus necesidades y quiere ayudarle; la Biblia dice: Él
“consuela a los humildes” (2 Corintios 7:6).

Quizás encuentre un trabajo pronto, quizás no; Dios puede tener reservado algo para usted que no
espera. Sin importar lo que haga, trate de no desanimarse. La Biblia dice, “Porque yo sé muy bien
los planes que tengo para ustedes —afirma el SEÑOR—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin
de darles un futuro y una esperanza” (Jeremías 29:11, NVI). También nos dice que: “El SEÑOR está
cerca de los quebrantados de corazón, y salva a los de espíritu abatido” (Salmos 34:18, NVI). He
 
 
 
 
aquí algunos otros consejos mientras espera la respuesta de un trabajo o decide cuál será el
siguiente paso:

-­‐ Recuerde que Jesucristo sabe por lo que está pasando y tiene compasión de la situación. Él
supo lo que es ser pobre y aún vivir sin hogar o techo. Cuando pone su confianza en Él, Él
estará con usted a donde quiera que vaya.

-­‐ Use este tiempo para acercarse a su familia. Pase tiempo con ellos, repara relaciones rotas
y comparta lo que Dios está haciendo en su vida.

-­‐ Busque programas de entrenamiento u oportunidades de voluntariado, manténgase activo,


esto no solo ayudará a otros sino que le dará experiencia que podrá utilizar en un futuro.
La Biblia nos dice “aprovechen al máximo cada oportunidad” (Colosenses 4:5, NTV).

-­‐ Entréguele su preocupación a Dios y pídale que le diga cuál es el siguiente paso que quiere
que tome. Vea este tiempo, no como un problema, sino como una oportunidad para
fortalecer sus relaciones. Si lo hace, una vez que acabe este tiempo de desempleo o haya
decidido avanzar en otra cosa, podrá voltear atrás y agradecer a Dios por haber estado con
usted aún en medio de la dificultad.

Mateo 6:25,28-30 nos dice: “Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de
comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que
el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no
trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de
ellos. Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no
hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe?”.

Pídale a Dios que le dé el deseo de hacer lo necesario para encontrar otro trabajo, pero recuerde
que cuando confía en Él, no estará dando los siguientes pasos solo.

Profundo dolor y pérdida


Hay muchas cosas que nos pueden causar profundo dolor como el divorcio, la pérdida de un
trabajo, la enfermedad o la pérdida de un ser querido. El dolor viene como en olas de tristeza que
se disipan solo cuando llegan ciclos de sanidad. Reconocer ese proceso y permitirle ocurrir en su
vida, le ayudará a soportar y aún a crecer a lo largo de esta triste experiencia. Este ciclo de
sanidad no siempre ocurre en el mismo orden, y algunas cosas suceden más a menudo que otras,
pero todas son parte natural del proceso de luto. Recuerde que esto es normal y que ayuda mucho
el buscar auxilio.

-­‐ Impacto inicial: es una intensa experiencia emocional que le puede dejar emocionalmente
paralizado.
 
 
 
 
-­‐ Liberación emocional: tiempo caracterizado por llanto, sollozos y/o sentimientos de
profunda tristeza.

-­‐ Soledad y depresión: un sentido de pérdida; la profundidad dependerá de qué tan


dependiente haya sido de la persona/la gente/las cosas involucradas.

-­‐ Culpa – cuestionar las propias decisiones- “Pude haber hecho más” o “Debí haberlo hecho
diferente”.

-­‐ Enojo, culpa, hostilidad: “¿Por qué me hicieron esto?” “¿Por qué Dios me hizo esto?”

-­‐ Depresión: un sentido abrumador de apatía y de no poder continuar con la vida.

-­‐ Reconocimiento de la pérdida: entendimiento de lo que perdió. Por ejemplo quizás no sólo
perdió el trabajo, sino su ingreso, su posición y su autoestima.

-­‐ Agradecimiento: si perdió a un ser querido, aprecie los buenos recuerdos y la vida de esa
persona.

-­‐ Regreso de la esperanza: “La vida seguirá,” “Puedo lidiar,” o “Dios me sacará de esto.”

-­‐ Regreso a la nueva rutina: aceptar la pérdida y ajustarse a ella

La Biblia dice: “Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación” (Mateo
5:4). Dios quiere soportar nuestros dolores, nuestras pérdidas y darnos consuelo, esperanza y
aliento. Cuando aceptas a Cristo como su Señor y Salvador, Él le lleva entre sus brazos a través
de este proceso.

También es de mucha ayuda hablar con Dios y con otros acerca de cómo se siente para no
enterrar lo que está dentro. Espere en Dios quien va a traer también algo bueno de la
situación. Romanos 8:28 dice: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les
ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.” El leer su Biblia y
orar a Dios le ayudarán a través de este duro tiempo.
 
 
 
 

Luchando con la deuda


Odia vivir en deuda y quizá se pregunta si Dios le está castigando. ¿Por qué no mejoran las cosas?

Vivimos en un mundo caído, marcado por el pecado y por tal razón la vida no siempre es como
hubiésemos deseado que fuera. Al mismo tiempo, Dios siempre tiene algo que enseñarnos cuando
enfrentamos problemas y adversidad. Él puede usar las duras experiencias de la vida para moldear
nuestras vidas y transformarnos en lo que Él quiere que seamos. ¿Se ha detenido a preguntarle a
Dios qué es lo quiere hacer en su vida a través de esta experiencia? La Biblia dice, “Muéstrame, oh
Jehová, tus caminos; Enséñame tus sendas” (Salmos 25:4).

Todo lo que tenemos, incluyendo el dinero, viene de Dios. El dinero no es algo malo, pero puede
serlo si se le da un mal uso. Algunas veces lleva a la avaricia, al orgullo, al materialismo y es fácil
ponerlo en primer lugar en nuestras vidas. Algunas veces las pérdidas inesperadas o los gastos no
planeados pueden resultar en problemas monetarios, tentándonos a la preocupación. Pero
debemos recordar mantener a Dios como el primero en nuestros corazones y en nuestras vidas.

Si está luchando con la deuda, he aquí algunos consejos útiles:

-­‐ Busque la voluntad de Dios para su vida con un corazón humilde y una mente abierta. La
Biblia dice: “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a
todos abundantemente y sin reproche, y le será dada” (Santiago 1:5). No importa cómo
adquirió la deuda, Él tal vez quiera cambiar su actitud o darle nuevas prioridades o metas
en la vida. Lo que fuese, empiece con un renovado enfoque de su relación con Cristo y
dele especial atención a lo que el Espíritu Santo “habla” a través de las Escrituras.

-­‐ Pídale a Dios que le ayude a confiar en Él y a no permitir que esta deuda aplaste su
espíritu o domine su pensamiento. El apóstol Pablo, quien fue aislado, encarcelado y quien
perdió todas sus posesiones dijo: “he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi
situación” (Filipenses 4:11). Fundamente su esperanza en la Palabra de Dios. La Biblia
dice “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová,
pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis. (Jeremías 29:11). Afirme
su corazón en el inagotable poder de Dios, y su bondad y amor harán la diferencia.
 
 
 
 
-­‐ Consulte a un empresario, sabio, confiable (tal vez en su iglesia, si asiste a una), alguien
capacitado en planeación financiera o recurre a una asociación local, sin fines de lucro, en
donde le puedan proveer asesoría financiera; después ponga en práctica los consejos que
le den. Seguramente incluirán el hacer un presupuesto realista, haga uno y ajústese a él.
Dios generalmente responde a nuestras oraciones al traer gente a nuestras vidas quienes
puedan ayudarnos.

-­‐ Encuentre la manera de erradicar cualquier gasto innecesario, como dinero empleado en
entretenimiento o en objetos de lujo. Puede no ser divertido, pero te ayudará a ahorrar
dinero y a encaminarte hacia la tranquilidad financiera. También puedes hacer una lluvia
de ideas para divertirte con poco o con nada de presupuesto.

Hebreos 14: 5 dice, “Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora”
Todo lo que tenemos viene de Dios y Él siempre proveerá. Debemos de ser buenos administradores
de todo lo que Él nos ha dado, siendo responsables del dinero y de las posesiones que llegan a
nuestro camino y siendo cuidadosos para no gastar de más o de caer en avaricia. Como Jesús
advirtió: “No podéis servir a Dios y a las riquezas. (Lucas 16;13). Haz de Él hoy la máxima
prioridad en su vida y pídele guianza con respecto a sus finanzas.

Amor y lujuria
Lujuria es desear o ansiar algo intensamente, especialmente en un sentido sexual. La lujuria apela
a nuestro egocentrismo y trata a los demás como objetos en lugar de como personas. El amor, por
otro lado, es una devoción intencionada hacia otro, sin importar las circunstancias. El amor
antepone las necesidades de alguien más, a las propias para asegurar su bienestar.

¿Por qué es importante esto? Confundir los dos términos puede ser peligroso y llevar a la
manipulación, a un matrimonio desecho, al adulterio o a una situación igual de trágica. Mientras
que la atracción física y los sentimientos tienen cada uno su lugar, el amor es más que eso. El
amor es un acto de la voluntad –un compromiso de buscar lo que es mejor para el otro. El amor
verdadero no exige, da. No dice, “¿qué podré sacar de esta persona?”, pregunta: “¿Qué podré
hacer para ayudar a esta persona?” El amor verdadero no se centra en el “yo”, se centra en el
“dar”.

Toma toda una vida explorar las riquezas y las complejidades del amor humano. Pero considera
esto: ¿amarías a esta persona aún si perdiera su belleza física o si su cuerpo fuera asolado por el
cáncer o por alguna discapacidad? La Biblia dice, “El amor es benigno…El amor nunca deja de ser
(1 Corintios 14:4,8).Este es el tipo de amor que Dios tuvo por nosotros cuando envió a Su Hijo
Jesucristo a morir por nuestros pecados para acercarnos más a Él. Si estás enfrentando un reto
que involucre la lujuria:
 
 
 
 
-­‐ Abre su corazón al amor de Dios e invita a Cristo a su vida, luego pídele que te ayude a
evitar los pensamientos y las acciones lujuriosas. Pídele que te ayude a entender cómo
amar a alguien verdaderamente.

-­‐ Recuerda que lo que pasa por nuestra mente eventualmente influencia la manera el la que
actuamos. Jesús advirtió: “Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para
codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón” (Mateo 5:28). Haz de su meta el mantener
una mente y un cuerpo puro.

-­‐ Cuando te sientas tentado por la lujuria hacia alguien, recuerda este versículo: “Pero fiel
es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también
juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar” (1 Corintios 10:13).

Bullying
Ser burlado puede bajar el autoestima y hacerle sentir despreciado. Tal vez se siente como
que a nadie le importa. Pero Jesucristo también fue ridiculizado y entiende lo que le está
pasando. Él le puede dar fuerzas para superar esta situación. La Biblia dice en 2 Corintios
12:10 que cuando somos débiles, Él nos hace fuertes.

El valor en Cristo

Dios creó a cada persona única, con diferentes talentos, personalidades y deseos. No somos
creados al por mayor, sino cuidadosamente hechos por el Dios del universo, quien nos conoce
por nombre.

Piense en esto: ¡usted es la obra maestra de Dios! su vida tiene valor, no importa lo que digan
los demás o cómo le traten. Su vida es un regalo de Dios. Él le conocía antes de que naciera.
Salmos 139:13-14 dice: “Tú creaste mis entrañas; me formaste en el vientre de mi madre. ¡Te
alabo porque soy una creación admirable! ¡Tus obras son maravillosas…!”
Dios le valora, y Él no hace favoritismo (Hechos 10:34). Él le ama y se preocupa de cómo se
siente. 1 Pedro 5:7 dice: “Depositen en él toda ansiedad, porque él cuida de ustedes.” Si
usted ha confiado en Jesucristo como Señor, entonces es llamado hijo de Dios. 1 Juan 3:1
dice: “¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre, que se nos llame hijos de Dios!”

Por qué algunas personas intimidan

Algunas personas —niños, adolescentes y adultos por igual— se burlan de otros y hablan en
forma equivocada dado a cosas que están sucediendo en su propia vida. Puede ser que tengan
envidia de usted o se sientan ofendidos por algo más allá de su control. Puede ser que tengan
una situación difícil en el hogar y que se dirijan a usted para satisfacer una necesidad de
 
 
 
 
estar en control. Tal vez no se les trata bien tampoco, o tienen una visión negativa de sí
mismos. Tal vez reciben poca atención por parte de las personas que los rodean. Podría ser
que la persona o personas que le hacen la vida imposible simplemente están tratando de
quitar el enfoque de sus propios problemas. Algunas personas intimidan a otros para llamar la
atención, obtener estatus o aprobación de sus compañeros.

Mientras que estas cosas podrían no ser el caso, tenga en cuenta que es posible que usted no
sea el único que está enfrentando una situación difícil. Si bien no hay excusa para la
intimidación o el matonaje escolar, reconocer que hay un motivo le podría ayudar a
responder de una mejor manera.
 
 
 
 
La respuesta

La Biblia habla sobre el tema de la intimidación y el trato abusador o irrespetuoso. Los


cristianos incluso pueden ser un objetivo específico del hostigamiento ya que el tratar de vivir
como Cristo es a menudo contracultural.

Mateo 5:39 dice: “No resistan al que les haga mal. Si alguien te da una bofetada en la mejilla
derecha, vuélvele también la otra.” Sin embargo, esto no significa que no puede pedir la
defensa de Dios o defenderse a usted mismo.

Al responder a una situación de matonaje, recuerde que la Biblia nos dice que debemos tratar
a los demás de manera justa y con respeto. Mateo 22:39 nos dice que amemos a los demás
como a nosotros mismos. Y Romanos 12:18 aconseja: “Si es posible, en cuanto dependa de
ustedes, vivan en paz con todos.” Cuando enfrentes con alguien que habla mal de ti, se burla
o le humilla, no busque la venganza sino el responder en amor. Mateo 5:44 dice: “Amen a sus
enemigos,” y Mateo 5:9 dice que los que trabajan por la paz serán bendecidos. Lucas 6:28
dice, incluso, “bendigan a quienes los maldicen, oren por quienes los maltratan.”

Cómo tratas a los demás refleja su relación con Dios ya que Él los ha creado y valora a cada
uno. Al responder a las personas en amor, se darán cuenta e incluso podrían cambiar su
actitud hacia usted. Proverbios 15:1 dice: “La suave respuesta aparta el furor, mas la palabra
hiriente hace subir la ira.”

Al mismo tiempo, si el acoso le está afectando negativamente mentalmente, emocionalmente


o físicamente— no permanezca en peligro, sino busque el apoyo de un adulto o una figura de
autoridad digna de confianza. Recuerde que nuestra fuerza no proviene de nosotros, sino de
Dios que se preocupa por nosotros y nos da la esperanza. Permita que esto le dé la fuerza
para soportar. Salmos 34:4-5 dice: “Busqué al Señor, y él me respondió; me libró de todos mis
temores. Radiantes están los que a él acuden; jamás su rostro se cubre de vergüenza.”

A veces, incluso es aconsejable huir de una persona que intimida. Por los celos, el rey Saúl en
la Biblia persiguió a David, y David huyó (1 Samuel 19-24). Huyendo de tal persona no es
cobarde —es a menudo la mejor opción cuando no podemos protegernos a nosotros mismos.
Pídale a Dios la sabiduría en cómo responder, y confíe en Él para hacer justicia.
Si se trata de un cristiano que le está maltratando, Mateo 18:15-17 dice que debe destacar la
maldad a la persona. Si esa persona no le escucha, pídale a una o dos personas más que se
acerquen a él o a ella contigo. Si eso no cambia nada, lleva el problema a su iglesia.
 
 
 
 
Independientemente de la situación, podemos encontrar el consuelo y la protección en Dios.
Salmo 46:1 dice: “Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza, nuestra ayuda segura en
momentos de angustia.” Que la fuerza de Dios le aliente hoy.

Proteger a los demás

Efesios 5 y 6 llama a los maridos a defender a sus familias y negocios. Y es la responsabilidad


de los padres para tratar de proteger a sus hijos del peligro. Si está siendo acosado su hijo,
no asuma que el problema va a desaparecer. Puede que ayude el practicar cómo su
hijo puede responder para que él o ella se sienta preparado para enfrentar al que le
intimida. Mantenga la línea de comunicación abierta con sus hijos, y no dude en
involucrar a otro adulto o administrador de la escuela para ayudar a resolver el
problema.

El Sufrimiento
¿Por qué las personas sufren? ¿Por qué mueren? Si Dios es bueno y amoroso, ¿cómo es que Él
permite que esto suceda?

Muy a menudo las tragedias y el sufrimiento nos provocan confusión, ira, horror o amargura.
Ellas son una prueba adicional de que Satanás está activo en nuestras vidas y que el mal no es
ajeno a nosotros.

Un excelente libro de la Biblia para leer acerca del sufrimiento y el mal es Habacuc. Tiene
sólo 3 capítulos, en los que el profeta Habacuc pregunta a Dios por qué Él no estaba
castigando el mal. Dios le responde diciendo que sí iba a castigar el mal, pero que estaba
trabajando para hacerlo en el momento propicio.

Cuando no comprendemos los tiempos de Dios, debemos recordar que Él no creó el mal. Dios,
que es justo, misericordioso y amoroso, le concedió libre albedrío al hombre cuando lo creó.
Dado que todos somos pecadores, todos experimentamos el mal y la injusticia, pero Dios
continua en control de todas las cosas e incluso puede usar el mal para hacer el bien.
Santiago 1:17 dice: “Toda buena dádiva y todo don perfecto descienden de lo alto.”

También podemos usar nuestro tiempo de sufrimiento para mirar a nuestro interior. Vivimos
en un mundo caído en el que todos necesitamos un Salvador, y eso es precisamente lo que
Dios ha provisto. Dios nos ama al punto que envió a su Hijo, Jesucristo, para morir por
nuestros pecados, de tal forma que podamos vivir por siempre en el cielo. Cristo era
perfecto — santo — y aun así sufrió más allá de lo que podemos imaginar a fin de pagar el
 
 
 
 
precio por nuestros pecados y darnos vida eterna. Sí; podemos experimentar cosas malas aquí
en la tierra, pero al mismo tiempo nos podemos regocijar en el hecho de que Dios nos ha
provisto un lugar de eterna paz en el cielo.

También nos ayuda recordar que, puesto que Cristo ha sufrido, Él entiende lo que estamos
experimentando y tiene compasión de nosotros. Cristo no sólo nos da esperanza cuando
confiamos en Él, sino que nos ayuda en los tiempos difíciles, consolándonos en nuestro dolor,
rodeándonos de personas que nos apoyan y permitiéndonos sentir su presencia en nuestras
vidas.

¿Por qué sufre la gente buena?

El tener una relación con Dios no implica que no vamos a sufrir. El pecado afecta a todas las
personas y, debido a eso, todos experimentamos dolor e infortunios. La diferencia está en que
Dios promete estar con aquellos que confían en él. El Salmo 34:19 dice: “Muchas son las
angustias del justo, pero el SEÑOR lo librará de todas ellas.” Esto no significa que la vida será
fácil, sino que tendremos ayuda para sobreponernos a los tiempos difíciles.

Dios está con nosotros en todos los obstáculos que enfrentamos, de tal forma que no tenemos
que atravesarlos solos. Podemos apoyarnos en Él en los tiempos difíciles, pues sabemos que Él
cuida de nosotros y que nos ayudará en todo pesar, dolor o frustración que suframos. Esto nos
llena de esperanza porque, aun cuando no comprendamos por qué las cosas acontecen,
sabemos que en la infinita sabiduría de Dios Él puede sacar algo bueno de las malas
situaciones. Él puede fortalecer nuestra fe o resolver las cosas de maneras que no vemos o
entendemos. El sufrimiento también nos permite ayudar a otros que atraviesan por
situaciones similares, compartiéndoles la esperanza que tenemos en Cristo.

Si usted ha aceptado a Cristo como su Salvador, puede estar completamente seguro de que Él
está y estará siempre junto a usted. La Biblia dice en Deuteronomio 31:6 que el Señor
“siempre los acompañará; nunca los dejará ni los abandonará.” Él comprende nuestras luchas
y quiere ayudarnos en la medida que confiamos en Él. Como 1 Pedro 5:7 dice: “Depositen en
él toda ansiedad, porque él cuida de ustedes.”

¿Por qué mueren las personas?

Cuando Dios creó el mundo, lo creó perfecto. No existía la muerte. Pero cuando las dos
primeras personas en la tierra, Adán y Eva, desobedecieron a Dios, el pecado entró en el
mundo y todos hemos continuado pecando desde aquel entonces. La Biblia dice que el precio
del pecado es muerte (Romanos 6:23). A menos que Cristo regrese antes que muramos, todos
experimentaremos la muerte física.

Pero esto no termina aquí. Aunque nuestros cuerpos morirán, nuestras almas vivirán para
siempre. Lo harán en uno de estos dos lugares — el cielo o el infierno. El cielo es el lugar
 
 
 
 
glorioso en la presencia de Dios donde no existe el sufrimiento, el dolor ni la muerte.
También tendremos nuevos cuerpos libres de enfermedad y dolor. El infierno, por otro lado,
es el lugar de tormento y castigo, donde “el fuego no se apaga” (Marcos 9:48). Ambos lugares
son eternos, y en uno de ellos viviremos por siempre.

Si hemos aceptado a Cristo en nuestras vidas, no tenemos razón para temer a la muerte.
Aunque nuestros cuerpos sucumban a la enfermedad o la deformidad, nada puede separar de
Cristo a quien es su seguidor. Mateo 10:28 dice: “No teman a los que matan el cuerpo pero no
pueden matar el alma.” La muerte física es solamente una transición entre la vida terrenal
con Cristo a la vida celestial con Cristo. Tal como dice Juan 11:25: “El que cree en mí vivirá,
aunque muera.” También podemos anticipar el día en que veremos en el cielo a nuestros
seres amados que han aceptado a Cristo.

Escritura para ayudarle


Dios habla a través de Su Palabra, la Biblia. La Biblia nos ayuda a conocer a Dios y nos guía en la
vida piadosa. Es una fuente de sabiduría, fortaleza y consuelo. Salmo 119:105 dice: " Tu palabra es
una lámpara a mis pies; es una luz en mi sendero" (NVI).

Permita que Dios le hable a través de los siguientes versículos.

Cuando necesite CORAJE: Salmo 138:3; Efesios 6:10-13

Ante el PELIGRO: Salmo 91:1-16, Salmo 121:1-8

Cuando tenga DUDAS acerca de su salvación: Juan 3:16, 1 Juan 5:11-13

Ante dudas sobre el poder de Dios para mantenerle FIEL: Filipenses 1:6, 1 Pedro 1:5

Cuando está en necesidad FINANCIERA: Salmo 34:10; Filipenses 4:19

Cuando necesite PERDÓN: Hebreos 4:15-16, 1 Juan 1:9

Al buscar DIRECCIÓN: Proverbios 3:5-6; Santiago 1:5

Cuando esté SOLO y DEPRIMIDO: Salmo 23:1-6; Hebreos 13:05

Ante el DOLOR: Mateo 11:28

Cuando su PACIENCIA es probada: Romanos 8:28-29; Santiago 1:2-4

En la búsqueda de PAZ en un momento de tensión: Juan 14:27, 16:33, Filipenses 4:6-7


 
 
 
 
Cuando se llena de ORGULLO pecaminoso: 1 Corintios 4:7, Filipenses 2:3-8

Cuando está cargado con muchos PROBLEMAS: Salmos 55:22; 1 Pedro 5:07

Cuando necesite DESCANSO: Mateo 11:28-30; Gálatas 6:9

Cuando es impulsado por DESEOS EGOÍSTAS: Filipenses 4:8, 1 Juan 2:15-17

Ante la TRISTEZA: Romanos 8:26-28, 2 Corintios 1:3-5

Cuando está en búsqueda de la NORMA de Dios: Mateo 5:48, Mateo 22:36-40

Cuando SUFRE: Salmo 34:19, 2 Corintios 4:17

Cuando se enfrenta a la TENTACIÓN: 1 Corintios 10:13; Santiago 1:2-4, 12-15

Cuando es tratando INJUSTAMENTE: 1 Pedro 2:19-23, 1 Pedro 4:12-15

Si se siente DÉBIL e INADECUADO: 2 Corintios 12:9-10; Filipenses 4:13  

También podría gustarte